Huayna Capac

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Enfrentamientos en el norte e indicios de

decadencia[editar]
Preparados para la campaña al extremo norte del Tahuantinsuyo, en el año 1513 se dirigió
con lo más selecto de sus tropas, contando entre ellas con la colaboración de dos de sus
hijos: Ninan Cuyuchi, un hábil guerrero, y un joven pero experimentado Atahualpa. En
el Cusco quedarían Huascar y los pequeños Manco Inca y Paullu Inca.
Llegados a su natal y lejana Tumibamba, se levantó el palacio Mullu Cancha, en el cual se
ubicaría una estatua de oro de su madre Mama Ocllo, que se dejaría al cuidado de la
nación cañari. También se construyó la Casa del Sol y la de Ticci Viracocha Pachacama.
Finalmente arribaría a Quito, desde donde despacharía emisarios para ordenar el
sometimiento pacífico de los rebeldes, obteniendo una respuesta hostil. Es aquí que,
reunido el Alto Mando, se decide lanzar una campaña en la región de los Pastos (Pats
Awá o "gente escorpión"), en el sur de la actual Colombia, para lo cual se designan
capitanes del Collasuyo, quienes afirmaban ser los más capaces para combatir en
regiones como esa.
Aparentemente, la afirmación resultó cierta, puesto que la victoria fue sumamente sencilla.
Inmediatamente, a la llegada de la noche se dispuso una celebración entre los soldados
triunfantes y fue en ese momento que el verdadero ejército de los Pastos cayó sobre los
confiados incas, destrozándolos casi por completo. Los pocos que salvaron la vida se
fueron replegando hasta que la guardia de los Orejones (que había quedado rezagada)
logró defender la retirada. Se dice que aquí se lucieron tanto Ninan
Cuyochi como Atahualpa.
Conocedor de los hechos, Huayna Capac decidió enviar esta vez al grueso de su ejército,
el cual sin problemas dominó la situación y produjo gran mortandad entre los Pastos, no
salvándose ni mujeres ni niños. Dado que era época de lluvias, se replegaron todos a
Tumibamba no sin antes haber dejado tropas y representantes en la región.
Previo llamado de refuerzos, se dispuso el ataque a la región de los caranguis. La
rendición de la primera fortaleza se logró con muchos apuros. Acto seguido, la mirada se
dirigió al reducto principal de los caranguis, en pleno corazón de sus dominios, que estaba
defendido no solo por los naturales, sino también por otabalos y cayambis, que les
prestaban apoyo. Justamente para evitar más adhesiones a estos, Huayna Capac ordenó
que sus principales jefes vayan por los alrededores anunciando que el Inca iba a tomar
represalias contra la nación que apoyara de una forma u otra a los sitiados.
Cumplido el cometido, se lanzó el primer ataque a la fortaleza. Un fracaso sonoro sacudiría
los cimientos más profundos del Imperio en sí. Se produjo, por primera vez en la historia,
la caída del Inca. Su litera, soportada por los Orejones, fue atacada por los cayambis y los
cusqueños cedieron, provocando que el Inca impacte duramente contra el suelo. El
desconcierto fue total y solo pudo salvar la vida Huayna Capac al ser protegido por 3 de
sus más fieles capitanes. Finalmente, los Orejones también apoyarían y lograron poner a
salvo al Inca.
Lo que siguió a estos hechos es notable por cuanto el Inca decidió demostrar su enojo
hacia sus capitanes y a sus nobles Orejones a través de varias acciones, como
disminuirles las raciones de comida o no invitarlos a las fiestas en el campamento. Estos,
al verse relegados públicamente, tomaron la imagen del Sol y se dirigieron al Cusco,
siendo interceptados por mensajeros del Inca, a los cuales procedieron a capturar. Un
último enviado recibió por respuesta: "decid al Inga que su poco apego y el hambre que
nos apura nos hacen partir al Cusco".
Finalmente, Huayna Capac se dirige a los Orejones en persona y les recrimina su actitud.
Los Orejones de todas formas prosiguen su marcha y, Huayna Capac en acto insólito, pide
que se retire la estatua de su madre, que se hallaba en el templo, para que la pongan
frente a los desertores. Hecho esto, una india cañari sale al camino y, haciendo como si
estuviera poseída por el espíritu de la Coya, les convence de quedarse. Los Orejones
contestan al Inca: "Queremos más ser vasallos desfavorecidos que no hijos
inobedientes". El Inca recurrió a este artilugio para ganar tiempo y organizar un banquete
para agasajar a sus capitanes.
Éste hecho es explicado por una arraigada costumbre andina, basada en la reciprocidad:
todo Señor andino debía ofrecerles a sus súbditos regalos y favores a cambio de su labor,
y Huayna Capac estaba dejando de lado esta obligación para con sus ejércitos, que
estaban formados por varios pequeños ejércitos al mando de señores de diversas grupos
étnicos. Estos formaban el corazón del Tahuantinsuyo. El Inca tuvo que ofrecerles las
acostumbradas ceremonias de petición de favores, para lograr que sus ejércitos volvieran
a su mando, antes de iniciar otro ataque.
El ataque a la fortaleza se reanudaría con participación de los Orejones', que pelearon tan
bien que consiguieron ganar 4 de los 5 muros de la misma. Sin embargo, la caída del
hermano del Inca, Auqui Toma, obligó a un replanteo de la situación. El mismo Huayna
Capac encabezaría las acciones.

