Cuerpo y Estetica Trosman
Cuerpo y Estetica Trosman
Cuerpo y Estetica Trosman
NORA TROSMAN
“De lo que finalmente se trata siempre es de liberar a la vida allí donde esta cautiva o
al menos intentarlo en un incierto combate ”. Gilles Deleuze
¿Cómo transitar esta línea con sus quiebres, intervalos, silencios y nudos
problemáticos? El tránsito será el cuerpo y su devenir en estos tres cortes a los que
propongo pensar como acontecimiento, el cuerpo como acontecimiento.
¿Cómo algo del orden de tal cercanía y naturalidad puede pensarse desde el
acontecimiento? Respondo que si el acontecimiento es diferencia, emergencia de un
devenir incalculable, marca del exceso en relación al saber, corte y nuevos flujos
temporales, movimiento de heterogeneidades, constitución de un plan de inmanencia,
si ésta es su lógica, encuentro en los tres cortes filosóficos, al cuerpo
desterritorializado de su doble trascendencia, metafísica y cristiana.
¿Un orden geométrico puede ser estético o puede producir movimientos estéticos en
el pensamiento? Spinoza subtituló su Etica: demostrada según un orden geométrico.
Hasta aquí nada nuevo bajo el sol del racionalismo moderno, salvo pensar que el orden
geométrico, es como dice Deleuze, el modo de hacer pasar algo tremendo que
Spinoza había encontrado, una especie de demonio filosófico: la esencia del hombre
no era para él, la razón ni la conciencia ni el espíritu, sino el conatus, deseo y deseo de
cada cosa de perseverar en el ser.
De este modo dispara una bomba al corazón de la modernidad: pensar a partir del
modelo del cuerpo. Y agrega que pensará al hombre como conjunto de líneas, cuerpos
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Una ética violenta y afectiva sólo podía pasar a través de una segunda ética racional y
geométrica.
Siguiendo este trayecto que no preexiste sino que deviene, podemos leer en Spinoza a
la Etica como salida hacia la certidumbre de la creación, tal como la propone Deleuze
en su libro sobre pintura.
Devenir de la efectuación de toda la potencia de obrar, que al mismo tiempo, nos hace
vulnerables hasta el límite de ser arrastrados por esa misma intensidad.
Los ojos muy abiertos y la cabeza destapada, decía el poeta Trakl, al intentar cernir la
experiencia poética desde el cuerpo, “soportar un sacudimiento y un temblor”; zona
propia al acontecimiento, existiendo al borde del vacío y poniendo en riesgo el
lenguaje y los referentes de la realidad.
Nietzsche decía que pensar da mareos, vómitos, naúseas porque se trata para mí, de
pensar con el cuerpo.
Autoafección solitaria, experiencia inaudita cuando abre el flujo del conatus (deseo) en
su más alta intensidad.
Quizás el vocablo griego Kairós nos hable de esa oportunidad que no se puede dejar
pasar, de esa potencia demoníaca en su ritmo y modulación.
2)
Lejos del mito en este caso, Nietzsche, liga el arte a la voluntad de poder a través de la
afirmación del cuerpo en su dimensión creadora de lo bello. Pero este bello se tratará,
muy lejos de todo ideal absoluto, de una especie de tónico, alimento, capaz de curar a
la vida de la enfermedad anémica, enfermedad del platonismo. ¿Cómo? Acrecentando
las fuerzas afirmativas, es decir devolverle al instinto el poder creador que la razón
socrática le arrebató.
¿A dónde vamos por este camino? Dice Nietzsche: No se puede pensar sin un cierto
estado de enardecimiento sexual. Y si como lo es para él, el pensamiento conmueve,
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toca, desorganiza el cuerpo, será este cuerpo entusiasmado el que más certeza tiene
en nosotros.
Cuerpo, en el que el combate entre las fuerzas reactivas, negativas, destructivas por un
lado y las fuerzas activas, afirmativas y creadoras, por el otro, ya fue librado y la
victoria fue la más deseada por la vida. Y es la actividad creadora imperante en las
activas, la que despliega todo su potencial. Así nos dice: “Sólo el arte salva la vida, él es
el gran estimulante de la vida”. (2) Por eso la filía del arte con la voluntad de poder,
constituye la artillería en el combate contra el nihilismo. Heidegger decía que en
Nietzsche, el arte es el contramovimiento frente a la voluntad de negación de la vida.
