Normativo especial/INHABILIDADES PARA NOTARIO-Reglas Exigentes
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FUNCION NOTARIAL-Connotaciones
NOTARIO-Función fedante
Norma Acusada:
Aparte normativo del artículo 10 del decreto 960 de
1970, modificado por el artículo 21 de la ley 29 de
1973.
Magistrado Sustanciador:
Dr. JAIRO CHARRY RIVAS (E)
SENTENCIA,
I. ANTECEDENTES.
En ejercicio de la acción pública consagrada en el artículo 241 de la Constitución, el
ciudadano Jesús Pérez González Rubio, solicitó a esta Corporación la declaración de
inexequibilidad de un segmento normativo contenido en el artículo 10 del decreto 960
de 1970, modificado por el artículo 21 de la ley 29 de 1973.
Decreta:
TITULO I
DE LA FUNCION NOTARIAL
CAPITULO UNICO
Normas Generales
III. LA DEMANDA.
A juicio del actor, el segmento normativo demandado viola el preámbulo y los artículos
2, 13, 40, 127 y 131 de la Constitución. Las razones que expone para sustentar su
solicitud de inexequibilidad se contraen a los siguientes aspectos.
La Constitución, según su artículo 127, establece como principio general el derecho que
tienen los empleados públicos de participar en las actividades políticas, y la norma se
encarga de establecer las excepciones a este principio. Los empleados no comprendidos
en la prohibición, según lo ha precisado la Corte (C.454/93), están autorizados para
participar en esas actividades. Dentro de las excepciones no se encuentran ni los
notarios ni los particulares que prestan una función pública.
Los notarios son particulares que desempeñan funciones públicas, como igualmente lo
ha señalado la Corte Constitucional y el Consejo de Estado, que simultáneamente son
servicios públicos.
Según el art. 131 de la Constitución, los notarios deben efectuar aportes como
contribución especial, con destino a la administración de justicia. ¿Qué servidor público
le da aportes al Estado?. Por el contrario reciben del Estado “aportes” bajo el nombre
de sueldos y prestaciones sociales, que retribuye sus servicios personales en una
relación de carácter laboral. Los notarios no tienen una relación laboral con el Estado.
Por ello la incompatibilidad consagrada en el segmento demandado, respecto de los
notarios vulnera los derechos a la igualdad, de partición política y, de elegir y ser
elegido.
De otra parte, el inciso 2 del artículo 110 constitucional señala que los particulares
pueden cumplir funciones administrativas en las condiciones que señale la ley, por ello
la norma cuestionada se justifica en razón de que con ella se busca proteger el interés
que tiene toda la colectividad, en virtud del cual se pretende que todos sus actos sean
ejecutados de manera transparente, donde no haya acumulación de funciones o
confluencia de intereses poco conciliables y capaces, en todo caso, de afectar la
imparcialidad y la independencia que deben guiar sus actuaciones.
A juicio del apoderado del Ministerio de Justicia y del Derecho, la disposición acusada
se ajusta a la Constitución. Conforme con lo anterior, solicita a la Corte declararla
exequible de acuerdo con los siguientes argumentos:
Los cargos del actor no son de recibo, pues la norma acusada tiene como finalidad
garantizar la imparcialidad de los notarios quienes ejercen una función pública de
manera permanente por particulares conforme a la descentralización por colaboración
prevista en el artículo 131 de la Constitución.
La incompatibilidad cuestionada, comporta una prohibición mediante la cual se impide
de manera legitima a los notarios la realización de ciertas actividades políticas, bajo el
entendido de que el empleo de notario comporta el ejercicio de autoridad, por lo cual,
aquélla se aviene a lo previsto en el artículo 127 de la Constitución.
Si bien es cierto que los notarios no son, en su sentido subjetivo, servidores públicos,
objetivamente prestan un servicio público y de primer orden, pues ellos dan fe pública
de los actos que requieren de su intervención.
