Aspectos Forenses en Psiquiatría Infantil

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INSTITUTO UNIVERSITARIO

DEL CENTRO DE MÈXICO

LIC. NANCY LEE CARDENAS VERA

“PSIQUIATRIA FORENSE”

FANNY SARAI LARRAGOITI SILVA

V000000796

LIC. CRIMINOLOGIA

CRI072

8º CUATRIMESTRE

HUEJUTLA DE REYES HIDALGO A 30 DE MAYO DEL 2020.


ASPECTOS FORENSES EN
PSIQUIATRÍA INFANTIL

RELACION DE LAS
MANIFESTACIONES
PSIQUIATRICAS CON LA
CRIMINOLOGIA Y EL DERECHO.
Si bien el interés de la Justicia es la protección del niño y del adolescente frente a
situaciones de violencia, el procedimiento judicial puede determinar un redoblamiento
iatrogénico y oficial del traumatismo. En los tres temas forenses a los que la psiquiatra
infantil hace frente son: custodia de los niños tras el divorcio, disposición en
procedimientos de abuso negligencia, y evaluación de delincuentes para los tribunales
juveniles.

“Aquello que es mejor para el niño sigue siendo el aspecto básico”.


INTRODUCCIÓN

La violencia ejercida sobre los niños, bajo la forma del maltrato físico o el abuso sexual,
moviliza nuestras más profundas convicciones humanas, promoviendo respuestas afectivas
intensas y con frecuencia reacciones sociales de pánico moral. Estas respuestas sociales
pueden generar un impacto que altera la objetividad profesional, sesgando la comprensión
del problema. En nuestro país no existen datos confiables que permitan cuantificar con
precisión su magnitud.

Los datos epidemiológicos nos permiten conocer la dimensión del problema a efectos de
establecer políticas de prevención e intervención más adecuadas, pero la clínica nos acerca
a las graves repercusiones de la violencia en la vida del sujeto. Esta no siempre deja huellas
físicas ostensibles, pero sus consecuencias afectivas son múltiples, desde la depresión y los
intentos de autoeliminación hasta los trastornos por estrés postraumático y disociativos, en
una infinita gama de situaciones clínicas. Frente a una sospecha de maltrato o abuso sexual,
con frecuencia se ponen en marcha distintas estrategias de abordaje tendientes a garantizar
la protección del niño. Sin embargo, no debemos perder de vista que estas medidas, aun
cuando son muchas veces necesarias, implican por sí mismas cierto grado de violencia. La
denuncia judicial es una de las formas posibles de limitar la violencia ejercida sobre el niño
en el ámbito familiar y social. Pero es importante considerar que denunciar es ante todo
poner la máquina judicial en marcha, y esta máquina juzga, daña, altera la existencia de
aquel que pasa a través de ella.

El sistema legal constituye un territorio desconocido para los médicos y profesionales de la


salud mental, no inmersos por nuestra profesión en el conocimiento del proceso judicial.
Esto hace que con frecuencia se cometan errores, al esperar una respuesta que la Justicia no
podrá dar o al desconocer los mecanismos, procedimientos y alcances de este sistema.
Dado que cuando se plantea una sospecha de maltrato o abuso sexual, se inicia un largo
proceso diagnóstico, que puede culminar o no con la denuncia judicial, es necesario que el
psiquiatra pediátrico esté formado en ciertos principios básicos, a efectos de promover la
disminución del daño.
Por lo anterior este documento tiene el objeto de dar a conocer al profesional del mundo de
la criminología características especiales que hacen que el enfermo mental sea tratado de
una manera especial por nuestro ordenamiento jurídico y en este caso haciendo énfasis en la
psiquiatría infantil, exponiendo los siguientes puntos:

