Jaque Perpetuo. Conversación Con Marco Martos: Entrevista de Jaime Urco
Jaque Perpetuo. Conversación Con Marco Martos: Entrevista de Jaime Urco
Jaque Perpetuo. Conversación Con Marco Martos: Entrevista de Jaime Urco
Poesía joven
— Hora Zero, en los años setenta, fue una revuelta con respecto a la
forma precedente de escribir poesía. Sin embargo, luego las aguas
volvieron a su cauce. Se retornaba a una escritura controlada, reti-
cente. Carlos López Degregori sería el ejemplo. ¿Entre los jóvenes
existe una nueva escritura?
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que se esfuerza en buscar la originalidad y que ya la ha obtenido.
González Vigil, en esa antología, privilegia, entre los jóvenes, a
Yrigoyen, que ha publicado y que es —llamémosle así— poeta de la
Universidad de Lima. Creo que tiene calidad.
Pero, paradójicamente, conozco a los que no han publicado y
que son de San Marcos. Entonces, conozco a los que luego publi-
carán. Mi experiencia no se puede cotejar con la de González Vigil.
Posmodernos
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ejemplo de escritor que no tiene centro es Eielson. Eielson sería un
artista que podemos asociar a la posmodernidad.
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con la aparición de estos narradores, el proceso de indagación sobre
nuestro ser diferencial cultural se quiebra, en beneficio de meterse en
un tiempo transhistórico o un espacio ideal colectivo para todos.
De lengua y poesía
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dos personas se entiendan para que esté bien, ésta sería la nueva
norma. De ahí que ahora se admita el “haiga”. Podría parecer un ex-
ceso, pero se admite como lenguaje familiar. No se puede negar su
existencia, lo usan capas extensas de la población.
Lo que no ha cambiado son los niveles de la lengua que están
incorporados a nuestra propia manera de manejar el idioma. Cada
uno puede utilizar el lenguaje como quiere, pero socialmente no
puede manejarlo libremente.
Wáshington Delgado me contó una anécdota que ilustra lo que
digo: Un postulante a actor rinde un examen con un monólogo de
Hamlet. Lo hace muy bien y el jurado lo felicita. Entonces él dice:
“Gracias. He hecho lo mejor que he podido, lo hubiera podido hacer
todavía mejor pero estoy ronco, tengo la voz jodida y les pido
disculpas por eso”. Ahí hay una transgresión inconsciente.
Yo nunca participé del espíritu del verso famoso de Rubén Darío:
“de las academias líbranos Señor”. Siempre me pareció que el desor-
den tenía que estar acompañado del orden, que es lo que he procu-
rado en mi vida.
— Tus primeros libros hasta los de hace pocos años eran en verso libre.
Ahora tienes poemas con rima y estrofa. ¿A qué se debe esta búsque-
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da formal?
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— Pero es difícil refutarle.
— Creo que algunos libros tuyos son libros que podríamos llamar vi-
da-obra. Por ejemplo, Casa nuestra, el libro del tema provinciano,
Cuadernos de quejas y contentamientos, donde la experiencia de
Huamanga es importante. Sin embargo, me parece que en los últimos
libros esa relación vida-obra se diluye. Hay un desplazamiento del
poeta que escribe y saquea sus propias experiencias para ficcionarlas
en su poesía al poeta que empieza a hacer literatura a partir de cues-
tiones abiertamente literarias. Por ejemplo, esos poemas andaluces,
esos poemas para Kawabata. ¿Cómo es que tu poesía se ha vuelto más
literaria?
— Esto de personajes que pueden ser vistos en sus actos menos gloriosos
se podría emparentar fácilmente con la Antología de Spoon River de
Edgar Lee Masters. ¿En alguna medida Lee Masters ha estado en el
fondo de este proceso de construcción poética?
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no: Antología de Spoon River y que, después de eso, sus poemas no
tuvieron tanta calidad.
Pero ésa es la idea, que cualquier sujeto real o inventado puede
ser objeto de poesía. Él imagina la realidad como un cementerio. En
realidad él está haciendo como los griegos. Yo no hago cementerio
de poesía.
La verdad es que hay una palabra, que leí en un libro antiguo de
Castagnino, que quisiera rescatar y es la palabra sinfronismo. Ésta
alude a la comunicación con personas, más allá del tiempo; en este
caso con poetas, y eso es lo que he hecho en este libro.
Para mí Mallarmé es una persona que me gustaría haber conoci-
do, como a Proust o a cualquiera de los grandes a los que he dedi-
cado poemas.
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Los sesenta
Taller de poesía
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tas que han pasado por el taller?
Política en poesía
— Ese poema lo que decía era que la poesía no sirve para combatir
a esas moscas. La referencia era política y el contexto era la poesía
de combate.
En esa época en el Perú la poesía se había convertido en elegía-
ca: poemas a los caídos en las guerrillas. Esa discusión fue impor-
tante porque después, los que reclamaban combate, se fueron ca-
llando en los momentos más difíciles.
La realidad influye en el que escribe, pero no de manera automá-
tica. Por ejemplo, sobre Sendero Luminoso hay poemas escasos; no
llegan a diez los poemas conocidos, tal vez cinco y hay uno mío.
Durante años pensaba no escribir sobre eso, pensaba que no te-
nía nada que decir. Y ese poema casi como en un sueño me fue dic-
tado por el otro que a veces llevo adentro.
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— En ese mismo libro tienes otro poema donde se dice que uno escribe
como respuesta a una atmósfera engañosa. Decías “ese baile no es
bueno / no me dejo morir / voy a casa y escribo este poema”.
Jaque
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— ¿Qué sensación te produce leer libros tan distantes a tu poética
como los últimos libros de Pablo Guevara o de Mirko Lauer?
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