Sor Juana Inés de La Cruz
Sor Juana Inés de La Cruz
Sor Juana Inés de La Cruz
TRABAJO DE GRADO
Presentado como requisito parcial para optar por el
Título de Profesional en Estudios Literarios
RECTOR DE LA UNIVERSIDAD
DECANO ACADÉMICO
“La universidad no se hace responsable por los conceptos emitidos por sus
alumnos en sus trabajos de tesis, sólo velará porque no se publique nada
contrario al dogma y a la moral católica, y porque las tesis no contengan ataques
o polémicas puramente personales, antes bien se vea en ellas el anhelo de buscar
la verdad y la justicia”.
AGRADECIMIENTOS
Gracias a mis papás, por todo, por su amor incondicional, por sudar su vida queriendo que
mis sueños lleguen a mí, por ser maravillosos. A mi hermano, por su presencia siempre
dispuesta a ser un apoyo. A Luprezia y Cumbia, fieles compañías y alivio del estrés de mi
estudio. A Sor Juana, por haberse aparecido con tal ímpetu en mi vida.
sabiduría crítica, por su ojo implacable, por sus sugerencias siempre oportunas y
enriquecedoras, por su gracioso cariño y por el bendito empujón hacia los mares de Colón y
las tierras del Nuevo Mundo. A Juan Alberto Casas, maestro y amigo, a quien debo el
A todos mis amigos, fuerza de mi vida, gozo de mi corazón, sin cuya firme alegría, incesante
a Kiño, por los inigualables quilates de amistad que ha sido capaz de ofrecerme; a Cata, mi
chica gomela, por un compañerismo de etiqueta; a Isa, mi hada de los bosques, por su
incomparable donaire; a la Mona perica, por una amistad labrada a punta de risas .l. ; a Gabi,
A todos los que recuerdo con especial cariño, que estuvieron ahí compartiendo tiempo de su
LIBÉRAME DE TI, SEÑOR: intentos de una expresión poética, católica, liberadora ......... 8
INTRODUCCIÓN ................................................................................................................ 21
1.4.1. Una revisión de los Pablos: indagar sobre la erección de una autoridad eclesial
masculina....................................................................................................................... 49
conventual ......................................................................................................................... 87
ANEXOS
7
Romance 56
“Religión [a Occidente]:
te tengo de convencer”.
y es de la Iglesia servicio,
OTRO PADRENUESTRO
Padre nuestro,
o Madre nuestra, o Hermano nuestro, o Amigo nuestro, o Líder nuestro, o todo eso junto,
¡pero nuestro!;
todo,
y lavado, rebautizado, reapropiado sea, porque lo han manchado, lo han ultrajado, lo han
tergiversado,
voluntad,
¡pero nos darás el pan y el aliento cada día, nos aliviarás la sed de justicia!;
porque hemos desesperado, te hemos maldecido, hemos actuado con rabia y desesperación,
pero perdónanos;
a los que nos lastiman, a los que nos torturan, a los que nos matan, a los que nos
pero…
exterminio,
pero, sobre todo, líbrate a Ti mismo, que esta lucha, que es por ti, sin ti, está perdida.
Amén.
***
El asunto de la liberación
***
Dios mío,
si esta me ha de liberar.
***
***
***
Ven a mi auxilio,
Dios mío,
y libérame de Ti mismo.
***
***
tus hijos,
mas el Infierno,
***
***
***
mi amor profundo
***
12
***
***
se puede dar.
***
***
***
***
***
Imploro a la Auxiliadora,
***
***
de Tu Madre, de la desgracia,
agarrado voy;
***
***
***
***
***
***
Salvándome:
***
“Ahora mi espíritu está agitado, ¿y qué voy a decir?, ¿qué mi Padre me libre de este trance?
No; que para eso he llegado a este trance” (Jn 12, 27). Tú, Señor, despensa de la fortaleza
de los que anhelamos las revoluciones del espíritu, ¡ven a nuestro auxilio!
***
***
***
***
***
***
***
Y acorralado,
maltratado,
exiliado,
silenciado,
amenazado,
condenado,
burlado,
cazado,
desesperanzado,
moribundo,
agotado,
17
humillado,
desorientado,
mutilado,
***
y recibirte en mi corazón.
Otros lo han hecho para maltratarte los pies con sus rodillas y,
***
No me veo a mí mismo:
***
***
18
no el apuñalado.
***
***
enjuga mis lágrimas, derramadas por un orden que me exilia en mi propio cuerpo.
***
***
***
***
Teología nuestra. Teología de los perseguidos. Una teología, ante todo, poética.
del perseguido; persecución que reduce, quebranta, sepulta dentro del cuerpo mismo.
Este apartado, de breves y tal vez irrisorias estrofas y líneas, inspiradas algunas por
el aura de la Décima Musa, pretenden dibujar una expresión poética que surge de una
experiencia vital y particular de Dios. Con ellas, apunto a dos direcciones: por un lado,
arrojar luces sobre mi lugar de enunciación como sorjuanista y sujeto religioso que
plataforma enunciativa de Sor Juana Inés de la Cruz; por otro, preparar y disponer la lectura
y el alma lectora para una travesía en la que estamos involucrados Dios, Sor Juana y yo.
Han creído nuestros persecutores que, con montar todo un aparataje hermenéutico
sobre nuestros cuerpos, almas y mentes, y sobre todos aquellos gobernados en nombre de
Dios; y, designio divino, la sabiduría a la que el mismo Dios nos convoca, insuflada
INTRODUCCIÓN
del hombre, por no decir que al olvido y a la ingrata invisibilización –al menos en el mundo
escribe las obras estudiadas aquí–, siga siendo un padecimiento diario para las mujeres, o
Tal realidad, de fuerte carácter histórico, atañe de forma general a la cultura como
universo en el que circulan los valores, las formas de ver y estar en el mundo. Desde luego,
del campo cultural1 –al interior de él– participan otras esferas: la política, la económica, la
religiosa, la social, la literaria. Por lo tanto, la lucha por la igualdad de género, si bien puede
1
Tomando prestada la noción del sociólogo francés Pierre Bordieu (Campo intelectual, proyecto creador).
22
ser válidamente articulada desde cualquiera de estas esferas u otras, no debe limitarse
exclusivamente al impacto interno de ellas, sino que debe desbordarlas y atacar al sistema
Sin embargo, hay que decir que no hay realidad de iniquidades más desafortunada
que la que lleva la marca de ‘lo sacro’: ciertas voluntades, desde la religión, se han
encargado de hacer creer que la voluntad divina está complacida con determinados estados
de las cosas que garantizan ciertos privilegios para unos cuantos, en lo que censuran y
Inés de la Cruz, poeta novohispana del siglo XVII, religiosa del convento de San Jerónimo,
asidua lectora, ávida intelectual y magnífica poeta2. En una sociedad en la que Dios es un
Atlante que sostiene en sus espaldas su cara creación, la poesía de Sor Juana se erige como
la exaltación gloriosa de unas virtudes confiadas a una creatura, pero escamoteadas por una
institución que, arbitrariamente, suplantó la identidad del Dios incluyente y redentor por
políticos, ni la deuda histórica para con la mujer son exclusividad del cristianismo –como
sostiene el teólogo suizo Hans Küng3 (La mujer en el cristianismo 9)–, el presente trabajo
2
Y una innumerable lista de sus cualidades.
3
Pensamientos como el de Küng, quien es sacerdote católico, son de vital importancia, ya que parten de un
presupuesto subversivo: desatender el dogma de la infalibilidad del papa. Este dogma es producto del Concilio
Vaticano I, convocado en 1869 para –cosa curiosa–, poner en su lugar al raciocinio que tantos ‘problemas de
fe’ le estaban dando a los católicos (Concilio Vaticano I. 1869-1870 [web]). Aunque la fecha del dogma no
corresponde con los tiempos de Sor Juana (siglo XVII), tanto las disputas entre la actividad intelectual y la fe,
23
opta por reflexionar sobre tales reivindicaciones, encarnadas en la pluma de Sor Juana,
ciertos sectores imperantes de la Iglesia católica mantienen aún actitudes hostiles frente a
ciertos temas que tienen que ver con la mujer (aborto, métodos anticonceptivos, estatus de
convenciones culturales y termina siendo un producto social, cultural, político con que se
cristianismo original.
Esto guarda relación con unas preguntas que también embargan a este trabajo, a lo
un recuerdo y un aviso,
como el carácter incontestable de la voluntad del papa y de las autoridades eclesiásticas de su época, eran
cuestiones vigentes.
24
Jesús?, ¿cómo se Le recuerda?, ¿qué “recuerdo” de Jesús le es transmitido a Sor Juana?, ¿la
prenda de Su cariño es genuina o se trata, más bien, de una prenda tejida a conveniencia,
que ciñe y aprieta la libertad humana?, ¿quiénes “merecen” (y no) la prenda de Su cariño?
Sor Juana, en osadías teológicas y humanas, se sumergirá en estas tensiones que la sofocan.
Dicho de forma escueta, Sor Juana Inés, monja de insaciable apetito intelectual,
idea que algunos de sus superiores tenían sobre Dios, esto es, un Dios que se complace con
la ignorancia de sus siervas (o esposas). Esto indica que, más allá de tratarse de
es cómo la forma en que se concibe y se predica una idea de Dios repercute decisivamente
exclusivo: tras ella, núcleo centrípeto de todas las áreas de la vida en la sociedad virreinal,
económico, etc.).
De lo que sigue que la reflexión propuesta en este trabajo indaga la forma en que
Sor Juana, a través de la expresión poética barroca, se enfrenta a una circunstancia crucial
consolidación como religión y lo que esto implica para una mujer con vocación intelectual.
La intelectualidad de Sor Juana, alentada por una retórica que encuentra en la espiritualidad
25
viaja por los vericuetos históricos del cristianismo para contradecir la consolidación de una
tradición que soporta Sor Juana sobre sus espaldas. De ello se ocupa el primer capítulo,
titulado “Los aires que ofuscan el vuelo del Fénix”. Dicho capítulo pretende seguir
para entender cómo Sor Juana, en calidad de mujer cristiana, está involucrada en una
Hay que resaltar que, más allá de destacar la cualidad represiva del sistema
teocrático español del siglo XVII, el presente trabajo se propone desentrañar las suertes
históricas que originaron dicha coyuntura en que una mujer religiosa con voracidad
No es posible penetrar el ámbito de Sor Juana, conocer el mundo en el que surgen sus
textos ni comprender las condiciones históricas que conforman su lugar de enunciación, sin
escudriñar la tradición que llega hasta sus días, la cual teje y soporta su contexto.
El modo en que Sor Juana participa e interviene en él es múltiple. Sin embargo, uno
de los frentes de embestida poética es el que concierne a su experiencia religiosa. Por ello,
4
Piénsese en el concepto hispánico-imperial de ‘cristiano viejo’ o ‘cristiano puro’, discurso ideológico en que
convergen la propugnada pureza de raza (supremacía de hombres ‘blancos’) y la religión oficial.
26
relación con la Divina Sabiduría. Dicho núcleo, manifestado tanto en verso como en prosa,
conforma un conjunto coherente que tiene un motivo particular a ser expresado a través de
la estética barroca.
Por ello no debe resultar extraño que lo que Sor Juana bien puede expresar en sus
Cruz)5, puede aparecer revestido en insospechados versos con otros motivos literarios:
Romance 2, 56 y 57, Redondilla 89, Soneto 146, Villancicos 219, 224 y el dedicado a Santa
Catarina en 1691. No se debe perder de vista que la confrontación de Sor Juana con las
diferentes registros discursivos que usa para (d)enunciar: mientras que la epistolar C. de
(texto teológico sobre las finezas de Cristo), la Respuesta a la reprensión de Sor Filotea
(esta y la anterior son cartas que connotan la conciencia de ser eventualmente leídas por
más emisarios) y los otros poemas mencionados tienden a un ataque más tangencial y de
5
Hago uso de las Obras completas (1951) dirigidas por Alfonso Méndez Plancarte (volúmenes I, II y III), y
Alberto G. Salceda (volumen IV), Fondo de Cultura Económica. Cito no por número de versos ni de líneas,
sino según la página de dichos volúmenes. De la misma edición tomo la Carta de Sor Filotea de la Cruz
(citada a partir de ahora como C. de Sor Filotea) y el Sermón del Mandato del Padre Antonio Vieira al que
refuta Sor Juana en su Carta Atenagórica. La Carta de Monterrey, citada a partir de ahora simplemente como
C. de Monterrey, sale de Primero sueño y otros textos (2004), editado por Susana Zanetti y Gabriela
Mogillansky. Me referiré en el presente texto y también en la citación como Respuesta a la Respuesta a Sor
Filotea de la Cruz, como Divino Narciso al Auto sacramental de “El Divino Narciso”, como Loa DN a la
Loa para el auto sacramental de “El Divino Narciso”. Respecto a la denominada ‘lírica personal’, se citará
siguiendo el registro poético en cuestión (romance, endecha, soneto, villancico, etc.), enumerado según las
Obras completas, y el número de la página en que están los respectivos, ej.: (Romance #1 23), romance #1,
versos en la página 23.
27
Debe aclararse antes que las personalidades concretas que se mostraron hostiles a la
actividad de Sor Juana tienen un prestigio peculiar que le da a la disputa un ambiente nada
amigable para ella: son autoridades masculinas célebres las que discrepan de su actividad.
segunda ciudad más importante de la Nueva España (Manuel Fernández de Santa Cruz); un
Volviendo sobre las obras en cuestión, por supuesto habrá otras más en que el
inconformismo religioso e intelectual de la jerónima se haga patente, pero las que aquí
interesan son estas. Así, se subraya la presencia preponderante de las prosas mencionadas,
6
Al contrario de lo que cree Alejandro Soriano Vallès, quien afirma (desprestigiando con soberbia
importantes sectores de la crítica sorjuanista) que, de existir la tan ‘inventada’ persecución de Sor Juana, no
estuvo a cargo de personalidades importantes sino de poquísimas y solitarias personas de baja calaña (Los
obispos son inocentes. Sor Juana Inés de la Cruz y el clero novohispano [web]).
7
El Romance 2 y el Soneto 146 son poemas que hacen del retruécano, el oxímoron y la antítesis importantes
componentes filosóficos, de filiación quevedesca y gongorina. En una circunstancia de represión clerical,
interesa destacar cuán decisivo es que la monja, aferrándose a una tradición literaria autorizada e
impregnándola de sus propios intereses, anhele definirse como indoctamente sabia (Romance #2 12) y poner
bellezas en su entendimiento y no su entendimiento en las bellezas (Soneto #146 388). En el mismo sentido
debe entenderse su adhesión –renovadora– a la tradición poética del retrato (Redondilla 89) y a la poesía
religiosa elevada (Romance 56 y 57) y popular (Villancicos), ventrílocuos de su agenda, testimonios de un
tormento. En esto último, se resalta la desvinculación relevante de los romances 56 y 57 de su categoría
habitual (poesía religiosa, alabanza a Dios, poesía de encargo): la reprendida monja sí entonó letras sacras a la
Divinidad, no importando aquí que haya sido una orden acatada (si lo fue), sino más bien que hayan sido un
pretexto de reclamación personal en atención a su vocación.
28
mirada crítica los textos bíblicos y la historia eclesial para desenmarañar el enredo que
componente más importante de Sor Juana en su gesta defensiva: si a ella han de perseguirla
con Biblia en mano8, ella ha de responder de igual forma, deconstruyendo los pilares
demandan su sexo, la edad y, sobre todo, las costumbres (Respuesta 443), Sor Juana, aun
así, se atreve a involucrarse con un estudio prohibido –teología bíblica– para defender una
articulación discursiva escrita. Por tal razón, “La pluma del Fénix”, segundo capítulo,
Juana), y medio por el cual ella impugna y se construye como sujeto religioso e intelectual.
8
El hermeneuta José María Siciliani Barraza declara que:
[…] se encuentra en el relato bíblico una progresividad en el conocimiento de Dios que permite aceptar, en el
interior mismo del relato fundador, ‘errores’ en la percepción de Dios, imprecisiones, avances y retrocesos
respecto de lo que se pudiera denominar un ‘conocimiento ortodoxo de Dios’ (Hermenéutica teológico-
narrativa. La fe cristiana como una historia 76). En estas tenaces tensiones de naturaleza textual-
interpretativa se reconoce una fuerza de pulsos en medio de prohibiciones y censuras, formaciones
intelectuales y agudezas exegéticas.
29
Este capítulo hace las veces de narración que describe y caracteriza (écfrasis, quizás) la
pluma de Sor Juana como arma de combate. Por ello no se descarta acudir a otros versos
eficaz si se entiende cómo Sor Juana habita dicho sistema y lo pone en jaque al relativizar
Pues bien, tras haber puesto la lupa sobre el tamaño de la tradición que impele al
silencio a Sor Juana, y luego de haber valorado su escritura barroca, continúa “El Fénix
reflejado en las aguas de la identidad cristiana”, tercer y último capítulo, cuyo propósito
central es entender el auto sacramental del Divino Narciso, en una coyuntura crucial de
persecución misógina en clave piadosa, como una reflexión sobre la identidad cristiana en
tanto esta es, ante todo, una cuestión auténticamente especular: se es cristiano en la medida
en que se refleja a Cristo (no a la “monja ideal” promulgada por las obras de su confesor);
con qué recursos y el modo (segundo capítulo) en que ha de hacer frente Sor Juana a las
poder resucitador de su pluma “que se bate al aire” (Romance #49 207), ha venido
resurrección de las cenizas que vincula a esta mítica ave con Cristo y, por ende, con Sor
Juana. El Fénix, Cristo y Sor Juana –Fénix barroco de Cristo– se reducen a las cenizas
resurgimiento.
Esta, mi pluma, intrépida por esbozar un elogio a Sor Juana, ha querido rendir un
homenaje a la Décima Musa, a quien tanta inspiración imploro para no cometer una
impropiedad en su contra, ya que tantas abundaron en su paso por este mundo. No me queda
más que anhelar que su reflejo emerja, si no siempre, entonces de cuando en cuando en estas
de la Inundación Castálida
Sobre el vuelo de la creación poética de Sor Juana pesa una tradición hostil a la
escritura femenina. El presente capítulo tiene el objetivo de indagar las suertes que corrió el
liberación. Como base que sostiene el contexto de Sor Juana, la religión es puesta aquí en el
foco de la discusión.
Por otro lado, los sociólogos llaman de ‘estatus incongruente’ a una persona en la
cual convergen rasgos sociales dispares y que causan extrañeza en un contexto particular
(Acoger y Compartir, San Pablo y las mujeres 2); por ejemplo, un judío inconforme con la
Ley judía que se autoproclama hijo de Dios en los tiempos de César Augusto es una
persona de estatus incongruente cuya actividad resulta muy estorbosa para ciertas élites.
Por ello, para el biblista Wayne Meeks, el cristianismo primitivo –inaugurado por la
supresión de Jesús de Nazareth–, ejerció una importante fuerza de atracción sobre personas
de estatus incongruente (ibid. 5), entre los cuales estaban esclavos y mujeres que
de vista que los textos surgen de una realidad sociológica –realidad que puede ser rebatida,
impugnada, continuada o perpetuada por la producción textual que surge de ella misma.
estaban sometidas las mujeres eran los problemas que planteaban las leyes de
pureza / impureza ritual […]. A causa de la impureza ritual, las mujeres no podían
estaban excluidas no sólo del culto, sino incluso de la posibilidad de acceder a Dios
(32).
En lo privado, la mujer también tenía mucho que perder: era un ítem más dentro del
inventario del varón (su padre o su marido) del cual se podía disponer. Nada más echarle un
33
vistazo al compendio más famoso de la ley judía (y que se enseña en las catequesis
cristianas hoy en día): el Decálogo, en donde se lee “No codiciarás los bienes de tu
asno, ni nada que sea de él” (Ex 20, 17, cursivas mías)9.
No obstante, la rigurosidad de las leyes que agobiaban a las mujeres judías hasta en
el ámbito doméstico se volvían un tanto inoperantes para las clases sociales bajas, pues los
al marido (Bautista 33). También cabe decir que la mujer judía, en tanto madre, gozaba de
madre”, Ex 20, 12), así como, en tanto contribuyente de una dote a su matrimonio, podía
valerse de una especie de ‘derechos económicos’ (Bautista 35). Esto sugiere, entonces, que
había condiciones socioeconómicas que gestaban las fisuras del aislamiento de la mujer.
Pues bien, volviendo a un punto de vista más general y sobre los sujetos de estatus
de su tiempo, y esto debió beneficiar, entre otros, a la mujer, a quien sacó del inventario
sacrificio y de su resurrección.
9
Todas las citas bíblicas serán tomadas de La Biblia de Nuestro Pueblo (2013), editada por Luis Alonso
Schökel. Es una edición de calidad probada, base de mis estudios en Biblia; además, es de las pocas ediciones
bíblicas en español que traduce directamente de los idiomas originales en que están los textos. Si recurro a
otra versión, haré la advertencia en su momento.
34
manera de proceder (defensiva e impugnadora) de Sor Juana –analizada en este trabajo– sin
autoproclamada católica10 y seguidora suya: “[…] aprecio, como debo, más el nombre de
Romance #11
Jesús de Nazareth es, quizás, uno de las mártires más célebres y queridos en
10
Claro: no se deben perder de vista las condiciones sociohistóricas de su tiempo: Imperio Católico español,
Virreinato de la Nueva España. Sin embargo, la imposición de modelos y moldes (poéticos, sociales, etc.) no
remite de ninguna manera a la idea de impasibilidad. Al contrario, los moldes ofrecidos como limitantes son
reapropiables, rebatibles y ‘subvertibles’, desde cuestiones como la escritura hasta las de identidad. En el
segundo capítulo examino las posibilidades que ofreció la escritura (literaria) a Sor Juana frente a los gestos
de imposición y condiciones de surgimiento.
11
Autoafirmarse como seguidora de Cristo y de la Iglesia (más adelante se seguirá sobre este punto) protege
el discurso de Sor Juana en tanto se muestra sierva obediente que accede bien sea a “[…] este natural impulso
que Dios puso en mí […]” (Respuesta 444), o a fuerzas exteriores: “Y, a la verdad, yo nunca he escrito sino
violentada y forzada y por dar gusto a otros […]” (ibid.).
35
figura –tanto histórica como literaria– un gesto deconstructor derridiano –entre los otros
Sin embargo, hay que tener en cuenta una precaución al momento de leer a Jesús a
tratara de una agenda religiosa específica y premeditada– ni mesías –que adelanten ese
de ‘mesianicidad’ –en el que sí se pueden esbozar rasgos de una personalidad líder–, que
no quiere decir mesianismo (Derrida, Mal de archivo. Una impresión freudiana 44).
pública por excelencia en el Imperio Romano contra quienes incurrían en los peores delitos,
para exhortar a la no repetición. Jesús, efectivamente, cometió la peor de las faltas para un
judío ortodoxo –que gestaba, además, amenazas contra el orden público imperial–:
12
Breves ejemplificaciones en las siguientes notas: caudillo perseguido que puso a tambalear las instituciones
de poder de su tiempo.
