Juan Manuel Roca

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Pontificia Universidad Javeriana

Facultad de Ciencias Sociales - Departamento de Literatura


Profesor: Henry Alexander Gómez
Correo: u-miskatonikhenry@hotmail.com - literaturaymetal@gmail.com

Poesía Colombiana

Juan Manuel Roca (Medellín, 1946)


De Luna de ciegos (1975) Las más profundas heridas
  Nacidas de un poblado de días incoloros.
DÍAS COMO AGUJAS ¿Y el sol?
Estoy tan solo, amor,  El sol, un viejo drogo que ha lamido esas heridas.
Que a mi cuarto sólo sube,  Porque sabe usted, dulce señora,
Peldaño tras peldaño, Es este país una confusión de calles y de heridas.
La vieja escalera que traquea. La entero a usted:
  Aquí hay palmeras cantoras
De País secreto (1987) Pero también hay hombres torturados.
  Aquí hay cielos absolutamente desnudos
UNA CARTA RUMBO A GALES Y mujeres encorvadas al pedal de la Singer
Me pregunta usted dulce señora, Que hubieran podido llegar en su loco pedaleo
Qué veo en estos días a este lado del mar. Hasta Java y Burdeos,
Me habitan las calles de este país Hasta el Nepal y su pueblito de Gales,
Para usted desconocido, Donde supongo que bebía sombras su querido Dylan Thomas.
Estas calles donde pasear es hacer un Las mujeres de este país son capaces
Largo viaje por la llaga, De coserle un botón al viento,
Donde ir a limpia luz De vestirlo de organista.
Es llenarse los ojos de vendas y murmullos. Aquí crecen la rabia y las orquídeas por parejo,
Me pregunta No sospecha usted lo que es un país
Qué siento en estos días a este lado del mar. Como un viejo animal conservado
Un alfileteo en el cuerpo, En los más variados alcoholes,
La luz de un frenocomio No sospecha usted lo que es vivir
Que llega serena a entibiar Entre lunas de ayer, muertos y despojos.

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LLEGA UN VIENTO Y una enfermera bella como un albatros,
Estás impaciente por unirte al viento,  Una enfermera que corría por largos pasillos
al viento que recorre un año en una noche.  Gritó con graznido de ave sin mirarme:
René Char Ya estás en ella, muchacho, estás en ella.
Hay un viento que viene de Turquía  Nunca he ido al país de los hangares,
A Nazim Hikmet podían dividirle el paisaje.  Nunca he sido abanderado, húsar,
Fragmentarle el sol entre barrotes, Mujik de alguna estepa.
Pero su alma, alada y libre, Nunca viajé en globo por erizados países
Volaba desde un rincón del calabozo,  Poblados de tropa y de cerveza.
Disfrazada de viento por las calles de Turquía.  No he escrito como Ungaretti
Ese viento llega a mi país vadeando las fronteras, Cartas de amor en las trincheras.
Y le dice al pastor que defienda sus cabras, No he visto el sol de la muerte
Y repite a los hombres Ardiendo en el Japón
Que le abran la puerta al nuevo día.  Ni he visto hombres de largo cuello
Es su voz como un pájaro hecho de viento y lejanías.  Repartiéndose la tierra en un juego de barajas.
No es extraño que desde la enfermería de la cárcel, Nunca fui a la guerra, ni falta que me hace,
Entre el olor de los medicamentos,  Para ver la soldadesca
Nazim Hikmet percibiera el olor lejano Lavando los blancos estandartes,
De claveles florecidos en un patio  Y luego oírlos hablar de la paz
O palpitara con estrellas de algún cielo extraviado.  Al pie de la legión de las estatuas.
No es extraño sentirlo en estas calles  
Silbando una canción de mar De Monólogos (1994)
Entre pregoneros de fruta y obreras del alba.  
  MONÓLOGO DE LA MUJER QUE LAVA EL AGUA
   Lavo el agua, que es
De Ciudadano de la noche (1989) Como lavar la liquidez del tiempo
  Bajo los puentes.
CANCIÓN DEL QUE FABRICA LOS ESPEJOS Fontanera soy
Fabrico espejos: De la secreta grifería del río.
Al horror agrego más horror, Lavo el agua, que es
Más belleza a la belleza. Como tocar el arpa de la lluvia,
Llevo por la calle la luna de azogue: Como volarle al tiempo sus esclusas.
El cielo se refleja en el espejo Lavo el agua
Y los tejados bailan Para que el árbol duplique sus frutos
Como un cuadro de Chagall. En el espejo que huye.
Cuando el espejo entre en otra casa Para que la muchacha desnuda
Borrará los rostros conocidos, O el niño que come duraznos carnosos
Pues los espejos no narran su pasado, Laven su piel con piel de nube.
No delatan antiguos moradores. Lavo el agua
Algunos construyen cárceles, Para que los ahogados del mundo
Barrotes para jaulas. Hagan su danza muda
Yo fabrico espejos: Entre un enjambre de peces.
Al horror agrego más horror, Para que la araña
Más belleza a la belleza. Camine como un pequeño profeta
   Sobre el lago,
ARENGA DE UNO QUE NO FUE A LA GUERRA Toco las aguas como la cabellera
Nunca vi en las barandas de un puente De un violín.
A la dulce mujer con ojos de asiria Soy la pequeña adoradora,
Enhebrando una aguja Hidrólatra con su bastón de nácar.
Como si fuera a remendar el río. Estoy hecha de tiempo,
Ni mujeres solas esperando en las aldeas Como el agua en la hierba,
A que pase la guerra como si fuera otra estación. Como el agua en el agua, como el agua.
Nunca fui a la guerra, ni falta que me hace,  
Porque de niño
Siempre pregunté cómo ir a la guerra