El desenlace[editar]
Decidido a culminar aquella guerra, se pone al frente de una división. La otra estaría
comandada por el general Michi, del Hurin Cusco (uno de los Orejones), y la última estaría
compuesta por los soldados del Chinchaysuyo. Estas dos estarían encargadas de atacar
por los flancos, a modo de sorpresa, mientras que la división principal sería dirigida por el
propio Inca y sería la que habría de llevar el mayor peso en la contienda.
La batalla duraría varios días y, al cabo de un tiempo, el Inca daría la orden de retirada.
Sus tropas lo siguieron y tras ellos iban los caranguis, que salieron de la fortaleza con el
deseo de aplastar a los incas definitivamente. Justo en ese momento, las tropas que
debían flanquear la fortaleza salieron de sus escondites respectivos y las tres columnas
atacaron la fortaleza de tal modo que la lograron ganar completamente. Las represalias
fueron, al estilo del Inca, muy severas. Como dice el historiador Raúl Porras Barrenechea,
Huayna Capac "deseaba ser tan temido que de noche le soñaran los indios".
Súbitamente el emperador se enfermó de lo que mucho tiempo se pensó era la viruela, lo
cuál ha sido sin embargo descartado (McCaa, Nimlos & Hampe - Why Blame Smallpox?),
entre otras razones por la falta de las marcas características de esta enfermedad en su
momia, siendo más probable que fue envenenado con hierbas aparentemente medicinales
por un curaca chachapoya (Ziemendorff - Revisión de argumentos respeto al hipotético
asesinato del inca Huayna Cápac, ver también [1]).
A decir de Garcilaso, el Inca predijo la llegada de misteriosos viajeros que arribarían vía
marítima (relato que muestra similitud con la historia chimú arribo de Naylamp en la costa
norte peruana). Lo cierto es que el Inca llegó a saber de las naves que estaban explorando
el litoral y que murió sin obtener una respuesta certera sobre la identidad de los viajeros.
Finalmente, también murió sin dejar un claro indicio sobre su sucesión. El designado, de
algún modo, llegó a ser Ninan Cuyochi, un hijo bastardo con gran manejo de las armas,
pero que también moriría como su padre. Ante la gravedad de la situación, surge la figura
del hijo de la segunda Coya (la primera no llegó a darle sucesión al Inca), Huascar Inca,
quien se encargaría de gobernar al Imperio los próximos años, así como la figura
de Atahualpa que gobernará en el norte del imperio. Seguirá una guerra civil al final de la
cual Atahualpa se impone sobre su hermano.
La figura de Huayna Capac se puede ubicar en la lista de los grandes gobernantes del
Imperio, junto a su padre y a su abuelo, mientras que su hijo Huascar Inca representaría la
decadencia. Sin embargo, lejos de tanta felicidad, lo cierto es que el Tahuantinsuyo ya
había empezado a rajarse momentos antes de iniciarse el gobierno del joven Inca. El
atentado de su regente, así como las intrigas de serrallo, pasando por el encumbramiento
de las clases militares y terminando en el relajamiento de la nobleza (los pobres trabajaban
ya no solo para el Inca y el Sol, sino que también debían trabajar para las familias de los
que habían sido incas), eran muestras de que algo ya andaba mal en un Imperio que había
crecido desmesuradamente rápido. Si bien Huayna Capac fue muy querido por todos,
Grande, que terminó siendo uno de los puntos más fuertes para la rivalidad entre ambas
ciudades al llegar el reinado de Huascar Inca. Sin embargo, no puede negarse que
mantuvo sólidamente unido al Tahuantinsuyo (a decir de un conquistador español, "si la
tierra no huviera estado dividida, si Guaynacaba no huviera muerto, no la pudiéramos
entrar ni ganar") producto de una gran capacidad de liderazgo, gran voluntad y un
admirable arrojo.

Huayna Cápac
Huayna Cápac (en quechua: Wayna Qhapaq ‘rey joven’) fue el undécimo y antepenúltimo
inca del Tahuantinsuyo.

Desarrollo[editar]
Emperador del Cuzco. No está claro el lugar de su nacimiento, se estima nacido en Cuzco,
aunque se discute si probablemente nació en Tomebamba, actual ciudad de Cuenca.1234
Hijo del Sapa Inca Túpac Yupanqui y de la Coya Mama Ocllo, nacido durante las
expediciones de conquista emprendidas por su padre durante el reinado de Pachacútec.
Durante su infancia y juventud fue llamado Titu Cusi Huallpa.

