Reflexiones Sobre El Dibujo

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Itzel Beltrán Orozco | 2020

Reflexiones sobre el dibujo


La formación visual es un proceso que se germina desde la condición más infante,
personalmente me he aproximado a éste con una significante inquietud, que
eventualmente ha desarrollado múltiples aptitudes personales. A pesar de las diversas
áreas de mi interés, el dibujo se ha aferrado a mis más íntimas necesidades expresivas
durante la práctica de su lenguaje, lenguaje que me ha permitido entender vicisitudes
de la construcción de mi realidad, tanto así, que a lo largo de sus prácticas podría
fungir como una biografía, que lejos de enlistar hechos fehacientes, expone un estado,
una actitud hacia mi vivir, y que ha sido analizada en esa retrospectiva hasta este
hecho reflexivo de la escritura.

Para éste fin, me haría la dicha partir desde un punto de ruptura, en una línea que
transforma significativamente mi hecho de dibujar en importantes aspectos, –el qué,
porqué, para qué y sobre todo el cómo del dibujar– en un (re)planteamiento de mi
aprendizaje dibujístico desde el hecho en sí.

Es entonces que a partir de mi primera clase de dibujo con modelo –refiriéndome a una
clase convencionalmente académica, que consiste en realizar prácticas con objetivos
específicos a partir de un modelo al desnudo– donde me sumergí en una experiencia
realmente desconocida, –con ello no motivo dar a entender que nunca había dibujado
del natural, pues de hecho no era así– sin embargo, adjudico al desnudo la significativa
presencia del motivo, su naturalidad, su libertad y su entrega con la que fui bañada en
ese espacio, además de la canalización de ciertas intenciones al representar, la causa
por la cual se replantearon ideas en la ejecución del dibujo. En este acercamiento, mi
pudor y mi deseo estaban en gran disputa, el hecho era uno y mis conflictos internos
eran todos los prejuicios aprehendidos para la adolescente de ese momento, desde la
censura del cuerpo hasta la pretensión del dibujo. En ese fresco recuerdo, tengo la
certeza de haber disfrutado inigualablemente los obstáculos que, sin piedad, se
presentaron ante mí, pues al paso de las prácticas, venían de manera paralela a mi
pensar cuestionamientos que difícilmente habrían llegado con mis métodos precarios
que, acostumbrada, solía trabajar. ¿De dónde parto? ¿A dónde voy? ¿Por dónde
camino? ¿Qué me interesa del modelo? ¿Por qué me interesa? ¿Cuál es mi ‘manera’
de dibujarlo? ¿Tengo una ‘manera’? ¿Cómo hago un apunte? ¿Sé qué es un apunte?
¿Cómo capto la forma? ¿Qué es la forma? ¿Qué es la estructura? ¿Qué es esta línea?
¿A qué corresponde del modelo? ¿Qué hago con el modelo? ¿Qué se supone que
debería hacer y cómo? Claro que algunos términos no los tenía presentes de tal
manera, pero me permito transcribirlos a dichos conceptos, al final –quiero decir al
paso de al menos un mes– las ideas que precedían mi dibujo ya habían sido
desplazadas por lo evidenciado, claramente todavía no comprendido en su totalidad,
pero sin la mínima aflicción por ello, ésto había alimentado mi hambre, mi sed, la ansia,
la ambición de las posibilidades del dibujo, a la par con la pintura, considerablemente
este hecho regó mi ímpetu de continuar en la búsqueda de nuevas propuestas, pues
vagando en algunos lugares había sido decepcionada con la cátedra de algunos
académicos.

En cada lección me volví una niña, aquella que se perdía dibujando, perdida en sus
pasteles y pocos más materiales, sin escuchar ni el más cercano susurro, y la nula
intención de hacerlo, cada minuto estaba predicado sagrado, y conmemoraba aquello
en el modelo y el papel, sin más, preguntándome en cada momento que estaba
saliendo mal, –sin entender del todo lo que se buscaba– y que no me permitiría mucho
más tiempo en corregirlo, no tardé en pretender demasiado, persiguiendo concebir la
línea, la mancha, perderme en los cuerpos, en el espacio, buscando jugar con las
provisiones que me daba esa totalidad, toda una articulación con la que yo nunca había
formalizado, cegada por una cierta imagen del dibujo –y del arte– que me había
rodeado en los medios digitales, y de la cual ciertamente me sentía insatisfecha. Éste
proceso no fue como la epifanía mística o divina ni cercano, refiero en todo caso que a
partir de la experiencia in situ y el complejo y exigente proceso alla prima del dibujo,
mis intenciones expresivas tomaron un eje más veraz y honesto con el que pude
entenderme más libre y más dichosa, pues había limitado mis ideales a un arte somero
e insustancial, que tenía como objetivo destacado la verosimilitud de la imagen,
específicamente, a la mímesis1, obstinada a la perfección –extrapolada a todos los
aspectos de mí misma–. Esta fidelidad me parecía un reto a seguir, en ese momento
fungía como un sendero vertiginoso que valía para mis ciertas exigencias de
pertenencia colectiva, o sociales, de la que todavía no entendía mucho y ciegamente
me fiaba.

