Viage Por Egipto y Siria Durante Los Añ PDF
Viage Por Egipto y Siria Durante Los Añ PDF
Viage Por Egipto y Siria Durante Los Añ PDF
Esta es una copia digital de un libro que, durante generaciones, se ha conservado en las estanterías de una biblioteca, hasta que Google ha decidido
escanearlo como parte de un proyecto que pretende que sea posible descubrir en línea libros de todo el mundo.
Ha sobrevivido tantos años como para que los derechos de autor hayan expirado y el libro pase a ser de dominio público. El que un libro sea de
dominio público significa que nunca ha estado protegido por derechos de autor, o bien que el período legal de estos derechos ya ha expirado. Es
posible que una misma obra sea de dominio público en unos países y, sin embargo, no lo sea en otros. Los libros de dominio público son nuestras
puertas hacia el pasado, suponen un patrimonio histórico, cultural y de conocimientos que, a menudo, resulta difícil de descubrir.
Todas las anotaciones, marcas y otras señales en los márgenes que estén presentes en el volumen original aparecerán también en este archivo como
testimonio del largo viaje que el libro ha recorrido desde el editor hasta la biblioteca y, finalmente, hasta usted.
Normas de uso
Google se enorgullece de poder colaborar con distintas bibliotecas para digitalizar los materiales de dominio público a fin de hacerlos accesibles
a todo el mundo. Los libros de dominio público son patrimonio de todos, nosotros somos sus humildes guardianes. No obstante, se trata de un
trabajo caro. Por este motivo, y para poder ofrecer este recurso, hemos tomado medidas para evitar que se produzca un abuso por parte de terceros
con fines comerciales, y hemos incluido restricciones técnicas sobre las solicitudes automatizadas.
Asimismo, le pedimos que:
+ Haga un uso exclusivamente no comercial de estos archivos Hemos diseñado la Búsqueda de libros de Google para el uso de particulares;
como tal, le pedimos que utilice estos archivos con fines personales, y no comerciales.
+ No envíe solicitudes automatizadas Por favor, no envíe solicitudes automatizadas de ningún tipo al sistema de Google. Si está llevando a
cabo una investigación sobre traducción automática, reconocimiento óptico de caracteres u otros campos para los que resulte útil disfrutar
de acceso a una gran cantidad de texto, por favor, envíenos un mensaje. Fomentamos el uso de materiales de dominio público con estos
propósitos y seguro que podremos ayudarle.
+ Conserve la atribución La filigrana de Google que verá en todos los archivos es fundamental para informar a los usuarios sobre este proyecto
y ayudarles a encontrar materiales adicionales en la Búsqueda de libros de Google. Por favor, no la elimine.
+ Manténgase siempre dentro de la legalidad Sea cual sea el uso que haga de estos materiales, recuerde que es responsable de asegurarse de
que todo lo que hace es legal. No dé por sentado que, por el hecho de que una obra se considere de dominio público para los usuarios de
los Estados Unidos, lo será también para los usuarios de otros países. La legislación sobre derechos de autor varía de un país a otro, y no
podemos facilitar información sobre si está permitido un uso específico de algún libro. Por favor, no suponga que la aparición de un libro en
nuestro programa significa que se puede utilizar de igual manera en todo el mundo. La responsabilidad ante la infracción de los derechos de
autor puede ser muy grave.
El objetivo de Google consiste en organizar información procedente de todo el mundo y hacerla accesible y útil de forma universal. El programa de
Búsqueda de libros de Google ayuda a los lectores a descubrir los libros de todo el mundo a la vez que ayuda a autores y editores a llegar a nuevas
audiencias. Podrá realizar búsquedas en el texto completo de este libro en la web, en la página http://books.google.com
VIAGE
POR
EGIPTO Y SIRIA
TOMO PRIMERO.
PARIS
4 830.
c . v. •
THE NEW 1Ü8X
PUBLIC LIBHARY
85330A
A8TOR. LENOX AN»
«ttOZM Fmu N OATIS N£
It !»»S L
PROLOGO DEL TRADUCTOR.
1 Daru.
2 Gibbon particularmente en una nota de su Decadencia
y caída del imperio romano, prorumpe entusiasmado: « O
Volney ! yo quisiera que viajaras por el resto del globo ! »
w
DEL TRADUCTOR. xj
posteriormente sobre aquellas regiones no es mas
que ampliacion ó confirmacion de los asertos y
conjeturas de nuestro viagero 1. Y si en su dicta
men franco y verídico acerca de la degradacion
á que se habian reducido los Turcos comprometió
hasta su libertad % por el prestigio que entonces
causaba cuanto decia relacion con el Oriente, el
éxito de la guerra con los Rusos, patentizando el
estado de consuncion del coloso otomano , ha
hecho plena justicia á las miras del benemérito
filósofo, que osó proclamar la verdad en obsequio
de su nacion cuando habia peligro en manifes
tarla.
Pero aun demostrado que el Viaqe por Siria y
Egipto sea uno de los astros mas resplandecien
tes de la literatura del siglo XVIII, y que su autor
reuna en grado heroico el espíritu de observa
cion con la veracidad en los relatos, todavía no
faltará quien oponga que la obra debe haber en
vejecido por las mutaciones que precisamente
habrá causado en aquellos paises el lapso de casi
Octubre de 1786.
Cinco años ha que siendo aun muy jóven, me propor
cionó la suerte una pequeña herencia, que fácilmente
reduje á numerario : toda la dificultad estaba en em
plearle 1.Consulté con mis amigos : aconsejábanme unos
quedisfrutase del capital; otros que le pusiese á rédito :
pero yo eché mis cálculos, y vi que la cantidad era muy
corta para aumentar notablemente mis entradas,, v
harto crecida para disiparla en fruslerías. Circunstan
cias felices me habian habituado al estudio desde mis
tiernos años : yo habia contraido un gusto, ó mejor di
cho, una pasion decidida por instruirme : mi caudal me
presentaba un nuevo medio de saciar mis deseos y de
ensanchar la esfera de mi educacion. Habia leido y
oido repetir mil veces que entre todos los medios de
adornar nuestra mente y de formar el juicio no habia
uno mas eficaz que losviages; asi pues me decidí á via
jar; pero restaba elegir el teatro de mis observaciones,
queríale nuevo, ó al menos brillante. Mi pais y los es
tados circunvecinos me parecieron muy conocidos ó
muy fáciles de conocer: la América naciente y los sal-
vages me tentaban; pero al fin otras ideas me determi-
DEL EGIPTO.
CAPITULO PRIMERO.
1 Pronuncíese kalidge.
* Esta es la barrilla; en árabe el-qali, de donde se ha formado el
nombre de sal al-kali.
12 ESTADO FISICO
espesos palmares que le rodean, los vergeles que sus
aguas riegan , los limoneros, naranjos, plátanos, al-
bérchigos y otros árboles por su perpetuo verdor
hacen de Roseta uno de los sitios mas amenos ; aumen
tándose la ilusion por el contraste que forma con Ale
jandría y el mar. Todo lo que hay de aquí al Cairo es
tambien muy á propósito para acrecentarla.
En este viage que se hace subiendo por el rio, se
empieza á adquirir una idea general del terreno, del
clima y de las producciones de tan memorable pais.
Nada imita mejor su aspecto que las huertas del bajo
Loira ó las llanuras de la Flandes , pero á fin de que
sea mas completa la semejanza , es indispensable su
primir el sin número de casas de campo y de árboles ,
y sustituirle algunos palmares despoblados y ciertas
casuchas de tierra construidas sobre elevaciones artifi
ciales. Todo este terreno es de un nivel tan igual y tan
bajo , que yendo por mar , se descubren en el hori
zonte , á menos de tres leguas de la costa , no solo las
palmas sino aun la arena que las sostiene ; de allí , re
montando el rio , se sube por una cuesta tan cómoda
que no hace correr el agua mas de una legua por hora.
Por lo que respecta á la perspectiva del campo varia
muy poco ciertamente ; porque no hay mas que palmas
solitarias , ó agrupadas , mas raras á medida que ade
lantamos en lo interior; villorrios edificados con tierra
y de una traza ruinosa; una llanura sin término , que
segun la estacion , es un mar de agua dulce , un pan
tano cenagoso , una alfombra verde ó un campo de
polvo , la vista se enfada y fatiga con aquel horizonte
DEL EGIPTO. l3
lejano y vaporoso por todas partes ; al fin, en la con
fluencia de los dos brazos del rio se comienza á descu
brir hácia el E. las montañas del Cairo, y del S. al
O. tres moles enormes y aisladas , que por su forma
angular, se viene en conocimiento de que son las pi
rámides. Desde este momento se entra en un valle que
remonta hasta el mediodia entre dos cordilleras ^d£
alturas paralelas. La del Oriente, que se estiende hasta
el mar Rojo, merece el nombre de montaña por su
repentina elevacion ; y el de desierto por su apariencia
pelada y silvestre: la de Occidente solo es una cresta de
roca cubierta de arena , que se ha definido muy bien ,
llamándola dique ó calzada natural. Mas pintemos en
dos palabras el Egipto ; representémonos por un lado
un mar estrecho y rocas abundantes, por el otro plani
cies inmensas de arena, y en medio un rio que corre
por un valle de ciento y cincuenta leguas de largo, y
tres á siete de ancho , y que en llegando á treinta leguas
del mar, se parte en dos brazos , cuyas ramificaciones
se pierden en un terreno libre de obstáculos y casi sin
pendientes.
La aficion por la historia natural, tan difundida
para honra de nuestro siglo , exigirá sin duda noticias
exactas acerca de la naturaleza del suelo, y de los mi
nerales de este gran territorio ; pero desgraciadamente
el modo con que allí se viaja no es nada á propósito
para satisfacer sobre el particular. No sucede en Tur
quía como en Europa; entre nosotros, los viages son
paseos agradables; allí, son trabajos penosos y ar
riesgados, particularmente para los europeos á quienes
l4 ESTADO FISICO
un pueblo supersticioso se obstina en mirar como
agoreros que vienen con su magia a llevarse los tesoros
que sepultaron los genios debajo de las ruinas. Esta
opinion ridicula , pero arraigada , junto con el estado
de guerra y turbulencia habitual quita toda seguridad
y se opone á cualquier descubrimiento. No puede uno
desviarse solo por los campos , ni aun ir acompañado ,
sin esponer la vida á graves peligros ; y asi el viagero
se ve circunscrito á las márgenes del rio y á una ruta
conocida de todo el mundo, y que nada enseña de
nuevo : por cuya razon tan solo reuniendo lo que cada
cual ha visto por sí con lo que otros han observado,
pueden adquirirse algunas ideas generales. Bajo estos
datos, nos inclinamos á decir que la armazon, ó es
tructura interior del Egipto, desde Asuan (la antigua
Siena) hasta el Mediterráneo es un lecho de piedra cal
cárea, blanquizca y blanda, que contiene algunas
conchas parecidas á las que se encuentran en los mares
vecinos 1 . Tiene la tierra esta cualidad asi en las pirá
mides como en la roca de Libia que las sostiene. En
cuéntrase tambien en las cisternas, en las catatumbas
de Alejandría y en los escollos de la costa donde se
prolonga. Asimismo se halla en la montaña del E. en
la altura del Cairo , y los materiales de esta ciudad no
se componen de otra cosa. Por último, esta misma
piedra calcárea forma las inmensas canteras que se
estienden de Sauádi á Manfalut, en un espacio de mas de
veinticinco leguas , segun el testimonio de Siccard.
Estas conchas son principalmente erizos, volutas, bivalvos y
cierta especie de lentejas. Véase el Viage al Levante del doctor Shaw.
-
DEL EGIPTO. |5
Este misionero nos dice ademas que hay mármoles en
el valle de los Carros, al pie de las serranías que cir
cundan el mar Rojo, y en las situadas al N. E. de
Asuan. Las principales canteras de granito encarnado
estan entre esta ciudad y la catarata , aunque debe ha
ber otras mas abajo; porque en la ribera opuesta del
mar Rojo, los montes Oreb, Sinai', y sus adyacentes,
dos jornadas al N., estan formados de él No muy dis
tante de Asuan hácia el N. E. hay una cantera de piedra
serpentina, que los naturales emplean para hacer
ollas y otras vasijas destinadas al fuego. En la misma
línea sobre el mar Rojo , habia antes una mina de esme
raldas, de que no ha quedado ni rastro. El cobre es
el único metal que mencionan los antiguos en estas
regiones. En el camino de Suez es donde se encuentran
mas pedernales de los que llaman de Egipto , aunque
el fondo es una piedra calcárea dura y sonora : allí es
tambien donde se han cogido ciertas piedras , que por
su forma , han creido algunos ser vegetales petrificados.
Efectivamente parecen unos leños tallados en bisel por
sus estreñ1os y taladrados de agujeritos ; de modo que
cualquiera los tendria por traqueas de plantas; pero
casualmente se me proporcinó examinar una veta con
siderable de esta especie en el camino de los árabes Ha-
uatat*, ymecercioréde que era un verdadero mineral3.
CAPITULO II.
CAPITULO III.
CAPITULO IV.
CAPITULO V.
1 Son tan notables las analogías que existen entre la isla de Cuba ó
cualquiera de las Antillas y el Egipto, en cuanto al estado físico , que no
se puede menos de indicarlas á cada paso. Tampoco admite fácilmente
plantas estrañas el suelo cubano , aunque quizás no llega al pnnto de
esclusion del de Egipto. Efectivamente , como es mas vario el terreno
de aquella isla , hay parages en que no cuesta tanto aclimatar las exóti
cas de paises mas frios. Yo he gustado muy buenos duraznos produ
cidos en terrenos que no distan siete leguas de la Habana. Sin em
bargo, por lo que respecta á la hortaliza, degenera lo mismo que en
ESTADO POLITICO
DEL EGIPTO.
CAPITULO VI.
Egipto ; pero con esta diferencia , que las nuevas semillas en vez de
producir plantas fruncidas y enfermizas, vegetan con demasiada vio
lencia, echando unas hojas inmensas, y sin dar tiempo de sazonar
á los jugos nutricios , cuya circunstancia las hace en estremo acuosas.
Nota del traductor.