1. ASPECTOS FORENSES EN PSIQUIATRÍA INFANTIL

1.1. Custodia

1.2. Abuso infantil

1.3. Delincuentes juveniles

2. RELACIÓN DE LAS MANIFESTACIONES PSIQUIÁTRICAS CON LAS


CRIMINOLOGÍA Y EL DERECHO

2.1. Competencia para compadecer en un juicio

2.2. Competencia para ser juzgado y ejecutado

2.3. Responsabilidad criminal

2.4. Derechos civiles de los pacientes.


1. ASPECTOS FORENSES EN PSIQUIATRÍA INFANTIL

1.1. Custodia

Como hemos visto con anterioridad, la ley establece como criterio para
otorgar la guarda y custodia la defensa del mejor interés del menor, es por ello que para llevar
a cabo una evaluación psicológica forense en la familia, es importante tener en cuenta las
consecuencias negativas producidas por el proceso de separación y divorcio, tanto en los
progenitores como en los menores, así como los fenómenos asociados al elevado nivel de
conflicto interparietal.
Los procesos de ruptura de pareja llevados a cabo por la vía contenciosa conllevan
altos costes personales y económicos para la familia, generando consecuencias negativas en
todos sus miembros. Este tipo de procedimientos incrementan el estrés, el conflicto y el
enfrentamiento familiar, minimizando las posibilidades de llevar a cabo una labor de
coparen talidad positiva, por lo que se considera un proceso altamente perjudicial para
progenitores e hijos. Así pues, la vía contenciosa fomenta la disposición de los progenitores
a atribuir el buen comportamiento del otro a factores externos, sin embargo, el mal
comportamiento lo relacionan con factores internos, magnificando el comportamiento
negativo y minimizando el positivo. Por consiguiente, se incrementa el conflicto y los
comportamientos nocivos, empeorando la situación familiar, lo cual genera efectos
negativos en la salud mental de ambos cónyuges.
Los progenitores deben adaptarse a un nuevo estilo de vida, lo que conlleva
repercusiones emocionales que se pueden materializar en pérdida de autoestima, estrés,
ansiedad y depresión. Esta situación lesiona gravemente el estado psicológico y físico de la
pareja, deteriorando el sistema inmunológico, lo cual favorece la aparición de enfermedades
durante los dos años posteriores a la ruptura. Además, deben hacer frente a una nueva
situación socio-económica, originada por la división de recursos y el mayor coste de las
necesidades vitales, lo cual produce un descenso en el nivel de vida. En la mayoría de los
casos, el padre custodio se siente sobrecargado al tener que asumir el cuidado y crianza de
los hijos, lo que se suma a unas condiciones económicas y psicoemocionales adversas.
Asimismo, el padre no custodio se ve afectado por la reducción significativa del tiempo de
permanencia con los hijos, lo que genera consecuencias negativas para ambos.
1.2. Abuso infantil

Las palabras abuso o maltrato infantil incluyen cualquier problema que resulte de


una falta razonable de cuidado y protección de los niños por sus padres, tutores u otras
personas que se ocupen de ellos, o sea, se define como todo daño físico o psíquico,
ocasionado a un menor de forma intencional por cualquier persona, ya sea de forma pasiva
o activa, donde la primera es la negligencia en el cuidado de este y la segunda, la intención
directa. Así, el uso de la fuerza física o negligencia del cuidado por parte de los padres se
define como maltrato.

Existe maltrato de diferentes tipos: físico, emocional, psicológico o mental, por


abandono, negligencia o por abuso sexual. Al paso del tiempo este puede producir
consecuencias desfavorables en el desarrollo del niño, afectar su crecimiento, su conducta,
e incluso causar traumas psicológicos o trastornos mentales.

El abuso sexual les ocurre a muchas personas. ¿Cuán frecuentemente es


denunciado? En 1986 cerca de 7 casos de abuso sexual por mil niños fueron reportados. En
términos más simples esto significa que de 10000 chicos sólo 7 denunciaron abuso sexual
en ese año. El abuso sexual les ocurre alrededor de una nena de cada cuatro y un poco
menos de 1 nene de cada seis, así y todo, sólo el 1,8 de casos son denunciados de 1000 cada
año. Aún si multiplicáramos por 18 (el número de años de la infancia), eso serían solo 33
denuncias de abuso sexual sobre 1000 niños sobre la totalidad de su infancia. Claramente
esto nos indica que el abuso sexual infantil escasamente se denuncia. La mayoría de los
niños víctimas de abuso sexual nunca informan el crimen.

