La Poesía Durante La Guerra Civil (Miguel Hernández) - La Poesía en Los Años Cuarenta: Poesía Arraigada (Luis Rosales) y Desarraigada (Dámaso Alonso)

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TEMA 10 (EVAU): LA POESÍA ESPAÑOLA POSTERIOR A 1936: tendencias, rasgos y

autores y obras más destacadas.

10.1. La poesía durante la Guerra Civil (Miguel Hernández). La poesía en los años
cuarenta: poesía arraigada (Luis Rosales) y desarraigada (Dámaso Alonso).

    En los años treinta se desarrolla una poesía centrada en la situación social del ser humano, las
injusticias y el dolor. Destaca la figura de Miguel Hernández.
    Durante la Guerra Civil en ambos bandos se cultivó una poesía marcada por la exaltación
ideológica y el combate.
    En las décadas de la posguerra el panorama lírico estuvo marcado por el exilio de intelectuales
y artistas,  y la censura y el dirigismo político.
    En los años cuarenta dominan la creación, el neoclasicismo y el existencialismo. Los poetas
garcilasistas cultivan una poesía evasiva, en la que prima la perfección formal. Por otro lado, se
cultiva una lírica enlazada con la vanguardia: la del grupo Cántico, el postismo y el surrealismo.

10.1.1. MIGUEL HERNÁNDEZ:


Una figura de anclaje entre las generaciones del 27 y el 36, que desarrolla la mayor parte
de su obra poética durante la contienda, es Miguel Hernández, “genial epígono” del 27, a
cuyos poetas admiró y con los que comparte la magistral combinación de tradición y
modernidad, y es, a la vez, punto de referencia para la poesía “humanizada” de posguerra.
Su producción se vincula a la de la Generación del 27, dado que cultiva tendencias como el
barroquismo gongorino, el surrealismo y el neopopularismo.
Su estilo poético se caracteriza por la forma auténtica y apasionada de expresar su
mundo humano y doméstico, lo cual lo aleja de la frialdad de la vanguardia; destacan,
además, la originalidad de sus metáforas, creadas a partir de un lenguaje inmediato y
familiar, y el dominio de la métrica tradicional (sonetos, octavas reales, romances,
serventesios, etcétera). Su poesía gira en torno a temas universales: la vida y su
manifestación suprema, el amor; la muerte, siempre al acecho; el compromiso político y la
lucha por la justicia social.
La obra de Miguel Hernández puede dividirse en varias etapas ligadas a su biografía:
 Primera época: tras algunos poemas poco relevantes, publica una primera obra de
estilo gongorino, Perito en Lunas (1934), poemario de inspiración gongorina y
vanguardista caracterizado por la complejidad y el barroquismo, escrito en octavas
reales, influida por el 27 y en la que se mezclan metáforas tradicionales e imágenes
vanguardistas. Con El rayo que no cesa (1936) inicia su madurez artística. En esta
obra sobresalen los sonetos; el autor trata el tema del sufrimiento amoroso Aparecen
también otros temas, como el destino y la muerte, destacados en la “Elegía a Ramón
Sijé”.
 Segunda etapa: con la guerra, su compromiso político queda plasmado en Viento del
pueblo (1937), en el que la poesía de combate, escrita con un lenguaje directo y
propagandístico, convive con la preocupación social en poemas como “El niño
yuntero”. En esta etapa combina el verso libre y la métrica tradicional. Con El hombre
acecha (1939) hace referencia a su desencanto ante la tragedia de la guerra y el
sentimiento de haber sido vencido.
 Tercera etapa: a ella corresponden los poemarios escritos en prisión. El Cancionero y
romancero de ausencias (1938-1941) donde va desgranando temas como el amor, la
libertad y la difícil situación de su familia, con un lenguaje intenso y depurado que se
apoya en estrofas muy breves. Su dramática situación personal y la cercanía de la
muerte dotan a esta obra de fuerza y autenticidad. Aborda los temas de las heridas de
la vida, el amor y la muerte, junto con el tema del hijo (“Nanas de la cebolla”).
   
