Masacre de Las Bananeras

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Escuela Colombiana de Ingeniería Julio Garavito

Ingeniería Electrónica / Tercer semestre


HGCL #13
Masacre de las bananeras
Camilo Moreno – Leonel Iguaran
´´La masacre de las bananeras¨ fue la matanza de los trabajadores de la United
Fruit Company que se produjo entre el 5 y el 6 de diciembre de 1928 en el
municipio de Ciénaga, Magdalena. Un número indefinido de trabajadores murieron
después de que el gobierno de Miguel Abadía Méndez decidió poner fin a una
huelga de un mes organizada por el sindicato de los trabajadores que buscaban
garantizar mejores condiciones de trabajo. El gobierno de los Estados Unidos de
América había amenazado con invadir a Colombia a través de su Cuerpo de
Marines, si el gobierno colombiano no actuaba para proteger los intereses de la
United Fruit Company. El 28 de noviembre de 1928 estalló una gran huelga en la
zona bananera de Ciénaga, una huelga masiva jamás vista en el mundo. Más de
25 000 trabajadores de las plantaciones se negaron a cortar los bananos
producidos por la United Fruit Company y por productores nacionales bajo
contrato con la compañía. A pesar de tal presión, la United Fruit Company y sus
trabajadores no lograron un acuerdo colectivo, la huelga terminó con un baño de
sangre: en la noche del 5 de diciembre, soldados colombianos dispararon sobre
una reunión pacífica de miles de huelguistas, matando e hiriendo a muchos. La
noche ha sido grabada en la conciencia de los colombianos por los novelistas
Gabriel García Márquez, en su obra Cien años de soledad, quien nació en
Aracataca Magdalena un año antes de la huelga; Álvaro Cepeda Samudio, en su
novela La casa grande; y el dramaturgo Carlos José Reyes, quien cuenta la
historia a través de los ojos de un soldado
United Fruit Company, era una firma comercial multinacional estadounidense,
fundada en 1899 por Minor Keith, Andrew Preston y Lorenzo Dow Baker que
producía y comercializaba frutas tropicales (principalmente plátanos) cultivados en
América Central, y que se convirtió en una fuerza política y económica
determinante en muchos países de dicha región durante el siglo XX.
La matanza fue el desenlace de una huelga de los trabajadores de la United Fruit
Company, quienes, después de semanas sin avances en las negociaciones,
decidieron congregarse en Ciénaga, municipio del departamento del Magdalena.
Pero en la madrugada del 6 de diciembre de 1928 el ejército colombiano, bajo el
mando del general Carlos Cortés Vargas, ordenó a la congregación dispersarse.
Como nadie se movió, abrió fuego. Hasta ahora no se sabe cuántos muertos
hubo, pero se habla de cientos de víctimas, incluso, según un informe del
entonces embajador de Estados Unidos en Colombia, más de mil personas fueron
asesinadas.

Hoy, noventa años después, el fantasma de la masacre sigue rondando a


Colombia, una “república bananera” en la que persisten las condiciones que
llevaron al desenlace trágico de 1928. Un país en el que los trabajadores todavía
no tienen condiciones dignas y en el que la protesta social sigue estigmatizada.
La masacre de las bananeras, sin embargo, no es una invención: es un episodio
irresuelto en la historia colombiana. En la abundante historiografía disponible se
muestra que la United tuvo ventajas fiscales dadas por el gobierno de Colombia y
que se libró de cumplir obligaciones laborales porque no contrataba directamente
a sus trabajadores. Se sabe con certeza que el gobierno manejó la protesta como
un asunto de orden público y no como una disputa laboral y hay testimonios serios
que prueban que los muertos por la represión fueron más de los 47 que el ejército
reconoció oficialmente. Pero, sobre todo, también está claro que Colombia no
aprendió las lecciones de la tragedia: los trabajadores en ciertos sectores de la
economía siguen en un estado de enorme vulnerabilidad. Las condiciones
laborales en el país no han cambiado mucho desde los tiempos de las bananeras.
El gobierno de Iván Duque, como el de sus antecesores, sigue favoreciendo un
modelo diseñado para beneficiar a las grandes empresas, sin mejorar las
condiciones de los trabajadores. En Colombia, las empresas mineras han recibido
exenciones tributarias que han aumentado sus ganancias y los grandes
consorcios financieros han asegurado sus negocios gracias a la Ley 100, que
desde 1993 ha sido confeccionada para su provecho.
Toda la historia no es otra cosa que historia contemporánea, dijo Benedetto Croce;
hoy, la memoria de la matanza bananera sigue siendo vigente. Por eso, el “pacto
por la equidad” que Duque anunció en noviembre y está pensado para combatir la
informalidad en el trabajo no puede quedarse solo en un discurso. Pronto tiene
que traducirse en estadísticas que demuestren que cada vez hay más
colombianos integrados a la economía formal y con condiciones dignas de trabajo.
Manejar el descontento social y la protesta sería mucho más efectivo en Colombia
si en lugar de la intimidación y la violencia se hace responsables a las empresas,
colaborativas o no, de proteger a sus trabajadores. En la era digital, las nuevas
plataformas de tercerización laboral deben ser reguladas. La digitalización del
empleo no tiene por qué significar que los beneficios del Estado de derecho se
hagan simplemente virtuales.

https://es.wikipedia.org/wiki/Iv%C3%A1n_Duque_M%C3%A1rquez

https://es.wikipedia.org/wiki/Masacre_de_las_bananeras

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