EDUCACION FISICA VOL2.indb - Miriam
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FORMACIÓN DEL PROFESORADO. EDUCACIÓN SECUNDARIA 4 FORMACIÓN DEL PROFESORADO. EDUCACIÓN SECUNDARIA
II
VOLÚMENES COMPLEMENTARIOS Esta colección tiene por objetivo principal contribuir a la formación del Carlos González Arévalo (coord.)
profesorado y reflejar una visión coherente de la educación secundaria INEFC. Centro de Barcelona
Vol. I. Educación física. Complementos (obligatoria y bachillerato), tanto en lo que concierne a las finalidades
de formación disciplinar Teresa Lleixà Arribas (coord.)
de las etapas y enseñanzas que la conforman como a los planteamien-
DIDÁCTICA DE LA
VOLÚMENES CORRESPONDIENTES AL
mos, que puede ser útil tanto para el futuro profesor (Máster de Secun-
daria) como para el docente en ejercicio que desee potenciar su
desarrollo profesional.
EDUCACIÓN FÍSICA INEFC. Centro de Barcelona
ISBN: 978-84-7827-984-5
4 Vol. II
Carlos González Arévalo (coord.)
INEFC. Centro de Barcelona
DIDÁCTICA
DE LA EDUCACIÓN
FÍSICA
Carlos González Arévalo,
Teresa Lleixà Arribas (coords.)
Domingo Blázquez Sánchez, Marta Capllonch Bujosa,
Onofre Ricardo Contreras Jordán, Luis María García López,
Pedro Gil Madrona, Juan Luis Hernández Álvarez,
David Huguet Mora, Carmina Pascual Baños,
Enric Sebastiani Obrador, Roberto Velázquez Buendía
4 Vol. II
ÍNDICE
Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5
PRESENTACIÓN
El presente libro constituye el segundo de los tres volúmenes de la disciplina, que forman
parte de la colección Formación del Profesorado. Educación Secundaria. Mientras que el
primer volumen trata los complementos de formación para la disciplina de Educación física y
el tercero está dirigido a la investigación, innovación y buenas prácticas, el que presentamos
aquí está especialmente enfocado a la práctica de la enseñanza.
La Educación física es una disciplina que, en las últimas décadas, ha vivido grandes cam-
bios en relación con la manera en que se programa y se imparte la docencia. La forma de
tratar la práctica educativa como un problema técnico ha sido siempre muy propia de la
Educación física. Kirk (1990, p. 37), hace ya algunos años, se refería a la manera en que
los «teóricos del currículo de Educación física han seguido esta orientación tradicionalista
incluso más celosamente que ningún otro grupo». En los últimos tiempos, sin embargo,
empiezan a ser más habituales aquellas formas de organizar la docencia de la Educación
física que centran la atención en la comunicación y en la contextualización de las acciones.
Será una buena manera de dar respuesta al enfoque integrador de esta materia, que incluye
una multiplicidad de funciones: cognitivas, expresivas, comunicativas y de bienestar (Real
Decreto 1631/2006).
La Educación física constituye una disciplina vivencial. No debemos olvidar que el cuerpo
y el movimiento son los ejes básicos en los que se centra su acción educativa. Se trata, por
un lado, de mejorar el comportamiento motor del alumnado y con ello la consolidación de
hábitos saludables, y, por otro, de la educación a través del cuerpo y el movimiento para
adquirir competencias de carácter afectivo y de relación, necesarias para la vida en sociedad
(Real Decreto 1631/2006). Conseguir que esto sea una realidad dependerá de la programa-
ción que se realice, de las estrategias metodológicas que se apliquen, del clima de clase que
se consiga, de la utilización de los recursos materiales y tecnológicos, y de la forma en que se
integre la evaluación en el proceso de aprendizaje. Una reflexión sobre estos aspectos la
hallaremos en el presente volumen.
El clima del aula centra el interés del capítulo 4, que complementan así los capítulos 2 y 3.
Para entender la importancia del clima del aula en Educación física, se recurre a temas como
la creación de ambientes positivos de aprendizaje, los estilos de comunicación y la motiva-
ción. Desde esta perspectiva se aborda también la enseñanza por modelos.
El tema del capítulo 5, las estrategias inclusivas en Educación física, es tratado de forma prác-
tica, con un acompañamiento de supuestos de intervención. Prácticas para la comprensión
de la diversidad, para seleccionar y adaptar tareas y para introducir el deporte adaptado,
entre otras, se presentan de forma que se facilite su aplicación en los institutos.
La evaluación en Educación física constituye el tema del capítulo 7. La finalidad, los mo-
mentos, los criterios y los instrumentos de evaluación serán analizados de acuerdo con la
consideración de la evaluación como un proceso continuo que acompaña al alumnado en
sus aprendizajes.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Normativa legal
Real Decreto 1631/2006, de 29 de diciembre, por el que se establecen las enseñanzas
mínimas correspondientes a la Educación Secundaria Obligatoria. Boletín Oficial del
Estado (05/01/2007), 5, 677-773. También disponible en línea en: <www.boe.es/boe/
dias/2007/01/05/pdfs/A00677-00773.pdf>.
1. PROGRAMACIÓN DE LA ENSEÑANZA
EN EDUCACIÓN FÍSICA
CONTENIDO DE CAPÍTULO
Este capítulo no sólo tiene por objeto ofrecer algunas consideraciones y propuestas para
la programación de Educación física en la educación secundaria obligatoria (ESO) y en
el bachillerato, también pretende presentar algunas cuestiones sobre las que reflexionar,
relacionadas con la tarea de programar la práctica docente. Sin duda, la calidad de la
enseñanza y el desarrollo profesional tienen mucho que ver con el proceso de organizar y
planificar la enseñanza que requiere el desarrollo del currículo. Es el momento en que el
conocimiento profesional, las creencias, las actitudes, etc. deben afrontar el reto de origi-
nar un instrumento –la programación como producto– con el que construir una realidad,
las clases de Educación física. La calidad de ese instrumento, la programación, sustentará
en buena medida la calidad de esas clases, de las que, a su vez, dependerá el impacto que
pueda tener la Educación física como agente de transformación y mejora social, así como
de bienestar personal.
Requisitos
En efecto, toda programación debería reunir, al menos, los siguientes rasgos o requisitos:
• Flexibilidad.
• Contextualización.
• Concreción.
• Coherencia.
• Viabilidad.
Flexibilidad
Una de las principales cualidades de la programación tiene que ver con la idea de flexibili-
dad, es decir, con la posibilidad de adaptarse a las exigencias, limitaciones y condicionantes
que puedan aparecer durante su desarrollo. En ningún caso o momento la programación ha
de constituir un proyecto de actuación que deba seguirse rígidamente. Por el contrario, es
necesario que se entienda, incluso conceptualmente, como una hipótesis de trabajo que hay
que verificar día a día, en función de los resultados de su puesta en práctica. A este respecto,
y a modo ilustrativo, cabe referirse a la necesidad que se da en Educación física con cierta
frecuencia de tener que reajustar una secuencia de tareas motrices para todo el grupo clase
o para una parte del mismo, al surgir problemas imprevistos de aprendizaje, o de tener que
reelaborar la programación por cuestiones climatológicas que impiden durante varios días
dar las clases previstas en una instalación deportiva descubierta.
Contextualización
Toda programación de la enseñanza debe adecuarse a las características de los aprendices
y del contexto en el que va a ser puesta en práctica. Por motivos obvios, en Educación física
carece de sentido iniciar una programación sin tener en cuenta cuestiones como, por ejem-
plo, las instalaciones deportivas de que se dispone, la edad del alumnado o sus experiencias
motrices previas.
Concreción
La utilidad de la programación estará determinada, entre otros factores, por el grado de concre-
ción, claridad y precisión con que se establezca el plan de actuación que se pretende llevar a
cabo, ya se trate de niveles generales de planificación (por ejemplo, objetivos de curso), como
de niveles específicos (por ejemplo, objetivos didácticos).
Coherencia
Otro atributo fundamental de la programación debe ser su coherencia, entendida tanto en
sentido externo como interno:
• Por un lado, la programación en su conjunto debe mantener una relación lógica y
consecuente con las intenciones educativas manifestadas en el currículo (coherencia
externa). Por ejemplo, con respecto al objetivo de etapa (ESO) que se refiere a la capa-
cidad de expresión corporal, la programación deberá integrar, en sus diferentes niveles
de concreción, el plan de actuación que determinará su consecución.
• Por otro lado, debe darse también una relación lógica y consecuente entre los elementos
que integran la programación (coherencia interna). En otras palabras, con respecto a cada
curso, la programación debe incluir los contenidos, metodología y criterios de evaluación
que posibiliten la consecución de los objetivos, y viceversa, cada uno de tales elementos
debe encontrarse relacionado con alguno o algunos de los objetivos del correspondiente
curso. Y con respecto a cada unidad didáctica debe darse una interrelación similar, de
manera que incluso para la consecución de objetivos didácticos centrados en la adqui-
sición de actitudes la programación establezca un plan de actuación que conlleve y des-
criba la realización de las correspondientes actividades de enseñanza y de evaluación;
y, en sentido contrario, cada elemento de la unidad didáctica debe estar vinculado a la
consecución de uno o más objetivos didácticos.
Viabilidad
La programación de la enseñanza debe constituir un plan de actuación que realmente pueda
llevarse a la práctica. La viabilidad de una programación depende, en buena parte, del grado
en que reúna los rasgos que se han venido exponiendo (flexibilidad, contextualización,
etc.). Pero existen otros factores que pueden hacer muy difícil, o incluso imposible, llevarla
a la práctica. En Educación física ello puede suceder, por ejemplo, si se ignora el tiempo de
práctica que requiere el aprendizaje de las habilidades técnicas o tácticas que constituyen el
objeto de la enseñanza, o si se establece inadecuadamente el número y el tiempo de dura-
ción de cada tarea con respecto a la duración real de la clase.
Funciones
Como hemos indicado anteriormente, la principal función de la programación es la de or-
ganizar eficazmente, de manera sistemática y razonable, el proceso de enseñanza que va a
tener lugar en la correspondiente etapa educativa. Sin embargo, existen otras importantes
funciones que puede y debe cumplir la programación.
criterios de evaluación, etc.), decisiones sobre aspectos cada vez más concretos (objetivos di-
dácticos, secuencias de actividades, etc.), hasta llegar a la determinación de las tareas que han
de realizarse durante la clase (qué hacer, cómo hacerlo, durante cuánto tiempo hacerlo, etc.).
En otras palabras, gracias a la programación es posible establecer relaciones bidireccionales
entre los grandes objetivos de la enseñanza y las tareas que se llevarán a cabo durante la clase.
Por un lado, dicha función de «conexión» hace posible el cumplimiento de otra importante fun-
ción de la programación: proporcionar información para el análisis y evaluación del currículo.
En efecto, el proceso de elaboración de la programación de la enseñanza requiere analizar y
«conectar» significativamente los diferentes elementos curriculares, lo que permite identificar
posibles desajustes o incoherencias. Además, la puesta en práctica de la programación en el
escenario del aula o instalación deportiva proporciona una magnífica oportunidad de comprobar
el grado de adecuación curricular y de las prácticas educativas que promueve.
1. El Real Decreto 83/1996 se promulgó para los centros de secundaria ubicados en el ámbito territorial de gestión que
correspondía al Ministerio de Educación y Ciencia, teniendo un carácter supletorio para las comunidades autónomas
• Los objetivos, contenidos y criterios de evaluación establecidos para cada uno de los
cuatro cursos que configuran la ESO y para el primer curso de bachillerato.
• La distribución temporal de los contenidos en cada curso.
• La metodología didáctica que se va a aplicar.
• Los procedimientos de evaluación del aprendizaje del alumnado.
• Los criterios de calificación que se vayan a aplicar.
• Las actividades de recuperación para los alumnos y las alumnas de bachillerato que
tengan la Educación física pendiente de aprobar, y las profundizaciones y refuerzos
para lograr dicha recuperación.
• Los materiales y recursos didácticos que se vayan a utilizar, incluidos los libros para
uso del alumnado.
• Las actividades complementarias y extraescolares que se pretenden realizar desde el
Departamento de Educación física.
• Las medidas de atención a la diversidad y las adaptaciones curriculares para el alum-
nado que las precise.
Los dos primeros aspectos aluden a elementos fundamentales del currículo de Educación
física y de la programación didáctica, para cuya determinación final es preciso tomar
como punto de partida lo establecido al respecto en la normativa propia de cada comu-
nidad autónoma. El marco legal básico se encuentra en los reales decretos que prescriben
para todo el territorio español las enseñanzas mínimas para la ESO y el bachillerato,2
especificando los objetivos de ambas etapas, y la distribución, por cursos, de los conte-
nidos y criterios de evaluación. Asumiendo lo establecido en dicho marco normativo de
enseñanzas mínimas –su contenido requiere el 65% del horario escolar (el 55% para las
comunidades autónomas que no tengan lengua cooficial)–,3 las administraciones edu-
cativas de cada comunidad autónoma deberán elaborar sus propios currículos de ESO
y de bachillerato. Por último, los centros docentes completarán y desarrollarán ambos
currículos en uso de su autonomía, tal y como se recoge en el capítulo II del título V de
la Ley Orgánica de Educación (LOE).
con competencias en educación que no dispusieran de normativa específica propia. Por tanto, lo expuesto en este
apartado tendrá que adaptarse a lo que haya establecido al respecto cada comunidad autónoma.
2. Anexos del Real Decreto 1631/2006 y del Real Decreto 1467/2007.
3. Artículo 6.3 de la Ley Orgánica 2/2006, de Educación (LOE).
que fije los objetivos de la materia para cada curso. No será necesario hacerlo así en el caso
del bachillerato, dado que la Educación física sólo se imparte durante un curso, por lo que
los objetivos de etapa para esta materia han de coincidir con los objetivos de curso (o al
menos incluirlos, si es que se opta por ampliarlos).
Los profesores y profesoras del Departamento de Educación física también deberán tomar
y reflejar en la programación didáctica de la etapa el resto de decisiones sobre los distintos
aspectos establecidos en la normativa vigente y expuestos al comienzo de este apartado
(metodología, instrumentos y procedimientos de evaluación, criterios de calificación, recur-
sos, etc.).
Por último, es preciso aludir a un nuevo e importante elemento del currículo: las compe-
tencias básicas. Se trata de una aportación curricular establecida en la LOE, que no ha sido
contemplada por las dos últimas leyes educativas (Ley de Ordenación General del Sistema
Educativo, LOGSE, de 1990, y Ley Orgánica de Calidad de la Educación, LOCE, de 2002).
La promulgación de la LOE es posterior a la del Real Decreto 83/1996 que hemos utilizado
como referente para formular los elementos de la programación didáctica, por lo que la nor-
mativa que se establece en el artículo 68 de dicho Real Decreto no alude a las competencias
básicas en el marco de la programación didáctica. Sin embargo, por su importancia, las
competencias básicas no pueden obviarse en el proceso de programación. Por ello mismo, y
dado que el capítulo 3 del libro Educación física. Complementos de formación disciplinar se
centra en el análisis de este nuevo elemento curricular, aquí únicamente lo situaremos en el
lugar que ha de ocupar en la programación didáctica y de aula. En el cuadro 1 presentamos
una posible estructura de la programación didáctica que integra los distintos elementos que
la deben configurar.
Como indicamos en el apartado anterior, el currículo oficial de Educación física para la ESO
establece una organización, por cursos, de los contenidos y de los criterios de evaluación, pero
no de los objetivos de la etapa. Por ello mismo, una de las tareas del departamento consiste
en establecer los objetivos de cada curso, a partir de dichos objetivos de etapa. Teniendo en
cuenta que en la ESO los objetivos de etapa para la Educación física serán los mismos que los
alumnos y alumnas deben haber alcanzado al finalizar el 4.º curso –a no ser que se plantee
que alguno de ellos pueda alcanzarse en el 3.º curso, o que se añadan más objetivos a los
establecidos por el currículo oficial de Educación física–, para establecer los objetivos del 1.º,
2.º y 3.º curso, el Departamento de Educación física deberá proceder a escalonar el proceso
de consecución de los objetivos de etapa, ya sea estableciendo para cada objetivo de etapa
tres niveles progresivos de dificultad, que constituirán objetivos del 1.º, 2.º y 3.º curso, o bien
dividiendo aquellos objetivos de etapa que integren más de un propósito educativo. En este
sentido, a modo ilustrativo, cabe considerar el objetivo de etapa n.º 2 establecido para la ESO
(Real Decreto 1631/2006), en el que se establece que los alumnos y alumnas, al finalizar dicha
etapa educativa, deberán ser capaces de «elaborar y poner en práctica un programa de activi-
dad física y salud, incrementando las cualidades físicas implicadas, a partir de la evaluación
del estado inicial». Puede decirse que este objetivo integra tres logros:
• El que alude a la capacidad de elaborar programas de acondicionamiento físico.
• El que alude a la evaluación de las cualidades físicas.
• El que alude a la mejora de estas cualidades físicas, por lo que cabe dividirlo y, al
mismo tiempo, graduar su consecución durante los cursos anteriores.
oficial para cada curso, es la que presentamos, como ejemplo, en el cuadro 2. Para la conse-
cución del citado objetivo de la etapa hemos programado una posible secuencia de objetivos
de curso cuya consecución progresiva permitirá que el alumnado, cuando llegue al 4.º curso,
esté en condiciones de alcanzar el objetivo de etapa tomado como ejemplo.
Con respecto a los contenidos cabe señalar que si bien se encuentran ya especificados en el
currículo oficial, todavía es necesario tomar algunas decisiones al respecto. Tal es el caso,
del bloque de contenidos de juegos y deportes, donde en cada curso se alude genéricamente
a la enseñanza de deportes individuales, colectivos y de adversario. El Departamento de
Educación física deberá acordar y concretar en qué modalidades de cada tipo de deporte se
centrará la enseñanza, en función de factores tales como la disponibilidad de instalaciones
deportivas, la práctica de deportes autóctonos en el contexto cultural del centro, los intereses
y motivaciones del alumnado, etc. Por otra parte, cabe plantearse la forma en que se van
a estructurar los bloques de contenidos. El currículo oficial viene adoptando la ya clásica
distinción entre condición física y salud, juegos y deportes, expresión corporal y actividades
en el medio natural. Sin embargo, es posible establecer otra estructura organizativa más
acorde con otras formas de organizar y plantear la práctica del aula; a modo ilustrativo cabe
referirse al currículo oficial de educación primaria que se implantó en el año 2004 en la
Comunidad de Aragón, en el marco de la LOGSE, en el que se optó por una nueva forma
de estructurar los bloques de contenidos de Educación física basada en la idea de dominios
de acción (Larraz, 2009). Independientemente de la estructura adoptada, la asignación de
contenidos a cada curso de la etapa tiene que ir acompañada por su distribución temporal
dentro de cada uno de los cursos, organizada en forma de unidades didácticas (paso que abre
otra dimensión de la programación: la programación de aula). Además del nombre de cada
unidad didáctica, su presentación debe incluir algunas referencias a los contenidos que se
abordarán y, sobre todo, a su contribución a la consecución de las competencias básicas y a
los objetivos del curso, que es lo que da sentido y significado a la propia unidad didáctica.
En el cuadro 2 expuesto anteriormente se muestran los aspectos que deben configurar el apar-
tado metodológico de la programación didáctica. El contenido de dicho apartado no debe
constituir tan sólo una mera exposición de métodos de enseñanza, recursos didácticos, criterios
para la utilización de los espacios deportivos, etc. Más bien, debe hacer visibles los acuerdos
del departamento con respecto a las principales líneas pedagógicas que en general van a guiar
el planteamiento de la enseñanza a la hora de seleccionar, presentar, desarrollar y evaluar las
tareas de aprendizaje, algunas de las cuales pueden extraerse directamente de los objetivos
de curso y de etapa, como es el caso del aprendizaje autónomo. Otros principios básicos de
regulación de la enseñanza podrían establecerse en torno a cuestiones como:
• El significado y funcionalidad de los aprendizajes.
• La práctica no discriminatoria en función del género.
• La atención a la diversidad, etc.
Tales decisiones no sólo proporcionarán criterios para determinar y justificar, por ejemplo, la
selección de métodos y estrategias de enseñanza, la utilización de unos recursos didácticos
u otros, la elección de unos tipos de actividades u otros o la determinación de los textos
que deberán revisar los alumnos y las alumnas, también influirán en la forma en que se pre-
sentarán las tareas, se regulará su desarrollo y se evaluará su realización; por ejemplo, con
respecto al significado y funcionalidad que ha de darse a los aprendizajes –cuestión que debe
constituir una de las principales líneas pedagógicas del departamento–, el profesor o profe-
sora correspondiente, además de presentar las tareas indicando qué hay que hacer y cómo
hay que hacerlo, está obligado a asegurarse de que sus alumnos y alumnas saben por qué
y para qué hay que realizar la tarea en cuestión; para ello, entre otras posibilidades, puede
proporcionar directamente las respuestas a tales cuestiones, o bien, mediante preguntas,
hacer que sea el propio alumnado el que obtenga dichas respuestas.
Las decisiones sobre la evaluación de los aprendizajes y sobre los criterios de calificación
constituyen aspectos esenciales de la programación didáctica por la trascendencia de sus
funciones (Velázquez Buendía y Hernández Álvarez, 2004). En el primer caso, porque
además de hacer posible la obtención de una valiosa información que permite comprobar
si el proceso de enseñanza y aprendizaje transcurre conforme a lo previsto, y, en su caso,
reajustarlo sobre la marcha, también esa misma información tiene un valor fundamental
para la revisión de la propia programación didáctica. Y en el segundo caso, porque la ca-
lificación no sólo informa simbólicamente al alumnado y a su familia sobre los resultados
parciales y finales de su aprendizaje, sino que su valor determina, además, si un alumno o
alumna puede promocionarse o no al curso siguiente. Por ello, es importante que la progra-
mación didáctica recoja, con la mayor concreción, alcance y claridad posible en este nivel
de planificación, los procedimientos e instrumentos que se van a utilizar en uno y otro
caso. Por ejemplo, no sólo debería especificarse y justificarse, con respecto a los objetivos
de curso, los procedimientos y tipos de actividades de evaluación que, con carácter general,
se van a realizar (observación y registro, pruebas escritas, pruebas prácticas, trabajos, etc.),
sino distinguir los momentos de su aplicación (antes, durante, después) y la finalidad con que
se llevan a cabo en cada caso. Asimismo, si, como es deseable, se ha asumido realmente la
necesidad de atender a la diversidad de capacidades y ritmos de aprendizaje, será preciso
plantearse en qué casos la calificación debe atender únicamente al grado de aprendizaje
realizado en términos absolutos, y en qué otros ha de establecerse en función del progreso
del alumnado con respecto al nivel de partida, y hacer explícita la correspondiente decisión del
departamento.