6o ESTADO POLITICO
aquí los motivos porque se han establecido en las na
ciones diversas castas de habitantes; quienes alguna
vez , asemejándose en sus costumbres é intereses , han
, mezclado su sangre; si bien con mas frecuencia, divi
didos por preocupaciones religiosas ó políticas, han
vivido reunidos en el mismo suelo, pero sin confundirse
jamas. En el primer caso , han perdido las castas por
su mezcla , los caracteres que las distinguian , y for
mado un pueblo homogéneo , en el cual no se advierten
ya los vestigios de la revolucion. En el segundo, per
maneciendo separadas, han perpetuado sus diferen
cias y levantado un monumento que ha sobrevivido á
los siglos , y puede , en ciertos casos , suplir el silencio
de la historia. /
En esta situacion se halla el Egipto : arrancado hace
mas de veintitres centurias á sus propietarios naturales,
ha visto establecerse sucesivamente en su seno Persas,
Macedonios , Romanos , Griegos , Arabes , Georgianos,
y por fin cierta raza de Tártaros, conocidos bajo el
nombre de Turcos otomanos. iSuchos de estos, pueblos
han dejado las huellas de su tránsito; mas como se
mezclasen en la serie de los tiempos , ha dimanado de
aquí una confusion , que dificulta en algun modo dis
cernir el carácter distintintivo de cada uno. No obs
tante, podemos distinguir en la poblacion del Egipto ,
cuatro castas principales de habitantes.
La primera y la mas estendida es la de los Ara-
bes , que debe dividirse en tres clases : 1° la poste
ridad de aquellos que al tiempo de la invasion de este
pais por Amrú el año de 64o , acudieron del Hedjáz y
DEL EGIPTO. 6l
de todas las partes de la Arabia á situarse en esta region ,
tan justamente ensalzada por su abundancia. Cada cual
se apresuró á posesionarse de las tierras, y muy en breve
se inundó el Delta de estos estrangeros, con menos
cabo de los Griegos vencidos. Esta raza primera, per
petuada en la clase actual de los felláhs ó sean labra
dores y menestrales, conservan todavía su fisonomía
primitiva; pero los individuos que la componen han
adquirido mas estatura , y son mas fornidos ; efecto muy
natural de un alimento mas sustancioso y abundante
que el de los yermos.En general, los habitantes de Egipto
no pasan de cinco pies cuatro pulgadas, aunque mu
chos llegan á seis y siete ; su cuerpo es musculoso y
reforzado sin ser gordo , como es consiguiente en unos
hombres acostumbrados á la fatiga. Su tez quemada
por el sol , es casi negra ; mas sin embargo , su sem
blante nada ofrece de estraño ni desagradable. Los mas
tienen contorneada la cabeza en forma de un óvalo per
fecto , la frente ancha y espaciosa , y debajo de sus
cejas castañas , unos ojos negros , hundidos y brillan
tes ; la nariz es bien grande sin ser aguileña ; la boca
perfectamente formada , y sin escepcion , los mas her
mosos dientes. Los que moran en las ciudades, como
que estan mas mezclados, no tienen facciones tan uni
formes y marcadas. Los de las aldeas al contrario, como
no se enlazan sino en sus familias, ofrecen caracteres
mas generales y constantes , y una cierta aspereza en
su continente , hija sin duda de las pasiones que com
baten unas almas continuamente irritadas por el es
tado de guerra y tiranía que les circunda.
62 ESTADO POLITICO
2° La segunda clase de Arabes es la de los Afri
canos ú occidentales 1 , que vinieron varias veces y
con diversos gefes á reunirse á la primera ; descien
den, asi como esta , de los conquistadores musulmanes
que lanzaron á los Griegos de la Mauritania; ejercen
igualmente la labranza y oficios ; pero estan mas difun
didos en el Said , donde tienen comarcas y aun prín
cipes particulares.
3o. La tercera especie es la de los Beduinos ú hom
bres de los desiertos 2 , conocidos de los antiguos
bajo el nombre de Escenitas, es decir, habitadores de
tiendas. De ellos, unos dispersos en familias, habitan
en las rocas , cavernas , ruinas y lugares estraviados ,
con tal que encuentren agua; otros, reunidos en tri
bus , acampan en las tierras bajas , y se pasan la vida
en un viajar continuo.
Unas veces en el desierto, otras á orillas del rio,
ellos no se apegan á la tierra sino mientras lo exige el
interes de su seguridad , ó la subsistencia de sus reba
ños. Hay algunas tribus que anualmente vienen del
seno del Africa, despues de la inundacion, para apro
vecharse de los nuevos pastos ; y en la primavera se
vuelven á internar en el desierto; otras son mas es
tables en Egipto , y arriendan tierras para sembradura ,
las que cambian anualmente. Todas estas tribus se
mantienen dentro de limites convenidos, los cuales no
deben traspasar, so pena de guerra. Poco mas ó me-
1 En árabe magárbe , plural de magrebi, hombre de garb , ó del po
niente : estos son nuestros berberiscos.
' Fn arábe bedáui, formado de bíd; desierto , pais sin habitaciones.
DEL EGIPTO. 63
nos, todos tienen un mismo género de vida, los mis
mos usos y costumbres. Ignorantes y pobres, los Be
duinos conservan un carácter original , distinto del de
las otras naciones que los rodean : pacíficos tan solo en
sus campos , en cualquiera otra parte se hallan en un
estado habitual de guerra. Los labradores, á quienes
pillan , los odian de corazon , los caminantes que son
robados , maldicen de ellos ; y los Turcos que les te
men, procuran dividirlos y corromperlos. Calcúlase
que sus tribus en Egipto podrian componer un ejér
cito de treinta mil caballos; pero estas fuerzas se
hallan tan dispersas y desunidas, que se les trata como
salteadores y vagamundos.
La segunda raza de habitantes es la de los Coptos,
llamados en árabigo el Qubt. Hay muchas familias de
ellos en el Delta : pero la mayor parte viven en el Sa'id,
donde se les ve ocupar aldeas enteras. La historia y la
tradicion atestiguan que son descendientes del pueblo
despojado por los Arabes, es decir, de aquella mezcla
de Egipcios , Persas y especialmente Griegos , que en
tiempo de los Tolomeos y Constantinos, poseyeron
por tantos siglos el Egipto. Se diferencian de los Ara-
bes en la religion, que es la distila, aunque siguen la
secta de Eutiques. Su adhesion á las doctrinas euti-
quifnas, les ha atraido de parte de los demas Griegos
persecuciones y que los han hecho enemigos irreconci
liables. Cuando los Arabes conquistaron el pais, se
aprovecharon de esta coyuntura para debilitarlos
mutuamente. Los Coptos lograron eá fin espulsar á sus
rivales ; y en virtud de estar enterados de la adminis
64 ESTADO POLITICO
tracion interior del Egipto desde tiempos atras, han
llegado á ser los depositarios de los registros de las
tierras y de las tribus. Bajo la denominacion de escri
banos, ellos son en el Cairo los intendentes, secretarios y
tratantes del gobierno y de los beys. Estos escribanos, á
pesar de ser despreciados de los Turcos á quienes sir
ven , y aborrecidos de los hacendados á quienes opri
men, forman una especie de corporacion, cuyo presi
dente es el escribano del comandante principal. Él es
quien dispone de todos los empleos del ramo , los que
no concede sino á fuerza de dinero, segun el espíritu
de este gobierno.
Preténdese que el nombre Coptos, les viene de la ciu
dad asi llamada, donde se retiraron, segun dicen, en
tiempo de las persecuciones de los Griegos ; pero yo
creo que tiene un origen mas natural y mas antiguo.
La palabra arábiga Qubti, Copto , me parece una alte
racion evidente de la griega Ai-gupti-os, es decir Egip
cio; porque es de advertir que la y se pronunciaba
con sonido de u entre los antiguos Griegos ; y como los
Arabes no usan la g en las sílabas ga go gu , ni la p con
las mismas vocales , reemplazan siempre dichas letras
con la q y la b : luego los Coptos son propiamente los
que representan á los Egipcios 1 : hay ademas un dato
peculiar que corrobora esta acepcion. Examinando
el rostro de muchos individuos de esta raza, le he ha
llado un carácter peculiar, que me ha llamado la aten-
CAPITULO Vil.
>-
84 ESTADO POLITICO
mutuamente, á fin de mantenerlos mejor bajo su de
pendencia : la porcion de Mamelucos que habian esca
pado de su primera matanza , le pareció muy adecuada
al intento : estableció, pues , un diván, ó consejo de re
gencia, compuesto del bajá y los gefes de los siete
cuerpos militares. Era de la incumbencia del bajá no
tificar á este consejo las órdenes de la Puerta , hacer
pagar el tributo , velar sobre la seguridad pública , es
tando alerta contra los enemigos esteriores, y oponerse
al engrandecimiento de los diversos partidos; por lo
tocante á los miembros del consejo, tenian derecho
de rechazar las órdenes del bajá, motivando la nega
tiva ; podian asimismo deponerle , en caso necesario ,
y en fin , estaban facultados para ratificar toda especie
de reglamentos civiles ó políticos. Con respecto á los
Mamelucos , se decretó que se elegirian de entre ellos
los veinticuatro beys , ó gobernadores de las pro
vincias : se confió á su cuidado el reprimir á los Ara-
bes y vigilar sobre todo lo perteneciente á la recau
dacion de los tributos y policía interior. Sin embargo, su
autoridad era puramente pasiva, destinada á servir de
instrumento de la voluntad del consejo. Uno de esos
Mamelucos , residente en el Cairo , obtuvo el título de
jeque-el-beled 1, que vale tanto como gobernador de la
ciudad, pero en sentido meramente político, es decir,
sin ningun poder militar.
El sultan impuso tambien sus tributos, una parte de
1 Jeque significa propiamente anciano, senior populi; tiene en
Oriente la misma acepcion que entre nosotros ; y quiere decir señor,
comandante.
DEL EGIPTO. 85
los cuales se destinó al sueldo de veinte mil hombres
de infantería , y doce mil de caballería, residentes en
el pais : otra para surtir á la Meca y Medina de trigo ,
por carecer de él, y en fin el sobrante, para engrosar
el kazné, ó tesoro de Constantinopla y sostener el lujo
del serrallo. Por lo demas, no se contó con el pueblo
que debia subvenir á estos gastos , sino como un agente
pasivo, segun observa muy oportunamente Savary, que
dando sometido cual antes á todo el rigor del despo
tismo militar.
Esta forma de gobierno no dejó de corresponder á
las miras de Selim , puesto que duró dos siglos ; pero
habiendo desmayado la vigilancia de la Puerta de
cincuenta años acá , se han introducido novedades ,
cuyos resultados han sido multiplicar á los Mamelucos,
hacer ir á sus manos las riquezas y el crédito, y propor
cionarles al cabo un ascendiente sobre los Otomanos ,
que casi ha neutralizado el poder de estos. Para formar
idea cabal de semejante revolucion, es indispensable
conocer por qué medios se han perpetuado y multi
plicado los Mamelucos en Egipto.
Parecerá á primera vista que unos hombres , mora
dores tan antiguos del pais , se habrán reproducido
por la via natural de la generacion ; pero si el modo
con que se establecieron fue una ocurrencia singular,
no es menos peregrina su propagacion. Desde siglo y
medio que existen Mamelucos en Egipto , ni la prole de
uno siquiera ha llegado hasta nuestros dias ; no hay
tan solo una familia que alcance á la segunda genera
cion : todos los hijos se les malogran en la niñez ó en la
86 ESTADO POLITICO
adolescencia. Los Otomanos casi se hallan en igual caso ;
pero es de observar que ellos procuran evitarlo casán
dose con las hijas del pais , que siempre han sido tan
despreciadas de los Mamelucos 1 . Ahora pues , que se
esplique porque unos individuos tan bien constituidos ,
casados con 1nugeres sanas , no pueden continuar pro
creando a orillas del Nilo una raza que tuvo el ser en
las faldas del Cáucaso ; y recuérdese por otro lado , que
las plantas de Europa resisten igualmente perpetuar
allí su especie. Acaso habrá quien dude de la existencia
de estos dos fenómenos ; pero no por eso son menos
constantes , y aun segun aparece nada nuevos : efecti-
1 Las mugeres delos Mamelucos son, asi como eltos, esclavas trai
das de Georgia, de Mingrelia, etc. Mucho se dice de su belleza; y es
preciso creerlo por la voz de la fama. Pero un europeo que no haya
estado mas que en Turquía , no tiene derecho á certificarlo. Las tales
mugeres son mas invisibles que las demas del pais; y sin duda á este
misterio se debe la idea elevada que se forman de su hermosura. Yo
tuve la oportunidad de informarme sobre el particular por una señora
esposa de un negociante nuestro del Cairo , la cual tenia entrada
franca en todos los harem, en razon del comercio que hacia de galo
nes y telas. Esta señora , que tiene mas de un título para juzgar bien ,
me ha asegurado, que entre mil, ó mil y doscientas mugeres selec
tas que habia visto, no encontró diez que fuesen realmente hermo
sas : pero los Turcos no son tan delicados como nosotros en esto de
belleza; con tal que una joven sea blanca, ya es linda; pero en
siendo gruesa, es encantadora. Su rostro es como la luna llena, sus ca
deras son como almohadas , asi esclaman ellos para espresar el su
perlativo de la beldad : diríase que la graduan á quintales. Tienen, por
otra parte, un proverb1o digno de la atencion del fisiólogo : toma
una blanca para los ojos ; mas para el placer toma una Egipcia. Efectiva
mente, la esperiencia les ha probado que las mugeres del norte son
en realidad mas frias que las del mediodía.
DEL EGIPTO. . 87
vamente, los antiguos nos han trasmitido observa
ciones muy análogas : asi, cuando Hipócrates {Libro de
aere , locis et aquis ) dice que entre los Escitas y Egip
cios iodos los individuos se asemejan , al paso que estas
dos naciones no se parecen á ninguna ; cuando agrega
que en los paises de estos dos pueblos , el clima , las
estaciones , los elementos y el terreno presentan cierta
uniformidad peculiar ?qué otra cosa es esto sino recono
cer aquella especie de intolerancia de que hablo, de parte
de la naturaleza? Si tales paises imprimen á todo lo que
les pertenece un sello tan peculiar y privativo ? no vemos
aquí una razon suficiente para que repela todo lo estran-
gero? Parece que en tal caso no queda mas recurso de
connaturalizar los animales y plantas, que el propor
cionarse alguna afinidad con el clima, enlazándose con
las especies indígenas ; y los Mamelucos , como hemos
dicho , se han resistido á ello. Asi que se han propa
gado y multiplicado por el mismo medio que se intro
dujeron , es decir, han sido reemplazados por esclavos
traidos de su pais natal. Desde el tiempo de los Mogoles
no ha cesado de hacerse este tráfico en las orillas del
Cuban y del Faso 1 , tráfico que á la manera que en el
Africa , se mantiene allí, ya por las guerras que se hacen
las numerosas tribus entre sí , ya por la miseria de los
habitantes, que venden sus propios hijos para procu-
CAPITULO VIII.
