O. Henry. Coles y Reyes. Español PDF
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COLES Y REYES
por O. Henry
2
O. HENRY
COLES Y REYES
Traducción de
LILLIAN LORCA
__________________________________________________________
________
3
Z I G - Z A G
INDICE
INTRODUCCIÓN 5
PRÓLOGO 7
CACERÍA DE ZORROS 12
EL LOTO Y LA BOTELLA 23
SMITH 37
CAPTURADOS 51
EL DESTERRADO DE AMOR N.°2 67
EL GRAMÓFONO Y SU SECRETO 74
EL MISTERIO DEL DINERO 91
EL ALMIRANTE 104
LA INESTABLE BANDERA 115
EL TREBOL Y LA PALMERA 129
LOS DESPOJOS DEL CÓDIGO 150
BARCOS 174
MAESTRO DEL ARTE 184
DICKY 203
"ROUGE ET NOIR" 219
DOS RECUERDOS 230
EL VITAGRAFOSCOPO 241
4
INTRODUCCIÓN
O. Henry (seudónimo de William Sidney Porter) es
uno de los escritores más leídos en los países de
lengua inglesa, y de los menos conocidos entre los
lectores de lengua española. Vivió de 1862 a 1910. Su
existencia fue una continuación de aventuras más o
menos pintorescas, alguna de ellas peligrosa: sus
primeros ensayos y cuentos fueron enviados por él, a
las revistas de Nueva York, desde la prisión donde
estaba como culpable de quiebra fraudulenta. Con oció
profundamente los tipos extraños que forman lo que
pudiéramos llamar la “picaresca” norteamericana.
Tejas, con sus vagabundos, sus rancheros, sus cowboys
llenos de artimañas, complicaciones y cuajados en una
mezcla de socarrona sabiduría y de airado desplante.
Pero no fueron sólo estos tipos los protagonistas de
sus novelas y cuentos. En muchas de sus obras, los
personajes lucen un descaro impertinente, pero en otras
-como el delicadísimo cuento “The Whirligig of Life” -
encontramos una ternura humana, encantadoramente
entreverada del humorismo que campea por todos los
escritos de este autor.
5
O. Henry dejó más de doscientas narraciones, de
diversa calidad y tamaño, entre las que se encuentran
varias indiscutibles obras maestras. La que ahora
ofrecemos al lector es una curiosa aventura considerada
como una de las mejores que salieron de su pluma. Su
título “Coles y Reyes” (Cabbges and Kings) está tomado
de los versos que dice la morsa en el inolvidable libro
de Lewis Carrol, “Alicia en el país de las maravillas”.
6
P R O L O G O
por EL CARPINTERO
Presidente de la República
de Anchuria
1 En español en el original
7
de su ex presidente; de cómo intentó abandonar el país
con los fondos públicos, acompañado de doña Isabel
Guilbert, la joven cantante de óperas norteamericana;
de cómo, al ser aprehendido por miembros del partido
político opositor en Coralio, se dio un tiro en la
cabeza antes de entregar el dinero y, en consecuencia,
renunciar a la señorita Guilbert. En seguida referirán
cómo doña Isabel, habiendo encallado su aventurera
barca de la fortuna con la pérdida simultánea de su
distinguido admirador y los cien mil de recuerdo,
decidió echar anclas en estas playas inertes, en espera
de otra marea alta.
8
participación en la caída y malversación de este
estadista, un muy latino encogimiento de hombros sería
la única respuesta y refutación. Cuanto prejuicio
existiera en Coralio en contra de la señora Goodwin
parecía ahora dispuesto en su favor, no obstante lo
ocurrido en el pasado.
9
conocimiento de los hombres y las cosas que parecía en
el un don instintivo. De manera poco común en una
mujer, se encontraba dotada de una intrépida audacia,
de un amor por la aventura que la hacía perseguirla
hasta el borde mismo del peligro, y de un inmenso
anhelo por los placeres de la vida. Su espíritu era de
aquellos que se amoldan a todas las circunstancias;
ella era Eva después de la caída, pero antes de
experimentar su amargura. Llevaba la vida como una rosa
en su seno.
10
Aún quedan anécdotas en el continente español.
Aquel segmento de tierra azotado por el tempestuoso
Caribe, y que ofrece al mar una formidable barrera de
selvas tropicales coronadas por las arrogantes
cordilleras, se encuentra todavía lleno de misterios y
romanticismo. Antaño, filibusteros y revolucionarios
despertaron el eco de sus acantilados, y el cóndor
planeaba eternamente por encima de las verdes arboledas
donde aquéllos preparaban su festín con mosquetes y
sables toledanos. Tomada y recuperada por piratas, por
poderes adversarios y por el súbito levantamiento de
facciones rebeldes, estas históricas trescientas
millas de aventurera costa no han sabido durante siglos
a quien reconocer por amo. Pizarro, Balboa, Sir Francis
Drake y Bolívar hicieron cuanto pudieron por darle un
lugar en la cristiandad. Sir John Morgan, Laffite y
otros eminentes matasietes la bombardearon y
castigaron en nombre Abaddon.
11
centenario del hermoso trópico. Por lo general, este
personaje luce un trébol que orgullosamente hace
contrastar con las extravagantes palmeras. Y es él
quien ha puesto en fuga a Melpómene, colocando en su
lugar a la Comedia para que dance junto a las
candilejas de la Cruz del Sur.
CACERIA DE ZORROS
12
ramaje como un desmañanado coro en espera de la entrada
de la prima donna.
1 En español en el original
2 En español en el original
13
fachada de la tienda se veían dos grandes marcos llenos
de las pruebas de su arte y su habilidad.
14
naranjos, o al interminable peinado de sus largas
cabelleras lacias; los hombres a sus cigarros y la
chismografía de las cantinas.
BOB.