Las actividades complementarias y las extraescolares4 pueden constituir una valiosa forma de
facilitar la consecución de algunos de los objetivos de curso y de etapa –como sucede, por
ejemplo, con los vinculados a la realización de actividades en el medio natural–. No obstante,
para que sea así, han de tener sentido y significado en el marco de la programación didáctica,
es decir, deben estar vinculadas a la consecución de objetivos de curso y de etapa y, por tanto,
implicar la realización de tareas de aprendizaje integradas en el proceso de enseñanza y de
evaluación, con su correspondiente reflejo en la calificación. Por ello, es necesario que la
programación didáctica recoja qué actividades se ha previsto realizar, cómo, cuándo y dónde,
así como también su vinculación con los objetivos del curso en que se ha previsto realizarlas,
lo que hará visible la dimensión educativa que conllevan.
4. Denominamos actividades complementarias aquellas que son obligatorias y se realizan dentro del horario lectivo,
y actividades extraescolares las que son voluntarias y se realizan fuera del horario lectivo.
• La duración de la unidad didáctica no puede ser tan larga que contradiga el significado
y función de la propia unidad, haciendo muy difícil y complejo el control del proceso
de enseñanza y aprendizaje; por motivos evidentes sería también muy difícil entender
que una unidad didáctica alcanzase una duración de, por ejemplo, 40 sesiones. Salvo
posibles y justificadas excepciones, la duración de las unidades didácticas en Educa-
ción física debería situarse entre 8 y 20 sesiones.
Cada unidad didáctica debe estructurarse y organizarse de manera que presente de forma explícita
y clara las decisiones que se tomaron sobre los elementos didácticos que determinan el proceso de
enseñanza y aprendizaje y que comprenden la propia unidad didáctica, incluyendo la secuencia
de tareas que se realiza durante dicho proceso. Si bien, desde el punto de vista de la elaboración
formal y de los elementos que componen una unidad didáctica, se han propuesto varias posibili-
dades (Del Valle y García Fernández, 2007, p. 52 y s.), la que se presenta en el cuadro 4 trata de
dar respuesta a las características y funciones que ha de cumplir toda programación –lo que es,
en definitiva, una unidad didáctica–, las cuales se han expuesto con anterioridad en este capítulo.
PRESENTACIÓN DE LA UNIDAD
• Nombre de la unidad didác- • Este primer apartado, además de presentar la unidad didáctica
tica, n.º de sesiones y mo- y situarla temporalmente, tiene por objeto vincularla a las com-
mento de realización. petencias básicas y a los objetivos de curso a cuya consecución
• Curso y alumnado al que va contribuye, así como indicar qué aprendizajes la preceden y cuá-
dirigida. les permitirá abordar a su término.
• Competencias básicas a cuya
consecución contribuye.
• Relación con los objetivos del
curso.
• Antecedentes y consecuentes.
ELEMENTOS DIDÁCTICOS
• Objetivos didácticos. • Además de los objetivos y contenidos de la unidad didáctica, este
• Contenidos. apartado debe recoger las pautas metodológicas que guiarán el
• Pautas metodológicas. desarrollo de las tareas de aprendizaje (atención a la diversidad,
• Procedimientos de evaluación. aprendizajes autónomos, integración, etc.). Asimismo, debe integrar
• Criterios de calificación. los procedimientos e instrumentos de evaluación que se utilizarán
durante el desarrollo de la unidad didáctica y, en su caso, al término
de la misma, y los criterios de calificación que se van a aplicar.
SESIONES, ACTIVIDADES Y TAREAS DE APRENDIZAJE
• Primera sesión. • La descripción de cada sesión deberá contener información sobre
• Segunda sesión. su propósito, sobre los materiales que se precisan y sobre las ca-
• Tercera sesión. racterísticas específicas de cada actividad (qué hay que hacer y
•… cómo hacerlo; organización de la clase; duración de la actividad;
• Última sesión. adaptaciones para atender a la diversidad de capacidades, etc.).
Finalmente, cabe señalar que la unidad didáctica debe constituir un instrumento fun-
cional que contribuya a mejorar la práctica docente. No ha de entenderse como un
documento académico y formal que debe someterse a la valoración de terceras personas,
sino como lo que realmente tiene que ser: un plan de acción concreto y en buena me-
dida personalizado, que hay que verificar día a día, que puede y debe ser reelaborado en
función de los resultados de su puesta en práctica, y cuya elaboración y revisión durante y al
final del proceso de enseñanza que comprende contribuirá a mejorar la calidad de la propia
enseñanza y al desarrollo profesional.
La determinación del contenido general de las unidades didácticas que van a desarrollarse en
los cuatro cursos de la ESO y en el primer curso de bachillerato corresponde al Departamento
de Educación física. En cambio, la concreción de los elementos que la configuran y su puesta
en práctica corresponde al profesor o profesora que vaya a desarrollarla, lo que hace de la
unidad didáctica un plan de acción personalizado que, de alguna forma, debe responder
a sus peculiaridades docentes. Pero también suele adquirir una dimensión colectiva, dado
que normalmente una misma unidad didáctica suele ser impartida a varios grupos de un
mismo curso por más de un docente. Por ello, el grado de concreción de los elementos que
configuran una unidad didáctica debe llegar hasta donde sean posibles los acuerdos entre el
profesorado que va a ponerla en práctica.
Por ejemplo, al presentar una unidad didáctica centrada en un deporte como balonmano,
fútbol sala o hockey, cabe referirse a los aprendizajes realizados en otras unidades didácticas
anteriores de contenido similar que constituyan un punto de partida para la que se presenta
(aprendizajes sobre creación y aprovechamiento de líneas de pase, desmarques, etc.); de la
misma manera, cabe indicar la situación en que se encontrarán los alumnos y las alumnas
al finalizar la nueva unidad didáctica, gracias a los aprendizajes realizados, con respecto al
desarrollo de otra unidad didáctica de deportes colectivos de balón (algo similar puede decirse
cuando el contenido de la unidad es de expresión corporal, de acondicionamiento físico o de
actividades en el medio natural). La importancia de este apartado, además de la información
que ofrece, está en los procesos de análisis y reflexión que promueve en torno al sentido y
planteamiento de la unidad didáctica, y al papel que ocupa en el marco de las programa-
ciones didácticas y de aula.
Elementos didácticos
La claridad, la concreción y la viabilidad de los objetivos didácticos adquiere una importan-
cia fundamental en el planteamiento y desarrollo de la unidad didáctica, pues constituyen
el principal referente que ha de guiar la selección y regulación de las tareas de aprendizaje
y de evaluación.
los contenidos y las tareas de aprendizaje necesarias para alcanzarlo, así como las activida-
des evaluación que permitan determinar en qué medida se ha conseguido; carece de sentido
establecer un objetivo didáctico vinculado, por ejemplo, a la adquisición de una actitud, si
en las sesiones de clase que configuran una unidad didáctica no existe ninguna actividad de
aprendizaje centrada específicamente en el desarrollo de tal actitud, ni las correspondientes
actividades de evaluación.
Cada unidad didáctica debe reflejar las pautas metodológicas que van a guiar la puesta en
práctica de las actividades que se ha previsto realizar en cada sesión. Además de los métodos
y las técnicas de enseñanza que vayan a ser utilizados con mayor frecuencia a lo largo de la
unidad didáctica y de su vinculación con los objetivos didácticos, es importante precisar las lí-
neas de actuación que puedan caracterizar el desarrollo de las actividades, como, por ejemplo,
propuestas innovadoras de atención a la diversidad, énfasis en cuestiones como la igualdad
de oportunidades o la educación para la paz, importancia que se concede a los aprendizajes
cooperativos y autónomos, etc. Se trata, básicamente, de hacer visibles los aspectos más caracte-
rísticos que van a impregnar el planteamiento y desarrollo de las tareas de aprendizaje que tendrán
lugar dentro de cada sesión, desde el punto de vista metodológico.
frecuencia en Educación física no coinciden en los mismos alumnos o alumnas los mayores
niveles de mejora y los mayores niveles de rendimiento. Por ello, los criterios de calificación
deberían recoger la respuesta que se da, en términos académicos, a la contraposición de
estos dos factores cuando sea el caso (por ejemplo: mucho rendimiento-poco aprendizaje,
poco rendimiento-mucho aprendizaje). Se trata de extender el ámbito de la calificación a la
idea de atención a la diversidad, de manera que se contemple tanto la situación del alum-
nado que ya ofrecía un alto rendimiento al inicio de la unidad didáctica por los aprendizajes
realizados anteriormente en un club deportivo, y que se ha esforzado poco para realizar
nuevos aprendizajes, como la del alumnado que se ha esforzado y ha aprendido mucho,
pero que, en términos absolutos, muestra un rendimiento bajo porque posee una baja com-
petencia motriz generalizada (torpeza motriz).
Cabe interrogarse acerca del grado de concreción y minuciosidad que debe alcanzarse en la
descripción de la sesión y de las actividades que la componen. La respuesta se encuentra en
la consideración de la unidad didáctica como instrumento de uso individual y colectivo a la
vez: dicho grado de concreción y minuciosidad deberá responder al grado de acuerdos que
sean capaces de alcanzar los docentes que vayan a desarrollar la unidad didáctica entre los
grupos de un mismo curso. En cualquier caso, sería aconsejable que, al menos, se hiciese
constar una descripción de cada actividad, de su organización y de su duración.
ACTIVIDADES
Con respecto a la programación surgen, entre otros, dos retos relevantes para el profesorado: la
secuencia de objetivos y el análisis de su coherencia interna. Las actividades que te proponemos
tratan de contribuir al logro de competencias orientadas a ambos desafíos.
1. Uno de los pasos que conlleva la elaboración de la programación didáctica para la ESO consiste
en la determinación de los objetivos que corresponden a cada curso. Con esta actividad se pre-
tende que te introduzcas en la realización de procesos de graduación de objetivos educativos a
través de la modificación de los conocimientos y capacidades que conllevan implícitamente.
• Elige uno de los objetivos del currículo oficial de Educación física para la ESO vigente en la
propia comunidad autónoma.
• Establece, al menos, un objetivo de dificultad creciente para cada curso de la ESO, tomando
como referente final el objetivo de etapa que se haya elegido –que, normalmente, constitui-
rá uno de los objetivos del 4.º curso– y los contenidos curriculares asignados a cada curso.
2. Entre los requisitos que debe reunir toda programación didáctica está el de la coherencia interna, es
decir, la existencia de una relación lógica y consecuente entre los elementos que la componen (objetivos,
criterios de evaluación, contenidos y metodología). Esta tarea pretende ayudarte a mejorar tu capacidad
de elaborar y de revisar programaciones didácticas desde el punto de vista de su coherencia interna.
Para la realización de esta actividad es preciso que dispongas de una programación didáctica real
que pueda facilitarte algún profesor o profesora en activo. Revisa dicha programación tratando de
dar respuesta a las siguientes cuestiones planteadas con respecto a cada curso de la programación:
• ¿Están formulados los objetivos del curso correspondiente de manera que puede apreciarse
claramente su relación con todos los objetivos de la etapa?
• ¿Figuran todos los contenidos de aprendizaje necesarios para alcanzar los objetivos del curso?
• ¿Hay contenidos que no se encuentren vinculados con alguno de los objetivos del curso?
• ¿La metodología que se plantea es adecuada para la consecución de los objetivos del curso?
• ¿Los criterios de evaluación recogen los aprendizajes básicos y fundamentales en relación
con los que se plantean en los objetivos del curso?
FUENTES Y RECURSOS
Orden de 6 de mayo de 2005, del Departamento de Educación, Cultura y Deporte, por la que
se aprueba el currículo de la Educación Primaria para la Comunidad Autónoma de Aragón.
Boletín Oficial de Aragón (05/07/2005), 80, 8.436-8.504. También disponible en línea en:
<www.colegiosaragon.org/CURRICULO/>.
Este currículo oficial de Educación física, ya derogado, estructura los bloques de contenidos
de la materia de una forma novedosa. Por ello su revisión resulta de interés, tanto por las
nuevas posibilidades que sugiere para organizar la programación didáctica de la ESO y de
bachillerato, como por la naturaleza de las reflexiones, análisis críticos y debates que sin
duda generará. Está relacionado con los temas que se tratarán también en los capítulos 3 y
4 de esta obra.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Normativa legal
Ley Orgánica 1/1990, de 3 de octubre, de Ordenación General del Sistema Educativo. Bole-
tín Oficial del Estado (04/10/1990), 238, 28.927-28.942. También disponible en línea en:
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Estado (24/12/2002), 307, 45.188 a 45.220. También disponible en línea en: <www.
cepes.ro/hed/policy/legislation/pdf/Spain_qualidad.pdf>.
Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación. Boletín Oficial del Estado (04/05/2006),
106, 17.158-17.207. También disponible en línea en: <www.boe.es/boe/dias/2006/05/04/
pdfs/A17158-17207.pdf>.
Real Decreto 83/1996, de 16 de enero, por el que se aprueba el Reglamento Orgánico de los
Institutos de Educación Secundaria. Boletín Oficial del Estado (21/02/1996), 45, 6.306-
6.324. También disponible en línea en: <www.boe.es/aeboe/consultas/bases_datos/doc.
php?id=BOE-A-1996-3834>.
Real Decreto 1631/2006, de 29 de diciembre, por el que se establecen las enseñanzas mí-
nimas correspondientes a la Educación Secundaria Obligatoria. Boletín Oficial del Es-
tado (05/01/2007), 5, 677-773. También disponible en línea en: < www.boe.es/boe/
dias/2007/01/05/pdfs/A00677-00773.pdf>.
Real Decreto 1467/2007, de 2 de noviembre, por el que se establece la estructura del Bachi-
llerato y se fijan las enseñanzas mínimas. Boletín Oficial del Estado (06/11/2007), 266,
45.381-45.477. También disponible en línea en: <www.boe.es/boe/dias/2007/11/06/
pdfs/A45381-45477.pdf>.
CONTENIDO DE CAPÍTULO
Desde el paradigma ecológico (Doyle, 1977) se afirma que la enseñanza en el aula consti-
tuye un intercambio más o menos formalizado de actuaciones del alumnado a cambio de
calificaciones. Estas transacciones entre el profesorado y sus alumnos y alumnas determinan
los roles de cada uno de ellos, a la vez que la forma en que experimentan el conocimiento
académico en el aula. Naturalmente, el papel que el alumnado desempeña, deducido de lo
anterior, tiene una gran influencia tanto en el sistema social de la clase como en su estatus
social y familiar, e incluso en su propio autoconcepto.
Desde este punto de vista, conocer las tareas académicas que se requieren en un aula es
una necesidad preferente del alumno, ya que su propia estructura va a definir el clima de
aquélla, las expectativas colectivas, las normas que regulan la vida escolar, etc. Sin embargo,
la definición de las tareas no resulta nunca exhaustiva, ya que ni la estructura ni los criterios
de éxito tienen una perfecta delimitación, lo que provoca cierta incertidumbre acerca de
las posibilidades de éxito del alumno. Es por ello que no resulta extraño que, a veces, los
objetivos del grupo de alumnos y alumnas, ya sean de carácter social, moral o emotivo, se
opongan a los objetivos oficiales que persigue la enseñanza.
Hemos de convenir, por tanto, en que la enseñanza más eficaz será aquella que aproxime
ambos puntos de vista en un lugar central, que no puede ser otro que aquel aprendizaje
situacional, en el que la estructura de las tareas responde a las demandas del contexto y
a la negociación del grupo social. Lógicamente, esta mediación de las situaciones influye
en la planificación del docente, que también debe transitar por la incertidumbre del aula
creando procesos, conexiones o interpretaciones (Pérez Gómez, 1989).
Cuando el modo de trabajar los diferentes contenidos no conecta con los intereses y preocupa-
ciones del alumnado, las tareas académicas se tornan artificiales, costosas y vacías de contenido.
Es por ello que el profesorado debe planificar su actividad en relación con su papel en la clase,
los recursos que utiliza, los materiales, agrupamientos, rutinas, etc. Pues bien, este proceso de
reflexión acerca de la enseñanza que se lleva a cabo en el aula se conoce como estrategia didác-
tica, que no es ni más ni menos que el conjunto organizado de acciones educativas que implican
la utilización y organización de unos recursos materiales y la realización de unas tareas u otras.
En este marco, vamos a situar las diferentes estrategias didácticas que hoy se conocen en el
campo de la Educación física, a sabiendas de que no son más que recursos organizativos que
deben ser coherentes con aquel acercamiento que propugnamos entre objetivos oficiales de la
enseñanza y contextos reales que dotan a aquélla de significado y funcionalidad.
Sin duda, una de las finalidades de la educación ha de ser ayudar al alumnado a ser cada vez
menos dependiente de los demás. El sujeto educado debe ser capaz, en relación con la cultura fí-
sica, de conocer aquellas técnicas y hábitos que le proporcionen un estilo de vida saludable y una
ocupación activa del tiempo de ocio, para cuyo fin debe ser capaz de organizar su conocimiento
de manera tan autónoma como le sea posible, para no ser dependiente de terceras personas para
alcanzar los objetivos enunciados. En este sentido, alcanzan relevancia las estrategias didácticas
que favorecen la autonomía del alumnado, ya que le facilitan la posibilidad de aprender a apren-
der la cultura física de manera independiente. Veamos a continuación algunas de ellas.
La autoenseñanza
Este tipo de estrategia se puede considerar como algo que no se hace para nadie más que
para uno mismo. Consta de dos fases:
• Una primera fase de análisis previo de lo que uno mismo va a hacer, en la que se
efectúa una observación propia de lo que se quiere realizar, identificando los posibles
fallos que se pueden producir al ejecutar la tarea, y cómo evitarlos.
• Otra fase de realización del ejercicio como viene siendo habitual, constatando lo que
se ha hecho bien y aquello en lo que se deben efectuar correcciones.
Las estrategias de autoenseñanza son flexibles y permiten adaptar la tarea a las habilidades
de los aprendices; no obstante, su éxito o fracaso depende de la adecuación de las tareas
al objeto de aprendizaje, así como de la motivación del alumnado para dedicar el tiempo
suficiente a la práctica.
Una manifestación de autoenseñanza que puede resultar muy útil al profesorado a la hora
de enseñar contenidos de salud o aprendizaje de técnica deportiva son los denominados
contratos de aprendizaje, en los que, como su nombre indica, un alumno o alumna se com-
promete a realizar una serie de tareas respetando unos criterios establecidos de antemano.
Sería el caso del alumno que se compromete con su profesor a desarrollar un programa de
carrera continua tres veces a la semana en horario extraescolar con el fin de preparar su
participación en una carrera popular.
trabajo por parejas en el cual un alumno o alumna da pauta y corrige al compañero en cuanto
a la distribución de los apoyos y la postura de la espalda. Una vez comprobado por el profesor
o profesora el dominio de la habilidad y las situaciones y posiciones de seguridad, se plantea
a los alumnos y alumnas la posibilidad de crear diferentes figuras humanas en parejas. Ello
facilitará un clima de confianza, de expresión personal y de intercambio de opiniones entre los
«iguales», a la vez que ayudará a que el alumnado efectúe una reflexión sobre la táctica reali-
zada. Después se construirán figuras de cuatro alumnos y después de ocho, en donde los apo-
yos mutuos y recíprocos serán la clave para pasar posteriormente a unirse todos. El papel del
profesorado es el de ayudar a los alumnos y alumnas a aprender desde su propia experiencia.
Aprendizaje cooperativo
El aprendizaje cooperativo es una estructura de enseñanza donde pequeños grupos de alum-
nos y alumnas se unen para lograr un objetivo común. Las características que debe tener la
relación entre el alumnado están referidas a la interacción grupal:
• Por medio de la interdependencia positiva se promueve una situación en la que el
alumnado entiende que su trabajo beneficia a sus compañeros y viceversa.
• Las habilidades de grupos reducidos consisten en que antes de comenzar el trabajo
cada componente del grupo concierta, acepta, confía y apoya a sus compañeros.
• El procesamiento grupal y el reconocimiento supone que el grupo es capaz de reflexio-
nar sobre su trabajo para determinar qué acciones del mismo resultaron útiles y cuáles
no y, en consecuencia, tomar decisiones al respecto.
• A través de la responsabilidad individual cada alumno y alumna comprende que su
labor es importante para el grupo y nadie se escuda en el trabajo de los demás.
Esta estrategia de enseñanza está diseñada para superar las posibles diferencias que pueda
haber entre los alumnos y las alumnas, lo cual permite unificar grupos con distintos tipos de
alumnado y contextos para formarlos de manera integradora, es decir, un grupo de alumnos
y alumnas trabaja cooperativamente y el resultado de este trabajo debe reflejar que todos y
cada uno de ellos hayan aportado su contribución de igual manera al grupo.
Un ejemplo de lo que decimos es el juego que se conoce como «el nudo», cuyo desarrollo es
el siguiente. Se junta todo el grupo de alumnos y alumnas de la clase muy cerca unos con otros.
En ese instante se cogen de la mano. A continuación el profesor o profesora indica que levanten
las manos y comiencen a pasarlas entre los brazos de los compañeros, enredándose todo el
grupo. Posteriormente los alumnos y alumnas deben desenredarse sin soltarse de las manos y
cooperando entre ellos. Este juego tiene un gran intercambio corporal. No es recomendable
hacerlo con grupos que no tengan un mínimo de confianza y conocimiento. El espacio de
acción tiene una estructura de cooperación intragrupal máxima, sostenida por las acciones
de cada alumno y al que influye cada uno que está dentro del nudo grupal. De ahí que la in-
terdependencia positiva como eje social del juego, al intentar desatarse entre todos, desde las
acciones coordinadas, complica la toma de decisiones y, por tanto, pone en primer plano
la necesidad de resolver otros problemas sociales como el liderazgo, la toma de decisiones, la
confianza y la comunicación.
Un aprendizaje resulta significativo cuando se sitúa en el escenario vital del sujeto, es decir,
el contexto cercano y el contexto lejano que enmarcan las presiones culturales, las variadas
determinaciones simbólicas, usos, rituales, valores, etc., que interioriza el sujeto de forma
más o menos activa en los procesos singulares de interacción. Seria el caso de la influencia
en la elección deportiva de un individuo cuando un equipo de su ciudad ha alcanzado un
gran triunfo internacional, de tal manera que el individuo siente el objeto de conocimiento
como próximo y deseable. Se exponen a continuación algunas estrategias didácticas que
estimulan especialmente la significatividad.