Gobierno de Huayna Cápac[editar]


Sarmiento de Gamboa citado por Rostworowski dice que Túpac Yupanqui enfermó
en Chinchero, eligiendo como su sucesor al menor de sus hijos, hecho que disgustó a
algunas panacas cuzqueñas que esperaban que el sucesor fuera Cápac Guari hijo de la
concubina Chuqui Ocllo. Gracias a la oportuna intervención de su tío materno Huamán
Achachi la conspiración no prosperó y fue nombrado Inca tomando el nombre de Huayna
Cápac, Con un inicio tan agitado empezó el gobierno del nuevo Inca, que básicamente
tuvo que dedicar todos sus esfuerzos a consolidar los terrenos conquistados por su padre
y sofocar las revueltas de provincias levantiscas. Para esto, asumió el control político y
religioso del Imperio, desplazando a Apo Chalco Yupanqui, el vigente Villac Umo. Por
primera vez en la época imperial se concentraban todos los poderes en una sola persona.
Sin embargo, casi al final de su vida nombra un pariente suyo, Cusi Túpac Yupanqui, como
nuevo Sumo Sacerdote del Sol (aparentemente éste es el Villac Umo que corona a Manco
Inca y que lo secundaría en sus guerras de reconquista como hábil estratega).
Según el cronista Pedro Cieza de León, el Inca no se alejó mucho del Cuzco durante sus
primeros años de gobierno, atendiendo el pedido de su madre. Como el transporte se
realizaba a pie una expedición podía durar varios años, por lo que envió a su tío Huamán
Achachi para que recorriera el camino del Chinchaysuyu hasta Quito.
Sus campañas tenían la tendencia a dirigirse siempre hacia el norte. Por un lado, la dura
resistencia selvática (pobladores y la naturaleza en sí) les bloqueaba el camino hacia el
este, mientras que por el sur y por el oeste ya estaba todo descubierto. Así, el único
camino posible era el norte, virtualmente inexplorado y a su vez zona altamente inestable
dada la gran belicosidad de sus naturales.
Los enfrentamientos en el norte duraron muchos años y, así, luego de arduas y cruentas
batallas, las etnias norteñas fueron incorporadas al Tahuantinsuyu.
Rostworowski afirma que estando Huayna Cápac en Quito, le llegó la noticia de extraños
individuos barbados que navegando en "casas de madera" habían arribado a las costas
por el norte. Era 1527 y Francisco Pizarro con sus compañeros habían pisado el territorio
incaico.
Origen[editar]
Debido al derecho incaico, tenía que ser reconocido como auqui (príncipe) por
las panacas reales del Cusco para poder ser Sapa Inca. Para cumplir este indispensable
requisito, Túpac Yupanqui, que se hallaba en la conquista de Quito, se trasladó con la
familia real al Cusco. Se dice que a la vuelta de ambos Pachacútec seguía con vida y salió
al encuentro de ellos para conocer a su nieto. Parece que el muchacho causó tan buena
impresión al anciano y por ello éste pidió que el menor dirija la carga del ejército incaico a
la fortaleza de Sacsayhuamán, un acto ritual. Se cuenta que el príncipe hizo tan bien la
faena que Pachacútec lo convirtió en su favorito y ello cimentó su futuro encumbramiento
como Inca.
Túpac Yupanqui habría nombrado como su sucesor a Capac Huari, pero finalmente se
habría decidido por Huayna Capac provocando así la ira de Chuqui Ocllo, madre
de Capac Huari. Este hecho parece haber sido el detonante que impulsó a Chuqui
Ocllo a envenenar a Túpac Yupanqui. Más tarde ésta declaró que Túpac Inca había
cambiado de opinión recién cuando estaba moribundo y con la razón perdida.
Ante este hecho, Huaman Achachi, un general fiel a Túpac Yupanqui (y hermano suyo)
ocultó a Huayna Capac y después de muchos pleitos y la enérgica protesta de Mama
Ocllo (madre de Huayna Capac) condenaron a Chuqui Ocllo y sus cómplices a la pena
de muerte. En cuanto al pequeño Capac Huari, no se le hizo ningún daño debido a su
inocencia. Sin embargo, se lo desterró a un lugar apartado bajo la vigilancia de personas
de la confianza de Huaman Achachi.
Huayna Cápac, ya declarado sucesor de Túpac Yupanqui, tuvo como Regente a su tío
Apo Huallpaya hasta que alcance su mayoría de edad. Más tarde Apo Huallpaya propuso
a su hijo al trono argumentando que Huayna Cápac era incapaz para el cargo, Huamán
Achachi supo que además Apo Huallpaya tenía intenciones de matar al joven monarca.
Apo Huallpaya y su hijo fueron sentenciados a muerte por traición

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