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La manera real en que Bill y Pam Farrel presentan
soluciones ha mejorado muchísimo mi matrimonio, y sé

que todo lo que dicen sobre el desafío para mantener un
matrimonio exitoso también enriquecerá el suyo.
Explorando el romance, la comuni- STORMIE OMA RT I A N
cación, el sexo, la resolución de con-
flictos, la familia y las características Escoja hoy como quiere que
de las personalidades, los Farrels le
alientan a tomar 10 decisiones que le su matrimonio sea mañana
ayudarán a:
• convertir los “yo” en “nosotros” I magínese que su día comience en silencio con una taza de café mien-
tras que usted y su cónyuge se conectan emocionalmente compar-
tiendo sus planes para hoy y los sueños para el día de mañana.
Bill y Pam Farrel son los funda-
dores y codirectores de Farrel Com-
• fortalecer los cimientos de su munications, una organización que
familia ¿Está listo para tomar un plan de acción? Comience tomando pasos
prácticos que tornen sus sueños en realidad y permita que Dios actúe provee perspectivas prácticas para las
• redimir las malas decisiones del en su relación. Con información obtenida de encuestas realizadas a ma- relaciones interpersonales. Ambos
pasado y dar esperanza para el trimonios felices, los Farrel, con su humor característico y perspectivas son conferencistas internacionales y
futuro centradas, le ayudarán a descubrir las diez mejores decisiones que usted
y su cónyuge pueden tomar para revitalizar su matrimonio y… especialistas en relaciones personales
• establecer un equilibrio en las
dedicados a la edificación de matri-
emociones variantes • comunicarse con amabilidad y manejar sus conflictos
efectivamente monios y familias. Son cofundadores
• crear una vida de confianza mu-
• determinar qué es lo que le motiva a usted y su cónyuge de Love-Wise, una organización que
tua, tolerancia y comprensión • mantener una vida sexual emocionante une el amor a la sabiduría para pro-
• afrontar las transiciones que enfrenta en su matrimonio
Lleno de consejos prácticos, cono- porcionar una visión práctica en las
y la vida
cimientos bíblicos, y la calidez y el • dejar un legado de amor para sus hijos y nietos relaciones personales. Los Farrel han
ingenio que marca a los Farrels, este estado casados por más de 30 años y
manual es un excelente regalo para No desperdicie su tiempo en un mundo de fantasía. Aprenda como
las decisiones significantes de todos los días pueden ayudarle a expe- tienen tres hijos y una nuera.
los recién casados y para aquellos que
rimentar lo mejor de Dios para usted y su matrimonio, y haga de sus
han estado casados toda la vida. sueños una realidad.
Categoría: Matrimonio
Las10MejoresDecisionesQueUnMatrimonioPuedeTomar_portada.indd Todas las páginas 26/04/2016 18:18:21 p.m.

“Bill y Pam Farrel han usado su agradable humor, conocimiento práctico y verdad
bíblica para ayudarnos, tanto a mí como a innumerables personas más, a apreciar y
entender las diferencias entre hombres y mujeres. Su enfoque realista ha hecho que
mi matrimonio mejore enormemente, y sé que todo lo que tienen que decir sobre
los retos de mantener un matrimonio exitoso también enriquecerá el de usted.”
Stormie Omartian
Autora de El poder de la esposa que ora
“Si alguien debiera escribir un libro sobre el matrimonio, deberían ser los Farrel.
La experiencia es siempre mejor que la suposición. Estas dos personas practican
lo que predican, y de ahí su eficacia a la hora de ministrar a otros. Las 10 mejores
decisiones que un matrimonio puede tomar es una guía muy práctica del arte de
mantenerse enamorado y terminar bien el viaje como pareja. Acéptelo de un matri-
monio que sabe cómo hacerlo.”
Michelle McKinney Hammond
Autora de The Power of Being a Woman
“¿Por qué conformarse con un matrimonio en decadencia cuando puede crear algo
hermoso? Las 10 mejores decisiones que un matrimonio puede tomar ofrece
perspectivas y sabiduría para ayudarle a hacer pasar su matrimonio de ser un apar-
tamento en un edificio a ser una agradable y bonita casa de campo. ¡Disfrútelo!”
Jerry y Patti MacGregor
Autores de Family Times y Prayers of Our Presidents
“Cada matrimonio es una obra en progreso, y las parejas sabias se darán cuenta
que de vez en cuando es necesario un trabajo de remodelación de la relación para
mantenerse enamorado durante toda la vida. Bill y Pam Farrel entienden el man-
tenimiento necesario para cuidar una relación del mismo modo que se necesita
mantenimiento para cuidar bien un hogar. Se reirá, llorará, ¡y se identificará con la
sinceridad de ellos acerca de los desafíos y los beneficios del amor para toda la vida!”
Jill Savage
Directora ejecutiva de Hearts at Home
Autora de Is There Really Sex After Kids?
“Pam y Bill creen que los matrimonios pueden durar toda una vida, ¡y el amor tam-
bién! Un matrimonio sin amor es algo terrible para la convivencia, ¡y no tiene que
ser así! Este libro está escrito con humor y sinceridad, ¡desde el punto de vista aven-
tajado del estatus de ‘las bodas de plata’! Si usted ha perdido su primer amor, puede
aprender a renovar su relación y revertir la tendencia. Muy recomendable.”
Jill Briscoe
Autora de God’s Front Door
Las10MejoresDecisionesQueUnMatrimonioPuedeTomar_interior.indd 1 26/04/2016 18:25:45 p.m.

“Pam y Bill Farrel viven lo que enseñan. Son un matrimonio comprometida, buenos
padres y fieles amigos. Su ministerio matrimonial es real. Hablan a personas sobre
los altibajos del matrimonio y después usan ejemplos de su propia relación de vein-
ticinco años, lo cual aporta a sus palabras credibilidad e integridad.”
Karen O’Connor
Autora de Getting Old Ain’t for Wimps
“Prácticos, bíblicos, graciosos y reales, Bill y Pam llenarán su corazón con las he-
rramientas para construir un amor matrimonial duradero. De lectura obligatoria.”
Claudia y David Arp
Autores de la serie de 10 Great Dates y No Time for Sex
“¡Bill y Pam lo han vuelto a hacer! Son unos comunicadores asombrosos en cuanto al
matrimonio. ¡Este libro ayudará a arreglar y fortalecer matrimonios con su enfoque
claro, honesto y divertido! Incluso su esposo querrá leerlo, ya sea un experto en
bricolaje o un desastre.”
Kathy Collard Miller
Autora de Partly Cloudy with Scattered Worries
“Todas las parejas casadas, jóvenes y experimentadas, se beneficiarán mucho de este

inspirador nuevo libro que establece unos cimientos sólidos para hacer que el amor
dure toda la vida.”
Janet Holm McHenry
Autora de Prayer Changes Teens: How to Parent from Your Knees
“Haya estado casado por muchos años o esté en su luna de miel, Bill y Pam des-
granarán los secretos del amor para toda la vida en pequeñas porciones fáciles de
aplicar. Mediante su humor, vulnerabilidad y principios de oración y bíblicos fáciles
de aplicar, usted experimentará un caminar más cercano con Dios y felicidad en su
relación matrimonial. ¡Pues eso es una situación en la que todos ganan!”
Fern Nichols
Fundadora de Moms in Touch International
Autora de Todo niño necesita una mamá que ora
“¡Ciertamente vale la pena invertir en el matrimonio! Este libro es un buen lugar

para comenzar. Bill y Pam dan consejos buenos y prácticos para cualquiera que
anhele refrescar un buen matrimonio o incluso hacer una remodelación completa.”
H. Dale Burke
Autor de Different by Design y Less Is More Leadership

Las 10 mejores decisiones que un matrimonio puede tomar
© 2016 por Bill y Pam Farrel
Publicado por Editorial Patmos
Miami, FL 33169
Todos los derechos reservados.
Publicado originalmente en inglés por Harvest House Publishers, Eugene,
Oregon 97402, con el título The 10 Best Decisions a Couple Can Make.
© 2005 por Bill y Pam Farrel
A menos que se indique lo contrario, las citas bíblicas se toman de la Santa
Biblia, Nueva Versión Internacional® NVI® Copyright © 1999 by Biblica,
Inc.® Usada con permiso. Todos los derechos reservados mundialmente.
Algunas citas marcadas como “RVR1960” fueron tomadas de la versión
Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado
1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso. Reina-Valera 1960®
es una marca registrada de la American Bible Society, y puede ser usada
solamente bajo licencia.
Algunas citas marcadas como “NTV” fueron tomadas de la Santa Biblia,
Nueva Traducción Viviente, © Tyndale House Foundation, 2010. Usado con
permiso de Tyndale House Publishers, Inc., 351 Executive Dr., Carol Stream,
IL 60188, Estados Unidos de América. Todos los derechos reservados.
Traducido por Belmonte Traductores
Diseño interior y portada por Adrián Romano
ISBN 13: 978-1-58-802735-1
Categoría: Matrimonio
Impreso en Brasil | Printed in Brazil