   Los temas centrales de la obra de Miguel Hernández serán la pena, el sufrimiento
existencial, el amor, la muerte, la ausencia.
   Sus versos están cargados de sencillez y símbolos, tales como el toro que simboliza el
destino trágico, la virilidad, la búsqueda amorosa; los cuchillos los relaciona con la
muerte…
    Destacan las metáforas, las imágenes, la mezcla de metros tradicionales y cultos, etc.

10.1.2. POESÍA EN EL EXILIO:


    La Guerra y la dictadura provocaron el exilio de los intelectuales y artistas, entre los que se
encontraban los poetas vivos de la Generación del 27.
   Este grupo de poetas exiliados ( Alberti, Salinas, Cernuda, Guillén… ) siguieron caminos
diferentes, pero tienen en común el tema de España cargado de angustia. Destacan Emilio
Prados con Jardín cerrado, Manuel Altolaguirre con Fin de un amor o León Felipe
con Español del éxodo y el llanto, en el que aborda la injusticia, la rebelión contra la
historia…

10.1.3. LA POESÍA DE LOS CUARENTA:


   Las primeras corrientes poéticas de posguerra, que muestran su preocupación por los temas
humanos, se fragmentarán en dos tendencias fundamentales: la poesía arraigada y la poesía
desarraigada. Estos nombres, asignados por Dámaso Alonso, implican dos maneras distintas
de analizar y vivir el momento histórico.
A la poesía arraigada pertenecen casi todos los autores de la generación del 36 que
permanecieron en España y que se identifican con el régimen franquista, aunque
posteriormente se distancien de él. Nacidos en torno a 1910, estuvieron vinculados a las
revistas Garcilaso y Escorial, dirigidas respectivamente por José García Nieto y Dionisio
Ridruejo.
Las características principales de esta corriente son:
 Una visión del mundo distanciada de la realidad cotidiana del país. Se vuelve la
vista a lo familiar, al paisaje, al amor,...
 Una religiosidad armónica en la que Dios, como elemento fundamental de orden,
les aporta serenidad y confianza.
 Una métrica clásica: van a retomar estrofas y composiciones clásicas, sobre todo el
soneto. Posteriormente, la mayoría de ellos utilizará el verso libre.
Los poetas “arraigados” son:
 Luis Rosales: Una parte importante de su producción de posguerra estuvo marcada por la
temática religiosa. Alcanzó su plenitud con La casa encendida (1949), obra escrita con un
lenguaje coloquial, en la que el referente es la cotidianidad.
 Leopoldo Panero: Su poesía se caracteriza por el intimismo y la recurrencia a las ideas
de familia, tierra, Dios y, especialmente, el paso del tiempo. En Escrito a cada instante
(1949) se pueden observar la rehumanización y religiosidad características de su poesía.
 Luis Felipe Vivanco: Además de la poesía religiosa, otros de sus temas habituales son la
familia y la vida cotidiana, presentes en su poemario Continuación a la vida (1949).
 Dionisio Ridruejo: En sus inicios fue un fiel representante de la tendencia formalista y
neoclásica, pero con En la soledad del tiempo (1944) evolucionó hacia una poesía
intimista, cotidiana y familiar, en la que el tiempo y el paisaje adquieren valores
simbólicos.

