Belong Together (Three of Us 2) - Ella Goode PDF

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Olivia sabe que amar a dos hombres no es lo convencional, pero está

decidida a tenerlos aunque el mundo entero lo desapruebe.


Levi y Zeke han reclamado a su chica, pero no todos están felices
por ellos. Hay algunas flechas que ni siquiera ellos dos pueden bloquear.
Los tres tendrán que mantenerse firmes para convencer a todos de
que los tres son tal para cual.

#Three of Us 2
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Epílogo
Epílogo
TRADUCTORA
XORY

DISEÑO
JULI
Olivia

—¿E stás caminando con las piernas arqueadas?— Los


mechones de la coleta de Erika caen por encima de
su hombro mientras mira mis piernas.
—¡No!— Le digo susurrando, pero su pregunta me hace
preguntármelo, y no puedo evitar echar un vistazo hacia abajo mientras
caminamos juntas hacia clase. Para ser honesta, si estoy caminando
raro, no sería chocante. Los gemelos me han hecho hacer ejercicio toda
la semana. Aun así, no me gustó mucho la idea de que todo el mundo
supiera que estoy teniendo sexo de seis maneras diferentes desde el
domingo en función de cómo me muevo.
Por lo que sé, he estado andando raro toda la semana. He tenido la
cabeza en las nubes desde la noche de mi cumpleaños. Normalmente me
dedico a hacer lo que se supone que debo hacer en clase, pero no puedo
concentrarme. Bueno, al menos en las cosas que debería estar
concentrada. Mi mente no quiere hacer nada excepto permanecer en los
gemelos Audley.
Durante las clases trato de concentrarme en lo que el profesor está
diciendo, pero pronto mi mente flota de vuelta a la noche anterior y todo
lo que hicimos. En poco tiempo estoy fantaseando sobre qué más
podríamos hacer y revisando mi teléfono para ver cuánto tiempo falta
para que pueda volver a verlos.
He dormido, sin vergüenza, en nuestra cama con ellos todas las
noches desde que cumplí 18 años. No sé si va contra las reglas de
dormitorio, pero aunque así fuera, seguiría allí. Además, no llamaría
exactamente “dormir” a lo que hacemos.
—Parece que estás caminando un poco diferente desde la semana
pasada.— Erika me mira de nuevo. —¿Quieres contarme todos los
detalles jugosos sobre el problema repentino de tu forma de andar?— La
sonrisa de mi compañera de cuarto se extiende por toda su cara mientras
se burla de mí.
—Yo no beso y lo cuento—, contesto con una sonrisa diabólica. Vale,
yo no beso y lo cuento todo. El hecho es que le conté trocitos y pedacitos
y ella estaba ávida de más detalles. Estoy empezando a pensar que quiere
un hombre para ella. Lleva toda la semana intentando que le cuente todo.
Entre la clase y el sexo con los gemelos cada noche, no he pasado mucho
tiempo con mi compañera de cuarto. Es fácil envolverse con mis gemelos
y olvidarse del resto del mundo. Desde la noche en que me habían
reventado la cereza y me habían hecho oficialmente suya en todos los
sentidos, no he dormido sin ellos a mi lado. Sabía que esa noche sería
especial, pero nunca imaginé que mi cuerpo pudiera sentirse de la
manera en que se sentía cuando estábamos juntos. Pensé que éramos
cercanos antes, pero esto es diferente.
—¡Tierra a Livvie! ¿Escuchaste lo que dije sobre ir al partido juntas
esta noche?— dice Erika, sonando un poco frustrada conmigo.
—Lo siento—, digo disculpándome. Sigo perdiéndome en mi propia
cabeza. —Por supuesto que podemos ir juntas—, agrego rápidamente,
sintiéndome como un idiota. — Cojamos algo de comida después de clase
y vayamos al estadio—. Agarro su brazo y lo estrecho con el mío.
Seguimos caminando hacia nuestra próxima clase. Erika sigue
mirando obsesivamente a su alrededor buscando a alguien. —¿A quién
estás buscando?— Le pregunto, e intento seguir su línea de visión, pero
sus ojos se mueven por todas partes.
— A nadie—, dice, pero de repente se ve un poco nerviosa. No estoy
segura si está tratando de convencerse a sí misma o a mí de que no está
buscando a alguien.
—¿Está todo bien? Sé que no he estado mucho por aquí esta última
semana, pero quiero que me digas si algo anda mal—, empujo. Está
actuando un poco extraña, y eso, junto con su deseo de ir al partido, me
hace pensar que algo está pasando.
Erika da un profundo suspiro y echa un último vistazo sobre su
hombro. Sigo su línea de visión y sonrío cuando veo a Zeke siguiéndonos
no muy lejos. Me preguntaba si se calmarían con su constante necesidad
de tenerme vigilada todo el tiempo, pero no han cambiado nada desde
que hicimos las cosas oficiales.
—Juro que alguien ha estado observándome—, dice finalmente. Me
detengo en mi camino.
—¿Estás segura de que no es uno de mis chicos?— Me dirijo hacia
Zeke, que también se detiene. Quiero reírme un poco. Si le pusieras un
traje, todos pensarían que está en el Servicio Secreto.
—También lo siento cuando no estás cerca—. Se inclina un poco. —
Incluso de noche, cuando voy al teatro—, susurra, como si alguien la
fuera a escuchar.
Se mueve sobre sus pies. —¿Es por eso que quieres ir al partido?
¿No quieres estar sola?— Pregunto. Me sorprendió un poco cuando dijo
que quería ir, pero pensé que tal vez quería pasar el rato y sabía que yo
iría.
—Creo que me estoy volviendo loca.— Ella sacude su cabeza y tira
de mi brazo, así que empiezo a moverme de nuevo. —Cuando no siento
que alguien me está mirando, me pregunto por qué no lo están
haciendo—, agrega, sonando molesta consigo misma.
Mamá siempre me decía que confiara cuando sentía que algo estaba
mal, pero no quiero asustar a Erika. Sólo sé que tengo que decírselo a los
gemelos más tarde. Si se siente como si alguien la estuviera observando,
entonces creo que alguien lo está haciendo.
— ¿Y si te consigues un acosador sexy?— Yo digo burlonamente. —
Tengo que decir que yo disfruto de los míos—, agrego riendo. Eso me hace
sonreír, pero noto que sus mejillas se tiñen de rosa. La golpeo con mi
hombro y ambas nos reímos, pero noto que está tratando de ocultar su
rubor.
—Tenemos que separarnos.— Miro mi reloj. —Pero vamos a hablar
de ese rubor más tarde. No puedes cotillear en mis detalles y no darme
los tuyos—. La señalo acusadoramente.
Su cara se enrojece aún más y sé que algo está pasando. Tendré que
sonsacarle a ella.
—Te veré en nuestra habitación después de clase—. Le agito los
dedos para que sepa que es mejor que esté lista para soltarlo. Ella está
de acuerdo y seguimos caminos por separado.
Zeke se desliza a mi lado, envolviéndome con su brazo. —¿Disfrutas
de tu tiempo de chicas?—, pregunta. Esta mañana les dije a los dos que
los amaba, pero que estaba siendo grosera con mi nueva amiga y que
necesitaba un poco de tiempo de chicas. No quería que Erika se sintiera
excluida. Ella ha sido una buena amiga para mí y quiero hacer lo mismo
por ella.
Levi tuvo que ir a clase temprano esta mañana y luego a entrenar
después. Zeke apareció y me vio caminar a mi primera clase. No estoy
segura de sí tiene clase hoy, pero supongo que probablemente se está
dirigiendo a mi habitación para pasar el tiempo. Me encontré con Erika
en el patio y ambas tuvimos unos minutos para vernos antes de tener
que ir a mi última clase del día.
—Estuvo bien, pero Erika y yo vamos a comer algo antes del
partido.— Él asiente y se inclina para besar la parte superior de mi
cabeza. Me apoyo más en él, disfrutando que ahora podemos mostrarnos
afecto en público. Somos capaces de darnos un beso o un toque sin tener
que preocuparnos por ello. Ya no estoy físicamente fuera de los límites de
ellos.
Cuando llegamos a mi clase me doy cuenta de que hay gente que
nos mira de forma extraña. Los ignoro, pero Zeke decide hacerme girar
dramáticamente, besándome profunda y duramente delante de todos.
—Ve a prestar atención.— Me aprieta el culo mientras lo dice.
—Mira quien habla—, le respondo bromeando. Al menos voy a mis
clases. Me levanto de puntillas para darle un beso rápido antes de ir a mi
clase y tomar asiento.
Trato de prestar atención lo mejor que puedo y tomar notas mientras
el profesor habla.
Cuando saca el teléfono en medio de la clase, yo hago lo mismo y le
envío un mensaje a Levi. Le dije que acabara con ellos en su partido y
que lo estaría viendo. También menciono que tengo un par de bragas
rosas que robé de mi armario en su casa. Debo añadir que espero que me
las quite cuando haya terminado de demoler a todos en el campo.
—Puedes irte temprano—. Levanto la cabeza de mi teléfono cuando
el profesor me despide. Asiento, creo, recogiendo mis cosas y saliendo.
Miro a mí alrededor para ver a Zeke y no lo veo. Tal vez realmente
fue a clase. Probablemente piensa que tiene otros 30 minutos antes de
que mi clase termine.
Le envío otro mensaje para decirle que me dirijo a mi dormitorio para
encontrarme con Erika. Estoy un poco triste porque no veo una respuesta
sobre el texto de mis bragas. Tal vez Levi ya esté en el entrenamiento.
Vuelvo a mi dormitorio y grito cuando una mano cae sobre mi puerta
antes de que se cierre. Me calmo instantáneamente cuando reconozco la
mano de Zeke.
Antes de que me dé cuenta de lo que está pasando, Zeke me empuja
a mi habitación y patea la puerta detrás de nosotros. Sonrío cuando veo
la mirada en su cara y mis bragas se humedecen instantáneamente.
Estoy muy familiarizada con la mirada de sus ojos. Es pura lujuria y voy
a disfrutar cuidándolo.
—¿Estabas bromeando con Levi cuando sabes que no puede hacer
nada al respecto?— pregunta, acercándose a mí. Con cada paso hacia
atrás que doy, él da uno hacia mí hasta que caigo en mi pequeña cama.
Ahora está por encima de mí. Me mira fijamente a los ojos y me empuja
el dobladillo del vestido por el muslo.
—Estaba diciendo la verdad.— Separo mis piernas, dejando que se
vean las bragas rosas. Me las puse antes de salir de casa esta mañana,
pero me cambié el vestido cuando llegué a mi dormitorio. Nunca los había
favorecido antes, pero he descubierto ciertas ventajas al caminar por la
casa de Levi y Zeke vistiendo sólo una de sus camisetas. Definitivamente
veo los lados positivos de los vestidos y las faldas ahora.
—¿Crees que no sabíamos de qué color eran las bragas que usaste
para salir de casa esta mañana?— Sonríe con una sonrisa ladina,
sabiendo que ha ganado esta ronda. Sin embargo, no estoy segura de que
sea una pérdida para mí. Se inclina, agarra las bragas y las desliza por
mis piernas y me enjaula debajo de él.
¿Adónde va esto? He tonteado con los dos a solas, pero no ha llegado
hasta el final. No creo que a Levi le importaría. Estaría más cabreado si
se perdiera el espectáculo.
—La tienes.— Me estremezco cuando oigo la voz de Levi. Es como si
mi mente de alguna manera lo hubiera evocado de la nada.
—Sí, tengo la pequeña bromista—, le dice Zeke. Miro para ver que
tiene su teléfono en la mano y veo la cara de Levi llenando la pantalla. —
Mírate, Livvie. ¿Estabas corriendo por todo el campus con tu vestido corto
con esas bragas puestas?— Zeke hace un sonido de tsking. Levi sólo
gruñe, y no estoy segura de si es por irritación o necesidad. Sólo asiento
y me retuerzo bajo Zeke.
—Tuve que llamar a su maldita clase porque el gilipollas a su lado
no dejaba de mirar sus piernas.— Ahora es Zeke quien gruñe. No estoy
segura sobre lo que está hablando. Pero para ser honesta, no podía
decirles quién estaba sentado a mi lado en clase. Sin embargo, ahora sé
por qué mi clase terminó temprano. No sé cómo hace esta mierda, pero
no me sorprende.
—¿Te ocupaste de ese pequeño cabrón?— pregunta Levi. Suena
decepcionado, porque hasta yo sé la respuesta a su pregunta. Por
supuesto que se encargó de ello. Probablemente por eso no lo había visto
cuando salí de clase. Zeke sólo le hace una seña con la cabeza.
—Súbete el vestido, Livvie, y enséñanos las tetas. Veamos esos
pezones perfectos y alegres—, dice Levi a través del teléfono. Zeke
sostiene el teléfono mientras me quito el vestido por la cabeza. Los dos
gimen mientras mis tetas rebotan libremente.
— ¿Sin un puto sujetador?
—¡Sin un puto sujetador!—, dicen al unísono. Levi suena como si
disfrutara de ese hecho. Zeke, no tanto.
—Pensé que ustedes sabían todo lo que tenía aquí abajo—, me
atrevo. —Supongo que eso no incluía lo que no llevo puesto. Hmm.
Lo siguiente que sé es que el peso de Zeke está encima de mí y me
empuja a la cama. Coloca el teléfono al lado de mi oreja y me besa,
limpiando la suficiencia de mi cara mientras sus dedos tiran de mi pezón.
La pesada respiración de Levi me llena el oído a través del teléfono, que
ahora está a mi lado.
—No lo sé, Zeke. Tal vez no deberías lamerle el coño como ibas a
hacer. Tal vez debería tener que sufrir como nosotros.
—Lo siento—, gimo mientras Zeke retira su boca de la mía y se
mueve hacia mi cuello. Es mi punto débil. Apenas tienen que arrastrar
su dedo por él y yo estoy trepándolos como si fueran árboles.
—¿Quieres que Zeke te coma el coño, nena? ¿Ese dulce coño
necesita correrse?— Levi dice en mi oído. Dejé escapar el más fuerte
gemido por sus sucias palabras. Normalmente Zeke es el que habla sucio
de los dos, pero tal vez porque no está aquí, Levi se está esforzando.
Zeke se mueve por mi cuerpo y besa la cara interna de mis muslos.
Está besando en todas partes excepto en el lugar donde más lo necesito.
Le encanta burlarse de mí. Pero no lo culpo. Me encanta hacérselo a ellos
también. Al menos ahora podemos actuar al respecto.
Le tiro del pelo para tratar de dirigirlo a donde quiero que esté. Puedo
sentirlo sonreír contra mi muslo, pero no muerde el anzuelo. Mientras
esto sucede, Levi sigue hablándome sucio, diciéndome todas las cosas
que me va a hacer cuando termine su partido.
Zeke coge el teléfono. Me apunta al coño y oigo que la respiración de
Levi se hace más fuerte. Sus sucias palabras se cortaron al verme,
extendida.
—Déjame mostrarte cómo de resbaladizo está su coño para
nosotros—, dice Zeke mientras desliza un dedo dentro de mí. Me aferro a
él, queriendo más.
—Maldito infierno—, gruñe Levi. —No deberíamos dejarla correrse.
Voy a estar jodidamente duro todo el partido pensando en llegar a ella
cuando termine.
—Por favor, Levi. Por favor—, le ruego. Me meneo, tratando de
conseguir fricción contra mi clítoris donde Zeke ha presionado su pulgar,
pero no lo está moviendo como necesito que lo haga.
—Tick tock, hermano mío. No me importa si Erika es su amiga.
Nadie ve a nuestra chica así y se nos acaba el tiempo.
—Hazla llegar—, exige Levi, ni siquiera medio segundo después.
—Sabía que dirías eso.— Zeke sonríe mientras mueve el pulgar y me
da lo que necesito. —Ella ruega tan bonito. ¿Cómo podríamos no hacerlo?
— Folla sus dedos, dulce niña—, dice Levi. —Finge que es mi polla.
Quiero decirle que eso es imposible. Su polla es mucho más grande
que los dos dedos, pero no puedo encontrar las palabras mientras mi
orgasmo me empuja. Me masturbo contra la mano de Zeke, y me corro
por los dos. Trato de no gritar demasiado fuerte en caso de que otros me
oigan.
Me acuesto allí con los ojos cerrados, disfrutando del hormigueo que
recorre mi cuerpo cuando siento que el calor golpea mi coño. Mis ojos
vuelan abiertos. Veo como Zeke se masturba. Su mano está brillando con
mi orgasmo mientras se corre sobre mí. Él sonríe mientras su corrida me
abriga antes de soltarme y restregármelo en la piel.
—Quédate con eso hasta que te lave esta noche—, me dice Levi por
teléfono.
—Sólo si puedo lavarte a ti también—. Quiero que su partido ya haya
terminado.
—Oh, vas a hacer mucho más que lavarme, Livvie, después de ese
espectáculo—, me informa Levi. —No dejes que se presente en el estadio
con un vestido, hermano—, le dice a Zeke, antes de decirme que me ama
y terminar la llamada.
—No creo que sepas lo que te espera, Livvie—, me advierte Zeke. —
Después de que haya asesinado a la gente en el campo, correrá a por ti.
Sonrío, sabiendo que Zeke tiene razón. Levi está corriendo a por mí
y dentro de mí.
Zeke

