Planeta Diverso PDF
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Chrysallis. Asociación de Familias de Menores Transexuales
Planeta diverso
El cielo se oscurece, está a punto de llegar el ocaso. De una estrecha cueva, camuflada tras
una enredadera que cuelga desde lo alto de un acantilado, surge una pequeña criatura que
empieza a surcar el cielo en un frenético y divertido vuelo ¡Un pajarillo nocturno! A primera
vista podríamos decir que es un vertebrado, del grupo de las aves pues tiene dos alas y,
sobre todo, confirmaría nuestro argumento el hecho de que ese diminuto ser está volando.
¡Pero no! No es un ave. El murciélago es un mamífero, el único mamífero que vuela.
En una granja cercana, un viejo capataz ha ido a cerrar las puertas del gallinero para protegerlas
del posible ataque de algún depredador nocturno. Con gesto cansino engancha el cerrojo de la
puertecilla de tela metálica, y después de esta rutina de todos los atardeceres vuelve al caserón
con paso lento. Su pensamiento se centra en que al día siguiente tiene que avisar al veterinario
para que se acerque a ver la pezuña infectada de su toro charolés. Pero el capataz nunca se ha
preguntado si le ocurre algo extraño a sus gallinas, nunca se ha preocupado del por qué las
gallinas no vuelan aunque sean aves. Ni siquiera se cuestionó, aquel día hace años, cuando vio
por la televisión un documental sobre pingüinos… ellos tampoco volaban aunque eran aves pues
tenían dos alas, plumas y ponían huevos.
En la otra punta del planeta, en los arrecifes del sur de Japón, hay un gran cardumen de
peces Halcón entre las rocas, es la época de apareamiento y ahora mismo están
ensimismados en sus rituales. Tienen la peculiaridad de que de las puestas de huevos
únicamente nacen alevines hembras y que el comportamiento sexual de sus individuos
no es fijo. En la madurez pueden transformarse en machos si la población tiene exceso
de hembras, y más adelante pueden volver a transformarse en hembras si la situación
cambia.
Todos asumimos con normalidad que el murciélago sea un mamífero que vuele. Nadie se cuestiona de forma negativa
que las gallinas, los avestruces, los kiwis, los emús y los pingüinos no vuelen aunque sean aves. Nunca alguien denostó a
los caballitos de mar por el hecho de ser los machos los que paran a sus crías. Todo el mundo asume que las ballenas y las
orcas sean mamíferos que viven en el mar, y acepta con naturalidad que los equidnas y los ornitorrincos aun siendo
mamíferos pongan huevos. Todas ellas son especies que viven con naturalidad y salud sus características específicas, son
especies que están integradas en sus hábitats y viven su existencia con normalidad. Y nosotros respetamos esa diversidad
del reino animal sin ningún conflicto o dilema; es más, admiramos esas especies únicas, pensamos que la fauna cuanto
más variada y más extravagante llega a ser, más nos fascina y nos obnubila.
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La naturaleza también ofrece un amplio abanico de
variantes con lo que respecta al ser humano, tantas
como personas hay en el planeta. La diversidad es
extrema; cada uno, seamos como seamos y seamos lo
que seamos, nos expresamos y nos manifestamos de
una forma peculiar, única y por supuesto, legítima. El
“derecho a ser” es algo irrefutable e inviolable que
nadie nos debería cuestionar, ni mucho menos
arrebatar. Vivimos en un planeta diverso, con una
sociedad variada y plural compuesta por personas con
características múltiples y exclusivas. Cada uno
debemos tener derecho a vivir nuestra existencia sin
que nadie la haga entrar en conflicto.
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