Reflexiones Sobre El Dibujo
Reflexiones Sobre El Dibujo
Reflexiones Sobre El Dibujo
Para éste fin, me haría la dicha partir desde un punto de ruptura, en una línea que
transforma significativamente mi hecho de dibujar en importantes aspectos, –el qué,
porqué, para qué y sobre todo el cómo del dibujar– en un (re)planteamiento de mi
aprendizaje dibujístico desde el hecho en sí.
Es entonces que a partir de mi primera clase de dibujo con modelo –refiriéndome a una
clase convencionalmente académica, que consiste en realizar prácticas con objetivos
específicos a partir de un modelo al desnudo– donde me sumergí en una experiencia
realmente desconocida, –con ello no motivo dar a entender que nunca había dibujado
del natural, pues de hecho no era así– sin embargo, adjudico al desnudo la significativa
presencia del motivo, su naturalidad, su libertad y su entrega con la que fui bañada en
ese espacio, además de la canalización de ciertas intenciones al representar, la causa
por la cual se replantearon ideas en la ejecución del dibujo. En este acercamiento, mi
pudor y mi deseo estaban en gran disputa, el hecho era uno y mis conflictos internos
eran todos los prejuicios aprehendidos para la adolescente de ese momento, desde la
censura del cuerpo hasta la pretensión del dibujo. En ese fresco recuerdo, tengo la
certeza de haber disfrutado inigualablemente los obstáculos que, sin piedad, se
presentaron ante mí, pues al paso de las prácticas, venían de manera paralela a mi
pensar cuestionamientos que difícilmente habrían llegado con mis métodos precarios
que, acostumbrada, solía trabajar. ¿De dónde parto? ¿A dónde voy? ¿Por dónde
camino? ¿Qué me interesa del modelo? ¿Por qué me interesa? ¿Cuál es mi ‘manera’
de dibujarlo? ¿Tengo una ‘manera’? ¿Cómo hago un apunte? ¿Sé qué es un apunte?
¿Cómo capto la forma? ¿Qué es la forma? ¿Qué es la estructura? ¿Qué es esta línea?
¿A qué corresponde del modelo? ¿Qué hago con el modelo? ¿Qué se supone que
debería hacer y cómo? Claro que algunos términos no los tenía presentes de tal
manera, pero me permito transcribirlos a dichos conceptos, al final –quiero decir al
paso de al menos un mes– las ideas que precedían mi dibujo ya habían sido
desplazadas por lo evidenciado, claramente todavía no comprendido en su totalidad,
pero sin la mínima aflicción por ello, ésto había alimentado mi hambre, mi sed, la ansia,
la ambición de las posibilidades del dibujo, a la par con la pintura, considerablemente
este hecho regó mi ímpetu de continuar en la búsqueda de nuevas propuestas, pues
vagando en algunos lugares había sido decepcionada con la cátedra de algunos
académicos.
En cada lección me volví una niña, aquella que se perdía dibujando, perdida en sus
pasteles y pocos más materiales, sin escuchar ni el más cercano susurro, y la nula
intención de hacerlo, cada minuto estaba predicado sagrado, y conmemoraba aquello
en el modelo y el papel, sin más, preguntándome en cada momento que estaba
saliendo mal, –sin entender del todo lo que se buscaba– y que no me permitiría mucho
más tiempo en corregirlo, no tardé en pretender demasiado, persiguiendo concebir la
línea, la mancha, perderme en los cuerpos, en el espacio, buscando jugar con las
provisiones que me daba esa totalidad, toda una articulación con la que yo nunca había
formalizado, cegada por una cierta imagen del dibujo –y del arte– que me había
rodeado en los medios digitales, y de la cual ciertamente me sentía insatisfecha. Éste
proceso no fue como la epifanía mística o divina ni cercano, refiero en todo caso que a
partir de la experiencia in situ y el complejo y exigente proceso alla prima del dibujo,
mis intenciones expresivas tomaron un eje más veraz y honesto con el que pude
entenderme más libre y más dichosa, pues había limitado mis ideales a un arte somero
e insustancial, que tenía como objetivo destacado la verosimilitud de la imagen,
específicamente, a la mímesis1, obstinada a la perfección –extrapolada a todos los
aspectos de mí misma–. Esta fidelidad me parecía un reto a seguir, en ese momento
fungía como un sendero vertiginoso que valía para mis ciertas exigencias de
pertenencia colectiva, o sociales, de la que todavía no entendía mucho y ciegamente
me fiaba.