A
Levi siempre le gustó ver a Olivia en las gradas para sus
partidos, pero si mira hacia aquí ahora, puede que tengamos
un problema. Me quedo mirando a mi novia, que es felizmente
inconsciente de cuántas peleas está a punto de causar mientras bombea
su puño en el aire en el último tackle de Levi. El movimiento hace que
sus tetas reboten y la mitad de la población de la sección de estudiantes
parece estar mirando su pecho y no el campo.
—¿Cómo sabe siempre dónde está la pelota?—, grita ella.
—No lo sé.— Cruzo mis brazos y deseo que ella haga lo mismo. —
¿Cómo encuentras tiendas que vendan camisetas así?—
La blusa que lleva es una camiseta, como la mía, pero está cortada.
El cuello ha desaparecido, lo que hace que el escote se estire ancho y
bajo. Los lados se abren y luego se retiran en intrincados nudos que
muestran pequeños trozos de carne cada vez que mueve los brazos. Lo
único decente de la camiseta es la parte de atrás. Toda su espalda está
cubierta y puedo ver la línea débil de la tira de su sujetador. Ese pequeño
trozo de elástico y metal es lo único que me mantiene cuerdo. Si no llevara
sujetador, podría tumbarla en las gradas del estadio y arrancarle la
maldita camiseta con los dientes. Sus pantalones no están mucho mejor.
Están apretados, por ejemplo. Segundo, los lados son una especie de
malla. Ella me dijo que sus bragas también coincidían.
Tuve que tomar un descanso después de que esa noticia fue
compartida. Fui al baño y me masturbé. Fue la más rápida e
insatisfactoria experiencia de masturbación de mi vida. Además, es
bastante humillante ya que mi chica estaba al otro lado de la puerta. Ya
no tengo autocontrol. Es como si no me hubieran asignado mucho y lo
usara todo en esos tres años que esperé a que Olivia cumpliera dieciocho
años.
Además, he probado un poco de ella, literalmente. A veces, cuando
estoy trabajando, froto mi lengua contra el paladar y parece que el sabor
sigue ahí, picante y dulce. De todos modos, ahora que la he tenido, no
puedo quitarle las manos de encima y se nota.
Olivia está caminando raro. Levi se dio cuenta el otro día. Estamos
trabajando demasiado duro con ella.
—Ella es nueva en esto—, dijo.
—Nosotros también—, argumenté.
—Sólo necesitamos ser más cuidadosos.
Y cuidadosos significaba no más meter nuestras pollas dentro de su
húmedo y caliente cielo cada cinco segundos. Necesitábamos darle
tiempo a nuestro bebé para que se curara. Pero ella lo hace tan difícil.
—¡Oh, él me ve!— Ella mueve su mano salvajemente. Los chicos de
al lado empiezan a aplaudir y sé que no están animando al equipo. Me
muevo y los inmovilizo a todos con una mirada mortal. Las ovaciones se
detienen y sus miradas se desvanecen.
Necesito algo.... Escaneo a la multitud hasta que la veo.
—Tú, ahí.— Apunto a una chica dos filas atrás. Está sosteniendo
una manta de tela escocesa en sus manos.
—¿Yo?—, dice ella.
Asiento con la cabeza y me meto la mano en el bolsillo trasero. —
Quinientos...
Una pequeña mano extiende la mano y me quita la cartera de la
mano.
—No puedo creer que hayas hecho eso—, bufa Olivia, pareciendo un
gatito enojado. Su adorable cara está arrugada y sus pequeñas garras
están fuera.
Para qué, sin embargo, no tengo ni idea. Levanto la cabeza. —¿Qué
crees que estoy haciendo?
—Estás mirando y hablando con otra chica. Eso es lo que estás
haciendo—. Se vuelve hacia su compañera de cuarto. —Lo viste, ¿verdad?
La chica asiente con la cabeza enfáticamente, haciendo que su cola
de caballo se balancee. —Sí. Definitivamente. Estaba hablando con otra
chica.
Aunque los celos le quedan muy bien a Olivia, no quiero hacer nada
para que se sienta insegura con respecto a mi amor. Rápidamente, se lo
explico. —Estoy tratando de comprarte una manta.
La cara de Olivia se transforma de loca a confundida en un abrir y
cerrar de ojos. —¿Por qué? Hace como 80 grados esta noche. No tengo
frío. Además, si lo tuviera, podrías calentarme—. Se acurruca contra mí,
empujando sus exuberantes tetas hacia mi pecho. —No necesitas
comprarme una manta.
Doy un suspiro de frustración pero la envuelvo con un brazo porque
así es como funcionan mis brazos cuando ella está cerca de mí.
Automáticamente se envuelven alrededor de su cuerpo y la ponen contra
mí.
—Cariño, no sé por qué llevas esta camiseta que encontraste en la
basura, pero muestra tanta piel que creo que vas a empezar un motín.—
Le acaricio la espalda con la mano, contando las protuberancias de su
columna vertebral.
—¿Estoy qué?— Ella mira a nuestros compañeros de estudios que
miran hacia otro lado. —Nadie me mira—, se queja mientras me devuelve
la mirada.
—Ahora nadie te está mirando, pero hace cinco segundos, todos los
tipos que podían ver estaban siguiendo la trayectoria del movimiento de
tus pechos como si fueran especialistas en física que van a hacer pruebas
sobre eso más tarde.
Ella mueve una mano. —Zeke, estás exagerando. Nadie me mira más
que tú.
—¿Qué cojones llevas puesto?— Escuché un grito desde una
distancia de veinticinco metros.
Olivia se da la vuelta, se pone las manos alrededor de la boca y grita:
—¡No es un vestido!
La multitud se ríe. Hasta yo siento un tic involuntario en mis labios.
—Estás equivocada, nena—, informo a mi chica mientras Levi se sube a
un banco, empuja a un entrenador y se acerca a las gradas.
—¿Sobre qué?— No puede apartar la vista de la amenaza.
—No era el único que te miraba.
—Supongo que no.— Ella se inclina y extiende sus manos para tocar
a Levi cuando él y yo gritamos: —¡No!
Detrás de Levi, un aguador se tropieza. Dos entrenadores se
enfrentan. La tienda médica se derrumba. Levi toma una toalla de su
cintura y la lanza hacia mí. La agarré con una mano y la empujé hacia
una desconcertada Olivia.
—¿Qué acaba de pasar?
—Un desastre natural—, murmura Erika.
—Toma, ponte esto alrededor del cuello.
—Sería más seguro para todos nosotros—, urge Erika. Le doy una
mirada agradecida.
—No sé cuál es el problema—, murmura Olivia, pero se ata la
sudorosa tela de rizo al cuello.
Parte de la tensión sale de mi columna vertebral. —¿Qué pasó con
lo de ser un seguidor de las reglas?— Pregunto. —En casa nunca
intentaste nada de esto.— Llevaba cosas bonitas, pero nunca
reveladoras. Nunca antes nos había puesto a prueba. De hecho, desde
que entró al campus, se ha convertido en alguien completamente
diferente. Oh, ella sigue siendo dulce, inocente y amable, pero hay una
travesura en ella que no había notado antes.
Me vuelve a poner en aprietos. Levi y yo pensamos que podíamos
controlar toda la situación, asegurarnos de que todos siguieran la línea y
supongo que en nuestra arrogancia pensamos que eso incluía a Olivia.
Que se pondría lo que queríamos. Que se quedaría donde queríamos que
se quedara. Que haría lo que queríamos que hiciera. Pero ella tiene su
propia personalidad, está empezando a formarse y... eso me asusta
muchísimo y me da una erección más dura de lo que nunca antes había
tenido.
Alcanzo su cuello. —¿Y ahora qué?—, pregunta, ligeramente
irritada.
—Voy a necesitar esa toalla por un segundo.— Se la quito y la meto
en la parte delantera de mis vaqueros. Nadie necesita ver mi furiosa
erección, sobre la que no puedo hacer nada por ahora: compruebo el
marcador - cuarenta minutos. Joder, ¿por qué son tan largos estos
partidos de fútbol?
Olivia

—T
engo tanta hambre—, dice Erika mientras sus ojos
deambulan por el menú. No tuvimos tiempo de
comer antes del partido. Tardamos tanto en hacer
nuestras camisetas que no tuvimos tiempo de comer algo. Erica y yo
trabajamos muy duro en esas camisetas y mis hombres ni siquiera las
apreciaban. No tenían nada bueno que decir sobre ellas. Parecían más
enfadados que cualquier otra cosa.
No se lo dije, pero su reacción a la camiseta que hice especialmente
para ellos me dolió. Lo enfrenté porque no quería que vieran mi
decepción. No sé si estoy siendo tonta al respecto, así que mantendré mi
boca cerrada por ahora.
Tal vez necesite comer algo para calmarme. —Nos comimos ese bol
gigante de palomitas de maíz—, le recuerdo.
—¿Estás diciendo que no deberíamos tener una aplicación?—
pregunta Erika, dejando su menú. Su cara es tan seria que me puse a
reír.
—Yo no he dicho eso.— Tengo las manos levantadas en alerta.
—Bien, genial, porque el muestrario tiene un poco de todo—, dice
asintiendo con la cabeza mientras la camarera pelirroja se desliza hacia
nuestra mesa con un aspecto cualquier cosa menos amistoso. Echo un
vistazo a la etiqueta con su nombre. Drina. No se parece a nadie que yo
conozca, así que le atribuyo su estado de ánimo a que haya tenido un día
largo. Erika y yo pedimos, pero juro que Drina me pone los ojos en blanco
mientras ella me quita el menú. Entrecierro mis ojos y trato de ubicar a
esta chica. Estoy bastante segura de que no está en ninguna de mis
clases. Realmente no recuerdo haberla visto antes. Me lo quito de encima.
Unas pocas chicas han sido groseras conmigo desde que Levi y Zeke se
me echaron encima. No voy a perder el tiempo preocupándome por cada
persona que tiene un problema con algo que hice o no hice en mi vida.
Especialmente no por una extraña llamada Drina.
Estoy segura de que está claro en este punto que los gemelos y yo
somos una unidad. La gente tiene que saber que no soy su hermana o
prima, como algunos pensaron originalmente. La gente es tan cerrada
que no puede creer que ambos me pertenezcan. No pueden comprenderlo.
No puedo entender cómo todos se preocupan tanto por lo que los demás
hacen en su vida privada. Es frustrante. No, olvídalo, es jodidamente
molesto. Si estos extraños piensan que van a menospreciarme o a
hacerme sentir incómoda, se van a encontrar con un desagradable
despertar.
—Ella fue grosera—, dice Erika mientras la camarera se aleja de
nuestra mesa.
—Tal vez está teniendo un mal día.— Trato de darle el beneficio de
la duda y recordarme a mí misma que no todo el mundo es un gilipollas.
Mi mamá me enseñó a tratar de ver siempre lo bueno de la gente.
—Eres demasiado amable—, dice Erika. Cuando nos conocimos no
me di cuenta de que ella tenía un lado ardiente. Claro, era tímida y
callada, pero aprendí rápidamente que puede ser feroz cuando la
provocan. No creo que ella sepa que eso está en ella tampoco.
Supongo que ser tímida y callada le ha permitido pasar
desapercibida. Es muy reservada, así que nadie tiene una razón para
provocarla.
—Me di cuenta—, lo admito.
Erika se encoge de hombros. —Mejor que hastiada. Tienes dos
hombres sobre el culo asegurándose de que nadie se meta contigo—. Se
encoge de hombros. Miro por encima de mi hombro hacia la ventana
donde Zeke está apoyado en un árbol jugando con su teléfono. Digo
“jugando”, pero probablemente esté trabajando.
Nos trajo a Erika y a mí aquí después del partido. Levi llegará pronto.
Su equipo ganó y tuvo que volver al vestuario para una reunión de equipo
después del partido. Me di cuenta por la mirada en sus ojos cuando salió
corriendo del campo después del partido que todavía estaba nervioso. Me
chupo los labios pensando en lo que vendrá.
Cuando miro a Erika, veo que también está mirando por la ventana.
Sigo su mirada y veo que está mirando más allá de Zeke.
—¿Qué estás mirando?— Ahora está oscuro y no puedo ver más allá
de donde está Zeke. Entrecierro los ojos, tratando de ver más de cerca.
Creo que puedo distinguir a alguien. Quienquiera que sea, es enorme.
Puede que sea más grande que mis propios hombres, pero a esta
distancia es difícil de decir.
—¿Lo ves?—, pregunta ella, y yo me vuelvo para mirarla. Mi corazón
salta... tal vez esto es de lo que ella estaba hablando esta tarde.
Estúpidamente me vi envuelta en sexo telefónico con los gemelos. Luego,
cuando Erika llegó a casa, nos pusimos a hacer las camisetas para el
partido. Dios, soy una mierda de amiga. Pero mientras la miro fijamente
a la cara, no parece asustada. No, parece fascinada. Es obvio para mí que
tenemos una nueva misión.
Las dos saltamos cuando la camarera nos sirve nuestro aperitivo. Ni
siquiera nos pregunta si queremos algo más antes de que se vaya de
nuevo.
—Debe ser un día muy malo.— Erika pone los ojos en blanco. Ella
coge un palito de mozzarella y yo sigo el ejemplo. Mi teléfono se ilumina
con un mensaje de texto. Miro hacia abajo para ver que es un texto de
Levi en nuestro chat grupal.
Levi: Yendo por ti
Sonrío ante su texto y siento un hormigueo dentro de mí cuando
pienso en lo que se avecina.
Yo: Todavía cenando con Erika.
Su respuesta es instantánea.
Levi: Coman rápido
Yo: ¡No! Voy a cenar con mi amiga. Y la llevaremos de vuelta al
dormitorio.
Levi: No voy a estar andando a ningún lado si no te ocupas de mi
polla. Me muero por ti, nena.
¿Cómo puede su texto ser grosero y caliente al mismo tiempo? —La
otra mitad está aquí.— Erika asiente hacia el frente del restaurante antes
de meterse un palito de pollo cubierto de salsa en la boca. Ella gime como
si no hubiera comido en días y los chicos de la mesa de al lado lanzan
miradas especulativas. Ella no se da cuenta. Yo lucho contra mis risitas
porque sé que se pondría roja si lo supiera.
Me doy la vuelta para ver que Zeke tiene a Levi por el brazo y lo está
arrastrando hacia atrás para que no entre. Sus ojos se fijan en los míos
y la mirada que me da hace que mis pezones se endurezcan. Vuelvo a
mirar a la mesa para no salir y acostarme con él, mientras la camarera
deja la comida en la mesa.
Doy vuelta mi teléfono cuando se ilumina con más mensajes. Tomo
mi hamburguesa y le doy un gran mordisco. A Erika sólo le queda la
mitad de la suya. No sé dónde está metiendo toda esta comida.
—Tu hombre anda por ahí como un animal enjaulado.— No me
vuelvo a mirar porque sé lo que voy a ver. —La cuenta, por favor—, llama
Erika a la camarera estirada.
—Ya está pagada—, dice con una sonrisa apretada.
—Si tus gemelos siguen comprándome comida, podría convertirme
en uno de los miembros de su club de fans—, bromea, pero sigue con la
cara pétrea, apuntando con una mirada a la camarera. Está claro que la
está reclamando por su actitud desagradable hacia mí.
Estoy agradecida de tener una amiga como Erika. Las buenas
amigas son difíciles de encontrar y nunca la dejaré ir.
—No fueron ellos—, ella corta y vuela para tomar el pedido de otra
mesa.
—¿Quién pagó por nuestra comida?— Miro a mi alrededor.
—No está teniendo un mal día. Es sólo una perra celosa—, dice
Erika, que busca una de las papas fritas que me quedan en el plato.
—Será mejor que nos vayamos. Me gusta este lugar y no necesito
que Levi lo queme para que salgas de él—, dice riendo. No estoy segura
de que lo encuentre tan gracioso.
Miro hacia atrás, hacia donde Erika había estado mirando antes,
pero ahora no puedo ver nada. —¿Tienes un bolígrafo?— Pregunto,
buscando una servilleta en la mesa. Ella hurga en su bolso y me da uno.
La grosería es la imitación de la fuerza del hombre débil.
Garabateo una de mis citas favoritas que mi mamá siempre decía.
Se necesita mucho más esfuerzo ser desagradable con la gente que ser
amable. No entiendo a la gente que actúa así.
—Eric Hoffer—, dice Erika por encima de mi hombro, leyendo lo que
escribí.
—Sí.— Saqué un par de billetes de 20 y bajé la punta. La cantidad
que dejé es probablemente más de lo que era la comida. No voy a
rebajarme al nivel de esta chica. Puede ser tan grosera conmigo como
quiera, pero yo voy a ser la mejor persona. Una de nosotras ya era
suficiente, y Erika ya estaba llenando esos zapatos.
Erika agarra mi hombro mientras estoy de pie, atrayendo mi
atención hacia ella. —No dejes que esta gente te quite eso, Livvie.
Estoy confundida. —¿Qué?
— Ese bien que ves, compartiendo palabras amables ante la
crueldad.— Me sonríe como si estuviera orgullosa de mí.
—Si ellos...—, señala a la gente que nos rodea. —....no entienden
cómo conseguiste a esos dos hombres.... pero ellos no te conocen. Porque
yo veo por qué.— Esta vez es ella quien cruza su brazo con el mío cuando
salimos juntas del restaurante.
Nos encontramos con Levi afuera y va a lanzarse sobre mí, pero yo
levanto la mano. —Quieto—, le digo. —Estoy llevando a mi amiga a
casa.— Hace una pausa y luego retrocede con un movimiento de cabeza.
No está contento con esto, pero no está peleando conmigo por el tema.
Erika se ríe y yo me muerdo el labio para luchar contra una de las
mías, pero sus palabras solemnes permanecen en el fondo de mi mente.
Levi

