Enfoque Simonton Contra El Cancer

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Enfoque Simonton contra el cancer.

La primera vez que oí hablar de la pareja de doctores Simonton fue en una conferencia de Jose Alvaro Calle
organizada por Madhana. Fué dentro de un seminario de yoga y la charla versaba sobre "mente y cerebro"

Reconocido en el mundo entero como líder del movimiento holístico de la salud. El abordaje completo por él
adoptado en la lucha contra el cáncer, combina el tratamiento médico tradicional con el tratamiento
psicológico para crear un ambiente más favorable, tanto interior como exteriormente para lograr la
recuperación del paciente. Ha trabajado en los hospitales y escuelas de medicina más importante de los EE.
UU. y de varios países en el mundo, ayudando a crear el mismo tipo de programas de aconsejamiento al
enfermo canceroso que existe en su clínica de Texas.

El es considerado actualmente el más importante profesional en el área de tratamiento de causas psicológicas


del cáncer.

Centro Inicial en California http://www.simontoncenter.com/

Centro en Italia: http://www.simonton.it/index.asp

Una declaración del presidente de la sociedad americana contra el cáncer, el Dr. Pintagraf, que
pronunciara hace algunos años decía:
"Personalmente observé casos de individuos que habiendo logrado en su tratamiento sobrepasar
la enfermedad y a decir verdad vivir durante años, incluso decenas de años, pero que ante una
situación de choque emocional, producida por, la muerte de un hijo, una infidelidad o un desempleo
prolongado, por ejemplo; conocieron la reactivación de su cáncer el que los llevaría a la muerte.
Se han establecido pruebas, de la influencia de los estados emocionales en la condición física, y la
enfermedad. Así mismo en nuestra investigación sobre la multiplicación de las células, deseo, de
todo corazón, podamos ampliar nuestro campo de conciencia para incluir en ella, la posibilidad de
que al interior de nuestro espíritu exista una fuerza, que pueda frenar o activar la evolución de esta
enfermedad"
Fuertemente impresionado por esta declaración y por tal idea, un radiólogo americano que trataba
el cáncer con rayos, el doctor Simonton, se interesó en esta área. Hizo, durante muchos años
trabajos cuyo resultado ha sido un método.
Estudió sobretodo lo que va a llamar las personalidades cáncer. Parece que hay una tipología, una
persona tipo que tiene cáncer.
Si se parte del principio según el cual, aquellos que tienen cáncer tienen también ciertos rasgos
característicos de personalidad, parece lógico pensar que al disminuir tales rasgos característicos,
se tiene menos probabilidad de ser atacado por tal problema.
Enfoque Simonton: La celebración de la vida

“Es aburrido explicar cómo una persona se enferma. El proceso de curación, por el contrario, resulta más
creativo. Cuando cambiamos nuestras creencias conscientes y actitudes, cambia la química básica en
nuestros órganos”.

Carl Simonton

“Muchas veces nos preguntan si no es deprimente trabajar con pacientes oncológicos. Yo digo que vemos
más coraje que en cualquier hombre que hayamos encontrado en un campo de batalla; más conocimiento
que en cualquier universidad y más espiritualidad que en cualquier iglesia de la Tierra. Y esto no deprime a
nadie”.
Jeanne Achterberg

“Los cuerpos no están estructurados para estar quietos. Los masajes, las celebraciones y los festejos son la
clave. Constituyen intervenciones físicas directas sobre el cuerpo que habitualmente no se enseñan en una
facultad de medicina”.
Frank Lawlis

“He aprendido que aquello que se dice con respecto a que el terapeuta no debe involucrarse con el paciente
hay que revertirlo drásticamente. Parafraseando a Ram Dass, afirmaría que lo mejor que un ser humano tiene
para otro ser humano no es, ni más ni menos, que su propio ser”.
Norberto Arias

Dos veces viajó a la Argentina el creador del Enfoque Simonton para difundir en persona lo que en un
comienzo significó la integración de abordajes psicológicos convencionales y no convencionales, destinada
inicialmente al tratamiento de pacientes oncológicos. Acompañando a Carl Simonton -con actividades
precedentes en hospitales civiles y militares de EE.UU.-, los doctores Jeanne Achterberg y Frank Lawlis.
Juntos ofrecieron en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Buenos Aires una memorable
disertación titulada "Con la vida de nuevo".