1
De La farmacia del ángel (1995) No hicieron el Coliseo
Para que los tigres devoraran
PARÁBOLA DE LAS MANOS A su antojo a los cristianos, tan poco apetecibles,
Esta mano toma un fruto, Ni para ver ensartadas
la otra lo aleja. Como entremeses del infierno
Una mano recibe al halcón, se quita un guante, A las huestes de Espartaco.
La otra lo ahuyenta, prende una antorcha. Pensaron su ruina, una ruina proporcional
Una mano escribe cartas de amor A la sombra mordida del sol que agoniza.
Que su equívoca siamesa puebla de injurias. Mi amigo Dino Campana
Una mano bendice, la otra amenaza. Pudo haber saltado a la yugular
Una dibuja un caballo, De uno de sus dioses de mármol.
La otra, un puma que lo espanta. Los romanos dan mucho en qué pensar.
Pinta un lago la mano diestra: Por ejemplo,
Lo ahoga en un río de tinta, la siniestra. En un caballo de bronce
Una mano traza la palabra pájaro, De la Piazza Bianca.
La otra escribe su jaula. Al momento de restaurarlo,
Hay una mano de luz que construye escaleras, Al asomarse a su boca abierta,
Una sombra que afloja peldaños. Encontraron en el vientre
Pero llega la noche. Llega Esqueletos de palomas.
Cuando cansadas de herirse Como tu amor,
Hacen tregua en su guerra Que se vuelve ruina
Porque buscan tu cuerpo. Mientras más lo construyo.
  El tiempo es romano.
De Las hipótesis de Nadie (2005)  
   