13
Líder carismático asesinado que transgredió normatividades sociales de su tiempo.
14
Sujeto histórico que dividió la historia en dos y cuya presencia motivó transformaciones históricas.
15
Emerge un nuevo sistema de valores y cosmovisiones.
16
Brota el germen de una nueva forma de relacionarse con Dios.
36
Ahora bien, en resumen, el episodio bíblico relata el momento en que unos letrados
y fariseos le presentan a Jesús a una mujer sorprendida en adulterio. Lo hacen para ponerlo
a prueba y tener de qué acusarlo, ya que la ley de Moisés ordena apedrearla y (pues como
se espera) ni Jesús ni nadie puede contrariarla. Jesús invita al que esté libre de pecado a
Ley: si la mujer fue sorprendida en adulterio, ¿en dónde quedó el hombre que participó del
delito?, ¿por qué el peso de la Ley recae sólo sobre ella? Jesús lo contraviene.
La noción derridiana de escritura también tiene, por supuesto, sus asomos en esta
reflexión. Piénsese, por ejemplo, que el concepto de ‘letrado’, ‘doctor de la ley, de las
Sagradas Escrituras’, ‘escriba’, tienen una fuerte carga negativa19 en los evangelios, pues
estos, apegados a las Escrituras Judías, son acérrimos enemigos de Jesús. Además, son la
autoridad hermenéutica legítima (masculina, por cierto) del Archivo –aliada al poder
17
El uso de mayúsculas y cursivas no es gratuito en este trabajo. Se indicará con ello un resaltado que debe
ser atendido por su importancia en la proposición, por su polisemia (decir que este trabajo está rendido a los
pies de Sor Juana, o sea, a sus plantas o a sus versos), o su uso señalaría cierta ironía o característica
superlativa de la palabra en mayúscula/cursiva con relación a las otras palabras de la oración. Ejemplo:
“Verdad” vendría a ser distinto de “verdad”. La mayúscula denotaría una noción esencial, absoluta,
dogmática, ahistórica, frente a la verdad (en minúscula) elaborada históricamente.
18
Tales límites conciernen a los objetivos con que se desconstruye el archivo, según Derrida (12).
19
El aspecto negativo o problemático de las nociones de la escritura, según Derrida, tiene que ver con que
estas consolidan la escritura como la forma más excelente de inscribir marcas textuales sobre una superficie y
de crear significados, quedan supeditadas a ella o suprimidas otras formas. Es, en algún sentido, lo expuesto
también en Mal de archivo.
37
imperial, por si faltaba– que con que disputa la actividad de Jesús20: “¿Qué hacemos? Este
hombre está haciendo muchos milagros. Si lo dejamos seguir así, todos creerán en él,
entonces vendrán los romanos y nos destruirán el santuario y la nación” (Jn 12, 47-48)21.
naturalizada entre las Sagradas Escrituras y las tablas de ley, que son de piedra (lo
metafórica, dicha narración bíblica, podría decirse, inicia con una Piedra –la Ley– que
ordena una ejecución de muerte a través de ella, es decir, una muerte consumada por la
acción de la piedra.
En tal consideración, habría un primer guiño de doble sentido en este relato joánico
que sugiere vislumbrar no sólo la violencia intrínseca de la patriarcal ley judía, sino la
(pétrea) de significados autorizados puesta en piedra que conduce a las más graves
20
Situación equiparable a la padecida por la jerónima, cuya actividad incomodó a algunos varones de su
época (malestar del que da cuenta Sor Juana en la Respuesta y la C. de Monterrey) que son, en su contexto,
los autorizados para interpretar las Sagradas Escrituras.
21
Preocupación semejante denota la siguiente advertencia presente en las Constituciones para las Jerónimas
(posteriores a Sor Juana): “Que la Madre Priora, Vicaria y Difinidoras examinen prudente y discretamente su
vocación, sus motivos y fines que la traen a la Religio [sic], si son de buscar su salvación sirviendo a Dios
Nuestro Señor en ella y no por motivos o conveniencias temporales […] porque la experiencia ha mostrado,
que si los motivos no son muy superiores no professan con toda su voluntad, viven siempre disgustadas, sin
amor a la Religio y sin observancia Regular ni promptitud a la obediencia”. Citado por Bravo Arriaga de la
Regla y Constituciones que por Authoridad Apostólica deben observar las Religiosas Gerónimas…impresas
en 1707 (La excepción y la regla: una monja según el discurso oficial y según sor Juana 35). Jesús y Sor
Juana amenazan de ‘contagio’ en su contexto y esto causa premura en el control de sus conductas.
22
Concepto que, en su compleja definición, guarda relación con procesos de constante resignificación de
marcas textuales.
38
excluyen no sólo otras huellas textuales sino otro tipo de relaciones de esas huellas que
produzcan significados nuevos y diferentes–, adquiere allí su cariz más literal y físico.
incluyendo las cursivas23– requiere comentario. Recuérdese que el pueblo judío asumía ser
El Elegido de Dios, por lo tanto, su Ley, su Archivo, constituía una exclusividad, una única
validez (una sola Verdad), lo demás perecería. Además, la mayúscula también resalta el
carácter esencial que presume el Archivo judío, el cual se legitima contenidos que pierden
Presentarle esta mujer a Jesús para ponerlo a prueba exhibe la intención de los
occidental, como limitación del sentido del ser en el campo de la presencia, se produce
23
Aclararé cuando las cursivas sean mías en una citación, de lo contrario, estas hacen parte del original
citado.
24
Logocentrismo, inherente asociación entre lo escrito y el conocimiento, como si se tratara de una idolatría
cultural occidental del Logos en sus distintas acepciones; falo-, en manos exclusivas de los hombres.
25
Lo que es, es lo que está presente, no ausente; esto, desde una perspectiva de la escritura judía, significa que
Dios es la Ley, es la Piedra –fabricada por los mismos judíos.
39
Pero tú, que te llamas judío, tú, que te apoyas en la ley, y te glorías de Dios, tú que
dices conocer su voluntad, e instruido por la ley pretendes discernir lo que es mejor,
estás convencido de ser guía de ciegos, luz de los que están a oscuras, maestro de
carácter pétreo de la ley, Jesús, en un gesto doble, en una escritura doble, escribe en el
suelo a la vez que le recrimina a los administradores del Archivo que la escritura en piedra
estribos históricos: “El que no tenga pecado, tire la primera piedra […] Los oyentes se
fueron retirando uno a uno, empezando por los más ancianos hasta el último”26 (Jn 8,7-9).
Además, “[…] la cuestión del archivo no es, repitámoslo, una cuestión del pasado.
[…] Es una cuestión de porvenir, la cuestión del porvenir mismo, la cuestión de una
archivo. Una impresión freudiana 44). Echar mano del Archivo como echar mano del
pasado, de una ‘herencia cerrada’, de una ‘memoria consignada’ (41) para condenar
una inoperancia dentro de la noción de archivo. Emerge así el primer golpe deconstructor
de Jesús.
Empero, hay que resaltar que: “la deconstrucción no puede limitarse o pasar
inmediatamente a una neutralización: debe, por un gesto doble, una ciencia doble, una
26
Los más ancianos son el sector más autorizado dentro de los privilegiados que administran el Archivo.
40
del sistema (Derrida, Firma, acontecimiento, contexto [web]). De modo que Jesús no sólo
violencia en nombre del Archivo a través de su materialidad petrificada, sino que desplazó
al mismísimo Archivo: nadie quedó en la escena del juicio porque Jesús despojó a los
Arkhé, o sea, de su comienzo –allí donde todo se originó–, y de su mandato –allí donde los
hombres y los dioses mandan, donde se ejerce la autoridad, el orden social27 (Derrida, Mal
de archivo. Una impresión freudiana 9). Porque, en simultáneo con tal desplazamiento –el
gesto doble, la escritura doble que concierne al gesto deconstructor–, Jesús se erguía como
el origen, el camino, la verdad (nueva y en minúscula) y la vida –sobre todo aquella que, en
nombre del Archivo, se le quería arrebatar a la mujer adúltera y a otros tantos sujetos
marginales y oprimidos:
la Ley por la gracia de Jesús] presenta una gran novedad, sobre todo en lo que se
refiere a la mujer, pues el ser humano, el varón y la mujer, quedan situados en una
nueva relación personal e inmediata con Dios (Bautista 45, cursivas mías).
No siendo suficiente con eso, Jesús, pagando con su vida en la cruz la intromisión
en lo más sagrado para el pueblo judío, inaugura un nuevo archivo: “[…] así será la alianza
que haré con Israel en aquel tiempo futuro –oráculo del Señor–: meteré mi ley en su pecho,
27
Un Arkhé de origen divino, además; tal vez este es el aspecto que hace más infranqueables los límites
instituidos alrededor del Archivo judío: fue Dios mismo, según la tradición bíblica, quien ordenó la
petrificación de sus mandatos. Por eso cobra sentido que a Jesús se le atribuyera la primogenitura divina, pues
así su gesto desconstructor cobra absoluta legitimidad.
41
la escribiré en su corazón […]” (Jr 31, 33). Y, puesto que “[…] la estructura técnica del
mismo y en su relación con el porvenir […y que] la archivación produce, tanto como
archivo inaugurado por Jesús, podría decirse, está delimitado por una conjunción
Sor Juana, radica en que estos “[…] no afectan a las estructuras desde afuera. Sólo son
posibles y eficaces y pueden adecuar sus golpes habitando estas estructuras” (Derrida, De
la gramatología 32). Era de esperarse, por lo tanto, que semejantes gestos deconstructores
del ‘rey de los judíos’ acarrearan significativos cambios a nivel social, ético, religioso,
político, histórico, pues “[…] esta posibilidad de […] conservación y de destrucción del
28
Esto guarda relación con el planteamiento de Derrida en que el archivo acoge la idea de una ‘prótesis del
adentro’, puesto que el archivo también tiene lugar dentro de espacios internos (como el psíquico) (26). La
psiquis se muestra como una especie de superficie en donde también se consigna y se almacena información y
conocimiento; en las fronteras internas de la memoria o de la conciencia se conjugan, mediante operaciones
psíquicas, los elementos allí acopiados para producir una significación específica.
29
Ley hecha por hombres y en su propio beneficio. “Gregorio Nacianceno [arzobispo de Constantinopla del
siglo IV] en la Homilía 37 sobre Mateo condena la ley civil que permite la infidelidad del marido y castiga a
la mujer en caso de que sea ella quien comete la falta, al afirmar que la ley fue hecha por los hombres y que
por esta razón está dirigida contra las mujeres […] en cambio, la ley divina [propuesta por Cristo] no hace
distinciones entre los sexos” (Bautista 141).
42
nuevas concepciones de libertad que amenazaban con instalarse por encima del cuerpo
legal judío (Bautista 44)30. Pues Jesús, de profunda y reflexiva conciencia histórica y
puede llegar a ser la pérdida del horizonte histórico de la Ley, “no quebranta la ley con
ayuda de otra ley o para someterla a otra ley, sino que lo hace desde o mediante su propia
intervención del campo de las relaciones de Dios con su pueblo radicó en injertar a la
nomológica deconstructora condensada en amar a los demás como el hijo de Dios amó (Jn
13, 34), desautorizando las fórmulas rígidas de una fe convertida en leyes inflexibles.
De lo anterior, valga mencionar otros dos ejemplos bíblicos que lo puedan ilustrar
prohibido!”, a lo que él responde, como conclusión contestataria: “El sábado se hizo para el
hombre, no el hombre para el sábado”; y el segundo, la denuncia que Jesús hace a los
que éstos acusan de impuros a sus discípulos, a lo que Jesús responde: “Ustedes descuidan
Luis Alonso Schökel, en su comentario a este último pasaje bíblico, recuerda que Jesús y
Pablo lucharon contra estos conceptos de ley judía sobre la pureza que discriminaban a
30
De la misma forma que, muchos siglos después, el cristianismo institucionalizado de la Nueva España del
XVII no podía permitir sin más que una mujer con hábito cristiano anduviera por ahí rindiéndole tributo a la
Suprema Sabiduría con la expresión escritural de su pluma.
31
Es curioso notar que Jesús, así como (a su imagen y semejanza) han procedido Sor Juana y las teologías
feministas, criticó fuertemente, en la defensa de su quehacer, la instauración de una tradición de hombres que
se alejaba, en gran medida, de la experiencia subjetiva-comunitaria de Dios.
43
mujeres, enfermos, pobres, paganos (1920); a lo que añade Bautista: “El enfrentamiento de
Jesús con la ley no es una cuestión de legalismo, sino que la ley […] ha sido desautorizada
La tachadura es la última escritura de una época. Bajo sus trazos se borra quedando
En aquel relato bíblico, seguramente lo que Jesús escribía en el suelo era una tachadura,
muerte. Una tachadura hecha con la sangre que derramó por las violencias de un Archivo
La antigua alianza, tan hermética herencia protegida por el pétreo Archivo judío y
sagradamente consignada en él, se labró su propia tachadura con la sangre de Dios hecho
hombre, el mismo Dios que pactó con Moisés, con el pueblo judío –paradójica oposición
Nombre32–, sangre derramada de la carne divina que selló la nueva alianza, el nuevo
32
Así lo proclama la Naturaleza Humana, en el auto sacramental del Divino Narciso, sobre la muerte de
Jesús:
44
testamento, un sellamiento que es a la vez apertura, una muerte que es a la vez vida, una
Sagrada por acción de la sangre redentora: ‘Gota a gota [la sangre] perfora la roca’, reza el
adagio popular.
Cristo en el evangelio de Juan y concluye con acierto que “[…] el espacio de tiempo
momento en que ella anuncia la Resurrección a los discípulos, María Magdalena fue la
Iglesia en la tierra: ella sola [una mujer] entendió el misterio de la vida, la muerte y la
mujer adúltera es, quizá, uno de los más fascinantes y emblemáticos para entender cuán
importantes son las repercusiones del acogimiento a las mujeres por parte de Jesús como
efecto de sus movimientos deconstructores, y para comprender la filiación que Sor Juana
demuestra tener con su Divinidad, con lo que justifica su práctica literaria y la defensa de la
misma en clave cristiana. Hay otros ejemplos bíblicos más respecto a la relación de Jesús
con las mujeres, los cuales organicé escuetamente en una tabla (ver ‘Anexos’).
reconocida– se convirtió en algo que guarda poca o nula relación con la praxis de Jesús, por
orientadas por Pablo)?33. Porque, si se lee con sospecha el anterior apartado (‘Jesús versus
el Archivo judío’), se puede confirmar que el cristianismo se convirtió en todo lo que Jesús
tanto impugnó. Afortunadamente, estudios e investigaciones hacen posible inquirir sobre tal
suerte que corrió el cristianismo, lo cual estimo que es una responsabilidad insoslayable por
a temas de género.
Jesús, o gran parte de ellas, se vio involucrada en una triste realidad: ser los excluidos y
por ende, las mujeres, quedaron vedados de escribir la historia oficial de la Iglesia y de
pensar con autoridad en asuntos teológicos (proceso paulatino entre los siglos II y V d.C.)
En materia incipiente de dogma y política eclesial, hacia el siglo III d.C., mediante
convinieran al poder oficial, algunos de los cuales otorgaban ‘voz y voto’ a la mujer.
en la que se encontraba este, visto por el mundo pagano (que era mayoría) como una célula
33
Al profesor Juan Alberto Casas debo la siguiente inquietud: ¿el cristianismo convirtió al Imperio o el
Imperio convirtió al cristianismo? Se puede apostar, con seguridad, por esta última tendencia.
34
Como personalidades religiosas que robustecen su poder ya entrada la Edad Media, dueños de la escritura
cristiana.
46
permitiera mantener el tan vertical pero amenazado orden público por obra del cristianismo
tendió la mano amiga: le proporcionó al cristianismo, entre otras cosas, sus modelos
institucionales (tanto familiares como políticos) y los prejuicios debidos, en los que la
propuesta igualitaria del Evangelio –que atañe a la mujer– fue mitigada, en aras de su
aproximadamente, los años entre el Edicto de Constantino y la caída de Roma (313 d.C.-
de este mundo, dentro del cual hay un Rey que no es tanto rey sino más bien un Padre
soberano, que reemplaza la figura de súbdito por la figura de hijo, cuya obediencia no se
rige tanto por temor a las maquinarias imperiales de terror y muerte, sino por el amor, en
donde se concibe al otro no como un potencial enemigo al que se mira siempre bajo
sospecha, sino como hermano o hermana de comunidad al que hay que acoger y amar.
Visto desde esta óptica e interpretando las acciones de Jesús en su relación con las
correspondida frente a Dios), se puede afirmar que él sí dio pasos adelante en temas de
oficial, que ya atañe propiamente al contexto de Sor Juana para el cual resultó tan incómoda
de persecución de Sor Juana y la de Jesús35, ambos tan incómodos para su propio entorno
imperio cristiano.
invisibilizada– actitud de ser una mortífera crítica contracultural que se enfrenta al orden
del Reino de Dios por Jesús y Pablo, aquella conformada por gente de las márgenes, para
excluyente36. De modo que el rostro del cristianismo que correspondió a los tiempos de Sor
minoritario (ahora) Reino incluyente de los ‘débiles’. Estos últimos, sector al que pertenece
Sor Juana por distribución histórica del poder, tendrán que valerse de tretas para resistir y
Cabe aclarar que no sería prudente afirmar que esta suerte de ‘estabilización’ de las
cristianismo desde la sociología pueden dar luces sobre lo que fue la evolución de la
35
En el tercer capítulo se expondrá esta filiación retórica que Sor Juana establece con Jesús.
36
“Este no es propio de un modelo cristiano, pues Jesús reconoce a todas las personas, incluso a esas que
parecen invisibles dentro de la comunidad en general. De hecho, él abriga, específicamente, a quienes
pertenecen a las márgenes. Así, pues, los católicos tienen la responsabilidad de hacer sentir a cada uno visible
y valioso” (Martin SJ 20-21, traducción mía).
37
Esto concluido gracias a los aportes de Josefina Ludmer (Las tretas del débil).
48
orales que quisieron dar cuenta con premura de su existencia, algunos con rasgos
apocalípticos que prometían la segunda venida más o menos inmediata del Cristo
triunfante.
Era de esperarse que a tal acontecimiento histórico –el del paso de Jesús por este
asuntos de fe y teología: “[…] quédate en Éfeso para avisar a algunos que no enseñen
doctrinas extrañas […]” (1 Tim 1, 3), “El Espíritu dice expresamente que en el futuro
Surge así la necesidad de establecer unos principios, reglas, normas y criterios que
permitan determinar qué textos deben conformar un canon autorizado38 y qué experiencias
de fe van a entrar en sintonía con una ortodoxia fijada, condenando así las hetero-
38
Aquí, brevemente, alguno de esos posibles criterios de selección y fijación del canon del Nuevo
Testamento: 1) el origen apostólico del texto o su autoría en nombre de una figura con autoridad, 2) la
importancia de las comunidades cristianas destinatarias de los escritos y las condiciones de conservación y
difusión, 3) concordancia con ciertas reglas de fe asumidas ya por mayorías (como, por ejemplo, la condición
humana y divina de Jesús; si un texto negaba alguna de las dos, no corría con suerte). No obstante, la realidad
es que hoy por hoy no se conoce con completa certeza, más que con hipótesis y comparación juiciosa de
fuentes primarias, cómo los 27 libros del Nuevo Testamento llegaron a consagrarse como el canon autorizado,
consensuado más o menos ya para finales del siglo IV y remachado en el siglo XVI por el Concilio de Trento
(Brown, Introducción al Nuevo Testamento (Vol. 1)). Evaluar la formación del canon neotestamentario es un
proceso complejo, pero el mexicano Gonzalo Báez-Camargo procura exponer con claridad y brevedad su
evolución; véase Breve historia del canon bíblico.
49
en la historia. Desde luego, será en las comunidades cristianas que gocen de mejores
1.4.1. Una revisión de los Pablos: indagar sobre la erección de una autoridad eclesial
masculina
Si hay que evaluar un conjunto de textos bíblicos que den cuenta de (lo que quiso
presencia de la mujer en ello, tal estaría conformado por el corpus paulino y los Hechos de
los Apóstoles.
lugar, que éstas no corresponden a un mismo autor: unas cartas son auténticamente
39
Ya en el siglo II d.C. la Iglesia en formación cuenta con un férreo opositor de herejías: el obispo Ireneo de
Lyon y su obra Contra las herejías.
40
En ‘Anexos’ se encuentra un comentario brevísimo sobre la incumbencia de Hechos en este asunto. Optar
por estudiar a Pablo, además de su pertinencia para abordar múltiples cuestiones, tiene relación con el hecho
de que Sor Juana hace de una cita textual de una de sus cartas un núcleo temático en la Respuesta: el famoso
‘Mulieres in Ecclesia taceant’.
41
A partir de ahora: el primero Pablo, el Pablo histórico o el auténtico.
42
A partir de ahora: el segundo o el deutero Pablo. Aunque valga una precisión: no todas las cartas del
deutero Pablo son de la misma pluma, pudieron haber sido escritas por discípulos de Pablo o de alguna
personalidad que optó por su nombre para conferirle autoridad a su texto. Dentro del corpus epistolar del
segundo Pablo hay que distinguir uno como corresponde: las cartas pastorales (las dos cartas a Timoteo y la
de Tito).
50
destinataria. Las cartas del primer Pablo, sobre todo, carecen de una intención teológica
sistemática: más bien se procura responder a una situación específica en la que se dibujan
mayores son las diferencias entre las cartas del primer y segundo Pablo. Incluso, más que
diferencias, el segundo Pablo se arrogó ‘corregir’ algunos contenidos del primero. Aunque
más adelante se darán ejemplos concretos sobre las distancias –a veces graves–,
concretamente en lo que respecta a la mujer, que los deutero Pablo tomaron respecto al
Onésimo, esclavo de Filemón; aquél va a parar en brazos de Pablo, quien le ofrece refugio,
lo convierte y lo envía de vuelta a Filemón junto con una carta en la que Pablo le ruega que
vuelva a acoger al esclavo, quien retorna siendo ya no esclavo, sino algo mucho mejor que
No deja de ser cautivante pensar que esta carta empezó a ser una verdadera molestia
para los dueños de esclavos43 –no sólo en la Roma del siglo I sino hasta en los tiempos de
43
“Viendo sus dueños que se les había escapado la esperanza del negocio, tomaron a Pablo y Silas, los
arrastraron hasta la plaza, ante las autoridades, y, presentándolos a los magistrados, dijeron: –Estos hombres
están perturbando nuestra ciudad; son judíos y predican unas costumbres que nosotros, romanos, no podemos
aceptar ni practicar” (Hch 16, 19-21). El ‘negocio’ del que se habla en esta perícopa es una mujer esclava que
tenía poderes de adivina y daba muchas ganancias a sus patrones. El exorcismo que Pablo le realiza a ella le
cuesta un encarcelamiento: Pablo, contrariando a los patrones de la esclava (y a todo el sistema de esclavitud)
que ven en ella un objeto pasivo de fuerzas que genera ganancias, la libera de las fuerzas demoníacas (¿de sus
patrones?), haciéndola un ser digno de sanación espiritual.
