Costes-2003 (Reeditado) Lenguaje Reubicado
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Costes-2003 (Reeditado) Lenguaje Reubicado
Alain Costes «Le langage délocalisé»2, en: Lacan - le fourvoiement linguistique- la métaphore
introuvable, Paris : Puf, 2003, Cap 1, pp 25-45.
CONTENIDO
1. El preconsciente freudiano ..................................................................................................................... 1
2. El extravío lacaniano............................................................................................................................... 3
3. El inconsciente estructurado como… ..................................................................................................... 6
4. El Coloquio de Bonneval ....................................................................................................................... 10
5. Lo sé perfectamente, pero aun así… .................................................................................................... 13
6. El diletantismo no dicho ....................................................................................................................... 15
* * *
A menudo Freud cambió sus puntos de vista, sus conceptualizaciones, sus teorías: el
masoquismo dejó de ser secundario para volverse primario; la angustia dejó de ser consecuencia
de la represión para volverse su causa, etc. Como decía anteriormente4, Freud era el primero en
cuestionarse a sí mismo, al punto que podría sostenerse, sin paradoja, que sería anti-freudiano
serle absolutamente fiel. Sin embargo, si existe un punto sobre el cual Freud nunca cambió de
opinión es sin duda la cuestión de la situación tópica del lenguaje. Desde la correspondencia con
1
Profesor titular Departamento de Psicoanálisis, Universidad de Antioquia (Medellín, Colombia).
2
Nota de M-Fdez: “délocaliser” se emplea para referirse al cambio de lugar de una administración o al traslado de
una empresa a otra zona o país; figuradamente Costes lo aplica a la reubicación del lenguaje en el sistema
inconsciente, en lugar del preconsciente.
3
Alain Vanier, Lacan, Paris: Les Belles Lettres, 2000, p. 12.
4
Nota de M-Fdez: En la introducción de Le fourvoiement linguistique, libro de donde se tomaron los apartados del
primer capítulo que aquí se traducen.
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5
Carta a Fliess nº 52 06dic 1896, en : Freud-87a “Fragmentos de la correspondencia con Fliess”, en: Obras
Completas, AE=01/275.
6
Freud-10k “Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico”, AE=12/226.
7
Freud-15d “Lo inconsciente”, AE=14/198.
8
Carta a Fliess nº 52 06dic 1896, en : Freud-87a “Fragmentos de la correspondencia con Fliess”, AE=01/276.
9
Freud-98b La interpretación de los sueños, AE=05/598.
10
Freud-15d “Lo inconsciente”, AE=14/199.
Costes- 2003 /página 3 de 17
11
Freud-15g “Duelo y melancolía”, AE=14/253-254.
12
Freud-98b La interpretación de los sueños, AE=05/598.
13
Jean-Marc Dupeu, «Représentance et symbolisation linguistique», en : Jean Laplanche et coll, Colloque
international de psychanalyse (Montréal, 3-5 de julio de 1992), Paris : PUF, 1994, p 232.
Costes- 2003 /página 4 de 17
14
Frances Tosqueles, Estructura y reeducación terapéutica (traducción: Joaquín Alonso), Madrid: Fundamentos,
2ed 1973, p27.
15
Freud-01a “Sobre el sueño”, AE=05/614.
Costes- 2003 /página 5 de 17
deletrear del ‘proverbio’ propuesto por el rébus deI sueño. Esta estructura de ?
lenguaje que hace posible la operación de la lectura, está en el principio de la
significación del sueño; de la Traumdeutung” [Lacan,1957e] 16 (subrayados de
A.Costes).
Peor! En este mismo artículo, Lacan avanza un paso más en esa dirección totalmente
equivocada, pues él mismo propone otra comprensión “gráfica”, siempre para referirse al
trabajo del sueño:
“Digamos que el sueño es semejante a ese juego de salón en el que hay que hacer
adivinar a los espectadores un enunciado conocido o su variante por medio
únicamente de una puesta en escena muda” [Lacan,1957e]17 .
