Memorias Biograficas Tomo 6
Memorias Biograficas Tomo 6
Memorias Biograficas Tomo 6
((1))
CAPITULO I
1858 - QUIEN ERA DON BOSCO: SU AMABILIDAD CORRESPONDIDA POR LOS
ALUMNOS - COMO POBRE, TIENE PREDILECCION POR LOS POBRES - VIRTUD
DE MIGUEL MAGONE: SU CONFIANZA EN LA SANTISIMA VIRGEN; SU
CARIDAD - SU CARTA A DON BOSCO - CINCO RECUERDOS A LOS JOVENES
PARA GUARDAR LA VIRTUD DE LA PUREZA - EL PAUELO BLANCO - PLATICA
SOBRE LA VIRTUD DE LA OBEDIENCIA - TRES ESTAMPAS DE LA VIRGEN
LECTURAS CATOLICAS
UN venerable sacerdote, que vivi bastantes aos en el Orato rio, primero
como alumno y despus como clrigo, que pre serv con su celo a muchos
chicos de los peligros a que est expuesta su inexperta edad, nos dej
escritas, en 1889, las impresio nes que l recibi de su convivencia con don
Bosco.
Quin fue don Bosco? Don Bosco fue un sacerdote que ense con el
ejemplo y con la palabra el amor con que cada uno debe servir fielmente al
Seor segn su estado. Qui... fecerit et docuerit, hic magnus vocabitur in
regno coelorum (Ser lla mado grande en el reino de los cielos el que hiciere y
enseare) (Mat. V. 19). Esta es la razn por la cual, con mucha verdad, puede
y debe considerarse a don Bosco como un hombre insigne entre las ms
grandes figuras no slo ((2)) del siglo diecinueve, sino tambin de la Era
cristiana. Sin poseer nada, levant un edificio tan oso que llena de estupor el
presente y llenar de admiracin al mundo en los siglos venideros. Fue
instrumento de Dios para esta gran obra, y por esto Dios la conservar y
llevar a trmino segn sus misteriosos designios, aun cuando pueda ser
imperfecto el elemento que la realice; cuanto ms defectuoso pueda ser ste,
tanto ms pondr El de su propia mano.
Don Juan Bosco fue un hombre misterioso, enviado por Dios para probar con
los hechos cunto puede aqul que confia plenamente en El. Profundo
conocedor de los hombres y de sus tiempos, de carcter firme, tenaz en sus
propsitos, penetrando en los secretos del futuro con mirada aguda y certera,
hombre de tacto finsimo en el trato con los hombres y las cosas, de ilimitada
confianza en la divina Providencia, todo lo que conceba en su mente, de
amplios horizontes, lo realizaba aun cuando parecan insuperables los
obstculos en que tendra que tropezar, y lo llevaba a feliz trmino, como por
ensalmo, con estupor de todos, confiando en estas palabras: Deus providebit
(Dios proveer).
Parece que tambin para l, como para el gran Napolen, no exista la
palabra imposible, si bien ste dispona de otros medios y se guiaba por otros
fines.
1
Sin embargo, l era muy cauto en no dejar traslucir a sus queridos amigos ni
lo ms mnimo de sus angustias y congojas por las innumerables
contrariedades que encontraba en su escabrosa misin.
Para su alivio haba compuesto una alegre cancioncilla cuyo recuerdo se
guarda todava en el Oratorio como preciosa reliquia, as como tambin se
recuerda el coro: Vamos, compaeros.! Me parece estar viendo a don Bosco
entre nosotros y orle todava:
-Est Chiapale?
-S, seor, est.
((4)) -Bueno... Cantamos nuestra cancin?... Empieza.
Y l mismo nos acompaaba con su voz dulce y suave, y segua hasta el fin
de la cancin como quien llega a gozar la belleza de un consolador oasis en el
abrasado desierto.
Servite Domino in laetitia (Servid al Seor con alegra), era uno de sus
cantares preferidos y esta santa alegra constitua la base de su edificio social
para la segura educacin de la juventud. Enemigo de la tristeza y de los
rincones escondidos quera que los muchachos se ejercitaran, durante el
tiempo de recreo especialmente, en la gimnasia y en la msica, en las que l
mismo tomaba parte y muy gustoso, hasta para desengaar a los que por un
mal entendido espritu o por escrpulo se apartaban de ellas.
-Deseo, deca l, ver a mis muchachos corriendo y saltando alegremente en
el recreo, porque as estoy seguro de que las cosas marchan bien.
por eso confiaba a los ms expertos en aquellos ejercicios a los apocados y
esquivos, para que los animaran poco a poco a tomar parte alegremente en las
diversiones con los dems.
Al mismo tiempo, como era muy amigo del canto y de la msica, haba
organizado clases para ello despus de cenar. El mismo haba adaptado la
msica de canciones populares a diversas coplas religiosas, y haba compuesto
un sencillo Tantum ergo para cantar en las fiestas solemnes en los primeros
tiempos del Oratorio. Tambin yo tuve el gusto de cantarlo con mis siempre
queridos compaeros de aquel tiempo (1858). Creo que todava se guarda en
el archivo musical del Oratorio.
As, pues, se mantena viva una santa y continua reciprocidad de afectos
entre los alumnos del Oratorio y don Bosco, no slo por el buen ejemplo de sus
muchas y grandes virtudes y por gratitud, sino tambin porque los muchachos
le tenan por su Superior y padre, que segua voluntariamente pobre,
exactamente como uno de ellos. Pobre a imitacin de Jess, don Bosco, lo
mismo que El, tena predileccin por los pobres y escoga sus discpulos entre
los hijos del pueblo. Es digno de notar el motivo por el cual no aceptaba a un
nio que le recomendaba el barn Feliciano Ricci.
((5)) Benemrito y queridsimo seor Barn:
Me ha causado gran sentimiento la llegada de Rosso y haber tenido que
enviarlo otra vez a su pueblo.
No es posible encontrarle un puesto, por ahora.
Por otra parte, su madre se present tan elegantemente vestida como para
invitarme a pedirle limosna. Yo no puedo aceptar, entre muchachos totalmente
abandonados, otros, cuyos padres piden caridad con traje de gala. El segundo
motivo es una sencilla reflexin: la razn por la que no lo he aceptado es la
imposibilidad.
Confo que, por su bondad, querr perdonarme que no haya podido cumplir
enseguida su caritativo deseo. Dgnese rogar a Dios por m, mientras,
invocando la gracia del Seor sobre usted y toda su familia, me profeso con
verdadera gratitud.
De V.S. Benemrita
Turn, 4 de mayo de 1858
Su seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.
Don Bosco prefera a los ms necesitados y humildes, entre los cuales posea
verdaderos tesoros de virtud. Baste un solo ejemplo.
Miguel Magone que, durante las primeras semanas de su estancia en el
Oratorio, pareca un potro salvaje, se volvi tan paciente con la frecuencia de
los sacramentos que, cuando iba a confesarse con don Bosco, se preparaba
estando recogido e inmvil, de rodillas sobre el desnudo pavimento, a veces
hasta cuatro y cinco horas, dejando que otros pasasen antes que l. Despus
de la confesin, comunin y funciones sagradas, se quedaba ante el altar del
Santsimo Sacramento o el de la Santsima Virgen, alargando sus oraciones. A
veces los compaeros, que salan en bandadas de la iglesia, lo empujaban,
tropezaban con sus pies, e incluso lo pisaban, pero l pareca insensible y ((6))
segua rezando tranquilamente sus oraciones. Pero, en el recreo, corran sus
pies por todos los rincones del amplio patio, y no haba juego en el que no se
llevara la palma; sin embargo, al primer toque de campana acuda al lugar de
la llamada. En aquel primer ao fue tan grande su aplicacin que pas los
primeros cursos de latn, aprob los exmenes y fue admitido para el tercero.
La razn de su progreso era su ardiente devocin a la Virgen. Habindole
preguntado cmo lograba vencer ciertas dificultades de las tareas escolares,
respondi:
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cursos de latn, se vean claras seales de que eres llamado al mismo. En lugar
del voto de castidad promete nicamente a Dios que, en adelante, pondrs el
mayor cuidado en no hacer nunca cosa alguna, ni decir palabra, ni un chiste
siquiera, que sea en lo ms mnimo contrario a esta virtud. Pide cada da a
Mara, con alguna oracin particular, que te ayude a mantener esta promesa.
Qued conforme con lo que se le propona, y unos das despus le dio don
Bosco un papelito dicindole:
-Lelo y practcalo.
Magone lo abri y ley:
((8)) Cinco recuerdos que san Felipe Neri daba a los muchachos para guardar
la virtud de la pureza. Apartarse de las malas compaas. No alimentar el
cuerpo con manjares delicados. Evitar el ocio. Frecuente oracin. Frecuencia de
los Sacramentos, especialmente de la confesin.
Lo que all le deca en pocas palabras, se lo expuso otras veces ms
ampliamente. En efecto, le dijo:
1. Ponte con filial confianza bajo la proteccin de Mara; confa en Ella;
espera en Ella. Jams se ha odo decir que alguno de los que han acudido con
confianza a Mara no haya sido escuchado. Ella ser tu defensora en los asaltos
que el demonio lanzar contra tu alma.
2. Cuando adviertas que eres tentado, ponte enseguida a hacer algo. La
ociosidad y la modestia no pueden vivir juntas. Por eso, evitando el ocio,
vencers tambin las tentaciones contra esta virtud.
3. Besa a menudo la medalla o el crucifijo, santguate con viva fe, diciendo:
Jess, Jos y Mara, ayudadme a salvar el alma ma. Estos son los tres
nombres ms terribles y formidables para el demonio.
4. Y, si el peligro persiste, acude a Mara con la oracin que nos propone la
Santa Iglesia, a saber: Santa Mara, Madre de Dios, ruega por nosotros
pecadores.
5. Adems de no alimentar con manjares delicados el cuerpo, adems de la
guarda de los sentidos, especialmente de los ojos, gurdate tambin de toda
clase de malas lecturas. Ms an, si algunas cosas indiferentes fueran para ti
ocasin de peligro, djalas enseguida; lee con gusto libros buenos y con
preferencia los que hablan de las glorias de Mara y del Santsimo Sacramento.
6. Aprtate de los malos compaeros, elige por el contrario compaeros
buenos, es decir, aqullos que, por su buena conducta, merecen las alabanzas
de tus superiores. Habla con ellos, ((9)) toma parte en sus juegos, pero
procura imitarlos en su manera de hablar, en el cumplimiento de los deberes y
sobre todo en las prticas de piedad.
La motta. Juego entre dos personas que a un mismo tiempo dicen cada una un nmero que no pase de diez e indican
otro con los dedos de la mano, y gana el que acierta el nmero que coincide con el que resulta de la suma de los
indicados por los dedos. (N. del T.)
reconciliarse con el Seor, pero en vano. Entonces se puso a jugar con ellos
como un cuarto de hora y despus les dijo:
-Venid conmigo al mirador del segundo piso.
Todos se fueron con l, creyendo que quera seguir jugando en aquel lugar.
Pero l que los llevaba all intencionadamente, al llegar a la puerta del cuarto
de don Bosco, tanto insisti que los meti a confesarse.
La encantadora bondad de Magone y de otros de sus compaeros floreca y
daba opimos frutos gracias a la obediencia que prestaban, no slo a los
mandatos, sino hasta a los consejos de don Bosco. Una tarde haca ya largo
rato que se encontraba con sus muchachos a la hora de recreo y se senta
cansado. Despus de haberles hecho caminar un poco, sac fuera del prtico a
todos los que estaban formando corro en su derredor. Los hizo sentarse en el
suelo, y l con ellos. Aunque los muchachos se encontraban incmodos,
ninguno se atreva a moverse, por su inters de or a don Bosco y no perder ni
un instante del tiempo que l haba destinado a estar con ellos. El siervo de
Dios, despus de hablar del gran bien que quedaba por hacer a las almas en el
mundo, de la necesidad de hacerlo proto, y de cmo deseaba el Seor que los
chicos del Oratorio lo ayudaran, aadi:
-Cunto bien se podra hacer, si yo tuviera diez o doce buenos sacerdotes
para enviarlos en medio del mundo!
-Yo, yo! -respondieron todos a coro.
La entusiasta respuesta hizo sonrer a don Bosco, que sigui diciendo:
-Pero, si queris venir conmigo, es preciso que os pongis a mis rdenes, y
me dejis hacer con vosotros lo que estoy haciendo con el pauelo, que tengo
en las manos.
Y, al decir esto, como sola hacer, y ya lo hemos contado otras veces, sac
del bolsillo un pauelo blanco y lo fue doblando de uno y otro modo; lo pas a
la mano izquierda y lo frot hasta hacer con l un ovillo; hizo despus un nudo
y lo deshizo echndolo al aire para volver a plegarlo de otra forma. Los chicos
contemplaban atnitos aquella extraa mmica de don Bosco y muchos no lo
comprendan. Entonces l, tomando de nuevo la palabra, dijo:
-Todo ser posible, si dejis hacer con vosotros lo que me habis visto hacer
con el pauelo: Si me obedecis, si hacis mi voluntad, la voluntad de Dios,
veris que El har milagros por medio de los muchachos del Oratorio.
Y muchos de ellos se pusieron resueltamente a sus rdenes para cooperar en
la gran misin.
Por lo dems, don Bosco inculcaba continuamente a sus alumnos la virtud de
la obediencia y la predic un domingo por la tarde, al tener que suplir al
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telogo Borel. Sus palabras, recogidas a vuela pluma por el clrigo Juan
Bonetti, fueron las siguientes:
Todos los que quieren ejercer un oficio deben pasar por un aprendizaje para
aprenderlo bien. Hay un antiguo refrn que dice: nadie nace maestro. Por esto,
si uno quiere ser albail, es preciso que durante dos o tres aos se resigne a
llevar el cubo, los ladrillos, las piedras y hacer otros pesados servicios como
stos, para aprender despus a manejar la paleta y levantar casas, sin miedo a
que luego caigan sobre la cabeza de los que habrn de habitarlas. As mismo,
cuntos trabajos debe realizar un muchacho para llegar a ser un buen
carpintero! Si uno que quiere aprender este oficio se pusiera inmediatamente a
hacer un armario, un escritorio o cualquier otro mueble, perdera el tiempo y el
trabajo, echara a perder madera y herramientas, y, en vez de aprender de
carpintero, aprendera el oficio de destructor. Pues bien, lo que decimos de
quienes desean aprender un oficio, digmoslo tambin de nosotros. S,
tambin nosotros hemos de aprender nuestro oficio, a saber, el de cristianos.
Jams podremos salir airosos en esta profesin, si no la aprendemos de
antemano. Y como para aprender esta nuestra profesin cada uno de nosotros
tiene que obedecer a Dios, al Papa y a los sagrados ministros de la Iglesia y
cada uno segn su estado, por eso quiero hablar de la virtud de la obediencia.
Qu quiere dedir obediencia? La palabra obediencia viene del latn ab
audientia, algo escuchado, odo de la boca de otro, y por eso cuando omos la
orden de un superior y la cumplimos, ejercitamos la obediencia. Y qu es la
virtud de la obediencia? Santo Toms de Aquino, el mayor de los telogos,
hombre sapientsimo, que escribi muchas cosas y muy hermosas, dice que la
obediencia es una virtud que dispone al hombre para cumplir todo mandato y
la voluntad del Superior: Obedientia est virus hominem efficiens promptum ad
exequendum praeceptum aut voluntatem superioris.
Pero esta virtud se nos infunde con el santo Bautismo? Esta no es una
virtud teologal que tenga slo a Dios por objeto, sino que es una virtud moral
que nosotros, ayudados por la gracia de Dios, podemos adquirir con el ejercicio
de nuestras fuerzas, es decir, con la repeticin de actos de
obediencia.
Cuntas clases de obediencia hay? Hay cinco clases. La obediencia divina,
la eclesistica, la poltica, la domstica y la religiosa. La obediencia divina mira
a obedecer a Dios. Dado que Dios es creador de cielo y tierra, rey de reyes,
seor de todos los hombres y de todas las cosas, es muy justo que sea
obedecido por nosotros antes que todos los dems. Dios nos manda que le
honremos a El slo como Dios, y nosotros debemos obedecerle. Dios nos
manda no nombrarle en vano, no injuriarle, y nosotros debemos obedecerle. Y
as siguiendo, debemos obedecerle observando los diez mandamientos, que es
lo que Dios nos manda.
Pero no slo debemos obedecer a Dios, sino que debemos tambin observar
la obediencia eclesistica, es decir, debemos obedecer tambin a la Santa
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Madre Iglesia, porque Dios dijo a Pedro: T eres Pedro y sobre esta piedra
edificar mi Iglesia. El mismo Jesucristo, que dio a Pedro la facultad de atar y
desatar, le dio tambin poder de hacer leyes que pudieran contribuir a mayor
gloria de Dios y a la salvacin de las almas. Por esto es nuestro deber que,
despus de Dios, obedezcamos al Papa, que es el verdadero sucesor de San
Pedro; debemos obedecer a la Iglesia y por consiguiente guardar sus
mandamientos; or la santa misa todos los das festivos, no comer carne el
viernes y el sabado2, confesarse al menos una vez al ao y comulgar por
Pascua de Resurreccin, y no quebrantar los preceptos.
Con la obediencia poltica obedecemos al Jefe de Estado, pero slo en lo
temporal, nunca en lo que atae a la religin. Por ejemplo, debemos obedecer
al Soberano pagando los consumos o extendiendo un documento con valor
legal en papel timbrado, y lo mismo en todo lo que se
refiere a las leyes del Estado. Pero, si el poder temporal nos quisiera mandar
en cosas de religin, y stas no fueran aprobadas por la Iglesia, jams
debemos obedecer. En tal caso debemos dar al Csar lo que es del Csar y a
Dios lo que es de Dios; y nunca, por obedecer al Gobierno, desobedecer a
Dios, haciendo algo contra su ley o contra la Iglesia, que es la esposa de Jess
y hace en la tierra las veces de Dios.
Existe, adems, la obediencia domstica: se refiere sta al padre y a la
madre, a los amos, a los superiores, etc. As, pues, un hijo debe obedecer a
sus padres, que son los primeros despus de Dios; un criado, un dependiente
debe obedecer a su jefe, que hace las veces del padre y de la madre; y as
cada uno debe obedecer a sus superiores, que tienen el deber de vigilar sobre
l. Pero en todo lo que atae a la obligacin de obedecer, debemos someternos
solamente a lo que no sea contrario a la
Ley de Dios o de la Iglesia. Si alguna vez un padre o una madre o un jefe os
mandare algo malo, entonces no estis obligados a obedecer, al contrario,
pecis tambin vosotros si los obedecis. Ay de aquel padre, de aquella madre
que, inducidos por el demonio, movieran a sus hijos a hacer el mal! Ay
tambin de aquel hijo, que sabiendo que le mandan algo malo, sin embargo,
obedece!
En cuanto a la obediencia religiosa, no hace al caso hablar de ella, pues no
sois trapenses ni franciscanos.
Al tratar de la obediencia, hay que considerar el objeto y el sujeto. No os
asustis por estas palabras campanudas: objeto y sujeto. Si no las entendis,
os las explicar. Se llama objeto de la obediencia, la materia de la misma, es
decir, lo que se os manda hacer. Y siempre que nos mandan algo malo, aun
cuando lo mandara un ngel venido del cielo, no debemos obedecer. Hace
algunos das dijo un jefe a uno de sus dependientes:
-No sabes cmo hacerte con dinero? Si quieres, te lo ensear. Yo te debo
entregar ocho ((15)) perras3 al da, no es verdad? Pues bien, te dar slo
2
Don Bosco explicaba el precepto general de la Iglesia sobre abstinencia; no las normas especiales para Espaa y otras
naciones y grupos. (N. del T.)
3
Perra chica. - Va cayendo en desuso: era una moneda de cobre que vala cinco cntimos de peseta. (N. del T.)
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seis, las otras dos te las dar para ti. Cuando don Bosco te las pida t le dirs:
el amo me ha dado slo seis.
-Ahora bien, decidme; podra en este caso obedecer aquel muchacho? No,
porque es algo ilcito. Efectivamente, aquel buen chico no obedeci, con lo que
dio una buena leccin y un buen ejemplo a aquel jefe desaprensivo.
Por sujeto de la obediencia se entiende el que manda. En este caso el que
manda tiene que ser superior al que obedece, y todas las veces que el que
manda es un superior, estamos obligados a obedecer.
Pero, me preguntaris: es una gran virtud la obediencia? S! La virtud de la
obediencia abraza y comprende a todas las dems virtudes, como dice san
Gregorio Magno: Est virtus quae omnes virtutes inserit, insertasque custodit.
Las guarda de modo que ya no se pierdan. La virtud de la obediencia es el acto
ms agradable que podemos hacer a Dios. De todos los dones que nos hizo
Dios, el ms grande es la libertad, a saber el habernos creado libres. Pues
bien, cuando obedecemos hacemos el sacrificio de esta libre voluntad.
sujetndola al querer de otro; pero la voluntad es la cosa ms preciosa que
tiene el hombre; por lo tanto ste es el sacrificio ms agradable que podemos
ofrecer a Dios. Mas para que esta obediencia sea grata a Dios, debe ser
voluntaria. No puede agradar a Dios la obediencia de quien obedece de mala
gana, por miedo a ser castigado por los superiores, pues a Dios no gusta lo
que se hace a la fuerza. El es Dios de amor y quiere que todo se haga por
amor. Por tanto, cuando se nos manda algo, tranquilicemos enseguida nuestro
corazn y obedezcamos con prontitud, porque Dios estar con nosotros. Iba el
rey Sal a entrar en batalla contra los filisteos y djole el profeta Samuel:
-Ve al campo y espera all hasta que yo llegue para ofrecer un sacrificio y
gurdate de empezar antes la batalla.
Fue Sal, aguard, pero Samuel tardaba en llegar, avanzaban ya los
enemigos y sus soldados retrocedan por no poder entrar en combate mientras
no estuviese ofrecido el sacrificio. Entonces, al ver Sal que su ejrcito
empezaba a desbandarse y que Samuel no llegaba todava, mand preparar la
vctima, y usurpando el oficio de sacerdote, ((16)) sacrific l mismo la
vctima. Mas, apenas terminado el sacrificio, lleg Samuel, y al ver ste que
Sal, contraviniendo su mandato, haba sacrificado, le dijo indignado:
-Qu has hecho, Sal?
-Lo hice porque vea que t no llegabas, respondi Sal. El enemigo
avanzaba ms y ms contra nosotros y los nuestros se daban a la fuga; slo
por esta razn ofrec el sacrificio.
-Inique egisti, inique egisti: has obrado inicuamente.
-Pero ya bamos a ser derrotados y aniquilados sin remedio. No haba tiempo
que perder.
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Tal vez estaba destinado este cartn a sustituir al que Francisco Giacomelli
haba sustrado ocultamente para guardarlo como recuerdo de don Bosco. Pero
el segundo, por igual motivo, corri la misma suerte del primero, y tambin
por manos del mismo Giacomelli, que lo restituy al Oratorio algunos aos
despus de la muerte de don Bosco. Don Francisco Giacomelli conoca muy
bien el amor que su santo amigo tena a la Virgen.
Al mismo tiempo segua don Bosco trabajando con las Lecturas Catlicas.
Para el mes de junio, estaba impreso un bonito cuento: Jos e Isidoro, o el
peligro de los malos compaeros, opsculo del padre Marcelo. Engaado y
traicionado por Isidoro, el jovencito Jos huye de casa de sus padres, pero
raptados los dos por un pirata, corren primero los riesgos del mar y ((18)) de
los combates, y despus se ven obligados a trabajar en una cueva con unos
falsificadores de moneda. Jos, vuelve a Dios, soporta con resignacin los
sufrimientos de aquella terrible esclavitud y, a travs de una intrincada serie de
peripecias extraordinarias, logra volver a su pueblo natal. Isidoro, obstinado en
su mala vida y alejado de la religin, acaba sus das con una muerte
desgraciada.
Mientras se proceda al envo de esta entrega de las Lecturas Catlicas, don
Bosco, el 2 de junio, escriba a don Carlos Vaschetti, teniente cura en
Beinasco: -No deje usted de pedir a Dios que se digne bendecirnos en lo
espiritual y en lo temporal y haremos grandes cosas. Consgame un milln de
suscriptores de las Lecturas Catlicas.
La difusin de estas Lecturas era siempre una de sus grandes
preocupaciones. ((19))
CAPITULO II
CUENTA A LOS MUCHACHOS COSAS DE PIO IX -FIESTA DE SAN JUAN
BAUTISTA Y MERIENDA DADA EN LOS TRES ORATORIOS FESTIVOS, GRACIAS
A LA GENEROSIDAD DEL PAPA -LA FIESTA DE SAN LUIS Y EL ARTICULO DEL
CONDE DE CAMBURZANO EN ARMONIA -SECRETOS DE UNA CONCIENCIA
REVELADOS -LECTURAS CATOLICAS: VADEMECUM CRISTIANO -DON BOSCO
MEDITA SOBRE LA CONVENIENCIA DE VOLVER A ROMA: CARTA DEL CONDE
DE-MAISTRE.
DURANTE su estancia en Roma, don Bosco fue tomando nota de todo cuanto
se refera al Sumo Pontfice, especialmente de aquello donde se manifestaba su
carcter alegre, bondadoso y caritativo. De cuando en cuando iba contando
algo de ello a sus muchachos, que lo escuchaban con mucho agrado. Don
Miguel Ra nos conserv dos ancdotas.
Contaba una tarde don Bosco:
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Casi mil muchachos, entre internos y externos, formaron filas ante la iglesia
despus de las sagradas funciones litrgicas. Los cantores, que ya estaban
preparados, ejecutaron primero una cantata compuesta por el clrigo Juan
Francesia, alternada con pasajes recitados para expresar el gozo que todos
sentan por las muestras de amor, las bendiciones y los dones dispensados a la
juventud por el Romano Pontfice. La primera estrofa deca:
Al labio y al rostro, de gozo encendidos,
lleguen los latidos de mi corazn;
que el da ms bello, solemne y festivo
al balcn de oriente hoy se asom.
Despus, dos muchachos, en un dilogo en verso, contaron el motivo de
aquella fiesta tan bonita. Y terminaron as:
Que viva el Papa!
Viva Po nono!
A quin dar las gracias
sino a Vos?
En las entraas
del corazn
queda grabado
vuestro favor.
((23)) Y el coro responda:
Llenos de jbilo,
llenos de fe
todos besamos
tu augusto pie.
Maana y tarde
con gran fervor
juntos oramos
a Dios, por Vos.
Y entonces la voz vibrante de un soprano, acompaada por los coros,
elevaba a Dios una plegaria, pidiendo que todos los hombres venerasen a su
Vicario y le obedecieran; que se formase en la tierra un solo rebao bajo un
solo pastor y que todos los muchachos del Oratorio pudieran un da hacer
corona a Po IX en el cielo.
Terminados los cantos, todos los muchachos, a una seal de don Bosco,
ocuparon su puesto para la abundante merienda. Cada uno manifestaba su
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gratitud al Papa como mejor saba. Sucedanse sin cesar alegres brindis, gritos,
vtores y aplausos.
Terminada la merienda, cantaron los coros un himno a Po IX:
De la vida en los vaivenes,
en los trances del dolor
el recuerdo de los bienes
que hoy llenan el corazn,
volver con dulce imagen
a llenar el pensamiento.
Volver a llenar nuestra alma
de pobres y abandonados
que recogi en su casa
aquel hombre, que apoyado
((24)) por el Papa Po nono
nos puso en el buen sendero.
Juntos con su bendicin
alcemos la vista al cielo
que es nuestro, lo dijo Dios:
Es para el pobre el consuelo,
es la patria de quien vive
en fraterna caridad.
Estuvo presente un redactor del peridico Armona, y public una relacin
del acto, que terminaba con estas palabras:
Resulta difcil expresar con palabras la dulce emocin que despertaba en el
corazn la vista de tantos jvenes, que, con cantos y msica, lo mismo en el
templo que fuera de l, en prosa y en verso, exteriorizaban esa viva y
reposada alegra, que slo puede brotar de una conciencia, que puede decirse
a s misma: Estoy en paz con Dios.
Por doquier resonaban los aplausos y vtores de Viva el Papa! Viva su gran
bondad! Pero una gran sorpresa nos esperaba al caer de la tarde, cuando ya
estaba para dispersarse la reunin y encaminarse cada cual a su casa. Movidos
por un incontenible entusiasmo, se juntaron en derredor de su Director y
exclamaron a una voz: gracias Santo Padre, gracias; que Dios os lo pague.
Quin podr ir a darle las gracias dignamente por nosotros? Seor Director,
comunique al Santo Padre nuestro reconocimiento, que lo amamos con toda la
efusin de nuestro corazn, que veneramos en su persona al Vicario de
Jesucristo y que todos nosotros deseamos y queremos vivir y morir en la
religin, que tiene a Dios por cabeza invisible y tiene un tan tierno y buen
Padre, al gran Po IX, como Vicario en la tierra.
As conclua una jornada que dejar en el corazn de aquellos buenos jvenes
un recuerdo imborrable de la paternal bondad del Santo Padre. Esos
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Pues bien, entre todos los das del ao hay uno por mucho tiempo esperado,
saludado y aclamado con transportes de jbilo por los muchachos de Valdocco.
Es el da de la fiesta de san Luis Gonzaga, patrono de la juventud.
Para celebrarlo se ponen en movimiento, con mucho tiempo de anticipacin,
los instrumentos de msica y lades, panderetas y violonchelos armonizan
dulcsimas sinfonas, y se inspira el genio de los poetas para cantar al Santo
tutelar. Ya para las
primeras vsperas de la vigilia se adorna la iglesia con colgaduras, franjas
doradas recorren la cornisa, lmparas y araas de luz cuelgan de los muros, el
altar se reviste con todas sus galas, todo son luces, flores y armona.
Al da siguiente, con las primeras luces de la aurora, comenz el incruento
sacrificio; sucedanse los sacerdotes en el altar y repartase a la numerosa
muchedumbre el Pan de los Angeles, ((28)) mientras las argentinas voces del
coro juvenil se unan a las graves y prolongadas notas del rgano, extasiaban
el alma y la embriagaban de delicia sobrehumana. Alternbanse de este modo
las horas de oracin con las de recreo; hubo, despus, misa solemne, vsperas
cantadas, panegrico del Santo. Cerr los actos religiosos una solemne y
devota procesin que fue como la corona de todos ellos. Era un espectculo
conmovedor ver a aquellos muchachos del pueblo, alineados en dos filas, que
marchaban con aire modesto y recogido, mientras unos hacan sonar los
instrumentos de la banda, otros cantaban himnos y finalmente algunos
llevaban a hombros la estatua del Santo Patrono. Cerr el solemne acto la
bendicin con el Santsimo impartida a la nutrida muchedumbre.
Despus de ofrecer a Dios las primicias, y la mayor parte de la jornada, lleg
la hora de las alegres diversiones. Reunironse todos en el espacioso patio,
donde en lo alto de un balcn extraanse y se proclamaban entre alegre gritera
los nmeros de la rifa, para la cual se haban repartido gratuitamente un poco
antes los billetes. El afortunado poda escoger libremente el premio entre los
mil diversos objetos expuestos en mesas oportunamente preparadas, mientras
lata fuertemente el corazn y temblaba la mirada de los espectadores, no
favorecidos todava por la suerte, vctimas del ansia mal reprimida.
Mientras tanto se van apiando los espectadores en otra sala. Se encienden
las luces, la orquesta afina y prepara los instrumentos, y por fin, se levanta el
teln. Y he aqu a los alumnos de don Bosco, transformados en actores para
representar con gracia y desenvoltura admirable: all, el cmico con todos los
secretos de una mmica perfecta, tan al vivo, tan al natural, que no se podra
pedir ms al artista consumado; all, el padre noble, el viejo criado; all, el
personaje que canta y habla a las mil maravillas. El pblico aplaude con frenes
y quisiera parar al da en su rpida carrera. Pero el espectculo teatral toca a
su fin y, como todo lo mortal, pasa y fenece.
Ya empezaba la noche a desplegar su manto y hacase cada vez ms densa
la oscuridad, cuando de pronto se oy un estampido y el silbar de los cohetes
que rasgaban las tinieblas con repentino fulgor. Cintas de fuego trazaban sus
esplndidas curvas bajo la bveda del cielo y estallaban esparciendo haces de
20
21
y especialmente de las obras de san Carlos Borromeo, san Vicente de Pal, san
Francisco de Sales, san Felipe Neri y el beato Sebastin Valfr. Si estos avisos
acarrearon mucho provecho espiritual a las almas que tuvieron la dicha de
orlos de labios de estos gloriosos santos, hay motivo para esperar que no
quedarn sin fruto los que los lean impresos. Recomiendo a los padres, a las
madres, a los prrocos y a todos los que se interesan por la salvacin de las
almas, que, no slo los lean, sino que los hagan leer a los que estn a su
cuidado. Si estos avisos se introducen en las familias cristianas, no ser
ciertamente escaso su fruto, lo mismo en lo espiritual que en lo material; y
pienso que podrn llamarse dichosas aqullas, en las que sean ledos y
practicados. Secunde Dios mis deseos y derrame abundantes bendiciones
sobre todos los que los leyeren, para que sea copioso el fruto que espero
puedan producir a las almas por la gracia de Dios.
Afmo. en Jesucristo
JUAN BOSCO, Pbro.
Algunos de estos avisos sobre los deberes del cristiano, eran generales para
todos los fieles, y otros especiales para los cabezas de familia y para las
madres, para los jvenes, las muchachas y las personas de servicio.
Donde se guarda ntegra la moralidad, no es posible que languidezca la fe y
triunfe la hereja.
((32)) Haba pensado don Bosco volver a Roma aquel mes, pero despus
renunci a ello. No nos consta cul fuera el motivo de este proyecto: tal vez un
servicio a la Sede Apostlica, tal vez los asuntos de las Lecturas Catlicas. Es
probable que confiara a otros el despacho de los importantes asuntos que
llevaba entre manos. Se deduce su intencin de una carta que escribi el
conde De Maistre a un cannigo de Roma.
Veneradsimo Sr. Cannigo:
Don Juan Bosco, al que usted conoci en nuestra casa, prepara un nuevo
viaje a Roma para despachar algunos asuntos que dej pendientes por haber
anticipado la salida. He pensado que no sera indiscrecin por mi parte acudir a
la probada cortesa de V.S. Ilma. para con nosotros, pidindole, si acaso
estuviere todava disponible, la habitacin en casa de su seor hermano, donde
tuvo la bondad de recibir al seor barn de Morgan; de no ser as, le quedara
muy agradecido si quisiera encargarse de buscar otra habitacin decente, en la
que pudiera don Juan Bosco pasar dos o tres semanas y, pagando la pensin,
encontrar tambin la comida. Usted, seor Cannigo Veneradsimo, que conoce
a don Bosco, sabe que es un husped fcil de contentar, de amena y piadosa
convivencia y nuestro dignsimo amigo: siendo usted tambin, como creo y
espero, nuestro buen amigo, no le resultar desagradable atender mi ruego y
hacernos este buen servicio.
23
Salgo para Francia, por lo que, si usted me quiere honrar con una agradable
respuesta, tenga la bondad de enviarla a Francisca, o tambin a mi mujer (en
Chieri, provincia de Turn). Espero que su seora madre goce siempre de
buena salud y que no haya sufrido con el excesivo calor; ofrzcale por favor,
mis obsequiosos saludos y acepte tambin usted, Veneradsimo Seor, el
testimonio de mi afectuoso respeto.
Turn, a 2 de julio de 1858.
Humildsimo y devotsimo servidor
Conde DE MAISTRE
((33))
CAPITULO III
CONVERSIONES EN PUNTO DE MUERTE
EL bien que don Bosco haca a travs de las Lecturas Catlicas le haba
otorgado tal fama de virtud y de saber, que haca pusieran en l su esperanza
las almas buenas que deseaban la conversin de los pecadores obstinados en
los ltimos instantes de su vida. A los hechos ya contados, aadimos los
siguientes.
Encontrbase gravemente enfermo en Turn cierto empleado del Gobierno,
que haba intervenido en la ejecucin de ciertas leyes contra los derechos de la
Iglesia. Haca tiempo que viva alejado de los sacramentos: la lectura continua
de psimos diarios haba apagado en su corazn todo sentimiento de fe. El
farmacutico haba hecho saber al prroco que el mdico de cabecera haba
dicho en su rebotica que aquel seor no llegara a la noche del da siguiente.
Como el prroco saba a ciencia cierta que el tal enfermo no quera saber nada
de curas y, convencido de que le rechazara, envi recado a don Bosco
rogndole que intentara salvar aquella pobre alma.
Don Bosco consinti y, he aqu que, al entrar en la casa, se encontr con la
sorpresa de que sali a su encuentro un jovencito muy avispado con grandes
muestras de afecto y alegra.
((34)) Era uno de los chicos ms asiduos del Oratorio festivo de Valdocco e
hijo del enfermo, al que su padre profesaba un cario entraable; constitua
todo su bien y felicidad en este mundo, y, aunque irreligioso, se dejaba
dominar por su chiquito. Este tomaba a menudo el crucifijo, se lo daba a besar
y su padre, para no disgustarlo, no lo rechazaba.
Decale a veces su hijo:
-Quieres que vaya a llamar a don Bosco para que venga a darte la
bendicin? La bendicin hace mucho bien y te curar.
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31
Pero ntese que desistimos de la peticin de cubrir el techo con tablas, con
tal de que quede defendida contra el agua del mismo techo la bveda de la
iglesia. Entre los trabajos que tenemos intencin de tomar a nuestro cargo, no
contamos con la reparacin del techo, que corresponde efectuar al propietario,
prescindiendo del estado del Oratorio.
Advierto tambin que los alquileres han disminuido realmente, como usted
sabe ciertamente mejor que yo, que arriendo aqu un edificio por el que
pagaba novecientas cincuenta liras y ahora queda reducida esta suma a
quinientas; lo mismo sucedi tambin en el Oratorio de Puerta Nueva y en
otros edificios.
Esta es la respuesta que podemos darle: hacer mayores gastos supera
nuestras fuerzas. Pero yo sera del parecer que se considerara este Oratorio
como una obra de beneficiencia que debe ser sostenida por todos; nosotros le
dedicamos nuestro trabajo y los haberes que podemos. Es necesario que
tambin usted y el seor abogado Daziani hagan algn sacrificio; y estamos
convencidos de que esta obra ser muy apreciada ante Dios, que no dejar de
((43)) recompensarlos, an durante esta vida, bendiciendo sus negocios y sus
familias.
Con el mayor aprecio considero un honor para m poderme declarar,
De V.S. Ilma.
Turn desde mi casa, 1 de agosto de 1858
Su seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.
A pesar de tener que atender estas gestiones y muchos otros trabajos, don
Bosco aceptaba predicar fuera del Oratorio, en iglesias pblicas y en oratorios
privados. En efecto, escriba as al conde Po Galleani de Agliano:
32
del Vicario de Jesucristo, las recomendaron a sus prrocos y stos a los fieles.
Con ello se alcanzaron ventajas: el bien espiritual de mayor nmero de almas,
que adquirieron ms cultura religiosa para crecer en la virtud y una fuente de
beneficencia para nuestro Oratorio, pues, al aumentar los suscriptores a estas
Lecturas, creci, por una parte, el trabajo para emplear a ms aprendices y,
por otra, la mdica ganancia que se sacaba facilit a don Bosco los recursos
para admitir ms muchachos pobres en su internado y proporcionarles
alimento y vestido, junto con una buena educacin.
Por ste y otros insignes favores que Mara Santsima haba hecho a don
Bosco al inspirarle el viaje a Roma, contraa el Oratorio la obligacin de rendirle
especial accin de gracias. As pareca lgica la idea de una nueva
peregrinacin a la Virgen del Campo. En efecto, en aquel santuario habase
obtenido el ao 1846 la sede estable en la casa Pinardi, y aquel ao pareca
asegurada, despus de la adhesin del Papa a los planes de don Bosco, la
perpetuidad de la Institucin. Una invitacin al prroco de dicho santuario
marc la fecha. Leemos en Armona del 21 de septiembre:
((48)) En la parroquia de la Virgen del Campo, de los alrededores de Turn,
se celebr el doce del mes corriente la fiesta del Santsimo Nombre de Mara.
Hubo una gran concurrencia de fieles lo mismo a la comunin general que a las
sagradas funciones de la maana y de la tarde. Y si bien se ha celebrado
siempre esta fiesta en esta pequea parroquia, con manifestaciones de piedad
y devocin, este ao fue ms conmovedora que de costumbre, por cuanto las
sagradas funciones fueron acompaadas con los dulces cantos y la armoniosa
msica de los muchachos del Oratorio de San Francisco de Sales, dirigidos y
educados por el incansable y celossimo don Bosco. Muchos feligreses lloraban
de emocin y todos encomiaban su habilidad.
El jueves siguiente tuvo lugar otra edificante funcin, ya que el mencionado
don Bosco fue a celebrar la misa a esta parroquia, acompaado de unos
ochenta alumnos, que comulgaron con gran admiracin de todos los presentes,
al contemplar la devocin de estos muchachos. Despus de la misa, el buen
Padre guardin les obsequi con un frugal desayuno.
Entre los que tomaron parte en esta peregrinacin, hubo un joven al que don
Bosco haba profetizado su porvenir. He aqu cmo sucedi.
Haban ido a confesarse con don Bosco unos estudiantes de las escuelas del
Carmen. A uno de ellos, apellidado Coccone, djole el buen siervo de Dios:
-T sers sacerdote.
No le hizo gracia al muchacho tal anuncio, pues tena cierta aversin al
estado clerical, y habl de ello a los compaeros, los cuales, de vez en cuando,
se burlaban de l. Don Bosco tratando de ganrselo, se lo llev con alguno de
sus compaeros a la romera de la Virgen del Campo, juntamente con los
muchachos del Oratorio, pero despus de algn tiempo, casi un ao, Coccone
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no apareci por el Oratorio. Don ((49)) Pablo Albera se encontr con l, clrigo
ya y condiscpulo suyo en 1861 en los cursos de filosofa.
Pasaron quince aos desde el da que hablo con don Bosco por vez primera
y, siendo ya sacerdote, encontrse con l un da, en la colina, cuando se diriga
a San Vito. Lo salud, lo acompa, habl con l de diversas cuestiones, pero
no se dio a conocer. De repente, parse don Bosco, lo mir y le dijo:
-Usted es aquel joven a quien hace quince aos le dije que se hara
sacerdote.
-Es verdad, contest Coccone maravillado.
Este joven estaba destinado por Dios para hacer muchsimo bien en las
crceles.
En aquel mismo mes de septiembe de 1858, llevaba Dios al Oratorio, por
caminos imprevistos, a otro joven que haba de ayudar mucho a don Bosco. De
este modo lo escriba el seor Angel Gmbara, desde Mirabello:
Mi paisano Francisco Provera era hijo de unos comerciantes honrados y
cristianos. Deseaba l ser sacerdote, aunque su padre le quera para el
comercio, dada su mucha maa para los negocios. Su confesor don Jos
Ricaldone le aconsejaba que no chocara con el padre, que esperara hasta
conocer el resultado del sorteo militar y que rezara. Sac un buen nmero en
el reclutamiento y no tuvo que ir al cuartel. Entonces don Jos Ricaldone, que
conoca si no de visu
al menos de fama la Obra del Cottolengo, y saba que all se buscaban jvenes
con buenas disposiciones para seguir la carrera sacerdotal, envi al joven
Provera a Turn con una carta en la que daba de l los mejores informes y
rogaba fuera admitido en la Pequea Casa para estudiar. Nada deca sobre la
pensin pensando que el mismo Francisco tratara de palabra mejor que l este
asunto. Advierto que en aquel tiempo en Mirabello no se saba todava nada o
muy poco de don Bosco. Francisco Provera parti para Turn, ((50)) y unos das
despus volvi al pueblo. Se present a don Jos Ricaldone, el cual al verle
muy alegre, le dijo:
-As, pues, has sido admitido en el Cottolengo?
Y Provera respondi:
-No; me dijeron que no hay sitio.
-Que no hay sitio? Pero, no has dicho que podas pagar algo?
-No; no me lo preguntaron y yo no dije nada.
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La del mes de noviembre era la Vida del Sumo Pontfice San Calixto primero,
original del sacerdote Juan Bosco. Describe la iglesia de Santa Mara del otro
lado del Tber, el martirio de san Calixto y exhorta a los cristianos a profesar
intrpidamente la fe, venciendo las pasiones, los halagos del mundo y el
respeto humano.
Estas breves biografas de los Papas, que don Bosco sola contar
desde el plpito, inspiraban a sus jvenes oyentes gran respeto y sumisin a
las prescripciones del Sumo Pontfice, de todos los obispos y especialmente a
las del Arzobispo de Turn. La conducta de monseor Fransoni haba sido
juzgada poco rectamente por una parte del clero; pero los muchachos
educados por don Bosco se haban mantenido firmes y fieles en su veneracin
y defensa. Sucedi aquel ao que, encontrndose uno de sus clrigos en casa
del prroco de Airasca con otros sacerdotes, que tomaban parte en una fiesta,
cierto maestro-sacerdote de Turn, comenz a criticar a monseor Fransoni,
afirmando que bien se mereca el destierro por su injustificada obstinacin
contra el ministro Santa Rosa, al negarle el Vitico por no haber querido
retractarse de los errores, por los que haba incurrido en censura. Como
ninguno se levantara a defender la conducta ((53)) recta y conforme a los
cnones del Arzobispo, alzse el clrigo para protestar y defenderlo, y lo hizo
con tal elocuencia y ardor que, asombrado el maestro-sacerdote, pregunt
quin era su joven adversario. Al enterarse de que era un clrigo de don
Bosco, dijo:
-Oh, con los de don Bosco hay que ir con cuidado, antes de tocar ciertos
temas.
El clrigo era Juan Cagliero.
Entretanto comenzaba la novena de la fiesta del Rosario. Miguel Magone
haba ido a casa de su madre, a la que profesaba mucho cario, durante la
Pascua de Resurreccin, pero no quiso volver en las vacaciones otoales,
tambin porque se lo haba aconsejado don Bosco. Le preguntaron varias
veces el motivo, pero l esquivaba la respuesta riendo.
Por fin, un da descubri el secreto a un amigo suyo.
-Fui una vez, djole, a pasar unos das de vacacin a casa; pero en adelante,
si no me veo obligado a ello, no ir.
-Por qu?, pregunt el compaero.
-Porque en casa se encuentra uno con los peligros de antes. Los lugares, las
diversiones, los compaeros me arrastran a vivir como lo haca antao y yo no
quiero que vuelva a suceder lo mismo.
-Hay que ir con buena voluntad y practicar los avisos que nos dan nuestros
superiores antes de salir.
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-La buena voluntad es como una niebla, que desaparece poco a poco a
medida que vivo lejos del Oratorio; los avisos sirven unos das; despus, los
compaeros me los hacen olvidar.
-Entonces segn t, nadie tendra que ir de vacaciones a su casa a ver a los
padres?
-Entonces, segn yo pienso, vaya en hora buena a vacaciones
quien se sienta con fuerzas para vencer los peligros; yo no soy bastante ((54))
fuerte. Lo que yo pienso y creo es que si los compaeros pudiesen ver su
interior, muchos se daran cuenta de que van a casa con alas de ngeles y, a
su regreso, llevan dos cuernos en la frente como unos diablillos.
Pero don Bosco no permiti que Magone quedara privado de la necesaria
recuperacin de fuerzas y, a ttulo de premio, quiso que le acompaara al
acostumbrado paseo de I Becchi, con el primer grupo de excursionistas, entre
los cuales se hallaba don Juan Garino, testigo de lo que narramos. Se
emprendi el viaje el da treinta de septiembre, fiesta de san Jernimo.
Durante el camino tuvo don Bosco oportunidad de conversar largo y tendido
con Magone y descubrir en l un grado de virtud muy superior a lo que se
esperaba.
Los pill un inesperado aguacero y llegaron a Chieri totalmente calados.
Fueron a casa del caballero Marcos Gonella, que sola recibir bondadosamente
a los muchachos del Oratorio siempre que iban y volvan a Castelnuovo de Asti.
Proporcion a don Bosco y a sus acompaantes lo que les haca falta para la
vestimenta, y luego los obsequi con una comida por todo lo alto.
Despus de unas horas de descanso, volvieron a emprender la marcha. Al
cabo de un rato, Magone qued rezagado, y uno de los compaeros, credo que
estaba cansado, se le fue acercando y se dio cuenta de que susurraba en voz
baja. Y le dijo:
-Ests cansado amigo Magone, verdad? No aguantan tus piernas el peso de
este viaje?
-Quita all! Yo cansado? De ningn modo, ira todava hasta Miln.
-Qu estabas diciendo ahora cuando caminabas hablando bajito a solas?
((55)) -Iba rezando el rosario de la Santsima Virgen por ese seor que nos
ha tratado tan estupendamente; no puedo pagrselo de otra manera, y por eso
ruego al Seor y a la Santsima Virgen que derramen sus bendiciones sobre
esa casa y les den cien veces ms de lo que nos han dado a nosotros.
Resulta difcil decir cmo agradeca Magone cualquier favor recibido. Muchas
veces apretaba afectuosamente la mano de don Bosco y, mirndolo con los
ojos arrasados en lgrimas, deca:
40
-No s cmo expresar mi gratitud por la gran caridad que tuvo conmigo al
aceptarme en el Oratorio. Me esforzar por recompensrselo con mi buena
conducta y pidiendo a Dios que le bendiga a usted y sus trabajos.
De camino se detuvieron en Buttigliera, donde la condesa de Miglino tena
preparada la merienda para los muchachos, y al anochecer llegaban, entre
aclamaciones y gritos de alegra, a I Becchi, donde don Miguel Angel
Chiatellino predicaba la novena del Rosario.
Uno de aquellos das fue don Bosco a una aldea cercana para hablar con el
prroco, amigo suyo, de algo que le interesaba.
Tena ste una ama vieja, tan avara en el cuidado de los intereses de su
dueo que, no slo le haba alejado los amigos con su mala cara y sirvindoles
en las comidas platos escasos y mal preparados, sino que hasta escatimaba la
comida a su propio dueo, al extremo de privarle de lo necesario. Como el cura
saba que era muy fiel, discreta en hablar y verdaderamente buena cristiana, la
toleraba y dejaba hacer. Muchas veces habale hecho observar los
inconvenientes de su proceder, pero eran palabras que se llevaba el viento.
Sabiendo, pues, don Bosco con quin tena que vrselas, llam a la puerta
de la casa parroquial.
Asomse el ama y pregunt bruscamente:
-A quin busca?
((56)) -Est en casa el prroco?
-Ha salido.
-Tardar mucho en volver?
-No lo s. Puede que tarde una hora.
-Si me lo permite, le esperar. Mientras tanto tengo el gusto de poder
saludar a usted. He odo muchas veces hablar muy bien de usted...
-De m?, replic la criada calmndose.
-S, s! No es usted la seora Dominga?
-Yo soy, cmo sabe mi nombre? Quin se lo dijo?
-Quin me lo dijo?, he odo alabarla muchas veces. Y s que la seora
Dominga es una excelente cocinera, una buena seora, muy hbil y de buen
corazn.
-Y usted quin es?
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CAPITULO VI
DON BOSCO ENVIA ALUMNOS ESTUDIANTES AL COTTOLENGO -LOS
PRIMEROS TRES CURSOS DE LATIN EN EL ORATORIO -AVISO A LOS
PROFESORES Y A LOS ASISTENTES -CONFERENCIA A TODOS LOS CLERIGOS
-ASISTENCIA CONTINUA Y PRUDENTE A LOS ALUMNOS -LOS MUCHACHOS
ALREDEDOR DE DON BOSCO DURANTE LA COMIDA -LAS CLASES DE
FILOSOFIA Y UN INCONVENIENTE -MAXIMAS ETERNAS RECORDADAS A LOS
MUCHACHOS -LA VIDA DE LOS PAPAS DESDE EL PULPITO -SERMON DE SANTA
CECILIA -MUERTE DEL ABATE APORTI
LLEGAMOS a la inauguracin del curso escolar 1858-59. Cerrada ya la
matrcula de alumnos nuevos, entre los que figuraba Pablo Albera, natural de
None, destinado por Dios a ser uno de los principales Superiores de la Pa
Sociedad, don Bosco segua seleccionando muchachos para la clase de los
estudiantes en el Cottolengo, a cada uno de los cuales entregaba una cartita
de presentacin. Una de stas ha llegado hasta nosotros; va dirigida al clrigo
Frattini, asistente de los Tomasinos,1 en la Pequea Casa de la Divina
Providencia.
Carsimo Frattini:
El jovencito Antonio Meotti ha venido a ver si hay alguna esperanza para l
en la Casa de la Divina Providencia. T lo puedes ver y presentarle a la bondad
de vuestro venerado Padre ((68)) y despus hars lo que a l y a ti mejor os
parezca ante el Seor.
El padre del muchacho est dispuesto a pagar diez liras mensuales.
Que Dios te bendiga a ti y a tu trabajo; reza por m, que de corazn soy
tuyo.
Desde casa, 22 de octubre 1858.
Afmo.
JUAN BOSCO, Pbro.
Los estudiantes de humanidades y retrica del Oratorio seguan yendo a
clase a la escuela de don Mateo Picco. En casa fungan
1 Tomasino: con tal nombre designaban a los estudiantes para sacerdotes en
la Pequea Casa de la Divina Providencia. (N. del T.)
50
En ocasiones tengo el gusto de hablar a todos los hijos del Oratorio juntos,
otras solamente a los internos, a menudo a los estudiantes o a los aprendices
solos y a veces a los clrigos en particular.
((69)) Ya podemos decir que nuestro ao escolar ha comenzado
definitivamente, y por eso tengo un gran deseo de empezar, como hacamos el
ao pasado, a entretenerme un rato con vosotros, al menos una vez a la
semana. El mejor momento que tenemos es ste, despus de las oraciones de
la noche.
No pretendo predicaros un sermn; lo que quiero deciros, lo que deseo de
todo corazn, lo que os recomiendo es que practiquis lo que tantas veces
recomendaba san Pablo, o mejor lo que Dios mismo recomend a Moiss
cuando bajaba del monte.
Sed modelos, verdaderos modelos para todos los hijos del Oratorio. Debis
er como falsillas, sobre cuyas lneas deben escribir y caminar todos los dems.
Debis obrar de modo que los otros, al mirarse en vosotros como en
verdaderos espejos, puedan quedar edificados. Debis procurar aprovecharles
no slo con vuestros consejos, sino con vuestras obras, con vuestro ejemplo.
De qu sirve que recomendis a los dems que frecuenten los santos
Sacramentos, si observan que vosotros los recibs con escasa frecuencia? Si
ven que os acercis devotamente a los sacramentos, si os ven recogidos y
modestos en la iglesia, ah! entonces s que podrn sacar de vuestro ejemplo
normas de conducta que alimenten sus almas. Si por desgracia oyesen a un
clrigo sostener conversaciones poco modestas, o que suelta una palabrita en
algo contraria a la bella virtud de la pureza, ay de nosotros, ay de nosotros!
Qu dao, qu escandalo!
51
Dice san Juan Crislogo que un ministro del Seor es semejante a una
planta. Oh, qu hermoso ver, dice este santo, una planta en un ameno jardn,
esparciendo sus frondosas ramas cargadas de ptimos frutos! Todo el que se
acerca queda satisfecho al ver sus ramas cargadas de tan ricos frutos. Por el
contrario, colocad esa planta en un bonito jardn, alta y esbelta, atrayendo a
todos los que la miran, pero
falta totalmente de hermosos frutos, y entonces veris que todos, indignados,
la maldecirn porque ocupa intilmente un lugar tan bello.
Los pueblos vuelven a nosotros sus ojos esperando ver buenos frutos, y si no
los ven, cmo se escandalizan!
San Ambrosio nos compara con la luna. Dice que debemos ser como ella. La
luna no brilla con luz propia, sino que la toma del sol, se sirve de ella y
despus la da a la tierra. As somos nosotros. No tenemos nada nuestro, sino
que hemos de recibir de ((70)) Dios, sol de justicia, la divina palabra que
ilumina las inteligencias, y despus de habernos servido de ella para nuestra
santificacin, debemos esparcirla para iluminar a todos los hombres, los cuales
esperan que nosotros les guiemos por el camino que conduce al cielo.
San Agustn aada: queris saber qu indica la toga que visten los jvenes
romanos? No creis que solamente significa que aquel joven ha cumplido ya
los diecisiete aos; indica que bajo aquella toga estn la ciencia, la virtud y
todas las buenas prendas que deben adornar a los que la quieren vestir. Lo
mismo nos sucede a nosotros. Bajo el hbito debemos llevar las virtudes que
corresponden a un hbito tan divino.
Tena Josu que pasar el Jordn. Djole Dios:
-Enva delante a los sacerdotes con el arca: entren en el ro llevndola a
hombros y las aguas del Jordn se abrirn y pasar tu ejrcito. As lo hicieron
los sacerdotes, y las aguas se dividieron; las de un lado se levantaron como un
alto muro, las del otro siguieron su camino, qued seco el lecho, y todo el
ejrcito de Israel pas al otro lado del Jordn. Lo mismo tenemos que hacer
nosotros. Con el arca de la divina alianza, con la santa religin, con buenas
mximas, con palabras amables, con santos ejemplos, debemos actuar de
modo que los hombres pasen sanos y salvos de este mundo a la eternidad.
Hagamos, pues, todo lo que podamos para bien de las almas. A vuestro
alrededor hay muchos jvenes, que os vigilan continuamente; dedicaos con
todas vuestras fuerzas a encaminarlos al bien con el buen ejemplo y con las
palabras, con los consejos y advertencias caritativas. Si lo hacis as durante
este ao, aun cuando no sois en nmero ms que los aos pasados, yo estar
satisfecho; y no dejar el Seor de bendecirnos a m, a vosotros y a toda la
casa, y seguir como siempre ayudndonos con su poderoso brazo, sacando
mucho fruto de nuestros trabajos. Amn. As sea.
52
rezagados llenaban el espacio entre los bancos y las mesas. Pareca que ya
ninguno poda llegar a aproximarse a don Bosco; sin embargo, algunos
pequeitos lo intentaban. Se echaban a correr a gatas por debajo de las mesas
y de pronto asomaban sus cabecitas entre la mesa y don Bosco, que los reciba
con una caricia.
A menudo don Bosco, entretenido en su despacho por algn trabajo
apremiante, acababa de empezar entonces ((74)) a comer. A pesar de todo los
reciba alborozado y, ensordecido con sus cantos y sus gritos, en aquel
ambiente de aire viciado, donde a duras penas
quedaba encendida la luz, terminaba su pobre comida, dirigiendo una sonrisa
afectuosa, una mirada amable, una palabra de aliento, a unos y a otros Nunca
mostraba la menor contrariedad ante la insistente importunidad de sus hijos;
al contrario, senta pesar si una visita innecesaria vena a romper el encanto de
aquellos entretenimientos familiares.
Haca a veces seal de querer hablar a todos y, al instante, cesaba aquel
barullo ensordecedor; en medio del ms absoluto silencio contaba una breve
ancdota, propona una cuestin, haca una pregunta, hasta que la campana
disolva la asamblea llamando a la clase de canto o a las oraciones.
La confianza de los muchachos no padeca menoscabo alguno con la continua
vigilancia del superior, ms agradable que la de otros asistentes.
Entretanto tambin los clrigos haban comenzado sus clases en el
seminario, ocupado todava por la autoridad militar, que no haba dejado libre
ms que un amplio entresuelo para la clase de los estudiantes de teologa. As
que los profesores de los cursos de filosofa daban las clases en su propia casa
a hora muy temprana e incmoda para los alumnos. Por este motivo, don
Bosco escribi una respetuosa carta al cannigo Vogliotti, Provicario diocesano
y Rector del Seminario.
Ilustrsimo Seor:
Acudo a su reconocida bondad para un favor que se refiere a nuestros
estudiantes de filosofa. La hora actualmente sealada para la clase no coincide
con el horario de la casa, especialmente con la misa. ((75)) Si los seores
profesores T. Mottura y C. Farina pudieran tener la bondad de comenzar su
clase a las nueve de la maana, todo quedara arreglado.
Pero si esto fuera de estorbo para las ocupaciones de los seores
mencionados, ya me las arreglara de otro modo para uniformarme a sus
lecciones.
Siempre con el mayor aprecio y gratitud, me profeso.
De V.S. Ilma.
55
57
-Quieres verlo?
((78)) -Lo deseo ardientemente.
-Si quieres ver a mi ngel, antes tienes que creer en Jesucristo, Hijo de Dios,
que por salvar a los hombres baj del cielo a la tierra y derram su sangre por
nosotros. Tienes que creer que hay un solo Dios creador del cielo y de la tierra
y de todo lo que hay en ellos; que este Dios premia a los buenos y castiga a
los malos. Despus debes lavarte con las aguas que purifican y, slo despus
de este bautismo, podrs ver a mi ngel.
Valeriano, que nunca haba odo hablar de Jesucristo, ardiendo en deseos de
ver al ngel, exclam:
-A quin debo ir para purificarme?
Y Cecilia respondi:
-Si quieres realmente ser purificado, vete por la va Apia hasta tres millas de
la ciudad tertio ab urbe lapide... (en el tercer miliario desde la ciudad). 1 All
encontrars a unos pobres que te pedirn limosna y t les dirs:
lugar donde sepultaban a los mrtires. Tienen una extensin de muchas millas.
Avanzaba Valeriano por aquella galera a la que desembocaban centenares de
corredores. La lmpara del gua iluminaba escasamente aquellos subterrneos.
A derecha e izquierda se vean, unas sobre otras, empotradas en los nichos de
la pared, las tumbas de los mrtires, que tenan esculpidos o pintados sobre
losas los signos de su martirio.
-Este, deca el gua sealando una tumba, fue decapitado por el verdugo;
((79)) este otro fue despedazado por las fieras en el anfiteatro; aqul fue
quemado a fuego lento; se muri echndole plomo derretido por la boca.
Y as segua, indicndole los distintos gneros de suplicios, varas, parrillas,
cruces, con los que haban confesado a Jesucristo los que dorman para
siempre en aquellos subterrneos. En medio de aquellas gloriosas tumbas
tenan los cristianos sus asambleas, celebraban sus ritos y muchas veces
coman y dorman.
Valeriano, al ver unos trofeos de virtud tan sublimes, cuyo valor todava no
conoca, casi se desmayaba de horror y pensaba para sus adentros:
-Ay de m, en qu lugar me he metido!
No obstante se reanim y sigui el camino. Lleg por fin a un lugar algo ms
espacioso, donde se cruzaban varias galeras y que tena el aspecto de un
templo. Haba all un altar, muchas lmparas encendidas y un nutrido grupo de
cristianos que asistan a las sagradas funciones.
El gua llev enseguida a Valeriano ante el pontfice Urbano, que estaba
sentado en una ctedra rodeada por el clero. La fisonoma del Papa, con
marcado aire de benevolencia y mirada serena, afectuosa, consol y alent
mucho a Valeriano. El Papa, al ver a aquel desconocido, que todava no se
haba repuesto de su estupor, lo reanim con palabras dulces y amables y,
cuando le pregunt por qu motivo haba pedido hablar con l, Valeriano
contest:
-Yo soy el esposo de Cecilia. Me ha contado que tiene a su lado un ngel
invisible que la defiende. Yo deseaba ver a este ngel del cielo y ella me ha
contestado que, para verlo, era necesario que me presentase a ti y me hicieras
purificar.
Cuando Urbano oy el nombre de Cecilia y que era ella quien haba mandado
all a Valeriano, profundamente conmovido, se postr en tierra y or. Todos los
cristianos imitaron al Pontfice y rezaban. Mas he ah que apareci de improviso
un venerable anciano, con semblante majestuoso, imponente, celestial.
Valeriano comprendi que aqul era un personaje sobrenatural y, vencido por
el miedo, cay al
suelo. Quin era el aparecido? Era el apostol san Pablo que acuda a consolar a
Urbano en sus tribulaciones y a animar a Valeriano.
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-Guardad, jvenes mos, estas coronas que os he trado del jardn del ((81))
Paraso, con la pureza del corazn y la santidad de la vida. Vuestras oraciones
han sido escuchadas por el Seor; pedid lo que deseis y se os conceder.
Entonces Valeriano dijo:
-Te pido la conversin de mi hermano Tiburcio.
-Si slo deseas esto, contest el ngel, ya est concedido.
Y desapareci. En aquel instante se oyeron los pasos de Tiburcio, que se
acercaba a la puerta, y abri.
-Oh, qu fragancia tan deliciosa se percibe en esta sala! Qu flores, qu
aromas despiden este perfume? En mi vida he experimentado nada semejante.
Entonces Valeriano respondi:
-Nosotros sabemos de dnde viene. Has de saber que hace poco baj un
ngel del cielo y puso dos coronas de rosas sobre nuestras cabezas.
-Dnde estn, que yo no las veo?, exclam Tiburcio mirando a un lado y a
otro sin ver nada. Dnde estn esas rosas que decs? Siento su olor, pero las
coronas, que me gustara ver, no las veo.
Y no se calmaba. Entonces dijo Cecilia:
-Si quieres ver estas coronas, antes debes creer que hay un solo Dios
creador de cielo y tierra, que este Dios ha enviado del cielo a su divino hijo
Jess, el cual fund una religin santsima, pursima; y despus tienes que ser
lavado con una agua que purifique tu alma de toda mancha.
-Cmo? Hay todava un Dios ms poderoso que los dioses de Roma?
Contestle Valeriano:
-Tiburcio, mucho me extraa que con tu mucho saber, creas que nuestros
dolos son poderosos! Estn hechos por los hombres!
-Es verdad lo que dices; pero, quin me dar esa agua?
-Un venerable anciano, que se llama Urbano.
-Urbano? Ese a quien oigo llamar el papa de los cristianos?
-Exactamente.
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las circunstancias del momento, creemos sumamente til para las familias
cristianas.
Ya sabis, venerables hermanos, que hace algunos aos mostrbamos en
una carta pastoral, expresamente dirigida a los fieles de nuestra dicesis, los
gravsimos daos que causan a la fe y a las buenas costumbres, tantos libros y
folletos impos y libertinos como inundan nuestros pueblos.
Viendo ahora que, por desgracia, se han de lamentar todava estos males, os
exhortamos a unir vuestra solicitud a la nuestra y vigilar no slo para impedir
que el
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6. Llevar este escrito a los pies de la imagen de la Virgen y con este acto
quiero consagrarme enteramente a Ella, y propongo ser en adelante todo suyo,
hasta el ltimo instante de mi vida.
Permitile don Bosco hacer estos propsitos, excepto la confesin general,
que ya haba hecho poco tiempo antes, y abstenerse del desayuno, que le
conmut por el rezo diario de un De profundis en sufragio de las almas del
Purgatorio.
((94))
CAPITULO VIII
LA PLATIQUITA DE LA NOCHE4 -DON BOSCO DIRIGIENDO LA PALABRA -SU
ELOCUENCIA -INDUSTRIAS PARA DAR PABULO A LA IMAGINACION DE LOS
CHICOS -SEIS PLATICAS DEL MES DE DICIEMBRE -NAPOLEON: EL CATECISMO
Y LA PRIMERA COMUNION -GREGORIO NA CIANCENO, BASILIO Y JULIANO EL
APOSTATA ESTUDIANTES EN ATENAS -CORRECCION DE LOS DEFECTOS Y DE
LAS FALTAS LIGERAS -NO ENVANECERSE POR LAS ALABANZAS Y TENER
CALMA Y PACIENCIA POR LAS CORRECCIONES -UNA VICTORIA SOBRE EL
RESPETO HUMANO PREMIADA -NO AVERGONZARSE DE OBEDECER A DIOS
-DESPUES DE LA PLATIQUITA -SALON DESTINADO A LAS REPRESENTACIONES
TEATRALES -REGLAMENTO PARA EL TEATRO
EL edificio moral del Oratorio se mantena slido y esplndido: era su clave la
platiquita de cada noche despus de las oraciones. Don Bosco no la ceda a
nadie, porque la consideraba como un deber suyo personal, salvo que fuera
totalmente imposible; y no quera que su suplente hablase ms de tres o cinco
minutos, de acuerdo con la necesidad y la circunstancia. Su consigna era:
-Pocas palabras; una sola idea importante, pero que impresione, de modo que
los muchachos vayan a dormir perfectamente enterados de la verdad que se
les ha expuesto.
((95)) Pero el deseo de los muchachos era or al que tanto los quera.
As se expresa el telogo Ballesio, en su Vida ntima de don Juan Bosco.
Terminada la clase nocturna, de canto y de msica para unos y de gramtica
y de aritmtica para otros, a la vibrante y argentina llamada de la campanilla,
nos reunamos para la oracin. Esperado y sublime momento: mi corazn se
alboroza de gozo slo al recordarlo! Se entonaba una cancin y trescientos
muchachos formaban un coro imponente que los de la ciudad oan desde lejos.
Rezbamos todos en alta voz con don Bosco, en medio de nosotros, arrodillado
sobre el pavimento de piedra, en el locutorio, o en el prtico. Qu encantador
y santamente modesto estaba don Bosco en aquellos momentos! Acabada la
oracin, suavemente ayudado por nosotros, suba a una pequea tribuna y, al
verle comparecer en alto, con aquella su mirada paternalmente amable y
sonriente que giraba sobre nosotros, percibase en toda aquella gran familia
4
As comenz a llamar don Bosco lo que hoy se conoce con el clsico nombre de buenas noches. Y as ha de entenderse
a lo largo de estas Memorias, aun cuando, por respeto al texto original, seguimos traduciendo platiquita o pltica de
la noche. (N. del T.)
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Ecclesistico III, 1.
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En esta ocasin, dndose cuenta de que otro de sus generales saba poco de
religin, comenz a hablarle de este tema, y termin diciendo:
-Habis comprendido?
-Muy poco, respondi el otro.
-No habis comprendido? Qu poco talento tenis! Me equivoqu al haceros
general.
((99)) Napolen tena un gran talento y algunas de las pginas que escribi
pudieron colocarse al lado de las que escribieron los Santos Padres. Al fin de su
vida se convirti y muri como un buen cristiano. Pero sabis por qu? De
jovencito haba estudiado bien el catecismo y haba hecho bien la primera
comunin.
II
Vivan en Atenas dos estudiantes; llambase el uno Gregorio y el otro
Basilio. Los dos compaeros se amaban tiernamente y el fin de su amistad era
edificarse el uno al otro y adelantar cada vez ms en la virtud. Era delicioso ver
su comportamiento en la iglesia, or cmo cantaban las alabanzas del Seor,
cmo rezaban, admirar sus progresos en las ciencias. Viva con ellos otro
compaero, Juliano. Su cara delataba la maldad, su mirada revelaba una
perversidad precoz, asomaba a los labios una sonrisa maligna. Los dos buenos
amigos, se dieron cuenta de que aquel joven era un compaero malo y huan
de l constantemente, a pesar de que trataba de acercarse a ellos. Juliano se
burlaba de ellos siempre que los vea ir a confesarse, comulgar y hacer otras
prcticas de piedad. Le deca un da Gregorio a Basilio:
-Ay de la Iglesia, si ste subiera un da al trono de los Csares! Sera el ms
terrible perseguidor de los cristianos.
Juliano era sobrino del emperador Constancio. Y la ocurrencia fue realidad.
Juliano lleg a emperador, fue llamado el apstata y se convirti en feroz
enemigo de Jesucristo. Pero no escap al enojo del Seor, pues, a los pocos
aos de gobierno, pereci en una batalla, blasfemando del nombre de Aqul a
quien no haba querido confesar como Dios. Gregorio y Basilio, por el contrario,
fueron creciendo en virtud a medida que avanzaban en edad y llegaron a ser
dos grandes lumbreras de la religin. Los dos son venerados ahora en los
altares, y los dos son doctores de la Iglesia.
Ved ah, queridos jvenes, cmo el que quiere realmente llegar a ser grande,
ha de comenzar desde joven a recorrer con valenta el camino de la virtud. El
que empieza bien de joven puede esperar que el Seor le ayude en todas las
circunstancias de la vida; pero, si durante la juventud no cuida sus deberes
religiosos, ((100)) sino que encima se burla de los que practican, ste debe
temer, y mucho, que tarde o temprano, caiga sobre l la ira de Dios.
73
III
Cuando san Felipe Neri era todava jovencito, viva en Florencia y sola ir a
menudo al convento de los dominicos, donde haba un fraile que, ms de una
vez, le cont el siguiente hecho:
Haba dos religiosos que tenan la costumbre de confesarse mutuamente
antes de ir al coro a rezar maitines. Una noche quiso el demonio burlarse de
ellos. A la hora sealada fue a llamar a la puerta de uno de los dos frailes,
invitndolo a bajar a la iglesia. Creyendo el fraile que le haba llamado el
compaero, baj y a llegar al coro vio a uno, que por su aspecto, por el hbito,
por su andar pareca exactamente su compaero, que iba a sentarse en el
confesonario. Se acerc l a la rejilla para confesarse segn su costumbre.
Mientras iba diciendo sus faltas, oy extraado que le responda:
-Eso no es nada!
Sigui su acusacin, manifest una falta ms grave y oy la voz del confesor
que repeta:
-Eso no es nada!
Entonces, sospechando que all haba alguna trampa, se santigu y al
momento call la voz del confesor. Hizo una pregunta y nadie respondi. Mir y
el confesor, es decir, el diablo, haba desaparecido.
Queridos hijos, no olvidis la palabra que suele emplear el demonio cuando
quiere induciros al pecado: eso no es nada!
Ante ciertas amistades demasiado apasionadas, que desagradan a los
superiores: eso no es nada! Ante ciertas murmuraciones contra los
compaeros o contra el reglamento: eso no es nada! Frente a las
desobediencias a ciertos mandatos, las meriendas clandestinas: eso no es
nada! Se presentan a veces dudas graves sobre ciertas acciones o
pensamientos, que nos ruboriza confesar y: eso no es nada!
No os digo que tomis por grave lo que es leve, pero os pongo sobre aviso
para que no prestis odo al demonio, cuando os repita que eso no es nada.
Una falta nunca deja de serlo y, por tanto, hay que corregirse. Y despus no
olvidis que qui spernit modica, paulatim decidet (el que desprecia las cosas
pequeas, poco a poco caer).
((101))
IV
74
VI
La ltima vez que tuve el gusto de hablaros, os cont cmo Dios protegi a
un soldado que no se avergonzaba de rezar en pblico. Esta noche voy a
haceros una observacin sobre el respeto humano. Cuntos cristianos, en la
situacin de aquel soldado, no tendran el valor de manifestar de la misma
manera su amor a Dios! El hombre a veces no teme hacer frente a los
caones, no tiene miedo a las armas, a las fieras, al mar borrascoso, ni a los
viajes a travs de inmensas florestas o desiertos sin lmites; en cambio, no
tiene valor para vencer un simple y cobarde respeto humano, un cobarde
rubor... Le asusta una burla, una sonrisa maliciosa! Y eso que se trata de
obedecer a Dios y a su santa Iglesia en cosas gravsimas, como or misa en los
das festivos, abstenerse de comer carne en viernes y en sbado, acercarse a
los sacramentos por Pascua, no aplaudir a los que sostienen conversaciones
obscenas y otras cosas por el estilo. Y al obrar diversamente se juega uno la
eterna salvacin! No es esto una locura? Perder el alma por las vulgares
palabras de un necio, que se reir de vuestra ruindad! Acordaos de lo que dijo
Jesucristo: El que se avergence de m y mis palabras, el Hijo del Hombre se
avergonzar de l, cuando venga con su majestad... y la del Padre y los santos
ngeles... Y a todo el que me niegue ante los hombres, yo tambin le negar
ante el Padre, que est en los cielos.
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((105)) En estos trminos habl don Bosco durante las primeras semanas de
diciembre. Al trmino de cada platiquita, se despeda de los muchachos, como
un padre de sus hijos, con el augurio de: Buenas noches!, al que todos los
muchachos correspondan con el saludo cordial y sonoro de gracias! 6.
Al bajar de la pequea tribuna, los muchachos le rodeaban deseando cada
uno de ellos or de sus labios una palabra confidencial. Y l, con toda calma y
bondad, los complaca. Declara el cannigo Anfossi: Siendo muchacho, me
sucedi ms de una vez percibir un amable reproche o advertencia con su sola
mirada acompaada de un apretn de manos; y estando yo angustiado, sin
decirle palabra me comprenda y consolaba con alguna mxima moral. Y lo que
haca conmigo, hacalo con la misma amabilidad con todos, de modo que los
muchachos se despedan de l para ir al dormitorio en silencio, recogidos y
satisfechos.
El augurio de don Bosco los acompaaba, porque la buena noche iba
preparada con sus palabras y envuelta en sus prescripciones.
Apenas entraban los muchachos en el dormitorio, y mientras se acostaban, un
lector lea durante diez minutos un libro espiritual y terminaba diciendo: Tu
autem, Domine, miserere nobis (y T Seor, ten piedad de nosotros) a lo que
no todos contestaban Deo gratias (gracias a Dios) porque ya estaban
dormidos; y se dejaban las luces medio apagadas. Por la maana, sonaba la
campana, se oan las palmadas del asistente y el Benedicamus Domino
(Bendigamos al Seor) despertaba a los jvenes que respondan Deo gratias
(gracias a Dios), por haberles conservado la vida el Seor.
Entretanto se haban acabado los trabajos del subterrneo de la iglesia,
destinado a refectorio. Como quiera que por su amplitud tena capacidad para
gran nmero de personas, se determin que sirviera tambin de saln teatro.
El escenario se preparaba ((106)) vez por vez, y en l actuaron brillantemente
6
Las buenas noches: En los colegios salesianos de Espaa se introdujo, desde un principio, una costumbre que todavia
los acompaa. Se empiezan las buenas noches, buenos das o buenas tardes, que tales son las ocasiones hoy en da,
con el clsico saludo de: Ave Mara Pursima, por parte de quien las da, y se cierran con la despedida: Buenas
noches... nos d Dios, por parte de quienes las reciben. (N. del T.)
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79
CAPITULO IX
IMPRUDENTE EXCLAMACION DE UNA MADRE -ORDENACION SACERDOTAL DE
DON JOSE ROCCHIETTI -GENEROSA CARIDAD DE DON BOSCO -FIESTAS DE
NAVIDAD: DON BOSCO ANUNCIA QUE NO PASARA DE LOS CINCUENTA AOS,
SI LOS MUCHACHOS NO REZAN POR EL -RESPUESTA DE DON BOSCO A LA
FELICITACION DEL CLERIGO DOMINGO RUFFINO -RECUERDOS Y AVISOS A
LOS ALUMNOS EN EL ULTIMO DIA DEL AO:
ANUNCIA QUE UNO DE ELLOS MORIRA ANTES DEL CARNAVAL -NECROLOGIO
EL celo con que don Bosco cultivaba las vocaciones para el estado eclesistico
consuma casi todas sus energas; sus pensamientos, sus obras y palabras
estaban en continua actividad para alcanzar este fin. Es difcil hacerse una idea
de la veneracin que don Bosco tena por tan sublime estado. Acaeci en aquel
momento un hecho que lo demuestra con luz meridiana y que prueba, al
mismo tiempo, que no cabe la menor duda de que don Bosco vea el futuro de
muchos que acudan a l para recibir bendicin.
Cierto da fue a verle la condesa D... L... acompaada de cuatro hijitos suyos
y le rog los bendijera. Despus le pidi:
-Dgame, por favor, qu ser de ellos en el porvenir.
((110)) -Me hace usted una pregunta muy difcil; slo Dios conoce el
porvenir, respondi don Bosco.
-Lo comprendo, replic la condesa; de todos modos, dgame algo de ellos, al
menos a manera de augurio.
Entonces don Bosco, bromeando, hizo pasar uno por uno a aquellos nios y
dijo:
-Este llegar a ser un gran general; de este otro haremos un gran hombre de
gobierno; Enrique ser un doctor de gran fama...
La madre, regocijndose por tan felices pronsticos, animaba a sus hijos a
esperar que se cumplieran, y deca:
-Hijos mos, no seris los nicos de la familia, que ocuparon altsimos
puestos en la sociedad!
