Tiempo Ordinario
Tiempo Ordinario
Tiempo Ordinario
UN TIEMPO NUEVO
Los hechos
1. El Tiempo Ordinario (= desde ahora, TO) es, sin duda, una de las
mayores novedades que podemos encontrar dentro de la revisada estructura
del año litúrgico. Y esto, no porque no existieran antes las semanas que hoy
abarca dicho tiempo, sino porque han sufrido una profunda transformación
en cuanto nomenclatura y estructura interna. Con mucho, ha sido la parte
del año litúrgico que ha sufrido reformas más profundas. Por una parte, se
ha hecho desaparecer la serie de domingos llamados de después de Epifanía
y los del tiempo precuaresmal, es decir. Septuagésima, Sexagésima y
Quincuagésima. También la serie de domingos llamados de después de
Pentecostés, que iban desde la celebración de dicha fiesta hasta el final del año
litúrgico: es decir, desde mayo-jimio hasta finales de noviembre.
A todos estos domingos se les ha procurado dar una unidad,
continuidad y cohesión interna, creando el así llamado TO. Y, cuando hablo
de domingos, hablo también de las semanas entre los mismos. Las Normas
Universales sobre el Año Litúrgico y sobre el Calendario (=NU), promulgadas en
el año 1969, nos explican así este tiempo:
12 Un tiempo nuevo y antiguo
1. Parece ser que la denominación Tiempo “per annum" proviene de Dom Guéranger.
Posteriormente otros liturgistas la usaron también. Oficialmente, sin embargo, se asume sólo
después del Concilio.
El tiempo ordinario, un tiempo nuevo 13
1. La creación de este nuevo tiempo litúrgico, con las características con que
hoy día se presenta, tiene sus raíces, a mi parecer, en tres peticiones del
Vaticano II: *
a) La revisión del año litúrgico, acomodándolo a las circunstancias
de nuestro tiempo y poniendo de relieve la centralidad del misterio
pascual (cf. SC 107).
b) La imperiosa necesidad de revalorizar el domingo y los ciclos
"de tempore" por encima del calendario santoral o fiestas de los santos,
de las que se manda hacer una selección para que no prevalezcan sobre
la celebración de los misterios de la salvación (cf. SC 106. 108. 111).
c) El mandato de que la Palabra de Dios se ofrezca con más
abundancia a los fieles, de modo especial en la celebración de la eucaristía,
para que, en un período de años a determinar, se lean al pueblo las partes
más significativas de la Sagrada Escritura (cf. SC 51).
14 Un tiempo nuevo y antiguo
4. Las treinta y tres o treinta y cuatro semanas, según los años, que
constituyen el TO se comienzan a contar a partir del lunes siguiente a la
El tiempo ordinario, un tiempo nuevo 15
3. Por todo lo que hemos venido diciendo, creo que había motivos más
que suficientes para intentar una reestructuración del año litúrgico en lo que
se refería a los domingos de Epifanía, tiempo precuaresmal y domingos de
después de Pentecostés. Se ha creado así el TO. Con ello no sólo se ha logrado
un tiempo litúrgico más ordenado y armónico, sino que además esto ha
servido para poner de relieve esos otros tiempos centrales del año litúrgico:
Adviento y Navidad, Cuaresma y Pascua.
2. C. FLORISTAN, El año litúrgico, Barcelona, Flors 1962, págs. 222-226. En la misma línea
está la obra de C. JEAN-NESMY, Espiritualidad del año litúrgico, Barcelona, Herder 1965, págs.
■445-483..
20 Un tiempo nuevo y antiguo
el uso de celebrar la misa los miércoles y viernes, vemos que los leccionarios
dan epístolas y evangelios especiales para las dos misas feriales y este uso se
mantuvo en Francia hasta el siglo XII.
Es fácil hallar la razón que destacó el valor del viernes, pero podemos
preguntarnos por qué la Iglesia honró de un modo especial el miércoles. San
Epifanio (+ 413), siguiendo la Didascalia de los apóstoles del siglo III, declara:
"El miércoles y el viernes transcurren en el ayuno hasta la hora nona
porque, cuando empezaba el miércoles, el Señor fue detenido y, el viernes, fue
crucificado".
El sábado cristiano sustituyó al sábado judío conservando su nombre.
Esta relación explica las actitudes muy divergentes que adoptaron las Iglesias
ante el mismo: unas, deseosas de no judaizar, no quisieron señalarlo con
ninguna práctica religiosa especial; otras, como la Iglesia romana y la de
Alejandría, lo convirtieron desde el siglo III en un día de ayuno, que era un
recuerdo semanal del gran ayuno pascual. En cambio, en Oriente el sábado
experimentó la atracción del domingo y se convirtió en un día de fiesta; los
sábados de cuaresma son asimilados a los domingos: no se ayuna, se celebra
la eucaristía (mientras que los demás días son alitúrgicos) y se conmemoran
los natalitia de los santos.
A partir del siglo X se extiende en Occidente el uso de honrar
especialmente a la Virgen María en sábado. La misa de SanctaMaria in Sábbato,
insertada por Alcuino en su Sacramentario votivo, se había introducido ya en
el siglo XII en el Misal de Letrán. El Misal romano de san Pío V consagró dicha
devoción".3
Oficio divino
2. Con todo esto se logró lo que se vino a llamar oficio mixto, (Sil ffil qtl®
se intentaba conjugar lo propio de los santos con el ritmo establecido cía
recitación semanal de salmos y lectura anual de la Escritura. En mi
opinión, en este experimento se encuentran las bases de lo que después,
con el Vaticano II, ha sido la reforma de la Misa, con la inclusión de la
lectura bíblica continua en la celebración de la eucaristía entre semana,
armonizable con la celebración de los santos. Esto ha sido de vital
importancia para el tiempo del que estamos tratando.
No cabe duda de que la reforma de san Pío X puso las bases para la
reforma posterior del rezo de las horas. A partir del Concibo, primero se
reformó el calendario general (1969), después todo lo referente a la celebración
de la eucaristía (1969-1972) y, por último, lo referente al rezo de las horas
(1970-1971). Pablo VI sancionó esta reforma con la Constitución Apostólica
Laudis Canticum (1 noviembre 1970).
En 1971 se publicó el decreto Ordenación General de la Liturgia de las
Horas. Con él se hizo pública la nueva edición típica latina de lo que, a partir
de ese momento, se empezó a llamar Liturgia de las Horas, una edición en
cuatro volúmenes (1971-1972). La Conferencia Episcopal Española sólo
publicó su edición oficial castellana en el año 1979. A su debido tiempo
analizaremos los detalles que se refieren expresamente al rezo de las horas en
el TO.
Misal Romano,
edición castellana renovada, 1988, p. 363.
CELEBRACION DOMINICAL
DE LA EUCARISTIA