Un lector un poco ingenuo podría creer que está frente a un pasaje donde Lacan ¡por fin se
atendría a la teoría de Freud! De hecho, una “puesta en escena muda”, sugerida por gestos y
mímicas, depende de representaciones-cosas y no de representaciones-palabras. Pero cuando
se tiene más experiencia leyendo a Lacan ya no se espera eso: uno se pregunta, más bien, qué
pirueta usará para restablecer a su querido significante lingüístico ¡y asegurar que lo único que
hace es repetir a Freud! Ello ocurre incluso en los contextos menos propicios, como aquí.
Continuemos la lectura de su artículo:
“El hecho de que el sueño disponga de la palabra no cambia nada a este respecto,
dado que para el inconsciente no es sino un elemento de puesta en escena como
los otros. Es justamente cuando el juego e igualmente el sueño tropiecen con la
falta de material taxiemático para representar las articulaciones lógicas de la
causalidad, de la contradicción, de la hipótesis, etc., cuando darán prueba de que
uno y otro son asunto de escritura y no de pantomima. Los procedimientos sutiles
?
que el sueño muestra emplear para representar no obstante esas articulaciones
lógicas de manera mucho menos artificial que la que el juego utiliza
ordinariamente, son objeto en Freud de un estudio especial en el que se confirma
una vez más que el trabajo deI sueño sigue las leyes deI significante”
[Lacan,1957e] 18.
Salgamos de este paréntesis y retomemos el texto de Freud donde lo dejamos, después de que
nos habla del trabajo del sueño en términos “gráficos”. Freud también va a proponernos una
comparación, pero en ella queda claro que las palabras son retraducidas a un lenguaje no
lingüístico, un “lenguaje” que, por lo tanto, no podría seguir a priori “las leyes del significante”.
?
“El contenido [manifiesto] del sueño consiste las más de las veces en situaciones
visuales; los pensamientos oníricos, por eso, tienen que soportar primero todo un
acomodamiento que los haga aptos para ese modo de figuración. Imagínese, por
ejemplo, la tarea que significaría sustituir las frases de un artículo editorial sobre
un tema político, o de un alegato presentado a tribunales, mediante una serie de
trazos figurales; con facilidad se comprenderán las alteraciones a que fuerza al
16
Lacan (1957e) “La instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde Freud”, en : Escritos 1, p 195; Écrits,
p 510.
17
Lacan-1957e “La instancia...”, Escritos 1, p. 197; Écrits p 511.
18
Lacan-1957e “La instancia... “, Escritos 1, p. 197; Écrits pp 511-512.
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19
Freud-01a “Sobre el sueño”, AE=05/641.
20
Los traductores al francés de las OEuvres complètes de Freud optaron por traducir Darstellung con el término
más amplio de “presentación”, concepto que incluye la idea de recurrir a la imagen: “Sin duda esta presentación se
produce en el sueño, casi siempre de modo gráfico (bildich)…, pero también puede ser, en otros casos, abstracta o
discursiva, cuando se trata de la exposición de ideas o de tesis” (Traduire Freud, Paris: Puf, 1989, pp 128-129).
21
Ver « Anexo I - La représentation de mot chez Freud» en : Alain Costes, Lacan: le fourvoiement …, p 221.
22
Freud-15d “Lo inconsciente”, AE=14/196.
23
Freud-15h “Complemento metapsicológico a la doctrina de los sueños”, AE=15h AE=14/226-7.
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de verbalización, y no dudamos que ese consenso debe mucho a Lacan, a su «Discurso de Roma»
[Lacan,1953l]24 y a su preocupación por recentrar el freudismo en el lenguaje. Pero todo ello no
implica en absoluto que las representaciones-palabras pertenezcan al sistema inconsciente,
todo lo contrario.
