Dialogo Bioetico - Ludwig Schmidt H
Dialogo Bioetico - Ludwig Schmidt H
Dialogo Bioetico - Ludwig Schmidt H
Diálogo bioético
Biodike: Hacia una Bioetica del siglo XXI 1
— prólogo de Victoria Camps —
ePUB r1.1
Mowgli 31.10.13
Título original: Diálogo bioético
Ludwig Schmidt H., 2008
Retoque de portada: Orhi
Albert EINSTEIN.
Introducción
Tal y como lo indica el título, es necesario que todo hombre y mujer
fortalezca estas capacidades propias de los seres superiores, las que nos
diferencian de los otros seres terrestres, explícitamente, las facultades de
«escuchar», «pensar» y «hablar», sobre todo, en este tema existencial y
complejo como es el de «la vida». Un concepto que puede ser visto desde
distintas disciplinas y especialidades en forma particular y que parten de ese
ser-espiritual y ser-necesitado que somos todos. La vida ese entreverado de
posibilidades que irán confirmando nuestra existencia con sueños, ideales,
sueños, ideas y creencias.
Un referente
Resulta llamativo el desarrollo del concepto en tan breve historia
(begriffsgeschichte) por la forma como fue este comprendido por muchas
personas que la transformaron de una simple añadidura de dos palabras con
profundas cargas semánticas y que emplea «bios» como prefijo de «ética».
¿Será que fue oportuna esta reflexión en los años 70? ¿Habrá habido y hay
una necesidad y expectativa insatisfecha en la sociedad?
Lo cierto es que este intersticio bioético se ofrece una polisemia original
que trasciende por la sinergia de su barahúnda en medio de una cultura de la
muerte y que genera en forma independiente una mejor relación con el ser
humano y entre él, la naturaleza y la ciencia. Significados que permiten
establecer una interdisciplina, cuya materia multifacética y polisémica
abarca desde la concepción del ser hasta la muerte, pasando por la calidad
de la prestación de salud que se le ofrezca a la persona y por la salvaguarda
del ambiente en donde uno vive, todo ello, dentro de un marco de justa
convivencia en general. A su vez se busca una conceptualización especial
de la vida, enmarcada si bien desde diversos puntos de vista (p.ej., la
perspectiva del sujeto-objeto —de atención o investigación—, del
investigador, de la sociedad y de diversos expertos], para darles un sentido
ético al acto que pretende ser «enjuiciado» frente a grandes principios ético-
jurídicos y ante sus eventuales consecuencias y secuelas futuras.
Nuevos horizontes
La bioética, desde el punto de vista epistemológico, busca ofrecer juicios en
torno a la vida, reflexión que no puede ser emitida a la ligera, y tiene su
rigor científico, su deliberación, su manera particular de ser tratado en cada
caso particular, la cual debe evitar el dogmatismo, el nihilismo y el
relativismo extremo. La meditación sobre la vida debería permitir el
abordaje del conocimiento discursivo desde diversos referentes hacia el
horizonte de experiencia (horizontsverschmelzung)[77] tal y como
establecen Kenan Osborne y Hans Georg Gadamer en sus obras[78], la
tolerancia y el entendimiento de la realidad del «desconocido» (el alter, la
persona a quién se asesora y protege) estando parado en frente a este, se
trata de comprender y ayudar a tomar la mejor decisión.
En el conocimiento discursivo que se lleva a cabo en la deliberación
bioética, la mente va conociendo gradualmente, como por etapas o por
aproximaciones sucesivas se converge a un mejor juicio del dilema o el
problema, recorriendo diversos enunciados o proposiciones, enlazados entre
sí por razonamientos (técnicos, teológicos, filosóficos, sociales, personales),
tratando de comprender mejor los multivariados referentes de la realidad en
que se encuentra el «sujeto vulnerado». Estos razonamientos pueden ser
inferencias inmediatas o pueden ser razonamientos lógicos encadenados
mediante una sucesión de premisas y conclusiones. El proceso
argumentativo es una vía racional que permite ampliar la visión que se tiene
del «alter», de aquel que como «yo» participa activamente en el mundo,
con sus ideas, creencias, valores y actitudes propias. Consideración clave
que tiene que ser tomada en cuenta, ya que las creencias de cada persona
hacen más difícil el poder arribar a un consenso y, desde este tipo de
convicciones, es trascendental plantear el problema desde la
responsabilidad que debiera orientar el consejo, hacia fines racionales y
justos, donde se empleen los medios más adecuados y aptos para su
consecución.
