Los siete jóvenes religiosos colombianos de la Orden de San Juan de Dios fueron martirizados en España en 1936 durante la persecución religiosa. Estaban estudiando y trabajando en un hospital para enfermos mentales cerca de Madrid cuando fueron arrestados y llevados a prisión en Barcelona, donde finalmente fueron asesinados el 9 de agosto de 1936 solo por su fe católica.
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Los siete jóvenes religiosos colombianos de la Orden de San Juan de Dios fueron martirizados en España en 1936 durante la persecución religiosa. Estaban estudiando y trabajando en un hospital para enfermos mentales cerca de Madrid cuando fueron arrestados y llevados a prisión en Barcelona, donde finalmente fueron asesinados el 9 de agosto de 1936 solo por su fe católica.
Los siete jóvenes religiosos colombianos de la Orden de San Juan de Dios fueron martirizados en España en 1936 durante la persecución religiosa. Estaban estudiando y trabajando en un hospital para enfermos mentales cerca de Madrid cuando fueron arrestados y llevados a prisión en Barcelona, donde finalmente fueron asesinados el 9 de agosto de 1936 solo por su fe católica.
Los siete jóvenes religiosos colombianos de la Orden de San Juan de Dios fueron martirizados en España en 1936 durante la persecución religiosa. Estaban estudiando y trabajando en un hospital para enfermos mentales cerca de Madrid cuando fueron arrestados y llevados a prisión en Barcelona, donde finalmente fueron asesinados el 9 de agosto de 1936 solo por su fe católica.
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BEATO COLOMBIANO DE SAN JUAN DE DIOS
Martirologio Romano: En Barcelona, en España, beatos Rubén de Jesús López
Aguilar y sus seis compañeros, religiosos de la Orden de San Juan de Dios y mártires, que, en la persecución contra la fe, sufrieron la muerte por odio a la vida religiosa y así pasaron a presencia del Señor († 1936) Integran este grupo de mártires: Rubén de Jesús López Aguilar, Arturo (Luis) Ayala Niño, Juan Bautista (José) Velázquez Peláez, Eugenio (Alfonso Antonio) Ramírez Salazar, Esteban (Gabriel) Maya Gutiérrez, Melquíades (Raimundo) Ramírez Zuluaga y Gaspar (Luis Modesto) Páez Perdono. BREVE BIOGRAFÍA Desde 1934 estalló en España una horrorosa persecución contra los católicos, por parte de los comunistas, masones y la extrema izquierda. Desde 1936 hasta 1939, los comunistas españoles asesinaron a 4,100 sacerdotes seculares; 2,300 religiosos; 283 religiosas y miles y miles de laicos. Todos por la sola razón de pertenecer a la Iglesia Católica. Unas de esas víctimas fueron los siete jóvenes colombianos, hermanos de la Comunidad de San Juan de Dios, que estaban estudiando y trabajando en España. Eran de origen campesino o de pueblos religiosos y piadosos. Muchachos que se habían propuesto desgastar su vida en favor de los que padecían enfermedades mentales, en la comunidad que San Juan de Dios fundó para atender a los enfermos más abandonados. La Comunidad los había enviado a España a perfeccionarse en el arte de la enfermería y ellos deseaban emplear el resto de su vida en ayudar de la mejor manera posible a que los enfermos recobraran su salud mental y física y sobre todo su salud espiritual por medio de la conversión y del progreso en virtud y santidad. Hacía pocos años que habían entrado en la Congregación y en España sólo llevaban dos años de permanencia. Hombres totalmente pacíficos que no buscaban sino hacer el bien a los más necesitados. No había ninguna causa para poderlos perseguir y matar, excepto el que eran seguidores de Cristo y de su Santa Religión. Estos religiosos atenían una casa para enfermos mentales en Ciempozuelos cerca de Madrid, y de pronto llegaron unos enviados del gobierno comunista español y les ordenaron abandonar aquel plantel y dejarlo en manos de unos empleados marxistas que no sabían nada de medicina ni de dirección de hospitales pero que eran unas fieras en anticleralismo. A los siete religiosos se los llevaron prisioneros a Madrid. Cuando al embajador colombiano le contaron la noticia, pidió al gobierno que a estos compatriotas suyos por ser extranjeros los dejaran salir en paz del país, y les envió unos pasaportes y unos brazaletes tricolores para que los dejaran salir libremente. Y el Padre