Mientras se conserva el «como» en la proposición según la cual «el inconsciente está
estructurado como un lenguaje» —fórmula repetida cientos de veces como un hechizo durante
los seminarios—, la gran mayoría de los psicoanalistas freudianos de las diferentes escuelas
están dispuestos a aceptarla o, por lo menos, a discutirla. En efecto, la experiencia analítica hace
“sentir” una suerte de íntima coherencia en todo analizando, coherencia que puede parecerse
a una configuración estructural, organizada y, por qué no, hasta cierto punto
administrada como un lenguaje. Tenemos ahí una analogía que puede sostenerse y que es
posible encontrar, en diversas formas, en el propio Freud. Presento dos ejemplos:
a) Sin duda, el concepto muy poco empleado de determinismo psíquico permitiría dar crédito a
un inconsciente freudiano estructurado como un lenguaje. Ignoro por qué este concepto tiene
mala prensa25. Podemos entender esta desconfianza si se trata de hablar de los actos psíquicos
en términos de una causalidad simple. Pero yo nunca he leído semejante simplificación en Freud.
Si él no teme dedicar el último capítulo de su Psicopatología de la vida cotidiana al determinismo
psíquico es, sobre todo, porque le interesa afirmar que todos los actos psíquicos —sueños,
síntomas, lapsus, actos fallidos y, especialmente, chistes— tienen un sentido
inconsciente, incluso en el caso en que se pide a alguien decir una lista de números “al azar”,
porque justamente sus respuestas no deben nada al azar. Para Freud, el determinismo psíquico
es la apuesta por el sentido contra la incoherencia, por ejemplo contra quienes aún hoy creen
que los sueños son producto de la agitación desordenada de impulsiones cerebrales durante el
dormir. Así, puede decirse que Freud es estructuralista avant la lettre: su aparato psíquico está
estructurado y, puesto que en él circula el sentido, ¿por qué no comparar esa estructura con un
lenguaje? Tenemos ahí una comparación que, sin forzar los textos, me parece sostenible, en los
límites propios a toda comparación.
b) De una manera distinta, más parcial, las fantasías inconscientes que Freud concibe como
“altamente organizadas”, y cuya organización compara a aquella del preconsciente, también
pueden contribuir a fundamentar la famosa comparación lacaniana:
“Entre los retoños de las mociones pulsionalcs icc del carácter descrito, los hay
que reúnen dentro de sí notas contrapuestas. Por una parte presentan una alta
organización, están exentos de contradicción, han aprovechado todas las
adquisiciones del sistema Cc y nuestro juicio los distinguiría apenas de las
formaciones de este sistema. Por otra parte, son inconcientes e insusceptibles de
devenir concientes. Por tanto, cualitativamente pertenecen al sistema Prcc, pero,
24
Jacques Lacan (1953l) “Función y campo de la palabra y deI lenguaje en psicoanálisis” en Escritos 1, pp 59-139.
25
Este concepto no figura en el Diccionario de psicoanálisis de Laplanche y Pontalis (1967), pero se encuentra en
el Dictionnaire de psychanalyse de C. Rycroft (Hachette, 1972). Este autor insiste en el aspecto “causalista” del
concepto y en el proyecto de Freud de hacer del psicoanálisis una ciencia de pleno derecho. Véase “La
interpretación entre determinismo y hermenéutica” de Jean Laplanche (1992), texto incluido en La prioridad del
otro en psicoanálisis (Amorrortu, 1998, pp 135-166). Véase también, desde otra perspectiva, el reciente artículo de
S. de Mijolla-Mellor «L’Impensable du hassard» (Topique, nº 63, 1997, pp 19-39).
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de hecho, al Icc.…[]… Hay que compararlos con los mestizos entre diversas razas
humanas que en líneas generales se han asemejado a los blancos, pero dejan
traslucir su ascendencia de color por uno u otro rasgo llamativo, y por eso
permanecen excluidos de la sociedad y no gozan de ninguno de los privilegios de
aquellos. De esa clase son las formaciones de la fantasía tanto de los normales
cuanto de los neuróticos, que hemos individualizado como etapas previas en b
formación del sueño y en la del síntoma, y que, a pesar de su alta organización,
permanecen reprimidas y como tales no pueden devenir
26
concientes” [Freud-15d] .