BIOGRAFÍA DE NADIE De Testamentos (2008)
Es notable la gloria de Nadie: no tuvo antepasados bajo el sol,  
bajo la lluvia, no tiene raigambre en Oriente ni Occidente. Ni hijo SUEÑO CON ÁNGELES
de Nadie, ni nieto de Nadie, ni padre de Nadie, pequeño cónsul Han llegado los ángeles en un buque de carga
del olvido.  MARIA BARANDA
Por el sueño navega un barco cargado de ángeles. Vienen en cajas
¿Ven un vacío en la foto familiar, un hueco, un espacio entre la de madera, en guacales de tablones salvados de un naufragio.
respetable parentela? Es Nadie, sin rastro y sin linaje. Los marineros los ven comiendo flores en su cepo como reos
andróginos de una mudez de ostra.
Es notable la gloria de Nadie antes de la primera mañana de la Su destino es un misterio. No se sabe si serán vendidos a un
historia, precursor de hombres que hoy son hierba, de padres de zoológico, a un circo, a un aviario, a un taxidermista, a un
otros padres que son velas sin pabilo. tratante de alas.
Por tratarse de un extraño contrabando – aunque no hay leyes
Festejemos a Nadie que nos permite presumir que somos marítimas que prohíban el transporte de ángeles en barcos-, por
Alguien. tratarse de un tráfico de sueños, el capitán evita tocar los grandes
  puertos del mundo.
POEMA INVADIDO POR ROMANOS Es como si el barco estuviera condenado a no anclar nunca, a
Los romanos eran maliciosos. viajar sin destino con la carga emplumada y melancólica. Cada
Llenaron Europa de ruinas día huelen peor, a pústulas y almizcle, los maltrechos ángeles en
Confabulados con el tiempo. sus podridos guacales. La nave se enfantasma en la niebla
Les interesaba el futuro, apagando sus luces y sus voces. Y la tripulación empieza a
Las huellas más que las pisadas. impacientarse, empieza a impacientarse...
Los romanos, Casandra, eran mañosos.   
No fraguaron el Acueducto de Segovia
Como un ducto de agua y de luz.
Lo pensaron como vestigio,
Como un absorto pasado.
Sembraron de edificios roñosos Europa,
De estatuas acéfalas
Engullidas por la gloria de Roma.

1
De Biblia de pobres (Biblia Pauperum) (2009) Mariposas derribadas en su vuelo.
  Las meseras ignoran que limpian y barren las palabras,
MESTER DE SERVIDUMBRE Que algunas recorrieron el mundo, muelles y hangares,
Por carecer de flechas, Para venir a morir bajo una mesa.
Los mendigos La palabra libertad que agitó su bandera de harapos
Arrojaban Se deshace entre los restos de la noche
A los nobles Y no es fácil remendarla con agujas de lluvia.
Sus propias heridas. Ni perros ni gatos husmean los escombros
Pero había Donde se acumulan los sinónimos del hombre.
Una raza de pordioseros Hasta la palabra miedo
Más mísera aún: Ha mudado de piel y ya no tiembla.
Robaba heridas ajenas Ah, diligentes meseras que ponen orden a los objetos
Y las vendía Aunque nadie los nombre. Yo las veo
En la plaza del mercado. Recogiendo pedazos de la palabra cristal,
Con tan burdas armas Entre enceguecidos Narcisos
Los pobres cruzaron Que fingen no verse en aguas pantanosas.
La noche medieval. La palabra muerte no quiere deshacerse,
Para María Matilde Se resiste a morir en el café de la noche.
  Las pulcras meseras recogen,
  Entre papeles arrugados y sombras y cabellos y fantasmas,
EN EL CAFÉ DEL MUNDO Las sílabas del día, sus inciertas potestades.
Limpien, limpien llanuras, suburbios, subterráneos,
Por la mañana, Glaciares y jardines y patios y collares,
Cuando un sol de páramo merodea la ciudad, El eco del silencio que atraviesa la noche.
Las meseras del café
Limpian las sobras de una conversación MEMORIAL DEL PROVOCADOR DE SUEÑOS
Y las manchas que dejan en el piso La poesía es un sueño provocado,
Las voces nocturnas. Un potro escondido en un bosque de niebla,
A alguien debió caérsele en el baño El niño que azota el agua con una serpiente muerta,
La palabra amor, Las terrazas de agua por donde viajan los salmones al desove,
Pues no se soporta el olor a flor marchita Un barco cargado de palabras
Que invade sus muros. Saqueado por monjes y escribanos,
Limpien, limpien las palabras regadas en el mantel Una muchacha que toca el arpa de la lluvia,
O esparcidas como cigarros apagados La cava de tu voz untada de apio o de canela.
En los rincones. Sólo son pavesas de voces, La poesía es un sueño provocado,
Cenizas del verbo, frutas disecadas. Un ruido de pasos en las catedrales de la noche,
Las meseras espantan a las moscas con un diario: Una mujer del desierto que inicia su danza
Las palabras no son hadas caídas de labios del fabulador, Para espantar a los chacales,
Ni cadáveres en fuga hacia el vacío, Un ganso perseguido por los perdigones del granizo.
Pero las moscas se frotan las patas La poesía es un sueño provocado,
Frente a sus melancólicos residuos. Un fantasma que cruza las fronteras como Pedro por su casa,
Un gato, ese anarquista de los tejados
Talvez al borde del vaso con restos de cerveza Que duerme en un sillón su profundo Nirvana,
La palabra país se haga recuerdo La primera noche del hombre salido de la cárcel,
Pues hay algo de tela de araña, de ruina de tiempo, Un hombre que se niega a ir a su propio funeral.
De un mestizaje de sueño y pesadumbre La poesía es un sueño provocado,
En torno de la mesa. Alguien que regresa de las provincias del silencio.
Aún están las sillas con las patas arriba
Como carrileras o pirámides o torres
De una Babel silenciosa
Y las meseras se aprestan a barrer un otoño de voces.
Palabras que fueron mordidas con pasión
O arrojadas por la espalda,
Palabras titubeantes en labios del herido
O untadas de una tenaz melancolía,