Como cualquier niño o niña, el dibujo surge como un lenguaje universal, como una
necesidad de relación, individuo-realidad, –en muchos otros aspectos y con muchos
matices– camino que apropié y que tomaba parte importante de mis conocimientos de
pequeña, no en una exigente complejidad intelectual, sino en una estrecha y natural
relación sensible, que me permitía ser libre y manifestar mi visión respecto a cualquier
motivo. Sin embargo, la sistematización del aprendizaje y el adoctrinamiento que surge
de la familia y posteriormente de una escuela, colegio o academia, merma esta libertad
en algún punto, haciéndonos creer que la correcta o incorrecta formulación del dibujo
recae en un resultado estético–además de un obsoleto entendimiento del concepto
estético–, que limitan a este proceso en resultados preconcebidos, en ideas
generalizadas y colectivamente aceptadas, así en un punto de mi pubertad destine esa
voz personal a dicho juicio.

Como ya lo mencionaba, si bien la marcha de cada uno de los dibujos con ésta
finalidad mimética me permitía aprender algo y me era valioso, llegaba sin más remedio
detenida en un punto de condena, donde el camino era desdichado, solo esperando a
obtener ‘exactamente’ el motivo ‘real’, ahí donde todo perdía sentido y se añoraba esa
primera relación de niñez en lo que consideraba como mi búsqueda más desinteresada
y que percibía en el ahora escasa. Al abandonar y rechazar ese concepto colectivo del
1
Mímesis o mimesis es un concepto estético. A partir de Aristóteles, se denomina así a la imitación de
la naturaleza como fin esencial del arte. Se deriva del griego μίμησις [mímesis], y puede también
traducirse como 'imitación'.
dibujo, me permití explorar mis afinidades con el arte y cuestionar decisivamente mi
conocimiento en la pintura y el dibujo. Llegando a lugares donde esperaba
ingenuamente respuestas más satisfactorias para: ¿Qué es la pintura? y ¿Qué es el
dibujo?, pero sorprendida por la mediocridad de gente del medio solo algunos
callejones se aparecían para cuestionarme más de lo que estaba buscando, hasta el
momento de enfrentarme al modelo.

Todo este tiraje de conflictos no aspiro entrañarlos como hechos anecdóticos, procuro
reafirmar que existe una puntual intención de encontrar algo, algo que no tenía huellas
exactas de encontrar, algo que en alguna forma desconocía, pero tenía la certeza de
su existencia, la relación con los materiales y el poco bagaje que había adquirido me lo
señalaban vagamente, poseía una cierta fé a mis dudas, necesarias y firmes, y
convencida de su nula trivialidad arribé en un momento de verdadera indagación, la
nueva formulación expuesta de la forma en el papel, significaban ya dificultades, y eso
me mantenía alerta, resolviendo e interpretando, volviendo a mí una dinámica de
diálogo –olvidando un mecanismo o un objetivo totalmente cerrado, riguroso e
inequívoco– se volvía un juego, en el mejor sentido de la palabra, una aprehensión con
la desnudez, que te obligaba a adorarla, y tomar pretexto para que impregnada en sus
formas yo analizara, y tratase de registrar aquello con cierto objetivo además de la
simple traducción literal al soporte.

En primera instancia estos continuos enfrentamientos sembraron potenciales semillas


en mi marcha por aquellos objetivos que apenas vislumbraba, me habían demostrado
no estar tan errada en cuanto al arte me refería, que había un extenso porvenir
histórico, filosófico y plástico que era menester reconocer y decidida buscaba
esclarecer. Durante dicho proceso el dibujo evolucionaba y eventualmente me hacía
entender qué es lo importante de rescatar en el dibujo, no aspirar solo a la realidad, a
lo que ya está dicho, al contrario, a decir lo que aún no está sobre la mesa, algo ya
mencionado en esa referencia pero no en la manera, ni el por qué ni con la intención
que es valiosa para cada uno de nosotros, con esta nueva idea el trabajo es arduo,
pues entender qué es aquello que uno busca decir, no es ni de cerca una tarea
sencilla, orillándome a buscar mis intenciones desde todas mis afinidades y por qué
para mí es importante hacerlo en el acto de crear, y consecuentemente en la creación
plástica.

Aquí cobra importancia esta insistencia mía con el arte, retomando que a mi
consideración el ser humano está condenado a su propia consciencia y en la búsqueda
de una razón a sí misma y a la verdad, la carencia de un significado a nuestras
potencias nos es inadmisible, es cuando en esa zozobra la creación nos ha permitido
darnos un lugar en esta realidad que concebimos. La creación nos admite
posicionarnos en el mundo, no solo deja malear la materia existente, ella nos habilita
para reformar nuestra realidad, decidir y actuar, por y para cada uno.

Por supuesto que en mi búsqueda consciente –hasta lo que ello podría significar en
ese momento– de entreverme como persona, individuo, humano y mujer en esa etapa
de mi vida, requería un desarrollo personal de mí misma, hallando en la obra plástica
una posibilidad de manifestarme y posteriormente desarrollarme. Desarrollo plástico
que se había planteado desde que tengo memoria, pero que no había tomado presente
hasta comprometerme con dicha área y reclamarme estar intencionada y profundizada.