Estaba el cuarto nio delante de don Bosco esperando su parte de profeca.
La madre aguardaba ansiosa. Don Bosco tena la mano derecha sobre la
cabeza del nio y lo miraba fijamente y con afecto.
-Y cul ser la suerte de este ltimo?, pregunt la seora.
-No s si le gustar a la seora condesa la suerte de este ltimo.
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-Que en este ao est siempre con vosotros la gracia de nuestro Seor; que
podis hacer siempre la voluntad de Dios; que la Virgen os tenga siempre bajo
su ((115)) amparo; que crezcis en mritos con vuestras buenas obras.
As pues, tambin yo quiero dejaros esta noche algunos recuerdos para
provecho del alma, y son stos:
A los clrigos, el buen ejemplo, recordndose siempre de que son lumen
Christi (luz de Cristo). A los estudiantes, la mayor frecuencia posible de la
eucarista. A los aprendices, como no pueden acercarse a los sacramentos
durante los das de la semana, hacerlo en los das festivos. Adems a todos en
general: buenas confesiones, abrir cndidamente vuestro corazn al confesor,
porque, si el demonio consigue inducir a un joven a callar un pecado en la
confesin, ste se encuentra en un desgraciado estado y cargado de
sacrilegios, est al borde de su eterna perdicin. Por tanto, confesaos bien y,
adems de la sinceridad, no falten nunca el dolor y el propsito firme: de lo
contrario, sera intil, o ms bien, perjudicial el acercarse al tribunal de la
penitencia; en lugar de bendiciones atraeramos sobre nuestras cabezas la
maldicin. Pero tenemos entre nosotros un tesoro especialsimo, y no lo
conocemos bastante; la proteccin de la Virgen Mara. Y cun eficaz es acudir a
esta buena Madre. Rezad, pues, y familiarizaos con aquellas hermosas
palabras que dijo el ngel: Ave, Maria, gratia plena (Dios te salve, Mara, llena
eres de gracia) y las otras que repite a menudo la Iglesia: Sancta Maria, Mater
Dei, ora pro nobis. Cada noche al acostaros repetid: Sancta Maria, Mater Dei
ora pro nobis. Por la maana, al despertaros, decid siempre: Ave, Maria y
palparis el admirable efecto de esta invocacin. Haga cada uno de vosotros lo
que he dicho y que nuestro Seor os conceda toda suerte de felicidades en el
ao que va a comenzar. Adems no os olvidis de dar gracias a la bondad de
Dios por los muchos beneficios que os dispens durante el tiempo ya
transcurrido.
((116)) Dicho esto, call don Bosco un instante, pase la mirada afectuosa
sobre los muchachos y sigui diciendo:
-Aplicaos todos con santo empeo a pasar el ao nuevo en gracia de Dios,
porque tal vez para alguno de nosotros ser el ltimo ao de su vida. Dir
ms, aadi: hay entre los aqu presentes un muchacho que pasar a la
eternidad antes de que termine el Carnaval.
Mientras esto deca tena puesta su mano sobre la cabeza del que estaba
ms cerca de l, que era Magone. Este, clavando en su cara los ojos, que
resplandecan con pureza angelical, le pregunt:
-Dgame, soy yo?
Don Bosco no contest.
-He comprendido, replic Magone; soy yo quien debe preparar la maleta
para la eternidad; bien, me mantendr preparado.
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He odo decir que don Bosco, primero sin drselo a entender y, despus, a
su tiempo y con prudencia, preparaba al interesado. Los hechos confirmaban
siempre la profeca, y por eso nosotros le prestbamos fe.
Y vamos ya a la memorable profeca.
La noche del 31 de diciembre, un muchacho que estaba cerca de don Bosco
haba odo la pregunta de Magone. Se llamaba Constancio Bernardi, natural de
Chiusa de Cneo y tena diecisis aos. Con las palabras de don Bosco se
form en su corazn la firme persuasin de que era l el designado, y comenz
a decir: -Me toca a m!
Por lo cual, despus de prepararse con una buena confesin, escribi sin ms
una carta a sus padres pidiendo perdn por las faltas que haba cometido
cuando estaba en casa y despidindose de ellos porque, afirmaba, tena que
partir para la otra vida. Pidi y obtuvo permiso para ir al Cottolengo, donde
haba vivido dos aos, para saludar por ltima vez al cannigo Anglesio y a sus
antiguos amigos. Hablaba francamente del gran ((119)) viaje, afirmando que
haba llegado el fin de sus das. Todos los que conoca en el Oratorio y fuera de
l, lo tomaron por manitico. Algunos muchachos fueron a contar a don Bosco
la idea fija de Berardi, pero don Bosco, sin dar muestras de sorpresa, contest
con un: hum, que no significaba ni s ni no.
De ello corri por la casa la sospecha de que realmente era Berardi el que
haba de morir. El segua repitiendo muy tranquilo: -Me toca a m morir!
Una semana ms tarde, cont don Juan Garino, estaba yo con otros
compaeros mos una maana, en derredor de don Bosco, mientras tomaba
una tacita de caf en el comedor. Nos encontrbamos como de costumbre
apiados junto a l, riendo y bromeando, deseosos de orle decir algo. No s
cmo, empezaron algunos a preguntarle cuntos aos bamos a vivir cada uno.
Tambin yo le pregunt y don Bosco me toc la mano, examin atentamente la
palma, como sola hacer cuando uno le preguntaba cuntos aos de vida le
quedaban, y me dijo bromeando cierto nmero. Lo mismo que a m, respondi
a otros compaeros mos, salvo a uno slo. Este fue el santo jovencito Miguel
Magone, condiscpulo mo, quien no saba explicarse aquella excepcin.
Los otros muchachos, que tambin observaban con atencin cada palabra y
cada gesto de don Bosco notaron que no haba hecho caso a Magone, que le
alargaba la mano, y hubo varias opiniones referentes al cumplimiento de la
prediccin.
Lleg el domingo diecisis de enero y los socios de la compaa del
Santsimo Sacramento, a la que perteneca Magone, se reunieron como solan
hacer todos los das festivos. Despus de la acostumbrada oracin y lectura,
una vez dados los avisos ((120)) que parecan ms oportunos a las
circunstancias del momento, uno de los compaeros tom la bolsita de las
florecillas, es decir, de los papelitos en los que estaba escrita una mxima para
practicar durante la semana. Dio la vuelta entre los socios y cada uno sac uno
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Sonaban las diez y tres cuartos cuando llam a don Bosco por su nombre y
le dijo:
-Ha llegado la hora, aydeme!
-Descansa tranquilo, le respondi don Bosco; yo no te abandonar hasta que
ests con el Seor en el paraso. Pero, ya que dices que vas a partir de este
mundo, no quieres dar el ltimo adis a tu madre?
Su madre, que le haba asistido todo el da, descansaba un rato en la
habitacin contigua.
-No, respondi Magone, no quiero causarle dolor tan grande. Pobre madre
ma! Me quiere tanto!
-No me das siquiera algn recado para ella?
-S, dgale que me perdone todos los disgustos que le he dado en mi vida.
Estoy arrepentido. Dgale que la quiero, que se anime a perseverar en sus
buenas obras, que yo muero resignado y feliz, que me voy del mundo con
Jess y con Mara y que la espero en el paraso.
Sus palabras conmovieron a todos los presentes. Y don Bosco, recobrando la
serenidad y para aprovechar con buenos pensamientos aquellos ltimos
momentos, le iba haciendo, de cuando en cuando, algunas preguntas.
-Qu quieres que diga a tus compaeros?
((125)) -Que procuren confesarse siempre bien.
-Qu es lo que te causa ms satisfaccin en estos momentos de todo lo que
has hecho en la vida?
-Lo que ms me satisface en estos momentos es lo que hice, aunque fuera
poco, en honor de Mara. S; sta es mi mayor satisfaccin. Oh Mara, Mara,
qu felices son tus devotos en el momento de la muerte!
Como corrigindose, aadi:
-Pero hay una cosa que me molesta: cuando mi alma se separe del cuerpo y
me disponga a entrar en el paraso, qu tengo que decir? A quin debo
dirigirme?
-Si la Virgen Santsima quisiera acompaarte al juicio, deja a Ella todo
cuidado. Pero, antes de que salgas para el paraso, quisiera darte un recado.
-Diga lo que guste; yo har todo lo que pueda para obedecerle.
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INVITACION
El domingo, treinta de enero, se celebra la fiesta de San Francisco de Sales, titular del orarorio.
Su Santidad el Papa Po IX concede indulgencia plenaria a todos los que, confesando y comulgando en este da,
visiten este Oratorio y recen por las necesidades de la Iglesia. Decreto dado en Roma el 28 de septiembre de 1850.
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HORARIO
Durante la maana abundante nmero de misas y administracin de los
Santos Sacramentos.
A las 8. Comunin general.
A las 9. Recreo.
A las 10. Misa solemne cantada por los alumnos del Oratorio.
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TARDE
A la 1. Diversiones variadas.
A las 2 1/2. Vsperas solemnes. Panegrico. Bendicin con el Santsimo
Sacramento.
A las 4. Rifa de varios objetos.
A las 5 1/2. Distribucin de premios a los catorce alumnos de mejor
conducta.
A las 6. Diversin especial.
Estaba mi clase en la primera planta. Tena yo al lado a mi derecha, un
compaero mayor que yo, que se llamaba Berardi. Se nos haba dado como
ejercicio de prueba una versin. Atendamos cada uno a nuestro trabajo
cuando, hacia la mitad de la clase, se vuelve a m el tal Berardi y me dice:
-Mira lo que tengo aqu -y me mostr con el dedo el labio superior, sobre el
que empezaba a formarse un granito-.Oye, sigui dicindome, y si esto fuera
un mal peligroso? Don Bosco ha dicho que este mes debe morir uno; despus
de Magone, an no ha muerto ninguno, a ver si soy yo el aludido.
Y al decir esto, casi lloraba. Entre tanto, a fuerza de rascarlo, se le fue
irritando el granito hasta que brot sangre.
Despus de clase tom todava parte en el recreo de la merienda, fue luego
al saln de estudio quejndose con el chico Pablo Albera, de que creca el
grano del labio y le dola mucho. Por la noche le vino fiebre y, a la maana
siguiente, no se levant ((130)) de la cama. A Pedro Enra, que le llev una
tacita de caldo, le pareci que aquello no tena importancia. Pero don Bosco
mand a toda prisa llamar al mdico. Habiendo comprobado ste que se
trataba de carbunclo en la boca, lo hizo llevar inmediatamente al hospital
Mauriciano. A pesar de todos los cuidados, Berardi falleca, totalmente
desfigurado, un da despus, nueve de febrero, precisamente antes de que
pasara un mes tras la muerte de Magone y antes del Carnaval, segn el
anuncio que don Bosco haba dado el ltimo da de 1858.
Don Miguel Ra es uno de los doscientos testigos del cumplimiento de estas
predicciones.
Le toc a don Bosco por aquellos das tener que asistir a un tercer duelo.
Haba estado varias veces en Carignano, hasta con un grupo de sus cantores.
El prroco don Jos Capriolo, el clero y los vecinos le apreciaban mucho. Lo
mismo suceda con la familia del senador conde de Mola de Lariss, que
siempre recordaba con pesar que don Bosco no pudo aceptar el cargo de
preceptor de sus ilustres hijos por haberle destinado don Jos Cafasso al
Hospitalillo de la marquesa Barolo8. Pero atraale a aquella ciudad sobre todo
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TURIN
((132))
CAPITULO XI
EL PIAMONTE PREPARADO PARA LA GUERRA CONTRA AUSTRIA -DOS
CLERIGOS DEL ORATORIO NO FIGURAN ENTRE LOS EXENTOS DEL SERVICIO
MILITAR -CONSEJO PROVIDENCIAL DEL MINISTRO DE CULTOS A DON BOSCO
-DERECHO DE EXENCION ASEGURADO A LOS DOS CLERIGOS -UN
RECLUTADOR DE VOLUNTARIOS EN EL ORATORIO
DURANTE los ltimos meses de 1858 y los primeros de 1859 maduraban
ciertos acontecimientos, que iban a mudar la suerte de los italianos y que
prestaran ocasin a don Bosco para ejercitar su prudencia y su caridad.
Corran insistentes voces de guerra, que se vena preparando haca largo
tiempo.
El gobierno piamonts haba puesto al ejrcito en pie de guerra, haba
abastecido el erario, buscaba alianzas poderosas, haba construido ferrocarriles
y nuevas carreteras de comunicacin entre las provincias, para volver a
intentar echar a los austriacos de Lombarda y el Vneto. Cuando los tribunales
de hacienda austriacos embargaron los bienes de los prfugos lombardos,
tenidos por cmplices del sangriento levantamiento acaecido en Miln en
febrero de 1853, el gobierno piamonts reclam enrgicamente ante las
potencias europeas. Y el Parlamento vot un crdito para indemnizar a los
expatriados del dao sufrido. Esto dio lugar a que Piamonte y Austria retiraran
sus embajadores.
Y despus, en el Congreso de Pars, que, en febrero de 1856, ((133))
determin las condiciones de paz con Rusia, el conde de Cavour lanz graves
acusaciones contra el gobierno de Npoles, propuso separar de Roma la
administracin de las Legaciones Pontificias, es decir, las provincias de Bolonia,
Rvena y Ferrara y poner fin a la ocupacin austriaca en Italia. Ante las sectas,
Austria era reo de una gran culpa. La de haber acudido en defensa del poder
temporal del Papa siempre que lo vea amenazado.
El Congreso no tom ninguna determinacin; pero Cavour debi obtener
promesas de ayuda por parte de Francia e Inglaterra. Efectivamente, los
sectarios empezaron a soliviantar por uno y otro lado a las provincias italianas
y a cerrar las filas de la revolucin. Algunos gobiernos readmitieron
ingenuamente en puestos delicados e importantes del Estado a liberales
convictos de haber conjurado contra ellos mismos, creyendo que no volveran a
traicionarlos. Y as preparaban su propia ruina. El soldado Agesilao Milano
intent matar de un bayonetazo a Fernando II, y algunas bandas armadas
desembarcaron en las costas del reino de Npoles; pero tuvieron mala suerte.
Finalmente, la explosin de las bombas Orsini determin a Napolen a
obedecer a las imposiciones de los jefes de las sectas; y en el verano de 1858,
de acuerdo con Cavour, a quien invit al balneario de Plombires, se estableci
97
-Pero es que yo quiero molestarme y, precisamente por ti, aadi don Bosco.
Y entonces, aconsej al clrigo Francesia que se presentase al cannigo
Vogliotti pidindole consejo sobre lo que haba de hacer. El cannigo,
cortsmente, le asegur que la Curia ya no poda hacer nada, pues haba
cumplido en todas sus partes las diligencias oficiales con el Gobierno y aquel
mismo da haba expirado el plazo para aquella presentacin; que le pesaba la
omisin por olvido involuntario y que los dos del Oratorio deban industriarse
para salvarse como mejor pudieran.
Cuando el clrigo Francesia llegaba al Oratorio, estaba don Bosco a punto de
salir:
-Qu tal?, le pregunt.
-Nada, respondi Francesia.
-Entonces acudir al Ministro de la Guerra.
Pero, antes de ir, acudi a Dios con la oracin. Don Bosco ya haba
comprobado la influencia de sta para inclinar a sus deseos el nimo de los
poderosos, siempre que haba tenido que tratar con ellos; y sigui haciendo lo
mismo durante toda su vida en semejantes circunstancias.
Con este medio, ((137)) nos deca, si la cosa es para bien, se obtiene lo que
se desea y, se obtendr aun cuando se pida a los que no nos aprecian ni
estiman; porque Dios tocar en este momento su corazn de modo que
escuche favorablemente nuestra peticin.
En efecto, Nehemas se expresaba en estos trminos al contar cmo expuso
una peticin de mucha importancia a Artajerjes: Invoqu al Dios del cielo y
respond al Rey... y el Rey me lo concedi todo, pues la mano bondadosa de mi
Dios estaba conmigo9.
El general de artillera Leopoldo Valfr di Bonzo, uno de los ms altos
empleados del Ministerio de la Guerra, recibi a don Bosco con la mayor
cortesa. Cont el siervo de Dios su caso y le rog le sugiriera, si era posible
librar a sus clrigos en aquella situacin o, al menos, no permitir que fueran
alejados de Turn.
-Si estuviramos en tiempo de paz, respondi amablemente el general,
borrara a sus clrigos de la lista de reclutas de un simple plumazo; pero,
siendo inminente la guerra, no puedo hacerlo. Le aseguro, sin embargo, que
sus clrigos no sern enviados a la lnea de fuego, sino que los destinar a una
oficina del arsenal en Turn, como agregados al Estado Mayor. Con todo me
parece oportuno que se presente al Ministro de Asuntos Eclesisticos, de
Nehemas,II, 4,8.
100
Gracia y Justicia quien, mejor que yo, podra darle un consejo adecuado en
este asunto que es de su competencia.
Don Bosco fue entonces al Ministerio de Gracia y Justicia. Era Ministro
Guardasellos10 el conde Juan de Foresta abogado y Senador del Reino, que
haba dado muchas veces ((138)) motivo a las quejas de los Obispos y del
Sumo Pontfice. Don Bosco pidi audiencia y la obtuvo casi inmediatamente. El
Ministro lo recibi muy bien, se alegr de que se le ofreciera la ocasin de
conocerlo personalmente, admir y aprob el bien que haca educando a tantos
pobres jovencitos y concluy:
-En qu puedo servirle?
Don Bosco, que haba temido un recibimiento muy diverso, al or estas
palabras se sinti aliviado y dijo:
-Excelencia, me encuentro en un gran apuro y necesito su ayuda: tengo dos
clrigos, que form y eduqu para que me asistiesen en mis obras, y hace seis
o siete aos que trabajan conmigo. La Curia no los incluy en la lista de los
que tienen derecho a quedar exentos del servicio militar y sta ya fue
presentada al Ministerio. Si mis clrigos parten para la guerra, me quedo
privado de su ayuda para la asistencia de varios centenares de muchachos. Me
dicen que es difcil hallar un medio para conseguir su exencin y por eso
suplico encarecidamente a Su Excelencia me ayude en tan angustioso trance.
-Me gustara mucho podrselos salvar... Vamos a ver qu se puede hacer.
Tir del cordn de la campanilla, apareci un ujier y le orden:
-Diga al conde Miguel de Castellamonte que pase por aqu un momento.
Acudi ste y respondi que las listas de las Curias haban llegado y que la
de Turn estaba al completo.
Reflexion un instante el Ministro y despus dijo a don Bosco:
-Le han dicho que sus clrigos no pueden ser dispensados del servicio militar.
Pero me parece que su exencin es la cosa ms fcil de este mundo sin violar
la ley. Siga mi consejo. Persuada a la Curia para que examine la lista
presentada al Gobierno y quite de ella a los que quedaran exentos por otros
motivos que no sean ((139)) el del estado clerical; es decir por razn de
familia, de salud o de algn defecto fsico y ya ver cmo tambin habr
puesto para sus recomendados.
March don Bosco rpidamente a la Curia con este fin; pero el Canciller
rehus escribir a las familias de los seminaristas presentados, pretextando que
se lo impedan otros trabajos urgentes. Entonces don Bosco se ofreci a tomar
sobre s esta incumbencia. El Canciller le entreg la lista, y en seguida escribi
10
El Ministro Guardasellos era quien pona el sello del Estado a los documentos pblicos. (N. del T.)
101
Bosco le dej hablar como una media hora, para enterarse bien de todo. El
comisario, dejndose llevar por su tema, lleg al extremo de proponer:
-No es mi intencin obligar a ninguno, pero si don Bosco me lo permite, yo
hablara de ello en pblico a todos los alumnos reunidos, nicamente para dar
oportunidad a los que deseen formar parte del ejrcito.
Al llegar a este punto le interrumpi don Bosco diciendo:
-Yo amo a la patria de verdad y no quiero oponerme a nada que pueda serle
til, mas aqu, para estos jvenes hay una sola ((141)) dificultad, y es que no
soy su dueo sino nicamente su educador. Tienen sus padres o sus tutores.
Ellos me los entregaron y es preciso que yo se los devuelva: Pero el asunto
tiene perfecto arreglo: yo devuelvo a sus propios padres a los jvenes reclutas
de que me habl y, desde sus casas, podrn ponerse en relacin con usted, y
hasta partir para la guerra, si as lo desean sus padres.
-No diga eso, don Bosco; sus padres y sus madres no querrn o pondrn
dificultades. Ya he enviado los nombres de cinco de sus alumnos a la oficina de
reclutamiento y tienen su nmero de matrcula. Ahora no queda ms que
hablarles una vez ms, entregar a cada uno su propio nmero y el asunto
queda terminado.
-Mejor an; hagamos as: dgame su nombre y apellido y su domicilio de
usted aqu en Turn. Yo envo inmediatamente esos jvenes a su casa y
comunico a sus padres que se pongan en relacin directa con usted. Por tanto,
desde este mismo momento queda usted en completa libertad, al cesar el
motivo que le induce a permanecer por ms tiempo en esta casa.
-Pero, ni siquiera puedo hablar una vez a estos jvenes?
-Ni una vez siquiera. Y ahora mismo voy a dar las rdenes oportunas para
que los jvenes vayan a las clases y a los talleres, y apenas se hayan retirado,
su seora puede marcharse.
-Pero sepa usted que sus jvenes son amigos de Garibaldi y quisieran...
-Tambin yo soy amigo de Garibaldi y pido a Dios que pueda encontrarse
tranquilo y en su gracia en punto de muerte.
En el intervalo los muchachos salieron del patio.
Don Bosco acompa al intruso hasta la portera, lo salud cortsmente
((142)) y dio orden al portero de no dejarle entrar ms en casa ni permitirle
hablar con nadie.
Sin embargo, como en el Oratorio se haba despertado un poco de excitacin
y se hablaba de amor patrio, de guerra y de voluntariado, don Bosco mand
llamar a los jvenes comprometidos. No los ri, sino que les dijo con calma:
103
104
106
Por esto el espritu del mal intent desacreditar las ureas pginas de aquella
biografa.
Se reparti el librito a los alumnos internos, que lo esperaban con viva
curiosidad. Pero esta vez no podan faltar los crticos en un centro tan
numeroso, sobre todo porque don Bosco permita una razonable libertad para
que cada cual expresara su propia opinin.
Sus muchachos, sin dejar de ser respetuosos, eran sinceros y expeditos en el
decir, pues as los formaba la educacin que reciban, que no toleraba
timideces, hipocresas o adulaciones, y esto es digno de notar, pues de ah
nace una gran verdad.
Los muchachos no eran tan fanticos de don Bosco como para creer
ciegamente lo que l afirmaba, sino que lo amaban por la realidad de sus
virtudes, que ellos observaban y juzgaban atentamente. Nadie pona ((147))
en duda el cumplimiento de su prediccin de aquellos das, y era evidente para
todos que don Bosco no haba podido conocer el futuro por ciencia humana.
Sin embargo, en aquellos mismos das haban surgido contestaciones sobre la
veracidad de algunos hechos, narrados por don Bosco en el librito. Todos
reconocan que Savio haba sido un muchacho de virtudes extraordinarias, pero
algunos no queran ver nada de sobrenatural en ciertas acciones suyas, porque
ignoraban lo que la humildad y la prudencia haban mantenido oculto hasta
entonces.
Otros aadan que don Bosco haba inventado ciertos episodios con la buena
intencin de proponer a los cristianos un modelo de muchacho perfecto; y
como ms de la tercera parte de los alumnos haban ingresado en el Oratorio
despus de la muerte de Savio, la opinin de quienes haban vivido con l
poda causar dao, insinuando dudas en muchos de ellos. Sobresala entre los
que se atrevan a hablar sin respeto y con mayor libertad de esta biografa
cierto clrigo. Los alumnos andaban divididos con distintas opiniones. Pero
muchos procuraban vivir alejados de aquellos crticos y no queran tomar parte
en sus discusiones.
En esto, se hizo pblico un hecho que pareca dar razn a los contradictores
de don Bosco. Este haba contado la invitacin hecha a Domingo Savio para ir
a nadar y haba omitido el detalle de que el jovencito cedi la primera vez a las
instancias de un compaero.
Result que este compaero y paisano suyo, un tal Z..., era estudiante en el
Oratorio y sali negando abiertamente que Savio hubiera rechazado ir a
baarse, puesto que lo haba invitado l mismo y haba ido con l. El
tarambana se vanagloriaba de ello como de una gran proeza. Se arm, pues,
un escndalo. El edificio de virtudes, aunque verdaderas, levantado por don
Bosco pareca derrumbarse. Demostrada la falsedad de un hecho, podan
negarse tambin los dems. Pero don Bosco, ((148)) durante varios das, no
dijo una palabra en su defensa, ni aun en privado, aunque estaba
perfectamente enterado de las habladuras.
107
Por fin una noche, despus de las oraciones rezadas en el comedor, subi a
una silla, con el rostro tan serio como pocas veces se le haba visto. Haba que
salvar la verdad, y empez a hablar sin prembulos y con su acostumbrada
calma:
-Cuando Savio muri, invit a sus compaeros a decirme si en los tres aos,
que mor entre nosotros, haban apreciado en su conducta algn defecto a
corregir o si le faltaba alguna virtud que sugerir; pero todos estuvieron de
acuerdo en que nunca haban encontrado en l nada que mereciese correccin,
y que no sabran qu virtud aadirle. Yo mismo fui testigo de todo lo que he
escrito, o lo supe por personas de la casa, aqu presentes, o ajenas a la
misma, pero dignas de fe.
Al comienzo de la pltica alguno intent sonrer, pero su sonrisa se apag en
seguida en los labios al ver el continente grave de los que le rodeaban. Don
Bosco prosigui:
-A pesar de todo habis odo estos das algunas observaciones sobre ciertos
hechos de la vida de Domingo Savio, vuestro compaero, y, entre otras cosas,
se me culpa de haber dicho una mentira. Se ha negado que Savio rehusara ir a
baarse. S, es verdad: fue a baarse!... Pero en el relato hay que notar dos
circunstancias. Fue invitado dos veces. La primera se dej llevar, pero, al
volver a casa, y contar a su madre lo que le haba sucedido, le advirti su
madre que no volviera ms. Y el pobre Savio se deshizo en llanto cuando supo
que haba hecho mal! Pero, invitado por segunda vez, se neg resueltamente.
Yo quise mencionar y publicar slo la segunda invitacin, porque est en el
Oratorio el compaero que le haba llevado una vez e intent llevarlo otra.
Esperaba as haber salvado a se de la ((149)) vergenza; crea yo que este
individuo reconocera su yerro y agradecera mi silencio; quiso, en cambio,
pillarme en contradiccin, darme un ments y causar al compaero una afrenta
que no mereca. Sabed, pues, que por ahorrar un mal papel al compaero
viviente y tapar lo que deba ser para ste motivo de eterno remordimiento, es
decir, el peligro a que se haba expuesto de traicionar a un amigo, relat slo el
segundo hecho. El ha querido descubrirse a s mismo. Si tiene motivo para
ruborizarse, solamente suya es la culpa. Despus de haber traicionado a su
compaero en vida, quiso hacer lo mismo despus de muerto. Entonces se
puso en el peligro de arrebatarle la inocencia, ahora el honor.
El joven aludido estaba presente. Su confusin era extrema, pues todos los
compaeros tenan los ojos clavados en l. Pocas veces habl don Bosco de
esta forma, pero es indecible la impresin que caus en todos.
Cuando hubo terminado, un cuchicheo general llen el ambiente de
aprobacin y, desde aquel momento cesaron las habladuras. Pero don Bosco
orden la reedicin de la biografa, aadiendo el hecho omitido con los
comentarios del caso.
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otros por el bien que hacemos por insignificante que sea, y vamos a contar a
fulano y a zutano nuestros mritos y virtudes, para que nos tengan por
hombres de bien, por personas honradas. Jess no hizo as, no; quera que
slo su Padre supiese el bien que realizaba. Lo mismo tenemos que hacer
nosotros: no hay que obrar bien para que nos vean y nos alaben, sino
nicamente para agradar a Dios y, por cuanto se pueda, ocultar a los hombres
lo poco bueno que hagamos. Si no podemos ocultarlo, dejemos en hora buena
que los hombres lo vean, pero andemos alerta para no enorgullecernos, pues
destruiramos ante Dios lo que hubiremos hecho.
((155))
CAPITULO XIII
LA CUARESMA -EL ORATORIO DE SAN LUIS: ILUSTRES CATEQUISTAS: CELO Y
GENEROSIDAD DEL TEOLOGO MURIALDO; LAS ESCUELAS DIURNAS; LOS
MAESTROS LLEVAN A CONFESARSE CON DON BOSCO A LOS MUCHACHOS
MAS IGNORANTES; CLASE Y REGLAMENTO PARA LA BANDA DE MUSICA, QUE
SE DISUELVE MAS TARDE -EL ORATORIO DE VANCHIGLIA: EL TEATRO -EL
ORATORIO DE VALDOCCO: DON BOSCO REGALA UNA CRUZ A UN NOBLE
CATEQUISTA: VIRTUDES DEL MAESTRO DE LA ESCUELA DIURNA: LAS
EXCURSIONES DE LOS ORATORIANOS MAS RARAS Y MAS CORTAS: CAUSA DE
LA DISMINUCION DE ESTOS MUCHACHOS -FUNDACION DEL ORATORIO DE
SAN JOSE -EL OBISPO DE NIZA DA CLASE DE CATECISMO EN VALDOCCO
-DON BOSCO EN BUSCA DE MUCHACHOS PARA QUE SE CONFIESEN -UN
MUCHACHO ENFERMO, VISITADO POR DON BOSCO PERSUADE A SUS PADRES
PARA QUE SE RECONCILIEN CON DIOS -CONTINUAS INSIDIAS DE LOS
PROTESTANTES CONTRA LOS CATOLICOS -ARREPENTIMIENTO DE UN
VENDEDOR DE LIBROS HERETICOS -LECTURAS CATOLICAS: EXHORTACION A
LOS SUSCRIPTORES -DON BOSCO LIQUIDA SU ANTIGUA DEUDA CON LOS
ROSMINIANOS -SU AVERSION A LOS PLEITOS
LA cuaresma del ao 1859 empez el da 2 de marzo y termin el 24 de abril.
El Oratorio de San Luis con sus numerosos oratorianos estaba bajo la direccin
del telogo Murialdo, el cual, debido a la estrechez de los locales, incmodos y
((156)) ruinosos, gastaba mucho de lo suyo en reparaciones y enriqueca la
msera capilla con su sagrario y peldaos de mrmol. Haca florecer las buenas
costumbres entre los muchachos mediante la frecuencia de los sacramentos y,
en algunos de ellos, se manifestaron slidas vocaciones eclesisticas. Sus
catequistas y asistentes iban desde el Oratorio de Valdocco, enviados por don
Bosco, y dependan con ejemplar humildad del telogo Murialdo. Cabe contar
entre stos a Miguel Ra, Celestino Durando, Jos Lazzero, Francisco Cerruti,
Francisco Dalmazzo, Pablo Albera y Angel Savio. De entre los seglares se
distinguieron por su celo verdaderamente admirable, adems del abogado
Cayetano Bellingeri ya mencionado, el conde Francisco de Viancino, justamente
aclamado posteriormente como campen del laicado catlico piamonts, el
abogado Ernesto Murialdo, hermano de Leonardo, el marqus de Scarampi de
Pruney, el conde de Pensa, y durante algn tiempo el ingeniero Juan Bautista
Ferrante, hombres todos ellos dotados de gran espritu de sacrificio, inflamado
de sincera caridad por los muchachos pobres.
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los das festivos, se acostumbren a cumplir los deberes religiosos y tengan una
conducta cristiana y moral.
Quedarn, pues, excluidos de ella los negligentes en la asistencia a las
funciones religiosas del Oratorio, los que notoriamente tengan mala conducta o
sean causa de graves desconciertos entre los compaeros y reacios a las
rdenes y a la disciplina establecida.
Para impetrar el auxilio divino sobre esta obra, se rezarn en comn las
oraciones de la noche despus de las clases.
Durante las clases se mantendr silencio y slo se podr dirigir la palabra al
maestro. Habr que llegar puntuales a la clase y no salir antes de tiempo sin
permiso. No ser lcito tomar y tocar el instrumento de otro sin su permiso. La
infraccin de esta norma se castiga con la multa de una perra chica hasta
cuatro.
Por consiguiente cada uno tendr que aportar un fondo de veinte perras
chicas para la eventualidad de la multa. Agotado el fondo, no podr seguir
asistiendo a las clases, si no lo renueva.
El que recibe un instrumento del director de la banda tiene que abonar mes
por mes la cuota estipulada, de lo contrario se le quitar el instrumento y no se
le devolver hasta que no se ponga al corriente de los acuerdos concertados.
118
buen propsito. Qu hice? Agarr las cortinas de la cama y las arregl de modo
que sirviesen de rejilla. Pero al verme la buena mujer me dijo:
-Qu quiere usted hacer?
-Hago de tapicero!
-Djelo, replic. Me confesar como los dems!
-No puede ser!
-Qu falta hacen tantas ceremonias?
-No son ceremonias; est mandado as; para las mujeres hay que usar
rejillas y, como aqu no las hay, tenemos que arreglarnos de otro modo.
-Bueno; si es as, haga como le plazca!
En cuanto tuve preparado, lo mejor que pude, aquel confesonario, le dije:
-Arrodllese aqu, un poco apartada.
As lo hizo y se confes.
Queridos mos, demos gracias al Seor. Es evidente que Dios produce a
veces con su gracia verdaderos prodigios. Dichosos los que corresponden a
ella, pero desgraciados los que oyen llamar a la puerta de su corazn y la
cierran; corren grave peligro de que no vuelva y de morirse con su pecado,
como amenaza hacerlo Dios mismo en la Escritura: Quaeretis me et non
invenietis... et in peccato vestro moriemini. (Me buscaris y no me
encontraris... y moriris en vuestro pecado). Desde entonces, lo mismo el
amo que sus dependientes siguieron ((165)) confesndose con regularidad.
Venan al Oratorio a hacerlo y, cuando no podan, me pasaban aviso e iba yo a
confesar a su casa.
Otro muchacho del Oratorio festivo fue ocasin de la salvacin espiritual de
su padre. La propaganda protestante segua perpetrando en Piamonte sus
atentados contra la religin catlica y haba fundado en Turn la sociedad de los
tratados religiosos para Italia con una librera evanglica, desde la que puso en
circulacin treinta y un mil trescientos setenta y dos ejemplares de obras
herticas entre grandes y pequeos, veintisiete mil ciento veinticuatro en
italiano y cuatro mil doscientos cuarenta y ocho en francs. Los libros
procedan de Pars, Dubln y Londres y, de Londres tambin, grandes sumas de
dinero. Esta sociedad abri adems en Turn una tipografa para la publicacin
del peridico La Buona novella (La Buena noticia), que en ocho meses dio a luz
no menos de dos millones y medio de pginas blasfemas y calumniosas. Un
gran nmero de emisarios se encargaba de su difusin, recorriendo ciudades y
aldeas, acudiendo a los mercados, sosteniendo puestos, o abriendo
establecimientos donde despachar aquella mercanca envenenada.
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((167)) Corren tiempos ms difciles que nunca, pero con nuestra confianza
puesta en Aqul que todo lo puede y en nuestros benemritos corresponsales y
suscriptores, esperamos superarlos.
Por esto con todo tesn seguiremos nuestro cometido, pues sabemos que
hacemos una cosa ptima; no slo contamos con la aprobacin, sino con el
ms apremiante y apreciado estmulo del Padre de los fieles, el Sumo Pontfice
Po IX, que no slo quiso se introdujeran las Lecturas Catlicas en los Estados
Pontificios, sino que se publicase en Roma una edicin expresamente
preparada, con el mismo ttulo, fin y formato.
Damos gracias a todos los que nos ayudaron y propagaron de algn modo
las Lecturas Catlicas, y les rogamos encarecidamente que no nos dejen faltar
su apoyo. Nosotros prometemos por nuestra parte, en la medida de nuestras
fuerzas, introducir las posibles mejoras en los temas a tratar, para hacerlas
cada vez ms interesantes.
La Direccin
Al tiempo que don Bosco defenda de este modo el reino de Dios y haca
volver muchas almas a la Iglesia, Dios daba a su Oratorio una estabilidad cada
vez mayor por medio de don Jos Cafasso. El padre Pagani, superior del
Instituto de la Caridad, le haba pedido reembolsase las veinte mil liras
prestadas por el abate Rosmini, juntamente con la parte de los intereses
vencidos y an no pagados. Declar don Bosco que devolvera el capital, pero
en cuanto a los intereses afirm que el abate Rosmini, poco antes de morir,
habale dado a entender que no quera hablar ms de ellos. Aadi que el
difunto padre Gilardi no haba insistido sobre el pago de los mismos, por
cuanto conoca los motivos que haban inclinado al Superior a aquella
condonacin.
El padre Pagani dio entonces a conocer a don Bosco la situacin que
atravesaba su Instituto y l acept el arreglo que se le propona.
El da 11 de marzo de 1859, con escritura otorgada ante el notario Turvano
don Bosco y don Jos Cafasso entregaron quince mil liras al telogo ((168))
Bertetti como saldo de la deuda que tenan con el abate Antonio Rosmini, por
el prstamo hecho por dicho abate para la compra de la finca Pinardi. La
escritura advierte que don Bosco extingua la deuda con dinero comn con don
Jos Cafasso. Poco antes se haban pagado cinco mil liras. El campo de los
sueos segua siendo propiedad de los Rosminianos.
Todava hubo alguna discusin de poca monta con el encargado de negocios
del Instituto de la Caridad, segn se deduce de una carta de don Bosco, que da
fe de lo lejos que andaba de los pleitos.
121
Apreciadsimo Seor:
Que el Seor nos d la santa virtud de la paciencia. Su carta me proporcion
gran disgusto. Singularmente por las palabras amenazadoras de acudir a
medios legales por las cien liras con las que le pareci haber incurrido en error.
Tuve que suspender mis ocupaciones y dedicar bastante tiempo a este asunto.
Ante todo debo anticiparle que hace dieciocho aos que trato asuntos con el
Instituto de la Caridad y jams hubo sombra de sospecha ni de enfriamiento;
antes bien, el llorado don Carlos Gilardi, siempre de grata memoria, haca de
secretario para m y para l, y yo me remita a las cuentas que me daba sin
hacer observaciones de ninguna
clase. Estas cuentas quedaron ajustadas el 10 de julio de 1857; y usted habla
de una carta ma con fecha 10 de febrero de 1855, segn la cual se cometi un
error. Sera lo mismo que decir que don Carlos y yo habamos hecho las
cuentas a tontas y a locas; puesto que generalmente stas se ajustaban
estando los dos presentes y ponamos el mayor esmero en contar hasta el
cntimo, por miedo recproco a causar el menor dao a una de las partes.
Advierta tambin que cuando yo haca algn pago lo comunicaba por carta a
don Carlos, mas para las cuentas, aquellas cartas ((169)) servan de simple
recordatorio y se tomaba nota, aparte, de deudas y crditos. Tengo la
impresin de que buscar el error cometido anteriormente, en cuentas
ajustadas de esta manera, es buscar disgustos, donde no hay causa ni motivo
de ninguna clase para ello. Sin embargo, a pesar de mi firme y plena
persuasin de que estas cien liras ya fueron incluidas en el ajuste de cuentas
1856-57, rugole diga a quien acta como Superior en estos asuntos que yo
no quiero de ningn modo llegar a medios legales y que con un simple aviso
enviar por correo un giro de cien liras con tal que sea sta la voluntad de su
Superior.
Por lo que hace a una lira con sesenta cntimos por no llevar moneda suelta
para saldar la cuenta en el despacho del notario Turvano; estaba yo
completamente persuadido de haber liquidado todo, con el cambio que hice de
una moneda de catorce liras con cincuenta cntimos, y me parece haberle
dado tres monedas de ocho sueldos, una de cuatro y dos sueldos. Sin
embargo, a pesar de que no se me hizo ninguna advertencia habiendo yo
podido equivocarme, como usted afirma, sin dificultad alguna, le envo el giro
postal correspondiente.
Para ahorrar molestias, rugole no se preocupe ni de mi culpa ni de mi
razn; dgame simplemente si debo enviar las cien liras; en caso contrario, ni
hace falta que me conteste. Concdale Dios salud y gracia y augurndole
bendiciones del cielo sobre todo el Instituto, me declaro con la estima debida.
122
De V. S. apreciadsima.
Turn, 4 de abril de 1859
Su seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.
P.S. Rugole tenga a bien enviarme copia de la escritura firmada por el telogo
Murialdo, Borel, Cafasso, Bosco. La he buscado en el despacho del notario
Turvano y no se ha encontrado.
((170))
CAPITULO XIV
DON BOSCO INSTRUMENTO EN LAS MANOS DE DIOS -SU CONFIANZA EN LA
DIVINA PROVIDENCIA Y SU ABANDONO A ELLA -LOS MUCHACHOS INVITADOS
A REZAR PARA ATENDER A LAS NECESIDADES MATERIALES DEL ORATORIO
-EFECTOS MARAVILLOSOS DE LA ORACION -LIMOSNAS GENEROSAS Y
PROVIDENCIALES DE LOS RICOS -OFERTAS DE LOS POBRECITOS -ALGUNOS
HECHOS
LA esplndida generosidad de don Jos Cafasso con el Oratorio no slo se
inspiraba en su ardiente amor de Dios y del prjimo, sino tambin en la
persuasin de que cooperaba a una empresa que durara siglos; por esto quiso
tener todo el mrito de la compra de la Casa Pinardi, poniendo de este modo
los cimientos de un edificio que llegara a ser mundial. Conoca las rectas
intenciones, la fidelidad de su discpulo a los designios de la Divina Providencia
y estaba seguro de que correspondera plenamente a su vocacin. Admiraba
sobre todo en l la firmsima confianza de obtener de Dios todos los auxilios
necesarios para llevar a cabo sus grandes obras de religin y de caridad.
En efecto, una vez que don Bosco emprenda una de estas obras, ya no la
abandonaba, aunque careciera de los medios requeridos por la prudencia
humana, ni aunque se presentaran dificultades, ni frente a juicios y opiniones
contrarias, la maldad o las burlas de los ((171)) hombres, ni por las desgracias
o los contratiempos que ocurrieran. Nunca dud de que Dios acudira a
socorrerle; y hasta en los mayores aprietos, repeta alegre y tranquilo:
-Dios es un buen padre, que provee a los pjaros del aire, y ciertamente no
dejar de proveer a las necesidades de la Institucin.
Y sola dar la razn de su confianza:
-Yo no soy ms que un humilde instrumento de estas obras; el autor es Dios.
Y corresponde al autor, que no al instrumento, proveer los medios para
sostenerlas y llevarlas a feliz trmino. El lo har cuando y como mejor le
plazca; a m slo me corresponde ser dcil y flexible en sus manos.
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Callori, el cual entreg una cantidad notable, que vino como miel sobre
hojuelas en aquella crtica circunstancia.
Se desprende de cuanto acabamos de referir, la eficacia de la oracin y la
sorprendente caridad de las almas buenas; pero al mismo tiempo ocultan estos
hechos un misterio de sufrimientos, preocupaciones y angustias sin fin, que
todos pueden suponer, y que don Bosco soportaba casi bromeando. Un da
escribi al cannigo Anfossi una esquela en estos trminos:
-Querido mo; estoy cargado de deudas, haz una colecta para m, de lo
contrario me declaro en quiebra.
Y el mismo cannigo Anfossi, habiendo ido a verle para entregarle una
limosna en los ltimos aos de su vida, oy de sus labios estas palabras:
-Slo en este ao hemos gastado ya cuatro millones y, gracias a Dios, todos
se pagaron: muchos pocos hacen un mucho; necesito que me ayuden como
haces t ahora, an con limosnas pequeas.
Y, en efecto llegaban a l limosnas de las manos de personas pobrecitas y de
humilde condicin; pero eran tantas, que superaban con mucho lo que haban
dado todos los ricos juntos. Lese en el libro de los Proverbios:
Lo que se desea en un hombre es la bondad, ms vale un pobre que un
mentiroso13. Por millones se sucedieron los pequeos, pero heroicos actos de
beneficencia de estos humildes mensajeros de la divina Providencia.
Seleccionamos dos de ellos.
((182)) Estaba don Bosco angustiado por una deuda de trescientas liras que
no admita demora. Entr de pronto en el patio del Oratorio un hombre de
edad madura, se acerc a l y le dijo:
-Soy un empleado gubernativo retirado. He hecho unos ahorros con mi
pensin y he pensado hacer algn bien por mi alma.
Y, as diciendo, entreg a don Bosco una bolsa.
-Pero usted, se ha guardado algo para el caso de enfermedad?, pregunt don
Bosco.
-Hay Providencia, replic el buen hombre: y adems, antes de morir, quiero
enviar por delante algn mrito a la eternidad. Si caigo enfermo, estn los
hospitales.
Y sin aadir ms se march.
La bolsa contena exactamente trescientas liras.
13
131
Cierto da lleg al Oratorio para hablar con don Bosco una anciana de setenta
y cinco aos. Crea l que iba a rogar que se le escribiera alguna instancia para
presentarla a una autoridad o a un rico seor.
-No, contest, necesito hablar con don Bosco.
Don Bosco la llev aparte, la invit a sentarse, y ella comenz a decir:
-Soy una pobre anciana; siempre he tenido que trabajar para poder vivir.
Tena un hijo y se me ha muerto; ya no me queda ms que morir yo tambin.
No tengo herederos forzosos; mi hijo antes de morir me dijo que diera de
limosna todo lo que me sobrara. Helo aqu: tengo cien liras, son el ahorro de
cincuenta aos de trabajo continuo y se los entrego a su seora. Tengo
todava quince liras y las guardo para pagar el atad cuando me muera. Tengo
adems otra pequea cantidad para pagar al mdico. Esta tarde voy a
acostarme y ser cosa de pocos das.
((183)) -Tomo estas cien liras, respondi don Bosco, y se las agradezco; pero
le aseguro que no las tocar hasta despus de su muerte;
por tanto, si pasa cualquier cosa, venga cuando quiera que son suyas.
-No; es mejor as: yo doy mi limosna y tengo mi mrito; emplee usted ese
dinero. Si yo me encontrare necesitada, vendr a pedirle limosna y usted, al
drmela, tendr tambin su mrito. Pero, vendr usted despus a verme
cuando est enferma?
-No faltaba ms!, contest don Bosco.
Al da siguiente don Bosco, impresionado por la ingenua caridad de aquella
pobrecita, pensaba ir a visitarla, pero ya no recordaba la calle ni el nmero de
la casa. Pasaron dos das y otra mujer vino a llamarlo. Don Bosco acudi en
seguida. Tan pronto como entr en la estancia reconoci a la anciana, la cual
sonriendo le hizo seas de que no necesitaba nada.
-S, exclam don Bosco, usted necesita algo; de no ser as no me habra
llamado.
-S; necesito recibir los Santos Sacramentos.
Los recibi todos con viva fe y muri en la paz del Seor.
Oh, amable caridad! Don Bosco pudo repetir todos los das de su vida:
-Qu bueno es el Seor! Saba que estbamos necesitados e inspir a
personas caritativas que acudieran a socorrernos!
Y al mismo tiempo cumplase la promesa del salmo:
132
Temed a Yahvh vosotros, santos suyos, que a quienes le temen no les falta
nada. Los ricos quedan pobres y hambrientos, mas los que buscan a Yahvh de
ningn bien carecen14.
((184))
CAPITULO XV
LAS DIVERSAS COMPAIAS DEL ORATORIO -EXTRAVIO DE SUS ACTAS -DOS
CONFERENCIAS DE DON BOSCO A LA COMPAIA DEL SANTISIMO
SACRAMENTO -NECESIDAD DE UNA NUEVA COMPAIA PARA LOS APRENDICES
-UN MUCHACHO SE CONVIERTE REZANDO UNA ORACION EN HONOR DE SAN
JOSE -DEVOCION DE DON BOSCO AL SANTO PATRIARCA -JOSEFINA PELLICO
TRADUCE DEL FRANCES PARA DON BOSCO LOS SIETE DOMINGOS DE SAN
JOSE -INSTITUCION DE LA COMPAIA DE SAN JOSE Y SU REGLAMENTO
-FRUTOS CONSOLA DORES -DON BOSCO ESCRIBE Y PROMETE UNO DE SUS
APRENDICES PARA UN HOSPICIO INCIPIENTE -LOS CLERIGOS APOYAN LAS
COMPAIAS -DOS CARTAS DE DON BOSCO AL RECTOR DEL SEMINARIO Y SU
JUICIO SOBRE LA CONDUCTA DE CIERTO CLERIGO
UN medio eficacsimo para mantener viva la devocin eran las Compaas de
San Luis, de la Inmaculada y del Santsimo Sacramento. Don Bosco acuda a
ellas para hacer or a los congregantes su deseada y persuasiva palabra.
Los secretarios de cada Compaa procuraban trasladarla lo ms fielmente
posible a sus actas que redactaban vez por vez. Acumulaban de este modo un
verdadero tesoro de mximas, ejemplos, consejos y exhortaciones ((185))
para transmitirlo a sus sucesores ao tras ao. Pero desgraciadamente sus
actas no llegaron hasta nosotros; en vano las hemos buscado con toda
diligencia. El cambio de locales donde se reunan aquellas queridas asambleas,
debido a las continuas construcciones de nuevos edificios; el traspaso de estos
documentos de unos a otros, en manos privadas, que los guardaban con las
cosas propias, pues las salas servan para diversos usos; la muerte de alguno
de ellos, cuyos escritos pasaban inadvertidos o se extraviaban; la santa avidez
de los que, al volver a sus casas, se apoderaban de ellos para llevar consigo un
recuerdo de su niez y de don Bosco; en fin, el traslado de oficinas y de casa
de los secretarios fueron causa de que ahora estn perdidas para nosotros.
Hemos encontrado slo el resumen de dos conferencias, que dio don Bosco a
la Compaa del Santsimo Sacramento el ao 1859. En stas, como siempre,
don Bosco tiene por mira en primer lugar la instruccin religiosa de los
muchachos, para que, apoyndose en ella, se mantenga ms firme su fe.
Tambin nuestros lectores se alegrarn de que aseguremos la perpetuidad de
estas ideas de don Bosco; por eso las insertamos aqu.
CONFERENCIA PRIMERA
14
133
El profeta Isaas haba anunciado que con la venida del Seor se agitaran los
montes y se encenderan en amor los corazones ms duros, y as fue. Pero, si
hoy dirigiese su mirada a la tierra desde el reino de los bienaventurados, qu
fro encontrara el sagrado entusiasmo, que l tal vez esperaba sera duradero,
intenso y siempre creciente hasta el fin de los siglos!
Los Patriarcas y todo el pueblo hebreo deseaban ver los das de Jesucristo,
anhelaban tenerle entre ellos, ((186)) ser bendecidos por l. Y nosotros, que lo
poseemos, que lo tenemos continuamente en nuestras iglesias, que podemos
adorarlo presente, recibirlo en nuestro corazn, hablar con El, pedirle todo,
porque El es dueo de todo, cmo lo tratamos? Para sacudir nuestra ingratitud,
nuestra indiferencia, hagmonos estas dos preguntas:
1.-Qu hace por nosotros Jess en el Sacramento de la Eucarista?
2.-Qu debemos hacer nosotros en consecuencia por El?
Qu hace por nosotros Jess, oculto en el Santsimo Sacramento?
Permanece en un continuo acto de profunda humildad, para darnos ejemplo de
esta virtud tan necesaria. Verdad es que toda su vida mortal fue una
humillacin constante; pero, si lo miro nacido en un portal, recostado entre
pajas, oigo a la par el canto de los ngeles, veo una brillante estrella que lo
anuncia a los grandes de la tierra, a los Reyes Magos, que al instante
emprenden un largo viaje para ir a adorarlo; si lo contemplo entre la
muchedumbre, despreciado, escarnecido por Escribas y Fariseos, veo tambin
que, por donde quiera que pasa, lo acompaan los ms estrepitosos milagros;
si lo observo colgado de la cruz, veo que, ante su dolor, se contrista y
desquicia el firmamento, niega el sol su luz; tiembla y vacila la tierra bajo el
pie de la cruz; salen los muertos de sus tumbas; la naturaleza trastornada
anuncia al universo la muerte de Dios hecho hombre. En cambio, en el
Santsimo Sacramento del altar no veo nada que de algn modo me indique
que all est oculto un Dios todopoderoso y tan terrible en sus justos juicios
como infinitamente bueno en sus misericordias. Y esto por qu? Por amor a
los hombres! Para poder quedarse con nosotros, casi como un igual, para
ensearnos a ser humildes... Si El dejase brillar un solo rayo de su majestad,
quin podra aguantar ante El?...
Y adems, si as fuese, qu mrito tendra el cristiano? El mrito est en la
fe; mas si este Dios se manifestara visiblemente en nuestros altares, quedara
reducido a la nada todo nuestro mrito de creyentes. Quiere El darnos una
ocasin fcil y afectuosa para adquirir este mrito prestando fe a sus palabras,
que son palabras de un amigo divino. Pero, qu suerte de fe encuentra en
nosotros?
Ante un Dios tan bueno qu juicio tendremos que hacer de nuestra
indiferencia para con su caridad? Se entra en la iglesia distradamente, no se
considera al Sagrario digno de una genuflexin, ((187)) o se le hace una
inclinacin slo a medias; algunos se parecen a aquellos judos que, despus
134
de tapar los ojos a Jess, se arrodillaban ante El por burla! Queridos mos, al
entrar en la iglesia poned vuestros ojos en el Sagrario donde est Jesucristo.
Aunque no lo veis all est El! Avivad vuestra fe; pensad que all habita Aquel,
ante el cual tiemblan las legiones de los ngeles y todas las muchedumbres de
los santos estn con la frente pegada al suelo.
Vuelvo a preguntar: qu hace nuestro Seor Jesucristo en el Santsimo
Sacramento del altar? Ruega continuamente al eterno Padre por nosotros:
detiene los castigos, los rayos que nos lanzara por nuestros pecados. Si ya no
se ven ni se padecen en el mundo los terribles castigos que caan sobre el
pueblo hebreo en tiempos de la antigua ley, no es porque nuestros pecados no
sean tan grandes o porque sea menor su nmero. Tambin vosotros sabis
cuntos hombres impos viven entre nosotros quin detiene el brazo de la
justicia eterna cada da, a cada momento, sin descanso? Es Jess desde
nuestros altares quien, especialmente en la santa misa, se ofrece como vctima
por nosotros. A la vista de sus llagas el ngel exterminador envaina la
espada...
SEGUNDA CONFERENCIA
Osteis en la ltima conferencia lo que hace Jess por nosotros en el
Santsimo Sacramento: queda ahora por examinar lo que debemos hacer
nosotros por El. El, que est en nuestros altares en continua humillacin, se
inmola, ruega por nosotros; y nosotros debemos: 1, demostrar agradecimiento
por su humillacin, con nuestra verdadera fe; 2, agradecimiento por sus
padecimientos, con nuestro encendido amor; 3, agradecimiento por las
oraciones que ofrece continuamente por nosotros, con actos de perfecta
contricin.
1. El, que es un Dios tan grande, est escondido, aniquilndose bajo las
especies de un poquito de pan y un poquito de vino. Esta humillacin debera
estimular a los hombres a creerlo ms firmemente Dios de amor, que slo por
amor, y amor a quien tan poco lo ama, tanto se humilla. Y sin embargo,
cuntos herejes hay que precisamente por no ver ninguna apariencia divina,
se atreven a negar la presencia real de Jess en el Sacramento!...
((188)) Quisieran ver con sus propios ojos el divino rostro de Jesucristo,
quisieran or las anglicas armonas de todos los espritus bienaventurados que
le hacen corona de continuo. Pero sepan estos herejes que quien no cree en la
palabra de Jesucristo, no ver nunca su rostro, y ser condenado.
Desagradecidos, ingratos, de dura cerviz, de la misma raza que aquellos
prfidos hebreos que, no pudiendo negar los milagros que Jess realizaba ante
sus ojos, decan que los obraba con el poder del demonio. As os pagan los
hombres, oh divino Salvador, vuestra humillacin? Jess mo, es verdad que
hay algunos tan ingratos que no os reconocen, pero en medio de tanta
ingratitud hay muchsimas almas, estn todos estos jovencitos que creen, con
135
Mientras don Bosco animaba de este modo al bien a los socios del Santsimo
Sacramento, vea que con las Compaas an no se haban remediado las
necesidades de todas las categoras de alumnos. Los internos de virtud
probada tenan la Compaa de la Inmaculada, que los ejercitaba en la caridad
espiritual con los compaeros; ya omos a don Bosco cmo les propona
afectuosamente por modelo a san Juan Evangelista, que haba merecido por su
136
Ilmo. y Rvdmo.:
Ya que se malogr mi esperanza de ver a V.S. Ilma. en mi casa de campo,
permtame le agradezca el honor que se dign concederme.
Como me pareca que, para corregir mi pobre traduccin de los Siete
Domingos de San Jos necesitaba usted el texto francs, hice buscar en Turn
ese librito, pero no lo hay. Le envo por tanto el ejemplar adjunto, el cual,
aunque sea de poca monta, deseara volviese a mis manos, porque, como
puede usted ver, me fue regalado por el autor; por eso se lo encarezco.
V.S. Ilma., que conoce a tantas personas, mire, se lo suplico, si hay manera
de hospedar a Hinger durante el invierno que se avecina. Cmo se arreglar el
pobre, sin nada? Quisiera trabajar, pero sin nada, nada se puede hacer.
((193)) Dir V.S. con razn, que soy pesada; pero no, no lo dir porque V.R.
tiene caridad en el corazn, y a estas horas sabr por el mismo Hinger que,
por haber hecho por l todo lo que pude, ando ahora endeudada, y que hace
ya ms de cuatro aos que me persiguen el granizo y otras calamidades.
138
Alabado sea por ello el Seor; pero ya no me quedan recursos para seguir
ayudando a este pobrecito.
Qu tengo que ver yo con ello, me dir V.R. y qu puedo yo hacer? Ah, tome
a pechos el asunto y la Providencia le ayudar!
Perdneme, por el amor de san Jos, socorra a Hinger por amor a san Jos y
el santo proteger cada da ms a su Institucin y bendecir sus trabajos. Con
la ms viva confianza tengo el honor de repetirme con profundo respeto.
De V. S. Ilma. y Rvdma.
27 de octubre de 1859
Su humilde y segura servidora
JOSEFINA PELLICO
As, pues, por la veneracin que don Bosco profesaba a san Jos, se
preparaba a fundar una compaa en su honor. El clrigo Juan Bonetti, que
haba estudiado un ao de filosofa en el seminario de Chieri, atrado por el
amor que tena a don Bosco y el recuerdo de la encantadora vida de familia
que se disfrutaba junto a l, haba vuelto al Oratorio. Se le confi la asistencia
de los aprendices y, como conoca las intenciones de don Bosco, pidi y obtuvo
autorizacin para comenzar y organizar la Compaa de San Jos. Anunci el
proyecto a los aprendices y stos lo recibieron con gran entusiasmo.
Muchsimos se apresuraron a responder a la invitacin y el da de la
inscripcin, probablemente el veinte de marzo, domingo, hubo una hermosa
fiesta religiosa y recreativa. Desde entonces la Compaa de San Jos tuvo
vida continua y prspera hasta nuestros das.
((194)) Don Juan Bonetti puso las bases con un reglamento, inspirado y
corregido por don Bosco, en el que se introdujeron despus algunos cambios,
pero el espritu sigui siendo siempre el mismo.
La nueva compaa quedaba estructurada de la manera siguiente:
I
FIN DE LA COMPAIA DE SAN JOSE
El fin de esta Compaa es promover la gloria de Dios y la prctica de las
virtudes cristianas, especialmente entre los jvenes aprendices, que se educan
en el Oratorio de San Francisco de Sales.
139
II
MIEMBROS DE LA COMPAIA
La Compaa se compondr de un Presidente, Vicepresidente y Secretario,
nombrados por el Director de la Institucin.
Miembros efectivos podrn ser los aprendices, sus Maestros, Asistentes,
Catequistas y todos los que cumplan las condiciones que a continuacin se
indican.
III
CONDICIONES DE ACEPTACION
Para formar parte de esta Compaa es necesario:
1. Que el joven haga expresa peticin, directamente o por medio de otro, al
Presidente.
2. Que haya sido admitido a la sagrada comunin.
3. Que haya observado buena conducta durante dos meses.
4. Que sea juzgado apto por los miembros de la Direccin de la Compaa y
cuente con la aprobacin del Superior de la Casa.
5. Que haya ledo el Reglamento de la misma y prometa cumplirlo.
6. Har un aspirantado de dos meses, despus de los cuales, si hubiere dado
pruebas de aptitud, ser inscrito en el registro de los socios efectivos.
7. El da de su aceptacin se acercar a los santos sacramentos, recibir la
medalla bendecida de san Jos, junto con el certificado de admisin.
((195)) Se recomienda a todos llevar devotamente al cuello esta medalla,
para ganar las muchas indulgencias anejas a ella.
IV
REGLAS GENERALES
140
141
142
Colocbanse los postulantes de rodillas ante el altar o una estatua del Santo. Un sacerdote, revestido de roquete y
estola, invocaba al Espritu Santo con el canto del Veni Creator, versculo y oracin, y diriga a los postulantes y
sostena con ellos el siguiente dilogo:
P. Hermanos mos, qu peds?
R. Pedimos ser admitidos en la Compaa de San Jos.
P. Conocis las reglas de esta Compaa?
R. Las conocemos, por haberlas ledo atentamente y, con la ayuda de Dios y de Mara santsima, esperamos poder
cumplirlas.
P. Por qu motivo queris inscribiros en esta Compaa?
R. Para llevar una vida cristiana bajo la proteccin de san Jos, imitndole en sus virtudes, principalmente en la
castidad y en la obediencia.
P. Cul es el fin principal que ms os estimula a ingresar en esta Compaa?
R. El fin principal es el de ganarnos la proteccin de san Jos en los peligros de la vida y sobre todo su asistencia en la
hora de la muerte.
Sacerdote. Bendiga el Seor vuestro buen propsito y que la Santsima Virgen os ayude a cumplirlo hasta el fin de
vuestra vida. Poned todos empeo en observar el Reglamento de la Compaa, y estad seguros de que san Jos os
proteger durante la vida y especialmente a la hora de la muerte.
A continuacin los postulantes pronunciaban la siguiente frmula:
143
144
De V. S. Carsima en el Seor.
Turn, 3 de abril de 1859
Seguro Servidor y amigo
JUAN BOSCO, Pbro.
Cerramos este captulo con una observacin. Si el alma de la Compaa de
San Jos y de las otras era la comunin frecuente, la formacin, el incremento
y el vnculo que una a los miembros de aquellas instituciones, hay que
atribuirlos al celo y al buen ejemplo de los clrigos.
Casi todas las semanas los reuna don Bosco en su habitacin y sostena con
ellos ntimas conversaciones, en las que les inculcaba sus ideas, les daba
normas para que mantuviesen una conducta ejemplar; y al describir las
virtudes de san Francisco de Sales, frecuentemente haca calurosos elogios de
su dulzura, pureza y espritu de sacrificio al afanarse e industriarse de mil
maneras, aun a costa de su propia vida, por la salvacin de las almas.
Estos clrigos, objeto de sus ms tiernos cuidados, haban sido educados y
formados por l desde su niez y correspondan a las enseanzas recibidas. Y
no poda ser de otro modo; pues l no admita en su clero ni en el de los
seminarios, ms que a los jvenes que presagiaban un feliz resultado; y los
ayudaba por todos los medios para alcanzar sus santos deseos.
((201)) Prueba de ello es la carta que escriba al cannigo Vogliotti, Rector
del Seminario y Provicario diocesano:
Ilmo. Seor Rector:
El clrigo Alasia de Sommariva, seminarista en Chieri, me escribe que le
reclaman el pago de la pensin. Fue al Seminario con la esperanza de estar
gratuitamente de acuerdo con las esperanzas que usted me dio. Suplico acuda
usted en su socorro, porque de otro modo, como no puede pagar ni un sueldo,
se vera obligado a volver a su casa. El clrigo Bonetti disfrutaba el ao pasado
de beca entera y usted me dio a entender que al aceptar en mi casa a Bonetti,
transferira la beca al clrigo Alasia.
Confiando plenamente en su bondad, me profeso con toda estima.
De V.S. Ilma.
En casa, 6 de abril de 1859
145
Su seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.
A los estudiantes seminaristas que no observaban buena conducta los
exclua sin miramientos del estado clerical y pasaba informes sinceros al
Superior eclesistico. Responda a una pregunta del antedicho Rector del
Seminario, en los siguientes trminos:
Ilmo. y Muy Rvdo. Seor Rector:
Siento cierta dificultad para informar sobre el joven... de... Dir coram
Domino (ante el Seor) las cosas tal y como yo las conozco. En los estudios,
bien; su conducta, mediocre, y fue despedido de esta casa por razones que
est vedado nombrar entre cristianos. Aqu estudi hasta acabar el curso de
Retrica; y puede darse que en los dos aos de su ausencia de sta, haya
observado mejor conducta y merezca una recomendacin favorable especial.
((202)) Creo que bastarn estos informes, aunque siempre estoy a su
disposicin para explicar ms detalladamente las cosas si fuere menester, a la
vez que me profeso con gratitud.
De V.S. Ilma.
Desde casa, 15 de marzo 1859
Seguro Servidor
JUAN BOSCO, Pbro.
N.B. Cuando dicho joven se present a examen para la toma de sotana, yo le
negu el certificado de buena conducta, y l fue a pedrselo a su Prroco.
((203))
CAPITULO XVI
ALGUNAS NORMAS A LOS CATEQUISTAS PARA LA ENSEANZA DE LA
DOCTRINA CRISTIANA -ESTUDIO Y EXPLICACION DEL NUEVO TESTAMENTO:
LECCIONES DE ORATORIA SAGRADA: EL PREDICADOR SIN PREPARACION -LA
CLASE DE CEREMONIAS LITURGICAS -DIVERSAS CONFERENCIAS SEMANALES
A TODOS LOS ESTUDIANTES -INSTRUCCIONES ACERCA DE LA BUENA
EDUCACION Y SU CONVENIENCIA -DON BOSCO MODELO DE PERFECTA
EDUCACION -URBANIDAD Y CARIDAD AL HABLAR Y AMONESTAR -CALLAR Y
REFLEXIONAR, CUANDO EL ANIMO ESTA AGITADO: UN RIDICULO ARREBATO
-BUENA EDUCACION EN LAS ACCIONES: DON BOSCO Y EL JUEGO DE LA
PIDOLA -DELICADEZA DE DON BOSCO PARA AVISAR A LOS MUCHACHOS POR
ALGUN ACTO GROSERO -ATENCIONES AL RECIBIR EN CASA A LAS VISITAS
-ESQUEMA DE UNA COMEDIA, PARA ENSEAR URBANIDAD -LOS MUCHACHOS
APROVECHAN LAS EXHOR TACIONES DE DON BOSCO -ELOGIO
146
EL hombre prudente se hace amable con sus palabras, dice el Eclesistico; por
eso convence y arrastra a los oyentes a hacer su voluntad. As era don Bosco,
e inculcaba esta amabilidad a sus ayudantes, a quienes repeta para asegurar
la buena marcha de la comunidad:
-Hablad, hablad!
Con este santo fin multiplicaba las ocasiones de hablar ((204)) no slo l,
sino tambin los Superiores de la Casa y otros santos sacerdotes de la ciudad,
impregnados de su espritu, a los que invitaba a conversar y pasar algn rato
en el Oratorio. Estos le suplan en sus ausencias o cuando algn asunto se lo
impeda, se hacan eco de su palabra recordando sus mximas, y se
esforzaban para que se cumplieran sus deseos.
As pues, don Bosco, adems de los sermones, la narracin de la vida de los
Papas, la platiquita de la noche, las conferencias a las Compaas, la lectura
semanal de las calificaciones obtenidas por los estudiantes, la exposicin y
explicacin del reglamento de la Casa, reuna a sus alumnos para comunicarles
temas de mucha importancia relacionados con la educacin religiosa y civil.
Son cosas que no conviene olvidar y que exponemos aqu porque no encajaran
en otro lugar.
En primer trmino hablaremos del catecismo.
Durante veinte aos por lo menos, de 1846 a 1866, sola don Bosco juntar
de vez en cuando a los clrigos y a los jvenes mayores y mejores para
ensearles la manera de dar con fruto la clase de catecismo a sus compaeros
externos e internos. La sacrista era el lugar preferido para estas reuniones. A
menudo explicaba el Reglamento de los Oratorios festivos. Recomendaba a los
maestros que estuvieran de pie durante la clase para dominar con su presencia
a los chicos sentados, tener a todos bajo su mirada y obtener con facilidad el
silencio. Insista en que se aadiera a las respuestas del catecismo alguna
reflexin brevsima, sin perderse en explicaciones que no seran entendidas.
Don Angel Savio y Juan Villa nos contaban el enorme bien que hacan estas
reuniones y aadan que l, en las clases dominicales y nocturnas, dedicaba
varias horas cada semana para contar a los muchachos, con mucho gusto y
respeto, los hechos de la Sagrada ((205)) Escritura y citaba los libros santos
para razonar con la misma palabra del Seor. De este modo continuaba y
completaba las enseanzas que haban aprendido en la iglesia de boca de los
eminentes telogos de la Residencia Sacerdotal, que enviaba los domingos don
Jos Cafasso.
Tambin los internos, divididos por clases, tenan en la iglesia el catecismo
dominical. Pero, adems de esto, procuraba don Bosco que se les sealase
cada semana un captulo de la Doctrina Cristiana para estudiarlo de memoria y
que tenan que recitar los aprendices en la clase que reciban cada domingo
por la tarde, y los estudiantes en sus aulas. Estos, no eran admitidos a los
147
Testamentino: fue la expresin familiar, durante muchos aos, para indicar la reunin semanal de los clrigos
salesianos, en la que recitaban diez versculos, previamente sealados por el Director de la Casa, y sacados del Nuevo
Testamento. (N. del T.).
148
Por este motivo sali un da de sus labios una expresin singular, que oy
don Francisco Cerruti. Reanse los clrigos delante de don Bosco de las
exageraciones que se leen en los sermonarios del siglo diecisiete, y l les
deca:
-Y si en aquel siglo eran necesarios ese estilo y esas figuras para cautivar la
atencin del pueblo y hacer el bien a las almas, habra por qu rer? Yo creo
que habra hecho mal, quien hubiese procedido de otro modo.
((207)) Hablaba en otra ocasin de la necesidad de una diligente preparacin
y del orden de la materia a tratar, antes de subir al plpito. Y salpicaba su
conversacin con hechos graciosos, que demostraban el triste papel a que se
expone el sacerdote descuidado o inepto en el cumplimiento de este grave
deber.
Quien escribe estas pginas estaba presente cuando don Bosco contaba:
-Cierto capelln era conocido por su gran simplicidad. Para retratarlo basta
recordar el mtodo clsico, sobre toda ponderacin, que segua en la
predicacin. Suba al plpito y con los ojos cerrados y las manos agarradas a la
barandilla haca el exordio. En cada sermn pasaba revista al declogo:
-Mirad, empezaba, ser corto, muy corto. Habis de saber que el Evangelio
de hoy... (ay con esas mujeres!... ya s yo muy bien que vosotras las mujeres
tenis mucho pico, pero al menos durante el sermn estad calladas...). Deca,
pues, que el Evangelio de hoy cuenta la multiplicacin de los panes. Por eso,
procurad confesaros, porque tambin este precepto se puede sacar del
Evangelio de hoy. Comenzad el examen por el primer mandamiento... (Pero...
eh, t sacristn, agarra el apagavelas y dale un par de caazos a aquella
muchacha...) y al hacer el examen de conciencia, despus de mirar el primer
mandamiento, pasis a reflexionar sobre el segundo... (Pero, es que no hay
modo de que se estn quietos esos chiquillos del altar mayor?...) Siguiendo
nuestro tema, mirad si habis cumplido el tercer precepto...
Y por este estilo segua adelante, recitando, que no explicando, los diez
mandamientos. Deca que sera corto y, en efecto, lo era, pues nunca estaba
en el plpito ms de diez minutos. Cuando el pueblo crea que iba a comenzar,
ya estaba bajando. Qu os parece este modelo de oratoria? Qu frutos puede
traer? Indignacin, risas ((208)) o sueo! Y esto es lo que siempre sucede a
quien, por un motivo u otro, sube al plpito sin preparacin, con gran
menoscabo para las almas y una tremenda responsabilidad ante el tribunal de
Dios. Hay que reconocer este deber del sacerdote para recolectar muchas
mieses. Ya est escrito en el captulo diecisis de los Proverbios: Toca al
hombre forjar planes en el corazn (con el estudio, la meditacin y la oracin),
y al Seor gobernar la lengua (con su gracia).
Puede contarse entre las conferencias la clase de ceremonias litrgicas a los
clrigos. La inaugur don Bosco en persona y la continu por algn tiempo el
149
del ngulo, formado por las dos salas, se sentaba el telogo revestido de
roquete y estola y todos los estudiantes y los clrigos estaban alineados a su
derecha y a su izquierda. Expona el catecismo en forma razonada. Habl un
ao entero de la fe, con tal claridad que todos le entendan. Fides sine operibus
mortua est: sine fide impossibile est ((210)) placere Deo. (La fe sin obras est
muerta; sin la fe es imposible agradar a Dios.) Resultaba verdaderamente
sublime cuando describa la belleza de esta virtud teologal, nos dijo el profesor
don Juan Garino que estaba presente.
Algn ao dio don Jos Bongiovanni estas lecciones de moral en el saln de
estudio, y despus desapareci esta costumbre.
Por ltimo mencionaremos la conferencia o clase de urbanidad que se
imparta una vez a la semana en el saln de estudio, los jueves por la maana
y, a veces, los domingos antes de comer. Esta incumbencia corresponda al
Prefecto de la Casa y fue el primero en desempearla don Vctor Alasonatti en
1855. Era como la coronacin de la educacin cristiana, ya que los muchachos,
llegados del campo o del taller, no haban aprendido las buenas maneras para
comportarse con garbo en sociedad.
Las normas se sacaban de los libros santos del Nuevo y Antiguo Testamento,
que hablan de cmo portarse en la mesa, de no sentarse cuando otros estn
de pie, del comportamiento al presentarse a los superiores, al estar entre los
compaeros, al conversar con personas de respeto, en los recreos; en
conclusin, de la manera como hay que conducirse en cualquier circunstancia
de la vida. La actitud de una persona es un tcito intrprete del corazn y de
esto se puede conjeturar cmo es su carcter natural. Dice el Espritu Santo en
el Eclesistico: Por la mirada se reconoce al hombre, por el aspecto del rostro
se reconoce al pensador; el atuendo del hombre proclama lo que hace, su
caminar revela lo que es17.
Por eso don Bosco quera que sus alumnos fueran juiciosos y que la
compostura en todos sus actos, el garbo, la ingenuidad y un honesto pudor les
merecieran el aprecio y la benevolencia de la gente. A veces se prestaba l
mismo a ocupar la ctedra del saln de estudio, en lugar del Prefecto ((211)) y
ms que sus palabras, era entonces su ejemplo una continua leccin de
urbanidad. Porque l era un modelo del hombre bien educado; prestaba
atencin a todos sus gestos y palabras, y no ofenda a nadie con su mirada, ni
el odo de ninguno, pues trataba a todos con mximo respeto, como ensea
San Pablo: Cui honor, honor (Dse honor a quien lo merece). No ahorraba
ninguna delicadeza con cuantos iban a visitarle. Los de la nobleza, que le
observaban atentamente, quedaban admirados de l y ms de una vez se les
oy exclamar:
-Pero, dnde aprendi tan exquisita cortesa? Es todo un caballero!
Don Pablo Albera oy repetir mil veces frases como stas en Francia, y era
sta una de las razones, secundaria si se quiere, pero real, por la que los
17
151
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Todos se echaron a rer, pero don Bosco no aadi palabra; ((213)) quera tal
vez dar a entender a aquel tal que, mientras se tratara nicamente de figuras
gramaticales o de cuestiones literarias, poda ser juez competente. Fue una
palabra enigmtica, pero graciosa para no mortificar a quien haca una
objecin imprudente.
Cuando alguno emita proposiciones equivocadas, tocante a ciencias o a
historia, l, con toda calma, haca seas de desaprobacin y replicaba:
-Tu es magister in Israel et haec ignoras? (Eres maestro en Israel e ignoras
esto?).
Pero no deca una palabra que pudiese dejar mal al interlocutor.
Recomendaba que, antes de hablar, se pensase dos veces lo que se tena
que decir, recordando la sentencia del Eclesistico: En la boca de los necios
est su corazn (es decir, hablan sin pensar), pero el corazn de los sabios es
su boca (piensan y consideran lo que deben decir) 18. Y demostraba cun
necesaria era la reflexin para obtener lo que se desea, para no decir
disparates, para no violar secretos, para no crearnos enemigos, para no
acarrearnos daos a nosotros mismos, para no ofender al Seor.
No omita una consideracin sobre ciertos caracteres atolondrados,
suspicaces, impetuosos, que si no se les pone freno prorrumpen fcilmente en
arrebatos de clera, insultan a sus presuntos ofensores, interpretan
desfavorablemente las intenciones de los dems y pretenden tener siempre
toda la razn. Con lo cual pierden amistades, se hacen antipticos en sociedad
y son la comidilla de todos. Se encuentran muchos de estos sujetos mal
educados, los cuales no haran el ridculo si prestaran atencin a no
precipitarse en el hablar, ((214)) dejando que su imaginacin se calmara
disimulando y callando.
Don Bosco confirmaba su leccin con algunos ejemplos, entre los cuales
contaba el siguiente:
Estaba yo un da en la sacrista de san Francisco de Ass, a tiempo que lleg
cierto sacerdote, el reverendo Corradi. Olvidndose de la esclavina que llevaba
sobre los hombros, se revisti los ornamentos sagrados y sali a celebrar.
Despus de la accin de gracias, tom el sombrero para salir de la iglesia y
busc intilmente la esclavina. Pregunt al sacristn, el cual se ech a rer sin
contestar. El reverendo Corradi se enfad:
-Dnde me la ha escondido?
La busc por todos los rincones de la sacrista, y volvi al sacristn,
amenazndolo si no deca dnde la haba escondido o quin se la haba
llevado. El sacristn segua riendo y aseguraba no haberla tocado, ni haber
visto a nadie que se la llevara. Se dirigi entonces a m, y a los dems
18
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encontr cosidos en el forro unos ttulos al portador con una renta anual de
veinte mil liras. Como era persona honrada, dio parte a la autoridad de su
hallazgo que fue publicado en los peridicos, tal y como manda la ley. Al no
presentarse nadie reclamando el tesoro con suficientes datos de identidad, el
Magistrado adjudic a Silvio su fortuna. Entonces ste fue a ver a un abogado,
paisano suyo, que se haba establecido ((219)) en la ciudad, hombre probo y
de su misma edad, y le pidi consejo sobre el destino que deba dar a aquel
capital. El abogado le sugiri que buscara a sus hijos, les proveyese de un
educador y maestro, para que aprendieran los rudimentos de la gramtica,
corrigieran los modales rudos y llegaran a ser unos jvenes modosos, y al
mismo tiempo que comprara una finca. Un abogado, un mdico, el maestro, el
educador, un criado, un aparcero de la granja y los hijos, que el padre vuelve a
encontrar despus de extraas aventuras, son los personajes de la comedia.