,
106 ESTADO POLITICO
La ciudad , ocupada por un jeque de Nablus , les cerró
las puertas; asi que fue forzoso asediarla. Esta espe-
dicion que principió en julio, no terminó hasta ocho me
ses despues , y eso que Jafa no tenia por recinto mas que
una pared de jardin sin foso; pero en Siria y Egipto es-
tan aun mas bisoños en el arte de la guerra de sitio que
en la de campaña : al cabo los sitiados capitularon en
febrero de 1773. Libre Alí, ya no pensaba en otra cosa
mas que en retornar al Cairo : Dáher le ofrecia so
corros ; los Ilusos , con quienes habia contraido alianza
cuando el negocio del corsario , prometían igualmente
ayudarle ; solo faltaba el tiempo necesario para reunir
estos medios ahora dispersos; y entretanto Alí se im
pacientaba sobremanera. Las promesas de Rezq, su
oráculo y su kiáya, daban»nuevo pábulo á su petulancia :
este Copto no cesaba de inculcarle que era llegada la
hora de su vuelta, que los astros ya presentaban los
signos mas halagüeños ; que la pérdida de Mohammad
estaba presagiada del modo mas cierto. Ali, que como
todos los Turcos creia firmemente en la astrología , y
se fiaba ciegamente de Rezq , por las muchas veces que
se habian cumplido sus predicciones , no podia so
portar mas demoras. Las noticias del Cairo acabaron
de hacerle perder la paciencia. En los primeros dias de
abril recibió cartas firmadas de sus amigos , en que le
manifestaban estar ya aburridos de su ingrato esclavo,
y- que solo esperaban su presencia para echarle del
puesto. En el acto resolvió su partida, y sin aguardar
por los Rusos , se puso en camino con sus Mamelucos
y mil quinientos Safadianos mandados por Osman, hijo
1
DEL EGIPTO. IO7
de Dáher . Pero no sabia Alí que las cartas eran un ardid
de su rival , quien las habia arrancado por fuerza para
hacerle caer en el lazo. Efectivamente , despues de
haberse internado Alí en el desierto que divide á Gaza
del Egipto , encontró cerca de Saléhié un cuerpo de mil
Mamelucos escogidos que le esperaban. Este cuerpo era
mandado por el joven bey Murad, que estaba enamo
rado perdido de la muger de Alí-bey, y le habia sido
prometida por Mohammad, con tal que entregase la
cabeza de aquel ilustre desgraciado. Apenas hubo
Murad columbrado la polvareda que anunciaba desde
lejos á los enemigos , cayendo sobre ellos con su tropa ,
los arrolló completamente; y para remate de fortuna,
encontrando con Alí en la refriega , le acometió , hi
rióle en la frente de un sablazo , hízole prisionero y le
condujo á Mohammad. Este, que se hallaba situado
dos leguas mas atras , recibió á su antiguo señor , con
aquel respeto exagerado tan corriente entre Turcos, y
aquella sensibilidad estremada que sabe fingir la per
fidia. Alojóle en una magnífica tienda, previno que se
le tratase con las mayores atenciones , y se apellidaba
mil veces su esclavo, besando el polvo de sus plantas;
pero al tercer dia terminó esta farsa, con la muerte de
Alí-bey , atribuida por unos á las resultas de la herida,
y por otros á las del veneno ; ambos casos tan igualmente
verosímiles , que no es posible decidirse por ninguno.
Tal fue el término de la carrera de un hombre , que
por algun tiempo habia fijado la atencion de la Eu
ropa, y dado á muchos políticos barruntos de una
gran revolucion. No puede negarse que Alí fue un
1
108 ESTADO POLITICO
personage estraordinario ; pero formariamos una idea
harto elevada de su carácter , si le pusiesemos en pa
rangon con los hombres superiores : lo que de él cuen
tan testigos f1dedignos , convence , que si bien poseyó
el germen de unas prendas relevantes , con todo , la
falta de cultura no les dejó cobrar aquel desarrollo y
realce en que estan vinculadas las grandes virtudes.
No hagamos mérito de su credulidad en la astrología ,
que mas de una ¿vez determinó las acciones de su vida,
con menosprecio de los motivos mas fundados. Pasé
mosle tambien por sus traiciones , sus perjurios y aun el
asesinato de sus bienhechores medios de que se va
lió para adquirir ó mantener su poder. No cabe duda
que la moral de una sociedad anárquica es menos rí
gida que la de una sociedad pacífica : pero aun juz
gando á los ambiciosos por sus mismos principios , se
echará de ver que Alí-bey , ó no acertó á trazar un
plan de engrandecimiento , ó mal supo seguir el que se
propusiera ; asi que él mismo se labró su perdicion. Con
sobrado fundamento podemos motejarle tres faltas capi
tales : primera , aquella pasion insaciable de conquis
tas , que agotó infructuosamente sus rentas y sus fuer
zas , y le hizo descuidar en la administracion interior
de su propio pais ; segunda , aquel reposo á que se
entregó tan precozmente , en términos de no hacer ya
nada por sí , quedando todo al arbitrio de sus tenien
tes : lo que rebajó en sumo grado el respeto que le
profesaban los Mamelucos , y alentó los ánimos á la
1
I IO ESTADO POLITICO
En vano aturdirán al pueblo con que el honor del im
perio, la gloria de la nacion, el fomento del comercio y
el adelantamiento de las bellas artes exigen tal ó cual
operacion : la necesidad de vivir es primero que todo ;
y cuando la muchedumbre carece de pan , le resta por
lo menos el derecho de rehusar su reconocimiento y
su admiracion. ? De qué le servia al pueblo egipcio que
Alí-bey conquistase el Said , la Meca y la Siria , si estas
conquistas no mejoraban su suerte ? Y efectivamente
empeoró ; pues los gastos ocasionados por las tales
guerras agravaron las ya pesadas contribuciones : solo
la espedicion á la Meca se absorvió la suma de cuatro
millones y doscientos mil pesos fuertes. Las salidas
de trigo , causadas por el consumo de los ejércitos , junto
con el monopolio de algunos negociantes que gozaban
de favor , causaron una carestía que asoló el pais en el
bienio de 1 770 y 1 77 1 . Ahora bien , ? cuándo los veci
nos del Cairo y los pobres campesinos se caiah muer
tos de hambre , les asistian ó no motivos de murmurar
contra Alí-bey ? ? tenian ó no razon en condenar el co^-
mercio de la India , cuando todos sus proventos debian
concentrarse en unas pocas manos ? Cuando Alí-bey
malgastaba cuarenta y cinco mil duros en solo la em
puñadura de un kandjar 1 , por mas que los joyeros
ponderasen su magnificencia ? no era lícito al pueblo
renegar de semejante despilfarro? ? Esta largueza , cano
nizada por sus cortesanos con el epíteto de virtud , el
pueblo , á cuya costa se ejercia , no estaba autorizado á
llamarla vicio ? ? por ventura era mérito en este hom-
1 Puñal que se porta á la cinta.
DEL EGIPTO. I1I
bre prodigar el oro que nada le costaba? * qué género de
justicia era satisfacer á espensas del público sus afectos
ó sus obligaciones particulares , como lo hizo con su pa
netero 1 ? No se puede negar : la mayor parte de las ac
ciones de Alí-bey ofrecen mas que principios de justicia
y de humanidad , motivos de uDa ambicion y vanidad
personal. El Egipto no era á sus ojos sino un patrimo
nio , y el pueblo un rebaño , de los cuales podia dispo
ner á su antojo ?y nos sorprenderemos luego de que-
los hombres, á quienes trató en dueño imperioso, le
hayan juzgado al fin como mercenarios descontentos?
CAPITULO IX.
CAPITULO X.
CAPITULO XI.
$1.
S n.
§ III.
$ iv.
S v.
§ VI.
§ VII.
' .: : ut
COSTUMBRES DE LOS MAMELUCOS.
CAPITULO XII.
s i.
§ n.
§ III.
CAPITULO XIII.
* Esta caravana viene por tierra orillando el Nilo : con ella volvió
el ingles Bruce de Abisinia en 1772, donde acababa de hacer el
viage mas atrevido que se ha emprendido en este siglo. En la trave
sía del desierto se encontró la caravana 'falta de comestibles, y se
mantuvo por espacio de muchos dias con goma solamente.
* Yo he visto en el Cairo porcion de negros que llegaron en esta
caravana, procedentes del pais de los Fulis al norte del Senegal , que
decían haber visto algunos Francos en su tierra.
tomo 1. 11
162 ESTADO POLITICO
con sederías y cotones , aceites y frutas secas. Durante
el buen tiempo se hallan siempre en la rada de Da-
mieta algunos buques descargando tabaco de fumar
de Lataquié. Es enorme el consumo de este renglon en
Egipto. Dichos barcos reciben en cambio arroz , mien
tras que otras embarcaciones se suceden sin interrup
cion en Alejandría , llevando pasageros de Constanti-
nopla junto con vestidos , armas , pieles y mercerías.
Tambien llegan varios otros de Marsella, Liorna y
Venecia con paños, grana, telas y galones de Lyon,
especerías , papel , plomo , hierro , zequíes de Venecia
y dahlers de Alemania. Todos estos efectos, traspor
tados por mar á Roseta en unas barcas que denominan
djerm 1 , se depositan primero allí y despues se reem
barcan en el Nilo para ser remitidos al Cairo. Segun la
pintura que acabamos de hacer , no debe admirarnos
que el comercio ofrezca un espectáculo tan grandioso
en esta capital 2 ; pero si se examina por qué canales
se vierten estas riquezas, si consideramos que gran
porcion de las mercaderías de la India y el café pasan
al estrangero, que el descubierto se llena con los gé
neros de Europa y de Turquía ; que el consumo del
páts se cifra casi esclusivamente en objetos de lujo que
han recibido ya la última mano ; en fin , si atendemos
1 Especie de barquillas que llevan una. inmensa vela latina, rayada
de azul y negro como el cotí.
2 En 17845 el Egipto consumía valor de cuatrocientos mil pesos
de géneros nuestros, y nos daba en cambio casi seiscientos mil.
Ahora bien , como este ramo era por lo bajo la quinta parte de todo
su comercio, no puede computarse la totalidad en mas de tres mi
llones de duros efectivos.
DEL EGIPTO. . 1 63
á que los productos dados en cambio son por la mayor
parte materias primeras ; se vendrá en conocimiento
que todo ese inmenso tráfico se efectua sin acarrear
grandes ventajas ni á la riqueza del Egipto , ni al bien
estar de la nacion.
CAPITULO XIV.
1
DEL EGIPTO. • IO7
llegar empero , como Savary, hasta Adjerud, que está de
masiado al oeste : debemos pues circunscribirnos al ter
reno bajo que se estiende cerca de dos leguas al estremo
del golfo actual ; siendo asi que este espacio es toda
la retirada que se puede conceder al mar en el discurso
de diez y siete siglos. Anteriormente estas comarcas
estaban pobladas de ciudades que han desaparecido á
par que el agua del Nilo : las acequias que la traian se
han destruido; porque en terreno tan movedizo se
ciegan rápidamente , ora por la accion del viento , ora
por la caballería de los árabes Beduinos. En el dia el
comercio del Cairo con Suez se hace solo por medio de
caravanas , que se juntan en las épocas de la entrada y
salida de los buques ; es decir , á fines de abril ó prin
cipios de mayo, y en todo el. curso de julio y agosto.
Aquella en cuya compañía fui yo en 1783, constaba de
cinco á seis mil hombres , y de unos tres mil camellos1 .
CAPITULO XV.
$ 1-
————————f——»—#——————————
CAPITULO XVI.
1 Danville examinó dos listas de los pueblos del Egipto : la una del
siglo pasado cuenta dos mil seiscientas noventa y seis ciudades y al
deas : la otra de mediados del presente dos mil trecientas noventa y
cinco , de las cuales novecientas cincuenta y siete pertenecen al Saíd
y las mil cuatrocientas treinta y nueve al Delta; lo que asciende sin
embargo , como observa el mismo Danville , á dos mil trecientas no
venta y seis. El resumen que yo doy es del año de 1 783.
2 Las tórtolas , que allí abundan á millares , hacen sus nidos en las
casas , y ni aun los muchachos las tocan.
DEL EGIPTO. 1 85
defundaciones en favor de los perros para proveerles de
pan y agua. Estos animales tienen por otra parte el
recurso de los basureros , que en verdad no les libra
de que algunas veces padezcan sus buenas crujías de
hambre y sed ; pero lo que debe admirar es que seme
jantes ayunos jamas sean seguidos de la rabia. Prós
pero Alpino babia hecho ya esta observacion en su Tra
tado de ¿a medicina de los Egipcios. La rabia se desconoce
igualmente en Siria; no obstante, el nombre de esta
enfermedad existe en la lengua arábiga , y no es de orí-
gen estrangero.
CAPITULO XVII.
S I-
DE LA PÉRDIDA DE LA VISTA.
$11.
DE LA VIRUELA.
S ni.
-
BE LA PB9TK.
J
pados con el agua fresca que cargan al hombro en una bota, jamas
son acometidos de la peste ; pero esto es mas bien lavarse que no es
tar espuesto á la humedad : por otra parte , el astrónomo Beauchamp
me ha comunicado , en carta escrita de Bagdad , que la peste del
año 1 786 arrasó con todos los aguadores de la ciudad. Los mismos
europeos, á pesar de sus lociones de vinagre, no pudieron escapar, al
paso que uno de ellos que se bebió vasos enteros logró salvarse.
Beauchamp hace tambien la observacion curiosa, que la peste jamas
s*e traslada á la Persia, cuyo clima es en general mas templado y su
terreno montañoso y cubierto de vegetales.