15
tan envidiables alturas sin haber aplicado antes
acertadamente las artes de la deducción y la previsión.
Había tomado parte en la intriga política como en un
asunto de negocios. Era lo bastante perspicaz como para
saber ejercer cierta influencia sobre los principales
dirigentes y los suficiente rico como para contar con
el respeto de los pequeños funcionarios. Siempre había
un partido revolucionario y a él se aliaba
invariablemente, pues los adherentes a una nueva
administración recibían la recompensa de sus
esfuerzos. Existía ahora un partido liberal deseoso de
derrocar al presidente Miraflores. Si la rueda giraba
correctamente, Goodwin esperaba obtener la concesión
de 30,000 “manzanas”1 de las mejores tierras cafeteras
del interior. Ciertas incidencias en la reciente
carrera del presidente Miraflores permitían a Goodwin
sospechar que el gobierno se encontraba cercano a su
disolución por causas ajenas a la revolución, y ahora
el telegrama de Englehart venía a corroborar su
acertado presentimiento.
1 En español en el original.
16
Aquel dato sobre la falta de seis cifras en el “pienso”
lo informaba claramente sobre la lamentable situación
del tesoro nacional. También resultaba
convincentemente cierto que el partido que se disponía
a entrar en escena -con el camino expedito en forma
pacífica- tendría necesidad de las “lúganas”. A menos
que sus gestiones fueran llevadas a buen término y los
despojos recuperados para delectación de los
victoriosos, la situación del nuevo gobierno sería, en
efecto, sumamente precaria. Por lo tanto urgía echar
mano al fugitivo “individuo” y entrar de nuevo en
posesión de las armas de guerra y gobierno.
17
interpretar correctamente una orden de evacuación
pronunciada en chino clásico, cuando fue emitida por
un cañón de escopeta. Este pequeño ensayo liter ario
que sostengo en mis manos significa una partida de caza
de zorros. ¿Jugaste alguna vez a esto, Frank, cuando
eras chiquillo?
18
vigilar. Es tan fácil como un problema de ajedrez: caza
de zorros y jaque en tres jugadas. ¡Oh, ganso, ganso,
gansita! ¿Hacia dónde vais? Gracias al poder divino
del literario telégrafo, los bienes de esta tierra
oscura serán devueltos al honrado partido político que
se dispone a dilapidarlos.
19
el presidente ha huido. Tengo motivos para suponer que
la información de Bob es una noticia inédita aún en la
capital. De otro modo no se habría esforzado en que su
mensaje fuera estrictamente confidencial, sin lo cual
todo el mundo se podría imponer de las novedades. Voy
a visitar al doctor Zavala y enviar un hombre al camino
para que corte los hilos del telégrafo.
20
transformar a un hombre en mono y hacerlo trepar a los
árboles a coger cocos para ella. Imagínate a ese
presidente, con sabe Dios cuantos miles de dólares en
una mano y esta sirena de seda en la otra, galopando
por esos montes sobre una mula comprensiva y escoltado
por las flores y el canto de las aves. Y he aquí a
Billy Keogh, por honrado, condenado al miserable
comercio de calumniar en fotografías los rostros de
estos eslabones perdidos, a fin de ganarse honestamente
el sustento. La vida es injusta.
21
se encontraban las chozas con hojas de palmas de los
caribes y nativos más pobres, así como las sórdidas
cabañas de los negros de Jamaica y de las islas
occidentales de la India. Unos pocos edificios elevaban
su estructura sobre los techos de tejas rojas de las
casas de un solo piso: el campanario del Calabozo, el
Hotel de los Extranjeros, la residencia del agente de
la Compañía Frutera Vesubio, la tienda y habitación de
Bernard Brannigan, una ruinosa catedral a la que una
vez entró Colón y, el más imponente de todos, la “Casa
Morena”, Casa Blanca veraniega de los presidentes de
Anchuria. En la calle principal, paralela a la playa -
el Broadway de Coralio-, se encontraban las tiendas
principales, la bodega del gobierno y el correo, el
cuartel, las cantinas y la plaza del mercado.
22
que Mariana en su granja rodeada de fosos…, ¿o era una
hacienda? Hace mucho calor.
EL LOTO Y LA BOTELLA
1 En español en el original.
23
Goodwin se marchó dirigiéndose al hotel, donde se
proponía desafiar al médico de cuarentena a una partida
en el solitario billar de Coralio. Había terminado los
preparativos de su plan para interceptar el paso de
los fugitivos de la capital y ya no le quedaba en el
juego otra cosa que esperar.
24
y comentara el hecho con los amigos mientras bebiera
su cerveza saboreando un trozo de queso.
25
Coralio. También se decía que los empleados de aduana
hacían resonar más monedas de plata en los bolsillos
de sus pantalones rayados de rojo y que los libros de
contabilidad no acusaban, en cambio, ningún aumento en
la partida de entradas por importación.
26
escritorio de lisa cubierta, una hamaca y tres
incómodas sillas de totora. Litografías del primero y
del último presidente del país representado aparecían
colgadas en la pared. La otra habitación era el
dormitorio del cónsul.
27
Lánguidamente interesado, se inclinó para realizar un
más prolijo examen y echar un vistazo al florido
encabezamiento de la columna que acompañaba al cuadro.
28
Pensó que por fin había logrado dominar el dolor que
lo lanzara, desterrado voluntario, a este apartado país
del loto. Sin duda nunca podría olvidar por completo a
Ida, pero por lo menos ya no sufría al pensar en ella.