1
MONÓLOGO DE LA ABADESA
Sólo temo vivir en un vacío de Dios. Me da puerto
Arropado en negros andrajos Cuando el río sestea al mediodía
Se aparece el enemigo. A veces Entre bosques de pimienta
Viste de fraile mi acechante demonio O bajo los brazos de un samán.
Y Dios me consuela con hablas interiores.
El habla de Dios es una espada mística: Me da Sur,
Entrambos edificamos el silencio. Mucho Sur, oír tu silencio
¿Mi nombre? Sor Francisca Josefa de Castillo. Que acompasa la música
¿Mi ciudad? Tunja, villorio suspendido Con su discreta percusión.
En el aire del siglo XVII,
Un puñado de casas tiradas en lo verde Me da aguja
Como cantos rodados de la cima de Dios. La sombra cimbreante
Fui monja, portera del convento Que vive cosida a tu belleza.
Y ahora soy Abadesa
Que sólo teme vivir en un vacío de Dios. Me da bar
Vuelan lentas sobre mí unas nubes de plomo Cuando escucho en la madrugada
Pero veo todo el cielo en un clavel. El taladro de la lluvia.
En mi celda pende un espejo de lágrimas
Aunque el habla de mi amante Me da nieve
Destile miel entre rosas y lirios. El llanto de una niña
Rueda de navajas, peines ardiendo son mis días. Que rompe el silencio del vecindario.
Mucho tiempo ha estado mi alma en destierro
Traspasada por tempestades de saetas. Me da cafetal
Mi temor es como el pájaro El nombre de mi país
Que queriendo apagar su nido en llamas Pronunciado en el exilio.
Bate sobre él las alas que avivan el fuego.
Mi temor es vivir en la amnesia de Dios. Me da lunes
Pensar en la molienda
LAS ENFERMEDADES DEL ALMA De caña o de maíz.
Me da luna
Verte cruzar por una esquina Me da arcángel
Cuando se enciende el faro de la isla El viento que llena de hojas secas
Y se apagan los barcos del contrabando. Los patios de la aurora.

Me da río Me da nardo
Ver los muertos en los trenes desbocados Tu aliento que florece
Que viajan hacia el mar de las Antillas. En la penumbra del cuarto.

Me da nube Me da noche
Mirar cómo trepan por el aire La tinta derramada por descuido
Las calladas catedrales. En el mantel de la tarde.

Me da barca
Cuando cruzas, sonámbula,
Como si empujaras al viento.

Me da libro
El tren que parece la cremallera de la noche,
La poderosa maquinaria
Que rebana dos tajos de oscuridad.

Me dan buitres
Las noches góticas
Que se pueblan de cirios y cilicios.