Esperanza v. desesperanza

"En el estudio del paciente canceroso importa el perfil de sus creencias", dijo Simonton, quien tuvo su propia
experiencia con el cáncer a los 16 y 33 años, respectivamente, con procesos neoplásicos en piel y nariz. Al
respecto, tras admitir que "la mente se refleja en el cuerpo", admitió que "a veces no puedo ver claramente lo
que me pasa, pero cuento con buenos amigos, con quienes accedemos a la sabiduría".
Todo comentó luego de cursar la carrera de médico; cambiando sus deseos iniciales por la ingeniería –
superadas las instancias de su primera enfermedad en la piel-, Simonton comprendió qué ocurre con ese mal
llamado cáncer, desde los episodios celulares. 
Abocado de lleno al tratamiento, al poco tiempo arribó a otra conclusión: "Mis pacientes tienen desesperanza",
afirmó, señalando a esta cuestión como más gravitante y crucial para un cambio de observación. 
Así resolvió investigar y aplicar algo más sencillo, poco ortodoxo y, en todo caso, un elemento con escaso
predicamento en el establishment científico hasta ese momento: el poder de la imaginación.
"Cuando cambiamos nuestras creencias conscientes y actitudes, cambia la química básica en nuestros
órganos", planteó, para seguidamente interrogarse si eso alcanza para torcer el curso de una enfermedad.
Su primer paciente tratado, según el nuevo modelo de comprensión etiológica, padecía de cáncer en la
garganta. Con la incorporación de técnicas de visualización, Simonton tuvo éxito. Para el anecdotario personal
y habiendo transcurrido varias décadas, todavía recuerda las palabras de aquel paciente: "Doc, aunque usted
se muera ahora mismo, yo me curo".
Según Simonton, la Sociedad Americana de Cáncer (en Estados Unidos) encomendó a un especialista que
demuestrara "la falsedad" de sus investigaciones. Pero no sólo logró confirmar el trabajo realizado, sino que
ese seguimiento de control terminó por concluir, además, en otros aspectos que Simonton ponderó: "Nuestros
cuerpos están produciendo células débiles, confundidas y deformadas. Las creencias y emociones enfermas
empujan a nuestros cuerpos hacia el sufrimiento".
Puso como ejemplos de lo dicho frases conocidas, como “yo no puedo”, “no he sido ni podré ser feliz” o “no
aguanto más”. Y sintetizó su experiencia de estudios sobre la relación salud-enfermedad expresando que "es
aburrido contar cómo una persona se enferma. El proceso de curación, por el contrario, resulta más creativo".
Simonton trata también los aspectos espirituales de la enfermedad. Señaló que en la enfermedad se
encuentran debilitados los nexos con los principios que avalan la fuerza motriz de la existencia, afectados por
creencias y actitudes negativos.
"Se disipa el sentido de por qué estamos en el planeta. Perdemos espiritualidad. Aprendamos entonces a
conectarnos con el Yo, no como idea de ego o personalidad sino como lo más trascendente, con las fuerzas
de la creación. Estar sano es caminar hacia la salud en lo corporal, lo mental y lo espiritual. Para ello tenemos
que estar motivados. Esas fuerzas se comunican a través del sentimiento y de la sensación de que todo está
bien. Las Escrituras no prometen nada ante la simple demanda, sólo dicen ‘busca y hallarás’. Cuando la
ayuda no llega, actuemos", enfatizó.

