Factores Que Condicionan La Estabilidad de Taludes
Factores Que Condicionan La Estabilidad de Taludes
Factores Que Condicionan La Estabilidad de Taludes
Los factores influyentes o que influyen en la estabilidad de los taludes son: factores
geológicos (relacionados a la presencia de planos y zonas de debilidad y anisotropía en el
talud), factores geométricos (tiene que ver con la altura e inclinación del talud), factores
hidrogeológicos (se relaciona con la parecencia de agua en los taludes) y factores
geotécnicos (se relaciona al comportamiento mecánico de rocas y suelos que conforman el
talud, ademas de la resistencia y deformabilidad de los materiales).
La diferente combinación de los factores que influyen la estabilidad de los taludes también
condicionan el tipo de rotura a lo largo de una o varias superficies, además hace posible el
movimiento de cierto volumen de masa.
MODELOS DE FALLA:
Se agrupan en esta división las fallas que ocurren típicamente en laderas naturales, aun
cuando de un modo u otro también pudieran presentarse de manera ocasional en taludes
artificiales.
La inclinación de este talud tiene que ser suficientemente suave y/o su altura
suficientemente pequeña para que sea estable. La inclinación del talud una vez que ha
cesado el vertido talud máximo para el cual el material estable se denomina ángulo de
reposo.
El talud tendrá una inclinación media aproximadamente igual al ángulo de reposo que
tendría si el material se vertiera directamente.
El creep suele afectar a grandes áreas y el movimiento superficial se produce sin una
transición brusca entre la parte superficial móvil y las masas inmóviles mas profundas.
El creep suele deberse a una combinación de las acciones de las fuerzas de gravedad y
de otros varios agentes.
La velocidad de movimiento ladera debajo de un creep típico puede ser muy baja y rara
vez excede de algunos centímetros por año.
En rigor debe hablarse de dos clases de creep, según ha señalado Terzaghi: el estacional,
que afecta sólo a la corteza superficial de la ladera que sufre la influencia de los
cambios climáticos en forma de expansiones y contracciones térmicas o por
humedecimiento y secado, y el masivo, que afecta a capas de tierra mas profundas, no
interesadas por los efectos ambientales y que, en consecuencia, sólo se puede atribuir al
efecto gravitacional. El primero, que en mayor o menor grado existe siempre, producirá
movimientos que podrán variar con la época del año; el segundo se manifestará por
movimientos prácticamente constantes. El espesor de la capa superficial a la que afecta
el creep estacional es sumamente bajo y su dimensión máxima puede estimarse en un
metro.
No están claras todavía las causas por las que una ladera natural particular pueda entrar
en un creep másico, a causa del cual una consta superficial, cuyo espesor puede ser en
este caso de varios metros, comienza a moverse lentamente ladera abajo. Se ha hablado
de una “resistencia fundamental” que representaría un límite tal que, si los esfuerzos
actuales quedan abajo de el, la parte superficial de la ladera permanecerá en reposo, y
que si los esfuerzos actuales los sobrepasan, se producirá el creep masivo.
Aun cuando no están del todo definidos los conceptos de resistencia fundamental o las
causas del creep, parece cierto que este movimiento se produce bajo niveles de
esfuerzos actuales bajos, muy inferiores a los que corresponden a la máxima resistencia
al esfuerzo cortante de los suelos.
Es obvio que han de reflejarse en el movimiento todas las heterogeneidades que existan
en la zona superficial de la ladera, las cuales crearán diferencias en la velocidad del
movimiento que, a su vez, serán causa de agrietamientos, escalonamientos, rotura de
muros, de bardas y de cualesquiera estructuras longitudinales que puedan existir.
Todos estos signos exteriores a localizar creeps al ingeniero experimentado que los
busque con acuciosidad, pero el auxilio más importante en este aspecto proviene, una
vez más, del uso sistemático y cuidadoso de los pares de aerofotografías y de su
fotointerpretación.
