Violines en El Cielo
Violines en El Cielo
Violines en El Cielo
“La parca” tiene diferentes denominaciones; adorada desde su título de “Santa muerte” en una
obstinada relación de favor y desquite; o en un juego en la adoptada lotería con el simple nombre de
“La muerte”, representada así como una calavera que puede hacernos ganar y gritar ¡Lotería!;
pasando por el culto tradicional del recordar y “honrar” a los muertos en un día institucionalizado
en el calendario (mexicano claro) destinado para ella en el “Día de muertos”.
Incluso ser reconocida como la imagen plasmada por Diego Rivera de “La catrina”, hasta ser
motivo de inspiración artística del dolor como en “La llorona”; o en su religiosa, sagrada y pasional
implícita presencia de cada cuaresma con “La dolorosa” donde en su plegaria confluyen esta “vida,
dulzura y esperanza nuestra…a ti clamamos los desterrados hijos de Eva, a ti suspiramos gimiendo
y llorando en este valle de lagrimas”
Y ya modernamente, en estas adoptadas posturas globalizadas como lo son el ser “EMO” para ser
existencial con la muerte; los “Góticos” y un romanticismo incluso puede ser vampiresco hacia una
muerte “sensual”, o los “Cholos” tatuándose lagrimas y calaveras para recordar insistentemente en
el mismo cuerpo (que de por sí ya es mortal) a esta muerte.
¿Este masoquismo tan sagrado hacia la muerte esta incrustado en el mexicano?
Al parecer algo hay de eso, ya que si nos remontamos a lo que se nos dice (¿o persistentemente nos
encaprichamos en decirlo así?) que son “nuestras raíces” podemos observar en la historia
prehispánica un rasgo similar de relación con la muerte, donde este carácter de místico y religioso
adquiere un sentido que atenúa en cierta forma esta violencia de la muerte para verla como
“mágica”:
Venció a sus hermanos, decapitó a su hermana y la arrojó montaña abajo, por lo que su cuerpo
quedó desmembrado por manos de su hermano Huitzilopochtli ; así es como se la representa en un
monolito de cantera descubierto en 1978 en el centro de la ciudad de México.
Coyolxauhqui se convirtió en la luna y los demás guerreros vencidos, en las estrellas.
¿Qué no acaso ahora los Narcos se convierten en estrellas al decapitar y desmembrar cuerpos
humanos?
Para Octavio Paz esta festividad del mexicano y su relación con la muerte se puede observar bien en
su obra El laberinto de la soledad, donde (citando):
“México es un pueblo ritual y el arte de la fiesta se conserva entre nosotros. La fiesta mexicana está
inscrita en la orbita de lo sagrado, pues significa ante todo el advenimiento de lo insólito, ya que la
rigen reglas especiales, privativas en su relación con lo reprimido”
S.Freud nos comenta que la represión (explicado muy psicológica y simplificadamente) sirve para
mantener esta angustia ante la muerte muy a raya, es decir; sabemos que nos vamos a morir, lo que
nos hace diferentes a los animales que ni saben que les espera al final.
Con esta conciencia de sabernos mortales, utilizamos mecanismos que nos alivian ante esta angustia
y por lo tanto podemos recurrir a diferentes recursos. Es decir, en el párrafo anterior refiriendo a
Octavio Paz, el mexicano recurre a la fiesta para reírse de la muerte.
¿Quién no ha experimentado esta risa que calma? Incluso la risa puede causar un llanto, estas
carcajadas placenteras con unas lágrimas que resultan tan similares a las que surgen cuando la pena,
que nos brinda la muerte, se presenta.
La expresión: morirse de risa, puede llegar a ser tan literal; que este límite entre la vida y la muerte
se rompe tornándose realidad. Solo la palabra “muerte” puede globalizar un infinito mundo
descriptivo, incluyente de distintos discursos tanto científicos, filosóficos, místicos, religiosos;
donde al final la última palabra la tiene esa que solo llamamos “La muerte”.
El filósofo Heidegger, hace referencia a esta existencia al tratar de describir la muerte,: “el miedo a
la muerte hace que la existencia caiga en el factor inauténtico, cotidiano. Porque el “se” no permite
pensar en la muerte propia y solo habla de la muerte en la forma impersonal de “se muere”
Dicha razón por la cual podemos remontarnos a la mitología, en un intento de explicar un fenómeno
“fuera de nosotros”, como los griegos; donde la muerte y la vida estaban en dinámica, tres deidades
hermanas con figuras de viejas, de las cuales Cloto hilaba, Láquesis devanaba y Átropos cortaba el
hilo de la vida de los hombres.
Sacamos la muerte de nosotros, es externa; internalizarla causa terror, la proyectamos pero el
cuerpo nos remite a ella. Los tanatólogos lo explican muy bien al colocar a las personas en una
postura donde incluso se juega con el alivio; al jugar (jugar, moverse de lugar junto con el vacío)
con la ilusión, esta vida en el más allá junto con el duelo y el dolor que trae una pérdida.
No podemos evitarla siquiera al nombrarla, pero la muerte tiene un lugar importante. Implica una
formación; donde si bien involucra la cultura, tiene un carácter y explicación individual propio de
cada ser. Como la película Violines en el cielo, los japoneses tratan la muerte en un ritual de
respeto, los mexicanos pueden caricaturizarla pero al final de cuentas ambos la refieren.
El significado es distinto pero para nuestra cultura se presenta hasta en el sublime refranes y dichos:
De golozos y tragones están llenos los panteones o el muerto al pozo y el vivo al gozo.
Y de este gozar hasta en la canción, una relación romántica entre la vida y la muerte(si así se
quiere):
Si porque te quiero quieres, llorona,
quieres que te quiera más
Si ya te he dado la vida, llorona,
¿qué más quieres?, ¿quieres más?