DEL EGIPTO. 199
tante impresion á muchos de ellos de algun tiempo
á esta parte. Los cristianos del pais que tratan con
nuestros negociantes , de muy buena gana se encerra
rian lo mismo que ellos ; mas para esto seria menester
permiso formal de la Puerta. Parece que actualmente
se ocupa de este objeto, si acaso es cierto que haya
publicado un edicto el ano pasado, con el fin de esta
blecer un lazareto en Constantinopla y otros tres en el
imperio ; a saber , en Esmirna , en Candía y en Ale
jandría. El gobierno de Tunez ha adoptado esta sabia
medida hace algunos años; pero la policía turca es
en todas partes tan detestable , que no debemos pro
meternos el mejor resultado de semejantes estableci
mientos , á pesar de su estrema importancia para el
comercio y para la seguridad de los estados del Me
diterráneo 1 .
CAPITULO XVIII.
nos de agradecerme que les inserte aquí este rasgo curioso de la elo
cuencia oriental :
Carta del califa Omár, ebn-el-kattáb , á Amrú , su lugar-teniente en
Egipto.
« O Amrú , hijo de el-Aás , te suplico que al recibo de esta , me
hagas una pintura del Egipto tan exacta y tan viva, que me pueda yo
imaginar estar viendo con mis propios ojos ese delicioso pais. Salve. »
Contestacion de Amrú.
11 ! O príncipe de los fieles ! imagínate un desierto árido y un es
campado magnífico en medio de dos montañas , de las cuales , la una
tiene la forma de una colina de arena , y la otra la del vientre de un
caballo ético, ó del lomo de un camello. ! Ve ahí el Egipto ! Todas
sus producciones, y todas sus riquezas desde Asuan (Syena) hasta
Menchá, le emanan de un rio bendito que corre magestuoso por en
medio del pais. El momento de la creciente y menguante de sus aguas
es tan regular como el curso del sol y de la luna ; hay una época fija
en el año en que todos los manantiales del universo vienen á pagar á
este rey de los rios el tributo á que los ha sujetado la Providencia.
Entonces crecen las aguas , salen de madre y bañan toda la faz del
Egipto , para dejar asentado un cieno productivo. Entonces no
queda mas comunicacion de pueblo á pueblo sino por medio de bar-
tas ligeras , tan numerosas como las hojas de la palma.
« Luego que llega el instante en que sus aguas ya no son necesaria»
202 ESTADO POLITICO
ni artillería , ni ingenieros , y que la marina no cuenta
mas que las veintiocho naves y cayasas de Suez, ar
madas cada una de cuatro pedreros mohosos , y mon
tadas por marinos que no conocen ni la brújula. Al
lector pertenece fijar sobre estos datos la opinion que
debe formarse de semejante pais. Si acaso advierte que
yo se le presento bajo un punto de vista diferente de
. algunas otras relaciones , esa diversidad no debe sor
prenderle. Nada menos unánime que los juicios de los
§ UNICO.
CAPITULO XIX.
Arabes dominados.
Tribu Báli-fadl , hijos de Nuéir 24,000
Arabes de Hedjaz 24,000
Tribu del Aálí 2,000
Arabes de Iráq 2,000
— del Yemen 2,000
— de Djezire 2,000
— de Metruq 1,000
— de Djarm « ,00o
— Beni oqbé y beni Mehdi 1,000
— el Ornara i5ooo
— de Hindam 1,000
6 1 ,00o
2 4o APENDICE.
Suma de la vuelta 61,000 caballos.
— Aáid 1,000
— Fezárát 1,000
— Moharib 1,000
— Qaril 1,000
— Qattáb 1,000
— de Egipto junto 3,ooo
— Hauára 24,000
Turcomanos esparcidos en hordas, 6
campos por tierras de Siria" y el Diar-
bekr, segun consta de los registros, en
número de 180,000
Los Ochrán (no sabemos mas de estos,
sino que són otra casta de Turcoma
nos) divididos en treinta y cinco distri
tos , cada uno á razon de mil caba
llos 35,ooo
Curdos 20,000
Milicias del Egipto , al respecto de treinta
y tres mil villas y pueblos, y de dos
caballos por villa 66,000
PALOMARES.
120
§ II. Del Cairo á Damieta.
Castillo de la Montaña o
Torre de Beni óbaid 36
Echmum-el-rommán 36
Duutriíát ! 3o
102
§ III. Del Cairo á Gazzah.
225
De Gazzé á Habrán 3o
En Sáfie, sobre un riachuelo de este nombre. 45
EnKarak 48
123
§ Y. De Gazzé á Safad.
En el-Qods (Jerusalen) 48
En Djenin 3o
En Bisan 24
En Safad il\r •
126
186
De Damasco á Balbek , un palomar. . . 48
De Damasco á Halab, siete palomares.
En Damasco, un palomar '. . . <
En Cara . 45
En Heins , 36
En Hama .' 24
En Marra 3o
En Kan-tunám , 3o
En Halab 28
193
138
En Halab '
En Qábáqíb. •• 75 '
252 APENDICE.
Suma de la vuelta millas.
En Tadmtír (Palmira) 7^
Enel-Rahabé 108
258
En Damasco 1
En Saida 63
En Berut ' 24
EnTerbelé ••• 3 o
En Tarábolos . * t 24
4i
Tales son los palomares mantenidos en el imperio, para
la celeridad en la remision de pliegos de oficio. Cada uno
tiene su director y sus celadores, quienes aguardan por
turno la llegada de las palomas : hay ademas criados y
muias de carga destinados á cada palomar, para las muda-
' das respectivas de las palomas. El gasto total no deja de
ser bien subido.
«
DE LA CONDUCCION DE LA NIEVE, Y DE LAS REMUDAS
DE HEDJINES DESTINADOS AL EFECTO.
180
— á el-Arich 5y
— á Uarrádé 24
-- á Mutailem • ■ • 24
— á Qátié 24
— á Saléhié 4^
— á Bilbeis 24
— al castillo del Cairo • — 27
222
385
APENDICE. 255
Aquí terminan las paradas. Para continuar el camino, se
alquilan cabalgaduras á particulares.
De Esna se pasa á Aidab en el mar Rojo, lugar de depó
sito del Yemen y de Habach (Abisinia).
Del Cairo á Scandarié , hay dos caminos ; uno por el
Delta, cruzando por poblado, y otro por el desierto, á
izquierda del rio.
Por el Delta, hay del Cairo á Kaliüb 9 millas.
— á Monuf. 18
— á Mohallet-el-Marhum , 24
— á Nahararié. . , 24
. — á Turkmánié '. 24
— á Scandarié 24
123
Por el desierto, ó camino enjuto, hay del Cairo á Djazi-
ret-el-Qit 18 millas.
— á Uardan 12
— á Terráné 12
— á Zauiet-el-Mobarek 12
— á Damanhur 21
— á Luqin 18
— á Scandarié ^4
"7
Del Cairo á Dumiát.
75
a56 APENDICE.
Suma de la vuelta 75 millas.
— á Achmun-el-Rummán
— á Faraskur • 21
— á Dumiát 9
"7
Del Cairo á Gazzé.
222
De Gazzé á Karak.
De Gazzé á Belaquis 12
— á Habrún 18
— á Djenba 12
— á Zuair 18
— áSafié • ' 15
— á Kafar -. . . 24
— á Karak 21
120
APENDICE. a5y
De Rarak á Chubak , estremidad setentrional de la
Arabia Petrea, no hay mas de tres paradas en cerca de
noventa millas.
De Gazzé á Damasco.
180
De Damasco á Kusair al N 9
— áQatifé,alE 12
%
11
TOMO I. «7
2 58 APENDICE.
Suma de la vuelta 21 millas.
— áEfteraqalN 6
— á Rastel 9
— áQara 9
— áGasulé 12
— á Semsin 12
— áHems 12
— á Rusten 12
— á Hama ••• 12
— á Latmin 9
— á Djerabolos 9
— á Marra 12
— áEbad 12
— á Emár 12
— á Kinesrin. 9
— á Halab 12
— áel-Bab 3o
— á Bait-Beré 3o
— á el-Biré , 15
255
38c,
De Damasco á Safad.
84
De Damnsco á fieiut.
De Damasco á Kan-Maiselun 12
— á Harin, sobre el Qasmié 18
— á Saida , por el Líbano 33
— i Berut 24
87
De Damasco a Balbek.
— áZebdani i5
— á Bura 12
— á Balbek i3
4o
17-
a6u APENDICE.
De Damasco a Tarábolos.
De Damasco á Gazubé (véase camino de Ha-
lab. ) 55 millas.
— áQadis 18
— á Aqmar 21
— á el-Akra 18
— á el-Arká 13
— á Tarábolos 15
13g
De Damasco á Karak.
De Damasco á el-Qatibé 12
— á Barádié 18
— á Bordj-el-Abiad 18
— á Hosban 18
— á Qanbes 24
— á Dibián 24
— á Qaté-el-Modjeb 24
— á Safra 24
— á Karak 24
186
De Halab á Behesna y á Qaisarié (Cesaréa) , frontera
del imperio en Armenia.
De Halab á el-Semúqa 10
— á Istidra 12
— á Bait-el-Fár 18
— á Antab 12
53
APENDICE. 2&I
Suma de enfrente 5a millas.
— áDair-Kún. 9
— á Qúna. . . . 12
— á Arban. . . la
— á Behesna. . 9
— á el-Qaisarié 12o
a16
DE LA SIRIA.
CAPITULO PRIMERO.
1 Es decir, por los años de 75o antes de J.C. Esta es la razon porque
Homero , que escribió á principios de aquel siglo , no la ha citado ,
aunque hace mencion de los habitantes del pais, sirviéndose del
nombre oriental Arcan, alterado en Arimeen y Erembos.
266 ESTADO FISICO
Siria 1 ; y le han sustituido el de Barr-el-Chám 2 ; que
significa pais de la izquierda; y con esta espresion desig
nan todo el espacio comprendido entre dos líneas tira
das , la una de Alejandrela á la Eufraya , y la otra de
Gaza al desierto de Arabia, confinando al E. con el
mismo desierto , y al O. con el Mediterráneo. Esta de
nominacion de pais de la izquierda, por el contraste
con la de Yamin, p de la derecha, indica que habria por
cabeza de partido un lugar intermedio, que debe ser la
Meca ; y por su alusion al culto del sol 3, descubre un
origen anterior á Mahometo, y al mismo tiempo la
existencia de ese culto ya conocido en el templo de la
Kiabé.
§ I.
ASPECTO DB LA SIRU.
§ n.
§ III.
§ IV.
DE LA LANGOSTA.
cados en Italia , fue el primero que anunció que el agua era descom
puesta por estos metales en las entrañas de la tierra, y que de ahí
nacia el copioso desprendimiento de gas hidrógeno. Gay-Lussac,
despues, siguiendo las huellas del filósofo ingles, y llamando á exa
men todas las doctrinas anteriores , asi como los hechos en que des
cansan , ha llegado á formar la teoría mas probable y luminosa que
tenemos acerca de este tremendo fenómeno. Habiendo observado que
los volcanes no exhalan sino una cantidad mediana de hidrógeno
sulfurado , pero que al mismo tiempo desprenden mucha agua en el
estado de vapor y sobre todo una cantidad muy considerable de gas
ácido hidro-clórico , de hidro-clorates de soda , de amoniaco y
hasta metales , concluye este sabio químico que los fenómenos y pro
ductos volcánicos deben atribuirse , no ya á la accion del agua pura
sobre los metales, sino á la de este líquido sobre los cloruretos de los
metales térreos , ó á la de las aguas del mar sobre estos mismos cuer
pos. A este propósito conviene advertir, dice. el célebre Brongniart,
que no es una mera casualidad que de ciento sesenta y cinco volcanes
conocidos, haya mas de ciento sesenta situados á orillas del mar, ó
á poca distancia efectiva de esa masa de aguas. Escusado es advertí»
que la teoría de Gay-Lussac no escluye la accion del agua sobre las
pintas. Ellas son las que proveen el azufre para el hidrógeno sulfu
rado. Los estrechos límites de una nota (que ya esta va escediendo)
no me permiten entrar como quisiera en otros pormenores sobre tan
importante materia. Sin embargo, el lector podrá consultar al in
tento el Dictionnaire des Sciences naturelles (artículo Kolcans), publi
cado en Paris por los profesores del Jardin de Plantas. Nota del tra
ductor. . .
1 No son solo esos países los que padecen este azote. Los vientos
DE LA SIMA. 28l
han hablado los viajeros. La multitud prodigiosa en
que se reunen estos insectos, se hace increíble al que
no lo ha visto por sus ojos : la tierra se cubre de ellos
en un espacio de muchas leguas : desde lejos se oye el
ruido que arman , talando las yerbas y los árboles ,
muy parecido al de un ejército que arrasa un campo
al escondite. Mas valiera tener que hdiar con los Tár
taros que con estos bichos destructores ; al ver los es
tragos que causan , diriamos que el fuego va siguiendo
sus huellas. Por donde quiera que pasan estas legio
nes , desaparece la verdura del campo , ni mas ni me
nos que como una cortina que se recogiera : los árboles
y plantas , todos deshojados y reducidos á su^s ramas
y troncos , hacen suceder en un pestañear el espectá
culo horroroso del invierno á las brillantes escenas de
la primavera. Cuando las nubes de langostas cogen
vuelo para salvar algun obstáculo , ó para atravesar
con mas prontitud un terreno desierto, podemos de
cir , sin ponderacion , que la atmósfera se oscurece.
Por fortuna este azote no es muy frecuente ; que no
hay cosa que traiga con mas seguridad la carestía y
demas miserias que le son consiguientes. Los natura
les de Siria han hecho dos observaciones sobre el par
ticular : 1 0 que la langosta no aparece sino despues
de un invierno muy suave : i" que siempre viene del de
sierto de Arabia.Con estos datos se esplica perfectamente
como el frio habiendo dejado intactos los huevos de
$ vi.
§ VII.
§ VIII.
DEL CLIMA.
$ IX.
§ X.
CUALIDADES DE LAS AGUAS.
S XI.
DE LOS VIENTOS.
