El Oblato Contemplativo Hoy PDF
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Jean Leclercq solía decir: "¿Jesús era un Monje? Si eso fuere: ¿No deberíamos
de serlo? Y si no, ¿tendríamos el derecho de serlo?” Es una actitud que San
Benito ha resuelto con sabiduría de un modo espléndido en su Regla. Tanto el
monje como el oblato, viven esta tensión de diferentes maneras a través de
su obediencia a la Santa Regla. En una época como la nuestra, llena de
conflictos y de confusiones, con las ideas sobre lo que significan la religión y
la espiritualidad que cambian continuamente, podremos encontrar en la
Sabiduría Benedictina, acumulada a lo largo de muchos siglos y culturas, una
fuente de potencial y de valor inmensos que están a nuestra disposición,
siempre y cuando estemos dispuestos a crecer en el tiempo. El Monje es como
un árbol cerca de un arroyo, establemente enraizado en posición de
crecimiento, de ser como un árbol, donde las aves del cielo vienen a
descansar, para ser continuamente convertidos.
Es quizás por este motivo, que actualmente el Papa solicita a los Monasterios
a renovar a Europa para crear la «CIVILIZACIÓN DEL AMOR». El Monaquismo
mantiene un auténtico encanto y representa una forma de vivir auténtica y
concreta. Lo que sucede de extraordinario en la película "En el Gran Silencio",
queda demostrado sin equivocación.
En VITA CONSECRATA, Juan Pablo II hace una clara referencia de este retorno
de la Contemplación a la Vida de la Iglesia: Como las Comunidades de
Clausura, se establecen como Ciudades en la Cima de un Monte, como Luces
sobre el Candelero (Mt 5, 14-15), a pesar de la sencillez de sus vidas,
visiblemente, representan el objetivo hacia el cual se dirige toda la
Comunidad Eclesial. Como una expresión del Amor más Puro que vale más que
cualquier otra cosa, en el trabajo, y en la vida contemplativa desarrollando
un efecto extraordinario tanto apostólico como misionero.
Thomas Merton, Bede Griffiths y John Main son tres de las figuras proféticas
en este proceso. Pero debemos recordar que su visión profética les ha llevado
a ideas y experiencias insólitas e inquietantes.
Hoy en día, es muy significativo e importante para nosotros, que cada uno de
estos tres monjes muy modernos, se hayan quedado en el interior de la
institución monástica de la Iglesia. Sin embargo, para conseguir su visión se
vieron obligados a desplazarse hacia la periferia. ¿Acaso no es esta una
lección para nosotros si tenemos en cuenta la contribución de la Cultura
Espiritual Benedictina al mundo? Por su propia naturaleza, el monaquismo es
marginal. Da lo máximo cuanto más se encuentra cerca de la periferia. Así se
inició precisamente en el desierto, como “Huida del mundo” y de la jerarquía
de la Iglesia. Los monjes del desierto tenían miedo a convertirse en
sacerdotes. El mismo Benito no era sacerdote, fue muy cauto al presentar el
estado clerical en la estructura laica de la comunidad monástica. Hacia el
final de la “Edad del Monaquismo” los monjes habían sido asimilados en gran
medida por las instituciones de la Iglesia y del estado (Monasterio Sin Muros.
cartas espirituales de John Main, Norwich, Canterbury Press).
La Contemporaneidad y la Contemplación
El tema es tratado con una claridad nueva y de forma radical por el profundo
estudioso de la Regla de San Benito y del monacato pre-benedictino,
Adalberto de Vogue, en su ensayo De Casiano a John Main. No duda en
identificar lo que él define como una "laguna" en la Regla, una laguna, para la
cual él ofrece un remedio eficaz, una contribución dada por John Main a la
Vida Benedictina Moderna.
John Main ha dicho claramente que esta forma de meditación, la oratio pura u
oración pura de los monjes del desierto, no es el único modo de orar, y
tampoco la mejor. El daba por hecho de que esta iba a enriquecer la Lectio y
la Oración Sacramental, y que nunca las iba a sustituir.
¿Cuáles son los efectos de esta experiencia de unidad, nacida como resultado
de la experiencia compartida de la meditación, con respecto al compromiso
de la Vida Común, que caracteriza a la Comunidad Benedictina? Este es el
verdadero reto, un reto que puede crear notables problemas. Sin embargo, la
Regla es eficaz para resolver dificultades como estas. Ha ayudado a muchas
generaciones a resolver sus dificultades para adaptarse a los tiempos. En
efecto, la Regla enseña cómo personas diferentes y distintas entre sí pueden
sin embargo vivir juntos con amor.
Cuatro veces al día nosotros meditamos juntos por media hora, el tiempo
breve de oración sugerido por la Regla. A cada momento de meditación le
sigue la hora apropiada del Oficio Divino. El Oficio, al cual nosotros vemos
como una forma comunitaria de Lectio, es nuestro modo de prepararnos para
el silencio de la meditación, por medio de una atenta escucha de la Palabra
en la Escritura.
Pero, como señalaba Baker mucho tiempo antes del Concilio Vaticano II, el
llamado a la contemplación es universal. Recuperar esta dimensión
contemplativa del Espíritu Benedictino en la vida del Oblato, es alentador
para otras formas de vida monástica que hoy en día se ven sometidas a una
fuerte presión. Un redescubrimiento de la Oblación podría salvar y renovar al
monaquismo.
Una revisión histórica de la oblatura podría ser muy útil para la reconstrucción
de comunidades monásticas. Hemos visto cómo la oblatura se ha mostrado
notablemente receptiva a las exigencias espirituales de los tiempos y cómo
protege el patrimonio espiritual anterior de la oración monástica. Basta
considerar la legítima variedad de roles y funciones que proporcionó a la
Familia Cluniacense, a grandes cenobios, a pequeños prioratos y a órdenes de
ermitaños.
Esta es la opción que con toda probabilidad gran parte de los Oblatos con el
tiempo podrán tomar, permitiendo una diversidad de adaptaciones a las
personas y a las situaciones.
Esta estructura constituye una rica herencia y una contribución para una vida
de humildad y de sencillez evangélica, meditada y pensada por nuestro Padre
San Benito, un hombre de Dios por toda una eternidad.
CONCLUSIONES
La vida de San Benito nos lo muestra como sanador, Padre Espiritual y Místico.
En su visión del mundo entero reunido en un solo rayo de luz divina invade las
intuiciones terapéuticas del alma humana (sola o en comunidad) que ha hecho
de la Regla una obra importante de la Literatura Sapiencial Cristiana. Hay una
sola Regla para todas las formas de Vida Benedictina, para los Monjes, las
Monjas y los Oblatos que viven en el mundo. No tienen una orientación
clerical ni como en la tradición del desierto, no eleva una forma de vocación
por encima de las demás. El Monje que se aferra a su estado, para
mantenerse distinto de los demás, no es un monje libre. Por otro lado, el
Oblato, el cual solo porque no es un Monje, tiene una respuesta menos plena
al llamado del discipulado, no es todavía un oblato libre. Lo que cuenta es
buscar verdaderamente a Dios.
La oración, que significa mucho más que una oración ritual o memorizada. La
oración debe alimentar y llevar a la contemplación, debe ser una oración en
la cual, como dice Casiano, “toda la riqueza del pensamiento y de la
imaginación” son abandonadas.
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