Para nuestra primera nieta,
Que tus sabias decisiones hagan a tus padres

estar tan orgullosos de ti como nosotros
lo estamos de nuestros hijos.
Amor y oraciones,
Papa So-Cal y Nana Go-Go

Contenido
1 Decidan edificar un amor duradero 9
2 Decidan ser positivos 28

El amor es paciente
3 Decidan hablarse con bondad 43

El amor es bondadoso
4 Decidan pelear limpio 61

El amor no es envidioso
5 Decidan que “nosotros” es más grande que “yo” 89

El amor no es jactancioso ni orgulloso
6 Decidan mantener el sexo sugestivo 112

El amor no se comporta con rudeza, no es egoísta
7 Decidan descubrir la motivación en la vida de su cónyuge 139

El amor no se enoja fácilmente
8 Decidan abordar las transiciones 169

El amor no guarda rencor

9 Decidan dejar un legado de amor 199
El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija
con la verdad.
10 Decidan conectar con el Autor del amor 213

El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera,
todo lo soporta.
Momentos de ser mentores 237
Preguntas para discusión en grupo 241
Notas253

1
Decidan edificar
un amor duradero
Aquí tenemos el matrimonio, ese dichoso estado que se ase-
meja a unas tijeras: Tan unidos que no se pueden separar,
a menudo moviéndose en direcciones opuestas, y a la vez
castigando a todo aquel que se interpone entre ellos.
—Sydney Smith
C ómo describiría un agente inmobiliario su matrimonio? ¡Di-

fícil de encontrar! ¡Ideal! ¡Sobresaliente y elegante! ¡Bonito
y elegante! ¡En perfectas condiciones! ¡Fabuloso! La mayoría de
los matrimonios recibirían una descripción más realista: Encan-
tadora remodelación. Buenos cimientos pero necesita algo de cuidado.
Una gran impresión desde la fachada pero el interior necesita una
importante remodelación. Un buen vecindario; ¡se puede reparar!
Las parrillas de televisión estás llenas de programas de mejoras
de casas, entre los que se incluyen Trading Spaces, Extreme Makeo-
ver: Home Edition, Merge y While You Were Out, solo por nombrar
algunos. La larga lista de programas de arreglos incluye This Old
House, Bob Vila’s Home Again, y Designing for the Sexes. Estos pro-
gramas demuestran técnicas y estrategias eficaces para hacer de

10 Las 10 mejores decisiones que un matrimonio puede tomar
cualquier lugar un lugar mejor al que llamar hogar. Del mismo

modo, su matrimonio necesita una estrategia para mantenerse en
buenas condiciones.
Así como las paredes no se pintan solas, el césped no se corta
solo, y los platos no se lavan solos, un matrimonio no se vuelve
fuerte y bonito mágicamente por sí solo. Crear un hogar bonito
requiere unos buenos planes, un contratista competente, obre-
ros experimentados y decoradores con gusto. Todo lo que vale la
pena es algo en lo que se debe invertir. Los hogares que reciben
un buen cuidado constante se valoran más. Del mismo modo,
cada matrimonio que recibe amor y atención constante se con-
vertirá en una obra de arte, un santuario de amor y un refugio de
esperanza.
Vean este libro como un conjunto de planos para edificar un
amor duradero. Su primer paso es decidir edificar un amor du-
radero. Decidan que quieren descubrir lo que hace que el amor
dure para toda la vida. Decidan buscar unos buenos planos para
edificar un amor y una vida. Queremos adoptar una mirada di-
vertida y práctica del matrimonio y aportar herramientas diarias
para la pareja que quiere hacer una pequeña obra en la casa y
crear un hogar al que ambos quieran regresar: un hogar construi-
do con amor.
Lecciones del contratista

Hasta la escritura de este libro, hemos sido los orgullosos propie-
tarios de tres casas. Todas han sido proyectos, y nos han ayudado
a aprender algunas de las lecciones más importantes en nuestra
relación.
Pensábamos que nuestro primer hogar era lo más increíble
que habíamos visto jamás. Se construyó en la década de 1950,

Decidan edificar un amor duradero 11
pero nos parecía un diamante resplandeciente. El papel pintado

amarillo brillante y naranja de la cocina se veía horrible, pero
pensamos: No es un gran problema. Pondremos un papel nuevo. La
afelpada moqueta verde por toda la casa era nauseabunda, pero
pensamos: No es un gran problema. La quitaremos y pondremos
pisos de madera. Habíamos oído que la casa tenía termitas, pero
pensamos: No es un gran problema. La casa acaba de ser fumigada,
así que todas las termitas estarán muertas.
Mirando atrás, nos damos cuenta de que esa fue la lección de
relación número uno. Todos entramos en el matrimonio pensan-
do: Esto no es un gran problema. Lo solucionaremos todo porque
estamos enamorados. Este idealismo es probablemente necesario
porque si supiésemos todo lo que se necesita para la construcción
de una relación íntima, llegaríamos a la conclusión de que es
imposible, y correríamos en dirección opuesta. Pero parece que
tenemos un imán maravilloso en nuestro corazón que nos con-
vence de que nos necesitamos el uno al otro desesperadamente.
De hecho, cada matrimonio tiene bichos, virus, retos, incohe-
rencias y atajos. Como dijo el famoso Dr. Henry Ironside: “Don-
de hay luz, hay bichos.” Las parejas casadas de éxito aprenden
a vivir con los ojos bien abiertos a los desafíos y asumen que
tendrán que remodelar su relación de manera regular para con-
trarrestar el proceso natural de decadencia.
¿Qué es esto?
Así que con un joven entusiasmo comenzamos nuestra aventura.
Con los ojos abiertos como platos y corazones expectantes nos
lanzamos a arreglar nuestro “nuevo” hogar. Comenzamos quitan-
do el horrible papel de la cocina. Adosada a la cocina había una
barra de desayuno con una ventana en voladizo con marcos de

madera, y la barra estaba acentuada con un revestimiento de ma-

dera. El revestimiento no era original, así que decidimos quitarlo
al remodelar la cocina.
Cuando yo (Bill) estaba quitando con entusiasmo el panel de
madera de la pared, ¡una de las repisas de la ventana se despegó
con él! El trozo de madera podrido se cayó al piso. Era obvio que
había sido el hogar de las termitas durante mucho tiempo. Una
red cavernosa de túneles recorría toda la madera. Partes de la re-
pisa eran solo una fachada fina como el papel. No estoy seguro,
pero creo que oí a la casa reírse de mí. Con la repisa en el piso,
pude ver claramente la parte inferior del marco de la ventana. Lo
que vi era asombroso. Había termitas muertas apiladas unas en-
cima de otras. La mitad inferior del marco estaba casi comida por
completo. ¡Algunas termitas gordas debieron de haber estado co-
rriendo por todo el vecindario! Recuerdo pensar: ¿Qué he hecho?
Sabíamos que había termitas ¡pero nadie nos dijo que estábamos
comprando la ciudad natal de estos bichos!
Lección número dos: Cada pareja pasa por un periodo en el
que se preguntan: ¿Dónde nos hemos metido? Nadie podría de
modo alguno anticipar todo lo que conlleva una relación íntima,
así que las sorpresas son inevitables. Recuerdo mi primera gran
sorpresa. Pam y yo estábamos tranquilamente sentados en nues-
tro salón durante nuestro primer año de matrimonio. Yo pensaba:
Esto es increíble. Ella es guapa, el sexo es maravilloso y somos jóvenes y
nos divertimos mucho juntos. Entonces sucedió. Dije algo que tocó
alguna fibra sensible de Pam.
Ella se levantó de manera abrupta y exclamó: «¡Tú ya no me
amas!» Después se fue corriendo a nuestro dormitorio, cerró de
un portazo y se tumbó en la cama. Cuando entré, estaba sollozan-
do desconsoladamente. Sabía que nuestro matrimonio tendría al-
gunos desafíos, ¡pero nadie me habló jamás de esto!