Por las razones anteriores, si los notarios aspiran eventualmente a ser elegidos en una
corporación popular, deberán renunciar a su cargo a más tardar en la fecha de
inscripción de su candidatura, pues es a partir de este momento donde se inicia el
proceso electoral, que implica necesariamente intervención en política.
V. CONCEPTO DEL PROCURADOR GENERAL DE LA NACION.
Afirma el Procurador que "no hay duda de la singular importancia de la función pública
que desarrollan los encargados de la tarea fedataria, y del interés general que se halla
comprometido en su labor".
Es por estas connotaciones que la actividad notarial esta sujeta a un sistema normativo
especial, y por las que el notario, como gestor de dicha función, se le somete a reglas
mas exigentes en materia de inhabilidades que a otros particulares que también ejercen
funciones públicas, pero que no tienen la importancia y trascendencia que conlleva la
función fedante. Es claro que la finalidad de estas previsiones con que se rodea por la
ley la actuación notarial obedece al propósito de garantizar la seriedad, eficacia e
imparcialidad de dicha actividad.
Por eso, bien se ha dicho, que “la descentralización por colaboración viene a ser una de
las formas del ejercicio privado de las funciones públicas”1.
1
Derecho Administrativo, Gabino Fraga, E. Porrúa, Mexico, 1980, p. 210
2
M.P. Fabio Morón Diaz
Según se deduce del contenido del art. 131 de la Constitución, la actividad notarial es
un servicio público en razón de que constituye una labor destinada a satisfacer, de
manera continua y obligatoria, una necesidad de interés general, como es la función
fedante, sometida a un régimen jurídico especial, bien ella se preste por el Estado o por
los particulares. Los servicios públicos, según nuestro ordenamiento jurídico, son
inherentes a la finalidad social del Estado, en virtud de lo cual asume éste la
responsabilidad de asegurar su prestación eficiente. Vistos desde esta perspectiva, debe
admitirse que la prestación de los servicios públicos hace parte y se traduce como
expresión del Estado Social de Derecho.
“El artículo 131 de la Carta Política instituye la función notarial como un servicio
público en el que se advierte una de las modalidades de la aludida descentralización
por colaboración, ya que la prestación de ese servicio y de las funciones inherentes
a él ha sido encomendada, de manera permanente, a particulares, en lo cual la
Corte no ha hallado motivos de inconstitucionalidad”.
“Ahora bien, las atribuciones de las que han sido investidos los notarios implican su
sometimiento al régimen jurídico fijado por el legislador y aparejan el control y la
vigilancia que ejerce el Estado, encargado por el Estatuto Fundamental de
asegurar la eficiente prestación de los servicios públicos, de promover el bienestar
general y el mejoramiento de la calidad de vida de la población y de garantizar el
cumplimiento de los deberes sociales de los particulares (artículos 365, 366 y 2 de la
C.P.)”.
Conforme con la ley4, “El notariado es una función pública e implica el ejercicio de la
fe notarial”. De allí el valor jurídico y al alcance probatorio que se le reconoce a los
3
Ibidem C- 181/97
4
Decreto 960 de 1970, art. 1
actos y declaraciones surtidas ante el notario, y a los hechos de los cuales éste dé cuenta
por haber ocurrido en su presencia, y todo ello en razón de estar investido por el Estado
de la autoridad necesaria para atribuir autenticidad a tales actos y atestaciones, en
razón de ser depositario de la fe pública.
La función fedante, como se denomina la facultad del notario de dar fe, es una
atribución de interés general propia del Estado, que aquél ejerce en su nombre por
asignación constitucional, en desarrollo de la cooperación que el sector privado ofrece
al sector público en virtud del fenómeno de la descentralización por colaboración
Esta finalidad básica del servicio notarial pone en evidencia que los notarios no
desarrollan únicamente un servicio público, como podría ser el transporte o el
suministro de electricidad, sino que ejercen una actividad, que si bien es distinta de
las funciones estatales clásicas, a saber, la legislativa, la ejecutiva y la judicial, no
puede ser calificada sino como una verdadera función pública. En efecto, el
notario declara la autenticidad de determinados documentos y es depositario de la
fe pública, pero tal atribución, conocida como el ejercicio de la “función fedante”,
la desarrolla, dentro de los ordenamientos que han acogido el modelo latino de
notariado, esencialmente en virtud de una delegación de una competencia
propiamente estatal, que es claramente de interés general.