La intención se origina en la experiencia interna del ser. La intención determina el acto


de crear2. En la búsqueda de un lenguaje íntimo y asimismo universal, el Arte se
muestra como una necesidad humana por acaparar un conjunto de sensaciones,
emociones e ideas que buscan ser engullidas por la otredad o simplemente ser
despojadas de su autor en una catarsis de conflictos que nos son propios, es éste
propósito intrínseco de ser. Cuando el artista se lanza a la aventura de la creación
procura dar forma a una energía -sentimiento- que vibra en él, pero que reclama salir
de él3. López Chuhurra lo explicaría como todo lo que es él –artista– en ese momento,
y deja de ser al concretarse en la obra (Estética de los elementos plásticos, 1971),
dejando que la obra sea y a la vez nos permita ser. Como sea que pueda estar
entendida la creación, ésta nace de una necesidad que se intenciona para poder
satisfacer las conjeturas de nuestra existencia, y en esa complejidad nos aproxima en
un transcurrir de circunstancias que nos prueban, nos retan y nos obligan a responder
con asertividad acerca de nuestro mundo. Como gestor creativo –no solo en las artes
visuales o en el Arte– el dibujo ha sido base de conocimiento, progenitor y ascendencia
del lenguaje visual, plástico y gráfico, que en la tarea de su verbalización es…

Una catarsis de conceptos establecidos…

…que no son natos y arraigados sin haber sido anteriormente cuestionados,


simplemente digeridos, o mejor dicho tragados, pero que para devolverlos en el acto
creativo necesitan ser apropiados: …El motor que nos impulsa a seguir hablando o
produciendo obras es la esperanza de poder coincidir algún día nuestra expresión con
nuestra sensación […]4. Ahí, donde es fácil exasperar por las angustias de la
presencia humana, el dibujo dirige un propósito a aquél sentir en la creación misma, un
objetivo a estas facultades sensibles y racionales que parecen solo atacarnos
desmesuradamente y acomplejarnos con la conciencia que con ellas cargamos, para
ello el dibujo se presenta como eje de asociación y resolución, que significa y de alguna
manera expía en el lenguaje visual. Someterse a imágenes que no pueden ser
deducidas sino descubiertas5. Estas visiones que nos impone la realidad nos
persuaden para capturarlas, legitimarlas nuestras en el ejercicio de una locución
plástica, donde las cosas dejan de ser lo que parecen ser y son a partir de la nueva
mirada, del volver a ver, no de la imposición de la razón, el concepto o noción mental
del mundo material, que en su designio contempla, indagan y reivindican a la imagen.

2
v. La intención en La estructura y el objeto. (Ensayos, experiencias y aproximaciones). Pirson, Jean
Francois. Barcelona. Promociones y Publicaciones Universitarias.1988
3
Ibíd. p. 27
4
v. Cohen, Eduardo. Hacia un Arte Existencial. Reflexiones de un pintor expresionista. ANTHROPOS.
México. 2004. p.24
5
Gómez Molina, Juan José. Las lecciones del dibujo. CÁTEDRA. Madrid, España. 3ra Edición. 2003.
p.50.
En dicho camino el dibujo presenta un ejercicio de traducción –nunca literal– acuerdo a
ciertas finalidades. En la materialización, mi mirada se portaba como un transeúnte del
espacio, como unas curiosas manos que cazaban la forma, como una radiografía que
precisara cada estructura, y todo ello descifraba una sombra más, aquello que estaba
ahí siempre pero que no se había hecho evidente en mi bagaje visual, aquello
enunciado donde mi alfabeto no lograba explicar: el dibujo me permitía volver a ver, de
hecho, me exigía volver a ver. Dibujar es, más a menudo, establecer esas relaciones
no evidentes entre las cosas6, representa el develar forma, materia, color, dar paso
aquello que entra desapercibido por una idea, en eso que aseguramos conocer, pero el
dibujo nos cuestiona, recrea cualquier escenario, y nos enseña lo anónimo.

En ese (re)planteamiento se descubre un entorno y se expone un ser íntimo y


pensante, presente en su espacio y su contexto, que busca decir y busca crear,
identificado por su inmensidad y su inmersiva presencia, el contorno de los objetos
empieza a tornarse difuso, ¿cuál es el verdadero conflicto entra las formas?, con el
trabajo uno entiende que no es el mero límite material, es la distancia, la luz, la forma,
la textura, su masa, su inercia, su movimiento, se deja muy atrás el perímetro figura-
fondo, y se reconoce la totalidad donde es menester entender que lo único que será
documentado son los elementos formales del dibujo. La mente se encuentra detrás del
ojo, traduciendo esas imágenes en conocimiento 7. Empezamos a entender que aquello
dibujado como cuerpo, no es un cuerpo, es línea, es mancha, es gesto, y su coherencia
y pertinencia con la figura recae en la perfecta cognición del funcionamiento y
estructura de dicho cuerpo. El color deja de ser un mero concepto físico, un efecto
óptico, para personificar la esencia de la luz, como elemento sensible, como elemento
simbólico, como creador de espacios8, la forma se modela en el matiz y la transición y
nos demuestra que el dibujo valora ese tinte.