El abuso sexual es un delito muy privado y rara vez hay algún testigo. Aquellos que han
visto el crimen muchas veces están demasiado intimidados como para hablar. Rara vez el niño
se siente capaz de contar acerca del crimen. Se le dice casi siempre a la víctima que no cuente.
En nuestra sociedad a los niños se les enseña a obedecer a los adultos Todos los niños necesitan
el amor y la aprobación de sus padres. Puede ser suficiente que el ofensor explicite a la víctima
no será más amada y aceptada salvo que se someta y no diga nada.
A algunos niños se les dice que si someten al abuso sus hermanas o hermanos no lo
serán. El niño puede revelar el abuso cuando ella o él descubren que su hermana o hermano está
también siendo abusado y ya no hay ninguna razón para mantenerse callado.

Algunos chicos tratan de contárselo a sus madres y no les creen. Algunas madres se
enojan con el niño. Esos chicos la pasan muy mal. Sus sentimientos de haber sido traicionados
son enormes.

A algunos niños se les dice que irán a la cárcel si lo cuentan porque son tan culpables
como el ofensor. Los niños tienden a creer lo que los adultos dicen.

La mayoría de los niños están avergonzados por el abuso. ¿Si hubieras hecho algo que
creyeras era malo y te sintieras muy avergonzado por ello y si creyeras que fue tu culpa y que si
lo dijeras destruirías a tu familia, lo contarías? ¿Si hubieras sido amenazado diciéndote que tu
gato, tu madre, tu hermana o tus amigos del colegio serán asesinados si lo contaras, lo contarías?
¿Si pensaras que nadie te creería, si te dijeran y supieras que tu abusador estaría extremadamente
enojado contigo y que probablemente te castigaría cruelmente, lo contarías? ¿Y si tu abusador te
hubiera dicho que vos también irías a la cárcel porque eres tan culpable como él?

Creo que una de las cosas más crueles que les ha pasado a muchos niños sexualmente
abusados ha sido haber sido castigados por ser seductores. Se cree que la mayoría de niños
pequeños sexualmente seductores han sido sexualmente abusados. Es desde un insulto hasta una
injuria cuando un abusador acusado es absuelto porque “el niño se lo busco” por ser
sexualmente seductor. No importa cuán seductor sea un niño, el adulto debe abstenerse. Ningún
niño tiene la habilidad de consentir a tener sexo con un adulto. Ningún niño tiene el mismo
poder para decirle no a un adulto.

Han surgido muchos estudios sobre la capacidad de sugestión de los niños y los
efectos de guiar el cuestionamiento sugestivo. Aunque los resultados son complejos, los
datos apoyan que los niños pueden recordar bien, pero que los más pequeños, sobre todo
los preescolares, son más susceptibles de sugestión y de engaño que los más mayores o los
adultos.
Estrés en la memoria.

El efecto del estrés sobre la memoria está menos claro: se ha observado que
elevados niveles de estrés en el momento de recordar mejoran la resistencia a las
sugestiones y mejoran el recuerdo espontáneo y que deterioran muchos de los detalles
específicos y, sobre todo, periféricos del suceso.

Evaluación de los niños que han sufrido abuso sexual.

La estandarización de la conducta de las evaluaciones del abuso sexual a veces no


permite una coherencia en la opinión del experto sobre si se ha dado el abuso. Diversos
estudios muestran que las evaluaciones de los clínicos en cuanto a la probabilidad de que se
haya dado el abuso varían casi aleatoriamente, desde prácticamente el 0% hasta el 100%.

Validez del testimonio de los niños en los casos de abuso sexual.

Sobre la validez de los testimonios, se concluye que el principal temor que tiene el
niño para testificar es enfrentarse al acusado. La edad más joven y la gravedad del abuso
correlacionan con peores resultados a partir de la declaración. Se observa que los niños que
han declarado presentan mayor alteración que los niños que no lo hacen, y la falta de
mejoría se asocia con testificar múltiples veces, menor apoyo materno, y menos evidencia
confirmatoria. El asesoramiento del niño no se asocia a la mejoría del niño.