CAPITULO II.
i
3 12 ESTADO FISICO
nada es mas clara que el antiguo horror al vacío, se
presen ran aquí agentes materiales que nos dan una
razon mecánica del fenómeno : quiero decir , las leyes
del equilibrio de los fluidos , en cuya virtud las ma
sas de aire mas pesado, empujan hacia arriba á las
mas ligeras. En efecto los continentes siempre son
(en igualdad de latitud y de nivel) mas penetrados del
calor que los mares ; y de aquí debe resultar una cor
riente perenne que impele al aire del mar, y por con
siguiente á las nubes sobre la tierra. Se dirigirán tanto
mas al continente , á medida que las montañas esten
mas caldeadas y por decontado mas aspirantes ; si en
cuentran un escampado llano y seguido , se deslizarán
por él sin detenerse ; porque estando ese terreno calen
tado por igual , no hay causa que pueda condensarlas :
he ahí la razon de que nunca llueva, ó al menos muy
rara vez , durante el estío, en Egipto y en los desiertos de
Arabia y del Africa. El aire de estas regiones , calen
tado y enrarecido , rechaza de sí las nubes , pues estas
no son mas que vapores , y todo vapor es elevado cons
tantemente por el aire caldeado. Se hallan pues forza
das á nadar en la region media , donde la corriente es
tablecida las conduce á los puntos mas empinados del
continente , los cuales en cierto modo hacen veces de
chimenea , segun ya hemos indicado. Allí , mas distan
tes del plano de la tierra , que es el gran foco del calor,
se enfrian y condensan por un mecanismo semejante
al que pasa en la cucúrbita de los alambiques ; sus
partículas se resuelven en lluvias ó en nieves ; mas en
invierno varian los efectos con las circunstancias : en
DE LA SIRIA. 3I3
tonces, como el sol se halla distante de los paises de
que hablamos , cesa la tierra de estar tan caldeada y
adquiere el aire un estado muy semejante al de las
montañas mas elevadas ; se enfria pues y se condensa
mas : los vapores ya no suben tanto , las nubes se for
man mas abajo , y á veces tocan en la tierra , donde
las vemos en forma de nieblas. En esta época, acumu
ladas por los vientos de O. , y por la falta de las cor
rientes, que las llevan consigo en el estío, son com-
pelidas á descargar en el llano ; y de aquí fácilmente
se deduce la solucion de aquel problema 1 : ¿ Porqué
siendo mas abundante la evaporacion en estio que en in
vierno , hay no obstante mas nubes, nieblas y lluvias en
esta estacion que en aquella ? Tambien se infiere de aquí
la razon de otro hecho común al Egipto y á la Pales
tina a , á saber : SÍ hay alguna llovizna continua , mas bien
será por la noche que de dia. Se observa generalmente
en estas regiones que las nubes y nieblas se apro
ximan á la tierra durante la noche , y se desvian de
ella luego que amanece ; y es porque la presencia del
sol produce calor suficiente para rechazarlas. Yo lo he
notado repetidas veces en el Cairo, en los meses de
julio y agosto de 1783. Con mucha frecuencia al salir
el sol , teníamos niebla , hallándose el termómetro en
1 El autor alude á uno de aquellos problemas meteorológicos que
él mismo propone al terminar la seccion del « Estado físico del Egip
to. » Nota del traductor.
* Yo he hecho la observacion en Palestina en los meses de noviem
bre , diciembre y enero de 1784 y 1785. La llanura de Palestina, par
ticularmente en vuelta de Gaza , se halla casi en las mismas circuns
tancias de clima que el Egipto.
3(4 ESTADO FISICO
diez y siete grados ; dos horas despues , subia hasta
veinte y veinticuatro , y entonces el cielo estaba po
blado de celajes que corrian del sur. En otra ocasion .
volviendo de Suez por aquel mismo tiempo , es decir ,
del ?-4 al 26 de julio , no tuvimos niebla en las dos no
ches que dormimos en el desierto ; pero habiendo avis
tado en la madrugada la llanura de Egipto , la noté
cubierta de una capa de vapores que me parecieron
estancados ; segun que iba aclarando tomaron giro y
elevacion ; y todavía no eran las ocho de la mañana ,
cuando la tierra estaba toda despejada , y el aire no
ofrecia mas que algunas nubeculas diseminadas , que
remontaban por el valle. Al año siguiente, estando con
los Druzos, observé varios fenómenos casi idénticos.
Desde fines de julio pasaba diariamente una serie de
nubes , que se atribuia al derrame del Nilo por el Egip
to 1 , y que efectivamente venian de aquella parte , y
se trasladaban al nordeste 2. Despues de esta primera
irrupcion, sobreviene á fines de julio y en agosto, otra
eslacion de celages. Diariamente se oscurecia el cielo
á eso de las once ó las doce de la mañana , y á veces no
volvia á mostrarse el sol en toda la tarde ; entre tanto
afluian las nubes al pico del Sannino , muchas de las
cuales, trepando las pendientes, corrian por entre las
lé, en donde el ambiente está mas reseco, las estrae con mayor pron
titud. Esta es tambien la razon porqué en nuestros climas el aliento
es visible en invierno y no en estío.
1 Este hecho depone en favor de la radiacion. Nota del traductor.
DE LA SIRIA. 3lQ
estos casos el aire no tiene humedad superabundante.
Mas aparecen en el otoño , despues de las lluvias , y
aun en estío despues de las turbonadas; porque
entonces la tierra ha recibido material para la eva
poracion, y ha adquirido cierto grado de frescor
muy adecuado á la condensacion. En nuestros climas
comienzan siempre prefiriendo la superficie de los
prados, á los campos labrados. Muchas veces , á pues
tas del sol, se advierte sobre la yerba una tela de
humo que muy en breve crece en estension y altura.
La razon es muy obvia; los lugares húmedos y fres
cos reunen mas que los áridos los requisitos necesa
rios para condensar los vapores que descienden. Pero
aun resta por hacer infinitas consideraciones acerca
de la formacion y propiedades de estos vapores , que
aunque son los mismos , toman en tierra el nombre de
nieblas, y en la atmósfera el de nubes. Cotejando entre
sí sus diversos accidentes, se advierte que siguen
aquellas leyes de combinacion, disolucion , precipitacion
y saturacion, en cuya teoría se ocupa tan especialmente
la física moderna , bajo el nombre de química. Si fuera
mos á tratar aquí estas materias con la profundidad que
merecen , seria forzoso entrar en particulares , que me
desviarían demasiado de mi asunto principal : asi que
me limitaré á una sola observacion relativa á lo
Este metéoro se siente en el Delta lo mismo que en
toda la Siria ; pero con la diferencia, que tanto en aquel
primer pais como en la llanura de Palestina, es rarísimo
en el estío , y mas. frecuente en el invierno : en las
montañas sucede al reves. En ambas regiones su legí
320 ESTADO FISICO
timo tiempo es el de las lluvias , es decir , por los equi
noccios , y señaladamente en el de otoño ; tambien es
cosa muy notable que jamas viene del continente,
sino del mar : todas las tempestades que se arman en
el Delta 1 y en Siria vienen siempre del Mediterráneo.
Las horas que prefieren en todo el dia, son la tardecita
y la mañana 2 ; van acompañadas de chaparrones muy
violentos , y á veces de granizos que aniegan el cam
po de charcos en poco rato. Estas circunstancias, y
especialmente la constante asociacion del trueno á las
nubes , dan márgen al siguiente raciocinio : si el rayo
se forma siempre con las nubes , si necesita pre
cisamente de su consorcio para manifestarse ; claro
' está que debe ser el resultado de algunos de sus ele
mentos. Ahora bien; ?de qué manera se forman las
nubes? Por la evaporacion de jas aguas. ?Y cómo se
efectúa la evaporacion ? Por la presencia del fuego ; el
agua por sí misma no es volátil, necesita de un
agente que la haga elevarse; este agente es el fuego,
3 t.
1
ESTADO POLITICO
DE LA SIRIA.
CAPITULO III.
CAPITULO IV.
S i.
DE L08 TURCOMANOS.
•
Compréndense los Turcomanos en el número de aque
llas pueblas tártaras que en tiempo de las grandes revo
luciones de los califas, emigraron del oriente del mar
Caspio , y se difundieron en las llanuras de la Armenia
y del Asia-Menor. Su lengua es la misma que la de los
Turcos. Su género de vida es muy parecido al de los
árabes Beduinos : á la manera que estos, son pastores,
y por consiguiente se ven obligados á recorrer dila
tados espacios , á fin de apacentar sus numerosos re
baños : mas á pesar de tanta analogía , se diferencian
en que siendo muy ricos en pastos los campos frecuen
tados por los Turcomanos, pueden sustentar mayor
porcion, y dispersarse menos que las tribus del de
sierto. Cada ordú, ó campo reconoce su gefe , cuyas fa
cultades no estan determinadas por ninguna clase de
estatutos , sino únicamente dirigidas por la costumbre
y las circunstancias : es caso bien raro que el gefe
abuse de su poder; porque siendo la sociedad en es
336 ESTADO POLITICO
tremo reducida , la naturaleza de las cosas mantiene
casi una perfecta igualdad entre sus miembros. Todo
hombre que se halla en estado de llevar las armas , se
apresura luego á alistarse ; porque su seguridad , res
petos y consideracion dependen tínicamente de la
fuerza individual que posea.
Todos sus bienes consisten en ganados , cuales son
camellos , búfalos, cabras y principalmente carneros.
Los Turcomanos se alimentan con lacticinios , man
teca y carne , que todos son renglones muy abundan
tes entre ellos. Venden su ganado en las ciudades y
en los campos , pudiendo decirse que casi ellos esclu-
sivamente surten todas las carnicerías. En cambio
reciben armas , vestidos , plata y granos. Sus mugeres
hilan lanas , y hacen alfombras para sentarse , cuya
costumbre reina en estas regiones desde tiempo inme
morial 1 , y por tanto indica claramente la existencia
de un estado que jamas ha sufrido alteracion. Pol
lo que toca á los hombres , no tienen mas oficio ni
beneficio que fumar la pipa y pastorear sus rebaños :
son ginetes vigorosos , y soldados infatigables ; porque
estan de continuo cabalgando, su lanza al hombro,
el sable corvo al costado y la pistola á la cintura. Mu
chas veces suelen tener sus reyertas con los Turcos ,
quienes les temen á par de muerte : mas como estan
separados entre sí de campo á campo , no pueden ad
quirir aquella preponderancia, que les aseguraria su
1 Entre nosotros , el estilo de sentarse las mugeres sobre alfombras
en las iglesias , es conocidamente un resto de los muchos caracteres
arábigos que aun se notan en nuestras costumbres. Nota del traductor.
DE LA SIRIA. 337
fuerza reunida. Pueden contarse sobre unos treinta
mil Turcomanos errantes , en los bajalatos de Alepo y
de Damasco , únicos distritos de Siria frecuentados
por ellos. La mayor parte de estas tribus se trasladan
en el estío á la Armenia y la Caramania , donde encuen
tran pastos mas pingües , regresando luego á sus acos
tumbrados cuarteles de invierno. Los Turcomanos en
cuanto á religion , son tenidos por musulmanes , y por
cierto llevan consigo muy comunmente el principal dis
tintivo de tales, quiere decir, la circuncision. Sin em
bargo , se curan bien poco de materias religiosas , y
ni tienen las ceremonias ni el fanatismo de los pue
blos sedentarios. Para hablar con propiedad acerca
de sus costumbres, seria preciso haber vivido con
ellos. Solamente diremos , que gozan de la reputacion
de no ser tenidos por ladrones como los Arabes, sin
que por eso sean menos generosos , ni hospitalarios ;
y si atendemos á que viven acomodados sin ser ricos ,
ejercitados por la guerra, y robustecidos por los tra
bajos y la adversidad , es forzoso inferir que estas cir
cunstancias deben alejar de ellos la corrupcion anexa
á los. vecinos de poblado , y el envilecimiento propio
de los campestres.
§ II.
DE LOS CURDOS.
§ III.
■
DE LOS ARABES BEDUINOS.
1 Pronúnciese Najd.
DE LA SIRIA. 347
tan apartadas unas de otras ; por último , en los para-
ges cultivables , como son el distrito de Alepo , el Hau-
ran y el campo de Gaza , las hay numerosísimas y muy
cercanas entre sí. En los primeros casos , los Beduinos
son puramente pastores , viviendo tan solo del producto
de sus rebaños , de algunos dátiles y carne fresca , ó
secada al sol, la que reducen á polvo como harina.
Mas los que se hallan en el postrer caso , siembran al
gunos terrenos, y agregan trigo, cebada y aun arroz á
la carne y los lacticinios.
Procediendo ahora á examinar las causas de la este
rilidad é incultura del desierto, hallaremos que pro
vienen especialmente de la falta de fuentes y rios , y
en general de la carencia de agua. Esta carencia di
mana de la configuracion del terreno, que á virtud de
ser llano y enteramente limpio de montañas , no per
mite á las nubes mas que deslizarse por su super
ficie recalentada, lo mismo que acontece en Egipto:
solo en el invierno se detienen , porque entonces les im
pide elevarse el frío de la atmósfera, y caen disueltas
en lluvia. La desnudez del terreno es asimismo causa
de sequedad ; pues no encontrando el ambiente sino
arenas abrasadoras , se caldea mas fácilmente , y asi
obliga las nubes á subir. Si todo el desierto se plantase
de árboles , v. g. de abetos , es mas que probable que
sobrevendria una alteracion notable en el clima" .
CAPITULO V.
§ I
DE LOS ANSAKIE.
§ II.
DE LOS MARONITAS.
1 Cedrenus.
384 ESTADO POLITICO
el cisma que desolaba el imperio era tanto cjvil como
religioso. Por otro lado , parece que el origen de estos
dos partidos y la existencia de una insurreccion son
hechos anteriores a la época citada ; porque desde
los principios del mahometismo (año 622 de la era
vulgar ) se hace mencion de varios reyezuelos particu
lares , de los cuales uno nombrado Yusef mandaba en
Djebail ; y otro llamado Kesrú gobernaba lo interior
del pais , que por eso tomó el nombre de Kesrauán.