L
ivvie está enfadada. No sé la razón, pero estoy bastante seguro
de que el objetivo somos Zeke y yo. Hago sonar las llaves en
mi bolsillo y miro a mi hermano para ver si ha notado algo,
pero todavía está en su teléfono.
Debe sentir mi mirada, porque mira hacia arriba y me mira a los
ojos con una arrepentida mueca en sus labios. —Lo siento, hombre. Me
tengo que ir. Hay una brecha de seguridad y quieren que vaya a echar un
vistazo. Algún desarrollador dejó salir la última versión con un gran error
en el motor.
Se inclina y le da a Livvie un beso rápido en la frente. —Sé amable
con Levi mientras estoy fuera—, dice. Silenciosamente, me envía una
disculpa por salir mientras nuestra chica está enfadada. Me aprieta el
hombro y murmura en voz baja: —El sexo de reconciliación es lo mejor.
Pero no es lo suficientemente bajo, porque Livvie le da una palmada
en el brazo. —¿Cómo lo sabrías? Nunca hemos tenido sexo de
reconciliación, así que a menos que lo estés haciendo con otra persona,
no lo sabrías.
Retrocede, con las dos manos en alto. —Es algo que he oído, nena.
Es sólo algo que oí.
Y luego el cobarde huye antes de que Livvie o yo podamos hacer algo
al respecto.
—Yo he oído lo mismo—, ofrece Erika.
Decido que Erika es la tercera mejor chica del mundo, después de
Olivia y mi mamá.
—No tienes que proteger a estos grandes idiotas, Erika—, declara
Livvie.
—En realidad, siéntete libre de protegerme tanto como quieras.
Puede que parezca grande, pero soy muy suave.
Livvie me golpea con un codo en el estómago y luego rebota en mí.
La atrapo antes de que se caiga.
—Suave, mi culo. Te sientes como una roca. No hay un lugar blando
en todo tu cuerpo—. Sostiene el codo hacia su compañera de cuarto. —
¿Me está saliendo un moretón? Se siente como si me estuviera saliendo
un moretón.
La compañera de cuarto se detiene, se agacha para ver mejor la parte
del cuerpo en cuestión y luego asiente con la cabeza. —Probablemente.
Es difícil de ver con esta luz, pero definitivamente podrías tener
moretones.
—¿Estás bromeando? Si Livvie dice que deberías comer gusanos,
¿también vas a estar de acuerdo con eso?
Erika se endereza y se encoge de hombros. —Supongo que sí. No va
a recomendarlo a menos que estemos famélicas y los gusanos sean la
única forma de seguir con vida.
—Gracias—, dice Livvie. —Por eso somos amigas—. Engancha un
brazo alrededor del hombro de su compañera de cuarto y brilla. —Erika
me aprecia.
—¿Y yo no?— No hay nada que quiera hacer este fin de semana más
que apreciar a Livvie de mil maneras lentas y tranquilas. He dejado toda
mi agresividad en el campo de fútbol, no hay entrenamiento hasta el
lunes, y pienso tomármelo con calma: sentarme en el sofá, ver un partido
de fútbol dominical y hacer el amor durante mucho, mucho tiempo. — Te
aprecio muchísimo—. Como, ahora mismo, estoy apreciando como sus
tetas están empujando en la parte superior de esa cosa cortada que está
llamando camiseta. También estoy admirando cómo su trasero se
balancea de un lado a otro en sus ajustados y apretados leggings. Yo
también estoy...
—No apreciaste mi camiseta y trabajé duro en ella. Me hiciste usar
una toalla durante todo el juego.
—Tu camiseta está bien mientras no la lleves fuera de nuestra casa.
—Erika lleva la misma que yo y tú no la obligas a quedarse en casa.
—Quiero decir....Erika no es mi novia.
—Ser tu novia no te da derecho a decirme qué hacer—. La barbilla
de Livvie sobresale. — Ustedes siempre son tan mandones. Exigiendo que
use sujetadores todo el tiempo. Diciéndome que me deshaga de mis
vestidos. Robando toda mi ropa interior bonita. Haciéndome esperar tres
años antes de tener sexo!—
—Te devolvimos tu ropa interior—, protesto.
Erika parece que quiere esconderse bajo una roca, pero Livvie no se
da cuenta. Está decidida a darme problemas, lo cual, francamente, es
muy sexy. Mi polla se agita en mis vaqueros.
—¿Crees que me gusta que corras por el campo con esos pantalones
apretados mientras todas las chicas en las gradas te miran el culo?—
—¿En serio? Las chicas en las gradas me miran el culo?— Eso me
sorprende. ¿No están prestando atención al juego?
—¿En serio? ¿Crees que todas las mujeres en las gradas están allí
porque les gusta ver a veintidós hombres persiguiendo una pelota de
cuero? ¡No! Les gusta ver a los hombres golpearse unos a otros con sus
mallas ajustadas a la piel. Les gusta ver esas camisetas y los abdominales
apretados de debajo. Piensan en correr al campo y escalar los cuerpos
sudorosos de los jugadores como el tronco de un árbol.
Está irritada y no puedo dejar de mirar cómo su pecho se enrojece
con cada palabra y cómo sus tetas rebotan a medida que su aliento entra
y sale.
—Liv, esa podrías ser tú—, interrumpe Erika.
La cabeza de Livvie gira hacia su amiga. —¿Qué quieres decir?
La chica más pequeña se encoge de hombros. —Los jugadores de
fútbol no son lo mío. Sin ofender.
—No me ofende.
—Estoy ofendida—, declara Livvie. —¿Cómo es posible que no te
gusten los jugadores de fútbol? Quiero decir, ¿has visto el cuerpo de Levi?
Es como si hubiera sido cincelado en mármol. Muéstrale, Levi—. Mi chica
tira de la parte inferior de mi camiseta. Le quito las manos de encima.
Livvie se ríe y vuelve a intentarlo.
A nuestro lado, Erika jadea. —¿Has oído eso?
El miedo en su voz me hace enderezar inmediatamente. Empujo a
Livvie detrás de mí. —¿Escuchar qué?— Exijo.
—Me pareció oír un oso. Oí que algo gruñía—, exclama. —Por allí.
Apunta ligeramente a la parte de atrás de nosotros a un grupo de
árboles. Miro a la oscuridad pero no veo nada. Calculo mis
probabilidades. Tengo dos chicas, una de ellas que significa mucho para
mí. Podría quedarme y pelear o podría llevarlas a casa a un lugar seguro.
Yo opto por lo segundo.
—Erika debería venir a casa con nosotros—, anuncia Livvie.
Reprimí un sentimiento de irritación por mi tiempo libre con Livvie
siendo interrumpido por su compañera de cuarto. La seguridad de una
mujer es más importante que mojar mi polla. —Suena como un plan.
—Paremos por un helado. Podemos hacer banana splits—, sugiere
Livvie.
Erika asiente con la cabeza.
—Hola, Audley—, oigo detrás de mí.
Me doy la vuelta y levanto los brazos para proteger a las chicas.
Cuando mis ojos se fijan en Tank, me relajo y ofrezco mi mano para
saludar. — Tank, hermano mío. ¿Qué pasa?
Se adelanta y me saluda, golpeándome el hombro con el suyo. —
Nada. Buen juego, por cierto.
—Gracias.
—Te quitaré a la pequeña de las manos. Me dirijo a su dormitorio de
todos modos.
—Oh, ella no va a su dormitorio—, dice Livvie. —Nos la llevamos a
casa con nosotros.
—Quiero decir, tal vez quiera ir a su dormitorio—, le digo. Tank es
un buen tipo. De hecho, creo que Zeke le pidió que acompañara a Erika
a casa desde la fiesta.
—Ella no lo hace.— Livvie pasa su brazo por el codo de su amiga. —
Quiere venir a tomar un helado de plátano con nosotros, ¿no, Erika?
—Quiero decir, bueno, supongo...— Erika no parece segura.
Antes de que ninguno de nosotros pueda decir una palabra más,
Tank tiene a Erika sobre su hombro, con un brazo alrededor de sus
piernas y el otro palmeando su trasero. —Como, dije. Me voy al dormitorio
de Erika de todas formas. Nos vemos por ahí.
Se va con Erika golpeándole la espalda con sus pequeños puños, lo
que estoy seguro que no está sintiendo.
—¡Oye, vuelve aquí!— Livvie grita. Ella se vuelve hacia mí. —Ve tras
ellos.
—Ah, no creo que sea una buena idea.— Tank ya está a mitad de
camino de la residencia. Se mueve rápido para ser un gran hombre. Estoy
sorprendido.
—La mala idea es dejar que algún.... neandertal huya con ella. Es
mi compañera de cuarto y es mi deber protegerla.
—Creo que está bien.— Señalo el contorno de la pareja. Erika ya no
está siendo llevada como un bombero por encima del hombro de Tank.
En vez de eso, él la ha bajado hasta el pecho y ella tiene ambos brazos
alrededor de su cuello.
—Oh.— Livvie se queda mirando un minuto. —Supongo que
podemos ir a verlos más tarde.
—Suena bien.— Puse mi mano alrededor de la mejilla de su culo y
acerqué a mi chica más cerca de mí. —Vamos a casa.
Mis planes han vuelto a estar en marcha. —Por cierto, tu camiseta
se ve bonita.
—¿De verdad?— Livvie levanta una cara resplandeciente hacia la
mía. —Trabajé muy duro en ella.
—Es demasiado bonita. Supongo que ese es el problema. Toda tu
hermosura está a la vista y me pone celoso. Perdón por hacerte usar la
toalla.
—Así que no lo volverás a hacer, ¿verdad?
—Nunca dije eso.
Olivia

E
nvuelvo mis brazos alrededor de Levi. No puedo seguir
enfadada con mi gentil gigante, aunque él admita que
probablemente lo hará de nuevo. Aun así, hace una
diferencia que me dijera por qué estaba enfadado por lo de la camiseta.
Tal vez fue un poco más llamativa que mis cosas normales, pero fue culpa
de los gemelos. No tenía idea de que el sexo me haría sentir tan diferente.
Saber que no sólo uno sino dos hombres adoran mi cuerpo me hace sentir
hermosa.
Levi y Zeke mostrando abiertamente su afecto ahora me hace sentir
más sexy de lo que nunca había imaginado. Ellos siempre quieren tener
sus manos en mi piel y yo siempre los quiero allí, y cuanta menos ropa
use, más fácil será para ellos llegar a ella. Además, sería una mentirosa
si no admitiera que disfruto burlándome de ellos. No se siente tan mal
burlarse de ellos ahora que podemos actuar de acuerdo a nuestros
deseos. Ya no hay nada que se interponga en nuestro camino. Podemos
hacer lo que queramos. Todas estas cosas han contribuido a mi nuevo
atractivo. Esta nueva libertad es liberadora.
Vuelvo a mirar por encima de mi hombro a la oscuridad y recuerdo
cómo se llevaron a Erika. Sin embargo, no tengo la oportunidad de
quedarme, ya que Levi está andando tan rápido que casi tropiezo con mis
pies tratando de seguirle el ritmo. No me deja caer al suelo. Me arrastra
a sus brazos y me carga.
—Tal vez debería cargarte de ahora en adelante—, sugiere con una
cara seria. Ni siquiera está preocupado por mi peso o mi talla; es como si
llevara una almohada. Sus piernas son tan largas que parece que nos
movemos más rápido de lo que lo hacemos. Es sólo que su paso natural
hace que su ritmo se sienta mucho más rápido.
—¿Crees que deberíamos ir a ver cómo están?— Ignoro su
sugerencia. Si le presto atención lo tomará como una invitación para
llevarme a todas partes.
—Hablaste de conseguirle a Erika algunos novios como tú.— Me
sonríe. — Tank es lo suficientemente grande como para hacer dos.
Inhalo, porque aunque eso es cierto, no veo a mis hombres como
“novios”. Cuando me mudé a su lado, eran en realidad chicos por ley,
pero tampoco lo parecían entonces. Llamarles chicos de cualquier forma
es ridículo. Siempre han sido físicamente maduros más allá de sus años.
Sus cuerpos eran pecaminosos para observar cuando crecían y yo había
hecho mi parte de observar.
—De acuerdo—, lo admito, retorciéndome en el agarre de Levi. No
estoy tratando de salir de su agarre, quiero que me abrace no que me
acune en sus brazos.
Me sujeta por un segundo antes de darse cuenta de que no estoy
tratando de liberarme. Me permite moverme para envolverlo lo mejor que
pueda. Entierro mi cara en su cuello mientras nos dirigimos a casa. El
olor de su piel es reconfortante y me relaja.
Si dice que Erika está bien con Tank, le enviaré un mensaje más
tarde para asegurarme. Levi no me mentiría. —¿Qué vas a hacer ahora
que me tienes toda para ti?— Esta vez, cuando me retuerzo, lo hago para
conseguir fricción donde más la necesito. Él flexiona su mano sobre mi
culo, apretando su mano allí.
—Tratar de no arruinar esa hermosa camiseta que hiciste.— Su cara
está tan seria, así que dejé de restregarme contra él y eché la cabeza hacia
atrás y me reí. Tengo la sensación de que está repitiendo ese pensamiento
una y otra vez en su cabeza para no arruinar mi camiseta.
—Si me la arrancas, no creo que me importe—. Me muerdo el labio
cuando Levi casi se tropieza con sus propios pies. Se endereza y se va
corriendo. Me aferro a él con más fuerza y anido mi cara en su cuello.
Sólo quiero respirar de él, pero antes de saber lo que hago, estoy
lamiéndolo y chupándolo.
Gimo su nombre cuando intento mover las caderas. No lo había
notado, pero he estado frotándome inadvertidamente sobre él para
conseguir fricción contra su estómago. Es demasiado grande para que yo
lo rodee. Besarle el cuello y molerle la polla al mismo tiempo es imposible,
pero he conseguido encontrar la fricción perfecta. Una chica tiene que
usar la mano que le ha tocado.
Estoy tan cerca de llegar, pero Levi entonces me empuja más cerca
de su cuerpo, inmovilizándome en su frente. Ya no puedo moverme. Sus
dedos se meten en mi culo tan fuerte que espero que me dejen una
impresión. No sé de dónde viene el pensamiento, pero pronto estoy
tratando de moverme en su contra con la esperanza de despertarme
mañana con pequeñas marcas en la piel, indicaciones de su pasión
apenas contenida.
Retiro la cabeza para mirarlo. Apenas puedo decir su nombre
cuando su mano deja mi trasero y cubre mi boca. Me presiona contra la
pared y me atrapa. Mueve su otra mano para estabilizarnos contra la
pared. Él empuja sus caderas hacia adelante, asegurándose de que no
pueda moverme. Comienza a follarme en seco, justo ahí, contra esa
pared.
No es hasta que oigo un sonido familiar que empiezo a juntar las
cosas. Mis ojos perezosos parpadean para encontrarme con los suyos. Se
ve enfadado y como si estuviera a punto de tirarme contra la pared.
—Olivia—, advierte. Trato de lamer mis labios pero olvido que su
mano está sobre mi boca y termino lamiéndole la palma de la mano. Me
mira fijamente por un segundo antes de que sus labios caigan sobre los
míos.
Su lengua empuja en mi boca. Lo siento tantear con la caja de
códigos en el ascensor. Mi mente está tan envuelta en él que no podría ni
siquiera empezar a ayudarlo ahora mismo aunque quisiera. Le gimo en
la boca y le devuelvo el beso tan fuerte como él me besa a mí. Deslizo mi
mano hacia su pelo corto, porque mis dedos hormiguean con la necesidad
de tocarlo. Le tiré de la cabeza para que me apretara la boca.
Levi es un amor en su corazón a pesar de su exterior áspero y duro.
En este momento estoy consumida por él. Estoy abrumada por su
necesidad por mi. El Leví que actualmente está pegado a mi cara es el
que suelo ver en el campo. No necesariamente está buscando ser súper
dulce ahora mismo. Ese pensamiento me da escalofríos. Tiene esa mirada
que tiene cuando está dejando salir su agresividad, ya sea en el campo o
en el gimnasio. Se me escapan los pensamientos cuando oigo que la
puerta principal se cierra de golpe detrás de nosotros. Ni siquiera me
había dado cuenta de que ya estábamos dentro del apartamento.
Momentos después, mi espalda golpea nuestra cama. No sé cómo ha
conseguido que volvamos tan rápido. —Joder—, arenilla sale y se aleja
de mí. Lo alcanzo y quiero su peso de vuelta sobre mí, pero está tratando
de quitarse la ropa apresuradamente. No soy de ayuda. Sigo intentando
tocar cualquier piel expuesta que puedo. Los únicos sonidos que puedo
oír son nuestras pesadas respiraciones, y mi cuerpo está intoxicado por
su necesidad de mí.
Me agarra las dos muñecas con una mano y me las pone encima de
la cabeza. Se quita la camiseta por la cabeza con la otra mano. Me saluda
la perfección que es su cuerpo. Sólo tengo un segundo para apreciar el
don visual que ha otorgado a mis ojos antes de que él esté sobre mí.
—¡Levi!— Jadeo. Mi cuerpo se siente como si estuviera en llamas.
Me duele el coño por su tacto, puedo sentir la necesidad pulsando en mi
corazón.
—Debería azotar tu culo por esa mierda—, gruñe, y luego va a por
sus pantalones y araña con rabia los botones. No sé si está enfadado con
ellos o conmigo, pero asiento con la cabeza. Me había descontrolado. Ni
siquiera quiero saber qué pensó el portero.
—Más tarde—, le digo. — Azótame más tarde. Dentro de mí—, exijo.
Jadeo cuando agarra mi camiseta y la rasga como le sugerí. —Joder,
lo siento, cariño, lo arreglaré—, me dice mientras va a por mi sujetador.
Gracias a la mierda que se engancha en el frente. Mi mente recuerda a
Levi tratando de coser mi camiseta de nuevo. Sus grandes manos nunca
podrían hacerlo. Me reiría si no estuviera a punto de explotar de
necesidad. Estoy al borde de un orgasmo.
—¡Olvida la camiseta!— Sus ojos se desvían de la camiseta que había
tirado al suelo, a mi sujetador y me hace estallar el broche. Sus manos
se deslizan hasta donde mis brazos yacen sobre mi cabeza. Una mirada
de posesión que centellea en su mirada. Mis caderas se levantan con esa
mirada. Quiero que me posea por todas partes.
Levi no tiene que ser dicho de nuevo. —Debería dejarte descansar—
, dice mientras me quita los pantalones. Comienza a besar un sendero
por mi pierna. Estoy inquieta en la cama. Aunque ya no tengo las manos
inmovilizadas, sigo sintiendo lazos invisibles. De repente siento su aliento
caliente a través de mis bragas. Respira hondo y sé que está inhalando
mi excitación. Levanto las caderas de nuevo, tratando de hacer algún tipo
de contacto. Estoy desesperada por él.
—¿Causé esta mancha húmeda en tus bragas, nena? Hueles tan
bien... sabiendo que te hice empapar las bragas así...— Se detiene a
mitad de la frase y lame la humedad de mis bragas. Cierra los ojos por
un segundo. Casi tengo un orgasmo al verlo.
—Por favor—. Es todo lo que puedo conseguir para susurrarle.
Me agarra de las bragas y me las arranca, y mi cuerpo, mi lujuria y
mi amor se desnudan ante él.
—Podemos descansar después de que me des unos azotes.— No
tengo intención de descansar. Ni siquiera estoy segura de lo que está
hablando en este momento. Mi cuerpo está tan exaltado que todo lo que
puedo pensar es en su polla golpeando toda su agresividad reprimida en
mí.
También estoy deseando que Zeke vuelva a casa. Sé que para
entonces Levi y yo estaremos listos para que el lado mandón de Zeke
regrese y nos mande por el resto de la noche en la cama. Estoy deseando
que trabajen tanto mi cuerpo que me desmaye. Planeo pasar el resto del
fin de semana así.
—Sí—, está de acuerdo. Enlaza sus dedos con los míos, anclando
mis manos a la cama una vez más. En un largo empujón me está llenando
hasta las cejas. Eso es todo lo que se necesita y me estoy deshaciendo
debajo de su poderoso cuerpo. He estado al límite del orgasmo demasiado
tiempo. No puedo controlar la forma en que mi cuerpo reacciona ante él.
Levi gime mientras mi coño se cierra a su alrededor.
Se cambia, se sienta y me lleva a su regazo. Mi trasero golpea sus
muslos y sus manos me envuelven la cintura mientras empuja dentro y
fuera de mí. Sus ruidosos gruñidos y el sonido de la cama golpeando la
pared provocaron otro orgasmo en mí, corriendo tras los talones del
último.
—Levi—. Agarro las sábanas bajo mis manos, necesito algo a lo que
aferrarme. Sé que este orgasmo me va a golpear más fuerte. Mi mente no
puede alcanzar el placer de mi cuerpo.
—Dámelo, Livvie—, gime, y siento algo de su liberación dentro de mí.
—¡Livvie!— Esta vez grita mi nombre en un alegato. Mis ojos vuelan
hacia los suyos. Puedo ver que está intentando con todas sus fuerzas no
correrse. Quiere que yo llegue primero. Empiezo a trabajar mi coño más
rápido en su polla. Estoy tan frenética que cuando llega el orgasmo, mi
espalda se inclina fuera de la cama. Este orgasmo es más profundo y más
largo, y mi coño se abraza a él y me vengo sobre su polla.
Mis ojos se cierran mientras Levi cae sobre mí, dándome besos por
toda la cara. —Descansa—, me susurra al oído. —Zeke llegará pronto a
casa.— Mi coño se aprieta alrededor de su polla, aún dentro de mí. Esto
le hace reír. —Eres una chica codiciosa.
Suspiro de acuerdo. Siempre lo seré cuando se trate de ellos.
Zeke