Como cualquier niño o niña, el dibujo surge como un lenguaje universal, como una
necesidad de relación, individuo-realidad, –en muchos otros aspectos y con muchos
matices– camino que apropié y que tomaba parte importante de mis conocimientos de
pequeña, no en una exigente complejidad intelectual, sino en una estrecha y natural
relación sensible, que me permitía ser libre y manifestar mi visión respecto a cualquier
motivo. Sin embargo, la sistematización del aprendizaje y el adoctrinamiento que surge
de la familia y posteriormente de una escuela, colegio o academia, merma esta libertad
en algún punto, haciéndonos creer que la correcta o incorrecta formulación del dibujo
recae en un resultado estético–además de un obsoleto entendimiento del concepto
estético–, que limitan a este proceso en resultados preconcebidos, en ideas
generalizadas y colectivamente aceptadas, así en un punto de mi pubertad destine esa
voz personal a dicho juicio.
Como ya lo mencionaba, si bien la marcha de cada uno de los dibujos con ésta
finalidad mimética me permitía aprender algo y me era valioso, llegaba sin más remedio
detenida en un punto de condena, donde el camino era desdichado, solo esperando a
obtener ‘exactamente’ el motivo ‘real’, ahí donde todo perdía sentido y se añoraba esa
primera relación de niñez en lo que consideraba como mi búsqueda más desinteresada
y que percibía en el ahora escasa. Al abandonar y rechazar ese concepto colectivo del
1
Mímesis o mimesis es un concepto estético. A partir de Aristóteles, se denomina así a la imitación de
la naturaleza como fin esencial del arte. Se deriva del griego μίμησις [mímesis], y puede también
traducirse como 'imitación'.
dibujo, me permití explorar mis afinidades con el arte y cuestionar decisivamente mi
conocimiento en la pintura y el dibujo. Llegando a lugares donde esperaba
ingenuamente respuestas más satisfactorias para: ¿Qué es la pintura? y ¿Qué es el
dibujo?, pero sorprendida por la mediocridad de gente del medio solo algunos
callejones se aparecían para cuestionarme más de lo que estaba buscando, hasta el
momento de enfrentarme al modelo.
Todo este tiraje de conflictos no aspiro entrañarlos como hechos anecdóticos, procuro
reafirmar que existe una puntual intención de encontrar algo, algo que no tenía huellas
exactas de encontrar, algo que en alguna forma desconocía, pero tenía la certeza de
su existencia, la relación con los materiales y el poco bagaje que había adquirido me lo
señalaban vagamente, poseía una cierta fé a mis dudas, necesarias y firmes, y
convencida de su nula trivialidad arribé en un momento de verdadera indagación, la
nueva formulación expuesta de la forma en el papel, significaban ya dificultades, y eso
me mantenía alerta, resolviendo e interpretando, volviendo a mí una dinámica de
diálogo –olvidando un mecanismo o un objetivo totalmente cerrado, riguroso e
inequívoco– se volvía un juego, en el mejor sentido de la palabra, una aprehensión con
la desnudez, que te obligaba a adorarla, y tomar pretexto para que impregnada en sus
formas yo analizara, y tratase de registrar aquello con cierto objetivo además de la
simple traducción literal al soporte.
Aquí cobra importancia esta insistencia mía con el arte, retomando que a mi
consideración el ser humano está condenado a su propia consciencia y en la búsqueda
de una razón a sí misma y a la verdad, la carencia de un significado a nuestras
potencias nos es inadmisible, es cuando en esa zozobra la creación nos ha permitido
darnos un lugar en esta realidad que concebimos. La creación nos admite
posicionarnos en el mundo, no solo deja malear la materia existente, ella nos habilita
para reformar nuestra realidad, decidir y actuar, por y para cada uno.
Por supuesto que en mi búsqueda consciente –hasta lo que ello podría significar en
ese momento– de entreverme como persona, individuo, humano y mujer en esa etapa
de mi vida, requería un desarrollo personal de mí misma, hallando en la obra plástica
una posibilidad de manifestarme y posteriormente desarrollarme. Desarrollo plástico
que se había planteado desde que tengo memoria, pero que no había tomado presente
hasta comprometerme con dicha área y reclamarme estar intencionada y profundizada.