Asimismo se cita despues de estos dos , otro que hizo
una espedicion contra Jerusalen , y que murió de edad
muy avanzada en el pueblo de Besconta 1 , donde tenia
su residencia. De forma que desde antes de Constan
tino Pogonato estas montañas eran asilo de los mal
contentos ó de los rebeldes , que huian de la intolerancia
de los emperadores y de sus agentes. Sin duda por
esta razon asi como por cierta semejanza de opiniones
hubieron de refugiarse allí Juan y sus discípulos : y sea
por el ascendiente que se grangearon ó por el que ya po
seian , la nacion entera se apropió el nombre de Maro-
nitas , que no era afrentoso como el de Mardaitas. Pero
sea de ello lo que fuere , lo cierto es que Juan estable
ció entre estos montañeses un sistema reglado y mili
tar , dándoles armas y gefes , y que emplearon su li
bertad en combatir los enemigos comunes del imperio
y de su reducido estado , en términos que muy presto
se posesionaron de casi todas las serranías que van
hasta Jerusalen. El cisma que se introdujo por esta
1 En el Kesrauán.
DE LA SIRIA. 385
época entre los musulmanes conspiró á facilitar sus
triunfos. Moáuia, sublevado en Damasco contra Alí
califa de Rufa , se vio obligado , á trueque de no soste
ner dos guerras á la vez, á firmar en 678 un tratado
oneroso con los Griegos. Siete años posteriormente ,
le renovó Abd-el-Malek con Justiniano II, mas con la
precisa condicion de que este emperador le libertase
de los Maronitas. Justiniano no solo tuvo la impru
dencia de venir en ello , sino que cometió la vileza de
mandar asesinar á su gefe por un enviado , á quien
ese hombre harto generoso habia recibido bajo los
auspicios de paz. Una vez perpetrada esta maldad ,
empleó el agente la seduccion y la intriga con tan fe
liz suceso que logró sonsacar doce mil hombres del
pais ; quedando asi abierto el campo á los progresos
de los musulmanes. Poco tiempo despues otra perse
cucion amenazó á los Maronitas de una ruina total : el
mismo Justiniano envió tropas contra ellos al mando
de Marciano y de Mauricio , que destruyeron el mo
nasterio de Hama y pasaron á cuchillo mas de qui
nientos monges. De aquí fueron á trasladar la guerra
hasta el Kesrauán , pero afortunadamente en estas cir
cunstancias fue depuesto Justiniano la víspera del dia
en que se iba á ejecutar de orden suya una carnice
ría general en Constantinopla ; y entonces los Maroni
tas , autorizados por el sucesor del imperio , atacaron
las huestes de Mauricio con tal furia , que quedaron
completamente derrotados y muerto su caudillo en la
refriega. Desde esa época se les pierde de vista hasta
TOMO I. .>. 5
386 ESTADO POLITICO
la invasion de los cruzados , con quienes tan pronto
celebraron alianzas como tuvieron diferencias : en este
intervalo , que duró mas de tres centurias , perdieron
gran parte de sus posesiones , y asi se vieron forzados
á retirarse al Líbano dentro de los límites en que se
hallan actualmente. Sin duda tambien pagaban tribu
tos , siempre que habia gobernadores árabes ó turco
manos bastante poderosos paraexigírselos. Hallábanse
en ese caso con respecto al califa de Egipto Hakem-
B'amr-Ellah , cuando por los años de i o 1 4 cedió este
la costa en que habitan á un príncipe turcomano de
Alepo. Dos siglos despues, habiendo lanzado Selah-
el-din á los europeos de estas comarcas , era menester
rendirse á su poder y comprar la paz á fuerza de con
tribuciones. Entonces fue (es decir por los años de 1 2 1 5)
cuando los Maronitas se agregaron á la comunion ro
mana , á lo cual siempre habian estado dispuestos ;
y asi subsisten hasta el dia de hoy. Guillermo de Tiro ,
que es quien refiere el hecho , observa que tenían
cuarenta mil hombres de armas llevar. Su situacion
bastante pacífica bajo el mando de los Mamelucos ,
fue perturbada por Selim II ; este príncipe sin em
bargo ocupado en negocios mas arduos , desdeñó to
marse la pena de conquistarlos. Esta omision les hizo
cobrar aliento , y de acuerdo con los Druzos y su emir
el famoso Fakr-el-din fueron de dia en dia ganando
terreno sobre los Otomanos : estos movimientos em
pero vinieron á tener un funesto resultado ; pues ha
biendo Amurato III despachado contra ellos á Ibrahim ,
bajá del Cairo , este general los redujo á la obediencia
DE LA SIRIA. 387
en 1 588 , y los sometió á un tributo anual que pagan
todavía.
Celosos los bajaes desde ese tiempo , por estender
su autoridad y sus rapiñas, han intentado varias
veces introducir en las montañas de los Maronitas sus
guarniciones y sus agáes ; pero constantemente re
chazados , se han visto en la necesidad de atenerse á
la primera capitulacion. Asi pues la sujecion de los
Maronitas se reduce á pagar un tributo al bajá de Trí
poli , cabeza de partido de su territorio : todos los años
le arrienda este á uno ó muchos jeques 1 , es decir , á
los notables del pais, quienes hacen la derrama por
distritos y aldeas. Dicho impuesto gravita casi esclu-
sivamente sobre las viñas y moreras , que son los prin
cipales y casi los únicos renglones de cultivo. Varia
mas ó menos segun los años , ó segun la resistencia
que se puede oponer al bajá. Tambien hay aduanas
establecidas á orillas del mar, como las de Djebaily
Batrun ; pero este ramo es de muy poca considera
cion.
Su forma de gobierno no está cimentada sobre pac
tos espresos , sino únicamente sobre usos y costum
bres. Este inconveniente sin duda hubiera acarreado
funestas consecuencias , á no haber sido prevenidas
por varias circunstancias felices. La primera es la reli
gion , que poniendo una barrera insuperable entre los
Maronitas y los musulmanes , ha estorbado á los am
biciosos que se unan con los estrangeros para esclavi
1 En las montañas la palabrajeque simplifica propianfente notable,
ó señor campestre.
25.
3$ 8 ESTADO POLITICO
zar su nacion. La segunda es la naturaleza del terreno ,
que ofreciendo por donde quiera puntos de fácil de
fensa , ha proporcionado á cada pueblo y aun á cada
familia medios de resistir con sus propias fuerzas y
por consiguiente de coartar la estension de un solo
poder : en fin debemos contar por tercera causa la
misma impotencia de semejante sociedad , la cual
rodeada desde su origen de enemigos poderosos , no
ha sido parte á qontrarestarlos sino manteniendo la
union entre sus miembros ; union que , como nadie
ignora , solo tiene cabida en tanto que los individuos
se abstienen de oprimirse los unos á los otros , disfru
tando recíprocamente de la seguridad de sus personas
y de sus bienes. Asi es como se ha sostenido el go
bierno por sí mismo en un equilibrio natural ; y con
sus costumbres que hacen veces de leyes , se han
preservado los Maronitas hasta el dia de hoy de la
opresion del despotismo y de los desórdenes de la anar
quía.
La nacion podemos considerarla como dividida en
dos clases; á saber, el pueblo y los jeques. Con esta pa
labra se da á entender los mas notables de entre los ha
bitantes , á quienes la antigüedad de sus estirpes y los
bienes de fortuna proporcionan un estado mas distin
guido que el de la muchedumbre. Todos habitan es
parcidos por las montañas , ya sea en pueblos , ya en
lugarejos y hasta en casas aisladas ; lo que no sucede en
Ja llanura. La nacion entera es agrícola , y cada cual
beneficia con sus manos la pequeña heredad que posee
ó que tiene arrendada . Hasta los j eques viven de esta ma
DE LA SIRIA. 38g
ñera , sin que los distinga del pueblo otra cosa que una
mala pelliza , un caballo y algunas ligeras ventajas en la
comida y la habitacion : todos se mantienen frugalmen
te, con pocos goces, pero en cambio libres de muchas
privaciones, puesto que son contados los objetos de
lujo que conocen. En general la nacion es pobre, pero
nadie carece de lo necesario; y si acaso se ven mendi
gos una que otra vez , son mas bien de las ciudades de
la costa que del mismo pais. La propiedad es tan sa
grada como en Europa , y no se advierten allí aquellos
despojos ni avanías tan frecuentes entre los Turcos : se
transita de noche y de dia por todo el pais con una se
guridad desconocida en el resto del imperio. El estran-
gero halla entre ellos hospitalidad lo mismo que entre
los Arabes ; sin embargo , se nota que los Maronitas
son menos generosos y aun adolecen algun tanto de
cicatería. Ajustándose á los principios del cristianis
mo , no tienen mas que una muger, con quien suelen
casarse las mas veces sin haberla visto , y siempre sin
haberla tratado. Mas contra los preceptos de esa mis
ma religion han admitido ó conservado el estilo árabe
del talíon; en cuya virtud compete al mas próximo pa
riente del asesinado el vengar su muerte. Por un há
bito fundado en la desconfianza y en el estado político
del pais, todos los individuos sin escepcibn, bien sean
jeques ó del comun, andan siempre armados de fusil y
puñal : quizá es este un grave inconveniente ; pero de
aquí sacan la ventaja de no ser bisoños en el manejo
de las armas, cuando llegan lances de usarlas, tales
como la defensa de su territorio contra los Turcos
390 ESTADO POLITICO
Como el pais no mantiene en pie tropas regladas , cada
cual está obligado á marchar contra el enemigo , en
caso de guerra : si esta milicia estuviera bien organi
zada, valdria mas que muchos de los ejércitos de Eu
ropa. Segun los censos formados en estos últimos años,
asciende el número de hombres de armas tomar á
treinta y cinco mil. Ahora pues , arreglándonos á Ja
proporcion ordinaria, esa cantidad supondria un total
de poblacion de cerca de ciento cinco mil almas. Si á
este cómputo añadimos el número de clérigos, frailes
y monjas, repartidos en mas de doscientos conventos,
junto con el vecindario de las ciudades marítimas, como
Djebail, Batrun, etc. , resultará la suma de ciento
quince mil almas.
Si comparamos esta cantidad á la superficie del ter
reno, que es de cerca de ciento cincuenta leguas cua
dradas, tendremos setecientos sesenta habitantes por
legua cuadrada : proporcion que no deja de ser con
siderable, puesto que una gran parte del Líbano se
compone de riscos incultivables , y que la tierra aun en
los parages labrados, es rígida y poco fértil.
Por lo tocante á religion , los Maronitas dependen de
Roma. El clero, reconociendo la supremacía del papa,
ha continuado, como antiguamente, en elegir un pre
lado , que lleva el título de Batraq ó Patriarca de An-
tioquía. Los eclesiásticos se casan como en los primi
tivos siglos de la iglesia ; pero sus esposas han de ser
doncellas y no viudas, y en ningun caso pueden ellos
pasar á segundas nupcias. Celebran la misa en len
gua siriaca, aunque la niayor parte no saben palabra
DE LA SIRIA. 3g I
de este idioma : tan solo el evangelio se lee en alta voz
en arábigo , á fin de que el pueblo le entienda. Admi
nístrase la comunion bajo entrambas especies. La hos
tia es un panecillo redondo, sin levadura, del espesor
de un dedo , y algo mas grande que un escudo de seis li
bras 1 : en la parte superior tiene un sello, que es la por
cion del celebrante ; el resto se corta en pedacitos , que
el preste echa en el cáliz, revolviéndolos con el vino,
y que distribuye á cada comulgante por medio de una
cuchara que sirve para todos. Los clérigos no poseen
como entre nosotros beneficios ni rentas fijas : viven
tan solo de la limosna de sus misas > de las donaciones
de los fieles y de su trabajo manual. Algunos ejercen
oficios , otros cultivan un pequeño cortijo , y todos se
ocupan en el sostenimiento de sus familias y en la
edificacion de su grey. Los respetos y consideraciones
de que gozan los indemnizan en cierto modo de la es
casez en que viven : á cada paso estan recibiendo ho-1
menages muy lisonjeros á la vanidad : no hay quien
les salude sea pobre ó rico , grande ó pequeño , que no
se apresure á besarles la mano , que ellos tampoco se
descuidan en ofrecer ; y no pueden mirar con buenos
ojos que los europeos se abstengan de una demostra
cion de reverencia , que tanto repugna á nuestros usos ,
y que nada cuesta á los naturales, acostumbrados á
prodigarla desde su tierna infancia. Por lo demas , en
ninguna parte de Europa se celebran los ritos de la re
ligion con mas libertad ni publicidad que en el Kes-
1 Antigua moneda francesa un sí-es-no-es mayor que el peso
fuerte. Nota del traductor. 4
ESTADO POLITICO
rauán. Cada pueblo tiene su capilla con su ministro , y
en toda capilla hay campana, cosa inaudita en lo res
tante de Turquía. De esto blasonan los Maronitas , y
para asegurarse la perpetuidad de tales franquicias,
no consienten á ningun musulman avecindarse entre
ellos. Asimismo se han arrogado el privilegio de llevar
turbante verde, lo que fuera de su territorio costaría
la vida á cualquier cristiano.
No cuenta la Italia mas obispos que esta reducida
comarca de Siria , donde conservan la modestia de su
estado primitivo : es muy 'frecuente encontrarlos en
los caminos montados en sus mulas sin mas comitiva
que un mero sacristan : la mayor parte viven en los
conventos , donde se les ve vestidos y alimentados al
igual de un simple fraile. Sus temporalidades no esce
den ordinariamente de trecientos duros ; y en un pais
en que todo es barato, les basta tan corta suma para
mantenerse y aun les sobra para procurarse comodi
dades. Asi como los presbíteros tambien salen ellos de
la clase de los frailes : su título para la eleccion es por
lo comun una preeminencia en el saber, cosa nada di
fícil de adquirir, respecto a que el vulgo de religiosos
y de clérigos no tienen mas ciencia que la del catecis
mo, ni conocen mas libro que la Biblia. Debemos sin
embargo advertir que estas dos clases subalternas
ofrecen en su conducta y costumbres un dechado mas
edificante que los obispos y el patriarca. Estos conti
nuamente entregados á los enredos y disputas de pre
eminencia y de religion, no cesan de divulgar el escán
dalo y sembrar cbsenciones en el pais , so pretesto de
DE LA SIRIA.
ejercer la correccion eclesiástica , segun se practicaba
antiguamente : asi es que se escomulgan unos á otros
y á sus respectivos adherentes : suspenden a los clé
rigos , entredichan á los monges , imponen penitencias
públicas á los seglares ; en una palabra , han retenido
aquel espíritu embrollador y quisquilloso que fue el
azote del imperio de Oriente. La corte de Roma , repeti
das veces importunada de sus debates , pone el mayor
conato en pacificarlos á fin de mantener en estas re
giones el único asilo que allí queda á su poder. Hace
algun tiempo que se vió precisada á intervenir en cier
to negocio muy peregrino, cuya relacion nos podrá
dar una idea del estado moral de los Maronitas.