La línea estructura, la línea corre, camina y funda, la línea reconoce que el dibujo no es
la forma, es la manera de ver la forma 9, y en esa comprensión el creador que se vuelve
dibujante debe acatar la pertinencia de cada intención en el soporte, debe saber cómo
modelar y figurar el motivo respetando sus particularidades y con ello su
funcionamiento. Es más que nunca, un proceso reflexivo complejo por lo que, el que lo
realiza, debe saber gesticular, estructurar, describir y representar al mismo tiempo. 10 No
es una serie de eventos fortuitos, es conocer para dar a entender, de lo contrario
expondríamos aquello que carece de sustancia, y con ello de mensaje. Dibujar
corresponde a pensar11, qué se tiene y qué se necesita para el propósito de dibujar,
dibujar es fundamentalmente re-presentar, volver a hacer presente, visible, aquello de
lo que habla el dibujo12, porque el dibujo manifiesta, revela y divulga un conocimiento
extirpado de la experiencia del dibujante.

6
v. Ibíd., p.138
7
Principio de René Descartes, que escribió 40 años después de Kepler y poco antes de Hobbes. En
¿Qué es es la Pintura? De Julian Bell. GALAXIA GUTENBERG. 2001.
8
v. cap. El Color en Estética de los elementos plásticos. López Chuhurra, Osvaldo. 1971
9
Ibíd., Cap. La línea. p. 43
10
Gómez Molina. Op. Cit., p.138
11
decía Bruce Nauman. Ibíd., p. 44
12
Ibíd., p. 49
En ese propósito de derrocar la supremacía de la razón –razón entendida
occidentalmente como única forma legítima de conocimiento– e instaurar la pertinencia
sensible en nuestra investigación como humanos, la expresión plástica recita su
aportación desde la perspectiva elocuente y natural que logran ampliar las
posibilidades del ser humano para entender su condición y naturaleza. No se trata
únicamente de saber de qué modo el cuerpo deja de servir obedientemente a la idea,
sino, sobre todo, de qué manera el cuerpo puede empezar a imponer condiciones a la
razón […] Poner en duda cualesquiera de nuestras creencias es poner en crisis
nuestra entera concepción del mundo13, y en esa crisis impedir el pensamiento
sedentario, a la solución acomodada, establecida o banalizada a los conflictos y
enigmáticas humanas. El dibujo es el campo del conocimiento, el que lleva al artista,
cuando está en ese territorio, a situarse en un plano de reflexión diferente 14, en ese
plano inhóspito el ser creativo genera un vínculo específico, desde su contexto, su
lucidez y su bagaje que lo han determinado, pero más importante desde su decisión,
no basta con reconocer la intención humana que se siembra de lo más interno, es
necesario aprehender esa intención y volverla acto, causarla en ese arrojo de
intencionalidad, y dar por hecho que el dibujo significa valor, el valor de actuar. Cuando
se es consciente y responsable de su causa y de su acto, el dibujante está dispuesto,
enteramente entregado a proponer –de lo que es ahora su individualidad– porque el
dibujo fungió como…

Un proceso de individuación15…

…donde nuestro ente, no deja de enfrentarse al cuestionamiento: La conciencia de


nuestra finitud es lo que da sentido a nuestros actos: saberse mortal es obligarse a
elegir nuestras prioridades16, en este precipitado paso del existir, nos sabemos
incapaces de acaparar en su totalidad nuestras aspiraciones, en ello el decidir y
jerarquizar será un ejercicio juicioso que nos forme una identidad, nos discierna del
conjunto, que nos cualifique como personas, y que ello nos alinea a un porvenir más
adecuado a aquellos caracteres que no son propios. Como proceso de reivindicación y
disposición, el acto de dibujar se conjunta de una consecuente toma de decisiones,
decisiones que reclaman una responsabilidad, consciencia y seguridad, secuencia
compleja y arriesgada que nunca disminuye su demanda, muy por el contrario, cada
vez amenaza con derribar cualquier intento preconcebido o mecánico de resolver sus
exigencias, pues no basta con haber resuelto de manera exitosa una vez la forma o la
luz, se trata de una competencia sempiterna, contra sí mismo a partir del dibujo, con
los obstáculos propios, con nuestras imposibilidades y los límites inherentes de la

13
v. Cohen, Eduardo. Op. cit., Cap., El cuerpo y la ideología.
14
Gómez Molina. Op. Cit., p.138
15
Individuación (es definido desde la psicología analítica de Carl Gustav Jung como «aquel proceso que
engendra un individuo psicológico, es decir, una unidad aparte, indivisible, un Todo»): Individuación
significa llegar a ser un individuo y, en cuanto por individualidad entendemos nuestra peculiaridad más
interna, última e incomparable, llegar a ser uno Mismo. Por ello se podría traducir individuación también
por mismación o autorrealización.
16
Cohen, Eduardo. Op. cit., p.37
condición humana. Desde entonces, el dibujo deja siempre al dibujante descubierto 17,
porque es reflejo de su aptitud y evidencia de su ineptitud, que es materializado en su
rigidez o en su soltura, su libertad o en su aprehensión, pues con qué derecho procura
declararse uno con ciertas etiquetas si no es a través de la acción, del hecho de sus
congruencias. ¿Cómo plantear una forma de la que no tenemos certeza de su lugar?
¿De su luz? ¿De su ritmo? Y más aún si no tenemos la certeza de estarlo viendo, de
ser uno mismo el que lo ve y no el otro, a través de la propia perspectiva y no de la que
nos es ajena e incierta (más incierta). En la pronunciación del dibujo debemos tener
suficiente asertividad de cualesquiera intereses, saber lo que decimos, porqué y para
qué, y además tener alguna certeza que sostenga la existencia y presencia de la
materialización del dibujo, es decir una coherencia de crear dibujo y no otra cosa, de lo
contrario, el dibujo se cae, o mejor dicho, en ese hecho vago, soso y banal el dibujo no
existe.