Cuando tuvieron aquel malentendido y la disputa final,
él solicitó impulsivamente este consulado, en el deseo
de vengarse de ella, desligándose de su presencia y su
mundo. En esto había tenido pleno éxito. Durante los
doce meses de su estada en Coralio, no se había cruzado
una sola palabra entre ellos, aunque a veces tuvo
noticias de ella por medio de la dilatada
correspondencia que todavía mantenía con algunos
amigos. Sin embrago, no pudo reprimir un pequeño
estremecimiento de placer al saber que aún no se había
casado con Tolliver ni con otro. Aunque era evidente
que Tolliver no abandonaba aún las esperanzas.
29
que este acto cortaría el último lazo que lo ataba aún
a su antiguo mundo.
30
deslumbrantes y tonalidades ocres en medio del verde
del monte, el aroma de las frutas, las flores y el humo
del horno de Chanca bajo el calabazo, la risa argentina
de las mujeres nativas en sus chozas, el canto del
petirrojo, el gusto salobre de la brisa, el diminuendo
del leve oleaje a lo ancho de la playa… y,
gradualmente, una manchita blanca cuya forma crecía
sobre el gris panorama del mar.
31
por la angosta playa bajo los cocoteros. El viento
soplaba suavemente hacia tierra y el mar aparecía
rizado por diminuto oleaje.
32
apariencias, la letra era la suya. El tosco vidrio de
la botella deformaba de tal manera los rayos de luz,
que no pudo leer una sola palabra; pero ciertas letras
mayúsculas, de las cuales pudo captar los rasgos
significativos, eran las de Ida, de ello podía estar
seguro.
33
verosímiles y lo redujo -aunque con disgusto- a la
menos vulnerable posibilidad de que la botella
contuviera un recado para él. Ida sabía que se
encontraba en Coralio; ella debió lanzar la botella
mientras el yate pasaba y el viento soplaba ligeramente
hacia tierra.
1 En español en el original.
34
colores encendieron su rostro apenas escuchó la voz de
Geddie.
35
Encendió la lámpara y dio de comer al mono. Luego,
con deliberada lentitud, encendió un cigarro, cogió la
botella y se encaminó por el sendero hacia la playa.
36
-Está debajo de esa lona y algo más que medio
ahogado -dijo el contramaestre, indicando el bote-. Lo
divisamos desde el barco, casi a una milla de la costa,
nadando como un loco detrás de una botella que flotaba
hacia alta mar. Bajamos la lancha y salimos en su
busca. Estaba a punto de echarle mano a la botella,
cuando perdió las fuerzas y se hundió. Lo sacamos a
tiempo para salvarlo… Aunque será el doctor quien tenga
la última palabra.
SMITH
37
el tesoro del país. Sin duda el presidente intentaría
proceder con el mayor sigilo, y trataría de embarcarse
secretamente desde algún punto apartado de la costa.
38
lanchones los miles de racimos de plátanos amontonados
en la playa y a transportarlos al barco. El “Karlsefin”
no tenía lista de pasajeros, por lo cual no tardó en
terminarse la labor de las autoridades. El contador
declaró que le vapor permanecería anclado hasta la
mañana siguiente, continuando durante la noche la carga
de las frutas. El “Karlsefin”, dijo, venía de Nueva
York, hasta donde lo había llevado su último cargamento
de naranjas y cocos. Dos o tres de las gabarras
fletadoras habían sido contratadas para ayudar en la
tarea, pues el capitán deseaba ardientemente regresar
pronto, a fin de aprovechar la ventaja que ofrecía
cierta escasez de frutas en los Estados Unidos.
39
oblicuos de mirada solapada y con bigotes de tabernero.
A menos que se hubiera cambiado de traje antes de bajar
a tierra, habría pisado la cubierta de su impecable
yate ataviado de un curioso sombrero hongo gris, un
alegre traje a cuadros y una corbata de fantasía. Los
hombres que poseen yates tienen, por lo general,
costumbre de armonizar mejor con ellos.
40
Existe una antigua y extraña teoría que sostiene
que el hombre puede tener dos almas: una periférica,
que sirve de ordinario; otra central, que sólo
despierta en determinadas ocasiones y que lleva consigo
la actividad y el vigor. Mientras se encuentra poseído
por la primera, el hombre podrá afeitarse, votar, pagar
sus impuestos, dar dinero a su familia, comprar libros
por abonos y llevar una conducta ajustada a las
costumbres. Pero apenas el individuo se deja dominar
por el alma central, puede, en un abrir y cerrar de
ojos, volverse con execración contra el compañero de
todos sus placeres; puede cambiar su criterio político
en lo que tardamos en castañetear los dedos; puede
insultar al amigo más querido; puede obligarlo en un
instante a ingresar a un monasterio o entrar a un salón
de baile; puede fugarse, ahorcarse…, o bien puede
componer una canción o un poema, besar a su esposa sin
haber sido solicitado, o entregar todos sus bienes para
la búsqueda de un microbio. Luego vuelve a dominar el
alma periférica y de nuevo tenemos al buen ciudadano
sensato de siempre. Es la rebelión del ego contra e l
orden, y no tiene más efecto que sacudir los átomos
para que vuelvan nuevamente a reintegrarse en su sitio.
41
decorar de nuevo el piso alto de la casa de los
Brannigan.
42
que desembarcan en Coralio. Algún negociante de vez en
cuando… Los turistas y visitantes se dirigen de
preferencia un poco más allá, por la costa, a una
ciudad más grande que goza de un muelle.
43
Santo Sepulcro. A uno de sus costados se veía un
pequeño naranjal cercado por un muro bajo de piedra,
sobre el que habría podido pasar fácilmente un hombre
de gran estatura. La casa era de adobe estucado, teñida
de mis matices por las brisas marinas y el sol. Sobre
el balcón superior abría una puerta central flanqueada
por dos ventanas con anchas celosías en vez de
vidrieras.
1 En español en el original.
2 En español en el original.
3 En español en el original.
4 En español en el original.
44
solitario huésped permanente de ese hotel en decadencia
disfrutaba de la brisa del mar sentado a su puerta.