Este pasaje permite pensar que al menos una parte del inconsciente puede considerarse
estructurada como el preconsciente, siendo éste, como hemos visto, el lugar psíquico del
lenguaje. Pero ello no resuelve la cuestión de saber si lo que se aplica a las fantasías originarias
se aplica también a toda la extensión del inconsciente: aún hoy se discute mucho al respecto. Y
cuando se aborda la segunda tópica y uno debe pronunciarse sobre la naturaleza, estructurada
o no, del Ello, las opiniones negativas parecen prevalecer. Pero si se tratara únicamente de eso
no podríamos hablar de “extravío lacaniano”: lo que resulta problemático es la cuestión del
estatuto tópico, del “lugar” psíquico del lenguaje. Lacan —que se cuida mucho de no abordar
esta cuestión— no deja de alternar las proposiciones moderadas con las aserciones más
contrarias a los textos de Freud, sin dejar de reclamarse freudiano. Veamos, por ejemplo, tres
páginas del Seminario del 14 de marzo de 1956 27:
-Página 234: nos topamos con una afirmación absolutamente inadmisible para quien conozca la
«doctrina freudiana», que, sin embargo, se da por sentada:
“El análisis arrojó grandes luces sobre lo preverbal. En la doctrina psicoanalítica
está vinculado esencialmente al preconsciente” [Lacan,1955e]28.
¿Qué analista freudiano podría apoyar esta afirmación? No se presenta ninguna referencia
bibliográfica, ¡y me gustaría mucho que alguien la encuentre! Pero incluso si existiese, ella sería
la excepción y no podría representar a la “doctrina” freudiana, que constantemente enuncia
justamente lo contrario, a saber, que el preconsciente no está constituido por lo “preverbal”
sino por lo verbal.
Luego Lacan evoca lo Imaginario y sus contenidos antes de criticar un “error grosero” de la
escuela psicoanalítica americana, que pretende que “debe haber alguna relación entre la
neurosis y la psicosis, entre el preconsciente y el inconsciente”. Error “tanto más grosero”,
protesta Lacan, cuanto que:
“…no hay cosa sobre la que Freud insistiese más que sobre la diferencia radical
entre inconsciente y preconsciente” [Lacan,1955e]29.
26
Freud-15d “Lo inconsciente”, AE=14/187-188.
27
Jacques Lacan (1955e) Seminario 03 : las psicosis (traducción: Juan-Luis Delmont-Mauri y Diana Silvia Rabinoviich)
Buenos Aires: Paidós, 1984.
28
Jacques Lacan (1955e) Seminario 03, p 234.
29
Jacques Lacan (1955e) Seminario 03, p 236.
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Una afirmación como esa sólo puede dejar indiferentes a aquellos de sus oyentes que nunca han
leído a Freud. Los demás recordarán, entre otros, este pasaje:
“Sería erróneo imaginarse que el Icc permanece en reposo …[]… O suponer que
el comercio de los dos sistemas se limita al acto de la represión…[]… El Icc es más
bien algo vivo, susceptible de desarrollo, y mantiene con el Prcc toda una serie de
relaciones; entre otras, la de la cooperación. A modo de síntesis debe decirse que
el Icc se continúa en los llamados retoños, es asequible a las vicisitudes de la vida,
influye de continuo sobre el Prcc y a su vez está sometido a influencias de parte
de este” [Freud-15d]30 (subrayado de A.Costes).
Este texto es un extracto del artículo sobre El inconsciente titulado justamente: “El comercio
entre los dos sistemas” 31, y el pasaje que le sigue es precisamente aquel sobre las fantasías
inconscientes “altamente organizadas”. Así, la contradicción deviene tal que, si Lacan quiere a
como de lugar conservar la impermeabilidad de los sistemas Pcc/Icc, entonces debemos
renunciar a ilustrar la estructuración del inconsciente a través de las fantasías originarias, ya que
para Freud esa fantasías “altamente organizadas” son justamente una prueba del “comercio
entre los dos sistemas”, es decir, de la relativa permeabilidad de la censura.
Lacan prosigue comentando su célebre fórmula:
“Si digo que todo lo que pertenece a la comunicación analítica tiene estructura
de lenguaje, esto no quiere decir que el inconsciente se exprese en el discurso. La
Traumdeutung, la Psicopatología de la vida cotidiana y el Chiste lo transparentan.