51
sean sumisos a sus amos en todo, amables, no respondones, no ladrones […]” (Tit 2, 9),
“Esclavos, obedezcan a sus amos corporales […] sirvan a sus dueños de buena gana como
si se tratara del Señor […]” (Ef 6, 5-7), “Esclavos, obedezcan en todo a sus amos de la
Con similar suerte corrió la mujer, cuya “presencia”, incluida en la esfera pública
por varones como Jesús (en los evangelios) y Pablo (el auténtico, a través de sus epístolas),
fue devuelta poco a poco no sólo a la esfera privada sino al silencio incluso dentro de ella, y
supuso unas comillas a su presencia. Comenta Schökel en 1 Tim 2, 8-1546 (carta pastoral):
“El grado notable de igualdad entre hombres y mujeres que se dio en las asambleas
litúrgicas de las iglesias fundadas por Pablo no duró mucho, por desgracia” (2288). Quizá
defensor de la presencia e impulso femeninos, piénsese, nada más, en el saludo que hace
44
Dirigir una luz de ‘entendimiento’ que, convenientemente, produzca sombras sobre zonas del texto que
generen contradicción. En el segundo capítulo se verá el artificio barroco de Sor Juana efectuado gracias a
esta experiencia de contradicción.
45
Como si las insistencias no fueran, de por sí, bastante sugerentes.
46
Esta perícopa se titula ‘Sobre el comportamiento de los hombres y las mujeres’. Se puede intuir qué
comportamiento se ordena a la mujer si se lee allí: “la mujer debe escuchar la instrucción en silencio con toda
sumisión”, y aún más.
47
Si bien el título dado a Febe por Pablo no va a tener la misma significación que tendrá un par de siglos más
tarde, “el título diaconisa […] suele definir, en general, y en todas las cartas paulinas, una función eclesial
importante y reconocida” (Bautista 100). Sobre Febe recaía una importante y reconocida labor eclesiástica
para con su comunidad cristiana.
52
tantas mujeres, con nombre propio48, a quienes agradece en su carta a los Romanos por
haber trabajado tanto por la comunidad y por el Señor (Rom 16); o en Ninfa, quien
prestaba su casa para reunión de los cristianos (Col 4, 15); o en Evodia y Síntique, quienes
lucharon con Pablo al servicio de la Buena Noticia (Flp 4, 2-3); o en el hecho de que Pablo
Áquila), colaboradores con quienes toda la iglesia de los paganos está agradecida (Rom 16,
3-4). En últimas, mujeres exaltadas por Pablo por contribuir valiosamente a la causa
[…] todo servicio que de hecho (de forma permanente o no, privado o público) se
–ya en apuros– jerarquía de autoridad tradicional en cuya cabeza debía estar el hombre;
Schökel comenta que: “[…] los ministerios ‘itinerantes’ de la Iglesia primitiva van
institucionalizarse alrededor de la figura del obispo” (2287), que debe ser, desde luego, una
48
Recurso de aglutinamiento de nombres femeninos retomado por Sor Juana en su defensa, como se verá más
adelante.
53
figura masculina. Así, cuando las cartas deuteropaulinas exponen los requisitos y
condiciones que deben tener obispos, diáconos y ancianos en las comunidades –requisitos y
(Bautista 91).
doméstico (93). La casa doméstica juega un papel crucial en la estructura incipiente del
reúne en su casa” (Flm 1-2). Así las cosas, se comprende mejor el valor del aporte de las
mujeres, no desapercibido por Pablo, que prestaron sus casas a la congregación cristiana. Al
inaugurarse el convento en donde Sor Juana forjó su vida intelectual, “[…] no se le dio el
nombre de San Jerónimo sino el de Santa Paula en honor a aquella santa matrona que dio su
casa a San Jerónimo para que edificase en ella un templo […]” (Paz, Sor Juana Inés de la
De esta forma, urgía formular unos códigos domésticos (Col 3, 18; 4, 1; Ef 5, 21-29;
romana que garantizaran la autoridad del hombre en su propia casa y su potestad para
regular las relaciones tanto al interior como al exterior de ella. Esta estructura básica-
doméstica, ya no facilitada por mujeres sino comandada por hombres, transformada en algo
final: de la casa doméstica igualitaria a la Iglesia como casa universal y patriarcal de Dios.
54
sumisión: “Quiero que permanezca callada [la mujer], porque Adán fue creado primero y
Eva después. Adán no fue engañado, la mujer fue seducida y cometió la transgresión” (1
Tim 2, 12-13).
Así, pues, es lamentable la fortuna con que corrieron las mujeres dentro del
participaran en la construcción de una religión que terminó por excluirlas. Sor Juana misma
primitiva se ponían las mujeres a enseñar las doctrinas unas a otras en los templos […]”
(Respuesta 465), “[…] otras muchas [mujeres] que había en el fervor de la primitiva Iglesia
[…]” (468).
Por tal motivo resultó tan problemática la pseudonimia paulina: en nombre de quien
no tuvo escrúpulos para afirmar con seguridad que “ya no se distinguen judío y griego,
esclavo y libre, hombre y mujer, porque todos ustedes son uno con Cristo Jesús” (Gál 3, 28,
cursivas mías), ni para aludir a la estimable labor de mujeres dentro de las nacientes
tras su muerte, que debían contradecir o reorganizar los presupuestos con que Pablo estaba
fundando comunidades cristianas. Esto termina por constatar que la mujer sí adquirió una
49
Ef 5, 22-23: Las mujeres deben respetar a los maridos como al Señor; porque el marido es cabeza de la
mujer como Cristo es cabeza y salvador de la Iglesia, que es su cuerpo.
55
importancia ministerial que debía ser rápidamente apaciguada, pues recordar con tanta
insistencia cuál es el lugar tradicional que le corresponde a la mujer, según las cartas
sobre las cartas de Pablo que data del siglo IV. En un comentario que el autor anónimo
escribe sobre Ef 4, 11-12, se reconoce que, “al principio, todos enseñaban y bautizaban,
pero que, más tarde, se instituyó un orden diferente para gobernar a la Iglesia, porque
parecía irracional, vulgar y vil que todos pudieran hacer todo […]” (Bautista 154, cursivas
mías), lo cual demuestra que el ministerio eclesial no estuvo siempre dominado por un
De modo que, llegado a este punto, hay que tener la precaución de precisar de qué
capítulo y de acuerdo con esto, Sor Juana, desafiante, secunda esta necesidad de poseer
conocimientos precisos para hacer exégesis bíblica. No hay que olvidar tampoco que a
todos los Pablo, aunque en distintos niveles, los conforman dos componentes culturales:
uno judío y otro griego, ambos hostiles a la igualdad de la mujer51. Sin embargo, a pesar de
que el primer Pablo tuvo en sus cartas una expresión polémica respecto a la mujer (1 Cor
11, 3-16)52, lo que demuestran estas, en realidad, como ya se ha visto, es que Pablo
50
Como se expuso anteriormente con el ejemplo de los esclavos.
51
Los evangelios, por el contrario, marcaron distancia respecto a este asunto cultural; y que esto no se pierda
de vista: del Jesús de los evangelios canónicos no salió nunca expresión verbal o práctica discriminatoria
alguna contra las mujeres.
52
No se menciona aquí 1 Cor 14, 34-36 –cita brillantemente comentada en la Respuesta por Sor Juana,
convertida allí en núcleo temático– (la cita bíblica sentencia que “[…] las mujeres deben callar en la
asamblea, porque no se les permite hablar, sino que han de someterse, como manda la ley”), debido a que
varios biblistas –en realidad, cualquier lector atento puede percatarse de la contradicción interna que hay entre
este pasaje y 1 Cor 11, 4 (en el que se presenta como algo normal que la mujer rece y profetice)– estiman, por
56
en el cristianismo.
Tanto así fue, que, según una de las versiones interpretativas de dicha cita, las
velo para rezar y profetizar –pues así lo hacían los hombres: con la cabeza descubierta–,
algo que, seguramente, Pablo estimó como una falta contra una cuestión teológica53; pero
que no se pierda de vista que lo que Pablo desea ‘corregir’, si es que verdaderamente se
trata del auténtico en apuros por ‘enmendar’ algo, es la cuestión del velo, no la práctica de
rezar y profetizar por parte de las mujeres, actividades que no lo escandalizan en su carta, ni
Pablo: “No acepto que la mujer dé lecciones ni órdenes al varón […]” (1 Tim 2, 12).
Por otro lado, sin perder de vista 1 Cor 11, 3-16, no se puede ignorar la otra orilla
Scroggs, Esperanza Bautista o W. O. Walker. Hay que decir, antes que nada, que dicho
corpus auténticamente paulino. Por las mismas razones es que, con seguridad, algunos
biblistas ya dan por sentado que 1 Cor 14, 34-36 es también un añadido posterior. La
varios motivos más (por ejemplo, terminología y mentalidad distintas a las típicas de Pablo, así como factores
externos de su composición), que es un añadido posterior, no es redactado por el Pablo histórico. Schökel dice
al respecto: “hayan salido o no dichas palabras de Pablo, el hecho es que están ahí como reflejo de los
prejuicios anti-feministas de entonces” (2194).
53
1 Cor 11, 10: “Por eso debe la mujer llevar en la cabeza la señal de la autoridad, en atención a los ángeles”.
Curioso versículo. ¿Y si el velo, contradiciendo cualquier eventual interpretación misógina (que la mujer, de
menor estima, deba llevar velo y el hombre no), lo que hace es conferirle autoridad igualitaria a la mujer en la
asamblea?
57
verdad es que las contradicciones internas de un texto levantan sospechas y sugieren que
Según Bautista, es una realidad que la Primera Carta a los Corintios, pese a su
aparente unidad, tiene varias interpolaciones (108). Propone un recurso muy sencillo para
identificarlas:
Cuando un versículo anterior y, sobre todo, cuando los dos versículos están
separados por una unidad que, al ser suprimida junto con uno u otro de los
versículos similares, permite que siga existiendo una conexión entre lo que precede
y lo que sigue, suele ser una evidencia de que el editor está realizando una inserción,
Así, es alta la probabilidad de que 1 Cor 11, 3-16 sea una interpolación, pues es casi que
evidente que interrumpe un discurso que viene hablando de la comida y la bebida, en nada
único pasaje bíblico que puede dar pie para afirmar de forma radical que el auténtico Pablo
tiene rasgos misóginos. En otras palabras, si la hipótesis cuenta con una sustentación
hacen en su contra: esto sería un impulso más para despojar, a su vez, al cristianismo de su
posterior revestimiento político opresor, discriminador y excluyente, que nada tiene que ver
Otras son las razones que se aducen para intentar responder a la pérdida del
puerta de entrada de estas represiones fue la actitud que la Iglesia, en matrimonio con el
Imperio Romano –es decir, ya con la fuerza de una religión consagrada al poder imperial–,
adoptó frente al tema del sexo y de las relaciones entre hombres y mujeres: se revistió al
cristianismo de un ascetismo (que no le pertenece por esencia54) que permitiera, como regla
que salieron perdiendo, por supuesto, estas últimas (40). Para Bautista, estas actitudes de
dualista fue acogido por el cristianismo (138), el cual optó por reprimir cualquier objeto de
Sin embargo, podría haber otros factores importantes. Para Elisabeth Schüssler
Fiorenza, pionera teóloga feminista, fue la ambigüedad del corpus paulino –visto en
54
Al menos no es bíblica la justificación y propugnación del celibato y de la separación de sexos como
condiciones indispensables para ser cristiano, discípulo o apóstol.
55
El ascetismo era una opción de vida personal.
56
Es curioso que para Küng el cristianismo sea una forma básica de democracia, basada en principios de
igualdad y fraternidad (20). Así, es posible entender lo políticamente inoportuno que el cristianismo resultaba
en coyunturas imperiales. ¿Será un gesto ‘democrático’ la inclusión poética de voces negras e indias, sujetos
oprimidos por un sistema monárquico racial, en los villancicos de Sor Juana?
57
Recuérdese que la figura de Eva animó a cierta tradición rabínica a concluir que la mujer era ocasión y
motivación de pecado (Bautista 104). No obstante, herejes como los quintilianos (movimiento fundado por
una mujer: Quintila o Priscila) quisieron contravenir esta interpretación: predicaban a Eva como la primera
mujer que comió del árbol de la ciencia (155).
59
ambigüedades textuales cuestionables sobre las que se erigió una explicación que
avecinan los problemas que surgen alrededor de la escritura como instrumento doctrinal y
Lo fascinante de esta desafortunada suerte que corrieron las mujeres en este proceso
de acomodación patriarcal de la Iglesia fue que algunas de estas optaron por la disidencia.
Esta especie de ‘diáspora’ fue conformada, en algunos casos, por mujeres que
reclamaron su espacio y su voz con justificación en cierto corpus paulino –el mismo con el
que se les quería despojar de su participación en la Iglesia. Así, pues, los marcionistas
permitían a las mujeres bautizar, los valentinianos les permitían celebrar la eucaristía, los
quintilianos contaban con mujeres obispos y presbíteros (144), los montanistas contaban
58
La problemática se vuelve textual. En el segundo capítulo se indaga sobre la pertinencia de la poesía como
campo discursivo de batalla en que disputa Sor Juana.
59
De hecho, Küng afirma que los líderes más relevantes de este movimiento fueron mujeres, más que el
propio Montano (36).
60
patriarcal para condenar estas y otras herejías que amenazaban su incipiente monopolio
imperial de la Iglesia alrededor del pensamiento de San Agustín y sus ideas que repelían el
pecaminoso y repudiable placer sexual, se afianzó con mucha fuerza la idea de un clero
célibe sin mácula de libido. Además, los libros de confesiones y penitencias redactados por
rechazaban con rigurosidad la inmoralidad sexual –que abarcaba desde el simple deseo
hasta la consumación de este en cualquier forma–, eran ampliamente difundidos (Küng 49-
50). La pluma del jesuita Núñez de Miranda, confesor de Sor Juana, se dedicó a la
producción y actualización de este tipo de literatura; claro, con los matices propios de un
más capaz sea de despreciar el apetito sexual. Como ya se podrá intuir, el peso de la
represión cayó sobre el presunto objeto de deseo por antonomasia: la mujer. Así, el ‘objeto
60
No obstante, una oportuna precaución: que no se caiga en la equivocación de asumir que, entonces, la
cualidad esencial de las herejías es la defensa de la mujer. No es así: en algunos movimientos heréticos,
incluso en algunos de los mencionados, la naturaleza de la mujer seguía considerándose inferior a la del
hombre (Küng 40).
61
Véase el minucioso trabajo de Dolores Bravo Arriaga (El discurso de la espiritualidad dirigida: Antonio
Núñez de Mirada, confesor de Sor Juana).
61
aval –el de enseñar, predicar u oficiar como sacerdotes– equiparable a lo que sí podían
asunto: por un lado, el ascetismo como uno de los fuertes presupuestos en que se sustenta la
subordinación a la que debe estar sometido el cuerpo femenino respecto al masculino en las
arzobispo Aguiar y Seijas, tildado de terrible misógino y enemigo de Sor Juana64 (Paz 525-
531).
castidad y celibato fue la misma que revistió de forma definitiva a la Iglesia de su carácter
imperial romano: Gregorio VII. De esta manera, se consiguió que el adjetivo ‘católico’
fuera enlazado al poder de Roma: ser católico significaba jurar obediencia absoluta a un
Dios sentado en el trono romano –el papa–, a su manto político y a sus tropas militares
Simultáneamente, el matrimonio entre el padre (papa, figura ya más bien regia que
pastoral) y la madre (Iglesia, institución vuelta nido de un poder imperial más que una
está sometida a la voluntad del varón, va restringiendo el papel de las religiosas en ese
62
A la fecha, no hay aún sacerdocio femenino católico romano.
63
Debió haber sido una transgresión muy riesgosa de Sor Juana la que se ve en las líneas de la C. de
Monterrey al renunciar a los servicios de su confesor: “¿Qué precisión hay en que esta salvación mía sea por
medio de V. R.? […] ¿Restringióse y limitóse la misericordia de Dios a un hombre, aunque sea tan discreto,
tan docto y tan santo como V. R.?” (294).
64
Marie-Cécile Bénassy-Berling presenta un enfoque más moderado sobre Aguiar y Seijas, valiéndose de la
revisión de algunos documentos (en los que, no obstante, sí se confirmarían expresiones suyas misóginas) que
apaciguarían el temor que inspira su figura; véase “Más sobre la conversión de Sor Juana”.
62
entramado de poder: “Las abadesas [una figura femenina medieval relevante], que tenían
también plenos poderes espirituales, ven limitadas sus competencias jurídicas” (65).
Sin embargo, en ese matrimonio habrá un adulterio muy apetecido, sobre todo por
las religiosas, quienes, inflamadas de amor, buscarán un encuentro amoroso con Cristo: la
Sumado a esto, hay que resaltar que la poesía se ofreció como espacio creativo
implacable de las autoridades eclesiásticas sobre una actividad literaria acogida tanto por
hombres como por mujeres, sin que esta distinción de género hubiera tenido alguna relación
la Verdad Amada significó una mezcla peligrosa de inconformidades escurridizas ante una
encuentro personal con la divinidad cristiana. Un vistazo a la vida y obra de Santa Teresa,
65
Véase Avila de Santa Teresa. La reforma religiosa en una ciudad del siglo XVI, de Jodi Bilinkoff. El miedo
a la persecución no ha sido ninguna exageración ni alucinación del enconado anticlericalismo liberal, como lo
sostiene el conservador Alejandro Soriano Vallès, el cual, en su desatinado (aunque de revelador título) ‘Los
obispos son inocentes’, libera de cualquier culpa al clero novohispano en relación a la situación de perseguida
de Sor Juana, considerando que la angustia que la monja manifiesta en sus líneas epistolares y algunos de sus
versos es una exageración que no corresponde con la realidad –habría que ser muy necio para no percibir la
aflicción de la jerónima–, engaño continuado por la ‘fanaticada liberal’. Bien quedan innumerables
testimonios que recalcan el reverencial temor que había de tenerse al Santo Oficio, pues, por ejemplo, la Santa
Doctora de la Iglesia Teresa y varias de sus discípulas estuvieron emproblemadas seriamente con Él (Forcades
I Vila 76). Soriano Vallès pertenece a cierto sector del cristianismo que ve en la Inquisición una institución
más benevolente de lo que la pintan normalmente, por lo cual cree que es una despreciable calumnia atribuirle
al clero novohispano deseos de meter en problemas a Sor Juana con ella. Sin embargo, en una obra como la
63
No siendo suficiente, aparece el dolor de cabeza más grande que ha tenido la Iglesia
como esposa legítima de Cristo: la Reforma. El mundo occidental veía transitar por las
rutas de su pensamiento en el siglo XVI la figura del fraile agustino Martín Lutero,
defendido, vigilado. Surge de allí lo que la académica Mabel Moraña define como el
exploraciones del discurso barroco 17). La Iglesia novohispana del siglo XVII que le
corresponde a Sor Juana es una institución con el brazo doctrinal reforzado y con la mirada
fiera y vigilante que cuida del contagio herético66. De todos los imperios, quizá el más
católico español latía la aversión y el recelo por la herejía; véase la queja de Sor Juana:
mencionada sobre Teresa, Jodi Bilinkoff ilustra la intransigencia a la que puede llegar el Santo Tribunal a la
hora de juzgar a las mujeres con hábito.
66
El historiador Jorge Alberto Manrique afirma que hubo presencia de luteranos que influyeron, en mayor o
menor medida, en el ambiente novohispano de Sor Juana (El virreinato de Nueva España en el siglo XVII
121).
64
A éstos [‘hombres que con sólo serlo piensan que son sabios’], vuelvo a decir, hace
daño el estudiar, porque es poner espada en manos del furioso […]. Tales fueron las
Divinas Letras en poder del […] malvado Lutero y de los demás heresiarcas […]
(Respuesta 463).
Sin embargo, el estado de cosas, por más terrible que parezca hasta el momento para
Sor Juana, encuentra una especie de coartada en uno de los espacios más importantes de su
España67. Este espacio de exclusividad femenina se erigía como la institución más cercana
clase de mujeres y las razones por las que están dentro de los muros de un claustro son
sumamente diversas)68, tanto monjas como laicas vieron allí “[…] un refugio, un lugar de
protección, una costumbre, un destino o una forma de imposición” (229). Las monjas
contaban con una educación más completa respecto a una mujer promedio, pues de aquellas
se esperaba que supieran escribir y leer bien, llevar contabilidades, saber latín (al menos
que bastara para sus oraciones personales) y, en algunos casos, tener la disposición y
preparación para enseñar a las jovencitas que allí ingresaban (Martínez-San Miguel,
67
Se estiman fundados unos diecinueve conventos en los primeros años del siglo XVII; hacia las décadas
finales, la historiadora Nuria Salazar Simarro cuenta treinta y cuatro conventos en las principales urbes (Los
monasterios femeninos 221). Margo Glantz anota la cifra de sesenta contemplando todo el periodo
novohispano (Labores de manos: ¿hagiografía o autobiografía? 23).
68
“La población de los conventos reflejaba la complejidad de la sociedad novohispana […]” (Paz 166).
65
Engendrando el sujeto femenino del saber o las estrategias para la construcción de una
Una vez profesaban sus votos, no volvían a salir de allí nunca más, ni siquiera
muertas, pues las enterraban ahí mismo (Manrique, El virreinato de Nueva España en el
siglo XVII 120). La única bisagra con el mundo exterior era el locutorio, convertido por Sor
cognoscible69, como aparece en Juana de Asbaje, texto fundacional de los estudios sobre
Sor Juana en el siglo XX (Nervo 40). Los claustros en Nueva España, generalmente, no
fueron cosa extremada (por supuesto algunos eran de estricta regla y observancia). Eran, en
casi todos los casos, lugares ricos y hospitalarios. Focos de cultura, además: se celebraban
en las que nació Sor Juana, de las que brotó su genio y que enmarcan contextualmente la
producción de su obra. La relación íntima y directa con Dios que significó una reforma
impulsada por el cristianismo fue una novedad estratégicamente opacada por el aparataje
institucional, pero identificada, rescatada y expuesta por Sor Juana en algunas de sus
mejores obras70.