Se refiere este título al tipo de fallas que se producen en las laderas naturales como
consecuencia de procesos de deformación acumulativa, por la tendencia de grandes
masas a moverse ladera abajo. Este tipo de fallas quizá es típico de laderas naturales en
depósitos de talud o en otras formaciones análogas en cuanto a génesis geológica,
formada por materiales bastante heterogéneos, no consolidada y bajo la acción casi
exclusiva de las fuerzas gravitacionales.
Dado el largo tiempo que tales esfuerzos gravitacionales actúan en los materiales del
interior de la ladera, la resistencia al esfuerzo cortante podrá degradarse por procesos de
deformación acumulativa y en ciertas zonas dentro de la ladera se desarrollarán estados
de creep profundo, en el sentido utilizado por Goldstein y Ter-Stepanian. Según estos
autores, se desarrollan estados de deformación continua muy lenta en aquellas zonas del
interior de la ladera en que existan concentraciones locales de esfuerzos cortantes.
En tales condiciones, la ladera puede deformarse durante largo tiempo, hasta que,
eventualmente, tal acumulación de deformación produzca la ruptura del suelo y la
formación de una superficie de falla generalizada en el interior de la propia ladera.
Una vez producida la superficie de falla podrá ocurrir un deslizamiento rápido de las
masas afectadas, o la tierra sobre la superficie de falla podrá permanecer en su posición,
desde luego en un estado no muy alejado del equilibrio límite o critico. Ello dependerá,
primordialmente, de la inclinación de la superficie de falla formada y, en menor grado,
de las restricciones que creen al deslizamiento las heterogeneidades e irregularidades de
forma y materiales que puedan existir a lo largo de la superficie de falla.
La inclinación media de la superficie de falla es de unos 15º, siendo quizá 13º el valor
que se pueda atribuir al ángulo de resistencia residual de los depósitos de talud.
Cualquier talud está sujeto a fuerzas naturales que tienden a hacer que las partículas y
porciones del suelo próximas a su frontera deslicen hacia abajo; el fenómeno es más
intenso cerca de la superficie inclinada del talud a causa de la falta de presión normal
confinante que allí existe.
El fenómeno se pone de manifiesto a los ojos del ingeniero por una serie de efectos
notables, tales como inclinación de los árboles, por efecto del arrastre producido por las
capas superiores del terreno en que enraízan, movimientos relativos y rupturas de
bardas, muros etc.; acumulación de suelos en las depresiones y valles y falta de los
mismos en las zonas altas.
En contraste con los movimientos superficiales lentos, pueden ocurrir en los taludes
movimientos bruscos que afectan a masas considerables de suelo, con superficies de falla
que penetran profundamente en su cuerpo.
4. Flujos:
Se refiere este tipo de falla a movimientos más o menos rápidos de una parte de la ladera
natural, de tal manera que el movimiento en sí y la distribución aparente de velocidades y
desplazamientos recuerda el comportamiento de un líquido viscoso. La superficie de
deslizamiento o no es distinguible o se desarrolla durante un lapso relativamente breve; es
también frecuente que la zona de contacto entre la parte móvil y las masas fijas de la ladera
sea una zona de flujo plástico.
El material susceptible de fluir puede ser cualquier formación no consolidada, y así el
fenómeno puede presentarse en fragmentos de roca, depósitos de talud, suelos granulares
finos o arcillas francas; son frecuentes los flujos en lodo.
En este grupo quedan comprendidos, en primer lugar, los flujos de fragmentos de roca,
desde los muy rápidos (avalanchazas) hasta los que ocurren lentamente. Estos
movimientos pueden explicarse en términos de la falla plástica de los contactos
profundos entre los fragmentos de roca y, consecuentemente, afectan siempre grandes
masas de fragmentos y suelen ser de catastróficas consecuencias.
Los flujos en materiales húmedos se denominan flujos de lodo cuando es muy elevado
el contenido de agua de los materiales, por lo menos en la zona de fluencia, pero
naturalmente no hay una distinción clara entre los “flujos de tierra” y los “flujos de
lodo”. A veces se habla también de “flujo de detritus”, cuando el material que fluye
contiene porcentaje, apreciable del orden un 50%, por lo menos de graves, boleos o
fragmentos de rocas, embebidos en la matriz, de suelo más fino, tal como es común
que suceda en los depósitos de talud o en muchas laderas de suelos residual.