Y
a casi amanece cuando finalmente tropiezo a través de mi
puerta. Líneas de códigos siguen zumbando en mi cerebro y
juro que sigo viendo números de color verde neón con forma
de matriz cayendo delante de mis ojos sobre un fondo negro.
—Tuviste una noche larga—, murmura una voz suave.
Mis ojos cansados se posan en la hermosa cara de Olivia y el código
se evapora como el humo. Ella me rodea el cuello con sus brazos y
presiona su exuberante y grato cuerpo contra el mío. La levanto para
poder presionar mi cara contra su clavícula. Dios, se siente bien. Tiene
una esponjosa bata puesta, pero debajo tiene un camisón sedoso que se
siente resbaladizo en mis manos. Aprieto mi agarre y la deslizo
lentamente hacia arriba y hacia abajo por mi cuerpo. Sus manos se
enroscan en mi cabello, las uñas rascando ligeramente mi cuero
cabelludo.
No me había dado cuenta de que esta sería una de las ventajas que
tendría cuando ella viniera a la universidad. Había pasado mucho tiempo
fantaseando sobre lo que haríamos en la cama, pero no mucho sobre lo
que haríamos fuera de ella.
¿Pero este suave abrazo de bienvenida? Podría volverme adicto a eso
tan fácilmente como lo soy a sus besos.
—Tú también—, murmuro, presionando mis labios en el hueco de
su garganta. Su corazón late constantemente bajo mis labios. Eso
también es extrañamente reconfortante. Amo a Olivia, siempre lo he
hecho, pero no sabía lo genial que sería estar tan cerca de ella sin sexo.
Deja caer un beso encima de mi cabeza y luego se libera. Me agarra
de la mano y me lleva a la mesa de la cocina. —Siéntate. Sé que estás
cansado, pero te conozco, así que tienes la cabeza llena y necesitas
relajarte. Te hice una taza de té. Bebe esto mientras hago huevos y
tostadas para ti.
Miro el líquido de color marrón pálido con una sensación de
malestar. ¿Té? ¿Cuándo he bebido té? —¿No hay café?— Pregunto,
inclinando la taza y viendo algunos trozos oscuros asentarse en el fondo.
—No puedes tomar cafeína. Vas a beberte el té, comer estos huevos
que estoy revolviendo y luego te vas a la cama—. Hago una mueca. —A
Levi le encantó el té—, me informa Olivia. —Dice que lo bebe todo el
tiempo por sus beneficios para la salud.
—De ninguna manera.— Nunca en mi vida he visto a mi gemelo
beber otra cosa que no sean bebidas deportivas y leche.
— Claro que sí. Es muy beneficioso. Te di manzanilla y es para
calmarte y ayudar en la digestión.
Creo que follar me calmaría y ayudaría en la digestión, pero me lo
guardo para mí mismo. Esta es la primera vez que Olivia me hace algo,
así que aunque fuera mierda de vaca, me lo comería y pediría más. Vuelco
la taza entera por mi garganta de un solo trago.
El té sabe a zumo de cacahuete, pero me lo trago porque Olivia lo
hizo. Ella pone un plato lleno de huevos amontonados y tostadas oscuras
frente a mí y me mata con una sonrisa de pleno voltaje mientras
inspecciona mi taza vacía.
—Buen chico—. Me da palmaditas en la cabeza.
De repente, me encanta el té. Mientras me meto la comida en la
boca, ella me da una actualización sobre su mañana.
—Levi se fue a correr y luego tiene entrenamiento. No me dejó hacer
nada para él. Dice que comerá algo en la sala de entrenamiento.
—Sí, todos tienen planes especiales de dieta.
—Oh, eso está bien. ¿Así que cocinaré para ti y para mí la mayor
parte del tiempo? ¿Cambiará eso una vez que esté fuera de temporada?
—Todavía puede conseguir comida en la sala de entrenamiento.
Siempre hay mierda ahí, pero también pedimos mucho—. Me limpio la
boca con la servilleta y empujo el plato vacío lejos de mí.
—Tengo algunas recetas que quiero probar. Tal vez el fin de
semana—, dice mientras limpia la sartén.
—Sólo pon la sartén en el fregadero, nena. Lo lavaré más tarde.
—Además, necesito más de tu, ah, té—, improviso cuando la veo
dudando. Olivia abandona la sartén y vuelve a la mesa para servirme otra
porción. Lo miro y me pregunto si miro el tiempo suficiente para que se
convierta mágicamente en café. No lo hace, así que me trago lo asqueroso
de una sola vez.
—Hecho—. Recojo la taza y el plato para que no piense que necesito
rellenarlo. Olivia limpia la mesa y la cocina y yo lavo los platos. Es
bonito... esta unión. Puse la sartén húmeda en el escurridor y me limpié
las manos. Olivia enjuaga la esponja y me quita el paño. Ella lo cuelga
sobre el borde del fregadero y luego toma mi mano en la suya.
—Vamos. Hora de la siesta.
Tengo el estómago lleno, la cabeza despejada, pero ahora mi polla se
está poniendo dura. Cama y Olivia significan sólo una cosa. Me pregunto
si está dispuesta. No quiero presionarla. La hemos estado presionando
mucho la semana pasada. La otra noche, Levi me dijo que debíamos
empezar a tomárnoslo con calma. Ella había estado caminando de forma
extraña.
Le digo a mi polla que se baje y la sigo a nuestro dormitorio. Retira
las sábanas y me da palmaditas en el costado de la cama. —Acuéstate.
Su orden me coge desprevenido. En el pasado, Olivia hizo lo que le
dijimos que hiciera. Nada de besos, Olivia. No podemos hacer eso. No, tu
mano tiene que estar por encima de nuestra cintura. Pero ahora nos está
dando órdenes. Es adorable. Me tiendo en la cama. La entrepierna de mis
jeans está levantada.
—Lo siento. No puedo evitarlo.
Las comisuras de sus labios se acentúan. —¿Por qué deberías
sentirlo? Me gusta.
Observo con creciente interés cómo se quita la bata y luego se sube
encima de mí. Mi polla se hincha de emoción.
—Pensé que debías descansar.— Yo agarro sus caderas y la levanto
para que su coño vestido de satén esté directamente sobre la cresta de
mis jeans.
—Te estoy ayudando a relajarte—. Se quita el camisón de seda. Una
de sus tetas queda atrapada por un momento, y cuando se libera, rebota
ligeramente. Sus manos bajan para quitarme la camiseta de los vaqueros.
Hago un movimiento útil para que pueda quitármela por la cabeza.
—Esta es mi actividad favorita para relajarme.
Ella sonríe. —Pensé que lo sería.— No la ayudo cuando me tira de
la cremallera. Es demasiado agradable, sentir sus dedos en mi cintura
mientras desabrocha el botón, sentir sus nudillos rozar mi pene duro
mientras me baja la cremallera. Nah, mientras está trabajando, le meto
los dedos bajo las bragas y le acaricio el coño mojado. Se siente hinchado
bajo mi tacto.
—¿Te folló bien Levi anoche?
—Mmmhmmmmm.— Se aleja de mi alcance mientras me arranca
los vaqueros.
—¿Dónde?
—Aquí mismo—, responde ella, trepando encima de mí y colocando
su coño mojado en mi polla desnuda.
Me trago una risa. No me sorprende. Esa camiseta que Olivia llevaba
puesta probablemente atormentó a Levi durante todo el partido.
—Me refería a en qué parte de tu cuerpo. ¿Te folló la boca?— Tiro de
su labio inferior para mojar mi pulgar. —¿O te folló el coño?— Le meto el
pulgar en el coño tanto como la tela de sus bragas me lo permite. —¿O
fue aquí? ¿Te dio por el culo?— Muevo mi pulgar hacia atrás hasta que
se hunde en su apretado y arrugado agujero.
—El coño—, dice ella, de repente toda tímida ahora que le estoy
pidiendo que diga las palabras.
—Entonces démosle un pequeño respiro al coño—. Enrosco el
elástico de la cintura de sus bragas y tiro, rompiendo la delicada tela en
dos. Empujo a un lado el satén y el encaje roto y coloco mi pene dolorido
entre sus piernas. —Deslízate abajo, nena. Deslízate despacio. Quiero
sentir cada centímetro de ese coño mojado.
Ella se baja, dejándome guiar la gruesa cabeza de mi eje hacia el
pequeño agujero. Los dos aguantamos la respiración mientras se desliza
por mi vara.
— Eso es—, le dije. —Tómatelo con calma. No hay prisa—. Respiro
por la nariz, para no correrme enseguida. Su culo está tan jodidamente
apretado que siempre quiero disparar mi carga en el momento en que mi
cabeza se aprieta por esos músculos feroces. Además, quiero que ella
también se corra. Siempre se siente mejor cuando llegamos juntos.
Deslizo dos dedos dentro de su jugoso coño. Puedo sentir mi polla al
otro lado de una fina pared de carne. Mis ojos giran hacia atrás en mi
cabeza. Necesito que esté conmigo.
—¿La corrida de Levi sigue dentro de ti?— Pregunto. —¿Tu coño
sigue lleno de la semilla de mi hermano?— La acaricio ligeramente.
Se sonroja, de repente tímida.
—No lo sé—, tartamudea.
—¿Te has lavado?— Ella sacude su cabeza, no.
— Dime qué hicisteis los dos—. Empujo mi pulgar contra su clítoris.
—¿Te lamió aquí?
Ella sacude la cabeza otra vez. —No hubo tiempo.
—Es una lástima. Tendremos que ocuparnos de eso más tarde. ¿Qué
es lo que hiciste? Dime,— exijo.
Se vuelve más roja.
—Él....lo hicimos en la cama. Me inmovilizó.
—¿Hacer qué? —¿Qué te ha obligado a hacer?
—Ya sabes. Sexo—.
—¿Te tomó fuerte? — ¿Sacaste esa agresión de su sistema que
pusiste ahí?— Levanto las caderas.
—Sí—, jadea.
—¿Le echaste toda la crema en la polla, Olivia? ¿Te corriste sobre
él?— La empujo unos centímetros más y le pongo los dedos en el punto
G.
—Sí, sí—, gime.
—¿Vas a correrte por mí? ¿Vas a inundar mi mano con tu jugo para
que pueda lamerlo mientras te lanzo mi carga por el culo?.
Añado mi pulgar a su clítoris. Ella tira su cabeza hacia atrás y se
inclina hacia abajo, tragándose mi verga dentro de su pequeño y apretado
agujero. La follo por el culo con mi polla mientras masturbo su coño con
mis dedos. Ella explota como un cohete, llenándome la mano de crema.
Dejé salir mi propio grito, dejando que el orgasmo me alcanzara mientras
le inundaba el culo con mi semilla.
Se derrumba encima de mí, con mi polla aún medio en el culo. Saco
mis dedos de su coño cansado, me limpio los dedos en las sábanas y tiro
una manta sobre los dos.
—Considérame completamente relajado—, le dije antes de
desmayarse.
Olivia

L
e envío otro mensaje a Erika pero ella no responde. ¿Qué
diablos está haciendo allí? ¡Ya debería estar despierta! Zeke
está profundamente dormido, sobrecalentando mi cuerpo con
el suyo. Su respiración uniforme es extrañamente tranquilizadora. Fue lo
que me hizo dormir antes. Vale, eso y el increíble orgasmo que me había
dado. Aprieto mis muslos juntos pensando en ello.
Desde que me desperté todo lo que puedo pensar es que me ha
tomado por el culo. Me habló tan sucio antes de hacerlo. Mi corazón
revolotea en mi pecho cuando pienso en ello. Sé que es sólo cuestión de
tiempo que mi fantasía de que ambos me tomen al mismo tiempo se haga
realidad.
He fantaseado con ello tantas veces. Mis pezones se endurecen y
lucho para no moverme. No quiero despertar a Zeke ya que trabajó toda
la noche. Levi sigue en el gimnasio, pero no veo por qué Levi necesita
hacer ejercicio. Le estoy dando un entrenamiento todas las noches en
casa.
Apago y vuelvo a encender mi teléfono, comprobando que funciona.
Cuando arranca, todavía muestra una bandeja de entrada vacía. ¿Qué
demonios...? Quiero los detalles de Tank con Erika, y ella me está
ignorando. Quiero cada detalle que ella esté dispuesta a darme. Tal vez
sea él quien la ha estado observando.
Por alguna razón, ese pensamiento no me asusta como debería. Me
digo a mí misma que no debería encontrar atractivo el acecho. No soy la
persona indicada para preguntar sobre los acosadores porque tengo dos
que dejo que me sigan todos los días. Miro a uno de mis propios
acosadores, que me rodea con fuerza. ¿Cómo voy a salir de su asimiento
sin despertarlo?
—¿Livvie?— murmura Zeke.
—¡No me moví!— Susurro, aunque no estoy segura de por qué
susurro si está despierto. Será mejor que hable con normalidad. Su
cuerpo tiembla con una risa silenciosa. —Duerme. Tengo que hacer pis—
, susurro. Me arrastra hacia él y me besa profundamente. A los pocos
momentos, su respiración se iguala de nuevo.
Me deslizo de la cama y me dirijo al baño para recuperar la
compostura. Iré a mi dormitorio muy rápido y me pasaré a ver a Erika.
Tal vez debería llevarme unos bocadillos o algo. Siempre puedo decirles a
los chicos que me quedé sin ropa y que necesitaba coger más. No quería
que Erika pensara que yo sólo estaba allí para controlarla y obtener todos
los detalles jugosos.
Tomo un par de mis pantalones de chándal del cajón y me los pongo,
luego busco en silencio un sujetador. Agarro mi sudadera con capucha,
la que dice Audley en la parte de atrás, y no me molesto en ponerme nada
más debajo. Sólo voy a la residencia de estudiantes a pasar el rato y luego
vuelvo aquí. Encuentro mi bolso y meto mi teléfono dentro antes de
ponerlo sobre mi cuerpo. Casi estoy fuera de casa. Sólo necesito ponerme
los zapatos. Después de ponérmelos, abro la puerta y la cierro lo más
silenciosamente posible.
Me ato el pelo con una cola de caballo y me voy al ascensor. Mientras
el ascensor desciende, juego con la idea de las citas dobles con Erika.
Estoy demasiado metida en esta relación que puede o no estar
sucediendo. No tengo ni idea de lo que está pasando con Erika y Tank,
pero sería una mentirosa si no admitiera que estoy emocionada por lo
que podría ser. Voy a tener que hablar con mis hombres sobre el tal Tank
más tarde. Da miedo pero de una forma tan impresionante. De alguna
manera, hace que una nariz dos veces rota parezca sexy.
Le doy al portero un saludo mientras me dirijo hacia afuera, y estoy
agradecida de no recordar lo que hice frente a él hasta que estoy a media
manzana de aquí. —Mierda—, murmuro para mí misma. Todavía tengo
que volver al edificio. Pero Zeke no había dicho nada sobre mí trepando
sobre Levi como un árbol y follándolo frente a otras personas, así que tal
vez me salga con la mía. No creo que Levi me diera una paliza, pero Zeke
sí. Hmm, creo que podría disfrutarlo más de lo que Zeke querría que lo
hiciera.
Cuando llego a mi edificio me salto el ascensor y subo las escaleras.
No estoy segura de cómo Levi y Zeke pueden subirlas de tres en tres y no
quedarse sin aliento en absoluto. Tal vez Zeke hace ejercicio a escondidas
cuando no estoy mirando. Su cuerpo seguro que lo parece.
Cuando llego a mi piso me doy cuenta de que la gente no sólo está
mirando hacia mí, sino que dejan de hablar por completo. En realidad se
congelan en su lugar para mirarme abiertamente. ¿Qué demonios...?
Pensé que ya habíamos superado esto y que la gente se quedara mirando
fijamente, diciendo sus mierdas, y luego siguiendo adelante cuando se
dieran cuenta de que tenían que acostumbrarse a ello. Zeke, Levi y yo no
vamos a ninguna parte. Bueno, al menos hasta que queramos ir a otro
lado, pero siempre seremos los tres juntos.
No es hasta que veo mi puerta que dejo de caminar y me quedo
mirando. Pintada a través de ella con pintura roja brillante es la palabra
“puta”. En la puerta blanca casi parece sangre. Qué original. ¿No se les
ocurrió algo mejor que eso? No me importa si piensan que soy una puta.
Si estar con Levi y Zeke me convierte en una puta, entonces llámame
puta. Voy a seguir siendo una puta con ellos hasta el día de mi muerte.
Pero eso no es lo que me molesta. Son las fotos. Alguien hizo un
photoshop de mi cara en lo que sólo podía adivinar eran fotos de una
película porno. Un porno de gangbang, claramente, de los diez tipos de
pie alrededor de una mujer. Parece que se tomaron el tiempo de untarme
pegamento alrededor de la cara y lo tenían goteando de mi boca en las
fotos. Las fotos están hechas para ser viles. Quienquiera que haya hecho
esto quería hacerme daño.
Las destrozo y ya me siento mal por quienquiera que me haya faltado
el respeto de esta manera. Zeke y Levi van a perder su mierda. Cuando
tomo otra foto, empujo la puerta y se abre de golpe. Toda la sangre me
sale de la cara cuando me doy cuenta de que la puerta no estaba
completamente cerrada o bloqueada. Todavía no me he puesto en
contacto con Erika hoy.
—¡Erika!— Yo grito. Abro la puerta y golpea la pared con un fuerte
golpe. Quiero hacer tanto ruido como sea posible en caso de que haya
alguien más en nuestra habitación. Yo sollozo cuando veo la habitación,
no sólo porque está destruida, sino porque Erika no está ahí. No sé si
debería estar feliz por eso o no. ¿Dónde diablos está ella?
No me doy cuenta de que estoy llorando hasta que estoy tratando de
usar mi teléfono, pero las lágrimas hacen que la pantalla se vuelva
borrosa. Presiono el botón de llamada. Suena un par de veces antes de
que finalmente responda.
—Oye—, susurra al teléfono.
—¡Dime que estás bien! ¿Por qué susurras?— Le hago otra pregunta
antes de que pueda responder a la primera.
—¿Podemos hablar de esto más tarde? Estoy un poco...— Se calla
por un segundo. —¿Estás llorando?—, pregunta ella. Esta vez su voz es
fuerte y clara. —¿Dónde estás? Ya voy para allá. ¿Dónde están tus
hombres?— Ahora ella es la que dispara las preguntas. Puedo oírla
reuniendo sus cosas.
No puedo pensar. Todo lo que puedo sentir es el alivio de que ella
está bien. Aún no debe saber lo de nuestra habitación. Oigo una voz
masculina grave en el fondo de la llamada.
—¿Quién es ese?— Pregunto. —¿Es ese Tank?— Jadeo. —¿Pasaste
la noche con él?
—¡Liv! Detente. ¿Dónde estás?—, grita. Puedo oír cómo se mueve de
nuevo. ¿Se está vistiendo o sólo está reuniendo cosas?
—Nuestra habitación—, suspiro. Miro hacia atrás, al desorden que
era nuestro cuarto. —Lo siento mucho—, le dije. Por mi culpa, todas sus
cosas están destruidas. Todo lo que hizo fue ser mi amiga y mira lo que
eso le dio. Se va a enfadar mucho. Las lágrimas se derraman por mi cara
y estoy enferma del estómago pensando en todo esto.
—¡Olivia!— Oigo un grito en el pasillo. No tengo que dar la vuelta
para saber quién está ahí. Suenan como una manada de elefantes
asaltando por el pasillo. Agarro las estúpidas fotos tratando de
deshacerme de ellas. No sé por qué. Seguirán viendo la palabra en la
puerta y en la habitación destrozada. No necesito dar la vuelta para ver
su ira. Puedo sentirla irradiando de ellos. Mis hombros empiezan a
temblar y yo empiezo a llorar en silencio. Intento con todas mis fuerzas
no dejar que nadie más oiga ni una palabra. Siento una mano en cada
uno de mis hombros y me siento atraída hacia la comodidad de sus
cuerpos.
Levi