2
v. La intención en La estructura y el objeto. (Ensayos, experiencias y aproximaciones). Pirson, Jean
Francois. Barcelona. Promociones y Publicaciones Universitarias.1988
3
Ibíd. p. 27
4
v. Cohen, Eduardo. Hacia un Arte Existencial. Reflexiones de un pintor expresionista. ANTHROPOS.
México. 2004. p.24
5
Gómez Molina, Juan José. Las lecciones del dibujo. CÁTEDRA. Madrid, España. 3ra Edición. 2003.
p.50.
En dicho camino el dibujo presenta un ejercicio de traducción –nunca literal– acuerdo a
ciertas finalidades. En la materialización, mi mirada se portaba como un transeúnte del
espacio, como unas curiosas manos que cazaban la forma, como una radiografía que
precisara cada estructura, y todo ello descifraba una sombra más, aquello que estaba
ahí siempre pero que no se había hecho evidente en mi bagaje visual, aquello
enunciado donde mi alfabeto no lograba explicar: el dibujo me permitía volver a ver, de
hecho, me exigía volver a ver. Dibujar es, más a menudo, establecer esas relaciones
no evidentes entre las cosas6, representa el develar forma, materia, color, dar paso
aquello que entra desapercibido por una idea, en eso que aseguramos conocer, pero el
dibujo nos cuestiona, recrea cualquier escenario, y nos enseña lo anónimo.
La línea estructura, la línea corre, camina y funda, la línea reconoce que el dibujo no es
la forma, es la manera de ver la forma 9, y en esa comprensión el creador que se vuelve
dibujante debe acatar la pertinencia de cada intención en el soporte, debe saber cómo
modelar y figurar el motivo respetando sus particularidades y con ello su
funcionamiento. Es más que nunca, un proceso reflexivo complejo por lo que, el que lo
realiza, debe saber gesticular, estructurar, describir y representar al mismo tiempo. 10 No
es una serie de eventos fortuitos, es conocer para dar a entender, de lo contrario
expondríamos aquello que carece de sustancia, y con ello de mensaje. Dibujar
corresponde a pensar11, qué se tiene y qué se necesita para el propósito de dibujar,
dibujar es fundamentalmente re-presentar, volver a hacer presente, visible, aquello de
lo que habla el dibujo12, porque el dibujo manifiesta, revela y divulga un conocimiento
extirpado de la experiencia del dibujante.
6
v. Ibíd., p.138
7
Principio de René Descartes, que escribió 40 años después de Kepler y poco antes de Hobbes. En
¿Qué es es la Pintura? De Julian Bell. GALAXIA GUTENBERG. 2001.
8
v. cap. El Color en Estética de los elementos plásticos. López Chuhurra, Osvaldo. 1971
9
Ibíd., Cap. La línea. p. 43
10
Gómez Molina. Op. Cit., p.138
11
decía Bruce Nauman. Ibíd., p. 44
12
Ibíd., p. 49
En ese propósito de derrocar la supremacía de la razón –razón entendida
occidentalmente como única forma legítima de conocimiento– e instaurar la pertinencia
sensible en nuestra investigación como humanos, la expresión plástica recita su
aportación desde la perspectiva elocuente y natural que logran ampliar las
posibilidades del ser humano para entender su condición y naturaleza. No se trata
únicamente de saber de qué modo el cuerpo deja de servir obedientemente a la idea,
sino, sobre todo, de qué manera el cuerpo puede empezar a imponer condiciones a la
razón […] Poner en duda cualesquiera de nuestras creencias es poner en crisis
nuestra entera concepción del mundo13, y en esa crisis impedir el pensamiento
sedentario, a la solución acomodada, establecida o banalizada a los conflictos y
enigmáticas humanas. El dibujo es el campo del conocimiento, el que lleva al artista,
cuando está en ese territorio, a situarse en un plano de reflexión diferente 14, en ese
plano inhóspito el ser creativo genera un vínculo específico, desde su contexto, su
lucidez y su bagaje que lo han determinado, pero más importante desde su decisión,
no basta con reconocer la intención humana que se siembra de lo más interno, es
necesario aprehender esa intención y volverla acto, causarla en ese arrojo de
intencionalidad, y dar por hecho que el dibujo significa valor, el valor de actuar. Cuando
se es consciente y responsable de su causa y de su acto, el dibujante está dispuesto,
enteramente entregado a proponer –de lo que es ahora su individualidad– porque el
dibujo fungió como…
Un proceso de individuación15…
13
v. Cohen, Eduardo. Op. cit., Cap., El cuerpo y la ideología.