Opuesta a la corriente anterior, tanto temática como formalmente, la poesía desarraigada


se decanta por una mirada existencial que expresa la desorientación y el caos de la vida
humana. La influencia de Miguel Hernández se hace notar. Estos poetas se reúnen en torno a
una serie de revistas, como Espadaña, dirigida por Victoriano Crémer y Eugenio de Nora.
Características principales de esta tendencia son:
 Un sentimiento de angustia y desesperación ante las circunstancias; la idea de
haber sido arrojados a un mundo absurdo produce en ellos un vacío difícil de llenar.
Dios no es ya un símbolo de equilibrio y serenidad, sino la única posibilidad de
salvación del hombre, por lo que se dirigen a él increpándole y mostrándole el
sufrimiento del mundo.
 El abandono del ámbito personal en un intento de solidarizarse con los que sufren;
esta idea sentará, años después, las bases de la poesía social.
 El estilo deja de ser clásico y se torna desgarrado, casi violento; esto se refleja en la
utilización de un lenguaje coloquial brusco y duro; la métrica tradicional se sustituye a
veces por el verso libre y el versículo
A esta corriente pertenecen autores de diferentes épocas y procedencias: Dámaso
Alonso y Vicente Aleixandre (Sombra del paraíso, 1944), como representantes de la
Generación del 27, junto a poetas más jóvenes como Gabriel Celaya (Movimientos
elementales, 1947) y Blas de Otero (Ángel fieramente humano y Redoble de conciencia),
que evolucionarán posteriormente hacia la poesía social.

Cabe destacar un poemario de DÁMASO ALONSO que lo identifica plenamente con


esta corriente tras haber cultivado una poesía pura en su etapa anterior. Se trata de Hijos
de la ira (1944), libro que supone un grito terrible contra la injusticia y el sufrimiento
humano, en el que se pide a Dios que dé sentido a una vida dominada por el caos. El
lenguaje es agresivo, con una combinación de símbolos y metáforas que configuran
imágenes alucinantes.

Por último, debemos referirnos a dos tendencias minoritarias. De un lado, el postismo, llamado así
como abreviatura de postsurrealismo y título de una revista, fundada por Carlos Edmundo de Ory. De
otro lado, en Córdoba aparece la revista y el grupo Cántico, que propugna una poesía intimista,
sensual y neobarroca, encabezada por poetas como Pablo García Baena o Ricardo Molina.

10.2. AÑOS CINCUENTA: POESÍA SOCIAL. GABRIEL CELAYA Y BLAS DE OTERO


   Durante los años cincuenta se desarrolla un nuevo contexto sociopolítico y se crea la
necesidad de dar testimonio de la situación de España a través de la literatura de compromiso. Es
así que a mediados de la década surge un nuevo concepto de poesía, alejado tanto de la expresión
de la intimidad de los poetas arraigados como de las angustias existenciales de los desarraigados.
El poeta se convierte en testigo de su época y utiliza su palabra para cambiar el mundo, tomando
partido ante las circunstancias sociopolíticas españolas. Partiendo, pues, de la poesía
“desarraigada” se ha pasado a la “poesía social”. Estos poetas empezaron gritando contra el dolor
y manifestaron su angustia (poesía desarraigada) para pasar, a partir de 1950, a denunciar la
marginación, el paro, la falta de libertad, y exigieron la justicia y la paz para España, que se
convertiría en protagonista de sus versos: Blas de Otero, Gabriel Celaya, José Hierro,
Victoriano Crémer, Eugenio de Nora,…
La publicación en 1955 de Cantos Íberos, de Gabriel Celaya, y Pido la paz y la palabra, de Blas
de Otero marcará el comienzo de esta tendencia, que llega hasta los años sesenta.
Las características de la poesía social son:
 Un lenguaje inmediato y desnudo de recursos retóricos, a veces cercano al prosaísmo
y al panfleto, que se distancia de preocupaciones estéticas. Los poetas se dirigen “a la
mayoría”, de ahí la pretensión de claridad y el tono coloquial.
 El paso del yo (existencial, personal) al nosotros (social y colectivo) en un intento de
crear una conciencia solidaria que proteste por la injusticia social.
 El tema de España, tratado desde una perspectiva con tintes políticos.
 En la década de los cincuenta, predomina la poesía social, crítica, sencilla.
Sobresale un grupo de poetas encabezados por Gabriel Celaya, Blas de Otero, Eugenio de Nora y
José Hierro. Concibieron la poesía como comunicación, como medio de denuncia del dolor y las
injusticias sociales, de lucha por el cambio social y político.
  