Esta perspectiva prioriza el papel otorgado a la transferencia entre contextos. Lave y Werger
(1991) indican que la transferencia se entiende cuando el aprendizaje de una habilidad ad-
quirida en un contexto es utilizado en otro entorno; sin embargo, dicha transferencia es difícil
de obtener, ya que no se produce de manera automática, sino que es necesaria la implicación
cognitiva del aprendiz. En este sentido, el modelo de aprendizaje situado considera que la
transferencia del aprendizaje de muchas acciones técnicas, tácticas y reglamentarias tiene
lugar cuando ante un nuevo escenario de juego en un contexto diferente el alumnado da una
respuesta acertada, por lo que es sumamente importante dotar de significatividad los aprendi-
zajes, de manera que el aprendizaje de una tarea facilite el aprendizaje de una segunda tarea.
La elección de los objetivos, los contenidos y las tareas del proyecto favorecerán en mayor
o menor medida que el aprendizaje sea importante. Todo ello deberá ser lo suficientemente
abierto para que todos los alumnos y alumnas puedan mejorar su nivel. Por ello, en la
elaboración y desarrollo de un proyecto debemos de respetar el currículo, la edad y los co-
nocimientos previos del alumnado, ya que el interés de un alumno en el proyecto se verá for-
talecido por el grado de participación e implicación en el desarrollo de todas las situaciones
de enseñanza que se produzcan en el gimnasio. En este proceder el profesorado no es el que
impone el ritmo, sino que es el alumnado el que lleva la iniciativa. La labor del profesorado
radica en acompañar al alumnado, ofreciéndole los materiales y métodos; le proporciona la
ayuda que necesitan, le motiva y valora lo que realizan.
Uno de los grandes retos de la enseñanza actual es conseguir la unión entre el aprendizaje aca-
démico y su contextualización dentro de la cultura social, y es ahí donde el verdadero aprendi-
zaje adquiere sentido y significado. En este sentido nos ha parecido oportuno presentar como
ejemplo de trabajo por proyectos la propuesta «Los juegos motores del Quijote», elaborada
en el año de la celebración del cuarto centenario de la publicación de la obra de Cervantes.
«el hito» o «el juego de la pelota». El juego de «cañas» tiene influencia árabe. La cultura
mediterránea se ve reflejada en el caso de «la lidia del toro» y «la vaca de la boda», mien-
tras que la reminiscencia medieval nos aparece en «las justas», «la sortija» y «el tiro de la
ballesta».
Los juegos populares llevan a sus espaldas un saber adquirido a lo largo de muchos siglos,
de continuada observación y desarrollo. El juego motor como elemento cultural se trabaja
en el gimnasio buscando que el alumnado desarrolle competencias cognitivas, motrices, de
estabilidad personal y de relación e inmersión social. El juego motor hace partícipe en el
alumnado lo corporal, lo emocional y lo relacional, a la vez que se adquieren valores pun-
tuales de conducta de la sociedad.
Como indican Vargas y Flecha (2000), cuando los alumnos y las alumnas se sienten aten-
didos por los voluntarios y sienten que sus familiares están implicados en su enseñanza,
se crea un ambiente de colaboración. Debido a ello, en una comunidad de aprendizaje la
responsabilidad del aprendizaje es compartida por todos. Por tanto, podemos decir que en
una comunidad de aprendizaje dentro del aula participan todos los agentes que pueden
mejorar el aprendizaje, como los padres, las madres, los voluntarios y el profesorado, ya que
las comunidades de aprendizaje parten de la idea de que todas las personas del entorno del
niño influyen en su aprendizaje y, por ello, deben planearlo juntas (Gómez Alonso y otros, 2006).
por el paro y la pobreza, con gran absentismo escolar y total desmotivación del alumnado,
se quiere intervenir desde la Educación física para intentar mejorar la situación descrita, para
lo cual se elabora un programa de intervención, que tiene como referencia el contenido de
expresión corporal, en especial el baile flamenco, y se diseña e implementa un programa con
la colaboración de una madre, un voluntario y el propio profesorado.
Los valores fundamentales que emanan de las comunidades de aprendizaje son la coopera-
ción y la solidaridad. Las altas expectativas en el aprendizaje son un elemento imprescindible
para que la trasformación en una comunidad de aprendizaje sea posible. Por tanto, se trata
de una experiencia de trasformación global de la escuela. Aunque los proyectos son diferen-
tes según las comunidades, existen algunos puntos en común:
• El proceso de formación debe extenderse tanto al profesorado, en una primera fase,
como a toda la comunidad implicada.
• El objetivo principal es superar el fracaso escolar y la exclusión social.
• El proceso debe estar basado en un pacto de consenso sobre el aprendizaje entre pro-
fesores, familiares y comunidades.
Descubrimiento guiado
La estrategia de descubrimiento guiado o enseñanza por preguntas consiste en dar indicios
al alumnado a partir de los cuales debe dar con la respuesta adecuada al problema que se
plantea. Sin embargo, el profesorado nunca ha de dar la mencionada respuesta, sino que han
de ser los propios alumnos y alumnas los que la descubran, de tal manera que deben intro-
ducirse en un proceso investigador que, en caso de ser exitoso, finalizará con un aprendizaje
obtenido por el propio alumnado.
La puesta en acción de la estrategia debe tener en cuenta, en primer lugar, la definición del
tema objeto de aprendizaje, ya que una vez determinado debe establecerse una secuencia
de intervenciones del profesorado en forma de preguntas cuya adecuada respuesta conduce
necesariamente a la resolución del problema. Sería el caso del aprendizaje del gesto técnico
en fútbol para centrar un balón al área, por poner un ejemplo. Algunas de las preguntas
podrían ser éstas:
• «Si tienes que pasar el balón a uno o varios compañeros y la línea de pase está ocupa-
da, ¿cómo lo harías?» (pasando el balón por alto).
• «Para que el balón fuera por alto, ¿en qué parte deberías golpearlo?» (en la parte in-
ferior).
• «¿Con qué parte del pie deberías golpear para impactar mejor en la parte inferior del
balón?» (con la cara superior).
• «¿Cómo habrías de colocar el resto del cuerpo para que el balón saliera hacia arriba:
inclinado hacia delante o hacia atrás?» (hacia atrás).
La enseñanza por modelos pretende que el acto de aprender se realice mientras se observa
un modelo. Es el aprendizaje basado en una situación social en la que participan como
mínimo dos personas: el modelo, que realiza una conducta determinada, y el sujeto, que
efectúa la observación de dicha conducta y cuya observación determina el aprendizaje.
Ciertamente, para adquirir habilidades motrices es imprescindible la práctica física, pero la
observación de un modelo facilita la tarea y su aprendizaje. Asimismo, este tipo de estrategia
se complementa con instrucciones verbales que ayuden a la realización de la tarea motriz.
Instrucción directa
Es la más clásica y tradicional en el ámbito de la Educación física. En ella el profesorado da
información a toda la clase, para inmediatamente realizar un período de práctica durante el
que se va proporcionando feedback a los alumnos y las alumnas con la finalidad principal de
corregir los errores más comunes. Posteriormente se pasa a otro momento de práctica indepen-
diente de los alumnos y alumnas supervisado activamente por el profesor o profesora.
Por ejemplo, una tarea de gran dificultad para los alumnos como el salto del plinto puede
descomponerse en tareas más sencillas, como son:
1. Realizar sólo la fase de batida.
2. Hacer la batida y apoyar manos y pies al principio del cajón.
3. Ejecutar la batida y el apoyo de manos en la mitad del cajón.
4. Realizar la batida y el apoyo de manos al final del cajón.
5. Efectuar el salto completo.
Enseñanza en circuito
Este tipo de estrategia consiste básicamente en la organización de las tareas de aprendizaje
de una forma que posibilita al alumnado la realización de tareas diferentes al mismo tiempo.
Así, por ejemplo, una sesión dedicada al trabajo de fuerza puede contener un número de-
terminado de «estaciones» en las que trabajar, en cada una de ellas, la fuerza de un deter-
minado grupo muscular, debiendo el alumno o alumna rotar por todas ellas. Para facilitar la
ejecución de las tareas se pueden distribuir fichas o carteles en cada una de las estaciones
que indiquen la forma correcta de realización de los ejercicios, la intensidad, la duración,
el número de repeticiones, etc.
La enseñanza en circuito permite agrupar al alumnado por niveles de aptitud, y también orga-
nizar el material para optimizar el tiempo útil de aprendizaje. Sin embargo, el punto débil de la
estrategia estriba en la planificación del objeto de enseñanza a través de una progresión de tareas,
ya que en este caso no todos los alumnos pueden comenzar por la tarea inicial de la progresión,
sino que deben hacerlo por una intermedia o final.
El alumnado debe tener la responsabilidad y el autocontrol suficiente para utilizar esta estra-
tegia con aprovechamiento. En este sentido, los profesores han de supervisar activamente la
realización de las tareas, aunque podrán proporcionar mucho más feedbacks si los alumnos
están más comprometidos con el trabajo. Por último, es preciso tener en cuenta que las tareas
deben presentarse claramente, ya sea de forma verbal o a través de carteles o fotografías, como
ya hemos comentado.
ACTIVIDADES
2. Plantea un problema para el aprendizaje de la búsqueda de los espacios libres en los deportes
de invasión. La progresión espacial puede ser tanto en profundidad como en amplitud. Lo que
se pretende es la mejora de la percepción contextualizada del espacio de juego e implicar cog-
nitivamente al alumnado sobre los conocimientos básicos de la táctica individual y colectiva
en ataque y en defensa. Amplía o reduce el espacio de juego en función de las condiciones
contextuales (alumnos, materiales, instalaciones, etc.).
3. Diseña una progresión de enseñanza para la entrada a canasta en baloncesto, tanto por el lado
izquierdo como por el lado derecho, sin oponente y con oponente, para realizar con un grupo
de 25 alumnos de 2.º curso de educación secundaria:
• Plantea ejercicios de iniciación con los que busques mecanizar el movimiento de bandeja,
prestando atención a las distancias y los pasos, intentando que los alumnos y alumnas no
den pasos de más, que no se queden lejos del aro o se queden muy abajo, pasados, del
tablero.
• Confecciona una hoja de observación para anotar los aciertos y errores tanto técnicos como
tácticos que puedan cometer los alumnos, y plantea ejercicios para la mejora.
• Finalmente, describe y justifica las estrategias de enseñanza que has utilizado.
FUENTES Y RECURSOS
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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DICKINSON, K.P. y otros (1998). Providing educational services in the Summer Youth Emplo-
yment and Training Program [Technical assistance guide]. Washington: U.S. Department
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DOYLE, W. (1977). Learning the classroom environment: An ecological analysis. Journal of
Teacher Education, 28 (6), 51-55.
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PÉREZ GÓMEZ, A. (1989). Paradigmas contemporáneos de investigación didáctica. En J. Gi-
meno Sacristán y A. Pérez Gómez, La enseñanza: su teoría y su práctica. Madrid: Akal.
SICILIA, A. (2001). La investigación de los estilos de enseñanza en la Educación física. Wan-
ceulen: Sevilla.
VARGAS, J. y FLECHA, R. (2000). El aprendizaje dialógico como «experto» en resolución de
conflictos. Contextos Educativos, 3, 81-88.
3. COMUNICACIÓN Y APRENDIZAJE
EN EDUCACIÓN FÍSICA
CONTENIDO DE CAPÍTULO
• La comunicación didáctica
• La estructura de la comunicación didáctica en Educación física
• La retroalimentación o feedback
• La interacción profesorado-alumnado en la clase de Educación física
• Los estilos de comunicación en la Educación física y el deporte
• Algunas habilidades comunicativas que pueden ser aprendidas
La comunicación didáctica
En todo caso, es preciso tener en cuenta que la comunicación es una faceta que el individuo
puede aprender, y de ahí la importancia que tiene, para los docentes, aprender las claves que
gobiernan el proceso comunicativo y la necesidad de su práctica continuada. En este sentido,
el profesorado debe saber utilizar, de la forma más conveniente, todos los recursos que tiene
a su alcance para mejorar la comunicación con sus alumnos y alumnas.
Por su importancia en Educación física debemos considerar especialmente estos dos tipos de
comunicación aludidos. Como es bien sabido, la comunicación verbal utiliza como medio
el lenguaje oral articulado, y así ocurre cuando el profesor o profesora explica un gesto de-
portivo o una habilidad. Sin embargo, cuando observamos a un docente podemos ver que
cuando habla se acompaña de una serie de movimientos corporales, de cabeza, ojos, rostro,
hombros, manos, brazos, etc.
Es por ello que nos debemos preguntar por el sentido que tienen esos movimientos y res-
ponder que los gestos tienen una función comunicativa esencial, ya que pueden transmitir
incluso una información diferente a la que se transfiere por la comunicación verbal. Las
personas, cuando expresan sus pensamientos o sentimientos, realizan determinados movi-
mientos de su cuerpo que aumentarán a medida que el tema sea más complejo.
Pero además, resulta que cuando las personas se comunican no hablan de los temas de una
forma neutra, sino que suscitan una serie de emociones, ya sea en el acto de informar o en
el de recibir esta información. Cuando nos comunicamos realizamos un proceso cognitivo
que se ocupa de los aspectos lógicos y un proceso afectivo que se ocupa de las emociones.
En general, los gestos suelen hacer referencia a las emociones y las palabras a los aspectos
cognitivos, aunque todo ello es bastante variable en función de la edad, la cultura o las
circunstancias.
De todo ello podemos colegir que el lenguaje no verbal puede completar, afirmar o repetir el
mensaje emitido con el lenguaje hablado, pero también puede sustituirlo o contradecirlo, por
lo que resulta crucial una adecuada interacción entre ambos, en la enseñanza. Especialmente
importante es esta interacción en el campo de la Educación física, donde las expresiones
verbales de ánimo al alumnado, en la realización de las tareas, pueden verse contradichas
por la expresión no verbal del profesorado de desinterés o distancia.
En este sentido, el profesorado habrá de organizar los contenidos de enseñanza de una manera
sistemática, aunque no exenta de la capacidad adaptativa necesaria para adecuarlos a sus
alumnos y alumnas. Tal organización debe prever una correcta definición de prioridades y
unas secuencias bien establecidas que aseguren el tratamiento del contenido con la profun-
didad y extensión requeridas.
Una vez efectuada la organización, el docente debe seleccionar la información más relevante
para el contenido de que se trate. Así, por ejemplo, si nos encontramos en una clase de ini-
ciación deportiva desde un modelo comprensivo, la selección de principios lógicos que han
de inspirar el aprendizaje de cada familia de deportes y la selección de juegos modificados,
relativos a dicho principio, serán fundamentales.
Sin embargo, junto a esta disposición inicial de ordenación de los contenidos que se van a
transmitir, por parte del profesorado, la propia capacidad de expresión constituye otro factor
muy importante. En este caso, hablamos del aspecto material del mensaje, que debe estar defi-
nido por las notas de significado y expresión. Por la primera, dicho mensaje debe ser adecuado
a lo que queremos enseñar, en lo que sería el fondo del mismo. La segunda haría referencia a
la forma que el mensaje adquiere para que sea realmente comprensible. Por poner un ejemplo:
en la enseñanza de los deportes de cancha dividida en los que estamos enseñando el principio
de profundidad, enseñamos un juego modificado que tiene que ver con una división del
campo que reduce la amplitud y aumenta la profundidad, a fin de que se pueda visibilizar
adecuadamente el objeto de aprendizaje.
El tercer aspecto que contiene el mensaje didáctico es el estudiante como destinatario del
mismo. La significatividad y expresividad del mensaje deben causar el efecto de utilidad de
la enseñanza para que el alumnado sea capaz de retenerla y, además, usarla y recordarla,
por lo que la cantidad de información suministrada debe ser proporcional a su capacidad
de retención.
No obstante, hay que tener en cuenta que la materia de Educación física propone la rea-
lización de tareas motrices, por lo que la simple formación de un esquema mental no es
suficiente, sino que la ejecución motriz debe ocupar un lugar fundamental. Para ello hemos
de utilizar canales de comunicación visual, auditivo o cinestésico-táctil que hagan realmente
Carreiro da Costa (1988) afirma que los alumnos y las alumnas subestiman cerca del 50% de
la información que los profesores les dirigen, por lo que recomienda las siguientes acciones:
• Insistir en los errores que hay que evitar.
• Transmitir una información valiosa desde el punto de vista científico.
• Señalar las ventajas que los alumnos y alumnas obtendrán.
ción en aquél muy superiores a la mera presentación de la tarea. Asimismo, la atención del
alumnado es también muy superior cuando el aprendizaje se realiza mediante habilidades
globales en lugar de a través de su descomposición en partes.
La retroalimentación o feedback
Podemos asegurar que el feedback está en el punto de unión de las teorías de la enseñanza y
las teorías del aprendizaje, ya que integra los modelos de adquisición de habilidades motrices
y los modelos de estudios de la eficacia de la enseñanza. Por tanto, constituye un elemento
determinante del proceso de enseñanza-aprendizaje, ya que se ha podido concluir que una
prestación se mejora cuando hay feedback, y no mejora o empeora si éste se suprime.
Sin embargo, su tratamiento ha sido muy heterogéneo. Desde el punto de vista del aprendi-
zaje motor, aun siendo considerado un aspecto clave, se ha limitado en muchas ocasiones
al conocimiento del resultado, lo que constituye un simple refuerzo. Esto es así porque su
única función es informar al individuo sobre el carácter correcto o incorrecto de su respuesta,
lo que le asigna un pobre papel, bien distinto a las grandes posibilidades que el mecanismo
en cuestión tiene en relación con el progreso continuado que sólo es realizable mediante un
conocimiento regular de los resultados de la práctica.
El feedback realiza dos funciones principales: por una parte la de refuerzo y por otra la de in-
formación. Sin embargo, muchas de las retroalimentaciones realizan una función informativa
de la calidad de la ejecución del gesto motor por medio de un mensaje de aprobación o repro-
bación, por lo que parece que el profesorado se limita a ejecutar una simple labor de refuerzo,
más que una sistemática búsqueda de modificación del comportamiento motor. Tanto es así,
que muchos profesores y profesoras adquieren formas rutinarias de expresión que llegan a dejar
de ser auténticos refuerzos.
Desde un punto de vista didáctico, resulta mucho más interesante la información relativa a la
forma en que el alumno o alumna ejecuta su gesto o acción motriz que el conocimiento ele-
mental del resultado. En general, las retroalimentaciones se reparten de manera equilibrada
entre el conocimiento de resultados del movimiento y el conocimiento de la ejecución. El
conocimiento del resultado es redundante cuando el alumnado puede percibir por sí mismo
el resultado, sin embargo, un feedback es auténticamente relevante para el aprendizaje de la
tarea cuando proporciona información sobre la realización relacionada con los aprendizajes
previos del alumno o alumna.
En suma, el carácter apropiado del feedback está determinado por tres elementos:
• Qué información hay que dar.
• Cómo hacerlo.
• Con qué frecuencia.
La conclusión genérica que alcanzan estos estudios es la de que al final de la tarea los
alumnos y las alumnas habían asimilado entre un 40 y un 50% de los mensajes de feed-
back, por lo que nos debemos preguntar por lo que el alumnado hace con el número, a
veces superior, de los mensajes emitidos por el profesorado, así como qué puede hacer el
profesorado para promover una mejor retención de la información por parte de los alumnos
y alumnas.
De todo ello se pueden obtener, de acuerdo con Pieron (1999, p. 246), las siguientes conse-
cuencias para mejorar la enseñanza:
• Los feedbacks muy claros y breves se evocan con mucha fidelidad.
• Los feedbacks que comportan numerosas palabras e ideas aparecen relatados con
escasa o inexistente coherencia.
• La repetición de las informaciones, incluso con unidades de significado diferentes,
parece facilitar el proceso de memorización.
• En los episodios de feedback en los que el profesorado proporciona informaciones va-
riadas, el alumnado no consigue relatar más de una o dos, correspondiendo a aquellas
que se realizan al principio o al final del episodio.
• Las ideas proporcionadas sobre los componentes fundamentales de la habilidad objeto
del aprendizaje, precedidas o seguidas de unidades de información evaluadoras o no di-
rectamente relacionadas con la habilidad práctica, se olvidan o no se cuentan cuando se
emiten en situaciones de feedback poco extendidas.
Como podemos apreciar, resulta fundamental que el profesorado tome conciencia de la nece-
sidad de realizar aprendizajes en la clase de Educación física, para lo cual es preciso conocer
que el feedback que proporciona puede perder una parte importante de la información que
contiene cuando viaja hasta el alumnado.
Este análisis del feedback para la destreza deja sin responder una pregunta esencial que también
debe tenerse en consideración: ¿qué modelo resulta apropiado para una buena ejecución: el
del atleta olímpico?; ¿el propósito es conseguir un movimiento técnicamente correcto? (Tinning,
1992). En algunas destrezas existe un feedback que resulta de modo natural de la ejecución de la
actividad en sí, como es el caso de un lanzamiento a canasta en donde el conocimiento de resul-
tados es claramente evidente: la pelota entra en el aro o falla; sin embargo, en otros movimientos
no existe tal obviedad y el feedback cinestésico es difícil de interpretar, como sería el ejemplo
de la postura que adopta el brazo en la fase de recuperación de una brazada de crawl, en cuyo
caso el feedback ha de ser proporcionado por un observador. Y ése es, precisamente, el papel
que debe desempeñar el profesorado, en el supuesto de que sepa qué es lo que tiene que buscar.
La otra categoría de feedback es la de conducta, que está relacionada con la buena ejecución
de tareas organizativas, como es el caso de la utilización y recogida del material, así como
con el comportamiento apropiado en el contexto de las interacciones con los otros niños en
relación, por ejemplo, con sus actitudes colaborativas y tolerantes. El feedback de conducta
centrado en temas de organización no está relacionado directamente con la Educación física,
aunque muestra las condiciones necesarias para crear un buen clima. Sin embargo, el feed-
back de conducta que se centra en las interrelaciones de los alumnos y alumnas sí lo está,
ya que la Educación física debe ser más que el aprendizaje de destrezas de movimiento. En
este contexto, el feedback de conducta que se centra en las interacciones entre alumnos y
alumnas, como dimensión social de experiencias, resulta de suma importancia y debería ser
un rasgo demostrable de todas las lecciones de Educación física.
Tanto el feedback de destrezas como el de conducta tienen efectos a corto y largo plazo. El efecto
inmediato puede ser la corrección de un gesto motor; sin embargo, a largo plazo los efectos
son menos evidentes. Ciertamente, el efecto acumulativo de recibir feedbacks negativos puede
hacer que un niño aprenda poco a poco que la clase de Educación física está asociada con
sentimientos de incapacidad crecientes. Por el contrario, aquellos que reciben feedbacks favorables
continuamente por parte del profesorado pueden llegar a depender de dicha circunstancia. Estos
y otros efectos a largo plazo del feedback forman parte del currículo oculto en Educación física.
Para facilitar que se produzcan los aprendizajes a los que aludíamos es preciso instaurar un clima
de clase cálido y enriquecedor a través del establecimiento de unas buenas relaciones entre el
profesorado y el alumnado; sin embargo, un clima como el descrito no constituye, por sí sólo,
una buena educación, ni proporciona un medio favorable para el logro de objetivos educativos.
