Biografia de Gaspar Paez Perdomo

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BEATO COLOMBIANO DE SAN JUAN DE DIOS

Martirologio Romano: En Barcelona, en España, beatos Rubén de Jesús López


Aguilar y sus seis compañeros, religiosos de la Orden de San Juan de Dios y mártires,
que, en la persecución contra la fe, sufrieron la muerte por odio a la vida religiosa y
así pasaron a presencia del Señor († 1936)
Integran este grupo de mártires: Rubén de Jesús López Aguilar, Arturo (Luis) Ayala
Niño, Juan Bautista (José) Velázquez Peláez, Eugenio (Alfonso Antonio) Ramírez
Salazar, Esteban (Gabriel) Maya Gutiérrez, Melquíades (Raimundo) Ramírez
Zuluaga y Gaspar (Luis Modesto) Páez Perdono.
BREVE BIOGRAFÍA
Desde 1934 estalló en España una horrorosa persecución contra los católicos, por
parte de los comunistas, masones y la extrema izquierda. Desde 1936 hasta 1939, los
comunistas españoles asesinaron a 4,100 sacerdotes seculares; 2,300 religiosos; 283
religiosas y miles y miles de laicos. Todos por la sola razón de pertenecer a la Iglesia
Católica.
Unas de esas víctimas fueron los siete jóvenes colombianos, hermanos de la
Comunidad de San Juan de Dios, que estaban estudiando y trabajando en España.
Eran de origen campesino o de pueblos religiosos y piadosos. Muchachos que se
habían propuesto desgastar su vida en favor de los que padecían enfermedades
mentales, en la comunidad que San Juan de Dios fundó para atender a los enfermos
más abandonados. La Comunidad los había enviado a España a perfeccionarse en el
arte de la enfermería y ellos deseaban emplear el resto de su vida en ayudar de la
mejor manera posible a que los enfermos recobraran su salud mental y física y sobre
todo su salud espiritual por medio de la conversión y del progreso en virtud y santidad.
Hacía pocos años que habían entrado en la Congregación y en España sólo llevaban
dos años de permanencia. Hombres totalmente pacíficos que no buscaban sino hacer
el bien a los más necesitados. No había ninguna causa para poderlos perseguir y matar,
excepto el que eran seguidores de Cristo y de su Santa Religión.
Estos religiosos atenían una casa para enfermos mentales en Ciempozuelos cerca de
Madrid, y de pronto llegaron unos enviados del gobierno comunista español y les
ordenaron abandonar aquel plantel y dejarlo en manos de unos empleados marxistas
que no sabían nada de medicina ni de dirección de hospitales pero que eran unas fieras
en anticleralismo.
A los siete religiosos se los llevaron prisioneros a Madrid.
Cuando al embajador colombiano le contaron la noticia, pidió al gobierno que a estos
compatriotas suyos por ser extranjeros los dejaran salir en paz del país, y les envió
unos pasaportes y unos brazaletes tricolores para que los dejaran salir libremente. Y
el Padre Capellán de las Hermanas Clarisas de Madrid les consiguió el dinero para
que pagaran el transporte hacia Colombia, y así los envió en un tren a Barcelona
avisándole al cónsul colombiano de esa ciudad que saliera a recibirlos. Pero en el
tiquete de cada uno los guardas les pusieron una señal especial para que los apresaran.
El Dr. Ignacio Ortiz Lozano, Cónsul colombiano en Barcelona describió así en 1937
al periódico El Pueblo de San Sebastián cómo fueron aquellas jornadas trágicas: "Este
horrible suceso es el recuerdo más doloroso de mi vida. Aquellos siete religiosos no
se dedicaban sino al servicio de caridad con los más necesitados. Estaban a 30
kilómetros de Madrid, en Ciempozuelos, cuidando locos. El día 7 de agosto de 1936
me llamó el embajador en Madrid (Dr. Uribe Echeverry) para contarme que viajaban
con un pasaporte suyo en un tren y para rogarme que fuera a la estación a recibirlos y
que los tratara de la mejor manera posible. Yo tenía ya hasta 60 refugiados católicos
en mi consulado, pero estaba resuelto a ayudarles todo lo mejor que fuera posible. Fui
varias veces a la estación del tren pero nadie me daba razón de su llegada. Al fin un
hombre me dijo: "¿Usted es el cónsul de Colombia? Pues en la cárcel hay siete
paisanos suyos".
Me dirigí a la cárcel pero me dijeron que no podía verlos si no llevaba una
recomendación de la FAI (Federación Anarquista Española). Me fui a conseguirla,
pero luego me dijeron que no los podían soltar porque llevaban pasaportes falsos. Les
dije que el embajador colombiano en persona les había dado los pasaportes. Luego
añadieron que no podían ponerlos en libertad porque la cédula de alguno de ellos
estaba muy borrosa (Excusas todas al cual más de injustas y mentirosas, para poder
ejecutar su crimen. La única causa para matarlos era que pertenecían a la religión
católica). Cada vez me decían "venga mañana". Al fin una mañana me dijeron:
"Fueron llevados al Hospital Clínico". Comprendí entonces que los habían asesinado.
Fue el 9 de agosto de 1936.
EL GASPAR (LUIS MODESTO) PÁEZ PERDOMO
Fueron sus padres Félix María Páez, cantor y mayordomo de la parroquia, y María
Perdomo Tobar, y fue bautizado de urgencia al nacer por peligrar su vida, por el señor
Pacífico Javela, en ausencia de sacerdote, el día el 15 de junio de 1913; se le puso por
nombre Luis Modesto. El día 19, cuatro días después, completó el bautismo en la
parroquia de la Santísima Trinidad el sacerdote Froilán Cabrera. La confirmación la
recibió de manos del obispo de Garzón, Esteban Rojas, en 1918. Asistió “a la escuela
urbana de niños que dirigía don José Francisco Miranda”, siguiendo en su formación
catequística el texto popular del padre Gaspar Astete. Desde los doce años mostró
interés vocacional por ser sacerdote; las condiciones económicas de su familia, sin
embargo, no eran suficientes para apoyarle en su deseo.
Tuvo que esperar hasta los veinte años de edad para ingresar en la Orden Hospitalaria
de San Juan de Dios en el Hospital de Santafé de Bogotá, el día 22 de abril de 1933.
Después de la primera experiencia vocacional y hospitalaria propia del postulantado,
tomó el hábito el 5 de enero de 1934, con el nombre de fray Gaspar, haciendo su
entrada canónica al noviciado. Un año después emitió la profesión de los votos
temporales el día de los Reyes Magos de 1935. En abril fue destinado al Centro de
Formación de Neoprofesos de Ciempozuelos, en España.
Muy joven aún, a los veinte años, descubrió su vocación a la vida religiosa e ingresó
a la Orden Hospitalaria. El 5 de enero de 1934 inicia el noviciado. El 6 de enero de
1935 profesa y recibe el nombre de Fray Gaspar.
Luego de emitir sus votos solemnes se trasladó a España para completar su formación
religiosa y hospitalaria. Entre sus hermanos se distinguió por su candor, sencillez y
caridad fraterna, mantuvo una gran devoción a la Santísima Virgen María y se entregó
por completo a los enfermos.
Cuando llevaba un año en España y ante la persecución religiosa, por orden de sus
superiores inició el viaje de regreso a su país. En el trayecto a Barcelona fue apresado
y el 9 de agosto de 1936 murió asesinado.
Forman parte del grupo de 71 mártires hospitalarios beatificado en la plaza de San
Pedro el 25 de octubre de 1992 por S.S. Juan Pablo II.

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