  10.2.1. GABRIEL CELAYA:
Su extensa obra lo convierte en otro de los poetas representativos de la evolución lírica en la
posguerra.
 Su primera etapa se abre en la posguerra, con Tranquilamente hablando (1947) y Las
cosas son como son (1949), poesía existencial.
 La segunda etapa entra de lleno en la poesía social con Las cartas boca arriba (1951),
Paz y concierto (1953) y Cantos íberos (1955), la más combativa, donde critica la
situación política y social.
 Su tercera etapa muestra una poesía que recoge la identificación entre la persona y el
cosmos, y adquiere un tono filosófico. Penúltimos poemas (1982)
Su lenguaje se caracteriza por ser intenso y agresivo que corresponde al énfasis crítico y social
que pretenden transmitir sus mensajes poéticos.
       

   10.2.2. BLAS DE OTERO:


Su obra ofrece una evolución que va desde el desasosiego casi místico en sus libros más
propiamente existencialistas, hasta la entrega de su vida y su obra por la paz del hombre y la
justicia. Las constantes de su poesía serán la rebelión ante la injusticia y su ansia de paz.
 En su primera etapa, cultivó una poesía desarraigada y existencial, en la que utiliza un
lenguaje tenso y violento, quebrado por continuos encabalgamientos que producen un
ritmo muy marcado y original, sobre todo en los sonetos. Es una poesía, estremecedora
por su tono desgarrado, que se centró en la búsqueda angustiosa de Dios, del amor y del
sentido de la existencia humana, como se aprecia en Ángel fieramente humano (1950) y
Redoble de conciencia (1951), que más tarde se agruparían bajo el título
de Ancia. Destacan por el tono trágico, la actitud atormentada y angustiada ante la
muerte, la desolación del mundo y el silencio de Dios.
 La segunda etapa de poesía social se inicia en 1955 con Pido la paz y la palabra, y
abarca En castellano (1959) y Que trata de España (1964). Es una poesía de testimonio
y denuncia que plantea la solidaridad con los que sufren y el tema de España. El estilo
pierde el tono dramático anterior y se inclina hacia una mayor sencillez en lenguaje y
formas, con predominio del verso libre. Su mirada se centra en la colectividad (“A la
inmensa mayoría”) y en los problemas del ser humano, la denuncia de las injusticias con
el fin de superarlas eliminando el rencor.
 A partir de los años sesenta, inicia su tercera etapa, coincidiendo con el desgaste de la
poesía social y con un cierto cansancio del poeta, que se replantea la efectividad de esta
poesía. Queda recogida en Mientras (1970) e Historias fingidas y verdaderas (1970).
Suponen una renovación del lenguaje y de las imágenes, de influencia surrealista, y en
ella predominan los temas intimistas.

Cabe señalar como rasgos destacables en su lengua poética la sintaxis abrupta, los
abundantes recursos fónicos (aliteraciones, paronomasias), las reiteraciones, el uso de
antítesis y oxímoron, los juegos de palabras, el uso del léxico popular y, en particular, el uso
transgresor del lenguaje literal.   

10.2.3. JOSÉ HIERRO:


Es, sin duda, una de las figuras más destacadas en el ámbito de la poesía social de los años
cincuenta. La poesía de José Hierro es de carácter testimonial, expresando a través de ella sus
sentimientos personales y los problemas sociales.  
También distinguimos tres etapas:
 Desde sus primeros libros -Tierra sin nosotros (1947), Alegría (1947)- en la obra de Hierro
está presente el paso del tiempo y las pérdidas que produce. La alegría se muestra como
afirmación vital, y el amor se contempla desde un pasado nostálgico.
 Con Quinta del 42 (1952) y Cuanto sé de mí (1957), Hierro se aproxima a la poesía social
mediante la objetivación colectiva de sus preocupaciones personales, presentando una
concepción de la poesía como conocimiento tanto de la realidad exterior como del ser
íntimo.
 Con Libro de las alucinaciones (1964) se inicia su última etapa, en la que se hablará
vagamente de emociones que, en ocasiones, resultan poco comprensibles. Intensificará esta
línea en Agenda (1991) y la continuará en Cuaderno de Nueva York (1998).