14
Gómez Molina. Op. Cit., p.138
15
Individuación (es definido desde la psicología analítica de Carl Gustav Jung como «aquel proceso que
engendra un individuo psicológico, es decir, una unidad aparte, indivisible, un Todo»): Individuación
significa llegar a ser un individuo y, en cuanto por individualidad entendemos nuestra peculiaridad más
interna, última e incomparable, llegar a ser uno Mismo. Por ello se podría traducir individuación también
por mismación o autorrealización.
16
Cohen, Eduardo. Op. cit., p.37
condición humana. Desde entonces, el dibujo deja siempre al dibujante descubierto 17,
porque es reflejo de su aptitud y evidencia de su ineptitud, que es materializado en su
rigidez o en su soltura, su libertad o en su aprehensión, pues con qué derecho procura
declararse uno con ciertas etiquetas si no es a través de la acción, del hecho de sus
congruencias. ¿Cómo plantear una forma de la que no tenemos certeza de su lugar?
¿De su luz? ¿De su ritmo? Y más aún si no tenemos la certeza de estarlo viendo, de
ser uno mismo el que lo ve y no el otro, a través de la propia perspectiva y no de la que
nos es ajena e incierta (más incierta). En la pronunciación del dibujo debemos tener
suficiente asertividad de cualesquiera intereses, saber lo que decimos, porqué y para
qué, y además tener alguna certeza que sostenga la existencia y presencia de la
materialización del dibujo, es decir una coherencia de crear dibujo y no otra cosa, de lo
contrario, el dibujo se cae, o mejor dicho, en ese hecho vago, soso y banal el dibujo no
existe.
La imagen es ante todo una forma simbólica de conocimiento. Para poder llegar al
conocimiento profundo de una representación visual hay que pasar del lenguaje visual
al mensaje visual, hay que aceptar la idea de que una imagen es una estructura que
transmite un conocimiento determinado hecho por alguien por algún motivo18. Ese
alguien no puede ser otro que sí mismo, la certeza de su razón, y el motivo ningún otro
que la intención unipersonal, que vierte su conocimiento en el elemento significante
cualesquiera del dibujo, no persiguiendo aspiraciones ajenas a sí mismo, como para
Giacometti sería:
Así como Giacometti varios artistas se involucran en este devenir del dibujo, en el
proceso de encontrarse en la obra, y consecuentemente en su existencia. Que significa
el motivo, pero inherentemente e incluso más primordial, significan al mismo
individuo, que dio y quito de sí mismo para dar lugar a la obra, en este caso al dibujo.
Esa parte de sí como dádiva se vuelve un vestigio, esto que soy yo y nadie más que mi
ser pudo hacer, está en un vínculo con los otros individuos que lograron dar y proponer
en su desinteresada purga, pero no solo la expulsión, si no la concatenación de un
diálogo coherente al tiempo-espacio que le pertenece, “…el dibujo incluye todos los
dibujos que le han dado origen…” 20, no es gratuito la idea del dibujo en el tiempo
propio, se es uno –y he logrado ser yo de alguna manera gracias a dicho proceso–
pero también es gracias al otro y al pasado, el dibujo permite ese hilo del individuo que
17
Gómez Molina. Op. Cit., p.185
18
Acaso, María. El lenguaje visual. Paidós. Barcelona. 2009
19
v.¨Me pregunta usted cuáles son mis intenciones plásticas…¨ en Escritos. Alberto Giacometti. Editorial
Síntesis. Madrid. 2007. p. 141
20
Gómez Molina. Op. Cit., p.138
no es solo sí mismo material, cuerpo, sino su espacio, su historia, su bagaje y su
contexto. Así dándole pie al pasado y al presente de dialogar, para posteriormente
presentarse como…
En ese entendido, la búsqueda de una verdad nos exige y nos demanda extrapolar el
dibujo a todos los ámbitos, de manera que la disciplina no cultive un conocimiento
aislado, sino que pueda ser llevado a otros canales, sin dejar de ser dibujo,
persiguiendo una analogía de un mundo que concebimos tal vez exterior con nuestra
intimidad pensante, especulando en el dibujo como una unidad, unidad con sí mismo,
porque la creación es siempre proceso, nunca resultado final21, éste depende
enteramente de nuestra insistencia para consigo, su determinación asumida como una
meta, y como tal se esté comprometido a cumplir.
