La masacre de las bananeras ocurrió en 1928 cuando el gobierno colombiano ordenó al ejército disparar contra miles de trabajadores de la United Fruit Company que se habían ido a huelga para exigir mejores condiciones laborales, dejando cientos o posiblemente más de mil muertos. A pesar de esto, las condiciones de los trabajadores en Colombia siguen siendo precarias 90 años después, y el gobierno actual continúa favoreciendo a las grandes empresas sobre los derechos de los empleados.
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La masacre de las bananeras ocurrió en 1928 cuando el gobierno colombiano ordenó al ejército disparar contra miles de trabajadores de la United Fruit Company que se habían ido a huelga para exigir mejores condiciones laborales, dejando cientos o posiblemente más de mil muertos. A pesar de esto, las condiciones de los trabajadores en Colombia siguen siendo precarias 90 años después, y el gobierno actual continúa favoreciendo a las grandes empresas sobre los derechos de los empleados.
La masacre de las bananeras ocurrió en 1928 cuando el gobierno colombiano ordenó al ejército disparar contra miles de trabajadores de la United Fruit Company que se habían ido a huelga para exigir mejores condiciones laborales, dejando cientos o posiblemente más de mil muertos. A pesar de esto, las condiciones de los trabajadores en Colombia siguen siendo precarias 90 años después, y el gobierno actual continúa favoreciendo a las grandes empresas sobre los derechos de los empleados.
La masacre de las bananeras ocurrió en 1928 cuando el gobierno colombiano ordenó al ejército disparar contra miles de trabajadores de la United Fruit Company que se habían ido a huelga para exigir mejores condiciones laborales, dejando cientos o posiblemente más de mil muertos. A pesar de esto, las condiciones de los trabajadores en Colombia siguen siendo precarias 90 años después, y el gobierno actual continúa favoreciendo a las grandes empresas sobre los derechos de los empleados.
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Escuela Colombiana de Ingeniería Julio Garavito
Ingeniería Electrónica / Tercer semestre
HGCL #13 Masacre de las bananeras Camilo Moreno – Leonel Iguaran ´´La masacre de las bananeras¨ fue la matanza de los trabajadores de la United Fruit Company que se produjo entre el 5 y el 6 de diciembre de 1928 en el municipio de Ciénaga, Magdalena. Un número indefinido de trabajadores murieron después de que el gobierno de Miguel Abadía Méndez decidió poner fin a una huelga de un mes organizada por el sindicato de los trabajadores que buscaban garantizar mejores condiciones de trabajo. El gobierno de los Estados Unidos de América había amenazado con invadir a Colombia a través de su Cuerpo de Marines, si el gobierno colombiano no actuaba para proteger los intereses de la United Fruit Company. El 28 de noviembre de 1928 estalló una gran huelga en la zona bananera de Ciénaga, una huelga masiva jamás vista en el mundo. Más de 25 000 trabajadores de las plantaciones se negaron a cortar los bananos producidos por la United Fruit Company y por productores nacionales bajo contrato con la compañía. A pesar de tal presión, la United Fruit Company y sus trabajadores no lograron un acuerdo colectivo, la huelga terminó con un baño de sangre: en la noche del 5 de diciembre, soldados colombianos dispararon sobre una reunión pacífica de miles de huelguistas, matando e hiriendo a muchos. La noche ha sido grabada en la conciencia de los colombianos por los novelistas Gabriel García Márquez, en su obra Cien años de soledad, quien nació en Aracataca Magdalena un año antes de la huelga; Álvaro Cepeda Samudio, en su novela La casa grande; y el dramaturgo Carlos José Reyes, quien cuenta la historia a través de los ojos de un soldado United Fruit Company, era una firma comercial multinacional estadounidense, fundada en 1899 por Minor Keith, Andrew Preston y Lorenzo Dow Baker que producía y comercializaba frutas tropicales (principalmente plátanos) cultivados en América Central, y que se convirtió en una fuerza política y económica determinante en muchos países de dicha región durante el siglo XX. La matanza fue el desenlace de una huelga de los trabajadores de la United Fruit Company, quienes, después de semanas sin avances en las negociaciones, decidieron congregarse en Ciénaga, municipio del departamento del Magdalena. Pero en la madrugada del 6 de diciembre de 1928 el ejército colombiano, bajo el mando del general Carlos Cortés Vargas, ordenó a la congregación dispersarse. Como nadie se movió, abrió fuego. Hasta ahora no se sabe cuántos muertos hubo, pero se habla de cientos de víctimas, incluso, según un informe del entonces embajador de Estados Unidos en Colombia, más de mil personas fueron asesinadas.
Hoy, noventa años después, el fantasma de la masacre sigue rondando a
Colombia, una “república bananera” en la que persisten las condiciones que llevaron al desenlace trágico de 1928. Un país en el que los trabajadores todavía no tienen condiciones dignas y en el que la protesta social sigue estigmatizada. La masacre de las bananeras, sin embargo, no es una invención: es un episodio irresuelto en la historia colombiana. En la abundante historiografía disponible se muestra que la United tuvo ventajas fiscales dadas por el gobierno de Colombia y que se libró de cumplir obligaciones laborales porque no contrataba directamente a sus trabajadores. Se sabe con certeza que el gobierno manejó la protesta como un asunto de orden público y no como una disputa laboral y hay testimonios serios que prueban que los muertos por la represión fueron más de los 47 que el ejército reconoció oficialmente. Pero, sobre todo, también está claro que Colombia no aprendió las lecciones de la tragedia: los trabajadores en ciertos sectores de la economía siguen en un estado de enorme vulnerabilidad. Las condiciones laborales en el país no han cambiado mucho desde los tiempos de las bananeras. El gobierno de Iván Duque, como el de sus antecesores, sigue favoreciendo un modelo diseñado para beneficiar a las grandes empresas, sin mejorar las condiciones de los trabajadores. En Colombia, las empresas mineras han recibido exenciones tributarias que han aumentado sus ganancias y los grandes consorcios financieros han asegurado sus negocios gracias a la Ley 100, que desde 1993 ha sido confeccionada para su provecho. Toda la historia no es otra cosa que historia contemporánea, dijo Benedetto Croce; hoy, la memoria de la matanza bananera sigue siendo vigente. Por eso, el “pacto por la equidad” que Duque anunció en noviembre y está pensado para combatir la informalidad en el trabajo no puede quedarse solo en un discurso. Pronto tiene que traducirse en estadísticas que demuestren que cada vez hay más colombianos integrados a la economía formal y con condiciones dignas de trabajo. Manejar el descontento social y la protesta sería mucho más efectivo en Colombia si en lugar de la intimidación y la violencia se hace responsables a las empresas, colaborativas o no, de proteger a sus trabajadores. En la era digital, las nuevas plataformas de tercerización laboral deben ser reguladas. La digitalización del empleo no tiene por qué significar que los beneficios del Estado de derecho se hagan simplemente virtuales.