45
adentro a tomar un trago, doctor. Este cafetucho parece
en plena decadencia, pero supongo que de todos modos
podrán servirnos algo húmedo.
1 En español en el original.
46
reloj y dos veces recorrió la esfera con el dedo. De
nuevo colocó sus dos dedos junto a la nariz del
paciente.
1 En español en el original.
47
de la mañana y, por lo tanto, hizo todos sus
preparativos esta tarde. No, no señor, no venía ningún
pasajero. ¿Le gusta este Tres Estrellas? Una goleta
francesa desembarcó dos lanchas repletas hace un mes.
Apuesto mi cabeza a que ni un centavo de los derechos
de aduana correspondientes fue a dar a manos de la
distinguida república de Anchuria. SI no desea tomar
más, podríamos salir y sentarnos un rato al fresco.
Nosotros, los exiliados, tenemos bien pocas
oportunidades de charlar con alguien del mundo
civilizado.
48
me imagino que debe ser despampanante por la forma en
que se inicia y me gustaría contarla en la próxima
reunión de la Asociación de Barney O’Flyn, si usted me
lo permite. Pero me quedan uno o dos asuntos que
atender primero. Si logro desocuparme pronto,
regresaré, y entonces me lo contará todo, antes de irse
a la cama ¿de acuerdo?
49
Sentado sobre la arena de la playa, apoyada la
espalda a un cocotero y rodeado de innumerables
colillas de cigarros, Smith esperaba sin apartar un
momento su penetrante mirada del barco.
50
cafetines, se sentó bajo la palmera y desapareció. A
la mañana siguiente, Coralio, ya sin Smith, se desayunó
con plátanos fritos y comentó: “Se ha ido el hombre de
las ropas pintorescas”. Y a la hora de la siesta el
incidente pasó a la historia en un bostezo.
CAPTURADOS
51
La noticia de la huida del presidente no había
sido comunicada a nadie en las ciudades de la costa, a
excepción de algunos miembros dignos de toda confianza
y pertenecientes al ambicioso partido político que
esperaba sucederlo en el poder. Lo hilos del telégrafo
que comunicaba San Mateo con la costa habían sido
contados muy adentro en el camino cordillerano por un
emisario de Zavala. Mucho antes de que el telégrafo
pudiera ser reparado y se recibieran noticias de la
capital, los fugitivos habrían llegado a la costa y ya
estaría solucionado el problema de su fuga o captura.
52
ni zapatos, pasaba presuroso balanceado en una mano el
largo fusil, como una lanza. De cada masa de follaje
emergía el canto áspero e irritante de las ranas
gigantescas. Más allá, donde los senderos morían al
borde de la selva, el grito gutural de los monos
merodeadores y el carraspear de los cocodrilos en los
ocultos estuarios fracturaban el vano silencio de la
naturaleza.
1 En español en el original.
2 En español en el original.
53
-Americano1 -gruñó Goodwin, sin volver la cabeza,
y continuó su camino sin detenerse.
1 En español en el original.
54
un leve resplandor se filtró por entre los resquicios
de las celosías del segundo piso.
1 En español en el original.
2 En español en el original.
3 En español en el original.
55
-Sólo una vez -contestó Esteban-. Es alto y tenía
unos bigotes muy negros y abundantes.
1 En español en el original.
56
botella, Madama, y probémoslo en un “vasito”1 para cada
uno.
1 En español en el original.
2 En español en el original.
3 En español en el original.
57
Arriba, en el vestíbulo, la luz ocre de una
lámpara le permitió inspeccionar los números sobre las
puertas. Hizo girar la perilla del número 9, entró y
cerró la puerta tras él.
58
-Nosotros -continuó el dictador, mirando
pensativo el elegante zapato de gamuza que calzaba su
pie, levemente balanceado-, y hablo por una mayoría
considerable del pueblo, exigimos la devolución de los
fondos sustraídos y que le pertenecen. Nuestras
condiciones no van mucho más allá. Son muy simples.
Como emisario autorizado, le prometo que nuestra acción
cesará apenas sean aceptadas. Entregue el dinero y
tanto a usted como a su compañero se les permitirá
marcharse a donde lo deseen. Es más, se les ayudará
aún a conseguir un pasaje para el extranjero en el
barco que ustedes elijan. Tengo el deber personal de
agregar mis felicitaciones para el caballero del número
10, por su excelente gusto para apreciar los encantos
femeninos.
59
gran misión. Ha robado una suma importante a su pueblo
y soy yo quien va a impedir que éste la pierda. No digo
quién es ese caballero, pero, si se me obligara a verlo
y resultara ser cierto alto funcionario de la
república, me veré obligado a cumplir con mi deber y
detenerlo. La casa está vigilada. Le ofrezco
condiciones muy liberales. No es absolutamente
necesario que converse con el caballero del cuarto
vecino. Tráigame la valija con el dinero, y asunto
concluido.
-Sí.
60
-¿Existe algún aliciente, tanto en lo social como
en lo comercial, para fijar residencia aquí?
61
-Usted fuerza mi puerta y prosigue con su
comportamiento de truhan, lanzando las más viles
acusaciones -dijo, y se detuvo como para meditar lo
que iba a seguir diciendo-. Y, sin embargo, ¡es
extraño!, estoy segura de que hay una equivocación.
62
Penetró rápida y silenciosa en la otra pieza y
regresó con la pesada valija que entregó al
norteamericano con un gesto de paciente desdén.
63
El hombre saltó tambaleándose de la obscuridad del
otro cuarto, deslumbrado por la luz y nublado por el
sueño.
64
para hacerla exclamar en aquel cuarto ensangrentado y
deshonrado: “¡Oh! ¿Madre mía, madre, madre!”