Esta atribución, que caracteriza la gestión notarial, tiene como razón de ser la
naturaleza de la función que se ejerce, de la cual es titular el Estado, como es la de dar
fe, en virtud de lo cual esta reconocida como una función pública.
5
Joaquín Costa citado Guillermo Cabanelas. Diccionario Enciclopédico de Derecho Usual.
(21 Ed) Buenos Aires: Heiliasta, 1989, Tomo V, p 572.
6
Francisco Carnelutti. “La figura jurídica del notario” citado por Hernán A Ortiz Rivas. Etica
notarial. Bogotá: Ediciones Ibañez, 1993, p 37.
7
sentencia. C-741/98
8
Eduardo García De Enterria y Tomás Ramón Fernandez, Curso de Derecho Administrativo, T.
I, p. 419, E. Cívitas, Madrid 1986
Justamente en nuestro ordenamiento jurídico, la ley le reconoce a los notarios
autoridad cuando les confía atribuciones en las cuales esta de por medio el ejercicio de
una función pública, pues en ese caso, éstos se colocan en una posición de supremacía
frente a quienes acuden al servicio notarial y, por su puesto, los usuarios del servicio
quedan obligatoriamente subordinados a las determinaciones que aquél imparta, desde
luego, en el ejercicio de sus atribuciones.
(...)
“El artículo 123 de la Carta Política de modo general define quiénes son
servidores públicos, denominación ésta que comprende a todos los empleados
estatales, abstracción hecha de su nivel jerárquico y de sus competencias
específicas”.
(...)
“Si bien, quienes prestan el servicio notarial no son servidores públicos, difícil
sería entender el conjunto de tareas que les han sido asignadas si actos de tanta
trascendencia como aquellos en los que se vierte el ejercicio de su función no
9
Cfr. Corte Constitucional. Sala Tercera de Revisión. Sentencia Nº T-501 de 1992
10
Cfr. Corte Constitucional. Sala Plena. Sentencia No. C-166 de 1995.
estuvieran amparados por el poder que, en nombre del Estado, les imprimen los
notarios en su calidad de autoridades”.
“Es válida, entonces, la aseveración del actor en el sentido de que en los notarios
concurren las notas distintivas de la autoridad, mas no es correcta la conclusión
que deriva del anterior aserto al predicar la inconstitucionalidad del aparte
demandado del artículo 2 del decreto 960 de 1970, porque, a su juicio, desconoce
el carácter de autoridades que tienen los notarios”.
3. Los señalamientos anteriores permiten ahora examinar los cargos que ha formulado
el actor contra el aparte de la norma demandada.
Tanto los intervinientes como el Ministerio Público están de acuerdo en que el texto
normativo demandado tiene pleno respaldo en las normas constitucionales y abogan en
consecuencia, por su constitucionalidad. Coinciden en que con la prohibición se busca
proteger el interés que tiene la colectividad en que los actos del notario se cumplan de
manera transparente e imparcial, condiciones que pueden verse afectadas con el
ejercicio de las actividades partidistas, que suponen intereses inconciliables con la
función fedante.
Si bien es cierto que el actor comienza por reconocer que los notarios son particulares
que ejercen funciones públicas, de ello sólo deduce que “no tienen una relación laboral
con el Estado”, es decir, que no son empleados suyos. De allí concluye que no es
posible aplicar la prohibición referida, en razón de que tal incompatibilidad, consagrada
en el inciso segundo del articulo 127 de la Constitución, para los empleados del Estado,
no es aplicable desde luego a los notarios por no tener éstos la condición de servidores
públicos.