Estos flujos de tierra por lo común retienen mucha de la vegetación original, así como
la estratigrafía y aspecto general de la formación en la que ocurrió el deslizamiento
primario.
Los flujos de tierra en suelos granulares finos son típicos de formaciones costeras y se
asocian generalmente a la erosión marina y fluctuaciones respectivas de la presión de
poro debidas a la ascensión el descenso del nivel del agua con las mareas, se originan
con procesos análogos a la licuación.
En los flujos con muy alto contenido de agua. La falla produce una completa
perturbación estructural. La forma típica del deslizamiento es análoga al avance de un
glaciar y la velocidad de desplazamiento puede variar desde unos pocos centímetros
por año (casos reportados en la referencia no: 9), hasta la correspondiente a
deslizamiento catastróficos. En flujos lentos es común que en la velocidad del
movimiento influyan mucho las variaciones estacionales del clima, en tanto que los
flujos rápidos suelen seguir a épocas de violenta precipitación pluvial.
Los flujos de lodo muy rápidos se presentan muchas veces en laderas de las que se ha
removido la cobertura vegetal por alguna razón y suelen comenzar en muy modestas
proporciones, creciendo rápidamente con un poder de transporte del suelo sobre el
que pasa que parece fuera de proporción con su importancia inicial; de esta manera se
pueden desencadenar auténticos ríos de lodos, capaces de acusar verdaderas
catástrofes sin duda su génesis debe incluir fenómenos de licuación de suelos.
Estas también son fallas de tipo superficial provocadas por arrastres de viento, agua, etc., en
los taludes. El fenómeno es tanto más notorio cuando más empinadas sean las laderas de
los taludes. Una manifestación típica del fenómeno suele ser la aparición de irregularidades
en el talud, originalmente uniforme. Desde el punto de vista teórico esta falla suele ser
imposible de cuantificar detalladamente, pero la experiencia ha proporcionado normas que
la atenúan grandemente si se las aplica con cuidado.
Estas fallan ocurren cuando en la zona del deslizamiento el suelo pasa rápidamente de una
condición mas o menos firme a la correspondiente a una suspensión, con pérdida casi total
de resistencia al esfuerzo cortante.
Estas fallas ocurren en arcillas extrasensitivas y arenas poco compactas, las cuales, al ser
perturbadas, pasan rápidamente de una condición más o menos estable o una suspensión,
con la pérdida casi-total de la resistencia al esfuerzo cortante. Las dos causas que puede
atribuirse esa pérdida de resistencia son: incremento de los esfuerzos cortantes actuantes y
desarrollo de la presión de poros correspondiente, y por el desarrollo de presiones elevadas
en el agua intersticial, quizás como consecuencia de un sismo, una explosión, etc. En
Venezuela existen arenas con estas características al sur del Lago de Valencia, en Guigue.
Este tipo de fallo se produce cuando el terreno tiene una capacidad de carga inferior o los
cargas impuestas. Este tipo de folios sucede a menudo en el área metropolitana, debido a
que se construye sobre rellenos no compactados o con un bajo nivel de compactación. En el
coso de Las fundaciones, se colocan fundaciones superficiales en un terreno de baja
capacidad de soporte o pilotes cuya profundidad no alcanzó el terreno firme. También
ocurre el caso de construcciones muy pesadas paro el terreno en el que están situadas.
Como éstos existen infinidad de cases adicionales, los cuales ocuparían una publicación
completa.
Falla rotacional:
Se describe ahora los movimientos rápidos o prácticamente instantáneos que ocurren en los
taludes y que afectan a masas profundas de los mismos con deslizamiento a lo largo de una
superficie de falla curva que se desarrolla en el interior del cuerpo de talud, interesando o
no al terreno de cimentación. Se considera que la superficie de falla se forma cuando en la
zona de su futuro desarrollo actúan material. La resistencia que se debe considerar en cada
caso particular es una cuestión importante que se tratará por separado en páginas
subsecuentes de este capitulo; por el momento, basta decir que la resistencia que se
supone superada al producirse falla rotacional es generalmente la resistencia máxima.