Los dos muchachos, trajeados elegantemente durante el desarrollo de la
accin, aparecen sucesivamente sentados en clase con el profesor, jugando en
el jardn durante el recreo, comiendo con su padre y los amigos de la familia,
reunidos en el saln en tertulia con los notables del pueblo. Uno se indigesta
por tragn, el otro es ms moderado y ms dcil, pero los dos son la rudeza
personificada. Mil lindezas de mala ndole se suceden una tras otra, como
rascarse la cabeza, meter las manos entre los cabellos, caminar con los
zapatos en la mano, meterse los dedos en la nariz, no quitarse nunca el
sombrero, no emplear el pauelo, limpiarse el sudor con la manga, caminar
arrastrando los pies. La escena de la comida hace reventar de risa. Los sabios
consejos del educador van como pegados a cada grosera, ora en prosa ora en
verso, acompaados de algn refrn. Los dos alumnos se enojan, barbotan
entre ellos y con los criados, pero se sosiegan fcilmente ante los reproches
del padre, las observaciones de los amigos, o las buenas maneras del maestro,
que dar comienzo a su instruccin religiosa. Prometen aprender las reglas de
urbanidad, granjearse muchos amigos, tratando con respeto a todos los que se
les acerquen y dando gracias al Seor por haber trocado su condicin. Con la
invitacin a un modesto banquete se cierra la comedia de la que cabe afirmar
con mucha razn que castigat ridendo mores (corrige las costumbres riendo).
((220)) La clase de urbanidad constituy una preciosa regla de conducta
para los que la aprovecharon. Un distinguido abogado, antiguo alumno
nuestro, y otros con l, nos aseguraron que, al salir del Oratorio, les bast el
recuerdo de las normas de buena educacin aprendidas en la escuela de don
Bosco, para saber vivir honrosamente en sociedad y ser considerados como
personas corteses y cumplidas.
Y ahora concluimos preguntando:
Qu ms poda hacer don Bosco para educar a sus hijos? Puede muy bien
aplicrsele el elogio de San Juan Crisstomo: Ciertamente considero mucho
ms excelente que un pintor, ms que un escultor, ms que cualquier artista de
este gnero, al que sabe plasmar las alma de los jvenes.
((221))
CAPITULO XVII
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al Oratorio, a sus antiguos compaeros y a los alumnos. Una noche del mes de
abril ley a toda la comunidad reunida una carta de Mateo Galleano, en la que
daba fe de que a primeros del mes, oprimido por un atroz malestar de cabeza
y un agudo dolor ((226)) de muelas, despus de dos das de sufrimientos
decidi recurrir al buen Domingo. Rez en su honor un padrenuestro, y al
llegar a las palabras: mas Ibranos del mal, instantneamente sinti
desvanecerse todo dolor y desaparecer la hinchazn.
Estaba presente a esta lectura Carlos Dematteis, que sufra dolor de muelas
desde haca varias semanas sin lograr calmarlo con las medicinas. Animado por
el afortunado caso del compaero, pregunt a don Bosco:
-Tendr que intentar yo tambin la prueba de encomendarme a Savio?
-S, hazlo, contest don Bosco; rzale esta misma noche un padrenuestro y
una avemara y confa en l.
Dematteis fue al dormitorio, rez la oracin y se acost. Al contrario de las
noches anteriores, que las haba pasado desvelado por el dolor, se durmi en
seguida y no se despert hasta que son la campana para levantarse. Estaba
totalmente curado. A partir de entonces no tuvo ms dolor de muelas.
Jacinto Mazzucco llevaba casi un mes atormentado por un dolor de ojos que
le obligaba a salirse de clase. El mircoles santo, veinte de abril, dijo a don
Bosco:
-Tengo que encomendarme yo tambin a Savio? Ha curado a otros que ni
siquiera le conocieron, no querr obtenerme la gracia de la curacin a m, que
fui compaero suyo? Tanto ms, cuanto que tengo que trabajar para preparar
en la iglesia el Monumento!
Don Bosco le contest:
-Bien, rzale un padrenuestro y una avemara y maana, plenamente
confiado en l, ejecuta los trabajos que tienes que hacer; pero cuida de
ofrecerlos para honor de Dios.
((227)) Mazzucco rez aquella noche la breve oracin, y a la maana
siguiente se encontr tan mejorado que pudo cumplir su trabajo y preparar el
Monumento sin la menor dificultad. El sbado santo estaba curado del todo.
Estas gracias aliviaban a don Bosco de los disgustos que a veces le causaba
la poca correspondencia de algn alumno a sus desvelos, y al mismo tiempo le
tranquilizaban en medio de las molestias y angustias que poda ocasionarle la
guerra ya inminente.
A estos sinsabores y disgustos alude en una carta dirigida a don Juan
Bautista Torchio, arcipreste de San Martn Alfieri en Asti.
161
Gobierno que por favor me ahorre el gran disgusto de tener que dejarlos en la
calle. Creo que no faltan en Turn edificios pblicos que pueden servir para
cuartel o para hospital mucho mejor que ste que, como ustedes ven, carece
de muchas comodidades, y tiene escaleras y corredores demasiado estrechos.
Al construir la casa, don Bosco haba previsto esta eventualidad.
No sabemos qu informes dieron los dos peritos al Gobierno, ((229)) pero el
hecho es que el Oratorio no fue molestado, y sus alumnos siguieron tranquilos
en l.
Por lo dems, don Bosco prest en aquella ocasin un servicio mucho ms
til que otros. La imprevista llamada a las armas de algunas quintas
licenciadas por tiempo indefinido, lo mismo que la de los que con ocasin de la
guerra de Crimea haban pasado de segunda categora a la primera, constern
a los pueblos. La mayor parte de ellos ya se haban casado. Tuvieron que partir
en plena primavera, precisamente cuando llegaba la poca de las labores del
campo. Por consiguiente muchas familias quedaron privadas de los robustos
brazos que les proporcionaban el sustento, y muchas madres, cargadas de
hijos, se encontraron en la miseria. Tanto fue as que en las ciudades
principales hubo que crear diversas comisiones, encargadas de promover
colectas para socorrer a las familias ms necesitadas.
Pues bien, qu hizo don Bosco? Aunque, por la circunstancia de la guerra y la
subida de precio de los vveres, se encontraba en grandes estrecheces, sin
embargo, acept en su casa a varios hijos de los pobres soldados.
Reson por fin el primer grito de guerra, y Austria, cansada de las intrigas
del Gobierno piamonts, amenaz el veintitrs de abril con declarrsela, si en
el plazo de tres das no desarmaba y licenciaba a los voluntarios. La
contestacin fue una rotunda negativa, y el da veintisis avistaba el puerto de
Gnova la armada francesa cargada de tropas. Estallaba entretanto la
revolucin en Toscana y el Gran Duque se vea obligado a retirarse, por lo que
Vctor Manuel nombraba comisario con plenos poderes a Buoncompagni. El
veintiocho de abril el Rey de Saboya, con los oficiales del Estado, los miembros
del Senado y de la Cmara de Diputados, acuda a la Catedral Metropolitana de
Turn para asistir a las solemnes plegarias por el xito de la guerra. El da
treinta el ejrcito austraco, con ms de ((230)) doscientos mil hombres al
mando del general Francisco Conte Giulay, pas el Tesino, se apoder de
Novara y penetr en las frtiles llanuras que se extienden entre los ros Tesino,
Po y Sesia. Vctor Manuel parta al campo de operaciones y Napolen III,
escriba el primero de mayo a Po IX:
...Quiero declarar francamente a Su Santidad que en mi corazn no separo
la religin y el poder temporal de la Santa Sede de la cuestin de la
independencia de Italia; debo confesar que quiero por igual a la una y a la
otra.
Habale invitado el Papa a retirar de Roma a sus soldados, all acuartelados
desde 1849, declarndole que, aunque dbil, confiaba en la Providencia que no
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Por aquellos mismos das obtuvo don Bosco con la bendicin sacerdotal una
victoria singular que hizo rer mucho a los alumnos, los cuales decan:
-Lstima que don Bosco no sea general! Ha encontrado un medio fcil para
arrojar al enemigo del territorio por l ocupado!
Jos Reano envi una relacin escrita del hecho a don Juan Bonetti:
Lleg un da para ver a don Bosco una vieja campesina que tena alquilado
un huerto cerca del Oratorio. Deca la mar de afligida:
-Mi huerto est plagado de orugas que me destrozan plantas y verduras.
-Y qu quiere usted que le haga, buena mujer!, dijo don Bosco.
-Quiero que eche fuera a todos esos animalejos que tengo en el huerto; me
lo destruyen todo, me van a dejar en la miseria; dles la bendicin y haga que
se mueran.
Y don Bosco respondi sonriendo:
-Y por qu hacer morir a estos pobres animalitos? Les dar la bendicin y
les mandar a otra parte, donde no puedan hacer dao a nadie.
Al da siguiente fui yo con Buzzetti a un huertecito sin cultivar, situado junto
a la iglesia de san Francisco, cerrado por una tapia de casi tres metros de alta
que perteneca al Oratorio. All vimos una infinita cantidad de orugas quietas y
pegadas a la pared y cubriendo tambin unas vigas tendidas por el suelo, pilas
de ladrillos y piedras amontonadas y unos arbolillos raquticos: Todo apareca
cubierto y el huerto de la vieja estaba totalmente libre de aquella invasin.
((235))
CAPITULO XVIII
LOS FRANCESES EN TURIN -AFLICCION DE DON BOSCO-PRIMEROS
ENCUENTROS BELICOS -MONTEBELLO, PALESTRO, MAGENTA -LOS HERIDOS
AUSTRIACOS EN LA RESIDENCIA SACERDOTAL -DON BOSCO CON LOS
SOLDADOS EN COLLEGNO -CONJURACIONES Y REVUELTAS EN LOS DUCADOS
Y EN EL ESTADO PONTIFICIO -LAS FIESTAS EN EL ORATORIO:
DEMOSTRACIONES DE AGRADECIMIENTO A DON BOSCO Y A LOS MAESTROS
-ESCUELAS Y TALLERES CRISTIANOS
LOS habitantes de Turn haban temido la invasin de su ciudad por el ejrcito
austraco; as que se volvieron locos de alegra al ver a los batallones franceses
y los recibieron con aplausos y flores.
Don Bosco andaba pensativo y triste al enterarse de la continua llegada de
regimientos a Italia para marchar contra Austria. Se le oy decir varias veces:
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Se refiere al espacio, histricamente famoso, defendido por las cuatro plazas fuertes de Verona, Mantua, Legnano y
Peschiera, (N. del T.).
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conversacin, los invit a ir al Oratorio con plena libertad y hasta les encarg
que llevaran a todos los compaeros que desearan ir.
-Podis venir, les dijo, para escribir a vuestros padres; aqu encontraris
papel, pluma, tinta y sellos; podis venir para leer libros en francs que
abundan en nuestra biblioteca y, si alguno deseara aprender italiano o
aritmtica, yo le pondr un maestro. Y como estamos todava en tiempo
pascual, aadi don Bosco, y pudiera ser ((239)) que no todos hayis tenido
todava oportunidad para cumplir el precepto de la Iglesia, os advierto que en
nuestra capilla encontraris confesores que conocen vuestra lengua, y se
prestarn gustosos para bien de vuestras almas.
Aquel corts recibimiento y aquellas palabras entusiasmaron a los queridos
hijos de Francia, quienes al volver al cuartel contaron lo sucedido a sus
conmilitones y despertaron en muchos vivo deseo de ir ellos tambin al
Oratorio. Efectivamente, al cabo de unos das vease a las horas libres una
procesin de soldados franceses que iban a Valdocco para entretenerse con
don Bosco y sus alumnos como si fuesen hermanos. Algunos centenares de
ellos se acercaron a los sacramentos con un porte tan edificante que
demostraba pertenecan a familias muy piadosas y religiosas. Don Bosco, la
mar de satisfecho, invitaba de vez en cuando a algunos a comer con l; era un
gracioso espectculo ver los pantalones rojos entre las negras sotanas y
contemplar a clrigos, sacerdotes y soldados en franca camaradera, yendo a
porfa los unos en hablar francs y los otros en chapurrear italiano. Algn
oficial se comportaba con tal familiaridad que pareca uno ms de casa.
Al cabo de algn tiempo eran tantos los que conocan a don Bosco
personalmente, que difcilmente andaba l por Turn sin que se le viera
acompaado o detenido de vez en cuando por algn soldado francs.
Un da, deca don Juan Turchi, se encontr con un grupo por la calle; le
saludaron gritando: Viva Italia!, y l se les acerc, djoles unas buenas
palabras y los invit a ir a su Oratorio. Aceptaron la invitacin y don Bosco les
ofreci un refresco con tanta cordialidad, que quedaron ((240)) admirados.
En otra ocasin deba ir a visitar a un enfermo a Collegno, poblacin situada
a cuatro millas de Turn. Cuando he aqu que, al llegar a la calle de Rvoli, sali
a su encuentro una docena de soldados, convalecientes unos, heridos otros en
un brazo o en la mano. Como iban de paseo, pidironle a don Bosco que les
dejara acompaarle durante un trecho del camino, a lo que el asinti gustoso.
De conversacin en conversacin y a la sombra de los aosos olmos que
flanquean la carretera, pareci tan corto el camino que la alegre brigada lleg
hasta Collegno casi sin darse cuenta. Una vez all, los soldados queran volver
atrs, pero don Bosco les dijo:
-Puesto que, como invlidos, tenis permiso de vuestros jefes, esperadme
un poco; yo acabar pronto, y volveremos juntos a Turn.
Ellos se quedaron. Pero, como contra su esperanza don Bosco no pudo
acabar tan presto como imaginaba, result que cuando sali de la casa del
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enfermo el reloj marcaba las doce del medioda. Al llegar junto a sus
compaeros de viaje les dijo:
-Siento haberos hecho esperar tanto tiempo: como veis ya es medioda:
naturalmente tendris apetito, los convalecientes necesitarn un alivio y no
conviene que nos pongamos de nuevo en camino con el estmago vaco: por
tanto, venid conmigo e iremos a hacer, como vosotros decs, no une ribote
(una comilona), sino una modesta comida.
Dicho esto, los llev a una hostera, les pag una comida, comi con ellos y
les hizo pasar uno de los das ms alegres de su vida. Resulta imposible
expresar la alegra de aquellos hombres. De regreso en la ciudad contaron lo
sucedido a su jefe, el cual qued tan admirado de ello, que al da siguiente se
present en el Oratorio para dar gracias a don Bosco, con palabras inspiradas
en el ms vivo reconocimiento y con una elegancia verdaderamente francesa.
Al mismo tiempo enviaba don Bosco al clrigo Celestino Durando en busca
de donativos a casa de muchos sacerdotes y otros ((241)) distinguidos
seores, para poder comprar una gran cantidad de libros instructivos y amenos
escritos en francs. El mismo se los llevaba a los soldados o se los haca
entregar a las Hijas de la Caridad que prestaban sus servicios en los
hospitales. Lo mismo haca con los soldados austracos, recogidos y
hospitalizados en la Residencia Sacerdotal, a los que reparta libros de religin
en alemn.
Por estas y otras razones los soldados de Francia, que residieron por
entonces entre nosotros, cobraron tanto afecto al Oratorio que, al recibir la
orden de partida de Turn, pasaron a despedirse de don Bosco y sus maestros,
llenos de profundo agradecimiento y gran emocin. Algunos de ellos siguieron
cartendose mucho tiempo con don Bosco y con otros de la casa,
especialmente con don Miguel Ra, que fue su maestro de aritmtica.
Entretanto los liberales de los otros Estados de Italia, siguiendo las
instrucciones ocultas de Napolen III y de Cavour, promovan disturbios. Era
un triste presagio de los sucesos preparados, la muerte del Rey Fernando de
Npoles, que muri envenenado el veintids de mayo. El nueve de junio, tras
un mes de agitaciones populares e incertidumbres, la Duquesa de Parma, que
oy las victorias de los aliados, abandonaba sus dominios en los cuales se
enarbolaba inmediatamente la bandera piamontesa. El once, el Duque de
Mdena, a la vista de la rebelin de Massa y Carrara, ocupadas
inmediatamente por los soldados sardos, sabedor de que una divisin francesa
se acercaba a sus Estados desde Toscana, se march; y despus de un voto de
unin al Piamonte, el Rey Vctor enviaba all, como comisario para Emilia, a
Carlos Luis Farini. La divisin francesa estaba mandada por el prncipe
Napolen, enemigo acrrimo del Papa, expresamente enviado para tener a
raya a los fautores del orden. El da doce estallaba la revolucin en Bolonia,
despus de haberse retirado los mil austracos de su guarnicin. Era cabecilla
del partido unionista el marqus Ppoli, primo de Napolen III. ((242)) Se
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Indpendance Belge.
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CIUDAD DE TURIN
Turn, 16 de julio de 1859
El preciado regalo que V. S. Ilma. acaba de hacerme con la Historia de Italia
contada a la juventud desde sus primeros pobladores hasta nuestros das, le
hace merecedor de verdadera gratitud por parte de esta Administracin Civil; y
el Alcalde, que suscribe, se considera muy feliz al interpretar los sentimientos
de la misma, al tiempo que le da las ms rendidas gracias por su cooperacin a
la realizaciri de una biblioteca pblica municipal, que ser positivamente
provechosa a la poblacin de Turn.
Tenga a bien aceptar el testimonio del muy distinguido saludo de quien tiene
el honor de profesarse.
De V.S. Ilma.
Afectsimo y seguro servidor
El alcalde NOTTA
((251)) Durante la primera quincena de julio anduvo atareado con los
exmenes, el reparto de premios, las papeletas de calificaciones, los sorteos
pblicos y las despedidas de cada uno de los alumnos, a quienes llamaban los
padres a sus casas para las vacaciones.
A principios del mes, ayudado por el joven Chiala, don Bosco haba
distribuido el nmero de las Lecturas Catlicas correspondiente a julio, que se
titulaba: Antonio y Fernando, o el triunfo de la inocencia. Cuenta la historia de
un estudiante, hijo de unos pobres artesanos, que cursa con xito los estudios,
pero amargado por la prepotencia de un rival, hijo de familia noble, a quien se
le otorgan los premios, que slo a l correspondan. Amparado por un
bienhechor desconocido, que resulta ser el Ministro de Estado, consigue
licenciarse en derecho, profesin que honra rechazando las insidiosas
promesas de quien quera convertirle en instrumento de injusticia. Es
calumniado, condenado a prisin, pero al fin se abre paso la verdad, y se le
confiere un cargo importantsimo y lucrativo. La narracin demuestra que la
divina Providencia permite a veces que nuestra vida sea vctima de las
opresiones de los malvados, pero cuando menos lo esperamos, acude en
nuestra ayuda. La virtud es premiada aun en esta vida y en la futura recibir
con toda seguridad una recompensa eterna en la patria de los
bienaventurados.
Para el mes de agosto prepar: La vida de los sumos Pontfices San
Ponciano, San Antero y San Fabin, por el sacerdote Juan Bosco (H). Era un
trabajo totalmente suyo. Al exponer la historia de estos Papas, que vertieron
su sangre por la fe, describe la conversin, la santa vida y el martirio del
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Sus rdenes fueron puntualmente cumplidas, y cuando vio que sus amigos
comenzaban a subir, se asom al pretil y llam:
-Francisco!
Volverse el muchacho y echar a correr cuesta abajo fue cosa de un instante,
pero no pudo atravesar la cadena de aquellos seores, que lo atraparon y lo
llevaron adonde don Bosco lo esperaba, sin apenas ofrecer resistencia.
Don Bosco lo tom por la mano y le dijo:
-Esta vez ya no te escapas. Ven con don Bosco y quedars contento.
Y lo llev a su celda, mand que le dieran de comer y le hizo un amable
interrogatorio.
Supo por sus respuestas que, despus de escapar de Sciolse, se intern en
la montaa, y unas veces de pastor, otras de campesino, ya de criado en casa
de un prroco, ya de mendigo, haba ido tirando en medio de extraas
aventuras, pero que siempre haba tenido la suerte de encontrarse con
personas de buenas costumbres. Al principio no pas por su mente la idea del
mal hecho, pero al calmarse la fiebre que le trastorn el cerebro, ((257)) haba
reconocido la enormidad de su accin. Sin embargo, su misma culpa, que le
presentaba la imagen de su padre justamente indignado, le impeda con una
fuerza invencible volver a l; no poda ni siquiera pensar en ello. Pero, a
menudo, senta su corazn oprimido con el recuerdo de su madre y de su
hermana. Tambin haba rezado y llorado, mas nunca se haba atrevido a
manifestar a nadie su situacin y sus penas.
-Pero ahora, deca, pasado el primer susto, me siento feliz al encontrarme en
tan buenas manos.
Entonces don Bosco le prometi que le reconciliara con su padre y le invit a
reconciliarse antes con Dios, lo que hizo Francisco muy gustoso. Se entrevist
con el reverendo Begliati, ecnomo de la Residencia Sacerdotal de San
Francisco y de los ejercitantes en San Ignacio, le cont el suceso y se le asign
una celda al muchacho. Al da siguiente hizo el reverendo Begliati que enviaran
de Turn lo necesario para vestirlo conforme a su condicin. Terminados los
ejercicios, don Bosco volvi al Oratorio con Francisco y se apresur a dar la
inesperada noticia a sus desolados padres. Despus de preparar sus nimos,
concluy con estas palabras:
-Demos gracias a Dios, Francisco ha sido hallado!
Estall un grito unnime de jbilo en la casa, seguido de un ansioso
preguntar:
-Dnde, cundo, cmo?
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pueblo. Tom un coche y muy pronto alcanz a don Bosco. Al ver a aquel
pobre cura que caminaba intentando defenderse de la lluvia con el manteo por
pantalla, compadecido, le invit a subir al coche. Don Bosco acept agradecido.
El seor Villa qued admirado de sus finos modales y de la discrecin y
cortesa de su conversacin. Cuando do llegaron a Cambiano le pregunt si
pernoctara en el pueblo, o si volva a Turn aquella misma tarde. Al saber que
deba volver, le invit a encontrarse en un lugar determinado y a una hora fija,
para aprovecharse de su coche. Don Bosco acept, diole las gracias y, en
cuanto acab el sermn, estuvo puntual a la cita. Durante el camino de vuelta
preguntle el diputado Villa:
-Por favor, podra decirme su nombre?
-Don Bosco, contest el cura.
-El de Valdocco?
-S, seor; y usted?
-Soy el abogado Villa.
Fue el mismo abogado quien cont a don Miguel Ra este encuentro
aadiendo que, a partir de aquel momento, sigui manteniendo siempre
relaciones con don Bosco.
Lo mismo suceda con cualquier otro que tuviese la fortuna de encontrarse
con l. Las familias catlicas de Turn le queran mucho porque reconocan en
l a un hombre de Dios y se convencan cada da ms de que el cielo le
favoreca con dones extraordinarios.
Desde los primeros tiempos del internado en San Francisco de Sales, iba don
Bosco de vez en cuando a visitar la familia ((262)) del conde de Cravosio, muy
distinguida por su piedad y generosidad. La condesa y su hijas, deseosas de
emplearse en obras de beneficiencia, se dedicaban especialmente a remendar
la ropa blanca de los pobrecitos de Valdocco. Una de estas nobles doncellas,
cuyo testimonio sobre la prediccin de la paz de Villafranca hemos referido en
el captulo anterior, escribi a don Miguel Ra el hecho siguiente:
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y, no encontrando obstculos por parte de sus padres para cumplir sus deseos,
consult a don Bosco sobre el particular. Contestle el siervo de Dios:
-S; usted se har religiosa, pero despus de mucho tiempo de espera y
pasando por trances imprevisibles al presente.
Y as sucedi. Al poco tiempo mora una hermana suya dejando un hijo de
tierna edad. Ella se cas con el cuado por la necesidad de dar un corazn de
madre al nio. Muy pronto qued hurfano de padre que muri del clera. La
buena madrastra cuid con nobilsimo sacrificio su educacin religiosa y cvica
y el rico patrimonio; y cuando hubo cumplido esta santa misin, y ((264)) lo
hubo colocado en la esplndida carrera que le aguardaba, se retir del mundo
y se hizo religiosa.
Como estaban a fines de agosto dise prisa don Bosco para imprimir el
nmero de las Lecturas Catlicas correspondiente al mes de septiembre.
Presentaba a los suscriptores El Valle de Almera, de autor annimo.
Narrbanse en l las vicisitudes de una familia perseguida y dispersada por el
odio y la violencia de sus enemigos y que se rene despus maravillosamente
por la bondad de Dios.
Para octubre prepar El cielo abierto con la comunin frecuente, resumen de
una obra francesa del clebre misionero de Saboya el abate Favre, escrito por
el padre Carlos Felipe de Poirino, capuchino. Expone las razones que deben
estimular al cristiano para comulgar a menudo; refuta los pretextos que
aducen muchos fieles para abstenerse de la comunin frecuente; trata de la
primera comunin, de la comunin pascual y de la que se recibe como vitico.
Expone las disposiciones necesarias para la comunin en general y para la
comunin frecuente; demuestra que la comunin semanal no puede calificarse
de comunin frecuente, atenindose a los principios admitidos por la Iglesia.
Pero, mientras reparta a los dems el alimento para el espritu, careca de
pan material para sus hijos. Don Juan Bonetti nos leg escrito:
La guerra dej a muchos nios sin padre, y bien que lo not nuestro
Oratorio. Casi todos los das veamos llegar compaeros nuevos y juntarse
cada vez ms las camas para hacer sitio al recin llegado. Pero el aumento de
bocas que devoraban pan sin medida, hizo crecer los gastos y aumentar las
deudas, con lo que don Bosco se encontr pronto en grandes apuros. Cierto es
que confiaba en la divina Providencia, pero al mismo tiempo no dejaba de
emplear los medios que sugera la prudencia. Por eso ((265)) hizo llegar a su
majestad el rey Vctor Manuel, a travs del conde de Cibrario, la humilde
solicitud de una subvencin para sus muchachos; y el treinta y uno de agosto
reciba una carta del mismo Conde redactada en los trminos siguientes:
GRAN MAESTRAZGO
DE LA ORDEN DE LOS SANTOS
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MAURICIO Y LAZARO
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Gianduya: personaje cmico, especie del arlequn del antiguo teatro piamonts. (N. del T.)
Monferrino: gentilicio correspondiente a los habitantes de la regin del Monferrato, donde queda enclavado Villa San
Secondo. Goza de fama la danza popular de la zona monferrina. (N. del T.)
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Julio Genono: Comedigrafo y poeta italiano, nacido en Frattamaggiore el 13 de mayo de 1778 y muerto en Napoles
el 8 de abril de 1856. Perteneci a los ermitaos de San Jernimo: al ser suprimida la orden por los franceses, pas a ser
capellan militar. Posteriormente le fue encomendada la censura teatral. Sus comedias, todas ellas con fines educativos,
fueron agrupadas con el ttulo de Etica drammatica (Parma 1862). En 1884 colg los hbitos sacerdotales. (N. del T.)
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Emprendi otra vez el camino, pero lo perdi por segunda vez y fue a parar a
las alqueras de Capriglio.
Entretanto en I Becchi reinaba gran ansiedad por su desaparicin;
intilmente le buscaron por los alrededores. Por la maana, despus de or
misa, se disponan los muchachos a desayunar, cuando a eso de las ocho
apareca Boccallo deshecho y medio muerto de sueo. Le recibieron todos con
un fuerte aplauso y l corri a dormir, que buena falta le haca.
La ltima excursin de los muchachos fue a Mondonio, a la tumba de
Domingo Savio, pues reconocan haber obtenido grandes favores de Dios por
intercesin de su santo compaero. El prroco, don Domingo Grasso, los llev
al cementerio. All se encontraron con que un piadoso seor de Gnova, que
haba ledo y admirado las virtudes descritas por don Bosco en la biografa de
Domingo Savio, haba mandado colocar sobre su tumba una losa de mrmol
con su correspondiente inscripcin en agradecimiento a haber implorado su
auxilio en un trance apurado y haber sido escuchado.
((283)) Aquel quince de octubre llegaban a I Becchi, para sumarse a los del
Oratorio, los dos hermanos Perucatti, testigos tambin de la excursin de aquel
ao a Villa San Secondo, su pueblo natal.
El diecisis de octubre, sbado, a las diez de la maana, sali don Bosco con
toda su comitiva de I Becchi, pas por Buttigliera de Asti, donde salud a los
bienhechores y al prroco, telogo Jos Vaccarino; se detuvo un rato en Chieri,
y al anochecer estaba de regreso en el Oratorio, donde le aguardaban para las
confesiones.
El clrigo Domingo Ruffino, estudiante de teologa en el seminario de Bra, se
quedaba a vivir definitivamente en el Oratorio poco tiempo despus.
((284))
CAPITULO XXI
DON BOSCO ENVIA AL REY VICTOR MANUEL UNA CARTA DE PIO IX -EL CLERO
EXCLUIDO DE LOS CONSEJOS PROVINCIALES Y MUNICIPALES -ARTICULO DE
LA GACETA DEL PUEBLO CONTRA LA HISTORIA DE ITALIA DE DON BOSCO
-JUICIO DE NICOLAS TOMMASEO Y DE LA CIVILTA CATTOLICA SOBRE ESTA
HISTORIA -LECTURAS CATOLICAS: LA PERSECUCION DE DECID Y EL
PONTIFICADO DE SAN CORNELIO I PAPA -IMPOSICIONES DEL HABITO TALAR
DIGNAS DE MENCION
A la vuelta de don Bosco a Turn, se le present un noble seor llegado de
Roma. El Sumo Pontfice, conocedor de la fidelidad a toda prueba y de la
adhesin de don Bosco a su persona, le confiaba un delicado encargo. El
mensajero entregaba al Siervo de Dios dos cartas de Po IX: una secretsima
dirigida a Vctor Manuel, y otra, escrita de su puo y letra, en la que rogaba a
don Bosco buscara la manera de entregar al Rey aquel pliego sellado, ya fuera
por su propia mano, ya fuera por medio de persona de su confianza; si llegaba
199
JUAN NICOLAS LORIQUET (1767-1845): Jesuita francs, que se dedic a la enseanza. Escribi muchas obras que
firmaba A.M.D.G. (N. del T.)
27
Botteghae: Plural de bottega, que en italiano significa tienda, almacn, comercio, negocio... (N. del T.)
201
Pero primero a Austria, ntese esto bien, porque Don Bosco necesita
aprovechar esta ocasin para declarar que la Providencia protege a Austria
como premio al clebre Concordato, etc...
Don Bosco, abusando del nombre de la Providencia para entonar un himno
en prosa a Quico Pepe (Francisco Jos de Austria), result un mal profeta de la
campaa de 1859.
Pero con el sistema histrico, por l adoptado, le ser fcil describir las
batallas de Palestro y San Martn como grandes triunfos de Austria contra los
piamonteses y, esto siempre a ttulo de premio por el Concordato!
La Historia de Don Bosco termina con un himno de alabanza en honor de
Austria, de la que, por lo dems, es toda ella de punta a cabo un panegrico
casi continuo en estilo macarrnico.
Se dice que este grotesco librejo sirva de texto y sea repartido en ciertas
escuelas de Turn.
((289)) Hemos puesto sobre aviso al Ministro de Instruccin Pblica y
creemos por el momento que no hace falta ms.
Sera un grave ultraje a la patria, a la verdad y al sentido moral permitir que,
aun en mnima parte, circularan por las escuelas desvergonzadas torpezas al
estilo de la Historia de Italia contada a la juventud por el Loriquet redivivo.
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Instruido). Dej escrito: Cuando por vez primera me encontr con don Bosco
y vi su paternal benevolencia y la afabilidad con que me recibi, qued
altamente edificado y experiment una honda y cordial impresin y un
sentimiento de afecto filial hacia l. Desde aquel momento Rossi fue un mulo
de Buzzetti en su amor a don Bosco y en su ayuda para la marcha material del
Oratorio. Cuando l entr haba ya unos trescientos internos.
((299)) El concepto que la gente tena del Oratorio queda patente con las
siguientes cartas. Escriba don Bosco en estos trminos al barn Feliciano Ricci,
de Cneo:
Queridsimo Seor Barn:
La divina Providencia no dejar de ayudarnos a todos. Despus de leer su
carta, que demuestra la absoluta necesidad de internar al joven Magliano, he
determinado hacerle pasar por delante del millar de peticionarios y reservarle
una plaza para el primer lunes despus de la Epifana de 1860. Comunique
esta noticia al benemrito seor Ferraris y dgale que, como presidente de la
Sociedad de San Vicente, est obligado a pagar con una avemara la
aceptacin de su recomendado.
No fijo cuota alguna para su entrada; me limito a decirle que las especiales
necesidades en que se encuentra esta casa son graves, por lo que la
recomiendo a su caridad, benemrito seor barn, a la del caballero Ferraris y
a la de la misma Conferencia de San Vicente. Si todava no los ha recibido,
pronto tendr usted los libros que se dign pedirme.
A usted en particular, seor Barn, deseo la santa virtud de la paciencia, y
recomendndome a m y a mis pobres muchachos a la caridad de sus devotas
oraciones, me profeso con toda estima.
De V.S. queridsima.
Turn, 16 de diciembre 1859.
Su afectsimo y seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.
Unos das despus contestaba don Bosco a otro ilustre personaje.
Queridsimo en el Seor:
Por mucho que discurra, no me es posible encontrar sitio en esta casa,
literalmente atestada. Es ms, durante el verano envi a algunos al campo, a
casa de mi hermano, que en el invierno no sabe ((300)) en qu emplearlos.
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Por lo tanto, a medida que queda algn puesto libre, ser preciso que recoja a
esos pobrecitos, que holgazanearan en la ociosidad y en el abandono. Qu le
vamos a hacer! Rogar al Seor para que ayude a usted y a su madre, a fin de
que entre todos puedan salvar el alma de ese muchacho. Que Dios bendiga a
usted y sus muchos asuntos y, en lo que yo pueda, crame siempre.
Turn, 21 de diciembre de 1859.
Afmo. amigo
JUAN BOSCO, Pbro.
Despus de la inauguracin del curso escolar, el primer acto solemne de don
Bosco fue dar al Sumo Pontfice una prueba del ardiente afecto que le
profesaba el Oratorio de Valdocco y la parte que tomaba en su dolor por las
revueltas, la irreligin, la corrupcin de costumbres y la persecucin del clero,
introducidas oficialmente en la Romaa. Para esto, el nueve de noviembre, en
nombre propio y en el de sus muchachos, escriba al papa Po IX una carta
respetuosa, en la que expresaba sus sentimientos de psame por los sucesos
acaecidos y que seguan acaeciendo con dao para la religin y la Santa Sede;
y al mismo tiempo expona lo que hacan los buenos para poner un dique a la
avalancha de males que por doquiera lo invadan todo. Terminaba prometiendo
que sus alumnos acudan continuamente al trono de la gracia para obtenerle el
auxilio de Dios en medio de tantas angustias.
Hzola firmar a todos sus muchachos y la envi por manos seguras.
Pero en aquellos das, asegura el padre Ruffino, don Bosco pareca
preocupado. Habales contado haber visto en sueos a un hombre de gran talla
dando vueltas por las calles de Turn y tocando con dos dedos en la cara a unos
y a otros ciudadanos. Los tocados se ponan negros y caan muertos. Era acaso
el anuncio de una epidemia mortal?
((301)) Segua el buen padre dando cada noche su platiquita a la
comunidad. Un viejo amigo de aquellos tiempos nos contaba:
Una de las primeras charlas que o a don Bosco (1859) fue sobre la
frecuencia de los sacramentos. Esta, en general, no estaba todava bien
organizada entre los muchachos recin llegados de sus casas. El cont un
sueo. Le pareci hallarse cerca de la puerta del Oratorio observando a los
muchachos a medida que iban regresando.
Vea el estado de alma en que cada uno se hallaba a los ojos de Dios.
Cuando he aqu que penetr en el patio un hombre que llevaba una cajita.
Se meti entre los muchachos. Lleg la hora de las confesiones, y el hombre
aquel abri la cajita, sac una marmotita y la haca bailar. Los muchachos, en
vez de entrar en la iglesia, formaron corro a su alrededor, riendo y aplaudiendo
sus muecas, mientras el tal se iba retirando cada vez ms hacia el lado del
patio ms alejado de la iglesia.
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Por la noche, antes de acostarte, dirs as: Domingo Savio, ruega por m y
aadirs una avemara.
Prometi Donato hacer punto por punto lo que le haba dicho, y don Bosco
aadi:
-Bueno! T haz lo que yo te he dicho y yo me acordar cada da de ti en la
santa misa. Vers como esta vez no se nos escapa Domingo Savio sin que t
ests curado.
El mismo da que comenz Donato a hacer su novena, not alguna mejora y
sigui haciendo con ms fervor las prcticas de piedad. Sus ojos curaron del
todo en pocos das y no volvi la enfermedad.
Mientras suceda este hecho consolador, invitaba don Bosco a sus alumnos a
hacer bien la novena de Mara Inmaculada. ((318)) No se celebraban funciones
en la iglesia, pero cada uno procuraba honrar a la Santsima Virgen con las
obras de piedad que su propia devocin le sugera. Don Bosco presentaba cada
noche una florecilla para practicar y daba la acostumbrada platiquita. Don Juan
Bonetti nos conserv algunas, que copiamos a continuacin, con la fecha del
da en que las pronunci el Siervo de Dios.
29 de noviembre
Un da ms y llegamos al fin del mes. Ya se ha pasado un mes del curso! Y
qu deprisa! Pues bien; as de rpidos pasarn los otros meses. Pero al llegar
cada mes a su ocaso, cuidemos que cada uno de nosotros pueda decirse a s
mismo:
-Un mes ms del que tendr que dar cuenta a Dios; pero, por cuanto de m
dependi, hice todo lo que pude, y la conciencia no me reprocha de haber
perdido el tiempo.
Ahora ya habis probado vuestra fuerza en clase. Habis visto lo que sabis
y lo que queda por aprender; unos estis ms adelantados y otros ms
atrasados en los mismos estudios, y conocis lo que os falta para ocupar los
primeros puestos de la clase. Poned, pues, toda vuestra buena voluntad, sobre
todo ahora que comenzamos la novena de Mara Santsima Inmaculada. Ella es
nuestra Madre y nos ama infinitamente ms de lo que puedan amarnos todos
los corazones juntos de las madres de esta tierra. Ella ama entraablemente a
todos los cristianos, ha dado siempre pruebas de un afecto especial a los
chicos del Oratorio. Hay miles de hechos, algunos extraordinarios, que lo
demuestran; pero, sea como fuere, es cierto que Ella demuestra un afecto
particular a todos los que la honran. Ego diligentes me diligo (amo a los que
me aman). Mostrad, por tanto, con vuestra buena conducta que sois dignos
hijos suyos y poned vuestros estudios bajo su proteccin. Para esto cuidad de
portaros bien en esta novena.
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1 de diciembre
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Quede esto dicho no slo para las cosas materiales, sino tambin, y mucho
ms, para las cosas espirituales. A veces el demonio os agobia con una gran
melancola con el recuerdo de la familia, la sospecha de no gozar de la
simpata de los superiores, el miedo a que se descubra una falta y sea
castigada, el agobio de no gozar del aprecio de los compaeros, el desaliento
por no poder adelantar en los estudios. Pues bien, queris sacudiros el peso de
esta melancola? Venid a verme y ya encontraremos la manera de echarla y
poner remedio.
Pero lo que os recomiendo, sobre todo, es que cuando el demonio venga a
tentaros, no os desanimis. Queris aseguraros la victoria? El mejor medio es
manifestar en seguida la tentacin a vuestro director espiritual. El demonio es
amigo de las tinieblas y trabaja siempre en la oscuridad. Si se le descubre,
est vencido.
Un muchacho era muy tentado, haca todo lo posible para resistir, pero haba
llegado a un punto tal que le pareca ((322)) imposible continuar aquella lucha.
Se encontr por casualidad con su superior, el cual, por su rostro turbado,
adivin la causa de su angustia. Llamle aparte y le dijo:
-Por qu ests tan triste? Seguramente que el demonio te hace la guerra.
Mir el muchacho estupefacto al superior, abri su corazn y dijo:
-S!
Decir s y cesar toda molestia fue lo mismo.
3 de diciembre
De la confianza en general con los superiores pas ayer a hablaros de la
particular que debis tener con el confesor; por tanto, la flor ser sta:
Sinceridad plena, absoluta, con el confesor. No tengis miedo de decirle
vuestros defectos, vuestras faltas.
Ser bueno no quiere decir no cometer ninguna falta, no; por desgracia todos
estamos inclinados a cometerlas. Ser bueno consiste en tener voluntad de
enmendarse. Por eso, cuando el penitente manifiesta una falta al confesor, aun
cuando sea sta grave, el confesor tiene en cuenta la voluntad, y no se
extraa; al contrario, experimenta el mayor consuelo que pueda disfrutar en
este mundo, viendo que el penitente le tiene confianza, que desea vencer al
demonio y ponerse en gracia de Dios, y que quiere adelantar en la virtud.
Nada, queridos amigos mos, os quite esta confianza. Ni la vergenza, pues es
cosa ya sabida que las miserias humanas son miserias humanas. No vayis a
confesaros para contar milagros! Sera menester que el confesor os tuviese por
impecables, y vosotros mismos os reirais de su opinin. Ni el miedo a que el
confesor pueda descubrir un secreto tan terrible para l, pues la menor
venialidad que l manifestara bastara para ser condenado al infierno. Ni el
temor de que recuerde despus lo que habis confesado; fuera de la confesin
es deber suyo no pensar en ello.
225
Iban todos a porfa en el Oratorio para honrar a Mara Santsima y don Bosco
cumpla mientras tanto un acto nobilsimo de su misin. El 10 de noviembre de
1859 se haban concertado formalmente en Zurich las conversaciones de
Villafranca y Verona, pero el Siervo de Dios haba comprendido enseguida que
aquella paz era slo momentnea. Todo le demostraba que ya no se le
devolveran al Papa las Legaciones y que la presidencia honoraria del mismo
sobre la Confederacin de los Estados Italianos era un pretexto y una irona.
Vea cmo el Pontfice escriba cartas y ms cartas de splica, de consejo y de
protesta al Emperador de Francia y al Rey del Piamonte, y que no se haca de
ellas caso alguno. Antes al contrario, los emisarios de las sectas seguan sus
conjeturas para sublevar las ciudades de Umbra y de las Marcas; se intentaba
seducir a los soldados pontificios, que estaban de guarnicin en ellas, y se
introduca gran cantidad de armas, plvora, dinero y prensa subversiva.
Garibaldi estaba en Bolonia dispuesto a entrar en liza. Los diarios liberales
calumniaban al Gobierno Pontificio y entre otras cosas escriban que se haba
mandado encarcelar y se insultaba a los voluntarios romanos que volvan de la
guerra de la independencia, cuando, por el contrario, Po IX haba socorrido
generosamente a los ms necesitados de entre ellos.
((324)) Era tambin evidente que la finalidad de los sectarios era la de
derribar el poder espiritual del Papa, y lo haban anunciado ya mil veces en sus
libros y peridicos, aunque no siempre abiertamente. Pero lo que entonces se
tramaba, hasta por una tenebrosa diplomacia, qued descubierto unos aos
despus ante el mundo entero.
El Derecho, peridico de la democracia italiana, cuyo director, el diputado
Civinini, era carne y ua con el Gran Oriente de Italia, publicaba el da 11 de
agosto de 1863 con letra bastardilla: Nuestra revolucin tiende a destruir el
226
dicho, el tema de la carta, haba aadido la expresin: Vita brevis, que puede
explicarse de muchos modos sin atribuirle un sentido estrictamente material.
El barn Bianco de Barbania, adicto como todos los nobles piamonteses a la
Casa Real, dijo al que escribe estas pginas, en el ao ((326)) 1875:
-Yo tuve en mis manos la carta de don Bosco al Rey. Le con mis propios ojos
las palabras Regi nostro, vita brevis, y desde aquel momento estuve siempre
esperando los acontecimientos...
A travs de ellos, narrados despus en la Historia, y siguiendo nuestras
Memorias Biogrficas, se podrn juzgar las enigmticas palabras de don Bosco.
Al mismo tiempo se tendr una prueba ms del afecto sincero que el Siervo de
Dios profesaba a su rey Vctor Manuel y a la dinasta de Saboya.
((327))
CAPITULO XXIV
CONFERENCIA DE DON BOSCO A LOS COLABORADORES, QUE ESPERA
QUEDARAN EN EL ORATORIO: SER POCOS Y POBRES NO IMPIDE LAS
GRANDES EMPRESAS; PREMIO DE LA OBEDIENCIA; NADIE ES PROFETA EN SU
PATRIA -DON BOSCO PROPONE A SUS COLABORADORES CONSTITUIRSE EN
SOCIEDAD RELIGIOSA -COMENTARIOS, PREDICCIONES Y RESOLUCIONES
-QUEDA CONSTITUIDA LA PIA SOCIEDAD DE SAN FRANCISCO DE SALES
-ACTA DE PROCLAMACION DEL RECTOR MAYOR Y DE LA ELECCION DE LOS
MIEMBROS DEL PRIMER CAPITULO O CONSEJO
YA hemos dicho que don Bosco haba seleccionado y formado un pequeo
grupo de sacerdotes, clrigos y jvenes, a quienes haba revelado su
pensamiento de fundar una Congregacin Religiosa. Los considera como el
principal sostn del Oratorio, como sus fieles colaboradores. Algunos haban
hecho, a manera de prueba y por un ao slo, los tres votos; otros, una simple
promesa de perseverancia para ayudar a don Bosco, y todos ellos asistan a
conferencias especiales para mantener vivo el propio espritu y el de la casa.
Advertimos que aquellas conferencias de don Bosco, en cuanto a los socios
que intervenan, no eran deliberativas, sino ms bien consultivas o
explicativas; es decir, ((328)) consistan en que el Superior explicaba
claramente su voluntad, hasta ser claramente entendida. De este modo
grababa en todos la misma idea y tan profundamente que, cuando a sus
sacerdotes se les anunciaba: -Lo ha dicho don Bosco! Don Bosco lo quiere!, a
ninguno se le ocurra sustraerse o dudar de la obediencia.
Este es el carcter que deseaba tuvieran todas las futuras conferencias de
sus casas. Que no fueran muchos a deliberar los asuntos que, segn la regla,
competen al Superior. Uno slo piense y explique su idea: el Director. Los
dems obedezcan.
228
En estas reuniones les haba hablado varias veces don Bosco de obras
importantes, que sus hijos, reunidos en sociedad, podran llevar a cabo. A
veces le contestaba alguno:
-Pero cmo podremos hacer tantas cosas, siendo tan pocos?
Y l replicaba:
-Te responder con una mxima de San Vicente de Pal: En las necesidades
graves es cuando hay que demostrar que realmente confiamos en Dios.
Creedme: tres obreros hacen ms que diez, cuando Dios pone su mano; y la
pone siempre que nos coloca en la necesidad de hacer algo superior a nuestras
fuerzas.
Otro exclamaba:
-Somos tan pobres!
Y don Bosco deca:
-La pobreza es nuestra fortuna, es la bendicin de Dios! Ms an, pidamos
al Seor que nos mantenga en pobreza voluntaria. No empez Jesucristo en un
pesebre y termin en la cruz?... El que es rico prefiere el reposo, y, en
consecuencia, ama las comodidades y satisfacciones y la vida ociosa. El
espritu de sacrificio se apaga. Leed la Historia Eclesistica y encontraris
infinidad de ejemplos para demostrar que la abundancia de los bienes
temporales fue siempre la causa de la ruina de comunidades enteras, las
cuales, por no haber conservado fielmente su primer espritu de pobreza,
((329)) cayeron en el colmo de las desgracias. En cambio las que se
mantuvieron pobres, florecieron maravillosamente. El que es pobre piensa en
Dios y recurre a El, y os aseguro que Dios provee siempre de lo necesario, sea
poco o sea mucho. Por el contrario, el que vive en la abundancia, fcilmente se
olvida del Seor. Y no os parece una gran suerte verse obligados a rezar? Nos
falt hasta ahora algo necesario? No lo dudis, nunca nos faltarn los medios
proporcionados a nuestras necesidades y a las de nuestros muchachos.
En el mes de noviembre cea sus razonamientos refirindose a la dificultad
que algunos experimentan para dejar su propia casa. Y deca:
-Abraham viva en la ciudad de Ur, en Caldea. Eligile Dios para comenzar
sus misericordiosos designios de redencin del mundo. Se le apareci y le dijo:
-Abraham! Sal de tu tierra, abandona a tus parientes y la casa de tu padre,
deja tus posesiones y tus amigos y ven a la tierra que yo te mostrar. Te har
jefe de una gran nacin, te bendecir, har grande tu nombre y sers
bendecido.
Hubiera podido muy bien decir el Seor a Abraham que viviera solamente
un poco ms separado del tumulto del mundo y de los asuntos de una regin
contaminada por la idolatra. Pero, no; Dios lo quiso obediente, dispuesto a
abandonar su patria y a exponerse a una larga y desgraciada peregrinacin por
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que se conservara el original del Acta, para autenticidad de la cual firman al pie
de la misma, el Superior Mayor y el redactor como secretario.
JUAN BOSCO, Pbro.
VICTOR ALASONATTl, Pbro. Prefecto
As qued constituido el primer Captulo, que despus se denomin Captulo
Superior, mientras todos los primeros socios que intervinieron en su eleccin
recibieron el nombre de miembros natos de la ((337)) Pa Sociedad. Los que
no se adhirieron a la inscripcin quedaron en plena libertad para seguir sus
inclinaciones, continuaron disfrutando de la beneficencia del Oratorio, acabaron
felizmente sus estudios, alcanzaron la dignidad sacerdotal y fueron siempre
amigos de don Bosco.
A medida que avancemos en nuestras histricas memorias, mencionaremos
las sesiones del Captulo hasta el ao 1865; no es posible traspasar este lmite,
pues se multiplicara hasta lo infinito el tema. Pero nombraremos, no slo a los
que en estos seis aos fueron aceptados en la Sociedad Salesiana y se
matuvieron fieles a sus promesas, sino tambin a los que se inscribieron, pero
que, al no estar ligados por un verdadero compromiso, juzgaron despus que
eran llamados a otro campo por la divina Providencia. Es un deber hacer
honrosa mencin de stos, puesto que, antes de retirarse, trabajaron
incansables por un tiempo considerable al lado de don Bosco, para educar e
instruir a sus muchachos; y an separados con el ttulo de cooperadores, se
gloran de haber militado bajo la gloriosa bandera de san Francisco de Sales.
Mas no dejaremos de seguir paso a paso el crecer, el multiplicarse y
extenderse de la Familia Salesiana, que puede y debe llamarse Institucin de
Mara Santsima, y veremos el valor y la constancia que tuvo don Bosco en el
cumplimiento de la misin que le haba confiado la Madre de los Cielos, en
medio de persecuciones, sufrimientos y desengaos.
((338))
CAPITULO XXV
CRITICAS CONTRA DON BOSCO: POR LAS FRECUENTES COMUNIONES DE SUS
MUCHACHOS; POR SUS MAESTROS QUE NO VAN A LAS CLASES DEL
SEMINARIO; POR LOS ESTUDIOS TEOLOGICOS TENIDOS COMO
INSUFICIENTES -TEMOR DE QUE SE QUEDEN CON DON BOSCO LOS MEJORES
SEMINARISTAS Y MANEJOS PARA SEPARARLOS DE EL -CARTA DE DON BOSCO
AL CANONIGO VOGLIOTTI SOBRE EL SERVICIO EN LA CATEDRAL-DON BOSCO
ACUSADO DE QUERER INDEPENDIZARSE DE LA AUTORIDAD ECLESIASTICA
-NO ESTA BIEN VISTO QUE LOS SEMINARISTAS SE PREPAREN PARA OBTENER
DIPLOMAS DE MAESTRO Y LICENCIADO -LOS PELIGROS DE LA UNIVERSIDAD
-ENVIAN ACUSACIONES CONTRA DON BOSCO A MONSEOR FRANSONI Y
DEFENSA DEL CANONIGO NASI -PALABRAS DEL ARZOBISPO EN ALABANZA DE
DON BOSCO -LOS QUE AMAN EL BIEN SON AMIGOS DE DON BOSCO
235
LAS relaciones de don Bosco con las autoridades de la Dicesis eran ptimas.
Los Vicarios generales Ravina y Fissore siempre lo apoyaron, y al mismo
tiempo tena un amigo en el cannigo Zappata. La mayor parte de los
sacerdotes le favoreca. El estaba tranquilo y seguro en todo lo que haca
porque contaba con la aprobacin absoluta de don Jos Cafasso. Pero no le
faltaban contrarios entre miembros influyentes del clero, personas pas y
doctas. Esta oposicin, ms o menos intensa, comenz en 1844 ((339)) y dur
hasta 1883. Se cumpla aquella antigua sentencia: Al cura malo, lo castigan;
al bueno, lo toleran; y al santo, le hacen guerra.
Y es natural; el sacerdote santo demuestra serlo con acciones extraordinarias,
y mientras no se le conozca bien, una prudencia elemental ensea que es
preciso ser cautos en juzgar; adems, este hombre superior a los dems
parece a veces que se sale del molde establecido, al que se conforman todos
sus compaeros, y el distinguirse de las costumbres comunes, parece
ostentacin y novedad reprensible. Y adems... adems, aunque sea slo un
poco, entra tambin inadvertida la miseria humana.
La primera acusacin contra don Bosco era que conceda con demasiada
facilidad la comunin a los muchachos. Efectivamente la recomendaba siempre
a los que iban a sus Oratorios festivos y fue el primero que introdujo la
comunin diaria en un instituto para muchachos. Esta costumbre era
censurada por algunos eclesisticos de Turn y por directores de Seminarios, ya
que el jansenismo tena todava muchas races en el clero.
Don Bosco perteneca a la escuela de don Jos Cafasso y, por ende, a la de
san Alfonso; su espritu era el de la Iglesia Catlica, como se evidencia desde
el Concilio de Trento hasta las ltimas declaraciones de Po X. Pero no se
enfrasc en ridas disputas; su vida era ms prctica que terica. Responda
con pocas palabras a sus opositores. Cierto da se present uno de stos para
hacerle una observacin:
-Quin puede gozar de unas disposiciones como para comulgar cada da,
cuando el propio san Luis no comulgaba ms que una vez a la semana?
-Cuando se encuentre uno, contestle don Bosco, tan perfecto y fervoroso
como san Luis, entonces puede bastarle la comunin una sola vez a la semana,
pues este santo ((340)) sola emplear tres das para prepararse y se pasaba
otros tres en continua accin de gracias; por consiguiente, a l le bastaba
comulgar cada ocho das para mantener encendido el fervor de su corazn.
A otro que le recordaba las palabras de san Francisco de Sales, que ni alaba
ni vitupera la comunin diaria, respondile don Bosco:
-Y entonces, por qu la censura usted? No la desapruebe tampoco usted.
Pero estos seores no observaban el gran cuidado que don Bosco tena de
que las comuniones se hicieran bien. Su principio era que slo el pecado mortal
era el verdadero obstculo para comulgar; no permita la comunin diaria al
que tuviera afecto al pecado venial. Y sugera un lmite a la frecuencia de la
236
Para estos enredos, hasta se aliaban con los padres de los clrigos, y no pocas
veces triunfaron en su intento. Fueron grandes las amarguras que don Bosco
experiment con tal motivo, y si el Oratorio no se vino abajo fue por obra de la
Santsima Virgen.
Aquel mismo ao de 1859 surgi una nueva dificultad con motivo del servicio
que el Oratorio prestaba en las funciones de la Catedral. El cannigo Vogliotti,
rector del Seminario y provicario, mand llamar a don Bosco y le pidi que se
continuase aquella prestacin a los cannigos. Don Bosco aguard unos das
para reflexionar, y despus le escribi en los siguientes trminos:
((344)) Benemrito Seor Rector:
He pensado y reflexionado sobre cmo poder dejar libres a algunos clrigos
para el servicio religioso, segn usted me habl; pero resulta que la hora en
que deberan ausentarse coincide precisamente con la de las funciones en los
Oratorios, donde todos ellos estn repartidos y empleados.
La falta de ayuda de otros sacerdotes y de otros clrigos es causa de que los
mos estn ocupados de la maana a la noche atendiendo a la catequesis, a la
escuela festiva, a la asistencia de los muchachos en la iglesia y fuera de ella, lo
mismo en esta casa que en las iglesias de Vanchiglia y Puerta Nueva.
Me he quedado solamente con los clrigos estrictamente necesarios. Pero, si
se celebran solemnidades para las que sean necesarios ms clrigos, con gusto
me las arreglar como pueda para que estn libres los que le hagan falta.
El cannigo Anglesio tiene un buen nmero de clrigos que no tienen el
frrago de cosas que nosotros tenemos. Le parece bien acudir a l? Pinselo un
poco.
El seor T. Gaude habl con el clrigo Molino para ayudar al clero de San
Felipe; pero aqu tenemos ceremonias, servicio, etc., y lo que ms pesa, es
que le necesito. Por lo que le ruego tenga a bien dispensarlo.
Le envo el certificado de buena conducta de nuestros clrigos durante las
vacaciones; y me encomiendo para la revisin de San Cornelio 32, mientras con
la mayor gratitud me profeso.
De V. S. Benemrita.
Turn, 12 de noviembre de 1859
Su seguro servidor
JUAN BOSCO Pbro.
32
Se refiere don Bosco a su obrita de lecturas catlicas con el ttulo de Vida del papa san Cornelio. Quiere decirle que
se d prisa en darle una ojeada; pues, antes de imprimir una obra, sola pasarla a otra persona, para que se la leyera. (N.
del T.)
239
33
242
pues, que haya en Turn quien siga haciendo bien a las almas, dado que yo no
lo puedo hacer.
Terminaremos con un juicio del telogo y cannigo Ballesio: Me parece
poder afirmar que los enemigos y adversarios de don Bosco, de su nombre y
de sus obras, fueron y siguen siendo enemigos del bien. Por lo dems,
recuerdo siempre haber visto que todas las personas amantes del bien, aunque
podan no estar de acuerdo con l en algn punto accidental, o tenan algo que
decir de sus obras, todos estaban de acuerdo con l y lo aprobaban en lo
esencial e importante de sus empresas. Aconteci, especialmente en los
primeros tiempos del Oratorio, que personajes respetables del clero recelaron
del Siervo de Dios y de sus empresas e, incluso, se mostraron contrarios; pero,
por cuanto yo s, estas personas mudaron de opinin cuando conocieron toda
la verdad de las cosas, y casi siempre se convirtieron en amigos y
bienhechores suyos.
((350))
CAPITULO XXVI
PLATIQUITAS DE DON BOSCO -ANUNCIO DE LA NOVENA DE NAVIDAD:
MEDIOS PARA SANTIFICARLA -ESTUDIAR SIGNIFICA SER BUENO -NO HURTAR
-NO DECIR PALABRAS GROSERAS -OBEDECER AL CONFESOR -SINCERIDAD EN
LA CONFESION -SUGERENCIAS PARA LA FIESTA DE NAVIDAD
ERA el mes de diciembre de 1859. Iba a comenzar la novena de Navidad y don
Bosco no descuidaba, por cierto, una ocasin tan oportuna para enamorar a
sus alumnos del inefable misterio.
Habl siete veces, puesto que algunas tardes tuvo que estar en el
confesonario hasta hora muy avazada. Uno de los clrigos tom nota de sus
platiquitas, comprendidas las de fin de ao, nos las transmiti y las brindamos
al lector. Estn encabezadas con una frase del Cantar de los Cantares: Sicut
vitta coccinea labia tua: et eloquium tuum dulce (tus labios una cinta de
escarlata: y tu hablar, encantador. Con este versculo se quiso indicar el
afecto que brotaba de los labios de don Bosco, teidos cada maana con la
sangre de Jesucristo, afecto y uncin que no pueden expresarse de otro modo.
((351))
15 de diciembre
Maana empieza la novena de Navidad. Cuntase que cierto da un devoto
del Nio Jess, viajando por una selva en invierno, oy como un gemido de
nio, y avanzando por el bosque hacia el lugar de donde sala la voz, vio un
hermossimo nio que lloraba. Compadecido dijo:
-Pobre nio, cmo ests aqu abandonado en la nieve?
243
El nio contest:
-Ay de m! Cmo no voy a llorar, estando aqu abandonado de todos sin que
nadie tenga compasin de m?
Y desapareci. Comprendi entonces aquel buen viajero que era el mismo
Nio Jess quien se quejaba de la ingratitud y frialdad de los hombres.
Os he narrado este hecho para que procuremos que Jess no tenga que
quejarse tambin de nosotros. Preparmonos, pues, a hacer bien esta novena.
Por la maana, a la hora de la misa, se cantarn las profecas, habr una
platiquita y despus la bendicin con Su Divina Majestad.
Os aconsejo dos cosas para estos das, a fin de hacer santamente la novena.
1. Acordaos a menudo del Nio Jess, del amor que os tiene y de las
pruebas que de ello os ha dado muriendo por vosotros. Al levantaros en
seguida al toque de campana y sentir el fro, acordaos del Nio Jess que
temblaba de fro sobre unas pajas. A lo largo del da animaos a estudiar bien
las lecciones, a hacer bien el trabajo, a estar atentos en clase por amor a
Jess. No olvidis que Jess creca en sabidura, en edad y en gracia delante
de Dios y de los hombres. Y sobre todo guardaos por amor a Jess de caer en
cualquier falta que pueda disgustarle.
2. Id a visitarle a menudo. Envidiamos a los pastores que fueron al portal de
Beln, le vieron recin nacido, le besaron las manitas y le ofrecieron sus dones.
Afortunados pastores, decimos nosotros, y, sin embargo, no tenemos nada
que envidiar, pues poseemos la misma suerte que ellos. El mismo Jess,
visitado por ellos en su pesebre, est aqu en el Sagrario. La nica diferencia
es que los pastores lo vieron con los ojos de la cara y nosotros slo le vemos
con la fe. No podemos hacer nada que ms le agrade, que ir a visitarle a
menudo. Y de qu manera ((352)) ir a visitarle? Primero con la comunin
frecuente. En el Oratorio, especialmente durante esta novena, hubo siempre
gran inters y gran fervor por la comunin; yo espero que haris lo mismo
vosotros este ao. Otra manera es ir alguna vez a la iglesia durante el da, aun
cuando no fuera ms que un minuto, y rezar un Gloria Patri. Habis entendido?
Haremos dos cosas para santificar esta novena. Cules son? Quin sabe
repetirlas? Acordarse a menudo del Nio Jess, acercarse a El con la santa
comunin y con la visita en la iglesia.
16 de diciembre
Me alegro al ver que las calificaciones de aplicacin son buenas porque,
siendo as, quiere decir que se estudia y estudiando indicis dos cosas. La
primera, que triunfaris, la segunda, que sois buenos muchachos. Por
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245
17 de diciembre
La entrega que se realiza cada noche de los objetos hallados, hasta de los
ms pequeos, hace suponer que nadie se permite guardar lo que no es suyo.
Sin embargo, como el demonio es muy listo y podra engaar a alguno,
acordaos siempre que apropiarse de lo ajeno es el vicio ms deshonroso del
mundo.
Tenido por ladrn, difcilmente se quita de encima este sambenito. ((354))Fulanito es un ladrn! -dirn los compaeros al llegar a sus casas-Fulanito es
un ladrn!, repetirn los de su pueblo; y todos huirn de l. Pero lo que ms
espanta es aquella sentencia del Espritu Santo: Fures regnum Dei non
possidebunt. (Los ladrones no poseern el reino de Dios.) Los ladrones jams
entrarn en el paraso. Todos sabis que en un ojo no cabe una mota. Pues lo
mismo sucede en el paraso. All no entra ni una pajita ajena. Si uno muriese
despus de robar una aguja, esto bastara para no dejarlo entrar en el paraso.
Verdad es que una aguja es materia ligera de pecado, pero tendra que pagarlo
muy caro en el purgatorio. San Agustn dice: Non remittitur peccatum, nisi
restituatur ablatum (no se perdona el pecado, si no se restituye lo robado).
Puede uno confesar el pecado, s; pero no se le perdonar mientras no
restituya, en el bien entendido de que pueda devolver y sea materia grave lo
robado; y si no pudiera hacerlo, debe tener voluntad verdadera y eficaz de
restituir. Pero, cuidado! Porque muchas materias ligeras, al sumarse, pueden
llegar a formar poco a poco materia grave. Diez cntimos hoy, maana una
corbata, un libro otro da, luego un cuaderno, y despus un poco de fruta...,
hacen pronto una cuenta seria ante el tribunal de Dios. As pues, si no
queremos exponernos al peligro de ser deshonrados ante todo el mundo, si no
queremos cargar nuestra conciencia, tengamos mucho cuidado de no tocar
nada que no sea nuestro. Debemos considerar lo ajeno como si fuera fuego. Si
nos cae encima una chispa, la sacudimos al momento. As tambin, si vemos
cerca de nosotros algo que no es nuestro, aunque sea de escassimo valor,
como por ejemplo una hoja, una plumilla, un lpiz, dejmoslo donde est.
Necesitis una cosa en aquel momento? Pedrsela a los compaeros; son
suficientemente atentos para drosla. Por lo dems, estn los superiores; ellos
os proporcionarn lo que os hace falta.
18 de diciembre
Si alguien os dijera:
-Eres un ganapn, un limpiabotas, un destripaterrones, un chapucero, os
darais por ofendidos y con razn. Sin embargo, mientras algunos Protestaran
Por semejantes ttulos, no se ruborizan de aparecer merecedores de los
mismos con los hechos, soltando ciertas palabras que slo las dicen los
carreteros, los mozos de cuerda y gente de esa ralea; porque ((355))
accidenti, contacc, va sulla forca, etc.34, son palabras que dejan mala
34
Son expresiones plebeyas italianas, cuya traduccin directa en castellano no dice nada; no nos parece necesario
sustituirlas por otras de la misma jerga que tanto abundan, por desgracia, en nuestro lenguaje vulgar. (N. del T.)
246
impresin en los que las oyen. Por consiguiente, el que no quiera ser tenido
por grosero o plebeyo, debe abstenerse de semejantes palabras. No es mi
intencin despreciar a los obreros ni a los dems braceros, que son hombres
como nosotros; son dignos de compasin si sus modales son toscos, pues
carecen de cultura y educacin, y andan siempre en cosas materiales. Pero
vosotros, que poseis ms instruccin y os ocupis en cosas ms elevadas, no
debis emplear palabras y modales bastos, sino demostrar con los hechos
vuestra educacin. Por eso os recomiendo que no digis ciertas palabras.
Alguin replicar:
-Yo no cometo ningn pecado pronunciando ciertas palabras.
-Bien, odme: tampoco comete pecado un limpiabotas; por qu no vais
vosotros tambin a hacer este oficio? Alguno ms atrevido podr pensar: -Lo
que es pecado no puede ni debe hacerse, pero es lcito hacer todo lo que no es
pecado. Decidme: Les gustara a vuestros padres oros decir esta palabrotas?
Cmo sufriran de tener un hijo tan mal educado! Ya me sucedi or decir a
uno semejantes palabrotas, mientras pasaba a su lado cierto seor. Aquel
forastero poda ser una persona importante: qu idea se formara de nuestros
jvenes? Guardad, pues, bien grabado en la mente el aviso que acabo de daros
y practicadlo. Puede que an haya alguno que diga:
-Don Bosco tiene razn, pero es una costumbre... no quisiera
decirlo ..., se me escapa sin querer...
-Lo comprendo, respondo yo; pero comenzad por hacer el propsito de no
decirlo aposta... Despus prestad atencin en los momentos en que
acostumbris hacerlo. Los asistentes os llamarn la atencin y vosotros
aceptad su advertencia. Rogad a vuestros propios compaeros que tengan la
bondad de avisaros cuando se os escape alguna palabra gorda y ya veris
cmo poquito a poco os iris corrigiendo de este defecto. Hacedlo en honor del
Nio Jess.
19 de diciembre
Un consejo que don Bosco suele dar a menudo es de la obediencia. Pero esta
noche me limito a hablaros de la obediencia al confesor. Si es verdad que
cuando un superior os habla, lo hace en nombre del Seor, y vosotros debis
obedecerle como se ((356)) obedece al Seor, esto debe observarse de una
manera particular con relacin al confesor, que de una manera ms especial
hace las ve es de Dios. Por consiguiente, debis dar mucha importancia a sus
palabras y considerarlas exactamente como palabras del Seor. Para que
comprendis cunto estima El la obediencia al confesor, od el hecho siguiente.
Dios favoreca a Santa Teresa con gracias especiales, pero creyendo el
confesor que aquellas apariciones eran cosa del demonio, mand a la Santa
que las es cupiera. Y he aqu que se le aparece Jess; ella pidi primero
247
disculpa y luego cumpli la obediencia. El Seor alab mucho aquel acto que
pareca desprecio y era virtud. Si os confesis bien, no es fcil que el confesor
se equivoque, pero aun cuando se equivocara al mandaros algo, vosotros no os
equivocaris nunca, si le obedecis. Los consejos que os d en la confesin no
os contentis con orlos en el confesonario pensad en ellos y resolved: me dijo
esto y esto otro; por tanto, me esforzar por cumplirlo. Volved a recordarlos
por la noche al hacer el examen de conciencia, pensando especialmente si
habis sido obedientes. Si en aquel momento no os da tiempo, hacedlo
mientras vais a descansar, renovando el propsito, si descubrs que habis
faltado. mismo cuando vais a la iglesia a or misa o a hacer una visita,
prometed a Jess:
-Por vuestro amor har lo que me ha dicho el confesor.
Si cumpls lo que os digo, estad seguros de que avanzaris mucho por el
camino de la virtud.
20 de diciembre
El lazo con el que ordinariamente suele el demonio cazar a los jvenes es
precisamente ste: les llena de vergenza a la hora de confesar sus pecados.
Pero, cuando los tienta para cometerlos, les quita toda vergenza y les hace
creer que son cosas sin importancia. Despus, cuando se trata de confesarlos,
les restituye la vergenza y hasta se la aumenta, intentando meterles en la
cabeza que el confesor se asombrar al verlos cados de ese modo y no les
tendr el aprecio de antes. De esta manera trabaja por empujar ms y ms a
las almas al abismo de la eterna perdicin. Oh, cuntas almas, especialmente
de jvenes, roba el demonio al Seor y a menudo para siempre! Pero vosotros,
queridos mos, acordaos de que el confesor no se extraa nunca de los
pecados que uno haya cometido, aun cuando fuera ((357)) un santo al que se
confiesa. Sabe que la fragilidad humana es grande y que un momento de
descuido puede ser fatal para todos. Por consiguiente, es indulgente. Una
madre demuestra ms cario a su hijo cuando ste se halla enfermo. El pecado
es una enfermedad. Si el hijo muere, qu alegra tendra la madre si pudiera
resucitarlo! El pecado es la muerte del alma; qu alegra la del confesor al
poder resucitarla! Acordaos, queridos muchachos, de que no se sorprende el
confesor por un pecado que cometis, antes, al contrario, se alegra de vuestra
conversin, le conmueve vuestra confianza y os quiere y os aprecia ms que
antes.
Dice el Seor que los ngeles del cielo hacen ms fiesta por un pecador que
se convierte que por la perseverancia de noventa y nueve justos. Lo mismo le
sucede al confesor. Os dir ms: no temis acercaros a l aun fuera de la
confesin, porque despus de haberos confesado, ya no piensa en ello, ni
recuerda nada. Es ste un hecho que me sucede a m mismo continuamente.
248
249
-Os aseguro que no pienso nada, porque, cmo queris vos que mi
pensamiento se detenga en lo que ya no existe ante Dios? No pensar ms que
en alabar a Dios y celebrar la fiesta de vuestra conversin. S, quiero celebrar
esta hermosa fiesta con los ngeles del cielo, que celebran el cambio de
vuestro corazn.
Y como quiera que al decir esto, tena el rostro baado en lgrimas, le dijo la
penitente:
-Sin duda que estis llorando por mi vida abominable.
-No, replic el santo Prelado, lloro de alegra por vuestra resurreccin a la
vida de la gracia.
Habis entendido, mis queridos amigos? Sin embargo, si an despus de
todas estas razones no os sents con nimos para abrir completamente la
conciencia a vuestro confesor, antes que cometer un sacrilegio, cambiadlo e id
a otro.
23 de diciembre
Quiero que estis alegres en las fiestas de Navidad, muy alegres.
Recomendaremos al seor Prefecto que d las rdenes oportunas al cocinero.
Os gusta as? Yo mirar por la alegra del cuerpo y vosotros, juntamente
conmigo, miraris por la alegra del alma. El Nio Jess que naci en estos
das, y quiere volver a nacer cada ao en vuestros corazones, espera de
vosotros algo especial. Ya habis ((359)) odo en las plticas de estos das
cunto hizo El por nosotros. Notad que no fue por todos en general, sino por
cada uno de nosotros en particular. Muchos Santos Padres nos dicen que el
Seor hubiera nacido y muerto igualmente, si hubiera habido uno slo a quien
salvar. Por tanto, lo que sufri por todos, lo hubiera sufrido por cada uno de
nosotros. Cada uno puede por consiguiente decir para s mismo: este Nio
naci y muri expresamente por m; por m ha sufrido tanto! Qu muestras de
gratitud le dar? Este querido Nio espera algo de nosotros, algn regalo
especial! Qu le vais a dar? Os sugiero dos cosas:
1. Una buena confesin y una buena comunin, con la promesa de serle
siempre fieles.
2. Quien no lo haya hecho todava, escriba una hermosa carta a sus padres,
pero no dicindoles: enviadme salchichn, enviadme dulces, higos secos,
pasas, manzanas, etc., que los padres conocen vuestros deseos y os
contentarn. Escribidles una carta, como corresponde a hijos cristianos,
augurndoles unas felices Pascuas, asegurndoles que rezis por ellos,
dndoles gracias por los sacrificios que hacen por vosotros, pidindoles perdn
por si alguna vez les faltasteis al respeto debido, prometindoles que seris
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251
PIO P. P. IX
Para perpetua memoria.
Para el aumento de la religin de los fieles y salvacin de las almas con los celestiales tesoros de
la Iglesia, impulsados por piadosa caridad, concedemos misericordiosamente en el Seor a cuantos
cristianos de uno y otro sexo, verdaderamente arrepentidos y confesados y habiendo recibido la
sagrada comunin, visitaran el 19 de enero de cada ao, a partir de las primeras vsperas hasta la
puesta del sol de ese da, la iglesia erigida en honor de los Santos Mrtires Mario, Marta, Audifaz y
Habacuc, sita en la circunscripcin parroquial del lugar llamado Caselette, en la Dicesis de
Turn, y rogaren all por la concordia de los Prncipes cristianos, la extirpacin de las herejas y la
exaltacin de la Santa Madre Iglesia, indulgencia plenaria y la remisin de todos sus pecados,
aplicable tambin, a modo de sufragio, en favor de las almas de los fieles difuntos que pasaron a la
otra vida unidas en caridad con Dios.
No obstante cualquier cosa en contrario.
Dado en Roma, junto a San Pedro, bajo el anillo del Pescador, el da 20 de diciembre de 1859, ao
dcimo cuarto de Nuestro Pontificado.
Pro. Card. MACCHI
I. B. BRANCALEONI CASTELLANI
Permitimos publicarlo e imprimirlo.
Turn, 29 de diciembre de 1859
252
intra fines paroeciae loci Caselette nuncupatae Taurinens. Dioec. die decimo
nono mensis Januarii a primis Vesperis usque ad occasum solis diei huiusmodi
singulis annis visitaverint, et ibi pro Christianorum Principum concordia,
haeresum extirpatione ac S. Matris Ecclesiae exaltatione pias Deum preces
effuderint, plenariam omnium peccatorum suorum indulgentiam et
remissionem; quam etiam animabus Christi fidelium, quae Dei in charitate
conjunctae ab hac luce migraverint per modum suffraggi applicari posse,
misericorditer in Domino concedimus. In contrarium faciend. non obstant.
quibuscumque praesentibus, perpertuis, futuris temporibus valituris.
Datum Romae apud S. Petrum sub annulo Piscatoris die XX decembris
MDCCCLIX. Pontificatus Nostri Anno Decimoquarto.
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256
III
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IV
Miln -Las iglesias -La montaa de mrmol -Los cafs -Panorama de
Marignano.
Siguiendo mi camino llegu a Miln, que me pareci una ciudad muy bonita.
Pero las calles y las plazas no son tan bonitas como las de Turn. Las nuestras
son rectas, bien encuadradas; all son torcidas y con recovecos por todas
partes. Pero las iglesias son ms hermosas que las nuestras. La catedral
parece una alta montaa de mrmol fino labrado con maestra. Ganamos a los
milaneses en la elegancia de los cafs y en el lujo de la plaza Carlina, donde
abunda toda clase de buenos vinos.
Tambin hay caballos de bronce con una cabeza mayor que la de los nuestros,
pero no tienen el caballo de mrmol. Pas en Miln todo un da de fiesta; y,
como haca tiempo que no haba tenido oportunidad para arreglar los asuntos
del alma, aprovech la ocasin para cumplir con mis devociones.
Al lunes siguiente hice las provisiones necesarias para mis refrescos y me
puse en camino para alcanzar a los ejrcitos. Llegu a Marignano cuatro das
despus de la batalla que se dio all y vi todava los espantosos restos de
aquella jornada. Estaba el suelo cubierto de sangre humana y haba de vez en
cuando trozos de cadveres, que se iban recogiendo y echando en cestos para
llevarlos a enterrar. Movido a compasin rec un de profundis por los que
haban muerto y una salve por la curacin de los heridos; despus segu mi
camino.
((372))
VI
El cesto -El sombrero -La coleta -El silbido de las balas y las jaculatorias -La
paz -Un regalo -Una merienda.
Vosotros, mis queridos amigos, preguntaris: Y no fuiste herido en medio de
tantos combates? Gracias a Dios qued salvo, pero fue por milagro. Mientras
estaba en el cerro rodeado de enemigos, buscaba siempre cmo esconderme
junto a las plantas, detrs ((374)) de las rocas, al amparo de las escarpas o en
los hoyos. Hubo un momento en que me cre muerto. Pas una bala de can
rozndome y se llev por delante mi canasto con vasos y botellas.
-A los ladrones, empec a gritar, a los ladrones!
Y he aqu que una bala de fusil, sin pedirme permiso, me quit el sombrero
de la cabeza.
-Ea, grit desconcertado sin ver a persona humana, dejadme en paz, que yo
no hago dao a nadie!
Y en aquel mismo momento un casco de metralla pas rozando mis hombros
y me llev enterita la coleta.
-Pobre coleta ma, exclam, cmo me las compondr para dar fe de que el
Hombre de Bien no ha perdido la cabeza?
Volv la mirada para verla por ltima vez, pero con gran pena ya no la vi.
Con la prdida de mi coleta, tuve an un consuelo; porque todava me qued
la cabeza sobre los hombros; y esto no es poco.
Temiendo entonces que una pelotita de plomo tuviera la humorada de venir a
arrancarme la cabeza de los hombros, me acurruqu en un hoyo, me cubr de
tierra hasta el cuello, coloqu la cabeza junto a dos gruesas piedras y all me
estuve hasta que lleg la noche. Oa silbar las balas que a cada instante
pasaban sobre mi cabeza. Y yo deca:
-Jess mo, misericordia!, y besaba la medalla.
Fuera por la gracia del Seor, fuera por la especial proteccin de la Virgen, es
un hecho que me salv y pude, una vez ms, volver a estar con vosotros para
contaros algunas de mis peripecias.
Pocos das despus de la batalla de Solferino, Napolen escribi una carta al
emperador de Austria; despus le visit, hablaron y los dos reconocieron que
era mejor la paz que la guerra, que era mejor ser amigos y conservar la vida
262
de sus soldados, que ser enemigos y matarse unos a otros. Ahora ya est
definitivamente concertada y firmada la paz y, si los hombres no la alteran, ya
no habr ms guerra. Napolen ha sido muy amable con nosotros. Nos regal
Lombarda y nosotros, como muestra de gratitud, le hemos regalado sesenta
millones, no para compensarle de los gastos hechos, sino para que d una
comida a sus soldados a nuestra salud. Bien entendido:
tomarn parte en esta comida solamente aquellos que no murieron en batalla,
ya que los muertos no necesitan nada, como no sea un Requiem aeternam.
((375))
VII
263
-Es verdad que por ser algo viejo, me he vuelto miedoso como los otros
viejos, mas no perdis de vista que el miedo de los viejos se funda en la
experiencia y la experiencia es madre de la ciencia.