Sin embargo, no se puede pasar por alto el hecho de que el notario ejerce una función
pública y, si bien por ello, no se coloca en la condición de funcionario público, debe
aceptarse que por esa circunstancia adquiere un compromiso especial con el Estado y la
sociedad que es el de obrar con absoluta imparcialidad, en el ejercicio de sus funciones,
y que, a no dudarlo, se verá comprometida con la intervención en política en apoyo de
sus condiciones partidistas. Por eso es que se considera que la prohibición de participar
en el debate político, es, para quien detenta la calidad de funcionario público, como
para quien ejerce una función pública que atribuya autoridad, una condición necesaria
de la neutralidad en el desempeño de sus funciones.
Por eso, según la Corte11, “Si bien, quienes prestan el servicio notarial no son
servidores públicos, difícil sería entender el conjunto de tareas que les han sido
asignadas si actos de tanta trascendencia como aquellos en los que se vierte el
ejercicio de su función no estuvieran amparados por el poder que, en nombre del
Estado, les imprimen los notarios en su calidad de autoridades”.
Es necesario insistir en que la norma bajo censura, coincide en su propósito con los que
se propone el artículo 127 superior, ya que en ambos casos la prohibición de tomar
parte en actividades políticas, busca preservar el criterio de neutralidad en la gestión
administrativa de quienes se desempeñan como notarios o empleados del Estado.
Con todo, la Corte se permite aclarar, que el fundamento efectivo de la norma acusada,
no se respalda propiamente en las previsiones del art. 127 constitucional, sino
exactamente en el art. 131, que aunque no señala un catálogo de prohibiciones para los
notarios, le permite al legislador señalar el régimen de incompatibilidades por constituir
éstas un agregado necesario de “la reglamentación del servicio público que prestan los
notarios...”, según la última norma en cita.
Tampoco puede censurarse la norma en cuestión bajo el cargo de que ella impone a los
notarios un tratamiento discriminatorio frente a un sector de los empleados del Estado y
a los particulares, porque, como se ha establecido, la prohibición que presuntamente
consagra ese trato, es legítima, y porque responde a criterios de racionalidad que la
justifican como los de lograr un manejo serio y objetivo de dicha función, el cual podría
verse comprometido con el ejercicio de la actividad política partidista.
Los señalamientos anteriores permiten a la Corte concluir, que el segmento acusado del
art. 10 del decreto 960/70, por los motivos que se han analizado, no desconoce ningún
precepto constitucional y, en consecuencia, será declarado exequible.
VI. DECISION.
En mérito de lo expuesto, la Sala Plena de la Corte Constitucional, administrando
justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución
RESUELVE:
La Corte ha definido en el pasado, con entera claridad, que los notarios son
particulares a quienes la misma Constitución confía una función pública.
Bajo esta perspectiva, en cuanto particulares (es decir, desde el punto de
vista subjetivo) no se les aplica tal prohibición, y, por el contrario, es un
derecho de rango constitucional de todo ciudadano el de "constituir
partidos, movimientos y agrupaciones políticas sin limitación alguna;
formar parte de ellos libremente y difundir sus ideas y programas" (art. 40,
numeral 3, C.P.).
Con estas normas y con la del artículo 127, inciso 3º, buscó la
Constitución abrir nuevas oportunidades de practicar la
democracia.
(...)
Es claro que el tema específico de la participación de los
servidores públicos en actividades partidistas, que constituye
objeto del presente proceso, no puede comprenderse a cabalidad
ni es posible hacer adecuada interpretación del actual régimen
constitucional sobre la materia sin tener en cuenta los referidos
criterios directrices del ordenamiento superior, en cuya virtud se
quiso ampliar, profundizar y extender los instrumentos y las vías
de efectiva participación política.
Acontece, entonces, con los servidores públicos, a la luz del artículo 127 de
la Constitución, que quienes no se encuentren en alguno de los casos
taxativamente contemplados en dicho precepto, "podrán participar en
dichas actividades y controversias (políticas) en las condiciones que señale
la ley", como lo dice el texto constitucional.