65
Os contarán como el gobierno escudriñó en las
ciudades y recorrió todos los caminos en busca de la
valija que contenía el capital activo de Anchuria, que
el presidente había llevado consigo; pero todo fue en
vano. En Coralio el propio Goodwin dirigió la búsqueda
que pasó por la ciudad un peine fino, con el mismo
cuidado con que una mujer se peina el cabello. Pero el
dinero no se encontró.
66
Más no podrán informarle en Coralio (como ya os
daréis cuenta) de lo que sucedió con el dinero que
Frank Goodwin lanzó al naranjo. Pero esto se explicará
más tarde, pues las palmeras se agitan invitándonos a
reír y disfrutar.
67
Las dificultades comenzaron -como a menudo se
inician, en vez de terminar- con un romance. Había en
Dalesburg un individuo llamado Elijah Hemstetter,
dueño de una gran tienda. Su familia la constituía una
sola hija, Rosine, nombre que compensaba ampliamente
el “Hemstetter”. Esta joven damisela poseía abundantes
atractivos, a tal punto, que todos los mozos de la
localidad se sentían agradablemente perturbados a su
vista. Entre los más facetados se contaba Johnny, hijo
del juez Atwood, que vivía en una gran mansión colonial
en las afueras de Dalesburg.
68
Entre otros hechos accidentales ocurridos ese año,
se contaba la presencia de un presidente democrático
en el gobierno. El juez Atwood era un veterano de la
democracia. Johnny lo convenció de que usara su
influencia para obtenerle un puesto en el extranjero.
Deseaba marcharse lejos, muy lejos. Tal vez en los años
por venir Rosine meditara cuán verdadero y fiel había
sido su amor, y derramaría una lágrima…, acaso en la
leche que estuviera desnatando para el desayuno de Pink
Dawson.
69
Cuando el nuevo cónsul llegó a Coralio, lo
inusitado del panorama lo distrajo enormemente. Tenía
sólo veintidós años y las penas de la juventud no se
llevan como un ropaje, como sucede en los adultos.
Tienen sus temporadas de predominio, pero luego son
por un tiempo olvidadas, gracias a la acción de los
sentidos alertas.
70
-Podría echar un vistazo a esta lista de los
diferentes productos de exportación, de los que tendrá
que llevar cuenta – insinuó Geddie-. Las frutas están
clasificadas, pero hay además las maderas preciosas,
el café, el caucho…
71
preferencia en la codiciada galería posterior del
consulado. Pero, fueran sus propósitos sinceros o
egoístas, lo cierto es que Keogh obtuvo el deseado
privilegio. Pocas eran las noches en que no se les veía
allí reposando en la brisa marina, con los pies sobre
la baranda y los cigarros y el coñac al alcance de la
mano.
72
La escena era digna de la tierra del loto. Los
dioses del mar y el trópico, el misterio que preside
en las navegaciones desconocidas y la magia de la
música, desgranando sus notas sobre las aguas
iluminadas, le prestaban un suave encanto. Johny Atwood
lo percibió y pensó en Dalesburg, pero apenas el
cerebro de Keogh dio una interpretación al peripatético
solo, se precipitó sobre la baranda y su voz atronadora
rasgó el silencio de Coralio, como un cañonazo:
-¡Mel-lin-ger, a-hoy!
73
a conservarlo una vez y desde entonces la lleva siempre
consigo.
EL GRAMÓFONO Y SU SECRETO
74
“Fuimos yo y Henry Horsecollar quienes
introdujimos el gramófono en este país. Henry era un
mestizo con sangre cherokee, educado en el Este, en el
idioma del football, y en el Oeste, en el contrabando
del whisky; todo un caballero, tal como tú y yo. Era
de espíritu ligero y retozón; un hombre que medía casi
seis pies y tenía la agilidad y el dinamismo de una
rueda de goma. Si, era un hombrecito de unos cinco pies
y cinco, o cinco pies y once pulgadas. Era lo que se
llamaba un hombre de estatura mediana, de un tamaño
corriente. Henry se había fugado una vez del colegio y
tres veces de la cárcel de Muscogee, habiendo ingresado
a esta última institución por introducir y vender
whisky en los territorios de la nación. Henry
Horsecollar no era de los que se dejan amansar
fácilmente. Decididamente, no pertenecía a esa tribu
de indios.
75
minutos y los segundos. De este modo, el hombre de
quien te hablo recogió 288 dólares y se marchó
rápidamente, porque sabía que, cuando llegara el
momento de dar cuerda a los relojes, se necesitaría un
entomólogo en Little Rock y él no lo era.
76
su melaza y sus degenerados cantos de negros, tomamos
un barco que nos conduciría a Sudamérica.
77
“-Se equivocan -replicó el capitán-. A esas horas
estarán hipnotizados. Cualquier amable caballero del
auditorio que tenga la bondad de subir al escenario y
mire de cerca este país, llega al convencimiento de
que no es más que una mosca fuera de ambiente. Los
encontraré esperándome metidos hasta las rodillas en
el mar, y vuestra máquina para fabricar bisquetes
hamburgueses tocando, del hasta la fecha respetado
repertorio musical, aquella conocida melodía de “No
hay mejor sitio que la patria”.
78
de Atlanta escuchando “La marcha a través de Georgia”,
o bien pueden excitarse, interrumpir la clave musical
con un hacha y lanzaros a una mazmorra. En el último
caso -prosiguió-, cumpliré con mi deber cablegrafiando
al Departamento de Estado, os envolveré en listas y
estrellas cuando os lleven a fusilar y amenazaré a los
nativos con la venganza de la primera nación
exportadora de oro y poseedora de la mayor reserva
financiera del mundo. Mi bandera está llena de
orificios -comentó-, practicados en esta forma. Dos
veces ya he tenido que cablegrafiar a nuestro gobierno
para pedirle un par de barcos de guerra para proteger
a ciudadanos norteamericanos. La primera vez el
Departamento me envió un par de botas de goma1. La otra
vez fue cuando un individuo de apellido Pease 2 iba a
ser ejecutado. Este cable fue transmitido al Ministerio
de Agricultura. Molestemos nuevamente al señor del bar
para que nos repita la dosis de vino tinto.