Es imposible explicar nada en los rodeos de Freud si no es porque el fenómeno
analítico en cuanto tal, cualquiera sea, tiene no que ser un lenguaje en el sentido
de un discurso —nunca dije que era un discurso— sino que tiene que estar
estructurado como un lenguaje” [Lacan,1955e]32.
Esta proposición en forma de aclaración se puede considerar como moderada, incluso
tranquilizadora: Lacan insiste en el “como” y no hace decir a Freud nada que no hubiera dicho.
Esto no dura más que ¡una página! Después de un desarrollo sobre el “signo” y la “huella”, Lacan
retoma su estilo inimitable:
“Pero en tanto {sic} forma parte del lenguaje, el significante es un signo que
remite a otro signo, está estructurado como tal para significar la ausencia de otro
signo, en otras palabras, para oponerse a él en un par…[]…. Este carácter del
significante marca de modo esencial todo lo que es del orden del inconsciente. La
obra de Freud con su enorme armazón filológico jugando hasta la intimidad
misma de los fenómenos, es absolutamente impensable si no se coloca en primer
30
Freud-15d “Lo inconsciente”, AE=14/187
31
Una autora contemporánea como Suzanne Ferrières-Pestureau –en La Métaphore en psychanalyse – comprende
todo el interés de esta influencia recíproca para captar el efecto de sentido de toda metáfora: “Esta proximidad
originaria de las palabras y las cosas hace posible la instauración de una proximidad entre significaciones hasta
entonces lejanas, porque el sistema preconsciente está permanentemente influenciado por el Icc que, a su vez, está
sometido a las influencias del Pcc…” (p. 77).
32
Jacques Lacan (1955e) Seminario 03, p 237.
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4. El Coloquio de Bonneval
Sin embargo, no todos se dejaron engañar. En los años 1958-1959, un número creciente de
psicoanalistas no dejarán de llamar la atención de Lacan sobre varios textos donde Freud
asignaba constantemente el lenguaje al preconsciente y no al inconsciente. El VI Coloquio de
Bonneval35, del 30 de octubre al 2 de noviembre de 1960, ciertamente marca el tiempo más
intenso de esta controversia y, en la medida en que no ha sido del todo disipada, vale la pena
detenernos un poco en ella.
Henry Ey, importante figura de la psiquiatría francesa de la época, organizaba esporádicamente
un coloquio en torno a una cuestión central: aquel año se trataba de El inconsciente. Las actas,
publicadas en 1966, reunían las comunicaciones de André Green, René Diatkine y Conrad Stein,
así como las de dos filósofos (Alphonse de Waelhens y Paul Ricoeur), un sociólogo (Henri
Lefebvre) y, por supuesto, numerosas figuras importantes de la psiquiatría: Georges Lantéri-
Laura, Sven Follin, Claude Blanc, Eugène Minkovski, René Angelergues y François Tosquelles,
especialmente. Lacan también se encontraba presente, pero no estaba previsto que pronunciara
una conferencia.
De hecho, ese coloquio memorable girará esencialmente alrededor de la cuestión de la tópica,
del lugar psíquico del lenguaje, y es a Jean Laplanche y a Serge Leclaire a quienes les toca
pronunciar la comunicación central, que pone a Lacan entre la espada y la pared. Ese texto se
titula “El inconsciente: un estudio psicoanalítico” y ocupa 85 páginas de las Actas del Coloquio,
33
Jacques Lacan (1955e) Seminario 03, pp 238-238.
34
Jacques André “Violences edipiennes”, Revue Française de Psychanalyse, 2001, vol 65, no 01, p 202 { Se dispone
de una traducción de este artículo hecha por la profesora Alina‐María Ángel (Dpto de Psicoanálisis, UdeA) }.
35
Jean Laplanche & Serge Leclaire (1960) “El inconsciente – un estudio psicoanalítico”, en: Problemáticas IV – El
inconsciente y el ello (traducción: Silvia Bleichmar) Buenos Aires: Amorrortu, 1987, pp 251-305.