Esencia de la curación

La doctora Achterberg, a su turno, explicó los factores que activan el poder la imaginación a fin de asistir
activamente al proceso de la salud. Mencionó cuatro tipos: en primer lugar, las situaciones inesperadas donde
actúa "el poder del amor y la alegría inconmensurable"; luego, los cambios de personalidad; después, los
símbolos que potencian cambios orgánicos (por ejemplo, la imagen de un niño balanceándose provoca
desaceleración del ritmo cardíaco), y por último, los rituales. Sobre todos estos factores, resaltó el amor
incondicional como "esencia de la curación".
Al referirse concretamente a su trabajo, definió a las visualizaciones como "aquellos pensamientos sin
palabras, la partera en la cúspide del funcionamiento físico del cuerpo y lo abstracto que involucra a todos los
sentidos"; también como "el modo más antiguo utilizado en la historia de la medicina, tal como lo demuestran
los templos curativos de la Grecia antigua y, en la actualidad, los laboratorios de biofeedback".
Achterberg advirtió que "no es necesario ir a una playa; sólo bastan 2O minutos para darnos permiso para
alejarnos del mundo, concientizar la inspiración a nivel pulmonar y enviar vida a esos lugares que necesitan
sanar", sustentando el hecho de que tanto la ansiedad como la paz interna producen cambios físicos con
resultados diversos. Asimismo, "hay otras imágenes –añadió- que podemos crear: símbolos para dialogar con
nuestro terapeuta interno, imágenes que deben tener fuerza y significación".
Luego, el doctor Lawlis, que antes que médico había sido entrenador de fútbol americano, y que como
Simonton tuvo cáncer de piel, afirmó que el mal trance “fue necesario para cambiar el rumbo en mi vida". Y en
una lectura de su aprendizaje personal, dijo que para transitar hacia la salud "hacen falta tres cosas: saber
encender el poder interno en el paciente, recurrir al coraje colectivo (el entorno) y tener la fe de un niño".
Lawlis explicó qué es el dolor y las respuestas del cuerpo mediante las endorfinas (opiáceos que fabrica el
mismo organismo humano, con la lógica capacidad anestésica), que no surten efecto si el paciente sufre de
estrés, y categórico concluyó que "no hay síndrome doloroso que no podamos cambiar, podemos ver la
imagen del terapeuta interno, que es sabio y conoce cómo manejar el dolor". En ese aspecto, señaló
diferentes imágenes internas para controlar el dolor, de las cuales debemos descubrir cuál es la más útil. Al
dividirlas en distintos tipos, citó las imágenes mnémicas (que podemos recordar) y las correspondientes a las
fantasías (como flotar en el espacio). No obstante, destacó que lo fundamental es la respiración, que duplica
la capacidad de autocuración al contener el dolor y la ansiedad.
Otro factor que aumenta la producción natural de endorfinas, afirmó, es escuchar música. "Los cuerpos no
están estructurados para estar quietos; los masajes, las celebraciones y los festejos, parecen pavadas, ¿no?,
pero son la clave. Constituyen intervenciones físicas directas sobre el cuerpo que habitualmente no se
enseñan en una facultad de medicina", dijo.

El significado de la enfermedad

Simonton, tras plantear "cuál es el significado de la enfermedad, qué nos quiere decir", dio su opinión: "la
enfermedad es un mecanismo de sobrevivencia que está apuntando que algo anda mal y debe cambiar". Y
puede llegar a un feedback negativo, como la muerte, mientras que la salud se traduce en un feedback
positivo.
Sin embargo, aclaró que lo que enferma a algunas personas, a otras no les produce nada, del mismo modo
que lo que cura a unos, a otros no les provoca efecto. "Aprendamos a tomar decisiones, a hallar la armonía y
dar al César lo que es del César", sentenció.
Simonton aportó datos presentados en dos conferencias internacionales sobre psiconeuroinmunología y
cáncer. Confeccionó una lista con el fin de asesorar a quienes forman el entorno del paciente con cáncer,
incluyendo principios extensivos a las enfermedades en general. Junto con él, medio centenar de científicos
de distintas partes del planeta acordaron sobre el interés primordial de "integrar lo espiritual en la vida
cotidiana". 
En esa lista se mencionan los siguientes puntos: 
enfoque hacia la calidad de vida y no hacia la enfermedad del paciente; terapia suave, tierna; el tratamiento
debe encender el poder interno del paciente, utilizando la tecnología, sin idolatrarla; llegada a los niveles más
profundos, creativos y espirituales de las visualizaciones; enseñanza formal de la relajación; ayuda al paciente
para que encuentre la significación de su enfermedad.
Achterberg recomendó a los pacientes entender plenamente qué se hace para participar en el tratamiento. “Si
hay miedo, el cuerpo reacciona mal. Es esencial la aceptación y la fe en el tratamiento. Nunca luchen. Si no lo
aceptan, no lo hagan", aconsejó.
En cuanto al papel de los médicos, observó que "en los trabajos (presentaciones científicas) vemos siempre lo
patológico, cuando lo necesario es imaginar el cuerpo sano".
Emocionante resulta una frase que describe cómo le impacta su experiencia profesional: "Muchas veces nos
preguntan si no es deprimente trabajar con pacientes oncológicos. Yo digo que vemos más coraje que en
cualquier hombre que hayamos encontrado en un campo de batalla, más conocimiento que en cualquier
universidad y más espiritualidad que en cualquier iglesia de la Tierra. Y esto no deprime a nadie", resaltó. 
Y otro tanto aportó Lawlis: "Hay que descubrir la pasión que más nos motiva. Dios nos da la oportunidad de
conocernos", concluyó.