10.3. POESÍA DE LOS SESENTA Y PRIMEROS DE LOS SETENTA: GENERACIÓN


DEL 50 ( JOSÉ ÁNGEL VALENTE Y JAIME GIL DE BIEDMA…) Y LOS NOVÍSIMOS
O GENERACIÓN DEL 68.
 Hacia 1955 comienzan a percibirse algunos cambios en el panorama político español. El despegue
económico y la elevación del nivel de vida en los años sesenta provocan una actitud de
conformismo social que hace que los poetas comprometidos de los cincuenta pierdan la esperanza
en la poesía como instrumento para cambiar la realidad. Por otra parte, los poetas más jóvenes
muestran cierto cansancio de la poesía social, a la que reprochan su excesivo prosaísmo y la
ausencia de lo personal en sus poemas. Este nuevo grupo de poetas, nacidos entre 1924 y 1936,
comienza a publicar a finales de la década de los cincuenta. Es la llamada generación del 50. Son
los llamados “niños de la guerra”, que vivieron la contienda en su niñez o adolescencia, por lo que
este tema estará también presente en su obra. Los nombres que se harán más notorios son los de
Ángel González, Jaime Gil de Biedma, José Ángel Valente, Claudio Rodríguez). Otros
nombres destacados son Carlos Barral, Caballero Bonald, José Agustín Goytisolo, … etc.
Las características de la poesía de la experiencia de los años 60, escrita por los llamados autores
de la Generación del 50 son:
- Concepción de la poesía como experiencia y conocimiento: conciben la poesía como un modo
de conocimiento propio y del mundo que les rodea. Por ello, les interesa lo subjetivo, la
indagación en el alma del individuo; sus versos adoptan un tono reflexivo y recuperan la
experiencia personal, los acontecimientos de la vida cotidiana. Reciben influencias de poetas
como Antonio Machado, Luis Cernuda, Vicente Aleixandre, Leopoldo Panero, Luis Rosales,
etcétera.
- Realismo: en los poemas, que frecuentemente adoptan una estructura narrativa, aparecen
anécdotas y argumentos basados en la realidad cotidiana.
- Subjetividad e intimismo: la anécdota realista es el punto de partida para exponer las propias
vivencias personales; estos poetas no rehúyen la expresión directa de los sentimientos y
comunican sin pudor su intimidad.
- Preferencia por los temas de la vida cotidiana, como son la evocación de la infancia y la
adolescencia como un paraíso roto o perdido; el fluir del tiempo y la conciencia de la
transitoriedad de la vida; el amor, como un fuerte sentimiento vitalista; la amistad; etcétera.
- Humanismo y compromiso moral: aunque huyen del panfleto, estos poetas adoptan una
postura de compromiso moral con su tiempo. Parten de lo humano, les preocupan los problemas
éticos, sociales, existenciales e históricos.
- Dignificación del lenguaje poético: muestran un gran interés por la obra bien hecha, valoran la
palabra y entienden el poema como una forma de comunicación literaria sujeta a las reglas de la
métrica y la retórica. Su estilo se caracteriza por la naturalidad y por la utilización del lenguaje
coloquial, al que dotan de gran valor artístico.
- Uso de la sátira y la ironía: la actitud ética de estos poetas les lleva a adoptar una postura crítica
ante la sociedad, que se manifiesta en el uso de la sátira y la ironía.
 