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36
Nota de M-Fdez: En español existe versión íntegral en: Henri Ey —director— El inconsciente – Coloquio de
Bonneval, México: Siglo XXI, 1970, pp 95-134; discusiones pp 135-191 { edición original: Desclée de Brouwer,
1966 - reeditado en 1978 por la misma editorial}.
37
Laplanche & Leclaire (1960) “El inconsciente – un estudio psicoanalítico”, en: Problemáticas IV.
38
en: Henry Ey (1960) El inconsciente, México: Siglo XXI, 1970, p 171.
39
Jean Laplanche & Serge Leclaire (1960) “El inconsciente… », en: Problemáticas IV, p 234.
40
Jean Laplanche & Serge Leclaire (1960) “El inconsciente… », en: Problemáticas IV, p 283.
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-Conrad Stein:
“Estoy de acuerdo con ellos en decir que el inconsciente es tan real como el sistema
preconsciente-consciente; que son uno y otro a la vez letra y sentido, a condición de que
la letra del inconsciente no sea la misma que la del preconsciente; que el inconsciente
esté estructuraldo como un lenguaje a condición de que ese lenguaje no sea el idioma
{=la lengua}41…[]…Las palabras no me parecen encontrar su lugar en lo que el
inconsciente tiene de más esencial, así como los elementos constitutivos del inconsciente
no se articulan según la gramática de la lengua. El inconsciente tienen más bien como
elementos representaciones de pulsiones que, en la medida en que son del orden del
lenguaje, estarían ligados a fonemas o quizás o grupos de fonemas, pero jamás a palabras
como tales…[]…Puede decirse que el inconsciente está estructurado como un lenguaje,
a condición de que se reconozca a ese lenguaje caracteres particulares que lo diferencian
de la lengua, caracteres en razón de los cuales nos resulta tan difícil traducirlo a la
lengua”42 (subrayado de A.Costes).
-André Green:
“Hagamos desde luego hincapié en que no se dice: la estructura del inconsciente es la del
lenguaje, sino que éste se estructura como aquel. Entonces se plantea el problema del
límite de esas comparaciones y su legitimidad” 43. [Luego Green reprocha a los
conferencistas haber cedido en otros puntos, especialmente haber abandonado el punto
de vista económico (fundamental para Freud), así como haber descuidado las distinciones
freudianas de los diversos tipos de representaciones psíquicas] 44.
“Ahora bien, J.Laplanche y S.Leclaire, en su deseo de reduir a lo simbólico, no marcan
claramente la distinción entre representaciones de cosas y representaciones de palabras
y nivelan sus diferencias reduciñéndolas a lo significante”45.
En su respuesta final, Leclaire justificará su texto diciendo que, en efecto, el punto de vista
económico ya casi no le parece pertinente. Más bien, estará de acuerdo con Stein, de quien
citará el pasaje aludido precisando: “Bien dicho, y estoy de acuerdo” 46 .
Lebovici y Diatkine sólo evocarán la cuestión del lenguaje en la discusión de su propia
comunicación, y será para expresar su profundo desacuerdo con una concepción del desarrollo
psíquico del niño que se forja bajo la férula del significante. Ellos son, sobre todo, los únicos que
recordarán al olvidado de este Coloquio, el pobre “significado”, señalando que “el significante
solo puede organizarse al mismo tiempo que el significado”47.
41
en: Henry Ey (1960) El inconsciente, México: Siglo XXI, 1970, p 139.
42
en: Henry Ey (1960) El inconsciente, México: Siglo XXI, 1970, p 140-141.
43
en: Henry Ey (1960) El inconsciente, México: Siglo XXI, 1970, p 150.
44
Los textos entre corchetes son los comentarios de A.Costes de las citas.
45
en: Henry Ey (1960) El inconsciente, México: Siglo XXI, 1970, p 158.
46
en: Henry Ey (1960) El inconsciente, México: Siglo XXI, 1970, p 183.
47
en: Henry Ey (1960) El inconsciente, México: Siglo XXI, 1970, p 91.
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El único que apoyará incondicionalmente a Lacan (tal vez con Leclaire, cuyas posiciones no
parecen definitivamente definidas)48 es François Perrier, que ya estaba muy comprometido con
la causa lacaniana.