—N
o puedo creer que alguien le haga esto a las cosas
de Erika—, llora. Las lágrimas mojaron la parte
delantera de mi camiseta. Escuchar a Livvie llorar
me hace querer destrozar a alguien. Preferiblemente a la persona o
personas que destrozaron su dormitorio y arruinaron su mierda. Zeke
lanza una mirada de advertencia en mi dirección, que me ordena que no
diga que quiero matar a alguien y que espere a que encontremos al
culpable para hacernos cargo.
Sus bolas no sobrevivirán. Esta vez se las voy a cortar con un
cuchillo para mantequilla y luego se las voy a meter por el agujero del
culo. Sobre la cabeza doblada de Livvie, le enseñé los dientes.
Los labios de Zeke están finos. Bien, pero no lo menciones delante
de Olivia porque se enfadará por lo de la visita conyugal otra vez. Sólo
soy cinco minutos más joven que tú, no cinco años. Creo que sé lo que
estoy haciendo.
Su mano está tan apretada que los vasos sanguíneos podrían
reventar. Y la sien derecha está palpitando, lo que significa que es hora
del cuchillo de mantequilla, de lo contrario, es posible que tenga que ir a
que un médico le examine.
Levanta el puño a espaldas de Livvie y lo mueve en mi dirección. Vas
a tener que ver a un médico si no te callas la boca.
—¿Pueden dejar de discutir? Me está dando dolor de cabeza—, se
queja Livvie mientras se retira de nuestro abrazo.
Hago ruidos relajantes y le doy palmaditas en la cabeza, pero por
dentro me siento aliviado. Preferiría que me gritara antes que llorar. No
puedo soportar las lágrimas.
Dejé caer mi puño a mi lado y Zeke reemplazó su ceño fruncido con
una mirada preocupada.
—No estamos discutiendo, nena. No hemos dicho una palabra.
—No soy tonta.— Ella resopla y mira alrededor de la habitación. —
Puedo decir cuando están haciendo su cosa de gemelos.— Ella mueve
una mano al lado de su oído como si realmente pudiera oír nuestros
pensamientos. Tal vez ella pueda. Me encogí de hombros y fui a ayudarla.
—Zeke estaba diciéndome que no debería hablar de asesinar a la
persona que hizo esto en tu habitación.
—Y tú dijiste que no lo harías, pero aquí estamos—, replica Zeke.
—Nunca dije que no lo haría. Te dije que sé lo que hago. Livvie sabe
que no voy a dejarla sola contigo. Nena, ¿qué estás buscando?
—Un pañuelo. Ni siquiera puedo encontrar una caja de pañuelos—,
se lamenta. Su labio inferior tiembla. Las lágrimas amenazan con caer de
nuevo.
Entré en pánico y me arranqué la camiseta, poniéndosela en la cara.
—Aquí.
—¿Para qué es esto?— Gira la tela gris en su mano.
— Pañuelo—. Apunto a su nariz.
—Aquí.— Zeke coloca una caja de Kleenexes entre nosotros. Agarra
la camiseta y me la tira a la cara.
—Ponte esto o empezarás un motín—, añade con un movimiento de
cabeza.
Todos nos volvemos hacia la puerta para ver a una veintena de
chicas con sus rostros en la entrada. Las miro fijamente mientras me
pongo la camiseta por la cabeza. Una vez en su lugar, me acerco. —Quiero
saber quién hizo esto. Empiecen a hablar o mi hermano revisará todos
sus teléfonos. Sé que una de vosotras lo grabó. Contaré hasta diez. La
primera que se presente se lleva cien dólares. Si nadie viene, Zeke estará
hackeando cada cuenta que tengan y mostrando toda su ropa sucia en
el tablón de anuncios del campus—. Doy la vuelta a mi mano.
—Diez.
Un teléfono me da en la palma de la mano antes de que pueda decir
el siguiente número. Miro sorprendido a la dueña, una chica alta y
atlética de pelo rizado castaño.
—Soy una estudiante universitaria en bancarrota—, responde a mi
pregunta no formulada. —No voy a rechazar a Benjamin para proteger a
una estúpida fraternidad.
—Buena respuesta—. Saco mi billetera y entrego un par de billetes.
—Envíame el video. En cuanto al resto de vosotras, si veo algo sobre esto
en internet, mejor esperad que todo vuestro historial en internet sea más
limpio que el hábito de una monja.
Asienten al unísono. Supongo que se ha corrido la voz de que cuando
decimos mierda, lo decimos en serio. Le doy a la chica mi número de
teléfono y luego las ahuyento a todas. No necesitamos que nos miren
como si fuéramos animales de zoológico.
—Vamos a pedir algo de pizza para el piso—, sugiero.
—¿Por qué demonios haríamos eso?— pregunta Zeke, quitándome
el teléfono de la mano. Quiere ver el video.
—Porque no puedes vencer a todo el mundo con un palo todo el
tiempo. A veces, tienes que ser amable. Dar y recibir. Zanahoria y palo.
Es lo que hace el entrenador. Nos maneja como si fuéramos perros y nos
da una gran sorpresa al final del día.
—Bien. Pide la pizza—. Me arroja su teléfono.
—Cariño, aléjate de tus cosas. Vamos a contratar a alguien para que
limpie toda esta mierda.
—¿Pero qué hay de las cosas de Erika? Todo está arruinado.
—No quiero ser malo, pero las cosas de Erika no eran muy buenas
en primer lugar. ¿Por qué no averiguas qué quiere conservar y luego
reemplazamos el resto?— Zeke sugiere.
—No va a aceptar la caridad. Ella no es así—, se inquieta Livvie.
—Dile que es el pago de un seguro.
—¿Tenemos seguro para esto?— Pregunto sorprendido.
—No, pero eso es asunto nuestro y nosotros nos ocupamos de
nuestros asuntos, ¿verdad?
—Bueno, creo que Tank podría tener algo que decir al respecto.—
Tank es muy posesivo con todo. Una vez oí que golpeó a alguien por
sentarse en su silla en el bar del campus.
—Genial. Tank puede pagar—. Livvie levanta los brazos.
—La única persona que no paga es Erika, ¿de acuerdo? Zeke,
averigua quién hizo esto, y tú, Levi, cuando termines de pedir pizzas y
palitos de pan, ayúdame a limpiar este desastre.
—Sí, señora—, pronunciamos a coro.
Zeke mira a hurtadillas en mi dirección. Recuerda esto en el futuro.
Si tiene que hacer de mediadora entre nosotros, se olvidará de llorar.
Como dije, hermano mayor, puedo sumar dos y dos juntos tan bien
como tú.
Lo dice el atleta.
—¿Ya terminaron?—, interrumpe una voz aguda.
Zeke y yo nos enfocamos y vemos a Livvie de pie en el medio de la
habitación con las manos en las caderas. Nos está mirando sin una
lágrima a la vista. Sonrío. —Sí. Hecho.
Cruzo la habitación y la tomo en mis brazos. —Te amo, nena.
Ella me abraza brevemente antes de alejarme. —Yo también te amo.
Ahora, vete a trabajar.
La felicito con una sonrisa. Tendremos que hablar de esto. Podría no
ser la última vez que alguien se pone valiente y va tras nuestra chica,
pero, por ahora, tiene una pequeña sonrisa en su cara. Zeke está
rastreando al imbécil que hizo esto y vamos a comer.
Más tarde, la llevaremos de vuelta al apartamento y le haremos el
amor hasta que no le quede nada en la cabeza excepto el placer que puede
soportar.
Tal vez así es como manejamos todo: con la comida, el sexo y el
amor. Oh, y un lado de venganza.
Olivia

A
ntes de abrir los ojos ya sé que se han ido. Extiendo la mano
y tiro las almohadas colocadas a mi alrededor a su lado de la
cama fría. O bien pensaron que me levantaría de la cama sin
que ellos estuvieran en ella o que confundiría las almohadas con ellos.
Se creen muy listos, tratando de dejar las almohadas como si fueran
dobles. Probablemente pensaron que estaría tan cansada de nuestras
aventuras sexuales que confundiría almohadas hinchadas con sus
cuerpos musculosos.
No puedo evitar poner los ojos en blanco. Me siento y me doy cuenta
de que sigo desnuda. Me arrastro a un lado de la cama y enciendo la
lámpara. Me paso las manos por la cara cuando veo que es poco después
de medianoche. No creo haberlo logrado hasta las diez antes de
desmayarme, para ser honesta. Saben cómo agotarme. Es la segunda vez
en una semana que me hacen desmayar por sus suaves caricias. Al
menos esta vez terminó con orgasmos. Se aseguraron de exprimir cada
orgasmo que pudieron de mí.
No tuve oportunidad de mantenerme despierta una vez que llegamos
a casa. Planeaba mantenerlos ocupados toda la noche para que se
quedaran en casa y no se metieran en problemas. Sabía que querían
pulverizar a quienquiera que saqueara mi casa. Pensé que si podía
mantenerlos ocupados con el sexo, se desmayarían de placer. Mi plan
obviamente salió mal.
No sé cuál era su problema, pero no me dejaron complacerlos en
absoluto. Si trataba de tocarlos para liberar algo de su tensión, ellos
movían mi mano o me ocupaban con otro orgasmo. Los dos estaban
heridos tan tensos que podía sentirlo latir a través de ellos. Se sentía
como una cosa viva vibrando a nuestro alrededor. Ninguno de ellos
comentó sobre la tensión que estaban tratando de ocultar.
Cada toque era suave, aunque sabía que estaban llenos de rabia.
Pensarías que estoy hecha de cristal por la forma en que me manejaron.
Nadie se hubiera imaginado que Zeke me había tomado por el culo ni
siquiera horas antes. Y antes de eso Leví me había inmovilizado y me
había tomado como él quería, moviéndome como si fuera una muñeca
con la que podía hacer cualquier cosa. Flexiono mis muslos por el
recuerdo.
Mi coño todavía está resbaladizo por los orgasmos que me dieron
antes de desmayarme, y sé que tengo que reducir mis propios
pensamientos porque me están distrayendo. Tengo que concentrarme en
la cama vacía en la que estoy sentada. Mis hombres están desaparecidos
y haciendo Dios sabe qué. Nunca había visto tanta rabia en sus rostros
como en el momento en que tomaron una de las fotos. Pensé que las fotos
se quemarían espontáneamente con la fuerza de sus intensas miradas.
Debato enviarles un mensaje grupal. Ya les he dicho que es mejor
que no hagan algo que acabe con ellos en la cárcel. Incluso mentí que no
iría a verlos. Al menos había conseguido que se rieran. Sabían que estaba
mintiendo. Inmediatamente acamparía fuera de cualquier prisión a la que
los enviaran.
Me tumbo de nuevo en la cama y miro el techo blanco de nuestro
dormitorio. —Nuestro dormitorio—, me digo a mí misma en voz alta. No
importa lo que otros intenten hacer para avergonzarnos. Sé que
terminaré con ellos cada noche. Todo esto vale la pena para mí. Aun así,
me siento mal porque las cosas de Erika se arruinaron por mi culpa. Ella
no pidió nada de esto; yo la metí en esto.
Prácticamente la arrastré a nuestra amistad. Realmente no tenía
muchas opciones en el asunto. Traté de asegurarme de que siempre se
sintiera incluida. Al final terminé arruinando su vida. Ella está más que
incluida ahora. Ella es una víctima de la crueldad que la gente está
tratando de infligirme. En lugar de enviar mensajes de texto a Levi y Zeke,
decido llamar a Erika.
—Hola—, dice después de un toque. Esta vez no hay susurros. Yo sé
dónde está. No hay manera de esconderlo ahora. Tank le exigió que se
quedara con él después de que ambos hubieran visto de primera mano
cómo se veía nuestra habitación. Ninguna otra opción era aceptable para
él.
No es como si pudieras perderte algo de lo que Tank dice o hace.
Parece un gigante, especialmente detrás de Erika. Había cruzado sus
gruesos brazos sobre su pecho y actuaba como su guardaespaldas. Sabía
que estaba deseando arrastrarla a sus brazos de nuevo y llevársela.
Siempre me pregunté si encajaría entre Zeke y Levi, pero de alguna
manera sabía que funcionaría. Entre los dos pueden resolver cualquier
cosa. No puedo entender cómo van a funcionar Erika y Tank, y por la
forma en que actuaron, no creo que tampoco hayan entrado en ese
territorio. Pero sé lo que quiere Tank. Podía verlo en toda su cara. Era la
cara de un hombre quien quiere algo pero no se permite tenerlo ni tocarlo.
Zeke y Levi solían tener esa mirada cuando estaban cerca de mí.
—Hola.— Mi voz se tambalea cuando oigo su voz.
—Liv—. Erika dice en voz baja. —Está bien. Es sólo una mierda. Me
alegro de que estés bien.
—Sé que algunos de esos libros no eran basura—, sorbo, tratando
de no llorar. Ella no necesita mis lágrimas y sé que probablemente la
harían llorar a ella también. Al menos lo hizo cuando estuvimos en el
dormitorio anoche. Me dijo que no estaba llorando por la habitación, sino
porque estaba muy enfadada. Eso sólo me hizo llorar más porque era
muy dulce. Así que nos sentamos y lloramos mientras tres hombres
enormes nos miraban como si el mundo se acabara y no tenían idea de
cómo detenerlo.
— Son sólo cosas, Liv—, me tranquiliza de nuevo. —Prefiero tener
toda mi basura destrozada que no haberte conocido nunca. Vale la pena.
Me trago el bulto en la garganta. Puede que esté a punto de llorar,
pero estoy sonriendo porque sé que lo dice en serio.
—¿Por qué no me hablas de Tank?— Pregunto tímidamente. Eso la
hace reír. Me recuesto con el teléfono en la oreja. Sé que no podré dormir,
pero Erika me ayudará a pasar el tiempo hasta que mis hombres vuelvan
a casa.
Zeke