A) LA GENERACIÓN DEL 50
1. JOSÉ ÁNGEL VALENTE:
    En su trayectoria se observa la indagación en el lenguaje, con la finalidad de llegar al
conocimiento poético.
   Con A modo de esperanza y Poemas a Lázaro intenta hallar la verdad a partir de la experiencia
ahondando en las preocupaciones metafísicas.
    La memoria y los signos, El inocente coinciden con una etapa destructiva del autor cargada de
crítica despiadada.
 Con  Material de memoria, Mandorla abre un nuevo ciclo: el estado de espera y la palabra se
torna esencial.
2. ÁNGEL GONZÁLEZ:
    Sus obras más destacadas son Áspero mundo, donde trata la decepción y el pesimismo
existencial junto con la crítica del mundo que nos rodea; Breves canciones para una biografía,
donde incorpora la ironía y el humor.

3. JAIME GIL DE BIEDMA:


Es el autor que mejor ilustra el cambio poético de los años sesenta. Su poesía está basada
en experiencias personales evocadas desde la distancia que impone el paso del tiempo. Sus
poemas incorporan su vida cotidiana y privada. Combina el lenguaje conversacional y
antirretórico con la expresión precisa y elegante.

En Las personas del verbo (1975), Gil de Biedma agrupó estos tres libros:
 Compañeros de viaje (1959). Es un conjunto de instantes de la vida del poeta, a través
de la forma coloquial (recuerdos, infancia, tertulias, amistad). Dedica sus poemas a un
“tú” (a alguien). Se nos muestra como un joven lleno de temores. Obra de claro matiz
político. En Infancia y confesiones hace un homenaje a Machado por su “retrato”.
 Moralidades (1966). Es una clara denuncia a la hipocresía, el sometimiento de una
España oprimida, la opresión a la que la sociedad sometía a la mujer, también a los
camaradas políticos, etc.
 Poemas póstumos (1968). La vejez, antesala de la muerte, es signo de deterioro frente al
recuerdo de una juventud llena de vida y expectativas. Destacan sus poemas “Contra
Jaime Gil de Biedma” y “Después de la muerte de Jaime Gil de Biedma”. En “No
volveré a ser joven” reconoce la falsedad de la vida ilusoria y acepta la realidad.
Además, publicó A favor de Venus (1965), un conjunto de poemas amorosos, de fuerte
carga erótica, en los que deja de lado los convencionalismos.

B. LA PROMOCIÓN DE LOS SETENTA: NOVÍSIMOS  


Hacia mediados de la década de los sesenta vuelve a cambiar el rumbo de la poesía española. Un
grupo de jóvenes poetas, nacidos entre 1939 y principios de los cincuenta, manifiesta una actitud
de ruptura con la estética anterior. Los autores de los años setenta comienzan su actividad en pleno
desarrollo económico: se han formado en una situación de mayor apertura internacional, por lo
que han podido leer la obra de escritores extranjeros y están influidos por los medios de
comunicación de masas. Son los llamados novísimos, cuyos planteamientos estéticos son los
dominantes desde 1966 hasta 1985, aunque algunos evolucionaron de forma más personal a partir
de 1975.
Se dan a conocer a través de la antología de J.M.Castellet Nueve novísimos poetas españoles
(1970), título que da nombre a la generación. Son Leopoldo María Panero, Pere Gimferrer,
Manuel Vázquez Montalbán, Vicente Molina Foix, Ana María Moix, Félix de Azúa, Antonio
Martínez Sarrión, José María Álvarez y GuillermoCarnero. A éstos habría que añadir otros
como Antonio Colinas, Luis Alberto de Cuenca o Luis Antonio de Villena, que participan de
algunos de los rasgos de los Novísimos, si bien no siguen todos sus planteamientos estéticos. Otra
fecha importante es 1966, año de publicación de Arde el mar, de Pere Gimferrer, libro que marca
la ruptura con las poéticas anteriores.