Pero deseo de todo corazn que mis profecas no se cumplan y que al ao
que viene, cuando vuelva a haceros una visita si me encuentro todava con
vida, podis decirme vosotros que fui mal profeta y yo tendr la satisfaccin de
poder disculparme dicindoos que soy un profeta de Almanaque.
265
-De ningn modo! Yo le pregunto cmo consigui saberlas; usted debe tener
revelaciones confidenciales.
-No s qu responderle. Nadie ha venido a descubrirme secretos de Estado.
Pero creo que no he hecho ningn mal escribiendo lo que he escrito.
-No diga esto. Usted debe de tener algn fundamento donde apoyar sus
predicciones. Seguramente habra hecho mejor no inmiscuyndose en estos
hechos y en semejantes asuntos.
-Oh!, si ello es as... si yo lo hubiese sabido... tenga usted la seguridad de
que no quiero causarles ningn disgusto. Por lo dems, le repito que nadie
puede quedar comprometido por mi culpa.
-Y qu! Pretender usted entonces que yo crea que lee en el porvenir?
-Es dueo de creer lo que le plazca.
-En conclusin, le he hecho llamar para decirle que no es ((379))
conveniente, ms an, que es peligroso meterse en controversias, que pueden
preocupar al Gobierno.
-Perdone, caballero, no veo motivo de peligros y preocupaciones: o el
Ministerio me cree profeta y entonces tome las medidas que pide el bien del
Estado, o no me cree profeta y entonces, desprcieme.
Sonrise el funcionario y recomendndole que fuera ms prudente en
adelante, lo despidi.
((380))
CAPITULO XXIX
EL SISTEMA PREVENTIVO EN PRACTICA - SANTAS INDUSTRIAS - COMO
RECIBE DON BOSCO A LOS ALUMNOS AL INGRESAR EN EL ORATORIO - SU
PRIMERA PALABRA ES PARA EL ALMA - EFECTO DE ESTA PALABRA - EL
MAESTRO DE LA REFORMA MORAL - LA CONFESION Y LA COMUNION ALGUNOS MEDIOS PARA PROMOVER LA FRECUENCIA DE LOS SACRAMENTOS AVISOS A LOS SUPERIORES DEL ORATORIO - CALMA Y MODERACION EN LOS
CASTIGOS - DOS CLASES DE MUCHACHOS PELIGROSOS - DON BOSCO
QUIERE ESTAR INFORMADO DE CUANTO SUCEDE EN EL ORATORIO - LAS
LISTAS DE CALIFICACIONES - DILIGENCIA DE LOS ASISTENTES Y SU AFECTO
A DON BOSCO - IMPORTANCIA QUE DAN LOS ALUMNOS A LAS
CALIFICACIONES - COMO EXAMINA DON BOSCO LOS MOTIVOS DEL ESCASO
PROVECHO DE ALGUNOS EN LOS ESTUDIOS - UN REGISTRO REVELADOR DE
LA CONDUCTA OCULTA DE CIERTOS ALUMNOS - LA ULTIMA PALABRA DE DON
BOSCO A LOS ALUMNOS QUE SALEN DEL ORATORIO - SU CARIDAD CON
ELLOS - INTERESANTE Y PRUDENTE COMPORTAMIENTO AL ENCONTRARSE
CON UN ANTIGUO ALUMNO
266
-Dios nos ha enviado, Dios nos enva, Dios nos enviar muchos jvenes.
Atendmosles. Cuntos otros muchachos nos mandar el Seor en lo porvenir,
si sabemos corresponder solcitamente a sus gracias! Pongmonos de veras a
educarlos y salvarlos con ardor y sacrificio.
Cuando apareca en su estancia un muchacho recin ingresado, la primera
palabra que le deca era siempre acerca del alma y de la eterna salvacin. La
amabilidad de sus modales paternales, su rostro sereno, su habitual sonrisa
predisponan los corazones e inspiraban respeto y confianza. Para alegrarlo y
aliviarle la pena que generalmente se experimenta al separarse de los seres
queridos, empezaba diciendo:
-Qu dicha verte aqu! Has venido con gusto no es verdad? Ea, dime: cmo
te llamas? De qu pueblo eres?
El muchacho contestaba.
-Qu tal te encuentras de salud?, aada.
-Muy bien.
-Y tus familiares? Tienes todava padre y madre? Estn bien?
-S, seor.
-Tienes hermanos?
-S, seor.
-Y tu prroco?
-Me ha dicho que le salude.
((383)) -Te gustan los panecillos? Comes con ganas?
-S, seor.
Y as, abrindose paso con stas o parecidas preguntas, pasaba en seguida a
lo ms importante y, tomando un aire un tanto grave, entre serio y sonriente,
muy peculiar suyo, deca bajando un poco la voz, en actitud confidencial:
-Bueno, bueno, hablemos de lo ms importante! Quiero que seamos
amigos, eh! Quieres ser amigo mo? Yo quiero ayudarte a salvar tu alma!
Cmo andamos del alma? Eras bueno en casa? Pero aqu te hars mejor, no es
cierto? Te has confesado ya? Te confesabas bien en casa? Me abrirs tu
corazn, verdad? Quiero que vayamos juntos al paraso! Comprendes lo que
quiero de ti? Vendrs a verme? Mira: hablaremos con toda confianza; yo te
dir cosas bonitas que te van a gustar, quedars satisfecho.
268
pero seprese la causa de los buenos de la de los malos, que siempre son
pocos; para que, por culpa de unos pocos, no tengan que sufrir muchos. Pero
dganse al mismo tiempo a los culpables, que tienen buena voluntad, unas
palabras de aliento, dejando siempre lugar al arrepentimiento para que
vuelvan al buen camino.
Daba, adems, don Bosco dos normas muy sabias a sus colaboradores para
descubrir y alejar del Oratorio a ciertos alumnos. Deca:
-Para conocer a los jvenes moralmente peligrosos, desde el principio del
ao escolar, yo los divido en dos clases: los malos de costumbres corrompidas
y los que habitualmente se sustraen a la observancia del reglamento. En
cuanto a los malos, dir algo que parece imposible, pero que es tal como lo
afirmo. Supongamos que entre los quinientos alumnos de un colegio haya uno
slo de costumbres corrompidas y que ingrese otro nuevo tambin inficionado
por el vicio. Ambos son de distinto pueblo, de otra provincia, hasta de diversa
nacin, de otro curso, de diferente dormitorio; nunca se han conocido, ni visto;
y, con todo, al segundo da de ((393)) permanencia en el colegio, y a veces a
las pocas horas, los veris juntos al llegar el recreo. Como si un malfico
instinto los guiara para descubrir a los manchados con la misma pez o un imn
endemoniado los atrajera para trabar amistad. El dime con quin andas, y te
dir quin eres es un medio facilsimo para descubrir una mala pcora antes
de que se convierta en lobo.
Hay tambin otra clase de alumnos que no deben estar en casa. Cuando
tengis un jovencito que parece bueno, pero que es un zascandil: se ausenta
fcilmente de los lugares designados por el reglamento, le encontris a
menudo solo por los rincones del patio, por las escaleras, en la terraza, en los
escondrijos, en fin en cualquier lugar oculto a la mirada del superior,
sospechad siempre. No os dejis ilusionar por las apariencias de timidez, de
natural solitario, de ligereza o de ingenuidad. Porque o sabe fingir muy bien o
sin falta encontrar a quien lo corromper. Estos sujetos son peligrossimos.
Pero no se contentaba don Bosco con dar normas a los dems; el trabajo
principal para mantener el orden en casa lo reservaba para s. Peda a los
asistentes y maestros que le entregaran semanal y mensualmente las listas
con las calificaciones de conducta y aplicacin de cada alumno, tantas listas
como profesores, incluidos los de las escuelas nocturnas, los jefes de
dormitorio y los de taller. Cada lista iba firmada por el que deba presentarla al
Superior. Las primeras listas de calificaciones que se conservan se remontan al
curso 1857-58. Al margen de las mismas siempre aparece alguna observacin.
Adems de estos informes mencionados, don Bosco peda otros especiales.
Quera que le presentaran cada semana las calificaciones obtenidas por los
alumnos del Cottolengo que asistan a sus escuelas como externos y las de los
clrigos que eran asistidos por un decurin especial.
((394)) Cuando se vea obligado a salir de Turn durante algunas semanas,
no tardaba en pedir noticias detalladas de sus alumnos.
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Guardamos una relacin con las calificaciones de conducta de los alumnos del
segundo curso, de los que ocupaban los siete dormitorios, y de los admitidos
en la Compaa de San Luis. El clrigo que haba recibido este encargo,
escriba a don Bosco al pie de la hoja:
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277
Eran necesarios avisos continuos para impedir abusos que podan perjudicar a
su salud.
((397)) Don Bosco se serva, con provecho moral para la casa, de los
registros de notas de conducta y de los informes de los asistentes, para
descubrir de manera sorprendente a los que saban ocultar su malicia a los
ojos de los Superiores. Adems del registro oficial de conducta, tena l otro
registro particular de todos los jvenes, y siempre que oa un informe poco
honroso, una falta ligera, pero de las que ponen en guardia a un hombre
prudente ante la seria sospecha sobre la conducta de un alumno, colocaba al
lado del nombre de ste una de sus seales convencionales, que slo l
entenda y que especificaba la cualidad del mal de que se le acusaba. A veces
haba un nombre que en un solo mes llegaba a tener diez o quince seales,
que a lo mejor indicaban todas lo mismo. Don Bosco repasaba atentamente de
vez en cuando este registro. De cien alumnos, haba noventa que no tenan
seal alguna, pero diez o doce llevaban su nombre sealado varias veces.
Entonces dedicaba todos sus cuidados a estos ltimos, indagaba
minuciosamente su conducta, los pona bajo una vigilancia especial, observaba
quines eran sus compaeros ms frecuentes, haca que alguien les
preguntara y l mismo los interrogaba, y muy difcilmente poda el demonio
mantener ocultas sus asechanzas y sus amistades.
Don Bosco recomendaba a menudo este sistema a sus directores y les
aseguraba que lo haba encontrado muy ventajoso y casi infalible en sus
dictmenes.
Con su registro en la mano, al llegar el mes de junio, al fin de curso, tomaba
las medidas oportunas para proteger la moralidad al ao siguiente. Escriba
una nota con los nombres de los que no haban de volver ms, se la entregaba
al Prefecto, y le encargaba de que se quedaran en sus casas para el ao
prximo. Guardamos todava la lista de los que deban ser expulsados, fechada
al 15 de mayo de 1859. Hay que hacer notar que aquel ao hubo las
insubordinaciones ((398)) causadas por la guerra. Pues bien; de trescientos
jvenes hay en lista slo quince, de los cuales cuatro nombres tienen al lado la
palabra duda. Esta nota honra grandemente al Oratorio. Anotaba tambin los
nombres de los alumnos que no deban continuar como estudiantes y que
convena dedicar a un oficio; de los aprendices que merecan pasar a
estudiantes; y de aqullos que, por su conducta no muy satisfactoria, podan
ser readmitidos despus de las vacaciones y someterlos todava a otra prueba.
Pero si era el alma, como hemos dicho, la primera palabra de don Bosco
cuando un muchacho entraba en el Oratorio, era tambin la ltima cuando
sala de l. Y fueron casi quince mil, asegura monseor Cagliero, los que don
Bosco alberg, mantuvo y educ solamente en el internado de Turn, e instruy
y catequiz en los Oratorios festivos de esta ciudad como externos: todos
gozaron del beneficio de sus bendiciones paternales y sacerdotales.
Con todos ellos mostr su ternsima caridad, y no slo con los buenos, lo
mismo estudiantes que artesanos, que por diversos motivos volvan a sus
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pueblos por haber terminado sus estudios o su aprendizaje; no slo con los
externos que iban a despedirse de l antes de marcharse de Turn, sino
tambin con los que no haban correspondido a sus ciudados y en los que tal
vez haba puesto sus esperanzas. El reciba o llamaba a todos antes de partir y,
con singular benevolencia, les daba los consejos necesarios para prosperar en
el estado que eligieran; les bendeca y los exhortaba a volver con frecuencia
por el Oratorio, a seguir siendo virtuosos y dignos hijos de don Bosco; en
conclusin, a salvar su alma.
Nunca los olvidaba y, si se enteraba que alguno de ellos se encontraba en
apuros, con paternal amabilidad ((399)) los socorra o les buscaba ayuda entre
personas caritativas. Le deca don Bosco a uno de los nuestros, zapatero y
soldado, cuya familia era pobre y que fue a visitarle:
-Te han dado dinero en casa?
Ante su respuesta negativa, aadi, poniendo en su mano unas monedas:
-Toma y no digas nada a nadie. Si te encuentras falto de recursos, ven a m.
Cuntos hechos semejantes se podran escribir!
Con estos actos de beneficencia segua siendo el dueo de sus corazones
para darlos a Dios; era su buen padre de siempre, el que haba alegrado su
corazn juvenil. Por eso, cuando despus de muchos aos se los encontraba,
les repeta con franqueza la misma palabra con que les haba dicho al
despedirse: el alma!, y aada.
-Bueno, antao eras un buen chico! Verdad?
-No sabra qu decirle...
-Y ahora sigues sindolo?
-Ahora... sabe usted... estamos en medio del mundo...
-Vas a confesarte?
-O tambin:
-Cundo volvers a verme?
Y aada alguna palabra en voz baja, de acuerdo con la respuesta.
Exhortaba don Bosco tambin a sus Directores a seguir este mtodo al
encontrarse con los jvenes, ya hombres, o que volvan a visitar el colegio.
Decirles sonriendo:
-Has cumplido el precepto pascual? -Cundo te has confesado?
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-Ea, alegra!
Y estas dos palabras, dichas por l, producan un efecto mgico, disipaban la
tristeza, y el muchacho se senta dispuesto y deseoso de cumplir el deber.
-Cmo ests? -preguntaba a otro.
Y, si haca al caso, se enteraba de si sufra por falta de algn cuidado.
Durante el invierno, si le pareca que un chiquillo tena fro, tentaba sus brazos
con los dedos para enterarse de si llevaba un jersey de lana y luego le deca:
-No ests bien abrigado! Y tienes mantas para no pasar fro en la cama?
((402)) Y lo enviaba al ropero para que le proporcionara lo necesario. As
haca con cuantos encontraba, cuando le pareca que sufran, an con aqullos
a quienes deban proveer los padres.
Ya a uno, ya a otro, siempre daba a entender que tomaba a pechos cuanto
poda interesarles. Les peda noticias de sus padres y de su familia, del
prroco, del maestro de la escuela y de los paisanos que l conoca; les deca
que cuando escribiesen a su casa dieran recuerdos de su parte a fulano, a
zutano y especialmente a su padre y a su madre; les contaba algn suceso
memorable de su pueblo, pues saba de memoria los acontecimientos ms
notables de muchas ciudades y villas del Piamonte; les hablaba de la iglesia
parroquial, del campanario, en fin, de todo lo que puede interesar a un
jovencito, los cuales rebosaban de alegra con aquellos recuerdos y quedaban
agradecidos a su amabilidad.
Estas conversaciones eran cortsimas, cuando bajaba al patio, porque saba
que no todos se hubiesen resignado a estar parados escuchndole y porque le
gustaba verlos en movimiento. Por eso no quera ver a los estudiantes
ocupados en juegos que exigieran demasiada atencin mental y prohiba que
se colocaran en los patios bancos para sentarse. No consenta los juegos de
naipes, damas, domin y ajedrez, porque:
-La mente necesita descansar, deca.
Como sapiente educador los prevena, invitndolos a juegos que ejercitaban
sus fuerzas fsicas. Y l mismo se asociaba a sus diversiones y a veces los
desafiaba a una carrera.
Otras veces invitaba a todos a jugar al marro y haca que le colocara la
suerte en uno de los bandos, cuando vea en el otro a un determinado jugador,
que llevaba tiempo [403] con una conducta dudosa y se industriaba por estar
alejado de l y as no ser amonestado. Empezaba el juego, y cuando estaba
encarrilado y era mxima la confusin de los jugadores, don Bosco, puestos
sus ojos en la presa, sala a tiempo de su trinchera y, esquivando todo
obstculo, la agarraba, mientras todos gritaban: Preso, preso! Y entonces le
deca don Bosco bromeando una de aquellas palabras, que le ganaban los
corazones.
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Si no se senta con fuerzas para este juego, colocaba a los muchachos en fila
de dos en dos, se pona l a la cabeza del batalln, abra despus de la marcha
y adelante! Entonaba el estribillo piamonts: Un, doi, polenta e coi (uno, dos,
polenta y coles); los chicos lo repetan cientos de veces, marchando a paso
acompasado, batiendo palmas y golpeando el suelo bajo los prticos con tanto
ruido como para hacer temblar la tierra. Salan al patio, volvan a entrar bajo
las arcadas; giraban a la derecha, a la izquierda; suban las escaleras por un
lado, pasaban por un corredor, bajaban por otra escalera. Y siempre batiendo
palmas y levantando la voz, de acuerdo con el ejemplo que don Bosco les
daba. Por fin, cansados pero alegres, oan con pesar el sonido de la campanilla
que los llamaba a sus deberes. Este paseo haca el papel de una ronda de
inspeccin.
Muchsimas veces, particularmente el curso de 1859-1860, alineaba don
Bosco a centenares de muchachos en mitad del patio en fila india; se pona l
a la cabeza y despus de decir: -Siempre detrs de m; hay que poner el pie
sobre la huella del que va delante-, abra la marcha batiendo palmas a
comps, imitado por los que le segian. Y ahora giraba a la dercha, ahora a la
izquierda, ahora marchaba en lnea recta, ahora trazaba una oblicua y, al
cambiar de direccin, formaba un ngulo agudo, un ngulo recto o una
circunferencia. De repente deca. Alto! Y los muchachos, que le haba seguido
en todos aquellos rodeos ((404)) caprichosos, quedaban colocados, uno junto
a otro, en grupos extraos cuyo significado no hubiera podido explicar un
observador. Pero otros muchachos, que comprendan la intencin de don Bosco
con aquellos movimientos, suban a la galera, vean cmo cada grupo formaba
una letra de enorme tamao y lean claramente las palabras: VIVA PIO NONO.
Como no era prudente por aquellos aos lanzar este grito, mientras el Papa
era amenazado y atacado, l lo escriba con las cabezas de sus chicos. Otras
veces formaba un VIVA MARIA, o bien un VIVA SAN LUIS. An en 1861 realiz
todava este juego; pero un da en que los chavales le aguardaban ansiosos
para continuarlo, l se puso a pasear bajo los prticos, habl con unos y con
otros, y por fin se retir a su habitacin. Desde aquel momento ya no habl
ms de ello. Tal vez le costaba mucho estudio aquella maniobra. As lo refiere
don Pablo Albera.
No siempre jugaba don Bosco, pero entonces, situado en medio de ellos, no
callaba nunca porque quera a toda costa ocupar su mente: resulta imposible
decir lo agradable que era su conversacin, rica en frases llenas de gracia y de
amenas narraciones. Empecemos por contar algunos de sus dichos, dirigidos a
los sacerdotes, clrigos o algunos que le rodeaban en el refectorio o que se
tropezaba al paso, an fuera de las horas de recreo. Los verdaderos hijos de
don Bosco no tenan secretos para l; por eso a menudo decale a uno que
saba se encontraba en un aprieto:
-Nada te turbe!, deca Santa Teresa.
A otro que estaba angustiado con tribulaciones materiales o espirituales:
282
-Todo pasa!
A aqul que no aguantaba las molestias que le causaban ciertos
compaeros:
-Vince in bono malum. Alter alterius onera portate (Vence el mal con el bien.
Llevad los unos las cargas de los otros).
((405)) Encontraba uno dificultades en los estudios o en el aprendizaje del
oficio y le deca:
-Sobre la marcha se acomoda la carga al borriquillo, es decir:
trabajando se vencen las dificultades. Y todos saban que l pona manos a la
obra sin aguardar a que las dificultades, a veces grandes, quedaran allanadas
del todo.
Si le preguntaban acerca de algn doloroso suceso que le haba disgustado,
observaba:
-Ya deca mi madre que no hay ningn pas donde sucedan tantas
calamidades, como en este mundo.
Hablbase a veces de empresas guerreras arriesgadas, pero afortunadas; de
nuevas tierras descubiertas despus de viajes peligrosos y llenos de
dificultades; de inventos cientficos o mecnicos, fruto de largos estudios y
despus de fracasos, envidias e injusticias, y alguno preguntaba a don Bosco:
-Y usted? Y las obras que ha emprendido?
Y l, con la peculiar sonrisa y el aire jovial que saba mantener tan bien,
contestaba con cierta solemnidad:
-El mundo es de quien lo pilla. Los atrevidos obtienen lo que quieren.
Audaces fortuna iuvat. Tradidit Deus terram disputationibus eorum. (La fortuna
ayuda a los audaces. Dios entreg la tierra a sus discusiones).
Cuando se hablaba de cosas grandiosas, de fortunas, de gloria, de fama, de
riquezas, de empresas logradas, repeta:
-Vanitas vanitatum, et omnia vanitas, praeter amare Deum et illi soli servire.
(Vanidad de vanidades y todo vanidad, salvo amar a Dios y servirle a El solo).
El que se acercaba a don Bosco aprenda siempre algo nuevo y reciba
lecciones provechosas.
Recitaba versos a menudo en pleno patio. Despus de repetir la sentencia:
Tempora mutantur et nos mutamur in illis (Cambian los tiempos y cambiamos
nosotros con ellos), hablaba de la fugacidad del tiempo con los siguientes
versos:
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Y deca a un tercero:
Se sar buono Roberto
Premio in cielo avr di certo.
cielo.)
A un alumno que tena muy buen corazn, pero la cabeza de chorlito, con
gran sorpresa de todos le dijo cantando:
Oh Francesco,Francesco,Francesco! (Ay, Francisco, Francisco,Francisco,
Su nel cielo un gran bene ci aspetta, un gran premio nos aguarda arriba
en el cielo.
L godremo una pace perfetta,
all gozaremos
paz perfecta
E quel gaudio che fine non ha.
y un gozo que no tiene fin).
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Tokai es una poblacin del norte de Hungra. Y Caluso es un pueblo situado entre Turn e Ivrea. Ambas famosas por
sus vinos. Las vides de Tokai fueron cultivadas en el norte de Italia, sobre todo en la zona de Venecia: su vino, un poco
espumoso, es muy apreciado, singularmente el de Udine. A su vez, el vino de Caluso es un vino dulce, hecho de pasas y
soleado. (N. del T.)
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-Pitgoras prescriba siempre estos tres remedios para toda clase de males:
dieta, agua fresca y movimiento.
En ocasiones repeta esta otra receta: quies, mens hilaris, dieta (reposo,
nimo alegre, dieta).
A uno que tena miedo de caer enfermo le contaba:
-Haba un convaleciente, que por miedo a que algo le hiciera dao, quera
que le asistiera siempre el mdico durante la comida. Pues bien, sucedi que
en cierta ocasin le presentaron un pollo. El mdico comenz a observarlo para
quitar las partes que crea podan perjudicar al enfermo. Al cortar las alas,
dijo: Ala mala (el ala es mala) y coloc las dos en su propio plato; Coxa noxa
(las patas son daosas) e hizo lo mismo. Testa, infesta (la cabeza est
infectada), y la misma cancin repiti con la pechuga y dems partes, hasta
que finalmente exclam: Collum sine pelle, bonum (el cuello sin piel es bueno)
y lo larg despellejado a su cliente. El mdico fue el que se trag la piel y todo
lo dems, has entendido? Deja, pues, de lado temores y precauciones no
necesarias. Confa ms en la Providencia de Dios. Acude a la proteccin de la
Santsima Virgen y, adelante con tranquilidad!
Variaba continuamente sus bromas proponiendo acertijos a los alumnos e
invitndoles a adivinarlos. Algunos eran de su propia cosecha.
-Huy, qu color tienes! -decale a uno-.Me parece que ests enfermo.
-Yo? Estoy la mar de bien!
((412)) -Y sin embargo te digo que tienes mal color: ests verde.
-No lo entiendo.
-Pinsalo y lo entenders!
El muchacho se retiraba, pensaba, hablaba con los compaeros, y despus
volva:
-Don Bosco, ya he entendido qu significa estar verde: quiere decir que soy
como una planta sin fruto, verdad?
-Por fin lo has entendido, contestbale don Bosco sonriendo.
-Pero, me esforzar, crame; en adelante quiero ser mejor.
Despus de algunos das presentbase el jovencito a don Bosco:
-Mreme y dgame: tengo todava mal color?
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-No; ya tienes buen color; se ve que ests mejor, pero hay que hacer todava
algn esfuerzo ms.
-Es verdad; pero, ya ver usted, ya ver...
-Bravo! siempre he dicho yo que eres una buena pieza.
A veces llamaba a uno de los que esperaba admitir en su Congregacin y le
deca despus de mirarle fijamente:
-Est caput plectendum (hay que doblar la cabeza); o tambin: Caput
amputandum (hay que cortar la cabeza).
Y el muchacho, que haba penetrado el sentido de la frase latina, responda
con una sonrisa.
A otro le deca:
-Te quiero cocer sabes?
O tambin:
-No ests bastante cocido.
Palabras con las que expresaba su deseo de ver en l un comportamiento
ms perfecto, un amor a Dios ms fuerte y sincero.
A uno, a quien haba visto distrado en la iglesia durante el sermn, le
preguntaba:
-Dime, te duelen las muelas? Pobrecito!
-No, no, a m no!
-Pues me pareca que tenas dolor de muelas.
Y con estas palabras, como despus le explicaba, quera dar a entender que
((413)) masticaba con dificultad la palabra de Dios, que no la saboreaba y,
naturalmente, no sacaba ningn fruto de ella. Y deca:
-Pobrecito, te duele la cabeza! Para indicarle los caprichos y las
desobediencias.
Le era muy peculiar la expresin de: -Cundo comenzars a hacer milagros?
Diriga estas frases, a veces de improviso, a alguno que estaba pensativo o
que pareca distrado en otra cosa, o bien cuando uno hablaba al odo a un
compaero del corro que le rodeaba.
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Otis Botis: Botte es el plural de botta: golpe, bastonazo. De donde sacamos la posible traduccin de la frase en
piamonts. (N. del T.).
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Durante las tardes del verano, cuando los recreos de los das festivos eran
ms largos y perdan animacin los juegos por el cansancio, don Bosco se
sentaba en el suelo del patio junto a una pared del edificio. Corran a l
inmediatamente los chicos y se sentaban tambin formando a su alrededor
siete u ocho amplios crculos de rostros alegres, fijos todos en l. Un ilustre
abogado expres la impresin que le caus este espectculo, que se repiti
infinitas veces desde 1850 hasta ms all de 1866, en los trminos siguientes:
Eran una estampa viva que hablaba por s misma de la inocencia ms
sincera, modesta y alegre. Sus ojos, abiertos. de par en par, no tenan nada
que ocultar, porque sus almas buenas no albergaban el menor mal
pensamiento; y los fijaban ingenuamente en la cara de quienquiera que se les
presentara, comunicando a todos la paz serena que nunca desfalleca en su
hermoso corazn. Y para los mismos chicos era todo un espectculo observar a
don Bosco.
El sacerdote Emilio Sacco, prroco de San Esteban, en Pallanza, y discpulo
suyo, escriba a don Miguel Ra en el 1888: Cmo queramos a don Bosco!
Qu virtuoso y qu santo era! Todava me parece verle cuando me sonrea,
cuando oa sus dulces palabras, cuando contemplaba su rostro admirable en el
que apareca claramente reflejada la belleza de su alma!.
Don Bosco reservaba sus charlas ms amenas para estas sesiones al aire
libre. Contaba a su manera el dilogo entre un tintero y un candil, escrito por
el conde Gaspar Gozzi41. Inventaba l otro, entre la pluma y el tintero; entre
un zapatero y una bota rota que no quera ser remendada en domingo, sino en
lunes; entre l mismo y su lamparilla que no ((430)) quera alumbrar y era
partidaria de los protestantes. Recitaba a veces algunos sonetos jocosos y,
entre ellos uno que l haba compuesto siendo semiriarista sobre la hoja de su
navajilla y que siempre retuvo en la memoria, como nos cuenta el Padre
Garino, que lo oy de sus propios labios en Valslice.
Otras veces narraba fbulas maravillosas, que llenaban la fantasa de los
oyentes. Describa al gigante Garganta con sus asombrosas aventuras,
sucedidas en el campo del imposible y, despus, su muerte y su entierro, al
que acudieron miles de personas, las cuales no pudieron cubrirlo de tierra, a
pesar de haber excavado una fosa profundsima de un kilmetro de larga.
-Y qued al descubierto su nariz, que todava puede verse, exclamaba:
-An se ve? -gritaban todos.
-Miradla: es el monte Blanco!42.
La vida que prestaba a sus descripciones y los constantes dilogos animaban
las diversas escenas de sus fbulas, amenizadas tambin con las curiosas
preguntas de los chicos que tomaban parte en ellas.
41
Gaspar Gozzi (1713-86) fue un fecundo escritor italiano, nacido en Venecia y fallecido en Padua. Fund varias
publicaciones y escribi El mundo moral su obra maestra, alegrica, en tres volmenes. (N. del T.).
42
302
El reverendo Piano y otros antiguos alumnos ms, todava las cuentan a los
cincuenta aos de habrselas odo a don Bosco, alegrando lo indecible a los
amigos.
Pero no siempre eran fbulas las narraciones de aquellas horas. Al contrario,
para entusiasmar a los muchachos con el apostolado evanglico, sola hablarles
de las misiones catlicas en pases de infieles, en Asia, Africa y Amrica. Las
tena constantemente presentes en su pensamiento y las tomaba muy a
pechos: describa muchas veces los trabajos y sufrimientos de los misioneros,
sus gloriosas empresas, los pueblos convertidos y los martirios sufridos por
amor a Jesucristo. Pero en los recreos prefera exponer hechos curiosos y
divertidos, ledos en las cartas edificantes de la Propagacin de la Fe o tambin
en relaciones privadas.
((431)) A menudo interrumpa su narracin el tintineo de la campanilla que
pona fin al recreo y dejaba colgado al impaciente auditorio con la curiosidad
de escuchar la continuacin a la tarde siguiente, que no siempre poda ser
satisfecha, por estar don Bosco entretenido en su habitacin con algn asunto,
o por encontrarse rendido de haber hablado mucho durante todo el da. Pero,
aun entonces, no dejaba de ir adonde le esperaban con ansia, y su mente
fecunda saba inventar recursos sencillsimos para ocupar aquel tiempo con
fruto.
Y lo mismo entonaba una cancin sagrada, la cual seguan centenares de
voces, que improvisaba un juego que no necesitaba movimiento.
Los muchachos le pedan muchas veces que dijera a cada uno los aos que
iba a vivir, y don Bosco les contestaba, hacindoles comprender que se trataba
de una broma. Hemos de advertir aqu que la instruccin y educacin que se
daba en el Oratorio exclua la ms mnima supersticin y que durante los
cuarenta y tres aos que hemos conocido en l a miles de jovencitos, hemos
admirado en ellos una fe sencilla y franca, que aborreca toda engaifa.
Pues bien, don Bosco mandbales abrir la palma de las manos y empezaba a
mirar los surcos trazados en ellas, especialmente los del medio, que parecen
formar una M. Esta letra le daba ocasin para observar que todo hombre lleva
consigo un memorndum continuo de la muerte, hacia la que camina. Despus
preguntaba:
-Cuntos aos de vida llevas ya pasados?
Uno responda: tengo doce; otro, diecisiete; ste, catorce y aqul veintiuno.
Entonces reflexionaba, aadiendo despus con aire un tanto misterioso a uno
y a otro:
303
-Antes de que t tengas treinta aos... cuando ((432)) llegues a los treinta y
cinco... oh! si t llegas a los cuarenta... quin sabe... veremos!... Algo
suceder.
Y se pona a considerar los surcos con afectada seriedad y con enigmticas y
graciosas palabras, y con algn chascarrillo condimentado siempre con un
buen pensamiento, deca a uno:
-Escucha con atencin. Tienes quince aos, verdad? Pues calcula. Quince,
ms diez, menos siete, ms doce, menos diecinueve: cunto es? Adivnalo.
Y as segua embrollando, variando nmeros y dando a cada uno de los
presentes su horscopo. Pero uno no poda seguir la complicada operacin
aritmtica, otro olvidaba un nmero e insista para que don Bosco lo repitiera,
un tercero peda lpiz y papel para calcular la respuesta. Alguno de ingenio
ms perspicaz lograba descifrar el enredo y quera que don Bosco confirmara el
resultado obtenido; mas l aada un pero, un si condicional, un veremos, un
con tal que sigas siendo bueno, que inutilizaba el clculo. Rea l, rea tambin
la mayor parte de los chicos; mientras unos quedaban amoscados y otros
pensativos. No todos queran creer que don Bosco hiciera aquello por
pasatiempo, sino que se obstinaban en que con aquel artificio quera ocultarles
la gracia que le conceda el Seor de conocer el porvenir. Por eso tomaban nota
de cada una de las palabras que les haba dicho al respective. Tanto ms
cuanto que, en apariencia, o en realidad, como podemos atestiguar nosotros
mismos, se haba cumplido exactamente el pronstico en ms de una ocasin.
De cualquier modo que ello fuera, como todos sin distincin le tenan por
santo, resultaba que an los que queran aparentar indiferencia, y hasta
escepticismo, se vea cmo grababan en su mente las palabras de don Bosco, y
despus de cuarenta o cincuenta aos, al llegar la poca en que les pareca
haberles sido anunciado el trmino ((433)) de su vida, se preparaban
seriamente a bien morir. Lo cual fue un gran bien para algunos, incluso
sacerdotes.
Los entretena tambin de mil diversos modos, como nos refiri Jos Brosio.
Cuando don Bosco tena un regalo para repartir a los alumnos y no poda o no
quera sortearlo o darlo como premio a los vencedores de una partida de
juego, acuda a un ardid que excitase la risa y despertase la curiosidad. Varias
veces lleg al patio llevando consigo fruta, pasteles o caramelos y no sabiendo
en aquel momento qu juego escoger, propuso dar todo aquello a quien tuviera
el palmo ms largo que el suyo. Todos aceptaron el desafo. Midise a todos la
distancia de la punta del pulgar a la del meique, y como don Bosco tena las
manos muy pequeas, ganaron muchos la apuesta y alcanzaron el premio
entre las carcajadas de los presentes. En efecto, la medida de cientos de
manos, pocas de las cuales eran rechazadas, pero que despus llenaba don
Bosco con alguna golosina, despertaba la atencin, provocaba gracias, bromas
y las inagotables chanzas de don Bosco. Otras veces daba el regalo a quienes
tenan el palmo ms pequeo que el suyo.
304
con los dems del grupo poda hacer pensar que don Bosco abrigaba alguna
sospecha. As que esper un rato, y apenas llegaron a la Plaza de Armas,
desierta a aquella hora, alz la voz e invit a todos a seguirle. Hizo una carrera
con ellos y atraves el amplio espacio hasta las primeras casas de la ciudad.
All, como de costumbre, formaron filas, se coloc cada uno junto al
compaero asignado y volvieron al Oratorio.
((437)) De los inconvenientes que don Bosco descubra con todas las
industrias que empleaba, informaba detalladamente a sus clrigos, dndoles
avisos y normas de acuerdo con los casos, al tiempo que multiplicaba sus
habilidades para ganarse a los muchachos en cuyos corazones ansiaba tener
indudable influencia para su progreso en la virtud y aun para la perfeccin
cristiana.
Por eso cada domingo invitaba por turno a comer a su mesa a los alumnos
que haban obtenido las mejores calificaciones de conducta: primero, los de
cada curso de estudiantes por su orden, y despus, los aprendices de cada uno
de los talleres. De este modo resultaba que casi tres veces al ao estaba
representado en el comedor de los Superiores, cada curso de estudiantes y
cada seccin de aprendices. Despus de la comida, se entretenan los
muchachos con don Bosco, que les daba algn dulce. A veces, tambin como
premio y muestra de confianza, invitaba a alguno de ellos a salir en su
compaa por la ciudad y as poda hablarle libremente sobre la vocacin.
El Jueves Santo de cada ao lavaba los pies a trece muchachos escogidos
entre los mejores en la funcin de la tarde, y despus los llevaba a cenar en su
compaa; cortesa que ellos agradecan muchsimo.
Para dar una prueba del aprecio en que tena a los que ayudaban a misa, sin
la menor distincin entre los menos aplicados y los ms cumplidores del deber,
haca que todos los domingos fueran a comer con los clrigos los dos
ayudantes de la misa comunitaria durante la semana anterior. Pero estos dos
alumnos no eran presentados a don Bosco despus de la comida. Sin embargo,
constitua un estmulo para ellos el merecer otras seales de especial
benevolencia; al mismo tiempo que el haber sido testigos del continente
mortificado de don Bosco, serva para darles a conocer una de sus eminentes
virtudes.
((438)) Pero l sobre todo, pese a sus mltiples y graves ocupaciones,
estaba siempre dispuesto a recibir en su habitacin con corazn de padre a los
muchachos que le pedan audiencia particular. Ms an, quera que lo trataran
con familiaridad y no se quejaba nunca de la indiscrecin con que a veces le
importunaban.
Nunca se advertan en l gestos de sorpresa, expresiones precipitadas, ni
movimientos violentos, sino ms bien calma inalterable y comportamiento
constantemente uniforme; todos se presentaban a l de buen grado, con el
corazn en la mano, por lo que no es de extraar que ejerciera tanto poder,
incluso hasta en el nimo de los ms reacios. Dejaba a todos plena libertad
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308
-Pues bien, vete a don Miguel Ra y dile que yo quiero hacer contrato
contigo.
Cumpli el muchacho el encargo. Quedse Ra un poco perplejo porque de
golpe no capt el alcance; pero, despus, lo llev a una conferencia que don
Bosco daba a los Salesianos. Asisti el muchacho a ella y a otras ms, se
inscribi en la pa Sociedad y es hoy un celoso sacerdote Salesiano.
No dejaba de reconvenir amablemente a quien lo mereca; pero, si tema que
el reproche no iba a ser bien recibido, ((440)) procuraba que junto con aquel
puntilloso se encontrase otro compaero juicioso, a veces prevenido y a veces
no. Diriga la correccin a ste y as el otro amigo reciba la observacin
correspondiente y comprenda cul era su obligacin, sin darse cuenta, por lo
menos en el momento, del ardid empleado. Pero no faltaba el buen efecto y,
reflexionando, se daba cuenta de que don Bosco llevaba razn y volva ms
tarde a l para pedirle perdn y prometer una conducta ms ejemplar.
Suceda en ocasiones una escena de risa. Porque, a veces, el conocedor del
ardid de don Bosco no se mantena dueo de s mismo en el momento del
reproche y se quedaba turbado, pero callaba por respeto al Superior. Mas
despus, al quedar a solas con l, hubiera querido defenderse, y don Bosco le
interrumpa con estas sencillas palabras:
-No me has entendido!
Esto bastaba para disipar la nube y al mismo tiempo le daba a entender que
hubiera deseado algo ms de humildad.
Tena tambin un tacto especial para consolar a los afligidos por una
desgracia familiar, a los achacosos, a los enfadados por cualquier cuestin, a
los escrupulosos, a los que queran dejar el Oratorio por disgustos all tenidos,
segn decan, o por otro motivo. Tan pronto como entraban en su aposento,
comenzaba a calmarlos con una sonrisa y con una de aquellas miradas suyas
que calaban el corazn, y despus, con una broma ocurrente, que slo l saba
decir con tino, acallaba en ellos toda pasin y los haca rer; luego, los invitaba
a sentarse y a exponerle lo que queran decirle. As que haban terminado,
aquellos pobrecitos, las ms de las veces quedaban consolados con sus avisos
y consejos.
Si se trataba de algo que dependa de otros, les deca:
-Vete a fulano en mi nombre y dile: don Bosco ha dicho ((441)) esto y
lo otro.
O bien:
-Di a mengano que me hable del asunto, y puedes estar seguro de que no
me olvidar de ti. Por lo dems, sigue siendo amigo de don Bosco y no temas;
todo se arreglar.
309
311
Pero las cartas de los muchachos sugirieron a don Bosco un nuevo medio
para asegurar ms y ms su perseverancia en la virtud. De ellas nacieron los
papelitos o cartitas, que en ocasiones especiales les peda como un padre que,
para norma propia y ventaja de ellos, deseaba su confianza.
Alguno de los que condescendan con el deseo del Padre expresaba en estos
papelitos su propsito de practicar una virtud especial que le pareca ms
necesaria; o de corregir un defecto o vicio en el que ms frecuentemente
incurra. No haba obligacin alguna de escribir tales papelitos, slo se
aconsejaba y no se molestaba de ningn modo a quien era de distinto parecer;
haba plena, absoluta libertad. Pero don Bosco prometa guardar secreto y
bastantes muchachos escriban con toda sinceridad sus propsitos. Como ello
exiga un acto firme de voluntad y de madura reflexin sobre lo que prometan,
un repasar, aun cuando no fuera ms que con una sola mirada, su vida pasada
y su estado presente, servan estos papelitos de estmulo para una reforma
espiritual. Cerraditos, se ponan en manos del mismo don Bosco, el cual los lea
y despus los recordaba oportunamente en privado a cada uno, exhortndoles
a cumplirlos y amonestndoles si luego faltaban a ellos.
Cmo se interesaba para poseer los corazones y llevarlos a ((445)) Dios! A
fines del 1861 manifest a los muchachos el deseo de recibir sus papelitos, y
todos los escribieron y entregaron. Unos das despus, les hablaba as en su
pltica diaria:
-He ledo vuestros papelitos; he encontrado en ellos bonitas expresiones,
promesas de oraciones y de buena conducta, pero no he visto en ninguno lo
que yo tanto deseaba. Y, sin embargo, hay aqu en casa un muchacho, cuyo
apellido deba haberos recordado mi deseo. No est aqu Do (doy), el sobrino
del cannigo Marengo? Pues bien; yo esperaba de todos esta palabra: don
Bosco, le doy la llave de mi corazn!
Estaba don Bosco firmemente persuadido de que la confianza con el Superior
era remedio eficaz contra las pasiones y antdoto contra muchos males
morales, y que cada acto de confianza cierto equivala a una gran victoria
contra el demonio.
Cierto joven excelente, nos refiri don Pablo Albera, haba contrado una
fuerte amistad con otro compaero y, aunque era muy honesta, estaba
intranquilo. Sin embargo, no dijo nada de ello a don Bosco durante algunos
meses. Finalmente, como la aficin iba creciendo en l, empez a sentir
escrpulos y confi a don Bosco el secreto de su corazn. Contestle el Siervo
de Dios:
-Me haba dado cuenta de ello y estaba yo algo preocupado por ti; mas
ahora que te has abierto, ya no temo.
Don Bosco se ganaba la confianza de la mayora de sus muchachos, porque
no manifestaba en modo alguno lo que le confiaban y porque toleraba siempre,
por amor a Dios, con heroica paciencia e hilaridad los gritos, las molestias, la
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RECUERDOS
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Prov. XXVII, 19
317
en don Bosco. Mas a pesar de todo, qu valor tienen las razones contra los
hechos? Un hecho no pierde nada de su valor, aun cuando guste de traer
razones en contra. Cuando se trata de hechos, no se puede hacer ms que
examinar su verdad, a travs de testimonios seguros e indudables y, si no es
posible comprenderlo intrnsecamente, hay que achacarlo a nuestra
insuficiencia, considerando que nunca es absurdo lo que ha sucedido. Con esta
premisa, expongo:
Durante los diez aos que estuve en el Oratorio o decir mil veces a don
Bosco: -Presentadme un muchacho a quien yo nunca haya conocido en modo
alguno y mirndole a la frente le revelar sus pecados comenzando a
enumerar los de su niez.
A veces aada: -Al confesar veo a menudo las conciencias de los
muchachos abiertas ante m como un libro en el que puedo leer. Esto sucede
especialmente con ocasin de fiestas solemnes y de ejercicios espirituales.
Dichosos los que entonces se aprovechan de mis avisos, especialmente en el
sacramento de la penitencia. Pero en otras ocasiones no veo nada. Este
fenmeno se repite a intervalos ms o menos largos.
Es decir, siempre que lo exiga la salvacin de las almas.
Pero, en general, don Bosco templaba la impresin que ((454)) podan dar
sus palabras, desviando la idea de un don sobrenatural y deca sonriendo:
-Cuando confieso, deseo, si es de noche, que la luz est colocada de modo que
yo pueda ver la frente de los muchachos y, si es de da, prefiero que se
coloquen delante, porque as los confieso ms aprisa.
El vea las conciencias de sus muchachos sin velo alguno como en un
espejo; estoy seguro de ello y he visto repetirse el hecho cientos de veces.
Esto es lo que los alumnos llamaban leer en la frente.
No quiero pronunciar juicios de ninguna clase, me basta contar las cosas tal
como yo las s y conmigo todos los alumnos del Oratorio.
Estaba tan arraigada en todos las persuasin de que don Bosco lea en la
conciencia, no slo los pecados externos, sino hasta los pensamientos ms
recnditos, que la mayor parte de ellos se confesaba ms a gusto con l que
con los otros sacerdotes. Y decan:
-Yendo con don Bosco estamos ms seguros de hacer buenas confesiones y
comuniones porque, si acaso nos olvidsemos de algn pecado, l nos lo
recordara.
Por eso siempre haba una gran muchedumbre rodeando su confesonario.
Cierto da, una persona muy celosa y prudente, al ver tanta afluencia, dijo a
don Bosco que l debera abstenerse de confesar a sus alumnos, pues era fcil
318
que, por temor o por vergenza, callaran los pecados. Contestle don Bosco
ingenuamente:
-No faltaba ms que yo se los dejara callar!
Y sta era la conviccin general de todos los alumnos a quienes cientos de
veces se los oy exclamar:
-Es intil callar o esconder los pecados a don Bosco, porque los conoce lo
mismo.
((455)) En efecto, son innumerables los que todava, al da de hoy, afirman
que les sucedi varias veces experimentar en la confesin cmo descubra y
enumeraba sus pecados uno tras otro de manera tan clara, como si los tuviera
ante sus ojos escritos en un cuaderno.
Manifestaba a los penitentes los pecados que haban olvidado o que no se
atrevan a confesar. Sola decir:
-Y no te acusas de tal pecado? Ya no te acuerdas de este otro?
Pero lo ms admirable es que don Bosco al manifestar a un muchacho su
pecado, aada a veces, como para confirmarlo en la pesuasin de que ya lo
saba todo:
-Tenas t tantos aos, en aquella ocasin, en aquel lugar, en aquellas
circunstancias, e hiciste esto y aquello.
Y precisaba con exactitud el nmero de faltas, sin equivocarse.
As nos lo atestiguaron varios de nuestros amigos, lo mismo que tambin se
lo confiaron a monseor Cagliero muchos de sus compaeros, pasmados al ver
descubiertos los ms ocultos secretos de su alma.
Pero no acaban aqu las maravillas. Sigue afirmando don Juan Turchi:
He conocido a muchos jvenes que me dijeron: -Fui a confesarme con don
Bosco, el cual me pregunt: -Quieres hablar t o quieres que hable yo? Le dej
hablar y me fue diciendo, uno tras otro, los pecados que haba cometido. Yo no
tena ms que contestar s, s; ms an, algunas cosas que ya se haban
borrado de mi mente, me las record sin equivocarse nada.
No es para dicho cunto satisfaca este mtodo de confesar a aquellos
pequeos penitentes, que queran hacer confesin general y se encontraban en
apuro para encontrar el cabo de su madeja enmaraada. Acudan a don Bosco
y le decan: -Hable usted! -Y don Bosco descubra rpidamente, con orden y
punto por punto, su historia secreta; no tenan ms que responder
afirmativamente para acusarse.
319
encontraba con alguno de ellos, le deca al odo: -Te mand esta maana a
comulgar sin confesarte porque vi que tu conciencia estaba limpia. O bien: -Lo
que queras confesar no es pecado.
Yo mismo soy testigo personal de estos hechos, pues los he experimentado
varias veces y los o contar a algunos compaeros mos, cuyo nombre callo por
prudencia.
Ms de uno puede preguntarnos al llegar a este punto, si todos estaban
convencidos en el Oratorio de esta virtud de don Bosco, y si no surgieron
nunca dudas acerca de la veracidad de la cuestin. ((458)) Es de advertir que
los suspicaces, los propensos a interpretar de la peor manera todo dicho o
hecho ajeno, no podan ciertamente faltar en una comunidad tan numerosa, en
la que haba cada ao bastantes alumnos nuevos, muchos de los cuales tenan
diecisis y veinte aos y no conocan a don Bosco ms que de nombre. Pero, el
ya mencionado profesor Turchi responde en su manuscrito: S que hubo
muchos que se rieron de lo de leer en la frente, pero tambin s que stos se
dieron por vencidos ante la evidencia de los hechos. Mencionar por brevedad
solamente algunos casos. Hubo en los primeros aos del Oratorio un muchacho
natural de Biella, apellidado Ro... el cual, al llegar a Turn, entr a confesarse
en la iglesia de la Consolacin y despus fue al internado de Valdocco, donde
haba sido aceptado en calidad de estudiante. El Prefecto lo recibi con bondad
y despus de comer lo present a don Bosco, que no lo conoca en absoluto,
pues era la primera vez que se encontraba con l.
Estaba don Bosco hablando con los muchachos que le rodeaban sobre el
discernimiento de los corazones y le recordaban ellos alguna revelacin
sorprendente de ciertos secretos, que l haba hecho. Escuchaba el alumno
recin llegado la conversacin, y de repente se atrevi a decir:
-Don Bosco, le desafo a leer mis pecados; ms an, le invito a decirlos en
alta voz y que todos los oigan.
Respondile don Bosco:
-Acrcate.
Cuando lo tuvo al lado, lo mir a la frente y le dijo unas palabras al odo. La
cara del muchacho se encendi como una brasa. Volvi don Bosco a mirarlo a
la frente y djole de nuevo alguna otra palabra en secreto, que tal vez
precisaba de una manera pormenorizada su vida pasada. El muchacho se ech
a llorar y grit:
-Usted es el que me confes esta maana en la iglesia de la Consolacin,
esto no se puede hacer.
-Imposible!, interrumpieron los compaeros; don Bosco no ha salido de
casa esta maana; ni poda ((459)) saber que t te hubieras confesado. Ests
muy lejos de la verdad, porque todava no sabes quin es don Bosco. Esto es
cosa de todos los das!
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323
Este don que el Seor concedi a don Bosco de conocer ((462)) el estado
espiritual de algunos muchachos lo tuvo durante toda su vida; de modo que no
vacilaba en recordarlo de vez en cuando a los mismos alumnos. Una noche del
1869 hablaba despus de las oraciones a toda la comunidad, que llegaba
entonces a las novecientas personas, entre las que se contaban ms de cien
hombres cultos y de gran cordura, y les deca:
-He recibido del Seor el don de conocer a los hipcritas. Cuando uno de
ellos se me acerca, siento unas nuseas que no puedo remediar. Ellos
advierten mi sufrimiento, se dan cuenta de que los conozco por lo que son; y
por este motivo huyen de m.
Y los hechos seguan dando testimonio de ello.
Una maana del 1870 sala don Bosco de la iglesia, y los muchachos, apenas
lo vieron, corrieron en gran nmero a su alrededor. Aunque algunos sacerdotes
le haban ayudado a confesar, estaba muy cansado por la muchedumbre de sus
penitentes. A pesar de todo hablaba donosamente con todos. De pronto se
volvi a uno y pasando por su frente el ndice de la mano derecha, le dijo
sonriendo:
-Esta maana no te has lavado la cara.
-Que s, don Bosco.
Y don Bosco, siempre sonriendo, replic:
-Que nooo, que nooo, arrastrando cariosamente la voz sobre la O.
Y comenz despus a hablarle al odo y el muchacho a bajar la cabeza,
pensativo. Decale don Bosco que no haba ido a confesarse y que tena
necesidad de ello. Estaba presente don Agustn Parigi, que fue quien nos cont
despus lo sucedido.
El que escribe estas pginas fue testigo de otro caso parecido:
Durante los ejercicios espirituales del ao 1870 haba un muchacho mayor,
altanero y no muy bueno que, antes de ir a confesarse, ((463)) alardeaba ante
sus compaeros de que jams sabra don Bosco sus pecados.
-Haz la prueba, -le dijeron sus amigos.
-S que la har, porque todo lo que se dice de don Bosco es un puro cuento.
Y despreocupado, riendo, entr en la iglesia y se arrodill a los pies de don
Bosco. Su confesin fue bastante larga. Los compaeros lo aguardaban en el
patio. Sali con los cabellos desgreados, enrojecidos los ojos, casi fuera de s.
Roderonle los compaeros:
-Qu tal, qu tal?
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-Dejadme en paz!
-Qu te ha dicho don Bosco?
-Os digo que me dejis en paz.
-Eran cuentos los que te contbamos de don Bosco?
-Cuentos?, me lo ha dicho todo, todo; an lo que se me haba olvidado! Pero
dejadme solo.
Y se puso a pasear por los prticos repitiendo entre dientes:
-Me lo ha dicho todo, todo!
Cuando ms tarde alguien se chanceaba del carisma de don Bosco, ste le
defenda a ultranza y repeta:
-Decidme a m que no es verdad!
Podramos traer aqu muchos ms casos semejantes a stos, mas, por estar
relacionados con acontecimientos de suma importancia, los expondremos
donde lo pida el orden de la narracin.
Sin embargo y como broche de los hechos referidos, repetiremos lo que una
noche del ao 1871 omos de labios de don Bosco en el comedor.
Se haban ya retirado los muchachos y quedaron junto a l don Miguel Ra y
otros Superiores, que llevaron la conversacin a ciertos males morales, causa
principal de la ruina de muchos jvenes. Despus de escuchar, don Bosco se
expres en los siguientes trminos:
((464)) -La dificultad para curar ciertos males est en conocerlos.
Sin embargo, el Seor se muestra muy misericordioso con nuestros jvenes.
Cuando me encuentro en medio de ellos, basta que haya uno deshonesto, para
que advierta el hedor insoportable que despide; y si se acerca a m y puedo
ver su cara, estoy seguro de no equivocarme en mi juicio.
Por esto precisamente algunos muchachos, temerosos de que les leyera en
su frente, se quedaban lejos de l. Y si, por cualquier motivo o porque los
llamaba, tenan que acercrsele, al descubrirse la cabeza por respeto solan
tapar su frente con la gorra o dejar caer los cabellos sobre la misma, como si
ello bastara para esconder la conciencia.
Esto suceda particularmente a principio del curso escolar, cuando los chicos,
llegados de vacaciones, an no haban arreglado las cuentas con Dios; de
modo que cuando apareca don Bosco en el patio, era aquello como una
desbandada de pjaros, y quedbanse con l slo los buenos, que
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CAPITULO XXXIII
1860 -LECTURAS CATOLICAS -AVISOS DE DON BOSCO A LOS SUSCRIPTORES
PARA ALEJAR LOS MALES PRESENTES Y PRECAVERSE DE LOS FUTUROS
-CARTA DE PIO IX A DON BOSCO -EL OBOLO DE SAN PEDRO -CONVERSION
DE DOS MUCHACHOS ANGLICANOS Y UN JUDIO -EL OBISPO DE IVREA EN EL
ORATORIO -ATENCIONES DE DON BOSCO CON UN MINISTRO PROTESTANTE
-UN NEOFITO RECOMENDADO AL ORATORIO POR EL ARCIPRESTE DE LA
CATEDRAL DE VERCELLI -LA FIESTA DE SAN FRANCISCO DE SALES
EMPEZABA el ao 1860 trayendo a don Bosco nuevos trabajos, alegras y
tribulaciones. El primer nmero de las Lecturas Catlicas para enero, de autor
annimo, describa: El momento de la gracia o las ltimas horas de un
condenado a muerte. El impresor segua siendo Parava.
Como apndice de este nmero, aada don Bosco unos avisos que parecan
referirse a las previsiones descritas por El Hombre de Bien al cerrar el 1859.
MEDIO FACIL Y EFICACISIMO PARA ALEJAR LOS MALES PRESENTES Y
PRESERVARNOS DE LOS FUTUROS.
Iglesia, siempre se han aprovechado de ella los fieles de todo el mundo y han
sacado grandes ventajas.
Pero, oh Dios mo! Cuntos infelices pecadores no se aprovechan de este
medio fcil y, en lugar de reconciliarse con Dios, le ofenden y provocan ms su
justicia a castigos cada vez mayores, a los que seguirn otros mucho ms
espantosos por toda la eternidad en el infierno.
Ah, cristianos! Cmo podremos mirar con indiferencia la ruina de tantos
hermanos nuestros y dejar que se encienda cada vez ms la ira de Dios y
aumentar da a da los castigos, incluso temporales, contra ellos y contra todos
nosotros?
Preferimos implorar la divina misericordia, queremos aplacar su ira y
satisfacer plenamente su justicia? Avivemos nuestra fe...
Sigue luego don Bosco excitando ms y ms al amor a Jesucristo y
promoviendo la frecuente asistencia a la santa misa.
((471)) Compensaba ampliamente su celo y le causaba gran alegra una
carta de Po IX respondiendo a la que l le haba escrito en nombre propio y en
el de todos sus alumnos a primeros de noviembre. El glorioso Pontfice,
sumamente agradecido al testimonio de obsequio filial y fidelidad inalterable,
en un acto de insigne bondad, contest a don Bosco con fecha 7 de enero de
1860 con un Breve que ser monumento imperecedero de la benevolencia de
Po IX con el Oratorio. Tan pronto como recibi don Bosco el precioso
documento, lo tradujo del latn al italiano y lo ley despus a todos los
alumnos reunidos, hacindoles partcipes de su satisfaccin. La traduccin del
Breve fue publicada en Armona44.
44
In litteris tuis, V Idus Novembris proximi datis, novum invenimus eximiae tuae in Nos et Supremam Dignitatem
Nostram fidei, pietatis et observantiae testimonium. Facile intelligimus, dilecte Fili, qui tuus aliorumque
ecclesiasticorum hominum sit animi dolor in ingenti hoc Italiae tumultu, rerumque pubblicarum conversione, ac
rebellione provinciarum quarumdam temporalis nostri Status. Hanc, ut omnes norunt, externae moverunt incitationes et
machinationes, eamque omni data opera fovent tuenturque. Accessit nunc lucubratio sparsa in vulgus hypocrisi
plenissima ad homines simplices decipiendos, ad communem christiani orbis in vindicando civili Sedis Apostolicae
Principatu consensum extenuandum. Fides ipsa Italicae regionis adducitur in discrimen: colluvies pravorum librorum et
ephemeridum non modo urbes, sed et pagos etiam Italiae pervasit, nec subalpinis istis regionibus tantum, sed et
Hetruriae finitimis que provinciis protestantes virus evomunt pravitatis suae, scholis sive clandestinis, sive pubblicis
institutis; ad quas proemiis etiam adolescentes pauperes student allicere. Verum in saevissima hac, quam satanas
excitavit, tempestate, summas in humilitate cordis Deo gratias persolvimus, qui Italiae Episcopos roborat, et gratia sua
confortat ad fidei depositum in suo quique grege strenue custodiendum. Solatio cordi nostro sunt summa animorum
concordia qua et Clerus tristissimo hoc tempore in salutem animarum incumbit, animique firmitas et constantia quibus
pro Dei et Ecclesiae causa adversa quaeque perfet et sustinet. Haud vero possumus consolationem verbis explicare,
quam Nobis attulit illa litterarum tuarum pars qua intelleximus tibi, Dilecte Fili, aliisque viris Ecclesiasticis maiorem
330
((472))
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PIO P.P. IX
Mientras el Sumo Pontfice escriba esta afectuosa carta a don Bosco, el
peridico Armona abra en su nmero diecinueve de 1860 una nueva lista de
suscripciones de ofertas al Papa bajo el nombre de Obolo de San Pedro y, en
poco ms de un ao, reuni trescientas mil liras. La suscripcin haba sido
332
334
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45
Isaas, XXVI, 1.
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Hay que remontarse a los tiempos del autor para valorizar estos trminos en su justa medida. (N. del T.)
337
Giani, Biletta, Cora y Variolato. Pero los aprendices se rindieron muy pronto,
pues la mayora tema las burlas de los otros por los frecuentes disparates y
les pareca adems que hablando la lengua italiana se daban aire de seoritos.
Aquel mismo da, 13 de febrero, aument el nmero de los aprendices. Hay
que pensar en que don Bosco sola invitar por compasin a vivir con l a
muchachos vulgares, sin religin, que, especialmente por los alrededores de
Puerta Nueva, se dedicaban a vender cerillas, limpiar zapatos y llevar las
maletas de los viajeros. Pero aquellos vagabundos, que no queran or hablar
del alma ni de disciplina, rehusaban seguirle con gran disgusto del Siervo de
Dios.
Mas he aqu que aquel da volva don Bosco de la ciudad al Oratorio, cuando
vio en medio de una plaza, a poca distancia, a siete muchachotes de unos
dieciocho aos, ociosos, vagabundos, capaces de cualquier desmn, los cuales,
juntndose con otros de los que ellos eran cabecillas, formaban una pandilla
para cometer atropellos y fechoras. Tan pronto como vieron a don Bosco
comenzaron a burlarse. Pero l se les acerc y con amables maneras les
pregunt de dnde eran y qu hacan. Respondieron que no tenan trabajo y
que tampoco lo buscaban. Entonces don Bosco los invit a ir a una casa donde
encontraran albergue, trabajo y comida. Los muchachos preguntaron:
-Quiere usted llevarnos a su Oratorio?
-Eso es, respondi don Bosco; si queris, venid conmigo.
Uno de los mozos repiti la propuesta:
-Vamos?
Uno tras otro asintieron y don Bosco ((486)) se los llev al Oratorio.
Reunidos los alumnos a su alrededor, en un rincn del patio, les dijo:
-Habr que emplear mucha paciencia con los recin llegados! Tened cuidado.
En efecto, cada palabra que sala de su boca era una blasfemia o una
obscenidad. Al llegar la noche y entrar en el dormitorio, rean a carcajadas,
voceaban, interrumpan la lectura, silbaban al clrigo asistente que les invitaba
a callar. Alguno, en cuanto se vio calzado y vestido, desapareci del Oratorio
unos das despus; los que quedaron, se encarrilaron hacia un oficio. Resulta
fcil imaginar lo que cost acostumbrarlos al bien obrar. Con todo don Bosco
no tard mucho tiempo, a fuerza de hacerse querer, en llevarlos por el buen
camino. Nos refiri Jos Rossi: Yo no los perda de vista y fui testigo de su
gratitud por los beneficios recibidos y los vea ir a porfa para estimularse
mutuamente a portarse bien, trabajar y cumplir los avisos y mandatos de don
Bosco.
Pero un buen clrigo anticip el momento de su conversin. Compadecido de
la vida desgraciada de aquellos muchachos y movido por las irreverencias que
340
cometan en la iglesia, rogaba con toda su alma a la Santsima Virgen para que
quisiera tocar su corazn durante el mes de mayo. Pasaron unos das, y he
aqu que uno de ellos, una tarde despus de la funcin eucarstica, fue en
busca de dicho clrigo y hondamente conmovido le rog que le enseara la
manera de cambiar de vida y aadi que, estando en la iglesia, mientras se
cantaba el Bendita sea la Inmaculada Concepcin de la Bienaventurada Virgen
Mara, le haba parecido ver a la Virgen que le tenda amablemente los brazos
desde su altar. Aconsejle el clrigo que hiciera una confesin general; y se
confes. Desde aquel momento el afortunado joven empez a ser, y sigui
((487)) sindolo durante los aos siguientes, un verdadero modelo para los
dems, especialmente en su comportamiento en la iglesia.
Para el mes de marzo estaba preparado el ejemplar de las Lecturas
Catlicas: Isabel o la caridad del pobre premiada, por M. D'Esoville. Este
nmero llevaba unida la carta pastoral del Vicario General de la dicesis de Asti
sobre las funestas consecuencias de los malos libros. Era el primer fascculo del
octavo ao.
La interesante narracin expone las peripecias de un chiquillo abandonado
por su madre; vagabundo y en la ms triste miseria, es recogido y educado
por una pobre mujer, que ya ejercit la misma obra de caridad con otros nios
hurfanos.
La mencionada pastoral del monseor Antonio Vitaliano Sossi, recomendaba
la difusin de las Lecturas Catlicas con estas palabras:
Aprovechando la oportunidad de condenar y prohibir la mala prensa,
recomiendo a todos los que quieren ocupar su tiempo libre en lecturas aptas
para enriquecer la mente con tiles conocimientos, corregir y mejorar los
corazones, ayudar a las almas a adelantar en el conocimiento de la verdad, en
la prctica del bien y en el servicio de Dios, recomiendo, repito, las Lecturas
Catlicas, que se publican en Turn bajo la direccin del piadoso y celoso
educador de la juventud, el sacerdote Juan Bosco. Dichosos los pastores de
almas que, extirpando de sus parroquias la peste de los libros y diarios
irreligiosos, logren sustituirlos por las edificantes y sanas Lecturas Catlicas.
Asti, 10 de febrero de 1860.
A. V. SOSSI
Aprovechaba don Bosco esta circular para anunciar un nuevo proyecto.
En el ao 1859 haba pensado formar una ((488)) sociedad que le ayudara a
oponerse a la difusin de los libros malos con la mayor cantidad posible de
libros buenos. Con este intento escribi el siguiente programa:
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sino que los depositaba en manos de quienes podan esconderlos sin despertar
sospechas, instndoles sobre todo para que quedara a salvo la Autoridad
eclesistica.
En cuanto a la venerada persona del Sumo Pontfice se industriaba por
aliviarlo y consolarlo con todos los medios a su alcance. Le diriga cartas
impregnadas de amor filial y pona en su conocimiento las tramas que
maquinaban las sectas contra l. Nos cont don Angel Savio: Por aquellos
aos me envi don Bosco en cierta ocasin a monseor Tortone, que habitaba
en Turn y se encargaba de los negocios ante la Santa Sede, para comunicarle
de viva voz noticias sobre este asunto, que no consideraba prudente
participrselas por escrito. Ms tarde fue encargado don Pablo Albera de esos
recados.
Don Bosco consideraba como suyos los intereses del Papa, y deca: Su
palabra debe ser nuestra norma en todo y por todo. Ordenaba en
consecuencia que se leyeran en el refectorio las encclicas y otros documentos
pontificios, e incluso haca traducir algunos al italiano para que los aprendieran
de memoria.
No disimulaba sus principios, sino que los defenda con ardor ante los
adversarios que se oponan a ellos. Y precisamente en aquellos das glorificaba
al Papado con la pluma.
La editorial Parava preparaba para el mes de abril el librito: Vida y martirio
de los Sumos Pontfices San Lucio I y San Esteban I por el sacerdote Juan
Bosco.
En este nmero, despus de publicar por entero el Breve de su Santidad,
fechado al 7 de enero, demuestra con estas dos vidas cmo ((495)) los Papas,
por tener jurisdiccin universal sobre la Iglesia, reconocida formalmente por
san Cipriano, consagraban en Roma nuevos obispos y los enviaban a fundar
dicesis en todas las partes del mundo; y cmo san Esteban depona de sus
sedes, por indignos, a algunos obispos de Francia y de Espaa. Se pone de
relieve cmo san Lucio exiga que los jvenes aspirantes al estado eclesistico
fueran de probada castidad y lanzaba la excomunin contra los cristianos que
se apoderaban de los bienes de la Iglesia. Se habla de los milagros obrados por
las reliquias de estos dos Pontfices mrtires y se los compara con las de
Jesucristo y de los apstoles. Por ltimo, se describe el glorioso martirio de
algunos contemporneos suyos por confesar la fe.
Pero los acontecimientos pblicos se sucedan, cada vez con mayor dao
para la Iglesia.
Al llegar a este punto, y antes de continuar nuestra narracin, hemos de dar
razn a los lectores de cuanto vamos a referir. Domingo Ruffino, que fue
ordenado sacerdote en 1863 y estaba dotado de ciencia teolgica, virtud,
piedad, talento y criterio nada comunes, comenz, en 1859, a tomar diligente
nota de cuantos dichos y hechos, de don Bosco, era testigo; sus profecas de
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Pero mientras don Bosco trabajaba de tantos modos para la salvacin de los
pueblos, se industriaba por llevar a Dios los individuos que componen las
muchedumbres y pueblos, es decir, todos aquellos con los que topaba y que l
mismo andaba buscando. Era sta una obra que peda ms humildad y
sacrificio que la primera. A cuntos de stos, invitados por l a confesarse y
despus reconciliados por l con Dios, se los vio el da de Pascua, 8 de abril,
comulgando en el Oratorio junto con los muchachos!
Nos cont el telogo Reviglio: Se encontr don Bosco, all donde la calle de
Santo Domingo desemboca en la de Miln, con un viejo albail, que resbal en
aquel momento de tal modo que se hubiera lastimado al caer. Sostvolo el
siervo de Dios y el viejo exclam agradecido:
-Si no llega a ser por usted, que me agarr, hubiera cado al suelo!
Replicle don Bosco:
-Ojal pudiera yo agarrarle e impedir que cayera en el infierno!
Tanta impresin hicieron estas palabras en el obrero, que, como iluminado
por un relmpago, reconoci el lastimoso estado de su alma, que ciertamente
le hubiera precipitado en los abismos del infierno, si no se converta. Tocado
por la gracia de Dios, quiso confesarse en seguida con don Bosco, el cual tuvo
de este modo el consuelo de preservarlo de la cada del cuerpo y de la del
alma. El albail se sinti tan feliz que saludaba a don Bosco siempre que se lo
encontraba.
Mientras tanto don Bosco escribi e hizo que los jvenes de los Oratorios
escribieran una protesta de fidelidad al Papa, con setecientas diez firmas, y la
envi el 11 de abril, junto con ciento sesenta y tres liras y cuarenta cntimos,
para el Obolo de San Pedro.
Dio ocasin a la ofrenda el siguiente hecho. Una persona caritativa haba
regalado aquella cantidad al Oratorio y don Bosco, al comunicar a los
muchachos la buena noticia, ((505)) aadi que la donante deseaba que aquel
dinero sirviese para darles un sabroso almuerzo. Entonces se levant una voz
unnime:
-Envese al Santo Padre!
Observles don Bosco que el regalo haba sido hecho para los muchachos y
no para el Papa. Pero ellos replicaron:
-Nosotros renunciamos de buena gana y si es preciso ayunaremos aquel da,
pero queremos enviar ese dinero al Santo Padre. Ya nos ha hecho l muchos
regalos!
La persona caritativa, informada de la generosa determinacin de aquellos
pobres muchachos, envi otra suma igual a la primera a fin de que, como
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-Todo eso es lo que has aprendido en Turn? Vaya! T que has ido a la
escuela y que pretendes saber tanto, te dejas dominar todava por esos
prejuicios? Si no has aprendido ms que a ser un beato, podas haberte
quedado en casa.
-Querido Domingo (que as se llamaba el hermano mayor), no son prejuicios,
sino prcticas religiosas, que ya nos ensearon nuestros abuelos, nuestros
maestros y nuestro prroco.
-Son mitos, y los mitos no sirven para nuestros tiempos; come y deja de
lado esas antiguallas.
-No s dnde has aprendido esa forma de hablar. Yo encuentro que estn
muy en su sitio ciertos actos de piedad. El catecismo nos ensea que debemos
santiguarnos antes y despus de las comidas y tiene razn, porque slo los
animales comen y beben sin hacer nunca caso de su Creador. Pero nosotros no
somos bestias, somos criaturas racionales, nosotros ((507)) debemos
reconocer la mano del Creador en todo, a cada momento del da y
especialmente cuando vamos a recibir los alimentos que Dios nos da para
conservar esta vida, que tambin l nos ha dado y puede arrebatarnos en
cualquier momento.
-Bobadas, tonteras -replic Domingo, coreado por los dems hermanos.
Passe despus a otras cosas y por aquella noche la cosa qued as.
Pero al da siguiente sera la batalla campal. Para festejar la llegada del
estudiante, la madre viuda y bastante descuidada en lo referente a religin,
invit a comer a parientes y amigos. Cuando lleg el momento de sentarse a la
mesa, estaba nuestro hombre lleno de miedo y confusin, pero cuando
todos:hubieron tomado su asiento alrededor de la mesa sin orar, l no quiso
faltar a sus promesas. Apenas comenz a santiguarse, estallaron por doquier
las risas, burlas e insultos en vez de las felicitaciones y cumplidos de estas
ocasiones. Cuando se calm el barullo, su hermano Domingo, cabecilla del
alboroto, djole en son de burla:
-Oye!, dime: quieres que hagamos un pacto t y yo?
-Qu pacto?
-El que te voy a decir: t vas haciendo seales de la cruz, rezas tus
padrenuestros y yo me voy comiendo tu racin. Ya veremos despus de comer
quin ha sido ms bendecido y quin ha comido mejor.
-Como quieras! Si as te gusta, estoy conforme con dejarte mi parte. Me
bastan la sopa, pan y queso, con tal que me dejen en libertad para cumplir mis
prcticas religiosas. Tocante a rezar padrenuestros, es suficiente cumplir
sencillamente mi deber.
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Ruffino con fecha 7 de abril: Durante los das anteriores anunci don Bosco
varias veces: -Alguno de la casa tendr que morir en este mes.
El 24 de abril falleca, a los catorce aos de edad, Alejandro Trona. Era
natural de Turn y haba ingresado en el Oratorio con un hermano suyo el da 8.
Les haba colocado un tal Gianoglio para alejarlos de la mala vida que les
tocaba pasar en casa de su padre. El primer domingo que pas aqu, o sea, el
domingo in albis, 15 de abril, cumpli con Pascua. No se haba confesado
desde los siete aos. Al da siguiente se acost enfermo; el da 22, domingo,
recibi el vitico; el lunes, la uncin de los enfermos y el martes mora de
tifus, a eso de las nueve y media de la maana.
Como se hablara mucho en casa de estos frecuentes anuncios, dijo don
Bosco estando presente don Juan Bautista Francesia: -Si supierais cunto me
cuesta prever el porvenir de los otros!
De donde se deduce que deba de haber alguna condicin misteriosa o
sacrificio extraordinario y que esto fuera efecto de sus oraciones.
Un da le preguntaron:
-Cmo hace usted para saber los muchachos que tienen que morir?
-A veces, contest, veo muchos senderos; por cada uno de ellos va un joven
y el sendero est cortado por un hoyo a la mitad, a un tercio o a un cuarto del
camino; otras veces leo sobre estos senderos, a cierto punto de los mismos,
las cifras del ao, del mes, del da.
Fue Carlos Gastini a preguntar a don Bosco hasta qu edad vivira y don
Bosco respondile:
-Hasta los setenta aos.
El buen Gastini record esta prediccin mil veces, lo mismo en prosa que en
verso, y la conocan todos en el Oratorio y an fuera del mismo. Muri ((511))
el ao 1901, asistido por don Miguel Ra, precisamente un da despus de
haber comenzado su septuagsimo ao.
Sucedanse las previsiones una tras otra. Anota Ruffino en su crnica: El da
25 de abril dijo don Bosco privadamente: -Dos cosas estn decididas: la cada
de las dos Sicilias y la salida del clrigo Castellano para el paraso.
Habase retirado este clrigo enfermizo a su casa, en Turn, para someterse a
un tratamiento especial.
Entretanto, mientras se preparaban secretamente en Piamonte hombres y
armas para la conquista de Italia meridional, Po IX mandaba responder a la
carta de don Bosco:
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Ilmo. Seor:
Entregu gustoso al Santo Padre el pliego que V.S. Ilma. me envi con su
carta del 25 de abril y cuyo contenido me dio a conocer. Su Santidad recibi el
escrito con verdadero agrado, conocedor como es del celo filial que lo dictaba.
Implora entretanto sobre usted y los jovencitos confiados a su direccin
abundantes bendiciones celestiales. Y exhortndole a no cejar en la oracin
que tanto se necesita, tengo el gusto de confirmarme con sentimientos de
distinguido aprecio.
De V.S. Ilma.
Roma, 17 de mayo de 1860
Sr. D. Juan Bosco.-Turn.
Su seguro servidor
ANTONELLI, Cardenal
Don Bosco reciba la bendicin del Papa a tiempo que agregaba nuevos
socios a su Pa Sociedad, segn se lee en las dos actas siguientes de las
sesiones del Captulo:
El 1 de mayo del ao del Seor 1860, se reuni el Captulo de la Sociedad de
San Francisco de Sales para la aceptacin de los jvenes Pedro Capra, hijo de
Francisco y natural de Alfiano, Pablo Albera ((512)) hijo de Juan Bautista y
natural de None, Juan Garino, hijo de Antonio y natural de Busca, Gabriel
Momo, hijo de Jos y natural de Saluggia, todos ellos propuestos por el rector
don Bosco en la sesin anterior. Por tanto, despus de la acostumbrada oracin
e invocacin del Espritu Santo, se procedi a la votacin. Pedro Capra obtuvo
todos los votos afirmativos; los dems alcanzaron un voto negativo de los siete
totales. Por consiguiente, fueron admitidos todos a la prctica de las reglas de
la Sociedad.
Dos das despus celebr el Consejo otra sesin.
El 3 de mayo del ao del Seor 1860, a las diez de la noche, reunise el
Captulo de la Pa Socedad de san Francisco de Sales para la aceptacin de los
jvenes Domingo Ruffino, clrigo, hijo de Miguel y natural de Giaveno,
Francisco Vaschetti, clrigo, hijo de Pedro y natural de Avigliana, Eduardo
Donato, hijo de Carlos y natural de Saluggia. Celebrada como de costumbre la
votacin, el clrigo Ruffino obtuvo seis votos afirmativos de los siete totales, el
clrigo Vaschetti cinco, el joven Donato los siete. Por lo tanto, fueron admitidos
todos a la prctica de las reglas de dicha Sociedad.
Todos los arriba mencionados sobresalan en el Oratorio por su talento,
aplicacin, piedad y conducta. Los haba formado don Bosco, a su imagen y
semejanza, con el candor, la actividad y firmeza de propsitos. No servan para
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Apreciadsima Seora:
La gracia de N.S. Jesucristo est siempre con nosotros.
Para que el jovencito Rossi pueda ser admitido en esta casa, es necesario
que piense a qu quiere dedicarse una vez terminados sus estudios; pues l no
sabe si prefiere un oficio o el estudio. En tal estado de duda, usted podra
dirigirlo al cannigo Caselle, que sabr estudiarlo y aconsejarlo en su vocacin;
yo estoy ((513)) siempre dispuesto a hacer por su recomendado lo que mejor
parezca para mayor gloria de Dios y bien de su alma.
Recomiendo mi persona y mis jovencitos a la caridad de sus devotas
oraciones, mientras con el debido aprecio me profeso en el Seor.
De V.S. muy apreciada,
Turn, 24 de abril de 1860
Su seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.
Lese en la Crnica de Bonetti: Era la poca de los ejercicios espirituales:
comenzaron el 30 de abril y terminaron el 4 de mayo. Adems de los recuerdos
que los predicadores dieron a los muchachos, quiso tambin don Bosco darles
los suyos por la noche. Nos dio dos efes (F) y una ese (S). Explic que la
primera efe (F), significaba frecuencia de los Sacramentos de la Confesin y
Comunin. La segunda (F) fuga de los malos compaeros y frecuencia de los
buenos, que pueden ensearnos el camino de la virtud y el espritu de piedad.
La ese (S) sencillez y sinceridad en la confesin. Y sigui diciendo:
-Queridos hijos mos, si practicis estas recomendaciones, os aseguro que
el demonio se declarar en quiebra.
Con los ejercicios espirituales comenz el mes consagrado a la Virgen. En
este mes, segn el testimonio del cannigo Ballesio, propona don Bosco una
flor espiritual para todo el mes y otra particular cada noche para el da
siguiente. Estas florecillas eran diligentemente observadas, con gran provecho
para los muchachos y la disciplina de la casa.
Mientras don Bosco educaba para la virtud el espritu de sus alumnos,
Garibaldi reuna sus voluntarios y con mil de ellos arrebat con simulada
violencia dos barcos a la sociedad Rubattino, y se embarc en Quarto, en las
proximidades de Gnova, el 5 de mayo. Cavour le suministraba secretamente
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Terno!