T
odavía está oscuro ya que Levi declaró que esto debía hacerse
antes de su carrera matutina y su entrenamiento. No debería
ser difícil. Los chicos Alphabet son como la mayoría de los
matones, suaves y asustados cuando los enfrentas.
—¿Cuál es el plan?—, pregunta el gigante a mi lado. Tank me envió
un mensaje antes para decirme que quería participar en la venganza que
planeábamos. Le dije que no era venganza, sólo una aclaración de las
reglas del campus. No le importaba. Sólo quería participar.
—Estamos quemando el lugar hasta los cimientos.— Mira, las reglas
son, tú te metes con nosotros, y nosotros salamos a la tierra con tus
cuerpos.
—De acuerdo. ¿Dónde está el combustible? Empezaré a verterlo.
—Es metafórico—, respondo con una bofetada al enorme hombro de
Tank. —Le hemos prometido a Olivia que no podemos ir a prisión porque
sólo uno de nosotros tiene derechos conyugales.
—¿No pueden intercambiarse? Ustedes se parecen.
—Podríamos, pero Olivia está convencida de que nos atraparían.
Para ella, somos tan diferentes como el día y la noche.
Los ojos de Tank giran de Levi hacia mí y viceversa. No se lo cree.
Nos hemos topado con esto antes y no tiene sentido discutir, ni con
extraños ni con Olivia. La gente va a creer lo que va a creer.
—No importa. Estamos haciendo todo según las reglas—. Reviso mi
reloj. La compañía de mudanzas llegará en cualquier momento. Tan
pronto como estoy a punto de enviar un mensaje de texto a mi contacto,
un camión grande da la vuelta por la calle.
—Justo a tiempo—. Levi se frota las manos alegremente.
Tank, sin embargo, no está tan contento. —¿Qué es eso? No
necesitamos refuerzos externos....ni testigos—, refunfuña en voz baja.
—Confía en mí, Tank. Como dije, le prometimos a Olivia que no nos
meteríamos en problemas—. Espero a que el camión suba a la acera y
dos hombres salten.
—¿Zeke Audley?— El conductor alto viene a estrechar mi mano.
—Ese soy yo. Mi espejo de allí es Levi.
El hombre casi se tropieza con los pies para correr hacia mi
hermano. —Mierda, ¿Levi Audley? Fuiste un monstruo el fin de semana
pasado. ¿Tres saqueos? ¿Vas a ser profesional este año? Todo el mundo
dice que sí.
—Estoy concentrado en el juego contra la UC—, responde Levi. Sus
años de formación en medios de comunicación son útiles de vez en
cuando.
—Por supuesto que sí—. El conductor guiña el ojo. —Mierda. Nunca
hice la conexión cuando oí el nombre Audley. ¿Te importa si te pido que
le firmes un autógrafo a mi hijo?
—Con mucho gusto.
—Enseguida vuelvo.— El conductor alcanza a su asistente y los dos
proceden a susurrar excitados.
—Supongo que no vas a hacer nada tonto, ¿verdad?— Tank dice.
Parece un poco decepcionado.
—No te preocupes. Apuesto a que habrá algunos rezagados que
necesitarán que los animen—. Dejo a los de la mudanza en manos de Levi
y salto a los escalones de la fraternidad. No hay timbre, así que le digo a
Tank que puede resolver su agresividad golpeando la puerta. Sólo se
necesita una patada bien colocada y la puerta de madera se abre.
Camino dentro. Un chico de pelo flácido levanta la vista de su pipa
y grita.
—Hola. ¿Está tu presidente por aquí?
—¿Qu-qué?— El chico trata de meter su pipa bajo su pierna. Lo
quema y salta a sus pies, abofeteando su trasero.
Me froto la frente. Supongo que debería haber adivinado que estos
chicos eran tontos como la mierda, dado que fueron tras Olivia otra vez.
La mayoría de la gente hubiera echado un vistazo a las bolas fritas de su
hermano y mantenido a todos alejados de nuestra chica. La mayoría de
la gente no fumaría pipa de hachís en la sala de estar de su fraternidad
en un estado donde esa mierda no es legal.
—Está durmiendo.
—Será mejor que lo despiertes—. Finjo estar interesado en la
habitación, pateando los zócalos y abriendo armarios. Tank se dirige a la
cocina donde dijo que todas las cosas buenas estarían almacenadas.
—No puedes hacer eso—, me dice el chico.
Me volteo para mirar al chico, que es tan delgado que una brisa
fuerte podría partirlo en dos. Me cruzo los brazos sobre el pecho y le miro
por encima de la nariz. —¿Quién va a detenerme?
—Bueno, esta es nuestra casa y no puedes...
—Hay mucho licor aquí, junto con algo de lo que sea que es esto.—
Tank sostiene una bolsita de pastillas blancas.
—Esos son analgésicos—, grita el chico. —Es una receta legítima.
—¿Dónde está la botella?
—No... no lo sé.
—Buen hallazgo, Tank—. Por el rabillo del ojo, veo al chico patear
algo debajo del sofá.
—Veamos qué más tienen por aquí.— Con un movimiento de mi
cabeza, señalo a Tank para que me ayude.
El niño sabiamente se quita del camino y desaparece. Mientras él
sube las escaleras, Tank y yo levantamos y movemos el sofá. En el suelo
hay un montón de envoltorios, una caja de pizza vacía, un ratón muerto
y una caja donde encontramos hierba junto con otros objetos más duros.
Tank lo lleva a la mesa de la entrada donde dejó caer el alcohol y las
pastillas.
Tienen una sala de reuniones en algún lugar de esta casa. Apuesto
a que hay más drogas allí. Antes de que pueda encontrarlo, alguien más
mayor baja tropezando por las escaleras, tirando de las solapas de una
bata alrededor de su cuerpo.
—No sé quién te crees que eres, pero tienes que salir. Esto es
propiedad privada—. Lo dice con autoridad. Algunas personas
probablemente lo escuchan. Los tipos que están detrás de su hombro
están asintiendo con la cabeza.
—Sé que lo es.— Saco el paquete de papeles de mi bolsillo trasero.
—Y voy a necesitar que te vayas de la propiedad de mi cliente en la
próxima hora. Sé que es a corto plazo, por eso he contratado un camión
de mudanzas para ti—. Apunto hacia la puerta principal, que cuelga sin
fuerzas de una sola bisagra.
—¿Su cliente? Debe estar equivocado. Esta es la casa de los Alpha
Gamma y yo soy el presidente de los Alpha Gamma. Tendrá que irse antes
de que llame a la policía.
—Claro. Llama a la policía, si eso va a hacer que te muevas más
rápido. Me aseguraré de mostrarles esto.
Tank da unos pasos a un lado para que el presidente pueda ver el
alijo de drogas ilegales que hemos reunido. —Esto es todo lo que pudimos
localizar en los primeros cinco minutos de estar aquí, pero una vez que
la policía llegue, apuesto a que harán un mejor trabajo que nosotros.
El presidente se vuelve blanco como un fantasma, pero le reconozco
que no se da la vuelta y huye inmediatamente. En vez de eso, baja las
escaleras y se detiene a un metro y medio de mí.
—¿Qué es lo que quieres?
—Quiero que te vayas.— Sacudo los papeles.
Me los arranca de la mano. —¿Qué demonios es esto?
—Es una escritura de compraventa. Mira...— Pase mi dedo por la
parte superior donde las palabras —Escritura de Venta— están escritas
en mayúsculas y en negrita.
—Puedo leer eso. ¿Qué tiene que ver eso con...?— Se corta cuando
las palabras frente a él comienzan a registrarse. —¿Nuestro edificio fue
vendido?
—Así es. Una Olivia Moore ahora es la dueña, y en su nombre, estoy
aquí para informarles que es hora de que junten sus pequeñas y débiles
pollas en sus manos y se larguen de su propiedad—. Realmente necesito
ver cómo marcar su apellido con el nuestro.
El tipo rebusca frenéticamente en el contrato. —Hay una cláusula
de terminación de treinta días.
—No si el propietario tiene la creencia razonable de que se están
llevando a cabo actividades ilegales. Creo que tuviste una fiesta el otro
día en la que se permitía beber a los menores de edad. Tengo
declaraciones de varios estudiantes que lo admiten. También está el
asunto de las drogas.
Tank se aclara la garganta de nuevo y señala la mesa de drogas.
Tengo que girar la cabeza para no empezar a reírme. Hace una Vanna
White cojonuda.
El presidente pasa a la página con la cláusula de terminación, la lee
en voz alta y luego maldice.
—¡Que te jodan!—, grita, abandonando su pretenciosa actuación. —
Esto es ilegal. Espera a que mi padre se entere de esto.—
— Ponlo al teléfono—, le digo.
Levi aparece en la puerta. —¿Por qué el retraso? Los de la mudanza
se están aburriendo.
—No nos movemos—, dice el presidente.
—Entonces supongo que la policía tendrá que venir, lo que apesta
para ti. Me pregunto cómo se sentirá tu viejo al recibir una llamada sobre
tener que pagar tu fianza. Estoy seguro de que tu foto de la ficha policial
será bonita. Planeo publicarla en el tablón de anuncios del campus.
—No puedes jodidamente hacer eso.
—En realidad, sí puedo. Las fotos de la policía no son privadas—.
Saco mi teléfono.
—¡Espera!—, grita.
Miro hacia arriba.
—Espera.— Se desploma contra la pared. —Ve a buscar a Harry y a
Junior—, le dice a alguien detrás de él. Hay un murmullo de protesta y
nadie se mueve. —¡Ahora!—, grita, con la cara roja y las manos cerradas
en puños.
Hay una pelea y dos tipos son empujados al frente. Levi y Tank
vienen y arrastran a los dos chicos por el cuello.
—¿Eso es todo?—, dice el presidente.
—No. Todavía tienes que irte. Tienes una hora antes de que la policía
sea llamada. Siéntete libre de usar a los de la mudanza. Ya he pagado
por ellos.— Me acerco, le quito el contrato de la mano congelada del tipo.
—¿Por qué?—, grita tras de mí. —Entregué a los tipos que lo
hicieron.
No me doy la vuelta como digo: —Nunca debió haber pasado en
primer lugar.
Olivia

M
e despierto atontada, sentándome cuando creo que oigo a
alguien en el pasillo y envío mi teléfono volando hacia el
suelo. Ni siquiera puedo recordar si terminé mi llamada con
Erika o si me quedé dormida mientras hablábamos. Oigo un crujido
cuando cae al suelo, pero no me importa. Me apresuro a salir de la cama
pero me enredo en la sábana. Grito, pero no golpeo el suelo duro. Yo, sin
embargo, golpeo algo duro.
—Estan en casa—, digo, tratando de envolverme alrededor de Levi,
quien me atrapó antes de plantar cara en el piso de madera.
— Necesitamos alfombrar esta habitación—, dice Zeke mientras
libera la sábana para que pueda continuar arrastrándome por el cuerpo
de Levi. Le doy besos por toda la cara. Estoy tan aliviada de verlos en
casa a salvo.
—Tampoco hay sangre—. Me libero de Levi y vuelvo mi atención
hacia Zeke. No me deja esparcir besos en su cuerpo. Va directo a un beso
profundo, metiendo sus manos en mi pelo.
Levi se mueve detrás de nosotros. Me quita el pelo del cuello para
poder besarme allí. Gimo en la boca de Zeke. No hay nada que se pueda
sentir tan bien como cuando estoy entre los dos. Olvidé por un momento
que se escaparon en medio de la noche. Están tratando de distraerme de
nuevo, pero tengo preguntas que quiero que sean respondidas.
Retiro mi boca de la de Zeke para preguntar adónde fueron, pero
antes de que pueda decir una palabra, la boca de Levi se hace cargo. No
van a jugar limpio esta noche. Van a mantener mi boca ocupada para
que no pueda hacer preguntas. Sé cuándo escoger mis batallas y no voy
a luchar contra ellos por esto.
—Buena chica. No te pusiste nada de ropa—, respira Zeke contra mi
cuello antes de pellizcarme la piel allí. —Sabes cómo hacer que tus
hombres se sientan bienvenidos a casa. No tocaste nuestro coño mientras
no estábamos, ¿verdad, Livvie?—, me susurra al oído.
Desliza su mano entre mis piernas para rasguear mi clítoris
mientras una de las grandes manos de Leví me envuelve el pecho. Saben
cómo distraerme de la mejor manera. No estoy segura de poder quejarme
de ello. No cuando se siente tan bien.
Muevo mi boca de la de Levi para gemir. —Pero no lo suficiente para
mantenerlos en la cama—, finalmente me las arreglo. Mi cuerpo anhela
tenerlos dentro de mí. Quiero respuestas, pero también quiero esto.
—Sabes que tuvimos que hacerlo, cariño—, me dice Levi y vuelve a
rozar su boca contra la mía. Sus besos son siempre más suaves. Nadie
más lo sabría excepto yo. Me encanta que sólo yo sepa estas pequeñas
cosas sobre ellos.
—No puedes dejar que la gente piense que puede salirse con la
suya—, añade Zeke. Sé que tiene razón. Ambos hicieron lo que tenía que
hacerse, pero no puedo evitar preocuparme de que algo los aleje de mí.
Hemos esperado tanto tiempo para estar juntos. No voy a dejar que unos
chicos de fraternidad estropeen lo que tenemos. Espero que Zeke y Levi
les hayan dado lo que se merecían. Y lo que es más importante, espero
que les hayan mostrado cómo se comportan los hombres de verdad,
especialmente en relación con las mujeres.
—Confía en nosotros. No queríamos dejarte sola desnuda en la
cama—. Levi suena dolorido, como si recordara el momento. —Además,
sólo estábamos comprando cosas para ti.— Levi y Zeke comparten una
sonrisa y no estoy segura de querer saber lo que significan.
—¿Eran condones?— ¿Ves? Yo también hago chistes. Sus sonrisas
desaparecen instantáneamente. Ahora soy la única que trata de luchar
contra una sonrisa.
—¿Qué es un condón?— pregunta Zeke. Su mano se desliza por mi
estómago para tirar de mi pezón libre. Levi sigue jugando con mi otro
pecho. Su enorme mano hace que mis tetas, normalmente de buen
tamaño, parezcan pequeñas. Levi realmente parece que no sabe lo que es
un condón, o tal vez no puede creer que le hice la pregunta. Zeke está
dando lo mejor que puede. Al menos él cree que lo es, porque yo sólo saco
más el pecho por ellos.
—Es algo que nunca sentirás contra tu piel.— Zeke suelta mi pezón
y me acuna la barbilla en la mano. La levanta hasta que mis ojos se fijan
en los suyos.
—Hemos esperado mucho tiempo para tenerte. Los días en que algo
se interponía entre nosotros ya pasaron—, me dice. Mi corazón palpita.
Sé que no dejarían que nada se interpusiera entre nosotros otra vez. No
debería haberme preocupado de que hicieran algo que pusiera en peligro
eso. —Eso incluye condones, Livvie. Siempre te tomaremos desnudos—.
Desliza su mano por mi cuerpo y me introduce su grueso dedo en mi
coño. —Aquí—, dice Zeke. En el siguiente segundo Levi suelta mi pezón
y sube un dedo por mi pecho, sumergiéndolo en mi boca para que yo lo
chupe. Él procede a rozarlo por mi espina dorsal, haciéndome temblar.
Se detiene cuando llega a mi agujero arrugado y desliza la punta húmeda
del dedo dentro.
—Aquí. Entraremos en cada centímetro de tu cuerpo sin nada entre
nosotros—, gruñe Levi. Gimo mientras cada uno de ellos toca mis
agujeros.
Asiento con la cabeza. —¿Qué tal si me interpongo entre ustedes
dos?— Lamo mis labios. He estado muriendo por estar apretada entre
ellos dos mientras ambos están en mi interior. Los tres conectados a la
vez. Por alguna razón eso se siente más simbólico que un matrimonio.
—¿Crees que estás lista para eso?— pregunta Zeke, su voz profunda,
su control deslizándose. Puedo verlo en sus ojos.
—He estado lista para eso por más tiempo del que debería haber
estado—, respiro. Eso es siempre lo primero con lo que fantaseo cuando
me toco. Mi mente y mi cuerpo siempre han sabido lo que quieren.
Levi emite un gemido tan fuerte que retumba a través de mi cuerpo.
Quiero retorcerme en su agarre. Necesito moverme, pero no sé hacia
dónde deben ir mis caderas. Necesito que me guíen. Sé que lo harán, pero
me estoy impacientando.
— ¿Están listos?— Yo desafío, inclinándome hacia Levi y dejándole
cargar con todo mi peso aunque mis piernas estén sueltas alrededor de
Zeke. Le doy todo el espacio que necesita para jugar conmigo. —No me
permitieron tocarlos antes de que se fueran.— Finjo una mueca y fijo mis
ojos en Zeke antes de girar un poco la cabeza para poder mirar a Levi. —
¿Cómo pudieron evitar que los tocara? Saben que lo necesito. Sufro sin
eso—. Levanto las caderas.
La respiración de Levi se hace más pesada. Mueve el dedo cuando
levanto las caderas, asegurándose de que permanezca dentro de mí. De
hecho, añade un segundo dedo y los introduce más profundamente. Yo
lloriqueo en respuesta.
— La dejamos en casa sufriendo por nosotros.— Levi casi suena un
poco asustado.
—Pero lo arreglaremos—, responde Zeke. Levi asiente de acuerdo.
Miro a Zeke, que me está sacudiendo la cabeza.
—Lo arreglaremos todo, Livvie,— está de acuerdo, luego me aparta
de Levi y me tira a la cama. Antes de que pueda moverme, los dos están
sobre mí. Puedo decir por sus respiraciones pesadas que ambos están
tan nerviosos como yo. Levi sigue besándome mientras Zeke alterna entre
chuparme y morderme los pezones. Parece que su boca está en todas
partes. Me abruman de la mejor manera. Mi coño palpita con la necesidad
de ellos.
—Levántate, Livvie—, exige Zeke. Tanto él como Levi se bajan de la
cama y me arrastran con ellos. Hago lo que me dicen porque sé que
cualquier cosa que quieran de mí, mi recompensa será el placer.
— Sobre tus rodillas. Levi y yo estamos tan emocionados que
primero necesitamos aliviarnos en tu boca, dulce niña—, dice Zeke
mientras se acaricia la polla dura. — Deja que te manosee todo ese dolor.
Tenemos que darle a nuestra chica todo lo que pida—. Me pongo de
rodillas al instante, mi boca ya se me hace agua.
—Levi se va a comer tu coño mientras tú me la chupas, Livvie—, dice
Zeke mientras Levi se acuesta en el suelo.
—Siéntate en su cara, nena. Él va a hacerlo tan bueno para ti que
estarás gritando alrededor de mi polla—, gime Zeke, masturbándose.
Siento la primera lamida caliente de la lengua de Levi y casi me envía
al límite. La charla sucia de Zeke siempre me lleva al borde del abismo.
Zeke me acaricia la cara con la polla mientras Levi me devora el coño. Me
inclino hacia adelante y me chupo los labios. Saco la lengua y lamo la
gota de la punta de la polla de Zeke. Él gruñe de placer y agarra un
puñado de mi cabello, usándolo para apalancar mi movimiento y
empujarse más profundamente en mi boca. Me estira la boca y tomo todo
lo que puedo. Con ellos siempre tomaré lo que me den, sabiendo que todo
viene del amor que me tienen.
Levi