1.3. Delincuentes juveniles

El estudio del desarrollo y el curso de los delincuentes adolescentes muy violentos


demuestra que estos delitos graves no son la primera manifestación de una conducta
delincuente, sino el último punto de una larga carrera de delitos menores anteriores, muy
diversos y múltiples.

Causa de la delincuencia juvenil.

Se considera multicausal, con factores de riesgo de varios ámbitos que incluyen la


comunidad (normas de la comunidad, disponibilidad de drogas y armas de fuego), la
familia (abuso, actitudes paternas, conductas de negación), la escuela, el grupo de
coetáneos (sobre todo los compañeros delincuentes), y el individuo (temperamento,
enfermedad mental).

Eficacia de las intervenciones en delincuentes jóvenes.

Las poblaciones de delincuentes encarcelados demuestran niveles elevados de trastornos


mentales y abuso de sustancias. La institucionalización /encarcelamiento con controles
conductuales tienden a producir mejorías en situaciones residenciales. La mayor dificultad
aparece cuando los delincuentes vuelven a casa ya que tienden a presentar de nuevo el
comportamiento antisocial, debido seguramente a que las intervenciones de tratamiento
residencial no están dirigidas a la naturaleza multicausal de los factores de riesgo de
delincuencia, sobre todo los factores de la comunidad y del grupo de coetáneos.

Intervenciones que se aplican a los delincuentes jóvenes.

Existe consenso en que un continuo de sanciones graduadas, desde sanciones inmediatas


en la comunidad a los transgresores no violentos por primera vez, pasando por sanciones
intermedias para los transgresores más serios, hasta llegar a programas de atención segura
para los delincuentes más violentos, pueden ser eficaces para reducir las recaídas. La
terapia multisistémica, un "tratamiento altamente individualizado basado en la familia y en
casa" y la supervisión intensiva han ofrecido resultados prometedores en cuanto a la
relación coste-eficacia.
2. RELACIÓN DE LAS MANIFESTACIONES PSIQUIÁTRICAS CON
LAS CRIMINOLOGÍA Y EL DERECHO

En algunas legislaciones, el grado de peligrosidad del delincuente es uno de los


criterios que se siguen para fijar la pena, así como la extinción de este potencial de
agresividad determinará el cese de una medida de seguridad. Sin embargo, las leyes penales
y de rehabilitación siguen la evolución moderna de las actuales doctrinas criminológicas, en
el sentido de tender a una individualización de la pena. Esto es, llegar al mejor
conocimiento de la personalidad del individuo delincuente, no sólo para castigarlo lo más
justamente posible (imponerle una pena), sino también para conseguir su rehabilitación, su
integración social y procurar que no vuelva a delinquir (imponerle una medida de seguridad
apropiada al caso).

2.1. Competencia para compadecer en un juicio

En la actualidad, un cuestionamiento que hacen los agentes del Ministerio Público


(MP) en su formato de solicitud de certificación médica o de manera verbal al médico
adscrito a la agencia del MP, e incluso de forma rutinaria en la solicitud hecha a los
médicos del hospital psiquiátrico (cuando el médico adscrito a la agencia sugiere que se
haga una valoración psiquiátrica a un individuo), tanto para certificar a alguien que
pretende iniciar una averiguación previa, como para que la Policía Investigadora pueda
interrogar a un presunto responsable de un delito o con el fin de rendir su declaración
ministerial, es si el sujeto es apto para declarar. Esta situación se ha generalizado
seguramente por la implantación del nuevo Sistema Procesal Penal Acusatorio, cuyo
principio medular es la oralidad, función que requiere de aptitud, la cual implica que se
encuentren íntegras una serie de habilidades que involucran los ámbitos neurológico y
psíquico de los denunciantes, acusados o testigos, para que sus declaraciones alcancen el
fin de la justicia: el conocer la verdad de los hechos.

