El Combate Cultural
El Combate Cultural
El Combate Cultural
Si, el titulo parece un trabalenguas, pero es fundamental comprender un poco los principios
meta políticos y meta éticos que moldea la sociedad actual.
La cultura colectiva global se basa en ciertos paradigmas que el ser colectivo debe cumplir,
es decir, solo se ES, de acuerdo a los valores dominantes, a medida que acatamos la
cultura colectiva globalizada. Ahora, ¿Qué es la cultura colectiva globalizada?
Primero diremos que “la estructura cultural de cada persona se van construyendo a lo largo
de toda la vida del individuo. Esos “moldes” conceptuales, significados encasillantes,
constituyen una prisión mental dentro de la cual el sujeto vive inserto, moviéndose en un
laberinto de opciones culturales.” Hay que tener en cuenta que el ser humano no es un ente
puramente material, (como alegan las cosmovisiones puramente materialistas entre ellas el
marxismo), sino que posee tres dimensiones; cuerpo, alma y espíritu.
Los antiguos conocían esta triada; la helénica de soma, psyché y mus, la romana de mens,
anima y corpus, la indo-aria de sthüla-, ling- y kârana-çarira, esa es la concepción
tradicionalista, que el modernismo ha pretendido borrar diciendo que solo existe el cuerpo, lo
material, y que solo importa “das Kapital”. Todo lo que es cultural en el ser humano proviene
del alma o la sique como se le conoce comúnmente, esta gobierna sobre el cuerpo, pero a su
vez es gobernada por el espíritu.
Esa humanidad globalizada debe acatar a raja tabla todo lo que emane de la cúspide de la
pirámide, donde los amos, gigantescas corporaciones políticas, económicas y mediáticas, las
cuales son por ejemplo dueñas de: Foro de Sao Paulo, Federal Reserve, Banco Mundial, ONU,
OMC, Wall Street, BBC, CNN, Hollywood, dirigen la forma de pensar y actuar de la humanidad.
Esas “nuevas” formas de pensar se levantan contra todos los Principios o Ideales, los cuales
funcionan como invisibles lazos de unidad entre las personas, son la fe común y la energía
unificadora en comunidad. Estos principios reúnen masas de seres humanos en una unidad
política, religiosa, social, nacional, étnica o de raza. El fin es alterar esos ideales para aniquilar
la capacidad organizativa, de lucha y defensa de la sociedad, acabar con la identidad personal
y nacional, y destruir la independencia y fortaleza del carácter individual, para formar una
humanidad mansa y dominada, incapaz de atreverse a alzar la voz, ni actuar para no ser
condenados por el pensamiento políticamente correcto y ser acusados de “facistas” o “nazis”.
El sistema lo sostiene toda esa gama de agentes de control sicosocial, la enorme infraestructura
de medios a su disposición para manipular al individuo en todos los ámbitos, propiciando la
colectivización cultural, y el sometimiento de toda la humanidad a los valores dictados por ellos
que podrían resumirse como Marxismo cultural y de los cuales tenemos los siguientes:
globalización, progresismo, facilismo, feminismo, hedonismo, libertinaje sexual, populismo,
igualitarismo, indigenismo, consumismo, materialismo histórico, pacifismo, colectivismo,
homosexualismo, drogas libres, ideología de género, fronteras abiertas y toda esa cultura falsa,
antinatural y utópica que niega lo trascendental. Ese debe ser el único pensamiento global y
totalitario, impuesto a través de la corrección política, no es de extrañar que cualquier político
que diga que no se puede ser más políticamente correcto sea acusado diariamente por todo
medio de comunicación global de “nazi”, “racista”, “machista”, “autoritario” y todos los
calificativos con los cuales el sistema pueda manipular las masas para restarle apoyo y hundir
a tal político.
Cabe señalar que así como para el cuerpo una cárcel constituye una prisión, para el alma la
imposición cultural constituye también una prisión. Ambas son usadas para detener y callar al
disidente. Sin embargo, tenemos una ventaja, el tercer elemento que forma al ser humano, el
espíritu no puede ser prisionero sino solo por el propio individuo.
La cultura global se impone sicológicamente sin que el individuo se dé cuenta, esta obliga
al individuo a seguir las pautas del sujeto colectivo planetario, creyendo el individuo que
se es más libre siguiendo inconscientemente sus valores. Pero si el individuo atento
analiza esas ideas y los resultados que se obtienen de aplicarlas, notará que lo que se
llama "progreso", resulta en realidad un retroceso, o sea una forma determinada de la
descomposición moral, espiritual y material de la sociedad y el individuo. Y, no obstante,
cada idea en si misma era "buena, racional, liberal y humanitaria”. Pero los que no, aún se
preguntan “¿Por qué el mundo está como está?”
El segundo paso es utilizar el PRINCIPIO DE AISLACIÓN DEL YO. Esta parte es vital,
mediante la MURALLA SAGRADA el sujeto individual aísla su espiritualidad, o su fuerza de
voluntad, del exterior colectivizante, para no ser absorbido por la “inspiración” y ser devorado
por el Demiurgo.
Una vez aislado el individuo detectamos la mentira esencial del ente, cosa, objeto, o
paradigma.; con la voluntad accionamos la reflexión, que se basa en el REVISIONISMO RE-
ASIGNATIVO. Esto significa encontrar los verdaderos sentidos y las verdaderas significaciones de
todas las cosas, y caer en cuenta que las significaciones culturales son sostenidas por la voluntad
de un sujeto colectivo, enfermo y miope, que llama a lo falso verdadero, a lo malo bueno y
revierte y pervierte el significado real de las cosas.
Una vez el individuo se ha aislado de la conciencia colectiva, puede “escucharse” a sí mismo, lejos
del ruido de fondo que impone la cultura colectiva, detrás de la contaminación psíquica, del
bullicio de los medios masivos, de lo superfluo, de la adicción a la tecnología, de la propaganda,
telenovelas, películas y basura banal que llenan continuamente la mente del individuo globalizado
impidiéndole pensar en sí mismo, desarrollar su conciencia, su identidad propia, sus necesidades.
Aquel que está inmerso ante tanto ruido social no se detiene en pensar en su Yo, vive para el
colectivo, no para sí.
Esta es la diferencia primordial entre ellos y nosotros. Los comunistoides totalmente colectivizados
creyendo ser “revolucionarios” cuando son esclavos, la “oposición” que ni siquiera han
“despertado” y se aferran a paradigmas falsos creyendo que con eso harán algún cambio, y
nosotros que sostenemos como principio el HONOR y la ACCIÓN lo verdaderamente
trascendental, más allá de la palabrería cultural que tanto le gustan a los políticos.
J.J Fernández