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continuacin les dirig una platiquita y por fin fui a dormir, como lo vais a hacer
tambin vosotros esta noche. Buenas noches.
Hasta aqu don Bosco.
((527)) Aadiremos nosotros lo que don Bosco no dijo a los muchachos.
Tambin haba estado en Chiuduno, cuyo prroco Jos Calvi haba provocado
contra s, por su celo, las iras de los malos. Al volver a casa de monseor
Speranza, diole cuenta del resultado de la misin que le haba confiado y de las
oposiciones que podra encontrar don Fernando Bagini. Su encarcelamiento era
debido especialmente a las reiteradas acusaciones de cierto sacerdote
depravado, a quien el obispo mand, una vez descubierta la trama, so pena de
suspensin, salir en el plazo de pocas horas del trmino parroquial de Terno.
Tambin habl don Bosco con el Obispo de su visita a los seminaristas y l
mismo le propuso volver al ao siguiente para predicar los ejercicios en el
seminario de Brgamo. Su ofrecimiento fue aceptado con satisfaccin, que
celebraron los seminaristas. Don Bosco les haba dirigido en Bottanuco
palabras tan dulces y consoladoras que todos quedaron entusiasmados y
advirtieron la santidad y sabidura con que haba enriquecido el Seor a su
siervo.
Expuso don Bosco a Monseor el proyecto de preparar maestros y profesores
para su dicesis, enviando sacerdotes y seminaristas a examinarse para
obtener el mayor nmero posible de ttulos acadmicos. El obispo, que era de
parecer contrario e intransigente en todo lo que concerna a su jurisdiccin,
contest que su conciencia no le permita doblegarse de manera alguna ante
los perseguidores de la Iglesia. Sin embargo, no dejaba de reconocer las
ventajas de aquel proyecto. Qued pensativo y durante la comida volvi a
entablar conversacin con don Bosco sobre el asunto y le expuso que no crea
lcito someter a sus sacerdotes a la inspeccin secular para ser profesores y
maestros, que perteneca a los obispos dirigir la instruccin del pueblo y no
podan ellos renunciar a sus derechos.
((528)) Don Bosco replic:
-Dir pocas palabras para no entrar en polmicas. O los pastores de la
Iglesia se lanzan a primera lnea y vuelven a tener en sus manos, por este
medio, la instruccin de la juventud, tomando la delantera a los seglares y
consiguiendo que las cosas marchen por buen camino, o se retiran y quedan
inactivos, y entonces, dentro de diez aos habr triunfado la impiedad en las
escuelas.
Crea el obispo, como otros muchos, que aquella revolucin era la crisis de
un momento y que pronto recobrara el orden su antiguo puesto. Por el
contrario, don Bosco insisti asegurando que la revolucin, sostenida con todos
los medios poderosos de que puede disponer un gobierno estable, haba
alcanzado posicin permanente en nuestras tierras y slo Dios poda saber
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Y, sin embargo, pareca que ya eran muy graves. Se haba dado amplia
libertad a los protestantes para abrir templos, escuelas y blasfemar a su
voluntad. Se permita la difusin de libelos infames y
la representacin de obras teatrales soeces contra la religin y el Sumo
Pontfice. En todas las provincias anexionadas deba cumplirse ((532)) la ley
del ao 1855 contra las rdenes religiosas, a las que entre tanto se les prohiba
admitir novicios. Ay del clero, si de cualquier manera hubiese manifestado
opiniones contrarias al nuevo orden de cosas, defendido los derechos de la
Iglesia, publicado bulas u otras disposiciones pontificias! Se conminaron penas
gravsimas, y muchos sacerdotes, despus de ser sometidos a proceso, fueron
condenados, unos a la crcel y otros al destierro. Oponanse los obispos a la
invasin de la inmoralidad y la irreligin y, por sus justas quejas, algunos
fueron encarcelados y otros condenados a domicilio forzoso y vigilado en
alguna de sus quintas.
El cardenal Corsi, arzobispo de Pisa, que protest contra los vejmenes, a
que el gobierno someta al clero, fue conducido a Turn, acompaado de un
capitn de carabineros, por orden de Cavour. Lleg a la estacin el 21 de mayo
a las diez de la noche. All lo entregaron al abate Vacchetta, que lo llev en
coche a los lazaristas, los cuales le recibieron con gran veneracin y le
hospedaron con todo gnero de cordiales atenciones.
El da 22 fue acompaado por el abate Vacchetta al despacho del Ministro de
Gracia y Justicia, Juan B. Cassinis, que lo esperaba para darle una severa
reprimenda. El Cardenal no dej escapar una palabra que pudiera ofender a
nadie durante el tiempo de su encarcelamiento, que dur dos meses;
respondi en los interrogatorios de sus jueces como el divino Salvador, a saber,
callando casi siempre. Haba dicho al Abate carcelero:
-Yo no me defender, no acusar a nadie, pero tampoco pedir perdn. De lo
que yo hice, slo debo dar cuenta a Dios, a quien tendrn que darla tambin
vuestros ministros. Ellos podrn hacer de mi cuerpo lo que quieran, pero no
conturbarn mi espritu.
((533)) Al mismo abate Vacchetta, que le autorizaba para visitar Turn y sus
alrededores, contest:
-Soy prisionero y me portar como tal.
Y, siempre tranquilo y alegre, no sali nunca a ninguna parte sino cediendo a
los apremios de la fuerza. Reciba a los que iban a visitarle con la afabilidad de
un padre afectuoso. Don Bosco acudi la noche de su llegada y sostuvo un
coloquio de dos horas con Su Eminencia. Contle el Cardenal toda la historia
de su captura y cmo al acercarse a Turn recit con el Secretario el Tedum
para dar gracias a Dios por haberlo considerado digno de padecer algo por su
nombre y por su fe.
Don Bosco qued encantado de tanta fortaleza de nimo y se despidi
despus de haber conseguido de l la promesa de que ira al Oratorio para
impartir la bendicin.
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Nos fueron muy gratas tu carta fechada a 13 del prximo pasado mes de
abril y la otra que nos enviaste, escrita por esos tus jvenes alumnos. Puesto
que por ellas hemos podido conocer cul y cun grande es en ti y en los
mismos jvenes la fidelidad, amor y obsequio filial para con Nos y con esta
Ctedra de Pedro y cun agudo el dolor y el luto por los inicuos y sacrlegos
atentados contra Nuestro principado civil y el de esta Sede Apostlica,
cometidos por hombres que, haciendo fiersima guerra a la Iglesia Catlica y a
la misma Sede, no tienen reparo en conculcar todo derecho divino y humano.
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Dilecte Fili, salutem et apostolicam benedictionem. Gratae Nobis fuere tum litterae, a Te die 13 proximi mensis
Aprilis datae, tum aliae, quas Nobis scripserunt isti juvenes Tuae institutioni traditi, quasque ad Nos misisti. Namque ex
iisdem litteris novimus quae quantaque sit Filialis tua et eorumdem juvenum erga Nos, et hanc Petri Cathedram fides,
pietas et observantia et quam acerbus tuus et illorum dolor ac luctus propter nequissimos sacrilegosque ausus contra
civilem Nostrum, et huius Apostolicae Sedis principatum, ab iis hominibus admissos qui acerrimum catholicae
Ecclesiae, eidemque Sedi bellum inferentes, jura omnia divina et humana conculcare non dubitant. Equidem hujusmodi
egregii Tui, et eorumdem juvenum sensus omni certe laude digni non leve nobis attulerunt solatium inter maximas,
quibus premimur, amaritudines. Optamus autem vehementer ut pergas cum eisdem juvenibus ferventissima diviti in
misericordia Deo sine intermissione fundere preces, ut ab Ecclesia sua sancta tot tantasque avertat calamitates, eamque
novis ac splendidioribus ubique terrarum exornet et augeat triumphis, Nosque adiuvet et consoletur in omni tribulatione
Nostra. Dum autem debitas Tibi, iisdemque juvenibus agimus gratias pro munere ad Nos misso, caelestium omnium
munerum auspicem, et praecipue Paternae Nostrae charitatis testem Apostolicam Benedictionem intimo cordis affectu
Tibi et commemoratis juvenibus peramanter impertimus.
Datum. Romae apud S. Petrum die 21 Maii Anno 1860.
Pontificatus Nostri Anno Decimoquarto.
PIUS. PP. IX.
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Con toda verdad, estos tus nobles sentimientos y los de los mismos jvenes,
dignos ciertamente de todo elogio, fueron para Nos causa de mucho consuelo
en medio de las grandsimas amarguras que nos oprimen. Y deseamos
ardientemente que sigas elevando sin descanso con los mismos jvenes
fervientes plegarias a Dios, rico en misericordia, para que aleje tantas y tan
graves calamidades de su Santa Iglesia y adorne y ensalce con nuevos y ms
esplndidos triunfos por todo el mundo y Nos ayude y consuele en todas
nuestras tribulaciones. Y mientras os damos a ti y a los mismos jvenes las
merecidas gracias por el regalo que Nos has enviado, de todo corazn y con la
mayor benevolencia impartimos para Ti y para dichos jvenes la Bendicin
apostlica, como presagio de todo favor celestial y particular testimonio de
Nuestro Paternal afecto.
Dado en Roma junto a San Pedro el da 21 de mayo de 1860
Ao dcimo cuarto de nuestro Pontificado.
PIO IX, Papa
((535)) En el Oratorio se rezaba y se trabajaba por la Iglesia.
La Lectura Catlica preparada para junio se titulaba: Alejo o el joven artista,
ms algunos hechos edificantes. Es la historia de un pintor, excelente catlico y
amantsimo de sus padres; en ella se cumple la promesa del cuarto
mandamiento: Honra al padre y a la madre y tendrs larga vida en la tierra.
Los hechos edificantes son:
1. Dos gracias sealadas de Mara Santsima; la primera de ellas es una
conversin del protestantismo.
2. La propia fe no se vende, es decir, una familia pobre renuncia a una
cuantiosa herencia antes que hacerse protestante.
3. Un labrador chino pasa por toda clase de privaciones y economiza dos mil
escudos para levantar una iglesia en su aldea.
4. Un episodio del ao 1797, es decir, el herosmo de unas monjas, ((536))
que prefieren la muerte antes que prestar el juramento cismtico.
Para el mes de julio se estaba componiendo el opsculo: La fiel observancia de
los mandamientos de la Iglesia con ejemplos apropiados para cada precepto.
En la portada se lee: Si Ecclesiam non audierit sit tibi sicut ethnicus et
publicanus (Mat. 18. 17): (Y si ni a la comunidad hace caso, considralo ya
como al gentil y al publicano). En estas pginas se llama la atencin sobre el
espritu de insubordinacin nacin que reina en los pueblos; se demuestra que
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Nos repeta monseor Cagliero: Yo, que viv a su lado tantos aos, siempre
observ en l una rara imperturbabilidad y grandeza de nimo para comenzar
y mantener en medio de mil contradicciones sus muchas empresas para la
gloria de Dios y salvacin de las almas. No perda nunca la calma habitual, ni la
dulzura y la serenidad de su mente y de su corazn frente a las ms graves
calumnias, punzantes ingratitudes, agobiadores trabajos y quehaceres,
repetidos ataques a su persona y a su Congregacin. Nos deca a menudo: Est
Deus in Israel! (Est Dios en Israel!) Nada te turbe!
Advertiremos tambin con don Francisco Cerruti: Pareca an ms brillante
su heroica fortaleza en las penas morales y fsicas, ms o menos graves, que le
acompaaron durante toda su vida. Era algo admirable y de gran consuelo
para nosotros verle tranquilo y sonrente en medio de los mayores disgustos,
las ms amargas humillaciones, los ms grandes trabajos; se mantena firme y
constante hasta en los momentos en que Dios lo someta a pruebas
inesperadas o pareca que le iban faltando los socorros de la caridad pblica.
Era un milagro que no sucumbiera, y es algo que no s explicar sin reconocer
la intervencin de la divina Providencia.
De semejante fortaleza, que es el complemento de todas las virtudes, puesto
que no se llega a tal grado de herosmo si no es a fuerza de mortificaciones y
de una constante conformidad con el querer de Dios, daba l tambin aquel
ao una esplndida prueba. Su inmenso amor al Sumo Pontfice, que era como
su segunda vida; iba a ser ocasin de gran peligro para su obra.
Pero antes de narrar los hechos, haremos observar que en don ((539)) Bosco
se unan en sumo grado la justicia y la prudencia a la virtud de la fortaleza. En
aquellos tiempos tan difciles supo comportarse de tal modo que cumpli
siempre y por doquiera su deber de sacerdote y de catlico sin faltar a las
necesarias atenciones con la autoridad constituida: saba distinguir entre sta
y los hombres que la ejercen. Pueden los hombres abusar de ella, pero de este
abuso no se sigue, como legtima consecuencia, que est permitido despreciar
a la autoridad misma y que sea lcita a los sbditos la revolucin.
San Pedro, primer Papa, escribi en su carta dirigida a los Hebreos de Asia
Menor, convertidos a la fe de Jesucristo: Sed sumisos, a causa del Seor, sea
al rey como soberano, sea a los gobernantes, como enviados por l... Honrad a
todos, amad a los hermanos, temed a Dios, honrad al Rey 48. Y el rey de
aquellos aos era Nern!
Estos eran los principios que don Bosco segua y a pesar de las muchas
oposiciones que tuvo de las autoridades civiles, siempre les fue sumiso en todo
lo que no iba contra la ley de Dios y de la Iglesia. Cuando se le presentaba
ocasin, recomendaba obediencia y respeto a los gobernantes. Nunca dejaba
escapar una palabra de desprecio contra ellos, e impona a sus colaboradores
la misma atencin. Sola invitar a los gobernadores de la ciudad y a los
alcaldes a que visitaran el Oratorio y siempre los reciba con muestras de gran
respeto.
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1. a Timoteo, II.2.
Salmos, XVII, 4.
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((549)) consecuencias de sus rdenes. Eran casi siempre sus subalternos los
que llevaban a extremos desmedidos sus indignos vejmenes.
Estos son siempre los ms trapisondistas, alardean de celosos esperando
progresar en su carrera; les importa poco aplastar a un hombre; a menudo
desfiguran los hechos para dar prueba de imparcialidad: quieren que se alabe
su circunspeccin; so pretexto de que no son ellos quienes hicieron las leyes o
dieron las rdenes, se muestran inflexibles y, a veces, groseros. Por el
contrario, los Jefes, ya sea porque no hay superior alguno a quien rendir
cuentas de su gestin, ya sea porque no tienen nada que esperar, pues han
alcanzado la meta apetecida, ya sea tambin por la popularidad que desean y
ambicionan para mantenerse en su puesto, el amor a la paz necesaria para
disfrutar de su posicin, a veces el regusto de verse alabados y de que se
acuda a ellos con confianza en su lealtad ms o menos verdadera, el
pensamiento de que un da pueden necesitar del peticionario o de la
corporacin a la que pertenece, la educacin que han recibido, el buen nombre
y estimacin que desean conquistar, el respeto humano, la bondad natural, la
urbanidad, hacen que se muestren mucho ms humanos, razonables y flexibles
que sus subalternos, y cuando la justicia es evidente puede haber esperanza
de obtenerla. Desde luego es necesario, por amor a Jesucristo, no tener miedo
a las humillaciones.
As, pues, nosotros, visitndolos y razonando con ellos, alcanzaremos mucho
ms con pocas palabras que con muchas pginas elegante y sabiamente
escritas.
Siguiendo esta regla se podr dar razn de nuestro proceder, ya sea en lo
hecho, ya ses en lo por hacer, pues la explicacin personal de nuestras buenas
intenciones aminora mucho y a menudo disipa las siniestras ideas que pueden
haberse formado en la mente de algunos. Este proceder es muy conciliador y
no pocas veces hace benvolos a los adversarios. Y esto no es ms que la
recomendacin del Espritu Santo: Responsio mollis frangit iram (la blanda
respuesta quebranta la ira).
En segundo lugar, sirvan estas pginas de advertencia para mantenernos
estrictamente ajenos a la poltica, aun cuando se presenta con capa de bien.
Pero en todo caso, en toda circunstancia difcil acdase a la oracin, rcense de
corazn frecuentes jaculatorias para alcanzar de Dios luces y favor, y despus
declrese con franqueza la verdad y contstese a las autoridades con respeto,
pero con claridad y firmeza a todas sus preguntas. Ms an, cuando se nos
conceda la oportunidad ((550)) de hablar, aprovechmonos de ella para llevar
la conversacin a cosas que puedan justificar nuestras acciones. Y al tratar con
personas del mundo, es preciso aludir en seguida a los motivos religiosos y
poner de relieve con preferencia la honestidad de las acciones y de las
personas y las obras que el mundo llama filantropa, pero que nuestra santa
religin llama caridad.
Aydenos Dios a superar las dificultades que por desgracia son inevitables en
este mundo, el cual, en frase del Evangelio, est todo l inmerso en el mal.
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-No!
-Entonces, quin les autoriza para hacer esta visita fiscal?
-Las autoridades no necesitan autorizacin de nadie.
-Perdonen, seores. Creo que ustedes son personas de bien, pero podra
estar equivocado. Mientras no me presenten su mandato, con los lmites del
mismo, ((555)) no tengo por qu recibirles a ustedes en mi despacho, ni en
ningn otro lugar de esta casa... y sabr defenderme.
-Cmo! Se atrevera a rebelarse contra la autoridad?
-Soy un sbdito fiel; respeto la autoridad y la hago respetar a los dems;
pero no quiero abusos.
-Aqu no hay abusos. Quiere usted obligarnos a hacer uso de la fuerza?
-Se guardarn muy mucho de emplear la fuerza en mi casa. La Constitucin
garantiza la inviolabilidad del domicilio a los ciudadanos pacficos y yo
considerara como violacin de domicilio cualquier violencia que se me hiciese
y presentara querella contra la misma.
El Delegado y sus dos secuaces se miraron entre s. No haban llevado
consigo ningn mandato, pensando que bastara su presencia para atemorizar
a un pobre cura y forzarlo a hacer todo lo que ellos quisieran. O tal vez
tambin, con toda intencin y obedeciendo instrucciones recibidas, haban
dejado el mandato en la oficina del Jefe de Polica.
-Entonces, replicaron aquellos seores, no cree don Bosco en nuestras
palabras?
-Yo no digo que no crea; slo digo que si ustedes quieren entrar en mi casa,
han de presentarme el mandato.
Mientras duraba este altercado entre don Bosco y aquellos seores, se
desparramaron por el patio y las escaleras dieciocho guardias de la seguridad
pblica, uniformados unos y disfrazados otros y un grupo de ellos se qued de
centinela, fuera del Oratorio, impidiendo la entrada a los extraos. Pareca que
la polica hubiese confundido una pobre casa de huerfanitos con una fortaleza
de austriacos, que hubiese de tomarse al asalto.
El delegado Grasso, impaciente por el largo coloquio o tal vez para
atemorizar a don Bosco, mand que se acercaran algunos policas y despus
en tono elevado y severo replic:
-Nos acompaa, pues, a su despacho?
((556)) -No puedo hacerlo y no lo har hasta que no me hayan mostrado
quin los manda, con qu autoridad y por qu motivo. Y gurdense mucho de
389
pasar a los hechos, porque en tal caso gritar: ladrones, ladrones!, por todo el
Oratorio; har tocar a rebato, llamar a mis queridos muchachos y vecinos en
mi ayuda y considerndoles a ustedes como agresores y violadores del
domicilio ajeno, les obligar a alejarse de aqu para su dao. Verdad es que
ustedes podrn intentar llevarme preso, pero en tal caso cometern una accin
reprobable ante Dios y ante los hombres.
Habl manteniendo siempre su calma e igualdad de nimo. Cuando termin,
se le acerc un guardia para ponerle las manos encima, pero como Ta y
Grasselli reflexionaron finalmente, que era justo lo que don Bosco peda, el
delegado entr en razn y se lo impidi replicando:
-Por cuanto sea posible, hagamos las cosas sin litigios.
Dijo despus a uno de sus colegas:
-Vaya usted por el decreto que hemos olvidado en el despacho del jefe.
Sali en seguida aquel abogado, pero pas una media hora larga antes de
volver.
Durante aquel rato termin don Bosco el coloquio con el muchacho
recomendado y con la madre, que no se haba movido de all, asombrados ante
la inesperada discusin que haban contemplado y cuyo alcance ignoraban.
Don Bosco, por su parte, no saba cmo compaginar la recomendacin del
Ministro, aunque prevista, con un mandamiento de registro y amenaza de
arresto por parte del Gobierno. Era aquello un acto de hipocresa? Era una
trampa? O bien haba sido dictado el decreto por una autoridad subalterna y
sin conocimiento del Ministro de Gobernacin?
De todos modos don Bosco, despus de tratar con la madre de algunas
condiciones para la aceptacin, no dud ni un momento ((557)) en admitir
definitivamente al pobre muchacho entre sus alumnos dicindole:
-Hijo mo, te quedas aqu conmigo y comers el pan de don Bosco.
Sintise feliz de que la divina Providencia le ofreciese la ocasin de devolver
bien por mal a los que, en lugar de agradecerle lo que haca para reducir el
nmero de golfillos, y dar a la sociedad ciudadanos cultos y honrados, se lo
pagaban con actos hostiles, tratndole como a un conspirador y perturbador
del orden pblico.
Entretanto los alumnos, despus de sonar las dos de la tarde, se haban
retirado a sus respectivas aulas y talleres. Pero algunos que se quedaron en el
patio o salieron fuera de los locales de trabajo o de estudio, no tardaron en
darse cuenta de que algo grave poda suceder; bastaba para convencerse de
ello la presencia de tantos guardias, que parecan estar al acecho para cazar
un ladrn o un asesino. As, pues, como la plvora, corri por todas partes la
voz de que queran llevarse a don Bosco preso; efectivamente, haba un coche
a la puerta esperando. La voz sembr la alarma y la consternacin por toda la
390
casa: los muchachos no queran seguir en las aulas ni en los talleres; y unos a
voz en grito, otros llorando, pedan salir para defender al propio padre e ir con
l a la crcel. Fue tan conmovedora la escena durante algunos instantes que,
an hoy, los antiguos alumnos que la presenciaron no pueden contener las
lgrimas al recordarla. Cost mucho trabajo a profesores y jefes de taller
contenerlos y persuadirlos de que no haba ningn peligro para don Bosco y
que de haberlo, ellos mismos los avisaran y guiaran a su defensa. Tuvo que
acudir el clrigo Juan Cagliero a exhortar a unos y otros para que estuvieran
tranquilos y recomendar a todos que rezaran.
Con todo se concedi la salida a algunos de los mayores, ((558)) los cuales
se acercaron a don Bosco y uno le pregunt en voz baja:
-Permite que nos deshagamos de esa gentuza?
-No, respondi l, os prohbo toda palabra, todo gesto que pueda ofender a
nadie. No tengis ningn temor; yo lo arreglar todo; vosotros id en hora
buena a cumplir con vuestros deberes y animad a vuestros compaeros a que
estn tranquilos.
Sin estas palabras de prudencia y de paz, aquella tarde hubiera sucedido
algn desastre, pues reinaba tal acaloramiento en aquellos corazones juveniles
que se habran dejado descuartizar para defender a don Bosco.
Angustiadsimo estaba tambin el querido prefecto don Vctor Alasonatti,
brazo derecho de don Bosco. Tema su encarcelamiento y el de los alumnos; y
explicaba el motivo.
-Entre tantas cartas, deca, como don Bosco recibe en estos das, puede que
alguna trate de poltica contraria al Gobierno, y repruebe la anexin de la
Romaa52. Un escrito de esta ndole, an cuando no hubiese salido de su
pluma, les bastara, sin embargo, a stos en esta ocasin de pretexto para
emplear la violencia contra l. Pobre de m, si sucediera semejante desgracia!
Qu puedo hacer yo en esta casa sin don Bosco? Sera mejor que me
encarcelaran a m.
Al decir esto enternecase el digno sacerdote hasta verter lgrimas y
propona ir l a la crcel en lugar de don Bosco.
Los guardias, entre tanto, haban subido a las distintas plantas de la casa y
se haban situado frente a las puertas de los rellanos, en los ngulos de los
corredores, ante las puertas de los servicios. Vigilaban aqu especialmente
para impedir que echaran cartas a la cloaca. Esto dio ocasin a escenas y
dilogos molestos y ridculos, cuando alguien quera entrar y el guardia
pretenda ((559)) impedirlo. Otros guardias se acercaban a los corros que se
haban formado en el patio, sin perder de vista a don Bosco. Cacheaban
minuciosamente a los muchachos que entraban en casa a su vuelta del trabajo
52
Regin que formaba parte de los Estados Pontificios. (N. del T.)
391
en la ciudad y a los que salan para algn recado, hurgando en sus bolsillos y
hasta hacindoles quitarse los zapatos.
Lleg por fin el enviado en busca del decreto; y entonces el Delegado, bien
ceido el fajn policaco y cercado de cinco guardias, dijo con voz bronca y
solemne:
-En nombre de la ley ordeno el registro domiciliario al sacerdote Juan Bosco.
Dicho esto, dile a leer el famoso decreto por el que se ordenaba tambin el
registro al cannigo Ortalda, al sacerdote Jos Cafasso y al conde Cays. Los
dos primeros lo tendran unos das despus y el tercero lo sufra ms tarde en
febrero de 1862. Tal vez, para no dar a conocer a don Bosco estas rdenes, el
Delegado haba dejado en su oficina el famoso decreto.
La parte concerniente a don Bosco estaba redactada en los trminos
siguientes: Por orden del Ministerio de Gobernacin procdase a un diligente
registro en casa del telogo Juan Bosco, y hganse minuciosas investigaciones
por todos los rincones del edificio. Es sospechoso de comprometedoras
relaciones con los jesuitas, con el arzobispo Fransoni y con la Corte Pontificia.
Si se se encuentra algo que pueda interesar gravemente a los fines fiscales,
procdase al inmediato arresto de la persona registrada.
Ledas estas palabras y devuelto el escrito, replic don Bosco:
-As las cosas, les permito ejercer su autoridad, porque se me impone por la
fuerza. Vamos, pues, a mi despacho: advierto, sin embargo, que an podra
oponer resistencia legal, porque en la orden de registro est equivocada la
calificacin de la persona y dice:
((560)) Diligente registro en casa del telogo Juan Bosco. Seores, yo no soy
telogo y hay otro sacerdote en Turn que lleva mi mismo apellido y es doctor
en teologa.
En aquel instante lleg el Jefe de la Polica, juez Chiappusso, informado quiz
de las dificultades que opona don Bosco a la ejecucin de las rdenes de la
Superioridad y al or las ltimas palabras, exclam:
-Entonces; tenemos que recitificar antes los ttulos? Vaya! Procdase al
momento!
Subieron todos hasta la puerta de la habitacin de don Bosco, seguidos por
tres guardias.
Sobre el dintel de la puerta, que daba acceso a la biblioteca estaban escritas
las palabras: Alabados sean por siempre los Santsimos Nombres de Jess y
Mara. Al llegar all, el abogado Ta las ley en son de burla; y don Bosco,
parndose, aadi: Y sea por siempre alabado; pero antes de concluir la
jaculatoria, que acostumbraba cantarse entre nosotros, y que tambin
campeaba sobre el dintel de la puerta contigua que daba a la habitacin,
392
-Seores, hagan con plena libertad lo que tienen que hacer; yo despachar
mi correspondencia; as no perderemos tiempo.
Y se sent al escritorio para contestar algunas cartas, cuya respuesta estaba
en retraso. Al ver esto, djole el abogado Grasselli:
-Usted, no puede escribir nada sin nuestra revisin.
-Son ustedes muy dueos, replic don Bosco; vean en hora buena y lean lo
que yo escribo.
As, pues, l escriba y los cinco lean, uno tras otro, sus cartas.
Pero suceda que, antes de que una hubiera sido leda por todos, l, ya tena
otra preparadita para presentar a revisin; por lo que hubo de decir el
Delegado:
((565)) -Qu estamos haciendo? Perdemos el tiempo leyendo las cartas que
don Bosco escribe y no atendemos al trabajo para el que hemos venido. Vamos
a aguardar hasta que don Bosco acabe de despachar su correspondencia? No
es tan necio como para escribir ante nuestras narices lo que puede ser materia
de acusacin contra l. Vamos, pues, a hacer lo siguiente: que uno lea las
cartas y los dems sigan el registro.
Y as lo hicieron.
Aqu ocurrieron algunos episodios que sirvieron para levantar los nimos y
convertir en comedia lo que tena visos de tragedia. Al querer abrir un cajn lo
encontraron cerrado con llave:
-Qu hay aqu?, preguntaron apresuradamente.
-Cosas confidenciales, cosas secretas, contest don Bosco desde su
escritorio; no quiero que nadie se entere.
-Qu confidencias, ni qu secretos! Venga en seguida a abrir.
-De ninguna manera. Todo el mundo tiene derecho a guardar escondido algo
que puede honrarle o difamarle; as que les ruego que pasen a otra cosa;
respeten los secretos de familia.
-Qu secretos, ni qu nio muerto! Venga a abrir o rompemos el cajn.
-Puesto que amenazan con la fuerza, yo cedo y les complazco.
Levantse don Bosco y fue a abrir la cerradura. Volvi despus al escritorio,
dejndoles que lo examinasen a su gusto. Los cinco inquisidores, seguros de
que haban dado con el cuerpo del delito, corrieron ansiosos a rodear el cajn
como si temiesen que se les escapara. Abrieron sus ojos y vieron un paquete
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397
-Es idntica.
-Es una traduccin.
-Pero va acompaada del texto autntico.
-Veamos, replic el abogado Grasselli; y se puso a cotejar, rengln por
rengln, palabra por palabra. Cuando vio que el impreso estaba conforme con
el original, concluy:
-Para nosotros es mejor tener esta copia, en la que hay latn e italiano, que
es ms fcil de entender.
Y se conformaron con el impreso, dejando el original manuscrito que don
Bosco guardaba como precioso recuerdo.
Despus de remover todos los papeles, se obstinaron aquellos seores en
encontrar, a toda costa, algo que pudiera interesar a la fiscala para
vanagloriarse de ello ante sus jefes, y se dedicaron a buscar en el cuarto
contiguo, destinado a biblioteca. Empezaron, pues, a sacar libros, queriendo
hojearlos todos para asegurarse de que no contenan documentos. Levantse
una polvareda regular. Entonces don Bosco dej la silla donde haba estado
sentado hasta entonces, teniendo escondido bajo el pie aquel telegrama, que
ya estaba cubierto con el polvo que formaban los ladrillos del pavimento. Entr
en la biblioteca y exclam.
-Bravo, seores!, les agradezco que hayan desempolvado mis libros. Hace
mucho que no he podido cumplir este trabajo por mis muchas ocupaciones.
Quin sabe cuntos meses y quiz aos hubiera tenido que esperar mi
biblioteca esta limpieza, de no haber sido por su bondad que los ha movido a
tomarse esa molestia.
Mordironse los labios los inquisidores, disimulando la pulla que les escoca.
Pero la franqueza de don Bosco los dominaba. Uno de ellos haba encontrado
un papel en el que estaba escrita esta sentencia tal vez demasiado ((568))
clerical: en todo tiempo, cuando se quiso destruir la religin, se comenz por
perseguir a sus ministros. Ya se estaban alegrando de este descubrimiento,
cuando he aqu que uno ley al pie de ella las dos palabras Marco Aurelio; y
pregunt al compaero:
-Sabes t quin es Marco Aurelio?
No obtuvo contestacin, y murmuraban entre ellos:
-Marco Aurelio, Marco Aurelio!
-Si quieren ustedes ver el tomo de donde est sacada esta sentencia, ah lo
tienen, dijo don Bosco sealndolo.
Uno de ellos agarr el tomo y leyendo dijo:
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-Son libros de los jesuitas, que no les interesan a ustedes para nada;
djenlos y pasen a otra cosa.
-Libros de los jesuitas! Exclam el otro; todos secuestrados!
-No, objet el Delegado, son demasiado gruesos y se necesitara un mulo
para llevarlos; vase antes su contenido.
Aqul, para no dar a entender que no saba leer en los libros voluminosos,
abri el tomo que tena entre las manos y estuvo leyendo durante casi una
media hora. Al fin dijo:
-Al diablo con estos libros y quien los escribi! No se entiende ni jota; estn
todos en latn. Si yo fuera rey, abolira el latn y prohibira imprimir libros de
esta lengua. En conclusin, qu contienen estos volmenes? De qu tratan?
-Son las vidas de los Santos. Ese que usted lee, respondi don Bosco,
contiene la vida de san Simn Estilita. Oigan todos un instante: ((572)) este
hombre extraordinario, horrorizado ante el pensamiento del infierno, pensando
que no tena ms que una sola alma y temiendo perderla, dej la patria, los
parientes y amigos y fue a hacer una vida santa en el desierto.
Subise despus a una columna y sobre ella vivi muchos aos, gritando
siempre contra esos hombres del mundo, que slo piensan en gozar, sin hacer
caso de las penas eternas, que estn preparadas en la otra vida para los que
viven mal en la tierra.
Y, hojeando aquel volumen, prosigui:
-Trata tambin, vanlo ustedes, de otras buenas personas, que por no ir a
vivir con el diablo, obedecieron las leyes de Dios y de la Iglesia. Fjense en este
santo, y sealaba la portada de la pgina: este santo se confesaba una vez a la
semana. Este otro, y mostraba el principio de otro captulo, se confesaba dos
veces por semana. Este otro, se confesaba cada da y ste que viene a
continuacin...
-Basta, basta, don Bosco!...
-Basta, si quieren! Pero adviertan que todos sos cuyas gestas se leen en
estos libros, cumplieron con Pascua cada ao, como supongo harn tambin
ustedes, seores mos.
Al or este disparo a quemarropa, aquellos buenos seores contestaron:
-Claro, claro...! No faltaba ms...! Qu diantre! No vaya usted a creer que
nosotros... seguro!
Y los Bolandistas volvieron a ser colocados en su sitio.
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403
acull veanse grupos que conversaban entre temores y esperanzas; otros iban
y venan a la iglesia para rezar por el feliz resultado de la cuestin; todos, en
fin, estaban ansiosos por ver el desenlace de aquel asunto tan fastidioso que
los llevaba de cabeza. Cuando vieron a Buzzetti con una bandeja en la mano,
vasos y botella, abrise su corazn a la esperanza y dieron seales de alegra
pensando que ya no haba peligro para don Bosco.
Los indagadores, convencidos por fin de que don Bosco no era hombre tal
como para inspirar temores al Gobierno, al ver la bondad y cortesa que usaba
con ellos, en el mismo momento en que cumplan un encargo antipatiqusimo
contra l, acabaron por concebir aprecio y admiracin en su favor; dironle
gracias y bebieron todos juntos alegremente, brindando a su salud.
Este rasgo de caridad, las bromas anteriores y las amables palabras que de
vez en cuando les haba dirigido, haban hecho ((577)) que don Bosco se
aduease en cierto modo del corazn de sus pesquisidores; y as, despus de
beber, les hizo notar que haba llegado la hora en que, como todos los sbados,
l deba ir a confesar. Les rog, pues, que dejasen subir a los muchachos a la
habitacin como solan, o empezaran ellos a hacer su propia confesin.
-Yo lo necesito, dijo uno.
-Yo tambin, replic otro.
-Y yo ms que ninguno, concluy el abogado Grasselli.
-Entonces, dijo don Bosco, empecemos.
-Si hiciramos esto, observ el Delegado, qu diran los peridicos?
-Y si vais al infierno, repiti don Bosco, irn acaso a sacaros los peridicos y
los periodistas?
-Tiene usted razn, pero... basta caramba! Otro da... otro da...
Mientras tanto, entre una cosa y otra, sonaron las seis de la tarde.
Haban rebuscado por todos los rincones de la habitacin de don Bosco y de la
contigua biblioteca, pero sus pesquisas haban resultado intiles. Aquellos
hombres ya tenan hambre. Don Bosco reciba llamadas insistentes de unos y
de otros de la casa para un sinfn de asuntos de la familia; a ms, los
muchachos que solan confesarse con l queran entrar en la habitacin y
empezaban a porfiar con los guardias que no los dejaban pasar. En vista de lo
cual los del tribunal mandaron a los guardias retirarse de los puestos donde
haban sido colocados y determinaron llegar a una transaccin y concluir aquel
negocio marchndose del Oratorio, pero don Bosco se opuso.
-Levanten acta de lo realizado, les dijo, y despus pueden marcharse.
-La haremos en la oficina, contest el Delegado.
405
El 26 de mayo del ao 1860, en Turn, en casa del muy reverendo don Juan
Bosco, propietario de un internado de muchachos aprendices y estudiantes,
situado en la calle Cottolengo.
En cumplimiento de la respetable ordenanza de hoy, dictada por el
ilustrsimo seor Jefe de Polica de Turn, abogado Chiapuzzi, por la que se
mandaba proceder a una minuciosa inspeccin domiciliaria en dicha casa,
nosotros los abajo firmantes Sabino Grasso, delegado de Polica, Esteban Ta,
abogado, y Antonio Grasselli, abogado, inspectores, el primero de la zona
Borgo Dora y el otro de la de Moncenisio, y con la escolta de guardias de
seguridad, nos hemos presentado en la susodicha localidad, donde, llegados
ante la presencia del citado sacerdote don Juan Bosco, se notific al mismo la
finalidad de la visita y despus, en consecuencia, se pas con su concurso a
una diligente inspeccin de todos los rincones, escondrijos, papeles y libros
existentes de las dos estancias que sirven de habitacin del mismo; pero, pese
a las ms minuciosas pesquisas, no se encontr nada que pueda interesar a los
fines fiscales.
De cuya operacin se da cuenta con la presente acta, que para su
confirmacin fue firmada por todos los que intervinieron, anotando que se
entreg una copia exacta al ya mencionado sacerdote, a peticin del mismo.
Firman: SABINO GRASSO, delegado -ESTEBAN TUA, abogado inspector
-ANTONIO GRASSELLI, abogado inspector.
((579)) Hacia las seis y media se marchaban del Oratorio los famosos
inspectores, llevando consigo a la Direccin General de Seguridad el original de
la declaracin; y los guardias levantaban el asedio.
406
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La gente que iba y vena por la calle se paraba maravillada mirando a don
Bosco, a quien todos crean encarcelado.
Efectivamente, iba don Bosco por la ciudad, acompaado del joven estudiane
Juan Garino, y al llegar al comienzo de la entonces calle de san Mauricio,
entrando por la calle de santa Teresa, oy a los vendedores de peridicos que
gritaban:
-Don Bosco en la crcel: a cinco cntimos el ejemplar.
Era una hojita impresa por sus dos caras. Todos la compraban por la
curiosidad de leer la gran noticia. Dio don Bosco dos ((582)) perras chicas a
Garino para comprar dos ejemplares y rise con todas sus ganas. A buen
seguro que el vendedor andaba muy lejos de sospechar que el comprador era
el mismsimo don Bosco.
Esparcise la noticia de la inspeccin en el Oratorio por la ciudad, y se
organiz en seguida una procesin de personas de toda clase y condicin,
eclesisticos y seglares, nobles y plebeyos, que iban al Oratorio para visitar a
don Bosco y condolerse con l de la afrenta recibida, y felicitarle por el fracaso
de la trama. Uno de los primeros fue el Marqus de Fassati. La numerossima
afluencia de visitantes se prolong durante varios das. Todos emitan juicios
muy severos contra los que haban ordenado aquel acto ilegal.
El martes, veintinueve de mayo, apareci en el diario Armona el siguiente
artculo:
Un registro en el Oratorio de San Francisco de Sales.
No pasa da sin que, en esta bendita tierra de la libertad, no tengamos que
registrar el arresto de obispos o cardenales, el procesamiento o
encarcelamiento de prrocos, cannigos o simples sacerdotes, o, por fin, algn
registro domiciliario.
El sbado, a las dos de la tarde, tocle la vez al gran conspirador, el
sacerdote Juan Bosco, el cual, como todos saben, conspira dando amparo a la
miseria, asilando y educando a los hijos de los pobres obreros, y desgastando
sus fuerzas en el ejercicio de la caridad y en el ministerio sacerdotal.
Imagin el fisco que en el Oratorio de San Francisco de Sales iba a encontrar
papeles que interesaran a las cuestiones fiscales. Y envi una cuadrilla de
alguaciles, capitaneados por un delegado de la seguridad pblica y dos
abogados inspectores, con la orden de proceder a un minucioso registro
domiciliario.
Estaba precisamente don Bosco gestionando la aceptacin de un pobre
muchacho, recomendado por el ministro, cuando lleg la inesperada visita.
Recibi con su acostumbrada afabilidad a los encargados de la ((583)) fuerza
pblica y, aunque haba mucho que decir sobre la legalidad de la orden, sin
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embargo, despleg de par en par ante sus ojos los papeles y las cartas que
haba en su habitacin.
El registro dur desde las dos hasta ms all de las seis de la tarde y el
sacerdote Bosco, que a aquella hora tena que ponerse a confesar por ser
sbado y vspera de Pentecosts, se vio obligado a atender las operaciones de
la polica. Y asisti a ellas con la jovialidad que es hija de la conciencia
tranquila, tratando de sacar fruto de aquellas horas de ocio involuntario con
alguna consideracin oportuna y cristiana, reflexin que hizo a los policas, y
demostrando a los abogados no ser muy gloriosa la empresa a que se
dedicaban.
Huelga decir que fueron intiles los ms minuciosos registros. No son los
sacerdotes los que conspiran, lo saben muy bien los ministros. Algo dieron que
pensar a los guardias dos papeles de entre los muchos de don Bosco. En uno
se encontraba una mxima demasiado clerical. Pero se lleg a descubrir que
era de Marco Aurelio. El otro era un Breve del Papa al sacerdote Bosco, pero
result que aquel Breve ya haba sido publicado por la prensa.
Pasadas las seis, la polica abandon el Oratorio de San Francisco de Sales,
entregando a su Director la siguiente declaracin.
410
-La inspeccin dio ocasin a los peridicos, amigos y enemigos, para hablar
de nosotros y de nuestras obras. He aqu, pues, un momento oportuno para
ampliarlas. Con estas molestias ha querido el Seor que el mundo nos
conozca; aprovechmoslas. Han intentado los enemigos cerrar el Oratorio; la
causa principal de tantos fastidios fueron las delaciones de cierto sujeto, que
ha sido muy favorecido por esta casa y que, sin embargo, quiso aparentar
desaprensin en asuntos de religin con tal de alcanzar un ascenso en su
carrera; y nosotros maana vamos a proceder a la adquisicin de los locales
contiguos de la seora Ganna, viuda de Filippi. El gasto ser de ochenta mil
liras. Estad tranquilos, el prximo ao tendremos un gran nmero de alumnos.
Atestiguan haberle odo decir estas palabras, don Miguel Ra, don Angel
Savio y otros.
En efecto, Dios haba abierto el camino a don Bosco para llegar a esta meta.
Al este del Oratorio haba un edificio destinado a la sazn a fbrica de seda,
propiedad del hijo de la viuda de Filippi. Con la intencin de verse libre de las
molestias de las obreras, haba hecho don Bosco diversas gestiones para
adquirirlo, mas sin resultado alguno. Cuando he aqu que, despus del registro,
el mismo propietario pregunt a don Bosco si todava quera comprarlo.
-S, contest don Bosco, pero ahora no tengo dinero.
-No se preocupe por esto, replic el buen seor; ((585)) si hoy no puede,
maana ser otro da. Yo no tengo prisa.
Poco despus pas por el Oratorio el caballero Cotta; hablle don Bosco de la
compra de la casa de los Filippi y del importe de la misma. El seor Cotta
aprob la operacin y sin ms, aadi:
-Hgalo; la mitad corre de mi cuenta. Y en seguida se firm el compromiso,
estando presentes don Juan Bautista Francesia y don Francisco Vaschetti, que
se maravillaron de la generosa oferta.
Pero despus de la compra era necesario adaptar aquellos locales, y don
Bosco hablaba de este asunto con dos de sus alumnos, haciendo notar que el
gasto no bajara de las cien mil liras. Uno de ellos, que saba muy bien lo lejos
que l andaba de poseer una suma tan grande, le dijo:
-Don Bosco! Parece muy til comprar esa casa y adaptarla; de acuerdo;
pero, y los dineros?
-Verdaderamente sois hombes materiales! No sabis que para el Seor es
una misma cosa inspirarle a uno una buena idea que darle los medios para
realizarla? Ms an, es mucho ms difcil crear la idea que dar los medios para
llevarla a cabo. En todo lo mo parto siempre de esta base. Busco primero si la
obra ser para la mayor gloria de Dios y provecho de las almas: si es as, voy
adelante seguro, porqe el Seor no deja faltar su asistencia; pero, si no va a
ser lo que yo imagino, es ms, lo creo as, entonces chese todo a perder y yo
quedo tan satisfecho y conforme.
411
As esperaba y as hablaba don Bosco, mientras todos los buenos teman por
l, y algunos, incluso, lo censuraban por demasiado audaz. Pero l, escribi el
cannigo Anfossi, andaba con dignidad y siempre sonriente por su camino, y
yo, que viv con l muchos aos, me iba persuadiendo de que cada una de sus
determinaciones no era ms que la realizacin de un consejo recibido de lo
alto. Sub tuum praesidium confugimus Sancta Dei Genitrix (a tu amparo nos
acogemos Santa Madre de Dios).
((586))
CAPITULO XLII
EL DIA DESPUES DEL REGISTRO EN EL ORATORIO -SE APARECE AL REY DE
NAPOLES SU SANTA MADRE DIFUNTA -ALGUNAS PREVISIONES DE DON
BOSCO SOBRE LOS ACONTECIMIENTOS PUBLICOS -EL SECRETARIO DEL
CARDENAL CORSI EN EL ORATORIO -ORDENACION SACERDOTAL DE DON
ANGEL SAVIO -LOS CLERIGOS DEL ORATORIO VAN A OBSEQUIAR AL
CARDENAL -DON JOSE CAFASSO PRESIENTE CERCANA SU MUERTE -ARMONIA
DESMIENTE LA FALSA NOTICIA DEL ENCARCELAMIENTO DE DON BOSCO
-SEGURIDAD Y TRANQUILIDAD EN EL ORATORIO -CARTA DE UN SEMINARISTA
A DON BOSCO PARA QUE LE DESCUBRA SU INTERIOR Y LE CURE DE UNA
ENFERMEDAD -LA VIDA DE FAMILIA EN EL ORATORIO -GENEROSA CARIDAD
DE DON BOSCO CON SUS ALUMNOS
CONTINUAMOS nuestra narracin refiriendo algunas anotaciones de la crnica
de Ruffino con toda su genuina sencillez.
El 27 de mayo, fiesta de Pentecosts, vino al Oratorio el cannigo Anglesio
para congratularse con don Bosco por el resultado del registro sufrido, y le
repiti:
-Algrese en el Seor, mi querido don Bosco. Su Obra ha sido probada.
Cuando comenz la persecucin contra los Apstoles, stos salieron de
Jerusaln y fueron a llevar la fe a otras ciudades y regiones; lo mismo
suceder con su institucin.
((587)) Hoy vinieron dos guardias disfrazados para asistir al sermn de la
maana y otros dos al de la tarde. Don Bosco tuvo, entre otras visitas, la del
cannigo Nasi y aprovech la ocasin para invitarle a predicar el sermn de la
maana. El cannigo habl del aprecio en que se debe tener al alma: 1., por
su origen, inmortalidad, encarnacin del Hijo de Dios, por haberle sido
asignado un ngel custodio para guardarla, por las inspiraciones divinas, esto
es, por la estimacin en que la tiene el mismo Dios; 2., por el aprecio en que
la tiene el demonio; 3., por la estimacin en que la tienen los santos, por la
constancia de los mrtires, por los trabajos de los misioneros y por la
conversin de los pueblos.
En el sermn de la tarde don Bosco se limit a narrar sencillamente la
venida del Espritu Santo sobre los Apstoles. Entre las muchas personas
ilustres que, despus de la pltica, llegaron al Oratorio, hay que contar a dos
412
413
El 4 de junio envi don Bosco a todos los clrigos del Oratorio a hacer una
visita de cortesa al cardenal Corsi. Cuando volvieron se pusieron a hablar del
estado de la Iglesia y don Bosco aadi:
-Disminuyeron los males en duracin, pero crecieron en intensidad.
Hasta aqu la Crnica.
Al temor de los males que se agolpaban sobre la Iglesia aadase otro muy
amargo para el corazn de don Bosco. Es l mismo quien escribi: Don Jos
Cafasso iba ya a cumplir sus cincuenta aos, edad en la que el hombre ha
podido ser amaestrado ((589)) por la experiencia acerca de las cosas del
mundo. Aunque cenceo de constitucin, viva en continua actividad, y gozaba
de suficiente grado de salud exenta de molestias; casi nunca haba estado
enfermo. Pero en los ltimos meses, bien que gastado por los trabajos,
enflaquecido por las penitencias y ayunos, no cesaba de asumir trabajos
apostlicos de diverso gnero. Mas he aqu que, de pronto, cambia su manera
de hablar, de pensar y de obrar. Manda llamar a un sacerdote con el que se
haba comprometido para predicar una tanda de ejercicios espirituales en san
Ignacio, en Lanzo, y le dice que l no puede ir. Le preguntan por qu, y se
limita a decir:
-Ms tarde lo sabris.
Renuncia a toda ocupacin ajena a la Residencia Sacerdotal; a los mismos
enfermos, a quienes sola visitar con gran caridad, los recomienda y confa a
otro sacerdote para que se cuide de ellos, y l, casi siempre encerrado en su
habitacin, termina sus disposiciones testamentarias y pone en orden todas
sus cosas, como si hubiese de partir para la eternidad.
Don Bosco andaba pensativo; rezaba y mandaba rezar.
Tambin rezaban por el mismo don Bosco sus numerosos amigos, esparcidos
ya por muchas regiones de Italia, pues no saban cules podran ser las
consecuencias de los registros y la suerte que le esperaba al siervo de Dios, a
quien muchos seguan creyndole en la crcel. Fue, pues, menester, para
calmar los nimos alarmados de muchos y buenos cristianos, dar un ments
rotundo a los peridicos sectarios. En consecuencia, public Armona del 3 de
junio el siguiente articulito:
Se ha hecho correr la voz de que ha sido encarcelado el ptimo sacerdote
don Bosco. Podemos asegurar que, hasta la hora en que escribimos esto, la
noticia es falsa. Y decimos: hasta la hora, porque muy bien podra suceder
que, cuando nuestros lectores lean lo que escribimos, resulte que don Bosco
((590)) est encarcelado. No es que exista el menor motivo o pretexto para
ello, pues todos saben quin es don Bosco; pero hoy da un sacerdote est al
margen de la ley; por tanto es lcito cualquier cosa en su contra.
414
Resulta fcil comprender que estas pocas lneas no podan tranquilizar del
todo a los bienhechores del Oratorio, los cuales imaginaban que los muchachos
internos se encontraban preocupados por su porvenir. Pero stos estaban
tranquilos, porque don Bosco les haba tranquilizado y prestaban fe ciega a sus
palabras, convencidos de que eran palabras de un santo, que posea el espritu
de profeca. En don Bosco, dej escrito el cannigo Ballesio, este espritu no
era un instantneo fulgor como el de un relmpago; daba ms bien la
impresin de que haba llegado a ser la habitual condicin de su mente, de
modo que profetizaba cuando oraba, cuando conversaba, cuando bromeaba; y
profetizaba casi sin darse cuenta de que lo haca, ni l ni los dems. Juzgue el
lector la verdad de esta afirmacin por lo que ir viendo en los futuros
volmenes.
Pero, adems del espritu de profeca, confirmaban los muchachos en su
firme confianza otros dones extraordinarios del Seor, que vean resplandecer
en l. Refleja el aprecio que todos tenan al Siervo de Dios esta carta que un
clrigo muy bueno, pero enfermo, escriba a don Bosco por aquellos das:
Ilustrsimo y Reverendsimo Seor:
Escribo la presente carta para darle cuenta de mi enfermedad y pedirle
consuelo. Abrigu la esperanza de que esto iba a terminar y hasta pronto, pero
desgraciadamente me doy cuenta de que se apodera de m cada vez ms. Me
esfuerzo por estar alegre, pero la sonrisa, que a pesar de todo me acompaa
todava, es la del que se dio un martillazo en los dedos. Habr de ser siempre
as? Don Bosco, usted obtuvo muchos favores para otros, que, como yo,
sufran molestias; no podra obtenerme tambin la curacin a m? S que no la
merezco, pero s ((591)) que el Seor concede an las gracias ms sealadas
a quien sabe pedrselas y las pide como conviene.
En una ocasin, ya hace dos meses, le dije: -Don Bosco, suee conmigo!
Y usted me respondi: Esta noche ir a visitarte en espritu.
Aquella noche me despert y, si mal no recuerdo, ped al Seor que enviase
a don Bosco el sueo que yo deseaba. Tena yo verdadera necesidad de hablar
y no quera hacerlo; y mientras alimentaba en m el deseo de que usted llegara
a conocer, a travs del sueo deseado, lo que yo no le haba dicho, discurra
para m:
O don Bosco suea y lo sabr, o no suea y no sabr nada y yo no le
hablar.
Pero don Bosco so y me llam y, despus de haberme contado un extrao
accidente que me sucedi, a saber, que estaba yo caminando ro abajo por el
cauce del Po, y lo que es ms, acompaado por el mismo don Bosco, me dijo:
-Donato, tranquilo, procura mantener tu alma en calma.
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Estas palabras eran muy bonitas, pero yo esperaba otras; mas he aqu que
usted prosigui: -En cuanto a lo que deseas saber, me limitar a decirte: Ne
timeas ubi non est metus (no temas donde no hay motivo para temer). Estas
ltimas palabras me consolaron...
Un hecho reciente me da motivo para esperar mi bienestar. No hace ms de
cuatro semanas que usted preguntaba a uno que padeca una molestia:
-Quieres curar de tu enfermedad?
A su respuesta afirmativa, aadi usted: -En cuntos das? -Y el mal
desapareci en el tiempo que le fij.
Estos y otros hechos semejantes son demasiado halageos como para no
sentirme yo movido a acudir a usted en mi enfermedad. Es ms, le aseguro
que ha nacido en m tal esperanza de obtener un feliz resultado recurriendo a
usted, que, slo al pensarlo, me siento satisfecho. Y en cierta ocasin en que
yo lloraba desconsolado, experiment verdadero alivio al pensar que poda
recurrir a don Bosco. Qu mayor consuelo puede disfrutar un hijo que el de
verter sus penas sobre el pecho de su padre? Esta prueba me aprovechar al
menos para conocer la voluntad de Dios tocante a m. Me conceder el Seor
que yo sane? Se lo agradecer de todo corazn y me atrevera a prometer que
((592)) no me har indigno de tan gran favor. Si a El pluguiera que yo
permanezca en el estado en que me encuentro, me resignar; si, por un lado
me resultara doloroso, por otro me sera grato, sabiendo que el Seor lo
permitira para mi mayor bien.
No aado ms. Bien sabe don Bosco lo que yo deseo, y lo que me es
necesario en el Seor. Por tanto le ruego que con el mtodo que le caracteriza
me magnetice, penetre en mi interior y halle la manera de consolarme. Tenga
la bondad de perdonarme si mi modo de decir es demasido familiar y crame.
De su Ilustrsima y Reverendsima Seora.
Desde el saln de estudio, a 3 de junio.
Su afectsimo hijo
EDUARDO DONATO, clrigo
Al seor don Juan Bosco.
As se viva en el Oratorio, sin ningn temor y con mucha paz y alegra. All
se respiraba un aire de familia que alegraba. Don Bosco conceda a sus
alumnos toda esa libertad, que no es peligrosa para la disciplina y la moral. Por
esto no se exiga formar filas para trasladarse hasta donde llamaba la
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((597)) -Pues bien, te doy mil a ti, si eres capaz de ejecutar mi plan...
-Mil son demasiadas liras. Tal vez basten quinientas.
-Si te atreves, hazlo, hazlo en hora buena.
Buzzetti acept. Convencido don Bosco de que el empresario abusaba de su
buena fe, decidi despedirlo; pero no en seguida y, adems, con delicadeza.
Como quiera que todava deba acabar algunas reparaciones en casa,
suspendi el reciente encargo y le dijo que necesitaba que sus albailes
atendieran a lo que era ms apremiante.
Carlos Buzzetti puso manos a la obra, como haba prometido, y en breve la
acab.
Los gastos de esta obra corrieron a cargo de don Jos Cafasso, que haba
entregado a don Bosco una importante cantidad, probablemente para la
compra de la propiedad de los Filippi. La revista El Apologista Catlico de
septiembre de 1860, afirmaba que el montante pasaba de cuarenta y cinco mil
liras. Don Bosco habl varias veces con don Juan Cagliero de este importante
donativo, aadiendo que don Jos Cafasso le haba mandado que no lo dijera a
nadie. Sin embargo, l sola repetir a sus jvenes que don Jos Cafasso era un
gran bienhechor de la casa y que le haba entregado varias veces cuantiosas
limosnas.
La ltima vez que don Jos Cafasso visit el Oratorio, fue precisamente para
dar un vistazo a los trabajos de la portera, cuyos planos haba examinado ya,
y para llevar su bendicin al Instituto, pues hasta entonces no se le haba visto
casi nunca por la zona de Valdocco.
Una vez inauguradas y arregladas aquellas dependencias, mand don Bosco
colocar, en un cuadro preparado a propsito, un reglamento redactado por l
mismo.
((598))
1. No se permite a los alumnos del Oratorio hablar con nadie, sin permiso
explcito del Superior o del encargado. No pueden ser llamados al locutorio
ms de dos veces al mes, y solamente desde las doce y media a las catorce,
todos los das, excepto los festivos.
2. Nunca se permite la salida particular, ni con los parientes, ni con otros.
3. No est permitido a los alumnos recibir vino o licores, ni guardar dinero
consigo; quien reciba dinero deber entregarlo al Prefecto, que se lo
suministrar cuando sea menester.
420
Tan pronto como Carlos Buzzetti termin su primera obra, le confi don
Bosco la de la pequea sacrista a poniente de la iglesia de san Francisco, junto
al presbiterio. Esta, lo mismo que la habitacin de encima, estaba destinada al
clero infantil. Ocupaba una parte del huertecillo, propiedad de don Bosco, que
se prolongaba hasta la tapia en la calle de La Jardinera.
Buzzetti termin la sacrista aquel mismo ao de 1860, pero le toc sorber
despus el amargo veneno de la calumnia. El ingeniero arquitecto le acus
ante don Bosco de hombre de mala fe que buscaba la manera de engaar a
don Bosco ((599)) en la compra de materiales. El ingeniero era un buen
catlico, caritativo y miembro de las Conferencias de San Vicente de Pal, pero
al mismo tiempo, demasiado fcil a prestar fe a los informes de los mal
intencionados, envidiosos de la suerte de los dems, y obstinado en sus
prevenciones.
Pero don Bosco tena tan buen concepto de Buzzetti, que no quiso creer las
repetidas afirmaciones del ingeniero, por lo que ste renunci a prestar sus
servicios en el Oratorio, pues siempre se le oa decir:
-Conozco a Buzzetti, no est capacitado para esto.
Buzzetti, perfectamente enterado de las voces que corran sobre l, call
siempre, porque tena puesta plena confianza en don Bosco.
En efecto, mientras se intentaba echarle del Oratorio, fue despedido el
antiguo empresario. Buzzetti ocup su puesto en calidad de maestro de obras
y ah comenz su fortuna. Confile don Bosco la construccin de todos sus
edificios durante treinta aos, de suerte que lleg a ser uno de los ms
estimados constructores y empresarios de edificios e iglesias en Turn.
El segundo propsito de don Bosco fue aumentar el nmero de sus alumnos,
especialmente para la formacin del Clero. Para satisfacer las necesidades que
le exponan desde todos los ngulos del Piamonte, esperando alguna ayuda,
421
Ilustrsimo Seor:
El vivo deseo de proveer a la necesidad, cada da mayor, de la educacin
moral de la juventud y el gran nmero de jovencitos que piden ser admitidos
en esta casa, llamada Oratorio de San Francisco de Sales, hacen doloroso el
tener que rechazar cada da a pobres muchachos, que, abandonados a s
mismos, hacen esperar para ellos un triste porvenir.
El edificio actual, especialmente desde que se han establecido en su interior
los talleres, no permite aumentar el nmero de los alumnos, y no teniendo
medios para ampliarlo, he trazado un proyecto que creo ser del agrado de su
Seora, y al mismo tiempo til para acumular los medios necesarios para
preparar un local que permita admitir un nmero de alumnos mucho mayor
que el actual.
Se tratara de emitir un determinado nmero de obligaciones de quinientas
liras, pagaderas en los prximos meses de la siguiente forma:
Agosto y septiembre. .... . . . . . . . . . . . . . . 200 liras
1861 . . . . . . . . . . . . . . . . . . 200 liras
En julio de
1861 . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 100 liras
---------Total. . . . . . . . 500 liras
En enero de
422
Su Seguro Servidor
JUAN BOSCO, Pbro.
CONDICIONES PARA EL JOVENCITO, QUE CADA OBLIGACIONISTA
PODRIA ENVIAR A LA CASA LLAMADA ORATORIO DE SAN FRANCISCO DE
SALES
Aunque las condiciones para aceptar a un alumno en esta casa son de
ordinario bastante diversas, sin embargo, en el presente caso, se reducen a la
siguientes:
El joven presentado puede ser destinado a los estudios o al aprendizaje de
un oficio.
1. Para el aprendizaje se requiere que est sano y robusto, que tenga doce
aos cumplidos y no pase de los dieciocho. La casa se compromete a darle
habitacin, comida, instruccin moral y religiosa, hasta terminar el aprendizaje
de la profesin, que quiera abrazar de entre las que se ensean en la casa.
423
FORMULA DE OBLIGACION
424
Don Bosco haba ideado tambin estas obligaciones de quinientas liras para
crear un estado de cosas, que hiciese casi imposible el cierre de su Centro.
Estaba convencido de que el derecho de terceros hara vacilar a sus
adversarios en la ejecucin de su intento.
Pero ciertas personas, que se crean hombres prudentes, criticaban estas y
otras iniciativas de don Bosco.
((603)) Un telogo insigne, docto y piadoso, sola, sin embargo, decirles,
como asegur don Juan Turchi:
-Es fcil criticar, pero, entre tanto, nosotros no somos capaces de realizar la
centsima parte de lo que l hace sin unos medios garantizados.
Don Bosco es un hombre extraordinario y por tanto no se le puede juzgar por
el mismo rasero que a los dems.
A su vez don Bosco contestaba un sinfn de veces, de viva voz o por carta, a
los que reprochaban su iniciativa:
-Cuando yo sepa que el demonio ha dejado de acechar contra las almas
tambin yo dejar de buscar nuevos medios para salvarlas de sus insidias y
sus trampas.
El tercer plan, el de extender fuera de Turn su incipiente Congregacin y
confiarle un colegio de estudiantes, era uno de los ms atrevidos para aquellos
tiempos. La Providencia de Dios guiaba los acontecimientos, y el Ayuntamiento
de Cavour le ofreci la direccin de su antiguo Colegio Municipal, cerrado haca
algn tiempo, y que quera volver a abrir. Casi al mismo tiempo, el cannigo
Celestino Fissore, Vicario general y ms tarde Arzobispo de Vercelli, le haba
dado a conocer su vivo deseo de que pensara en dirigir el Seminario Menor de
Giaveno.
Este Seminario, fundado poco despus del Concilio de Trento y regido segn
las normas de sus sabios decretos, haba sido durante casi tres siglos vivero
del Clero, primero para la Abada de San Miguel de la Chiusa, a la que
perteneca, y despus para la Archidicesis de Turn, a la que fue incorporado a
principios del siglo diecinueve. Haban florecido en l por mucho tiempo los
estudios de todo el bachillerato, nicos entonces en la dicesis destinados a
promover las vocaciones. En los ltimos aos haba mermado tanto el
alumnado que el Seminario estaba a punto de ser cerrado y expropiado por el
Gobierno.
El clrigo Anfossi, que fue a visitarlo en 1859, qued maravillado del silencio
que en l reinaba, y le dijeron que no ((604)) haba ms que unos veinte
alumnos; estaban abandonados los estudios y su Vicerrector y Ecnomo a la
vez, slo para los asuntos internos, el telogo Alejandro Pogolotto, viva en un
palacete contiguo. El verdadero Rector, representante de la Curia y con plena
autoridad, era el arcipreste cannigo de la insigne Colegiata de San Lorenzo. A
l corresponda la aceptacin de los alumnos, la alta vigilancia y la
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-Usted nos engaa; usted tiene el dinero y nos lo quiere ocultar; usted es un
jesuita; pero tendr que vrselas con nosotros.
Y mientras esto decan, lo agarraron por los brazos, lo sacudieron, lo
zarandearon por la habitacin, despreciando en su persona la dignidad
sacerdotal. Con tan viles tratos aquel hombre de Dios, siempre agobiado por el
trabajo y delicado de salud, sinti que le faltaban las fuerzas.
-Pero yo, seores, no les hago a ustedes ningn mal, dijo, y se desmay.
Su inesperado desfallecimiento hizo avergonzar a aquellos ilustrsimos
seores que, al darse cuenta de que no haban procedido como honrados
funcionarios, sino como unos tristes salteadores, intentaron remediar el
desafuero, sosteniendo al desmayado y recostndolo en una silla.
((614)) Y don Bosco? Haba salido de casa leyendo tranquilamente la ley
sobre la enseanza escolar. Aquella maana tena que ir a dos sitios: a la
Magistratura para arreglar ciertas dificultades relacionadas con la compra de la
casa de los Filippi; y despus al palacio del marqus de Fassati donde le
esperaban a una hora fija para comer, con la promesa de una ayuda en dinero.
Pero, cosa extraa!, al salir de la Magistratura, dispuesto a ir a casa del
Marqus, se distrajo de tal modo que perdi el rumbo de a donde iba. En vez
de avanzar hacia el centro de la ciudad, pas lentamente de una a otra calle,
de una plaza a otra en direccin opuesta, y fue a dar, como desmemoriado, a
la calle Cottolengo. Ya haba andado un buen trecho de sta, cuando se dio
cuenta de su error.
-Pobre de m!, pens, a dnde voy? Siento retornar a casa, porque me
esperan aquellos Seores... Pero volver atrs me resulta pesado y temo no
llegar a la hora fijada... Por otra parte, maana es domingo, esta tarde hay
confesiones y es preciso que me encuentre en mi puesto temprano.
Y mientras as discurra segua caminando, hasta que por fin resolvi:
-Sea lo que fuere; ya estoy cerca de casa y quiero ir a ella.
Y he aqu que vio aparecer de improviso a Duina, Martano y Mellica, los
cuales al verle, corrieron a l y le dijeron:
-Venga, don Bosco, venga a toda prisa, que hay otro registro! El Oratorio
est atestado de guardias!
Entonces reflexion don Bosco:
-Ahora comprendo por qu he errado el camino. La mano visible de la
Providencia me ha trado hasta casa, donde es necesaria mi presencia. El
Seor vea ms lejos que yo.
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satisfecho por las prontas y adecuadas respuestas del alumno Luis Jarach.
Despus se dirigi al profesor.
Me preguntaron -escribe Turchi-:qu castigos empleaba para mantener el
orden; recuerdo haber contestado que, a excepcin de alguno que otro muy
ligero, no necesitaba acudir a ningn castigo.
Pero los alumnos sometidos a una verdadera tortura fueron los del segundo
curso de bachiller, cuyo profesor era el clrigo Segundo ((623)) Pettiva. En este
curso lograron los inspectores encontrar algo de qu ufanarse. Al examinar los
cuadernos de los alumnos, descubrieron que el profesor haba dictado, para ser
traducido, un trozo de una carta redactada en latn por el Papa Po IX, que
haba sido publicado ya en la prensa.
-Cmo?, pregunt Gatti; se dictan a los alumnos las cartas del Papa?
-Observe, caballero, contest el maestro, que no es una carta, sino slo un
trozo de carta, y que es un fragmento de prosa latina tan pura, que parece
extractada de una obra de Cicern.
El caballero, no muy ducho en latn, no se detuvo a examinar el prrafo, ni
poco ni mucho, y replic:
-Sea como fuere, no son stos los autores a proponer como modelo en las
escuelas.
-Yo no he presentado de ningn modo los escritos del Papa a mis alumnos;
sino que nicamente he dictado unos renglones para traducir como ejercicio de
los exmenes que llamamos de prueba, para la clasificacin de puestos en la
clase. Para estos ejercicios, que suelen darse una vez a la semana,
generalmente elijo temas al azar de cualquier autor: me vino a las manos este
trozo, que me pareci adaptado a la capacidad de mis alumnos, y lo dict.
Creo no haber violado con esto ninguna ley escolstica.
Estas razones no sirvieron para nada: los tres inspectores recogieron
aquellas pginas y, creyendo haber descubierto por fin el hilo de la trama que
buscaban, quisieron examinar, del primero al ltimo, a todos los alumnos de
aquella clase; pero, como los chicos tenan que ir a comer, se dej la
inspeccin para las horas de la tarde.
Era el medioda. Clrigos, asistentes, jefes de taller, profesores y alumnos
fueron a comer, y los inquisidores, acompaados por don Bosco, que haba
substituido a don Vctor Alasonatti, aprovecharon aquel tiempo para dar una
vuelta por la casa a caza del cuerpo del fantstico delito.
((624)) No dejaron rincn ni escondrijo por escudriar; todo lo que daba el
ms leve motivo de sospecha, era removido y sacado de su sitio. Entraron en
el refectorio, presente Jos Rossi, mientras coman los colegiales: examinaron
los manjares y preguntaron a uno y a otro si pasaban hambre. Visitaron
despus la cocina y pidieron al cocinero minuciosos informes sobre la comida.
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momento don Bosco los dej y fue a tomar un bocado, pues estaba todava en
ayunas.
Para actuar ms libremente los examinadores se trasladaron a la antesala
del Prefecto y mandaron llamar all, uno por uno, a todos los alumnos del
segundo curso de bachillerato, menos numeroso que los otros. Preguntaban:
-Dime: qu aadi de su cosecha el profesor antes o despus de dictar aquel
trozo de la carta pontificia?
Algunos afirmaron que no haba aadido nada. Cuatro no estaban en clase
cuando se dict el tema de latn y nada podan decir, los dems no dieron
respuesta que satisficiese su viva expectacin.
-Pero, es posible, decan a un tal Rebuffo, ((626)) que no os haya dicho
nada? Dime: no os ha dicho nada sobre ese machinationibus, ese afflictionibus
del Papa, o ese patrare (perpetrar)?
-Yo no recuerdo: s que dijo el italiano muy de prisa y que despus sali del
aula.
Y no menta, pues el profesor Pettiva, por tener que dar aquella tarde una
leccin de canto, y ser ya muy tarde, dict el trozo en latn de una hoja que
tena en la mano y contena la carta del Papa, para que lo vertieran al italiano;
y a toda prisa sali de clase. Sin embargo, el mismo profesor Pettiva,
comprendiendo la intencin de aquellas preguntas, entr en la habitacin y dijo
al caballero Gatti:
-Oiga, en nuestra escuela no se acostumbra hablar de poltica y, por lo tanto,
prescinda de hacer estas preguntas.
Despus de stos, fueron llamados otros mas de diversas clases y sometidos
a la tortura de tales preguntas que dejaban tamaita toda inquisicin:
-A quin pertenecen las Legaciones, las Marcas, y la Umbra? Qu es el
dominio temporal del Papa? Quin manda en Italia? Qu libros estudiis?
Y viendo que corra por las manos de los muchachos la Historia de Italia de
don Bosco, se lo reprochaban, como si se tratara de una culpa.
No tuvieron el menor miramiento. Es un buen botn de muestra el
interrogatorio al que sometieron al joven Costanzo:
-Con quin te confiesas?
-Con don Bosco.
-Hace mucho tiempo?
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-Durante los dos aos que estoy en esta casa, siempre he ido con l.
-Vas a gusto?
-Muy a gusto.
-Qu te dice de bueno en la confesin?
-Me da buenos consejos.
((627)) -Dime alguno; tengo muchas ganas de saberlos.
-He odo decir que no es bueno contar a nadie lo odo en la confesin. De
todos modos, si usted desea or buenos consejos, puede ir a confesarse con
don Bosco, y estoy seguro de que le dar tantos como quiera.
-Ahora no tengo tiempo. Pero, dime: no te dice que el Papa es un santo?
-Dice que el Papa se llama Santo Padre; y creo realmente que lo es, pues es
muy bueno y es el Vicario de Jesucristo.
-No te dice que son unos criminales los que le han quitado una parte de sus
Estados?
-Esto no pertenece a la confesin.
-Pero esto, no es pecado?
-Si lo es, que lo piensen los culpables, cuando vayan a confesarse. Yo no lo
he hecho y, por tanto, no tengo que confesarlo.
Baste lo narrado para que cada uno pueda formarse idea del resto. Y, ya
fuera por el cansancio, ya fuera por la conviccin de no poder encontrar el
cuerpo del delito, los inspectores, despus de casi siete horas de trabajo intil,
desistieron de la innoble empresa y resolvieron marcharse. Sin embargo,
secuestraron un paquete de cuadernos, sacados de cada una de las clases,
para mejor examinarlos en su despacho, Gatti aadi un ejemplar de la Vida
de Domingo Savio, que encontr a un alumno de primer curso de Bachillerato;
y don Bosco, para que la medida quedara bien colmada, agreg tambin un
ejemplar de los reglamentos de la Casa, por aquel entonces slo manuscritos.
-Por estos reglamentos de la casa, dijles don Bosco al entregrselos,
podrn ver los Seores Ministros, en qu principios y mximas morales se
apoya la educacin, que yo imparto a mis alumnos, y podrn convencerse de
que este Centro, lejos de crear fastidios al Gobierno, coopera, por el contrario,
al bienestar de las familias y de la sociedad, ((628)) formando buenos hijos y
honestos ciudadanos. Quiero, pues, esperar, aadi, que me dejarn a m y a
mis pobres muchachos.
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As que se vio libre, volvi don Bosco a juntarse con sus jvenes, e invit a
todos a ir a la iglesia para dar gracias al Seor.
Pero le desagradaba al clrigo Durando que se llevaran las autoridades los
cuadernos secuestrados a los alumnos, y se los reclam por medio de los
mismos alumnos. Alegaron stos la necesidad que tenan de ellos para la clase
y para los exmenes finales; y, adems, que eran de su propiedad. Y se los
devolvieron.
Por su parte, don Bosco tuvo despus una gran satisfaccin. Dos de los
principales promotores de aquella doble visita, fueron a verle para arreglar los
asuntos de su alma. As nos lo atestigua el cannigo Ballesio.
((629))
CAPITULO XLV
DON BOSCO DURANTE LA TRIBULACION -SE LEEN EN LA ASAMBLEA DE LOS
SOCIOS LAS REGLAS DE LA PIA SOCIEDAD -PREVISIONES SOBRE LOS
ACONTECIMIENTOS PUBLICOS -LAS REGLAS DE LA PIA SOCIEDAD FIRMADAS
POR TODOS LOS SOCIOS Y ENVIADAS A MONSEOR FRANSONI -RESPUESTA
DEL ARZOBISPO -LA COMISARIA GENERAL DE POLICIA Y LOS EMPLEADOS EN
EL SERVICIO DOMESTICO DEL ORATORIO -LA POLITICA Y LAS RIQUEZAS DE
DON BOSCO -JUICIOS DE URBANO RATTAZZI -EXPOSICION Y SUPLICA DE
DON BOSCO A DOS MINISTROS -AUDIENCIA NO CONCEDIDA -DON BOSCO SE
MUESTRA MAS ALEGRE CUANDO MAYORES SON SUS DISGUSTOS -CINCO
MUCHACHOS RECOMENDADOS POR EL MINISTRO DE GOBERNACION
DURANTE los registros domiciliarios, pareca que don Bosco tena cada da ms
nimos, en vez de perderlos. Les deca a sus colaboradores reunidos:
-No temis; el Seor no nos abandonar. Nuestra humilde sociedad ir
adelante con su ayuda. Haec est nostra salus, vita, spes, consilium, refugium,
auxilium nostrum, Mara! (Esta es nuestra salvacin, vida, esperanza, consejo,
refugio, auxilio nuestro, Mara).
En efecto, como si viviese en plena paz, preparaba un acto importantsimo
para el progreso de su Congregacin.
El 7 de junio, dos das antes de la segunda inspeccin de la polica, don
Bosco haba convocado la reunin de los miembros de la Congregacin de San
Francisco de Sales, que eran ((630)) veintisis. Hizo leer el reglamento, e
invit a todos a suscribirlo en la siguiente sesin, porque tena intencin de
enviarlo al arzobispo Fransoni para que lo aprobara. Alguno propuso que se
concediera a don Bosco el derecho de elegir a los consejeros del Captulo; pero
l, despus de presentar sabias razones, afirm que los consejeros deban ser
elegidos por toda la Pa Sociedad. Narra la crnica de Ruffino que, acabada la
reunin, les dijo a algunos que se quedaron con l, que tena siempre
presentes los avatares que agitaban a la Iglesia y al Estado:
-Desde este ao mudar la actual situacin de Italia.
443
Con estas palabras indicaba claramente una Italia gobernada por un solo
soberano.
El da 11, despus del rezo de las oraciones de la noche, volvi don Bosco a
reunir a todos los socios de la Congregacin. Y los ngeles volvieron a
contemplar el espectculo que haban presenciado en Egipto, la noche que el
pueblo de Israel iba a salir para la tierra de Canan. Todos haban prometido
no separarse nunca uno del otro por ningn motivo, estar todos unidos entre s
y con Dios. Los santos, hijos de los justos, ofrecieron sacrificios en secreto y
establecieron unnime esta ley divina: que los Santos correran en comn las
mismas venturas y riesgos, y, para comenzar, cantaron ya los himnos de los
Padres54.
Lese, en efecto, en la crnica de Ruffino:
El da 11 de junio hemos firmado las reglas de la Congregacin de San
Francisco de Sales para enviarlas al arzobispo Fransoni, e hicimos entre
nosotros solemne promesa de que, si por mala ventura a causa de los malos
tiempos que corren, no se pudiesen hacer los votos, cada uno, donde quiera
que se encontrase, aun cuando todos nuestros compaeros estuvieran
dispersos, y no existieran ((631)) ms que dos y no quedara ms que uno
slo, ste se esforzara por promover la Pa Sociedad y por observar siempre,
hasta donde fuera posible, las reglas.
He aqu el precioso documento.
Excelencia Reverendsima:
Nosotros, los abajo firmantes, movidos nicamente por el deseo de asegurar
nuestra eterna salvacin, nos hemos unido para hacer vida comn, con el fin
de poder atender con ms comodidad a las cosas que miran a la gloria de Dios
y a la salvacin de las almas.
Para mantener la unidad de espritu, de disciplina y poner en prctica los
medios que se consideran tiles al fin propuesto, hemos formulado unas reglas
a manera de Sociedad Religiosa, que excluyendo toda mxima relacionada con
la poltica, tienda nicamente a santificar a sus miembros, especialmente en el
ejercicio de la caridad con el prjimo. Hemos ensayado ya estas reglas y las
hemos encontrado compatibles con nuestras fuerzas, y tiles para nuestras
almas.
Pero sabemos que la mente de las personas est demasiado sujeta a
ilusiones y, a menudo, a equivocarse, si no es guiada por la autoridad
establecida por Dios sobre la tierra, es a saber, la santa Madre Iglesia. Este es
el motivo por el cual recurrimos humildemente a Vuestra Excelencia
Reverendsima con el humilde ruego de que tenga a bien leer el adjunto plan
54
Sab. XVIII, 9.
444
todos los turineses fueran bienhechores de don Bosco, incluido el seor Jefe de
Polica y los policas. Si pueden, aydenle ustedes tambin y tengan la
seguridad de que su caridad quedar muy bien empleada.
((636)) Las bondadosas palabras de aquel buen hombre hicieron rer a los
presentes y un guardia dijo bromeando:
-Se llama Goffi55, pero habla como un sabio.