1 Alcance de palabras por gunboat, barco cañonero, y gum boots, botas de goma.
2 En inglés peas significa “guisantes”.
79
cuando un hombre blanco de gran estatura, buen mozo,
vestido de blanco, se detuvo en la puerta y miró hacia
adentro. Le invitamos a entrar, así lo hizo y nos
examinó de una mirada. Mascaba un largo cigarro y
fruncía los ojos, meditabundo, como una coqueta
damisela que se esforzara en decidir cuál vestido
ponerse para la fiesta.
80
“Pues bien, durante dos días Homero P. Mellinger
nos hizo los honores. Ese hombre tenía el poder de
quebrar el hielo en Anchuria. Era precisamente lo que
necesitábamos. Era el Real Kafoozlum en persona. Si
nosotros éramos nenes perdidos en la selva, él era
Robin Hood de pies a cabeza. El, yo y Henry Horsecollar
nos dimos el brazo, transportamos el gramófono de un
lado a otro y tuvimos bebida y diversiones en
abundancia. Cada vez que encontrábamos una puerta
abierta, entrábamos y echábamos a andar la máquina,
mientras Mellinger llamaba a la gente para que acudiera
a observar el ingenioso instrumento musical y a sus
dos amigos de toda la vida, los “señores americanos” 1.
El coro operático se sentía invadido de un gran afecto
hacia nosotros y nos seguía de casa en casa. Con cada
melodía diferente se nos servía una distinta bebida.
Los nativos conocían el arte de preparar un agradable
brebaje que se adhiere porfiadamente al recuerdo.
Cortan la punta de un coco verde y mezclan al jugo
coñac francés y otros ingredientes. Tuvimos
oportunidad de paladearlo junto con otras bebidas.
1 En español en el original.
81
de esta morena nación en la forma que se me antojara.
Tendré confianza en ustedes, porque son mis
compatriotas e invitados, a pesar de haber asaltado
las costas de mi patria de adopción con la peor clase
de ruidos con pretensiones musicales. Tengo el cargo
de secretario privado del presidente de este país y es
mi deber velar por la seguridad de su gobierno. Mi
nombre no aparece en las listas, pero no por eso dejo
de ser la mostaza en el aliño de la ensalada. No pasa
una ley al Congreso, no se otorga concesión ni se
establece un impuesto importante sin que Homero P.
Mellinger lo cocine y lo cocine y lo sazone. En el
bufete presidencial, lleno el tintero de su excelencia
y registro a los visitantes políticos, en busca de
dagas y dinamita; pero, en un cuarto interior, dicto
la política del gobierno. No podrían adivinar jamás en
qué forma conseguí este cargo. Es el único de su
especie en el mundo. Ya los informaré. ¿Recuerdan el
viejo refrán en los libros de lectura infantiles: “La
honradez es la mejor política”? Eso es todo. He
decidido explotar la honradez como un filón. Soy el
único hombre honrado en toda la república. El gobierno
lo sabe, el pueblo lo sabe, los inversionistas
extranjeros lo saben, los coimeros lo saben. Yo ayudo
a conservar la fe en el gobierno. Si a un hombre se le
promete un puesto, se le da. Si un capital extranjero
compra una concesión, recibe sus productos. Mantengo
aquí un monopolio de transacciones honradas. No tengo
competidores. Si al coronel Diógenes se le ocurriera
apuntar hacia acá con su linterna, antes de dos minutos
le habría dado mi dirección. No se ganan grandes sumas
en mi oficio, pero es algo seguro y que lo deja a uno
dormir en paz.
82
“-Muchachos, tengo que celebrar esta noche una
soirée con un grupo de ciudadanos eminentes y quiero
que ustedes asistan. Traerán consigo el descascarador
de música, con lo que darán a la reunión el aspecto de
una función musical. Se trata de un asunto importante,
pero no ha de notarse. No les puedo contar mucho al
respecto. Durante dos años he sufrido por no tener
nadie con quién desahogarme y presumir. A veces siento
nostalgias y renunciaría a todas las ventajas de mi
oficio por tomarme un trago y comerme un sándwich de
caviar en algún cafetín de la calle Treinta y Cuatro,
y observar el pasar de los tranvías y sentir el olor a
maní tostado en la frutería del viejo Giuseppe.
83
nombres, y los he invitado a escuchar el gramófono esta
noche, por invitación de H.P.M. Pienso así cogerlos a
todos juntos, y en mi programa figura lo que ha de
sucederle a cada uno.
84
“Esa noche, siguiendo instrucciones previas, yo y
Henry llevamos el gramófono a un cuarto en una casa de
adobes de una sucia calle lateral, donde el pasto nos
llegaba hasta las rodillas. Era una larga sala
iluminada por humeantes lámparas de petróleo. Había
muchas sillas y una mesa en el extremo más alejado del
salón. Colocamos sobre ella el gramófono. Allí estaba
Mellinger paseándose de un lado a otro, nerviosamente.
Mascaba los cigarros, los escupía y se mordisqueaba la
uña del pulgar de su mano izquierda.
85
gobernador incubaba bajo el sombrero ciertas vagas
nociones de inglés y cuando terminó la pieza, exclamó:
86
“-No hable hasta que yo haya terminado.
1 En español en el original.
87
“-Le recordaremos al tostador de maní de la calle
Treinta y Cuatro- me dijo éste.