Desde entonces aprendí que una de las mejores cosas que

puedo hacer por Pam es ayudarle a sentirse segura. Ella necesita
saber que es importante y valiosa. Ahora lo sé, pero no lo sabía
entonces. Ese día que ella se fue corriendo a nuestro cuarto, yo
me preguntaba quién era esa persona y dónde se había llevado a
mi esposa.
¡Tengo un sueño!
Volvamos a la casa. Tuve que buscar a un contratista para rehacer
el marco de la ventana porque ya no había disponibles ventanas
iguales. Con su experta ayuda, reparamos la ventana y seguimos
con la cocina.
El viejo papel pintado teníamos que quitarlo porque decidi-
mos pintar. Por alguna razón, pensábamos que la pintura le daría
un mejor aspecto y sería más fácil de limpiar. Cubrir la pared con
papel nuevo hubiera sido más fácil, pero teníamos un sueño.
El papel pintado era terco, así que tuvimos que rentar un vapo-
rizador. Nadie me dijo que un vaporizador es como una serpiente
hirviente buscando alguien a quien atacar. Escupía. Se trababa.
No quería funcionar. Era un aparato terco. Yo podría haberme
detenido al principio y poner papel pintado, pero teníamos un
sueño. Así que me comprometí a “arreglar” el vaporizador. En
el proceso, me rocié la cara con vapor. Eso me asustó y me hizo
ser más decidido al mismo tiempo. Por fortuna, ¡lo único que
recibí fue una quemadura de cara no deseada por mis esfuerzos!
A esas alturas, probablemente debería haberle dicho a Pam: “Te-
nemos que olvidarnos de este plan y empapelar la cocina.” Pero
¡teníamos un sueño! Estoy orgulloso de decir que, después de
mucho trabajo, la cocina quedó muy bonita pintada con un re-
corte de contraste en las ventanas de madera.

Lección número tres: A veces lo único que mantiene a un ma-

trimonio junta es el sueño. Las relaciones íntimas son muy influ-
yentes en nuestros corazones. Están llenas de esperanzas, y sueños,
y decepciones. La relación comienza con el sentimiento de que
será algo mágico y gratificante. El sueño se interrumpe por las
necesidades reales de los individuos implicados. Un matrimonio
para toda la vida está lleno de decepciones, reveses, malentendi-
dos, momentos de gran responsabilidad, decisiones económicas
y muchos otros desafíos. Ningún hombre le dijo jamás a una
jovencita: “¿Te quieres casar conmigo para amontonar facturas y
trabajar mucho el resto de nuestra vida para pagarlas?” Pero cuan-
do llega la realidad, un matrimonio puede sufrir algunos tiempos
de aburrimiento, estrés y dolor, por causa del sueño: Podemos
redescubrir nuestro amor una y otra vez. Un matrimonio con este
sueño trabajará unido para edificar un lugar donde su relación
funcione. El sueño les hace superar lo inesperado.
Tras terminar de remodelar la cocina, el sueño creció. A medi-
da que nos acostumbrábamos a nuestro nuevo hogar, entretuvi-
mos un necio pensamiento: Esto no es suficiente. Lección número
cuatro: Algo en los corazones de los hombres y las mujeres se
descontenta fácilmente. Tenemos automóviles, pero ya no son
suficientemente bonitos. Tenemos computadoras, pero ya no son
suficientemente rápidas. Tenemos casas, pero ya no son suficien-
temente grandes. Tenemos relaciones, pero ya no son suficiente-
mente buenas.
Nos casamos con la persona de nuestros sueños, pero llegamos
al descontento porque nos olvidamos del sueño a la luz de la
realidad. Lo que era bonito por la noche se desvanece con la luz
del día. Un chiste que leímos lo expresa de esta forma: “¿Alguna
vez notaste que cuando te enamoras, te desplomas en sus bra-
zos, pero después de la boda tus brazos se desploman?” En cada

relación, el sueño deber resistir la realidad de la vida cotidiana. El

bicho del “no suficientemente bueno” nos picó, y decidimos que
teníamos que añadir un cuarto de baño a nuestra casa. El proyec-
to parecía simple al hablar de ello. Tan sólo moveríamos la puerta
de entrada y luego simplemente convertiríamos el pasillo en un
baño. Lo que pensábamos que tardaríamos un mes en terminar
resultó tardar cinco veces más de lo previsto.
Me encantaría decir que Pam estaba muy orgullosa de mí y
que dijo: «Vaya, cariño, aprecio tu perseverancia. Aunque esto
está tardando más de lo que pensabas, estoy sorprendida de la
forma en que perseveras en ello. Por cierto, ¡estás muy atractivo
con la ropa sucia de albañil!»
En cambio, los comentarios bajaron de “¡Estoy emocionada!”
a “¿Cuánto dijiste que iba a durar esto? ¿No crees que deberías
llamar a alguien para que lo termine? Estoy empezando a pensar
que te gusta más trabajar en la casa que pasar tiempo conmigo.”
Aunque llamar a un contratista probablemente hubiera sido
una buena idea, mi ego hizo una muesca de dolor. Mis pensa-
mientos originalmente habían sido nobles: Voy a hacer esto para
mi esposa. Pero a medida que pasaba el tiempo, mis pensamien-
tos se volvieron amargos. Se va a enterar. ¡No me puedo creer que
piense que no soy capaz de hacer esto! ¿De qué se queja? ¡Esto fue idea
suya! Había perdido de vista el sueño.
Sobreviví una vez, ¡lo volveré a conseguir!

Nuestra segunda casa es una historia muy distinta. Con gran ex-
pectación y entusiasmo nos mudamos al condado de San Diego
para pastorear una iglesia. Supusimos que podríamos vender el
hogar que remodelamos y comprar una casa en el sur de Califor-
nia. Durante los tres primeros meses que estuvimos en San Diego,

sin embargo, la casa promedio aumentó de valor unos 40.000

dólares, y nos quedamos fuera del precio de mercado.
Yo no quería edificar una casa. Había trabajado como apareja-
dor durante años antes de ser pastor. Ayudé a muchas personas a
diseñar casas a la medida para sus familias, y al ver a esas familias
vivir el proceso de edificar sus hogares, llegué a la conclusión: ¡Yo
nunca haré esto! De algún modo, Dios no debió de escucharme
correctamente.
Las personas de la iglesia fueron increíblemente compasivas.
Un fontanero me dijo: «Si quiere edificar una casa, yo quiero do-
nar mi tiempo para instalar la fontanería.» Yo respondí: «Gracias
por el ofrecimiento, pero no vamos a edificar una casa.»
Un electricista me dijo: «Si quiere edificar una casa, yo dona-
ré mi tiempo para hacer la instalación eléctrica.» De nuevo dije:
«Gracias por el ofrecimiento, pero no vamos a construir una casa.»
Un contratista de aire acondicionado y calefacción me dijo:
«Si quiere edificar una casa, yo donaré mi tiempo para instalar el
sistema de calefacción.» Yo repetí: «Gracias por el ofrecimiento,
pero no vamos a edificar una casa.»
Un techador me dijo: «Si quiere edificar una casa, yo donaré
mi tiempo para instalar el tejado.» Aun así dije: «Gracias por el
ofrecimiento, pero no vamos a edificar una casa.»
Comencé a pensar que se estaba desarrollando alguna cons-
piración. No quería hacerlo, pero Dios estaba inspirando a per-
sonas a ser increíblemente generosas. La generosidad es un rasgo
estupendo, ¡pero puede ser molesto cuando se tiene una mala
actitud! Con la esperanza de que Él no interviniera, hice un trato
con Dios. Le dije: Conozco a un hombre que es supervisor de obra.
Solamente trabaja cuatro días por semana ahora. Si se acerca a mí y
me dice que debería construir, y se ofrece para ayudarme en todo el
proceso, construiré. ¡Pero es él quien tiene que acercarse a mí!