Capellán de las Hermanas Clarisas de Madrid les consiguió el dinero para que pagaran el transporte hacia Colombia, y así los envió en un tren a Barcelona avisándole al cónsul colombiano de esa ciudad que saliera a recibirlos. Pero en el tiquete de cada uno los guardas les pusieron una señal especial para que los apresaran. El Dr. Ignacio Ortiz Lozano, Cónsul colombiano en Barcelona describió así en 1937 al periódico El Pueblo de San Sebastián cómo fueron aquellas jornadas trágicas: "Este horrible suceso es el recuerdo más doloroso de mi vida. Aquellos siete religiosos no se dedicaban sino al servicio de caridad con los más necesitados. Estaban a 30 kilómetros de Madrid, en Ciempozuelos, cuidando locos. El día 7 de agosto de 1936 me llamó el embajador en Madrid (Dr. Uribe Echeverry) para contarme que viajaban con un pasaporte suyo en un tren y para rogarme que fuera a la estación a recibirlos y que los tratara de la mejor manera posible. Yo tenía ya hasta 60 refugiados católicos en mi consulado, pero estaba resuelto a ayudarles todo lo mejor que fuera posible. Fui varias veces a la estación del tren pero nadie me daba razón de su llegada. Al fin un hombre me dijo: "¿Usted es el cónsul de Colombia? Pues en la cárcel hay siete paisanos suyos". Me dirigí a la cárcel pero me dijeron que no podía verlos si no llevaba una recomendación de la FAI (Federación Anarquista Española). Me fui a conseguirla, pero luego me dijeron que no los podían soltar porque llevaban pasaportes falsos. Les dije que el embajador colombiano en persona les había dado los pasaportes. Luego añadieron que no podían ponerlos en libertad porque la cédula de alguno de ellos estaba muy borrosa (Excusas todas al cual más de injustas y mentirosas, para poder ejecutar su crimen. La única causa para matarlos era que pertenecían a la religión católica). Cada vez me decían "venga mañana". Al fin una mañana me dijeron: "Fueron llevados al Hospital Clínico". Comprendí entonces que los habían asesinado. Fue el 9 de agosto de 1936. EL GASPAR (LUIS MODESTO) PÁEZ PERDOMO Fueron sus padres Félix María Páez, cantor y mayordomo de la parroquia, y María Perdomo Tobar, y fue bautizado de urgencia al nacer por peligrar su vida, por el señor Pacífico Javela, en ausencia de sacerdote, el día el 15 de junio de 1913; se le puso por nombre Luis Modesto. El día 19, cuatro días después, completó el bautismo en la parroquia de la Santísima Trinidad el sacerdote Froilán Cabrera. La confirmación la recibió de manos del obispo de Garzón, Esteban Rojas, en 1918. Asistió “a la escuela urbana de niños que dirigía don José Francisco Miranda”, siguiendo en su formación catequística el texto popular del padre Gaspar Astete. Desde los doce años mostró interés vocacional por ser sacerdote; las condiciones económicas de su familia, sin embargo, no eran suficientes para apoyarle en su deseo. Tuvo que esperar hasta los veinte años de edad para ingresar en la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios en el Hospital de Santafé de Bogotá, el día 22 de abril de 1933. Después de la primera experiencia vocacional y hospitalaria propia del postulantado, tomó el hábito el 5 de enero de 1934, con el nombre de fray Gaspar, haciendo su entrada canónica al noviciado. Un año después emitió la profesión de los votos temporales el día de los Reyes Magos de 1935. En abril fue destinado al Centro de Formación de Neoprofesos de Ciempozuelos, en España. Muy joven aún, a los veinte años, descubrió su vocación a la vida religiosa e ingresó a la Orden Hospitalaria. El 5 de enero de 1934 inicia el noviciado. El 6 de enero de 1935 profesa y recibe el nombre de Fray Gaspar. Luego de emitir sus votos solemnes se trasladó a España para completar su formación religiosa y hospitalaria. Entre sus hermanos se distinguió por su candor, sencillez y caridad fraterna, mantuvo una gran devoción a la Santísima Virgen María y se entregó por completo a los enfermos. Cuando llevaba un año en España y ante la persecución religiosa, por orden de sus superiores inició el viaje de regreso a su país. En el trayecto a Barcelona fue apresado y el 9 de agosto de 1936 murió asesinado. Forman parte del grupo de 71 mártires hospitalarios beatificado en la plaza de San Pedro el 25 de octubre de 1992 por S.S. Juan Pablo II.