88
extremo opuesto. Y allí estaban aquellos cincuenta
latinos avanzando en bloque para obstruir la línea
política de Mellinger. Puedes dar por descontado que
éramos tres en su contra, pues Henry y yo,
simultáneamente, declaramos las simpatías de la ciudad
de Nueva York y la nación cherokee hacia el partido
más débil.
89
infantería descalzo, salió, dirigiéndose
inmediatamente con nosotros a la escena del concierto,
pero la banda de corruptores ya se había esfumado. Por
lo menos recuperamos el gramófono con todos los honores
guerreros y regresamos con él al cuartel tocando “Todos
los pillos tienen la misma cara”.
90
“-¿No les dije que me estarían esperando? -dijo-
. ¿Y dónde está la máquina de moler?
91
El cargo de secretario privado de un presidente
tropical implica graves responsabilidades. Ha de
poseer talento diplomático, ha de ser espía, dominador
de hombres, guardia de corps de su jefe, y debe tener
un olfato especial para descubrir complots y
revoluciones en gestación. Es a menudo el poder tras
el trono y dictador de la política, y el presidente lo
elige con un cuidado diez veces mayor que el que pone
en seleccionar su pareja conyugal.
92
en un coche cuando bajó del “barco”1, en Solitas. Cuando
lo afeité, me dio una pieza de oro y me advirtió que
no hablara. Pero soy un liberal íntegramente al
servicio de mi patria, y le conté lo que había visto
al señor Goodwin.
1 En español en el original,
2 En español en el original.
3 En español en el original.
93
comer nada, ni siquiera mi “aguardiente”1 que es el
mejor de todos. Subieron a sus cuartos, “el número 9 y
el número 10”2. Más tarde llegó el señor Goodwin, quien
subió a hablar con ellos. De repente oí un ruido
enorme, como un cañonazo, y me dijeron que el “pobre
presidente”3 se había suicidado. “Está bien”4. No vi el
dinero ni eso que usted llama “veliz”5 en que lo
llevaba.
1 En español en el original.
2 En español en el original.
3 En español en el original.
4 En español en el original.
5 Deformación de valija o valisse en francés.
94
sombría sala con relucientes suelos de ricas maderas
que cualquier millonario yanqui habría envidiado.
Cruzó un “patio”1 sombreado por toldos y plantas
artísticamente dispuestas y penetró en una gran pieza
de la casa. Las anchas celosías estaban abiertas de
par en par y la brisa del mar penetraba en la pieza,
inundándola de una invisible corriente de salud y
frescor. La esposa de Goodwin estaba sentada junt o a
las ventanas, ocupada en trasladar a la acuarela el
panorama crepuscular del mar.
1 En español en el original.
95
por la inestable aureola de su dicha conyugal, habrían
dudado o por lo menos convenido en olvidar los gráficos
detalles de la vida de aquella por quien su presidente
renunció a la patria y al honor.
96
hora me tendrían en el “calabozo”1 si supieran que me
había apoderado de la valija. No, debemos manifestarnos
tan ignorantes respecto a ese dinero como los demás
entes de Coralio.
1 En español en el original.
97
Goodwin, cuando el cielo sonreía, su esposa gustaba
contemplar aquella tumba con suave tristeza, que apenas
afectaba la integridad de su dicha.
98
En cuanto a su esposa, su fisonomía la salvaba aún
en la evidencia de la charla acusadora. Había nobleza
en su porte, pureza en su mirada. La devoción que
manifestaba no tenía el más leve asomo de aquel
sentimiento que, de tarde en tarde, lleva a una mujer
a compartir la culpa de su compañero en la patética
grandeza de su amor. No había aquí una notable
discrepancia entre lo que el ojo podía ver y el oído
escuchar.
1 En español en el original.
99
abandonar en el camino, como exceso de equipaje,
ninguno de los preciosos artículos con que se había
cargado en su fuga.
100
propiedad del tesoro de este país o propios o de
cualquier otro individuo, no vi rastros de él en la
casa ni en otro lugar, ni en ese momento ni más tarde.
¿Basta esta declaración para satisfacer las exigencias
de la investigación que debía llevar a cabo conmigo?
101
-“Por supuesto, no”1 -exclamó.
1 En español en el original.
102
se la componía para que nunca le faltara un techo donde
guarecerse de las lluvias y el rocío nocturno.
1 En español en el original.
103
bastante delicada. Pero el hecho concreto que la
palabra representa no es del todo desagradable.
EL ALMIRANTE
104
La leche derramada arranca bien pocas lágrimas a
una administración anchuriana. Son muchas sus fuentes
lácteas y las manecillas del reloj apuntan
constantemente la hora de ordeñar. Ni siquiera la rica
crema sustraída al tesoro por el hechizado Miraflores
logró que los patriotas recientemente instalados en el
poder perdieran el tiempo en lamentaciones sin
provecho. Filosóficamente, el gobierno se propuso
compensar la deficiencia aumentando los derechos de
importación e “insinuado” a los ciudadanos pudientes
que serían consideradas en alto grado patrióticas y
oportunas todas las erogaciones que decidieran
efectuar en proporción a sus medios. Todo hacía
presumir que la mayor prosperidad presidiría el reinado
de Losana, el nuevo presidente. Los empleados y
militares favoritos desposeídos formaron un nuevo
partido “liberal” y comenzaron a trazar los planes para
la próxima sucesión. De este modo, el juego político
de Anchuria, como una comedia china, comenzó a
desarrollar lentamente las escenas de su serie. De vez
en cuando el genio travieso asoma por un costado de la
escena e ilumina el diálogo florido.