L
ivvie muele su coño en mi cara mientras Zeke empuja su polla
por su garganta. Hace un calor de cojones. Mi polla late con
necesidad. Voy a necesitar estar dentro de ella pronto o
terminaré pintando las sábanas con mi corrida.
La extendí con los dedos y la atravesé con la lengua. Encima de mí,
un sonido apagado de placer se escapa de Livvie.
—Joder, sí—. Zeke acaricia su mejilla. —Tómame, nena. Toma todo
lo que puedas. Eso es una buena chica. ¿Sabes lo sexy que te ves ahora
con tu boca llena de la polla? Chúpamela fuerte, nena.
Ella gime de nuevo, balanceando sus caderas hacia adelante y hacia
atrás.
—¿Quieres la polla de Levi dentro de ti? Tienes que correrte primero.
Tenemos que mojarte bien si nos quieres a los dos. Muéstranos cuánto
nos quieres dentro de ti.
Los primeros temblores de un orgasmo aprietan su cuerpo con mi
agarre. Ella trata de huir mientras su coño se vuelve ultra sensible.
Aprieto mi mano libre alrededor de su culo y la sostengo contra mi
implacable y merodeadora lengua.
— Eso es. Puedo sentir como quieres correrte. Estás temblando
como una hoja. Levi, hermano, sus ojos brillan. Ella quiere correrse.
¿Listo para el festín?
Tú lo sabes. Podría quedarme en esta posición para siempre con la
boca fija sobre su coño, bebiendo de la fuente de su corrida.
—Córrete para, Levi, nena. Llena de crema toda su cara.
Ella hace lo que Zeke ordena, derramando su crema sobre mi lengua
y mis dedos. Joder, es tan bueno. Soy adicto a ella. Quiero acostarme
aquí y succionar su clítoris y lamer su coño hasta que seamos polvo, pero
ella quiere más.
—Por favor, tómenme—, lloriquea. —Necesito más.
—Sé que sí—, Zeke la tranquiliza. —Pero tenemos que prepararte.
Tomo su jugo y le froto el agujero fruncido. Ella tiembla. Bajo una
mano por su espalda y le susurro: —Relájate, Livvie, nena.
Ambos la hemos follado más de una vez por aquí, pero sigue tan
apretada como la primera vez. Deslizo la punta de mi dedo para
prepararla.
—Mierda, eso se siente bien—, exhala.
Zeke masajea los pechos de Livvie, tomando su boca, dejando caer
besos a lo largo de su mandíbula. Su trasero se dobla alrededor de mi
dedo. Mi dolorida polla late. Me pongo de rodillas mientras Zeke levanta
a Livvie en su lugar, sobre la cabeza ancha de mi polla. Le froto el culo
hasta que la pequeña abertura se abre para aceptarme. Su jugo y mi
presemen lubrican el camino y me sumerjo, centímetro a centímetro,
lenta e insoportablemente.
Su cabeza cae sobre mi hombro. Los ojos vidriosos se encuentran
con los míos.
—Te quiero—, dice ella.
Tomo su boca, queriendo probar las palabras. Ella me besa y siento
el amor saliendo de ella. Esta chica, este precioso ser, ilumina cada
rincón de mi vida. No sé qué hice antes de conocerla, pero sé que no valió
la pena. La vida sólo tenía sentido cuando ella apareció.
Estamos listos, le digo a mi hermano.
El colchón se hunde mientras sube a su lugar al otro lado del cuerpo
de Livvie. Me recuesto lentamente, con cuidado de no perder ningún
contacto dentro de su agujero caliente.
—Sostén sus tetas por mí—, exige. —Quiero comerme a esos bebés
antes de follármela.
Ahueco las grandes masas en mis palmas para que mi hermano
pueda chuparle las tetas a Livvie. Ella suelta mi boca y grita de placer
cuando él da un largo tirón a la derecha. Pellizco la izquierda y ella tiene
convulsiones alrededor de mi pene. Los músculos anales me aprietan
tanto que casi pierdo el conocimiento.
—Joder, date prisa, tío— es todo lo que puedo decir.
Zeke extiende los muslos de Livvie. Mientras tanto, sigo pellizcando
y atormentando sus pezones. Entra lentamente en ella.
—¿Estás bien?—, comprueba.
Su cabeza se sacude ligeramente. Livvie está en otro plano ahora
mismo donde están todas las terminaciones nerviosas y los sentimientos.
Las palabras son difíciles.
Puedo sentirle al otro lado de la delgada membrana mientras se
desliza a casa. El aire de la habitación desaparece. Entro en el mismo
plano que Livvie, donde no hay nada más que su dulzura llenando cada
uno de mis sentidos. Su olor llena mis pulmones. Su gusto está en mi
lengua. Sus gritos de placer son todo lo que oigo. Su piel rosada y su
exuberante cabello rubio es todo lo que veo. Eso y su amor. Brilla
alrededor de esta habitación, se filtra en mis venas, envuelve mi corazón.
Al otro lado de su vaina, Zeke comienza a moverse. Yo sigo, entrando
cuando se retira, saliendo cuando empuja hacia adelante.
Livvie hace pequeños y desesperados gemidos. Puede que haya
formado palabras, pero no puedo distinguirlas mientras escalo hacia la
utopía. Su culo me agarra como un tornillo de banco y mis empujes se
hacen más duros, más rápidos. Zeke coincide con mi ritmo.
Nos movemos en armonía, más y más rápido, corriendo hacia el sol
brillante del éxtasis hasta que estalla como una lluvia de cometas,
lloviendo placer sobre nosotros tres. Mi corrida se derrama en su trasero
mientras ella convulsiona a mi alrededor.
—¡Te amo!— Grito. Zeke grita las mismas palabras, un eco mío. Sus
gritos se unen a los de ella hasta que es una reverberación interminable
de nuestro amor.

Después de regalar la casa de la fraternidad Alpha Gamma al club


de Ciencias Políticas, nos instalamos en una rutina. Para mí, eso consiste
en entrenamiento, fútbol, cuatro clases y el amor de Livvie. El último es
el más importante. Ella parece feliz. Está sonriendo mucho.
Zeke le pregunta cómo puede estar de buen humor cuando sus
clases son tan aburridas.
—Porque sé que estás detrás de mí sufriendo—, se burla de él.
La rutina de Zeke es seguir a Livvie durante el día y escribir códigos
por la noche. Nunca se va a graduar, pero no le importa. Entre el dinero
de su venta de software y mi inminente contrato con la NFL, todos
estaremos listos de por vida.
Los domingos son los mejores porque es mi único día libre. Zeke y
Livvie se aseguran de que toda su mierda se arregle para que podamos
pasar el día juntos. Este domingo es un domingo especial. Le vamos a
pedir a Livvie que se case con nosotros en las vacaciones de Navidad.
Primero, tenemos que hablar con las madres.
Las dos están preocupadas por nosotros y por cómo vamos a hacer
que funcione este trío. En el campus, hemos sido capaces de asustar a
todo el mundo para que guarden silencio. El desalojo de los chicos de la
fraternidad sacudió a la gente. Pero salimos del campus para comer,
beber y comprar comestibles. Fuera del campus, no podemos controlar a
los extraños. Es demasiado grande. El mundo es demasiado grande para
que podamos amenazar, intimidar y proteger a Livvie como queremos, lo
que significa que habrá flechas en su camino. Hacemos lo que podemos
para asegurarnos de que las púas no piquen demasiado fuerte, y Livvie
parece estar en paz, que es todo lo que realmente importa.
Ahora, si tan sólo pudiéramos convencer a las madres de esto.
—¿Estás listo, hermano?— Froto mis sudorosas palmas sobre mis
muslos cubiertos de sudor.
—No.— Se ve pálido mientras juega con la cámara.
Livvie está desmayada por una buena ronda de sexo matutino.
Trabajamos muy duro con la esperanza de que se quedara dormida
mientras hacíamos esto.
—Eso es alentador—, digo sarcásticamente.
Me mira con irritación. — Sabrías si te mintiera, así que, ¿cuál es el
punto? Estoy nervioso como el demonio. Si una de ellas dice que no,
vamos a decepcionar a alguien que nos importa y eso no me gusta.
Serían las mamás a las que estamos decepcionando porque en este
momento no hay vuelta atrás. No es que llegara el momento de entregar
a Livvie.
—Acabemos con esto—, digo, como si yo no estuviera sudando balas.
Zeke se aclara la garganta cuatro veces antes de llamar a nuestra
mamá. Apenas tiene tiempo de instalarse a mi lado antes de que ella
responda.
—Mis bebés—, dice ella. —Mis dulces bebés.
—Mamá—, me quejo. —No soy un bebé.
—Eres mi bebé. Tú también, Ezekiel. ¿Cómo están los dos esta
mañana? ¿Fuiste a correr, Levitico? Espero que no estés pasando mucho
tiempo frente a tu ordenador, Ezequiel. ¿Llevas las gafas como se supone
que debes? Tus ojos parecen cansados.
Zeke se frota una mano en la frente. —Estoy bien, mamá. Y, sí, llevo
puestas mis gafas.
Parece cansado porque estuvimos despiertos cuatro horas, tratando
de agotar a nuestra chica. Uno pensaría que una pequeña hembra no
tendría tanta energía. Pensarías eso, pero estarías equivocado.
—Entonces necesitas dormir más. ¿Cómo está nuestra Livvie?
¿Están cuidando bien de ella?
Trato de no sonrojarme. Me esfuerzo mucho, pero siento que el calor
se me sube por el cuello. Zeke tose en su mano antes de responder: —Sí,
mamá. Estamos cuidando de ella.
—Bien. Sé que Sonya estaba preocupada, pero le aseguré que
ustedes dos cuidarían de Livvie.
Le doy un empujón a mi gemelo. Ahora es el momento de sacar el
tema.
Me mira fijamente por un segundo, pero se aclara la garganta de
nuevo, una clara señal de que tiene algo que decir y no sabe cómo decirlo.
Ma reconoce el aviso de Zeke inmediatamente e inclina la cabeza. —
¿Qué pasa, cariño?
— Bueno, sobre Olivia.
Los ojos de mamá se entrecerraron. —¿Qué pasa con ella? ¿Se
lastimó?
—No, mamá. No está herida. Ella está bien.
Está en coma por correrse tan fuerte cuando la penetramos
doblemente hace una hora.
¿Puedes no enviarme esas imágenes a la cabeza mientras hablamos
con nuestra madre? Zeke frunce el ceño.
Lo siento. Y lo intento, pero no pude evitarlo.
—Entonces, ¿qué pasa con ella?— Mamá se está impacientando.
—Queremos casarnos con ella—, le solté.
—¡Levi!—, grita mi gemelo.
—¿Qué?— grita mamá.
Me froto la parte superior de la oreja. —Ambos la amamos. Tú lo
sabes. Y por eso queremos pedirle que se case con nosotros.
— ¿Casarse con ustedes?— Su voz está ascendiendo a un tono que
no sabía que podía llegar tan alto.
—Pensé que íbamos a facilitarle las cosas—, refunfuña Zeke.
—Estabas tardando demasiado—, argumento. —Además, tenemos
que hacer otra llamada.
—No, no lo harás—, dice mamá débilmente. El fondo de la pantalla
se desdibuja, y cuando Ma deja de moverlo aterriza en la conmocionada
cara de Sonya Moore.
Zeke se cubre la cara y se desliza de su silla al suelo. Mi mandíbula
se cae. La cierro con un empujón y luego la saludo. —Hola, Sra. Moore.
La Srta. Moore parece angustiada. Como si se hubiera comido un
gato muerto. —Prometisteis que esperaríais—, gimotea.
—Lo hicimos—, me apresuro a decir. —Esperamos hasta su
cumpleaños. Juro que nunca rompimos nuestra promesa. Y ella estaba
lista. Ella nos quería...
Una gran mano me cierra la boca. Zeke ha reaparecido. —Sra.
Moore, lo que Levi está tratando de decir es que esperamos hasta que
Olivia nos dijo que estaba lista.
—Es sólo un bebé. No sabe si está lista—, dice la Sra. Moore.
Esto no va como lo planeamos. ¿Cómo le explicamos a la Sra. Moore
que Olivia estaba lista, sin comentar la mierda que ha pasado en el
campus? ¿O cómo Olivia nos ha dominado desde que llegó aquí? ¿O cómo
si no nos hubiéramos rendido en su cumpleaños, nos habría arrastrado
por las brasas?
Miro a Zeke, que se supone que es el inteligente, pero no tiene
palabras.
—Estoy lista—, dice una voz clara y alta detrás de nosotros.
Zeke y yo nos giramos al mismo tiempo para ver a Olivia vestida con
una hermosa bata de satén blanca que le compramos extendida por suelo
de la habitación y abriéndose paso entre nosotros.
—Hola, mamá—. Ella sonríe.
Olivia

M
i sonrisa es apretada mientras trato de enfriar la ira que
hierve a fuego lento dentro de mí. Mamá y yo siempre
hemos estado unidas. No sé por qué me molesto con la
sonrisa falsa cuando ella lee mis ojos fácilmente. Siempre hemos sido ella
y yo. Hasta los gemelos, claro.
—Livvie Campanilla—. Su tono es suave. Puedo decir que no está
segura de cómo manejarme. Para ser honesta, tampoco estoy segura de
cómo manejar esto. Estar enfadada con mi madre no es algo a lo que esté
acostumbrada. Nunca pasé por esos años rebeldes de la adolescencia
como todos los demás. Vi lo duro que trabajaba para mantener un techo
sobre nuestras cabezas y me aseguré de hacer lo que se suponía que
tenía que hacer. Fui a la escuela, saqué buenas notas y me mantuve
alejada de los problemas.
Siempre he hecho lo que se esperaba de mí. Nunca quise hacer nada
difícil porque mi mamá era una gran mamá y no iba a complicarla la vida,
incluso cuando no estaba de acuerdo con algo que ella decía. La vida era
bastante difícil sin complicaciones añadidas. Aprendí eso desde que me
fui de casa.
Miro su cara, tan parecida a la mía. —No voy a pelear contigo
también, mamá.— Veo como sus ojos se abren de par en par por un
momento. —Tendremos suficientes batallas en la vida. Tú eres mi mamá.
Mi equipo de Mujeres Maravillas—, le recuerdo. Es una tontería que
solíamos llamarnos a nosotras mismas. Habíamos crecido así, como un
equipo. Quiero que siempre seamos así, pero ya no estoy dispuesta a
sacrificar mi felicidad por ello. Cielos, han pasado unos años desde que
nos llamamos ese tonto pero significativo nombre. Mis ojos se fijan en
mis hombres y mi corazón se aprieta. Ahora formo parte de otro equipo
con mis hombres, pero todavía quiero a las Mujeres Maravillas. Mi mamá
me crió para ser quien soy hoy y necesito su apoyo ahora más que nunca.
Cuando miro de nuevo a la pantalla, sus ojos están llenos de
lágrimas. —Mamá, no llores.— Mis propios ojos se llenan, también.
Intento luchar contra ellas, sabiendo que nos pondrán a todos nerviosos.
—Siempre seremos nuestro equipo, pero ya no soy una niña. Querías que
me encontrara a mí misma. Aquí estoy, diciéndote que lo encontré.
Sus hombros caen. Está aceptando lo que estoy diciendo. —Eres la
mejor madre que podría haber pedido. Olvídate de eso, fuiste la mejor
mamá y papá que pude haber pedido. Me hiciste fuerte. No sólo debes
tener fe en mi capacidad para tomar la decisión correcta, sino también
creer que me criaste bien. Deberías saber que estoy eligiendo lo que
quiero porque me has convertido en una mujer fuerte—. Quiero que vea
que ella es parte de esto. La necesito a mi lado y no quiero pasar por la
vida sin que ella apruebe uno de los viajes más importantes que voy a
hacer. Lo haré sin su bendición si es necesario, pero no quiero que sea
así entre nosotras.
—Estamos juntas, mamá—, le recuerdo.
—Siempre juntas—. Ella asiente con la cabeza. Da un largo suspiro
y sé que finalmente lo está entendiendo. —Sé que tienes razón, Livvie
Campanilla. También sé que esos hombres cuidarán de ti. A veces olvido
que ya no eres una niña. Mirarte ahora mismo me recuerda que ahora
eres una mujer. No has estado fuera mucho tiempo, pero has florecido
mucho. Lo veo por toda tu cara.— Ella sonríe. —Siempre serás mi niña
pequeña.
—Siempre planeo serlo—, respondo instantáneamente. —Siempre
necesitaré a mi madre.
—Y siempre estaré aquí.— Esta vez no puedo luchar contra la
lágrima que se desliza libremente. Voy a limpiarla, pero Levi se me
adelanta mientras Zeke me mete en su regazo y me besa el cuello.
—Bebé—. Levi se inclina, besando el resto de mis lágrimas. Olvidé
por un momento que nuestras madres nos miran. Mis ojos vuelan de
vuelta a la pantalla y están sonriendo.
—Estás viviendo allí, ¿no?— Mamá me levanta la ceja. Mis mejillas
están calientes. No sólo por lo que eso implica, sino porque siento la polla
dura de Zeke presionada contra mi culo. Lucho contra la necesidad de
cambiar de posición en su regazo. Levi se retira de acariciarme como si
también olvidara que nuestras mamás nos están observando.
—Más o menos—, lo admito. No le voy a contar lo de mi dormitorio.
Sólo la preocuparía, y además estoy eligiendo quedarme aquí. Iba a
empezar a quedarme allí incluso antes de que la habitación fuera
destrozada. Ahora tomo mis propias decisiones y reglas. Otros pueden
intentar, imponer y decir lo que quieren, pero no voy a dejar que eso
afecte a mi felicidad nunca más.
Me he encontrado a mí misma. Veo que el mundo puede ser un lugar
mezquino, pero es mucho más fácil cuando tienes a la gente que amas a
tu alrededor. El mundo es también un lugar maravilloso que me dio una
gran mamá, dos hombres para amarme y una nueva amiga en Erika.
—¿Y no te han pedido que te cases con ellos? ¿No se dan cuenta de
lo que tienen?
Me río. Su burla rompe toda la tensión en la habitación. Siempre fue
buena haciéndome sentir más ligera y amada.
Tanto Levi como Zeke actúan ofendidos por la broma de mi madre.
Estoy bastante segura de que no es una actuación. Levanto la barbilla
con suficiencia. —No.— Frunzo mi nariz en la contemplación. —¿Eso me
hace soltera?— Sonrío, confiada en el conocimiento de que conozco cada
uno de los botones de mis hombres y cuándo apretarlos.
— Hijo de...—
—¡Ezekiel!— Christina le grita a Zeke, cortando su maldición.
Tiemblo con una risa apenas contenida. Zeke aprieta mi cadera porque
ahora estoy rebotando en su erección. Será mejor que se acostumbre,
ahora que sé por qué tuvimos el maratón de sexo. Estaban tratando de
noquearme. Dos pueden jugar este juego.
—Lo siento, mamá—, dice Zeke en un cruce entre un murmullo y
un gruñido. Levi se ríe con su tono.
—Creo que tus chicos saben lo que ella necesita—, dice mi mamá,
haciéndome sonreír. — Traedla a casa para que me vea pronto. Extraño
a mi chica.
—Lo haremos, Sra. Moore—. Levi asiente con la cabeza.
—Creo que ya pasamos la Sra. Moore—, añade con un guiño. El
guiño me hace pensar que me perdí algo de lo que se dijo por teléfono
antes de interrumpir su conversación. Lo dejaré pasar por ahora. En
realidad me gusta el hecho de que tienen un secreto con mi madre. Me
demuestra lo mucho que se llevan bien y se aman.
—Voy a volver a dormir.— Intento levantarme, pero el agarre de Zeke
es demasiado firme. Me vuelvo para mirarlo fijamente.
—¿Quieres decir esa mierda otra vez?— Mueve una ceja hacia mí.
—¿Qué?— Finjo no saber de qué está hablando. Levi cambia de
puesto, deslizándose entre mis piernas, pero mantengo mis ojos
entrenados en la desafiante mirada de Zeke. —Que estoy can...— La boca
de Levi me calla antes de que pueda sacar el resto de las palabras. ¿A
quién estoy engañando? Dos no pueden jugar este juego. Siempre me
rendiré cuando tengan sus manos sobre mí.
Abro la boca y dejo que la lengua de Zeke se deslice mientras Levi
me quita la bata.
Todos ganamos realmente. Porque esto no es un juego. Somos
nosotros tres.
Levi