Entonces, la aptitud para declarar se constituye como la puerta de entrada en el


Sistema Procesal Penal Acusatorio; sin embargo, la autoridad, médicos forenses y
psiquiatras lo hacen de forma incorrecta porque, ni en los ordenamientos legales existentes,
ni en el Nuevo Código Nacional de Procedimientos Penales, se establece una definición ni
se le atribuye a ningún servidor público la función de determinarla, ni la necesidad de
hacerlo, lo que ha originado que se solicite indiscriminadamente, y que los hospitales
psiquiátricos lo hagan aplicando su criterio.

“En estas jurisdicciones sólo se espera que los acusados tengan un conocimiento
rudimentario de los procedimientos judiciales y de cierta capacidad de cooperar con su
asesor legal”. Acotan que en los Estados Unidos se usa el término “competencia” y en esta
jurisdicción se requiere un nivel de funcionamiento más sofisticado para los acusados, ya
que deben demostrar dos cosas: la capacidad cognitiva para comprender conceptos y
procedimientos legales relevantes, además de la capacidad volitiva para participar en su
caso y defensa.

Samuels y cols. enlistan una serie de detalles relevantes relacionados con la


competencia para ser sometido a juicio:

1. Entender su situación jurídica actual.


2. Comprender los cargos en su contra.
3. Percibir los hechos relevantes al caso.
4. Conocer los problemas y los procedimientos legales en su caso.
5. Saber la defensa legal disponible en su nombre.
6. Interpretar las disposiciones, súplicas y sanciones posibles.
7. Evaluar los posibles resultados.
8. Valorar el papel de los abogados defensores, el fiscal, el juez, el jurado, testigos y el
acusado.
9. Identificar y localizar a los testigos.
10. Relacionarse con su abogado defensor.
11. Confiar y comunicarse relevantemente con su abogado.
12. Comprender instrucciones y consejos.
13. Tomar decisiones después de recibir asesoramiento.
14. Mantener una relación de colaboración con el abogado y ayudar a planificar la
estrategia legal.
15. Seguir el testimonio de contradicciones y errores.
16. Dar testimonio relevante y ser objeto de contradicción si es necesario.
17. Desafiar a los testigos de cargo.
18. Tolerar el estrés en el juicio.
19. Abstenerse de una conducta irracional e incontrolable durante el juicio.

2.2. Competencia para ser juzgado y ejecutado

Este peritaje centra la atención en el estado mental actual del acusado. En su


capacidad actual de participar racionalmente en su propia defensa. Aunque los
prerrequisitos para ser considerado incompetente varían mucho según los Códigos Penales
nacionales y aun estatales.

En un mínimo, la mayoría de los Códigos Penales, requieren que el acusado tenga:


Capacidad para entender los cargos legales contra él y habilidad para participar
racionalmente en su defensa. En códigos penales más pendientes de los derechos del
acusado, requieren que este:

 Conozca y comprenda los cargos legales instituidos contra él.

 Tenga conocimiento, aunque en forma rudimentaria, de la naturaleza de los


procedimientos jurídicos a los que se ve sometido.

 Sepa o pueda entender los medios y alternativas de defensa.

 Pueda confrontar, por sí mismo o con la ayuda de su abogado, a los testigos que le
acusan.

 Tenga la capacidad de comunicarse razonablemente con su abogado.

Este peritaje requiere la entrevista de evaluación con el acusado, asesoramiento de su


capacidad cognitiva y su estado emocional al momento de la evaluación, y obtener
información suficiente para responder en un informe pericial, a los elementos mencionados
arriba, o similares, requeridos es su jurisdicción.
2.3. Responsabilidad criminal

Es la obligación de estar a las consecuencias jurídicas, predeterminadas por


ley formal con carácter de orgánica, que el Ordenamiento señala como consecuencia de la
realización de un hecho, comisivo u omisivo, que reviste los caracteres de punible. En
suma, se trata de la consecuencia que sobre el sujeto produce la realización de
una infracción criminal.