1
De Temporada de estatuas (2010)  en las imprentas clandestinas de la noche”.
  “La de Stalin fue vaciada con una materia ideal
para fabricar y repartir llaves y ganzúas
POÉTICA entre los poetas irredentos que enjaulaba”.
Tras escribir en el papel la palabra coyote -¿Y la de Bakunin, maestro?, le pregunté.
Hay que vigilar que ese vocablo carnicero -Bakunin no tiene estatua: no se esculpen los vientos.
No se apodere de la página,  
Que no logre esconderse  
Detrás de la palabra jacaranda Poemas sin libro
A esperar a que pase la palabra liebre y destrozarla.  
Para evitarlo, AL POBRE DIABLO
Para dar voces de alerta Al hombre anclado en la esquina del olvido, al hombre escupido
Al momento en que el coyote por viejos matones de barriada,
Prepara con sigilo su emboscada, Al jubilado de sí mismo, al muchacho humillado que se esconde
Algunos viejos maestros detrás de su acuosa mirada,
Que conocen los conjuros del lenguaje Al que estorba en la fiesta de los audaces, a los que no han tenido
Aconsejan trazar la palabra cerilla, oficio conocido y no podrían balbucir el retrato hablado de su
Rastrillarla en la palabra piedra madre,
Y prender la palabra hoguera para alejarlo. A los que siempre parecen estar en otra parte, al que escapa de
No hay coyote ni chacal, no hay hiena ni jaguar, las miradas cuando lo buscan en el parque como pasto de burlas,
No hay puma ni lobo que no huyan Al confinado al cepo del silencio en la ronda nocturna de los
Cuando el fuego conversa con el aire. sabios, al que tartamudea como una vela encendida,
  Al que está a punto de abrir la puerta de emergencia que conduce
   a un pasadizo de ingreso al otro mundo,
A la oveja negra de la familia que picotea fármacos y grajeas para
PRUEBA DE BALÍSTICA intentar espantar la jauría de sus miedos,
Siendo un muchacho, un corredor de fondo Al sumo sacerdote de la religión de las derrotas, a los
en las pistas del vacío, despreciados por sus espejos, al que prefiere ser prófugo de su
entré a trabajar en el taller de un anarquista. cuerpo antes que ser su propio carcelero,
El viejo maestro estaba decidido a fundir toda clase de estatuas A los que ignoran qué responder cuando preguntan “¿quién anda
para convertirlas en balas por ahí?”, al que “le daban duro con un palo y duro también con
que llenaran la mañana de un olor a café fresco, a pan con una soga”,
municiones. Al que cambiaría el becerro de oro por una charla con parias y
Decía que la estatua de Pío XII tenderos, al aturdido, al turulato, al pestífero que pregunta en
haría buen pertrecho para dispararle al Vaticano, qué lugar queda la vida,
solo para echar a volar sotanas como negros pajarracos. Al incierto cuya sombra cojea más que su cuerpo, a los que han
Contaba que cuando Rimbaud sido más pateados que el balón de una escuela, al sospechoso de
supo que le iban a levantar una estatua, todas las aduanas por su morral lleno de vacío,
dijo que aceptaría si una vez esculpida Al que no logra ser jinete de sí mismo, a los que ejercen el papel
le permitían hacer balas con su efigie de bronce de niños clandestinos y solo juegan cuando no los obligan a
para asediar a los franceses. mendigar,
En lengua franca, añadía el maestro, Al hereje hecho a imagen de nadie, a los abucheados por la
el poeta nos legó su horror a la gloria multitud en un país de dioses abolidos,
y más aún, su horror a la patria. A los que desafinan en el coro, al que suena como el platillo de
Me convenció  una batería que cae en el silencio de un velorio,
de la nobleza de apuntar al Pentágono Al imprudente que no espera a que el flautista de Benarés
con la estatua de Lincoln convertida en cañón duerma la cobra para mirarla a los ojos,
o con proyectiles de la cabellera rizada de George Al hombre de cristal que atraviesa en medio de una pelea entre
Washington. dos bandos de picapedreros,
Se relamía A los desobedientes que quisieran confinar en un rincón del
como el niño que juega a la Armada Imperial en su bañera: museo del olvido, al que nadie espera al regreso de la guerra,
“Borraremos los maniquíes de una estatuaria A los que desalojan de su casa y luego expulsan para siempre de
hueca como el busto operático del Duce, su cuerpo, al espantapájaros burlado por el cuervo,
embaucadora como el caballo de Troya”. Al portavoz de sí mismo que odian los feligreses de todos los
“La estatua de Gutenberg habría que fundirla  partidos, al que conducen a la comisaría mientras grita que la