¿Qué fue de la respuesta de Lacan? Y bien, en una escena que ningún director de comedia
italiana se hubiese resistido a rodar, el magnetófono del Coloquio se descompone ¡en el
momento de su intervención! Como dijimos, la “respuesta” de Lacan fue redactada cuatro años
más tarde: el contexto de Bonneval ya estaba lejos y su texto no respondía en absoluto a la
cuestión tópica del lenguaje. Se lo puede encontrar en los Ecrits con el título: «Posición del
inconsciente»[Lacan,1960e]49.
5. Lo sé perfectamente, pero aun así…
Lo cierto es que Lacan había evitado responder a los objetores de Bonneval ¡un año antes de
Bonneval! En efecto, el 2 de diciembre de 1959, en el Seminario de Lacan, Pontalis había
pronunciado una exposición que abordaba la cuestión de la tópica freudiana. La semana
siguiente —o sea el 9 de diciembre de 1959— Lacan intenta una respuesta:
“Y asimismo han podido notar, por ejemplo, en los comentarios de la última vez
del Sr. Lefèvre-Pontalis, la cita, meritoria de su parte pues no sabe alemán, de los
términos cuyo realce incluyó en su exposición, para preguntarse acerca de los
mismos, diría, en contra de mi doctrina. Se trata de ese pasaje del artículo de
Freud, Lo inconsciente, donde la representación de las cosas, Sachvorstellung, se
opone todas las veces a la de las palabras, Wortvorstellung” [Lacan,1959c]50.
Manifiestamente, Pontalis se había anticipado a los expositores de Bonneval apoyándose en el
mismo texto de Freud: el artículo de 1915 sobre El inconsciente. Lacan prosigue:
“No entraré hoy en la discusión de lo que permitía responder a ese pasaje a
menudo invocado, al menos como un punto de interrogación [lo que es una
lítote], por aquellos entre ustedes a quienes mis lecciones incitan a leer a Freud
[lo que Lacan, que enseñaba un ‘retorno a Freud’, no debería temer], y que les
parece resulta una objeción al acento que pongo en la articulación significante
como dando la verdadera estructura del inconsciente” [Lacan,1959c]51.
Luego de todos estos rodeos, Lacan finalmente aborda, aunque por encima, la cuestión del lugar
psíquico de las representaciones-palabra en Freud:
“Este pasaje se presenta como contrariándola, al oponer la Sachvorstellung, como
perteneciente al inconsciente, a la Wortvorstellung, como perteneciente al
48
Mucho más tarde, en 1977 (Problématiques IV), Laplanche dirá que, en la época de Bonneval, las posiciones de
Leclaire no podían dejar de parecer lacanianas cuando en realidad eran bastante ambivalentes. La trayectoria
posterior de Leclaire lo aclara bien: es la de un psicoanalista que siempre conservará su libertad de pensar frente a
Lacan. Laplanche describe aquello de una forma muy bella a través de una metáfora: “Así el rumbo de Leclaire se
define en una suerte de navegación, que aun cuando no quite jamás la vista de la costa lacaniana, se aleja y
diferencia frecuentemente de ella de manera considerable” (Problemáticas IV, sesión 29nov-1977, p 56).
49
Lacan (1960e) “Posición del inconsciente”, en : Escritos 2, pp 365‐386; Écrits, pp 829-850.
50
Jacques Lacan (1959c) Seminario 07 : la ética del psicoanálisis (traducción Diana Rabinovich), Buenos Aires:
Paidós, 1988, p 58.
51
Jacques Lacan (1959c) Seminario 07, p 58.
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52
Jacques Lacan (1959c) Seminario 07, pp 58-59.
53
Freud-15d “Lo inconsciente”, AE=14/198.
Costes- 2003 /página 15 de 17
54
Jacques Lacan (1959c) Seminario 07, p 59.
Costes- 2003 /página 16 de 17
fue el primero en ser consciente de ello. Digo esto, además, sin acrimonia, porque creo que esa
fue la única vez en que Lacan llegó tan lejos en su mala fe. Ello sobre todo testimonia la
importancia de lo que se juega teóricamente en esta cuestión.