Probablemente ya se imagina lo que ocurrió después. Este

amigo se acercó y me dijo: «Oye, Bill, creo que deberías edificar-
te una casa. Trabajo solamente cuatro días por semana en estos
momentos, y estoy dispuesto a ayudarte en todo el proceso.»
Mi boca se abrió tan rápidamente, que creo que mi barbilla se
estrelló contra el piso. Quería decir: “Gracias por el ofrecimiento,
pero no vamos a edificar una casa.” Lo que dije en su lugar fue…
nada. Estaba tan boquiabierto que no pude decir nada. Final-
mente atiné a decir: «Ya te diré algo.»
Basado en esta interacción, encontré una propiedad, diseñé
los planos para nuestro hogar, y conseguí el permiso. La semana
que recibí el permiso, mi amigo consiguió el trabajo de sus sue-
ños. Podría poner en práctica todos sus dones y a la vez tenía la
bendición de un gran aumento de sueldo. También tenía que tra-
bajar seis días por semana y muchas horas. Como resultado, no
pudo ayudarnos en el proceso de construcción de nuestro hogar.
¡Necesitaba un milagro!
Lección número cinco: Todas las grandes relaciones comien-
zan cuando las personas deciden confiar en Dios. Todos somos
personas imperfectas intentando amar a otras personas imperfec-
tas en un mundo imperfecto. Por lo tanto, todos tenemos ma-
trimonios perfectamente imperfectos. El mejor momento de su
matrimonio es cuando entiende que no tiene todas las respuestas,
cuando en un temerario abandono arroja sus manos al aire y le
dice a Dios: Está bien, ¡lo haremos a tu manera! Dirige tú.
Eso es exactamente lo que ocurrió con la casa. Nunca ol-
vidaré la mañana del viernes cuando yo estaba en el cimiento
recién construido. El personal de estructura tenía que llegar al
día siguiente, y mi trabajo era tenerlo todo preparado para su
llegada. Yo nunca antes había hecho eso. Me había comprome-
tido a hacerlo porque alguien con experiencia estaba dispuesto a

ayudarme. Ahora que ese hombre no estaba disponible, yo me

encontraba de pie sobre mi cemento, pidiéndole a Dios sabiduría
y cualquier ayuda que pudiera enviarme.
Resulta que mi nuevo vecino no tenía que trabajar ese día.
Curiosamente, también tenía experiencia preparando lugares de
trabajo para una empresa de estructuras. Se ofreció voluntaria-
mente durante cuatro horas a enseñarme cómo marcar los tacho-
nes para que los trabajadores pudieran estar ocupados. Esta fue
solo una de muchas historias.
Un día, estaba poniendo bases para los patios delantero y tra-
sero. Cuando comencé a cavar, le dije a Dios: No me vendría nada
mal un pequeño martillo neumático. En cuestión de una hora, un
fontanero amigo mío pasó por allí y me dijo: “Al salir esta maña-
na, tuve este sentir del Señor de que quizá necesitabas un martillo
neumático, así que lo puse en mi camioneta. ¿Lo necesitas hoy?”
Otro día, conocí a un joven que se acababa de licenciar de los
Marines. Quería quedarse en San Marcos y ser parte de nuestra
iglesia porque había aceptado a Cristo hacía poco. Teníamos una
caravana en nuestra propiedad, así que le dejé vivir en ella a cam-
bio de trabajo.
No solo demostró ser una gran ayuda trabajando, sino que
también pude darle formación en las bases del cristianismo mien-
tras trabajábamos. No teníamos tiempo de parar y hacer ninguna
lección, así que las hacíamos mientras trabajábamos. Algunos de
mis mejores recuerdos de la construcción de la casa incluyen es-
cribir esas lecciones de discipulado en la madera debajo de la mo-
queta y la pintura. Nadie las verá jamás, pero ayudaron a cambiar
la vida de un joven. Al criar a nuestros hijos en la misma casa, me
acuerdo de que la gente nunca verá las lecciones escritas en los
corazones de nuestros hijos, pero los resultados serán para toda
la vida.

Para hacer las cosas aún más interesantes, yo (Pam) estaba em-
barazada, y estábamos acelerando a la cigüeña para conseguir que
la casa estuviera terminada antes de la llegada del bebé. Todo el
evento se convirtió en un espectáculo de la ciudad, y un perió-
dico local incluso nos incluyó en un artículo. La gente apostaba
si estaríamos viviendo allí antes de que llegara el bebé. Incluso
nuestros dos hijos mayores, Brock, entonces de seis años, y Zach,
entonces de cuatro, eran parte de la plantilla de trabajo. Zach era
uno de los mejores colaboradores de Bill, y juntos revistieron la
mitad de la casa en un día. (De hecho, solo revistieron la parte de
abajo ¡para que Zach pudiera alcanzar a clavar los tableros!)
Soportamos un extenuante proceso de dieciocho meses desde
la concepción (de la casa, ¡no del bebé!) hasta el día que
nos mudamos; dos semanas después nació Caleb. El tiempo
concreto de construcción fue casi el mismo que el del embarazo.
Durante esos nueve meses, Bill estaba pastoreando a tiempo com-
pleto y edificando a tiempo completo, así que dormía muy poco.
Mi trabajo era correr por la ciudad, cuidar de los niños y llevar las
comidas a la obra. Dirigí las líneas telefónicas, até barras de acero
para los cimientos, uní tableros para las paredes y ayudé a aislar,
terminé algunas paredes y limpié cada día. ¡Tengo un renovado
aprecio por lo que soportaron las mujeres con haciendas en su
travesía por el oeste!
Los dos días antes de que naciera Caleb, Bill estuvo de pie
cuarenta y ocho horas mientras hacían la entrada de los automó-
viles y echaban el cemento. Pensamos que teníamos oportunidad
de llevar al bebé a nuestra nueva casa, así que nos apresuramos
al máximo. Fui al hospital para una cesárea programada el 3 de
agosto a las seis de la mañana, y Bill, el asombroso esposo respon-
sable, estuvo a mi lado todo el tiempo. Sin embargo, cuando salí
de la recuperación, ¡yo tenía mejor aspecto que Bill!

El primer día después de la cesárea, mamá debía de estar tum-

bada en la cama; pero a mitad de la noche después de alimentar
a Caleb, intenté despertar a Bill, que se había quedado dormido
en una silla muy incómoda. Cuando no pude despertarle, intenté
incorporarme lo suficiente para poner a Caleb en su cunita.
Lograrlo no fue tarea fácil, pero con oración, determinación
e instintos maternales, puse a Caleb a salvo en su cunita. En el
proceso, la vía que llevaba puesta se enredó y se salió de mi mano.
Comenzó a salpicar sangre por todas partes. Pulsé el botón de la
enfermera y le grité a Bill. Bill estaba tan cansado que no pude
despertarle. Yo estaba de pie y había caminado un poco hacia el
puesto de enfermería cuando una enfermera llegó para ayudarme.
Bill nunca movió un dedo, ¡profundamente dormido en fase de
sueño REM! Incluso la enfermera se dio cuenta y dijo: “Profun-
damente dormido, ¿eh?”
Le expliqué todo lo que Bill había hecho por nuestra familia
y por mí los meses recientes, y ella sonrió de aprobación. Eché
una mirada a mi encantador príncipe durmiente, y una oleada
de amor me inundó. Sabía que al margen de lo que nos deparase
la vida, encontraríamos la forma de seguir enamorados durante
toda la vida. ¡Me había casado con un verdadero cuidador!
Cuidado para el cuidador

Cuando finalmente nuestra casa estuvo terminada, yo (Bill) esta-
ba agotado. Lo único que quería era ir a trabajar, regresar a casa,
comer y dormir.
Supuse que me había ganado el derecho a vivir a un ritmo
tranquilo durante al menos un año. Pero ¡tengo una familia!
Nuestros tres niños son precisamente eso, niños, y eso significa
que las cosas en nuestro hogar, a menudo, se rompen.

Para obtener el permiso final para mudarnos a nuestra casa,

tuve que instalar un sistema de riego y cubierta en la pradera de
mi jardín trasero. Unos dos meses después de mudarnos, entré en
el acceso para el auto de mi casa después de un día en el trabajo,
cuando de repente algo voló por encima del parabrisas de mi
auto. Mientras salía del auto, miré al jardín trasero y vi a mis dos
hijos mayores y a uno de sus amigos con bates de béisbol en sus
manos, ¡practicando sus golpes de golf sobre la cabeza de mis as-
persores! No me podía creer lo que estaba viendo. Me sentí como
si estuviera teniendo una pesadilla de la que no podía escapar. Le
dije al amigo de los niños que se fuera a su casa inmediatamente.
Soltó el bate y corrió como una gacela. Después les dije a mis
hijos: “Será mejor que entren a casa antes de que haga algo que
todos lamentemos.”
Deambulé por la casa durante una hora con un estupor de
desilusión. Vi que estaba esperando que mis hijos de cuatro y
seis años tuvieran la madurez de los adultos. ¿En qué estaban
pensando? ¿No se dan cuenta de lo difícil que es esto para mí? ¿No
aprecian el año de duro trabajo que he tenido? ¡Me apuesto a que
lo hicieron solo para enojarme! Mientras caminaba por la casa, me
obligué a orar una de las oraciones más profundas: Jesús, prefiero
tener hijos que aspersores. Tuve que repetir esa oración una y otra
vez porque realmente no lo dije en serio la primera vez. Pero
después de una hora, finalmente me convencí de que era cierto.
Desde ese día, ha habido una pregunta que me ha perseguido:
¿Por qué la vida requiere tanto mantenimiento? Lección número
seis: Las cosas arregladas no se mantendrán arregladas. Las malas
hierbas crecen más rápidamente que todo lo demás. Las relacio-
nes se deterioran si no se nutren. En otras palabras, la remodela-
ción es un estilo de vida. Compramos la casa número tres porque
el Dr. David Jeremiah le ofreció a Bill una maravillosa posición