Dicho esto, valga decir que su agudeza intelectual le permitió apercibirse de la grave
69
Si bien es cierto que la producción textual de monjas de la época es una incógnita, ora por la vigilancia que
la regulaba –si es que no era subsumida como parte de las obras de los confesores–, ora por pérdida de
documentos históricos debido a disposiciones liberales durante la revolución mexicana (Glantz 23 y Paz 175),
Gustavo García considera que no se debe subestimar el elevado nivel intelectual de los conventos
novohispanos (Construcción del sujeto intelectual en la 'Respuesta a Sor Filotea' 475).
70
El tercer capítulo desarrolla esta hipótesis a la luz de su auto sacramental El Divino Narciso.
66
vigilancia inquisitorial, era una comunidad de personas esencialmente libres; no era una
Iglesia de clases, razas, castas u órdenes, sino una comunidad de personas básicamente
71
Cfr. Küng 20.
67
Romance 15
mujer y el lugar que se le ha construido estratégicamente hasta los tiempos de Sor Juana.
De ello se puede concluir que hay tres elementos preponderantes con que se teje el poder
político-cultural cristiano: texto bíblico, tradición y sujeto pensante que experimenta la fe.
La tradición es dirigida por una cúpula jerárquica que se vale de estrategias interpretativas
del texto bíblico cuyo fin es determinar unos lineamientos en que el sujeto cristiano puede y
ortodoxia. Pero cuando algo en ello disuena, el mal ruido llega a oídos del sujeto que
experimenta la fe y este se encuentra ante dos caminos –tres, en realidad, en una especie de
suerte poética–: por un lado, callar y resignarse a la norma; por otro, producir una hetero-
ejercicio intelectual crítico; o, como en el caso de Sor Juana, asumir un aparente silencio
que se vuelve estridencia soterrada mediante estrategias retóricas intelectuales con las
cuales se autoriza para hablar de lo que tiene prohibido por ser mujer, esto es, de asuntos
sagrados, vehiculados en su registro poético: “[…] pues una herejía contra el arte no la
castiga el Santo Oficio” (Respuesta 444). Además, en un contexto dominado por una
68
pluma femenina adquiere dimensiones polisémicas y estratégicas con que Sor Juana busca
Pues bien, son valiosos los aportes que la teóloga feminista Teresa Forcades I Vila
Sor Juana como una valiosa expresión de la denominada teología feminista; en él, Forcades
I Vila ilustra sistemáticamente las contradicciones que dan origen a este tipo de teologías
críticas, resumido así: 1) contradicción entre la vivencia que tiene una persona de sí misma
en relación con Dios y la imagen de Dios que ha recibido por alguna interpretación
tradición/interpretación recibida, entre dos o más pasajes de los textos sagrados o entre la
La Respuesta, calificada como uno de los primeros documentos que reclama con
contundencia los derechos de la mujer al conocimiento, examina, entre otras cosas, las
siguiente fragmento ejemplifica con claridad las contradicciones entre texto, interpretación
interpretativa propia], pues vemos que, con efecto, no se permite en la Iglesia que
las mujeres lean públicamente ni prediquen), ¿por qué reprenden a las que
lo secreto se permita escribir ni estudiar a las mujeres, ¿cómo vemos que la Iglesia
ha permitido que escriba una Gertrudis, una Teresa, una Brígida, la monja de
interpretado] (467).
De ahí que no resulte gratuito que la afición teológica del arzobispo Aguiar y Seijas,
incómodo prelado con la actividad letrada de Sor Juana, lo haya motivado a producir tres
distintas partes de la Biblia (Paz 522). Esta preocupación del arzobispo a clarificar ciertas
(aún vigentes): aclarar, clarificar, dotar de luz –cegadora– ciertos pasajes bíblicos en
función de opacar, oscurecer otros que no convengan o que contradigan una voluntad de
presentes en la historia del cristianismo, están por lo general a favor del sujeto en
Valga aclarar antes que, en el caso y contexto de Sor Juana, no era una opción
apostatar sin que esto atentara contra la propia vida72. Ella optó por la problematización
barroca de las contradicciones en que se vio envuelta por las persecuciones de las que fue
que en sustancia tanto monta hacer versos como no hacerlos […] ¿por qué es tanta
algunos ejemplos:
Si es mío mi entendimiento,
72
Sor Juana no se conformó con la venda monjil impuesta a su palabra. De acuerdo con María del Mar Graña,
deben rechazarse las visiones que asuman actitudes no reaccionaras de las mujeres: “[…] si se pretende hacer
honor a la verdad y aun sin obviar el evidente problema de género, ya señalado, no se pueden brindar
planteamientos ni conclusiones monolíticas dominados por el victimismo femenino o una imagen de total
dirigismo masculino. Sobre un innegable trasfondo de jerarquía de género, ha habido de todo en nuestra
historia: prepotencia, sumisión, control, pero también libertad, creatividad o poder por parte de las mujeres”
(Prólogo a esta edición 13). No se le puede buscar resignación a Sor Juana, sino fuerza creadora desde su
lugar histórico (mujer, poeta, monja, etc.). La jerónima dio la lucha prefiriendo ser una menguada victoriosa
que una brillante y excelsa vencida:
[…] vencedor tronco ser quiero,
más que vencida ser astro (Romance #7 43).
71
sólo se excluyen otros textos, sino también otras tradiciones orales sobre Jesús, así como
cada vez más en manos masculinas la administración eclesial del Texto Sagrado y su
acceso (La Biblia leída por mujeres 87): en los albores de la Edad Media, leer la Biblia y
escribir sobre ella se convierte paulatinamente en una prebenda dentro del reducido círculo
73
La escritura en el barroco, por ejemplo, es visible pero camaleónica. El barroco, sometido, entre otros, al
régimen del mirar por la autoridad –ojo que vigila–, gracias a su condición bifronte de mostrar-ocultar, decir-
callar, celebrar-impugnar (Moraña 16), ofrece a la obra de la monja un espacio en que puede inscribir su obra
dentro de la sensorialidad visual. En este sentido, la retórica es usada por Sor Juana como recurso de
camuflaje, proyecta su identidad desde distintos posicionamientos del sujeto (mujer, monja, poeta). Partiendo
de los planteamientos de Jorge Checa, se asume que este juego retórico-visual supone unas operaciones de la
vista que “[…] suelen también entrañar un conflicto con instancias reflexivas del entendimiento basadas o
manifestadas en el discurso […]” (Sor Juana Inés de la Cruz: la mirada y el discurso 127), operaciones que,
partiendo del presupuesto del potencial engaño que suponen las percepciones ópticas, facilitan soslayar la
mirada vigilante de la autoridad.
74
Véase supra. Apartado 1.4.
72
por la cristiandad.
admite otros sacrificios en sus aras materiales. Se naturaliza así la relación entre lo escrito y
en mayúsculas, aluden a un conjunto de textos sagrados cristianos que expresan la voz del
único Dios verdadero. Es decir que el logocentrismo, culto al Logos en todas sus
la erudición elitista76.
75
Si bien a lo escrito sagrado le acompaña un apéndice oral (homilías, evangelizaciones a través de relatos
orales), se presume que en este último se verifique coherencia ortodoxa. Sin embargo, este componente oral
también es restringido: no cualquiera está autorizado para pronunciar homilías ni articular enseñanza cristiana
alguna.
76
Si se vuelve la mirada sobre el apartado ‘Jesús y el Archivo judío’ y sobre los evangelios, es evidente y
lamentable que el cristianismo se convierte en una entidad que inscribe sobre la Piedra justiciera (llámese
Tribunal de la Inquisición u otras autoridades eclesiásticas censoras) una Palabra que tenía (tiene) que ver con
igualdad de género, perdón y acogimiento al prójimo en su diferencia (y, al fin y al cabo, con la escritura
sobre la arena), y no con represiones y espadas vengadoras, como aparece representado y sugerido en la Loa
para “El Divino Narciso”, en que la Religión, retirada a un lado y opacada por el Celo, es más una cuestión
de venganzas y cuchillas:
Celo [a la Religión]:
[…] pues ya levantado el brazo,
ya blandida la cuchilla
traigo, para tus venganzas.
Tú a ese lado te retira
mientras vengo tus agravios (Divino Narciso 6).
73
Ahora bien, piénsese, por ejemplo, en el deplorable texto que se redactó con
propósitos de conquista que se conoce como el Requerimiento, al cual Sor Juana hace
alusión en su Loa para “El Divino Narciso”. La Loa, pieza que introduce el auto del
española. En ella hay componentes reflexivos contundentes sobre la relación tejida entre el
poder y la religión. Por tal razón, no resultan extrañas las evidentes alusiones al
(pre)texto para reducir con las armas a los indios. Se hacía el primer requerimiento en
supuesta sintonía de paz, y, si era rechazada, quedaba justificada la toma por las armas. Los
indios, por obvias razones, no se podían convertir/reducir a una fe que no conocían y a una
Celo:
castigando tu osadía.
Sin embargo, la Loa termina exaltando los alcances de la persuasión, desplazando la violencia represiva
característica de la Conquista.
74
a castigarte me envía.
la segunda, de la guerra,
Escritura, poder, celo masculino, conocimiento, ley, institución, son términos que
acceder: la letra salva77 a voluntad de quien la administra, que son unos cuantos varones
elegidos. Dice Michel Foucault: “creo que esta voluntad de verdad basada en un soporte y
una distribución institucional tiende a ejercer sobre los otros discursos […] una especie de
presión y como un poder de coacción” (El orden del discurso 11). Sor Juana, como poeta
77
Expresión tomada de La ceiba de la memoria (2007), de Roberto Burgos Cantor.
75
barroca que cuenta con el privilegio78 de ser alfabetizada, y como monja a la que
potencial de la letra ni desestabiliza lo que con ella se logra: vindica su monopolio sexual:
mueve son, antes que nada, escriturales, y de que se conoce solo a través de su codificación,
78
Definir a Sor Juana como una mujer privilegiada que contó con el poder de la letra y la sabiduría le vale a
Gustavo García para descartar en ella lecturas estrictamente feministas, puesto que afirma que Sor Juana,
recomendando el estudio a ‘los más aptos’, lo que hace es defenderse desde una élite femenina de
conocimiento (472); García argumenta brevemente su posición, poco convincente –en contraste con los
demás valiosos y consistentes aportes de su texto–: “Y en verdad no lo dijo el Apóstol a las mujeres [Mulieres
in Ecclesiis taceant] sino a los hombres; y que no es sólo para ellas el teacant, sino para todos los que no
fueran muy aptos” (Respuesta 463, cursivas mías). Sin embargo, debe entenderse, más bien, que esto hace
parte de una contestación amplia con que ella pretende debilitar la interpretación bíblica en cuestión con que
buscan ‘corregir’ su vocación los varones. Más adelante se verá que Sor Juana, interpelada desde su
feminidad, sí vuelve su discusión un asunto de su sexo. Y, en realidad, es coherente –y aún más infractor– con
su proyecto intelectual proponer ciertos ‘requisitos de formación’ –que los hombres de su época creen
inherentes a su sexo (Respuesta 462)– para adentrarse en estudios tan obscuros como los teológicos, que
exigen conocimientos precisos: “¿una monja metida de teóloga exigiendo sabiduría a los varones?”, dirían.
Esta especie de ‘requerimiento intelectual’ acorde con la trayectoria de Sor Juana denota que, si bien la monja
pudo estar favorecida por ‘casualidades’ de la vida (ganarse el favor y las lecciones de la maestra de su
hermana, la biblioteca de su abuelo, la corte, el convento), la cuestión de su formación, bajo ciertos
privilegios (como el de la letra, incluso con la restricción femenina que rebate), fue una cuestión de
autodidactismo, de pasión encauzada por su propia mano y de padecidos trabajos de un aprendizaje
restringido.
76
Antes de que se pueda decir que Sor Juana ha sido gobernada por tiranía alguna, se
no-unívoca, como ficción que crea y recrea mundos posibles (uno en donde se celebre a la
mujer docta y poeta, en donde no haya tristes Pensamientos fingiéndose felices, Romance
#2 9), como conciencia de que el discurso supera la marca textual para constituir la realidad
y afirmar que la ficción es una versión del mundo, de que este es una construcción
la dicha de poseer,
Esta décima y el anterior romance (#7) hacen parte de una tradición literaria que
reflexiona sobre el arte de retratar (conjugado con el de amar), sobre la relación copia-
(unilateral) del objeto retratado o los términos poéticos-pictóricos en que se aborda? Debe
resaltarse en ello que la monja contraría y supera los presupuestos con que esta tradición
entiende la relación entre el sujeto que retrata y el objeto pintado (que bien puede ser una
persona).
está sometido al antojo tirano del sujeto que lo retrata. Tómense por ejemplo algunos de los
acusaciones provocadas por el (errado) delirio amoroso padecido por el sujeto (es terrible,
huidiza, vengativa, cruel, mortal provocadora, lejana), a lo que Sor Juana, reaccionaria,
responde:
comprarás el desengaño.
no es delito lo alentado;
79
II, LI, LXXXII, CXXXVII, CLXX, CXC, CCXXXIX, entre otros.
78
no es injusticia lo altivo
Lo que se muestra como ‘la amada’ en la tradición petrarquista es tan solo el retrato
dibujado del sujeto amoroso, ella carece de autonomía ontológica, de voz y de réplica, no
existe sino tan solo bajo el dominio y la contemplación del sujeto amoroso. Se entiende,
entonces, que la monja, desatada de la convención literaria de esta índole y creando una voz
contestación y equilibra la balanza, estableciendo una doble vía, una doble posibilidad de
ejercer el poder: “dirás que eres impasible, es tu versión, y frente a ella, mi coartada, el
poder de mi pluma: no podrás decir que no eres mío”. Con esto, Sor Juana refuerza con
históricas, religiosas.
misma gramática de la lengua –tan apetecida por los juegos del barroco–, el dueño tendrá
su imperio sobre el siervo, pero mientras el siervo pueda enunciar que es ‘su’ dueño (‘mío’,
adjetivos que expresan posesión de quien enuncia), es el siervo quien se erige sus propios
dominios a través del lenguaje. Esto es un proceso que pasa por una potestad que se ejerce,
inicialmente, sobre el siervo desde arriba y unilateralmente, pero que rebota desde abajo
80
[…] yo, a cuyos duros rigores,
a cuyo desdén helado,
templa sus ardores Venus,
afloja Cupido el arco […] (Romance #7 40).
79
cuando el siervo se reconoce agente activo en este esquema de facultades y, favorecido por
dominación y traza una nueva (contra)vía: ¿ahora quién tiene propiedad sobre quién y qué?
el descubrimiento de América por los europeos y las paradojas que encarna la palabra (o la
Una mirada en conjunto sobre la producción discursiva del contexto colonial en que
escribe Sor Juana permite concluir que el Imperio Español está asentado sobre tres
gobierno tirano sobre almas y cuerpos de los sometidos a la Corona. Queda expuesto por el
asume y construye la realidad, caduca: en las grietas del ya insuficiente viejo código
espacio y con el otro, y esto, a través de la escritura81; ella se consagra así como
virreinal está más o menos estabilizado en América (siglo XVII), la Iglesia ya gozaba de un
de los productores” (Paz 35). Pudiendo extenderse la idea: se tiene control sobre los medios
de los sujetos discursivos. Debe sumarse a ello la consolidación del espíritu barroco
bien para rebatir o cancelar) del “[…] proyecto expansionista que buscaba unificar en torno
Sí o sí, mal que bien, la heterogénea gama de subjetividades del Nuevo Mundo
participó de los lenguajes del imperio. No obstante, esto no significó reproducir los
reapropiarse de los lenguajes del imperio abre la posibilidad, tanto de reproducir (por un
lado), como de cuestionar, socavar, impugnar, denunciar esas operaciones del poder
el bautismo, referido en estas líneas novelescas de Burgos Cantor: “Pedro [Claver] le dirá a
Usted que el bautismo tal y como lo concibió fundará una reivindicación de la igualdad”
(270).
81
La idea aquí planteada es deudora de José Rabasa (De la invención de América: la historiografía española
y la formación del eurocentrismo 19-20, 24 passim).
81
barroco como rito artístico del castellano que vehicula, entre otras cosas, contenido
realidad difícil de comunicar –de lo cual la obra de Sor Juana, en este caso, es fidedigno
testimonio–, sino también la resistencia frente a un poder que los oprime: he ahí la
igualdad.
doctrinales (religión) impuestos es un poder concedido por la escritura, en este caso. Estos
(tómese por ejemplo el mito clásico de Narciso), al ser redimensionados (Divino Narciso de
Sor Juana), fundan una retórica propia en favor de los intereses personales e ideológicos de
la jerónima (abogar por la formación intelectual de la mujer, proponer una idea propia
sobre la identidad cristiana83). Al fin y al cabo, los sujetos subalternos coloniales se valen
límites impuestos por el poder hegemónico del imperio y de la Iglesia84. Debido a las
82
Partiendo de la realidad bifronte en que el Poder encontró en el barroco su brazo ideológico aliado, así
como ‘su combatiente más tenaz y beligerante’ (Moraña 15), se añade que la religión oficial es su matriz
ideológica. Por consiguiente, sostiene la colonialista María Piedad Quevedo que “[…] la Iglesia
contrarreformista reconoció en la expresión barroca el vehículo oficial de las ideas religiosas y políticas de la
época […]” (Un cuerpo para el espíritu: mística de la Nueva Granada, el cuerpo, el gusto y el asco 1680-
1750 34). Poesía barroca, componentes religiosos y sustento político conformaban las bases de la sociedad
virreinal en proceso de estabilización.
83
Idea desarrollada en el tercer capítulo.
84
Conclusión propuesta gracias a los planteamientos de Mabel Moraña (155).
82
tensiones escriturales características del periodo colonial, las palabras corren la suerte de no
designar sino de encubrir, se transforman en un registro ficcional plagado del no-decir que,
Por ello, no deja de ser sugestivo que Sor Juana, a través del código barroco español
algunos de sus villancicos (¡poesía religiosa y popular!), en las que indios y negros
participan (¿acaso no legítimamente?) de una fe que les fue impuesta; Sor Juana contamina,
transculturada–:
Negrillos:
1. Cantemo, pilico,
y dalemu turo
85
Cursivas mías. Lo mejicano se sugiere aquí como distinción cultural diferenciada de lo español. Sin
embargo, no interesa a este trabajo ahondar profundamente en los rasgos de conciencia criolla o mestiza de
83
en un Tocotín sonoro
Tocotín [86]:
—Tla ya timohuica,
totlazo Zuapilli,
Esta suerte de ensayo retórico que integra voces diversas demuestra que Sor Juana
participa de las relaciones problemáticas del sujeto con la palabra, en tanto lenguaje
agenda particular de un sujeto con el poder de la pluma. La poesía de Sor Juana desvela una
formación discursiva propia y descentrada del lenguaje del poder oficial, cuyo interior
exhibe razonamientos críticos e ideologías en pugna, pues “el conflicto entre orden
desde una capa social homogénea, sino que ha de consolidarse desde los múltiples
Sor Juana. Si bien leer su obra resulta enriquecedor para comprender los avatares de la formación de la
conciencia criolla y el pensamiento hispanoamericano (Moraña 37 passim), lo que aquí interesa es rastrear su
conciencia religiosa diferenciada y separada de lo criollo, ya que esto último tiene matices más bien
relacionados con las divergencias respecto a la metrópoli.
86
Danza azteca.
84
lenguaje del poder ahí no está dado como tal, se desactiva su potencial nomológico:
subjetivizado por una conciencia de las márgenes, este queda desestimado por la
Pues bien, desde su condición subalterna múltiple (mujer, monja, poeta de colonia,
intelectual, etc.), Sor Juana habita conscientemente el sistema que la relega, precisamente, a
pluma, desde adentro y desde abajo, los límites impuestos por la ortodoxia político-clerical.
Al arrogarse ser católica, (“[…] aprecio, como debo, más el nombre de católica y de
obediente hija de mi Santa Madre Iglesia […]”, Respuesta 469) se atribuye unos poderes
(escritura, vínculo con la Divinidad87) que, aunque vigilados, logran escapar de la pesada
red jerárquica que la asfixia. De ahí que Sor Juana haga de la práctica escritural un reducto
final a partir del cual participa dentro de la dinámica disciplinaria del sistema (Moraña 46),
repercute sobre la realidad, que la crea, designa, bautiza, conceptualiza, comunica; discurso
intelectual-religioso de Sor Juana escabullirse por las rendijas y fisuras de la autoridad que
87
En el tercer capítulo se identificará esta cuestión a la luz del Divino Narciso.
88
O, dicho de otra manera: la pertinencia de entender la poesía como registro discursivo.
85
pesa sobre ella. Bajo el régimen inquisitorial, una retórica poética construida con
letrada de Sor Juana de toda sospecha de heterodoxia o de usos impropios del lenguaje.
Ortodoxia y heterodoxia son dos categorías inestables para definir apropiadamente a Sor
Juana, aunque sí se pueden hacer algunas precisiones. Calificarla de monja ortodoxa sería
pesar de leerse en su Respuesta el temor por el Santo Oficio (Respuesta 444). No obstante,
Berling: “como se trata de una presión de tipo moral más bien que de tipo administrativo,
es normal que no haya dejado ninguna huella escrita” (Más sobre la conversión de Sor
Juana 468). Aunque sus relaciones con la corte virreinal debieron concederle cierto
privilegio para escribir lo que escribía, Sor Juana supo ser cuidadosa con su enunciación y
tradición cristiana.
89
Como lo sugiere Pablo Brescia al considerar otro posible significado del calificativo ‘Atenagórica’ en la
carta teológica de Sor Juana (El 'crimen' y el castigo: la Carta Atenagórica, de Sor Juana Inés de la Cruz 77).
Véase el reproche de Sor Juana en su Respuesta: “[…] pues como yo fui libre para disentir de Vieyra, lo será
cualquiera para disentir de mi dictamen” (469); si ella fuera paladín ‘atenagórico’ de la ortodoxia católica,
¿abriría la posibilidad de ser rebatido su supuesto dictamen ortodoxo? No lo creo.