Estas persecuciones eran una verdadera tribulacin mas, por disposicin de
la bondad de Dios, acarrearon muchas ventajas. Y no fue la menor de stas
haberse ganado don Bosco y sus alumnos la simpata de los buenos, y aun de
los que no andaban muy de acuerdo con l en materia de religin, pero que
pasaban por personas honradas y amantes de la verdadera libertad.
Los promotores de esta segunda persecucin queran que se mantuviera
oculta e impusieron silencio a los interpelados, pero obtuvieron el resultado
contrario. El hecho corri como la plvora y por doquiera se iba diciendo ser
pura perversidad que un Gobierno, so capa de ley, pretendiera tener derecho a
registrar las casas de los ciudadanos, hacindose de este modo odioso a s
mismo.
Hasta algunos diputados no dudaban en calificar de abuso de poder aquellas
molestias y las tildaban de acto ilegal e impoltico: ilegal, por ser contrario a la
Constitucin; e impoltico, por ser perpetrado con perjuicio de una institucin
que proporcionaba techo, pan e instruccin a centenares de muchachos
abandonados, muchos de los cuales, sin esta institucin benfica, habran
causado graves fastidios al Gobierno.
Urbano Rattazzi, que a la sazn era simplemente diputado, mand llamar a
don Bosco y, en cuanto lleg a su casa, le hizo contar de cabo a rabo todo lo
que haban dicho y hecho los inquisidores. Se mostr muy indignado al or las
escenas ocurridas, declar que aquellos registros eran una infamia y se ofreci
para interpelar sobre este asunto al ministro en el Parlamento. ((637)) Deca:
-Yo no soy partidario del clericalismo, pero me gusta el bien, venga de quien
venga, y pertenezca al partido que fuere. El ministro que molesta o permite
que sus subordinados molesten a estas Instituciones, se hace reo de esa
filantropa, y comete una injusticia tal, que merece ser denunciada ante todas
las naciones civilizadas.
Agradeci don Bosco al ex-ministro su buena intencin en favor del Oratorio,
pero crey que no deba consentir que diese a aquellos hechos gran publicidad
en la Cmara de Diputados; prefera que su causa quedara en manos de la
divina Providencia, y acudir a medios pacficos. Con este fin escribi y envi al
Ministro de Gobernacin, Luis Farini, y al de Instruccin Pblica, Terencio
Mamiani, una breve exposicin en forma de splica en los siguientes trminos.
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Goffi. es el plural de goffo, que quiere decir tonto, torpe. (N. del T.)
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454
-Est usted tranquilo; ((646)) vaya, rece y diga a sus muchachos que les
bendecir desde el Paraso.
Preguntle entonces don Bosco si tena algn recado que mandar, algo que
escribir, alguna orden que dar. Contest riendo:
-No faltaba ms que yo, que siempre prediqu a los dems que un sacerdote
debe arreglar cada noche sus cosas como si fuera aquella la ltima de su vida,
resultara que yo no lo hubiera hecho y hubiera aguardado hasta este momento
para arreglar todo lo mo. Todo est arreglado, todo est en regla. Slo una
cosa que queda todava que tratar y es lo que se refiere al Paraso, que pronto
alcanzar.
Todos notaban que reciba con su acostumbrada bondad a quienes se
acercaban a su lecho; pero unos minutos despus, encomendndose a las
oraciones de los visitantes, mostraba su deseo de que se marcharan. No quera
que nadie se entretuviera con l, ms tiempo del que peda la estricta
necesidad. Ansiaba estar solo para entretenerse ms libremente con Dios,
hasta cuando la enfermedad iba extinguiendo su vida. Es ms, no daba seales
de agrado, ni siquiera cuando le sugeran jaculatorias, como si estas oraciones
interrumpieran sus ordinarios coloquios con Jesucristo, con la Madre del
Salvador, con su Angel Custodio y con san Jos.
Le molestaba la continua asistencia del enfermero. Sin embargo, don Bosco,
habiendo quedado un da a solas con l, se atrevi a decirle que era bueno
tener normalmente alguna persona al lado para servirle, y tambin para recibir
alguna palabra de aliento.
-No, contest al punto; no.
Y despus exclam:
-No sabis que toda palabra dicha a los hombres es una palabra robada al
Seor?
((647)) Don Bosco, al retirarse, le observaba algunas veces desde la puerta
entreabierta de su cuarto y lo vea juntar las manos, besar una y otra vez el
crucifijo, y despus, con la mirada vuelta al cielo, hablar ininterrumpidamente
como en una conversacin familiar.
El viernes 22 de junio, despus de recibir el Vitico solemnemente,
manifest el mismo don Jos Cafasso su deseo de que se preparara roquete,
estola y ritual para recibir el sacramento de los enfermos y la bendicin papal.
Quiso que estuviesen presentes al sagrado rito los residentes, de los que slo
quedaban en casa veinticinco por motivos particulares, o por el servicio de la
Iglesia. Los dems, haban marchado a sus casas, despus de los exmenes de
fin de curso.
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Era muy grande el respeto que don Bosco le tena y era tan sincera la
veneracin y el amor que el telogo Golzio profesaba a don Bosco que resolvi
dejarlo heredero de sus bienes.
El Rector, que sucedi a don Jos Cafasso en la Residencia Sacerdotal fue el
cannigo Eugenio Galletti, el cual por amor de Dios haba renunciado ya a su
canonja para encerrarse entre los pobres de la Pequea Casa del Cottolengo.
Este digno sacerdote tambin era amigo de don Bosco, que sigui teniendo en
la Residencia, por concesin suya, una habitacin y la biblioteca a su
disposicin, para poder retirarse libremente a escribir sus libros, dado que era
un lugar tranquilo. Accediendo a su voluntad, continu don Bosco yendo,
tambin aquel ao de 1860 y los siguientes, a los ejercicios espirituales de san
Ignacio.
((653))
CAPITULO XLVII
EL DIA ONOMASTICO DE DON BOSCO -CURACION DEL CLERIGO CASTELLANO
-FUNERALES POR EL ALMA DE DON JOSE CAFASSO EN EL ORATORIO -DON
BOSCO LEE LA ORACION FUNEBRE Y LA MANDA IMPRIMIR CON EL TITULO:
RECUERDO HISTORICO FUNEBRE DE DON JOSE CAFASSO -LECTURAS
CATOLICAS: PONTIFICADO DE SAN SIXTO II Y GLORIAS DE SAN LORENZO
MARTIR -EL CARDENAL CORSI EN EL ORATORIO
EL primer domingo de julio, se celebr en el patio del Oratorio, con la
solemnidad de costumbre, el da onomstico de don Bosco; hubo msica,
cantos y poesas. Era tambin una necesidad de los muchachos exteriorizar su
afecto con algn regalo.
Dej escrito Pedro Enra: Don Bosco no se preocupaba jams de si su
sotana estaba bien cortada y ajustada a su talle, si era de pao grueso en el
invierno o fino en el verano, con tal de que no desdijese de la dignidad
sacerdotal, es decir, limpia y decente. Por eso durante los primeros aos, con
ocasin de su da onomstico, los alumnos ofrecan una cuota para costearle
un obsequio y alguna vez le presentaban prendas sacerdotales que le faltaban,
acomodadas a la estacin.
El 4 de julio, leemos en la crnica de Ruffino: se puso bueno el clrigo Luis
Castellano de la siguiente manera. Estaba tan enfermo, que el mdico le haba
dado ya por desahuciado y ((654)) haba dejado casi de visitarlo. Se llam a
otro mdico, el cual fue de la misma opinin que el primero; y a un tercero,
que tampoco dio esperanza alguna. Fue don Bosco a verle y tambin l,
atendido el estado del enfermo, juzg el caso desesperado. Desde el 25 de
abril haba dicho y repetido don Bosco:
-Dos cosas son inevitables: la cada de las Sicilias (Sicilia y Npoles) y la
ida del clrigo Castellano al paraso.
Con todo, despus de confesarlo, le dio la bendicin y exclam:
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-Si Domingo Savio obtiene de Dios su curacin, ser una prueba cierta de
su santidad.
Y aquel mismo da le desapareci la fiebre al clrigo y, al poco tiempo,
volvi al Oratorio.
Pero la prediccin de don Bosco, como veremos ms adelante, se cumplira.
No se poda mientras tanto dejar de honrar la memoria de don Jos Cafasso
en el Oratorio. La prdida del insigne bienhechor haba sido muy sentida por
los alumnos y, aunque ya se haban serenado, seguan hacindose oraciones
especiales y diversos oficios piadosos en sufragio de su alma. Era, sin
embargo, deseo de todos tributarle un acto de reconocimiento pblico con un
solemne funeral, dentro de los lmites de su humilde condicin.
As, pues, se eligi para darle esta seal de gratitud el da 10, diecisiete das
despus de su fallecimiento. Toda la iglesia estaba cubierta de paos fnebres,
se colocaron dos inscripciones a las entradas de la iglesia y otras en el interior
de la misma en derredor del tmulo.
La de la fachada de la iglesia deca:
DETENTE, VIANDANTE -Y LEE UN CASO DOLOROSO -EL MODELO DE VIDA
SACERDOTAL -MAESTRO POR EXCELENCIA DEL CLERO -PADRE DE LOS
POBRES -CONSEJERO DE LOS QUE DUDAN -CONSOLADOR DE LOS ENFERMOS
-CONSUELO DE LOS AGONIZANTES -ALIVIO DE LOS ENCARCELADOS
-SALVADOR DE LOS CONDENADOS AL ((655)) PATIBULO -EL AMIGO DE
TODOS -EL GRAN BIENHECHOR DE LA HUMANIDAD -EL SACERDOTE JOSE
CAFASSO -MURIO -A LA EDAD DE SOLO CUARENTA Y NUEVE AOS -23 DE
JUNIO DE 1860 -PERO CONSOLEMONOS -VOLO AL CIELO -Y SERA NUESTRO
PROTECTOR.
Sobre la puerta lateral que da al patio:
IOSEPHO CAFASSO -SACERDOTI -EGREGIO INTEGERRIMO -OPTIME DE
NOBIS MERITO -QUI FATO IMMATURE CONCESSIT -IUVENES PARENTATUM
-AEDEM INGREDIMINI MOESTI -GRATI ANIMI ERGO.
(A JOSE CAFASSO -sacerdote egregio integrrimo -que mereci nuestras
alabanzas -que prematuramente muri -jvenes, para rendirle honores
fnebres -en el templo entrad apesadumbrados -con agradecido corazn.)
A los pies del tmulo:
VERE -SAL TERRAE -LUX MUNDI -FUIT -(Matt. V, 13).
(Verdaderamente fue sal de la tierra, luz del mundo.)
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A la derecha:
QUIA AD IUSTITIAM -ERUDIVIT MULTOS -FULGEBIT QUASI STELLA -IN
PERPETUAS AETERNITATES (Dan.
XII, 3).
(Porque para la justicia -educ a muchos -brillar como astro -por
eternidades sin trmino. )
A la izquierda:
LABIA IOSEPHI CUSTODIERE -SCIENTIAM -ET LEGEM REQUIREBANT -EX
ORE EIUS. (Malach. II, 7).
(Los labios de Jos guardaron -la ciencia -y la ley pedan -a su boca.)
A la cabecera:
CORONA SENUM -FILII EJUS -ET GLORIA FILIORUM -PATER EORUM (Prov.
XXVII, 5).
(Corona de los ancianos, sus hijos y gloria de los hijos, su padre.)
Cada una de las inscripciones del tmulo iba acompaada de alegoras
alusivas a sus insignes mritos. Los mismos jvenes prepararon la msica con
el mayor esmero posible. Se rezaron antes y durante la sagrada funcin
algunas oraciones. A las seis y media de la maana comenz la misa solemne,
cantada por el telogo Borel. Segn la costumbre del Oratorio, los alumnos,
despus de la debida reparacin, ((656)) recibieron en la misa la santa
comunin, que ciertamente es uno de los medios ms eficaces para sufragar
las almas de los difuntos. Con nuestros alumnos y algunos distinguidos
personajes, amigos y admiradores del difunto, se llen la iglesia.
Despus de la misa, don Bosco ley la biografa de don Jos Cafasso,
acomodada a la condicin y al deseo de los oyentes. Le saltaron varias veces
las lgrimas y arrebat al auditorio con sus palabras de tal modo que ste
sinti que acabara.
Esta biografa fue publicada en agosto de aquel ao por la tipografa de
Parava. Su ttulo era: Recuerdo histrico-fnebre de los alumnos del Oratorio
de San Francisco de Sales en honor del Sacerdote Jos Cafasso, su insigne
bienhechor, por el Sacerdote Juan Bosco. Dividi su discurso en captulos:
-Juventud de don Jos Ca-fasso -Su vida de seminarista -Su vida sacerdotal
pblica -Su vida de mortificacin -Su vida sacerdotal privada -Su santa
muerte.
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Eminencia Reverendsima:
Antes de que partis de nuestra humilde mansin, Eminencia Reverendsima,
permitid que os exprese algunos sentimientos de sincera gratitud en nombre
de mis venerados superiores, y que recoja los pensamientos de mis amados
compaeros para deciros que ste es el ms hermoso da para nuestro
Oratorio, da glorioso, como tal vez no volvamos a ver. Verdad es, Eminencia,
que en medio de tanto regocijo estamos confusos porque nuestra condicin, el
tiempo, el lugar no han permitido agasajaros como fuera nuestro deseo, pero
nos consuela el pensamiento de que la bondad que Vuestra Eminencia ha
tenido al llegar hasta nosotros para dirigirnos dulces y consoladoras palabras
de vida eterna, perdonar nuestra pequeez...
((660)) Permitidme ahora, os exponga un deseo que nos es comn a todos.
Eminencia, humildemente os rogamos que os dignis ofrecer una splica por
nosotros al Seor, para que podamos salir ilesos de las duras borrascas de esta
vida y llegar al puerto de nuestra salvacin. Os rogamos que nos bendigis, no
slo mientras estis aqu con nosotros, sino tambin cuando, de vuelta a
vuestra muy querida dicesis, os sentis de nuevo en la ctedra, a la que Dios
sapientsimo os destin. Por nuestra parte, nosotros os prometemos elevar
nuestros dbiles pero fervientes votos al trono de misericordia y justicia para
que desciendan sobre Vuestra Eminencia las ms abundantes bendiciones.
Dignese Dios concedenos muchos aos de vida para el bien de la Iglesia, que
Vos edificis con el ejemplo y la palabra, y ceir vuestra frente con la corona
que merece el que ha combatido valerosamente las batallas del Seor...
Otro favor me queda por pediros, Eminencia, y es que tomis a nuestro
Oratorio bajo vuestra poderosa proteccin y que sigis favorecindonos ante el
Santo Padre, que es la persona de la mayor veneracin, amor y ternura de
nuestro corazn. Y Vos, Eminencia, la primera vez que veis el amable rostro
de nuestro tierno y santo Padre, decidle que los muchachos de los Oratorios de
esta ciudad le agradecen los grandes favores espirituales y temporales que les
ha concedido; decidle que rece por nosotros y nos d su santa bendicin,
decidle que le queremos mucho, y que sta es la expresin de ms de un
millar de compaeros mos que, si se tratara de dar por El y por la Santsima
Religin de la que es Cabeza, bienes, salud y vida, todos estaramos dispuestos
a ofrecernos generosamente.
Muchsimas cosas ms quisiera deciros, pero temo abusar de vuestra
paciencia; por esto, mientas me doy por satisfecho de haber podido hablar, me
callo ahora confundido de no haberlo hecho como hubiera debido; y dejar la
oportunidad a mis compaeros para que unnimes y al unsono expresen los
afectos del corazn.
Viva Po IX, nuestro Beatsimo Padre!
Viva su Eminencia el Cardenal Corsi, que en este instante lo representa en
nuestro Oratorio!
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-A los secretos jesuticos, por culpa de los cuales se le hicieron los registros
de que usted se lamenta.
((668)) -Ignoro en absoluto tales secretos y anso conocerlos para hacer las
aclaraciones oportunas, si est en mi poder. Hbleme Su Seora con toda
franqueza y yo le responder con la misma sinceridad.
-Yo no puedo entrometerme en eso; pregnteselo al Seor Ministro y se lo
dir todo.
-Si Su Seora cree que no puede decirme lo que pregunto, hgame al
menos una excelente obra de caridad.
-Cul sera?
-Obtenerme una audiencia del Seor Ministro.
-S, har por obtenrsela; pero a estas horas es muy difcil. Voy, sin
embargo, a intentarlo. Espere aqu un momento, pero no hable con nadie de
este asunto, porque podra ser mal entendido y peor interpretado, con mayor
dao para usted.
Dicho esto, sali el seor Spaventa del despacho, fue a hablar con el
comendador Farini, y media hora despus volvi. Djole entonces a don Bosco:
-El Ministro est ocupado, y no puede por ahora recibirle, pero maana le
avisar cundo podr hacerlo.
Diole don Bosco las gracias y sali sereno y sonriente. El Secretario, serio y
respetuoso, le acompa hasta las escaleras. Los ordenanzas, al ver el acto de
cortesa de su jefe con don Bosco, apenas se retir a su despacho, empezaron
a hacer reverencias al pobre cura, lo rodearon, algunos le besaron la mano y
hubo quien lo acompa hasta la misma puerta.
Don Bosco volvi al Oratorio con don Angel Savio. Eran las ocho de la noche,
y an no haba comido.
Pero antes de ir a descansar, abri la cartas llegadas aquel da y se encontr
con unas ((669)) lneas del caballero Salino en favor del hurfano Alberto
Tasso, de Oneglia, y con el nmero de orden dos mil noventa y uno y fecha del
13 de julio. El da 10 ya haba recibido otras dos en favor de los hurfanos de
padre, Reydet y Penchienatti, recomendados por el dicho caballero en nombre
del Ministro, con los respectivos nmeros de protocolo dos mil treinta y nueve
y dos mil cuarenta y cuatro.
En una de stas, lo mismo que en otras anteriores, lease expresado en
distintos modos lo siguiente: Me atrevo a rogar a Su Seora tenga a bien
aceptar a nuestro recomendado en algn centro de caridad de esta ciudad, por
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Ester, VII, 3.
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Salmos, XXVIII, 3.
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-Quiere usted decir tal vez que yo le imputo hechos inexistentes y que soy
un mentiroso y calumniador?
-Yo no digo eso, puesto que Su Excelencia relata refert, refiere lo que le han
contado; pero, si lo que le contraron no es verdad, por su propia naturaleza
tampoco son verdaderos los hechos que le contaron. En este caso la calumnia
recae en desdoro de quien la hizo y no del que la recibi de buena fe.
((673)) -Convnzase de que nuestros empleados son personas honradas,
incapaces de decir una cosa por otra. Y son stos quienes le acusan.
-Y sin embargo, se han equivocado.
-Entonces, usted se atreve a acusar al Gobierno de tener a su servicio
personas sin honor, capaces de falsas y calumniadoras denuncias.
-No digo eso; slo afirmo que se dijeron falsedades sobre mi persona.
-Pero, en resumidas cuentas, seor Abate; hablando as, usted censura a los
funcionarios pblicos y privados, censura al mismo Gobierno, y yo le invito a
corregir sus expresiones.
-Cambiar de opinin y corregir mis afirmaciones, si Su Excelencia me
demuestra que yo no he dicho la verdad.
-No es propio de un buen ciudadano censurar y calumniar a las autoridades
pblicas.
-Perdone, seor Comendador; no es mi intencin censurar a ninguna
Autoridad, sino nicamente decir la verdad, con la sinceridad de un hombre
honrado, que se defiende contra falsas acusaciones y con el valor del buen
ciudadano, que pone sobre aviso al Gobierno, para que no se deje arrastrar a
formar juicios y a cometer actos injustos contra sbditos fieles, infamndolos
ante la gente. Pues bien, a fuer de hombre honrado y buen ciudadano, debo
decir, y siempre lo dir, que declararme autor de artculos de peridicos, que
yo ni siquiera he imaginado, llamar a mi casa de beneficiencia lugar de
reuniones revolucionarias, hacerme pasar por corresponsal de los enemigos del
Estado, todo esto es calumniarme. Semejantes acusaciones son puras
invenciones de hombres malvados, denunciadas para engaar a las
autoridades e impulsarlas a cometer disparates garrafales con desdoro de la
justicia y de la libertad.
((674)) La franqueza de expresin de don Bosco impresion a Farini, el cual,
asombrado y al mismo tiempo pesaroso, pens que deba amedrentarlo
tomando un tono autoritario y un ceo amenazador, y continu:
-Usted, seor Abate Bosco, se deja arrastrar por el acaloramiento y por un
celo indiscreto; y se compromete, pues olvida que habla con el Ministro.
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de Su Excelencia alguna prueba, aun cuando no fuera ms que una sola, que
desmienta mi afirmacin.
-Pero las cartas...
-Que no existen.
((677)) -Y las relaciones polticas con los jesuitas y con Fransoni y con el
cardenal Antonelli...
-Que ni las hay, ni las hubo jams. Hasta ignoro el domicilio de los jesuitas;
y con monseor Fransoni y con la Santa Sede no he tenido nunca ms
relaciones, que las que un sacerdote debe mantener con sus superiores
eclesisticos, para aquello que pertenece al sagrado ministerio.
-Sin embargo, tenemos cartas, tenemos testimonios.
-Pues si hay cartas, si hay testimonios contra m, por qu no me presenta
una? As las cosas, seor Ministro, yo no pido gracia, sino que exijo justicia.
Pido justicia a usted y al Gobierno; no para m, sino para muchos pobres,
consternados por los repetidos registros e inspecciones y la aparicin de la
polica en su pacfico hogar, que lloran y tiemblan por su porvenir. Mi corazn
no puede aguantar la pena que lo oprime al verlos en ese estado, y hechos,
por la prensa, blanco de la censura pblica. Para ellos, pues, pido justicia y
exigo reparacin del honor, para que no llegue a faltarles el pan con que
sustentarse.
Al or las ltimas palabras Farini se turb y casi se conmovi. Se puso en pie
y empez a pasear en silencio por la sala. Tena en su poder la carta del
arzobispo Fransoni secuestrada; hubiera podido presentrsela a don Bosco,
pero seguramente se lo impidi la vergenza de haber violado el secreto
postal. Por otra parte aquella carta no probaba nada, pues no haba sido
escrita por don Bosco, sino por monseor Fransoni. Hubiera tenido que
reconocer en consecuencia que uno de los motivos, por los que el Gobierno
sospechaba de don Bosco, era un hecho totalmente ajeno a su responsabilidad.
((678)) Algunos minutos despus abrise de improviso una puerta y apareci
el conde Camilo de Cavour, a la sazn Ministro de Asuntos Exteriores y
Presidente del Consejo. Con aire sonriente y frotndose las manos:
-Qu pasa?, pregunt como si nada supiera.
-Vaya! tengamos un poco de consideracin con el pobre don Bosco, sigui
diciendo en tono bonachn; arreglemos las cosas amistosamente. Yo siempre
he querido a don Bosco y sigo querindolo todava. Qu sucede, pues?, replic
tomndole de la mano e invitndolo a sentarse. Puede saberse de qu los se
trata?
Al ver a Cavour y or sus bondadosas palabras, previ don Bosco que el
asunto iba a tener feliz desenlace, no porque Cavour fuera mejor que Farini en
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poltica, pues no quedaba el uno a la zaga del otro, sino porque haba tenido
buenas relaciones con don Bosco y conoca la naturaleza y el fin del Oratorio.
Por esto contest con entereza:
-Seor Conde, quieren destruir la casa de Valdocco, que usted visit, alab y
socorri tantas veces; quieren echar de nuevo a la calle y a los peligros de la
mala vida a los pobres muchachos recogidos por calles y plazas, a los que all
se encamina a una vida laboriosa y honrada y que fueron ya objeto de sus
complacencias; se trata a aquel sacerdote, que Su Excelencia levant hasta las
nubes tan a menudo con sus inmerecidos elogios, como a un reaccionario, ms
an, como a un jefe de rebeldes. Y lo que ms que ninguna otra cosa me
apena es que, sin presentarme la menor razn, fui registrado, molestado,
deshonrado pblicamente con grave dao para mi institucin, sostenida hasta
ahora por la caridad, gracias a la buena fama de que goza. Es ms, los agentes
del Gobierno se burlaron en mi casa y ((679)) en presencia de los muchachos,
que quedaron escandalizados, de la moral, la religin y los sacramentos. Callo
otras cosas gravsimas, que me parece imposible hayan sido ordenadas con el
asentimiento de Su Excelencia. No s qu ser de m; pero estos hechos no
pueden quedar ocultos mucho tiempo a los hombres y ms tarde o ms
temprano sern castigados por Dios.
-Quede tranquilo, replic Cavour, quede tranquilo, querido don Bosco, y
convnzase de que ninguno de nosotros le quiere mal. Adems, nosotros dos
somos amigos de siempre, y quiero que sigamos sindolo en lo porvenir. Pero
usted, querido don Bosco, ha sido engaado y algunos, abusando de su buen
corazn, le han llevado a seguir una poltica que conduce a tristes
consecuencias.
-Qu poltica ni qu consecuencias! El sacerdote catlico no tiene ms
poltica que la del santo evangelio y no teme consecuencias de ninguna clase.
Entre tanto los Ministros me suponen culpable y me tildan de tal a los cuatro
vientos, sin presentar una prueba de las acusaciones que se propalan contra
m y mi Instituto.
-Puesto que quiere obligarme a hablar, replic Cavour, hablar y afirmo
claramente que de algn tiempo ac el espritu que domina en usted y en su
institucin es incompatible con la poltica que sigue el Gobierno; por lo cual
razono as: usted est con el Papa, pero el Gobierno est contra el Papa; por
consiguiente usted est contra el Gobierno y no hay escapatoria posible.
-Sin embargo, yo escapar de su silogismo, seor Conde. Observo ante todo,
que si yo estoy con el Papa y el Gobierno est contra el Papa, de aqu no se
sigue que yo est contra el Gobierno, sino ms bien que el Gobierno est
tambin en contra ma. Pero dejo esto de lado, y digo: en cuanto a religin yo
estoy con el Papa y con el Papa pienso quedarme, ((680)) como un buen
catlico, hasta la muerte; pero esto no me impide en absoluto ser tambin un
buen ciudadano, pues no siendo mi profesin tratar asuntos de poltica, no me
entrometo y nada hago contra el Gobierno. Hace veinte aos que vivo en Turn,
he escrito, hablado, actuado pblicamente y desafo a quien quiera que sea, a
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que presente un rengln, una palabra, un hecho, que merezca ser censurado
por la autoridad gubernativa. Si no es as, que se demuestre; si soy culpable,
que se me castigue en hora buena; pero, si no lo soy, djeme atender en paz a
mi obra.
-Por mucho que diga, seor abate, terci Farini, nunca podr darme a
entender que comparte nuestras ideas, las ideas del Gobierno.
-Y qu, seor Ministro? En tiempos de libertad de opiniones, se podra
pretender, incluso, agraviar a un ciudadano porque privadamente piensa como
ms le gusta? Querrase llevar la tirana hasta imponerle o encadenarle a unas
ideas?
-Pero no puedo convencerme de que, viviendo usted en un pas, cuyas leyes
son completamente contrarias a sus opiniones, se est arrinconado como un
fantoche.
-Y no podr una persona cualquiera pensar en su fuero interno que un
determinado sujeto obra mal, y entretanto no decir, ni hacer cosa alguna
contra l, ya porque oponrsele resultara intil o perjudicial, ya porque
semejante cometido no le pertenece? Ahora bien, cualquiera que sea mi
opinin privada acerca de la conducta del Gobierno, en ciertos asuntos del da,
repito que, ni fuera, ni dentro de mi casa he dicho, ni he hecho nunca cosa
alguna, que pueda ofrecer un pretexto para tratarme como enemigo de la
patria, y esto debe bastar a las Autoridades. Pero yo hago algo ms,
Excelencia; porque, albergando en mi casa a centenares de nios pobres y
abandonados y encarrilndolos ((681)) hacia una profesin u oficio honrado,
estoy cooperando con el Gobierno al bienestar de muchas familias y de toda la
sociedad, haciendo que disminuya el nmero de vagabundos y holgazanes, y
que aumente el de los ciudadanos laboriosos, instruidos, y de buenas
costumbres. Esta es mi poltica y no tengo otra.
Los dos Ministros tuvieron que encontrar vlida la respuesta de don Bosco,
puesto que estaba corroborada por los hechos; pero Cavour, alardeando de
versado en religin y doctrina evanglica, le espet, a fuer de buen sofista,
este otro silogismo:
-No cabe duda de que don Bosco cree en el Evangelio; pero el Evangelio dice
que el que est con Cristo, no puede estar con el mundo; por tanto, si usted
est con el Papa y por consiguiente con Cristo, no puede estar con el Gobierno.
Sit sermo vester: est est, non non. (Sea vuestra palabras s s, no no). Seamos
sinceros: o con Dios o con el diablo.
-Con este razonamiento, contest don Bosco, parece que el seor Conde
quiere hacernos creer que el Gobierno est, no slo contra el Papa, sino contra
el Evangelio, contra Jesucristo mismo.
Por lo que a m toca, me cuesta convecerme de que el conde Cavour y el
comendador Farini hayan llegado a tal exceso de impiedad como para
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(Si quieres avanzar por el camino de los mandamientos de Dios, sigue como
empezaste de algn tiempo ac. Y si quieres adornar tu alma con preciosas
joyas, traba amistad con la humildad, la caridad y la castidad. Tanto ms santo
sers, cuanto ms estrecha fuere esta amistad.
Ruega por m. Salud.)
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parte en la alegra del Oratorio con motivo de la fiesta en honor de don Miguel
Ra. Les confiri el patronato de un altar de su iglesia. He aqu el documento.
Declaracin de Patronato en favor del seor Marqus Domingo Fassati y de la
seora Marquesa Mara De Maistre.
El que suscribe, como prenda de gratitud a los seores esposos Marqueses
Domingo y Mara Fassati, por los caritativos donativos hechos en diversos
momentos en favor de los muchachos pobres del Oratorio de San Francisco de
Sales, ha deliberado por su libre y espontnea voluntad la siguiente
declaracin de Patronato.
Por cuanto los arriba mencionados seores cnyuges han concurrido con
cuantiosas ofertas a la edificacin y ornamentacin de esta iglesia, llamada
Oratorio de San Francisco de Sales, y habiendo hecho construir por entero a
sus expensas muros, pavimento, altar, barandilla y adornar con una elegante
estatua de la Virgen con el Nio y dems accesorios la capilla dedicada a Ella,
el que suscribe, rector de la iglesia y de la casa aneja, constituye a los
mencionados seores Marqueses Domingo y Mara Fassati y a sus herederos
((708)) patronos de dicha Capilla de Mara Santsima, dndoles facultad de
mandarla decorar, adornar y hacer celebrar en ella todas las sagradas
funciones, que les pareciere hayan de servir para la mayor gloria de Dios y
provecho de las almas.
Los patronos se obligaran por su parte a mantener, por lo menos el altar, en
estado decente, como para poder servir al culto de Dios.
La presente declaracin, autorizada con el sello del Oratorio, se enva a los
nuevos Patronos, valedera para ellos y sus herederos siempre que ejerzan
algn derecho en los lmites y forma arriba descritos. Pero, lo mismo el que
suscribe que los Patronos, quieren conformarse con todo lo que prescriben los
Sagrados Cnones, o fuere mandado por la Santa Madre Iglesia, de la que as
el otorgante como los Patronos se profesan obedientsimos hijos.
Turn, 5 de agosto, fiesta de la Virgen de las Nieves, 1860
JUAN BOSCO, Pbro.
Y el Marqus entreg una cantidad para proveer de los medios necesarios
para todas las futuras eventualidades de aquella capilla.
Don Bosco cerr la jornada narrando despus de las oraciones de la noche el
siguiente sueo:
498
Dice as, a la letra, el texto sagrado, segn LA BIBLIA DE JERUSALEN que seguimos para todas las citas de la
Sagrada Escritura: Porque tuvieron odio a la ciencia y no eligieron el temor de Yahvh, no hicieron caso de mi consejo,
ni admitieron de mi ninguna reprensin; comern del fruto de su conducta, de sus propios consejos se hartarn. (N. del
T.)
499
Al da siguiente, don Bosco indic a cada uno el lugar que ocupaba en las
mesas. Para manifestar el orden que cada cual tena, comenzaba por la mesa
((710)) ms alta bajando hasta la inferior.
Se le pregunt si uno poda subir de una mesa inferior a otra superior.
Respondi que s, menos a aquella que estaba por encima de todas, pues los
que descendan de ella no podan volver a ocupar ms aquel lugar de
privilegio. Era el puesto reservado a los que conservaban la inocencia
bautismal. El nmero de los tales era tan exiguo como grande el de los
segundos y terceros.
Don Domingo Ruffino y Don Juan Turchi, que estaban presentes y que
oyeron el relato del sueo, nos legaron testimonio del mismo y los nombres de
algunos de los que estaban sentados en la primera mesa.
El 15 de agosto dej don Bosco el Oratorio para ir a Strambino. Lo
acompaaba Jos Reano, que dej relacin escrita del viaje. Tan pronto como
don Bosco tom asiento en el coche con otros viajeros, entr un hombre que
por las trazas pareca un rico negociante. En seguida se puso a fumar, aunque
estaba prohibido en aquel departamento. Pero antes de encender el cigarro
pidi licencia a don Bosco, preguntndole si no le molestaba el humo. Contest
don Bosco que si iba a fumar un ratito, lo podra aguantar. El comerciante fum
un cigarro y en cuanto lo hubo acabado, se dispona a encender otro. Entonces
don Bosco con su acostumbrada jovialidad, le dijo:
-Perdone, seor, hasta ahora yo he hecho penitencia por usted tragando su
humo; ahora deseara que hiciera usted un poco de penitencia por m, no
fumando.
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espera poder entregar impresa dentro de poco la oracin fnebre, junto con las
inscripciones del catafalco y de la puerta.
Fue este el segundo opsculo que don Bosco prepar para perpetuar la
memoria de su incomparable maestro; de l puede deducirse que lo tena por
un gran santo. Deseaba escribir su vida con mayor amplitud, e hizo diligencias
para recoger testimonios de sus hechos dignos de memoria y de sus virtudes;
pero, no pudiendo dedicar a ello tiempo y trabajo por sus muchos y
apremiantes compromisos, encarg a varios telogos el cumplimiento de su
deseo; mas, por diversas dificultades, qued malogrado su intento.
Por lo dems don Bosco guard siempre consigo como recuerdo, consuelo y
norma, los reglamentos de la Residencia Sacerdotal. Por veneracin y gratitud
hacia su Maestro por los beneficios recibidos, adorn las paredes de su
habitacin con el retrato de don Jos Cafasso que cuid con cario. Cuntas
veces le oyeron los muchachos hablar conmovido de ste su segundo padre!
Se lo propona como modelo, recordaba ((715)) sus sabios consejos,
especialmente el de conformarse con la voluntad de Dios. Deca: Hay que
tener la intencin de hacer la voluntad de Dios en todo, de modo que
habitualmente estemos prontos a dejar cualquier cosa al saber que no es de su
agrado; prontos, en cambio, a hacerla cuando la quiera Dios, pese a cualquier
dificultad. Y para conocer la voluntad de Dios se requieren tres cosas: rezar,
aguardar y aconsejarse.
Ya hemos dicho que en la crnica de don Domingo Ruffino se lee la nota
siguiente: El 12 de abril dijo don Bosco pblicamente: -Os deca en el mes
enero: esperemos al mes de marzo; y ahora os digo: esperemos al mes de
agosto.
Con esta frase haba contestado a las preguntas de quienes queran saber el
xito de los acontecimientos que turbaban a Italia y amenazaban al Papa. En el
Oratorio reinaba el temor, y he aqu que Garibaldi, el 19 de agosto, despus de
conquistar Sicilia, cruz el estrecho de Mesina con diecisiete mil voluntarios y
entr en las provincias napolitanas, convertidas en un hervidero revolucionario
por obra de las sectas. En Reggio Calabria el general borbnico Vial combata
al frente de treinta mil soldados slo para salvar las apariencias y dejaba la
victoria al enemigo. Sin disparar un tiro, Garibaldi era aclamado por todas las
ciudades y pueblos donde pasaba. El 6 de septiembre el rey de Npoles,
traicionado, se refugiaba en Gaeta, y Garibaldi era recibido triunfalmente el da
7 en la capital. Desde all amenaz al Estado Romano, que fue invadido por
bandas de voluntarios y desterrados. La primera horda entr el 8 de
septiembre.
El general Lamoricire con trece mil soldados pontificios, en su mayor parte
voluntarios, y muchos de ellos de la ms alta nobleza de Francia y Blgica,
hubiera podido oponerles una victoriosa resistencia, pero el Gobierno
Piamonts aprovech la segunda coyuntura. El 27 de agosto Napolen, que
haba ((716)) declarado oficialmente que quera fueran respetados los
derechos del Papa sobre los dominios que le quedaban, dio al ministro Farini,
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Llmanse lazaristas o pales a los socios de la Congregacin de sacerdotes de la misin, fundada por San Vicente de
Pal en 1625. (N. del T.)
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Ecles. III, 1.
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Pero el asunto que ms preocupaba por aquellos meses a don Bosco era dar
nueva vida al Seminario Menor de Giaveno. Iremos exponiendo este
acontecimiento desde sus comienzos hasta el fin, con las mismas palabras que
nos dijo don Francisco Vaschetti en presencia de don Julio Barberis. Algunos
otros detalles nos los comunicaron don Miguel Ra, don Juan Bonetti, don
Celestino Durando, el cannigo Anfossi, el seor Tamone, de Giaveno, y
algunos otros testigos contemporneos.
El da 25 de septiembre don Bosco envi a Giaveno al clrigo Vaschetti con el
cargo de Prefecto (Administrador o Ecnomo). Al llegar all, se encontr con las
desnudas paredes del Seminario, que haba sido despojado de todo. Ni un
cuadro ni un trozo de madera, ni una cuchara. La capilla era tan pequea y
pobre que resultaba poco adaptada para el culto divino. No quedaba ms que
un solo alumno, Peracchione, de Collegno, hurfano, pero muy rico, a quien el
tutor no haba llevado a su casa.
Al ver tanta desolacin, Vaschetti volvi a Turn al da siguiente, habl con el
cannigo Fissore, Vicario General, el cual, enterado del estado de la situacin,
le entreg cuatrocientas liras para las provisiones ms necesarias. Y el
cannigo Vogliotti le llev trescientas para los primeros gastos.
Faltaba todo y de todo hubo que abastecerse. Comenz don Bosco por enviar
a Giaveno los enseres necesarios para la cocina y sillas; mand surtir el
almacn de papelera y librera, la despensa, la cantina, la leera.
Se encarg de todo ello el caballero Federico Oreglia di San Stfano.
((728)) Este seor era conocido en toda la ciudad por su talento, y
desenvoltura, su nobleza de espritu y su temple sin miedo a nada.
Se haba encontrado con don Bosco en los ejercicios espirituales de San
Ignacio, y haba quedado tan prendado de sus razonamientos que resolvi
consagrarse a Dios con una vida cristianamente perfecta.
Despus de los ejercicios pas cerca de un mes como husped de los padres
Rosminianos en Stresa, pero como sus ideas discreparan de las opiniones de
alguno de ellos, determin retirarse al Oratorio de San Francisco de Sales para
estudiar all su vocacin y prestar, al mismo tiempo, los servicios que le fuera
posible. En efecto, se sujetaba de buen grado a todos los sacrificios con entera
abnegacin, y pronto se convirti en ejemplo de humildad y paciencia para
toda la casa. Su decisin de vivir en la sociedad de Valdocco obtuvo el aplauso
de muchos, aun por cartas, de entre las cuales seleccionamos dos.
Ilustrsimo Seor:
A mi regreso de Stresa me fue entregada la apreciadsima de S. S. Ilma. y
Carsima del 14 de septiembre. Me consol mucho la determinacin, que tom
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trasladara de vez en cuando desde Turn. Resultaba, pues, que don Bosco se
sacrificaba para el bien de la dicesis y se privaba de un personal ptimo, que
le hubiera sido de gran ayuda en su Oratorio, que iba siempre en aumento.
Despus de los clrigos, no tardaron en llegar los alumnos a primeros de
octubre.
El clrigo Vaschetti condujo desde Turn el primer grupo, compuesto por
veintids alumnos, algunos de los cuales eran de los mejores, elegidos entre
los que llevaban algunos aos de formacin en el Oratorio, para que siguieran
sus estudios en aquel Colegio. Cada semana emprendan viaje hacia Giaveno,
ora Jos Rossi, ora Buzzetti, ora el clrigo Anfossi acompaando a quince,
veinte, o treinta alumnos nuevos cada vez. A mediados de noviembre, el
nmero de los alumnos haba subido a ciento diez. Desde aquel momento, al
divulgarse la noticia de que don Bosco asuma la direccin de aquel Seminario,
((732)) comenzaron a llover peticiones de todas partes. Antes de que acabase
el ao escolar fueron ciento cincuenta los matriculados.
Al acercarse el comienzo del curso 1860-61, de acuerdo con don Bosco, se
llam a tres profesores de los antiguos. Cinco estudiantes presentaron
instancia a la Curia para que se les concediera cursar Retrica en Giaveno,
haciendo una excepcin al programa; el Vicario General, Fissore, encarg al
clrigo Vaschetti que diera aquella clase; y aquellos jvenes llegaron a ser
excelentes sacerdotes.
Se abri el curso el da sealado, 4 de noviembre. Reinaba una perfecta
disciplina, moralidad, aplicacin y religiosidad. El seor Bargetto, empleado en
la Residencia Sacerdotal, oy ms de una vez a don Juan Grassino decir:
-De no haber sido por don Bosco, jams se hubiera podido volver a levantar
el Colegio de Giaveno.
Esta fue la primera experiencia, hecha por don Bosco, de su sistema de
educacin fuera de Turn. El clrigo Cagliero, enviado por l a fines de
noviembre para visitar oficialmente el Seminario Menor, despus de examinarlo
todo, dio un informe muy halageo.
El Vicario General, el Provicario, los cannigos de la catedral de Turn, el
clero de la parroquia de Giaveno, todo el pueblo estaban maravillados. Les
faltaban palabras para poner por las nubes a don Bosco.
Uno de los que disfrutaron de aquel xito fue el Arcipreste Arduino, que
tanto haba deplorado en aos anteriores la decadencia de aquel Colegio: Pues
bien, no obstante el aprecio en que tena a don Bosco, crea tan difcil una
restauracin completa, que afirmaba insistentemente que, si lograba elevar a
cincuenta el nmero de alumnos, mandara colocar su retrato con los de los
ms insignes bienhechores del Seminario del pueblo. Cuando vio ((733)) que
el resultado superaba sus esperanzas y las de los dems, exclam:
-No slo un retrato, sino una estatua se merece don Bosco!
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MONSEOR JOSE FAGNANO form parte del primer grupo de misioneros salesianos que salieron para Argentina
el 14-XI-1875. Aparece sentado en primer plano, en una foto en la que tambin est don Bosco y monseor Cagliero.
Fue nombrado Prefecto Apostlico de la Patagonia Meridional y Tierra de Fuego el 2-XII-1883.
Falleci el 18 de septiembre de 1916.
Fue todo un misionero. (N. del T.)
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Proverbios XIV, 8.
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repeta que quera perdonar al prroco, pero que no se senta con valor para
volver a entablar relaciones con l, y don Bosco le deca:
-Entonces, hasta cundo quiere usted seguir as? Est ((758)) con un pie en
la sepultura y quiere comparecer ante el tribunal de Dios con esos rencores?
Por qu no volver a ser amigo del prroco, que despus de todo es un hombre
de bien, y yo s que le quiere y habla muy bien de usted?
Pero era intil. El viejo segua en sus trece y no daba el brazo a torcer.
Al marcharse a la maana siguiente, don Bosco invit a su husped a
acompaarlo un trecho; y, sin que l se diera cuenta ni pudiera despus
escabullirse, hizo que su comitiva se encaminara hacia la casa parroquial so
pretexto de tocar una serenata bajo su ventana, como lo pedan las
circunstancias. Llegados all, el prroco que estaba avisado de antemano, sali
al encuentro de don Bosco y le invit a entrar en casa. Al viejo se le hizo
cuesta arriba, pero no pudo zafarse a la invitacin que, alegre y cordialmente,
se le haca y penetr en la rectoral donde fue recibido con toda suerte de
atenciones. Haba preparado el prroco su mejor vino y pidi al anciano que
volviera a honrarle con su amistad. Ante tales ruegos y las nuevas y repetidas
instancias de don Bosco, no supo resistir, hizo las paces y de esta manera vio
ampliamente compensada la hospitalidad concedida a don Bosco.
Al caer de la tarde, entraba en el Oratorio la feliz comitiva.
((759))
CAPITULO LVI
INNOVACIONES EN LOS DORMITORIOS -NUEVO PROGRAMA PARA LA
ACEPTACION DE ESTUDIANTES -OCUPACION DE LA CASA FILIPPI Y
DESCRIPCION DE LA MISMA -UN PUENTE DE MADERA -DIVERSOS MOTIVOS
PARA LA ADMISION DE ALGUNOS ALUMNOS EN EL ORATORIO; UNA
INVITACION DE DON BOSCO; UNA ORACION ESCUCHADA; EL TOQUE DEL
AVEMARIA Y UNA VOZ CONSOLADORA -FANTASIAS FATIDICAS Y
CONSOLADORAS DE DOS JOVENES -LA VIRGEN Y EL DON DE LA MEMORIA
-EXAMENES Y CALIFICACIONES DE LOS CLERIGOS -SOLEMNE LECTURA DEL
REGLAMENTO DEL ORATORIO -COMIENZO DE LAS CLASES Y PRIMERA
LECCION DE LOS PROFESORES -BOLETIN DE CALIFICACIONES TRIMESTRALES
-DOS AVISOS A LOS CLERIGOS
EN el Oratorio se hacan los preparativos para la inauguracin del curso escolar
1860-61, con mayores gastos que en aos anteriores.
Se uniformaron las camas de los alumnos en los dormitorios ya que, hasta
entonces, unos dorman en camitas llevadas de sus casas, otros en un catre.
Haba quien colocaba el jergn o el colchn sobre tablas sostenidas por
caballetes de madera o de hierro y hasta alguno se conformaba con un jergn
de paja sobre el pavimento. Escribi Jos Reano: Fue la seora Rpolo,
madre de un alumno, quien dio el primer impulso a esta reforma. Lleg al
533
Oratorio, se encontr con don Bosco y despus de hablar con l sobre su hijo y
sus estudios, le dijo con franqueza:
((760)) -Don Bosco, he visto las camas de los dormitorios; son muy pobres;
por qu no pone camas de hierro?
Contestle don Bosco:
-En cuanto me toque el gordo de la lotera pondremos bonitas camas de
hierro en todos los dormitorios.
Necesitaba ms de cuatrocientas y el gasto era serio.
Mas he aqu que, pocas semanas despus de aquella conversacin, don
Bosco encarg al seor Chiusani, que tena un taller junto a las fuentes de
Santa Brbara, que fabricara y llevara al Oratorio veinte camas de hierro cada
semana, hasta que cada alumno tuviese la suya. En unos meses qued
satisfecho el deseo de la seora Rpolo. Desde luego don Bosco no haba
obtenido ningn premio de la lotera, pero haba pasado la Divina Providencia.
En efecto, las camas estaban pagadas.
Esta innovacin, que comenz por los dormitorios de los estudiantes, oblig
a don Bosco a redactar un nuevo prospecto para la admisin de alumnos,
cuyos padres solicitaban su ingreso en el Oratorio para cursar estudios. Y como
las peticiones eran muchas y se necesitaba una garanta, que diera tiempo
para conocer la condicin y las intenciones de los padres y las disposiciones de
los alumnos, por su conducta moral e intelectual, impuso una cuota fija para
los dos primeros meses de estancia en el Oratorio. Era una medida necesaria
para impedir que corrieran a cargo del Oratorio los que no merecan disfrutar
de la beneficencia. Claro que don Bosco, movido por su caridad, saba hacer
muchas excepciones.
He aqu las condiciones que imprimi y distribuy; eran las siguientes:
PARA LOS APRENDICES
1. Ser hurfanos de padre y madre.
2. Tener doce aos cumplidos y no pasar de los dieciocho.
3. Ser pobres y desamparados.
((761))
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DISPOSICIONES GENERALES
1. Est rigurosamente prohibido a los alumnos guardar dinero consigo. El
que lo tenga, entrguelo al Prefecto de la casa; ste lo devolver, a peticin,
segn la necesidad.
2. Todo pago, cualquiera que sea segn lo convenido, debera hacerse por
trimestres anticipados.
3. El Centro proporcionar a los alumnos cama de hierro con jergn. Toda
otra prenda de vestir y la ropa de cama corren a cargo de los alumnos, a
excepcin de quienes hagan constar su imposibilidad, por pobreza.
Por aquellos das entr don Bosco en posesin del inmueble que le haba
vendido la familia Filippi. Se trataba de un cuadriltero irregular de terreno,
separado del patio del Oratorio por una tapia.
Al medioda se extenda un cobertizo a todo lo largo de la calle de La Jardinera,
y en el extremo de ste, a levante, abrase un portn para los carros. En el
lado que formaba ngulo con esta puerta, se vean las cuadras con los pajares,
donde muchos vagabundos solan pernoctar, y un lienzo de pared. Al norte,
casi en lnea recta con el cuerpo principal del Oratorio, se levantaba una casa
de planta baja y dos pisos. La planta baja estaba destinada a fbrica de seda.
Tena treinta y cinco metros de larga y siete y medio de ancha por casi once de
altura. En sus dos extremidades salan dos alas de la misma altura, de trece
metros de anchas, y se extendan paralelamente hacia el sur en una longitud
de ocho metros, y ((762)) encerraban una plazoleta de nueve metros y medio
de anchura. Se llegaba al edifico a travs de un sendero flanqueado por
tupidos y altos setos.
Pero don Bosco no pudo utilizar de momento, del nuevo edificio recin
adquirido, nada ms que el piso superior que destin a dormitorios. Las
habitaciones inferiores estaban todava ocupadas por los antiguos inquilinos; y
el cobertizo, las cuadras y el patio por el seor Visca, hasta el vencimiento de
sus alquileres. Por consiguiente, durante ms de un ao, no se derrib la tapia
que divida los dos inmuebles. Debido a esto, se construy a la altura del
ltimo piso un puente provisional, de vigas y tablas, para pasar de uno a otro
535
edificio. Por debajo del mismo haba un camino que conduca al prado anejo a
la finca por su lado posterior. Como quiera que entre las dos casas haba una
distancia de siete metros, los alumnos, tomando aquel espacio como si fuera
un estrecho de mar, y ese nombre le dieron, apodaron al nuevo edificio con la
palabra que se hizo famosa, Sicilia, por estar separado del cuerpo principal de
la casa, es decir, del continente.
Muchos jvenes estaban persuadidos de que el mismo Dios les haba
preparado aquel refugio con su amorosa misericordia, dndoles de ello, en su
opinin, una prueba evidente. Otros, que la Virgen les haba concedido aquella
gracia tan grande y los haba llevado como de la mano para enriquecerlos con
sus bendiciones. Bastantes de ellos se encontraban en el Oratorio atrados de
una manera admirable por una invitacin del Siervo de Dios y de Mara que
sentanse suavemente obligados a aceptar.
Comenzando por estos ltimos, expondremos un hecho sencillo, que de
diversas maneras se repiti cientos de veces al correr de los aos, tal como
nos lo cont una buena madre.
El ao 1860 lleg a Turn la seora Rosa Rostagno, hija de los Masino,
procedente de Pinerolo, con su hijo ((763)) Severino, de quince aos. Despus
de despachar algunos asuntos, se present a don Bosco, a quien deseaba
conocer. Qued encantada de su afabilidad: tom aparte a Severino y le dijo al
odo algunas de aquellas palabras misteriosas, que obraban tantas maravillas.
Ella, que haba quedado a cierta distancia, no poda or, pero qued asombrada
al ver el efecto que hacan aquellas palabras en su hijo. Haba quedado como
arrobado, electrizado. Partieron los dos del Oratorio felices de haber visto a
don Bosco.
Pero el hijo mantuvo el secreto de las palabras de don Bosco y no quiso
revelarlas nunca a nadie, llevndose consigo a la tumba su secreto. Ni la
madre pudo penetrarlo.
Al despedir a Severino, don Bosco le dijo:
-Escrbeme alguna vez, y yo te contestar.
El jovencito titubeaba en escribirle; pues, enfermizo como era, iba algo
retrasado en los estudios y le ruborizaba la idea de no saber escribir bien.
La madre le instaba, y l se echaba para atrs, aunque afirmaba que tena
un sinfn de cosas que decir a don Bosco.
-Pues bien, conclua la madre, hazte cuenta de que ests delante de don
Bosco y le escribes como si le hablaras.
Por fin rindise a la idea Severino y escribi a don Bosco, el cual le contest
en los trminos siguientes:
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Compaero de stos fue Jos Rollini, que ingres en el Oratorio para seguir
sus estudios de pintura en la Academia Albertina, y le cupo despus la suerte
de decorar con su pincel las capillas y la cpula de la baslica de Mara
Auxiliadora.
Junto con Rollini entraba en el Oratorio, el seis de noviembre de 1860, Pedro
Racca, de Volvera, de diecisiete aos de edad. Llevaba en su rostro la sencillez
de quien ha pasado su niez en el campo y era a veces burlado a causa de sus
modales por algn condiscpulo ciertamente menos virtuoso que l. Pero el
joven Racca, nunca se quej; antes, al contrario, lo sufra todo con paciencia;
y la constante alegra de su rostro demostraba claramente que no slo no
guardaba resentimiento alguno contra los que le hacan burla, sino que los
quera y se ofreca para cualquier cosa que fuera de su agrado. Era de escaso
talento y memoria poco feliz; y como no haba ((771)) aprendido bien en la
escuela de su pueblo los primeros elementos de latn, suceda frecuentemente
que no saba la leccin en clase, a pesar de haber dedicado mucho tiempo a su
estudio. El lo senta mucho, porque aquel fallo poda impedirle seguir los
estudios y llegar al sacerdocio. Por eso rezaba y acuda a menudo a la Virgen,
de la que era fervoroso devoto, para que le ayudara. Y no fue vana su oracin.
En efecto, una maana, mientras los alumnos aguardaban en el aula al
profesor y repasaban sus lecciones, he aqu que entr Racca ms alegre que
de costumbre, de modo que pareca que le haba sucedido algo agradable.
Preguntle un compaero la causa de su alegra, y l, con toda sencillez,
empez a contarle que en la noche anterior se le haba aparecido la Virgen y le
haba concedido el don de la memoria. Al or aquello, algunos se quedaron
admirados, otros se echaron a rer como si tuviera por verdadero lo que era un
sueo y efecto de la imaginacin. No se dio por ofendido el joven, ni replic.
Llamle a la ctedra el profesor Juan Francesia y recit la leccin tan
estupendamente que dej estupefactos a todos los alumnos. Desde entonces
ya no tuvo que lamentarse de que hallara dificultad para aprender las
lecciones, antes al contrario, empez a distinguirse entre los compaeros por
su feliz memoria, ms que ordinaria. Creemos que este cambio improviso no
puede atribuirse a otra causa ms que a una gracia singular, que quiso
concederle la Virgen, cuya devocin no se cansaba de infundir y recomendar
con ardor a todos los que estaban en relaciones con l. Tanto ms cuanto que
aquel don le dur todo el tiempo de su vida, como lo demuestran los estudios
posteriores, a los que despus se dedic con gran xito, y dan testimonio de
ello todos los que tuvieron ocasin ((772)) de conocerlo de cerca, entre ellos el
profesor, don Juan Garino.
Tendremos ocasin de hablar diversas veces de otras gracias extraordinarias,
que la Virgen concedi a jovencitos que invocaban su maternal auxilio; ahora
queremos situar al lector en los comienzos del curso escolar 1860-61.
El tres de noviembre se presentaron los clrigos a examen en el Seminario.
Eran veintids, y consta en las actas de calificaciones que dos obtuvieron
egregie (insigne), diecisis optime (muy bien), tres fere optime (casi muy
bien), uno slo bene (bien). Los maestros ordinarios de los alumnos fueron
542
considerados entre los mejores, indicando con ello que los estudios literarios
no haban perjudicado a los estudios teolgicos; y se dispusieron a comenzar
las clases. El reglamento de la casa, todava sin imprimir, fue ledo
solemnemente a los alumnos, estando presentes todos los superiores con don
Bosco. Adems, en cada una de las aulas, la primera hora de clase estaba
dedicada a dar una leccin sobre la importancia de los estudios, los medios
para lograr ventajosos y duraderos progresos, la necesidad y el mrito de una
buena conducta, la obediencia para corresponder a los cuidados de los
profesores, sin olvidar los puntos principales, a saber: la eterna salvacin del
alma, el amor a la Iglesia, la obediencia al Papa y la vocacin al sacerdocio.
Los profesores, cualquiera que fuese la materia que trataran, hablaban
animados por el espritu de don Bosco. Siempre hacan digna mencin de l. El
clrigo Anfossi, al concluir su leccin, exclam ante sus discpulos del segundo
curso de bachillerato:
-Vosotros, amigos, estis reunidos, para vuestra gran dicha, en el Arca de la
preservacin! En esta casa os prepar el Seor un padre, un siervo suyo para
vuestra custodia. Con luz divina os apartar del mal, del abismo de perdicin;
con su santidad har que os enamoris de Dios y de su inmaculada ((773))
Madre, l os transformar en ngeles en la tierra, dignos del triunfo que os
espera en el cielo. Afortunados vosotros! Pero, a esta bendicin debe
contribuir vuestra firme voluntad.
En estas palabras compendiaba l la opinin de todos los moradores del
Oratorio acerca de las virtudes de don Bosco, que ofreca a los jvenes un
conciso programa para aprovechar con mrito y fruto el ao escolar.
Las papeletas destinadas a dar cuenta a las familias de las calificaciones
trimestrales de sus hijos, firmadas por don Bosco, estaban encabezadas con
dos versculos de la Biblia. Al lado derecho se lea:
Initium sapientiae timor Domini: el principio de toda sabidura es el temor de
Dios (Salmo 110). -Y en el izquierdo: Quae in juventute tua non congregasti,
quomodo in senectute tua invenies?: Lo que no recogiste en la juventud, cmo
podrs disfrutarlo en la vejez? (Ecles. XXV, 5).
Dos advertencias haca don Bosco tambin a los clrigos para mantener el
buen espritu en la Casa. Formulaba la primera con esta sentencia de san
Vicente de Pal: -Una comunidad que observa con exactitud el silencio a la
hora establecida, es ciertamente fiel a las dems constituciones; si por el
contrario, cada cual habla a su talante, de ordinario no se observan ni las
reglas, ni el orden.
La segunda la repeta recomendando la asistencia de los muchachos:
-Cuando no tengis ninguna ocupacin, dad cada da durante el recreo una
vuelta por los corredores y las escaleras, tendris el mismo mrito que si
hubieseis salvado una alma.
((774))
CAPITULO LVII
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Excelencia:
El sacerdote Juan Bosco, Director del Instituto de San Francisco de Sales, en
Valdocco, recurre respetuosamente a Su Excelencia en demanda de una
subvencin de ropas para los muchachos pobres internados en esta Casa. Son
unos cuatrocientos y necesitan de todo, particularmente guardarse del fro en
la estacin del invierno que se avecina.
544
1860.
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556
crceles. -Cosas maravillosas de don Jos Cafasso. -Sus secretos para hacer el
bien. -Su preciosa muerte.
En estos trabajos, adems del de la continua correspondencia, no miraba el
cansancio fsico o mental. Una noche, afirma la Crnica, despus de acabar de
escribir a hora muy avanzada, se levant de la silla, presa de una especie de
ilusin, causada por una congestin cerebral. Al alzar los ojos le pareci ver a
un clrigo en un rincn de la estancia:
-Quin eres?, pregunt.
No hubo respuesta.
-Habla, no respondes?
Siempre el silencio. Entonces, se acerc l y lo agarr... Era la percha con el
manteo colgado y el sombrero encima.
Este mismo ao se preocup seriamente de otro estudio. Sirvindose de la
historia de las misiones catliccas, iba considerando los pases que todava
vivan en la idolatra; y un da, hablando con el clrigo Bonetti, se le escaparon
estas palabras:
-Me gustara mucho tener sacerdotes para enviarlos a llevar la luz de la fe a
muchos pueblos salvajes.
Manifestaba este mismo ardiente deseo muy a menudo desde los comienzos
de su Congregacin; y de haber contado con medios, habra comenzado en
seguida las sagradas Misiones.
Volvemos a la Crnica.
El 6 de diciembre, jueves, hubo funcin de teatro en el Oratorio. Se
represent la comedia: Baldini. Asisti don Bosco con el profesor don Mateo
Picco. De cuando en cuando don Bosco alegraba y distraa a sus alumnos con
representaciones teatrales. Don Carlos ((796)) Gilardi, rosminiano, que
siempre apreci a nuestro Oratorio, escribi para l dos hermosas comedias: El
Pastor y Juanito. La segunda se represent muchsimas veces, por ser
merecidamente preferida por los jvenes espectadores.
Dos das despus, la fiesta de la Inmaculada Concepcin llen de alegra al
Oratorio, y don Bosco, sintiendo algn tanto recuperadas sus fuerzas,
determin ir a Saluggia, ante la redoblada insistencia de su buen arcipreste.
Lleg poco antes de acabar la misin. Don Francisco Cerruti, que lo acompa,
escribe:
En diciembre de 1860, fue don Bosco a Saluggia, a tiempo que se
predicaban los ejercicios espirituales, y estuvo all dos das. Fue recibido con
mucha alegra por el pueblo, que an mucho tiempo despus, al recordar
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la poca en que acaeci el hecho, que voy a contar, negaba la inmortalidad del
alma en un escrito para la prensa. Esto constitua su ocupacin favorita,
empleando en ello las sutilezas de los ms estudiados sofismas para defender
su paradoja y las fuerzas de su talento ((798)) para echar por tierra una
verdad, que es la gloria y el consuelo de la naturaleza humana.
Una hermosa tarde de verano, cansado de su trabajo, quiso darse un paseo
para gozar del aire libre. Seguanle dos pajes. A cierta distancia de su castillo,
hzoles seas para que le aguardaran y sigui adelante l solo por el campo. En
el recodo de una senda se encontr con una mujer llorosa que caminaba detrs
de un carrito arrastrado por un caballo.
-Buena seora, le dijo: qu le ha sucedido para llorar tan desconsolada?
-Seor, tengo un gran motivo para ello. Este carro lleva a la tumba a mi
pobre marido, que era mi nico sostn y todo mi consuelo en este mundo.
Movido a compasin, el prncipe ech mano al bolsillo, sac una cantidad de
monedas de oro y se las regal a la pobre viuda:
-Tome usted, buena seora, tome estas monedas.
Y, empleando una frase comn que le sali espontnea, aadi sin parar
mientes en lo que deca:
-Mande celebrar misas por su finado.
Algunos das despus, ya anochecido, estaba sentado en su despacho,
levant los ojos y vio ante s a un hombre, cuya entrada no haba advertido, y
grit:
-Hola!
Acudieron los criados de la dependencia contigua:
-Por qu habis introducido aqu a un hombre sin anunciarlo?
-A quin, Prncipe? Aqu no ha entrado nadie; estis solo.
En efecto, aquel hombre haba desaparecido.
-Ser, replic Lubomirski, una ilusin de mis ojos.
Los criados se retiraron; pero un instante despus volvi a aparecer delante
de l el mismo individuo.
-Hola! -grit el prncipe por segunda vez.
Pero el aparecido desapareci inmediatamente y los criados quedaron
aturdidos, por no saber explicarse la alucinacin del amo, si no era
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((800)) Puedo, pues, esperar que, dentro de poco, tendr la Sociedad de San
Francisco de Sales un nuevo hermano que quiere su propia salvacin y la de
los dems y que se declara siervo de los siervos? Mndeme, Padre, y estar
pronto a sus rdenes. Dgame lo que debo hacer y cmo tengo que
conducirme, pues ya desde este momento dependo en todo de usted.
En la confianza de que ser escuchada mi splica, humildemente le ofrezco
mi afecto y, al besar su mano con los sentimientos de mi mayor estimacin y
cario, me profeso.
Giaveno, 15 de diciembre de 1860.
Su obediente hijo en Jesucristo
JUAN BOGGERO
Estas y otras muchas cartas parecidas, que a fines del ao le escriban sus
queridos clrigos, consolaban a don Bosco, mientras l con una florecilla, que
daba cada da de la novena, preparaba a sus hijos para la conmovedora
solemnidad de Navidad.
1. Obediencia pronta en todas las cosas, agradables o no.
2. Humildad: en el vestido, en el peinado, en la conversacin, en la
obediencia, en las cosas desagradables.
3. Caridad: soportar los defectos ajenos y procurar no ofender a nadie.
4. Caridad: consolar a los afligidos, servir y hacer el bien a quien se pueda;
el mal, a nadie.
5. Caridad: avisar a los negligentes, corregir con bondad a quien dijere o
propusiere algo malo.
6. Caridad: perdonar a los enemigos y darles buenos consejos, si se ofrece
la ocasin.
7. Apartarse de los que hablan mal.
8. Evitar el ocio y poner diligencia en el cumplimiento de los deberes.
((801)) 9. Confesin, como si fuese la ltima de la vida.
Da de la fiesta. Comunin fervorosa con la promesa de recibirla
frecuentemente.
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comprendo fcilmente cules pueden ser, pero tengo un candado que me cierra
la boca y me obliga a callar.
Mas, para daros una satisfaccin y contentar vuestro gran deseo de conocer
el futuro, os expondr aqu las clebres predicciones de la monja de Taggia.
Las transcribo tal como existan y fueron publicadas en el ao 1849.
CARLOS ALBERTO: (1798-1849) naci y muri en Oporto (Portugal). Fue rey de Cerdea y Piamonte hasta la
derrota de Novara, tras la que abdic en su hijo Vctor Manuel II. Se retir a Oporto, donde muri cuatro meses
despus. Sin duda, pues, dijo confines de Espaa, en lugar de pennsula Ibrica. (N. del T.)
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Hemos preguntado a un venerando religioso dominico, que trat durante varios aos con sor Colomba Asdente, el
cual nos asegur que l mismo haba odo mil veces de sus propios labios ora una, ora otra de dichas predicciones; pero
no las deca una tras otra, sino con interrupciones; y que aada ella, al ver que l no las prestaba fe: pues bien, usted
mismo ver su cumplimiento en parte.
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Las palabras que van en cursiva son totalmente suyas.
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El ejemplo de don Bosco les serva sobre todo de eficacsimo acicate para el
bien. Ganaba a todos en el cumplimiento de sus deberes, en la prctica de los
consejos evanglicos y en buscar la gloria de Dios en todo, de modo que poda
decir con sinceridad al Seor: Zelus domus tuae comedit me (me devora el
celo por tu casa). Don Francisco Dalmazzo escribe: Advierto una apreciacin,
que muchos de mis hermanos y yo mismo hacemos, y es que, con el frecuente
e ntimo trato familiar con el siervo de Dios, contrariamente a lo que sucede
con los dems hombres, siempre se descubra en l una nueva virtud o un
rasgo digno de admiracin, que antes no se haba advertido. Durante los casi
treinta aos que le trat de cerca, he de confesar ingenuamente que, no slo
no encontr nunca en l algo que mereciera reproche, sino que hube de
admirar constantemente la prctica de todas las virtudes cristianas, de suerte
que hube de convencerme, por lo que yo vi y o, que era verdad lo que deca
de l la fama: Es un santo.
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recuerdos a mis queridos hijos. Por eso, dirigindome a don Jos Cafasso, le
dije:
-Usted que es tan amigo mo, dme el aguinaldo para mis hijos.
((818)) El me replic:
-Despacio. Si quiere que yo le d el aguinaldo para sus jvenes, vaya
primero a decirles que preparen y ajusten bien sus cuentas.
Nos encontrbamos a la sazn en una gran sala, en medio de la cual haba
una mesa. Don Jos Cafasso, Silvio Pellico y el conde Cays fueron a sentarse
junto a ella. Yo, para obedecer al primero, sal de la habitacin y fui a llamar a
mis muchachos, que estaban fuera, haciendo cada uno una suma en un papel
que tenan en la mano.
Los jvenes comenzaron a entrar en la sala uno por uno, llevando consigo
sus papeles en los que se vean muchas cantidades para sumar; y
presentndose a los mencionados personajes, les enseaban sus cuentas.
Aquellos seores comprobaban el resultado, y si la suma era exacta y los
nmeros estaban claros, se los devolvan a cada uno. Pero si las cifras estaban
emborronadas ni se dignaban mirarlas.
Los primeros representaban a aqullos que tienen sus cuentas ajustadas; los
segundos, los de conciencia embrollada. Estos ltimos eran bastante
numerosos. Los que salan con sus cuentas aprobadas marchaban contentos de
la sala y se dirigan al patio a jugar; los otros, en cambio, se iban tristes y
angustiados.
Una gran multitud de jvenes esperaba a la puerta de aquel saln con el
papel en la mano a que le llegase el turno.
Largo tiempo dur esta tarea, hasta que finalmente no se present nadie.
Pareca que haban desfilado por all todos los jvenes, cuando don Bosco, al
ver a algunos que estaban esperando y no se presentaban pregunt a don Jos
Cafasso:
-Y stos que hacen?
-Estos, replic don Jos Cafasso, no tienen ningn nmero escrito en el
papel, por tanto no pueden hacer ninguna suma; pues aqu se trata de saber el
total de lo que se posee, de lo que se ha hecho. Por eso estos jvenes deben ir
primero a llenar el papel de nmeros y que vengan despus, que entonces
podrn hacer la adicin.
De esta manera termin aquella gran visin de cuentas.
Entonces sal de la sala con los tres personajes, y me dirig al patio, donde vi
un gran nmero de jvenes: eran aqullos cuyos papeles estaban llenos de
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-Deje que d un poco a estos ltimos; tambin son hijos mos muy queridos,
tanto ms que hay mucha abundancia de dulces y no hay peligro alguno de
que lleguen a faltar.
-No, no -continu diciendo-, slo los que tienen la boca sana pueden
gustarlos; los dems, no; no estn en condiciones de saborear tales dulzuras
pues como tienen la boca enferma y llena de amargor, las cosas dulces les
produciran repugnancia y, por tanto, no las pueden comer.
((821)) Me resign a hacer lo que me deca y seguidamente comenc a
distribuir los dulces slo entre aquellos que me haban sido indicados. Una vez
que hube repartido entre ellos bizcochos y almendras en abundancia, comenc
nuevamente la distribucin, dando a cada uno una buena cantidad. Os aseguro
que senta gran complacencia al ver a mis jvenes comer, tan a su gusto,
aquellas golosinas. En el rostro de cada uno se reflejaba una gran alegra; no
parecan los muchachos del Oratorio; tan transfigurados estaban.
Los que permaneciendo en la sala se haban quedado sin dulces, estaban en
un rincn de la misma, tristes y disgustados. Lleno de compasin hacia ellos,
me dirig nuevamente a don Jos Cafasso y le rogu con insistencia me
permitiese distribuir tambin algunos dulces entre stos, para que los pudiesen
probar.
-No, no -replic don Jos Cafasso-, stos no pueden comerlos. Haga usted
primero que sanen de sus dolencias y los podrn saborear tambin ellos.
Yo miraba a aquellos pobrecillos. Tambin observaba a los muchos que
haban quedado fuera llenos de melancola y a los cuales no se les haba dado
nada. Los reconoc a todos y para mayor tormento mo me di cuenta de que
algunos tenan el corazn carcomido.
Continu, pues, diciendo a don Jos Cafasso:
-Dgame, qu remedio debo emplear; qu debo hacer para curar a estos mis
hijitos?
Nuevamente me replic:
-Reflexione, ingniese; usted sabe lo que tiene que hacer!
Entonces le ped que me diese el aguinaldo prometido para mis jvenes.
-Bien -replic-, se lo dar!
Y adoptando la actitud de una persona que se dispone a partir, dijo tres
veces en tono cada vez ms elevado:
-Estad atentos, estad atentos, estad atentos!
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cuenta de tal cosa. Por otra parte, siendo nosotros entonces jvenes y estando
en medio de los jvenes, al cabo de breve tiempo podramos haber descubierto
con mucha facilidad que el siervo de Dios haca uso de confidencias hechas por
alguno de la casa, ya que los muchachos difcilmente saben guardar un
secreto.
Era tan comn entre nosotros la persuasin de que don Bosco nos lea los
pecados en la frente que, cuando alguno cometa una falta, procuraba evitar el
encuentro con l, hasta despus de haberse confesado; y esto suceda mucho
ms frecuentemente despus de la narracin de un sueo. Tal persuasin naca
en los alumnos del hecho que, yndose a confesar con l, aunque se tratase de
jvenes que
le eran desconocidos, encontraba en ellos y pona de manifiesto culpas en las
que no haban reparado o que pretendan ocultar.
Finalmente har observar que, adems del estado de las conciencias, don
Bosco anunciaba en los sueos cosas que era imposible conocer naturalmente
con slo los medios humanos; por ejemplo, la prediccin de algunas muertes y
de otros hechos futuros. Por mi parte, a medida que avanzaba en edad, al
considerar estos hechos y revelaciones de don Bosco, tanto ms me convenca
de que estuvo dotado por el Seor del espritu de profeca.
La tercer reflexin es la nuestra, y es que, de este sueo, se deduce que don
Jos Cafasso haca el papel de juez de todo lo referente a la religin y a la
moralidad; Silvio Pellico dictaminaba sobre la diligencia en el cumplimiento de
los deberes escolsticos y profesionales, y el conde Cays, sobre obediencia y
disciplina.
En los dulces nos parece descubrir el alimento de aqullos que comienzan a
andar por los caminos del Seor; y en la pasta de almendras, a los que estn
ya en va de mayor perfeccin. De unos y de otros se podra decir con el
salmista: Y a l le sustentara con la flor del trigo, le saciara con la miel de la
pea. (Salmo LXXI, 17).
((824))
CAPITULO LXII
LUCHAS ESPIRITUALES -DON BOSCO EXPLICA EN PARTICULAR A CADA UNO
DE LOS MUCHACHOS LO QUE LE CORRESPONDE EN EL SUEO -AGUINALDOS
-CONFESIONES ARREGLADAS -MUCHACHOS TRISTES Y MUCHACHOS ALEGRES
Y SANTOS -MUERTE INMINENTE EVlTADA -CONFESIONES GENERALES DE LOS
APRENDICES -SE PREGUNTA LA CAUSA DE LOS DOLOROSOS
DESCUBRIMIENTOS HECHOS DESPUES DE LAS COMUNIONES DE NAVIDAD
-DON BOSCO DA EN PUBLICO LA EXPLICACION DEL SUEO -POR QUE DON
BOSCO ESPERO ALGUNOS DIAS ANTES DE CONTAR EL SUEO -LA GRACIA Y
LA GLORIA DE DIOS -UNA PREGUNTA ACERCA DE LA NATURALEZA DEL SUEO
-UNA VOCACION -DON BOSCO Y LA CONCIENCIA DE LOS MUCHACHOS
AUSENTES -FELICIDAD DEL QUE SE HA CONFESADO BIEN -CARTAS DE DON
BOSCO: UN LIBRO PARA UN JOVENCITO DE FAMILIA NOBLE Y UN VESTIDO
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Su seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.
((835)) Tan pronto como recibi respuesta, se la comunic al joven Octavio
Bosco de Ruffino.
Carsimo Octavio:
La seora marquesa de Fassati no ha podido encontrar un devocionario en
ingls como deseaba. Mientras lo busca, me da la Prctica de amar a
Jesucristo de san Alfonso; dice que es una traduccin excelente y con buen
estilo y pureza de lenguaje.
Querido Octavio: nimo, precaucin con los malos compaeros y aprtate de
ellos; busca a los buenos e imtalos. El mayor tesoro es la gracia de Dios; la
primera riqueza, el santo temor de Dios.
Pide a Dios por m; saluda a mam y a tu hermana de mi parte; y tenme
siempre, como de corazn me profeso por ti.
Turn, 9 de enero de 1861.
Afectsimo amigo
JUAN BOSCO, Pbro.
A la par de los cuidados por los jvenes, iban los trabajos de las Lecturas
Catlicas. El mes de enero sali de la tipografa de Parava el librito: Los hijos
virtuosos, por Luis Friedel. Son sencillas y afectuosas escenas de familia.
Al principio de la obrita, lease la siguiente advertencia:
A LOS SUSCRIPTORES Y CORRESPONSALES
DE LAS LECTURAS CATOLICAS
Ya al trmino del ao octavo de nuestras publicaciones populares, sentimos
la necesidad de decir unas palabras a nuestros suscriptores y a los
benemritos seores corresponsales. Ante todo nuestro agradecimiento a unos
y otros. A los primeros por habernos ayudado con su bolo a hacer ms ligero
el sacrificio y menos duro nuestro pobre trabajo en esta obra de economa
social y catlica. A los otros, por haber colaborado a la propagacin y difusin
de estas publicaciones y haber compartido el peso y las molestias. No podemos
por menos que agradecrselo cordialmente; el premio, que su cooperacin
merece, ((836)) les ser concedido abundantemente por Dios, pues hemos
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que dicho clrigo, Juan Boggero, fue admitido a la prctica de las Reglas de la
Sociedad.
Grande era la satisfaccin de don Bosco con estas admisiones. Adems de su
buena y ejemplar conducta, vea en sus clrigos un gran inters por los
estudios de filosofa y teologa, de suerte que tena motivo para prever que
llegaran a ser valiosos ministros del Seor. El les animaba a adquirir nuevos
conocimientos de Sagrada Escritura y mantena la costumbre de la reunin
llamada del testamentino. Todas las semanas, como ya hemos referido, les
sealaba para aprender de memoria algunos versculos del Nuevo Testamento
y los reuna despus el jueves, los recitaban y a veces l mismo comentaba
brevemente lo que haban estudiado.
El 31 de enero, escribe Ruffino, con ocasin de esta reunin, don Bosco
coment algunos versculos de San Lucas en el captulo 21: Surget gens contra
gentem, et regnum adversus regnum. Et terraemotus magni erunt per loca et
pestilentiae et fames, terroresque de coelo, et signa magna erunt. Sed, ante
haec omnia, injicient vobis manus suas, etc. (Se levantar nacin contra
nacin y reino contra reino. Habr grandes terremotos, peste y hambre en
diversos lugares, habr cosas espantosas y grandes seales del cielo. Pero,
antes de todo esto, os echarn mano, etc.). Y, despus de hablar del fin del
mundo, deca:
-Si se hubiese de prestar fe a ciertas revelaciones y profecas, parecera
que este acontecimiento puede que tenga lugar a fines de este siglo. Podra
decirse que muchos de los signos antedichos ya se manifiestan. Se suceden las
guerras por todas partes, gens contra gentem (nacin contra nacin) el
hermano contra el hermano, la Iglesia oprimida, los sacerdotes perseguidos,
encarcelados, muertos, sacrilegios vandlicos y legalmente cometidos, etc.,
etc. Tambin el Papa San Gregorio arga por muchos indicios que, en sus
((840)) tiempos, no estaba lejos la venida del Salvador a la tierra, para juzgar
a todas las naciones. No acert este gran santo y no acertarn los otros. Es un
secreto que Dios ha reservado para s. Sin embargo, hay que tomar en cuenta
estos signos, pues la sucesin de tan espantosos trastornos y de tantas
calamidades no es ms que un triste y lento preludio de la inevitable catstrofe
final, y un recuerdo continuo del gran da de las justicias de Dios.
Y aada: -Tocante a pestilentiae et fames (pestes y hambres), tendremos,
yo no s si este ao o el prximo o quiz dentro de dos o tres aos, caresta y
mortandad. Juzgo que esta mortandad no es solamente la de la guerra actual,
sino una peste o un clera tal, que habr gente que pedir pan y no lo podr
alcanzar; y habr pan, pero no habr gente que lo coma.
