La Armazón de Huesos Del Organismo
La Armazón de Huesos Del Organismo
La Armazón de Huesos Del Organismo
Se vendría al suelo. Asimismo, nuestros músculos, piel y órganos se sostienen gracias a nuestra
armazón interna: los huesos. Sin ellos, nos derrumbaríamos en un montoncito de carne. Los recién
nacidos tienen más de 300 huesos pero los adultos poseen sólo unos 206, ya que algunos huesos
se sueldan con otros durante el crecimiento.
Tenemos huesos largos como el del brazo, cortos como los de los dedos, planos como los del
cráneo, irregulares como las vértebras de nuestra columna. Nuestro hueso más grande es el
fémur, hay uno en cada muslo. Los más chiquitos son los tres huesecillos que tenemos dentro de
cada oído y que transmiten el sonido: son tan pequeños que juntos caben en la cabeza de un
alfiler
La forma y el tamaño de un hueso están adaptados a su función. Por ejemplo, un hueso largo
como el fémur del muslo actúa como una viga, dando efectivo soporte a nuestro cuerpo; un hueso
grande y plano como el omóplato del hombro ofrece una amplia superficie donde se anclan los
poderosos músculos que mueven los brazos; y los múltiples pequeños huesos de las manos,
movidos por diversos músculos, permiten movimientos variados y precisos, como desplazar el
pincel al pintar una acuarela.
Los huesos también protegen a muchos de nuestros órganos. El delicado cerebro está encerrado
dentro del cráneo, una caja hecha de huesos. Las costillas y el esternón envuelven al corazón, los
pulmones, el hígado y el bazo. Si no fuera por ellos, un simple tropezón con otra persona podría
afectar seriamente a estas vísceras. Cada una de las vértebras de la columna tiene unas
prolongaciones en forma de arco que se cierran en la punta.
En conjunto, estos arcos crean como un túnel en donde se aloja la médula espinal, la cual
comunica al cerebro con los nervios del cuerpo. Si la médula se daña, la persona corre el riesgo de
quedar paralítica, pues son los millones de mensajes que van y vienen por su interior los que
dirigen múltiples acciones del cuello hacia abajo. Pero las vértebras la protegen bien. ¿Qué huesos
protegen a los órganos del abdomen? Identifícalos en la figura 4.2.
Los huesos son puntos de apoyo y palancas para el trabajo de los músculos
Los músculos permiten nuestros movimientos al contraerse. Pero si ellos no estuvieran unidos a
los huesos (o, en algunos casos, a la piel) no podrían lograr nada. Para producir el movimiento, los
músculos se apoyan en unos huesos y halan de otros. Por ejemplo, el bíceps es un músculo del
brazo, que está unido por una punta a los huesos del hombro y por la otra a uno de los huesos del
antebrazo. Cuando el bíceps se contrae, tira del hueso del antebrazo y este se levanta. Así es como
podemos llevarnos la mano a la cara. Pero los músculos sólo pueden halar el hueso, no lo pueden
empujar. Y entonces ¿cómo hacemos para alejar la mano de la cara? La respuesta es que otro
músculo, opuesto al anterior, se contrae y hala en el otro sentido. Muchos músculos trabajan así,
en parejas: uno hala para un lado y el otro para el lado contrario. El trabajo por parejas de los
músculos permite gran variedad de movimientos y logra que los mismos se hagan suavemente,
pues el par se va controlando uno al otro. Sin el control del músculo opuesto nos moveríamos en
forma brusca, como marionetas tiradas por hilos. Gracias a nuestros diversos músculos y su acción
coordinada, podemos hacer muchos movimientos diferentes: desde cavar con fuerza en un huerto
hasta enhebrar una aguja; desde masticar turrón duro hasta parpadear suavemente.
Probablemente has leído esta pregunta anteriormente, la respuesta es, por supuesto, que los
huesos no se doblan tanto. Es verdad que ellos tienen cierta flexibilidad, gracias a la cual pueden
enfrentar tensiones sin quebrarse, pero no hasta ese punto. Al doblar los dedos estamos
aprovechando las uniones entre los huesos.