Emociones

En la última entrevista que tuve con él, Simonton me comenta que “una diferencia que advierto entre las
concepciones del sida y del cáncer es que al primero se lo acepta como un problema inmunológico, mientras
que al cáncer aún se lo conceptúa divorciado de esa misma realidad".
¿Usted señala esta última conceptualización como un error?
Existen dos factores que pueden fomentar el desarrollo de células cancerosas: los agentes carcinógenos, que
todos conocemos, y las causas emocionales, subestimadas por la cultura occidental. Lo interesante es que
esta información no es nueva. El hombre sabe hace tiempo ya que la mente y las emociones pueden estar
relacionadas con el cáncer. Sin embargo, estos factores no se someten fácilmente a frías estadísticas, no
acceden a prolijos protocolos de investigación, que es una de las premisas para que ello sea científicamente
aceptado.
¿Qué casuística ha presentado para que su línea de trabajo pueda ser reconocida?
Hay tres campos que debemos estudiar cuando trabajamos con números. Primero, barajar cifras que se
refieran a la sobrevida o duración de vida del paciente. Se observa básicamente, cuando nos sometemos a
números estadísticos, que las sobrevivencias de quienes han sido asesorados con nuestro enfoque se
duplican. Como contrapartida, no existe una sola droga quimioterapéutica, una sola modalidad de radio o
inmunoterapia que ofrezca en todos los casos el mismo resultado. Con este enfoque humanizado ya estamos
dando algo que ninguna terapia ni la cirugía puede hacer.
Pero considero más importante que la sobrevida dos aspectos que merecen mayor atención y estudio: calidad
de vida y calidad de muerte que se puede ofrecer. En favor del acompañamiento de los pacientes con este
renovado enfoque, y en relación con la duplicación de la sobrevida, pensemos en el enfermo que puede
esperar vivir 18 meses con quimioterapia cuando le hablamos de años. Hay diferencia entre un lapso y otro,
pero evaluemos algo más: vivir 18 meses con quimioterapia no es un programa estimulante; tener un buen
morir, como otra alternativa, habla por sí mismo.
¿El paciente que no quiere abandonar un tratamiento convencional tiene opción de sumar al Enfoque
Simonton como terapia?
Nunca excluimos al tratamiento convencional. Me formé como oncólogo radioterapeuta y siempre he dicho
que lo importante es saber aprovechar lo mejor de todas las formas de tratamiento. Veámoslo del siguiente
modo: en líneas generales, si ante un cáncer aplicamos terapia convencional, tenemos un 3O por ciento de
posibilidades de supervivencia del paciente; si acudimos a la terapia complementaria solamente, entre un 15 y
2O por ciento; pero si aunamos ambos tipos de terapia, se eleva a un 85 por ciento. Por lo tanto, no seamos
tontos y hagamos todo.
Pero quiero destacar algo en particular. La forma de plantear al paciente la radio o quimioterapia, o lo que
fuere, no debe ser autoritaria. Jamás se deben exponer opciones terminantes que engendren terror. No es
cuestión de afirmar "haga esto o se muere". Se debe realzar el manejo humanitario del paciente.
¿Puede mencionar trabajos de investigación sobre esa confluencia de terapias?
En Alemania se compararon los resultados con personas tratadas únicamente con el asesoramiento de este
nuevo enfoque, otras con la terapia ortodoxa y otras con una combinación de ambas formas. Fue interesante
comprobar que quienes recibieron esta última modalidad presentaron los mejores resultados. Estamos
volviendo a lo que se hacía antes en medicina, la atención personalizada, que se ha perdido.
¿Cuál de los pilares que sustentan su abordaje terapéutico resaltaría más?
Si tuviera que elegir uno solo, diría que nuestras emociones tienen un impacto altamente significativo sobre la
salud. Podría exponer muchos más, pero insisto en las emociones. Trabajo para la reinclusión del factor
emocional en la medicina.
¿Hasta qué punto arriesgaría usted sobre los resultados positivos de este nuevo enfoque?
Tengo la profunda convicción de que la irreversibilidad del proceso canceroso es producto de la mente y no
de la realidad de la condición humana. En el tema salud es muy importante fomentar y trabajar con la
esperanza. La esperanza es la creencia que destaca que lo deseable es posible. Para toda persona con una
enfermedad grave es vital que acreciente la creencia en la frase "yo me puedocurar"; no "yo me voy a curar",
sino que "la curación es posible". Pero aún más. Somos seres humanos y por lo tanto es necesario que
hagamos las paces con el hecho innegable de que no somos eternos. Así tendremos dos herramientas
poderosas: la creencia de que la curación es posible y que, si tenemos que morir, está todo bien.