Don Bosco aluda, sin duda, a alguna revelacin, si as se quiere llamar este
presagio, pues, en diversos sueos, menciona a menudo pestes, hambre y
guerra, mas sin especificar el tiempo, aun cuando parece que deban de ser
contemporneas.
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F. GREGORIO VIGOUROUX (1837-1915), exegeta francs, que fue profesor de Sagrada Escritura y Hebreo en el
Instituto Catlico de Pars; secretario de la comisin Bblica de Roma y director del Diccionario de la Biblia (18911912). (N. del T.)
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Despus de las oraciones de la noche del 1 de febrero, dijo don Bosco a los
muchachos:
El prximo domingo celebraremos una hermosa fiesta. Adems del aseo del
cuerpo conviene hacer el del alma. La verdad es que todos tenis vuestras
cuentas en regla, pues, de un mes a esta parte, no hacis ms que confesaros,
y hay confesiones generales y confesiones particulares de todo tipo; sin
embargo, yo deseo que todos los muchachos del mundo y especialmente los
del Oratorio, ganen la indulgencia plenaria. Digo que todos tenis las cuentas
en regla, pero no es verdad; hay algunos todava que se hacen los sordos y se
resisten a la voz del Seor. No les basta orla, se necesita algo ms para
moverlos; afortunadamente el nmero de los que se resisten es tan pequeo
que apenas si llega al plural. Pero qu desdichados son los que no aprovechan
tantas gracias y ocasiones extraordinarias para provecho de su alma. Por lo
que a m toca, aprend ms en aquellas tres noches de que hemos hablado que
en toda mi vida. Escuchen, pues, tambin esos desdichados el aviso del Seor
y, si tardan todava en arreglar su conciencia, yo mismo los llamar a mi
cuarto. As consta en las crnicas de Ruffino y Bonetti.
El 3 de febrero se celebr la fiesta de san Francisco de Sales. Cuenta
Armona en su nmero el da 6.
El domingo pasado hemos asistido a una fiesta fervorosa y edificante. Los
alumnos del Oratorio de San Francisco de Sales, fundado por el celossimo
apstol y padre de la juventud don Bosco, celebraban ((843)) la fiesta de su
Patrono. Y la celebraron con ejercicios de piedad, acercndose a los santos
sacramentos, con funciones solemnsimas, con un conmovedor discurso
pronunciado por el cannigo Galletti y con conciertos musicales y una
representacin teatral. Los hijos de san Francisco de Sales, probaron la verdad
de las palabras de san Pablo ante los numerosos turineses que acudieron a
tomar parte en aquellas funciones: ``La piedad es til para todo, pues tiene
las promesas de la vida presente y la futura''.
El lunes, da 4 de febrero, sala don Bosco de Turn para ir a predicar los
ejercicios espirituales en el seminario de Brgamo, invitado por monseor
Speranza. Fue encargado de acompaarlo, de su habitacin al plpito, el
seminarista Locatelli, que ms tarde fue vicario de san Alejandro, iglesia aneja
a la Catedral; y ste nos refiri los efectos de la sencilla e incomparable
elocuencia de don Bosco y cmo cort a la mitad el sermn sobre el infierno
por la emocin que le impeda hablar y los sollozos que no poda frenar. Fue
enorme la impresin que produjo en los oyentes.
En estos das, escriben Bonetti y Ruffino, acaeci un hecho, que nos
convence cada da ms de que don Bosco ve las cosas lejanas. El mircoles, a
eso de las seis de la tarde, escriba una carta a don Vctor Alasonatti en la que
se lean estos renglones:
-Ayer martes hizo el demonio su ``agosto'' entre los muchachos del
Oratorio y temo que hoy haga el resto.
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Mientras escriba vio a los dos alumnos del Oratorio, Jarach y Parigi, que en
aquel mismo momento le escriban un papelito y despus corran uno tras otro
por el patio. Don Bosco termin su carta enviando sus recuerdos para Jarach y
Parigi.
Estaba cenando aquella noche con los superiores del Seminario y, como
tena ganas de rer y hacer rer, les dijo:
((844)) -Mientras escriba esta tarde a casa, he visto a dos de mis alumnos
del Oratorio que me escriban.
-Cmo puede ser esto?, exclamaron riendo aquellos superiores.
-Pues maana vern si es verdad o no!
Al da siguiente, jueves, da en que don Vctor Alasonatti reciba la carta,
mientras en el Seminario de Brgamo estaban todos comiendo, he aqu que un
empleado entreg el correo para don Bosco.
-He aqu, dijo, una carta para don Bosco, procedente de Turn!
Don Bosco la abri y sac del sobre dos papelitos escritos por Jarach y
Parigi. Los superiores se miraron unos a otros extraados, y don Bosco se rea
de su extraeza.
Aquella misma noche lea don Vctor Alasonatti pblicamente en el locutorio
la carta de don Bosco, que caus en los alumnos dolorosa sorpresa. Y, sin
embargo, don Bosco daba la noticia de un hecho real.
Seguan entre tanto en Brgamo los ejercicios. Con sus amables maneras,
se gan don Bosco el corazn de todos los seminaristas, no slo por la fuerza
de su predicacin, sino por la familiaridad con que los trataba. Estaba con ellos
durante los recreos, los alegraba con sus bromas moderadas, les contaba
algn hecho sentado por el suelo en el patio, mientras los jvenes se sentaban
tambin a su alrededor, El Rector del Seminario rezongaba un poco ante
aquellas maneras, que, segn l, parecan contrarias a la gravedad sacerdotal
y exclamaba en voz baja:
-Me parece que esto no se puede tolerar, esto no se puede consentir!
Pero, de haberles sido posible a aquellos jvenes partir, todos se hubieran
ido con l al Oratorio.
((845)) No es para dicho el fruto que alcanz.
Hay una carta recordando estos ejercicios, la cual transcribimos a
continuacin:
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Y l aadi:
-Bueno, es que vosotros no conocis mis picardas, no sabis gimnasia, ni
juegos de prestidigitacin.
Y con estas palabras se desentendi de nosotros y nos hizo rer la mar.
Despus, echndonos una mirada, en la que brillaba la ms tierna
complacencia, agrupndonos an ms en torno a l, nos dijo:
-Dichosos vosotros, que todava sois jvenes y tenis por delante mucho
tiempo para hacer hermosas obras para el Seor y ganar mritos para el
paraso; yo, en cambio, (y lo deca conmovido) ya soy viejo, pronto tendr que
irme a la hoya y presentarme al Seor con las manos vacas.
Entonces uno de nosotros observ:
-No diga usted eso; usted trabaja da y noche, no se da un momento de
reposo y, por tanto, no puede decir que tiene las manos vacas.
-S, s! -replic l-, pero lo que yo hago, debo hacerlo en cumplimiento de
mi deber: soy sacerdote y aun cuando yo diera mi vida, no hara ms que mi
estricto deber.
-Si ello es as, aadi uno, entonces es mejor no hacerse sacerdote.
-Despacio, amigo! Y cuando el Seor nos hace sentir que lo quiere as? No
se puede resistir, hay que obedecer. Por lo dems, me tranquiliza el
pensamiento de que el Seor es rico en misericordia y que, cuando nos
presentemos ante El y le podamos decir fecimus quod jussisti (hicimos lo que
mandaste), no podr menos de dirigirnos aquellas consoladoras palabras:
Euge, serve bone et fidelis, quia super pauca fuisti fidelis, super multa te
constituam; intra in gaudium Domini tui (Ea, siervo bueno y fiel, porque fuiste
fiel en lo poco, te colocar en alto lugar; entra a gozar de tu Seor).
((848)) 17 de febrero. Hoy domingo, dijo don Bosco:
-Esta vez el demonio sufre bancarrota en el Oratorio; podemos decir que
queda casi totalmente arruinado. Cierto que es un enemigo que nunca se da
por vencido: volver a acometernos, nos atacar uno a uno en guerra de
guerrillas; por lo tanto es preciso que cada cual est alerta; mas, por ahora, ha
recibido una buena paliza, como tal vez no la recibi nunca de una comunidad.
Os digo sinceramente que el efecto de aquel sueo es un hecho tal, cual no se
lee en la historia; es algo nunca odo! Ante el mundo es una necedad, pero
ante Dios os aseguro que no se podra desear ms. Por mucho que dure el
Oratorio, no se volver a ver nunca un hecho parecido. Deo gratias!
Le invitamos entonces a escribir el sueo y respondi:
-No, no puedo por dos motivos. Primero, porque hay cosas que no puedo
contar por escrito, ya por lo que a m se refiere, ya por consideracin a
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fbula. Pero tenemos como norma que, siempre que una cosa redunda en bien
de las almas, viene ciertamente de Dios y no pude ser cosa del demonio.
((850)) Tengo que daros una noticia singular y es que el demonio qued
totalmente derrotado en esta casa, y, si seguimos por este camino, tendr que
declararse en bancarrota absoluta. Es de advertir un hecho mil veces
sucedido en el Oratorio. Los chicos, al ir a confesarse con don Bosco, ya fuera
por no estar bien preparados en cuanto al examen, ya porque necesitaban
nimos para manifestar algo que los ruborizaba, ya por tener embrollada la
conciencia o, tambin, por ir ms aprisa, despus de arrodillarse a sus pies, y
en lugar de comenzar la acusacin, decan a don Bosco:
-Diga usted!
Y don Bosco manifestaba a cada uno lo que haba hecho, sin aadir ni quitar
detalles, con maravillosa exactitud. Tenemos de esto testimonios sinceros por
centenares; entre otros los de don Modesto Davico y don Domingo Belmonte.
A veces llegaba don Bosco a la sacrista y la encontraba atestada de
muchachos que queran confesarse. Echaba una mirada alrededor, y deca a
uno:
-Vete a comulgar.
Y lo mismo deca sucesivamente a muchos otros, hacindoles una seal de
que podan marchar.
Saba l que sus conciencias estaban limpias y los muchachos marchaban
contentos, firmemente persuadidos de que don Bosco lea en sus corazones.
Nos sucedi a menudo tener que salir de la sacrista para celebrar la santa
misa y encontrar mucha dificultad para atravesarla, dada la cantidad de
jvenes arrodillados que la llenaban. Al regresar la encontrbamos desierta y a
don Bosco solo preparndose para celebrar.
No raras veces, al confesar, acaecale otro hecho singular. En medio de la
muchedumbre de jvenes vea a uno arrodillado lejos en un rincn y, sin hacer
caso de los dems, le haca una sea, y l, extraado por la inesperada
invitacin, avanzaba por entre los compaeros, que le abran paso hasta don
Bosco, y se confesaba ((851)) el primero. A alguno, que observ con atencin
y gozaba de la confianza de los compaeros, le result que en estos casos
haba algn titubeo en volver a ponerse en gracia de Dios.
Pero don Bosco no slo daba la salud espiritual a sus alumnos, sino a veces
tambin la corporal.
Cuenta Ruffino que el joven Rebuffo, en 1861, estaba en malas condiciones
de salud haca un ao. Llevaba un mes atormentado, por lo cual tuvo que dejar
de asistir a clase. Por fin, estando ms afligido que nunca, aconsejle un amigo
que escribiera una carta a don Bosco. Se dispuso a ello, pero no fue capaz de
escribir dos lneas.
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A NUESTROS LECTORES
Aunque el fin de las Lecturas Catlicas sea publicar obritas de estilo sencillo
y adaptadas especialmente a la clase menos erudita del pueblo, sin embargo
nos ha parecido til imprimir una serie ((859)) de hechos curiosos, edificantes,
que, a la par de poder ser tiles para personas de toda condicin, vayan
particularmente dirigidos a la juventud. Estos ejemplos fueron sacados de
autores clsicos de nuestro idioma italiano, a fin de que los jvenes estudiosos
encuentren, adems de la utilidad moral, un modelo de lenguaje, de frases y
perodos a imitar con seguridad en temas cientficos y literarios.
Tendremos as una doble satisfaccin: la de promover el bien de nuestra
santa religin catlica, objeto constante de nuestra solicitud, y la de cooperar
al conocimiento, al menos en parte, de los escritores, cuyo ingenio y obras
servirn siempre de admiracin y modelo para quien ama nuestra hermosa
lengua italiana.
El Seor os bendiga a todos y que vivis siempre felices.
Armona, recomendaba en su nmero del 5 de abril, viernes:
LAS LECTURAS CATOLICAS -AO IX
Con verdadera satisfaccin anunciamos a nuestros lectores que contina la
publicacin de las Lecturas Catlicas. Las personas que la dirigen, las calurosas
recomendaciones hechas por el papa reinante Po IX y en general por todos los
obispos, valen ms que todos los discursos para alentar a los buenos catlicos
a que favorezcan esta publicacin. Lo ms apreciable de estos libritos es su
popularidad, hermanada con una pureza de lenguaje y claridad de ideas, que
facilita su comprensin a toda clase de personas. No hablan de poltica.
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Algunos das antes haba estado fuera de Turn, y pas muy cerca de las
colinas de Moncalieri. El espectculo de aquellas colinas que comenzaban a
cubrirse de verdor, me qued impreso en la mente, y, por tanto, bien pudo ser
que las noches siguientes, al dormir, la idea de aquel hermoso espectculo
viniese de nuevo a impresionar mi fantasa y sta avivase en m el deseo de
dar un paseo.
Lo cierto es que, en sueos contempl una amplia y dilatada llanura: ante
mis ojos se levantaba una alta y extensa colina. Estbamos todos parados
cuando, de pronto, hice a mis jvenes la siguiente propuesta:
-Vamos a dar un buen paseo?
-Pero, adnde?
Nos miramos los unos a los otros; reflexionamos unos instantes y despus,
no s por qu causa extraa, alguno comenz a decir:
-Vamos al Paraso?
-S, s; vamos a dar un paseo al Paraso -replicaron los dems.
((866)) -Bien, bien! Vamos! -exclamaron todos a una.
Partiendo de la llanura, despus de caminar un poco, nos encontramos al pie
de la colina. Al comenzar a subir por un sendero qu admirable espectculo!
Sobre toda la extensin que podamos abarcar con la vista, la dilatada ladera
de aquella colina estaba cubierta de bellsimas plantas de todas las especies:
frgiles y bajas, fuertes y robustas; con todo, estas ltimas no eran ms
gruesas que un brazo. Haba perales, manzanos, cerezos, ciruelos, vides de
variadsimos aspectos, etc., etc. Lo ms singular era que en cada una de las
plantas se vean flores que comenzaban a brotar y otras plenamente formadas
y dotadas de bellsimos colores; frutos pequeos y verdes y otros gruesos y
maduros; de forma que en aquellas plantas haba cuanto de hermoso producen
la primavera, el esto y el otoo. La abundancia de frutos era tal, que pareca
que las ramas no podran resistir el peso.
Los muchachos se acercaban a m llenos de curiosidad y me preguntaban la
explicacin de aquel fenmeno, pues no saban darse razn de semejante
milagro.Recuerdo que, para satisfacerles un poco, les di la siguiente respuesta:
-Tened presente que el paraso no es como nuestra tierra, donde cambian las
temperaturas y las estaciones. Habis de saber que aqu no hay cambio
alguno; la temperatura es siempre igual, suavsima, adaptada a las exigencias
de cada planta. Por eso cada una de stas recoge en s cuanto de hermoso y
bueno hay en cada estacin del ao.
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-En este lago est, -nos dijo UNO- el agua que brot del costado de
Jesucristo, la cual fue poca en cantidad, pero aument en forma considerable y
sigue aumentando y aumentar en el futuro. Esta es el agua del Santo
Bautismo, con el cual fueron lavados y purificados los que escalaron ya esta
montaa y con la que debern ser bautizados y purificados los que han de
subir a ella en el porvenir. En ella tendrn que ser baados todos aquellos que
quieran ir al Paraso. Al Paraso se llega, o por medio de la inocencia o por
medio de la penitencia. Nadie puede salvarse sin haberse baado en esta
agua.
Seguidamente, sealando los restos humanos, prosigui:
-Estos miembros ((869)) pertenecen a aquellos que atacaron a la Iglesia en
el tiempo presente.
Seguidamente vimos mucha gente y tambin a algunos de nuestros jvenes
caminando sobre las aguas con una celeridad extraordinaria; con una rapidez,
que apenas si tocaban la superficie con la punta de los pies y, casi sin mojarse,
llegaban a la otra orilla.
Nosotros contemplbamos atnitos aquel portento, cuando nos fue dicho:
-Estos son los justos, porque el alma de los santos, cuando est separada
del cuerpo, y el mismo cuerpo cuando est glorificado, no slo puede caminar
ligera y velozmente sobre el agua, sino tambin volar por el mismo aire.
Entonces, todos los jvenes desearon correr sobre las aguas del lago, como
aqullos a los cuales haban visto. Despus me miraron como para
interrogarme con la mirada, pero ninguno se atreva a iniciar la marcha. Yo les
dije:
-Por mi parte, no me atrevo; es una temeridad creerse tan justos como para
poder cruzar sobre esas aguas sin hundirse.
Entonces todos exclamaron:
-Si usted no se atreve, mucho menos nosotros!
Proseguimos adelante, siempre girando alrededor de la montaa, cuando he
aqu que llegamos a un tercer lago, amplio como el primero y lleno de fuego,
en el cual se vean trozos de miembros humanos despedazados.
En la orilla opuesta se lea un cartel: PER IGNEM.
-Aqu, nos dijo el mismo intrprete, est el fuego de la caridad de Dios y de
los santos; las llamas del amor y del deseo, por las que deben pasar los que no
lo hicieron por la sangre y el agua. Este es tambin el fuego con que fueron
atormentados y consumidos por los tiranos los cuerpos de tantos mrtires.
Muchos son los que tuvieron que pasar por aqu para llegar a la cumbre de la
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SEGUNDA PARTE
Recordaris que haba un gran lago que haba de llenarse de sangre, al
fondo del valle, cerca del primer lago!
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otros uncidos con mulos y con caballos y record lo que dice el Seor: Factus
est sicut equus et mulus quibus non est intelectus. (Hzose como caballo y
mulo, que no tienen inteligencia). Eran los que no quieren pensar nunca en las
cosas del alma: los desgraciados sin seso.
Vi a otros que pacan en compaa de los puercos: se revolcaban en las
inmundicias y en el fango como esos animales y como ellos hozaban en el
cieno. Eran los que se alimentan solamente de cosas terrenas; los que viven
entregados a las bajas pasiones; los que estn alejados del Padre Celestial. Oh
lamentable espectculo! Entonces me acord de lo que dice el Evangelio del
Hijo prdigo: que qued reducido al ms miserable de los estados luxuriose
vivendo (viviendo lujuriosamente).
Vi despus a muchsima gente y a numerosos jvenes en compaa de gatos,
perros, gallos, conejos, etc.; o sea, a los ladrones, a los escandalosos, a los
soberbios, a los tmidos por respeto humano, y as sucesivamente.
Al contemplar esta variedad de escenas, nos dimos cuenta de que el gran
valle representaba el mundo. Observ detenidamente a cada uno de aquellos
jvenes y desde all nos dirigimos a otro lugar tambin muy espacioso, que
formaba parte de la inmensa llanura. El terreno ofreca un poco de pendiente,
de forma que caminbamos casi sin darnos cuenta.
((873)) A cierta distancia vimos que el paraje tomaba el aspecto de un jardn
y nos dijimos:
-Vamos a ver qu es aquello?
-Vamos! -exclamaron todos.
Y comenzamos a encontrar hermossimas rosas encarnadas.
-Oh, qu bellas rosas! Oh, qu bellas rosas! -gritaban los jvenes mientras
corran a cortarlas-. Pero, apenas las tuvieron en sus manos, se dieron cuenta
de que despedan un olor desagradable en extremo. Los muchachos no
pudieron disimular su desagrado. Vimos tambin numerossimas violetas, en
apariencia lozanas y que cremos despediran agradable fragancia; pero cuando
nos acercamos a cortarlas para formar algunos ramilletes, nos dimos cuenta de
que sus tallos estaban marchitos y que despedan un olor hediondo.
Proseguimos siempre adelante y he aqu que nos encontramos en unos
encantadores bosquecillos cubiertos de rboles tan cargados de frutos que era
un placer el contemplarlos. En especial, los manzanos, qu deliciosa apariencia
tenan! Un joven corri inmediatamente y cort de una rama una hermosa
fruta de apariencia fragante y madura, mas apenas le hubo clavado los
dientes, la arroj indignado lejos de s. Estaba llena de tierra y de arena y al
gustarla sinti deseos de vomitar.
-Pero, qu es esto? -nos preguntamos.
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devociones a las que van anejas indulgencias, tras cumplir los requisitos
sealados se entiende; si ganis indulgencias plenarias, iris directamente al
Paraso.
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Otro clrigo se extra de la facilidad con la que muchos suelen callar los
pecados en la confesin, ((886)) hasta cuando hay abundancia de confesores.
Don Bosco le contest:
-No todos los confesores tienen habilidad, experiencia y medios para
escudriar las conciencias y expulsar las zorras que roen los corazones. As,
por ejemplo, para un determinado sacerdote puede ser el pan de cada da
confesar, pero no a muchachos, sino a adultos. Para confesar a los chicos hay
que acercarse muchsimo a ellos, tratarles frecuentemente, conocerlos bien,
estudiar su carcter y, cuando van a confesarse, muchas veces hay que hacer
el examen de conciencia con ellos; hay que saber relacionar que ste dio
motivo a cierta queja, se tiene cierto defecto, aqul tiene otro; porque los
muchachos callan, s, callan fcilmente. Hay dos grandes escollos: la
vergenza y el miedo a perder el aprecio del confesor.
Al principio del ao escolar ingres en el Oratorio cierto joven, el cual la
primera vez que fue a hablarme, dijo:
-Aqu se hacen tambin sacerdotes?
-S!
-Yo no quiero serlo. Obligan a ello?
-No, antes al contrario, se concede como una gracia especial, porque es
preciso que los muchachos den claras seales de vocacin;
de no ser as, no se les permite vestir la sotana.
-Eso me basta; yo vengo aqu con tal de que no me hagan sacerdote.
-Puedes estar tranquilo, nadie te dir una palabra, si no tienes vocacin.
-Es que, aunque tuviera vocacin, yo no quiero que me hagan.
Algn tiempo despus trataba de confesarse, y quera ir a hacerlo con algn
sacerdote desconocido, a los frailes del Monte o, por lo menos, al santuario de
la Consolacin. Djole don Bosco:
-Te dejo ir de buena gana, me limitar a enviar a alguno que te acompae,
pero con una condicin!
-Cul?
((887)) -Que digas al confesor esto y aquello.
Y se lo indiqu.
Qued el joven estupefacto, al manifestarle los pecados que nunca haba
confesado, y dijo:
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-Ya no necesito ir a otra parte, pues son stos los pecados que
precisamente yo me propona no confesar.
Actualmente, cuando todava no hemos llegado a la mitad del curso escolar,
es uno de los ms animados a hacerse sacerdote. Efecto del ltimo sueo fue
que algunos alumnos se sintieron movidos a pedir ser inscritos en la Pa
Sociedad, segn se deduce de las Actas de los Captulos.
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ms an, yo quiero que todos hagan por entero el recreo. Slo deseo que no
huyan de m cuando los encuentro. Que no suceda ms lo que a veces
contemplo: me asomo al patio, todo un hormiguero de chicos que corren a m,
y despus no veo a esos cuatro o cinco, que son precisamente los que yo
quera ver. Ellos tambin se mueven, mas para alejarse... Quede, pues, bien
claro esto. Tendra que exponeros todava muchas cosas, pero no puedo
hacerlo aqu en pblico. Baste esto. Buenas noches.
En cuanto los jvenes se retiraron a sus dormitorios, se reuni la
conferencia de los miembros de la Sociedad de San Francisco de Sales. Fueron
presentados a la asamblea cuatro nuevos socios: Reano, Perucatti, Jarach y
Fabre. Don Bosco habl de la caridad con el prjimo, especialmente con los
jvenes. Con respecto al prjimo, dijo: -Procrese que cualquiera que trate con
nosotros, se despida satisfecho; que siempre que hablemos con alguno, ste
sea un amigo ms, ganado a nuestra causa: porque hemos de buscar la
manera de aumentar el nmero de nuestros amigos y disminuir el de los
enemigos, pues hay que hacer el bien a todos. Recibiremos siempre bien y con
dulzura a los forasteros, pues esto es lo que ellos desean y esperan, sean stos
seores o sean pobres; es ms, los que se encuentran en condicin de
inferioridad exigen, an ms que los otros, ser tratados con respeto.
En cuanto a los jvenes debemos tener caridad con ellos y, tratarlos
siempre con dulzura; que nadie tenga motivo para decir de ninguno de
nosotros: fulano es riguroso y severo. No!, que nunca pueda nadie formarse
tal concepto de alguno de nosotros. Si hemos de reprender a alguno,
llevmoslo aparte, hagmosle comprender por las buenas su falta, su
deshonra, su dao, la ofensa de Dios; porque ((891)) si procedemos de otro
modo bajar la cabeza al or nuestras duras palabras, temblar, pero har
siempre por escapar de nosotros y ser escaso el provecho obtenido con
amonestaciones de esta clase. Si sorprendemos con las manos en la masa a
algn despistado, agarrmosle por un brazo y digmosle resueltamente:
-Mira lo que haces, considera lo que mereceras, y si yo te llevara al
Superior, qu pasara?, etc.
Pero de una manera especial tengamos caridad entre nosotros;
cuando uno tiene que decir algo al compaero, dgaselo enseguida sin miedo.
No se guarde resentimiento o rencor en el corazn. Puede que sea inoportuna
la advertencia; no importa; hgase en seguida.
La palabra de don Bosco tena un atractivo singular para los clrigos. Al
salir de su habitacin, deca el que haba entrado:
-Yo estar siempre con don Bosco!
Preguntaba despus a algn compaero:
-Y t?
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Antes de los ejercicios espirituales don Bosco mand llamar a los jvenes
Francisco Ghivarello y Jos Dalmazzo, que estaban en sus pueblos, para que
viniesen a casa a tomar parte en estos das de retiro espiritual. Vinieron y ya
no quisieron volver a sus casas.
Por la noche del 28 de abril dijo don Bosco a los jvenes: -Ahora
comenzamos los Ejercicios para echar muy lejos de nosotros al demonio. En
general ya no puede ((893)) estar el demonio con ninguno de la casa, porque
todos lo echan. Sin embargo, hay unos pocos, tras de los cuales puede
esconderse; no delante, pero s a sus espaldas.
Durante los dos das de ejercicios don Bosco confes casi siempre unas seis
horas seguidas por la tarde, y tres o cuatro por la maana.
En el ltimo sermn del da primero de mayo, el predicador bendijo a los
jvenes, despus de implorar las bendiciones de Dios sobre el Rey, los
Senadores, el Parlamento, etc., para que sean siempre fuertes en la paz y en la
guerra. Pero cuando intent tomar el crucifijo del plpito para dar la bendicin
acostumbrada, no pudo sacarlo. Hizo entonces una llamada a los pecadores,
que todava se resistan a convertirse, causa tal vez de que no pudiera
bendecir a la asamblea. Los suplic, los invit a manifestarse, pues l bajara
del plpito e ira a echarse a sus pies, rogndoles en nombre de Jesucristo que
se convirtieran. Acab diciendo que stos tenan todava tiempo para
confesarse aquella misma tarde y el da siguiente por la maana. Este rasgo
oratorio caus ptima impresin. Preguntado despus privadamente el
predicador, dijo que haba aparentado adrede no poder extraer el crucifijo.
Aadi que ya haba empleado otras veces esta estratagema y siempre haba
causado buena impresin en el auditorio. Observaremos a este propsito que
diligentibus Deum omnia cooperantur in bonum (para los que aman a Dios
todo redunda en bien).
El reverendo Ciattino habl tambin de don Bosco, poniendo de relieve a los
jvenes la gracia que Dios les haba concedido al disponer que fueran enviados
a educarse bajo la direccin de un hombre, que gozaba de merecida fama de
santidad, y advirtiendo que llegara un da en que los venideros envidiaran su
suerte de haber vivido con don Bosco.
Su fama de santidad, escribi el cannigo Anfossi, fue ((894)) siempre en
aumento, al crecer y ampliarse sus obras. Venale de su vida ejemplarsima, de
las virtudes que ejerca en grado heroico, y de los dones especiales, de los que
se le vea enriquecido por el Seor. Cuntas veces he visto a sacerdotes y a
personajes muy distinguidos arrodillarse a sus pies pidiendo su bendicin!
Y el telogo Reviglio adverta: Siempre que iba a su casa, observaba en l
algn acto particular de virtud, y me persuada de que el justo se perfecciona
de da en da hasta recibir la celestial recompensa.
Pero especialmente resplandeca su humildad en los ms pequeos actos. El
4 de mayo, dej escrito Ruffino, vino a hablar con don Bosco un conspicuo
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EL corazn del sabio sabe el cundo y el cmo. Porque todo asunto tiene su
cundo y su cmo. Pues es grande el peligro que acecha al hombre, ya que
ste ignora lo que est por venir, pues lo que est por venir, quin va a
anuncirselo?71.
Que don Bosco posea este conocimiento propio del corazn del sabio y no le
era oculto lo que le interesaba del pasado ni del futuro, nos lo demuestra una
vez ms la persuasin que inspir las crnicas de don Domingo Ruffino, don
Juan Bonetti ((898)) y las memorias escritas por don Juan Cagliero, por don
Csar Chiala y otros, testigos todos ellos que oyeron las palabras del siervo de
Dios. Con singular concordancia nos exponen otro sueo contado por l, en el
cual vio su Oratorio de Valdocco y los frutos que produca, la condicin de los
alumnos ante los ojos de Dios; a los que eran llamados al estado eclesistico o
al estado religioso en la Pa Sociedad, o a vivir en el estado laical y el porvenir
de la naciente Congregacin.
So, pues, don Bosco la noche precedente al 2 de mayo y el sueo le dur
casi seis horas. Apenas amaneci, levantse del lecho para tomar algunos
apuntes sobre las escenas principales y anotar los nombres de algunos
personajes que haba visto desfilar a travs de su fantasa mientras dorma.
En la narracin de dicho sueo invirti tres sesiones consecutivas, hablando
a sus jvenes desde la tribuna que le solan colocar debajo del prtico, una vez
rezadas las oraciones de costumbre.
El 2 de mayo estuvo hablando por espacio de unos tres cuartos de hora.
El exordio, como suceda siempre que comenzaba una de estas narraciones,
parece un poco confuso y extrao, lo que juzgamos natural, por razones que
hemos expuesto ya en otros lugares, y las que ofreceremos al juicio de
nuestros lectores.
Comenz, pues, el siervo de Dios a hablar as a los jvenes.
Este sueo se refiere solamente a los estudiantes. Muchsimas cosas de las
que vi en l no sera capaz de describirlas, por falta de inteligencia y por
insuficiencia de palabras.
Me pareca haber salido de mi casa de I Becchi. Me diriga por un sendero
que conduca a un pueblo prximo a Castelnuovo, llamado Capriglio. Quera
visitar un campo arenoso de nuestra propiedad, que estaba situado en un
vallecillo detrs del casero llamado Valcappone; la cosecha de este campo
apenas si produce para pagar los impuestos. En mi niez estuve varias veces
trabajando en aquel sitio.
Haba recorrido ya un buen trecho de camino, cuando cerca de aquel campo
me encontr con un buen hombre, como de unos cuarenta aos, de estatura
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Eclesiasts, VIII, 6, 7.
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ordinaria, barba larga y bien cuidada y de rostro moreno. Vesta un traje que le
llegaba hasta las ((899)) rodillas, llevaba ceidos los costados y sobre la
cabeza una especie de gorrito blanco. Se hallaba en actitud de quien espera a
alguien. El tal me salud familiarmente como si yo fuese para l persona
conocida desde mucho tiempo; despus me pregunt:
-Adnde vas?
Mientras detena el paso, le repliqu:
-Voy a ver un campo que tenemos por estos contornos. Y t, qu haces
aqu?
-No seas curioso -me contest-. No necesitas saberlo.
-Bien. Pero al menos haz el favor de decirme tu nombre y quin eres, pues
me he dado cuenta de que me conoces. Yo, en cambio, no te conozco.
-No hace falta que te diga ni mi nombre, ni mis cualidades. Ven. Prosigamos
juntos.
Me puse en camino con l y, despus de avanzar unos pasos, me vi en un
extenso campo cubierto de higueras. Mi compaero me dijo:
-No ves qu hermosos higos hay aqu? Si quieres puedes tomar y comer los
que quieras.
Yo le respond maravillado:
-En este campo nunca hubo higos.
Y l respondi:
-Pues ahora los hay; ah los tienes.
-Pero no estn maduros; todava no es tiempo de higos.
-Pues a pesar de ello, mira; los hay ya muy hermosos y en su punto; si
quieres probarlos date prisa porque se hace tarde.
Y como yo no me moviese, mi amigo insiti:
-Date prisa; no pierdas tiempo, que se acerca la noche.
-Pero por qu me das tanta prisa? No, no quiero higos; me agrada verlos,
regalarlos, pero no me son agradables al paladar.
-Si es as, sigamos adelante; pero recuerda lo que dice el Evangelio de San
Mateo, cuando habla de los grandes acontecimientos que sucedern a
Jerusaln. Deca Cristo a los Apstoles: Ab arbore fici discite parabolam. Cum
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jam ramus ejus tener fuerit et folia nata, scitis quia prope est aestas.
(Aprended la enseanza de la higuera: cuando ya est tierna su rama y salgan
las hojas, sabed que ya est cerca el verano). Y ahora est muy cerca, puesto
que los higos comienzan a madurar.
Reemprendimos la marcha y he aqu que apareci otro campo plantado de
vias. El desconocido me dijo inmediatamente:
-Quieres uvas? Si no te agradan los higos, ah tienes uvas: toma y come.
-Oh! Ya las cortaremos a su tiempo de la cepa.
-Pues aqu tambin las hay.
-A su tiempo!, -le respond.
((900)) -Pero no ves cunta uva madura?
-Posible? Y en esta estacin?
-Date prisa, que se hace tarde y no hay tiempo que perder.
-Qu prisa tenemos? Con tal de que al final del da me encuentre en mi
casa...
-Te repito que te des prisa, pues pronto se hace de noche.
-Si se hace de noche volver otra vez el da.
-No es cierto; ya no volver otra vez el da.
-Cmo? Qu es lo que quieres decir?
-Que se acerca la noche.
-Pero de qu noche me ests hablando? Quieres decir que debo preparar la
maleta para partir? Que debo ir pronto a mi eternidad?
-Se aproxima la noche: dispones de muy poco tiempo.
-Dime al menos si ser pronto. Cundo he de partir?
-No seas tan curioso. Non plus spere quam oportet spere. (No saber ms
de lo que es necesario saber).
-As deca mi madre a los entrometidos, pens para m, y despus prosegu
en alta voz.
-Por ahora no quiero uvas.
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-Lo puedes comprender fcilmente: son los que no escuchan tus consejos y,
si no cambian de conducta, corren el peligro de ir a parar a la crcel y acabar
en ella sus das por sus delitos o graves desobediencias.
-Deseara tomar nota de sus nombres para no olvidarlos -le dije-, pero el
amigo me respondi:
-No hace falta; estn ya todos anotados; aqu los tienes escritos en este
cuaderno.
Entonces me di cuenta de que mi acompaante tena un cuadernillo en la
mano. Me orden que diese otra vuelta al manubrio y, despus de hacerlo, me
puse nuevamente a mirar. Vi a otros siete jvenes, todos de aspecto hurao y
desconocido, con un candado que les cerraba los labios. Tres de ellos se
tapaban tambin los odos con las manos. Me separ entonces del cristal y
quise anotar con lpiz sus nombres, pero aquel hombre me volvi a decir:
-No hace falta; aqu los tienes escritos en este cuaderno que llevo siempre
conmigo. Y se opuso en absoluto a que escribiese. Yo, lleno de estupor y
dolorido por aquella actitud, pregunt el significado de aquel candado que
cerraba los labios de aquellos infelices.
El me respondi:
-No lo entiendes? Estos son los que se callan.
-Pero qu es lo que callan?
-Callan!
Entonces comprend que se trataba de la Confesin. Eran los que incluso,
cuando el confesor les pregunta, no responden, o responden evasivamente, o
faltan a la verdad. Dicen s cuando deben responder no y viceversa.
El amigo continu:
-Ves aquellos tres que, ademas de llevar un candado en la boca, se tapan los
odos con las manos? Qu condicin tan deplorable la suya! Esos son los que
no solamente callan pecados en la confesin, sino que ademas no quieren
escuchar de ninguna manera los avisos, los consejos, las rdenes del confesor.
Son los que no prestarn odo a tus palabras, aunque parezca que las
escuchan y que estn dispuestos a obrar diversamente. ((903)) Podran
quitarse las manos de donde las tienen, pero no quieren hacerlo. Los otros
cuatro escucharon tus consejos, tus exhortaciones, pero no se aprovecharon
de ellas.
-Y cmo hara para quitarles ese candado?
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II
En la noche del 3 de mayo prosigui su relato.
A travs de aquel cristal pudo ver la vocacin de cada uno de sus alumnos.
En esta ocasin fue conciso y categrico en sus palabras. No dio nombre
alguno, dejando para otra ocasin las preguntas que hizo a su gua y las
explicaciones que oy de labios de ste en relacin con ciertos smbolos y
alegoras que haban desfilado ante su vista.
El clrigo Ruffino nos leg algunos nombres sirvindose de las confidencias
que le hicieran algunos de los mismos jvenes a quienes don Bosco haba dicho
lo que sobre ellos haba visto en el sueo, dejando constancia de ello. Dicha
nota lleva fecha de 1861.
Nosotros entretanto para mayor claridad en la exposicin y para evitar
demasiadas repeticiones, formaremos un todo nico, introduciendo en el relato
los nombres omitidos y las explicaciones dadas; pero stas, en la mayora de
los casos, no sern presentadas en forma dialogada. Con todo seremos
exactos, citando literalmente cuanto escribi el cronista.
Don Bosco, pues, comenz a decir:
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Haba algunos que le ayudaban a atar las gavillas, y recuerdo haber visto,
entre otros, a don Juan Turchi y a Ghivarello. Esto representa a los destinados
a poner orden en las conciencias, especialmente mediante la prctica del
ministerio de la Confesin, entre los adeptos o aspirantes al estado
eclesistico.
Otros transportaban gavillas en un carro, smbolo de la gracia de Dios. Los
pecadores convertidos han de montar en este carro para seguir la recta va de
la salvacin, que tiene como trmino el cielo.
El carro comenz a moverse cuando estuvo completamente cargado de
gavillas. Tiraban de l, no los jvenes, sino dos bueyes, smbolo de la fuerza o
esfuerzo perseverante. Algunos iban conducindolo. Delante de todos ellos don
Miguel Ra, que era el que guiaba, lo que quiere decir que su ((910)) misin
sera dirigir las almas hacia el cielo. Don Angel Savio segua detrs con una
escoba atrapando las espigas y las gavillas que se caan.
Esparcidos por el campo estaban los espigadores, entre los cuales Juan
Bonetti y Jos Bongiovanni; esto es: los que atendan a los pecadores
obstinados. Bonetti especialmente est designado por el Seor para buscar a
los desgraciados que han escapado de la hoz de los segadores.
Fusero y Anfossi amontonaban gavillas, en el campo, para que fuesen
trilladas a su debido tiempo; esto tal vez quera decir que a su debido tiempo
desempearan alguna ctedra.
Otros, como don Vctor Alasonatti, ataban las gavillas, representacin de los
que administran el dinero, vigilan para que se cumplan las reglas; ensean las
oraciones y el canto sagrado, cooperando, en suma, moral y materialmente, a
encaminar a las almas hacia la meta de la salvacin.
Un espacio de terreno estaba preparado como para trillar las gavillas en l.
Don Juan Cagliero, que se haba dirigido al jardn en busca de algunas flores,
las distribua entre los compaeros y l, con un ramito en la mano, se
encamin hacia la era para comenzar la faena. Esta labor simboliza a los
destinados por Dios para la instruccin del pueblo llano.
A lo lejos se divisaban unas negras humaredas que levantaban sus penachos
al cielo. Era el efecto de la labor de los que atropaban los yerbajos y,
sacndolos fuera del campo sembrado de espigas, los amontonaban y les
prendan fuego. Esto simboliza a los destinados a separar a los buenos de los
malos, labor reservada a los directores de nuestras futuras casas. Entre stos
estaban don Francisco Cerruti, Juan Tamietti, Domingo Belmonte, Pablo Albera
y otros que actualmente cursan sus primeros estudios, porque son an muy
jvenes.
Todas las escenas anteriormente descritas se desarrollaban al mismo tiempo.
Entre aquella multitud de jvenes vi a algunos que llevaban unas antorchas
encendidas para alumbrar a los dems, a pesar de que era pleno da. Eran los
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que haban de servir de ejemplo a los dems obreros del Evangelio, iluminando
al clero con su conducta. Entre ellos estaba Pablo Albera, el cual, adems de
llevar la antorcha, tocaba tambin la guitarra, indicio de que indicara el
camino a seguir a los sacerdotes animndoles al cumplimiento de su misin.
Se aluda a algn otro cargo que ocupara en la Iglesia.
((911)) Mas, en medio de tanto movimiento, no todos los jvenes al alcance
de mi vista se ocupaban de algn trabajo. Uno de ellos tena una pistola en la
mano, esto es, tena vocacin militar, pero an no se haba decidido a seguirla.
Algunos otros, con las manos a la cintura, observaban a los segadores,
dispuestos a seguir su ejemplo; otros parecan indecisos, pero al considerar la
dureza del trabajo, no se resolvan a empuar la hoz. No faltaban tampoco
quienes acudan presurosos a la faena. Algunos, al llegar el momento de tener
que comenzar a segar, permanecan ociosos; otros empuaban la hoz al revs,
entre ellos Molino: smbolo de los que hacen lo contrario de lo que deben
hacer. Muchsimos se alejaban para tomar uvas silvestres, representando a los
que pierden el tiempo en cosas extraas a su ministerio.
Mientras yo contemplaba lo que suceda en el el campo de trigo, vi un grupo
de jvenes cavando la tierra; ofrecan un espectculo singular. La mayor parte
de aquellos muchachos trabajaba con singular inters, mas tampoco faltaban
los negligentes. Algunos manejaban la azada al revs; otros golpeaban la
tierra, pero la herramienta no penetraba en ella; no faltaban quienes a cada
azadonazo se les sala la pala del mango. El mango representaba la rectitud de
intencin.
Observ entonces que algunos, que al presente son aprendices, estaban en
el campo de los que segaban, y, en cambio, otros, que ahora son estudiantes,
se encontraban entre los que cavaban la tierra. Intent tomar nota de cuanto
vea, pero mi intrprete me mostraba siempre el cuaderno y no me permita
escribir.
Al mismo tiempo vi tambin a muchos jvenes que estaban sin hacer nada,
no saban resolver si ponerse a segar o a cavar la tierra.
Los dos Dalmazzo, Primo Gariglio y Monasterolo con otros muchos, estaban
mirando, pero ya haban tomado una decisin.
Tambin me di cuenta de que algunos, saliendo del grupo de los cavadores,
mostraban deseos de ir a segar. Uno corri al campo de trigo tan decidido que
no se preocup antes de adquirir una hoz. Avergonzado de aquel necio
proceder, volvi atrs para pedirla. El que las distribua no quera drsela y el
tal le urga para que se la proporcionase.
-An no es tiempo, -le respondi el distribuidor.
((912)) -S que lo es, dmela.
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III
La noche del 4 de mayo don Bosco se dispona a finalizar la narracin del
sueo en el que haba visto representados en el primer grupo a los alumnos
estudiantes del Oratorio y en el segundo a los que eran llamados al estado
eclesistico.
Hemos llegado, pues, al tercer cuadro o visin en la que, en apariciones
sucesivas don Bosco vio a todos los que en 1861 dieron su nombre a la Pa
Sociedad de San Francisco de Sales; el prodigioso engrandecimiento de la
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misma y el lento ocaso de los ((913)) primeros salesianos a los que haban de
seguir los continuadores de la Obra.
Don Bosco habl as:
Despus de haber contemplado a mi placer la escena de la siega, tan rica en
detalles, el amable desconocido me dijo.
-Ahora dale diez vueltas a la rueda; cuntalas y despus mira a travs de la
lente.
Me puse a hacer lo que me haba sido ordenado y, tras haber dado la dcima
vuelta, me puse a mirar a travs del cristal. Y he aqu que vi los mismos
jvenes, a los que recordaba haber contemplado das antes en edad
adolescente, convertidos en adultos de aspecto viril; a otros con larga barba o
con cabellos blancos.
-Pero cmo puede ser esto? Hace apenas unos das aqul era un nio al que
casi se le poda tomar en brazos, y hoy es ya tan mayor?
El amigo me contest:
-Es natural; cuntas vueltas has dado?
-Diez.
-Pues bien: del 61 al 71. Todos tienen ya diez aos ms de edad.
-Ah! Comprendido!
Y como continuase observando a travs de la lente pude ver panoramas
desconocidos, casas nuevas que nos pertenecan y a muchos jvenes dirigidos
por mis queridos hijos del Oratorio, convertidos ya en sacerdotes, en maestros,
en directores, que se dedicaban a instruir y proporcionarles honestas
diversiones.
-Vuelve a dar otras diez vueltas -me dijo el personaje- y llegaremos al 1881.
Tom el manubrio y la rueda dio otras diez vueltas. Mir y solamente vi a la
mitad de los jvenes que haba contemplado la primera vez, casi todos ya con
el pelo blanco y algunos un poco encorvados.
-Y los otros, dnde estn?, -pregunt.
-Ya forman parte del nmero de los ms, -me respondi el gua.
Esta considerable disminucin del nmero de mis muchachos me caus un
vivo desasosiego, pero me consol el contemplar, en un cuadro inmenso,
pases nuevos y regiones desconocidas y una gran multitud de jvenes bajo la
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una fotografa que estaba colgada de la pared del locutorio. Y los otros
alumnos ancianos, los superiores de las casas que haba visto ya envejecidos?
Tras una nueva seal tom el manubrio y di algunas vueltas ms. Despus,
solamente vi una llanura desolada sin ser viviente alguno:
-Oh!, -exclam aterrado-. Ya no veo ninguno de los mos! Dnde estn,
pues, ahora todos los jvenes a los cuales atend y que eran tan vivarachos y
robustos y los que se encuentran actualmente conmigo en el Oratorio?
((915)) -Pertenecen ya al nmero de los ms. Has de saber que han pasado
diez aos cada vez que hacas girar la rueda otras tantas veces.
Hice la cuenta y result que haban transcurrido cincuenta aos y que
alrededor del 1911 todos los alumnos actuales del Oratorio habran muerto.
-Quieres ver ahora otro espectculo sorprendente?, -me dijo aquel buen
hombre.
-S, -respond yo.
-Entonces presta atencin, si te agrada ver y saber algo ms. Da una vuelta
a la rueda en sentido contrario, y ahora cuenta tantas vueltas cuantas has
dado anteriormente.
La rueda gir.
-Ahora mira!, -me dijo el gua.
Mir y he aqu que vi ante m una cantidad inmensa de jovencitos, todos
desconocidos, de una infinita variedad de costumbres, pueblos, fisonomas y
lenguas, de forma que por mucho que me esforc slo pude apreciar una
mnima parte de ellos con sus superiores, directores, maestros y asistentes.
-A stos, en realidad, no los conozco, -dije a mi gua.
-Pues a pesar de ello, -me respondi-, son hijos tuyos. Escchalos, hablan
de ti y de tus primeros hijos que fueron sus superiores y que ya no existen;
recuerdan las enseanzas que de ti y de ellos recibieron.
Segu observando con atencin, pero cuando apart la vista de la lente, la
rueda comenz a girar por si sola a tanta velocidad y haciendo tal ruido, que
me despert, encontrndome en el lecho presa de un cansancio mortal.
Ahora que os he contado estas cosas, vosotros pensaris:
-Quin sabe! A lo mejor don Bosco es un hombre extraordinario, un
personaje, tal vez un santo. Mis queridos jvenes: para impedir que se
susciten conversaciones necias en torno a mi persona, os dejo en plena
libertad de creer o no creer en estas cosas, de darles mas o menos
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algunos los vio resplandecientes de luz; a otros, con el alma y el corazn lleno
de tierra; a otros, asediados, acompaados o atacados por animales diversos,
smbolo de las tentaciones, de las ocasiones peligrosas y de los pecados. Este
relato, expuesto por don Bosco con sencillez, gravedad y afecto paterno, dando
al mismo tiempo mucha importancia a lo que deca, caus en todos la mayor y
ms saludable impresin. Todos los presentes, uno despus de otro, quisieron
saber de labios del siervo de Dios lo que sobre cada uno haba visto, pudiendo
comprobar con gran admiracin que cuanto el buen padre les deca se
adaptaba perfectamente a la ms estricta realidad.
En el Oratorio fue tan grande el saludable efecto de este relato, segn se
pudo apreciar por la conducta de los jvenes, que mayor no se habra podido
esperar de la ms fructfera de las misiones. Todas estas cosas extraordinarias,
que apenas si he mencionado, no se pueden achacar a una atenta observacin
de la vida ordinaria o a los conocimientos que el mismo don Bosco hubiese
podido recabar de las confidencias que le hacan los jvenes o de las relaciones
con sus colaboradores. El siervo de Dios hablaba y obraba estas maravillas de
tal modo, que a nosotros, que ya no ramos nios, no se nos ocurra otra
explicacin plausible o razonable, sino que se trataba de dones extraordinarios
que el cielo le conceda. Y refirindonos simplemente al sueo o visin que
acabamos de indicar, cmo habra podido ver y recordar con tal exactitud el
estado de cada uno de los cuatrocientos ((919)) jvenes, entre los cuales se
hallaban los que acababan de ingresar en el Oratorio y otros muchos que no se
confesaban con l, los cuales, al or de labios del siervo de Dios, la descripcin
viva e ntima de sus almas, de sus inclinaciones y pasiones, de sus actos ms
ocultos, reconocan que les haba dicho la verdad?.
Escribe monseor Cagliero: Yo me encontraba presente cuando don Bosco,
en el ao 1861, cont el sueo de la rueda, en el cual vio el porvenir de
nuestra naciente Congregacin. Narraba estos sueos, porque habindose
aconsejado con don Jos Cafasso ste le haba dicho que siguiese adelante tuta
conscientia, (con conciencia tranquila), en darle importancia, pues juzgaba que
era para gloria de Dios y bien de las almas. Tal opinin la supimos de labios de
don Bosco a sus amigos ms ntimos, poco antes de la muerte de don Jos
Cafasso.
La atencin que prestaban los jvenes a sus palabras causaba sorpresa e
impona en gran manera.
Entretanto don Bosco, haciendo gala de una prodigiosa memoria y de una
extraordinaria lucidez mental, al ser interrogado sobre el particular
reservadamente, saba indicar el nombre del interesado y el oficio que en el
campo de trigo desempebamos muchsimos de nosotros, dando al mismo
tiempo la oportuna explicacin.
Emple el siervo de Dios en contar este sueo tres noches consecutivas,
sirviendo su relato para nuestros comentarios generales y dando pie para
frecuentes conversaciones entre los jvenes del Oratorio y nuestro buen padre,
quedando todos persuadidos de que en l se le haba manifestado, no slo el
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Pero nuestro jovencito, sin inmutarse por nada, a los que le manifestaban
su extraeza, pues el error haba sido manifiesto, inducindole, por tanto, a
reclamar, les deca simplemente:
-Me lo merecer!
Y nada hizo para que se rectificase aquella nota, estando dispuesto a
someterse a la privacin del premio prometido a quienes a lo largo del ao
hubiesen sacado ptime todas las semanas.
El mes de mayo, que haba empezado tan felizmente, atraa a las almas
hacia las cosas celestiales. El joven Parigi, que fue despus un santo sacerdote,
un da en que se hablaba en clase del paraso, qued tan absorto en el
pensamiento de la celestial mansin, que los compaeros tuvieron que
sacudirlo para que atendiera a la leccin. Y don Bosco se industriaba para
infundir en sus alumnos una devocin tierna y slida a Mara Santsima y les
enseaba a amarla como a madre cariosa y honrarla e invocarla como a reina
poderosa.
Escribe Bonetti en el Captulo Ll de los Cinco Lustros de Historia del Oratorio
Salesiano:
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separaba una pequea biblioteca. Rossi, que a las doce y media an no haba
podido cerrar los ojos, despert a Reano, dicindole:
-Oyes?...
Reano le contest:
-Tienes demasiado miedo. Duerme tranquilo. ((938)) Y se volvi del otro
lado, durmindose de nuevo.
Pero apenas transcurrido un cuarto de hora, oyse un formidable estruendo,
que sacudi desde sus cimientos la casa, que apareci al mismo tiempo como
envuelta en llamas. Despus todo volvi a quedar en tinieblas y sigui un
silencio sepulcral, que no dur ms de un minuto. De pronto oyse sonar la
campanilla en la habitacin de don Bosco. Reano y Rossi exclamaron:
-Ay de nosotros, una desgracia!
Se vistieron a toda prisa, encendieron una luz y corrieron presurosos y
temblando.
En aquel momento pasaba don Bosco un mal momento. El rayo haba
penetrado por la chimenea, que bajaba hasta su cuarto; rompi la pared,
removi la columna del hogar, ech por tierra la estantera de los libros, volc
el escritorio con todo lo que haba encima; y la corriente elctrica se comunic
a su cama de hierro colado, la levant del suelo ms de un metro y la traslad
hacia el lado opuesto, envolvindola en una intenssima luz deslumbradora.
A los pocos segundos apagse toda luz y la cama, al chocar sobre un
reclinatorio, se desplom con tal mpetu que, de rebote, cay don Bosco al
suelo. Qued unos instantes casi sin sentido. De buenas a primeras parecile
que, junto con su cama, se haba hundido en el saln de estudio de debajo.
Sentado en el suelo, cansado por la emocin experimentada, tent a su
alrededor y su mano tropezaba con piedras, ladrillos y cascotes. Se puso de pie
y a tientas fue avanzando y tocando ac y all para saber dnde se
encontraba, con el alma en un hilo, temiendo hundirse por algn agujero o que
le cayera encima una pared ruinosa. A Dios gracias, a los pocos pasos tropez
su mano con un cuadrito y la pileta del agua bendita, que colgaban de la pared
a la cabecera de la cama; cerciorse entonces ((939)) de que estaba todava
en su habitacin y agarrando la cuerdecilla, que bajaba por un lado, dio el
fuerte campanillazo que hizo acudieran Reano y Rossi. Don Bosco, envuelto en
unas mantas para resguardarse del aire fro, y sentado en la cama, estaba
esperando. Entre tanto su pensamiento corri a sus queridos muchachos, que
dorman en el piso superior, y los encomend a la bienaventurada Virgen
Mara.
Llegaron Rossi y Reano temblando de miedo de que don Bosco hubiese
sufrido algn dao, pero cuando estuvieron junto a su cama, l los mir
sonriendo y les dijo con toda tranquilidad y calma:
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((942)) Por fin se acerc don Bosco a Perroncini, que todava segua inmvil
en su cama. Teman todos que hubiera sido alcanzado por el rayo, por lo que
nadie hasta entonces se haba atrevido a sacudirlo, temiendo tal vez tener que
comprobar que era cadver. Don Bosco mand acercar ms la luz, lo examin
y vio que el pobre joven tena una herida en la cara y que una pequea astilla
de caa, mezclada con los escombros del tejado derribado, se le haba clavado
en la mejilla hasta asomar a flor de piel junto al prpado inferior del ojo
derecho. Intent sacrsela con la puntas de los dedos, pero no pudo; pidi
entonces unas tijeras y con ellas, emplendolas como pinzas, se la sac. El
dolor de la extraccin sacudi al presunto muerto y, creyndose que le
molestaba algn compaero, dio un puetazo a don Bosco, gritando en
dialecto piamonts:
-Bribn, djame dormir!
Resulta ms fcil imaginar que describir el regocijo que invadi a todos los
circunstantes al or aquella voz y aquella expresin; soltaron todos, junto con
don Bosco, una gran carcajada por la alegra y el alivio que experimentaron al
quedar completamente seguros de que en tamao desastre no haba ninguna
vctima.
El trabajo de las primeras curas de los muchachos dur casi una hora, y
cuando don Bosco advirti que haba quedado a salvo la vida de todos,
desahog su corazn con un afectuoso Deo gratias, y exclam:
-Demos gracias de corazn al Seor y a su santsima Madre! Nos han
salvado a todos de un gran peligro! Ay, si se hubiese declarado el fuego en la
casa! Quin habra podido salvarse?
Y ante el altarcito del dormitorio se rezaron las letanas de la Santsima
Virgen.
Despus de esto, aun cuando todava no haban dado las dos, los de aquel
dormitorio ya no quisieron volver a la cama y bajaron con don Bosco a la
iglesia. Se qued solamente don Vctor Alasonatti acabando de curar a los que
lo necesitaban y ((943)) disponiendo luego lo que proceda para el caso.
Mientras tanto, todos aquellos aprendices se confesaron, asistieron a la santa
misa, celebrada por don Miguel Ra, y comulgaron. A las cinco de la maana,
cuando son la hora de levantarse la comunidad, los compaeros de los otros
dormitorios se extraaron al ver a tanto muchacho en el patio; y se
apresuraron a bajar.
-No habis odo nada esta noche? -preguntaban los aprendices a los
estudiantes.
-Qu ha pasado? -contestaban stos.
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Del mismo parecer fue el cannigo Anglesio, que felicit a don Bosco por la
cada del rayo, dicindole:
-Patente de enemistad que otorga el diablo a don Bosco. Este hecho me
resulta ms agradable que cualquier favor o fortuna an muy sealada, que
hubiera podido recibir de los hombres.
Por aquellos das algunos diarios mal intencionados, al dar la noticia de la
cada de un rayo sobre la casa de don Bosco, se complacan propalando que
haba habido muertos. La Gaceta del Pueblo, cuyos redactores, por carta del 18
de mayo, haban advertido a don Bosco que se guardase de seguir
escandalizando con sus opiniones retrgradas y que procurase ser ms
italiano, manifestando de este modo, a pesar de querer ocultarlo, el rencor que
nutra al Oratorio, por no haber logrado hacerlo cerrar el ao anterior, ((945))
publicaba con su acostumbrada jerga indecente e impa, en el nmero ciento
treinta y nueve, del lunes 20 de mayo de 1861, estas maliciosas y embusteras
palabras:
En la noche del lunes al martes pasado, cay un rayo acertarais dnde...?
Precisamente sobre ese vivero de infelices, que el telogo Bosco (el moderno
Loriquet, famoso por su historia de Italia, entraablemente adicta a Austria)
recoge por las aldeas e instruye segn sus principios para poblar el pas de
santurrones.
Uno de esos infelices alumnos pereci, otros quedaron heridos. Si se
hubiese tratado de un colegio liberal, hubieran exclamado los curas: ``He aqu
el dedo de Dios''.
Nosotros, con un poco ms de respeto a ese dedo, jams le echaremos la
culpa de un homicidio.
Escribe don Juan Bonetti: A este propsito notamos, slo de paso, que la
liberal Gaceta publicaba estos renglones en Turn seis das despus del hecho,
es decir, cuando haba tenido cien oportunidades para conocer perfectamente
la verdad. Mas, para ciertos diarios, la mentira es su vida, y la blasfemia y la
calumnia, su oficio y fuente de ganancia. En cuanto a los insultos, que
entonces lanz contra el Oratorio, nosotros ahora con las pruebas clarsimas a
los ojos del mundo, estamos en condiciones de contestarle que aquellos
santurrones de don Bosco, instruidos en un arte u oficio o encaminados a los
estudios, llevan hoy da una vida digna en la sociedad, satisfechos y dichosos
todos ellos de la educacin que recibieron, y son distinguidos industriales,
abogados, profesores, oficiales del ejrcito, sacerdotes ejemplares, tiles para
s mismos y para sus hermanos. Ms an, no pocos de ellos, renunciando
generosamente a sus comodidades e incluso prodigando su vida, penetraron ya
en la Patagonia, llevando la luz de la religin y los beneficios de la civilizacin a
tribus brbaras y salvajes, hacindose de este modo verdaderos bienhechores
de la pobre humanidad. Notaremos tambin que algunos de ellos alcanzaron
las ms ((946)) altas dignidades en la Iglesia, en la magistratura y en el
gobierno del Estado. Tenemos, pues, muchos motivos para creer que el dedo
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As, pues, don Bosco era del parecer de que se deba construir un edificio
expresamente para los enfermos del Oratorio y de la Pa Sociedad, pero no
pudo cumplirse su deseo, y confi a la divina Providencia la ejecucin de su
proyecto.
Acabada la nueva construccin, mand don Bosco inscribir en las paredes del
nuevo prtico, mirando a levante, las siguientes frases:
I. Tu es Petrus, et super hanc petram aedificabo Ecclesiam meam, et portae
inferi non praevalebunt adversus eam. (Mat. XVI, 18.)
(T eres Pedro, y sobre esta piedra levantar mi Iglesia y las puertas del
infierno no prevalecern contra ella.)
II. Viam aquilae in coelo, viam colubri super petram, viam navis in medio
maris et viam viri in adolescentia. (Proverbios XXX, 19.)
(El camino del guila en el cielo, el camino de la serpiente por la roca, el
camino del navo en alta mar y el camino del hombre en la adolescencia.)
III. Nemo adolescentiam tuam contemnat; sed exemplum esto fidelium, in
verbo, in conversatione, in charitate, in fide, in castitate. (I ad Tim. IV, 12.)
(Que nadie menosprecie tu juventud, procura en cambio ser modelo para los
fieles en la palabra, en el comportamiento, en la caridad, en la fe, en la
pureza.)
IV. Ossa ejus implebuntur vitiis adolescentiae ejus et cum eo in pulvere
dormient. (Job. XX, 11.)
(Sus huesos, llenos an de juvenil vigor, yacern con l en el polvo).
V. Bonum est viro, cum portaverit iugum ab adolescentia sua. (Jer. Lam. III,
27.)
(Bueno es para el hombre soportar el yugo desde su juventud.)
VI. Confiteberis vivens, vivus et sanus confiteberis et laudabis Deum et
gloriaberis in miserationibus illius. (Eccl. XVII, 27).
(Vivo alabars a Dios, vivo y sano le dars alabanza y honor y te gloriars en
sus misericordias.)
VII. Et baptizabantur ab eo in Jordane, confitentes peccata sua. (Mat. III, 6.)
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De esta enfermedad de don Bosco tenemos otra prueba por sus mismas
palabras, que nos refiere la Crnica: Don Bosco dijo una tarde de junio a los
clrigos: -Estaba yo en mi habitacin, sin poder trabajar por mi mal a los ojos
y me qued dormido. Parecime entonces ver delante de m a un clrigo, que
me dijo:
-Quiero dejar la sotana.
((952)) Yo le respond:
-Yo mismo te lo quera decir hace tiempo; sin embargo, antes de hacerlo
pide a Dios que te manifieste su voluntad.
Parecime que el clrigo sala de mi cuarto y al mismo tiempo me despert.
Este clrigo no es de los que estuvieron en nuestra casa, sino que es uno de
los que estn.
El clrigo comprendi muy bien aquel aviso que se refera a l y empez a
pensar con seriedad en sus intereses.
Hemos dicho ms arriba que los clrigos haban buscado de mil maneras
cmo lograr que se le hiciera un retrato a don Bosco; pero fracas todo
intento. Ahora leemos en la crnica de Ruffino: Hoy 19 de mayo, da de
Pentecosts, Francisco Serra, alumno del Oratorio, fotografi a don Bosco por
medio del daguerrotipo73. Primero le retrat a l solo, y despus acompaado
de los alumnos Jarach, Costanzo, Fabre, Bracco y Albera y, por ltimo, con ms
de ciencuenta alumnos. Dos das despus le retrat en actitud de confesar; los
penitentes ms prximos eran Reano, Albera y Viale; muchos otros estaban
ms atrs en actitud de prepararse.
Don Bosco no consinti sino despus de repetidas instancias de Serra.
Pero estos retratos fueron destinados exclusivamente al Oratorio y no quiso
don Bosco que fueran reproducidos. Bellisio los copi a lpiz.
Este suceso fue acompaado de ciertos detalles, que lo hicieron ameno,
sorprendente, y dieron materia para la conversacin y recreo de los
muchachos.
Dej escrito Bonetti: Se me asegur que, pese a toda suerte de instancias,
don Bosco no quera salir de su habitacin para este fin. Pero entonces un
joven, antiguo en la casa, el clrigo Juan Cagliero, se arrodill a sus pies y le
rog en nombre de todos los alumnos que les diera aquel gusto pues sera para
nosotros una gran pena, dado el caso ((953)) que faltase, no tener su retrato.
Pero, antes de posar para retratarse, don Bosco se volvi a Serra, y le dijo:
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Daguerrotipo: Aparato de la tcnica daguerrotipia para fijar en chapas metlicas las imgenes recogidas con la cmara
obscura: el retrato as obtenido se llamaba daguerrotipo, nombre tomado de Daguerre (1789- 1851), su inventor francs,
y de tipo. (N. del T.)
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-Quiero que sepas que ya van tres o cuatro veces, en las que, tras muchas
instancias y ruegos de algunas familias de Turn, consent que se me retratara;
pero hasta ahora no se consigui obtener tal retrato. UItimamente fui con
algunos muchachos al mejor litgrafo de Turn, el seor Dubois. Hizo aquel
artista todo lo que supo, lo intentaron sus ayudantes; pero todo fracas.
Estaban todos desconcertados, y decan que nunca les haba ocurrido cosa
semejante. Yo rea y deca: -Miren, ustedes; si quieren sacarme el retrato,
vayan primero a hacer una buena confesin; vengan despus y podrn
sacrmelo.
Crean ellos que yo hablaba en broma y se rean, pero, despus de ms de
una hora de intiles pruebas, tuvieron que dejarme ir sin poder sacarme el
retrato. Lo mismo te digo ahora: si ests en gracia de Dios, bien; sigue
adelante; de otro modo, djalo, porque perderemos el tiempo.
Serra puso manos a la obra, le retrat una vez, pero no le sali muy bien;
volvi a retratarlo por segunda y tercera vez y el resultado fue estupendo.
Entonces todos los jvenes prorrumpieron unnimes gritando:
-Serra est en gracia de Dios! Serra est en gracia de Dios!
Cuando le retrat, junto con un nutrido grupo de jvenes, dijo: -Los que no
tengan la conciencia muy limpia no se coloquen delante del objetivo porque
saldran muy feos.
De este modo don Bosco, aun en sus bromas, tena por fin grabar muy
hondo en la mente de sus muchachos cun grande desdicha es no estar en
gracia de Dios, pues el pecado hace fea y deforme al alma, aun en un cuerpo
de buena presencia.
Por aquellos mismos das, escribe Ruffino, nos cont don Bosco en pocas
((954)) palabras el siguiente sueo:
Parecime encontrarme en Castelnuovo, en medio de unos prados, en
compaa de algunos jvenes, esperando algo con qu obsequiar a Po IX en su
fiesta onomstica, cuando he aqu que vimos venir por el aire de la parte de
Buttigliera un gran pino. Era tan grande como dos manzanas de casas de Turn
juntas y de una altura extraordinaria.
El pino se acercaba a nosotros en posicin horizontal, despus se enderez,
adoptando la vertical, oscil y pareci que iba a caer encima de los que lo
contemplbamos. Asustados, quisimos huir y nos santiguamos, cuando he aqu
que sopl un viento impetuoso que transform a aquel rbol en un temporal de
relmpagos, truenos, rayos y granizo.
Poco despus vimos otro pino menos grueso que el anterior, avanzando en
la misma direccin, y que se colocaba encima de nosotros; despus, siempre
en posicin horizontal, comenz a descender. Nosotros huimos temiendo ser
aplastados, mientras nos santigubamos ms y ms veces. El pino descendi
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casi a ras del suelo, permaneciendo suspendido en el aire; slo sus ramas
tocaban la tierra. Mientras estbamos observndolo, he aqu que sopl un
vientecillo que lo transform en lluvia. No comprendiendo el significado de
aquel fenmeno, nos preguntbamos unos a otros:
-Qu quiere decir esto?
Y he aqu que uno, a quien no conoca, dijo:
-Haec est pluvia quam dabit Deus tempore suo. (Esta es la lluvia que dar
Dios a su tiempo).
Despus, otro desconocido, aadi:
-Hic est pinus ad ornandum locum habitationis meae. (Este es el pino para
adornar el lugar de mi morada).
Y me cit el lugar de la Sagrada Escritura en el que se lee este versculo,
pero no lo recuerdo.
Yo creo que el primer pino era smbolo de las persecuciones, de las
tempestades que caen sobre aqullos que permanecen fieles a la Iglesia.
((955)) El segundo representa a la misma Iglesia, que ser como lluvia
fecunda y benfica para aqullos que le sean fieles.
El siervo de Dios no aadi ms explicacin y nosotros no vamos a discutir si
el sueo admite o no otro sentido, limitndonos a hacer una comparacin.
El pino de tamao colosal y de un dimetro excepcional, que se levanta
erguido en medio de la tierra, no se asemeja al rbol que vio Nabucodonosor y
que describe el profeta Daniel, cuya altura llegaba al cielo, tan rico en ramas
verdes y frondosas que desde lejos pareca una floresta: No es smbolo de un
podero extraordinario, de una actitud de desafo y de rebelin contra Dios y de
una amenaza de exterminio dirigida a sus siervos? Pero desaparece de la
tierra, herido por la ira del Seor: un viento ardiente e impetuoso seca sus
ramas, lo envuelve en la tempestad y lo consume con el fuego.
El pino segundo, que tambin era alto y esbelto, pero no en tanto grado
como el anterior, representaba tal vez no tanto a la Iglesia en general cuanto a
una porcin elegida de la misma, como sera una congregacin religiosa, por
ejemplo, la Sociedad de San Francisco de Sales. Esto parece indicar el lugar
que sirvi de escenario a este espectculo. La posicin horizontal de este rbol,
en contraposicin con la vertical del primero, es smbolo de la humildad, virtud
fundamental. El versculo a que alude don Bosco es el 13 del captulo LX de
Isaas: Gloria Libani ad te veniet, abies et buxus et pinus simul, ad ornandum
locum sanctificationis meae; et locum pedum meorum glorificabo. (Vendr a ti
la gloria del Lbano, el abeto y el boj y el pino juntamente, para adornar mi
lugar santo; y glorificar el lugar de mis pies).
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dicindole: -Hagamos esta novena; quiero que le den calabazas a don Bosco,
que ha prometido la lluvia-.Diga esto en broma; pero aada despus,
dicindolo seriamente: que, por lo menos durante la novena, no cometan
pecados.
-Y cmo podr conseguir esto? Cmo comprobar si la gente ha seguido su
consejo? Esto parecer una escapatoria: habr unos doscientos que se
abstendrn del pecado; y por culpa de algunos tendrn luego que sufrir los
dems?
-Es que cometer el pecado, ya es rechazar abiertamente el beneficio, es
negar haberlo recibido.
-Pues bien, har lo que me dice; pero, si no llueve, vendr usted por lo
menos a decirnos por culpa de quin no llovi.
-S, s, ir a olisquear, encontrar a los pecadores.
Empezse la novena tan pronto como estuvo de vuelta en el pueblo el
prroco, el cual la comenz con una charla sobre lo que don Bosco le haba
dicho. Llovi antes de acabar la novena.
Don Bosco tena que ir en otoo a Villa San Secondo juntamente con sus
jvenes.
As lo cuenta Ruffino en su Crnica, y aade: Algunos das antes de la
llegada del reverendo Barbero, haba recomendado don Bosco a un amigo
suyo, que iba al casero de I Becchi: -Diga a aquellas gentes que recen de
corazn a la Virgen, que se junten todas las noches a rezar el Rosario; de no
hacerlo as, un temporal les causar muy pronto grandes destrozos.
Y los aldeanos, que conocan por experiencia la importancia de esos avisos,
rezaron a la Virgen, al tiempo que don Bosco ((958)) comenzaba a hacer
popular el ttulo de la que fue llamada su Virgen, la Virgen de don Bosco. En el
almanaque del Hombre de Bien de 1860 haba sealado por vez primera: -24
de mayo: La Bienaventurada Virgen Auxiliadora. Y en el de 1861 para el mismo
da: La Santsima Virgen bajo el bien merecido ttulo de: Auxiliadora de los
Cristianos, Auxilium Christianorum!
De este modo las Lecturas Catlicas, que estaban destinadas a celebrar las
glorias y las gracias de Mara Santsima, Auxilio de los Cristianos, tuvieron el
honor de adelantarse a todos los almanaques populares e indicar
constantemente cada ao a sus subscriptores y lectores el da fijado para esta
solemnidad. Para el mes de junio sala el nmero correspondiente impreso por
Parava: Victorina y Eugenia, o la cortesa y la caridad. Es un cuento sencillo en
el que se demuestra que la cortesa para con todos, sin excepcin, debe ser
consecuencia de la caridad en las acciones exteriores, que recomienda y
manda a los hombres el Espritu Santo en la Sagrada Escritura. En un apndice
se relatan algunas ancdotas de la vida de Po IX.
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686
As lo hizo y le espet, con todos sus pormenores, todo lo que nunca haba
confesado. El joven no tuvo ms que decir que s para ser absuelto y, cuando
don Bosco hubo terminado, qued el pobrecito tan feliz como nunca se haba
sentido en su vida; hoy es uno de los alumnos ms alegres y joviales.
((961))
CAPITULO LXXI
LA FIESTA DE LA UNIDAD DE ITALIA -LAS AUTORIDADES CIVILES DEJAN DE
TOMAR PARTE EN LA PROCESION DEL CORPUS CHRISTI -LOS ALUMNOS DEL
ORATORIO EN LA PROCESION DE LA CATEDRAL -MUERTE Y ENTIERRO DEL
CONDE DE CAVOUR -PALABRAS DE DON BOSCO: UN JOVEN YA NO VOLVERA A
HACER OTRO EJERCICIO DE LA BUENA MUERTE -ANUNCIO DE LA MUERTE DE
CAVOUR: AMENAZA PARA LOS QUE NO QUIEREN CONVERTIRSE -UN DEMONIO
SOBRE LAS ESPALDAS DE QUIEN CALLA PECADOS EN LA CONFESION
-CONVERSACION FAMILIAR DE DON BOSCO: JOVENCITOS SANTOS: UN
GLOBO MISTERIOSO: JESUS CRUCIFICADO: LA VIRGEN: PREVISION DE LA
MUERTE DE UN PARROCO: DESGRACIA DE UNA PERSONA, QUE, DESPUES DE
RECIBIR DE DIOS GRACIAS ESPECIALES, CAE EN EL PECADO DE SOBERBIA:
MULTIPLICACION DE LAS HOSTIAS CONSAGRADAS -DON BOSCO
RECOMIENDA EN PUBLICO ORACIONES ESPECIALES POR LOS PECADORES
-SUEO: EL PAUELO PRECIOSO Y LA VIRTUD DE LA PUREZA -AFECTUOSOS
AGASAJOS A UN APOSTATA -RESPUESTA DEL ARZOBISPO DE FLORENCIA A
DON BOSCO, QUE LO AVISA SOBRE LAS INSIDIAS DE LOS PROTESTANTES
EN la ciudad de Turn siempre haba sido esplndida y majestuosa la procesin
del Corpus Christi. Le prestaba gran realce la presencia del Rey, de los
Ministros, Senadores y Diputados, y de todas las dems autoridades civiles y
militares. Pero aquel ao las autoridades del reino dejaban de tributar este
debido homenaje al Santsimo Sacramento. ((962)) Pretexto para ello fue el
siguiente. La fiesta de la proclamacin de la Constitucin, que se sola celebrar
el segundo domingo de mayo, se traslad aquel ao, por ley, al primer
domingo de junio. El clero catlico haba participado siempre en estos regocijos
con las ceremonias religiosas; pero, aquel ao la inmensa mayora del clero
rehus prestar su sagrado ministerio en esta ocasin. En efecto, la nueva fiesta
haba sido instituida para conmemorar solemnemente la unidad italiana y no
poda ser grata al Papa, vctima de tantos vejmenes.
Por lo tanto, queriendo vengarse el Gobierno de este desacato, a mediados
de mayo el conde Camilo de Cavour, presidente del Consejo de Ministros, envi
una circular, prohibiendo a las autoridades del Estado intervenir en la procesin
anual del Santsimo Sacramento. Al mismo tiempo el Conde, que acababa de
cumplir sus cincuenta aos, gozaba de excelente salud y se haba recuperado
de ciertas molestias, pareca que haba de vivir todava muchos aos y
promova con todas sus fuerzas la fiesta de la Unidad Nacional, que se
celebraba por vez primera. El, que era el principal promotor y artfice de esta
unidad, recibira los primeros honores y obtendra de la baja y alta democracia
los ms calurosos aplausos.
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quien descenda por parte de su madre, y era por tanto su pariente, Dios le
haya tocado el corazn a tiempo y concedido el perdn.
Recordaban los muchachos la prediccin hecha por don Bosco a fines del ao
anterior, 1860, y fue, y es todava hoy da74 persuasin de todos los que lo
oyeron, que l haba previsto aquella muerte.
El da 7 por la tarde, fue enterrado con grandioso acompaamiento; pero
obscurecise el cielo, y llovi torrencialmente, de suerte que, contra toda
previsin, fue perturbado el cortejo fnebre. La cmara, el senado, la
magistratura, el ejrcito y el ayuntamiento, que haban rehusado acompaar a
Jesucristo en el Santsimo Sacramento, tuvieron que ir procesionalmente
detrs de un fretro, con aquel tiempo endiablado.
Aquella misma noche se refiri don Bosco a la preciosidad del alma y dijo a
la comunidad:
-Hay algunos que, a pesar de todos los esfuerzos hechos para ponerlos en el
buen camino, no quieren convertirse. Esperar todava un poco, y despus me
ver obligado a descubrirlos aqu en pblico.
Esto equivala a ser expulsados de la casa, si eran peligrosos para los
compaeros. Era sta la segunda espina anunciada por don Bosco el 7 de
marzo de aquel ao, e indicada con la letra M, es decir, moralidad.
((965)) Diremos ahora que uno de los antes mencionados y que frecuentaba
poco los Sacramentos, un sbado por la tarde al anochecer, se present a don
Bosco en el coro de la iglesia para confesarse.
La silla del confesor y los reclinatorios laterales para los penitentes se
apoyaban contra la parte posterior del altar, y en frente se levantaba el
entarimado, desde donde se entonaban las vsperas los domingos. Rodeaban el
confesionario algunos alumnos, que se preparaban y aguardaban turno. Tan
pronto como don Bosco tuvo ante s aquel muchacho, vio claramente el infeliz
estado de su alma y, despus de escuchar lo que quiso decirle, preguntle:
-No tienes nada ms que decir?
-Nada ms, respondi aqul.
-Y sin embargo pudiera ser que tuvieras todava alguna cosa. Pinsalo
mejor!
-No tengo nada!, replic el muchacho.
Pero don Bosco insisti:
-Date prisa, ea, nimo; confisalo todo.
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689
Comenz diciendo:
-Cuntos hechos graciosos tendra que contaros!
-Cuente, cuente, diga, diga, -exclamaron todos.
-Actualmente tenemos aqu en nuestra casa muchachos favorecidos por Dios
con dones especiales los cuales nos demuestran que el Seor est con
nosotros. Uno de stos, que es tenido por uno de los mejores, aunque ((968))
hay otros que en apariencia ostentan ms virtud, vio al tiempo de la Comunin
un globo, que llenaba toda la iglesia. Poco a poco se hizo tan pequeo como
una avellana y fue a posarse sobre el copn, quedando suspendido en el aire;
despus se agrand un poco; por fin, achicndose como antes, desapareci.
Pregunt a este joven si entenda la significacin de la aparicin y me contest
negativamente, aadiendo:
-Y usted qu piensa de ello?
691
Yo le conteste:
-Yo no sabra decirlo.