86
políticas que sostienen la autoridad del poder. La escolástica y sus métodos de pensar,
proceder y generar una idea son el fundamento de la sociedad novohispana (Paz 55-67).
recurso de ventriloquia sin que esto señale a una Sor Juana interesada en reproducir (o
cancelar) un poder sin antes cuestionarlo: la ortodoxia viene siendo el método de expresión
las razones de los tres Santos Padres. Mal dije. Mi asunto es defenderme con las razones de
[…] el sujeto debe ser considerado como una serie de posiciones alternas que no se
En la multiplicidad del sujeto conformada por Sor Juana se distraen los rigores de la
autoridad, pues no encuentran en su voz poética un sujeto único y unívoco al que puedan
87
asir fácilmente; mucho menos cuando esta ampara su discurso bajo elementos religiosos en
que la misma norma se asienta. Todo esto y más resalta la paradoja en que recae la
institución eclesial: proveer de poderes (a sus siervos) que, en una jugada ‘reformuladora’ y
conventual
masculina, hace falta revisar sus fugas: mujeres como Sor Juana que se atrevieron a
Desde los tiempos de San Jerónimo, los peculiares círculos de vírgenes y viudas al
servicio del cristianismo (Küng 38) van configurando espacios desde los cuales las mujeres
pueden entrar en instrucción de letras (y) sagradas, y así su voz y participación son
–deberían ser, más bien– consideradas invaluables para la formación teológica de las
comunidades cristianas. A Marcela, una de las viudas estudiosas que rodeó a San Jerónimo
y figura femenina de insaciable apetito por las Letras –como siglos más tarde lo sería la
figura más institucionalizada: las monjas. Por tanto, así como se les asigna un lugar en la
escala de la jerarquía eclesiástica, se les construye un espacio terrenal que encarna las
Décima Musa90 y otras monjas más, algunas de estas inspiradas por mujeres del
cristianismo primitivo. Sin embargo, era cuestión de privilegio: los claustros femeninos
puede generalizar, puesto que había en Nueva España conventos de estricta observancia y
caso de Sor Juana, excepcional y afortunado, estuvo favorecido por cambios que facilitaron
Aun así, los conventos femeninos, en general, frente a los masculinos, encuentran
más trabas para acceder al conocimiento (Quevedo Alvarado 42). Y cuando se transgreden
esas fronteras y la mujer pone un pie92 en territorios reservados a los hombres93, abundan
frontera, nótese la siguiente diferencia en el tono con que se expresan los dos siguientes
personajes ilustres:
90
Sin que se desatienda la importante formación previa que con que contaba ya la monja al ingresar al
convento, dato revestido de captatio benevolentiae en su Respuesta: “[…] cuando vine a Méjico, se
admiraban, no tanto del ingenio, cuanto de la memoria y noticias que tenía en edad que parecía que apenas
había tenido tiempo para aprender a hablar” (446).
91
Véase supra. Apartado 1.5.
92
Metro para versificar. Juego de connotaciones explotado en el barroco. Entiéndase el doble sentido: Sor
Juana, a través de la versificación (pie, medida del verso), se entromete (mete el pie, como la connotación
refranesca) en territorios ajenos.
93
Puesto que se está frente a una realidad intramural, es impreciso afirmar que todas las monjas gozaban de
intachable erudición, solo se puede juzgar por las excepciones que lograron traspasar los muros conventuales
a través de su escritura, como es el caso de Sor Juana, Santa Teresa, la monja de Ágreda, entre otras tantas.
89
Sor Juana: […] que el no haber escrito mucho de asuntos sagrados no ha sido
aquellas Sagradas Letras, para cuya inteligencia yo me conozco tan incapaz y para
Padre Vieira: El estilo que guardaré en este discurso, para que procedamos con
mucha claridad, será este: referiré primero las opiniones de los santos y después diré
también la mía; pero con esta diferencia: que ninguna fineza del amor de Cristo me
darán, que yo no dé otra mayor; y a la fineza del amor de Cristo que yo dijere,
ninguno me dará otra igual (Sermón del Padre Antonio Vieira 674).
antepone la humildad de Sor Juana –que le corresponde, por tradición, por ser mujer–; la
‘debilidad’ asumida y ‘aceptada’ hace parte de la estrategia del débil (Ludmer) y revela los
alcances contundentes de la falsa modestia: son expresiones retóricas con que Sor Juana
silencio femeninos (por tradición); sin embargo, al echar mano del tópico, lo que parece
hacer, más bien, es anunciar una estocada fatal a dicha red de prejuicios que pesa sobre ella
hollar las declaradas intactas sendas sagradamente masculinas (Carta Atenagórica 413):
94
En otro sentido, pero anunciando las mismas intenciones contraventoras, Sor Juana es más explícita
declarando su desprecio por los atributos femeninos en claro beneficio propio: “[…] era tan intenso mi
cuidado, que siendo así que en las mujeres –y más en tan florida juventud– es tan apreciable el adorno natural
del cabello, yo me cortaba de él cuatro o seis dedos, midiendo hasta dónde llegaba antes, e imponiéndome ley
que si cuando volviese a crecer hasta allí no sabía tal o tal cosa que me había propuesto deprender en tanto
que crecía, me lo había de volver a cortar en pena de la rudeza” (446). Atendiendo con disciplina su
formación intelectual –“más apetecible adorno” (ibid.), atributo inesperado y excéntrico en una mujer, diría la
90
[…] fuera bastante mortificación para un varón tan de todas maneras insigne; que no
es ligero castigo a quien creyó que no habría hombre que se atreviese a responderle,
ver que se atreve una mujer ignorante, en quien es tan ajeno este género de estudio y
Teniendo en cuenta que una de las funciones de los estereotipos es blindar el orden
social dominado por un sector particular (Mendieta, Del silencio al alboroto: el control del
lenguaje de la mujer en la Edad Moderna 154), al tratarse de una cultura patriarcal, lo que
pretende el estereotipo femenino es fiscalizar el uso la palabra para evitar trastocar el orden
Así, los hombres protegen sus privilegios en sintonía con las estructuras del poder:
son los que administran, los que ordenan, los que capitalizan, los que acaparan los bienes,
los que requieren del servicio auxiliar femenino para realizar su voluntad, los dueños del
mantener el orden. Resquebrajar un estereotipo es, por extensión, fisurar el orden que lo
produce.
En la Respuesta, manifiesto sobre el uso de la palabra en una mujer, dice Sor Juana
que no sabe, acoplándose a lo que convencionalmente se espera de una mujer (y aún más
con hábito): “¿Qué entendimiento tengo yo, qué estudio, qué materiales, ni qué noticias
tradición–, cancela el embellecimiento femenino exigido –aún más en edad juvenil– por los moldes culturales
de género:
A unos sirve de atractivo
lo que otro concibe enfado […] (Romance #2 9).
91
[…]?” (444), “[…] he estudiado muchas cosas y nada sé […]” (449), pero expone con
permite instalarse en sus dominios y reconocer en ellos las estrategias tramadas que la
constriñen, para luego así urdir la contraargumentación crítica, soportada con pruebas (que
son su vida y su obra mismas); se ciñe al presupuesto misógino que niega su derecho al
saber para desbaratarlo desde adentro cuando hace gala de sus dotes intelectuales; se
racional95.
Y en esto anterior coindicen con Sor Juana, sin darse cuenta y paradójicamente, sus
parecer extraño que desacierte o que su intelecto ande descarriado –pues, por ser mujer, ni
tiene obligación ni aptitud para acertar (444)–, ¿por qué han de censurarla? La razón se le
ajustarse a él. Los ofensivos estereotipos achacados a las mujeres, anquilosados en y por la
tradición patriarcal, se vuelcan contra su fundamento mismo por cuenta del intelecto crítico
95
Se pueden identificar también otros recursos retóricos cuyo fin es debilitar el discurso del contrincante
como el intercambio de posiciones que sugiere Sor Juana a su interlocutor: “Ahora quisiera yo que V. R. con
su clarísimo juicio se pusiera en mi lugar […]” (C. de Monterrey 285); o como el uso de la ironía y la
trivialización: “Estas son las obras públicas que tan escandalizado tienen al mundo […]” (286), tras haber
expuesto las razones por las cuales escribió algunas de sus obras, reduce al absurdo los motivos del escándalo.
92
Este gesto deconstructor adquiere unas dimensiones superlativas cuando Sor Juana,
en retórica de defensa:
vedados (las armas y la judicatura, respectivamente) (Carta Atenagórica 435), ¿por qué Sor
Juana no habría de encontrar en ellas los ánimos para participar de las letras sagradas
Juana incurre en una falta contra las costumbres de su época –estudios de las Sagradas
Letras– para legitimar otro mal hábito, a los ojos de sus detractores, que es su vocación
intelectual. Con haber defendido una infracción cometiendo otra, Sor Juana arremetió
96
A Sor Juana ni siquiera la contiene una prohibición: persiste en la idea de un Dios que, ayudándole a eludir
una orden de no estudiar, figura en su creación, máquina universal, un libro a ser estudiado (Respuesta 458).
93
puntos débiles que sostienen al sistema represor y lo resquebrajó con aguda eficiencia en su
totalidad.
Se entiende, en este punto, por qué un texto como la Carta Atenagórica agravó su
situación de perseguida, pues “el hecho de que Juana demoliera con tanta eficacia y solidez
(Forcades I Vila 86). Esta disquisición teológica propuesta por Sor Juana sobre las finezas
publicada sin su consentimiento por el obispo poblano Manuel Fernández de Santa Cruz y
publicidad y en la teología, y, más aún, por atreverse a rebatir una propuesta teológica
Ahora bien, el ‘atrevimiento’ de Sor Juana al discutir con varones sobre temas
exclusivos para ellos suscita preguntas respecto a su rigurosa formación, desde la cual
eruditos, en que quisieron ponerla a prueba y, “que á la manera que un Galeón Real […] se
97
Incluso Sor Juana reconoce, con socarrona ironía, una ventaja en no estar apurada por las exigencias de
dicho sistema educativo: “Y como no tenía interés que me moviese, ni límite de tiempo que me estrechase el
continuado estudio de una cosa por la necesidad de los grados, casi a un tiempo estudiaba diversas cosas […]”
(Respuesta 449).
98
Lo que despertó, al parecer, en muchos, la envidia. El ‘milagro’ de lesionar los estereotipos misóginos
desata iras ajenas: “Menos intolerable es para la soberbia oír las reprensiones, que para la envidia ver los
milagros” (Respuesta 457). Léase el artículo de Pablo Brescia (Cuentas claras: tensiones y razones en Sor
Juana Inés de la Cruz) en el que se hace un interesante análisis de la envidia como núcleo temático y como
recurso defensivo en la obra de Sor Juana.
94
las preguntas, argumentos y réplicas, que tantos, cada uno en su classe, la propusieron”
(Calleja, Vida de la madre Juana Inés de la Cruz, religiosa profesa en el convento de San
En definitiva, la celda de Sor Juana “fue una especie de Academia llena de libros y
de instrumentos músicos y matemáticos” (Nervo 51)99, en ella no tuvo más maestros que
sus mudos libros (Respuesta 447). Paradójicamente, estos insumos de formación intelectual
permitidos, por ejemplo, en el convento de las jerónimas100, habilitaron a Sor Juana para
redirigir el uso de la palabra verbal al acto de enunciar que, en una mujer, estaba destinado
a su uso mínimo: los muros conventuales se tornaron insuficientes para contener su palabra
irreprimible101:
99
Es necesario aclarar que, como ella lo afirma en su Respuesta, su inclinación por las letras no se debe a la
celda conventual ni inicia en ella, sino desde que la rayó la primera luz de la razón. Al revés, llega a la celda
por amor a las letras.
100
“[…] siendo monja y no seglar, debía, por el estado eclesiástico, profesar letras; y más siendo hija de un
San Jerónimo y de una Santa Paula […]” (Respuesta 447).
101
Reza el epígrafe de la Décima #116: “Habla en estilo forense, que ni éste se libró de nuestra poetisa en el
retiro de su celda” (352).
95
etc.) en latines102 (poesía que concierne a la doctrina religiosa)103. En otros términos, lo que
expresa aparentemente Sor Juana como un poema de tema amoroso o pasional en castellano
(lengua romance, en forma métrica ‘romance’), termina más bien aludiendo a temas que
Esto guarda relación con lo que, en unas líneas anteriores, se dijo que era una
102
Transfiguración como la que sufre Cristo en su proceso de institucionalización: de ser un sujeto (narrativo)
del vulgo (lenguas romances) a un ser de inalcanzable luz, exclusividad de unos pocos (el latín).
103
No parecerá muy poca fineza,
a quien bien la mira,
el que vele en los romances
quien se duerme en los latines (Romance #15 64).
Dedicarse a los romances (la cita sale de un romance escrito en lengua romance) cuando los latines están
adormilados en un conjunto pétreo de normas y fórmulas, es una plausible fineza.
96
“las ortodoxias religiosas y políticas son implacables con las opiniones heréticas, no con las
pasiones de los sentidos” (Paz 105). Es a través de la pasión de los sentidos y sus
romances se escapan los latines, es el amante afecto de Sor Juana por su protectora y amada
virreina María Luisa el que rompe y desestima la virtud del silencio al que está relegada en
Cristo.
A esto alude también Mabel Moraña cuando advierte sobre las trampas del barroco,
en que se verifican las tensiones de una expresión literaria que celebra el poder político y
religioso, pero que también lo vulnera y contesta (15). Poesía camaleónica de guiños, de
conscientemente. Esto refuta la descripción que hace Paz, carente de ojo barroco, de dicha
ambigüedades e incorreciones, como queriendo proponer a una Sor Juana medio distraída y
forman parte, más bien, de las estrategias de un sujeto intelectual (García 471) y religioso
en construcción, quien, desde múltiples frentes, pretende debilitar con eficacia las
104
Paz se asusta y queda desconcertado cuando Sor Juana califica de ‘negros’ sus versos y cuando insiste en
su poca voluntad y gusto para componerlos (634).
97
diversidad subjetiva:
sin que esto signifique anular el sentido de lo que quiere ser expresado a través de ella–
desde los cuales Sor Juana articula su escrito de protesta. Si se revisa la Carta de Sor
carta es una amable reprensión, un elogio que recrimina, un cumplido que exhorta, una
defensa que expone a Sor Juana a los ataques: “No apruebo la vulgaridad de los que
reprueban en las mujeres el uso de las letras […]” (C. Sor Filotea 695) pero “Lástima es
que un tan gran entendimiento, de tal manera se abata a las rateras noticias de la tierra […]”
(696).
control fisurado106, de una norma que pretende regular la elocuencia de la pluma monjil
105
Este gesto se puede identificar de forma magistral en la exégesis que Sor Juana hace de la sentencia
paulina ‘Mulieres in Ecclesiis taceant’, pudiéndose sintetizar así: 1) asevera que la recomendación atañe a
hombres y mujeres: “[…] se habla con toda la colección de los hombres y mujeres […]” (Respuesta 467); 2)
de estimar en sentido estricto la censura solo para las mujeres, el texto mismo y la tradición histórica anulan la
represión: no se prohíbe estudiar, y, de ser así, ¿cómo explicar la veneración que se rinde a monjas escritoras?
(Respuesta 462-468). Tras examinar las distintas posibilidades por las cuales pudo haberse sentenciado
aquello en una carta de Pablo, se infiltra en la lógica con que argumentan sus censores y desordena sus
fundamentos. Además, considerando que sobre el silencio pesan dos vertientes identificables en Occidente
(por un lado, el silencio tratado proverbialmente como una virtud para la sabiduría; por otro, como método de
censura y subordinación) (Mendieta 127 passim), se capta la subversión de Sor Juana contra el sentido del
silencio censor, es decir, resignifica el silencio misógino en silencio sapiencial: “[…] a todos se manda a
callar, porque quien oye y aprende es mucha razón que atienda y calle” (Respuesta 467).
106
“Medir las palabras, hablar lo justo o mejor, el silencio, es otra actualización de la castidad en el cuerpo de
la mujer, la boca es un lugar que hay que vigilar porque como el sexo, como la casa, puede ser la vía por la
que la mujer salga al exterior [sic] del cerco de control que se postula como su lugar de existencia” (Mendieta
154). Las muchas palabras en boca y pluma de Sor Juana no tuvieron que haber sido vistas con buenos ojos:
haber logrado cruzar los muros de su convento desafió los límites del lugar designado.
98
pero venera su publicidad (es un obispo, Manuel Fernández de Santa Cruz, el que publica la
Atenagórica); de una autoridad que predica la obediencia y la sumisión pero que encuentra
perfección pero la simultánea represión de la fuerza creativa que demuestre tener en ello
(Mendieta 134).
como la Carta de Monterrey, autodefensa espiritual de Sor Juana. En ella, Sor Juana tiene
una confrontación frontal y directa (distinta a la Respuesta, que tiende más bien a la
sacerdote que no hace sino reprenderla: “[…] que V.R. lo quiera conseguir [reducirla] a
la obediencia que relativiza y debilita el presupuesto con que los presbíteros ejercen su
arbitrio: ¿a quién o qué rendir obediencia?, ¿a Dios?: “[…] Dios me inclinó a eso” (C. de
107
Recalca su confesor en su célebre Plática doctrinal (1679, texto que instruye en correcta doctrina a las
monjas): “Por el voto de obediencia, la religiosa renuncia a su propia voluntad y libre albedrío” (citado por
Alatorre en La Carta de Sor Juana al P. Núñez (1682) 613).
108
De hecho, Sor Juana reposa una y otra vez sobre la obediencia el origen de sus obras, exceptuando el
Primero sueño: “[…] yo nunca he escrito cosa alguna por mi voluntad, sino por ruegos y preceptos ajenos; de
tal manera, que no me acuerdo haber escrito por mi gusto si es un papelillo que llaman El Sueño” (Respuesta
470-471).
99
Monterrey 290); ¿a su Madre Iglesia?: “[…] mi sentir con todas las venias que debo a
nuestra Santa Madre Iglesia […]” (Respuesta 468); ¿a los prelados?: “[…] V.md. gustó
(como ya dije) ver esto escrito [la Atenagórica]; y porque conozca que le obedezco en lo
más difícil […]” (Carta Atenagórica 412); ¿a las autoridades virreinales?: “Una loa […]
hecha por mandato del Exmo. Señor Don Fray Payo, otra por orden de la Exma. Sra.
condesa de Paredes” (C. de Monterrey 286); ¿a la voz divina que inspira el texto bíblico?:
“Hermanos, acerca de los dones espirituales no quiero que sigan en la ignorancia” (1 Cor
12, 1).
Véase lo siguiente que se lee en un déspota como Núñez de Miranda: “Parece siente
Dios, más las faltas de obediencia a los prelados, por las malas consecuencias, que las que
se hacen a su misma Persona […]” (citado por Tapia Méndez en Autodefensa espiritual de
Sor Juana Inés de la Cruz, Décima Musa Mexicana 12 ). El confesor de Sor Juana
Hay que resaltar, entonces, que Sor Juana, como base de su argumentación, al
insistir en su vocación intelectual como impulso que Dios puso en ella (Respuesta 444), se
remite directamente a la máxima autoridad, que es Dios mismo, y ensaya así una
subversión retórica (Glantz, Ciencia y experiencia en la querella de las mujeres: sor Juana
109
Esto es una señal que anticipa la asimilación que se puede leer en el auto del Divino Narciso entre los
obstinados prelados censores y la réproba Eco, desarrollada en el siguiente capítulo. Similar a esta declaración
de Núñez, sintiéndose capaz de equiparar su potestad a la de Dios, se ve la falta mortal que provocó la
expulsión de Eco, Ángel Caído:
Eco:
[…] intenté soberbia
poner mi asiento en Su Solio
e igualarme a su grandeza […] (35).
100
específica: todo aquel que la persigue110, apuntando también con ello a los principios en
que se sustenta tal persecución. Sus métodos retóricos de defensa e impugnación surgen de
[…] yo mudar
Mientras se lea en los evangelios la inclusión de la mujer defendida por Jesús, y, aún más,
no se lea en sus palabras prohibición alguna contra el cultivo de su intelecto, Sor Juana no
enfrentarse a su confesor: “[…] podré gobernarme con las reglas generales de la Santa
Madre Iglesia, mientras el Señor no me da luz que haga otra cosa […]” (C. de Monterrey
294).
Agustín, San Ambrosio y todos los demás Santos Doctores [gracias a las letras]?”, C. de
110
[…] no digo el susodicho
por que no lleven resabios
de procesos mis escritos. (Romance #46 183).
101
Monterrey 289), ella responde con exégesis bíblica y tradición histórica en que mujeres han
ejecución.
que estas contestaciones barrocas y rupturas del silencio adelantadas por Sor Juana pueden
queja de Sor Juana desde el frente religioso y femenino, conformando así un testimonio
esta queja, Sor Juana transmuta su problema personal en un asunto colectivo, desde el cual
111
Para ampliar una explicación sobre las mujeres a las que Sor Juana acude en su Respuesta, véase “Mulieres
in Ecclesia taceant: la defensa de Sor Juana Inés de la Cruz” (Stadthegen-Gómez).
112
Cfr. Schüssler Fiorenza, Jesus and the politics of interpretation 344.
113
Aquí una necesaria precisión: evidentemente, se está ante una visión extendida del concepto de feminismo:
“[…] con el término ‘feminismo’ no nombraríamos tan solo al movimiento contemporáneo de lucha por la
emancipación y la igualdad. Sería un concepto más amplio que podemos aplicar a toda conciencia femenina
de injusticia de género en sus muy diversas manifestaciones posibles, entre ellas el pensamiento, la
espiritualidad o la acción eclesial” (Graña 13-14), o la poesía.
102
partiendo del sujeto hacia sus condiciones de existencia (Moraña 66): “¿Qué revelación
divina, qué determinación de la Iglesia, qué dictamen de la razón hizo para nosotras tan
Sumado a ello, como bien ilumina Esperanza Bautista, las preguntas que pretenden
abordar la cuestión de la mujer dentro del ámbito de la Iglesia no solo parten de principios
feministas o de ideologías afines de otro tipo, sino que guardan, ante todo, suma relación de
coherencia con el Evangelio (15); lo cual admite afirmar que las reivindicaciones teológico-
feministas de Sor Juana son ejercicios poéticos (de tinte profano, así como sacro) que tejen
diálogos genuinos con las Escrituras y legitiman su actividad y vocación: “[…] dirigiendo
pareciéndome preciso, para llegar a ella, subir por los escalones de las ciencias y las artes
Por otra parte, asumiendo que en la poesía de Sor Juana se puede rastrear
escolasticismo114, hay que tener en cuenta que la definición escolástica de la teología es “fe
que busca comprensión” (Forcades I Vila 10). Por ende, la poesía de Sor Juana, en
cualquiera de sus versos (ora religiosos, ora profanos), estaría manifestando su fe en tanto
recurso de inteligibilidad y finalidad del conocimiento, puesto que, dice el teólogo José
114
Así lo comprueba su biógrafo, el padre Calleja, Amado Nervo, y más contemporáneamente, Mauricio
Beuchot (Sor Juana: una filosofía barroca), por mencionar unos pocos ejemplos.