En efecto, muchos profesores y profesoras de Educación física tienen como meta hacerse
querer por los alumnos y las alumnas, a cuyo fin reducen sus expectativas en relación con
los objetivos de aprendizaje. De esta manera, aumentan su popularidad, favoreciendo las
interacciones sociales con el alumnado en detrimento de los fines educativos. Sin embargo,
hace bastante tiempo ya que se ha demostrado que las necesidades de los estudiantes en
relación con el profesorado son prioritariamente los objetivos de aprendizaje específicos, y
sólo al final de sus preferencias están las relaciones interpersonales (Cohen, 1970).
Así pues, se ha podido comprobar que el profesorado de Educación física puede mejorar sus
capacidades de interacción personal y a la vez alcanzar importantes estándares de aprendizaje
en la materia, y todo ello es susceptible de aprenderse con una adecuada formación, ya que
existen habilidades y técnicas que pueden ser aprendidas de cara a formar a un profesorado más
competente. En este sentido, comentaremos a continuación las que establece Siedentop (1998).
con su alumnado alrededor de sus intereses, comenzarán a trabarse unas buenas relaciones
personales. No obstante, éste no es más que el primer paso en la creación de un buen clima,
que deberá extenderse a aquellos otros aprendizajes no tan queridos por el alumnado aunque
muy significativos desde el punto de vista de la relevancia de los aprendizajes.
denomina estilo de comunicación. Los recursos del estilo comunicativo son de tipo subjetivo,
mímico y lingüístico, donde se conjugan elementos verbales y no verbales, caracterizados
por su movilidad y variación, de acuerdo con la situación en que se encuentra la persona.
Así pues, cada persona tiene un estilo de comunicación determinado, que matiza en sus
relaciones con los demás, a la vez que determina el nivel de afectividad en su comunicación
interpersonal, cuestión que se torna decisiva en la función docente en la que, como hemos
dicho, constituye un elemento esencial.
En la relación entre profesorado y alumnado se han distinguido, a grandes rasgos, dos gran-
des estilos de comunicación, a saber:
• Democrático, caracterizado por una participación activa del alumnado en la toma de
decisiones en los procesos de enseñanza-aprendizaje, en donde el profesorado tiene
en cuenta su criterio y las relaciones obedecen a una estructura descentralizada.
• Autocrático o autoritario, en el que el profesorado es la única figura relevante en la
toma de decisiones e impone su criterio sin tener en cuenta ni consultar los puntos de
vista de los alumnos y alumnas.
Sin embargo, entre estos dos polos caracterizados, es posible distinguir otros estilos que
suponen una matización de los primigenios, acercándose o alejándose de su perspectiva
inicial. En todo caso, los avances en los estudios de los estilos de comunicación se han
hecho extensivos al campo del deporte, en especial al de los entrenadores en relación con
sus jugadores. Así, se han agrupado las conductas de los entrenadores en tres dimensiones
que determinan el estilo de comunicación percibido en el entrenador, a saber:
• Apoyo, que incluye las conductas de refuerzo, ánimo contingente al error y ánimo
general.
• Instrucciones, que incluye la instrucción técnica general y organización general.
• Punición, que incluye las categorías de castigo y de instrucción técnica punitiva.
Se ha estudiado el efecto que tiene sobre los deportistas el estilo de comunicación de los
entrenadores, a través de las conductas espontáneas que realizan en situaciones de entrena-
miento y competición, y a partir de ellas se han definido perfiles de estilos de comunicación
teniendo en cuenta las dimensiones conductuales de apoyo (suportiveness), instrucciones
(instructiveness) y punición (punitiveness) (Smith y Smoll, 1997).
El estudio de Torregrosa y otros (2008) analiza y evalúa el papel de la percepción que los
jugadores de fútbol tienen del clima motivacional inducido por el entrenador y de su estilo
de comunicación en entrenamiento y competiciones sobre el compromiso deportivo. El com-
promiso deportivo se refiere a la disposición psicológica de seguir participando en el deporte,
y viene determinado por el grado de diversión que se obtiene de la práctica deportiva, las
El gran éxito de muchos profesores de Educación física, cuya actividad se basa en las rela-
ciones cara a cara con alumnos y alumnas, es su habilidad para manejar las tensiones que
inevitablemente se producen cuando un grupo de personas trabajan en equipo. Las aptitudes
que definen a los profesores más competentes no son ni el cociente intelectual, ni los títulos,
ni la pericia técnica, sino su inteligencia emocional, es decir, su habilidad para manejarse
ante los demás.
Cualquiera puede recordar algún momento en que le hubiera gustado reaccionar ante los
alumnos y alumnas de forma distinta a como lo hizo, debido a la falta, en esos momentos,
de la habilidad social necesaria para solucionar el problema de la mejor forma posible. Pero
lo alentador es que esas habilidades pueden aprenderse a través del entrenamiento en aser-
tividad, como sinónimo de ser hábil socialmente. Los teóricos de la asertividad agrupan las
distintas reacciones de las personas en tres tipos: inhibidas, asertivas y agresivas:
• Un ejemplo de reacción inhibida se da cuando un profesor o profesora observa un
comportamiento censurable de un alumno o alumna y no le dice nada por evitar una
confrontación o por no atreverse a recriminar su comportamiento.
• Un comportamiento asertivo se produce en la misma situación cuando el docente,
de forma serena, educada y dialogante, intenta corregir su comportamiento desde lo
positivo, buscando lo mejor para el alumno.
• Por último, un estilo agresivo se produce cuando de forma irrespetuosa y brusca, a veces
con rencor, el profesor recrimina el comportamiento del alumno. Este tipo de comporta-
mientos suele producir un fuerte rechazo, funcionando como un circulo vicioso, ya que
el receptor, al sentirse atacado, contraataca con mayor agresividad. Éste es el caso de
algunos entrenadores de fútbol con una gran preparación que han fracasado en algunos
equipos al mantener unas relaciones muy tensas con sus jugadores o con los medios de
comunicación, propiciadas por su falta de habilidad para realizar o encajar las críticas.
En definitiva, y como conclusión, una crítica asertiva debe contener las siguientes pautas en
lo que se ha dado en llamar el método «sándwich»:
• Debe comenzar comentando un dato positivo de la situación.
• Debe describir la conducta objeto de crítica.
• Ha de incluir la petición de algún cambio en la conducta del otro.
• Debe terminar con un comentario positivo de la otra persona.
relevancia para la adecuada interpretación de los mensajes. Por ejemplo, «¡vaya juga-
da!» puede decirse en tono sarcástico. Las vacilaciones, falsos comienzos, repeticio-
nes, empleo excesivo de coletillas (eh, uhm,) pueden causar impresión de inseguridad,
incompetencia, poco interés o nerviosismo por parte del profesorado.
El banco de niebla
Se denomina de esta forma por la similitud entre las características de la niebla y los objeti-
vos que se pretenden alcanzar. Veamos a continuación los pasos que se han de seguir en la
aplicación de la técnica:
1. No negar ninguna crítica ni contraatacar con otras. En lugar de lo anterior se puede
intentar comprender el punto de vista del otro: «No dudo de que para ti sea difícil»,
«Entiendo tu preocupación por el tema».
2. Reconocer la verdad de la crítica (convenir con la verdad): «Es verdad, perdimos
creatividad», «Es cierto, salimos un poco dormidos».
3. Reconocer la posibilidad de la crítica (convenir con la posibilidad): «Puede que tengas
razón».
4. Controlar el tono de voz al desarrollar esta técnica es fundamental para que la respuesta
no sea percibida de forma agresiva. La puesta en práctica de esta técnica permite recibir
las críticas sin adoptar posturas defensivas y sin sentimientos violentos: «Es posible que
tengas razón, pero me permito juzgar por mi cuenta y hacer lo que yo mismo decida».
La aserción negativa
Mediante la técnica de aserción negativa se aprende a reaccionar de forma adaptada ante los
propios errores y faltas, aceptándolos sin más. De esta forma evitamos la manipulación
de los demás y tener que ponernos a la defensiva. El reconocimiento de nuestro error permite
reducir la ira o la hostilidad de nuestros críticos. Les hace ver que somos conscientes del fallo
cometido, y que no tiene sentido seguir criticándonos porque es imposible dar marcha atrás
en el tiempo. Además, se pretende reducir la ansiedad personal que todos experimentamos
cuando nos equivocamos.
ACTIVIDADES
1. Tras leer el apartado «La comunicación didáctica», piensa en películas que hayas visto recien-
temente y céntrate en algunos de sus personajes. Realiza las tareas siguientes:
• Analiza de qué manera su lenguaje verbal se relacionaba con el no verbal en la representa-
ción de esos personajes.
- ¿Es redundante alguno de ellos?
- ¿Se complementan? ¿De qué manera?
• Haz el mismo análisis aplicado a la exposición de una sesión por parte de un compañero.
- ¿Utilizaste alguna estrategia emocional en relación con el alumno o alumna, la parte contra-
ria de la situación conflictiva? ¿Sabes si él o ella utilizó alguna estrategia de regulación emo-
cional? Si la respuesta es afirmativa, indícala, y en caso negativo, ¿cuál crees que hubiera
sido la mejor estrategia para la parte contraria?
FUENTES Y RECURSOS
PALOMERA, R., GIL-OLARTE, P. y BRACKETT, M.A. (2006). ¿Se perciben con inteligencia
emocional los docentes? Posibles consecuencias sobre la calidad educativa. Revista de Edu-
cación, 341, 687-703.
Este texto analiza las habilidades comunicativas de los docentes para tratar sus problemas
en el aula, desde el punto de vista de la inteligencia emocional. El documento debe ayudar
a extraer ideas sobre como afrontar el día a día de la interacción con el alumnado, creando
un buen clima comunicativo en el aula.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
CONTENIDO DE CAPÍTULO
Imaginemos por un momento que asistimos a una clase de Educación física de 2.º de ESO en
un instituto y nos ponemos a observar lo que acontece en ella. Vemos que la profesora sonríe
con frecuencia, anima a los estudiantes en la consecución de las metas de aprendizaje, se
dirige a ellos de forma afectuosa y con respeto, los alumnos y alumnas siguen realizando las
tareas mientras la profesora atiende a un estudiante que se ha caído, y el alumnado al finali-
zar la clase recoge rápidamente el material para reunirse en círculo y hacer la reflexión final.
la clase algunos estudiantes comienzan a chutar la pelota dirigiéndola hacia uno de los
compañeros considerado como un «patoso».
A la luz de los dos casos ficticios presentados podemos afirmar que cada aula de Educación
física tiene su propio clima y que hay climas más positivos que otros y climas negativos que
comprometen seriamente la convivencia y el aprendizaje del alumnado. Independiente-
mente del contenido que desarrollaremos a lo largo del capítulo, a estas alturas de la expli-
cación es posible que ya podamos responder a algunas preguntas relacionadas con el tema,
por lo que te invitamos a reflexionar en torno a las cuestiones siguientes:
• ¿Qué es el clima de aula?
• ¿Qué podríamos decir en cuanto a la calidad del clima de aula en el primer ejemplo?
¿Y en el segundo?
• ¿En qué caso es más probable que se produzcan resultados positivos en el aprendizaje?
¿Por qué?
• ¿Qué componentes conforman el clima positivo de un aula de Educación física?
Dada la importancia del tema, en las últimas décadas, el clima del aula ha despertado gran interés
tanto en los docentes como en los investigadores educativos, en la medida en que los resultados
de las investigaciones indican que un clima positivo del aula produce mejores resultados en los
aprendizajes de los estudiantes (Anderson, 1982; Sánchez, Rivas y Trianes, 2006). Asimismo,
estos estudios proporcionan una mayor comprensión acerca de los factores o elementos que
favorecen el clima del aula y que repercuten de una forma más directa en los resultados del
aprendizaje (Cervelló y otros, 2003).
Por todo ello, es pertinente pensar que la creación de un clima positivo en el aula sea uno
de los aspectos a los que debe dar respuesta el profesorado de Educación física de educa-
ción secundaria. Un clima de aula que sea percibido por el alumnado como seguro física y
psicológicamente, basado en la confianza mutua de todos sus miembros y lo suficientemente
afable, cálido y eficaz para que el aprendizaje se produzca en las mejores condiciones. La
meta que da sentido a nuestra profesión es el aprendizaje educativo de nuestros estudiantes,
y debemos procurar que ese aprendizaje se dé en un entorno social, organizativo, físico y
emocional óptimo para que se consiga dicho propósito.
En primer lugar, podemos decir que el clima de aula es un concepto multidimensional que hace
referencia al ambiente o atmósfera que se genera en un aula como consecuencia de la inte-
rrelación que se produce entre los siguientes elementos: las características del profesorado, las
de cada alumno y alumna, las del grupo, las interacciones y relaciones que se producen entre
el alumnado y el profesorado y entre los alumnos y las alumnas entre sí (clima social); las acti-
vidades que se realizan de tipo organizativo para mantener la disciplina o para aprender (clima
organizativo), así como la respuesta de los estudiantes ante ellas (clima motivacional) y, por
último, el espacio físico y los materiales (clima físico), que tienen un efecto sobre el aprendizaje
del alumnado y también sobre el bienestar personal y laboral del profesorado. En este sentido, de
acuerdo con Fernández Díaz y Asensio Muñoz (1989), podemos definir el clima de aula como el
conjunto de características psicosociales de un centro educativo o aula que son el resultado de la
interrelación de todos los elementos estructurales, personales y funcionales que generan un
determinado estilo o ambiente de aprendizaje que condiciona los resultados educativos.
Para entender mejor qué es el clima de aula y cuáles son sus componentes puede sernos de
utilidad tomar como referencia la Escala de Clima Social en el centro escolar (Classroom Envi-
ronment Scale, CES) de Moos, Moos y Trickett en su adaptación española (1989), que se utiliza
para el estudio del clima de aula. En esta escala nos encontramos con cuatro subescalas, a saber:
• Relaciones o contexto interpersonal, en el que se analiza:
- La implicación del alumnado, su interés y participación en las tareas de clase.
- La afiliación, es decir, el nivel de amistad entre los alumnos y alumnas, la ayuda y
apoyo que se prestan y el grado de disfrute que obtienen trabajando juntos.
- La ayuda, es decir, el grado de ayuda, interés y preocupación del profesor por su
alumnado.
• Autorrealización o contexto instruccional, que integra:
- La importancia que se da al cumplimiento de las tareas programadas y el énfasis que
pone el profesorado en el temario de la asignatura.
- La competitividad, o grado de importancia que se da al esfuerzo por lograr una buena
calificación y valoración individual (estima), así como a la dificultad para obtenerla.
• Estabilidad o contexto regulativo, que engloba:
- La organización y orden existente en la clase.
- El establecimiento de unas normas claras, el seguimiento de las mismas y el grado de co-
nocimiento por parte del alumnado de las consecuencias de su incumplimiento, así como
el grado de coherencia del profesorado con la normativa e incumplimientos.
- El control del profesorado de la clase y del cumplimiento y seguimiento de las normas.
• Cambio o contexto creativo, que contempla la innovación o grado en que el alumnado
contribuye a la planificación de las actividades escolares, así como los cambios que
introduce el profesorado para estimular la creatividad del alumnado.
De todos los elementos que pueden contribuir a crear un ambiente positivo en las clases de
Educación física desarrollaremos, a continuación, aquellos que nos parecen más relevantes:
la disciplina y las normas de clase, la motivación y la comunicación, pero antes dedicaremos
un apartado a abordar los primeros días o semanas de clase, por el interés que puede tener
«empezar con buen pie» de cara a crear un ambiente positivo de aprendizaje en el aula de
Educación física (Woolfolk, 1999).
Poco se ha hablado y escrito acerca de los primeros días o las primeras semanas en las cla-
ses de Educación física y sobre las actividades que deberían abordarse para tener un buen
comienzo de curso. En nuestra opinión, el profesorado de Educación física dedica tiempo
a programar las unidades didácticas que va a llevar a cabo durante el curso escolar, pero
dedica poco tiempo a preparar cómo deberían ser los primeros días de clase y las actividades
que convendría llevar a cabo para conseguir un clima positivo en el aula y forjar unos buenos
cimientos sobre los que construir el aprendizaje posterior. El objetivo es conseguir que cada
estudiante se sienta bien y se quede con una buena impresión del profesorado, de la materia,
de los compañeros de clase y de la organización, que le lleve a tener una predisposición po-
sitiva y a interesarse por el conocimiento que va a tener lugar en ese ambiente. En definitiva,
se trata de conseguir que los estudiantes quieran participar y cooperar como sujetos activos
en el entramado complejo del proceso de aprendizaje en lo que a Educación física se refiere.
Claro está que la primera impresión no es suficiente y el siguiente reto será mantener ese
buen ambiente, que no ha hecho más que empezar, a lo largo del resto del curso académico.
A continuación, vamos a proponer algunas actividades, a modo de referencia, que pueden
aportar algunas ideas al respecto.
Un ejemplo de actividad puede ser el siguiente: por parejas, cada miembro de la pareja
cuenta al otro quién es y algunas de sus características personales o actividades que le
interesan; posteriormente presentará al resto de la clase quién es su pareja. Esta actividad
se puede realizar a través de la palabra, el mimo o el juego dramático. En este último caso,
el resto de compañeros deben tratar de averiguar las características más significativas o los
intereses más destacables de su compañero expresados corporalmente. Llevar a cabo esta
actividad de forma que sea el compañero y no uno mismo el que realice la presentación
tiene algunas ventajas, pero destaca el hecho de que lo que se pretende es que el estudiante
vaya aprendiendo a escuchar al otro de forma activa, preste atención a lo que el compañero
le cuenta (a través del lenguaje verbal o no verbal), para poder posteriormente hablar de él
porque «el otro es importante para mí y para el resto de compañeros». El papel del profeso-
rado en esta actividad consiste en tomar nota acerca de las características o intereses de cada
estudiante desde su propia percepción y no sólo desde «cómo me perciben los demás», lo
que constituirá una primera fuente de información acerca de cada alumno y alumna en el
camino hacia su conocimiento.
Abundando en el tema, el hecho de vivir en una sociedad occidental desarrollada genera una
serie de necesidades que pueden ser diferentes a las de otras sociedades menos desarrolladas.
Así, por ejemplo, si analizamos nuestra sociedad observamos un fenómeno que afecta a los
adolescentes conocido como sedentarismo. Del sedentarismo se deriva una necesidad de ge-
nerar estilos de vida activos a cuyo fomento la Educación física puede y debe contribuir. Ahora
bien, la Educación física debe cubrir las necesidades de los adolescentes relacionadas con el
ámbito motor (por ejemplo: sedentarismo, especialización temprana), con el ámbito cognitivo
(por ejemplo: desarrollar la reflexión crítica en los adolescentes, a través del análisis crítico del
deporte como fenómeno sociocultural), con el ámbito afectivo-emocional (por ejemplo: supe-
rar miedos y preocupaciones) y con el ámbito relacional (por ejemplo: mejorar la comunica-
ción o la resolución de conflictos a través del diálogo), etc. Además, debe recoger información
acerca de las expectativas que cada estudiante tiene respecto a la Educación física, así como
de sus intereses, en la medida en que el profesorado puede partir de ellos para impulsar a la
acción e introducir a los estudiantes en nuevos aprendizajes (la motivación). El conocimiento
de las necesidades fundamentales, expectativas e intereses de nuestros estudiantes puede faci-
litar la significatividad y la funcionalidad del aprendizaje, de ahí su especial interés.
Ahora bien, para que las normas contribuyan a fomentar un clima positivo en el aula de Edu-
cación física, no basta con elaborar un listado, sino que hay que elaborar el procedimiento
que seguir en el caso de que se incumplan. Estableceremos el tipo de actividades formativas
(evitar los castigos) que deberán llevar a cabo los estudiantes teniendo en cuenta si la norma
se ha incumplido una vez o si se ha incumplido en repetidas ocasiones. Por ejemplo, en el
caso de que la norma incumplida sea: «Los miembros de la clase de 1.º B debemos traer la
ropa adecuada (chándal, zapatillas deportivas) y el material necesario para poder participar
en la clase»; puede seguirse el siguiente protocolo:
• Cuando se produzca por primera vez el incumplimiento, se recuerda la norma y se
anota en la hoja de registro del alumno; el estudiante no desarrolla la clase práctica
pero colabora en otras tareas que asigna el profesor (recoger el material, arbitrar o
ayudar a un compañero con una discapacidad sensorial).
• Si se repite el comportamiento, se registra, se informa a los padres y el estudiante toma
nota de las actividades que se están realizando durante la clase.
• Si se produce una tercera vez, el estudiante toma nota de las actividades y consensúa
con el profesor el día y la hora (de su tiempo libre) en el que deberá recuperar la clase,
para lo cual utilizará las anotaciones tomadas de las actividades realizadas durante los
días en que no trajo el equipo deportivo.
En relación con la elaboración de las normas, el profesorado de Educación física debe decidir
cómo se va a llevar a cabo este proceso de elaboración: si lo va a realizar el profesorado
de forma unidireccional o si van a participar los estudiantes en él. En nuestra opinión, y de
acuerdo con la necesidad de que los estudiantes participen y colaboren en su proceso edu-
cativo, a lo que hicimos alusión anteriormente, la elaboración de las normas debe realizarse
contando con los estudiantes. La participación del alumnado en esta actividad y la presen-
tación de la misma como un pacto entre los miembros de la clase pueden facilitar la impli-
cación de éstos en el cumplimiento de aquéllas. De este modo, en caso de incumplimiento,
el profesorado puede recurrir al compromiso que supone un pacto para que el estudiante
asuma las consecuencias de su comportamiento y, por tanto, acepte realizar las actividades
formativas preacordadas para el caso de transgresión de una norma.
Otras actividades que suelen realizarse los primeros días o semanas de clase y cuya calidad
puede influir en la creación de un ambiente positivo en el aula de Educación física son:
• La presentación de la asignatura (clima motivacional).
• Las actividades de creación de la cohesión y cooperación del grupo (clima social) (Or-
lick, 1990), con especial atención a la integración de inmigrantes o adolescentes con
alguna discapacidad (educación inclusiva).
• La acogida de algún estudiante que se incorpora una vez iniciado el curso (clima social).
En lo que se refiere a la creación de un clima social positivo entre los miembros de la clase
(profesorado y alumnado), el componente protagonista es el lenguaje verbal y gestual (no
verbal) y la comunicación, dicho de otro modo, lo que se dice en las clases de Educación
física, cómo se dice y la calidad en las interacciones que se producen entre profesorado y
alumnado y entre los alumnos entre sí. No hay que olvidar que el aprendizaje es también
una actividad emocional. La comunicación entre el profesorado y los estudiantes es, pues,
esencial, como también lo es el rol del profesorado de Educación física y su estilo dominante
de comunicación. Sobre este aspecto, Woolfolk (1999) comenta:
La comunicación es algo más que «yo hablo, tu escuchas» y más que las palabras que intercambian los
individuos. Nos comunicamos de muchas maneras: nuestras acciones, movimientos, tono de la voz,
expresiones faciales y muchas otras conductas no verbales transmiten mensajes a nuestros alumnos.