Como estis viendo, no hice caso de su confidencia, pero se le podra dar
esta interpretacin. Aquel globo fue visto el da dos del mes y el da seis muri
Cavour, y ste con su poder y su nombre llen el mundo; cuando su estrella
iba ya declinando, quiso enaltecerse hasta por encima del Santsimo
Sacramento y se hinch, pero se desinfl y desapareci. Podrase tambin dar
otra explicacin, a saber, que el globo representa una rebelin contra la
Iglesia; pero cuando parece que la Iglesia va a quedar deshecha, la revolucin
queda reducida a la nada y desaparece de la vista del que la mira preocupado;
vista de lejos, parece grande, pero se va deshaciendo hasta desvanecerse por
completo.
Preguntaron los clrigos quin era el muchacho que haba visto el globo,
pero don Bosco no lo dio a conocer. Sino que sigui diciendo:
-Otro joven contempl, al alzar la Hostia, al divino Salvador crucificado. Al
principio era bellsimo, majestuoso, lleno de vigor; pero despus fue
desmedrando y dando seales de estar agobiado por extremados sufrimientos,
hasta enflaquecer y causar lstima. Parecile entonces ver que todos los
muchachos iban al encuentro de Jesucristo, le rodeaban con gran afecto, le
ofrecan alimento y refrigerio y le preguntaban ansiosamente cul era la causa
de sus sufrimientos y de su extenuacin.
Jess contest:
-Queridos hijos mos! Esta es la voluntad de mi eterno Padre!
As termin la visin. Lo que me caus gran satisfaccin fue que el muchacho
me la escribi llanamente y sin dar importancia a la cosa en una hoja de papel,
que guardo arriba en mi cuarto. Le pregunt si saba el significado de lo que
haba visto, y de la extenuacin de nuestro Seor, y me contest
negativamente; pero que le haba parecido que indicaba una caresta (material
o espiritual), que tendra lugar, mas no inmediatamente, sino tal vez dentro de
algn ao. ((969)) La explicacin ms obvia es que Jess ahora sufre en la
persona de su Iglesia.
Algunos interrumpieron a don Bosco preguntndole:
-Quin es ste?
Negse don Bosco a declararlo y sigui:
-Hay otro muchacho, a quien vi en el sueo de las mesas en el reducido
grupo de aqullos cuya alma es verdaderamente inocente, y que resplandece
todava con el hermoso candor de la estola bautismal. Con l se complace la
Virgen en conversar y le manifiesta cosas lejanas y ocultas. Yo mismo, cuando
692
deseo saber algo, incluso acerca del porvenir, acudo a l, pero de manera que
no se despierte en l el amor propio. Y l, despus de consultar a Mara
Santsima, sabe decrmelo con toda sencillez. Lo mismo sucede cuando
necesito obtener alguna gracia. Jovencitos como ste hay ms de uno. Es ste
un hecho muy singular; pero estoy observando adnde ir a parar todo esto,
porque no son imposibles las ilusiones. Lo cierto es que Mara nos quiere. Os
dir todava acerca de un cuarto compaero vuestro una cosa naturalmente
inexplicable. Antes de las vacaciones de Pascua, pidi permiso para ir a pasar
unos das en su casa. No se le quera dejar ir, pero insista diciendo que quera
asistir a la muerte de su prroco. Por fin se le concedi el permiso y fue con
esta obsesin. Los padres, a quienes se la haba manifestado, la consideraron
una locura, y escribieron al Oratorio preguntando si su hijo, atacado de tan
manifiesta mana, haba salido ya de Turn, pues el prroco gozaba de perfecta
salud. Pero qu pas? A los pocos das cay enfermo, arregl los asuntos de su
conciencia y muri.
Todos encontrbamos todo esto muy extrao y le preguntbamos con
insistencia quines eran aquellos muchachos afortunados que vivan con
nosotros sin conocerlos. Se limit a contestar:
-Es realmente el caso de decir: Abscondisti haec a sapientibus et prudentibus
et revelasti ea parvulis... quoniam sic fuit placitum ante te. (Ocultaste estas
cosas a sabios y prudentes, y las has revelado a pequeos... pues tal fue tu
beneplcito). Aqu no hay ciencia, ni buena voluntad que valga; el Seor
reparte sus dones como le place. Pero yo prefiero una virtud constante a las
gracias extraordinarias, porque estas muestras de predileccin son muy
peligrosas; y ms, si son frecuentes, pues es fcil dejarse vencer por las
tentaciones de la soberbia. Dios opone resistencia a los soberbios, en cambio,
dispensa sus gracias a los humildes. ((970)) Los que se encuentran en esta
condicin leern a veces u oirn contar desde el plpito la visin de un santo o
alguna otra cosa sobrenatural. Esta narracin impresionar al que nunca goz
de estos carismas, en cambio, a uno de stos que decimos, no les causar
ninguna impresin; antes al contrario hay peligro de que piensen para sus
adentros:
-Vaya! eso no es ninguna gran cosa; tambin yo he disfrutado de tales
favores. Y entonces ay, ay! Es que falta la humildad. Ay de ellos, si
atribuyendo estos carismas a sus propios mritos, se gloran de ellos, aun
cuando sea por poco tiempo! Hace algunos aos tenamos un muchacho aqu
en esta casa, que, estando enfermo, asegur haber visto a la Virgen, de la que
haba aprendido mil maravillas. Y dio de ello algunas pruebas; entre ellas,
conocer quines de sus compaeros haban ido a confesarse y quines no; y a
stos ltimos, el sbado por la tarde, los mandaba a los pies del confesor. Otra
buena prueba de aquella visin fue la buena conducta que comenz a tener
despus de su curacin. Sin embargo, corriendo el tiempo, fue empeorando
cada vez ms hasta el extremo de que nos vimos obligados a despedirlo.
Pero de todos modos es evidente que hemos recibido, especialmente este ao,
muchas pruebas de la bondad de Dios con el Oratorio. Todos estos hechos
demuestran que el Seor reina en nuestra casa, que nos protege y nos
693
Al llegar a este punto de su relato, escribe don Juan Bonetti. Las ltimas
palabras de don Bosco demuestran dos cosas: primera, que el hecho de la
multiplicacin de las hostias consagradas es cierto; segundo, que, de la
narracin de este hecho, por l repetido en otras circunstancias a los hermanos
de la comunidad, y por ciertas expresiones suyas, debe deducirse que, adems
de ste, recibi otras veces favores del mismo gnero, que no llegaron a
nuestro conocimiento. Y concluye: De todos modos, confieso que esta media
hora de conversacin con don Bosco aprovech a mi alma y a la de mis
compaeros, como ellos me aseguraron sinceramente, ms que diez das de
ejercicios espirituales. Al da siguiente se hicieron pesquisas, con toda cautela,
para llegar a averiguar o por lo menos a sospechar con algn fundamento,
quines eran aquellos jvenes tan afortunados a los que se haba referido don
Bosco.
Decan unos: -Me parece que debe de ser fulano. -Y otros: -Me parece que
es mengano. Mas nada de cierto se logr saber. Pero yo supe por un amigo, al
694
que confi el secreto del mismo sujeto que tuvo la aparicin del globo, el
nombre que deseaba conocer.
Tom buena nota, que guard para m, y tuve una prueba de que era verdad lo
que contaba don Bosco.
Las grandes virtudes estaban ocultas en el Oratorio. En un ambiente de ideas
espirituales, donde eran algo continuo los hechos sorprendentes, los sueos
marcados con el sello de lo sobrenatural, las predicciones, la revelacin de
conciencias y los anuncios de muertes futuras, todo lo cual pareca que haba
de exaltar la fantasa, no ((972)) hubo entre los millares de jvenes educados
en el Oratorio, ni visionarios, ni maniaticos por la religin, ni beatos, ni
pusilanimes, ni supersticiosos. Desarrollabase, pues, un orden de cosas que se
fundaba en la verdadera devocin y evidentemente era querido por Dios.
Confirma esta asercin don Pablo Albera y con l muchsimos otros.
El 16 de junio dio don Bosco como flor a los jvenes rezar una oracin
especial para que Dios hiciera mudar de vida a los del mono, que segn dijo
apenas si llegaban al nmero plural; y la noche del 18 de junio, cont la
siguiente historia o sueo, como lo defini en otra ocasin. Su forma de narrar
era siempre tal que bien pudo decir el clrigo Ruffino, al recordarla, lo que
Baruc de las visiones de Jeremas: El me recitaba todas estas palabras y yo las
iba escribiendo en el libro con tinta75.
Don Bosco, pues, habl as:
Era la noche del 14 al 15 de junio. Despus que me hube acostado, apenas
haba comenzado a dormirme, sent un gran golpe en la cabecera, algo as
como si alguien diese en ella con un bastn. Me incorpor rpidamente y me
acord en seguida del rayo; mir hacia una y otra parte y nada vi. Por eso,
persuadido de que haba sido una ilusin y de que nada haba de real en todo
aquello, volv a acostarme.
Pero apenas haba comenzado a conciliar el sueo cuando, he aqu que el
ruido de un segundo golpe, hiri mis odos despertndome de nuevo. Me
incorpor otra vez, baj del lecho, busqu, observ debajo de la cama y de la
mesa de trabajo, escudri los rincones de la habitacin; pero nada vi.
Entonces, me puse en las manos del Seor; tom agua bendita y me volv a
acostar. Fue entonces cuando mi imaginacin, yendo de una parte a otra, vio lo
que ahora os voy a contar.
Me pareci encontrarme en el plpito de nuestra iglesia dispuesto a
comenzar una pltica. Los jvenes estaban todos sentados en sus sitios con la
mirada fija en m, esperando con toda atencin que yo les hablase. Mas yo no
saba de qu tema hablar y cmo comenzar el sermn. ((973)) Por ms
esfuerzos de memoria que haca, sta permaneca en un estado de completa
pasividad. As estuve por espacio de un poco de tiempo, confundido y
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-Pero no sabes que en esto non datur parvitas materiae? (no se da parvedad
de materia?). Con todo, no te aflijas tanto, ven a ver.
Uno de aquellos hombres avanz entonces hacia el balcn, hizo una seal
con la mano a los jvenes y grit:
-A la derecha!
Casi todos los muchachos se volvieron a la derecha, pero algunos no se
movieron de su sitio y su pauelo termin por quedar completamente
destrozado. Entonces vi el pauelo de los que se haban vuelto hacia la
derecha disminuir de tamao, con zurcidos y remiendos, pero sin agujero
alguno. Con todo, estaban en tan deplorable estado que daba compasin el
verlos; haban perdido su forma regular. Unos medan tres palmos, otros dos,
otros uno.
La Seora aadi:
-Estos son los que tuvieron la desgracia de perder la bella virtud, pero
remedian sus cadas con la confesin. Los que no se movieron son los que
continan en pecado y, tal vez, tal vez, caminan irremediablemente a su
perdicin.
Al fin, dijo: Nemini dicito, sed tantum admone. (No lo digas a nadie,
solamente amonesta).
En este mismo da, cuenta Ruffino, el Seor premi el celo de don Bosco
llevndole una ovejita descarriada. Estaba l en el patio en medio de los
muchachos cuando se le present un seor diciendo que tena que hablarle de
un asunto importante. Llevle don Bosco a su habitacin, y aquel seor, tan
pronto como lleg all, comenz a contarle:
-Soy sacerdote, fui prroco; abandon el sagrado ministerio para enrolarme
en las milicias de Garibaldi. Engaado dej arrastrarme hasta apostatar de la
fe y asociarme a los protestantes. Pero soy un desgraciado, como lo fui desde
el primer instante de mi aberracin, y ya ((976)) no podr jams acallar los
remordimientos de mi conciencia. Ahora me encuentro en un estado lastimoso,
no slo por el alma, sino tambin por el cuerpo. Quisiera volver a mi Obispo,
pero no s cmo hacerlo.
Don Bosco conoca por la fama a aquel pobrecito y le contest:
-Vaya en hora buena, el Obispo est enterado y est dispuesto a recibirle.
Tiene dinero?
-Nada; peor an, mire!
698
Y al decir esto descubrise y dej ver que traa puesta una camisa de
seora.
Esta camisa la encontr el sbado pasado sobre la cama para mudarme.
Seguramente que mis compaeros lo hicieron as para burlarse de m, pues ya
se haban percatado de mi descontento.
Don Bosco le dio dinero para el viaje y camisa para mudarse. Al despedirse,
aquel pobre sacerdote pidi un libro a don Bosco.
-S, con mucho gusto, le dijo, pero ahora no tengo ms libro que el
breviario.
-Precisamente el breviario; es el que yo deseo. Qu infelices son los que se
alejan del camino del cielo!.
Parece que este sacerdote para reparar, hasta donde le era posible, sus
yerros, descubri a don Bosco las tramas que los protestantes haban
preparado contra las almas en Florencia. Probablemente aquel mismo da
escribi don Bosco a aquel Arzobispo sobre el asunto. Contestle el Prelado en
estos trminos:
699
700
76
77
Isaas XXIV, 7.
Jeremas VIII, 13.
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de cien litros de leche, sin contar la fruta, el salchichn y el pan para los
externos. Hubo despus una solemne misa cantada por don Bosco, a la que
sigui una esplndida comida (more pauperum) al estilo de los pobres, con
msica, poesas y brindis; ms tarde, se celebraron diversas piatas y otros
juegos hasta la hora de las funciones de la tarde, en las que ofici de nuevo
don Bosco a toda orquesta, lo mismo por la maana que por la tarde. Despus
de la exposicin y bendicin con su Divina Majestad, hubo confetti, fruta para
merendar, fuegos artificiales, globos, cohetes, un derroche de poemas ledos
por los alumnos, regalos variados presentados por los muchachos,
particularmente los externos, y por los seores de la ciudad; en fin, querido
Severino, slo faltabas t; de haber estado, hubiera sido completa la fiesta.
Despus de todo esto, a las once de la noche nos fuimos a la cama la mar de
satisfechos y bien cansados, sobre todo don Bosco, que ya no poda ms.
Salto de un vuelo a San Luis, porque de otro modo me faltara el tiempo y
tambin el papel. Contribuyeron a la pomposa celebracin de esta fiesta el
Vicario General de Turn, que vino a celebrar la misa de comunin general y
reparti ms de setecientas comuniones; el Vicario ((983)) Capitular de Asti,
que celebr la misa solemne, dio la bendicin e hizo el panegrico de san Luis;
el conde de Collegno, que fue el Prioste de la fiesta, coste el desayuno de la
maana, que se dio a todos los asistentes a la misa, y no bastaron mil
raciones; hubo despus, como para san Juan, una comida ms abundante, con
msica, etc.; por la tarde, una lotera en la que todos ganaron algo; despus,
globos y fuegos sin nmero, y tanto concurso de seores y parientes, que casi
ya no se vea nuestra familia. Dur la fiesta hasta ms tarde de las diez;
despus se rezaron las oraciones, con las que concluy la fiesta y la jornada.
Tambin aqu falt Severino; los amigos preguntaban repetidas veces por el
compaero Rostagno. Lo cual quiere decir que las distancias no separan ni
dividen a los amigos que se quieren en el Seor.
Ah tienes lo poco que puedo contarte de nuestras fiestas, que si no ofrecen
nada delicioso a los ojos del mundo, son, sin embargo, queridas y apreciadas
por los que conocen y viven el espritu de esta casa y la pureza de intencin en
la santa alegra.
Supongo te agradar saber esto poco que te cuento. Se habla y se reza a
menudo de ti y por ti, se espera tenerte pronto entre nosotros, mientras tanto
no te olvides de nosotros ante el Seor y especialmente de m ante Mara
refugio de los pecadores; y te ruego en particular que tengas a bien rezarle por
m la salve, que rezars despus del rosario.
Que el Seor te asista y te ayude a llevar tu cruz; que El alivie su peso y, si
quisiera que yo la compartiese contigo, la aceptara con gusto; pero tal vez no
sea yo digno de ella, y no la llevara con resignacin, y el Seor, por su
misericordia, me ahorra tantas impaciencias.
Los compaeros, especialmente los mejores y los que estn ms unidos
contigo al Seor, te saludan; don Bosco, e igualmente todos los superiores, te
703
exmenes y del estado econmico del primer trimestre. Habiendo sido bien
recibido por quien no puso mientes en el agravio, que haca a don Bosco,
volva el Rector de vez en cuando a Turn para referir todo lo que don Bosco
dispona, haca o deca. Favoreca sus intentos la observacin de que el
Seminario de Giaveno no deba considerarse como una dependencia del
Oratorio. Su alarde de tanto celo por los intereses de la dicesis tenda a
conseguir dos fines: deshacerse de don Bosco, que era para l como humo en
los ojos, y obtener, con el andar del tiempo, como premio una buena
parroquia, para cuyo gobierno tena en verdad las cualidades necesarias.
Mas, por entonces, obstaculizaba sus deseos de independencia la
imposibilidad de encontrar personal para la asistencia de los alumnos. Por lo
cual no rompi abiertamente con el Superior y encontr que era una tctica
sagaz tomar un camino encubierto, es decir, instigar a los clrigos de don
Bosco, que tena consigo, para inducirlos a desertar de la familia del Oratorio.
Gozaba de toda clase de preferencias, aqul que le daba esperanzas de
condescender, mientras cargaba todo el peso de la asistencia, sin recibir
ninguna prueba de afecto y confianza, al que le ofreca dudas o certeza de que
se mantendra fiel a don Bosco. Pero no manifestaba los motivos de este
sistema; sin embargo, eran tales las maneras que los mismos alumnos y los
empleados se daban cuenta de su misteriosa conducta. Por lo que se haba
abierto camino en el Seminario al mal humor y a la desconfianza.
((986)) Don Bosco era sabedor de estos intentos y manejos, pero lo que ms
le dola era que en Giaveno ya no seguan todas sus ideas sobre la manera de
educar a los alumnos. Cuando llegaron a Turn para la fiesta de San Juan los
clrigos Vaschetti y Boggero, don Bosco tuvo con ellos una larga conferencia la
tarde anterior de su regreso al Seminario, con vistas a la conducta de aquel
Rector y discurriendo la manera de hacerlos volver al Oratorio con algn
plausible pretexto. Concluy as:
-Desde el momento en que el reverendo Grassini no piensa ya como don
Bosco, dejar que l, de acuerdo con el Provicario, busquen quien se haga
cargo de la asistencia.
Refiri el clrigo Vaschetti al Rector lo que le haba dicho don Bosco.
Apresurse el Rector a ir al Oratorio para conjurar el peligro de quedar solo al
frente de los alumnos. Trat de defenderse, se disculp, pareci acatar los
consejos que daba don Bosco, pero aquel mismo da obtuvo audiencia del
Provicario, a quien se quej de las pretensiones de don Bosco al querer
imponer un mtodo de educacin que, segn l, poda traer graves
inconvenientes, y no estaba adaptado a los tiempos: observ que su injerencia
impeda el libre ejercicio de su gobierno y le convenci de la necesidad de
impedir que le quitaran a Vaschetti y Boggero. Le insinu que el medio ms
expedito para asegurar la asistencia era obligar a los clrigos, pertenecientes a
la archidicesis de Turn, a separarse de don Bosco y de la Pa Sociedad.
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No pretendo tanto. Quiero slo decir lo que me parece es para mayor gloria
de Dios. Tampoco hay que pensar que ambicione meterme en los asuntos de
Giaveno;bastante quehacer tengo aqu en Turn en todo sentido; es mi ardiente
deseo que usted se ocupe y siga manteniendo la marcha tan bien emprendida
en Giaveno.
Por lo dems ya sabe que llevo veinte aos trabajando y sigo todava y
espero continuar hacindolo toda mi vida por nuestra Dicesis; y siempre he
reconocido la voz de Dios en la del Superior eclesistico.
Perdone esta charla y acepte mis mejores deseos de toda suerte de bienes
del cielo, profesndome.
De V.S.
Turn, 3 de septiembre 1861.
Seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.
((990)) En el nterin haba estado don Bosco en los ejercicios espirituales, en
la alpestre y solitaria cumbre del Santuario de san Ignacio. Haba llevado
consigo al caballero Oreglia, que en carta fechada el 18 de julio escriba as a
don Vctor Alasonatti:
Me dice don Bosco que espera escribirle maana. Entretanto parece que los
aires le sostienen y le ayudan a reponerse... A todos nuestros queridos
muchachos muchsimos saludos de nuestra parte, particularmente de don
Bosco, con el que hablamos de ellos siempre que nos encontramos juntos; la
verdad es que ya me parece que hace mucho tiempo que no los veo.
Recomindeles que recen por la salud de nuestro querido don Bosco, por mi
conversin y por la mayor perfeccin de los compaeros, pero particularmente
de nuestros queridos hermanos. Interpreto la intencin de don Bosco, si le
ruego que ponga freno al excesivo afn de estudiar de los ms celosos y
permtame aadir que tambin los profesores descansen de su excesivo
trabajo, sobre todo el clrigo Cerruti que, pobrecito, mucho me temo que caiga
enfermo...
Salude particularmente a mis queridos enfermos que siento no haber
podido curar...
Rugole ofrezca mis obsequios a mis inmediatos y principales superiores,
don Miguel Ra, don Angel Savio, don Juan Turchi, don Jos Rocchietti, al
tiempo que me encomiendo a sus oraciones.
A su vez don Bosco alegraba y amonestaba a sus alumnos de Turn con esta
carta:
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-Sganme y lo vern.
Subi don Bosco a la fonda contigua, desierta a aquella hora; pidi licencia a
la duea para ocupar una dependencia. En cuanto la obtuvo, entr en ella con
los mozos. Despus de prepararlos con unas breves reflexiones, confes a
todos y los despidi satisfechos y alegres.
Cuando acab de confesar, ya estaba preparada la diligencia, y al llegar a
Montemagno, tuvo la suerte de encontrarse por vez primera con la condesa
Carlota Callori, que, a partir de aquel momento, se convirti en una de las
primeras bienhechoras de las obras salesianas.
Unas semanas despus, por medio de la Marquesa que fue a Turn, envi a
su hijo Manuel, que haba puesto en l plena confianza, una preciosa carta:
Querido Manuel:
Mientras t disfrutas del campo junto con el buen Estanislao (Medolago), yo
voy acompaado de Mam a hacerte una visita por medio de esta cartita que
tengo el deber de escribirte.
Mi intento es proponerte una buena idea. Escucha, pues. La edad, los
estudios que ests cursando, parecen suficientes para ser admitido a la
primera comunin. Yo quisiera que ese gran da fuese para ti la primera
Pascua: qu dices a esto, querido Manuel? Anmate a hablar de ello con tus
padres y oirs su parecer.
Pero yo quisiera que comenzaras desde ahora a prepararte y, por tanto, a ser
ejemplar de una manera particular en practicar:
1. Exacta obediencia a tus padres y a otros superiores tuyos sin oponerte
nunca a ningn mandato.
2. Puntualidad en el cumplimiento de tus deberes, especialmente los de la
escuela, sin que nunca tengan que reirte para cumplirlos.
3. Tener en gran aprecio todas las cosas de devocin. Por eso hacer bien la
seal de la santa cruz, rezar de rodillas en actitud modesta; asistir con
ejemplaridad a las funciones de la iglesia.
((1003)) Tenda mucho usto en que me dieras una respuesta acerca de la
propuesta que te he hecho.
Te ruego saludes de mi parte a Acelia y a Estanislao. Estad todos alegres;
que el Seor os bendiga; rezad por m; y especialmente t, querido Manuel,
hazme quedar bien con tu buena conducta y creme siempre tuyo.
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salvo que los hechos fueran realmente malos y notorios. Entonces achacaba la
falta a ignorancia, a debilidad humana, o a consejeros imprudentes ms que a
verdadera malicia; y al mismo tiempo recordaba para s mismo y para los
dems el dicho de san Pablo: -Qui stat, videat ne cadat. (El que est en pie,
mire no caiga).
Refiere la crnica de Ruffino el 10 de septiembre:
Pregunt a don Bosco:
-Por favor, apunt yo que el 3 de junio, al anunciarnos el ejercicio de la
buena muerte, nos exhort a hacerlo bien diciendo que uno de nosotros no lo
volvera a hacer.
Don Bosco me respondi:
-Dentro de poco podr decirte quin era el interesado. El estaba en casa
cuando yo dije lo que t me recuerdas, pero entonces ni siquiera hizo el
ejercicio de la buena muerte. Te dir, adems, que vi en sueos a los jvenes
del Oratorio que hacan este ejercicio; faltaban algunos y uno de stos era
precisamente el dicho joven. Le vi cosiendo una sbana fuera de la iglesia y le
pregunt:
-Qu estas haciendo?
-Me estoy cosiendo la sbana, respondi, para volverme a echar en cama.
-Pero los otros van a la iglesia para el ejercicio de la buena muerte!
-Oh!, yo ya no voy.
Este haba salido, pues, del Oratorio y don Bosco ya no haba sabido ms de
l. Pero estas preguntas y otras, como luego veremos, nos hacen comprender
que l no poda aventurarse a dar semejantes anuncios, si no estaba seguro de
la verdad, ante centenares de testigos, que no olvidadan nada.
En el mes de septiembre segua cumplindose la previsin de las
enfermedades. Refiere Ruffino que Luis Pelissone ((1008)) est gravemente
enfermo y se teme muchsimo por su vida. Ya se le administr la uncin de los
enfermos. A pesar de todo, este joven cur.
Entretanto haba estado don Bosco esperando contestacin a una carta
dirigida al arzobispo de Turn. Le haba pedido la facultad de presentar al
examen para la toma de sotana a cierto nmero de sus alumnos antes del
tiempo fijado para todos los aspirantes, quiz para no verse obligado a hacer
volver a los postulantes de vacaciones con un gasto considerable. Habale
pedido tambin algn subsidio.
Por fin recibi la carta de monseor Fransoni, cuando estaba en Vercelli.
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CAPITULO LXXIV
EL PASEO OTOAL -EN CHIERI: HUESPEDES GENEROSOS -EN BUTTIGLIERA
-EN I BECCHI: SOLEMNIDAD DEL SANTO ROSARIO -EN CASTELNUOVO:
HOMENAJE DEL VICARlO Y DEL PUEBLO A DON BOSCO -PARADA EN
MONDONIO Y EN PIEA -ENTRADA TRIUNFAL EN VILLA SAN SECONDO: FIESTA
VOTIVA EN HONOR DE LA VIRGEN Y ATENCIONES DE LOS ALDEANOS -EN
COSSOMBRATO: UN NIO INVITADO A ESTUDIAR -UNA HERMOSA VELADA EN
ALFIANO -DON BOSCO Y SU COTINUO CARTEO Y CORRECCION DE
OPUSCULOS -EN LAS CERCANIAS DE CASTELLETTO DE LOS MERLI Y PONZANO
-EN EL SANTUARIO DE CREA: LOS MUCHACHOS NECESITADOS DE
REFRIGERIO: CARIDAD DE LOS FRANCISCANOS -MARCHA A CASALE:
RECIBIMIENTO DEL OBISPO: FUNCIONES EN LA IGLESIA Y
REPRESENTACIONES TEATRALES EN EL SEMINARIO -EN SAN GERMAN Y EN
OCCIMIANO -LLEGADA A MIRABELLO -FUNCIONES RELIGIOSAS EN LA PLAZA Y
TEATRALES EN LA IGLESIA -ESCENA COMICA CON EL SACRISTAN -EJERCICIO
DE LA BUENA MUERTE EN LA IGLESIA DE LOS CAPUCHINOS -EN LU:
EXCLAMACION DE UNA ANCIANA Y ACEPTACION DE UN JOVEN PARA EL
ORATORIO -EN MIRABELLO DON BOSCO DETERMINA QUE SE DE COMIENZO A
LA CONSTRUCCION DE UN COLEGIO -EL PARROCO CONVIDA A COMER A
TODA LA COMITIVA -SALIDA DE MIRABELLO: PARADAS EN SAN SALVATORE,
EN LA VIRGEN DEL POZO Y EN LA CASA DE CAMPO DEL CONDE DE
GROPPELLO -LLEGADA A ((1012)) VALENZA A LA CASA DEL SENADOR DE
CARDENAS -EN FERROCARRIL: DE VALENZA A ALESSANDRIA -UNA NOCHE EN
VILLAFRANCA -LLEGADA A TURIN -LECTURAS CATOLICAS
HABIAN llegado los primeros das de octubre. Los alumnos del Oratorio
merecedores de premio estaban llenos de entusiasmo, pues habales
anunciado don Bosco, mucho tiempo antes, que este ao se dara uno de esos
paseos, que dejaran honda huella en su memoria. Pero no haba aadido ms
pormenores, de modo que haba una gran expectacin.
El 27 de septiembre comenzaba la novena de la Virgen del Rosario en I
Becchi, y los grupos de muchachos se preparaban para la partida. Uno de ellos,
que ms tarde se doctor en diversas facultades, escribi una crnica de la
excursin de este ao, da por da, a medida que se llegaba a cada pueblo.
Nosotros la seguiremos fielmente, aadiendo hechos y circunstancias, que nos
refirieron otros que tomaron parte en esta peregrinacin, y acompaaremos el
relato con alguna observacin nuestra. He aqu las notas de nuestro buen
amigo.
El 3 de octubre deba salir para Catelnuovo el primer grupo de cinco jvenes,
del que yo formaba parte. Lo mismo a nosotros que a todos los demas que nos
seguiran, entreg don Vctor Alasonatti el dinero, que nos tena guardado en
depsito. Omos misa, besamos la mano a don Bosco, desayunamos y, despus
de saludar a los amigos que quedaban en casa, salimos del Oratorio a las ocho
de la maana.
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Abrasados por el sol, hicimos una breve parada en Pino Torinese para apagar
la sed. En Chieri, nos recibi el reverendo Calosso cortsmente y nos hizo
sentar a su mesa para la comida. Despus de dar unas vueltas para ver la
ciudad, entramos en la iglesia de san ((1013)) Felipe, donde rezamos sobre la
tumba de Luis Comollo; visitamos despus a un condiscpulo nuestro y, sin
olvidar la merienda que nos aguardaba en casa del reverendo Calosso, salimos
por la carretera de Turn, mirando a ver si llegaba don Bosco. Pronto le vimos
aparecer con el caballero Oreglia y el alumno Pablo Albera. Salimos corriendo a
su encuentro y fuimos con l al palacio del caballero Marcos Gonella. Visitamos
su rico jardn botnico, tres volvieron a casa de reverendo Calosso y los otros
dos cenaron y durmieron en el palacio despus de rezar el rosario y las
acostumbradas oraciones de la noche.
El da 4, viernes, a las seis y media omos la misa de don Bosco en la
primorosa capilla del palacio y a las ocho estbamos listos para salir. Despus
de dejar a nuestras espaldas a Riva de Chieri, nos habl don Bosco de cosas
muy variadas; de algn episodio de su vida, de cmo se prueba la voz de un
cantor y cmo se conserva, y tambin del sacramento de la penitencia. En
Buttigliera, nos encontramos con un segundo desayuno preparado por el
prroco don Jos Vaccarino. Los alumnos del Oratorio, de vacaciones en aquel
pueblo, vinieron a saludar a don Bosco y, rodendole, lo acompaaron durante
un buen trecho de camino hacia I Becchi, donde estaba preparada nuestra
comida. Fuimos despus de paseo por los prados frente a Buttigliera y, a la
hora de ponerse el sol, vimos aparecer por aquella parte a nuestros cmicos.
Al poco rato son la campana que nos llamaba a la novena del Rosario para or
el sermn, y despus de cenar entonamos en la era diversas canciones, hasta
que se nos llam al rezo de oraciones y al dormitorio.
El 5 de octubre nos levantamos a las siete, y solitos y silenciosos, esparcidos
ac y all, fuimos a respirar el aire puro de los bosques cercanos; pero,
despus de or la santa misa, comenz la alegra ruidosa, el bromear, el rer, el
saltar, correr y jugar e ((1014)) ir a las alqueras de los alrededores para
comprar nueces, leche, uvas, etc. Despus de la comida, divididos en grupos,
unos se encaminaron hacia Montafa, otros a Morialdo para salir al encuentro
de don Bosco que volva de Castelnuovo adonde haba ido para invitar al
telogo Cinzano a la fiesta; algunos se quedaron sentados a la sombra de los
rboles cerca de la casa. Los dems se encaminaron hacia Buttigliera, adonde
tenan que llegar los cantores con la banda de msica. En efecto, no tardaron
stos en aparecer y ser recibidos con aplausos, saludos, cumplimientos y
bromas de los que los aguardaban. La campana invit entonces a todos a la
iglesia donde, despus de cantar las letanas del maestro Madonno y el Tantum
ergo del maestro Bianchi, se imparti solemnemente la bendicin con Su
Divina Majestad. Despus de cenar, se rezaron las oraciones, dio don Bosco
algunos avisos, y fuimos a descansar, rendidos la mayor parte de nosotros de
tanto caminar.
El 6 de octubre, domingo, fue un da esplndido de sol. A las ocho hubo misa
con muchas comuniones. A las nueve, a toque de tambor, fuimos todos a la
misa solemne con msica. Por la tarde, despus del banquete de amigos que
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se nos dio, redobl de nuevo el tambor para las funciones vespertinas, a las
que asisti muchsima gente, llegada de todos los pueblos a la redonda.
Despus hubo lanzamiento de globos aerostticos y teatro. El escenario estaba
rodeado de adornos y lmparas campestres. La seora Damevino ilumin las
ventanas de su alquera y all se encendieron los fuegos artificiales, se lanzaron
los cohetes y toc la banda una serenata. Cuando se dispers la muchedumbre
de espectadores, cenaron los muchachos; a continuacin, durante una hora,
poco ms o menos, se cant, se salt y se represent una alegre pantomima,
hasta que lleg don Bosco que haba andado un trecho de camino en compaa
del telogo Cinzano que volvi a Castelnuovo. Se cant entonces una cancin y
se rezaron las oraciones, y dio don Bosco, como de costumbre, la consigna
para el da siguiente. As terminaba aquella hermosa jornada.
((1015)) El 7 de octubre, despus de celebrar la santa misa y guardar todos
los objetos de la capilla para el ao siguiente, don Bosco nos dio los oportunos
avisos sobre la manera de conducirnos en aquel viaje y, despus de tocar la
banda una pieza en la era como saludo al buen Jos, hermano de don Bosco,
nos encaminamos hacia Castelnuovo. A nuestra llegada se produjo un alboroto
general en el pueblo. Viejos y jvenes, mozas y madres dejaron el hogar, los
obreros sus tiendas y talleres, los labradores sus faenas en el campo. Todos se
apiaban para or las sinfonas de los msicos, para ver y saludar a don Bosco.
Este avanzaba lentamente, llamaba por su nombre a los antiguos amigos y les
pedia noticias de cada uno y de sus familias.
En el corral del seor Mateo Bertagna estaba preparada nuestra comida. A
las once de la maana, despus de un concierto y unas ovaciones, fuimos a la
casa rectoral donde nos obsequiaron con vino y fruta; les saludamos con
msica y repetidas ovaciones, y nos encaminamos hacia Piea. Al pasar por
Mondonio, acudimos al cementerio para rezar y arrancar algunas hierbas
crecidas sobre la tumba de Domingo Savio. Pero, al salir del fnebre recinto,
toda una muchedumbre de aldeanos nos invit a parar un rato y nos dieron
vino en abundancia, para calmar nuestra sed.
Nos despedimos con las ms cordiales gracias y, en menos de una hora,
llegbamos a las faldas de Passerano, donde nos result sumamente agradable
el agua de una fresquisima fuente, que nos ayud a seguir el viaje, no
obstante la fuerza del sol abrasador, hasta los pies del deleitable otero de Piea.
Estuvimos aguardando a los rezagados, organizamos filas y subimos al Castillo,
donde con grandisima alegra encontramos a don Bosco, que se nos haba
adelantado. Despus de una buena merienda, visitamos el magnifico edificio,
bajamos al valle con don Bosco y alegres nos dirigimos hacia Villa San
Secondo, que era nuestra meta ((1016)) para aquel da. Quien hubiese ido
entonces a las aldehuelas vecinas, a las casuchas de los pobres, a las alqueras
de los agricultores y a las casas de los propietarios, no habra encontrado ms
que soledad por doquier, porque la msica atraa a todos los habitantes a
nuestro paso.
Entramos triunfalmente en el pueblo y don Bosco nos present al prroco, el
telogo Barbero. La cena estaba a punto y a las nueve de la noche, despus de
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rezar las oraciones y escuchar los consejos y avisos de nuestro buen superior,
fuimos a dormir a diversas habitaciones, de antemano preparadas para
nosotros.
El 8 de octubre, y martes, comenz con el santo sacrificio y una pltica de
don Bosco para el pueblo, que atestaba la iglesia. Una majestuosa tortada de
un metro de ancha, cocida en una caldera para la colada, humeaba
soberbiamente sobre la mesa aguardndonos; y no tardamos en lanzarnos al
asalto.
El toque festivo de las campanas llam despus al pueblo para la misa
solemne, que cantamos en una capillita de la villa. Despus de la comida, hubo
msica, se recit una poesa para dar las gracias al generoso telogo Barbero y
se dispersaron todos a pasear por las calles del pueblo y los campos vecinos. A
las cuatro y media las campanas los llamaron a la capilla. Nuestros cantores
alcanzaron un xito maravilloso.
La fiesta religiosa termin a eso de las siete despus de las vsperas, una
devota procesin y la bendicin.
Toda la gente corri entonces al corral donde se haba preparado el escenario
para la representacin teatral; los cmicos hicieron rer a los espectadores
hasta las once con una comedia y un sainete.
El da 9 de octubre se cant una misa de difuntos con msica, en sufragio de
los difuntos del pueblo. Ms tarde, mientras unos respiraban el aire puro del
campo, conversaban otros en el jardn del prroco y saludaban algunos a los
amigos y condiscpulos que estaban de vacaciones, un agitado redoble de
tambor nos reuni a todos en el ((1017)) acostumbrado saln para comer. El
prroco de Corsione, don Juan Bautista Roggiero, nos regal varias botellas de
vino exquisito y una cantidad de quesitos para la merienda.
Honramos con un concierto musical a nuestro husped y nos despedimos de
l, a las dos de la tarde, para proseguir el viaje. Pero como el alcalde y el
teniente de alcalde haban manifestado el deseo de que nos detuvisemos
unos instantes en su casa, entramos sucesivamente en las dos, se tocaron
unas piezas y se bebi una copita, ofrecida con la mayor cordialidad.
Salimos ya del pueblo, pero pronto llegamos a Cossombrato. Despus de una
breve parada para visitar al caballero Pelletta, fuimos a casa del conde de
Germagnano. En ambas casas hubo msica, cantos y copas. Siempre era una
gran fiesta, que nos demostraba cmo se apreciaba y quera a don Bosco.
Desde las cinco ya no se interrumpi la marcha. Pasamos por un largo valle,
flanqueado de amensimas colinas sobre cuyas cumbres se asentaban lindos
pueblecitos, cuyas gentes suspendan el trabajo de las vias para contemplar
aquella caravana de msicos jovencitos, seminaristas y sacerdotes. Los nios
bajaban corriendo hasta el camino y algunos se juntaban a nuestra comitiva,
pues don Bosco les haba dirigido palabras afectuosas. Al observar el aire
ingenuo y expresivo de uno de ellos, le pregunt:
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-Y t quin eres?
-Me llamo Luis y soy de tal pueblo.
-Te gustara venir con nosotros?
-Ira con mucho gusto; pero quin es usted?
-Conoces al prroco de tu pueblo?
-Le ayud a misa esta maana.
-Muy bien; irs a l, y le dirs que maana tenga a bien venir aqu a Alfiano
a casa del arcipreste, y que yo le hablar de ti... Pero, t tambin vendrs no
es eso?
((1018)) -Pero quin es usted?
-Le dirs a tu prroco que es un cura de Turn quien desea hablarle de ti.
El prrrroco acudi; el muchacho curs el bachillerato en el Oratorio y fue
despus prroco distinguido en la dicesis de Casale.
Ya se estaba poniendo el sol, y como era la hora del saludo a la Virgen, cada
grupo rez en voz alta el ngelus.
Por fin entraba don Bosco en Alfiano, esperado por toda la poblacin;
sonaron las campanas para la bendicin eucarstica, y en un abrir y cerrar de
ojos, llense la iglesia de bote en bote.
Don Bosco fue del parecer de que de cualquier modo haba que divertir a
aquellos buenos campesinos; y as, sin ms preparativos, el grupo de los
armadores, mientras cenaban los compaeros, se entreg a su labor en la que
sus miembros haban llegado a ser maestros. Sobre dos o tres carretas de
bueyes colocaron las tablas, plantaron dos postes para sostener el teln y con
cuerdas y clavos colgaron los bastidores. La representacin dur hasta las once
de la noche. Un sainete, unas poesas jocosas en dialecto y variadas canciones
alegraron grandemente a los espectadores. Como cierre, don Bosco mand
entonar una cancin a la Virgen; los jvenes se arrodillaron y rezaron las
oraciones de la noche, a las que se sum todo el pueblo. El prroco, don Jos
Pellato, nos llev en seguida a una alquera y a diversas casas donde todos
pudieron dormir cmodamente.
Mientras los jvenes descansaban, don Bosco escriba. Casi todos los das
llegaba de Turn un recadero, que le traa el correo, de acuerdo con el itinerario
que el mismo don Bosco haba dejado escrito en la administracin del Oratorio.
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En los momentos libres del da y de la noche, don Bosco, sin perder su calma
habitual, lea las cartas y preparaba la respuesta a todas, pues muchsimos
seores se hubieran dado por ofendidos de no ver su letra. Era enorme la
correspondencia que deba despachar;
((1019)) y adems escriba alguna nueva Lectura Catlica, y correga las
pruebas de las que se estaban imprimiendo. Y el recadero volva en seguida a
Valdocco llevando paquetes que le eran entregados y la correspondencia.
El 10 de octubre, jueves, al amanecer se cant una misa solemne con
msica, seguida de la bendicin con el Santsimo Sacramento. Los muchachos,
despus del desayuno, fueron autorizados para visitar los alrededores del
pueblo, siempre segn la norma reglamentaria de ir en pequeos grupos y
nunca solos. Pero al rato se oy el redoble del tambor que llamaba para la
salida. Saludamos al venerando husped y pidiendo a Dios que lo
recompensara, dejamos Alfiano.
Al pasar cerca de Castelletto de los Merli, don Bosco nos cont las peripecias
que le haban ocurrido al extraviarse por aquellos parajes el ao 1841 y cmo
haba encontrado refugio en aquel castillo.
En Ponzano, sali al encuentro de don Bosco el prroco don Francisco Ottone
para saludarle e invitarle a ir a su casa, pero no fue posible aceptar por no
permitirlo la escasez del tiempo disponible.
Avanzbamos subiendo a un alto monte, en cuya cima est el Santuario de
Crea, atendido por los frailes de la orden de San Francisco. Haba determinado
don Bosco hacer all una etapa. Se haba puesto de acuerdo con el ecnomo de
la Dicesis, don Jos Crova, propietario legal del convento, donde tena sus
habitaciones, para que se nos preparara una merienda. Pero el ecnomo, que
ya era anciano y le fallaba la memoria, crey que slo se haba determinado
comer en Casale y aquel mismo da fue al Seminario para los preparativos, sin
pensar en la merienda.
Entretanto don Bosco, mientras caminaba, haba hecho correr la voz segn
su costumbre de que deseaba decirles una cosa muy bonita, y as que los tuvo
a su alrededor, les fue contando ((1020)) la historia del santuario que iban a
visitar. Esta narracin los ayudaba a llegar a la meta, hacindoles olvidar el
cansancio con la agradable curiosidad, que despertaba en su imaginacin.
As que llegamos a Crea, en la misma explanada del Santuario, a eso de las
dos de la tarde, toc la banda una marcha, mientras don Bosco, sudoroso y
rendido, iba a anunciar al cannigo Crova su llegada.
-No est!, djole su criada, que haba salido a la puerta al or el inesperado
sonar de trompas.
-Y sin embargo me dijo que me esperara aqu, replic don Bosco.
-Pues, mire; esta maana fue a Casale, porque espera all a un cura que
tiene que llegar de Turn.
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el amor que Jesucristo tiene ((1025)) a los nios. Muchos de los nuestros
pidieron a don Bosco que los confesara.
Nos fue servido el desayuno en el refectorio de los pales, y el mismo seor
Obispo cortaba trozos de queso que reparta a los alumnos. Nos llev despus
al jardn, y nos propuso visitar la ciudad, con un gua. No es para dicho el
aplauso con que fue aceptada la propuesta. Todos en perfecta formacin
fuimos a satisfacer la lgica curiosidad.
Tambin aqul da quiso el venerable Prelado sentar a su mesa a don Bosco,
a algunos de sus clrigos y a los msicos ms expertos. Los dems, despus
de comer en el Seminario, se prepararon para partir. Se encaminaron, primero,
al palacio episcopal para agradecer al Obispo sus atenciones; el cual regal a
cada muchacho una medalla de la Virgen, que se venera en el santuario de
Crea, y los bendijo. Dio la banda un alegre concierto en honor del Obispo y de
los ciudadanos, y se puso en marcha con los muchachos organizados en
grupos y con don Bosco, mientras una gran muchedumbre llenaba las calles.
Se nos esperaba en Mirabello, que dista siete kilmetros de Casale.
Al llegar al arrabal, sali al encuentro de don Bosco el prroco de San
Germn, don Juan Schierani, y le rog que se detuviera un ratito en su casa.
Acept don Bosco la calurosa invitacin y su comitiva, confortada con un
refresco, alegr al buen prroco con unas piezas musicales y sigui despus
avanzando por la carretera provincial. En Occimiano encontramos a muchas
personas llegadas de Mirabello, impacientes por ver a don Bosco y a sus
muchachos. En su compaa y la de muchos de Occimiano, llegamos a la meta.
Nos esperaba toda la poblacin, el prroco don Flix Coppo, el clero parroquial
y el seor Provera, que haba invitado a ((1026)) don Bosco a dar este paseo.
Quiso hospedar en su casa al siervo de Dios y a algunos de sus acompaantes
mayores. Para dormir los muchachos, prepar el pajar y una cuadra vaca
cerca de una casa de su propiedad, situada en un hermoso paraje y que tena
algunos cuartos para los clrigos. Tambin para nosotros tena preparada una
mesa principesca.
Al da siguiente, que era domingo, se celebraba la fiesta de la Maternidad de
Mara. Como se estaba restaurando la iglesia, las funciones solemnes se
celebraban en la plaza muy bien adornada. Con licencia del Obispo, se haba
levantado all un magnfico altar. El tiempo era esplndido. Por la maana, se
celebraron las misas rezadas y se administraron los sacramentos en una
capillita, que serva de parroquia, y alla fueron los muchachos del Oratorio para
sus practicas de piedad. A las diez se cant la misa en el altar colocado en la
plaza con extraordinaria solemnidad, a la que contribuyeron nuestros jvenes
con piezas de msica selecta. Haban acudido ms de veinte mil personas. No
se ahorraron los volteos de campanas y los disparos de morteretes. Despus
de las vsperas cantadas hubo procesin. Eran una prueba evidente de la
devocin de aquellos vecinos las colgaduras que pendan de las ventanas y las
flores que alfombraban las calles.
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pero perdi el hilo de las palabras; mir despus a Enra con aquellos ojos
extraviados por el vino y poquito a poco se le arrasaron en lagrimas, se ech a
su cuello, lo abraz y lo bes.
-Ea, venga conmigo a mi casa... nos beberemos una botella! Se ech a
gritar y, agarrando a los tres por la mano, no quiso escuchar negativas ni
cumplidos y tuvieron que ir a su casa.
Al da siguiente, cuando don Bosco se enter de lo sucedido, le envi una
propina por medio de Enra; esto acab por convencerlo totalmente de que los
muchachos de don Bosco eran verdaderamente buenos.
El 15 de octubre, martes, de acuerdo con el programa para aquel da, nos
levantamos a las seis y media, fuimos a or la santa misa e hicimos el ejercicio
de la buena muerte en el convento de los Capuchinos.
Sola don Bosco anunciar este saludable ejercicio en todas las excursiones.
Se dira que imitaba a Job, el cual al trmino de los ((1030)) das de convite
mandaba llamar a sus hijos y los purificaba ofreciendo holocaustos. Pues
deca: -Quin sabe si mis hijos han hecho algn mal y han disgustado a Dios
en sus corazones?
Los frailes salieron a recibir a don Bosco, el cual fue en seguida a la sacrista
a confesar. Habanle acompaado algunos hombres y muchachos del pueblo,
que queran aprovecharse de aquella piadosa prctica. Como haba abundancia
de confesores, todos pudieron confesar y comulgar. Don Bosco dijo despus a
sus alumnos:
-Estoy satisfecho de vosotros!
Tuvimos un rato de recreo en el jardn contiguo al claustro, y examinamos la
maquinaria para sacar el agua y regar el huerto y el prado. Al sonar las diez,
saludamos con un concierto musical a los buenos religiosos, y volvimos al
cuartel general, donde nos aguardaba la comida. Don Bosco, que haba
aceptado la invitacin de los Capuchinos, se qued junto con los clrigos a
comer con ellos a su mesa. Acababan de levantarse los manteles, cuando
oyeron las trompetas del Oratorio. Los alumnos se encaminaban hacia Lu y los
clrigos los siguieron. El prroco de Santa Mara la Nueva, telogo Nicols
Roggero, haba rogado a don Bosco que fuera all porque tambin l deseaba
preparar una casa para la educacin cristiana de la juventud.
Mientras suban la alta colina de Lu, don Bosco contaba a los muchachos que
caminaban a su alrededor la historia del lugar y la de los diversos pueblecitos
que, uno tras otro, iban apareciendo en la llanura. Una mujer ya vieja que le
vio, se par un instante para preguntar quin era aquel cura, y al enterarse
exclam:
-Ahora, si tuviese que morir, morira contenta, porque he visto a don Bosco!
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Torinese cierto anciano sacerdote, el Abate Ag..., que era muy rico y tenido por
muy avaro. El clrigo Francisco Dalmazzo, que tena un to en aquel pueblo,
propuso a don Bosco ir con l a verle e intentar conseguir alguna ayuda de
aquel sacerdote. Accedi don Bosco y fueron los dos en octubre. El Abate
recibi muy bien a don Bosco, el cual le habl de su obra y de sus apuros para
llevarla adelante. Aunque sus razones no haban expuesto nada ((1039)) de
extraordinario, supo hablar con tanta uncin acerca del paraso y del premio
que Dios tiene preparado a las almas caritativas, que el Abate comenz a
sacudirse convulsivamente; un temblor agitaba sus labios y los ojos se le
arrasaron. Se levant, fue a la caja de caudales, agarr por dos veces cuantas
monedas de oro abarcaban sus dos manos y las verti en el sombrero de don
Bosco dicindole que las empleara para sufragar los gastos de sus pobres
muchachos. Haba casi cinco mil liras.
Todo el pueblo se sorprendi cuando supo esto por el clrigo Dalmazzo y dijo
que don Bosco haba obrado un milagro.
Entretanto llegaban a Valdocco los nuevos alumnos, y el 24 de octubre
escriba el caballero Oreglia al joven Rostagno que segua enfermo en Pinerolo:
Puesto que t perteneces siempre al Oratorio, te dir que este ao parece
que el nmero de alumnos llegar cerca de los seiscientos. Imagina, pues, el
trabajo de don Bosco y el de don Vctor Alasonatti... Don Bosco te saluda y te
recomienda paciencia y perseverancia en el bien.
Muchsimos de los alumnos eran aceptados gratuitamente, a otros se les
perdonaba la tercera parte o la mitad de la pensin. Eran graciosas algunas de
sus expresiones al hacer estos actos de caridad. Al aceptar al joven
Audagnotto, que despus lleg a ser sacerdote y secretario particular de
monseor Gastaldi, escriba al reverendo Balladore, prroco de Beinasco el 23
de octubre: lnter notos et amicos (entre conocidos y amigos) a ver si llega a
la suma de diez liras al mes por lo menos para el joven Audagnotto; los otros
dos tercios de la pensin, es decir, veinte liras corren a cargo del que
suscribe.
Pero las atenciones, que prestaba a los nuevos alumnos a su llegada, no le
impedan interesarse vivamente por la suerte y el porvenir de aquellos jvenes
de las dicesis de Asti y de Turn, que se inclinaban a ingresar en el Seminario
y por los que ya haban vestido la sotana y deseaban seguir los estudios en el
Oratorio.
((1040)) Don Bosco escriba sobre el particular el cannigo Sossi, Vicario
General Capitular de Asti:
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Llevo ya unas semanas pensando en darme un paseo hasta Asti, pero los
asuntos de esta casa me lo han impedido hasta el momento. Voy a decirle por
la presente lo que quera exponerle de palabra.
El clrigo Viale, a quien usted conceda tambin dos meses de pensin, fue a
su casa por motivos de salud, y yo he transferido el favor al clrigo Fagnano
por considerarlo verdaderamente digno de tal premio, el cual pas aqu todas
las vacaciones y deseara seguir, si nada se opone de su parte.
Si el traspaso a Fagnano del favor concedido a Viale ofreciera alguna
dificultad, tendr paciencia y todo quedara a mi cargo.
Para el mismo Fagnano pedira la pensin entera. La conducta y aplicacin de
este joven le hacen merecedor de toda consideracin.
Tocante a los de Asti, que rindieron examen este ao, he aqu lo que s de
ellos. Bossetti y Ferraris cursan aqu el primer ao de Filosofa, y visten de
paisano. Ciattino va a Asti. Galletti, de Cnico, todava no ha dicho nada. Los
dos hermanos toman la sotana en Villa San Secondo y necesitan de su caridad.
El padre tiene buena voluntad, pero no puede pagar; para stos pido
veinticinco liras al mes por cada uno; para lo restante pensar yo, es decir, lo
pondra en las manos de la Providencia de Dios.
Tengo todava otro querido jovencito de Viarigi, Lorenzo Preda, aprobado con
notas sobresalientes para el segundo de Retrica. Hace tres aos que lo
mantengo gratuitamente; sus padres no pueden contribuir con nada. Es muy
recomendable por su talento y piedad, y desea vestir la sotana; pero lo
necesita todo; si usted pudiese darle un subsidio mensual de veinte liras, yo
me encargara de que pudiera seguir adelante.
Pdole esto con todo respeto, para poder conducir a buen trmino a los
aspirantes de Asti al sacerdocio.
Quedan todava otros veinticinco estudiantes de esa dicesis, que tienen
intencin de abrazar el estado eclesistico, pero como cursan los estudios
inferiores al segundo de Retrica, pongo mi confianza en la Providencia.
((1041)) Me encomiendo junto con mis pobres alumnos a la caridad de sus
oraciones y, desendole todo bien del Cielo, me profeso con todo afecto.
De V.S.
Turn, 25 de octubre de 1861.
Afectsimo amigo
JUAN BOSCO, Pbro.
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puso don Miguel Ra al frente del mismo. Sean dadas gracias a Dios. Resulta
deplorable que los protestantes logren conquistar adeptos entre los catlicos,
pero ms doloroso que la apostasa de los adultos, que de hecho ya se haban
separado anteriormente de la Iglesia catlica, es la perversin de los
muchachos, que se van haciendo protestantes sin darse cuenta y dan despus
lugar a la formacin de otras familias igualmente protestantes. As es como
debe temerse que se vea crecer su nmero, que de momento no creo que
alcance los seis mil seiscientos cincuenta que se me indic. Lo afirmarn ellos,
porque es una de sus acostumbradas baladronadas. Desde luego, si se
incluyen todos los ateos, desgraciadamente sera an mayor el nmero, pero
stos se desentienden de toda religin y tampoco seran catlicos, aunque no
existieran los protestantes.
Me ha causado mala impresin lo que me cuenta del seminario de Giaveno.
Fueron realmente muy agradables las noticias del ao pasado, y el crecimiento
de su alumnado hasta un nmero jams esperado, era la ms fehaciente
prueba de ello. Se me haba hecho una excelente pintura del nuevo Rector.
Perteneca al personal seleccionado por usted, o era ajeno al mismo? En tal
caso temera que fuera l quien busc la manera de librarse de su tutela
indirecta, como usted la califica. Nadie me dijo una palabra sobre la
advertencia del Pro-Vicario; y me causa pena orlo ahora. En el fondo puede
darse que tenga usted razn y puede que la tenga el Pro-Vicario, pero yo no
me atrevo a pedir cuenta de ello directamente, pues el ao anterior, cuando
pareca que ya no era posible sostener el Seminario y yo no saba qu partido
tomar, acab por contestar que se arreglaran como mejor pudiesen, mientras
((1043)) yo dejaba completamente el asunto a su arbitrio. Sucede muy a
menudo que uno se encuentra en situaciones penosas como sta y, despus de
indicar mi propia manera de ver, ya no me entero de lo que se ha hecho. Como
yo no puedo gobernar y tengo que dejar en otras manos el gobierno, me veo
obligado a reprimir mi carcter impetuoso.
Sobre la Sociedad de San Francisco de Sales, se me dijo que se hicieron
diversas observaciones, alguna de ellas importante, como por ejemplo, de
quin tiene que depender la Sociedad, y que se devolvieron a usted las Reglas
para que las arreglara y completara. Parceme que despus se me dijo que
haba hecho usted alguna concesin, pero que an quedaban muchos defectos
notables. Como cosa prudente, puedo pedir cuenta de ello, y lo har cuanto
antes.
Para las Lecturas Catlicas he dispuesto constituir Jefe de suscriptores para
el ao 1861, al prroco de Vedes, Cantn Vaud, protestante, pero donde hay
muchos catlicos.
Saldeme a todos esos sacerdotes suyos; pidiendo a Dios que los bendiga a
todos, junto con todos los alumnos internos, y sus conocidos, me profeso una
vez ms de corazn.
Lyon, 23 octubre de 1861.
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Aunque tales prendas estn gastadas o rotas, las recibiremos con el mayor
agradecimiento. Se mandar arreglar cada pieza y servir para abrigar a los
ms pobres hijos del pueblo.
Confiado en su conocida bondad, deseo toda suerte de bendiciones del cielo
sobre su Excelencia y sobre todos los bienhechores de estos nuestros
muchachos, mientras tengo el alto honor de poderme profesar con la ms
cordial gratitud.
De V.E.
Su seguro y humilde servidor
JUAN BOSCO, Pbro.
La respuesta del Ministro fue favorable:
MINISTERIO DE LA GUERRA
Direccin General de la Administracin Militar N. 7.098
Turn, a 3 de noviembre de 1861.
Este Ministerio, acogiendo la peticin que V.M.R.S. ha presentado, se
complace en participarle que, para acudir en socorro de los jvenes amparados
en el Oratorio por usted dirigido, ha dado las oportunas disposiciones al
Almacn General de la Administracin Militar de esta ciudad, para que a ttulo
de donativo sean entregados a ((1049)) quien presentare recibo firmado por
usted, las prendas que en la presente se especifican.
Esto es lo que se le participa en concepto de respuesta a su carta, recordada
al margen (de 30 de septiembre).
Por el Ministro
INCISA
Pares de zapatos de segunda categora seleccionados entre los ms
pequeos,
50.
Idem a granel inservibles,
Capotes inservibles,
Pantalones,
51.
95.
69.
749
63.
153.
263.
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-Vaya! Sera preciso revocar las cosas que se han pedido y esto no
conviene. A pesar de todo, no tienes por qu tomarte molestias. He pedido al
Seor que te quedes todava aqu en esta tierra para ganarle almas para el
cielo. Dejmoslo ahora en sus manos.
Volvi a darme la bendicin, me dijo ((1057)) unas palabras de aliento y
despus me dej...
Y as yo, que estaba convencidsimo de ir a ser cuanto antes uno ms entre
los finados, qued convencidsimo de recobrar la salud y seguir viviendo.
A la maana siguiente recib el santsimo sacramento de la eucarista por
devocin, me sent mejor y estaba fuera de peligro. El mdico a su llegada al
Oratorio se encontr con don Vctor Alasonatti y le pregunt:
-A qu hora muri ayer noche?
-Quin?, pregunt don Vctor, pues haba dos enfermos en el Oratorio.
-El clrigo, replic el mdico.
-Est mejor.
-En el paraso!, exclam el doctor.
-No; vaya y ver que est convaleciente.
-Posible?... Estaba tan mal como para morir diez veces.
Y a los ocho das de cama el mismo doctor me declaraba haber curado de
todo mal; slo necesitaba recobrar las fuerzas perdidas, que recuper, y volv
a mis ocupaciones.
En otra ocasin me dio don Bosco prueba de su poder ante Dios. Un ao
despus, en julio de 1863, volv a caer enfermo de mucha gravedad; yo estaba
inquieto y vino a verme.
-No te enfades por nada, me dijo; djame a m toda preocupacin y todo
cuidado por la salud de tu alma y de tu cuerpo; y t no pienses en nada.
Por la ilimitada confianza que yo tena en l, estas palabras me aliviaron de
tal manera que durante toda la enfermedad, al encontrarme agitado por
cualquier motivo, me bastaba recordarlas para recobrar al momento la calma.
FRANCISCO PROVERA, Clrigo.
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-Si quieres ser un verdadero hijo de don Bosco, es preciso que recuerdes
que ya no te debes a la familia ni a los intereses materiales, sino a Dios y para
Dios; es preciso que dejes tua, tuos et te, (tus cosas, a los tuyos y a ti
mismo), los bienes de esta tierra, a tus parientes y a ti mismo. Quien se siente
con nimos de hacer esto es el ms feliz en este mundo; ser discpulo de
Jesucristo, verdadero hijo de Dios. Dios derramar sobre l sus gracias, y le
colmar el corazn de su divino amor.
Para confirmar esto, cont la visin que tuvo santa Teresa, que haba
pedido con muchas y largas plegarias a Dios que la llenara de su amor. Vio ella
un saco, que contena, mitad por mitad tierra y oro. Corri en seguida la Santa
para ver si poda sacar el oro, pero no encontraba la manera, si no era
abriendo la boca del saco y quitando la tierra.
Se puso, pues, a quitar la tierra y a medida que sta se marchaba iba a
ocupar su lugar el oro. Comprendi entonces que, si quera tener su ((1060))
corazn lleno del amor de Dios, deba desterrar de l todo pensamiento y
afecto terreno.
As concluy, deben hacer todos los cristianos y especialmente los que,
digmoslo, nosotros, que somos llamados a un estado tan sublime.
Sus dulces invitaciones hacan que, con nuevos aspirantes, aumentara el
nmero de sus ayudantes. Lentos son los progresos de la Pa Sociedad, porque
la prudencia de don Bosco no tiene prisa.
Leemos en las actas del Captulo:
El 23 de noviembre de 1861, el Captulo de la Sociedad de San Francisco de
Sales, despus de haberse reunido, y hecha la acostumbrada invocacin al
Espritu Santo, procedi a la admisin del joven Manuel Diatto, hijo de Miguel,
natural de Sanfr, el cual, obtenida la mayora de votos, fue recibido entre los
otros hermanos.
Entre los alumnos nuevos la eficaz palabra de don Bosco preparaba un feliz
xito para el curso escolar. El 28 de noviembre, dice Ruffino, cont un sueo o
aplogo, comenzando de la siguiente manera:
-Los sueos se tienen durmiendo; por tanto, yo estaba dormido. Mi
imaginacin me llev a la iglesia donde estaban reunidos todos los jvenes.
Comenz la misa y he aqu que vi a muchos criados vestidos de rojo y con
cuernos, esto es, a numerosos diablillos que daban vueltas entre los jvenes
como ofrecindoles sus servicios.
A unos les presentaban la peonza; delante de otros la hacan bailar; a ste le
ofrecan un libro, a aqul castaas asadas. A quin, un plato de ensalada o un
bal abierto en el que haba guardado un trozo de mortadela; a algunos les
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sugeran el recuerdo del pueblo natal, a otros les susurraban al odo las
incidencias del ltimo partido de juego, etc., etc.
Algunos eran invitados con los hechos a tocar el piano, ((1061)) los cuales
accedan a la invitacin; a otros les llebavan el comps de la msica; en suma,
cada joven tena su propio sirviente que le invitaba a realizar actos ajenos a la
iglesia. Algunos diablillos estaban tambin encaramados sobre las espaldas de
ciertos jvenes y se entretenan en acariciarles y alisarles los cabellos con las
manos.
Lleg el momento de la Consagracin. Al toque de la campanilla todos los
jvenes se arrodillaron desapareciendo los diablillos, a excepcin de los que
estaban sobre los hombros de sus vctimas. Unos y otros volvieron la cara
hacia la puerta de la iglesia sin hacer acto alguno externo de adoracin.
Terminada la Elevacin, he aqu que se vuelve a repetir la escena anterior,
reanudndose los pasatiempos y volviendo a desempear cada criado su papel.
Si queris que os d una explicacin de este sueo, hela aqu: creo que en l
estn representadas las diversas distracciones a las que, por sugestin del
demonio est expuesto cada joven en la iglesia. Los que no desaparecieron en
el momento de la Elevacin, simbolizan a los jvenes vctimas del pecado.
Estos no necesitan que el demonio les presente motivos de distraccin, porque
ya le pertenecen; por eso, el enemigo les acaricia, lo que quiere decir que sus
vctimas son incapaces de hacer oracin.
La natural disipacin de los jvenes al volver de vacaciones, el deseo de
libertad, el recuerdo de las cebollas de Egipto, al principio del curso eran para
algunos motivo de descontento.
Dos de stos, refiere Bonetti, hijos de familias adineradas, no queriendo
adaptarse a la vida del Oratorio, haban sido inscritos en un colegio moderno
de alto rango por los padres, que adoraban a sus hijos. Decase que all
tendran cinco platos en la comida, tres en la cena; y se los llevara al baile, al
teatro y a otras diversiones de esta clase. Don Bosco haba intentado
persuadirlos a quedarse, y cuando ((1062)) fueron a verle para despedirse, les
dijo:
-Tened entendido que los placeres, que anhelis, por muchos y grandes que
sean, nunca podrn daros la verdadera felicidad. No olvidis que tenis una
alma y que debis salvarla; si la salvis, ser salvada para siempre; si la
perdis, ser perdida para siempre; y que Dios os acompae.
Por la noche, al contar este hecho a los clrigos, aadi:
-Dos jvenes de catorce aos criados en un ambiente tan rico en
tentaciones, qu resultado podrn tener?
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Pensaba este tao poder contaros mis avatares del pasado, y tendra
muchos; pero, motivos de prudencia y respeto me inducen a diferir mis relatos
para tiempos ms serenos y que no ofrezcan peligro de temporales,
granizadas, turbiones, huracanes.
Contentaos, por favor, con las cosas ordinarias, de los almanaques y el
calendario donde hay un compendio de la vida del santo del da. Luego os
indicar la salida del sol y de la luna, del da y de la noche; por donde cada
cual podr deducir fcilmente la hora de comer, beber, dormir, descansar, rer,
llorar, jugar, pasear, segn la libertad y la necesidad de cada uno.
Pienso adems que es mi deber explicaros las profecas del ao pasado a las
que seguirn las de este ao. A propsito de profecas he de deciros que, de
una manera o de otra, tienen que lograr siempre su cumplimiento, pues los
almanaques tienen el derecho de sutilizar tanto sus dichos cuanto les es
necesario para tener siempre razn. Esto sentado, manos a la obra.
Las profecas del pasado ao 1861.-Os deca que en 1861 desapareceran de
la escena del mundo poltico grandes personajes. Del mundo poltico han
desaparecido ya el gran duque de Toscana y el duque de Mdena. Este ao
desaparecieron del mundo de los vivos, no ya en sentido metafrico, sino
literal, dos ilustres personajes, el conde de Cavour, que fue a aadir una
unidad al nmero de los finados el 6 de junio y el Rey de Portugal.
Veris el vino a mejor precio, pero el pan ms caro.-Todos los que comen y
beben saben por experiencia el aumento del precio del pan y la disminucin del
precio del vino. El ao pasado esto fue alegora, este ao es realidad.
((1065)) Un pueblo ser destruido por un terremoto.-Todo el mundo sabe lo
que ha sucedido con la erupcin del Vesubio en el reino de Npoles. All cerca
de aquel monte haba un pueblo, Torre del Greco. Este pueblo ha desaparecido.
El terremoto, que hubo a primeros de diciembre de este ao, sacudi con tanta
violencia calles, plazas y casas, que la poblacin tuvo que huir para no quedar
aplastada. Por aadidura, en aquellos mismos das el Vesubio con sus terribles
y espantosas erupciones de lava, ceniza, betn, piedras y fuego horrible,
cubri y destruy los restos de las casas y sepult en los abismos y escombros
a los que no tuvieron tiempo para huir.
Otros pases sern asolados por la sequa.-Todos recuerdan el excesivo calor
de este ao. Desde tiempo inmemorial no hubo otro semejante. Baste decir
que en muchos pueblos, provincias y reinos, dentro y fuera de Italia, desde
abril hasta enero no llovi ni para regar el campo. An en estos das (primero
de enero de 1862), hay pueblos y ciudades que tienen sus pozos y fuentes sin
agua, los campos abrasados, las tierras y las siembras secas por falta de lluvia
bienhechora, que hace tanto tiempo se espera en vano de la mano del Creador.
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Al Papa estn unidos los verdaderos catlicos guiados por sus obispos, que
con un solo corazn y una alma sola profesan, ensean y defienden las
doctrinas del Vicario de Jesucristo.
Es tambin un gran acontecimiento la espantosa erupcin del Vesubio, la
sequa, el riguroso fro que nos atormenta, la caresta que va en aumento.
Gran acontecimiento es adems la muerte del Rey de Portugal. Se dice que,
poco tiempo antes de morir, junto con sus ministros despreciaba la
excomunin como cosa anticuada e ineficaz. Y a los pocos das muri su
hermano casi improvisamente; y casi al mismo tiempo el rey mismo, a la
temprana edad de veinticuatro aos, despus de pocos das de violenta
enfermedad, falleci ((1067)) acometido de espasmdicos dolores.
Son acontecimientos graves las guerras de Amrica, Polonia, Lbano,
Montenegro; pero ninguno es tan estrepitoso como la muerte de Cavour.
Se sabe que l tena en sus manos los hilos de todos los negocios polticos.
Su muerte repentina le impidi comunicar a otros sus secretos; al morir
cuando nadie lo esperaba, dej al mundo consternado y oblig a los buenos y a
los que no lo son tanto a decir: Aqu est la mano de Dios, que da y quita la
vida a quien quiere y cuando quiere.
Alguien dir: los negocios no fueron a la tumba con Cavour.
Yo soy del mismo parecer, creo y estoy convencido de ello, que el mundo no
fue ni ir con Cavour a la tumba; pero entre tanto con su muerte se ha perdido
el cabo de la madeja; y de entonces ac la madeja poltica se volvi cada vez
ms enredada. Haba uno que tena el otro cabo del hilo, pero ste ahora ya no
sabe dnde fijar el cabo opuesto. Este, que todava vive, sabe jugar muy bien
a la pelota, pero l solo no puede jugar la partida, ni sabe dnde encontrar un
amigo, que quiera o sepa estar en su compaa. Aqu volvemos al punto de
partida, es decir que la mano de Dios desbarat los planes de los hombres.
Causar estupor que en 1861, haya comenzado la era de la paz; y sin
embargo es as, los hombres son mseros instrumentos del poder de Dios.
Hagan a su talante lo que quieran, pero se ha perdido la brjula y sta no
aparece... Todava habr guerra... habr todava desrdenes de otra clase,
pero nadie podr detener la mano de Dios, que acta entre nosotros; por eso
llegar el tiempo y no tardar mucho, en que todo buen catlico podr vivir en
paz profesando su religin. Pero al mismo tiempo debo deciros que los
acontecimientos de 1861 no son ms que el ndice de los que sucedern en
1862.
Los acontecimientos de 1862
Aun cuando ha comenzado la era de la paz, sin embargo, el estado de cosas
del ao 1861 no es sino, como acabo de decir, el ndice de lo que ocurrir en el
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1862. Por lo tanto las guerras, que empezaron el ao pasado, tomarn este
ao mayores proporciones, pero, transcurridos tres cuartos del ao, cesarn
las hostilidades y los hombres, que antes caminaban como atolondrados,
comenzarn a conocer a sus caudillos y volvern hacia atrs ((1068)) por el
mismo camino que anduvieron ciegamente mucho tiempo sin resultado. Pero,
ay de aqullos, que fueren sorprendidos mientras se d este paso atrs.
Una enfermedad terrible afligir a muchos este ao; pero ser de provecho
para muchas almas. Este azote se podra aligerar no poco, si los hombres
santificasen mejor las fiestas.
Vendrn la sed, el hambre, las lceras para castigar las blasfemias que cada
da se lanzan contra el nombre de Dios y contra la religin Ay de los
blasfemos! Se arrepentirn incluso los que los compadecen.
Hasta cierta poca del ao se temer mucho por las cosechas, que
efectivamente sufrirn muchos daos, pero despus de la dos terceras partes
del ao, ya no habr peligro de caresta.
Os voy a decir ahora una cosa muy importante, poned atencin y haced lo
posible por comprender. Hay un gusano terrible que va dando vueltas
carcomiendo la vida de los hombres. Muchos estudiaron cmo acometerlo y
matarlo, pero intilmente; nadie puede cortarle el paso. El ao pasado taladr
el cerebro a muchos, que por eso se volvieron medio locos; fue despus hasta
la mdula espinal de un gran hombre y la fue royendo hasta llegar al cerebro,
y sta fue la causa de su muerte.
Ahora ha penetrado ya en la mdula dorsal de quien es considerado
neciamente por algunos como el director del mundo. Ya est roda la mitad;
veris los efectos este ao.
Quisiera deciros muchas cosas ms, pero la prudencia me dice que basta;
por eso me limito a aadir algunas profecas antiguas que guardan relacin con
nuestros tiempos.
765
por la salvacin del alma. A los estudiantes deseo que puedan aprender la
ciencia profana, sin olvidar la ciencia de los santos. Pero, qu deseo
formulis vosotros ((1072)) para don Bosco? Me parece leer en vuestros
corazones el ardiente deseo de que viva muchos y felices aos. Tambin yo os
deseo a vosotros muchos y felices aos. Pero podr aseguraros que este
deseo mo tendr un efecto para todos vosotros? Ay, no! Tal vez al trmino del
1862 ya no nos encontraremos todos con vida. El ao pasado decamos en
una noche como sta que tal vez no nos encotraramos ya todos en este da.
Estaba con nosotros Martino y ste tambin iba diciendo:-Quin sabe quin
es el que ir al otro mundo? Nunca creera que iba a ser l mismo. Y sin
embargo, as fue.
Lleg casi hasta el fin del ao; pero a la postre tuvo que partir para la
eternidad el 26 de este mes. Con l marcharon tambin Maffei, Quaranta,
Roggero. Y si el ao pasado, con ser menos numerosos, fallecieron cuatro,
podramos esperar encontrarnos todos en este mundo el prximo ao ahora
que somos ms? Estemos todos preparados por si llega la muerte hasta
nosotros; que nos encuentre preparados para partir tranquilos a la eternidad.
Lo que os acabo de decir sirve para todos en general.
Pero en los ltimos das de los otros aos, despus de dar el aguinaldo
general, acostumbraba daros otro particular a cada uno. Har otro tanto este
ao? S, lo har; y lo har de una manera que nunca se hizo desde que existe
el Oratorio. Es algo singular y extraordinario, pero nada puedo deciros hasta
maana. Rezad segn mi intencin y veris que habr una cosa que mereca
se pidiera a Dios por ella. Maana por la noche os lo explicar todo. Que
durmis bien.
Con esta pltica pona don Bosco fin al ao. Pero sus palabras del ltimo da
y ltima noche de 1861 iban a ofrecer el tema a las que dira el primer da y
primera noche del 1862. La gloria y la misericordia de Dios, la bondad de
Mara, la salvacin de las almas resuenan en todo instante en los labios
enamorados, que las anuncian a pequeos y grandes. Su voz se suma al coro
del universo entero: Dies diei eructat verbum et nox nocti indicat scientiam (un
da pasa la palabra al otro da y la noche da su noticia a la siguiente).
((1073))
APENDICE
Algunas cartas de recomendacin del Ministerio de Gobernacin durante los
aos 1860-61 a don Juan Bosco en favor de jvenes para ser internados en el
Oratorio.
Muchachos recomendados por S.E. el ministro FARINI.
Ministerio de Gobernacin.
Divisin N. 5- N 2352.
Turn, 1 de agosto, 1860.
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769
Ministerio de Gobernacin.
Divisin N. 5- N 3909.
Turn, 12 de diciembre, 1860.
El referido Serafn Gianuzzi de catorce aos de edad, hijo del difunto Agustn
Revisor que fue de la Inspeccin general de la Real Lotera, natural de Turn,
habiendo quedado poco ha hurfano por muerte de su madre Luisa Vittoria
Apra, y encontrndose en lastimoso estado, desamparado por todos, se dirigi
a este Ministerio para ser internado en ese Centro. Por los informes recibidos
con respecto al joven resulta ser de cualidades personales y morales buenas, y
por tanto digno de ser
atendida su peticin.
El que suscribe al interesar la probada filantropa de don Bosco para
encontrar la manera de procurar hospedaje al mencionado Serafn Gianuzzi en
el Instituto por l dirigido, se compromete a dar las necesarias disposiciones
para el abono de cien liras por una vez a ttulo de subsidio, cuando sean
cumplidos los deseos de peticionario.
Se aguarda una respuesta a este propsito, que se espera sea favorable.
Por el Ministro, SALINO
((1076)) Ministerio de Gobernacin.
Divisin N. 5- N 4108.
Turn, 28 de diciembre, 1860.
Carlos Alasia, al exponer a este Ministerio que por se padre de familia
numerosa, viudo y muy pobre, no se encuentra ya en absoluto en condiciones
de proveer al sustento de sus hijos por no contar con ms medios que lo poco
que gana en su oficio de zapatero, hace vivas instancias para proporcionar
albergue a dos de sus hijos, uno de veintin aos, desgraciadamente sordo y
de complexin muy dbil y el otro de doce aos.
El que suscribe se precia de poner en conocimiento de todo este asunto al
benemrito don Bosco, interesndolo para encontrar la manera, a ser posible,
de albergar al menor de dichos pobres muchachos en el Po Instituto, que
dirige; y aguarda contestacin que espera sea favorable.
Por el Ministro, SALINO
Ministerio de Gobernacin.
Divisin N. 5- N 7351, 844
Turn, 6 de febrero, 1861.
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Ministerio de Gobernacin.
Divisin N. 5- N 15.560, 1.895.
Turn, 18 de Marzo, 1861.
El nio Segundo Boccadoro, de doce aos, hijo de Celeste, nacido y
domiciliado en Asti, queriendo aliviar a su padre de la carga de proveer el
sustento de la familia compuesta de otros ocho hijos, a los que a duras penas
puede proporcionar el alimento con el escaso jornal de su trabajo, ha elevado
una instancia a este Ministerio, refrendada por los documentos adjuntos, para
obtener colocacin en algn po instituto.
Este Ministerio no puede menos de apoyar un tan laudable deseo del nio
Boccadoro; por eso recomienda vivamente a la probada caridad del sacerdote
Juan Bosco la mencionada instancia, rogndole tenga a bien admitirlo, en cuyo
caso se reserva corresponder a ese Po Instituto un subsidio de ciento
cincuenta liras por una vez.
Espera para su norma una respuesta sobre el asunto.
Por el Ministro, G. BORROMEO
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Ministerio de Gobernacin.
Divisin N. 5- N 60.093, 7.041.
Turn, 13 de agosto, 1861.
Con el adjunto memorial, el nombrado Francisco Petiti, carpintero en
Fossano, insta para que sea admitido en ese Po Instituto su hijo Juan Bautista
de 14 aos.
Las circunstancias expuestas en la instancia y avaladas por los favorables
testimonios, que resultan de los adjuntos documentos, demuestran
verdaderamente merecedora de consideracin la peticin de Petiti.
El que suscribe no puede dejar de aadir sus buenos oficios a la instancia del
peticionario para que tenga a bien dignarse el Reverendo Juan Bosco, Director
del Oratorio de San Francisco de Sales, de ver la mejor manera de admitir en
el Po Instituto al joven Juan Bautista Petiti, rogndole que le enve nota de
respuesta a este propsito para las oportunas comunicaciones al interesado.
Por el Ministro, G. BORROMEO
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