Para el estudio de la responsabilidad criminal debemos fijarnos en dos aspectos:

El presupuesto de la responsabilidad criminal. Es el delito, grave o menos grave, o la falta


cometidas por uno o varios sujetos. Se trata de un presupuesto necesario. Para que sea tal,
el hecho punible debe reunir los elementos esenciales que lo constituyen y que integran su
misma definición: ser una acción típicamente antijurídica y culpable castigada por la Ley
con una pena o medida de seguridad.

Estos elementos esenciales pueden quedar excluidos en virtud de ciertos hechos


concurrentes con el que constituye la infracción. Tales hechos integran las causas
de exención de la responsabilidad criminal. Atendiendo al elemento del delito al que
afectan podemos clasificarlos en:

1)Causas excluyentes de la acción. Impiden la existencia misma de la manifestación de


voluntad, del hacer humano, en que la acción consiste.
2) Causas excluyentes de la antijuridicidad-tipicidad. Son las causas de justificación en
sentido estricto.
3) Causas excluyentes de la culpabilidad. La doctrina suele dividirlas en dos: Causas de
inimputabilidad. Producen en el sujeto la incapacidad para conocer y valorar el deber de
respetar la norma y/o de determinar su obrar en tal sentido y causas de inculpabilidad.
Excluyen el dolo o la culpa de un sujeto con capacidad para ser culpable por
la concurrencia de hechos que impiden predicar del mismo la acción típicamente
antijurídica.
4) Causas excluyentes de la punibilidad.

Por último, debe tenerse en cuenta que la responsabilidad penal de los menores, y
aún la de las personas entre dieciocho y veintiún años, se rige por una Ley específica que
supone en buena parte un salto cualitativo respecto a las normas anteriores sobre la materia,
fundamentalmente de ámbito o carácter penitenciario, lo que ha permitido la entrada en
vigor del art. 19 C.P. La especialidad de esta responsabilidad criminal radica no sólo en la
mecánica de la misma, sino en las penas o medidas de seguridad que habrán de recaer sobre
estas personas y en el carácter general con el que se la construye.

2.4. Derechos civiles de los pacientes.

El artículo 6 del reglamento interno de la CNDH define a los derechos humanos


como los inherentes a la naturaleza humana, sin los cuales no se puede vivir como ser
humano. Son todos aquellos derechos que tiene la persona por el simple hecho de serlo, y
que la autoridad está obligada a respetar y proteger.

La constitución política de los Estados Unidos Mexicanos reconoce este derecho en el


artículo 4 párrafo 4.

Reglamento de la Ley General de Salud

Principio para la protección de las enfermedades mentales y para el mejoramiento de la


atención de la salud mental, aprobada por la ONU (Organización de las Naciones Unidas).

Las enfermedades Mentales abarcan trastornos afectivos como ciertas depresiones,


el retraso mental, el daño cerebral, las psicosis, la esquizofrenia y las demencias entre otras.
Los hospitales psiquiátricos deben garantizar a los pacientes condiciones de vida digna,
atención médica adecuada, manejo confidencial de sus expedientes y programas de
rehabilitación psicosocial que los ayuden a reincorporarse a su medio familiar y social.