Pero la forma de comunicación puede mejorar a través de unas técnicas, siempre que el profe-
sorado quiera y tenga unas concepciones, creencias, valores y principios basados en el respeto
hacia el alumnado, empatía, afecto, muestre una actitud de ayuda y preocupación por los
estudiantes, crea en ellos y en sus posibilidades para el aprendizaje, y trate honestamente de
ser coherente con esta filosofía de la educación.
Algunos principios o técnicas de los que parte Gordon para aprender a comunicarnos de
forma constructiva son, en primer lugar, la aceptación de todos los alumnos del grupo clase
«de verdad». En las clases de Educación física nos podemos encontrar con estudiantes cuya
aceptación no supone ningún esfuerzo por parte del profesorado; son adolescentes a los que es
fácil tenerles afecto, pero eso no ocurre siempre. Hay estudiantes que nos puede costar aceptar
o despiertan un sentimiento de rechazo, y suelen ser aquellos cuyas habilidades motrices, el
ritmo de aprendizaje y/o los comportamientos disruptivos hacen más compleja nuestra tarea
docente. Pero el profesorado debe interiorizar el principio de aceptación de todos y cada
uno de sus estudiantes y aprender a controlar las palabras o gestos, hasta los más sutiles, que
pueden enviar mensajes de rechazo, los cuales son muy fáciles de detectar por los propios
interesados. El profesorado debe entender que no hay nada de lo que hagamos que pase des-
apercibido para los estudiantes.
También existe el principio de evitar dar sermones. Por ejemplo, una alumna dice que no
se encuentra bien porque no quiere hacer malabares, debido a que no se percibe competente
en esta actividad, y la profesora la intenta convencer «soltándole un rollo». Una alternativa
puede ser: «Reconozco que los malabares tienen cierta dificultad y tendrás que practicar,
pero ya te veo consiguiendo hacer la “cascada”». Con ello hemos sustituido el «soltar un
rollo» por «conducir» a la estudiante a imaginar que ha conseguido la meta. Una técnica
que se puede utilizar cuando ha surgido algún problema entre profesor y alumno es utilizar
«el mensaje yo», que consiste en lo siguiente:
1. El profesor describe el problema sin emitir juicios de valor y sin culpabilizar al
alumno.
2. El profesor habla de cómo se ha sentido ante el comportamiento del alumno.
3. El estudiante debe saber por qué su conducta supone un problema.
El siguiente es un ejemplo que comprende los tres momentos: «Como no has venido a clase
durante tres días, he estado preocupada y he estado menos concentrada en mis clases». Por
último, hay que descartar el lenguaje irónico, sustituyéndolo por uno basado en la empatía,
amigable y respetuoso, haciendo uso del sentido del humor cuando sea posible (Faber y
Mazlish, 2002).
La motivación
Otro componente fundamental para crear un clima de aula positivo es la motivación. En este
apartado abundaremos sobre el tema tratando de dar respuesta a la siguiente pregunta: ¿qué
podemos hacer los profesores de Educación física para motivar a nuestros estudiantes? Para
ello, abordaremos diferentes áreas tomadas del modelo Targett de Maehr y Anderman (en
Woolfolk, 1999) que influyen en la motivación: las tareas de aprendizaje, la autonomía, el re-
conocimiento, el agrupamiento, la evaluación, el tiempo y las expectativas del profesorado.
La autonomía
Respecto a la autonomía, los estudiantes deben disponer de parcelas en las que hagan elec-
ciones, tomen decisiones, se tengan en cuenta sus iniciativas, se establezcan oportunidades
de liderazgo (ser capitán del equipo, ser el árbitro, preparar una actividad y enseñarla al
El reconocimiento
El reconocimiento (felicitaciones o algún tipo de recompensa) es otro aspecto que facilita la
motivación cuando se basa en el progreso personal. Proporcionar oportunidades para que
todos los estudiantes puedan aprender y reconocer los progresos de cada uno, así como reco-
nocer los logros, la búsqueda de desafíos y las actividades creativas suelen dar buenos resultados
en el aumento de la motivación.
Los agrupamientos
La creación de un clima social de aceptación y aprecio entre todos los compañeros aumenta la
motivación, del mismo modo que lo hace estimular las agrupaciones flexibles para facili-
tar las relaciones entre todos y potenciar el aprendizaje cooperativo, en la medida en que
aumenta las oportunidades de trato social, el aprendizaje y la experimentación de éxito en
empresas o proyectos comunes (González Herrero y López González, 2005).
La evaluación
En cuanto a este elemento, en lo que a clima motivacional se refiere, se recomienda poner
el énfasis en el progreso de cada estudiante y no en las comparaciones o la competitividad
entre ellos.
El tiempo
En lo referente al tiempo, siempre que sea posible debemos permitir que los estudiantes
progresen a su propio ritmo, procurando ser flexible en la programación.
La motivación intrínseca
Ahora bien, la motivación es cosa de dos, profesor y estudiante, y añadiríamos también del
grupo, de forma que el profesorado debe utilizar estrategias para aumentar la motivación de
sus estudiantes, pero los estudiantes, a su vez, deben saber que no es un concepto pasivo,
y la importancia del esfuerzo para automotivarse, porque de lo contrario el aprendizaje se
No queremos finalizar este capítulo sin mencionar el interés que para la creación de un
clima positivo en el aula y para la consecución de las metas de la Educación física en la edu-
cación secundaria tiene la enseñanza de la Educación física basada en modelos (Gutiérrez
Díaz del Campo y García López, 2008). Algunos ejemplos de modelos son el de Hellison,
denominado enseñanza de la responsabilidad personal y social a través de la actividad física
(Hellison, 2003; Escartí, Pascual y Gutiérrez, 2005) o el de Siedentop (1994), conocido como
educación deportiva. Estos modelos poseen dos ventajas: por un lado, funcionan como un
paquete integrado sistemático y estructurado, con una filosofía, funcionalidad, principios,
metodología y fines que facilitan tanto la creación de un clima positivo como su aplicación
al profesorado y, por otro, existen investigaciones que han evaluado sus efectos en los niños
y adolescentes (Hellison y Walsh, 2002).
Nivel I • Evitar agresiones. 1. Banco «de reso- 1. Bate y cam- 1. La reunión ini- 1. Capacidad para
Respetar los dere- • Evitar burlas. lución de conflic- po (12 h). cial «La toma crear un clima
chos y sentimientos • Aceptar a todos en tos». de conciencia» seguro y de con-
de los demás. las actividades. 2. Time out, interrup- de los niveles y fianza.
• Autocontrol. • Atender al profe- ción para tratar objetivos. 2. Actitud de res-
• Empatía. sor y compañeros. problemas gru- peto, ayuda y pre-
• Respetar el turno pales. ocupación por los
de palabra. 3. Contratos indivi- estudiantes.
• Cuidar el material. duales y grupales.
ACTIVIDADES
1. La presente actividad está relacionada con la formación del profesorado en lo que se refiere a
la elaboración de normas. Para ello te proponemos las tareas siguientes:
• Elabora un listado de las situaciones y problemas más frecuentes y/o graves que se produ-
cen en las clases de Educación física (puedes recordar tus clases de Educación física en el
instituto).
• En relación con estos problemas, confecciona un listado de normas organizativas y de hi-
giene (por ejemplo, puntualidad para empezar las clases, utilización de la ropa adecuada
en las clases de Educación física) y normas de comportamiento (por ejemplo, respetar los
derechos y sentimientos de los demás) que el alumnado debe cumplir para facilitar la convi-
vencia y optimizar el aprendizaje. El número de normas del listado no debe exceder de 15.
• Establece el protocolo que debe seguirse en el caso de incumplimiento de cada una de las
normas.
FUENTES Y RECURSOS
FABER, A. y MAZLISH, E. (2006). Cómo hablar para que los adolescentes le escuchen y cómo
escuchar para que los adolescentes le hablen. Barcelona: Medici.
Esta monografía se relaciona con el apartado denominado «Los estilos de comunicación». A
través de viñetas y con ejemplos prácticos los autores indican lo que se debe hacer y lo que se
debe evitar para favorecer la comunicación entre los adolescentes. Es muy útil para padres y
profesores porque incluye ejemplos de los principales errores que cometemos que dificultan
la comunicación entre adultos y jóvenes, así como ejemplos de alternativas que utilizar ante
cada error. Las viñetas pueden servirnos de referencia para ejemplificar diálogos entre profesor
y estudiante, para representarlos a través de actividades de role playing.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
ANDERSON, C.S. (1982). The search for school climate: a review of the research. Review of
Educational Research, 52 (3), 368-420.
CELA, J. (1996). Amb lletra petita. Barcelona: Edicions 62.
CERVELLÓ, E.M. y otros (2003). Clima motivacional en el aula, criterios de éxito de los
discentes y precepción de igualdad de trato en función del género en las clases de edu-
cación física. Enseñanza, 21, 379-395. También disponible en línea en: <e-spacio.uned.
es/fez/eserv.php?pid=bibliuned:20352&dsID=clima_motivacional.pdf>.
ESCARTÍ, A., PASCUAL, C. y GUTIÉRREZ, M. (2005). Responsabilidad personal y social a
través de la actividad física y el deporte. Barcelona: Graó.
FABER, A. y MAZLISH, E. (2002). Cómo hablar para que sus hijos estudien en casa y en el
colegio. Barcelona: Medici. [Edición original en ingles: How to talk so kids can learn: At
home and in school, Simon & Schuster Audio, 2005].
FERNÁNDEZ DÍAZ, M.J. y ASENSIO MUÑOZ, I. (1989). Concepto de clima institucional.
Apuntes de Educación. Dirección y Administración, 32, 2-4.
GONZÁLEZ HERRERO, E. y LÓPEZ GONZÁLEZ, E. (2005). El conflicto en las clases de
educación física: una oportunidad para aprender a convivir. En E. Vinyamata (coord.),
Vivir en paz: conflictología y conflictividad en la vida cotidiana (pp. 167-189). Barcelona:
Hacer Editorial.
GORDON, T. (2006). Técnicas eficaces para padres TEP. Barcelona: Medici. [Edición origi-
nal en inglés: Parent Effectiveness Training: The proven program for raising responsible
children, Linda Adams Trust, 1970, 2002].
GRUP DOFÍ (2002). El tractament de les normes en educació física. En CEFIRE, AMEF,
FEADEF (coords.). VI Jornades d’Intercanvi d’Experiències d’Educació Física (pp. 81-88).
Valencia: Quaderna Editorial-Interlibro.
GUTIÉRREZ DÍAZ DEL CAMPO, D. y GARCÍA LÓPEZ, L.M. (2008). El modelo de Educación
deportiva: Aprendizaje de valores sociales a través del deporte. Multiárea. Revista de
Didáctica, 3, 155-172.
HELLISON, D. (2003). Teaching responsibility through physical activity. 2.ª edición. Cham-
paign: Human Kinetics.
HELLISON, D. y WALSH, D. (2002). Responsibility-based youth programs evaluation: inves-
tigating the investigations. Quest, 54, 292-307.
MARTÍN BRIS, M. (2000). Clima de trabajo y organizaciones que aprenden. Educar, 27,
103-117.
MILLER, A. (1980). Por tu propio bien. Barcelona: Tusquets. [Edición original en alemán: Am
Anfang war Erziehung, Surkamp Verlag, 1980].
MOOS, R.H., MOOS, B.S. y TRICKETT, E.J. (1989). Escalas de Clima Social: Familia, Trabajo,
Instituciones penitenciarias, Centro Escolar. Manual. 3.ª edición. Madrid: TEA Ediciones.
CONTENIDO DE CAPÍTULO
El concepto de inclusión
La inclusión educativa es la tendencia por la que nos encaminamos a que todo el alumnado
esté escolarizado en la escuela ordinaria, y que ésta tenga los recursos y metodologías nece-
sarios para atenderlos a todos, sin ningún tipo de distinción, teniendo en cuenta sus capaci-
dades, sus limitaciones y todo aquello que hace único a cada uno. Sólo así conseguiremos
una verdadera atención a la diversidad.
Durante el desarrollo del capítulo intentaremos realizar una generalización de las estrategias
inclusivas, aunque será inevitable hacer referencia a otras específicas encaminadas a las
características individuales de cada alumno o alumna en función de la discapacidad que
presenten. En general, sirve de muy poco la clasificación médica de un alumno; debemos
entenderlo en su conjunto. Para familiarizarnos con la terminología no definiremos las cla-
sificaciones médicas deportivas ni los tipos de clasificaciones de la discapacidad; tan sólo
haremos referencia a conceptos que se irán repitiendo en el capítulo:
• Discapacidad visual, que se divide en dos importantes grupos, las personas con ceguera
total, sin ningún resto de visión, y las personas con baja visión, que tienen restos visuales.
• Discapacidad auditiva, que puede ser leve, media, grave o profunda, según la pérdida
en la captación de decibelios.
• Discapacidad física, en la que podemos encontrar un gran número de causas y de fun-
cionalidades. Al referirnos en general a todo el grupo podremos hablar de movilidad
reducida, y a nivel físico-funcional podríamos encontrar personas:
- Usuarias de sillas de ruedas.
- Usuarias de muletas.
- Con problemas de equilibrio.
- Con amputaciones.
• Discapacidad intelectual, que puede ser leve, mediana, grave o profunda según las capa-
cidades intelectuales.
La premisa indispensable para poner en práctica todas estas estrategias inclusivas es el com-
promiso firme del docente para conseguir la inclusión de todos sus alumnos y alumnas, sean
cuales sean sus capacidades. El profesorado de Educación física es el responsable de llevar
a cabo las sesiones y de que todos su alumnado participe activamente, intentando que ad-
quiera aprendizajes significativos.
Propuesta práctica
Vamos a suponer que se está trabajando el deporte del voleibol y tenemos a un alumno con
discapacidad visual en la sesión de Educación física. Podríamos pensar en cambiar el conte-
nido para que ese alumno pudiera realizar la actividad, pero proponemos un enfoque
diferente. Seguiremos con el voleibol intentando que el alumno con discapacidad visual
se acerque al máximo al contenido. Analizando las características del alumno vemos difícil
que lleve a cabo las acciones de recepción del balón con las diferentes técnicas propias del
deporte, pero podríamos trabajar aspectos concretos como:
• Práctica de las diferentes técnicas de saque.
• Realización de bloqueos a través del sistema de acompañamiento.
• Distribución de balones para sus compañeros con las técnicas del voleibol.
• Trabajo de técnica en colaboración de un compañero.
De esta manera, nuestro alumno aprende aquellas acciones del voleibol que le son posibles
y obtiene un conocimiento práctico del deporte.
Cada juego o actividad de sensibilización será diseñado en función de la persona con disca-
pacidad que forme parte del grupo. Es conveniente que se programen al inicio del curso, y
de esta manera conseguiremos un doble propósito:
• Ayudar al grupo a conocer la discapacidad de su compañero.
• Facilitar al alumno con discapacidad que pueda compartir con el grupo sus capacida-
des y no sólo sus limitaciones.
Propuesta práctica
Se sugieren las siguientes prácticas:
• Actividad de sensibilización hacia la discapacidad auditiva. Dividiremos a los alum-
nos en cuatro grupos, y cada uno de ellos tendrá que preparar la representación de
un cuento popular. La única consigna que les daremos será la prohibición de hablar
o emitir ningún tipo de sonido, tanto en la preparación como en el desarrollo de la
representación. Podremos observar cómo los alumnos y alumnas se esfuerzan para
entenderse y ponerse de acuerdo utilizando el lenguaje gestual.
• Actividad de sensibilización hacia la discapacidad física. Dividiremos a los alumnos
en cuatro grupos y realizaremos una carrera de relevos. El testigo para la carrera será
una silla de ruedas, de manera que los alumnos tendrán que desplazarse en ella a lo
largo de la distancia programada. Al llegar a la meta, el siguiente alumno sube a
la silla y recorre el mismo tramo, y así hasta que todo el alumnado haya participado
en la carrera.
• Actividad de sensibilización hacia la ceguera total (juego del pulpo). Formaremos grupos
de seis alumnos; un miembro de cada grupo hace de cabeza del pulpo y los otros cinco
hacen de tentáculos; los «tentáculos» llevan unos antifaces que les impiden ver y siempre
tienen que estar en contacto con la «cabeza» del pulpo. El juego consiste en que cada
pulpo tiene que trasladar a sus tentáculos sin tocar las líneas del suelo que nos parezcan
adecuadas según nuestra sala de juegos. Así pues, tendrán que caminar y al mismo tiempo
dar instrucciones orales a sus compañeros y compañeras para evitar que éstos pisen líneas.
Si algún jugador «tentáculo» deja de tocar su «cabeza» o pisa una línea del suelo, el
equipo será penalizado y deberá volver a la línea de inicio.
En la ejecución de este juego podemos introducir muchas variantes, como realizar un
circuito con obstáculos, trazar un pasillo con conos, etc.
Propuesta práctica
Elegiremos un juego de persecución que permita la participación de un mayor número de
alumnos y alumnas, como por ejemplo el juego de perseguir a tres por la espalda. El jugador
que persigue tiene que tocar la espalda del jugador que está en medio de los otros dos, que
están cogidos de la mano, sin pasar por el medio de la cadena. Los tres tienen que impedirlo
con movimientos libres por el espacio.
Propuesta práctica
Se sugieren las siguientes prácticas:
• Cómo dar la información cuando tenemos un alumno con discapacidad visual. Antici-
paremos de manera oral las tareas que se van a desarrollar, utilizando un vocabulario
concreto y que no se base en la información visual (por ejemplo: derecha-izquierda,
arriba-abajo; nunca aquí-allá). Podemos pactar un código fijo para las acciones que se
repiten frecuentemente y así no tener que explicarlas continuamente, como por ejem-
plo, informar sobre qué músculo interviene al hacer un estiramiento, de tal manera que
sólo diciendo el nombre del músculo el alumno ya conozca y realice el estiramiento.
Para el alumnado que utiliza la lengua de signos podemos aprender los relacionados con
la Educación física que nos ayudaran a la hora de explicar tareas.
• Cómo dar la información cuando tenemos un alumno con discapacidad física. Algunos
de los alumnos y alumnas con discapacidad física pueden necesitar sistemas alterna-
tivos o aumentativos de comunicación. En cada caso debemos conocer el de nuestro
alumno, cómo funciona y dominarlo para trasmitir y recibir las informaciones con este
sistema. Ejemplos de sistemas facilitadores de la comunicación son el tablero bliss,
el sistema pictográfico de comunicación (SPC), el tablero silábico y los comunica-
dores portátiles, entre otros.
En general, para el alumnado que presenta algún tipo de dificultad podemos pensar en cuatro
características del material que favorecerán su participación:
• Material más blando, para evitar el miedo al golpeo con éste.
• Material más lento, para que tenga más tiempo para realizar las acciones.
• Material más grande, para favorecer el control.
• Material con colores más chillones, para que se pueda ver mejor.
En cada caso tendremos que analizar las capacidades de nuestros alumnos con discapaci-
dad para definir qué materiales específicos necesitarán. Pueden resultar útiles los siguientes
materiales:
• Canaleta de boccia para alumnos con parálisis cerebral con gran afectación motriz.
• Pelota sonora para alumnos con discapacidad visual (ceguera total o muy baja visión).
• Cuerda de acompañamiento para alumnos con discapacidad visual (ceguera total o
muy baja visión).
• Uso de pocos materiales a la vez para alumnos con discapacidad intelectual.
Otro tema importante es el de las ayuda técnicas que cada persona puede necesitar para el
desarrollo de la actividad física y que tendremos que tener en cuenta a la hora de pensar en
el material, como son tablas de transferencia, sillas de ruedas, caminadores, tapetes antides-
lizantes, unidades de soporte corporal para grúas, arneses o pinzas manuales, que son un
ejemplo de la multitud de material que podríamos encontrar.
• Dar poderes. Dentro de un juego podemos dar poderes o ventajas a los alumnos con
más dificultades, como por ejemplo que tengan más vidas que el resto, la posibilidad
de salvarse más veces o salvar a los compañeros.
• Reducir o aumentar el número de participantes. Para favorecer la participación de todos.
A partir de estos ejemplos podemos plantear cualquier estrategia que iguale la diferencia
según las características concretas de los participantes.
En general, deberemos pedir al profesorado cierta flexibilidad en las normas para propiciar
la participación. También podemos buscar deportes adaptados que sean similares a los que
estamos realizando y mezclar las dos normativas. De esta manera, por ejemplo, todos
los alumnos y alumnas juegan al baloncesto con la normativa convencional de los dos pasos y
al que posee un discapacidad física se le aplica la normativa adaptada con los dos impulsos
permitidos sin botar. Así todos pueden jugar según sus posibilidades.
Otra opción para hacer inclusivos los deportes convencionales consiste en añadir normas
específicas no reglamentarias que ayuden a que el alumnado con discapacidad pueda par-
ticipar. Por ejemplo, y siguiendo con el baloncesto, para que un alumno que utiliza silla de
ruedas pueda tener una intervención en defensa, cuando toque a un contrario con posesión
del balón, éste perderá la posesión.
También podemos modificar el sistema de puntuación para dar más valor a la actuación
llevada a cabo por alumnado con más dificultades, por ejemplo, adjudicar un punto si el
balón lanzado por un alumno con discapacidad visual toca el aro.
Práctica de boccia
Al describir este deporte no pretendemos analizarlo de manera exhaustiva, sino simplemente
ofrecer unas nociones sencillas para que el profesorado de Educación física de la escuela or-
dinaria pueda practicarlo en sus sesiones. Es un deporte complejo, con una extensa normativa
que reduciremos al máximo para que pueda servirnos como recurso. De las diferentes catego-
rías de juego que existen, escogemos la boccia por equipos, pues es la modalidad con mayor
número de participantes en un mismo encuentro.
Los participantes de este deporte son usuarios de sillas de ruedas. En nuestras clases sería óp-
timo poder utilizar sillas de ruedas, pero si no es posible podremos recurrir a sillas normales
y se desarrolla el deporte con los alumnos sentados.
12,5 m
BOX 1
1m
BOX 2
BOX 3
1,5 m 5m
6m
BOX 4
BOX 5 3m
BOX 6
• Un equipo seguirá lanzando hasta que sitúe la primera bola dentro del campo o las haya
lanzado todas.
• A continuación lanza el otro jugador hasta que alguna bola quede más cerca que las
del otro, o hasta que las haya lanzado todas.