en la plantilla de la iglesia Shadow Mountain. La nueva posición

ministerial es un sueño, pero el viaje de ida al trabajo de sesen-
ta minutos en el tráfico del sur de California era una pesadilla.
Enseguida, oramos para que Dios nos diera un hogar a pocos
minutos de la iglesia y el instituto donde Caleb, nuestro hijo más
pequeño, estudiaba.
Nuestra agente inmobiliaria Cynthia, encontró una casa en
una colina con una hermosa vista a tres minutos del trabajo y
la escuela, pero parecía un poco inusual. El propietario era un
maquinista, y su “tienda” tenía setenta y cinco metros cuadra-
dos y estaba pegada a la casa. La casa se construyó sobre un ga-
raje para siete autos, donde él restauraba automóviles antiguos.
Nosotros solo teníamos dos (tres si contamos el Volkswagen de
veinte años que nuestro hijo estaba intentando que funcionase
de nuevo). Me encantaba el aspecto de cabaña del piso de arriba,
pero parecía que a Bill no le gustaba mucho. Cada vez que visi-
tábamos la casa para decidir si comprarla o no, Bill se quedaba
abajo, pensando en lo grande que era el garaje. Finalmente, un
poco perpleja por esa conducta, bajé las escaleras y dije: «Bill, ¡no
necesitas un garaje para siete autos!»
Entonces mi sabio marido puso una gran sonrisa, mostrando
su hoyito en la barbilla del cual me enamoré en un principio,
y dijo: «Pam, imagínate esto. Un garaje para dos automóviles,
tres oficinas y una habitación de invitados. ¡Y la tienda puede
albergar todos los libros y productos a medida que crezca nuestro
ministerio!»
¡Era genial! Él pudo ver lo que yo no veía: el asombroso po-
tencial de un futuro brillante en ese garaje. Y esa es la actitud que
esperamos que usted también tenga al leer este libro; no mire los
problemas, ¡mire el potencial de su amor!

Una caja de herramientas para la vida real

Siempre hemos vivido bajo el lema “el conocimiento no es una
habilidad hasta que se vuelve práctico”. Para hacer este libro lo
más práctico posible, hemos incluido la ayuda de parejas que
tienen un historial probado. Les pedimos a algunas parejas que
describían su matrimonio como feliz y fuerte, y que hayan estado
casados más de veinte años, que contribuyeran. A lo largo de este
libro encontrará sus historias y sus palabras de sabiduría.
En siglos pasados, los hombres jóvenes aprendían bajo un maes-
tro artesano oficios como herrería, albañilería y carpintería. Espe-
ramos que este libro sea un programa de aprendizaje para su amor,
lleven casados pocos días o más de treinta años. Cada capítulo
presentará habilidades prácticas para ayudarles a mantener su
matrimonio en buen estado. Así como un artesano aprende su
oficio de un maestro artesano mentor, hemos descubierto que
es útil tener mentores en el matrimonio. Durante las semanas
que estarán leyendo juntos este libro, les animamos a encontrar
un matrimonio a la que admiren y pedirles si se podrían reunir
con ustedes una vez por semana y discutir los conceptos clave
de cada capítulo. Si actualmente tienen un matrimonio feliz, les
desafiamos a convertirse en un matrimonio mentor de una pareja
recién casada o de una pareja que esté en apuros y transmitir la
abundancia de sabiduría que han acumulado. Al contar los secre-
tos del amor, obtendrán un aprecio renovado del amor que han
edificado juntos. Se incluyen unas preguntas para el tiempo de
orientación al final de este libro.
Finalmente, las parejas que han estado felizmente casadas tie-
nen un círculo de amistad a su alrededor de otras parejas que
creen en un amor que dura. Este libro es un gran recurso para
mini grupos, así que reúnan a unos cuantos amigos y usen las

preguntas para mini grupos al final para formar una red de segu-
ridad para su amor.
Todos estamos en proceso. Estamos edificando, remodelando,
“arreglando” nuestro amor. Nuestro objetivo es hacer que los ma-
los matrimonios sean buenos y que los buenos matrimonios sean
mejores. Hemos organizado nuestros pensamientos alrededor de
un pasaje favorito de la Escritura que se usa en la mayoría de las
bodas. Hemos escogido este conjunto de versículos porque for-
man un fuerte cimiento sobre el que se pueden construir todas las
relaciones saludables. A ver si reconocen el pasaje:
El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es en-
vidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta
con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no
guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino
que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo
cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se
extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de
lenguas será silenciado y el de conocimiento desapare-
cerá…Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la
fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas
es el amor (1 Corintios 13:4-8, 13).
I
Cuando un hombre entra en una tienda de
mejoras para el hogar…
Su corazón late más deprisa.
Las endorfinas inundan su flujo sanguíneo.
Se olvida del porqué entró en la tienda.

Sus ojos se mueven de derecha a izquierda, intentando de-

cidir por dónde empezar.
Da vueltas por la sección de herramientas para ver las
novedades.
Sueña con todo lo que podría hacer con un nuevo taladro
inalámbrico.
Echa un vistazo al material nuevo de cercados.
De camino al material de cercados, observa las nuevas esca-
leras y las compara con la que ya tiene.
Se acuerda de que llegó a comprar bombillas.
De camino a la sección de bombillas, se detiene de nuevo
en las herramientas para revisar los cinturones de herra-
mientas. Se pregunta si su mujer le encontrará sexy con
ese cinturón puesto. Se pregunta: Si me compro un nuevo
cinturón de herramientas, ¿mejorará nuestra vida sexual? No
conoce la respuesta, así que se dirige hacia las bombillas.
De camino a las bombillas, observa las máquinas cortacés-
ped. Se pregunta: ¿Necesitamos una máquina cortacésped
más grande? En caso de que sí, ¿qué modelo querría?
Vaga por el pasillo de jardinería para ver qué novedades hay.
Echa un vistazo a las sierras de cadena. No necesita una,
pero se siente más hombre estando de pie junto a ellas.
Se pregunta cuánto tiempo lleva en la tienda.
Saca la nota de su bolsillo para recordarse por qué entró a
la tienda.

Encuentra el pasillo de las bombillas y las escoge.

Se da cuenta de que su esposa probablemente se estará pre-
guntando qué le ha pasado.
De camino a la caja de pago, se detiene de nuevo en las
herramientas y echa un vistazo a las nuevas cintas métricas.
Sabe que no cuestan mucho, así que decide comprar una.
Continúa hacia la caja.
Compra las bombillas pero decide en el último minuto no
comprar la cinta métrica.
Se sube al auto para dirigirse a casa y se dice a sí mismo: Me
encantaría que mi esposa hubiera estado aquí para ver todas
estas cosas tan buenas.
Cuando una mujer entra en una tienda de

mejoras para el hogar…
Revisa su lista para acordarse de que necesita bombillas.
Se detiene en el centro de información y pregunta dónde
está el pasillo indicado.
De camino a los focos, se da cuenta de que hay muchos
hombres en la sección de herramientas.
Pregunta al hombre del pasillo de iluminación qué luces
serían mejor para su lámpara.
Pone las bombillas en su cesta.
Se dirige hacia la caja.

Se pregunta por qué hay tres hombres de pie delante de las

sierras de cadena.
Compra las bombillas y se da cuenta de que la señora de la
caja se llama igual que su hermana. Tiene una conversación
de cinco minutos con ella porque no hay nadie más en la
fila. Se entera de los nombres de sus dos hijos, dónde se
graduó de secundaria y dónde irá de vacaciones el próximo
verano.
Se sube a su auto para dirigirse a casa y se pregunta si habrá
conocido a una nueva amiga.