Derechos de los Pacientes Psiquiátricos Hospitalizados


1. Trato digno y humano por parte del personal de salud mental, independientemente
de su diagnóstico, situación económica, sexo, raza, ideología y religión.
2. Recibir atención médica especializada es decir por personal capacitado para el
manejo y tratamiento de los enfermos mentales.
3. Que tengan acceso a los recursos clínicos de laboratorio y de gabinete para lograr un
Dx. certero y oportuno.
4. Que la atención psiquiátrica y psicoterapéutica que se le presente sea de
conformidad con las normas éticas pertinentes que rijan a los profesionales de la salud
mental.
5. Que toda medicación sea prescrita por un especialista autorizado por la ley. Y que
ello se registre en el expediente clínico del paciente.
6. Ser protegidos contra toda explotación abuso o trato denigrante.
7. Que la información, tanto la proporcionada por los propios enfermos o por sus
familiares como la contenida en sus expedientes clínicos sea manejado bajo las normas del
secreto profesional y de la confidencialidad.
8. Recibir información veraz, concreta, respetuosa, y en lenguaje comprensible, por
ellos y por sus representantes legales, con relación al diagnóstico médico, así como el
tratamiento médico que pretenda aplicar.
9. Solicitar la revisión clínica de su caso.
10. Negarse a participar como sujeto de investigación o en todo caso, que dicha
participación sea autorizada por el paciente o por un órgano de revisión competente e
independiente. Establecido específicamente con este propósito, en armonía con el interés
superior del paciente, previo conocimiento de los objetivos, riesgos y beneficios y que en
tal autorización no influyan presiones de ningún tipo ni que ello demerite la calidad de su
atención hospitalaria.
11. Que a su ingreso al hospital se les informe a ellos o a sus representantes legales, de
las normas que rigen el funcionamiento del nosocomio y saber los nombres de quienes
serán los miembros del personal de salud médicos y enfermeras encargados de su atención.
12. Recibir atención médica oportuna en caso de sufrir una enfermedad no psiquiátrica
y de así requerirlo de tratamiento adecuado en una institución que cuente con los recursos
técnicos para su atención.
13. Recibir tratamiento orientado a la reintegración a la vida familiar, laboral y social,
por medio, por medio de programas ocupacional, educativa y de rehabilitación psicosocial.
El paciente podrá elegir el trabajo que desee realizar por el cual recibirá una remuneración
justa.
14. No ser sometido a restricciones físicas o a reclusión involuntaria salvo con arreglo o
procedimientos legalmente establecidos y solo cuando sea el único medio legalmente
establecido y solo cuando sea el único medio disponible para impedir un daño inmediato o
inminente al paciente o a terceros o se trate de una situación grave y el paciente este
afectado en su capacidad de juicio y en el caso de no aplicarse, se afecte su salud. Cuando
haya limitación de libertad esta será la mínima posible de acuerdo con la evolución del
padecimiento, las exigencias de su seguridad y la de los demás principios.
15. Ser alojados en áreas específicamente destinadas a su fin, con adecuada iluminación
natural y artificial, bien ventiladas con el espacio necesario para evitar el hacinamiento y en
condiciones de higiene.
16. Obtener alimentación balanceada de buen sabor y aspecto en cantidad suficiente
para una adecuada nutrición y servida con utensilios decorosos así mismo recibir vestido y
calzado o tener autorización para utilizar los propios, si así lo desea.
17. Tener comunicación con el exterior y recibir visitas familiares e íntima si ello no
interfiere con el tratamiento.
18. Comunicarse libremente con otras personas que estén dentro de la institución,
enviar y recibir correspondencia privada, sin que sea censurada tener acceso a los servicios
telefónicos, así como leer la prensa y otras publicaciones escuchar la radio y ver la
televisión.
19. Gozar de permisos terapéuticos para visitar a sus familias de acuerdo con el criterio
médico.
20. Recibir asistencia religiosa si así lo desean.
OPINION

Por lo anterior, mi posición respecto a los temas tratados es que la condición legal
de menor, el ejercicio de la psiquiatría y el hecho de la relación médico-paciente, dan lugar
y están sujetos a normas éticas y legales que delimitan el marco dentro del que han de
desarrollarse las actuaciones de la psiquiatría para la infancia y la adolescencia.

La práctica clínica constituye la actuación habitual; pero ésta queda incluida muchas
veces en actuaciones conjuntadas con servicios sociales, escolares y judiciales. Esto implica
que durante el desarrollo de las actuaciones médicas y de las de coordinación con otros
servicios relacionados, se mantenga el obligado respeto a la intimidad y a otros derechos
del menor y de su familia; y que se trabaje en la detección y la notificación de situaciones
de desprotección infantil.

El ejercicio de la actividad psiquiátrica responsable implica, entre otras, dos


exigencias relacionadas; una la ética de proporcionar al paciente un tratamiento acorde con
los conocimientos actualizados sobre el trastorno, y otra legal de estar cumpliendo con las
leyes que regulan esta actividad. De ellas emanan diversas obligaciones que, referidas a la
práctica clínica, son:

1) Atender los problemas para los que se está capacitado, y derivar aquellos en que
no se es competente;

2) Documentar con regularidad y transparencia la historia clínica, el proceso


diagnóstico-terapéutico.