Históricamente el dibujo ha fungido como un boceto, como una simulación, algo que
prepara la ‘obra acabada’, en la modernidad dejo de ser ello para independizar su
aportación como una totalidad ya en sí misma, y ello me parece más pertinente siendo
éste el estudio de los motivos, el armazón de una construcción conceptual, plástica,
etc., es el vínculo que nos permite verbalizar gráficamente el proyecto, nuestro
proyecto.
En ese entendido, el dibujo como proyecto nos forja una mirada no común, nos vuelve
espectadores complejos, seres primordialmente visuales que entiendan todo en un velo
dibujístico, María Acaso lo denominaría como ’pre-visión’: ver con lo que sabes, es
decir: hacer una selección significativa y priorizar elementos para lograr dar forma a un
conjunto –que parece inconexo en un principio– inconexo de perfiles, masas, luces a
través del significado, dándole un orden y estructura creando interpretación. Crear y
posteriormente tener una mirada inteligente que nos acompañe en todo trayecto y en
21
López Chuhurra. Op. Cit., cap. Materia.
cualquier ámbito, anexando coherentemente la tesis que podemos estar sosteniendo.
Que el dibujo funja como significante de nuestro significado ver y reconocer por medio
del lenguaje […] ante un alfabeto parece no quedar duda sobre la necesidad de
descubrir su significado para poder recordar y releer las formas. La elección marcada
por propósito o meta sintetizan y crean una realidad. Amplían la expresión formal 22.
Riega su propósito a lo más recóndito de nuestras vivencias, a los callejones de
nuestros pensamientos y a la perspectiva de nuestro porvenir, no es solo una
trascripción de una idea, imagen o sensación, el dibujo es…
En la partida del dibujo con modelo notaba perdido el morbo, el escrúpulo y el prejuicio,
obtenía en ello un exhorto al humano para revelarse encantado de su corporeidad, no
pulcra ni tallada por el mito, sino siendo explícita y nativa, y en esa añoranza de libertad
podemos encontrar en la desnudez un pretexto que nos ensueñe desenlazados de un
contexto restrictivo, en dicha sensación me persuadía la estructura que se figuraba en
la carne, pues tendido en la tarima el cuerpo se tornaba un lugar expuesto, entregado o
incluso arrojado al espectador, no es por menos que el despojarnos del ropaje –como
puntualmente lo decía Lucian Freud– nos hace sentir deleznables, vulnerados e
inseguros, esta posición me conducía a un interés que trataba de indagar –intereses
que ya había tenido presentes, pues mi afinidad por la danza que justamente me
recalcaba mi ambición por la forma del cuerpo, sus confines y su fragilidad, tenía como
punto focal ver sus posibilidades, sus límites carnales– me ataba en la minuciosa
mirada analítica, en el recorrido visual del cuerpo que pronto encarnaría mi
preocupación de forma escarificadora.
Es entonces que las ideas se asemejan a la praxis del dibujo, donde el recorrido del
cuerpo toma un rumbo, tocar, desarrollar el ‘tacto’ del dibujo para el dibujo23, hacer
presente una experiencia para poder dar cuerpo y forma al dibujo.
22
v. En Inclusión del proyecto y la intención en la percepción de la forma y la materia. Forma y Materia.
En El lenguaje visual de María Acaso.
23
Véase. Viendo con ojo del pintor en El ojo del pintor y los elementos de la belleza. Loomis, Andrew
(1983). Buenos Aires: Hachette
Eventualmente la premisa que pretendía se tornaría más coherente y daría pie a una
conversación con la idea de que el dibujo tiene una confinidad con el sentido que me
interesa, el tacto. Nuestra comprensión de lo que vemos se basa en gran medida en el
tacto24, no es coincidencia que este sentido configurado como una relación, que me
cuesta expresar de otra manera que no sea carnal, este vinculada innevitablemente
como referencia para hacer dibujo, esos ejercicios que nos dejan ver el volumen, la
masa, el peso, la textura, la cualidad e indudablemente la forma son entendidos gracias
a este sentido, de no tenerlo, la vista no nos sería tan satisfactoria para significarlo.