2
Decidan ser positivos

El amor es paciente.
No discuta con un cónyuge que esté

guardando su paracaídas.
P arecía ser y sonaba como una gran idea! La revista de muje-

res hacía que la receta pareciera totalmente tentadora y ape-
tecible. Las instrucciones parecían fáciles: esta vez yo (Pam) no
podía fallar. Cierto es que definitivamente nunca me llamaría a
mí misma chef. De hecho, apenas si me llamaría preparadora de
alimentos. Para ser sincera, la única razón por la que no saqué
malas calificaciones en economía del hogar fue porque tenía ha-
bilidades relacionales para codearme, y usé el truco del “poste de
la valla blanca” de Tom Sawyer. Definitivamente no aprendí a co-
cinar, pero sí hice varias amistades con otras que sí sabían hacerlo.
Sentía mucha presión, no obstante, porque mi abuela era
una cocinera fantástica. Ganaba premios de cocina en la feria
local anual de cocina. La gente acudía adrede a probar las galle-
tas caseras que ella hacía. Yo, sin embargo, no recibí ese gen de
Betty Crocker. Cuando hago galletas, ¡la gente sale corriendo!
Pero cuando estaba recién casada, sentía la obligación moral de

Decidan ser positivos 29
convertirme en la nueva Julia Child. Por eso estaba repasando

mis revistas de mujeres, buscando una manera de impresionar del
todo a mi nuevo esposo. Faisán glaseado era demasiado tentador
para resistirse. Era moderno. Era bonito. Y sonaba muy refinado.
Tenía todo el día para desarrollar mi creación. Bill y mi her-
mano, Bret, que vivía con nosotros en ese tiempo para realojarse
en nuestra comunidad, estaban en el trabajo. Eso significaba que
podía tomarme mi tiempo ¡y hacerlo perfecto! Tendría un im-
presionante “Faisán glaseado” para cenar a la luz de las velas. Bill
estaría tan impresionado con mi nuevo talento culinario que de-
finitivamente querría disfrutar de una tarde romántica. Tan solo
le daría a mi hermano una entrada para el cine o algo para que no
estuviera en casa, y así Bill y yo podríamos estar solos. ¡Este plato
iba a avivar la llama de nuestro amor!
Pensé por un momento. ¿Qué serviría con un plato tan seduc-
tor? ¿Podría hacer que algo ordinario pareciera extraordinario? ¿Ten-
dría tiempo para cocinar también un pastel de chocolate y llamarlo
“Fantástico preliminar”? Un pastel parecía algo muy soso para un
“Faisán glaseado”. El plato principal pedía algo más como Cherries
Jubilee o “Alaska al horno”. Algo con llamas. En nuestro pequeño
apartamento, no obstante, no estaba segura de poder crear ese
mismo efecto.
Un año antes, mientras celebrábamos nuestro aniversario en
un restaurante, pedimos Cherries Jubilee, y nuestro chef lo pre-
paró en nuestra mesa. Había pelado una naranja haciendo que
la cáscara se pareciese mucho a un juguete de tobogán en espiral.
Vertió el licor por la cáscara y la encendió con una cerilla. La lla-
ma descendió por la espiral de la cáscara a medida que el delicioso
licor de naranja descendía hasta la cazuela de cerezas calientes
por encima. ¡Fue algo mágico! ¡Genial! ¡Una obra de arte! Por un
instante, estaba convencida de que podría volver a recrearlo en mi

propia casa. Entonces, también en un instante, me acordé de las

calificaciones que debería haber recibido en economía del hogar.
Decidí no arriesgarme a incendiar el complejo de apartamentos.
No, mantendría enfocada toda mi energía y atención en el lujoso
plato principal.
Así que me dirigí al supermercado. Con emoción conseguí los
ingredientes necesarios: gelatina sin sabor, caldo de carne, verdu-
ras. Busqué el faisán, pero no había. Razoné: Todo sabe a pollo, así
que imagino que el pollo también servirá. Escogí un pollo entero y
me dirigí a las cajas.
Una vez en casa, intenté seguir cuidadosamente todas las ins-
trucciones. Recuerdo que tardé mucho porque tuve que cocer el
pollo, esperar a que se enfriase, deshuesarlo y luego crear tiras
finas que irían debajo del “glaseado”. Medí todo e hice los pre-
parativos. Me distraje con un programa televisivo de entrevistas
mientras esperaba entre paso y paso. Tuve que hacer muchas co-
sas que nunca antes había hecho, como hacer gelatina sin sabor
y cocinar con cubos de caldo de carne. (La única gelatina que
conocimos de niños era la gelatina de lima con trocitos de piña
y unas nubes dulces pequeñitas. Lo comíamos todas las fiestas.
Cuando mamá se sentía realmente festiva, la hacía en un molde
con forma de árbol de Navidad pequeño encima. Una vez intenté
hacer esta gelatina, pero no sabía que tenía que poner el molde
en agua fría en el momento correcto. Mi arbolito de Navidad se
cayó del molde en pequeños trozos de gelatina.)
Preparé todas las tiras de pollo y las verduras. Puse la mezcla
de gelatina “glasé” sobre el pollo en el mágico molde de hojalata.
Estaba tan agradada conmigo misma que me fui a nadar en la
piscina de los apartamentos. Me sequé, me tumbé en la tumbona
y pensé: Me siento rica, divina. Así es como deben de sentirse todas
esas mujeres de las novelas mientras se tumban esperando a que su

hombre llegue a casa de su carrera de producción de un millón de dó-

lares en el elevado complejo de oficinas en los rascacielos de la ciudad.
Esto definitivamente me llevará a una tarde emocionante.
Pero Bill llegaba a casa de trabajar en los campos petrolífe-
ros. Éramos estudiantes en apuros, haciendo cualquier tipo de
trabajo para pagar la renta y la escuela. Yo tenía dos trabajos a
tiempo parcial. Conducíamos un Vega azul con un portón verde.
El asunto que habría probablemente en la mente de Bill sería
cómo ahorrar dinero para graduarnos. Ciertamente no teníamos
sirvientes, ni criadas, ni edificios altos en los que trabajábamos;
pero yo sí tenía esa piscina en el complejo de apartamentos en el
calor bochornoso de Bakersfield y a Hank Williams sonando en
una vieja radio. ¿Qué más podría desear una chica?
Mientras yo soñaba despierta con ser rica, me olvidé por com-
pleto de servir algo con el faisán (es decir, el pollo) glaseado. No
tenía fruta, ni postre, ni pan. El resto de la comida no se me había
cruzado por la mente porque el pollo glaseado era el plato mági-
co. ¿Quién necesita seguir en la cocina cuando tiene una poción
amorosa enfriándose en la nevera?
Los chicos regresaron del trabajo. Habían tenido un largo y ca-
luroso día en los campos petrolíferos y estaban hambrientos. Mi
hermano preguntó primero: «Oye hermana, ¿qué hay de cena?»
«¡Es una sorpresa!»
«Una sorpresa, ¿eh cariño? ¡Debe de ser buena!», Bill bromeó
mientras yo oía rugir su estómago.
«Sí, lo será. La mesa está lista; cariño, ¿puedes encender las
velas?»
Bill enseguida atendió mi petición.
«Bien, ¿están listos?»
«¡Claro!», dijeron ambos, tomando cada uno su tenedor.
Saqué la bandeja del refrigerador. El molde de pollo estaba

decorado, y yo admiré mi creación. Lo puse en el centro de la

mesa.
«¿Qué es eso?», dijo mi hermano con un poco de decepción
(o repulsión).
«Pam, estoy seguro de que sabe magnífico», dijo Bill, al ver
que yo estaba conteniéndome las lágrimas. Se dio cuenta de que
mi hermano, siempre tan sincero (y a veces directo) hirió mis
sentimientos. «Oremos.»
Bill hizo una oración muy espiritual. O sabía que era un mo-
mento medio sagrado, o estaba pensando que la comida necesita-
ba un milagro. Si Jesús pudo convertir el agua en vino, ¿converti-
ría el pollo en gelatina en una pizza del Pizza Hut?
Serví a cada uno un gran pedazo. Cada porción era algo pare-
cido a un trozo de tarta de gelatina. Para mi decepción, se rompió
como el arbolito verde de Navidad. No importa, pensé. Sabrá
fabuloso.
Bret tomó un bocado. Se lo tragó con dificultad y se engulló
casi medio vaso de leche. Miró directamente a Bill con una mira-
da que decía “Te reto”. Bill miraba petrificado. Me miró y leyó el
mensaje en mi rostro: ¡Por favor, ámame! ¡Por favor, ama mi plato
porque soy nueva esposa! Bret estaba enviando a Bill un mensaje
subliminal: ¡Corre mientras aún puedas hacerlo! Con el mismo
gusto que uno reúne para hacer gárgaras con el enjuague bucal
Listerine, Bill tomó un bocado. Hizo una pausa meditativa. Es-
toy segura de que estaba sopesando sus opciones: Si miento, ¿me
castigará Dios? ¿Vale la pena decirle la verdad? ¿Cómo será el resto
de la tarde?
«Interesante», balbuceó Bill, intentando alcanzar su vaso de
leche. Dio un trago. «¿Cómo dices que se llama este plato?»
«Faisán glaseado. Mira, está aquí en esta revista.» Agarré la
revista. Ahí dibujada había una comida perfectamente cocinada

