La Naturaleza Literaria PDF
La Naturaleza Literaria PDF
La Naturaleza Literaria PDF
A su vez, no obstante,
la literatura es más que un uso particular del lenguaje, pues
muchas obras no hacen ostentación de esa supuesta diferen
cia; funcionan de un modo especial porque reciben una aten
ción especial.
Nos las vemos con una estructura complicada. Las dos
perspectivas se superponen parcialmente, se entrecruzan, pero
no parece que se derive una síntesis. Podemos pensar que las
obras literarias son un lenguaje con rasgos y propiedades dis
tintivas, o que son producto de convenciones y una particular
manera de leer. Ninguna de las dos perspectivas acoge satis
factoriamente a la otra, y tenemos que conformamos con saltar
de una a otra. Apuntaré a continuación cinco consideraciones
que la teoría ha propuesto sobre la naturaleza de la literatura:
en cada una partimos de un punto de vista razonable, pero al
final debemos hacer concesiones a las otras propuestas.
La naturaleza de la literatura
3. La literatura es ficción
Una de las razones por las que el lector presta una atención
diferente a la literatura es que su enunciado guarda una rela
ción especial con el mundo; una relación que denominamos
«ficcional». La obra literaria es un suceso lingüístico que pro
yecta un mundo ficticio en el que se incluyen el emisor, los
participantes en la acción, las acciones y un receptor implíci
to (conformado a partir de las decisiones de la obra sobre qué
se debe explicar y qué se supone que sabe o no sabe el re
ceptor). Las obras literarias se refieren a personajes ficticios y
no históricos (Emma Bovary, Huckleberry Finn, el capitán
Alatriste), pero la ficcionalidad no se limita a los personajes y
los acontecimientos. Los elementos «deícticos» del lenguaje
(elementos de orientación, cuya referencia depende de la
situación de enunciación), como los pronombres (yo, tú) o los
adverbios de tiempo y lugar (aquí, allá, arriba, hoy, ayer,
mañana), funcionan de un modo particular en las obras litera
rias. ¡El ahora de un poema («Agora que sé d’amor me metéis
monja», como dice la canción tradicional) no se refiere al ins
tante en que se compuso el poema o se publicó por primera
vez, sino al tiempo interno del poema, propio del mundo fic
ticio de lo narrado. Y el «yo» que aparece en un poema, como
el de Lorca «Y que yo me la llevé al río / creyendo que era
mozuela», es también ficcional; se refiere al yo que dice el
poema, que puede ser muy diferente del individuo empírico,
Federico García Lorca. (Puede haber vínculos muy estrechos
entre lo que le sucede al yo poético o al yo narrador y lo que
le haya sucedido al escritor en un momento de su vida. Pero
un poema de un escritor viejo puede presentarse en la voz
de un yo poético joven y viceversa. Y, de forma más evidente
en el caso de la novela, el narrador, el personaje que dice «yo»
al par que cuenta la historia, puede tener experiencias y ex
presar opiniones muy diferentes de las de sus autores.) En la
ficción, la relación entre lo que dice el yo ficcional y lo que
piensa el autor real es siempre materia de debate. Lo mismo
sucede con la relación entre los sucesos ficticios y las circuns
tancias del mundo. El discurso no ficcional acostumbra a in
tegrarse en un contexto que nos aclara cómo tomarlo: un ma
nual de instrucciones, un informe periodístico, la carta de una
ONG. Sin embargo, el concepto de ficción deja abierta, ex
plícitamente, la problemática de sobre qué trata en verdad la
obra ficcional. La referencia al mundo no es tanto una pro
piedad de los textos literarios como una función que la inter
pretación le atribuye. Si quedo con alguien para cenar «en el
Hard Rock Café, mañana, a las diez», él o ella entenderán que
es una invitación concreta e identificarán la referencia espacial
y temporal según el contexto de la enunciación («mañana»
será por ejemplo el 14 de junio de 2003, «las diez» son las diez
de la noche, hora peninsular). Pero cuando el poeta Ben Jon-
son escribe un poema «Invitando a un amigo a cenar», la fic-
cionalidad del poema conlleva que su relación con el mundo
esté sujeta a interpretaciones: el contexto del mensaje es lite
rario y hay que decidir si consideramos que el poema caracte
riza sobre todo la actitud de un emisor ficcional, si bosqueja
un modo de vida pretérito o si sugiere que la amistad y los pla
ceres humildes son esenciales para la felicidad humana.
¿Cómo interpretar Hamlet? Entre otras cosas, deberemos
decidir si creemos que trata, pongamos, de los problemas de
los príncipes daneses o bien del dilema del hombre del Rena
cimiento que experimenta cambios en la concepción del yo; o
si quizá habla de las relaciones en general de los hombres con
su madre, o tal vez afronta la cuestión de cómo una represen
tación (incluyendo una representación literaria) afecta a la
manera en que damos sentido a nuestra experiencia. Hay re
ferencias a Dinamarca a lo largo y ancho de la obra, pero eso
no significa que sea necesario leer Hamlet como una obra
sobre Dinamarca; esa es una decisión interpretativa. Podemos
relacionar la obra con el mundo en diferentes niveles. La fic-
cionalidad de la literatura separa el lenguaje de otros contextos
en los que recurrimos al lenguaje, y deja abierta a interpreta
ción la relación de la obra con el mundo.;
¿Propiedades o consecuencias?