La Declaración de Seneca Falls

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 2

La Declaración de Seneca Falls (1848).

Cuando en el curso de los acontecimientos humanos se hace necesario para una parte de
la familia humana asumir entre los pueblos de la Tierra una posición diferente a la que
había ocupado hasta entonces, pero uno posición a la que las leyes de la naturaleza y las
de Dios avalan, un conveniente respeto al juicio de la humanidad exige que declare las
causas que lo impulsan en otra dirección.

Sostenemos que estas verdades son evidentes por sí mismas: que todos los hombres y
mujeres han sido creados iguales; que están dotados por su Creador de ciertos derechos
inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; que
para asegurar estos derechos se instituyeron los gobiernos, que derivan sus poderes
legítimos del consentimiento de los gobernados. Siempre que cualquier forma de
gobierno se vuelva destructora de estos principios, quienes sufran tal cambio tienen el
derecho de negar su lealtad hacia él y de insistir en la institución de un nuevo gobierno
que se funde en estos principios, así como de organizar sus poderes en la forma que
juzguen ofrecerá las mayores probabilidades de alcanzar su seguridad y su felicidad.
[…] Tal ha sido el paciente sufrimiento de las mujeres bajo este gobierno y tal es ahora
la necesidad que las obliga a exigir la igualdad de condición a la que tienen derecho.

La historia de la humanidad es una historia de repetidos agravios y usurpaciones por


parte del hombre hacia la mujer, encaminados directamente hacia el establecimiento de
una tiranía absoluta sobre ella. Para probar esto, sometemos los hechos al juicio de un
mundo imparcial:

Nunca le ha permitido ejercer el derecho inalienable del sufragio.

La ha obligado a someterse a las leyes en cuya formación no ha tenido voz alguna.

La ha privado de los derechos que se otorgan a los más ignorantes y degradados de los
hombres, trátese de naturales como de extranjeros.

Habiéndola privado del primer derecho de todo ciudadano, el sufragio, dejándola sin
representación en las cámaras legislativas, la ha sometido de innumerables formas.

Si ha contraído matrimonio, le ha dado muerte civil ante la ley.

Le ha quitado todo derecho de propiedad, hasta del salario que ella devenga.

Ha hecho de ella un ser moralmente irresponsable, pues puede cometer muchos


crímenes impunemente, mientras se hayan cometido en presencia de su esposo. En el
contrato matrimonial, ella está obligada a jurar obediencia a su esposo, siendo él, para
todo efecto y propósito, su amo: la ley le confiere a este el poder de privarla de su
libertad y de administrarle castigos.

También ha formulado las leyes de divorcio, así como cuáles son sus causales, y en
caso de separación, a quién se dará la custodia de los hijos, de modo que no existe
consideración alguna respecto a la felicidad de la mujer, estando la ley, en todos los
casos, fundada sobre la falsa superioridad del hombre, y recayendo todo el poder en sus
manos.
Después de privarla de todos los derechos como mujer casada, si es soltera y dueña de
propiedades, se le grava con impuestos para sostener a un Gobierno que solo la
reconoce cuando su propiedad puede reportar ganancias.

El hombre ha monopolizado casi todos los empleos lucrativos, y aquellos que se le


permite ejercer a ella, le retribuyen muy escasa remuneración.

Ha cerrado para ella todos los caminos a la riqueza y la distinción que por considerar
más honorables los reserva para él. No es reconocida como maestra de teología,
medicina o leyes.

Le ha negado la oportunidad de obtener una educación completa: todas las


universidades están cerradas para ella.

Le permite entrar en la Iglesia y pertenecer al Estado, pero en una posición


subordinada, reclamando para él la autoridad apostólica para excluirla del ministerio y,
con ciertas excepciones, de toda participación pública en los asuntos de la Iglesia.

Ha creado un falso sentimiento público, dándole al mundo un código moral distinto al


hombre del de la mujer, por el que el delito moral que excluye a la mujer de la sociedad
no solo es tolerado, sino que se le juzga de poca monta en el hombre.

Ha usurpado la prerrogativa del mismo Jehová, reclamando que es su derecho asignarle


a ella un ámbito de acción, cuando este pertenece a su conciencia y a su Dios.

Se ha esforzado por todos los medios por destruir la confianza en sus facultades,
disminuir el respeto por sí misma y hacerla que asuma una vida de dependencia y
abyección.

Ahora, en vista de esta completa privación de derechos de la mitad de la población de


este país, de su degradación social y religiosa; en vista de las injustas leyes antes
mencionadas, y dado que la mujer se siente agraviada, sometida y fraudulentamente
privada de sus derechos más sagrados, insistimos en que de inmediato sea admitida a
participar de todos los derechos y privilegios que le pertenecen como ciudadana de
Estados Unidos.

Al acometer la gran empresa que tenemos ante nosotros, anticipamos no poca cantidad
de malas interpretaciones, tergiversaciones y burlas; pero usaremos todos los medios
que estén a nuestro alcance a fin de lograr nuestro objetivo. Emplearemos agentes,
haremos circular volantes, presentaremos nuestras peticiones ante las legislaturas
estatal y nacional y nos esforzaremos por conseguir el apoyo del púlpito y de la prensa.
Esperamos que esta convención sea seguida por una serie de convenciones que
abarquen todas las regiones del país.

Confiando plenamente en el triunfo del Derecho y de la Verdad, estampamos nuestras


firmas en esta declaración.

(Siguen los nombres de 68 mujeres y 32 hombres).

También podría gustarte

pFad - Phonifier reborn

Pfad - The Proxy pFad of © 2024 Garber Painting. All rights reserved.

Note: This service is not intended for secure transactions such as banking, social media, email, or purchasing. Use at your own risk. We assume no liability whatsoever for broken pages.


Alternative Proxies:

Alternative Proxy

pFad Proxy

pFad v3 Proxy

pFad v4 Proxy