• Si durante el juego la bola blanca es empujada fuera, se pondrá en juego de nuevo
desde la + central y será el equipo que tiene las bolas más lejos quien empezará
a tirar.
• Si dos o más bolas están a la misma distancia de la bola blanca, es el jugador que ha
lanzado último quien continúa.
• El parcial acaba cuando todas las bolas han sido lanzadas.
Sobre la puntuación:
• Cada bola propia más próxima a la pelota blanca que la más cercana del contrario,
vale por un punto.
• Si dos o más bolas de diferente color están a la misma distancia de la blanca, cada una
vale por un punto.
• El jugador con más puntos al final de todos los parciales, gana.
• Si la puntuación final es igual, se juega un parcial de desempate. En este caso la bola
se sitúa en la + central y, si persiste el empate, se seguirán jugando parciales extra.
Práctica de goalball
La actividad quiere dar a conocer un deporte colectivo para personas con discapacidad vi-
sual que tiene como base la orientación en el espacio y la percepción auditiva. Los alumnos
y las alumnas en la clase de Educación física actuarán como deportistas ciegos tapándose
los ojos con gafas de visión cero o con pañuelos.
En el desarrollo de la actividad participarán seis alumnos cada vez, tres por equipo,
y el resto deberán guardar silencio para que los que juegan puedan oír el balón, que
lleva cascabeles dentro. Se juega en suelo de parqué o sintético y las líneas del campo
se pueden marcar colocando, según la imagen del campo (imagen 2), una cuerda en
el suelo y por encima un precinto de empaquetar o cinta americana, lo que da como
resultado líneas visuales y táctiles. Como único material específico será necesario ob-
tener un balón de goalball con cascabeles para que la actividad se pueda desarrollar
correctamente.
El juego se inicia con tres jugadores por equipo colocados en las líneas de posición que po-
demos ver en la imagen 2. Se entrega el balón a uno de los dos equipos, que puede iniciar
el primer lanzamiento raso, rodando por el suelo, hacia el otro campo.
El otro equipo tiene que percibir el balón auditivamente e intentar detenerlo. Una vez
detenido el balón, el jugador puede lanzarlo hacia el otro equipo según la técnica
atacante.
Y así, sucesivamente, hasta que el balón entra en la portería o se comete una acción antirre-
glamentaria. Vamos a resumir el reglamento en sus aspectos más importantes.
1,50 m 1,50 m
0,15 m 0,15 m
0,50 m 0,50 m 9m
0,50 m 0,50 m
0,15 m 0,15 m
1,50 m 1,50 m
3m
6m
18 m
Las acciones contra el reglamento (infracciones) que se penalizan con la pérdida de la posesión
del balón son:
• Tiro prematuro: si un jugador lanza el balón antes de que lo indique el profesor o
profesora.
• Pisar fuera: si el jugador que lanza el balón está completamente fuera del campo en el
momento de efectuar el tiro.
• Pase fuera: si el balón rebasa el lateral del campo cuando los jugadores de un equipo
se pasan el balón.
• Balón pasado: si un defensor bloquea el balón y éste sale rebotado hasta la línea de
medio campo.
Como la idea general del capítulo ha sido proponer acciones que realizar a nivel práctico,
para acabar queremos nombrar algunas estrategias que no corresponden, como ejemplo del
camino que tenemos que seguir. No son prácticas inclusivas:
• Discapacitar al grupo como parte de la adaptación de tareas, es decir, en las activi-
dades de sensibilización o en el deporte adaptado podemos simular la discapacidad,
pero no tapar los ojos al alumnado o hacerlo ir en silla de ruedas durante todo el
curso para igualar la diferencia; por el contrario, intentaremos que todos los alumnos
y alumnas puedan participar de las sesiones de igual manera, tanto si hay un alumno
con discapacidad como si no lo hay.
• Proponer roles pasivos dentro de las tareas, como sería arbitrar o aguantar el pañuelo,
pues no es una participación activa, a la que tienen derecho todos los alumnos.
• Apartar a la persona con dificultades de la práctica activa o sustituir la práctica por
trabajos teóricos.
• Sustituir siempre la Educación física por la fisioterapia, pues la Educación física tienen
componentes diferenciados de la fisioterapia, todos de gran valor tanto en una disci-
plina como en la otra.
• Respecto al alumnado con discapacidad, exigirle menos que al resto sin tener en cuen-
ta sus capacidades o exigirles igual que al resto sin tener en cuenta sus limitaciones.
• Creer que un alumno o alumna no es responsabilidad del profesorado de Educación
física por su discapacidad o por los pocos conocimientos que tenemos sobre ella.
• Separar los grupos por niveles de rendimiento o por las características del alumnado;
educamos al grupo y no sólo a las individualidades.
ACTIVIDAD
Céntrate en las actividades propuestas en este capítulo (pp. 89-103) y reflexiona sobre ellas. Estas
prácticas deben realizarse en un espacio adecuado para el desarrollo de la Educación física y siempre
teniendo en cuenta la simulación de las diferentes discapacidades a las que hace referencia. Por
ello, deberemos contar con antifaces de visión 0, antifaces de baja visión, sillas de ruedas y material
específico, como balones sonoros y juego de pelotas de boccia.
FUENTES Y RECURSOS
Libros
RÍOS, M. y otros (1998). Actividad física adaptada: El juego en los alumnos con discapacidad.
Barcelona: Paidotribo.
Escrito en colaboración por Mercedes Ríos, Antonio Blanco, Tate Bonany y Neus Carol, es uno
de los libros más importantes a nivel práctico dentro de la Educación física adaptada. Nos puede
servir como complemento a este capítulo para obtener recursos de adaptación de juegos y activi-
dades para el alumnado con discapacidad, sobre todo por su extensa lista de ejemplos prácticos
ya adaptados. También podemos utilizarlo como guía para realizar prácticas de juego adaptado.
Sitios web
Comité Paralímpico Español.
paralimpicos.sportec.es/publicacion/main.asp
Las páginas web anteriores nos dan información sobre el deporte adaptado de una forma conti-
nua, pues son oficiales y van evolucionando con el deporte. Tienen una relación directa con el
contenido del capítulo referente a la introducción del deporte adaptado en la escuela ordinaria,
por si queremos desarrollar otros deportes que no sean los dos expuestos en este capítulo.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
CONTENIDO DE CAPÍTULO
El pasado lunes comenzaron las clases en el instituto. Cuando entré en el gimnasio y empezó
la clase de Educación física me quedé sorprendido. Un hombre con chándal oscuro, con una
fina raya blanca en la pernera, chaqueta ajustada al cuerpo, silbato y cronómetro colgando del
cuello, de nombre Sr. Agustín, estaba ante toda la clase jugando con una cinta métrica entre
las manos. Después comenzó a decir que este año trabajaríamos las cualidades físicas condi-
cionales y, sobre todo, la resistencia anaeróbica aláctica con una intensidad aproximada del
95% y un trabajo de la flexibilidad coxofemoral con un sistema de facilitación neuromuscular
propioceptiva. Por otro lado, nos comentaba que, para aprobar, deberíamos tener una actitud
de esfuerzo y participación y conseguir unos resultados de rendimiento según no sé qué tipo de
batería… Mientras hablaba lo iba apuntando en la pizarra y, en aquel momento, mi cabeza
dejó de funcionar.
Uno de los aspectos que siempre han preocupado a los investigadores y al profesorado en re-
lación con la Educación física es la búsqueda la efectividad en la gestión de la clase, entendida
como el proceso de optimización de los diferentes elementos de la sesión con el objetivo de
mejorar el proceso de enseñanza-aprendizaje y aumentar las posibilidades de aprendizaje
del alumnado.
El profesorado debe diseñar bien su propuesta didáctica y orientar a su alumnado para ofrecerle
las mejores condiciones de aprendizaje, sabiendo que cada alumno y alumna parte de casuísticas
diferentes y también de diversas maneras de aprender.
El docente debería vincular, en lo posible, los aprendizajes escolares a los propósitos del
alumnado y crear situaciones interactivas, valorando a aquellos alumnos y alumnas que se
muestren interesados y/o competentes (Rivière, 1983).
Propuestas prácticas
Para lograr lo descrito anteriormente sugerimos:
• Ajustar y adecuar los contenidos, las actividades y los ejercicios, no sólo a los conoci-
mientos y capacidades previas de los alumnos y alumnas, sino también a sus intereses.
• Proporcionar todas las ayudas pedagógicas de evaluación formativa para ayudar al
alumnado a aprender.
• Proponer actividades donde se sientan competentes, adaptadas a su nivel real y en
las que vayan obteniendo pequeños y progresivos éxitos, de manera que se sientan
eficaces y vean reforzada su autoestima.
• Procurar que realicen tareas de forma cooperativa y que valoren los beneficios de
ayudar y recibir soporte de sus iguales.
• Valorar de forma constante lo que están haciendo y cómo lo hacen, más que dar
atención exclusiva a la obtención del éxito o del rendimiento. Reforzar el proceso y
las actitudes que comporta.
En lugar de buscar tecnicismos y elementos alejados de lo que los alumnos y alumnas real-
mente entienden, hay que buscar y partir de los puntos de conexión con su mundo.
Propuestas prácticas
Para obtener resultados se sugiere:
• Vincular la información, los contenidos o las tareas de aprendizaje a los dominios
relevantes de los alumnos y alumnas, intentando conectarlos con lo que entienden,
conocen o sienten haciéndoles recordar y relacionar.
• Estimular la reflexión y explicitación de lo que han hecho, cómo lo han resuelto, y por
qué han actuado una manera y no de otra, preferiblemente en un clima cooperativo.
• Establecer itinerarios de aprendizaje que partan de estas realidades y sean lo suficien-
temente progresivos y con garantías de logro como para ir modificando las estructuras
previas (Sebastiani, 2002).
Muchas veces queremos explicar muchas cosas a nuestros alumnos y alumnas, y ellos pre-
fieren jugar, correr, chutar... o que les dejen tranquilos.
Propuestas prácticas
Para obtener buenos resultados se sugiere:
• Elegir y ordenar qué decir a los alumnos y alumnas en el menor tiempo posible, de
manera que sea suficiente para que puedan entender y asimilar lo que se explica o lo
que se pretende que hagan a continuación.
• Destacar lo más importante y novedoso de los nuevos aprendizajes, procurando vin-
cularlo con lo trabajado anteriormente o con algo que les sea familiar.
Es cierto que en ocasiones los alumnos y alumnas se detienen por falta de motivación hacia
la actividad, pero a veces también porque no saben actuar. Es preciso que el profesorado
identifique correctamente la causa de su comportamiento para poder intervenir.
Probablemente los mejores jugadores pueden realizar pases a un espacio vacío porque
son capaces de interpretar con eficacia los movimientos de sus compañeros y de los con-
trarios y, además, porque no tienen que estar pendientes de que el balón se les escape de
los pies. Si nuestros alumnos y alumnas tienen suficiente trabajo para controlar el balón y
su preocupación es que no se lo quiten, no tiene sentido que les pidamos que hagan un
buen pase.
Deberemos enseñar determinados elementos y buscar que los automaticen con el objetivo de
conseguir mayor autonomía, de cara a resolver problemas de mayor complejidad.
De todas maneras, hay que encontrar el equilibrio. Enseñar a jugar bien no supone sólo el
aprendizaje o automatización de unos gestos, sino la comprensión de un complejo sistema de
relaciones dentro del cual deben tomarse decisiones de forma muy rápida.
Propuestas prácticas
Para que puedan automatizarse aprendizajes básicos y a la vez comprenderse, se sugiere:
• Analizar los aprendizajes necesarios para las previsiones de futuro y buscar una
secuencia formativa adecuada, teniendo en cuenta que estos aprendizajes forman
parte de un proceso global que tendrá que seguir el alumnado para conseguir deter-
minadas competencias.
• Reducir los esfuerzos para aprender determinados gestos que después pocas veces
serán utilizados en el juego o en la vida cotidiana. Es preciso pensar en rentabilizar el
aprendizaje de determinadas habilidades teniendo como referente las competencias y
los objetivos que se pretenden. Elegir y ordenar los aprendizajes es una tarea en la que
el profesor debe poner su atención de forma especial.
• Proponer rutinas de funcionamiento organizativo y de aprendizaje para optimizar el
tiempo disponible e incrementar el tiempo de compromiso motor y cognitivo.
Cuando impartimos las clases, tenemos tendencia a usar unos canales de información, un
tipo de actividades y unas metodologías con las que nos encontramos más cómodos y cree-
mos más convenientes para la mayoría de nuestros alumnos y alumnas. Pero éstos tienen
diferentes estilos y estrategias de aprendizaje y, aquéllos en los que encajan nuestros plan-
teamientos van aprendiendo y progresando, pero aquellos que necesitarían otra dinámica
no aprenden demasiado, se desmotivan y, encima, pueden generar problemas de compor-
tamiento.
No existen las recetas metodológicas. Hay cosas que funcionan a un docente y a otro no.
Hay estrategias que funcionan con unos alumnos y con otros no tanto. No existe la manera
única e inequívoca de ayudar a aprender. Diversificar las estrategias y recursos puede facili-
tar que podamos ofrecer una respuesta educativa más amplia.
Propuestas prácticas
He aquí un par de sugerencias:
• Buscar y proponer al alumnado diferentes itinerarios de aprendizaje, ayudas, recursos,
materiales, escenarios y actividades para acceder a un mismo contenido, ya que eso
facilitará ajustarse más a su nivel, conectando con su capacidad y forma de aprender
(Sebastiani, 2002).
• Proponer situaciones de aprendizaje donde sean los propios alumnos y alumnas los
que gestionen las actividades y las secuencias formativas (Sebastiani, 2001).
Aunque el objetivo que con frecuencia nos planteamos en nuestros programas es que los
alumnos aprendan la práctica de un determinado deporte, le dedicamos excesivo tiempo a
la ejecución de los gestos técnicos y poco a jugar; dedicamos demasiado tiempo a enseñar
qué hacer cuando tenemos el balón y prácticamente nada a cuando no lo tenemos. Por ello,
cuando les iniciamos en un deporte colectivo la preocupación siempre reside en la posesión
del balón y en procurar no perderlo. Probablemente esto es reflejo de que nuestras actividades
han trabajado en gran medida esos aspectos.
Propuestas prácticas
Aquí te brindamos una lista de propuestas prácticas que pueden serte de ayuda:
• Proponer inicialmente planteamientos globales siempre que sea posible, para que el
alumnado puedan ver de qué trata la situación deportiva de forma global.
• Proponer situaciones de evaluación inicial donde el alumnado pueda ubicar su nivel
actual de competencias.
• Aproximar las situaciones de aprendizaje a las condiciones reales del juego.
• Multiplicar las formas de recuperar lo que se ha aprendido.
A veces, el trabajo es tan específico y concreto que no permite a los alumnos y alumnas ver
que muchos de estos aspectos tienen relación.
Propuestas prácticas
Las sugerencias para alcanzar este objetivo son:
• Establecer relaciones entre los diferentes contenidos que se vayan proponiendo, te-
niendo en cuenta que el aprendizaje significativo y constructivo se basa en las relacio-
nes que se vayan consolidando entre las estructuras aprendidas.
• Ayudar a elaborar redes que relacionen los diferentes contenidos, dando una visión global.
• Ofrecer estrategias cognitivas y técnicas que faciliten la interrelación y promuevan la
organización de los conocimientos adquiridos y la reestructuración cognitiva.
Una vez más, el profesorado, influido por su trayectoria y experiencia como aprendiz, se
encuentra más cómodo proponiendo situaciones algorítmicas bien definidas con estilos di-
rectivos, donde es él quien controla y dirige la situación.
A pesar de que existen muchas habilidades que deben o pueden aprenderse de forma algorít-
mica mediante la repetición, otros aprendizajes sólo podrán ser aprendidos si son los propios
alumnos y alumnas los que buscan las respuestas en situaciones abiertas en vez de recibir las
consignas preestablecidas. Y además, por supuesto, en determinadas prácticas necesitaremos
una combinación de ambos planteamientos.
Pero, aunque parezca que una habilidad puede aprenderse a partir de la repetición conti-
nua, ésta debe estar acompañada por la reflexión y regulación continua, y muchas veces
conducida, permitiendo que los alumnos y alumnas piensen sobre qué y cómo lo están
haciendo, haciéndoles reflexionar sobre los cambios que tendrían que incorporar para
mejorar su rendimiento.
Y como decíamos, resolver con eficacia una situación de superioridad numérica, una defensa
en zona o un juego de estrategia debe pasar por la reflexión dirigida a una toma de decisio-
nes motivada por la adquisición de una información y un objetivo que alcanzar. Exteriorizar
las decisiones, comentarlas y discutirlas ayudarán a los propios ejecutantes y a los compa-
ñeros en próximas realizaciones.
Propuestas prácticas
Algunas sugerencias son:
• Fomentar la reflexión constante y consciente sobre lo que se está realizando.
• Proponer contextos sociales y de grupos cooperativos para la reflexión-discusión sobre
los conflictos cognitivo-motores que se han creado.
• Aportar instrumentos, estrategias y materiales didácticos que les solicite reflexionar y
debatir.
• Dejar espacios, tiempo y situaciones para contrastar las diferentes reflexiones sobre
los conflictos creados, intentando huir de los saberes absolutos y las recetas infalibles.
• Ofrecer indicadores de logro durante el desarrollo de la secuencia formativa y de las
actividades que contribuyan a la autorregulación. Estos indicadores deben estar orien-
tados a la consecución del objetivo, pero, de forma muy importante, también debe
haber otros que hagan referencia al proceso.
Todo aquello que nos aleje de este planteamiento nos parecerá una pérdida de tiempo, te-
niendo en cuenta que, como en cualquier ámbito de nuestras vidas, lo que a una persona le
parece importante para otra quizá no lo sea, y prefiera invertir el tiempo en otra cosa.
Así, en este sentido, el profesorado está dispuesto a invertir el tiempo en aquellos apren-
dizajes esenciales. La gestión que haga de las actividades y del grupo manifiesta sus
intenciones.
Un docente que prefiere organizar él mismo a sus alumnos y alumnas en grupos, darles el
material preparado y las instrucciones muy claras de lo que deben realizar, incluso ayudán-
dose con un silbato para ser más contundente, busca la máxima eficacia y disponibilidad
para que se pongan rápidamente en marcha e inicien una determinada práctica. Común-
mente y sin más, desde fuera, éste es un profesor o profesora eficaz, pues consigue que sus
alumnos se muevan durante más tiempo.
Evidentemente, no todo consiste en eso. Otro profesor preferirá invertir el tiempo en que sea
su propio alumnado el que se organice en grupos o que decida cómo realizar una coreogra-
fía por grupos, aunque para ello tarde más tiempo. No obstante, el profesor no lo considera
un tiempo perdido, sino un tiempo invertido en aquellos aprendizajes que considera más
importantes, aunque el tiempo posterior de compromiso motor sea menor. El énfasis o la
intencionalidad educativa debe dirigir la gestión de la secuencia y del tiempo que se invierte
en los aprendizajes.
Propuestas prácticas
He aquí algunas sugerencias:
• Proponer secuencias formativas en las que el alumnado vaya tomando cada vez más
responsabilidades y darle tiempo suficiente para ir asimilándolas.
• Ir cediendo la toma de decisiones respecto a la gestión de la propia secuencia forma-
tiva o de la sesión.
• Intentar ponerse en el lugar de los alumnos y alumnas, procurando identificar los
problemas prototípicos con los que deben enfrentarse, ya que con frecuencia sólo lo
hacemos desde la perspectiva del profesorado. Esto nos permitirá anticipar itinerarios
alternativos, actividades de soporte o las ayudas necesarias.
• Estar muy atentos a las demandas del alumnado, no sólo en los momentos previstos sino
contemplando posibilidades nuevas, y facilitar nuestra accesibilidad.
• Favorecer que se tomen decisiones en un marco cooperativo de grupo y también de
forma individual.
Es el alumnado el que aprende. En cualquier caso, el docente es la persona que elige, diseña,
propone y ayuda a los alumnos y alumnas a través las secuencias formativas. No es el profe-
sor el que enseña a botar al niño, es el niño el que aprende a botar a partir de los ejercicios
e indicaciones que le plantea el profesor.
Quizá pueda parecer un cambio de orientación poco significativo, pero es cierto que tiene
consecuencias de gran profundidad. Entre otras cosas, la importancia no recae tanto en el
papel del profesorado como en el del alumnado. Por ello, procurar enseñarle a aprender y a
regular su propio aprendizaje es uno de los principales objetivos de la educación.
Debemos ayudar al alumnado a desprenderse de los adultos para poder funcionar de ma-
nera autónoma y, en cualquier caso, concienciarle de que el profesorado está justamente
allí para ayudarle.
Propuestas didácticas
Las propuestas que se sugieren son las siguientes:
• Enseñar a planificar, a organizar, a tomar decisiones sobre lo que es más conveniente
para ellos mismos o para su grupo.
• Ayudarles a regular sus propios aprendizaje a través de la autogestión y las estrategias
de aprendizaje (Sebastiani, 2001).
• Procurar que los ejercicios que se propongan supongan retos secuenciados progresi-
vamente, para que puedan ir tomando el control inteligente o estratégico de las situa-
ciones planteadas y de su propio aprendizaje.
• Proponer diversidad de situaciones sobre los mismos procesos cognitivos y motores
de aprendizaje. Se trata de potenciar, desde diferentes perspectivas, que los alumnos
y alumnas se enfrenten a los mismos tipos de razonamiento, favoreciendo, a su vez el
proceso de aprendizaje.
• Fomentar el trabajo en grupo, pero de cariz cooperativo.
En resumen
Cuántas veces nos ha pasado que queríamos ir a un pueblo, en el que nos han explicado
que hay un restaurante donde se come muy bien, y hemos tenido que ir siguiendo las indi-
caciones de la carretera. Y cuántas veces hemos protestado porque el cartel era demasiado
pequeño, estaba escondido, no era suficientemente claro o se encontraba después del cruce,
y hemos tenido que dar marcha atrás o preguntar.
Realmente, cuando ponemos las ayudas (señales), las ponemos en función de donde creemos
que nosotros tendríamos la duda o donde realmente los alumnos (conductores) tendrán la
dificultad real. Es preciso intentar hacer un esfuerzo por situarse en el lugar de los alumnos y
alumnas, reflexionando sobre las dificultades a las que se enfrentarán y, cuando menos, estar
muy atentos al momento en que aparezcan para responderles o ayudarles.
Pero ¿no queremos que nuestro alumnado sea realmente autónomo, pueda gestionar su
propio aprendizaje y tome sus propias decisiones como auténticos protagonistas de su apren-
dizaje?
Todos estos aspectos es preciso trasladarlos al mismo alumnado a partir de la gestión de las
secuencias formativas, donde el docente se convierte en el mediador, el que propone las di-
ferentes situaciones de aprendizaje a las que debe enfrentarse el alumnado, el que ordena las
progresiones, el que gestiona las ayudas y los recursos, el que orienta a los chicos y chicas, el
que apoya, el que adapta las situaciones, contextos y materiales.