Déjate guiar más por el sentido del tacto que por la vista 25, sin la intención de desdeñar
la vista, la comprensión de ciertos motivos recaen en la interpretación más precisa en
otros términos, como querer entender el sonido con la vista, sería muy absurdo y
disonante, esa es la pertinencia que encontré en el recorrido del cuerpo que yo hacía
con la figura, y Nicolaides me haría sentir menos abandonada en ese sentido, pues el
precisa; desarrolla la absoluta convicción de que tú estás tocando el modelo 26. En ese
sentido entender con el proceso este vínculo –que podría parecer para algunos hasta
axiomático– me ayudo a concretar esa relación acerca del binomio significado-
significante, que se complejizará inevitablemente en la investigación, el desarrollo y el
progreso del dibujo.
Vaya pues no sólo ha sido pertinente el tacto, lo ha sido el sonido, el gusto, y el olfato,
con ello la percepción de nuestros sentidos se amplía –porque para entender una razón
necesitamos comprender las propias razones de éste– la percepción de espacio,
tiempo, peso, longitud, etcétera, significar conlleva conocer para traducir e interpretar:
Tú debes dibujar, no lo que estás pensando sobre lo que ves, ni siquiera lo que ello
es, sino lo que ello está haciendo. Siente como la figura se levanta o cae, empuja
adelante o tira para volver allí. 27 La acción, la esencia, el movimiento, su masa, la
infinita posibilidad de significar desde el motivo, con el motivo, para aportar al motivo,
Como dice un antiguo proverbio chino: Cuando dibujamos un árbol, debemos sentir que
poco a poco vamos creciendo– pues finalmente no deploro anhelar la realidad, pero
creo que ver el dibujo solo como eso, le resta todo lo que es per se, es decir, no
pretender que el dibujo sea la realidad, sino que sea dibujo, que significa la realidad, y
en ese objetivo, la transforma en su lenguaje.
Esa ruptura de límites me entredijo muchas cuestiones, las referencias me dieron pie a
darme la libertad de hacer dibujo para el dibujo, y disfrutar en sus condiciones, de
24
El Sentido del Tacto …El simple hecho de ver, por lo tanto, no es suficiente. Es necesario tener un
contacto fresco, vivo, físico con el objeto que dibuje a través de los sentidos tanto como sea posible - y,
especialmente, a través del sentido del tacto. Contorno y Pose en La forma natural de dibujar: Plan de
trabajo para estudiantes de Artes. Nicolaides, Kimon. FAD UNAM. 2014 p.22
25
Ejercicio: Coloca la punta de tu lápiz en el papel. Imagina que la punta de tu lápiz está tocando el
modelo en lugar del papel. Sin quitar los ojos del modelo, espera hasta que estés convencido de que el
lápiz está tocando ese punto en el modelo sobre el que tus ojos están fijados… Ibíd. p.23
26
véase en Cap. Dibujo de Matisse. Ibíd. pp.25-27
27
Tú debes sentir que estás haciendo lo mismo que el modelo. Si el modelo se para o empuja, tú debes
sentir que tus propios músculos también se paran, empujan o relajan. Si tú no respondes en la manera
que el modelo lo está haciendo, tú no podrás comprender lo que tú ves. Si tú no sientes como el modelo
siente, tú sólo dibujarás un mapa o plano. en Cap. Dibujo de gesto. Ibíd. Pp.31-33
buscar en realidad una meta de creación, permitiéndome creerme capaz de ser, de
encontrarme en el mundo y con ello tener intenciones, preocupaciones y sobre todo
aportaciones a mi realidad, que crear no es un acto mágico, es un proceso arduo, pero
que te hace más dichoso por entender, asimilar y decidir. El dibujo te hace tú porque te
crea capaz de darle un sentido a cualquier pretexto, motivo o inquietud, a grandes
rasgos al mundo, a mi existir. Tendida en la mirada acongojada el dibujo sirvió como…
…en el que no hubo aspecto alguno de mí que haya dejado pasar el proceso dibujístico
sin pena ni gloria, como ya lo he manifestado, el enfrentamiento que éste me desafía
con mi presente, mi pasado y mi porvenir, ha significado –en el mejor de los casos–
una ruptura importante de los arquetipos construidos a lo largo de mi educación –que
ha designado, intencionadamente o no, una ventana que deja a la vista un panorama
