Violencia Sexual
Violencia Sexual
Violencia Sexual
La Violencia Sexual en Colombia La violencia sexual, en todas sus manifestaciones, constituye una de
las más graves afectaciones a los derechos fundamentales de las personas, atentando particularmente
contra los derechos a la vida, la libertad, la seguridad, la integridad física y psicológica, la libre
expresión y libertad de circulación y el libre desarrollo de la personalidad, dificultando el ejercicio de los
derechos sexuales y reproductivos y que se alcancen estándares deseables de salud física y mental.
La violencia sexual se ha posicionado progresivamente como un tema de gran interés para el país por
lo cual su abordaje ha avanzado en torno a la necesidad de brindar respuestas integrales a las
personas que la sufren. Para el sector salud la violencia sexual ha sido reconocida como una
problemática en salud pública que se presenta con enorme frecuencia y que presenta serías
afectaciones para la salud física y mental de quienes la padecen.
De acuerdo con la OMS, la violencia sexual se produce en el marco de relaciones ecológicas entre
distintos niveles de la realidad social (macrosocial – mesosocial- microsocial), y se expresa
transversalmente a lo largo del continuo de la violencia de tipo interpersonal y colectiva; aunque la
tipología de la OMS en su “Informe Mundial sobre la Violencia y la Salud” no lo expresa de manera
explícita, la violencia sexual también se ha relacionado con la violencia autoinflingida y la violencia
homicida:
Dentro del marco legal colombiano, la violencia sexual “Se define como cualquier contacto, acto,
insinuación o amenaza que degrade o dañe el cuerpo y la sexualidad de una niña, niño, adolescente,
hombre o mujer y que atenta contra su libertad, dignidad, formación e integridad sexual; concepto que
obviamente abarca cualquier daño o intento de daño físico, psicológico o emocional”.
La Ley 1257 de 2008, por la cual se dictan normas de sensibilización, prevención y sanción de formas
de violencia y discriminación contra las mujeres, define el daño o sufrimiento sexual como las
consecuencias que provienen de la acción consistente en obligar a una persona a mantener contacto
sexualizado, físico o verbal, o a participar en otras interacciones sexuales mediante el uso de fuerza,
intimidación, coerción, chantaje, soborno, manipulación, amenaza o cualquier otro mecanismo que
anule o limite la voluntad personal. Igualmente, se considera daño o sufrimiento sexual el hecho de que
la persona agresora obligue a la agredida a realizar alguno de estos actos con terceras personas.
La violencia sexual les ocurre a niñas, adolescentes, mujeres adultas y ancianas, niños, hombres
adultos y ancianos; no obstante, las víctimas más frecuentes son las mujeres, las niñas y adolescentes,
y las personas que ejercen sexualidades no normativas. Se da en el marco de relaciones abusivas de
poder en donde se somete a la víctima a situaciones de violencia sexual de manera repetitiva y muchas
veces crónica, y expresa así mismo en interacciones en las que el agresor ejerce sus ejercicios de
control y poder con la amenaza o el uso de la fuerza.
Los delitos sexuales en contra de los niños, niñas y adolescentes, se conocen como abusos sexuales.
Éstos se definen como toda acción de tipo sexual impuesta a un niño por un adulto o por una persona
mayor que él. Algunas de sus formas son: manipulación del menor con fines pornográficos, someterlo a
que observe actitudes sexuales, hablar sobre temas obscenos, mostrar o tocar genitales y penetración
sexual (violación o incesto). El abuso sexual no necesariamente es una violación, pero siempre es una
forma de violencia sexual.
El Código Penal Colombiano bajo el título denominado “Delitos contra la libertad, integridad y formación
sexuales” castiga entre otras las conductas de acceso carnal violento, acto sexual violento, acceso
carnal o acto sexual en persona puesta en incapacidad para resistir y los actos sexuales abusivos.