Desde hace algunas décadas, la aproximación psicoanalítica (y también la sistémica) a las
patologías familiares nos ha enseñado los daños considerables que pueden causar los secretos
de familia y eso que llamamos, más precisamente, lo “no dicho”. Ahora bien, lo que denuncio
aquí a propósito de la tópica de las representaciones-palabra en Freud y Lacan, todos los
psicoanalistas lo saben tan bien como yo. Tampoco ignoran, por su experiencia clínica, los graves
daños que causa lo “no dicho” en cualquier organización humana; sin embargo, pocos se toman
el trabajo de denunciar claramente el extravío que aquí nos ocupa, como si se tratase de un
acontecimiento vergonzoso que debe permanecer silenciado. ¿Por qué no liberar al
psicoanálisis, incluido el lacaniano, de esta lectura de Freud tan evidentemente equivocada y
que abusa de los lectores desde hace cerca de medio siglo? ¿Nuestra disciplina está eternamente
condenada a arrastrar tras de sí unas cacerolas cuyos estruendos resuenan mucho más allá del
pequeño mundo cerrado —imprudentemente demasiado cerrado, según Derrida— del
psicoanálisis y su imagen? Para destacar una consecuencia nefasta, entre varias otras, de este
“no dicho”, agregaré esto: ¿cómo podemos esperar dialogar tranquilamente con otras
disciplinas si lo que mostramos es que nos aferramos a unas ideas falsas que desde hace décadas
hacen reír a carcajadas a lingüistas, a críticos y a una gran cantidad de eruditos que saben leer a
Freud y a Lacan tan bien como los psicoanalistas (o tal vez mejor que ellos)?
El problema no es nuevo. Freud percibió muy pronto el diletantismo de sus discípulos cuando
estos se aventuraban en otros dominios:
“Enorme es el cúmulo de tareas que aguardan a un pequeño número de
trabajadores, que en su mayoría tienen en otra parte su ocupación principal y se
ven precisados a abordar los problemas específicos de una ciencia ajena con una
preparación de aficionados. Esos trabajadores que provienen del psicoanálisis no
tratan de ocultar su carácter de aficionados; sólo pretenden ser las avanzadas y
los escuderos de los especialistas, y tenerles servidas las técnicas y las premisas
analíticas para el momento en que ellos mismos pongan manos a la
obra” [Freud-14d]55 (subrayado de A.Costes).
Temo mucho que el diletantismo, que todavía existe, en verdad sólo sea un mal menor, porque
según ciertos colegas lo que se descubre es más bien la arrogancia, que se revela especialmente
eficaz para aislar al psicoanálisis en una verdadera fortaleza cerrada que, no hace mucho,
Jacques Derrida denunciaba56 siguiendo a Laplanche.
Pero volvamos a la disputa que nos ocupa aquí. Se presentaron otras ocasiones en las que Lacan
pudo volver sobre el espinoso tema del “lugar” psíquico del lenguaje: lo evitará
cuidadosamente. Pienso, por ejemplo, en la entrevista de Anika Lemaire, quien, para su tesis,
vuelve continuamente sobre la cuestión de la localización del lenguaje. Ahí ella resume muy
55
Freud-14d “Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico”, AE=14/34.
56
Jaques Derrida no se equivocaba al alarmarse por la “resistencia autoinmune del psicoanálisis tanto a su exterior
como a sí mismo» [États d'âme de la psychanalyse, Paris : Galilée, 2000, p 69].
Costes- 2003 /página 17 de 17
* * *
57
Anika Rifflet-Lemaire (1970) Jacques Lacan (traducción : Francismo J.Millet), Barcelona: Edhasa, 1971, p 163.
58
Anika Rifflet-Lemaire (1970) Jacques Lacan, p 398.
59
Nota de D.Golergant : aile = ala ; se pronuncia igual que la letra L // FIG. protección
60
Jacques Lacan (1969e) Seminario 17: El reverso del psicoanálisis (traducción: Enrique Berenguer y Miquel
Bassols), Buenos Aires: Paidós, 1992, pp 42-43.