Por los años de i 755 habia en las inmediaciones del
convento de misioneros jesuítas una joven maronita
llamada Hendié, que á impulsos de su vida ejemplar
comenzó á atraerse la atencion del pueblo. Ella ayu
naba, llevaba puesto el silicio, poseia el don de lágri
mas ; en una palabra , teniendo los visos de una ana
coreta consumada , como en los primeros tiempos de
la iglesia, nada tardó en adquirir la reputacion de tal.
Mirábala todo el mundo como un modelo de piedad y
aun teníanla muchos en olor de santidad : de aquí á
los milagros es bien coi to el trecho : con efecto , muy
en breve se esparció la voz de que la muchacha obra
ba prodigios. Para hacernos bien cargo de la impresion
que causarian estos rumores, no debemos perder de
vista que el estado de las luces en el Líbano es casi el
mismo hoy dia que en los primitivos siglos : asi que no
hubo mofadores, ni incrédulos, y ni aun siquiera du
394 ESTADO POLITICO
dadores. La Hendié supo aprovecharse de este entu
siasmo para poner en planta sus proyectos ; y siguien
do en apariencia las huellas de sus predecesores en la
misma carrera , manifestó el deseo de ser fundadora de
una nueva orden. Pero por mas vueltas que dé el cora
zon humano , bajo cualquier forma que disfrace sus
pasiones, ellas serán siempre las mismas : asi el con
quistador como el cenobita no tienen mas ahinco que
saciar la ambicion de poder ; y el orgullo de la preemi
nencia se trasluce hasta en los escesos de la humildad.
La fundadora carecía de fondos para edificar el monas
terio ; pero ella acudió á la piedad de sus partidarios y
luego llovieron las limosnas : fueron tantas que en muy
pocos años pudieron levantar dos casas espaciosas
construidas á cal y canto , fábrica que debió importar
sobre cuarenta mil escudos El parage que llaman el
Kurket es un cerro al N. O. de Antura dominando al O.
sobre el mar que está muy inmediato, y registrando
por el S. hasta la ensenada de Berut, cuatro leguas
distante. Poco tardó el Kurket en poblarse de monges
y de religiosas. El patriarca actual fue creado director
general del establecimiento; los demas empleos asi
principales como secundarios fueron confiados á va
rios sacerdotes ó candidatos que se establecieron en
una de las casas. Todo prosperaba á medida del deseo:
verdad es que se notaba morian muchas religiosas;
pero esto se atribuía á la insalubridad del aire, y cierto
era muy difícil atinar la verdadera causa. Ya había
s III.
DB LOS DRUZOS.
.- •
4I6 ESTADO POLITICO
Druzos, envanecidos con su hazaña, marchaban en
desorden hácia esta última ciudad , quinientos Motuá-
lis, informados de lo que pasaba, acudieron de Acre
inflamados de furor y despecho , y cayeron con tanta
violencia sobre este ejército que lograron la mas com
pleta derrota : fue tal la sorpresa y confusion de los
Druzos , que creyéndose atacados por el mismo Dáher
y traidores los unos á los otros, se tiraban mutuamente
en su desordenada fuga. Los derriscaderos de Djesim
y los bosques de álamos poi^ donde transitaron los fu
gitivos , quedaron sembrados de cadáveres , de los
cuales muy pocos perecieron á manos de los Moruális.
Avergonzado el emir Yusefde tamaño descalabro , voló
á refugiarse en Dair-el-Qaman A poco tiempo trató de
indemnizar su pérdida; pero habiendo vuelto á ser ba
tido en la llanura que media entre Saida y Tiro, se
vió en la necesidad de devolver á su tio el anillo, sím
bolo del mando entre los Druzos. En 1773, tornó una
nueva revolucion á colocarle en el puesto ; mas solo á
costa de una guerra civil, logró mantener su potestad.
Entonces fue cuando para asegurarse de Berut contra
el partido contrario , invocó el ausilio de los Turcos , y
pidió al bajá de Damasco un hombre de luces, capaz
de defender la ciudad en caso necesario. Recayó el
nombramiento en un aventurero, que asi por su for
tuna posterior como por el papel que representa hoy
dia , merece que le demos á conocer. Este individuo ,
llamado Chinad, es natural de Bosnia y tiene por lengua
nativa el esclavón, segun afirman los capitanes de barco
de Ragusa, con quienes prefiere conversar á todos los
DE LA SIRIA. 4¡7
demas. Asegúrase que se espatrió á la edad de diez y seis
años , por evitar las resultas de un estupro que atentó
contra su cuñada : pasó á Constantinopla; y viéndose
allí sin saber modo de subsistir , se vendió á los trafi
cantes de esclavos con la mira de ser trasportado á
Egipto. Arribado al Cairo , fue comprado por Alí-bey,
quien desde luego le yuso en la clase de sus Mamelu
cos. No tardó Ahmad en descollar entre todos, por su
valor y habilidad. Empleóle su patrono varias ocasio
nes para aquellos lances arriesgados , tales como ase
sinar los beys y kachefs que le eran sospechosos ; y
hubo Ahmad de desempeñar tan á satisfaccion todas
sus comisiones, que esto le valió el apodo de Djezzar,
que significa degollador. Gozaba á ley de tal del favor
de Alí , cuando vino de golpe un accidente á privarle
de él. Juzgando necesario ese bey desconfiado proscri
bir á uno de sus bienhechores, nombrado Sáleh-bey ,
encargó á Djezzar cortarle la cabeza. Bien fuese por
remordimiento , bien por egoismo , ello es que Djezzar
no solo se mantuvo renuente, sino hasta abogó por el
proscrito. Mas sabiendo al dia siguiente que Moham-
mad-bey habia cumplido la encomienda , y que Alí ya
iba dándose por agraviado, se creyó perdido sin re
curso ; y para evitar la suerte de Sáleh-bey , se escapó
clandestinamente sin parar hasta Constantinopla. Allí
solicitó empleos proporcionados á la clase que antes
tuviera; mas como encontrase aquella concurrencia
de pretendientes que afluyen á todas las cortes, varió
de plan , y se marchó á Siria en pos de servicio en ca
lidad de soldado raso. Casualmente pasó á los Druzos,
TOMO I. 1-
4I8 ESTADO POLITICO
y allí fue hospedado nada menos que en casa del kiaya
del emir Yusef. De aquí se trasladó á Damasco, en
cuya ciudad muy pronto adquirió el título de agá,
con mando de cinco banderas, es decir, cincuenta
hombres : en ese puesto fue donde vino la suerte á vi
sitarle, proporcionándole la comandancia de Berut.
Apenas se vió Djezzar establecido, en su nuevo destino,
tomó posesion de la ciudad en nombre de los Turcos.
Confundido quedó Yusef de golpe tan mortal. Pidió
justicia en Damasco; pero conociendo que se burla
ban de sus plegarias , apeló despechado á Dáher, con
quien celebró una alianza ofensiva y defensiva en Rás-
el-aén, cerca de Tiro. Tan luego como Dáher se unió á
los Druzos, marchó á sitiar por tierra á Berut, á
tiempo que dos fragatas rusas, cuyo servicio se compró
en seiscientas bolsas1 (cerca de ciento cuarenta y nueve
mil talegas de duros), fueron á bombardearla por mar.
No hubo mas arbitrio que ceder á la fuerza. Despues
de una resistencia bien obstinada, entregó Djezzar
su persona y la plaza. Encantado el jeque de su de
nuedo, y halagado con la preferencia que le diera so
bre el emir , se le llevó consigo á Acre , colmándole de
toda especie de favores. Llegó su decision por él al
punto de confiarle una pequeña espedicion á Palestina,
juzgándole apto para el caso : pero Djezzar apenas
acercado á Jerusalen, se pasó otra vez á los Turcos, y
regresó á Damasco. Sobreviene la guerra de Moham-
mad-bey : preséntase Djezzar al capitan bajá, y gánase
1 La bolsa equivale exactamente á quinientos escudos españoles.
Nota del traductor.
DE LA SIRIA. 4ig
luego su confianza. Acompañóle al sitio de Acre; y asi
que el almirante hubo destruido á Dáher , no encon
trando sugeto mas á propósito que Djezzar para llenar
Jas miras de la Puerta en esos paises, le nombró bajá
de Saida. Convertido por esta revolucion en superior di
recto del emir Yusef, lejos de haberle perdonado la inju
ria, ha dado lugar á que se le acuse de ingratitud. Por una
conducta verdaderamente turca aparentando á veces
reconocimiento y á veces enojo , no ha cesado de estar
con él en continuas desavenencias y reconciliaciones ;
exigiéndole siempre numerario por precio de Ja paz ,
ó por indemnizacion de la guerra. Este manejo le
ha salido tan admirablemente, que en el espacio de
cinco años ha arrancado al emir ochocientos mil du
ros mal contados, suma tanto mas prodigiosa cuanto
el remate del pais de los Druzos no llegaba entonces ú
veinte talegas de pesos. En 1 784 le hizo la guerra , y
le depuso, colocando en su lugar al emir del territorio
de Hasbeya, nombrado Ismael. Mas habiendo Yusef
comprado de nuevo su gracia, volvió á entrar á fines
de año en Dair-el-Qamar. Tuvo hasta el arrojo de irle a
visitar á Acre, de donde no se creia que retornase; pero
Djezzar es muy parco en esto de verter sangre , cuando
quedan esperanzas de dinero. Por fin puso al príncipe
en libertad, y aun le despachó con demostraciones de
aprecio. A poco le nombró la Puerta bajá de Damasco ,
donde reside hasta el dia de hoy : conservando la in
mediata supremacía del bajalato de Acre y del pais
de los Druzos, se ha apoderado, á fuer de tal, de la
persona de Sad, kiaya del emir; y so pretesto de que
.>.-.
420 ESTADO POLITICO
era el motor de las últimas turbulencias , le ha amena
zado de hacérselas expiar con su cabeza. En sobresalto
los Maronitas por la vida de un hombre á quien reve
rencian, han ofrecido novecientas bolsas 1 por su res
cate. Pero el bajá entra ya en regateo , y quizas conse
guirá hasta mil : mas si, como es probable , se agota el
oro con tantas contribuciones , ! ay entonces del prín
cipe y de su ministro ! Hasta cierto punto lo han mere
cido : porque la impericia del uno y la ambicion del
otro, mezclando á los Turcos en los intereses de los
Druzos , han descargado un golpe fatal á la tranquili
dad y seguridad de su nacion , golpe de que no se re
cobrará en muchos tiempos, si es que solo sigue el
curso natural de los sucesos.
Volvamos á la religion de los Druzos. Lo dicho
acerca de las opiniones de Mohamm id- ben- Ismael ,
puede considerarse como su definicion mas exacta.
Efectivamente ellos no rezan , ni ayunan, ni se circun
cidan , ni guardan fiestas , ni se abstienen de lo vedado.
Beben vino , comen carne de puerco y se casan her
mano con hermana. Tan solo se advierte que no hay
enlace público ú autorizado entre padres é hijos. De
todo lo cual se deducirá con fundamento que los Dru
zos no observan culto alguno : debemos sin embargo
esceptuar cierta clase qüe tiene sus usos religiosos bien
denotados. Los individuos que la componen son para
el resto de la nacion lo que eran antiguamente los ini
ciados respecto de los profanos. Danse ellos el nombre
§ IV.
f
43o ESTADO POLITICO
los ejercicios militares. En los últimos padrones que
se hicieron de los individuos armados , se contaban al
pie de cuarenta mil ; lo que supone un total de pobla
cion de cerca de ciento veinte mil almas: poco hav
que agregar á esta suma ; porque no habitan Druzos en
los pueblos de la costa. Ahora , siendo la superficie del
pais ciento diez leguas cuadradas, resultan mil noventa
almas por legua cuadrada ; cantidad igual á la de nues
tras provincias mejor pobladas. Para graduar cuan
crecida es esta proporcion , no perdamos de vista que
el terreno es ingrato , y que aun quedan muchas cimas
por cultivar ; que los granos que se recogen , no alcan
zan para mantenerse tres meses en el año; que no hay
absolutamente manufacturas; que todas las esporta-
ciones se reducen á las sedas y algodones , cuyo saldo
sobrepuja muy poco á la entrada del trigo de Hauran,
de los aceites de Palestina, y del arroz y café que se
saca de Berut. ?De dónde nace pues, esta afluencia
de hombres en espacio tan reducido? En último ana
lisis , no acierto á descubrir otra causa que el destello
de libertad que les reluce. Allí , á diferencia del pais
turco, cada cual goza en plena seguridad de su vida
y hacienda. El campesino á la verdad no está mejor
acomodado que en las demas partes del imperio , pero
á lo menos está tranquilo : no teme , como les he oido
decir repetidas veces , que el aga , el caimacan , ó el bajá
envíen djendis (militares) á saquear la casa , á llevarse la
familia , á dar palizas , etc. Escesos de esta especie son
en el Líbano, salen muchos labradores como nuestros Limousins i
hacer las cosechas en el Uano.
DE LA SIRIA. 43 I
inauditos en la montaña. La seguridad pues, ha sido el
primer móvil de la poblacion, por el incentivo que na
turalmente arrastra á todos los hombres á multipli
carse donde quiera que hallan soltura. Otra causa no
menos eficaz de incremento , ha sido la frugalidad de
la nacion, que consume poco en todo género. Por úl
timo, es el tercer motivo la emigracion de infinidad de
familias cristianas que abandonan diariamente las pro
vincias turcas para venir á establecerse en el Líbano :
allí son bien acogidas de los Maronitas por la identi
dad de religion, y de los Druzos por tolerancia y por
el interes bien entendido de aumentar en su pais el nú
mero de brazos, de consumidores y de aliados. Todos
viven en paz; pero me veo forzado á decir que los cris
tianos suelen manifestar á veces un celo indiscreto y
quisquilloso capaz de perturbarla.