Visualización y humor

Jeanne Achterberg se doctoró en psicología y fue catedrática de la Universidad de Texas. Precursora en el


área de investigación del uso de imágenes para el tratamiento de enfermedades físicas y traumas, dirigió
proyectos de rehabilitación de pacientes con cáncer para el Instituto Nacional del Cáncer (EE.UU.). 
Frank Lawlis, también doctor en psicología, se especializó en psiconeuroinmunología y en dolor crónico sin
utilización de fármacos. Investigador y trainner de técnicas de biofeedback, escribió varios libros considerados
pioneros en el área de interacción formal de la medicina y la psicología.

¿En qué radica la importancia de la visualización para que pueda ser utilizada en medicina?
Achterberg: Si repasamos la historia de la medicina, observamos que siempre que hubo situaciones de
enfermedades severas, el hombre recurrió a las visualizaciones, la forma más antigua y duradera de
medicina. Pero las personas únicamente aprovechan esta posibilidad terapéutica cuando se encuentran
gravemente enfermas. Generalmente, es el último recurso al cual echan mano. Desde mi punto de vista,
constituye la herramienta terapéutica más importante que podemos emplear, y siempre lo ha sido.
Lawlis: La visualización no sólo determina cómo la persona aceptará el desafío que representa toda
enfermedad, sino que tiene muchísimo que ver con el aprovechamiento de otras terapias. Se trabaja en
conjunción con la quimioterapia, radioterapia, etcétera.
Veamos. Si yo le entrego un vaso con un líquido y le aviso que cuando lo tome la sensación será amarga y
que no tendrá efecto alguno sobre su estado, y luego le doy otro vaso y le informo que su contenido es
curativo, no sólo por lógica, sino que por demostración estadística se sabe cuál de ellos produce el mejor
resultado.
Aunque no lo sepamos, todos trabajamos con imágenes. Cuando alguien dice que tiene un diagnóstico
desfavorable de su enfermedad, en ese mismo instante está proyectando una imagen, con una visualización
seguramente negativa de su situación. Se trata, entonces, de concientizar el trabajo con visualizaciones, algo
que cualquier persona hace cotidianamente y que se debe aprovechar en la terapia o en cualquier contexto.
¿Incluido en el tratamiento del dolor?
Lawlis: En pacientes con cáncer, el 5O por ciento no padece dolores relacionados con la enfermedad.
Frecuentemente, los dolores físicos están más relacionados con la ansiedad de la persona que con factores
físicos.
¿Visualización y respiración provocan un efecto considerable para controlar el dolor?
Achterberg: Absolutamente. Son métodos antiquísimos de tratatamiento de dolor y deberían enseñarse al
paciente, al pie de su cama. Un ejemplo perfecto es el del parto natural. Si en ese contexto se utilizan formas
indoloras de alumbramiento, ¿por qué no hacer lo mismo en el ámbito hospitalario en general? En niños con
cáncer sometidos a punciones lumbares de médula ósea (prácticas muy dolorosas) se hicieron estudios
científicos con las técnicas de Lammar y musicoterapia, estableciéndose que hay una significativa reducción
del dolor.
¿Qué tipo de mecanismos se desencadenan con la visualización y los ejercicios respiratorios, los
cuales explican esos beneficios en el tratamiento del dolor?
Achterberg: Hay varios mecanismos: la relajación muscular y la secreción de diferentes neuropéptidos, por
ejemplo. Además, a través de otra técnica, como es la disociación, los niños que son sometidos a punción, por
ejemplo, experimentan menos dolor si en ese instante piensan en que se están hamacando, jugando o
realizando otro tipo de actividad.
Por lo tanto, ustedes recomiendan que en cualquier tratamiento debiera haber, junto con la atención
física, un apoyo con visualizaciones.
Achterberg: Estoy tratando de encontrar algún caso en el que no podría ayudar el trabajo con
visualizaciones, y realmente no se me ocurre. Pero es cierto que muchos pacientes no quieren saber nada
con este tipo de apoyo. Dicen: "Solucionen mi problema, pero no me digan qué está pasando". No quieren
investigarse.
Lawlis: Si bien algunos se entusiasman tremendamente con esta posibilidad, una mayoría la rechaza. Casi le
diría que yo mismo, créame. ¿Por qué? Mire. Si en un momento dado tengo que elegir entre una aspirina y un