La imagen es ante todo una forma simbólica de conocimiento. Para poder llegar al
conocimiento profundo de una representación visual hay que pasar del lenguaje visual
al mensaje visual, hay que aceptar la idea de que una imagen es una estructura que
transmite un conocimiento determinado hecho por alguien por algún motivo18. Ese
alguien no puede ser otro que sí mismo, la certeza de su razón, y el motivo ningún otro
que la intención unipersonal, que vierte su conocimiento en el elemento significante
cualesquiera del dibujo, no persiguiendo aspiraciones ajenas a sí mismo, como para
Giacometti sería:

La realidad para mí nunca ha sido un pretexto para crear obras de arte,


sino el arte un medio necesario para darme un poco más de cuenta de lo
que veo. […] Dicho esto, sé que me es completamente imposible modelar,
pintar y dibujar una cabeza, por ejemplo, tal y como la veo, y sin embargo
es lo único que intento hacer […] mi éxito estará siempre por debajo de mi
fracaso, o tal vez el éxito siempre igualará el fracaso. 19

Así como Giacometti varios artistas se involucran en este devenir del dibujo, en el
proceso de encontrarse en la obra, y consecuentemente en su existencia. Que significa
el motivo, pero inherentemente e incluso más primordial, significan al mismo
individuo, que dio y quito de sí mismo para dar lugar a la obra, en este caso al dibujo.

Esa parte de sí como dádiva se vuelve un vestigio, esto que soy yo y nadie más que mi
ser pudo hacer, está en un vínculo con los otros individuos que lograron dar y proponer
en su desinteresada purga, pero no solo la expulsión, si no la concatenación de un
diálogo coherente al tiempo-espacio que le pertenece, “…el dibujo incluye todos los
dibujos que le han dado origen…” 20, no es gratuito la idea del dibujo en el tiempo
propio, se es uno –y he logrado ser yo de alguna manera gracias a dicho proceso–
pero también es gracias al otro y al pasado, el dibujo permite ese hilo del individuo que
17
Gómez Molina. Op. Cit., p.185
18
Acaso, María. El lenguaje visual. Paidós. Barcelona. 2009
19
v.¨Me pregunta usted cuáles son mis intenciones plásticas…¨ en Escritos. Alberto Giacometti. Editorial
Síntesis. Madrid. 2007. p. 141
20
Gómez Molina. Op. Cit., p.138
no es solo sí mismo material, cuerpo, sino su espacio, su historia, su bagaje y su
contexto. Así dándole pie al pasado y al presente de dialogar, para posteriormente
presentarse como…

Un proyecto para visualizar objetivos…

…pues para el equilibrio y cohesión de la significación es menester precisar la


ejecución de un proceso, ya que estando más claro en la praxis todo el devenir
catártico del dibujo, se entrevé un desarrollo, una perseverancia que se debe mantener
en las constantes crisis que depara la cuestión. Entonces, partimos de entender la
materialización plástica para enraizar le verdadera investigación, la concertación del
transcurso de la sensibilización que hemos germinado y que exige crecer, para ello se
va a conjuntar una serie de estrategias y metodologías que ayuden en el discurso
textual que cohesione en una dialéctica artística.

Es necesario hilar todos nuestros hechos al proceso creativo, al discurso plástico y a la


investigación, crear una sintaxis que nos permita crear una totalidad según el
aprendizaje y el descubrimiento que el dibujo nos permite de la realidad. Dibujar es
precisar una idea. El dibujo es la expresión del sentimiento. Por medio del dibujo, los
sentimientos, y el alma del pintor pasan sin dificultad al espíritu del espectador. Una
obra sin dibujo es una casa sin armazón (Howe, 1949).

En ese entendido, la búsqueda de una verdad nos exige y nos demanda extrapolar el
dibujo a todos los ámbitos, de manera que la disciplina no cultive un conocimiento
aislado, sino que pueda ser llevado a otros canales, sin dejar de ser dibujo,
persiguiendo una analogía de un mundo que concebimos tal vez exterior con nuestra
intimidad pensante, especulando en el dibujo como una unidad, unidad con sí mismo,
porque la creación es siempre proceso, nunca resultado final21, éste depende
enteramente de nuestra insistencia para consigo, su determinación asumida como una
meta, y como tal se esté comprometido a cumplir.

Históricamente el dibujo ha fungido como un boceto, como una simulación, algo que
prepara la ‘obra acabada’, en la modernidad dejo de ser ello para independizar su
aportación como una totalidad ya en sí misma, y ello me parece más pertinente siendo
éste el estudio de los motivos, el armazón de una construcción conceptual, plástica,
etc., es el vínculo que nos permite verbalizar gráficamente el proyecto, nuestro
proyecto.