ACTIVIDAD
Esta actividad consiste en una serie de reflexiones que se han de realizar una vez finalizada la lectura
del capítulo. Dichas reflexiones pueden llevarse a cabo de forma individual, pero es más aconsejable
realizarlas en pequeños grupos y, posteriormente, mediante un debate del grupo-clase.
• ¿Por qué consideras que es tan importante conocer la realidad del alumnado con el que vas a
trabajar? ¿A qué hacemos referencia con el término «realidad» del alumnado y qué aspectos
entran en juego?
• ¿Cuál es el papel del éxito en una actividad? ¿Por qué es preciso destinar esfuerzos didácti-
cos a hacerlo evidente y explícito?
• ¿Cuál es el papel de la autorregulación en el aprendizaje? ¿Existe alguna secuencia en la
progresión de su aprendizaje? ¿Funciona siempre y en todos los casos?
• ¿Qué debes observar para poder empezar a delegar el control de la gestión de los aprendiza-
jes en los propios alumnos y alumnas? ¿Puedes hacerlo desde el primer curso de secundaria?
¿De qué depende?
• ¿Qué papel desempeña la autoestima en el aprendizaje y la implicación de los niños y niñas?
¿Cómo podemos mejorar la autoestima del alumnado? ¿Cómo puedes bajar o destruir el nivel
de autoestima de un alumno?
FUENTES Y RECURSOS
¡Esto es ritmo! (Rhythm is it!) (2004). Documental (Alemania). Duración: 100 min. Direc-
ción: Thomas Grube y Enrique Sánchez Lansch. Producción: Uwe Dierks, Thomas Grube
y Andrea Thilo. Música: Karim Sebastian Elias e Igor Stravinsky. Fotografía: René Dame y
Marcus Winterbauer. Montaje: Dirk Grau y Martin Hoffman.
La orquesta está en el foso y sobre el escenario más de 250 escolares se mueven al ritmo de
la música de Stravinsky en una coreografía creada para ellos por Royston Maldoom. Horas,
días y meses de trabajo desembocarán en un experimento artístico y pedagógico único en
el mundo. Este documental supondrá una muy interesante visualización de una experiencia
didáctica y pedagógica de grandes dimensiones y de un valor educativo excelente para los
futuros profesores y profesoras de Educación física.
Durante el proyecto que desarrolla la película, los constantes comentarios y reflexiones
permiten mejorar la comprensión del trabajo con adolescentes y ante un contenido como
la expresión corporal.
Sueños olímpicos (2008). Documentos TV, 21. Duración: 46 min. Fecha de emisión:
05/08/2008. Consultado (16/02/2010) en: <documentales.tv-on.es/deporte/suenos-olimpicos>.
Este documental relata una experiencia de entrenamiento de niños chinos con el objetivo de
participar en los Juegos Olímpicos. Un entrenamiento muy intensivo a una edad temprana
puede exponer a los jóvenes deportistas de élite a determinados riesgos ya que se les exige
un entrenamiento que supera con creces sus capacidades físicas y emocionales.
Aunque el documental no se contextualiza en nuestra sociedad occidental ni en el contexto
de la Educación física escolar, entendemos que es un documento visual impactante que
permite al espectador reflexionar sobre los límites de la actuación docente para la obtención
de los aprendizajes.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
PIÉRON, M. (1999). Para una enseñanza eficaz de las actividades físicas y deportivas. Bar-
celona: INDE.
POSADA, F. (2000). Ideas prácticas para la enseñanza de la educación física. Lleida: Editorial
Agonos.
POZO, J.I. (1996). Aprendices y maestros. Madrid: Alianza.
— (1999). Teorías cognitivas del aprendizaje. Madrid: Morata.
RIVIÈRE, A. (1983). ¿Por qué fracasan tan poco los niños? Algunas reflexiones sobre los diez
mandamientos de la escuela desde la psicología cognitiva. Cuadernos de Pedagogía,
103, 7-12.
SEBASTIANI, E.M. (1999). Els 10 manaments de l’ensenyança de l’Educació Física. Principis
fonamentals de l’aprenentatge cognitiu aplicats a l’àmbit motriu. Barcelona: Col·legi Ofi-
cial de Professors i Llicenciats d’Educació Física de Catalunya.
— (2001). La enseñanza estratégica de la educación física. En C. Monereo (coord.), Ser es-
tratégico y autónomo aprendiendo. Unidades didácticas de enseñanza estratégica para
la ESO (pp. 185-222). Barcelona: Graó.
— (2002). Itinerarios de aprendizaje. Pautas para un diseño que atienda la diversidad. Tán-
dem. Didáctica de la Educación Física, 5, 68-76.
SIEDENTOP, D. (1998). Aprender a enseñar educación física. Barcelona: INDE.
SOLER, J. y CONANGLA, M.M. (2006). Ámame para que me pueda ir: padres e hijos, desde
la ecología emocional. Barcelona: Amat.
CONTENIDO DE CAPÍTULO
Por definición, evaluar es juzgar, dar valor a una cosa. También es comparar un resultado,
una acción, con un referente, una norma, un modelo, etc.
En el ámbito del Educación física solemos evaluar las modificaciones, las transformaciones
y las nuevas capacidades que adquiere nuestro alumnado.
• Ayudar a los alumnos y alumnas a que sean más conscientes de su nivel, a que sepan
cómo resuelven las tareas, a que conozcan qué puntos fuertes pueden potenciar y qué
puntos débiles deben corregir para enfrentarse a situaciones de aprendizaje futuras.
Esta secuencia, debidamente articulada, podrá concluir con una propuesta de evaluación,
encajada en el diseño del currículo.
Cuadro 1. Relación entre las competencias básicas y un objetivo general de la Educación física
Uno de los factores que más influyen en la calidad del progreso educativo del alumnado,
aparte del propio alumno, es la actuación que el profesorado tenga en orden a facilitar la
adquisición, en mayor o menor grado, de las capacidades establecidas.
El alumnado construye los aprendizajes a partir de las acciones que realiza el profesorado
con los recursos y posibilidades que tiene. Esta circunstancia recomienda la evaluación for-
mativa de la práctica docente. Ésta no tiene otra finalidad que la de revisar las acciones de
los profesores con el fin de mejorarlas, con la seguridad de que mejorando éstas se mejorará
inevitablemente la calidad del progreso educativo del alumnado, que es el objetivo último y
fundamental de nuestra tarea como profesores.
• Formativa. Tiene una función reguladora del proceso para posibilitar que los medios
de formación respondan a las características del que aprende. Tiende esencialmente a
identificar cuáles son las dificultades del aprendizaje. Pretende gestionar los aprendi-
zajes durante su adquisición con la intención de ayudar a mejorar, regular, etc.
• De selección. Pone el énfasis en la utilización que tiene la información producida por
la evaluación con propósitos de selección; un ejemplo claro de esto son los exámenes
de ingreso a diferentes instituciones educativas cuyos aspirantes superan el número de
vacantes disponibles. En estas circunstancias se opta por una estrategia de evaluación
que con frecuencia se justifica adjudicándole un valor pronóstico a estos resultados.
• De acreditación. Básicamente tiene una función social de tipo calificador, con la fina-
lidad de asegurar que los logros de los alumnos respondan a las exigencias del sistema.
En este sentido, la Ley Orgánica de Educación determina que: «Los criterios de evaluación de
las materias serán referente fundamental para valorar el grado de adquisición de los apren-
dizajes y las competencias básicas».
Pero también puede tener la función formativo-reguladora de saber si los alumnos y alumnas
han adquirido los conocimientos que el profesorado ha previsto y, en consecuencia, si tienen
los prerrequisitos necesarios para aprendizajes posteriores, o bien para determinar aquellos
aspectos que se deberían modificar en una posterior repetición de la misma secuencia de
enseñanza.
De las finalidades surgen los momentos para la evaluación y se corresponden con sus fun-
ciones. Al interpretar la evaluación como un proceso global y permanente, debe utilizarse la
evaluación continua, lo que implica un control sistemático del proceso de aprendizaje del
alumnado. Esto suele organizarse en diversas fases:
1. La evaluación inicial tiene como objetivo fundamental determinar la situación de cada
alumno y del grupo clase al inicio de un proceso de enseñanza-aprendizaje para poderlo
adecuar a sus necesidades. Se pretende obtener información sobre las ideas previas, pre-
rrequisitos, procedimientos intuitivos, hábitos, actitudes, etc. de cada alumno y alumna.
2. La evaluación formativa se refiere a los procedimientos utilizados por el profesora-
do con la finalidad de adaptar su proceso didáctico a los progresos y problemas de
aprendizaje observados en sus alumnos y alumnas. Su intención es la de regular, es
decir, mejorar y facilitar el aprendizaje.
3. La evaluación final o sumativa tiene por objetivo establecer balances fiables de los
resultados obtenidos al final de un proceso de enseñanza-aprendizaje. Pone el acento
en la recogida de información y en la elaboración de instrumentos que faciliten me-
didas fiables de las competencias y conocimientos adquiridos que se van a evaluar.
Señala el currículo que los criterios de evaluación establecen el tipo y el grado de aprendi-
zaje que se espera que los alumnos vayan alcanzando con respecto a las competencias bá-
sicas. En definitiva, son un referente fundamental para valorar tanto el grado de adquisición
de las competencias básicas como el de consecución de los objetivos.
Los objetivos y las competencias señalan el horizonte, mientras que los criterios de evalua-
ción son una excelente referencia para determinar la consecución de los aprendizajes en
cada curso a través de claras condiciones para su valoración, para saber en qué medida se
han producido aquellos aprendizajes que se consideran especialmente relevantes para la
adquisición de las capacidades recogidas en los objetivos. Son, además, el elemento que
aúna objetivos y contenidos, y es ahí donde se observa con mayor claridad la contribución
de la materia al logro de las competencias básicas. Y es que las competencias –generales,
abstractas– no son directamente evaluables, y los criterios de evaluación de las áreas o
materias, a partir de los establecidos en las enseñanzas mínimas, deben ser el referente fun-
damental para valorar tanto el grado de adquisición de las competencias básicas como el de
consecución de los objetivos.
3. Seguidamente, asociar, de manera parecida, los objetivos generales con los objetivos
generales de la Educación física.
4. Finalmente, relacionar los objetivos generales de la Educación física con los corres-
pondientes criterios de evaluación.
En necesario aclarar que es imprescindible que los alumnos y alumnas conozcan los criterios
de evaluación que se utilizarán para juzgar sus producciones, logros, etc. (mejor aún si han
participado en su confección).
Toda evaluación se lleva a cabo sobre un conjunto de evidencias más o menos desarrolladas
que selecciona el evaluador. Eisner (1998) manifiesta que la evaluación ayuda a ver lo que
está oculto. Para hacerlo visible se necesita buscar indicios, es decir, encontrar señales de
algo a lo cual no se accede de manera directa que permitan inferir la presencia o ausencia de
lo que se quiere evaluar. Lograr evidencia de la adquisición de una competencia indica que
el docente ha tenido pruebas suficientes para afirmar esta posesión. Obtener indicios de la
adquisición de competencias refleja una actitud más modesta, sin apreciaciones apresuradas.
desempeño. Éstos son, por tanto, esos indicios o evidencias específicas y propias de la eva-
luación de las competencias y de los objetivos educativos.
Para valorar los resultados obtenidos (cuadro 3), los indicadores de logro nos tienen
que ofrecer datos sobre lo que se ha aprendido y cómo se ha aprendido en relación
con las competencias y subcompetencias definidas (y también respecto a los objetivos
educativos).
Recopilar actividades, juegos, Recopilar actividades, juegos, estiramientos y ejercicios de movilidad articu-
estiramientos y ejercicios de lar apropiados para el calentamiento y realizados en clase.
movilidad articular apropiados Valora la importancia de realizar un calentamiento y la vuelta a la calma para
para el calentamiento y realiza- la actividad más intensa y para la salud.
dos en clase.
Describe la estructura, principios y parámetros que considerar para elaborar
un calentamiento.
Recopila ejercicios y juegos de activación general, de estiramientos mus-
culares, de movilidad articular y de culminación y los ubica correctamente
cuando elabora su calentamiento.
Experimenta distintos ejercicios de calentamiento teniendo en cuenta el
control de la postura para su realización.
Ejecuta ejercicios de estiramientos y/o ejercicios de relajación y respiración
como actividades de vuelta a la calma al finalizar la sesión.
Obtiene información para elaborar un calentamiento de diferentes fuentes.
Elabora un calentamiento general de forma autónoma impreso en papel y
lo lleva a la práctica con el resto de sus compañeros.
Aplica e integra el calentamiento general en la práctica de la actividad física
y valora su utilidad para prevenir lesiones.
¿Cuándo podemos reconocer que un sujeto es competente o en qué grado ha aprendido una
competencia?
Idear situaciones que permitan a los alumnos y alumnas revelar sus capacidades y competen-
cias constituye un componente esencial en la evaluación, ya que sitúa al alumnado en un re-
querimiento competencial que nos permitirá observarlo a la vez que podremos intervenir para
ayudarlo.
Cuando un alumno salta por encima de un obstáculo, ¿podemos afirmar que sabe «superar
todo tipo de obstáculos en condiciones diversas» en el sentido riguroso del término? En
otras palabras, ¿posee una habilidad, capacidad, competencia, etc., o simplemente repite de
forma mecánica lo que ha aprendido en clase? Si, por el contrario, le pedimos que realice
un circuito de estaciones en el menor tiempo posible, en el que se han dispuesto obstáculos
diversos (plinto, saltómetro de altura, colchonetas, etc.), utilizando formas diferentes de saltar
(en altura, en longitud, superando obstáculos, a pies juntos, etc.), es más fácil que observe-
mos el grado de aprendizaje que posee en esa actividad.
Sin embargo, siguiendo a Zabala y Arnau (2007), el objetivo debe ser evaluar para ayudar al
alumno o alumna a que mejore el dominio de una capacidad o competencia determinada;
no nos podemos contentar con saber si el sujeto posee o no la capacidad o competencia en
cuestión, por lo que es necesario:
• Conocer cuáles son sus dificultades, con el fin de establecer las estrategias de aprendi-
zaje más apropiadas para llegar a superarlas.
• Saber si el alumno dispone del conocimiento sobre los distintos esquemas de actua-
ción existentes en relación con el problema al que se enfrenta (requisitos).
• Saber si está en condiciones de seleccionar el esquema o los esquemas de actuación
más apropiados para resolver el problema.
En esa situación, el alumno o alumna deberá poner en marcha sus recursos para demostrar
y evidenciar el grado de logro de sus competencias.
Las actividades para el conocimiento de los resultados del proceso de aprendizaje están
directamente relacionadas con las características de los contenidos que se quieren evaluar.
Por lo tanto, en la mayoría de los casos no es indispensable hacer un ejercicio diseñado
únicamente con la finalidad de evaluar, sino que es preciso elegir qué actividades «habi-
tuales» de enseñanza y aprendizaje se usan con finalidades de evaluación. En ese sentido,
las situaciones de evaluación y las actividades de aprendizaje tienen una relación muy
próxima: las unas pueden convertirse en las otras o, en ocasiones, son las mismas. ¿Situa-
ciones de evaluación, actividades de evaluación o actividades de enseñanza-aprendizaje?
Quizás el nombre es lo que menos importa, pues en el enfoque competencial puede
suceder que la actividad de enseñanza sea al mismo tiempo la actividad de evaluación.
Los indicios que el docente selecciona deben ser registrados a través de distintas técnicas e
instrumentos que permitan recoger la información necesaria para realizar la tarea de eva-
luación.
Dado que el objeto de evaluación suele ser diferente, así como los indicios que se deter-
minan (indicadores de logro), se deben elaborar estrategias y elegir técnicas e instrumentos
acordes con el tipo de aprendizajes y los tipos de indicadores.
Aunque estos términos a menudo se utilizan de forma indistinta, creemos que es preciso
aclarar que hacen referencia a aspectos diferentes.
Estrategia
Entendemos el concepto de estrategia en el sentido de plan que dispone y articula un con-
junto de medios. Su determinación parte del análisis de las prescripciones y orientaciones es-
tablecidas por la administración en materia evaluadora y del marco teórico del que partimos.
Técnicas
El docente analizará y elegirá las técnicas atendiendo a los referentes siguientes.
Técnicas de observación
Según Casanova (2004, p. 106), se entiende por observación el examen atento que un sujeto
realiza sobre otro u otros objetos, o sobre determinados objetos y hechos, para llegar a un
conocimiento mayor sobre ellos mediante la obtención de una serie de datos, generalmente
inalcanzables por otros medios.
Si bien los métodos cuantitativos pueden tener en muchos casos un aspecto motivador, no
permiten extraer más conclusiones que los datos propios del fenómeno observado. Por ello,
en numerosas ocasiones es necesario utilizar instrumentos que estén basados en técnicas de
observación que nos permitan informar al alumnado del nivel que ha conseguido y los fallos
cometidos en cualquier momento de la situación didáctica. Esto permite al profesorado una
información constante que posibilita el reajuste del proceso elegido o ajustar modificaciones
para los alumnos o alumnas con problemas.
Además, numerosas actividades físicas no se prestan a ser evaluadas según criterios métricos
o cronométricos (evaluación objetiva), y requieren de nuevos instrumentos susceptibles de
descubrir y mejorar comportamientos individuales y colectivos. En este caso, la observación
desempeña un papel decisivo.
Para favorecer la observación, el docente debe propiciar situaciones adecuadas (con cohe-
rencia entre lo que queremos observar y la actividad didáctica), precisar el o los aspectos que
se van a observar (seleccionarlos para evitar dispersiones) y elaborar una guía de observación
acorde con lo que se quiere evaluar.
Tenbrink señala a este respecto (2006, p. 297) que no hay fuente más importante de infor-
mación sobre el aprendizaje que las mismas actividades de aprendizaje. El trabajo diario que
hacen los alumnos al aprender nos proporciona una información inestimable sobre cómo
están aprendiendo, con qué rapidez, a qué ritmo aprenden, etc.
Instrumentos
El instrumento de evaluación es la herramienta que permite recoger información del logro de
aprendizaje (o no). Durante mucho tiempo, los tests estandarizados y las pruebas objetivas
han constituido los instrumentos más usados para la evaluación de la Educación física. En un
enfoque por competencias, los procedimientos de apreciación directa toman protagonismo
a la hora de juzgar los aprendizajes logrados por el alumnado. A continuación se aporta una
relación de instrumentos:
• Listas de control.
• Escalas descriptivas o rúbricas (rubrics en inglés).
• Diario de clase.
• El portafolio.
Calificar es una manera sintética de informar sobre los resultados de un proceso de evaluación,
por lo que representa una manera de traducir dichos resultados a través de un código compar-
tido. Es una acción posterior al análisis e interpretación de información, así como a la emisión
de juicios de valor. Así pues, la calificación no reemplaza ni antecede a la evaluación, sino
que traduce sus resultados.
Como una alternativa al clásico boletín de notas, o bien como un medio de información com-
plementario, los docentes pueden recurrir a diversas modalidades de información sobre resul-
tados de aprendizaje de los alumnos y alumnas: informes escritos, entrevistas, etc.
Tomar decisiones
ACTIVIDADES
Actividad 1
Uno de los temas más delicados de la evaluación es determinar los indicios, evidencias o confirma-
ciones que garanticen que nuestro alumnado ha alcanzado el criterio de evaluación implicado y,
por ende, las competencias básicas asociadas. Por eso en esta actividad te proponemos lo siguiente:
• A partir de las competencias básicas y del criterio de evaluación expuesto en el cuadro 4,
elabora un conjunto de indicadores de logro que se consideren adecuados siguiendo el
verbo (3.ª persona del singular) que se utiliza para iniciar el indicador correspondiente.
Actividad 2
Las rúbricas o escalas descriptivas constituyen uno de los instrumentos más recomendados en el
enfoque basado en competencias. En el cuadro 5 se muestra una rúbrica con algunas celdas vacías.
• Rellénalas de forma que adquieran coherencia con el resto.
COMPETENCIAS BÁSICAS
• Competencia en el conocimiento y la interacción con el mundo físico.
• Autonomía e iniciativa personal.
• Competencia para aprender a aprender.
SUBCOMPETENCIA SITUACIÓN DE EVALUACIÓN
Realizar un calentamiento Observar un calentamiento, analizarlo y, seguidamente, confeccionar un
adecuado de acuerdo con calentamiento personalizado para sí mismo y adaptado a una práctica de-
la actividad física que se portiva concreta.
quiera practicar.
NIVEL 1 NIVEL 2 NIVEL 3 NIVEL 4 NIVEL 5
Logro Logro Logro Logro Logro
mínimo básico satisfactorio avanzado excelente
Sólo distingue
Indicador de logro: distin- Distingue con Distingue cada Distingue bien Distingue per-
gue los diferentes momen-los momentos dificultad, los momento del los momentos fectamente los
tos del calentamiento en del calenta- diferentes mo- calentamiento. del calenta- momentos del
miento en mentos del miento. calentamiento y
una propuesta dada.
algunas oca- calentamiento. justifica por qué.
Actividad de evaluación: siones.
observación y análisis de un
calentamiento.
Indicador de logro: elige Distingue per- Distingue per-
correctamente ejercicios de fectamente los fectamente los
activación general. modos de ac- modos de acti-
tivación. Sabe vación. Sabe di-
Actividad de evaluación: diferenciar y ferenciar, elegir y
diseñar y realizar un calen- elegir. aplicar.
tamiento especificando
y mostrando diferentes
modos de activación.
FUENTES Y RECURSOS
POLO, I. (2010). Las rúbricas como instrumento de apoyo. Tándem. Didáctica de la Educa-
ción Física, 32, 106-120.
Este artículo, que permite aplicar este instrumento al caso de la Educación física, da una
visión del proceso de calificación del alumnado, partiendo de los criterios de evaluación
preceptivos. El instrumento utilizado es la rúbrica.
Los recursos presentados permiten elaborar rúbricas, escalas descriptivas o matrices de va-
loración.
Rubistar.
rubistar.4teachers.org
Herramienta gratuita para ayudar a los profesores a crear rúbricas.
Una rúbrica o escala podría exponerse como un listado del conjunto de indicadores que per-
miten valorar el aprendizaje y/o las competencias, logrados por el estudiante en un trabajo o
materia particular. Con ese fin establece una gradación (niveles) de la calidad de los diferentes
indicadores con los que se puede desarrollar un objetivo, una competencia, un contenido o
cualquier otro tipo de tarea que se lleve a cabo en el proceso de aprendizaje.