1
civilización es “puta vieja y desdentada”, Maniquíes
Al que jugó su corazón y se lo ganó la violencia, al que intenta Apenas movidos por el frío cuchillo del
dormir “en la carreta que lo conduce de la cárcel al patíbulo”, Páramo.
Al perseguido que pretende esconderse en el poema de un gitano Ese viento, mi alma es ese viento.
y al gitano que pretende esconderse tras la sombra de un violín, ¿Quién dibuja en mi blusa el mapa del corazón?
Al impulsado a la plaza del escarnio, al asediado por la jauría de ¿Quién traza un centro a la ruta de mi fiebre?
Salieris de parroquia que le ladran a su sombra, La hermana muerta atraviesa el patio:
Al calumniado por los sacristanes de la envidia que lo maldicen Su voz ya pertenece
en la lengua de los muertos, A las construcciones secretas del vacío.
A los que no extienden su sombrero para pedir migajas de                                  Ese viento, mi alma es ese viento.
milagro, a los que están en la mira de los hacedores de villanos en
los diarios y en las redes policiales, La aldea despereza su piel de adormidera,
Al que solo conoce la lengua del silencio, al que llevan al tribunal Filtra una luz en los costados de la plaza
por negarse a vestir el uniforme de la muerte, A una hora en que la ciudad parece viva.
Al que devela la miseria que ocultan los himnos, a los hombres Hablo de su lentitud, de su pasmosa fijeza:
acosados que sospechan que todas las ventanas del mundo están Mientras concluye el gesto de un hombre
a punto de saltar al vacío, Que lleva de la mesa a la boca su pocillo,
A los desplazados y sus muros de aire, al boxeador que cae a la Cruza la eternidad, el mundo cambia de
lona sacudido por un gancho de derecha, Estaciones,
A los locos del pueblo que cruzan enfundados en una capa de Pasan las guerras, hay futuros en fuga
harapos como reyes miserables, Y el hombre no termina el ademán
Al que se niega a escuchar el canto de los vendedores de humo, al Que funde sus labios a la taza de café.
gato escaldado por el carnicero, al caballo espoleado por el
miedo, Todos parecen tocados del embrujo,
Al sin suerte que practica el tiro al blanco y siempre atina en el Acaso miren en su quietud
centro del error, al niño solitario que espía la vida a través de los El pajaro invisible
cerrojos, Que les señala un oculto retratista.
Al aguafiestas. Al que llega tarde a su propio velorio. A los                                              Y de nuevo, el viento.
poetas enjaulados por todos los tiranos
Les dedico esta ronda de palabras sin blasones: algo de ellos
convive sin remedio en mi pellejo.                                      Ese viento, mi alma es ese viento.
 
MONÓLOGO DE JOSÉ ASUNCIÓN SILVA Un disparo más, dirá el vecindario,
A Ricardo Cano Gaviria Un disparo más en las eternas guerras
Del olvido.
La ciudad que me rodea La vida, esa feroz bancarrota.
Y se duplica en los charcos de la lluvia
Tiene un ropaje de sombras.
El viento que viene del páramo de Cruz Verde LA POESÍA DE LO VISUAL
Con su negro levitón nocturno
Rasguña los vitrales de la casa, El brazo del río jamás esgrime espada.
Se cuela en los campanarios,
Golpea
Los dientes de ajo no comen duraznos.
Los aldabones de bronce de La Candelaria.
                                Ese viento, mi alma es ese viento.
El ojo de agua desconoce el monóculo.
Entre cercanos silencios
Resuenan las guerras del país El cuello de botella no porta collares.
Mientras tintinea el quinqué
Con el que alumbro mis confusos libros La oreja del pocillo no escucha a Beethoven.
De comercio.
Ese viento, mi alma es ese viento. Las manecillas del reloj no usan guantes en invierno.
Los corrillos de seres embozados
Murmuran a mi paso. Figuras fijas al paisaje, Los durmientes del ferrocarril no se despiertan a su paso.
Estatuas de nieve a la entrada de una iglesia,

1
Las palmas de las manos no dan dátiles.

La luna de miel no atrae a las moscas.

Las cabezas de los fósforos no tienen aureola, aunque alumbren


como santos.

El lomo del libro no recibe latigazos.

La garganta del desfiladero no teme al mordisco del vampiro.

La silla de brazos no es pródiga en abrazos.

El ojo de la cerradura no duerme de noche.

El ojo de la aguja ni siquiera pestañea.

La luna del espejo no altera sus fases.

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