preciso, que así como ilumina descriptivamente una realidad predispuesta, nos vuelve
insensibles a muchos matices y que además oculta, corta u omite algunas más de sus
visiones, de manera literal, nos dicta de alguna manera que debemos ver y cómo
formamos un criterio frente a lo revelado– el dibujo no obliga, mucho menos impone el
qué, tal vez sugiere el cómo, pero implica seguir en el penoso intento de sentirnos
menos afligidos en nuestra ignorancia acerca de la propia verdad, es así como el dibujo
se ha comportado como un mentor, me ha dispuesto como aprendiz, porque el
auténtico dibujo no está en el ‘dibujo final’, sino en la ‘estrategia’ que ‘dibuja’ la malla
que articula, los estratos de ‘dibujos’ que componen el proyecto. Una acción que
permite mantener la individualidad de cada uno de ellos, como un sistema
contradictorio de posibles reconstrucciones, y como la clave de una reflexión
diferenciada sobre la identidad de lo representado 28, porque en una mezcolanza de
desmesuradas ideas e impasibles invasiones a la individualidad, el dibujante que
asume la responsabilidad del dibujo logra, posteriormente, ser libre y dichoso, malear
el lenguaje y volverse locutor de su verdad, de su vereda, dejar por fuera su carga, su
adiestramiento y todo aquello que se le había exigido, e inevitablemente, lo que sí
mismo se reclamó, demandó u obligó ser y hacer.
Paso a paso lo que buscaba como autora obsesa por encontrarme como alguien –lo
que sea que ello significaba en un principio– canalizando mis anhelos en sosos y fútiles
gestos sobre el soporte –creo que no hay nada más desinteresado y humano que ello–
se vertían cada vez con más seguridad, señal de una paralela honestidad y
trasparencia, en la que mi vivencia psicológica y social era indispensable, cediéndome
la sensibilidad y la reflexión de un momento catártico de la vida, que registraría su paso
en mi carne, escribiendo un rico y basto vestigio de acontecimientos enteramente
carnales, vueltos viscerales, en un extenso lienzo llamado piel.
El gesto más convulsivo la acción más desordenada deja siempre huella de su propia
acción, nos retrotrae al momento mismo en que la realizamos; cada uno de sus trazos
hace evidente la velocidad, las dudas, la ansiedad con que fueron ejecutados, nos los
‘re-presentan’ nuevamente. Visualizan el tiempo mismo de la acción que lo realiza. 30
29
Cita de Jean Dubuffet, Escritos sobre arte, Barcelona, Barral 1974. Tomada de Gómez Molina. Op.
Cit., p.49
30
Ibídem.
Por mucho que en un momento se sobrevalore la estructura y el orden lógico, […]
siempre sobrevive en cada trazo lo aleatorio y lo arbitrario, y en el que la descripción
más precisa y detallada está presente el gusto del azar y encuentro afortunado, e
incluso el trazo más convulsivo se instaura con el plan más premeditado. 31
Los dibujos y los trazados son como las manos de los ciegos que tocan los contornos
de la cara con el fin de comprender la sensación de volumen, la profundidad y la
penetración32.
El gesto más convulsivo la acción más desordenada deja siempre huella de su propia
acción, nos retrotrae al momento mismo en que la realizamos; cada uno de sus trazos
hace evidente la velocidad, las dudas, la ansiedad con que fueron ejecutados, nos los
‘re-presentan’ nuevamente. Visualizan el tiempo mismo de la acción que lo realiza.
Acentos de color
Azul verde: Buscar sinónimos o corregir palabras
Amarillo: citar fuente o definición en pie de página
Negritas: conceptos clave de dibujo bajo mi tesis
Arquetipo
Deseo
azaroso
Clarividencia
El primer tipo de dibujos podría llamarse conceptual: fijan una idea. Se llega entonces a
un cierto punto en que ya no pertenecen a este tipo, y al hacerlos el objetivo ya no
reside en la representación de las piezas sino en cazar la energía de las ideas. El
dibujo debe considerarse terminado cuando se alcanza en el que la idea se define
como necesaria. Molina p33
31
Gómez Molina. Op. Cit., p.139
32
Gómez Molina. Op. Cit., p.150
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