Generalmente se diseña de manera que el estudiante pueda ser evaluado de forma «ob-
jetiva» y consistente. Al mismo tiempo permite al profesor especificar claramente qué
espera del estudiante y cuáles son los criterios con los que se va a calificar un objetivo
previamente establecido, un trabajo, de acuerdo con el tipo de actividad que se desarrolle
con el alumnado.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Normativa legal
Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación. Boletín Oficial del Estado (04/05/2006),
106, 17.158-17.207. También disponible en línea en: <www.boe.es/boe/dias/2006/05/04/
pdfs/A17158-17207.pdf>.
Real Decreto 1631/2006, de 29 de diciembre, por el que se establecen las enseñanzas
mínimas correspondientes a la Educación Secundaria Obligatoria. Boletín Oficial del
Estado (05/01/2007), 5, 677-773. También disponible en línea en: <www.boe.es/boe/
dias/2007/01/05/pdfs/A00677-00773.pdf>.
CONTENIDO DE CAPÍTULO
En efecto, parece que el problema fundamental del profesorado para dar cabida a las tec-
nologías de la información y la comunicación en el ámbito de la Educación física escolar
radica, por un lado, en la preocupación de ver mermado el tiempo dedicado a la ya escasa
actividad motriz de los niños y niñas, y chicos y chicas de nuestras escuelas, y por otro, al
temor de verse sobrepasado por un lenguaje y unos instrumentos con los que no ha sido
formado y para los que, además, los propios estudiantes tienen mayores competencias.
Sin embargo, la Educación física como área curricular no puede quedar al margen de las
intenciones del resto de áreas curriculares, y en este sentido, también debería potenciar
conocimientos para afrontar la complejidad y habilidades para hacer frente a la sociedad
de la información y el conocimiento (Capllonch, 2006).
Antecedentes
Con la Ley de Orgánica 1/1990, de 3 de octubre, de Ordenación General del Sistema
Educativo (LOGSE), aprobada en España en 1990, las tecnologías de la información y la
comunicación se presentaron en algunas comunidades autónomas como ejes transversa-
les, y bajo este parámetro, la educación para la tecnología partía de la base de que todo
el alumnado debía ser capaz no sólo de dominar las nuevas tecnologías, sino también de
conocer las consecuencias negativas y de exclusión social que podía acarrear no disponer
de los medios ni de los conocimientos adecuados para ello (Departament d’Ensenyament,
1990). En el largo período transcurrido desde la LOGSE hasta la actualidad, las tecnologías
de la información y la comunicación se han convertido en instrumentos esenciales para
sobrevivir en un mundo informacionalmente intensivo que reclamaba una revisión de su
papel en la educación. Como resultado de esta demanda se iniciaron las propuestas sobre
competencias básicas en estas tecnologías, que habían de garantizar que todo el alum-
nado, al finalizar la escolarización obligatoria, alcanzara el dominio de las habilidades y
los recursos tecnológicos básicos, al mismo tiempo que las estrategias y procedimientos
informacionales vinculados con ellas.
ción y la comunicación, y la de educación en valores se trabajarán en todas las áreas. (art. 24.7,
«Organización de los cursos primero, segundo y tercero». art. 25.5, «Organización del cuarto
curso»)
acordadas socialmente para regular el uso de la información y sus fuentes en los distintos soportes.
(Real Decreto 1631/2006, Anexo I: «Competencias básicas»)
En lo que respecta al bachillerato, entre los contenidos del bloque 2, «Actividad física, de-
porte y tiempo libre», se menciona el uso de las tecnologías de la información y la comuni-
cación para la ampliación de conocimientos relativos a la materia. (Real Decreto 1467/2007,
«Educación física», «Contenidos»)
2005). En este sentido, para nada se diferencia el profesorado de Educación física de los
del resto de áreas curriculares.
Sin embargo, aprender Educación física a través de la tecnología representa sin lugar a dudas
un tema más bien controvertido, ya que utilizar un ordenador sentado en una silla está ra-
dicalmente en oposición con las intencionalidades del área en el ámbito escolar. De Blas
realiza la siguiente reflexión:
Resulta paradójico que el deporte, que siempre se ha basado en una comunicación motriz, requiera
incorporar una nueva comunicación tan ligada a la silla. Podemos escribir artículos o libros sobre el
deporte, pero estar día a día sentado hablando de motricidad no deja de resultar una contradicción
(...), siempre debemos fomentar la práctica de hábitos saludables. (De Blas, 2003)
Algunas de las posibilidades ya existentes, y que podemos encontrar, eso sí, como iniciati-
vas muy aisladas, son los CD-ROM que algunas editoriales ofrecen en sus manuales para el
aprendizaje de contenidos conceptuales. Se basan en el desarrollo de la capacidad investi-
gadora del alumnado, que debe ir navegando por el programa para descubrir cada una de
sus funciones (Gordejo, 2004). Otra de las aplicaciones que cabe mencionar y que cuenta ya
con un número considerable de propuestas para la Educación física es la utilización del pro-
grama Clic.1 Se trata de un conjunto de aplicaciones que permiten al profesorado la creación
de diversos tipos de actividades multimedia basadas en asociaciones, ejercicios de texto,
crucigramas, etc. y que se ejecutan directamente instalando el software de libre distribución.
De todas las opciones existentes, cabe señalar que son las aplicaciones didácticas de In-
ternet las que parece que en este momento ostentan el mayor compromiso de enfrentar la
sociedad de la información y de la comunicación en la sociedad del conocimiento (Escofet,
2004). Destacan, en este sentido, las webquest (Chacón, Castro y Corral, 2005),2 las cazas
del tesoro y los reflectores de comprensión, juegos y simuladores, proyectos telemáticos,
etc. Se basan fundamentalmente en la búsqueda guiada a través de Internet, en la resolución
de problemas y en el aprendizaje colaborativo. En ellos se conjugan no sólo áreas curricu-
lares, sino el uso de diferentes recursos telemáticos. En Educación física permiten organizar
y afianzar el aprendizaje de contenidos relacionados con conceptos, actitudes, valores y
normas. Permiten reflexionar sobre la práctica, trabajar de manera colaborativa con otros
compañeros y otras compañeras, simular viajes que nunca se van a realizar, planificar fan-
tásticas excursiones o dar a conocer, incluso, cómo se practica la Educación física en el otro
1. zonaClic-Español. En comparación con el resto de áreas curriculares, las propuestas para la Educación física son
más bien escasas y se centran en el aprendizaje de contenidos conceptuales sobre deportes, deportes alternativos o
algunos referidos a actitudes.
2. Aunque no existe todavía una larga tradición, destacamos las webquest específicas para la Educación física dis-
ponibles en Edusport.
lado del planeta, y todo eso para nada es contrario a las intencionalidades del área (Romero,
Capllonch y Latorre, 2005).
En resumen, podemos decir que la utilización de la tecnología puede ser altamente bene-
ficiosa tanto como recurso del profesorado como para la docencia de la Educación física.
Su utilización representa una fuente de motivación para el alumnado en el aprendizaje de
determinados contenidos, aunque parece que todavía estamos muy escasos de iniciativas en
este aspecto. Las estrategias basadas en la búsqueda, la resolución de problemas y el apren-
dizaje autónomo serán un gran facilitador para la educación, a la que también se tendrá que
orientar esta área.
Para conocer las preocupaciones del profesorado de Educación física de primaria y secundaria
se organizaron diversos grupos de discusión (Capllonch, 2006), cuyo objetivo era que expresara
con palabras sus sentimientos, preocupaciones, experiencias o que pusiera en evidencia la in-
formación que poseía sobre el objeto de estudio. Estos grupos ofrecían la posibilidad de tratar
el tema con sus protagonistas, de la manera en que sus opiniones se producen, se expresan y se
intercambian en la vida cotidiana (Flick, 2004). Muchas de las consideraciones que se exponen
a continuación están basadas en estos grupos de discusión.
Por otro lado, el profesorado de Educación física se encuentra ante la gran disyuntiva de un
área curricular con unas finalidades determinadas que, de una manera u otra, se requiere que
pasen por la experiencia motriz, y por otro lado, con un recurso que permite abordar estas
experiencias desde otra perspectiva, y que proporciona una serie de beneficios que obligan a
buscar necesariamente espacios de conexión. Entre las posibilidades que se mencionan está el
tratamiento interdisciplinar o la posibilidad de realizar actividades de Educación física con tec-
nología como tareas para casa (deberes). El debate no está cerrado, y mientras se va asimilando
cómo la tecnología va cubriendo cada día mayores espacios en el ámbito escolar, se hace
necesaria una profunda reflexión sobre el uso de la tecnología y las funciones que puede tener
para la Educación física escolar. En este sentido, esta necesaria reflexión y el establecimiento
de criterios claros serían el principal y más importante requerimiento para la incorporación de
las tecnologías de la información y la comunicación. Estos criterios deberían claramente situar la
tecnología en relación con el área y con los usos que deberían hacer de ella el profesorado y
el alumnado.
Sin duda, resulta difícil intuir una armoniosa relación entre tecnología y Educación física, o
entre tecnología y cualquier otra área del currículo en la actual organización de la escuela.
Quizá sea porque se está intuyendo el futuro con parámetros actuales, y esto resulta muy difí-
cil. La tecnología no sólo es un recurso interesante; parece que su implicación irá a más, pero
para ello todavía deberemos esperar un poco. Las perspectivas apuntan a un profesorado y un
alumnado con las necesarias competencias para el uso de la tecnología, y un uso normalizado
de esta tecnología en todos los ámbitos de la vida. De entrada, el profesorado de Educación
física se sitúa ante la tecnología sin esas competencias, y lo más preocupante es que, de no
poner solución en poco tiempo, el problema puede agravarse considerablemente, puesto que
el alumnado que llega supera en mucho los conocimientos que el profesorado tiene sobre las
máquinas y su funcionamiento. Sin duda, la tecnología es algo más que un recurso, y ofrece
la posibilidad de un acceso a la información que modifica para siempre las relaciones entre
profesores y alumnos. Esta situación provoca desconcierto y rechazo por un sector del profe-
sorado que se siente desplazado por las máquinas, o cuyo uso representa una gran inversión
de tiempo y esfuerzo, ante los que para nada se siente compensado.
La formación del profesorado, tanto inicial como permanente, se perfila como una gran
necesidad, pero ésta debe responder a unos requisitos:
• Que se adecue a las necesidades de los usuarios, pero también, que se oriente a los re-
cursos existentes, y que se facilite su realización, sin que represente un mayor número
de horas o dedicación.
• Que esa formación supere la mera alfabetización tecnológica, incluyendo la utiliza-
ción y creación de recursos específicos.
• Es imprescindible la introducción de criterios relacionados con la responsabilidad en
el uso de las tecnologías de la información y la comunicación, y la capacidad de
reflexionar y valorar los recursos que el alumnado utiliza, así como el conocimiento
sobre la legalidad de los recursos existentes o que se crean.
concreto para que los docentes puedan realizar incursiones de forma autónoma o con
asesoramiento en las tecnologías de la información y la comunicación, y disponer de
sustituciones para poder formarse.
• Se hace necesario un debate y una reflexión seria sobre las posibilidades educativas
de las tecnologías de la información y la comunicación en la Educación física. In-
troducir la tecnología empieza a ser una responsabilidad. La Educación física como
área curricular no puede discurrir al margen de las intenciones del resto de áreas
curriculares, y en este sentido, también la Educación física debe potenciar conoci-
mientos para afrontar la complejidad, y habilidades para hacer frente a la sociedad
del conocimiento.
• Es necesario que el profesorado en activo conozca la información específica de las
tecnologías de la información y la comunicación relacionada con el área de Educación
física. Se hace necesario que el profesorado se organice en comunidades de práctica,
grupos de trabajo y colectivos profesionales para canalizar y compartir información y
experiencias, y proporcionar charlas de sensibilización o seminarios de debate.
• Se hace necesaria la existencia de portales específicos promovidos por la administra-
ción educativa, que permita unificar los recursos existentes y que pudiera dar respues-
ta a necesidades y temas diversos (Capllonch y Navarro, 2006).
Parece que nos hallamos en un camino de transición hacia las tecnologías de la información y
la comunicación que transcurre de forma lenta y desigual en los diferentes centros. Es nuestro
deber como docentes del siglo XXI evitar que se dé la circunstancia de «falta de formación +
falta de información». Introducir las tecnologías de la información y la comunicación no im-
plica exclusivamente cambiar el libro de texto por el CD-ROM y la web, sino un lar go
proceso que desencadena decisiones políticas, administrativas, tecnológicas y, por supuesto,
también metodológicas (Capllonch y Figueras, 2002). Además, en la línea de lo que sostiene
Cabero (2000), no resulta inteligente utilizar las potencialidades de las nuevas tecnologías
para seguir haciendo lo mismo, aunque sea de manera más rápida, y si se prefiere de manera
mejor tanto cuantitativa como cualitativamente, sino entender que se pueden realizar cosas
nuevas y crear entornos claramente diferenciados.
En Educación física el problema va mucho más allá, y en ningún caso la tecnología puede
usurpar el espacio de la actividad motriz o convertirse en alternativa para los días de lluvia o
cuando no se dispone de una instalación. En conclusión, tenemos la obligación y la respon-
sabilidad de introducir los recursos que existen para favorecer los procesos de enseñanza-
aprendizaje de nuestros alumnos y alumnas, y garantizar el acceso a la formación de todas
las personas, así como garantizar modelos formativos innovadores que se adecuen a la ma-
nera de aprender y a las necesidades y tendencias de los estudiantes actuales y futuros, pero
no tan sólo desde una perspectiva técnica, sino también crítica, que implique asimismo a los
propios recursos como objeto de estudio.
En este apartado se muestran dos recursos públicos que representan claras evidencias de las
posibilidades que ofrece la tecnología a la Educación física escolar. En concreto se realiza
una descripción, valoración y recomendaciones de uso de Edusport y del Observatorio Crí-
tico del Deporte. Asimismo, vamos a proponer un listado de direcciones útiles para la elabora-
ción de recursos de tecnologías de la información y la comunicación para la Educación física.
Edusport
La web Edusport, patrocinada por el Ministerio de Educación y Ciencia (actual Ministerio de Edu-
cación, Política Social y Deporte), se encuentra en la página del Instituto Superior de Formación
y Recursos en Red para el Profesorado (antiguo Centro Nacional de Información y Comunica-
ción Educativa) y ofrece a la comunidad educativa el desarrollo de los contenidos curriculares
pertenecientes al área de Educación física dentro de la enseñanza obligatoria y el bachillerato.
En su desarrollo se tuvieron en
cuenta las enseñanzas mínimas
establecidas por el gobierno en
los reales decretos de educación
secundaria obligatoria y bachi-
llerato vigentes en el momento.
cos. Edusport se fundamenta en una concepción abierta que contempla diferentes niveles de
interactividad y que diversifica sus propuestas hacia tres tipos de destinatarios: el profesorado
de Educación física de estos niveles, el alumnado de ESO y bachillerato y la ciudadanía en
general. La imagen 1 muestra su página de inicio:
María Elena Añel glosa de la siguiente manera los recursos que Edusport presenta para el
alumnado:
Los alumnos encuentran en Edusport entretenidos materiales interactivos consistentes en pruebas de ha-
bilidad, juegos de palabras, actividades de relación, tests de conocimiento y webquest de investigación.
Dispone también de indicaciones para poner en práctica ciclos de calentamiento, circuitos y prácticas
relacionadas con las diferentes unidades didácticas. No podía faltar una larga selección de enlaces y abun-
dante información sobre las salidas profesionales relacionadas con la educación física. (Añel, 2009, p. 147)
En la opción del público, Edusport propone una serie de materiales con la finalidad de orien-
tar, sugerir y facilitar pautas relativas a la actividad física y deportiva, entendida como un
complemento fundamental para gozar de una buena calidad de vida. Presenta tres apartados,
uno de «Consejos», un segundo de «Artículos divulgativos» y, finalmente, «Mis webs favo-
ritas». Los consejos hacen referencia a una serie de ejercicios aplicados a la vida cotidiana
para evitar dolores posturales, la correcta posición ante el ordenador u otros de tipo relajante
o técnicos. Los artículos están configurados en tres grandes apartados, que son «Salud y
Deporte», «Educación y Deporte» y «Deporte y Nuevas Tecnologías». «Mis webs favoritas»
presenta una selección de enlaces sobre el mundo del deporte.
género, la multiculturalidad, la política y la violencia frente a fair play. Para cada uno de estos
bloques se incorpora una mediateca con libros, artículos, documentos en línea, etc. que vienen a
completar las orientaciones que se proporcionan.
Se puede acceder a la información a partir de las barras de menú. La barra lateral permite el
acceso a los contenidos bien sobre la base del tipo de medio de comunicación (prensa, películas,
publicidad, vídeos, otros), bien a partir de los diferentes bloques temáticos (economía y consumo,
política, estética y salud, género, multiculturalidad, violencia frente a fair play y medios de
comunicación). El menú lateral también permite realizar búsquedas a partir de palabras
claves, o búsquedas avanzadas mediante combinaciones de datos. Asimismo, la barra lateral
permite el acceso a las diferentes actividades que aparecen en la plataforma.
Como puede comprobarse, ambos recursos están en la línea de las exigencias de la LOE y
representan un sinfín de situaciones con las que adquirir habilidades y trabajar en pro de la
competencia de tratamiento de la información y la competencia digital.
ACTIVIDADES
Actividad 1
El objetivo es que controles de manera autónoma tu estado de forma y todas aquellas actividades
necesarias para mantenerlo.
Actividad 2
• Evaluación: realiza una ficha de autoevaluación para que cada grupo pueda valorar sus
adquisiciones. Piensa en la posibilidad de que haya diferentes niveles de éxito.
• Conclusiones: escribe un par de frases haciendo mención de los aprendizajes que se
habrán conseguido tras la realización de la webquest.
• Créditos: lista el conjunto de fuentes y recursos utilizados en la elaboración de la webquest.
También puedes expresar agradecimientos.
• Guía de uso: elabora una guía de uso con recomendaciones para que se pueda utilizar en
otras ocasiones.
FUENTES Y RECURSOS
3. La información de cada una de las fuentes y los recursos recoge de manera fiel la que se menciona en su espacio
de alojamiento.
Las cazas del tesoro son un buen recurso para poner en práctica las destrezas básicas en la
utilización de las fuentes de información para, con sentido crítico, adquirir nuevos conoci-
mientos y adquirir una preparación básica en el campo de las tecnologías, especialmente las
de la información y la comunicación, tal como especifica la LOE. En las siguientes direccio-
nes se pueden encontrar generadores en línea para crear tus propias cazas de tesoros. Tam-
bién podemos encontrar páginas de ayuda acerca de su utilización, artículos informativos y
respuestas a las preguntas más frecuentes.
zonaClic-Español.
clic.xtec.cat/es
zonaClic es un servicio del Departamento de Educación de la Generalitat de Catalunya
creado con el objeto de dar difusión y apoyo al uso del clic, y ofrecer un espacio de coopera-
ción abierto a la participación de todos los educadores que quieran compartir los materiales
didácticos creados con el programa.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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cación Física. Revista de Formación e Innovación Educativa Universitaria, 2 (1), 143-153.
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llerato y se fijan las enseñanzas mínimas. Boletín Oficial del Estado (06/11/2007), 266,
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pdfs/A45381-45477.pdf>.
2. Biología y Geología
Coordinador: Pedro Cañal
VOL. I Biología y Geología. Complementos de formación disciplinar
VOL. II Didáctica de la Biología y la Geología
VOL. III Biología y Geología. Investigación, innovación y buenas prácticas
4. Educación física
Coordinadores: Carlos González Arévalo y Teresa Lleixà Arribas
VOL. I Educación física. Complementos de formación disciplinar
VOL. II Didáctica de la Educación física
VOL. III Educación física. Investigación, innovación y buenas prácticas
5. Física y Química
Coordinador: Aureli Caamaño
VOL. I Física y Química. Complementos de formación disciplinar
VOL. II Didáctica de la Física y la Química
VOL. III Física y Química. Investigación, innovación y buenas prácticas
Interior mast2 copia:Layout 2 21/10/10 11:42 Página 30
6. Filosofía
Coordinadores: Luis María Cifuentes y José María Gutiérrez
VOL. I Filosofía. Complementos de formación disciplinar
VOL. II Didáctica de la Filosofía
VOL. III Filosofía. Investigación, innovación y buenas prácticas
7. Francés
Coordinadora: Carmen Guillén
VOL. I Francés. Complementos de formación disciplinar
VOL. II Didáctica del Francés
VOL. III Francés. Investigación, innovación y buenas prácticas
8. Geografía e Historia
Coordinador: Joaquim Prats
VOL. I Geografía e Historia. Complementos de formación disciplinar
VOL. II Didáctica de la Geografía y la Historia
VOL. III Geografía e Historia. Investigación, innovación y buenas prácticas
9. Inglés
Coordinadora: Susan House
VOL. I. Inglés. Complementos de formación disciplinar
VOL. II Didáctica del Inglés
VOL. III Inglés. Investigación, innovación y buenas prácticas
12. Matemáticas
Coordinador: Jesús María Goñi
VOL. I Matemáticas. Complementos de formación disciplinar
VOL. II Didáctica de las Matemáticas
VOL. III Matemáticas. Investigación, innovación y buenas prácticas
13. Música
Coordinadora: Andrea Giráldez
VOL. I Música. Complementos de formación disciplinar
VOL. II Didáctica de la Música
VOL. III Música. Investigación, innovación y buenas prácticas
14. Tecnología
Coordinador: David Cervera
VOL. I Tecnología. Complementos de formación disciplinar
VOL. II Didáctica de la Tecnología
VOL. III Tecnología. Investigación, innovación y buenas prácticas
VOLÚMENES CORRESPONDIENTES AL
MÓDULO GENÉRICO Y AL PRÁCTICUM
VOLÚMENES CORRESPONDIENTES
A ORIENTACIÓN EDUCATIVA
FORMACIÓN DEL PROFESORADO. EDUCACIÓN SECUNDARIA 4 FORMACIÓN DEL PROFESORADO. EDUCACIÓN SECUNDARIA
II
VOLÚMENES COMPLEMENTARIOS Esta colección tiene por objetivo principal contribuir a la formación del Carlos González Arévalo (coord.)
profesorado y reflejar una visión coherente de la educación secundaria INEFC. Centro de Barcelona
Vol. I. Educación física. Complementos (obligatoria y bachillerato), tanto en lo que concierne a las finalidades
de formación disciplinar Teresa Lleixà Arribas (coord.)
de las etapas y enseñanzas que la conforman como a los planteamien-
DIDÁCTICA DE LA
VOLÚMENES CORRESPONDIENTES AL
mos, que puede ser útil tanto para el futuro profesor (Máster de Secun-
daria) como para el docente en ejercicio que desee potenciar su
desarrollo profesional.
EDUCACIÓN FÍSICA INEFC. Centro de Barcelona
ISBN: 978-84-7827-984-5
4 Vol. II