Al triunfar las fuerzas reactivas que quieren perecer, ya no hay valores ni divinos ni
tampoco humanos, se consuma el cuerpo en su debilidad. Este cuerpo le dice sí a la
negación de la vida, pero este sí es un simulacro de afirmación, no es el Santo decir SI
con mayúscula en su ser dionisíaco.
El arte es un exceso de poder plasmante, formante, una fuerza capaz de armonizar los
contrastes más violentos y por lo tanto y luego, ser capaz de conocerlos, estar frente a
ellos con ojo despejado, “ojo en celo” decía Gauguin. Idea enraizada con el sentido
griego de las palabras teorein y teatron: teoría y teatro, dos lugares para ver, hacer
visible, contemplar conociendo; no se trata nunca de un ver con los ojos como órgano
de los sentidos, desligado de la actividad noética. Tal concepción no existe en el
mundo griego, sí en la perceptio latina más tardía.
Nietzsche es heredero de ese espíritu del ver-conocer, por eso puede pensar al arte,
lejos de la mera fantasía o imaginación, como actividad cognositiva, pero no en el
sentido lógico-discursivo, sino al mostrar otra dimensión: la facultad falsificante, es
decir ficcional, la mentira en sentido extramoral. El problema filosófico se centra
entonces en la relación arte-mentira. Leemos en el prólogo de La gaya ciencia: “Nos ha
fastidiado este mal gusto, querer la verdad a toda costa, esa fascinación de
adolescentes enamorados de la verdad.”
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El arte se torna desde aquí, en una creadora ironía deconstructiva del mundo
verdadero. “Tenemos el arte para no morir a causa de la verdad.”
3)
Tras las huellas de Spinoza y Nietzsche, Deleuze piensa la vida como fuerza de
variación y diferencia y el arte, en tanto línea de fuga predominante, será una
experimentación activa capaz de transformar la realidad dominante, producir una
mutación de los signos y liberar las potencias de todas las formas de captura.
En Spinoza, el camino hacia una libertad ética era el aumento de la potencia de obrar
junto con la alegría y las ideas capaces de reducir el padecimiento y construir un plus
sobre las afecciones.
Será en la dimensión experimental del cuerpo sin órganos (CsO) donde Bacon
encuentra a Artaud y también a Becket. Cuerpo no res extensa, sino de puras
intensidades, liberado de la jerarquía y organización del estrato orgánico, cuerpos que
en la pintura tienen realidad intensiva, no datos representativos sino variaciones
alotrópicas. (texturas, aspectos, modulaciones).
Un orden en el caos, no se trata nunca del caos absoluto, ni de la línea de fuga sin
ningún plano de composición, pero tampoco se trata en el otro extremo, de
trascendencia eterna y máxima organización.
En una cierta cercanía, Jean Luc Nancy piensa al cuerpo como una teckné cuando
puede ser vaciado de sentido, desnudo de significaciones, una excritura, exterioridad
que permite al lenguaje ser cuerpo.
Cuando Artaud dice:”Para acabar con el juicio de Dios, yo os digo: no hay nada más
inútil que un órgano”, (6) se trata mucho más que del órgano, de esa jerarquía y
organización estratificada que es el organismo, es decir un modo de ordenar y codificar
funciones y fines.
El CsO será entonces ese entre la libertad del plano de inmanencia y la captura de los
estratos. Bacon para Deleuze no ha cesado de pintar el CsO, es decir el hecho intensivo
del cuerpo.
Astucia del arte para visibilizar las fisuras y desde allí, las posibles fugas. Trazar esta
línea es propiamente su creación y al trazarla, producir lo real, o sea vida.
Finalmente este cuerpo estético, será capaz de restar, desarmar las capturas,
representaciones, códigos, cuerpo deseante y productivo, de intensidad Cero como
potencia pura, abierta a nuevos flujos. Con Spinoza conatus, con Nietzsche fuerza y
con Deleuze intensidades.
Referencias:
3- Cacciari M. Desde Nietzsche: Tiempo, arte, política. Ed. Biblos Bs. As 1994
5-idem
Valencia 2002