En ese entendido, el dibujo como proyecto nos forja una mirada no común, nos vuelve
espectadores complejos, seres primordialmente visuales que entiendan todo en un velo
dibujístico, María Acaso lo denominaría como ’pre-visión’: ver con lo que sabes, es
decir: hacer una selección significativa y priorizar elementos para lograr dar forma a un
conjunto –que parece inconexo en un principio– inconexo de perfiles, masas, luces a
través del significado, dándole un orden y estructura creando interpretación. Crear y
posteriormente tener una mirada inteligente que nos acompañe en todo trayecto y en
21
López Chuhurra. Op. Cit., cap. Materia.
cualquier ámbito, anexando coherentemente la tesis que podemos estar sosteniendo.
Que el dibujo funja como significante de nuestro significado ver y reconocer por medio
del lenguaje […] ante un alfabeto parece no quedar duda sobre la necesidad de
descubrir su significado para poder recordar y releer las formas. La elección marcada
por propósito o meta sintetizan y crean una realidad. Amplían la expresión formal 22.
Riega su propósito a lo más recóndito de nuestras vivencias, a los callejones de
nuestros pensamientos y a la perspectiva de nuestro porvenir, no es solo una
trascripción de una idea, imagen o sensación, el dibujo es…

Significante de idea, percepción y emoción…

…y a partir de la concreción de dicho proceso, se desarrollaría un criterio ya


encontrado como particular, o con cierta afinidad me devela la constancia de un motivo,
de una preocupación identificada connatural e intrínseca que me ha develado el trabajo
con el tiempo, que sin haberlo premeditado seguía una línea por la cual entenderme en
el género del retrato, allegada con la facción del individuo creaba una inquietud con el
ser humano, aún no a escalas conceptuales significativas, pero si sensibles y anímicas,
puede ser muy claro, pues psicológicamente es directa la asociación, empatía y
reconocimiento de las emociones humanas a través de nuestros gestos. Sin embargo,
ello se tornó consecuentemente más profundo con el motivo del desnudo, al que me
había aproximado con decoro, con una cierta castidad arraigada y que me impedía
entenderme con y como cuerpo.

En la partida del dibujo con modelo notaba perdido el morbo, el escrúpulo y el prejuicio,
obtenía en ello un exhorto al humano para revelarse encantado de su corporeidad, no
pulcra ni tallada por el mito, sino siendo explícita y nativa, y en esa añoranza de libertad
podemos encontrar en la desnudez un pretexto que nos ensueñe desenlazados de un
contexto restrictivo, en dicha sensación me persuadía la estructura que se figuraba en
la carne, pues tendido en la tarima el cuerpo se tornaba un lugar expuesto, entregado o
incluso arrojado al espectador, no es por menos que el despojarnos del ropaje –como
puntualmente lo decía Lucian Freud– nos hace sentir deleznables, vulnerados e
inseguros, esta posición me conducía a un interés que trataba de indagar –intereses
que ya había tenido presentes, pues mi afinidad por la danza que justamente me
recalcaba mi ambición por la forma del cuerpo, sus confines y su fragilidad, tenía como
punto focal ver sus posibilidades, sus límites carnales– me ataba en la minuciosa
mirada analítica, en el recorrido visual del cuerpo que pronto encarnaría mi
preocupación de forma escarificadora.

Es entonces que las ideas se asemejan a la praxis del dibujo, donde el recorrido del
cuerpo toma un rumbo, tocar, desarrollar el ‘tacto’ del dibujo para el dibujo23, hacer
presente una experiencia para poder dar cuerpo y forma al dibujo.

22
v. En Inclusión del proyecto y la intención en la percepción de la forma y la materia. Forma y Materia.
En El lenguaje visual de María Acaso.
23
Véase. Viendo con ojo del pintor en El ojo del pintor y los elementos de la belleza. Loomis, Andrew
(1983). Buenos Aires: Hachette
Eventualmente la premisa que pretendía se tornaría más coherente y daría pie a una
conversación con la idea de que el dibujo tiene una confinidad con el sentido que me
interesa, el tacto. Nuestra comprensión de lo que vemos se basa en gran medida en el
tacto24, no es coincidencia que este sentido configurado como una relación, que me
cuesta expresar de otra manera que no sea carnal, este vinculada innevitablemente
como referencia para hacer dibujo, esos ejercicios que nos dejan ver el volumen, la
masa, el peso, la textura, la cualidad e indudablemente la forma son entendidos gracias
a este sentido, de no tenerlo, la vista no nos sería tan satisfactoria para significarlo.
Déjate guiar más por el sentido del tacto que por la vista 25, sin la intención de desdeñar
la vista, la comprensión de ciertos motivos recaen en la interpretación más precisa en
otros términos, como querer entender el sonido con la vista, sería muy absurdo y
disonante, esa es la pertinencia que encontré en el recorrido del cuerpo que yo hacía
con la figura, y Nicolaides me haría sentir menos abandonada en ese sentido, pues el
precisa; desarrolla la absoluta convicción de que tú estás tocando el modelo 26. En ese
sentido entender con el proceso este vínculo –que podría parecer para algunos hasta
axiomático– me ayudo a concretar esa relación acerca del binomio significado-
significante, que se complejizará inevitablemente en la investigación, el desarrollo y el
progreso del dibujo.