Para estos delitos la pena aumenta cuando el sujeto activo actúa en concurso con otras personas,
ocupa una posición que le dé particular autoridad sobre la víctima o una relación que la lleve a depositar
su confianza, cuando contamina a la víctima de cualquier infección de transmisión sexual, cuando el
sujeto pasivo es menor de 14 años, cuando se produce embarazo como resultado de la agresión sexual
y cuando la relación entre sujetos activo y pasivo es de cónyuges, cohabitantes, excohabitantes o han
procreado un hijo o hija.
Además, el Código Penal Colombiano establece como actos que atentan contra la libertad, integridad y
formación sexuales, a la inducción a la prostitución, el constreñimiento a la prostitución, el estímulo a la
prostitución y la pornografía de niños y niñas. Por último, el Código Penal Colombiano, en uno de sus
capítulos que tiene el propósito de aplicar de manera directa el derecho internacional humanitario,
tipifica como delitos las conductas de acceso carnal, acto sexual violento, prostitución forzada y
esclavitud sexual contra persona protegida, que se den con ocasión y en desarrollo de conflicto armado
contra dichas personas protegidas.
La violencia sexual es una de las principales manifestaciones de las violencias por motivos de género ó
violencias basadas en el género (VBG). Si bien las principales víctimas son las mujeres, niñas y
adolescentes, las VBG también se ejercen sobre personas LGBTI (Lesbianas, Gays, Bisexuales,
Transexuales e Intersexuales) y aunque en menor proporción, también sobre los hombres.
Por VBG se entiende toda acción de violencia asociada a un ejercicio del poder fundamentado en
relaciones asimétricas y desiguales entre los roles y estereotipos asociados a lo masculino y a lo
femenino, a varones y a mujeres en una sociedad. La Violencia Basada en el Género tiene como
correlato, referentes culturales que reproducen la valoración de lo masculino en detrimento de lo
femenino y favorecen el ejercicio del poder a través de actos de agresión o coerción en contra de las
mujeres por el simple hecho de ser mujer.
La Convención de Belém Do Pará se refiere a la violencia contra las mujeres como un tipo de VBG
entendida como “cualquier acción o conducta basada en su género que cause muerte, daño o
sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer tanto en el ámbito público como en el privado. Se
entenderá que la violencia contra la mujer incluye la violencia física, sexual y psicológica: a) que tenga
lugar dentro de la familia o unidad doméstica o en cualquier otra relación interpersonal, ya sea que el
agresor comparta o haya compartido el mismo domicilio que la mujer, y que comprende entre otros
violación, maltrato y abuso sexual; b) que tenga lugar en la comunidad y sea perpetrada por cualquier
persona y que comprenda entre otros violación, abuso sexual, tortura, trata de personas, prostitución
forzada, secuestro y acoso sexual en el lugar de trabajo, así como en instituciones educativas,
Una de las modalidades de la VBG, la más contundente, es el feminicidio, entendido como “un crimen
basado en discriminación debido al sexo, implica altas cuotas de misoginia, esto es, una clara aversión
contra las mujeres. Pero el feminicidio se configura propiamente considerando la indiferencia
institucional, la responsabilidad social de quienes crean opinión y, como consecuencia, la tolerancia
social a la violencia contra las mujeres”.
En contextos de conflicto armado y de violencia social generalizada, el feminicidio suele conectarse con
homicidios sexuales en múltiples casos; por ejemplo, se ha documentado testimonialmente que la
durante las masacres, las mujeres asesinadas suelen ser previamente sometidas a diversas formas de
violencia sexual. Además se considera dentro del espectro del feminicidio a aquellos suicidios de
mujeres, niñas y adolescentes femeninas relacionados con victimizaciones sexuales sufridas en algún
momento de la vida.