103
Luis Espinel: “la experiencia profunda, la inteligencia del misterio [de fe] se vierte y
combinación bastante incómoda en una pluma monjil femenina115. Se fijan así entonces los
controles necesarios sobre los resultados de la actividad intelectiva, que protejan los
producto intelectual en una sociedad dominada por un logos que se arraiga a principios de
Para evitarle a Sor Juana “ruido con el Santo Oficio” (Respuesta 444), se le aplican
busca instalar en la psique de su ‘oveja’ de ‘versos negros’ una extensión suya que pueda
crear la ilusión de vigilancia y culpa. Sin embargo, Sor Juana esquiva las cargas ajenas del
115
Margo Glantz desentraña el presupuesto misógino escondido tras las hiperbólicas exaltaciones que se
hacían a Sor Juana en su tiempo: esto no hacía sino resaltar su condición periférica, su excepcionalidad, que
desdice su naturaleza subordinada (‘¿una mujer con hábito haciendo semejantes versos?’) (Ciencia y
experiencia en la querella de las mujeres: sor Juana 174). Aunque sería injusto considerar misóginos a
quienes aplaudieron los versos de la monja, no se debe perder de vista que la sorpresa que causa su
publicación señala, precisamente, la transgresión de unos límites, la aparición de un prodigio no
convencional.
116
Cfr. Moraña 178.
104
argumenta que: “[…] Dios me crio y redimió, y que usa conmigo tantas misericordias,
proveerá con remedio para mi alma que espera en su bondad no se perderá […]” (C. de
Monterrey 293), y antes de esto dice: “[…] ¿cuál era el dominio directo que tenía V.R. para
disponer de mi persona y del albedrío (sacando el que mi amor le daba y le dará siempre)
que Dios me dio?” (291). Son los afectos de Sor Juana, consciente de los componentes
paternales y paternalistas que encarna la figura censora de su confesor, los que autorizan los
dominios que se tienen sobre ella, pero que en ninguna manera pueden significar la
supresión de un don proveído por su Divinidad: su albedrío. Se lee con una decisión
el entendimiento humano;
Por ende, Sor Juana rebate el principio legitimador con que actúa el mecanismo
oponen los designios divinos; o al revés: los designios divinos encuentran resistencia en la
voluntad del confesor: “La materia, pues, de este enojo de V. R. (muy amado Padre y Señor
mío) no ha sido otra que la de estos negros versos de que el cielo tan contra la voluntad de
Esto motiva a contemplar la virtud de las prosas de protesta de Sor Juana: estas
Lo que indica, finalmente, que si bien la letra escrita despoja, sepulta, extingue,
testimonio y campo de luchas discursivas: Sor Juana libra una batalla a través de la
escritura, porque quienes la mortifican por su quehacer literario lo hacen a través de ella.
Por ello, queda registro escrito de la Carta de Sor Filotea, de las amonestaciones
amenazantes y prohibiciones del temible Aguiar y Seijas colgadas en lugares visibles de los
excomunión mayor) (Salazar Simarro 227), de las actas del Concilio de Trento118 (1545-
1563) en las que quedaba constancia escrita de la clausura estricta que se debía imponer a
las monjas y del carácter ilícito de los estudios sagrados por parte de las mismas (Forcades I
117
En esto me aparto de lecturas como la de Paz (547), Martínez-San Miguel (271), Gustavo García (476),
Antonio Alatorre (citado por Brescia en Cuentas claras: tensiones y razones en Sor Juana Inés de la Cruz
219), entre otros, quienes ven en la construcción del sujeto intelectual o racional elementos antagónicos con lo
religioso, como si lo religioso fuese una cosa esencialmente dada y no un constructo histórico plagado de
convenciones y prejuicios culturales. Lo que me interesa resaltar –y que he venido desarrollando– es que son
ciertos aspectos de su tradición religiosa (asentada sobre presupuestos patriarcales rebatibles y suplantables),
no la religión en su totalidad (antes bien, la monja se vale de ella misma), los que repelen la formación de una
subjetividad intelectual femenina.
118
Y así corre la misma suerte escritural todo tipo de mandato ‘divino’: se firma una bula, se redacta un
edicto, en fin, queda por escrito la voluntad de los jerarcas, lo cual se convierte en reflejo de su autoridad y en
precepto. Se va creando y administrando así un arkhé, o sea, un comienzo, y un mandato –allí donde los
hombres mandan en nombre de Dios–, donde se ejerce la autoridad y el orden (uniformidad o mandamiento)
social (Derrida, Mal de archivo. Una impresión freudiana 9).
106
Vila 87), así como queda registro escrito de resistencias ejercidas desde la C. de Monterrey
y la Respuesta.
Es así como “la palabra de sor Juana se edifica frente a una prohibición” (Paz 17).
poesía de Sor Juana se convierte en su propia arma triple de defensa, ataque y triunfo:
El discurso es un acero
custodia del statu quo, la legitimación y defensa del orden que debe ser a toda costa
defensiva, aduladora) que Sor Juana va empujando los límites (dentro) del sistema que la
constriñe, y pone a prueba su permeabilidad119. Sor Juana toma el discurso por el pomo
época.
119
Cfr. Moraña 147.
107
Romance 49
impuesto, pero para romper sus límites desde adentro: asume la minusvaloración en que se
tiene a la mujer en su contexto, y exhibe el cenit del conocimiento al que puede llegar una
Era natural que causara molesta bulla a quienes abogaban por el silencio y la subordinación
de mujeres y religiosas.
sacramental “El Divino Narciso”. Compuesto hacia 1688, el Divino Narciso es una
sacramentado. En su género, está calificado por la crítica como uno de los mejores
Juana Inés de la Cruz) (Urbán, Ontología de la metáfora en 'El Divino Narciso' de Sor
Juana Inés de la Cruz) por su calidad y originalidad. Tratándose de una obra de contenido
religioso producido por una monja asediada por los detractores de su actividad letrada,
108
habría que indagar unas cuestiones respecto a la vocación de Sor Juana (religiosa e
Como en los dos capítulos anteriores se intentó esbozar, la situación política de las
coronas europeas estaba emparentada con la religión como entidad que organiza el
territorios sometidos a la Corona Española era una coyuntura aún más patente. El Patronato
Regio (primeras décadas del siglo XVI) es un factor histórico con que se demuestran los
privilegios y facultades concedidas por Roma a los príncipes de la Iglesia de España para
que tengan un órgano religioso más autónomo y robusto (Rivero, Historia de la Iglesia
135). En el consolidado siglo XVII, los contornos del dominio español están delimitados
por la asociación entre absolutismo real y ortodoxia contrarreformista. En la loa del Divino
siglo XVII español no es tanto una religión que se puede escoger entre otras o una tradición
109
tiempos de Sor Juana no son los mismos de la actualidad, aunque se puedan establecer, por
era una realidad inevitable para un habitante de Nueva España, es necesario concebir la
opción religiosa como una profesión, un oficio más entre otros (Paz 149), una limitante,
Esto quiere decir que las vocaciones religiosas se revisten de una historicidad muy
particular en la que se desvelan otras vocaciones muy ancladas al contexto y sus límites.
Contemplando la vida y obra de Sor Juana, hay una realidad indudable: su pasión por el
conocimiento. Como limitante de época, una mujer, cuya vocación es el saber, encuentra en
la opción por el hábito quizá el camino más plausible para el cultivo intelectual personal.
Giula Galeotti (La Iglesia de las mujeres), quienes sostienen que la irrupción voluntaria de
120
He ahí la locución latina Cuius regio, eius religio (que expresa que la religión del rey será la religión de su
pueblo).
121
Paradójicamente, la decisión de entrar al convento por amor a las letras embarazó a Sor Juana de
problemas, así como de riqueza poética. Piénsese, por ejemplo, en el tópico de la maternidad, asociado
incluso al paradigma femenino de la cristiandad vinculado, además, a nociones lingüísticas: la Virgen María,
Fuente en el Divino Narciso, Madre del Verbo. Tanto María como Sor Juana son vírgenes madres que gestan
el Verbo; como se advierte en el elogio dirigido a la jerónima por un caballero recién venido a la Nueva
España:
A ti van aquestos versos,
madre sin poder ser madre […] (Romance #48bis 196).
110
algunos casos, era sinónimo de renegar del papel materno en función de querer leer y
sometimiento a una normatividad cultural (seducir con su cabello largo, organizar su vida
con un hombre) que harían infructuosos sus proyectos personales, encontrando menos
pasión por las letras se terminan conjugando en un entramado vocacional inquietante en Sor
Juana, quien no se resignó a la restricción de su época, sino que supo hacer de su lugar de
enunciación religioso una plataforma de reivindicación personal contra esos mismos límites
impuestos a su sexo.
Sor Juana, con sorprendente reproche, le dice a su confesor: “Y más cuando Dios
me inclinó a eso [al estudio] y no me pareció que era contra su ley santísima, ni contra la
obligación de mi estado […]” (C. de Monterrey 290). Antes bien, la monja sabe aprovechar
habría razón para renegar de una pasión que conduce a la –tan buscada por políticas
Esta pregunta con que Sor Juana cuestiona la actitud de su confesor desvela un eje
moral cristiano primordial, quizá el más caro para un conquistador de almas como Núñez:
el de la salvación122. Sor Juana se vale de él –al igual que Núñez lo hace para justificar su
122
Cfr. Sor Juana Inés de la Cruz: lectura barroca de la poesía 83, amplísimo y erudito estudio de José
Pascual Buxó.
111
conducta contra la monja–, para revelar el poder salvífico de las letras, ya consolidado pero
copia su imagen” (Nervo 161)124, Sor Juana demuestra que ya otras mujeres doctas bajo el
velo de la religión han venido hollando las intactas sendas del intelecto exclusivo para los
hombres sin merma de su fe125 (antes bien: esto más las inflamaba), justificando así en el
oficio cristiano, no sin recelos126, el llamado a ser mujer sabia, que era, indiscutiblemente,
Entréme religiosa, porque aunque conocía que tenía el estado cosas (de las
accesorias hablo, no de las formales) muchas repugnantes a mi genio, con todo, para
[…] de querer vivir sola, de no querer tener ocupación obligatoria que embarazase
123
Véase infra. Pág. 144.
124
Resaltar la cualidad del registro autobiográfico se muestra aquí pertinente: ofrece la posibilidad al sujeto de
convertirse en objeto autorreflexivo (Martínez-San Miguel 271) y pretexto epistémico. Sor Juana contempla
su propio reflejo como un ejercicio que construye un conocimiento que la autoriza, precisamente, a hacerlo.
125
“¿No estudió Santa Catalina, Santa Gertrudis, mi Madre Santa Paula sin estorbarle a su alta
contemplación?” (C. de Monterrey 289).
126
“[…] al desembarazo y quietud que pedía mi estudiosa intención eran repugnantes los ejercicios y
compañía de una comunidad […]” (Respuesta 445).
127
Paz, recordando a Baltasar Gracián, anota una definición extendida de ‘vocación’: “Para el [siglo] XVII el
genio es el temperamento, la inclinación o, como dice Gracián [poeta y sacerdote jesuita], la vocación” (369).
112
obligaciones religiosas. Sin embargo, la monja supo hacer del convento el locus amoenus
[…] esta inclinación, que no sé determinar si por prenda o castigo me dio el Cielo,
pues de apagarse o embarazarse con tanto ejercicio que la religión tiene, reventaba
insinúa lo que debe inferirse al adoptar perspectiva en el asunto: es prenda del Cielo si ha
perseguirla por dicha prenda. Como lo permite notar la ambigüedad retórica, por vía tanto
asumió el hábito religioso–: “Pensé que yo huía de mí misma, pero ¡miserable de mí!
128
Véase supra. Nota 100.
113
Rendir las debidas atenciones a la voz del Padre que ha concedido una dádiva que debe ser
hija es en cuanto glorifique a su Dios con el uso (no restringido a asuntos sagrados) de su
intelecto.
Por lo tanto, Sor Juana señala y denuncia en ello una cortapisa que ha estado
vocación religiosa y la intelectual, ambas con anhelos del encuentro con la Sabiduría. Y en
este vínculo de semejanza entre dos vocaciones –que, por convención cultural129, se
En él, teniendo una perspectiva más amplia del asunto, Sor Juana se lanza en la
–personaje fundacional del cristianismo reconocido por morir en pro de los demás?– Y,
129
“Su Majestad […] sabe que le he pedido [a Dios] que apague la luz de mi entendimiento dejando sólo lo
que baste para guardar su Ley, pues lo demás sobra, según algunos, en una mujer […]” (Respuesta 444,
cursivas mías). La jerónima es sumamente consciente de que es ‘según algunos’ que dedicarse al intelecto no
corresponde a una virtud cristiana.
114
censores)?
polisémica de la Fuente como elemento decisivo en que converge “el poder de diversas
agencias mediadoras” (Checa, El Divino Narciso y la redención del lenguaje 209); Fuente
transfiguran y redimen el lenguaje132, los personajes del auto133 y la posibilidad misma con
que cuenta Sor Juana para construir su propia subjetividad en clave religiosa. Sor Juana
emerge en el acto especular. Por ello, el puente que posibilita la identificación de Narciso
la Naturaleza Humana –personaje que es el posterior reflejo derivado (pero autónomo) del
(mismidad envanecida) sino una otredad (semejante pero radicalmente distinta), ocurre la
metamorfosis del vanidoso Narciso en el Cristo altruista; Jorge Checa ve en este proceso
metamórfico una peculiaridad del lenguaje alegórico y sostiene que, “nacida, por tanto, de
130
Reconvención central de la Carta de Sor Filotea.
131
Valga decir que, históricamente, es una negociación ya adelantada y promulgada por el cristianismo
primitivo liderada por Pablo, como se verá más adelante.
132
Cfr. Checa ibid. 197 passim.
133
Y el proceso creativo como metáfora de la metamorfosis del auto (Houvenaghel y Donadoni).
115
la semejanza, la alteridad del ‘segundo’ Narciso supera la inmediatez de su doble ‘real’ –al
que hace salir fuera [sic] de sus límites–, y se equipara con ello a una característica del
lenguaje alegórico: apuntar a otro significado sin dejar de existir literalmente en el texto”
acuerdo con Valbuena-Briones, que “el mito se entendía, en este tipo religioso de
cristiano” (El auto sacramental en sor Juana Inés de la Cruz 222)134. Lo relevante a
resaltar, según la hipótesis del presente trabajo, es cómo se filtra, a través del ornamento
134
Este gesto es preludiado por la respectiva loa del auto: configurar un espejo cristiano de tal forma que la
idolatría indígena se asome a las aguas de la doctrina cristiana y pueda ver en ella el reflejo de algunos de los
componentes de sus propias creencias, y así facilitar, a través de la persuasión, el sincretismo religioso. Es un
guiño poético que puede parecer un tanto infractor: no hay duda de que, al ver en las creencias ancestrales
precolombinas una prefiguración de la verdad cristiana, se está reconociendo de cierto modo su legitimidad y
valor; de no ser así, Sor Juana no reconocería en la loa el estatus de América y Occidente, indios nobles y
bizarros, como personajes que tienen un papel central, con voces propias que cuestionan y disienten. La loa
finaliza y todos los personajes dirigen aún el canto al gran Dios de las semillas.
135
Linda Egan ve en la expresión poética religiosa de Sor Juana sermones encriptados (Donde Dios todavía es
mujer: Sor Juana y la teología feminista 332). Por ello resulta plausible la tentativa de identificar en su auto
afirmaciones teológicas tácitas/implícitas/codificadas. Otros críticos, como Patricia Saldarriaga, también han
116
transición del anuncio previo de una verdad (vehiculado a través del pagano Narciso, así
como las letras gentiles son en Sor Juana medio que conducen a la salvación y a la Sagrada
Por lo pronto, no hay que desconocer que su obra religiosa también es una
carisma cristiano y la vocación intelectual: sus villancicos, sus tres autos sacramentales y
otras letras sacras son el producto de una intelección dedicada a una Divinidad que se
congracia con el saber. El contacto con la literatura sagrada y su participación en ella como
poeta le proporcionó gran parte (si no la totalidad) del conocimiento de las bases retóricas
en que se sustenta la realidad eclesial patriarcal que la persiguió por su opción intelecto-
religiosa, pudiendo así socavarlas con su propio arsenal poético. De ahí que no se muestren
Debido a que ha dejado sin piso retórico a sus opositores, ha denunciado y desarmado las
llamado la atención sobre la deconstrucción de postulados eclesiásticos orquestada en su obra dramática (Los
espacios del "Primero sueño" de Sor Juana Inés de la Cruz. Arquitectura y cuerpo femenino 119).
136
Esto es lo que pretende demostrar un trabajo como el de Guillermo Schmidhuber y Olga Martha Peña (Sor
Juana: teatro y teología), quienes aciertan en considerar que la obra religiosa de Sor Juana ha merecido pocas
atenciones habiendo tanta riqueza teológica y poética allí; pero, causando enorme extrañeza, los autores caen
en lamentables y desproporcionadas afirmaciones por el estilo de Soriano Vallès: que Sor Juana no padeció
ninguna persecución y que, por el contrario, Núñez de Mirada, Aguiar y Seijas y Fernández de Santacruz la
impulsaron a la libertad de sus estudios.
117
abjuración de su pluma.
sentido, las profundas elucubraciones teológicas de Sor Juana no hacen parte de un mero
ejercicio hermenéutico ni de cometidos por obediencia, pues su obra se erige ante la crucial
exegéticas, que esta práctica interpretativa bíblica está definida por intereses particulares o
colectivos que definen a priori un lugar determinado al cual llegar; esto explica que sea
interpretativa-textual.
proyectando su propia imagen sobre la praxis exegética138. Se entiende, en este punto, que
137
Rafael Ruiz y Jacine Theodoro creen que esta característica está presente solo en la retórica del Sermón del
Mandato de Vieira (La Carta Atenagórica: Sor Juana Inés de la Cruz y los caminos de una reflexión
teológica 79). Sin embargo, considero que es una particularidad que se puede atribuir de forma general a la
práctica exegética, de la cual participa también Sor Juana; esto no demerita ni la calidad ni la validez
teológica. Por sólo mencionar un ejemplo, fíjese la atención sobre la poética interpretación que hace Sor
Juana sobre la corona de espinas de Cristo (Respuesta 455-456): es una conjetura propia, robusta, coherente,
creativa, al servicio de sus intereses personales.
138
Si bien Sor Juana cubre con insistencia sus productos poéticos en la retórica de la obediencia, como ya se
ha expuesto, esto ni restó calidad a sus obras de encargo, ni impidió que la monja pudiera ejecutar
movimientos calculados con eficacia y autonomía dentro del espacio ‘obligado’ al que la empujaban las
órdenes de sus superiores o los favores con que le mandaban escribir. Acata la orden, concede el favor, y esto
se convierte en una ocasión para filtrar su propia voz y agenda.
118
conceder a las mujeres los ripios interpretativos masculinos de las Sagradas Escrituras sea
una actitud normalizada a través de la historia, con el objetivo de que no logren identificar
en estas que sus ansias intelectuales cuentan con el aval de la Divinidad misma. Por tal
Donadoni 300); a través de esta afirmación teológica, Sor Juana se autoriza a configurarse
como sujeto religioso que rinde tributo a una Divinidad que respalda su vocación
intelectual. Habría que caracterizar, antes de seguir, la naturaleza de los espejos y las luces
que posibilitan, así como impiden, el contacto entre Dios y el hombre-y-la mujer.
la historia del catolicismo también ha sido la historia de un concepto139: ¿qué es, qué se
entiende por catolicismo? Recuérdese que, si bien se trata de un asunto de fe, la religión
imprime, así mismo, sus prejuicios. Que Sor Juana haya optado por ser religiosa añadió un
agravante a su apetito de erudición, que ya de por sí contaba con uno: el de ser mujer. Lo
que se pretende entender es, precisamente, la naturaleza del escándalo doblemente grave
imperial.
139
Reflexiones motivadas por los planteamientos del historiador alemán Reinhart Koselleck (Historia de los
conceptos y conceptos de la historia).
140
Como el verbo, que es la poesía, la creación por medio de la palabra.
119
normatividades que estabilicen el catolicismo como concepto unívoco a favor del poder
por extensión, a los sujetos que la profesan) que se arroguen ser católicas.
Es claro que debe quedar fuera del concepto en cuestión toda aquella definición que
desestabilice la solidez del sector oficial del poder. Con el tiempo, se naturalizan al
catolicismo tantas nociones como sean convenientes a quienes gobiernan, los cuales
coherencia con el legado genuino de Jesús, que es en nombre de quien se ejerce el poder.
Se van creando así, de forma paulatina, otredades excluibles: las mujeres, los idólatras, los
paganos, los sodomitas, los musulmanes, los protestantes, los reformistas, etc. Asiente el
historiador Alberto Tenenti que “hasta los comienzos del siglo XVI, católico equivalía a
cristiano o, más exactamente, designaba aquella parte que se consideraba la más auténtica
Es así como el rostro de Jesús pierde nitidez en esa complicada red de disposiciones
legales y doctrinales, hasta el punto en que si algún alma creyente, como la Naturaleza
Humana del Divino Narciso, quisiera asomarse a las turbias aguas de la fe, se reflejaría en
141
Véase supra. Capítulo 1.
142
Metáfora del poder.
143
Metáfora de la religión.
120
emergerían las temibles siluetas de príncipes de la Iglesia que persiguen con censura y
crueles castigos a quienes no se ajusten a la fe que ellos dictan. De ahí que parezca que Sor
Adquieren un sentido revelador estos versos si se leen junto a las siguientes líneas de su
Respuesta: “Pues si ella [la Santa Madre Iglesia], con su santísima autoridad, no me lo
prohíbe, ¿por qué me lo han de prohibir otros?” (468). ¿De dónde proviene, si no de una
por cuyas rendijas se escapa la expresión barroca de la poesía de Sor Juana. Esto permite
afirmar con seguridad que la práctica poética de Sor Juana está inscrita en una pugna contra
Esto quiere decir que es posible identificar a Sor Juana como una gran personalidad
católica, mas no clerical: sus estudios y lecturas bíblicas agudas, tan escamoteados por la
jerarquía eclesiástica que pretende controlar o distraer la mirada crítica de sus súbditos, le
al que apela poéticamente para la suya propia– sino frente a la enorme tergiversación
adelantada por sus príncipes custodios, pues el error no está en Dios: está en sus intérpretes
¿Qué culpa tiene Dios de la imagen desfigurada que trazan los malintencionados
pinceles y plumas de la oficialidad eclesiástica y política?, ¿qué culpa han de tener los
textos sagrados, voz de este Dios, si su interpretación se hace efectiva por obra de un
sentido? Aquí adquieren los movimientos de Sor Juana, la monja católica, la dimensión
deconstructora propia de quien propina golpes al interior mismo de un concepto, pues “la
un orden conceptual así como el orden no conceptual al cual él se articula” (Derrida, Firma,
reconocerse en él es el mal uso del concepto –así como la culpa no debe caer sobre el acero
sino sobre la mano que lo blande–, y si se visibilizan y ligan con fuerza a su estructura
144
Véase supra. Capítulo 1.