El diálogo bioético
Hay diversas formas de abordar el diálogo bioético (DB) en una sociedad
plural ante el relativismo ético existente, principalmente debidos a los
procesos de globalización y de diversidad en que se debate el mundo en la
actualidad, se destaca la situación del ser masa y ser más "yo", son unos de
los rasgos más determinantes de que el hombre moderno no es
unidimensional, sino plural. Antropológicamente, el pluralismo remite a un
trasfondo más esencial: el reconocimiento de la legitimidad de todas las
maneras de ser y de realizarse como seres humanos, lo cual exige a su vez,
de que las mismas sean aceptadas como tales y posibilitadas para su
desarrollo y expresión. Sin embargo, por la «ley del menor esfuerzo
posible», muchas personas no buscan dar coherencia a su «verdad», de ver
más allá de «los árboles» que obstaculizan su visión, como diría Heidegger,
de dar coherencia a sus criterios a través del «diálogo», por menospreciar a
su congénere, por falta de criterios, referentes y horizontes claros. De igual
manera, se establece la necesidad de la mejor comprensión posible de la
«vida», la «dignidad» y la «libertad» humana.
La «individualidad» es otro signo de la época que complejiza el DB
desde la descontextualización del ser-en-relación y el ser-para-el-mundo y
mucho más, la segregación que se produce el ser-con-el-mundo. Estos
existenciales favorecen a una desensibilización hacia-el-otro, el alter, sobre
todo si está siendo vulnerada su dignidad, por considerar que eso no es un
problema mío y centrarse sólo en su «yo» y su «mundo». A su vez, se
genera una pérdida de la responsabilidad social y la solidaridad humana,
siendo éstas, cada vez más, un valor en extinción. Lo que anteriormente era
el producto de un compromiso por su comunidad, su país o el mundo, se ha
reducido a una mera satisfacción individual.
De igual manera, la «secularidad» en el ser humano surge como otro
signo de los tiempos en el DB, por las consecuencias de la modernidad y de
la postmodernidad en el mundo Occidental, las cuales se enmarcan desde
esta categoría existencial. Conscientes de ser el hombre y la mujer
protagonistas de la historia, buscan de esta forma reafirmar su identidad
autónoma y rectora, lejos del Trascendente, como una necesidad de
fortalecer su naturaleza humana. ¿En verdad se logra este propósito? ¿Ha
podido el hombre deslastrarse de Dios a lo largo de la Modernidad y la
Postmodernidad? De esta manera el «yoismo» lleva a un progresivo
"desencantamiento" del mundo, rebajándole todo el sobrante de magia,
misticismo, tabúes, supranaturalidad e ideologías, y aceptando su
corresponsabilidad frente a él y los demás hombres. ¿Pero qué sucede si ya
no comparto esta reciprocidad por el flagelo de la individualidad?
Desde otra perspectiva, el no considerar en una primera aproximación
del debate bioético a las «creencias», permite realizarse un análisis e
interpretación que daría una primera alternativa desde una postura más
«natural» y «universal», ya que las creencias (ideas y posturas personales se
consideran incuestionables, por lo menos en ciertas instancias) y las
posibles ·»improntas» que en la vida surgen, restringen la visión holística
de la problemática. Pero, en una segunda consideración, obviamente, hay
que considerarlas. Y así sucesivamente, hasta agotar todas las posibilidades
factibles o viables.
No se puede dejar de considerar a otro de los signos de los tiempos de
este diálogo, la «racionalidad». Con la secularidad el hombre moderno pone
en relieve un modelo antropocentrista, propio del ascenso creciente de la
primacía del sujeto por la autoconciencia que adquiere de sí mismo frente a
todo lo demás; reafirmándose así, la primacía de la razón objetiva sobre los
sentimientos y creencias. Tal afirmación se extiende, además, a los usos y
funciones de la misma, a una mayor razón instrumental: el hombre moderno
desplaza al mito y opta por la razón a la hora de afrontar la realidad (de
experimentarla, comprenderla, valorarla e intentar configurarla). Así el
hecho, lo tangible, lo demostrable por deducción, lo replicable y sobre todo
lo novedoso, es más seguro, en lo que me puedo soportar. En consecuencia,
la constante de la racionalidad alude a una serie de facetas características
del hombre actual: