Modestia Es Más Que Vestimenta - Patricia Namnún
Modestia Es Más Que Vestimenta - Patricia Namnún
Modestia Es Más Que Vestimenta - Patricia Namnún
“Que el adorno de ustedes no sea el externo: peinados ostentosos, joyas de oro o vestidos
lujosos, sino que sea lo que procede de lo íntimo del corazón, con el adorno incorruptible
de un espíritu tierno y sereno, lo cual es precioso delante de Dios”, 1 Pedro 3:3-4.
Podemos notar algo importante en el pasaje anterior. El apóstol Pedro nos exhorta a que
nuestro adorno sea aquello que sale de nuestro corazón. El problema en la falta de
modestia no es primordialmente un problema del guardaropa: es un problema del corazón.
“Porque de adentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos,
fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, avaricias, maldades, engaños, sensualidad,
envidia, calumnia, orgullo e insensatez. Todas estas maldades de adentro salen, y
contaminan al hombre”.
Ahora bien, la condición de mi corazón será reflejada externamente de una manera u otra,
y con asuntos de modestia hay varias áreas a tomar en cuenta:
Tu manera de vestir
Nuestro llamado como hijas de Dios es glorificarle en todo lo que hagamos (1 Co. 10:31),
y esto incluye nuestra vestimenta. Debemos procurar que nuestra manera de vestir no sea
provocativa y sensual. Si somos honestas, en muchos de los casos estamos conscientes
de cuándo estamos vistiéndonos de una manera inapropiada.
Tu manera de hablar
Otra de las formas en las que podemos evidenciar falta de modestia en nuestro corazón
es a través de nuestras palabras.
En relación a esto, la Palabra nos exhorta de la siguiente manera: “No salga de vuestra
boca ninguna palabra mala, sino sólo la que sea buena para edificación, según la
necesidad del momento, para que imparta gracia a los que escuchan”, Efesios 4:29.
Que nuestras palabras sirvan para edificar y no para seducir; que impartan gracia a
quienes escuchan.
Tu manera de actuar
Muchas veces obviamos este aspecto, pero es importante que tengamos en cuenta que no
solo podemos ser inmodestas con nuestra vestimenta y con nuestras palabras sino también
con nuestras acciones y aun con nuestros gestos. No siempre necesitamos palabras para
expresar aquello que deseamos o sentimos: nuestro comportamiento y aun nuestras
miradas pueden expresar mucho más de lo que imaginamos.
Hace un tiempo estaba cerca de alguien que leía algo en una página de internet y el
artículo tenía una fotografía de una mujer que estaba totalmente cubierta y su vestimenta
no estaba ajustada, pero algo llamó mi atención… Esta mujer con una vestimenta
totalmente decente tenía una mirada que pudiera haberse considerado provocativa. Su
ropa no llamaba la atención de manera sensual, pero su rostro sí lo hacía.
- Confiesa tu pecado delante de Dios: “Si confesamos nuestros pecados, El es fiel y justo
para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad”, 1 Juan 1:9. Lo primero
que necesitamos hacer es ir a nuestro fiel y justo Dios en honestidad y arrepentimiento en busca de su
perdón.
- Identifica las formas específicas en las que este pecado está siendo manifestado en tu
vida.
- Comprométete delante de Dios a hacer los cambios que sean necesarios. “¡Cuán
bienaventurados son los de camino perfecto, los que andan en la ley del SEÑOR!”, Salmo
119:1.
- Identifica a una mujer madura en la fe a la que puedas rendirle cuentas de esta área
de pecado en tu vida. “Más valen dos que uno solo, pues tienen mejor pago por su trabajo.
Porque si uno de ellos cae, el otro levantará a su compañero; Pero ¡ay del que cae cuando
no hay otro que lo levante”, Eclesiastés 4:9.
- Glorifica a Dios a través de la modestia de tu corazón. “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”,
Filipenses 4:13.