Respecto a la VBG ejercida sobre personas LGBTI, a través de una encuesta realizada por Profamilia
en el marco de la Macha del Orgullo Gay en Bogotá se detectó que el 19% de los hombres gay, el 33%
de las transexuales, el 14.7% de los y las bisexuales y el 12% de las lesbianas han sido víctimas de
violencia sexual 19 . Estos hechos se relacionan con frecuencia con el hecho de que estas personas
construyen sus identidades más allá de los modelos hegemónicos establecidos para lo femenino y lo
masculino, que privilegian además la heterosexualidad como norma y responden por lo general a
eventos en el marco de los llamados “crímenes de odio”.Se considera un “crimen de odio” a todo aquel
delito o intento de delito motivado por prejuicio hacia y contra la víctima por razón de color, sexo,
A pesar de que las cifras son contundentes, estos datos hacen referencia a una muestra de 1300
personas de la ciudad de Bogotá, razón por la cual los datos no corresponden a hallazgos del orden
nacional. Esta carencia de información se debe a que “las dificultades relacionadas, con la inexistencia
de sistemas de información estatal que contemplen variables relacionadas con la orientación sexual e
identidad de género de las víctimas, con la baja denuncia, la falta de trámite de las denuncias que sí se
hacen, y la situación particular de discriminación que sufren las mujeres lesbianas, afectan directamente
su visibilidad y su capacidad de hacer valer sus derechos” .
En el caso de los varones adultos, aunque en general su rol en la violencia sexual suele ubicarse en
calidad de agresores, también se conoce que en algunos casos pueden resultar victimizados; en torno a
aquellos casos de varones adultos víctimas de violencia sexual, existe poca documentación; “se sabe
muy poco del alcance o de la naturaleza de ese tipo de violencia, o acerca de las consecuencias
psicosociales para los sobrevivientes varones. Para los sobrevivientes particulares, esta ignorancia
conlleva a la falta de asistencia y justicia”.
El miedo a la estigmatización y a la sanción social que adicionalmente puede afectar a las víctimas
masculinas, es debido a que la violencia sexual recae principalmente sobre las mujeres, niñas y
adolescentes femeninas, por lo cual cuando afecta a varones puede ser percibido como un peligro que
afecta el patrón de masculinidad propio del sistema patriarcal, y puede ayudar a que, junto con su poca
frecuencia, se haga aún menos visible. No obstante, el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias
En el mismo sentido, aunque en los ambientes de guerra suele verificarse de manera consistente el
binomio sexo masculino agresor/violencia sexual contra mujeres, adolescentes femeninas y niñas, la
violencia sexual hacia los varones adultos, los adolescentes masculinos y niños también se ha podido
documentar en el marco de los conflictos armados, aunque con una frecuencia y mucho menor que la
perpetrada habitualmente en esos contextos contra las mujeres, las niñas, y las personas que ejercen
sexualidades no heteronormativas.
La violación y otras agresiones sexuales han sido documentadas como repertorios habituales en todos
los conflictos armados en contra de mujeres, niñas, y personas LGBTI, aunque históricamente ha sido
difícil, tardío e insuficiente su reconocimiento como una afectación adicional, indebida, y especialmente
gravosa que los tiempos de guerra imponen sobre éstos grupos humanos que ya desde tiempos de paz
se encuentran en posiciones especialmente desprovistas de poder dentro de la estructura social
imperante .
Los repertorios de violencia sexual contra las mujeres y las niñas durante los conflictos armados
incluyen modalidades como la violación, la tortura sexual, la mutilación de genitales y caracteres
sexuales secundarios, el feminicidio sexual, la extracción de fetos a las embarazadas, la trata de
mujeres, la esclavitud sexual, los abusos sexuales, el incesto forzado, el embarazo y aborto forzados, el
sexo transaccional, los matrimonios por abducción y otras modalidades de uniones forzadas, la
obstaculización del acceso a métodos de control de la natalidad y otros servicios de salud sexual y
reproductiva de alta prioridad, el sometimiento a desnudez, las exploraciones genitales rutinarias y
degradantes para las prisioneras de guerra, el establecimiento de pautas para regular la conducta