e irresistible. No se parecía absolutamente en nada a mi mejunje

sin sabor alguno.
«¿Qué piensas, cariño? ¿Qué piensas, Bret?»
¡Silencio! Ninguno de estos hombres, por lo general, valientes
se atrevía a hablar primero.
«Pam», se aventuró Bret, «tú sabes que mamá siempre nos en-
señó que si no puedes decir nada agradable… bueno…»
«¡No puede estar tan malo! ¡Déjame probarlo!», dije yo defen-
sivamente mientras retenía mis lágrimas.
Di un bocado ilusionado. La consistencia era similar a eso
viscoso que se forma alrededor de las salchichas Vienna o Spam.
Aparte de un débil sabor a cebolla, no sabía a nada. Es increíble
cuántos pensamientos pueden pasar por la mente en un instante.
En unos segundos, recuerdo que pensé: Debí de haber previsto que
ocurriría esto. Me cuesta hacer macarrones con queso, y ¿pensé que
podía hacer esto? Bill y Bret están siendo amables. Deberían estar di-
ciéndome que esto es incomible. Probablemente quieren rescatarnos a
todos de tener que sobrevivir a esta comida. Debería aceptar el hecho
de que no soy cocinera y que mis esfuerzos se pueden usar mejor en
otra actividad. Esto es horrible.
Mientras contenía una arcada automática, solté: «¡Rayos! ¡Está
horrible! Creo que no me comería esto aunque fuera el último
bocado de comida que quedara en el planeta y acabase de termi-
nar un ayuno de cuarenta días!»
Bill soltó un gran suspiro de alivio y luego se rió.
Bret dijo: «Me alegro de que hayas dicho eso, Pam. Como tú
y Bill me están dando un techo donde vivir, no iba a decir nada
que hiriese tus sentimientos. Solo estaba buscando una manera
de deshacerme de esta comida sin comérmela.»
Comencé a reírme, y luego comencé a llorar. No teníamos
casi nada más en la casa para comer. Probablemente podría haber

encontrado algunos cereales o una lata de sopa de pollo con fi-

deos. Todavía faltaba mucho para el día de paga, y había despilfa-
rrado mucho en los ingredientes de mi sofisticado faisán glaseado.
«¿Qué vamos a hacer? Esto no se puede comer, y creo que no
tenemos mucho más por aquí.»
Mi hermano dijo: «Tú me libraste de tener que decir algo, así
que ¿por qué no me dejan que traiga algo del Burger King?»
«¡Gran idea! ¡Gracias, Bret!»
Mientras recogía el salón para lavarme los dientes y quitarme
el insípido potingue de la boca, oí a Bill susurrar: «Gracias, hom-
bre. Te debo una.»
Tras el viaje a Burger King, mi hermano soltero se ofreció vo-
luntario para dejarnos e ir a jugar al baloncesto con sus amigos en
el parque. Sabía que Bill quizá tendría que pasar un rato ayudán-
dome con mis emociones. Aprendí que un fracaso con el faisán
glaseado no necesariamente tiene que arruinar el amore. Desde el
primer bocado, Bill me había llenado de halagos y excusas para
librarme. Me halagó por intentar algo nuevo. Me aseguró que
todo estaba bien y me recordó lo que le gustaba de mí.
Bill me inundó con tanto afecto y afirmación que regresé a mi
imagen mental donde estaba acostada en la tumbona junto a la
piscina, esperando a que mi príncipe llegara con su Jaguar y me
llevara a la habitación. No teníamos Jaguar, y mi príncipe olía un
poco al olor que tiene una caja de herramientas de un mecánico,
pero teníamos una cama y Hank Williams cantando en la radio.
¿Qué más podría desear una chica? ¿Quién necesita faisán glasea-
do, de todos modos? ¡Yo no! ¡Canta, Hank!
Decidan ser positivos

Así como Bill pudo decidir cómo responder ante el “Pollo gla-
seado,” todos podemos decidir cómo manejar las circunstancias

de la vida, los estados de ánimo de nuestro cónyuge y nuestras

propias emociones. Cuando la vida es un desafío, cuando las cir-
cunstancias son difíciles, cuando nuestro compañero o nuestros
hijos no se portan bien, aun así podemos decidir ser positivos.
Estas son algunas maneras de recomponerse y recuperarse de un
desastre emocional:
1. Pruebe las aguas. No diga nada. Solo dele un abrazo, apriete
su rodilla o dele golpecitos en su mano. A veces las mejores cosas
de la vida son las que no se dicen. Para recordar este principio,
piensen en este pequeño poema:
Para mantener un matrimonio rebosando
De amor en la taza del amor—
Admítelo cuando te estés equivocando
Y cuando tengas la razón, ¡calla, por favor!
2. Busque lo positivo. Cualquier cosa positiva, incluso: “Hace
muy buen tiempo hoy, ¿eh?” De hecho, un investigador descu-
brió que cuanto más positivamente los matrimonios evaluaban
su comunicación, más satisfechos estaban con su relación. El es-
pecialista en conflictos matrimoniales John Gottman descubrió
que las parejas casadas satisfechas tienen una media de cinco in-
teracciones positivas por cada interacción negativa.
Decidan tener una actitud positiva, y de ellas surgirán pala-
bras positivas.
3. Intente animar. Busque algo que sea bueno. Diga alguna pa-
labra de afirmación. Bill a menudo dice cosas como: “No importa,
Pam. Prefiero estar aquí contigo en esta situación que con cual-
quier otra persona en cualquier otro lugar.” Cuando Bill de algún
modo mete la pata, por lo general digo algo como: “No pasa
nada. Eres un hombre fantástico, y esto no ha sido nada.” Enu-
meren de manera espontánea los mejores rasgos de su cónyuge.

(¡A quién le importa si sabe o no cocinar si su esposo le llama

“mujer ardiente!”)
4. Busquen el humor. Eviten el humor cortante que puede herir
un corazón, pero busquen el chiste interno. Recuerden una mala
situación y hagan alusión a ella.
Nosotros viajamos bastante, y a veces comemos algunos ali-
mentos bastante particulares y nos vemos en algunas circuns-
tancias bastante particulares. Para mantener ambos una buena
actitud, uno de los dos quizá dice: “¡Esto sabe mejor que el fai-
sán glaseado!” En nuestro sondeo a parejas que tienen matrimo-
nios duraderos y felices, ¡casi todos mencionaron la necesidad
de un buen sentido del humor! El rey Salomón, conocido como
el hombre más sabio de la historia, dice: “Gran remedio es el
corazón alegre” (Proverbios 17:22), y: “Panal de miel son las pala-
bras amables: endulzan la vida y dan salud al cuerpo” (Proverbios
16:24).
5. Mantenerlo en perspectiva. Cuando alguien tiene cáncer, o
acabamos de perder a un ser querido, recordamos que todo lo
demás es tan solo un obstáculo que vencer. Mi amiga Debbie,
una esposa con una carrera militar, da a las esposas jóvenes y es-
tresadas un gran consejo cuando se ve ante una circunstancia di-
fícil: “Tan solo adáptate y vence.” Pedimos a las parejas casadas
felizmente durante mucho tiempo de nuestro sondeo su consejo
para los recién casados, y muchas de ellas usaron la misma frase:
“No hagan una montaña de un grano de arena.” Antes de montar
en cólera por algún asunto, pregúntense: ¿Será importante esto
dentro de diez años? ¡Por lo general no importará dentro de unas
horas! A menudo me pregunto: ¿Es la manera de Bill inmoral o
ilegal? (Claro, la respuesta es siempre no, así que lo más segui-
do que puedo, intento dejarlo en sus manos como un regalo de
amor.)