Los novísimos fueron presentados como un movimiento vanguardista de ruptura con la poesía
social e indagador de un nuevo lenguaje que llegó al experimentalismo formal. No creían que la
poesía pudiera cambiar la realidad y rechazaron conceptos tan extendidos como compromiso,
testimonio y solidaridad. Adoptaron, pues, una actitud formalista.
Características de la poesía “novísima” son:
1) Deseo de ruptura con la poesía anterior: se manifiesta claramente en el rechazo del uso
directo del “yo”, en la oposición al estilo realista y en la ausencia de posturas éticas o sociales.
2) Modelos poéticos muy variados: por un lado, recuperan la vanguardia (el cubismo, el
surrealismo, a través de Aleixandre y los postistas...); por otro, recogen influencias del simbolismo
francés, del modernismo y de poetas ingleses contemporáneos.
3) Exhibicionismo cultural: introducen elementos temáticos provenientes de mitologías exóticas
y decadentes (ambientaciones lujosas, exóticas, en la línea modernista) o de la cultura de masas
(el cine, la televisión, el rock, las novelas policíacas, la publicidad, los cómics, las revistas de
modas, la música pop, etc.). Así los medios de comunicación de masas se convierten en referente
cultural y fuente de nuevos mitos populares. Los poemas se llenan de nombres de ciudades o de
personas, de descripciones de vestidos, fiestas, mitos orientales o clásicos, y mitos
contemporáneos (Marilyn, Bogart, Che Guevara, Kennedy, etc.). Asimilan, pues, una mitología
frívola o vuelven a temas y asuntos de otras épocas, de origen cultural e histórico, por lo que
también se les llama culturalistas.
4) Experimentación lingüística: buscan una expresión poética llamativa, caracterizada por un
lenguaje rico y barroco. Practican la escritura automática, que evita el discurso lógico, con la
ruptura del verso, la disposición gráfica original, o la supresión de los signos de puntuación, y
emplean técnicas como la del collage: extensas citas preceden al poema o se incorporan a él
versos completos de otros autores, letras de canciones, frases publicitarias, textos de manuales de
instrucciones... Este uso de la intertextualidad, en ocasiones excesivo, hace del poema un objeto
metaliterario, cargado de referencias culturales.
Además, alternan un lenguaje exuberante de imágenes opacas y visionarias con otras técnicas,
como la métrica culta del modernismo, pero tampoco abandonan el tono coloquial de algunos
poetas de la generación anterior.
Los novísimos de la tendencia culturalista y surrealista son Gimferrer: Arde el mar, La muerte
en Beverly Hills (1968); Guillermo Carnero: Dibujo de la muerte (1967), El sueño de Escipión
(1971); Antonio Colinas: Sepulcro en Tarquinia (1975), Astrolabio (1979)) y Luis Alberto de
Cuenca: Elsinore (1972),

En la tendencia más coloquial, irónica y crítica destacamos a M.Vázquez Montalbán: Una


educación sentimental (1967) y Leopoldo María Panero: Así se fundó Carnaby Street (1970).

Dos autores destacados de esta época: Pere Gimferrer y Martínez Sarrión.


Pere Gimferrer.
El escritor más significativo de los nueve novísimos fue Pere Gimferrer. Fue el abanderado de esta
nueva generación. Su primera obra Arde el mar (1966) evidencia ya los rasgos que caracterizan a
los novísimos: culturalismo, hermetismo y cultura “camp”. En La muerte en Beverly Hills (1967),
se suma la influencia del cine y del género policíaco. En estos poemas la presencia del yo se oculta
tras múltiples referencias culturales y míticas.
Antonio Martínez Sarrión destaca por su rebeldía contra la poesía de la experiencia y su
admiración por la poesía novísima: referencias culturalistas, irracionalistas, surrealistas y míticas
(literatura, cine, jazz). Sus obras más importantes fueron: Teatro de operaciones (1967) y
Horizonte desde la rada (1983).

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