Así pues, en el interior del talud existe un estado de esfuerzos cortantes que vence en forma
más o menos rápida la resistencia al esfuerzo cortante del suelo; a consecuencia de ello
sobreviene la ruptura del mismo, con la formación de una superficie de deslizamiento, a lo
largo de la cual se produce la falla. Estos movimientos son típicos de los cortes y los
terraplenes de una vía terrestre.
Las fallas del tipo rotacional pueden producirse a lo largo de superficies de fallas
identificables con superficies cilíndricas o conoidales cuya traza con el plano del papel sea
un arco de circunferencia por lo menos con razonable aproximación; la cual, como se verá,
resulta muy conveniente en el momento en que se desee establecer algún modelo
matemático de falla que permita un cálculo numérico, o pueden adoptar formas algo
diferentes, en la que por lo general influyen la secuencia geológica local, el perfil estratégico
y la naturaleza de los materiales.
Desde luego las fallas rotaciones de formas circular ocurren por lo común en materiales
arcillosos homogéneos o en suelos cuyo comportamiento mecánico esté regido
básicamente por su fracción arcillosa. En general afectan a zonas relativamente profundas
del talud, siendo esta profundidad mayor (hablando sólo lo mismo, sin considerar el terreno
de cimentación), cuanto más escarpado sea aquél.
Las fallas rotacionales circulares pueden ser de cuerpo de talud o de base; las primeras se
desarrollan sin interesar al terreno de cimentación en tanto que las segundas redesarrollan
parcialmente en él.
Al ocurrir las fallas circulares pueden afectar a masas muy anchas, en comparación con las
dimensiones generales superficies cilíndricos, o pueden ocurrir en forma conoidal, con un
ancho pequeño comparado. Con su longitud.
Las fallas rotacionales de forma distintas a la circular típica parecen estar asociadas sobre
todo a arcillas sobre consolidadas, que se presentan en taludes no homogéneos, por
diferencias en la meteorización, por influencia de la estratificación o por otras causas que se
reflejan en discontinuidades o en desorden estructural en el talud. Son, por lo tanto, típicas
de cortes. Ocurren siempre acompañadas de gran fragmentación de los materiales
involucrados.
La forma de la superficie de falla, que es siempre curva en estos casos, solo idealizadamente
se puede considerar circular o formada por lo menos en parte por arcos de circunferencias.
En realidad esta influida por fallas, juntas, contactos y otras discontinuidades de los
materiales. Este hecho es especialmente notable en suelos residuales.
Falla traslacional
Estas fallas por lo general consisten en movimientos trasnacionales importantes del cuerpo
del talud sobre superficies de fallas básicamente planas, asociadas a la presencia de estratos
pocos resistentes localizados a poca profundidad bajo el talud.
Los estratos débiles que fomentan estas fallas son por lo común de arcillas blandas o de
arenas finas o limos no plásticos sueltos. Con mucha frecuencia, la debilidad del estrato esta
ligada a elevadas presiones de poros en el agua contenidas en las arcillas o a fenómenos de
elevación de presión de agua en estratos de arena (Acuíferos). En este sentido las fallas
pueden estar ligadas también al calendario de las temporadas de lluvias en la región.
Las fallas de una franja superficial son típicas de laderas naturales formadas por materiales
arcillosos productos de meteorización de las formaciones originales. Se suelen provocar por
el efecto de la sobre carga impuesta por un terraplén construidos sobre la ladera. En esta
falla el movimiento ocurre casi sin distorsión.
Este tipo de fallas abarca movimientos en que se combinan la rotación y la traslación dando
lugar a superficies de fallas compuestas en que se desarrollan zonas planas a la vez que
tramos curvos, asimilables a arcos circulares.
Las fallas compuestas suelen producir la distorsión de los materiales, que es típicas de las
fallas circulares.
Se trata ahora de estudiar aquellas fallas que se producen con varias superficies de
deslizamientos, sean simultaneas o en rápida sucesión. Conviene distinguir las fallas
sucesivas y las regresivas. Ambas son comunes en laderas naturales en las que se practicas
un corte.