cambio en mi vida, es posible que opte por lo primero y habrá en mi botiquín una aspirina menos. Quiero decir
que este enfoque exige disciplina y gran motivación. Las personas no quieren cambiar su estilo de vida en lo
más mínimo.
¡Qué paradoja! Por una parte, se busca la cura rápida, casi "mágica", con la aspirina, mientras que, por
otra parte, se puede creer "mágico" el uso de la visualización como terapia. 
Achterberg: Estudios efectuados con ese fin demostraron que en hemofílicos hace falta dar menos Factor 8,
u otros coagulantes, si los pacientes trabajan con visualizaciones. Esto es importantísimo porque se sabe que
cuanto menos Factor 8 reciben esos pacientes, menor posibilidad existe que se infecten con el HIV. El Factor
8 se produce luego de un aporte de numerosos donantes y, aunque no estuviera presente el virus del sida,
aun así se provoca la baja en el sistema inmunológico.
Muy pocas personas trabajan con visualizaciones, cuestión que adquiere mayor relevancia cuando los
mismos pacientes son los que no quieren complicaciones. De todos modos, los resultados de las
investigaciones sobre los efectos de la visualización se encuentran al alcance de los interesados en las
bibliotecas médicas de Estados Unidos, a las que se puede acceder por redes informáticas, y es un logro de
gran magnitud en este campo en los últimos años.
Lawlis: Además, existe la Sociedad de Medicina Conductista (de EE.UU.), que representa a un nuevo campo
en la medicina. Tres veces al año ofrece resúmenes que incluyen varios de estos trabajos.
En sus conferencias, doctor Lawlis, hace gala recurrentemente de un gran sentido del humor. Y da la
sensación de que hay una intencionalidad.
Lawlis: Con frecuencia he observado que buenos terapeutas incluyen el humor en su trato con el paciente. El
humor tiene la particularidad de jugar entre dos mundos. Es un recurso de picardía porque nos obliga de
inmediato a desarrollar una expansión de la conciencia y muchos de nuestros pacientes necesitan fomentar
una visión más amplia de la realidad para lograr la curación.
¿Qué proceso interno se desata con el humor?
Lawlis: Tuvo gran notoriedad el caso de Norman Cousins, periodista que cayó gravamente enfermo y que a
través del humor (se hizo proyectar las películas de Laurel y Hardy, Buster Keaton, entre otros grandes
actores cómicos del cine universal, como la principal "droga" para enfrentar un cáncer en su etapa "terminal")
logró él mismo su curación y una extraordinaria calidad de vida. Aunque no fue médico, alcanzó un puesto
jerárquico en el hospital donde lo habían atendido inicialmente. Por eso recomiendo la lectura de sus libros.
Por otra parte, estudios científicos han evaluado los cambios químicos que produce el humor. Al mismo
tiempo, el humor es un arma de doble filo porque puede inducir a situaciones de estrés. Se debe emplear el
humor con gran responsabilidad.
Achterberg: Sandra Levy estudió a mujeres que padecían de recurrencia de tumores mamarios. En una
población con estas características buscó el factor útil, predictivo, de la longevidad. El más notorio que
encontró fue la alegría. También en estas personas se constató la existencia de una mayor cantidad de
células NK ("natural killer", o "asesino natural", leucocitos que actúan contra las células cancerígenas).
¿Qué recomendación harían a quien acaba de recibir un diagnóstico de enfermedad grave, lo primero
que debería hacer?
Achterberg: Ante todo, no perder los estribos para evitar pensamientos de pánico. Tener presente que
dispone de tiempo para meditar las cosas y que no debe tomar decisiones apresuradas. Crear, rodearse y
protegerse con un grupo de personas con efecto terapéutico, evitando personas o situaciones que posean
efecto negativo. Debe saber que ha llegado a una bifurcación en su camino: puede someterse a una
experiencia indeseable, padecer la situación, o trascenderla con la garantía de que su vida se enriquecerá.
Lawlis: Siempre hay un cambio cuando se origina una enfermedad grave. Existe la posibilidad de una
transformación positiva, como también negativa. Por el contrario, la persona debe saber que puede hacerse
cargo, por lo menos en gran medida, del rumbo que tomará. El paciente no tiene por qué programarse mal, ni
pasivamente, con esa creencia tan frecuente acerca de que las decisiones no las tomará él.