Ellas son las que hacen posible tal movimiento. Si nuestros huesos estuvieran pegados unos a
otros en largas barras nuestros movimientos serían “robóticos”. O, en caso extremo, simplemente
no podríamos movernos. Las uniones entre los huesos o articulaciones permiten nuestros
movimientos. Para probarlo, camina como si no tuvieras articulaciones en las rodillas o ensaya a
aplaudir como si no tuvieras articulaciones ni en los codos ni en las manos.
En el cuerpo hay distintos tipos de articulaciones. La del codo y la de la rodilla son tipo bisagra.
Permiten fundamentalmente un movimiento como el de abrir y cerrar una puerta. La del hombro
y la de la cadera son tipo esfera, con mucha libertad de movimiento. En el tobillo tenemos una
articulación deslizante, cada hueso puede deslizarse un poco sobre otros, y el conjunto tiene
bastante flexibilidad. En cambio, los huesos del cráneo están unidos entre sí por articulaciones
fijas. Al no poder moverse, protegen mejor al cerebro. En las articulaciones móviles los huesos se
unen mediante los ligamentos
Vivos Los El tejido de los huesos es un tejido vivo: por dentro circulan nervios y vasos sanguíneos,
y constantemente se está destruyendo hueso viejo y formando nuevo, gracias a dos tipos
diferentes de células óseas. El proceso es mucho más intenso y evidente durante el crecimiento;
también podemos notarlo con claridad cuando se repara una fractura. Pero el hueso siempre está
renovándose. Al envejecer, se hace mayor la destrucción que la construcción, sobre todo en las
mujeres debido a los cambios hormonales de la menopausia. Hay mucho que investigar todavía en
relación a la formación y destrucción del hueso.
Figura 4.8 La composición del hueso lo hace resistente, pero también ligero y flexible. Es un gran
material producido por la naturaleza.
Algo que sabemos con certeza es la importancia de formar durante el crecimiento hasta los 25
años de edad, huesos densos de fuerte estructura, que nos duren bien a lo largo de toda nuestra
vida. Para ello hay que hacer ejercicio con regularidad, aproximadamente una hora casi todos los
días, y tomar suficientes alimentos ricos en calcio y en vitamina D, entre ellos leche, yogur, queso,
y, en menor medida, derivados de soya, brócoli y col. Por otra parte, fumar perjudica a los huesos,
así como el exceso de bebidas alcohólicas. La estructura de los huesos recuerda a la del concreto
armado: están formados principalmente de unas “cabillas”, fibras largas de una proteína llamada
colágeno, y de un “cemento” de sales minerales de calcio y fósforo. Las fibras de colágeno le dan al
hueso cierta flexibilidad, que evita que se parta cuando se le aplica una tensión, y el cemento
mineral le da dureza. Los huesos tienen una zona compacta y otra esponjosa
El hueso es un material de calidad, pero hay circunstancias que pueden afectarlo gravemente,
como traumatismos provocados por choques o caídas, tumores, infecciones, defectos del
desarrollo en niñas y niños, entre otros. Tiempo atrás estos problemas llevaban con frecuencia a la
amputación de un brazo o una pierna, a la deformación o a la invalidez.
Hoy, es posible trasplantar pedazos de hueso, permitiéndole a la persona recuperar una vida
normal. De hecho, después de la sangre, el hueso es el tejido humano que más se injerta en el
mundo: el implante ofrece soporte y estimula el crecimiento del propio hueso de la zona afectada.
En cantidades pequeñas, es posible obtener hueso de otras partes del cuerpo del mismo paciente.
También pueden utilizarse los pedazos que se desechan cuando a alguien le instalan una prótesis.
Y una tercera fuente de material óseo son las personas fallecidas: al menos catorce pacientes
pueden beneficiarse gracias a los huesos de alguien que ha muerto. La donación es un acto de
solidaridad que multiplica nuestra vida más allá de su final. ¿Conoces la ley que rige esta materia
en nuestro país? Sería bueno comentarla en clase y en el hogar. ¿Hay un banco de huesos en tu
región? ¿Se realizan injertos de hueso en algún hospital del área? Entre todas y todos pueden
diseñar y desarrollar alguna actividad o proyecto en torno a estos temas.