3) Consultar con otros psiquiatras cuando existan dudas significativas sobre partes
del proceso asistencia, documentando también esas consultas; y

4) mantener la confidencialidad de todo lo anterior que pueda afectar a la intimidad


del menor y de su familia.

Una vez
CONCLUSIONES

El maltrato infantil es un fenómeno que se sigue manifestando en la sociedad de


hoy, dejando a su paso niños víctimas de las más disímiles crueldades, adultos
generalmente allegados a ellos le provocan.

Estas víctimas, en su gran mayoría experimentan trastornos en su conducta,


emociones, motivaciones o relaciones. Razones por las cuales nuestro sistema judicial debe
mantener una severa penalización de estos delitos.

La Psiquiatría forense juega un papel fundamental en la impartición de justicia, pues


a través de sus ciencias auxiliares puede constatarse la veracidad de los testimonios de los
menores y las características psicológicas de los sujetos. Se explica científicamente la
comisión del delito, cuestiones sumamente importantes a la hora de determinar una
sentencia por los tribunales competentes.

La delincuencia seguirá siendo un problema. Nuestra persistencia en la mejora de la


relación entre delincuencia, conductas antisociales psicopatológicas nos ofrecen
oportunidades para proveernos de una eficaz asistencia psiquiátrica dentro del sistema de
justicia juvenil. Muy a menudo la delincuencia, sus causas, está acompañada y/o dirigida en
altos porcentajes de la comorbilidad por lo que debemos estar preparados para aportar
métodos de intervención dentro del sistema y reevaluarlos en grupo, primero evaluarlos
individualmente y re testarlos en grupo. Los tratamientos efectivos para la delincuencia
deben ser multimodales y hechos para cada caso en particular, para cada joven, y para cada
síndrome psicopatológico. Sugerimos que la comorbilidad, en casos de delincuencia, en
niños nos da conocimientos para crear una subclasificación esquemática, pues muchas de
las condiciones de comorbilidad pueden ser dirigidas por la implicación de tratamiento. La
acumulación de comorbilidad diagnosticada va a tener implicación en el pronóstico. Las
psicopatologías compuestas son de tratamiento mucho más difícil pero esta hipótesis debe
ser comprobada.

Es primordial saber que la evaluación Médico forense (que precede o se lleva a cabo
en el tiempo de una entrevista efectuada por la policía y su declaración ante el MP) es muy
importante porque de ello depende que lo dicho por el individuo pueda ser admitido como
prueba o su fiabilidad. En la actualidad resulta aún más necesario justipreciar esta situación
debido a que, en México, se están implementando los juicios orales que, por el principio de
oralidad, requieren que las personas que participen en ellos(denunciantes, acusados o
testigos) posean la habilidad de manifestarse y así sus declaraciones alcancen el fin de la
justicia que es el conocer la verdad de los hechos; por lo tanto, al ser la oralidad el principio
fundamental en el sistema procesal penal acusatorio y la aptitud necesaria para ella, ésta se
constituye como la puerta de entrada a ese sistema.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

 Blecua Fraga, R. Y Rodríguez-Villasante Y Prieto, J. L. (Coord.): Comentarios


al Código Penal Militar. Madrid, 2008.
 Francia Reyes, E. Maltrato infantil. Un problema de todos. Revista Cubana
Medicina General Integral 2003.
 Villaroel GM. Niños en la calle, maltrato y función pública. Cuaderno de
divulgación del IDID La Paz. 2005.

Páginas web:

 Recuperado de: https://www.aepcp.net/arc/LaSaludMental_I-J.pdf


 Recuperado de: http://www.centrelondres94.com/files/Psiquiatria
%20_infantil_y_justicia_juvenil.pdf
 Recuperado de:
http://openaccess.uoc.edu/webapps/o2/bitstream/10609/75566/5/Medicina%20legal
%20y%20forense_M%C3%B3dulo%201_Psiquiatr%C3%ADa%20forense.pdf

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