6. Vayan al plan B. Ofrezcan sugerencias y soluciones alterna-

tivas. Si las cosas se ponen muy tensas, quizá sea algo bueno sim-
plemente calmar un momento a su cónyuge y preguntar: “¿Estás
listo ya para considerar algunas alternativas que se nos ocurran?”
Cuando Bill y yo estábamos recién casados, las toallas Viva tenían
un anuncio que demostraba la resistencia de sus toallas compa-
rándolas con otras. En una situación difícil, cuando no sabíamos
qué hacer, uno de nosotros preguntaba: “¿Qué hacemos?” El otro
respondía con una sonrisa: “¿La prueba de las toallas Viva?” Por
supuesto, no era la respuesta real al asunto o problema real que
teníamos delante, pero por lo general aligeraba el estado de áni-
mo y nos hacía reír para tener una mejor actitud. Nos daba la
oportunidad de recomponernos, ordenar nuestros pensamientos
y encontrar un nuevo plan o solución al verdadero problema.
7. ¡Salgan a pasear! Si su pareja tiene un gran colapso emo-
cional, ofrézcale llevarse a los niños al parque. (¡Probablemente
ellos también quieran escapar!) Evacuar el lugar a veces permite
que Dios pueda obrar en silencio en su cónyuge. La sanidad y el
ánimo de Dios pueden ser poderosos. Prepárele a ella un baño,
encienda algunas velas, ponga una música suave y ore por ella.
Concédale a él un lugar seguro donde escaparse y enfriarse. El ga-
raje, la pista de tenis, el campo de golf o la cancha de baloncesto
podrían ser buenos lugares donde él pueda recuperarse mental-
mente. O encuentren una manera de relajarse juntos. Salgan a
pasear, vayan a montar en bicicleta, o a regar el césped. Una nota
al margen interesante de nuestro estudio a parejas casadas desde
hace mucho es que muchos de ellos mencionaban que comprar
un jacuzzi fue una de las mejores inversiones que hicieron para
su matrimonio. Un matrimonio decía: “Descubrimos que el tra-
tamiento del silencio no funcionaba, así que finalmente aprendi-
mos a comunicarnos y compartir cómo nos sentíamos. Cuando

conseguimos nuestro jacuzzi, nos metíamos ahí por la noche, nos

contábamos cómo nos había ido el día, y hablábamos de las cosas
que nos molestaban antes de que se convirtieran en problemas
más graves.”
8. ¡Vaya, mira ahí arriba! Ofrezca una distracción: el cine, ir
de compras o salir a comer. Para muchas mujeres, ir a Starbucks
a tomar un capuchino, una parada en Crate and Barrel, alguna
loción de Victoria’s Secret, o cualquier tipo de chocolate podría
funcionar muy bien. Para un hombre que esté decepcionado o
enojado, ir a las pistas de bateo para que suelte sus agresiones
podría ayudarle un poco. Vi un patrón saludable en mis abuelos,
que estuvieron casados durante más de sesenta años. Cuanto más
enojados estaban entre ellos, más trabajaban. Cuando la abuela
estaba muy molesta, la casa estaba impoluta. Cuando el abuelo
pensaba que no se podía hablar con la abuela, ¡aparecía un nuevo
granero en su finca! Un consejero una vez nos dijo en una confe-
rencia: “Si tienen que escoger entre disfunciones, escojan trabajar
desmesuradamente en lugar de la depresión. ¡Al menos tendrán
algo que enseñar cuando se vayan las emociones!”
9. Mea culpa: Si el colapso emocional fue culpa de usted, dis-
cúlpese. Una vez ayudé al esposo de una de mis mejores amigas a
organizar una fiesta de cumpleaños sorpresa para ella. Estaba tan
estresado por intentar mantenerlo en secreto y esconder todos los
detalles, que no se estaba comportando de manera natural. Ella se
enojó como respuesta. En medio de una discusión la noche antes,
ella se marchó indignada. ¡Estaba molesta porque pensaba que él
no iba a hacer nada especial por su cumpleaños! Para no estropear
la sorpresa, él se tragó todas sus voces, desvaríos y emociones.
Finalmente se ofreció a llevarles a ella y a los niños a cenar a un
lugar bonito y luego al cine. Para darle la sorpresa, él dijo que
tenían que detenerse en la casa de una amiga de ella de camino.

Pues bien, cuando mi amiga de cuarenta años entró en su fiesta

sorpresa, soltó un emocionado grito de alegría. Después, inme-
diatamente se arrojó en los brazos de su esposo y le pidió dis-
culpas delante de todos sus invitados: “¡Lo siento mucho!” Ella
descubrió un sabio principio: Cuanto mayor sea la metedura de
pata, más grande debería ser la disculpa. Los chicos aprendieron
hace mucho que los dulces, las flores y los diamantes son buenas
maneras de salir de una situación difícil. Recuerde: ¡ningún ma-
rido ha sido jamás tiroteado mientras lavaba los platos! Así que si
perdió los papeles con su cónyuge, intente pensar en una manera
sincera y creativa de arreglarlo. Una vez vi una enorme sábana
blanca con un: “¡Lo siento, Paula!” pintado con espray en letras
grandes. No sé cuál fue el error de ese hombre, pero debió de
haber sido bastante grave. Espero que Paula le perdonase.
10. Olviden pronto. Las parejas apasionadas pueden subir en
la montaña rusa emocional de la vida juntos. Las parejas que
deciden dejar que el pasado se quede en el pasado consiguen un
nuevo comienzo el uno con el otro regularmente. Las parejas que
dejan que el resentimiento crezca ven que incluso las infracciones
más pequeñas pueden crear graves conflictos. Un esposo ofreció
este brindis a su esposa en una fiesta de aniversario: “Por el buen
sentido del humor, ¡y una memoria corta! Que nunca nos olvi-
demos de lo que vale la pena recordar, ni recordemos lo que está
mejor olvidado.”
11. ¡Oh, amado Señor! Lo más importante, ¡oren! Nuestras re-
laciones unos con otros se producen en todos los niveles. Son
físicas, emocionales, sociales y espirituales. A veces simplemente
tenemos que reconectar con Aquel que nos creó. Quizá usted
ofrezca una simple oración como: “Jesús, por favor, danos una
manera distinta de ver nuestra situación.” Dios podría enviarle
una idea creativa para salvar la situación.

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La manera real en que Bill y Pam Farrel presentan

soluciones ha mejorado muchísimo mi matrimonio, y sé

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“Todas las parejas casadas, jóvenes y experimentadas, se beneficiarán mucho de este

“¡Ciertamente vale la pena invertir en el matrimonio! Este libro es un buen lugar

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Que tus sabias decisiones hagan a tus padres

Papa So-Cal y Nana Go-Go

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1 Decidan edificar un amor duradero 9

2 Decidan ser positivos 28

3 Decidan hablarse con bondad 43

4 Decidan pelear limpio 61

5 Decidan que “nosotros” es más grande que “yo” 89

6 Decidan mantener el sexo sugestivo 112

7 Decidan descubrir la motivación en la vida de su cónyuge 139

8 Decidan abordar las transiciones 169

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10 Decidan conectar con el Autor del amor 213

Momentos de ser mentores 237

Preguntas para discusión en grupo 241

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C ómo describiría un agente inmobiliario su matrimonio? ¡Di-

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cualquier lugar un lugar mejor al que llamar hogar. Del mismo

Lecciones del contratista

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pero nos parecía un diamante resplandeciente. El papel pintado

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madera, y la barra estaba acentuada con un revestimiento de ma-

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Desde entonces aprendí que una de las mejores cosas que

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Lección número tres: A veces lo único que mantiene a un ma-

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relación, el sueño deber resistir la realidad de la vida cotidiana. El

Sobreviví una vez, ¡lo volveré a conseguir!

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sin embargo, la casa promedio aumentó de valor unos 40.000

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Probablemente ya se imagina lo que ocurrió después. Este

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ayudarme. Ahora que ese hombre no estaba disponible, yo me

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El primer día después de la cesárea, mamá debía de estar tum-

Cuidado para el cuidador

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Para obtener el permiso final para mudarnos a nuestra casa,

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en la plantilla de la iglesia Shadow Mountain. La nueva posición

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Una caja de herramientas para la vida real

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Sus ojos se mueven de derecha a izquierda, intentando de-

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1 Decidan edificar un amor duradero 9

2 Decidan ser positivos 28

3 Decidan hablarse con bondad 43

4 Decidan pelear limpio 61

5 Decidan que “nosotros” es más grande que “yo” 89

6 Decidan mantener el sexo sugestivo 112

7 Decidan descubrir la motivación en la vida de su cónyuge 139

8 Decidan abordar las transiciones 169

10 Decidan conectar con el Autor del amor 213

Momentos de ser mentores 237

Preguntas para discusión en grupo 241