El curador herido

El doctor Norberto Arias, profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Buenos Aires,
integra el equipo médico de la Fundación Salud, dedicado al Programa Avanzado de Recuperación y Apoyo
para tratar a quienes transitan por procesos de enfermedades graves, como sida y cáncer, como también de
origen neurológico, etcétera. Este trabajo tiene los alcances de complementación, inspirados en el Enfoque
Simonton.

¿En qué consiste el Programa Avanzado de Recuperación y Apoyo, doctor Arias?


Se organizan grupos no demasiados numerosos de personas que en general tienen problemas graves de
salud, como cáncer, sida, enfermedades autoinmunes, neurológicas u otras. Digo en general porque han
participado personas sanas que quieren experimentar y trabajar para su crecimiento personal. Por un lado, se
trata de acompañarlos, sabiendo que uno de las cuestiones más serias del ser humano es la soledad. Y en
estos casos no solamente se sienten solos, sino, además, cargan con una serie de conflictos que no pueden
resolver. Aclaremos que, en algún aspecto filosófico, uno puede estar solo, pero si también se halla en
armonía y equilibrio consigo mismo, el tema adquiere otra dimensión.
¿Esa sensación de aislamiento y angustia desencadena a nivel fisiológico una reacción que empeora
el cuadro de la enfermedad?
Está perfectamente demostrado desde que Seyle publicó su tratado sobre el estrés. Esa sensación de
soledad, que genera angustia y a veces desesperación, origina una serie de reacciones neuroendócrinas que
terminan siendo nocivas. El Programa de Avanzado no podemos decir que pretenda sustraer a la persona de
la soledad, aunque en términos generales todos terminan expresando que se sienten acompañados o
comprendidos.
Pero, más que eso, intenta, a pesar de que desde el punto de vista psicológico puede ser discutido, en poco
tiempo -como si fuera una terapia breve o rápida- ahondar todo lo que sea posible en ese conflicto del
paciente, para permitir que se expresen, a veces en forma de catarsis, los recursos que quedaron sepultados
por mecanismos de defensa. Recurrimos tanto a lo físico como a lo emocional. Cuando se empieza a tomar
conciencia de todas estas cosas que han quedado sumergidas, operan determinados cambios.
¿Podría citarlos?
Primero, reconocerse a sí mismo, comenzar a perdonarse y perdonar en el verdadero sentido conceptual. 
¿Perdonar es significativo para el proceso enfermedad-salud?
Sí, en una etapa inicial. Perdonar a otros y a uno mismo es terapéutico. En cierta ocasión, al comentar este
tema con un sacerdote salesiano, me dijo: "Hay que perdonar a Dios también", lo que me pareció un
sacrilegio. Entonces aclaró: "Si es gente de fe, ¿cuántas veces se pasan preguntando por qué les pasa a
ellos, como queriendo plantear que una mente superior los castiga de una forma metafísica?". Pero, yendo
más allá de la idea del perdón, se debe aprender a no buscar culpas.
¿El sentimiento de culpa se encuentra en muchos de estos pacientes?
Siempre en un proceso conflictivo hay múltiples causas, no culpas, algunas con mayor gravitación que otras.
Sin obsesionarse, lo más sano es tener un panorama claro de esa constelación de razones que determinan
los efectos que se padecen. Con nuestro trabajo, ubicándonos en un sentido lógico, vamos diluyendo el
concepto de culpabilidad y de inexorabilidad de esos “castigos divinos”. Digamos de paso que esas ideas se
relacionan con formas de educación que incluyen sistemas de premios y castigos.
Que la barrera inmunológica, en un momento dado, disminuya su capacidad de respuesta, ¿es o no un
fenómeno caprichoso?
No. Además, las posibilidades de contraer una enfermedad tampoco se dan caprichosamente. Pero ello,
ciertamente, no tiene ninguna relación con las culpas. Son situaciones existenciales y bajo ningún punto de
vista, en nuestro enfoque, se imputa nunca nada. Luego de analizar las circunstancias, tratamos de encontrar
los canales adecuados para superarlas.
Curar y sanar, en su concepto, ¿significan lo mismo?