La comparacion que los Druzos tienen motivo de
hacer á cada instante de su suerte con la de los demas
vasallos turcos , les ha hecho formar un concepto muy
ventajoso de su condicion , el cual por una gradacion
natural ha venido á redundar en sus personas. Libres
de la violencia é insultos del despotismo , se contem
plan ellos hombres mas perfectos que sus vecinos;
porque tienen la dicha de estar menos envilecidos. De
aquí ha dimanado un carácter mas resuelto, mas enér
gico , mas activo ; un verdadero espíritu republicano.
En todo el Levante tienen fama de inquietos , empren
dedores, arrojados y valientes hasta la temeridad: se
les ha visto entrar en Damasco , de dia claro , en nú
mero de trecientos solamente , y esparcir el desorden
) ,
432 ESTADO POLITICO
y la carnicería. Es digno de notar que sus vecinos los
Maronitas, con un régimen casi idéntico , no poseen esas
cualidades en grado tan relevante. Deseoso yo de sa
ber el motivo, lo pregunté un dia en una reunion donde
se trataba del particular, á consecuencia de ciertos su
cesos recientes; y despues de un corto silencio, un
viejo maronita respetable, quitándose la pipa de la
boca, y torciendo con los dedos las puntas de sus bar
bas , me contestó : Tal vez los Druzos temerían mas la
muerte , si creyesen lo que viene despues. Tampoco admi
ten la máxima del perdon de las injurias ; ui hay gente
mas celosa en cuanto á pundonor. Cualquier insulto de
palabra ó de hecho inferido á este nombre, ó á las bar
bas 1 , se castiga en el acto á puñaladas 2 ó á fusilazos ;
cuando entre las gentes de las ciudades , la venganza
nunca pasa de gritos y denuestos. Esta nimia delica
deza ha introducido en los modales y en las espresiones
una mesura, ó si se quiere, una cortesía que nos ma
ravillamos de encontrar en la gente ordinaria: suele
hasta degenerar en disimulo y falsedad , especialmente
entre los gefes á quienes intereses mas vastos obligan
á guardar mayores miramientos. A todos es necesaria
la circunspeccion, por las consecuencias temibles del *
talion , de que ya hemos hablado. Esta costumbre
puede parecernos bárbara ; pero al menos tiene el mé
rito de hacer veces de justicia regular, siempre incierta
1 Nuestra frase insultaren sus barbas es visiblemente arábiga. Ñola
del traductor.
' Con el kandjar. »
i
DE LA SIRIA. 433
y mal administrada en unos estados turbulentos y casi
anárquicos.
Otro punto de honor árabe que tambien distingue á
los Druzos es el de la hospitalidad. Cualquiera que se
presente á sus puertas , á título de suplicante ó de
pasagero, bien puede estar seguro de ser alojado y
mantenido del modo mas generoso y sin afectacion al
guna. Yo he visto en muchas ocasiones á pobres aldea
nos dar el último mendrugo de pan que habia en su
casa al caminante necesitado; y cuando les advertia
que ya esto tocaba en imprudencia , me respondian :
Dios es liberal y magnífico , y todos los hombres son her
manos. Asi es que en este pais, lo mismo que en el resto
de Turquía, á nadie le ha ocurrido establecer posadas.
Luego que ellos contraen con su huésped la obligacion
sagrada del pan y la sal, no hay poder en el mundo ca
paz de hacérsela violar : en este punto se citan varios
rasgos sumamente honrosos á su carácter. Hace algu
nos años que un agá de genízaros culpable de rebelion,
se ahuyentó de Damasco y fue á refugiarse entre los
Druzos : llegó esto á oidos del bajá, y le mandó recla
mar del emir so pena de guerra : pidiósele el emir al
•- jeque Talhuq , que le habia acogido en su casa ; mas
el jeque lejos de entregársele, le responde indignado :
SDe cuándo acá se ha visto que los Druzos entreguen á sus
huéspedes ? Di al emir que mientras que Talhuq tenga bar
bas, no caerá ni un pelo de la cabeza de su refugiado. Ame
nazó el emir de sacarle por fuerza, y Talhuq hizo armar
su familia. Temiendo entonces el emir una asonada ,
adoptó un arbitrio usado como jurídico en el pais : in-
TOMO I. 28
V
434 ESTADO POLITICO
timó al jeque que mandaria cortar cincuenta moreras
al dia en su campo, hasta tanto que entregase el agá.
Echaron abajo mas de mil, y Talhuq siempre inaltera
ble: por fin los demas jeques enardecidos, hicieron
causa comun, é iba ya el levantamiento á volverse
general, cuando el agá, acusándose de haber ocasio
nado tantos desórdenes , se ausentó sin saberlo su
mismo patrono1.
Los Druzos tienen asimismo la preocupacion de los
Beduinos sobre el nacimiento. Al igual de ellos hacen
grande aprecio de la antigüedad de las familias : no
podemos decir sin embargo que de aquí se originen
inconvenientes de consideracion. La nobleza de los
emires y de los jeques no les exime de pagar el tributo
\
e-
436 ESTADO POLITICO
consecuencias. Los padres, como por derecho romano,
estan facultados para mejorar al hijo que se les antoja;
y de aquí ha venido á resultar con el tiempo , en muchas
familias de jeques, que todos los bienes se han acu
mulado en un solo individuo , que se ha valido de ellos
para intrigar y perturbar el orden ; al paso que los pa
rientes se han quedado , como ellos dicen , príncipes de
aceitunas y queso , esto es, tan menesterosos como el
comun del pueblo.
Por una consecuencia de sus preocupaciones, los
Druzos son enemigos de enlazarse fuera de sus fami
lias. Asi es que siempre prefieren el pariente , por
pobre que sea, al estraño mas opulento ; y se ha visto
mas de una vez á simples lugareños negar sus hijas á
mercaderes de Saida y de Berut que poseian doce y
quince mil piastras. Asimismo conservan hasta cierto
punto aquel estilo de los Hebreos, que exigía que el
hermano se casase con la viuda del hermano : pero
esta costumbre, asi como otras muchas de ese antiguo
pueblo , no les es peculiar, pues las participan con
los habitantes de Siria y en general con las naciones
árabes.
En resumen , el carácter propio y distintivo de los
Druzos es ,• como llevo dicho , un cierto espíritu repu
blicano que les comunica mas energía que á los otros
vasallos turcos , y produce en ellos una indiferencia
absoluta en materias de religion, que contrasta mucho
con el celo de los musulmanes y cristianos. Fuera de
eso, su vida privada, sus costumbres, sus preocupa
ciones , son las mismas que las de los demas orienta
DE LA SIRIA. 4^7
les. Pueden casarse con muchas mugeres , y repudiar
las cuando les acomode ; pero á escepcion del emir
y algunos potentados , son rarísimos estos casos. Ocu
pados continuamente en sus trabajos campestres , no
esperimentan aquellas necesidades facticias , ni aque
llas pasiones exageradas , hijas del ocio que acompaña
á los moradores de las ciudades. El velo con que se
cubren las mugeres es en sí mismo un preservativo
contra aquellos deseos que turban la sociedad : cada
hombre no conoce mas cara de muger que la de la
suya, de su madre, hermanas y cuñadas : todos vi
ven en el seno de su familia y apenas salen de casa.
Las mugeres , inclusas las de los jeques , amasan el
pan, tuestan el café, lavan la ropa, aderezan la co
mida ; en una palabra , desempeñan todas las hacien
das domésticas. Los hombres cultivan las viñas y
morales , construyen muros para calzar las tierras ,
abren y conducen acequias de regadío. Unicamente
al caer la tarde suelen juntarse en el patio, en el area,
ó en casa, del gefe del lugar ó de la familia ; y allí ,
sentados en rueda, las piernas cruzadas , la pipa en
la boca y el puñal á la cinta, platican acerca de la co
secha y de los trabajos campestres, de la carestía
ó de la abundancia ; hablan de la paz ó de la guer
ra, de la conducta del emir, del monto deL im
puesto , de cosas pasadas , de intereses presentes
y de conjeturas sobre lo venidero. A veces los mucha
chos , cansados de sus juegos , vienen á escuchar en
silencio ; y se maravilla uno de oir niños de diez á
doce años contando con mucha formalidad porqué
1
438 ESTADO POLITICO
Djezzar ha declarado la güerra al emir Yusef, cuantas
bolsas ha gastado el príncipe , en qué proporcion se
aumentará el mirí, qué número de fusiles habia en el
campo y quién tenia la mejor yegua. Preciso es que
asi sea : no reciben otra educacion, ni les hacen
leer los Salmos como entre los Maronitas , ni el Alco
ran como entre los musulmanes ; y aun los mismos
jeques apenas saben escribir una esquela. Pero si su
entendimiento carece de nociones útiles ó agradables,
á lo menos no está, preocupado de ideas falsas ó per
judiciales ; y no cabe duda que esta ignorancia natu
ral vale mas que las necedades adquiridas1. De aquí
por lo menos ha resultado una ventaja, y es que ha
llándose todos los talentos casi al mismo nivel , no se
ha hecho tan perceptible la desigualdad de condicio
nes. Efectivamente , no se ve entre los Druzos aquella
inmensa distancia que separa las clases , y que en la
mayor parte de las comunidades degrada á los peque
ños sin mejorar los grandes. Jeques ó plebeyos , todos
se tratan con aquella familiaridad razonable, que no
peca en licencia ni en servilismo. Ni aun el emir
principal es diferente de los demas vecinos : es como
un rico señor campestre , que no desdeña sentar á su
mesa al mas sencillo labrador. En conclusion , son ni
mas ni menos las costumbres de los tiempos pasados ,
es decir , las costumbres de la vida del campo , por la
cual ha debido comenzar toda nacion ; de suerte que
podemos establecer que todo pueblo en quien las ba-
1 Mas vale papel blanco que emborronado , decía el profundo Hob-
bes. Nota del traductor.
DK LA SIRIA. 4-5 9
liemos , está todavía en la primera época de su estado
social.
DE LOS MOTUAL1S.
j
DE LA SIRIA. 44^
setecientos fusiles , hicieron mas en esta campaña que
quince á veinte mil Druzos y Maronitas congregados
en Dair-el-Qamar. Ellos solos tomaron el fuerte de Mar-
Djebáa, y pasaron á cuchillo á mas de cincuenta ó se
senta Arnautas 1 que le guarnecían. Mas habiéndose
malogrado todas las operaciones por la mala inteligen
cia que reinaba entre los gefes druzos , ha conseguido
al fin el bajá posesionarse de todo el valle y aun de la
ciudad de Balbek. A esa época no se contaban arriba
de quinientas familias de Motuális que se refugiaron en
el Anti-Líbano y en e] Líbano de los Maronitas ; y pros
critas ya de su suelo natal, es muy probable que aca
ben por aniquilarse, sepultando consigo hasta el nom
bre de la nacion.
Tales son los pueblos particulares que se hallan
comprendidos en el circuito de la Siria. El remanente
de la poblacion que forma el mayor número , se com
pone , como ya he dicho , de Turcos , de Griegos y de
castas árabes. Réstame ahora presentar un estado de
la distribucion geográfica del pais , segun la adminis
tracion turca , y agregar algunas consideraciones gene
rales , sobre el resultado de las fuerzas y de las rentas ,
la forma del gobierno, y finalmente sobre el carácter y
costumbres de los mencionados pueblos.
Pero antes de pasar á estas materias , me ha pare
cido dar una idea de los movimientos que en estos
últimos años han estado á pique de causar una re
volucion importante en Siria y crear una potencia
1 Nombre que dan los 'ratees á los soldados macedoníos y á los
epirotas. \
444 ESTADO POLITICO DE LA SIRIA.
independiente : hablo de la insurreccion del jeque
Dáher que por largo tiempo se atrajo la atencion de los
políticos. Una sucinta esposicion de su historia, de
suyo interesante, lo será tanto mas, asi por su nove
dad, como porque cuanto han publicado los periódi
cos es nada á propósito para formar una idea cabal
del estado de las cosas en aquellos paises lejanos.
INDICE
Páe.
Prólogo del traductor v
Prólogo del autor I
ESTADO FISICO DEL EGIPTO.
Capitulo i. — Del Egipto en general y de la ciudad de Alejan
dría en particular 5
Capitulo ii. — Del Nilo y de la estension del Delta 17
Capitulo iii. — De la elevacion del Delta 29
Capitulo iv. — De los vientos y de sus fenómenos $5
Capitulo v. — Del clima y del aire 54
ESTADO POLITICO DEL EGIPTO.
Capitulo vi. — De las diversas castas de sus habitantes 59
Capitulo vii. — Compendio de la historia de los Mamelucos. . . 79
Capitulo viii. — Resumen de la historia de Ah'-bey go
Capitulo ix. — Breve sumario de lo ocurrido desde la muerte
de Alí-bey hasta 1 785 . 111
Capitulo x. — Estado actual del Egipto 126
Capitulo xi. —. Constitucion de la milicia de los Mamelucos. . . 128
§ 1. Vestimenta de los Mamelucos 131
§ 11. Equipage de los Mamelucos l33
§ ni. Armas de los Mamelucos l35
§ iv. Educacion y ejercicios de los Mamelucos i36
§ v. Arte militar de los Mamelucos 1 38
§ vi. Disciplina de los S^melucos 1 !\ 1
§ vil. Costumbres de los Jlayielucos i43
r '
446 INDICE
Pag
Capitulo xh. — Gobierno de los Mamelucos nj4
§ i. Estado del pueblo en Egipto 1 46
§ 11. Miseria y hambre de estos últimos años 1^9
§ ni. Estado de las artes y de los entendimientos 1 58
Capitulo xin. — Estado del comercio 160
Capitulo xiv. — Del istmo de Suez y dela union del mar Rojo .
con el Mediterráneo i63
Capitulo xv. — De las aduanas é impuestos 172
§ I. Del comercio de los Francos en el Cairo 1-5
Capitulo xvi. — De la ciudad del Cairo en particular 180
Poblacion del Cairo y del Egipto i83
Capitulo xvii. — De las enfermedades del Egipto 1 85
§ 1. De la pérdida de la vista ibid.
§ 11. De la viruela 189
§ ni. De la peste ig5
Capitulo xviii. — Breve pintura del Egipto 200
§ único. De las exageraciones de los viageros 207
Capitulo xix De las ruinas y de las pirámides 210
Apéndice 223
i
, s'.',