M
e despierto la mañana de mi boda antes del amanecer.
Aunque mi temporada terminó en enero con una victoria
en el Campeonato Nacional, mi cuerpo piensa que todavía
debería estar entrenando. Debato tratando de convencerme a mí mismo
de volver a dormir, pero los pequeños y apagados tintineos en la cocina
me hacen buscar una camiseta y una sudadera.
Salgo de puntillas del dormitorio, dejando a mi hermano boca abajo
en su cama. Sus largas piernas cuelgan de los extremos y las mantas
están mayormente en el suelo. Le costó mucho dormir con Livvie metida
en el dormitorio de su infancia en la puerta de al lado.
Nuestras madres nos separaron en cuanto llegamos a casa. Mamá
Moore declaró que hasta que nos casamos, no había manera de dormir
en la misma cama. También quería que esperáramos a que Livvie se
graduara, pero todos nos pusimos manos a la obra. Algunas cosas no
eran negociables y finalmente ser una unidad fue una de ellas.
En la cocina, mamá está trabajando. Un vago recuerdo de ella
anunciando que iba a hacer pastelitos de canela para el desayuno salta
por mi mente. Voy y le doy un abrazo de vuelta.
—¿Qué haces levantado?— Ella dice, acariciando mi mano con su
muñeca. Sus dedos están llenos de harina y masa.
—Corro todas las mañanas antes del entrenamiento. Es bueno para
mi sistema cardiovascular—. Pellizco un trozo de masa y me lo meto en
la boca. —Además, ya sabes,— le hago un guiño y me apoyo en el
mostrador, —es el día de mi boda.
Una sonrisa ilumina las comisuras de sus labios. —Así es. No puedo
creer que mis hijos se vayan a casar.
Escabullo otro trozo de pasta. —Por fin vas a tener la hija que
siempre quisiste.
Mamá me da una palmada en la mano. — Vete a engrasar la bandeja
de galletas antes de comer todo esto—, ordena. —Y sí, estoy encantada
de que Livvie sea mi hija. Siempre he pensado en ella como si fuera mía—
, dice mamá como si no lo supiéramos ya.
Encuentro una barra de mantequilla al lado de la bandeja para
galletas, desenvuelvo la parte superior y me pongo a trabajar. —Nadie lo
hubiera adivinado por la forma en que le comprabas regalos casi todas
las semanas.
—Como si ustedes dos no me estuvieran incitando siempre—,
replica mamá.
No digo nada porque somos culpables de los cargos. —¿Todo lo
demás está listo?
—Sí. Aunque no tendremos tanta gente como esperaba. Algunos
decidieron no venir en el último minuto.
Ese era el lado de la familia de mi padre. La madre de papá piensa
que la homosexualidad es un pecado y que las mujeres deben estar en la
cocina. Sin duda cree que la unión entre Zeke, Livvie y yo es abominable.
—Prefiero no tener gente que vaya a hacer sentir mal a Livvie.
—Estoy de acuerdo, cariño.— Espolvorea canela y azúcar sobre la
masa aplastada y luego lo enrolla todo en un tubo apretado. —Odio que
tengas que lidiar con esto.— Ella mira la masa. Extiendo la mano y libero
el cuchillo antes de que mutile los rollos de canela. Suavemente, la hago
a un lado y corto el tronco de masa en círculos más pequeños.
—Está bien. Sabemos que no todo el mundo es de mente abierta,
pero sorprendentemente muchos lo son—. Mis compañeros de equipo en
los Leopards me han apoyado en su mayoría, pero eso puede deberse a
que soy el mejor lanzador de pases de la nación y ninguno de ellos quiere
hacerme enfadar.
Ambos cargamos la bandeja, para hornear galletas, engrasada. —
Me preocupo por ti, Levi. Tú más que tu hermano. Sé que esta ceremonia
es para los tres, pero sólo uno está legalmente ligado a Olivia.
—Lo sé.
—No eres lo suficientemente exigente.
Me reservo una sonrisa. Si supiera lo que hice en el dormitorio, no
diría eso.
—Si es algo que quiero, lo pido, pero ella va a tener mi nombre,
llevará mi camiseta, llevará mi piedra—, le compramos un anillo de
compromiso de tres piedras para representarnos a todos nosotros, —y
gritará mi nombre....
—¡Levítico!—
—...cuando se enfade.— Parpadeo inocentemente. —¿Qué creías que
iba a decir? Dios, mamá, saca tu cabeza de la alcantarilla.— Mientras
ella chisporrotea, meto los rollos en el horno. Puse el temporizador y
regresé. —No te preocupes por eso. Lo tenemos todo planeado. Es más
fácil para Zeke ser el que está casado con Livvie. Estoy en el ojo público
y si ella estuviera casada conmigo, habría un montón de chismes y
mierda. La estamos protegiendo de esta manera. Además, no me importa
lo que hay en un pedazo de papel. Sé lo que hay en el corazón de Livvie.
Yo. Estoy ahí dentro. Junto con Zeke. Su corazón es lo
suficientemente grande para los dos.

Zeke

—Mis manos están sudando—, le susurro a mi hermano. —¿Estoy


nervioso? ¿Por qué estoy nervioso?
Sus ojos están pegados a la puerta que Olivia bajará. —No lo sé,
hermano. ¿Por qué estás nervioso? ¿Crees que no vendrá? ¿Crees que
está en un coche huyendo de nosotros?— Él sonríe. El gilipollas sonríe.
Si no hubiéramos estado frente a cientos de personas y un ministro,
habría podido llegar y tratar de estrangularlo. Desde que tiene a Olivia
en su cama, ha ganado una nueva confianza y se nota en todos los
aspectos de su vida. Era bueno en el campo y ahora es genial. No le lleva
tiempo hacer sus tareas escolares. Y, se ha vuelto muy exigente en el
dormitorio lo que para Olivia está realmente funcionando y lo que sea que
funcione para ella, me excita. Nuestra vida sexual nunca ha sido más
explosiva.
Por otro lado, desde que fijamos la fecha de la boda, he estado
perdiendo la cabeza, asegurándome de que tenemos la licencia,
comprando el anillo, comprando nuestros esmóquines. He tenido que
ocuparme de los detalles porque Levi estaba ocupado con el fútbol. Ahora
que el evento está aquí, uno pensaría que podría relajarme, pero estoy
tan tenso como un reloj. ¿Podría Olivia mover su dulce culo fuera de la
puerta para que podamos decir nuestros votos y luego terminar con este
circo? Me tiré de la corbata. A mi lado, mi hermano sádico se ríe en
silencio.
La música cambia y todos se levantan como si estuvieran
encadenados. Las puertas de atrás se abren y la visión que aparece
delante de mí es tan bella que se me hace cegadora, hasta levanto la
mano y sombreo mis ojos.
Olivia está vestida con un vestido blanco de princesa. Un velo de
película cubre su rostro, pero puedo ver su sonrisa audaz debajo. La
ansiedad que me había llenado antes de que ella apareciera desaparece
repentinamente.
Ella está aquí. Por fin está aquí, joder. Vamos a decir nuestros votos,
los tres, delante de nuestros amigos y familiares. El lunes, Olivia y yo
iremos a los juzgados y firmaremos algunos papeles que el gobierno
necesita, pero hoy es el día que importa. Hoy es el único día que importa,
ya que es el día en que hacemos nuestros votos de amarnos y apreciarnos
unos a otros hasta la muerte.
Las dos señoras Moore llegan delante de nosotros. Luego, como
practicamos, Olivia se levanta el velo y se interpone entre mi hermano y
yo. Juntos, nos enfrentamos a la multitud. Mamá Moore se une a nuestra
madre y detrás de nosotros el ministro levanta las manos.
—A nuestros queridos amigos y familiares que se han reunido hoy
aquí para presenciar la unión de estos dos hombres y esta mujer,
¿apoyarán, protegerán y amarán el matrimonio de estos tres?
—Lo haremos—, responde la multitud sin dudarlo. Incluso hay
aplausos en la parte de atrás. Levi levanta el puño y un grito resuena.
Diré lo siguiente sobre el equipo de fútbol, lo lograron a lo grande. Los
asientos están llenos gracias a ellos y sé que ver todas estas caras de
apoyo está llenando el corazón de Olivia de alegría a lo grande.
—Entonces comencemos. Levítico, Ezequiel, Olivia, por favor,
enfréntense a mí y prepárense para decir sus votos.
Hacemos lo que nos pide. Olivia pone una de sus manos en cada
una de las nuestras.
—Queridos hermanos, estamos aquí reunidos para presenciar la
sagrada unión entre Levítico Audley, Ezequiel Audley y Olivia Moore. Este
es un evento honorable, uno en el que se entra con un corazón serio y
una mente sobria.
Tío, ¿cómo hemos tenido tanta suerte? pregunta Levi. Quiero decir,
mírala. Es tan jodidamente hermosa. No nos la merecemos.
Al carajo si lo sé. No lo estoy cuestionando.
—Chicos, ¿podéis no hacerlo? Estamos en medio de nuestra boda—
, sisea Olivia. —Puedo oírte hablar en mi cabeza, y es súper distractor.
—Lo siento—, murmura Levi.
—Lo siento—, respondo.
El ministro mira de uno a otro y el otro y luego se ríe a carcajadas.
—Puedo decir que Olivia ya los tiene a ustedes dos bajo control. Menos
mal que omitimos la parte de obedecer.
La multitud se vuelve loca y nosotros también. Aprieto la mano de
Olivia con fuerza. Es un milagro que nos hayamos encontrado. Es un
milagro, pero también está destinado a serlo. Los tres somos tal para
cual. Para siempre y amén.
Livvie
Tres años y medio después

M
iro mi teléfono, que he mantenido escondido en la manga
de mi vestido de gran tamaño. Esta cosa es una caldera
aquí en el calor de mayo. Juro que es el mayo más caluroso
de la historia. Yo sofoco un bostezo mientras miro la pantalla de mi
teléfono. Casi se me cae el teléfono en el proceso, pero de alguna manera
me las arreglo para agarrarlo antes de que toque el suelo.
Parece que hay un millón de textos, todos ellos de mis maridos y de
Erika. No hago clic en el texto del grupo del centro. Sólo voy directa a los
mensajes de Erika. Sigo fingiendo estar enfadada con ellos. No estaban
de acuerdo con que no llevara nada debajo de la toga, pero hace mucho
calor aquí. También podrían ser mis hormonas que me hacen sentir como
si estuviera en un horno. Voy a culpar a eso mientras pueda. Los dos han
estado encima de mí hoy y no de una manera sexy tampoco. Tal vez ya
me descubrieron.
De cualquier manera, entre el calor y lo aburrida que es esta
ceremonia, quiero acostarme y tomar una siesta. El sonido de la mujer
hablando en el podio es tan repetitivo que me hace dormir. Con suerte
dejará de hablar pronto. Si no, voy a ser un fracaso. Debería estar
escuchando, pero mi mente está en otra parte. Estaba tan emocionada
por lo de hoy, pero no porque me voy a graduar. Tengo un secreto que
quiero compartir con mis maridos.
He estado guardando este secreto durante más de dos días. Me
muero de ganas de soltar la lengua. Casi se me ha escapado unas veinte
veces en veinticuatro horas. No puedo imaginarme tratando de retenerlo
por más tiempo. Nunca fui buena escondiendo cosas de los gemelos. Sé
que si sigo así mucho más tiempo, se darán cuenta de que algo está
pasando.
Erika: Despierta ahí arriba. ¡Tank y yo apenas estamos reteniendo
a estos dos!
Me siento más derecha en mi asiento. No quiero que vengan
irrumpiendo entre la multitud de gente entre la que estoy sentada. Todo
el mundo sabe lo agresivos que pueden ser esos dos gigantes cuando se
trata de mí. A ninguno de ellos les importa una mierda a quién tienen
que pisar para llegar a mí. Me río de la idea. Ni siquiera encajarían si
trataran de entrar en las filas de la gente. También serían bombardeados
por gente pidiendo autógrafos. La cara de Levi es tan conocida ahora y
Zeke tiene que sufrir las consecuencias sólo por tener un ADN idéntico.
Incluso firma autógrafos para Levi cuando la gente lo confunde con su
gemelo. Es más fácil fingir que explicar que, no es Levi, sino que se parece
mucho a él.
La fama es a la vez molesta e impresionante. Estoy muy orgullosa
de Levi por su éxito, pero a veces nos retrasa. Pero tiene sus ventajas. La
fama de Levi me ha llevado al frente de la fila muchas veces. Anoche fue
increíble porque me salté la fila en la panadería y me agarré una
magdalena. Me dije a mí misma que no tenía que sentirme culpable por
ello porque estaba comiendo por dos. Mi estómago retumba fuerte,
haciendo que la chica que estaba a mi lado me mirara.
—No voy a vomitar—, intento tranquilizarla. Ya lo hice esta mañana.
Me alegro de que mi apetito haya vuelto. Pero me pillaron vomitando.
Vomito una vez y mis maridos actúan como si el mundo se acabara.
Estaban tan alterados porque yo estaba enferma. Traté de fingir, pero
estaban encima de mí. Me sentí aliviada cuando no había otra opción que
separarnos. Tuve que tomar asiento en la graduación, pero sabía que se
iban a preocupar durante toda la ceremonia. Le di a Zeke una mirada de
advertencia, recordándole que no hiciera nada. Si no lo hubiera hecho,
probablemente estaría entre los dos ahora mismo. Zeke probablemente
habría entrado en el sistema de la escuela y cambiado la distribución de
asientos. Podía verle añadiendo nombres para que él y Levi estuvieran en
los asientos a cada lado de mí.
Sabía que tenía que desviar su atención a otra parte, así que sugerí
que no llevaría nada debajo de la toga. Esa era la única idea que se me
ocurría para distraerlos. No fue la mejor idea que he tenido en mi vida,
pero funcionó. Inmediatamente fruncieron el ceño y se olvidaron de los
vómitos.
—Gracias a Dios—, murmuro cuando mi fila está en pie. Esta cosa
finalmente se está moviendo. Sigo la línea de los estudiantes a medida
que cada uno recibe su diploma. Mi humor está mejorando. Cada paso
que doy es otro más cercano a mis maridos y a nuestro futuro juntos.
Estoy emocionada por lo que nos depara el futuro.
Sonrío cuando la mujer dice mi nombre.
—Olivia Audley—. Cruzo a zancadas el escenario mientras las
ovaciones suenan. Soy la última de nuestro grupo que se gradúa. Bueno,
Zeke no cuenta. Como siempre, “seis cinco” es coreado por la multitud.
Esto es un guiño a Levi y al apellido Audley. No sólo hace referencia a su
altura, sino también al número de la parte trasera de su camiseta. Cada
vez que se anuncia el nombre de Audley, oirás los aplausos de “seis cinco”
muy de cerca. Tengo una lágrima en los ojos de que el cuerpo estudiantil
me muestre la misma señal de respeto. Estoy tan orgullosa de mis dos
hombres. Hoy es un día que todos celebraremos durante mucho tiempo.
Todo el mundo sabe que les pertenezco a ellos y ellos a mí. La gente
ahora entiende que dondequiera que yo esté, ellos también estarán. Así
es como siempre será.
Al bajar las escaleras desde el podio, los veo a los dos parados allí
esperándome. Salto de los dos últimos escalones y Levi me atrapa.
—Livvie—, advierte Zeke, pero lo veo luchar con una sonrisa. Todos
sabíamos que Levi me estaba atrapando. Ninguno de los dos me dejaría
caer.
—¿Te sientes bien?— Levi lo sigue, con cara de preocupado.
—Sáquenme de aquí y fuera de esta toga—, dije, abanicándome la
cara. A Levi no hay que pedírselo dos veces. Ya se está moviendo.
—Tenemos una hora—. La voz profunda de Zeke hace que mis
pezones se endurezcan. Está siguiendo el ritmo de Levi, que me lleva
directamente a nuestra casa. Había olvidado que tenemos planes para
cenar con nuestras familias para celebrar mi graduación con mi título de
Artes Liberales.
—Alguien está emocionado por empezar a intentar tener un bebé—,
bromeo. Levi sólo gruñe. Los ojos de Zeke se dirigen a los míos, y yo trato
de leer su cara. Pensé que la cuenta atrás para mi cumpleaños y todo lo
que implicaba sería lo primero y lo último de este tipo de cosas en nuestra
relación. Me equivoqué en eso. Lo siguiente fue la cuenta atrás del bebé.
Hace tiempo que quiero un bebé. Ellos también quieren uno, pero
querían esperar hasta que terminara la universidad. Al principio me
pareció bien y disfruté del tiempo que pasamos juntos, pero en los
últimos meses tuve fiebre infantil. Cada vez que veía a un bebé, me
derretía en una pila de baba. Me imaginaba a mí misma sosteniéndolos
y amándolos. Empecé a presionar a mis maridos en los últimos meses.
Pero tienen mucha fuerza de voluntad y lo hacen difícil.
Cuando nuestros ojos se bloquean, sé que conocen mi secreto. —
¡¿En serio?!— Yo grito. No sé si debería estar irritada o feliz. No puedo
ocultarles nada, pero es porque están tan en sintonía conmigo. —¿Cómo
lo supisteis?— Suspiro.
—Tu cuerpo nos lo dijo, nena.— Levi me pone un beso bajo la oreja.
—Sabes que todo lo que quieras lo consigues.
Dejó de caminar por un momento y me miró. Lo sé. Me dan todo lo
que quiero. Siempre dicen que ellos son los afortunados, pero soy yo
quien tiene suerte. Zeke se me acerca por detrás y me da besos en el
cuello.
—Ya no somos nosotros tres—, les digo oficialmente.
—Somos todos nosotros—, decimos al unísono.
—Va a ser un niño—, añade Zeke. Hay una pizca de pánico en su
voz, y tengo que tragarme mi risa porque de alguna manera sé que será
una niña... Pero resulta que ambos estábamos equivocados. Y en lo
cierto. ¡Gemelos!

Ya he tenido algunas preguntas sobre Tank y Erika, así que no te


mantendré en suspenso. Si! Tank y Erika tienen su propia historia dulce
y apasionada.

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