Curamos una herida, cicatrizándola. Sanar, como expresa la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre
la definición de salud, "no es solamente ausencia de enfermedad, sino lograr el pleno estado de bienestar
físico, psíquico y social". No se animaron a agregar "espiritual".
¿La expresión de emociones deja el camino abierto para que surjan otras cosas en el paciente?
Surge el ser humano. En gran medida, aparece la potencialidad latente del ser. Nosotros tenemos un caudal
que no usamos habitualmente.
¿Quien ingresa a este Programa debe modificar el tratamiento que viene realizando?
Aquí trabajamos para complementar, en total comunión y armonía, otros tratamientos medicamentosos,
quirúrgicos, de radio y quimioterapia, etcétera, ofreciendo lo que generalmente la medicina convencional no
da: contención, reencuentro con uno mismo, ir adquiriendo esa seguridad que nace del interior, sin olvidar que
la auténtica sanación proviene de lo más profundo del ser, con nuestras propias características biológicas y
psíquicas. Recordemos de paso aquello de que no existen enfermedades, sino enfermos.
¿Todos los que llegan a este trabajo manifiestan voluntad de vivir?
Uno podría suponerlo a priori. Ha llegado gente muy deprimida, abatida, pero en el 9O por ciento de los casos
han ido revirtiendo esta actitud, comprendiendo otras cosas que durante la vida no habían tomado en cuenta.
No olvidemos que habitualmente estamos utilizando la décima parte de nuestra capacidad cerebral.
¿El miedo referido a la muerte cómo lo abordan?
Ese miedo, aun en los casos en los que no se puede lograr una mejoría en el aspecto físico, se consigue
revertir. Llegado el momento de la muerte, este proceso transcurre en una forma mucho más armónica, sin
desesperación ni angustia, tal vez comprendiendo muchos aspectos que hasta entonces no se habían tomado
en consideración. Y también es importante entender a la muerte como otra etapa de la existencia, resulta ser
lo más sano.
¿Salud y creatividad pueden ser ideas asociadas, desde la terapia?
Nosotros, entre muchos de los métodos que utilizamos, hemos tomado la línea de Carl Simonton, en la cual
se desarrollan trabajos de visualización creativa, con imágenes mentales de salud que no son delirios, sino
basadas en el funcionamiento fisiológico del organismo, todo esto explicado a los pacientes en forma sencilla.
Se propende a estimular los mecanismos inmunológicos que aportan al proceso hacia la salud o, como
decíamos antes, de sanación.
¿Qué experiencia le queda a usted, dejando de lado su profesión de médico, este contacto en un
contexto terapéutico diferente, con personas que presentan patologías tan severas?
Por cierto, es una experiencia maravillosa en aspectos muy profundos. He aprendido que aquello que se dice
con respecto a que el terapeuta no debe involucrarse con el paciente hay que revertirlo drásticamente.
Parafraseando a Ram Dass, afirmaría que lo mejor que un ser humano tiene para dar a otro ser humano no
es, ni más ni menos, que su propio ser. Tal vez parezca exagerado, pero si uno no es capaz de sufrir y
sumergirse con el paciente para después emerger juntos, la terapia no se cumple ni es válida.
A veces, el médico se anestesia ante el dolor del paciente en forma involuntaria.
Es miedo. El médico debe involucrarse y no por ello creerse superior o entrar en conceptos místicos. Uno se
involucra e intenta acompañar. Nada más.
Especialistas norteamericanos en el tratamiento del dolor han afirmado que compartir el dolor los
convierte en “curadores heridos”.
Eso es verdad. Uno termina, a través de las heridas, aprendiendo y creciendo. No es malo ser un “curador
herido” porque comienza el acercamiento a una sabiduría trascendente. Debemos aprovechar cada momento
al máximo para poder comprender tantas cosas que en esta sociedad dejamos de lado. Como expresó
Kipling, "vivir el minuto con la intensidad necesaria de los sesenta segundos de la instancia final". Estar
compenetrados en cada instante con "lo esencial", sabiendo que eso atañe a nuestra trascendencia.

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