Vaya pues no sólo ha sido pertinente el tacto, lo ha sido el sonido, el gusto, y el olfato,
con ello la percepción de nuestros sentidos se amplía –porque para entender una razón
necesitamos comprender las propias razones de éste– la percepción de espacio,
tiempo, peso, longitud, etcétera, significar conlleva conocer para traducir e interpretar:
Tú debes dibujar, no lo que estás pensando sobre lo que ves, ni siquiera lo que ello
es, sino lo que ello está haciendo. Siente como la figura se levanta o cae, empuja
adelante o tira para volver allí. 27 La acción, la esencia, el movimiento, su masa, la
infinita posibilidad de significar desde el motivo, con el motivo, para aportar al motivo,
Como dice un antiguo proverbio chino: Cuando dibujamos un árbol, debemos sentir que
poco a poco vamos creciendo– pues finalmente no deploro anhelar la realidad, pero
creo que ver el dibujo solo como eso, le resta todo lo que es per se, es decir, no
pretender que el dibujo sea la realidad, sino que sea dibujo, que significa la realidad, y
en ese objetivo, la transforma en su lenguaje.

Esa ruptura de límites me entredijo muchas cuestiones, las referencias me dieron pie a
darme la libertad de hacer dibujo para el dibujo, y disfrutar en sus condiciones, de

24
El Sentido del Tacto …El simple hecho de ver, por lo tanto, no es suficiente. Es necesario tener un
contacto fresco, vivo, físico con el objeto que dibuje a través de los sentidos tanto como sea posible - y,
especialmente, a través del sentido del tacto. Contorno y Pose en La forma natural de dibujar: Plan de
trabajo para estudiantes de Artes. Nicolaides, Kimon. FAD UNAM. 2014 p.22
25
Ejercicio: Coloca la punta de tu lápiz en el papel. Imagina que la punta de tu lápiz está tocando el
modelo en lugar del papel. Sin quitar los ojos del modelo, espera hasta que estés convencido de que el
lápiz está tocando ese punto en el modelo sobre el que tus ojos están fijados… Ibíd. p.23
26
véase en Cap. Dibujo de Matisse. Ibíd. pp.25-27
27
Tú debes sentir que estás haciendo lo mismo que el modelo. Si el modelo se para o empuja, tú debes
sentir que tus propios músculos también se paran, empujan o relajan. Si tú no respondes en la manera
que el modelo lo está haciendo, tú no podrás comprender lo que tú ves. Si tú no sientes como el modelo
siente, tú sólo dibujarás un mapa o plano.  en Cap. Dibujo de gesto. Ibíd. Pp.31-33
buscar en realidad una meta de creación, permitiéndome creerme capaz de ser, de
encontrarme en el mundo y con ello tener intenciones, preocupaciones y sobre todo
aportaciones a mi realidad, que crear no es un acto mágico, es un proceso arduo, pero
que te hace más dichoso por entender, asimilar y decidir. El dibujo te hace tú porque te
crea capaz de darle un sentido a cualquier pretexto, motivo o inquietud, a grandes
rasgos al mundo, a mi existir. Tendida en la mirada acongojada el dibujo sirvió como…

Un rastro, testigo y registro personal …

…en el que no hubo aspecto alguno de mí que haya dejado pasar el proceso dibujístico
sin pena ni gloria, como ya lo he manifestado, el enfrentamiento que éste me desafía
con mi presente, mi pasado y mi porvenir, ha significado –en el mejor de los casos–
una ruptura importante de los arquetipos construidos a lo largo de mi educación –que
ha designado, intencionadamente o no, una ventana que deja a la vista un panorama
preciso, que así como ilumina descriptivamente una realidad predispuesta, nos vuelve
insensibles a muchos matices y que además oculta, corta u omite algunas más de sus
visiones, de manera literal, nos dicta de alguna manera que debemos ver y cómo
formamos un criterio frente a lo revelado– el dibujo no obliga, mucho menos impone el
qué, tal vez sugiere el cómo, pero implica seguir en el penoso intento de sentirnos
menos afligidos en nuestra ignorancia acerca de la propia verdad, es así como el dibujo
se ha comportado como un mentor, me ha dispuesto como aprendiz, porque el
auténtico dibujo no está en el ‘dibujo final’, sino en la ‘estrategia’ que ‘dibuja’ la malla
que articula, los estratos de ‘dibujos’ que componen el proyecto. Una acción que
permite mantener la individualidad de cada uno de ellos, como un sistema
contradictorio de posibles reconstrucciones, y como la clave de una reflexión
diferenciada sobre la identidad de lo representado 28, porque en una mezcolanza de
desmesuradas ideas e impasibles invasiones a la individualidad, el dibujante que
asume la responsabilidad del dibujo logra, posteriormente, ser libre y dichoso, malear
el lenguaje y volverse locutor de su verdad, de su vereda, dejar por fuera su carga, su
adiestramiento y todo aquello que se le había exigido, e inevitablemente, lo que sí
mismo se reclamó, demandó u obligó ser y hacer.

En este paso de libertad–definir libertad– yo misma me encontraba cegada por


desconocerme y negar lo que externamente podría tomarse como sombra de mi
persona, aquello que es excluido, omitido, oprimido e incluso olvidado, pero que toma
suma importancia averiguar y trabajar para no vivir con la ignorancia de nuestro propio
sujeto, ¿qué cosa más inhumana que negarse a sí mismo?, además de todo lo
expuesto en esta escritura, del acto de dibujar para ver el motivo que entendemos
verosímil, nunca quiero alejar la idea de la transformación del individuo, al final su
percepción será desde su materia y cuerpo, que tiene que ser entrañada para poder
entenderse, siquiera aspirar a manifestarse, el dibujo me vuelve consciente de mi
misma, de mi cuerpo, mi mirada, mi tacto, mi espacio, mi tiempo, para poderlo llevar a
cabo, pues al final el motivo que me ha insistido materializarse no ha sido alejado de
mis deseos, mis instintos, de mi intuición, de mis sentires, sugerencias y estímulos que
te mueven al hacer, la complejidad de ello recae en su inteligente manipulación y su
28
López Chuhurra. Op. Cit., cap. Materia.
coherente anunciación, cohesionando la dos grande cualidades humanas, sensibilidad
y razón.