122
concibe como un juego de espejos –afición de Sor Juana que también se refleja en sus
poemas-retratos–, entonces es posible afirmar que la realidad y todo lo que con ella se
ser un reflejo de una pasión padecida145; el ojo humano percibe reflejos de un mundo que, a
lo mejor, es una fantasmagoría o son reflejos de un mundo ilusorio que está fuera de su
identidad propia; los Orbes sirven de espejo a la Beldad de Dios (Divino Narciso 26); el
arte mismo de biografiar es un trabajo con que se pretende dar una copia (¿fiel?, escrita) de
ese original carnal146; las obras literarias se conciben, a veces, como una imagen proyectada
de otras obras; los discursos construyen y reflejan (parcial, total o creativamente) una
Cada sociedad modela sus propios espejos ideales en que, imperativa, aunque
novohispano de ciudadano ideal en una sociedad en donde solo deben destacarse los hombres
católicos de raza blanca y las mujeres sumisas. En el caso de las monjas, basta con echar un
vistazo a las obras de Núñez de Miranda para entrever el modelo de monja ideal: dóciles,
145
Este retrato que ha hecho
copiar mi cariño ufano,
es sobrescribir la mano
lo que tiene dentro en el pecho […] (Décima #126 361).
146
Paz, en sus Trampas de la fe, tiene excelentes reflexiones sobre las suertes que han corrido las tentativas de
biografiar a Sor Juana: los que quieren reflejar en su imagen una devoción piadosa, un narcisismo enfermizo,
un primer gesto feminista, etc.
123
masculina147.
Esto indica que las convenciones sociales inciden con su luz en los procesos
privilegio divino-lumínico en el acto especular: “la luz del confesor es la luz del cielo […]”
(Núñez citado por Alatorre 613). Cuando la imagen propia proyectada sobre el espejo de ‘los
proyección de una monja novohispana, hija ilegítima, que descuella por sus conocimientos y
su publicidad.
barroco los distingue [al autor y su obra] y separa hasta el máximo” (Paz 369). Por tal
razón, la poesía de Sor Juana es tan solo un testimonio de esa tentativa en la construcción
defendido por sí misma como sujeto poético y religioso, favorecido por sus relaciones con
la corte virreinal148, legitimado por las mismas posibilidades del arte y la religión.
147
Véase El discurso de la espiritualidad dirigida: Antonio Núñez de Miranda, confesor de Sor Juana (D.
Bravo Arriaga) .
148
Respecto a esto, hay que anotar que, según Paz (637), las relaciones simbióticas entre el Trono y el Altar
se desestabilizaron en el siglo XVII, y dicha coyuntura favoreció la actividad letrada de Sor Juana. Además,
esta situación inestable puso los principios de la sociedad novohispana en condición de ser impugnados
(Moraña 45).
124
proporción, orden o transparencia alguna, sino monstruos del intelecto que escapan de la
censura y la agotan. Dice Paz que “los europeos [¿y los americanos?] de la Edad Barroca
contemplan el universo en el espejo de la analogía, que convierte a los seres y a las cosas en
tal forma los espejos, que conjuga transgresiva, aunque cautelosamente, los elementos
especulares que reflejan la autoridad (es decir, la expresión barroca como vehículo de ideas
que atienden a sus propias reclamaciones. En términos de la jerónima, ella juega con las
siniestras perspectivas barrocas que dan aparente ornato celebratorio a un cuerpo (monjil y
El Divino Narciso, participando del juego especular barroco, anuda con brillante
confundirse en una sola persona convertida en una impresionante reflexión teológica: Cristo
y Narciso.
sí mismo al autocontemplarse, pero que, en ese proceso, es a la vez otro: una ‘mismidad’
que al mismo tiempo es ‘otredad’, principio básico del cristianismo genuino que predica el
amor al prójimo como si se tratara de uno mismo (Mt 22, 39); es la elaboración barroca de
Dios mismo es su imagen y semejanza, aunque estas sean, en realidad, distintas a Él.
Parecería una osadía y una herejía querer parecerse a la Divinidad, o esperar que sea ella
misma quien aparezca reflejada en las aguas de la identidad de un creyente: pues lo curioso
es que, por su propia voluntad y Gracia, le fue concedido al género humano el mérito de
A un Sér Quebradizo
sus villancicos y letras sacras no radica per se en los elogios a María, la madre de Dios, o a
Santa Catarina. Desde luego, un elogio a la Virgen o a una santa venerada no puede
disgustar a las autoridades eclesiásticas, genera ruido, más bien, lo que sugiere: que María
es docta teóloga149 (¡sí hay, en el mito fundacional cristiano, una teóloga, bien olvidada
aunque siempre presente!) y que Santa Catarina es una mártir de la sabiduría; dos mujeres
asociadas a sus propios anhelos de encarnar (una en vida, otra en muerte) la Sabiduría. Sor
Juana establece en ellas, y otras más, sus propios modelos especulares dignos a imitar. Se
asientan sobre ellas contraventoras afirmaciones del género femenino: a la primera, docta
teóloga, se le encomendó encarnar al Redentor del mundo150, Verbo Divino, por cuyo
149
La Soberana Doctora
de las Escuelas divinas,
de que los Ángeles todos
deprenden sabiduría […] (Villancico #219 6).
150
La figura de María motiva en Sor Juana la deconstrucción de las personas marcadamente masculinas de la
Trinidad (Egan 327 passim). Una mirada en conjunto de los villancicos dedicados a la Virgen revela que, para
Sor Juana, la Madre de Dios ocupa un lugar preponderante e igualitario respecto al estatus de la Trinidad y su
plan de salvación. Marta Gallo analiza en el Divino Narciso con su respectiva loa el eventual desplazamiento
126
acontecimiento se erigió una administración patriarcal que hace correr a Sor Juana la
misma suerte de Santa Catarina en manos de paganos, por lo que reprocha: “¿por qué en mí
sería crear y recrear a Cristo– es trabajar la imagen de una imagen: cada relato bíblico
neotestamentario formula una imagen particular de Jesús que, a su vez, es imagen de Dios.
puede ser singularmente violenta contra quien es copiado, y es un recelo que Sor Juana
El problema radicaría en quien traza una copia en la que busca transmitir ideas específicas,
atribuyéndolas a ella: se trata de una tiranía en la que priman los intereses del
de un (¿falso?) Dios Padre (de las Semillas) por la instauración de una Fuente Madre claramente diferenciada
de su Hijo, desligado de la indistinción trinitaria (Masculino/Femenino: interrelaciones genéricas en 'El
Divino Narciso' de sor Juana 234). En su texto, Gallo argumenta que la Fuente y el Dios de las Semillas son
personajes de voz ausente; según ella, teniendo en cuenta que la loa ha anunciado como preámbulo una
traslación de lo falso (idolatría indígena) a lo verdadero (religión imperial) desarrollada en el auto, entonces el
silencio del Dios de las Semillas queda sustituido por el silencio de la Fuente (ibid.). En una especie de lectura
alegórica, habría en el auto componentes femeninos religiosos que desplazan a los masculinos (presentados en
la loa).
127
condolerse151.
Sin embargo, este casi que indescifrable esquema de muñecas rusas no es exclusivo
de las letras; en las relaciones de poder colonial, por ejemplo, también se evidencia la
misma dinámica y juega la misma lógica: el virrey (y, en realidad, todo el Nuevo Mundo,
acto creativo. La crítica literaria, institución que también ha padecido el despotismo del
espejos. Parte de ella nubló por un tiempo el valor literario de Sor Juana, considerándola un
como Góngora o Calderón152. Amado Nervo reprueba esta suerte que corrió la poesía de
poesía de Sor Juana, haciendo injustos y sesgados juicios sobre su obra (132).
151
Véase supra. Págs.76-77.
152
Margo Glantz, quien pone el ojo sobre los elogios a Sor Juana, afirma que en ella se pretendía reflejar una
imagen de varón en traje de hábito (incluyendo ciertos sectores de la crítica contemporánea, como Octavio
Paz) (Ciencia y experiencia en la querella de las mujeres: sor Juana 117).
128
Divino Narciso para considerarle como una obra apreciable sólo por ser un reflejo
emulativo de Calderón en el Nuevo Mundo. Si bien es cierto que debe a Calderón y a otros
espejos en 'El Divino Narciso', de Sor Juana Inés de la Cruz 337 passim), su ingenio
teológica única que ostenta los rigores de una mente brillante al servicio de unas demandas
específicas.
identidad cristiana, el ser cristiano, como parte integrante de sus reflexiones sobre la copia
haciéndola que cometa tales pecados […] (El Divino Narciso 37).
153
Eco hace de ángel caído. Recuérdese el mito: Luzbel se rebela contra Dios por envidia y soberbia, puesto
que el propósito de Él fue reflejar su rostro en su hijo Jesús –que es de naturaleza humana–, y no en él,
considerado el ángel más hermoso del cielo (esta es mi versión/visión del mito del ángel caído).
129
Dice San Pablo en una de sus cartas: “Y nosotros todos, con el rostro descubierto,
imagen con esplendor creciente” (2 Cor 3, 18, cursivas mías). El pecado como perturbación
del reflejo de Dios no sólo guarda un sentido inmediato moral (conducta humana desviada),
sino que tiene un trasfondo político, tanto en Sor Juana, como en San Pablo (a propósito de
la cita en cuestión): el agente perturbador (el pecado) funge también como una alegoría de
Ovejuela perdida,
de tu dueño olvidada,
¿Así me correspondes,
soberbia y engreída
La Iglesia, de naturaleza humana, dominada por la réproba Soberbia y distraída por los
Ecos engreídos de los príncipes de la fe, de juicio errado, concurriendo por las cisternas del
Viejo Testamento que dio muerte a Jesús, bebiendo de las aguas ensuciadas por la
maledicencia de Eco, tan poco correspondida con Cristo, su verdadero y legítimo dueño,
que impide que Sor Juana contemple y reproduzca el rostro de Cristo –partiendo de una
consideración del Divino Narciso como metapoesía–, así como la ley de Moisés
–mediadora entre Dios y los hombres– refleja mal, parcialmente o a medias el rostro de
Dios –argumenta el biblista Carlos Gil Arbiol (Pablo en el naciente cristianismo 75)–, a
diferencia de Cristo, “por cuyo hermoso rostro, como por un terso cristal, se estaban
fragmentaria y tardía de la fuente primaria, que es la fe en Cristo puesta por escrito en los
se entiende que este personaje, trabando relaciones íntimas con sus inseparables Amor
131
Propio y Soberbia, presente con nitidez el mal hábito adoptado por príncipes ortodoxos de
la Iglesia que se regocijan resueltamente en sus intereses individuales: son pastores del
consciente y conveniente:
Eco:
sólo dirigidas
ortodoxia. La envidia que despertaba Sor Juana por ser mujer era una realidad. Dicho
monja literata: Sor Juana sabe que quienes la rechazan, por poder y autoridad, pueden
ortodoxia, se habla en nombre de ella. Más nítida aún parecería la relación entre la perversa
Eco y los envidiosos detractores de Sor Juana, quienes no soportaban ver en “la cortapisa
de mujer”, defectuosa costilla del hombre, débil carne de la tentación, incapaz e indigna
creación servil, los méritos a los que ellos mismos no lograban alcanzar:
Eco:
132
mi injuria, porqué
ya que no posea
yo el Solio, no es bien
Siguiendo con el asunto, véase ahora lo que se lee en la dedicatoria que Sor Juana
escribe al editor del Segundo Volumen de sus obras: “[…] Y más cuando [mis versos]
llevan la disculpa de ser obra, no sólo de una mujer, en quien es dispensable cualquier
defecto, sino de quien nunca ha sabido cómo suena la viva voz de los maestros, ni ha
debido a los oídos sino a los ojos las especies de la Doctrina en el mudo magisterio de los
libros […]” (Glantz, Ciencia y experiencia en la querella de las mujeres: sor Juana 173,
cursivas mías). Sor Juana, como ilustra en el auto, desplaza la insuficiencia auditiva
característica del eco por el reflejo de la superficie muda marcada por la grafía de sus
libros. La monja no se conforma con la resonancia tardía del Eco de una doctrina
incuestionada que se transmite de voz a voz –de la cual el confesor es vector y garante–154,
154
En esta relación de confesor-monja figura el esquema formal de la Iglesia patriarcal: la Verdad la portan
los varones, arduos teólogos revestidos de autoridad; las mujeres deben resignarse a la doctrina transmitida
unilateralmente por su guía espiritual que debe cerciorarse de que la regla en sus pupilas se cumpla
cabalmente; cfr. Águeda Méndez, La palabra persuasiva: el poder de los confesores sobre las monjas. Las
monjas requieren de transmisión (¿oral?) de la disciplina a seguir, no de formación intelectual (sustentada casi
133
mujeres) de las visibles letras bíblicas que dan cristiano soporte a su actividad letrada.
también por la tradición bíblica: “A los que escogió [Dios] de antemano los destinó a
reproducir la imagen de su Hijo […]” (Rm 8, 29, cursivas mías)155. Ser cristiano radica en
establecer un vínculo con Jesús como si se tratase de una imagen reflejada en el corazón
mismo del creyente. Sin embargo, ya se vio cómo se erigió una institución autorizada que
No se debe perder de vista que abogar por relaciones ‘directas’, sin mediación, con
primitivo). De lo cual se sigue que puede resultar sospechosa cualquier expresión que aluda
ingratitud […] Bendito seáis vos, Señor, que no sólo no quisisteis en manos de otra
siempre escrituralmente) que las edifique hacia la Divinidad. En este caso, se espera que las monjas
reproduzcan en su quehacer cotidiano la imagen de sus confesores.
155
Llama la atención que la Biblia de Jerusalén traduzca así (1 Cor 11, 1): “Sed mis imitadores, como lo soy
de Cristo” (cursivas mías).
156
Véase infra. Nota 165.
134
que Sor Juana presenta en su auto las relaciones ontológicas, además de inmediatas, de
forma horizontal, tanto para la relación hombre-mujer (desde la loa hasta el auto): América-
Naturaleza Humana (que, a su vez, encarnan un encuentro equitativo de género) (La Fuente
hermafrodita en 'El Divino Narciso' de sor Juana 237-238). Cuán amenazantes resultan
como cristiana–, encuentran otro punto de conexión bíblica que también está enmarcada
dentro de la identidad cristiana como una relación reflexiva con Dios: “[La Sabiduría] es
reflejo de la luz eterna, espejo nítido de la actividad de Dios e imagen de su bondad” (Sab
otros ensayos 13) vierte la identidad propia en la configuración como sujeto social. Sor
Juana se mira en el espejo y encuentra una simetría legítima entre su vocación como mujer
intelectual y cristiana, travesía lograda por su pluma intrépida, con la cual se labra un
reflejo válido dentro del medio opresor que habita. Pero en el momento de proyectar su
imagen sobre su entorno social, se despiden sobre ella los rayos censores que distorsionan
su reflejo y los que emergen en el espejo de la identidad ideal cristiana son el arzobispo
157
Curioso apellido para estas reflexiones.
135
Aguiar y Seijas, el obispo poblano Manuel Fernández de Santa Cruz, su confesor Núñez de
Miranda, Manuel Serrano de Pereda, Francisco Ildefonso de Segura (Paz 356), Eróstrato
(Obras completas IV 669), y todos los demás faros de la represión, rostros visibles del
además, cual Eco, entre el reflejo de Sor Juana y la Divinidad, los preceptos organizadores
de la vida conventual: “Y porque en esta Regla os miréis como en espejo […]” (Regla de
las Jerónimas de 1707, citado por Bravo Arriaga en La excepción y la regla: una monja
Aún más, Eco (Umberto) expresa que ante el espejo no se debería hablar de
inversión sino de absoluta congruencia (16). En esta dirección, Sor Juana no hace lo
contrario (lo invertido) a lo que le han enseñado sus propios estudios sobre la tradición
cristiana y pagana, y sobre los textos bíblicos (siendo congruente con ellos), aunque sí lo
en sus censores sí se verifica una imagen invertida –como la cruz anticristiana– del
cristianismo genuino. Así, Sor Juana se vale de sus propias lumbres, tomadas de la
señalado, las imágenes de mujeres que se han destacado por su saber (Respuesta 460-462).
Al contrario de lo que indicaría la amonestación de Sor Filotea (C. De Sor Filotea 696), la
jerónima sí pintó una idea de las perfecciones divinas158 –Jesús, Flor bella en que se afïanza
158
Y, en realidad, cronológicamente, ya lo había hecho, pues El Divino Narciso (1688) –y otras obras
religiosas más en que se había ya pintado en retóricos colores las prendas divinas–, fue anterior al regaño de
Sor Filotea (1690).
136
Sabiduría, Consejo, Inteligencia, Ciencia (Divino Narciso 49)– y se aferró a ella agradecida
En su situación de monja, el material del que está hecho el espejo impuesto como
modelo ideal a reflejar es la suma de los libros de devoción y los manuales de confesión y
oración. No está permitido dudar frente a la imagen reflejada (que, seguramente, será la
figura del confesor y otros prelados doctrinarios): en caso de duda, esta debe ser conducida
hábilmente por un varón instruido hacia la norma preestablecida. Para una monja como Sor
Juana, “la estética de los espejos es […] también una filosofía y una moral […] la imagen
del espejo se transforma en objeto de conocimiento” (Paz 123). Por ello, la duda frente a la
una admirable autoformación subjetiva e intelectual: así lo prueban las obras aquí
estudiadas.
barroco” (Paz 79), se concluye que la figura carnal de Sor Juana se desvanece en el reflejo
de las aguas cristianas de la poesía: la fractura del espejo contextual represor que se
rev(b)ela incapaz de devolver una imagen ideal de Sor Juana (silenciada, ignorante, sumisa)
se convierte en el detonante epistémico con que la monja construye sus contornos poéticos,
reluciendo así los doctos y cristianos rayos del albedrío femenino, transfigurándose a sí
Resulta evidente, llegado a este punto, que el Divino Narciso ratifica que el ser
cristiano tiene por implicación reflejar a Dios como Sabiduría: “¿No es Dios como suma
bondad, suma sabiduría? Pues, ¿por qué le ha de ser más acepta la ignorancia que la
ciencia?” (C. de Monterrey 290). Sor Juana no sólo pretende legitimar su quehacer
137
inclinación motivada por Dios (ibid.), sino que censura, a su vez, el privilegio de estos
¿Quién los ha prohibido a las mujeres? ¿No tienen alma racional como los hombres?
¿Pues por qué no gozará el privilegio de la ilustración de las letras con ellas? ¿No es
Emerge aquí otro punto de contacto retórico con Pablo159 que demuestra que el
proyecto político y la configuración de Sor Juana como religiosa están alentados en lecturas
atentas de sus cartas auténticas160: “Ya no se distinguen judío y griego, esclavo y libre,
hombre y mujer, porque todos ustedes son uno con Cristo Jesús” (Gál 3, 28). Precisamente,
Sor Juana se apoya en el corpus auténticamente paulino para abrirse espacios sociales
mismo corpus161, para desnudar así las falacias discursivas asentadas sobre él. No resulta
159
Recuérdese que algunas cartas fueron escritas en nombre de Pablo, mas no por él. Esta distinción, que no
se le escapa a Sor Juana, es significativa, ya que la teología de las cartas pseudopaulinas distan, a veces
gravemente, de la teología auténticamente paulina. Véase supra. Apartado 1.4.1.
160
San Jerónimo, su patrono, era un asiduo lector de Pablo, ratifica el docente Elio Vélez Marquina (Sor
Juana Inés de la Cruz y la nueva ortodoxia del saber: acerca de la educación femenina en el debate sobre la
'Carta atenagórica' 630).
161
Era de esperarse que resultaran temibles para un orden colonial tales destrucciones de relaciones de poder
verticales y falocéntricas; era de esperarse tan airado propósito de Eco por empañar el reflejo de Narciso. Eco,
robusto aparato hermenéutico ortodoxo que envenena interpretaciones acertadas.
138
de San Pablo en lo que se refiere al silencio al que deben estar relegadas las mujeres. De
esta alusión importa resaltar que Sor Juana, en uno de sus acostumbrados gestos dobles,
desbarata la manipulación malintencionada de los textos bíblicos: no sólo afirma que hay
que poseer un amplio conocimiento “para saber sobre qué caen y a qué aluden algunas
locuciones de las divinas letras” (Respueta 466) sino que, incluso, si se insiste en traer a
colación a Pablo, hay que precisar de qué Pablo se trata, para así no caer en un
despropósito, puesto que Pablo no hay sólo uno. Parte de un contacto genuino con la
Divinidad reside en tener los conocimientos adecuados para hacer de dicho reflejo un
conoce:
Observa Susana Zanetti que Sor Juana, como sujeto femenino religioso, “interviene
en la lucha por el poder interpretativo” (Estudio preliminar 10) en el que sólo debería
primar Cristo, definido por los teólogos Rafael Aguirre y Antonio Rodríguez como
los Apóstoles 69): “[…] he buscado muy de propósito cuál sea el daño que puedan tener
[mis versos], y no le he hallado: antes sí los veo aplaudidos en las bocas de las Sibilinas;
162
Como ya se ha dicho: no es posible encontrar en Cristo una expresión contra las mujeres, mucho menos
contra su actividad letrada.
139
Es así como Sor Juana concluye implícitamente que a las mujeres no sólo les es
lícito el estudio de las sagradas letras –“pues si así quería el Santo [Jerónimo] que se
educase una niña que apenas empezaba a hablar [nieta de su compañera Santa Paula] ¿qué
querrá en sus monjas y en sus hijas espirituales?” (464)–, sino utilísimo y necesario aún
más en las monjas (469), reafirmando a su vez y ostensiblemente que ella, mujer y monja,
además de poseer amplio conocimiento para saber sobre qué caen y a qué aluden los textos
eruditas) del carácter legítimo de su trayectoria intelectual, aunque algunos la persigan por
‘usurparles los aplausos’ (453)163. Versos como los del Divino Narciso (especialmente los
que le siguen al 819), son el reflejo de una mente femenina ilustrada que tiene dominio
sobre la exégesis bíblica. Es el modo en que Sor Juana prepara el terreno para consolidar
conciencia históricas.
desde perspectivas teológicas tradicionales164. Cuando indaga sobre las locuciones de Pablo
y sugiere precisar con conocimientos la intencionalidad de los textos, Sor Juana rechaza
resignificación de los textos sino a los que se someten al gobierno de esa interpretación
163
Véase supra. Nota 98.
164
Para una diferencia más precisa entre teología moderna y clásica (o tradicional), véase el texto del
hermeneuta José María Siciliani Barraza (Hermenéutica teológico-narrativa. La fe cristiana como una
historia). Este magnífico artículo anima, entre otras cosas, a consolidar los lenguajes de Dios (narración,
poesía) como un componente imprescindible en la construcción de identidad cristiana y en el enriquecimiento
del saber teológico.
140
temporales precisas.
oráculo divino y aprecian sus palabras como dictadas del espíritu Santo […], C. de
pulsos de erudición sagrada con su confesor165 y sus detractores, Sor Juana se abre paso
únicamente por la Gracia. Reflejo genuino en que se entremeten las instigaciones de los
Humana:
entre mí y Él interpuestos,
165
En la España del siglo XVI al XVIII algunas mujeres fueron perseguidas, procesadas y castigadas como
herejes por rechazar la autoridad de sus confesores, porque pretendían deber su edificación personal a nadie
más que a Cristo. Sus castigos, informa Claire Guilhem, incluían torturas, escarnios públicos, confinamiento,
destierro, entre otros (La inquisición y la devaluación del verbo femenino 191).