Paso a paso lo que buscaba como autora obsesa por encontrarme como alguien –lo
que sea que ello significaba en un principio– canalizando mis anhelos en sosos y fútiles
gestos sobre el soporte –creo que no hay nada más desinteresado y humano que ello–
se vertían cada vez con más seguridad, señal de una paralela honestidad y
trasparencia, en la que mi vivencia psicológica y social era indispensable, cediéndome
la sensibilidad y la reflexión de un momento catártico de la vida, que registraría su paso
en mi carne, escribiendo un rico y basto vestigio de acontecimientos enteramente
carnales, vueltos viscerales, en un extenso lienzo llamado piel.

En su estructura, cualidad y fragilidad, la piel me permite ver al cuerpo negligente,


aciago y fatídico, que se mueve, se cae y se trasgrede con el tiempo, y que el dibujo
me ha guiado a problematizar. Pues en ese acto de la marca del lapso temporal
humano, el dibujo es un símil de registro intencionado por el ser humano en el soporte,
no es rebuscado identificarlo en esa relación, lo que representa una compleja
búsqueda conceptual en el dibujo es la manifestación de tiempo, de azar y
trasgresión: El gesto más convulsivo la acción más desordenada deja siempre huella
de su propia acción, nos retrotrae al momento mismo en que la realizamos; cada uno
de sus trazos hace evidente la velocidad, las dudas, la ansiedad con que fueron
ejecutados, nos los ‘re-presentan’ nuevamente. Visualizan el tiempo mismo de la
acción que lo realiza. Como ya había explicado anteriormente, el dibujo exhibe todo del
dibujante, sin decoro ni mesura alguna, esa es la ‘magia’ del dibujo, me emociona su
inexactitud, su imprecisión, porque es reflejo de nuestro miedo, de lo que negamos
pero persiste, en ello se manifiesta una esencia, una constancia que es justamente lo
inefable del dibujo. Así Jean Dubuffet representa la más genuina esencia del dibujo:

Es verdad que los trazos no son realizados con cuidado y


minuciosidad, sino que dan, al contrario, la impresión de una
negligencia que puede desconcertar al principio, pues los medios
empleados se ven más de lo que es costumbre. Se ve seguidamente
que ha trabajo aquí con mi dedo, allá con una cuchara o la punta de un
raspador. Esto es tan evidente que algunos podrían ver en ello una
intención provocativa. Pero es que, sintiéndome empujado a expresar
por medio de estos procedimientos insólitos, me pareció no solamente
que ellos eran tan legítimos como otros,[…] sino que ellos podían
incluso construir un lenguaje extremadamente rico con el que el pintor
podía jugar.29

El gesto más convulsivo la acción más desordenada deja siempre huella de su propia
acción, nos retrotrae al momento mismo en que la realizamos; cada uno de sus trazos
hace evidente la velocidad, las dudas, la ansiedad con que fueron ejecutados, nos los
‘re-presentan’ nuevamente. Visualizan el tiempo mismo de la acción que lo realiza. 30
29
Cita de Jean Dubuffet, Escritos sobre arte, Barcelona, Barral 1974. Tomada de Gómez Molina. Op.
Cit., p.49
30
Ibídem.
Por mucho que en un momento se sobrevalore la estructura y el orden lógico, […]
siempre sobrevive en cada trazo lo aleatorio y lo arbitrario, y en el que la descripción
más precisa y detallada está presente el gusto del azar y encuentro afortunado, e
incluso el trazo más convulsivo se instaura con el plan más premeditado. 31

Los dibujos y los trazados son como las manos de los ciegos que tocan los contornos
de la cara con el fin de comprender la sensación de volumen, la profundidad y la
penetración32.

El gesto más convulsivo la acción más desordenada deja siempre huella de su propia
acción, nos retrotrae al momento mismo en que la realizamos; cada uno de sus trazos
hace evidente la velocidad, las dudas, la ansiedad con que fueron ejecutados, nos los
‘re-presentan’ nuevamente. Visualizan el tiempo mismo de la acción que lo realiza.

Acentos de color
Azul verde: Buscar sinónimos o corregir palabras
Amarillo: citar fuente o definición en pie de página
Negritas: conceptos clave de dibujo bajo mi tesis

Citas y referencias por integrar

Arquetipo
Deseo

azaroso

Clarividencia

Su decisión también es una elección de aquello que es pertinente realizar. Un modelo


ejemplar de lo que merece ser representado.p49 gomez molina

El primer tipo de dibujos podría llamarse conceptual: fijan una idea. Se llega entonces a
un cierto punto en que ya no pertenecen a este tipo, y al hacerlos el objetivo ya no
reside en la representación de las piezas sino en cazar la energía de las ideas. El
dibujo debe considerarse terminado cuando se alcanza en el que la idea se define
como necesaria. Molina p33

31
Gómez Molina. Op. Cit., p.139
32
Gómez Molina. Op. Cit., p.150

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