166
Como indica el regaño de Sor Filotea a Sor Juana: “Y si como V. md. dice en su carta [Atenagórica], quien
más ha recibido de Dios está más obligado a la correspondencia, temo se halle V. md. alcanzada en la cuenta
[…]” (C. de Sor Filotea 694).
141
Pierre Legendre nota en la figura del confesor un eco en dos sentidos: “eco de la
Palabra Divina y de la humana, que a través suyo se eleva y legitima” (citado por Moraña
148). Sabe bien Sor Juana, empero, que el engorroso ruido de la reprensión no interfiere en
las luces evangélicas de la verdad a favor de su propia proyección especular; así lo declara
De esta manera Sor Juana plantea, nuevamente, una relación antagónica entre el eco
auditivo y el eco o reflejo visual, en la que debe prevalecer este último. Dos sensorialidades
en conflicto, cada una asociada a una vertiente en disputa: por un lado, el ruido de la
autoridad que amonesta, que apela al oído y azuza el acatamiento de una orden que, de no
cumplirse, le genera ruido con el Santo Oficio (esto, relacionado a la exterioridad del
sujeto); por otro, el silencio de una imagen divina reflejada, cabeza suprema de la
Esta pugna de fuerzas que luchan por reflejarse con vigor (la imagen propia, la del
sosegado silencio de los libros en tanto aprendizaje individual (446); el choque entre la
concedida por la Divinidad para interpretar (con conciencia histórica) textos divinos y
cristianismo una especie de idolatría en que se venera un ídolo lingüístico (las Escrituras)
sin historicidad en perjuicio del redimido (por Cristo) género humano; y, por último, la
167
Aunque los siguientes versos son dirigidos a Lisi, debe tenerse en cuenta que Sor Juana la caracteriza
como una divinidad, lo cual resulta pertinente para lo aquí planteado:
[…] ¿quién pudiera mirarte,
si no es estando pintada? (Redondilla #89 312).
168
Cfr. Grossi 297.
169
El disgusto es patente en su Romance de la hidropesía:
Para todo se halla prueba
y razón en que fundarlo;
y no hay razón para nada
de haber razón para tanto (Romance #2 10).
170
Sor Juana, en nada menos que su más representativo documento teológico, faculta al entendimiento
humano, potencia libre, el discernimiento de lo que es o no verdadero; lo cual representa un contundente
golpe contra la fe institucionalizada convertida en dogma como único criterio y mediación de veracidad; dice:
“[…] el entendimiento humano, potencia libre y que asiente o disiente necesario a lo que juzga ser o no ser
verdad […]” (Carta Atenagórica 413).
143
La virtud y la costumbre
La virtud –cualidad personal– es subsumida por las convenciones culturales, es decir, por
las costumbres, que la moldean. La virtud compete a la relación de Sor Juana con Dios,
Alberto Tenenti confirma que el uso ideológico de las doctrinas de naturaleza religiosa se
Así las cosas, fundamentarse en una figura como Pablo direcciona de forma efectiva
la des-sedimentación emprendida por Sor Juana: apunta hacia la base y origen del aparato
institucional eclesiástico, puesto que Pablo es, ante todo, la figura del primer cristiano en
ello. Volver la mirada sobre Pablo es revisar la primitiva agenda institucional eclesial y
144
se volvió necia y de juicio errado por obra de los Ecos especulares al servicio de intereses
patriarcales.
actividad letrada en la gentilidad, es la misma que olvida que Pablo, El apóstol de los
gentiles, abogó por la inclusión de éstos en el proyecto cristiano, quienes terminaron por
ser, quizás, el gran foco del cristianismo primitivo; no por nada la Naturaleza Humana
la Gentilidad conozca,
Christiana que el estudio de los autores paganos es provechoso para el estudio de las
Escrituras (citado por Urbán 260). Apercibirse de estos arbitrarios olvidos le permite a Sor
sentidos: por un lado, reflejo en que se vislumbran los bienes morales ofrecidos por ciertos
Naturaleza Humana:
Armar un discurso identitario que refleje los postulados básicos del apóstol de los gentiles
Gentilidad promovida por Pablo con miras a la construcción de un vehículo plausible que
albergada por Sor Juana en su configuración como sujeto religioso es la teología de la cruz.
171
Esto parecería una respuesta directa e irrebatible a las recomendaciones antiprofanas de Núñez, quien no
concilia la “mundanidad” gentil con la perfección cristiana: “¿cómo pensará en la Pasión de Cristo, en la
pureza de su Madre, en la eternidad de la otra vida, una cabeza llena de locuras de Don Belianís […] o las
torpes ternuras de Angélica y Medoro […] o las volantes delicias de las fábulas, Venus, Marte, etc.?” (citado
por Alatorre 615).
146
y todas las connotaciones que ella sugiere, como, por ejemplo: los martirios y
persecuciones que Jesús tuvo que padecer, el significado político de su muerte, entre otros.
“[…] no hay lugar o acontecimiento que refleje mejor la verdad de Dios que […] el
Crucificado” (Gil Arbiol 76, cursivas mías). A los estudios de Asunción Lavrin se debe que
sea posible determinar que la identificación con Cristo y su cruz fue uno de los
Margo Glantz añade: “el esquema primordial de imitación [en el discurso hagiográfico]
–que arquitectura sus vidas [la de los santos]– es la Pasión de Cristo, el verdadero modelo
Ser cristiano –y más aún: religioso–, es imitar a Cristo –sigue la cuestión especular,
persecuciones, que se entienden aquí como las consecuencias que paga aquel que sobresale
en sabiduría: “[…] cabeza que es erario de sabiduría no espere otra corona que de espinas
¿Cuál guirnalda espera la sabiduría humana si ve la que obtuvo la divina [la corona de
espinas]?” (Respuesta 454). De hecho, temáticamente, parte del Divino Narciso está
anclada en esta dimensión teológica del dolor de Cristo: la tragedia de un Dios que se
enamora de su reflejo humano y se sumerge en su propia muerte para salvar la distancia que
Narciso:
172
Fineza de Cristo expuesta y defendida por Sor Juana en la Carta Atenagórica.
147
Música y Narciso:
Sor Juana recurre a una estrategia retórica magistral con la que refugia y ampara su
configurando su subjetividad en las persecuciones de Cristo por ser sabio, deja sin
fundamento argumental a sus detractores, les despoja de los pretextos con que la
razón, de nuevo173, a Sor Juana en ser una gran y legítima personalidad cristiana; acusar a
Sor Juana, así como los fariseos imputaron a Cristo, o como los verdugos de la ignorancia
cristiana dieron muerte a Santa Catarina, “no parece de hombres doctos” (Respuesta 454),
pues esto refleja una iracundia en nada acorde a la nobleza del Divino Narciso, y sí más
Sor Juana vira el ángulo reflectivo de la censura sobre los enemigos de Cristo de tal
forma que logra que sus siluetas terminen siendo congruentes con las de los suyos. Sobre el
cristal de las mentiras a las que recurrieron los fariseos para culpar a Cristo de algo que
173
Véase supra. Pág. 90.
148
provocara su muerte (ibid.) aparece el falseamiento de la exégesis bíblica de los que buscan
quedan regodeándose en el Eco de una falsa sabiduría ortodoxa, reflejo más bien de sus
propios intereses, y Sor Juana acude al llamado de la Voz Original, posterior Imagen pura
especie de martirio donde yo era el mártir y me era el verdugo!”, Respuesta 452) que se
sufrimiento que refleja, como ningún otro espejo, el más fehaciente testimonio de fe y de
filosofía (de amor a la sabiduría): “el conocimiento es una transgresión cometida por un
héroe solitario que luego será castigado. Este castigo es, paradójicamente […] su gloria”
(Paz 124).
especular. ¿Qué han de recriminarle si está padeciendo como Cristo?, ¿qué mejores
manifestaciones de espíritu cristiano que el martirio que ellos mismos le provocan?, ¿qué
tormento más excelso para demostrar su fe que querer acercarse a la Sabiduría sea
semejante a aproximarse al fuego de la persecución (Respuesta 458)? Dice Gil Arbiol: “La
distracciones, dice Pablo, se puede convertir, él mismo, en un espejo similar” (76). ¿Acaso
no se vislumbra el temor de Eco (la ortodoxia cristiana, imperial y hasta literaria) por que la
174
Misma suerte que corrió Cristo, cuya resurrección es la paradoja de sus asesinos: inhabilitar todo el sistema
que le dio muerte. Véase supra. Apartado 1.2.
149
Décima Musa, por obra de la Gracia, se convirtiera en un espejo a través del cual un
reflejado?:
Eco:
Planteado de otro modo, quién tuviera la dicha patriarcal de empañar la vida y obra de Sor
Juana para que en ella no se modele un –ya consolidado– reflejo de virtudes cristianas
digno de emular.
Lo expuesto hasta ahora conduce a concluir que se diluye en Sor Juana el modelo de
‘monja ideal’ en aras al de ‘cristiano ideal’: la ruta debe conducir a Cristo, no al confesor ni
imperativo de hacer a un lado los perturbadores Ecos para lograr imitar, sin velos, a un
en la Respuesta, como el arquetipo fundante del sabio martirizado: “[…] siendo Cristo,
como rey de ella [de la sabiduría], quien estrenó la corona [de espinas], porque santificada
en sus sienes, se quite el horror a los otros sabios y entiendan que no han de aspirar a otro
Por otra parte, cuando Sor Juana cuestiona el privilegio masculino sobre el
conocimiento, e incluso sobre la gloria y la gracia (mencionado ya), recuerda a otro asiduo
eclesial a través de Pablo176(nótense los puntos de contacto con Sor Juana): la Gracia es
Naturaleza Humana; la fuente primaria del cristiano debe ser el texto bíblico179, sin la
enturbiarlo–; la muerte de Cristo es, ante todo, liberadora, especialmente si del yugo de la
175
Una de las banderas de la Reforma luterana fue volver la mirada sobre la ya mencionada teología de la
cruz, puesto que los lujos desproporcionados de la Iglesia encontraban fundamento en el esplendor
embriagante y deslumbrante de la teología de la resurrección de Cristo (Lutero: la Teología de la Cruz
[web]). De modo que afiliarse a la (miserable y humilde) teología de la cruz puede ser visto como un
peligroso cuestionamiento hacia el enriquecido poder oficial.
176
Las bases de la Reforma son, ante todo, paulinas, explica el protestante Juan Stam (Protestante Digital).
177
Pues, como sostiene en su Romance 19:
Mal se acreditan deidades
con la paga […] (79).
178
Defensora, además, ante las amenazas de los Ecos perturbadores/mediadores de sus superiores:
Gracia:
[…] yo estaré
a su lado, en su defensa;
y estando con ella yo,
no es fácil que tú la venzas (89).
179
Gracia convida a la Naturaleza Humana:
[…] llega a la Fuente sagrada
de cristalinas corrientes,
de quien yo he sido la Guarda (El Divino Narciso 54).
180
Una de las razones por las cuales Pablo pretende desplazar la ley judía por la fe en Cristo es por la
inoperancia de aquella, que incurre, además, en inaceptables injusticias (Gál 3, 21). Y dice la jerónima, en
protesta de mandatos ineficaces:
Mas ya tu precepto grave
rompe mi silencio mudo
[…] que si es mala mi obediencia,
no fue justo tu mandato (Redondilla #91 319).
151
católica–: volver a Pablo es, en últimas, evidenciar frente a la hegemonía católica que su
heterodoxia liberadora) impugnó frente a la ley judía aliada al poder imperial –lo que,
corresponde argumentativamente con él: la sangre redentora de Cristo, derramada por las
auto: prevalecen las aguas contaminadas por la ponzoña de Eco y sus aliados
¿Se entiende la pertinencia de este auto sacramental, obra religiosa, compuesta casi
sectores desde los cuales la acusan, entre otras cosas, de no dedicarse a la escritura
dicho hostigamiento.
rotundas sobre cómo se concibe el género humano y las relaciones que este establece con la
152
Divinidad181. Así, pues, esbozar la idea de un Dios que se asoma a las aguas y ve en ella a
basada en una reflexión especular que desacredita la imagen de un Dios terrible y vertical
que no quiere, extrañamente, que su imagen y semejanza explote los dones a ella
confiados182.
Desarticular una noción de Dios al erigir una idea renovadora y coherente que
desestima y desplaza el aparato de mediación hermenéutica dominado por los varones deja
sin soporte discursivo al acorralamiento en que se ve la monja. Más apremiante aún es esto,
cuando se entrevé en algunos de sus versos que sus padecimientos eran también una
cuestión vital; en su Romance 2, se denota una sufrida angustia por su pasión intelectual:
181
En ningún sentido será ingenuo el razonamiento teológico que defiende Sor Juana en su Carta Atenagórica
respecto al libre albedrío: “[…] Dios dio al hombre libre albedrío, con que puede querer y no querer obrar
bien o mal, sin que para esto pueda padecer violencia, porque es homenaje que Dios le hizo y carta de libertad
auténtica que le otorgó” (431). Concebir la acción humana como autonomía otorgada por Dios concede
dignidad en doble dirección: al ser humano, puesto que no ha de considerársele marioneta de un Dios
caprichoso; y a Dios mismo, concebido como una Providencia de dones que dispensa la libertad para hacer
uso de ellos. Esta noción habilita en Sor Juana la articulación de un discurso propio, blindado por el principio
teológico del libre albedrío. Esta idea de libertad está claramente aniquilada en el cuerpo doctrinal de su
confesor: “[…] no quedar en nada suya [en su posesión], ni aun en el albedrío” (citado por Alatorre 612). Es
una gesta heroica, entonces, refutar tan frontalmente un presupuesto de sometimiento de la voluntad a una
dignidad eclesiástica superior a la monjil.
182
En la Carta Atenagórica Sor Juana continúa y apoya la imagen de un Dios que se complace con el cuidado
del amor propio: “¡Oh primor del Divino Amor: decir que es honor suyo lo que es provecho nuestro!” (432); y
si ha de ser provecho y bien para Sor Juana el cultivo de las letras, el cielo goza con un alma que explota las
virtudes que se le han encomendado, pues no quiere mujeres ignorantes quien racionales las hizo. Se
desintegra la imagen de un Dios que se gratifica con sacrificios, inmolaciones o tribulaciones humanas; léase
lo que dice Dios en pluma de Sor Juana: “Yo no he de menester vuestros sacrificios, ni vuestros holocaustos”
(ibid.), como la idea que transmiten, al contrario, los censores a la jerónima. Fíjese la atención sobre el
contraste, se lee en Núñez de Miranda: “Habéis de criar y engrosar y regalar las pingües reses de vuestros
talentos y prendas, para degollarlas con el cuchillo de la Mortificación […] en el tempo de la Obediencia”
(citado por Alatorre 614). De esta suerte, si se atiende a las propuestas de la Atenagórica, como bien sugiere
(aunque con distintos argumentos) Elías Trabulse (El silencio final de Sor Juana), se distingue en la carta otro
objetivo a impugnar: el padre Núñez.
153
si a la multitud se sigue
el malogro de abortarlos?
De modo que el desdoblamiento reflexivo de Sor Juana en las figuras sobre las que
se funda la autoridad que tanto la persigue y la induce al silencio manifiesta una paradoja
que vulnera la arbitrariedad e improcedencia con que los sectores dominantes de la Iglesia
ejercen su poder y control sobre los sujetos que pertenecen (y no) a ella. Haber empujado a
Sor Juana a las márgenes de las márgenes no impidió que el Fénix de México urdiera,
ingeniosamente, las tretas desde su debilidad, lugar al que estaba relegada por condiciones
históricas (Ludmer).
público –no sólo por saber más de la cuenta, sino porque expuso en la propia cara de sus
enemigos la maldad de sus acciones (Jn 7, 7)–, y al igual que el mítico Fénix183, renació
para consagrarse definitivamente como una monja docta inspirada por la Divinidad,
183
Sometida al crisol del tormento (Respuesta 458), abrasada en el fuego de la persecución, vuelta ceniza en
la hoguera de su tintero, muerta y revivida a los antojos de su pluma (Romance #49 207), esclava
transfigurada en reina (Romance #16 70), astro vencedor (cfr. Romance #7 43).
154
particularmente anticlerical.
155
CONCLUSIONES
la enunciación explícita lo que tenía por decir sobre Sor Juana. Quizá más minúscula sea
esta reflexión en medio de tan inmensa constelación que se ocupa críticamente de la obra
de la monja. A un trozo de ella agradezco ser alimento crítico y teórico para lo aquí
planteado.
Este camino al encuentro con Sor Juana también fue acompañado por los
quien debo haber conocido a la Décima Musa, también sostienen esta armazón, así como la
Ahora bien, tras haber escudriñado la naturaleza y composición de las cenizas del
Fénix de México (tradición cristiana misógina apelmazada en el contexto virreinal del siglo
XVII), y luego de haber establecido la filiación deconstructiva verificable entre Sor Juana y
que Sor Juana se reapropió de ciertos componentes cenicientos (escritura –desde las
márgenes–, teología –vedada a las mujeres–) para resurgir de sus despojos acusadores
Dicho sea de paso, que el interés con que se han abordado las obras aquí estudiadas
donde la vocación intelectual es revestida de carisma cristiano. Según las retóricas aquí
estudiadas, lo que Sor Juana presenta insistentemente como macroargumento en sus obras
No interesa, por tanto, identificar a una Sor Juana que piensa como laica, secular o
mujer salida de la regla que riñe absolutamente con la religión, sino reconocer en ella el
moderada de los dos lados de la misma luna que la componen: intelectualidad y religión,
paganismo y cristianismo. Por consiguiente, se descarta apreciar a Sor Juana como una
Debido a que el centro de atención de este trabajo se fijó, precisamente, sobre los
puentes que Sor Juana tendió entre gentilidad y catolicismo, hábito religioso cristiano y
profesión intelectual, la selección de obras fue la aquí dada. Versos, prosa, romances,
sonetos, auto sacramental, género epistolar, todos ellos registros discursivos atravesados
Pero, en esta línea, queda por atenderse la riqueza teológica de su obra sagrada: los
dos autos sacramentales restantes (El mártir del Sacramento, San Hermenegildo, El cetro
de José) y el conjunto de villancicos (Tomo II Obras completas). Ha de intuirse que allí Sor
dominantes.
Afirmar sobre la Divinidad tiene una implicación inmediata, esto es, afirmarse,
como género humano ante la Divinidad. Esta determinación –que acarrea implicaciones
sobre la política, la vida de los sujetos, las dinámicas sociales y hasta económicas– que se
manifiesta a través de cuerpos legales concretos, no se le escapa a Sor Juana. Sabe muy
bien la jerónima que las disquisiciones teológicas no son inofensivas. Como se vio, ella,
interpelada desde su sexo, opta a veces por designaciones de género gramatical femenino
para referirse a Dios: Divinidad, Sabiduría, Fuente (aunque esta pueda ser interpretada
como la Virgen María en el Divino Narciso, no deja de ser curioso que sean ella y su
Divino hijo Narciso las únicas presencias divinas en el auto). “Es evidente que para sor
Que Jesús llame Padre a Dios no significa, en ningún sentido, que él esté asociando
de manera indisoluble un carácter masculino a Dios, o que esté naturalizando a Dios una
Dios como personaje literario y la experiencia personal o colectiva de Dios como presencia
158
en la vida y psiquis del creyente, que brota de un encuentro íntimo con Él, y que bien puede
Así, pues, no debe desatenderse que cada uno de los autores bíblicos del Nuevo
particulares que reflejan en sus escritos184, los cuales son también producto de su realidad
histórica. Lo anterior debe alentar lecturas críticas de los textos sagrados, porque, como se
ve tal cual escrito, antes de ser sagrados, son textos, y la dimensión sacra con que se
revisten los textos canónicos no debe condicionar o limitar su lectura. Dentro de esta
creación poética-teológica de Sor Juana con el arrojo propio de una mujer que se ve
trayectoria imperante: ‘Allá, en ese camino trazado por nosotras, arrasado por esta senda en
que transitamos a ritmo de hombres, marchamos las mujeres con la pluma y el intelecto en
alto’. La particularidad interesante de estas disputas libradas por Sor Juana, acorde a los
intereses de este trabajo, es que tales defensas contra el poder eclesial no se valen de
interpretativamente controlado.
que, junto a Sor Juana, levantaron su pluma contra las restricciones intelectuales del orden
184
A los que, por supuesto, se les pueden encontrar puntos de contacto. Por breve ejemplo, nótese la
coincidencia de los cuatro evangelios canónicos al mostrar a Jesús como hijo predilecto de Dios (Mt 3, 17;
Mc 1, 11; Lc 3, 22; Jn 1, 34).
159
resulta fascinante el modo en que sus retóricas nadan a contracorriente para llegar a Él, su
destino legitimador.
Una lucha como la de Sor Juana apunta a un trasfondo revelador: lo que está en
nueva ruta de análisis por explorar en distintas poesías resistentes y combativas: ¿quiénes
Siciliani Barraza con precisión: “con la encarnación lo humano se ha vuelto el lugar del
encuentro con Dios. Con la encarnación toda persona puede llegar a ser una historia
humana que posibilita la encarnación de lo divino?, ¿de qué forma la poesía, el más excelso
testimonio de estas guerras espirituales, entra a disputar este orden de cosas y crea
La paradoja en la que caen las fuerzas de acción opresoras es que estas motivan sus
colonial, de tenaz marca cristiana-eclesial, se vislumbran las tensiones entre sujetos que
bregan por la auténtica presencia de Dios en desfavorables órdenes sociales: es el caso Fray
Bartolomé de las Casas y su prole antiesclavista, de los jesuitas Alonso de Sandoval, Pedro
experiencia cristiana de fe es histórica, del mismo modo en que Dios (y su voz en las
160
Escrituras) es un producto histórico: será eterno, pero no indiferente a un pueblo que sufre
los procesos de la historia. De este modo, los presupuestos con que se entiende (o se busca
entender) la fe, también cambian: los crucificados de cada momento de la historia son
distintos (aunque unidos bajo una misma bendición), unas veces es un judío transgresor,
otras, una monja jerónima con la avidez intelectual típica de una sierva de la Sabiduría o
terminó muerto en cruz). Hoy los rechazados son otros: homosexuales, mujeres que
abortan, divorciados, personas que empuñaron las armas, delincuentes, y una larga lista de
indeseados ‘pecadores’.
institucional está siempre presente mientras este exista. Poesía de resistencia católica (¡sea
favorable de atropellos, desde tiempos anteriores a Sor Juana hasta nuestros días.
161
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