105
Con la habitual dilación en los negocios, había
llegado una información del departamento costero de
Orilla del Mar, en la que se comunicaba al gobierno la
captura del bergantín “Estrella de la Noche”, por los
oficiales aduaneros de Coralio, habiéndose encontrado
a su bordo un cargamento de telas, medicinas, azúcar
granulada y coñac “Tres Estrellas”. También se
apoderaron de seis rifles Martini y un barril de whisky
norteamericano. Cogidos in fraganti en el delito de
contrabando, el bergantín y su cargamento pasaban,
según la ley, a formar propiedad del Estado.
106
proveía al mantenimiento de una marina. Este decreto -
con otros muchos más sabios- había permanecido inerte
desde el establecimiento de la república. Anchuria no
tenía marina ni necesidad de ella. Resultaba
característico de don Sabas -un hombre a la vez alegre,
culto, extravagante y audaz- que fuera precisamente él
quien sacudiera el polvo de esta enmohecida y dormida
cláusula, para enriquecer el humor del mundo con una
sonrisa siquiera de sus indulgentes colegas.
107
Las razas meridionales carecen de ese humor
especial que descubre un motivo de diversión en los
defectos y desgracias con que la naturaleza nos aflige.
A causa de esta incapacidad en su carácter, no se
sientes incitados a la risa (como sus hermanos de
Norte) ante el espectáculo de una criatura deforme, de
un cretino o un demente.
108
nombramiento, el recaudador sonrió. No había esperado
tan pronta y sorprendente respuesta a su recomendación.
Inmediatamente envió un muchacho en busca del futuro
almirante.
109
-Señor Carrera -dijo solemnemente el recaudador
sacando el vistoso nombramiento-. Le he mandado buscar
por indicación del presidente. Este documento, que
coloco en sus manos, le confiere el título de almirante
de esta gran república y le otorga completa autoridad
sobre las fuerzas navales y la armada de este país.
Pensará usted, amigo Felipe, que no tenemos marina.
¡Pero no es así! El bergantín “Estrella de la Noche”,
que mis valientes hombres arrebataron a los
contrabandistas, será colocado a su disposición. Este
barco será dedicado al servicio de la patria. Estará
usted siempre pronto a llevar a los funcionarios del
gobierno a su cualquier punto de la costa a donde
necesiten trasladarse. También actuará usted de
guardacostas, impidiendo, en lo posible, el delito de
contrabando. Defenderá usted el prestigio y el honor
de la patria sobre el mar y se esforzará en colocar a
Anchuria en igualdad de condiciones con las más
orgullosas potencias navales del mundo. Estas son las
instrucciones que el Ministro de la Guerra me encarga
transmitirle. ¡”Por Dios”!1 No sé cómo podrá usted
llevar a cabo todo esto, pues el comunicado no dice ni
palabra sobre tripulaciones o gastos de la marina.
Acaso deba usted mismo proveer la tripulación, señor
almirante…, no sé… Pero se le hace a usted un muy
grande honor. Le entrego ahora su nombramiento. Cuando
esté pronto a hacerse cargo, me avisará para poner en
sus manos el barco. Hasta aquí llegan mis
instrucciones.
1 En español en el original.
110
-Pobrecito loco -suspiró el recaudador, y el
papagayo en la percha comenzó a chillar: ¡Loco, loco,
loco!
111
-Valiente marino, ésta es la bandera de tu patria.
Sé fiel a ella y defiéndela con tu vida. Que Dios te
acompañe.
112
-¡Salarios! -exclamó éste, alzando las manos al
cielo-. ¡Válgame Dios!1, no he recibido un “centavo”2
siquiera de mi sueldo en los últimos siete meses. ¿El
sueldo de un almirante, preguntas? “¿Quién sabe?” 3 Tal
vez no sea menos de tres mil pesos. “¡Mira!” 4, pronto
habrá una revolución en este país. Seña segura de ello
es cuando el gobierno pide todo el tiempo “pesos,
pesos, pesos”5 y no le paga a nadie.
1 En español en el original.
2 En español en el original.
3 En español en el original.
4 En español en el original.
5 En español en el original.
6 En español en el original.
7 En español en el original.
113
asalariado. Trabajaba junto con los otros lanchones
transportando plátanos y naranjas a los barcos fruteros
que no podrían acercarse a más de una milla de la
costa. No cabe duda que una marina que provee a su
mantenimiento merecería figurar con letras en el
presupuesto de cualquier nación.
1 En español en el original.
114
apresuró a regresar a su puesto de vigilancia junto al
telégrafo. Sentado en su rincón favorito, con su
uniforme que rápidamente se desintegraba, y su
prodigioso alfanje entre las piernas rojas, aguardó
las órdenes tan largamente esperadas, pero que ya no
tardarían en llegar.
LA INESTIMABLE BANDERA
1 En español en el original.
115
agregar a sus colecciones mundialmente famosas.
¿Colecciones de qué? ¡Por Dios!, de todo, desde los
sellos hasta los ídolos prehistóricos de piedra.
116
-Un telegrama para el almirante, señor don Felipe
Carrera.
MARTÍNEZ, general.
117
umbrosa desembocadura del río Ruiz no ofrecía
movimiento ni sonido, fuera del fluir del agua hacia
el mar y el suave chapotear de ésta al partirse en la
proa del barco.
118
provisiones. Uno de ellos era corpulento, de notable
dinamismo e impresionante figura. Sus rasgos
correspondían al más puro tipo español, con el cabello
rizado y de un negro veteado por algunas hebras grises;
los ojos de un azul brillante y en toda su persona un
pronunciado aire de “caballero grande”1. Los otros dos
eran pequeños, el rostro moreno y vestían el bla nco
uniforme militar, altas botas de montar e iban armados
de sables. Todos ellos llevaban las ropas empapadas,
manchadas y desgarradas por el monte. Sin duda una
aflictiva situación debió obligarlos a afrontar,
diable à quatre, las corrientes, la ciénaga y la selva.
1 En español en el original.
119
Sobre estas endemoniadas enredaderas nos sostenemos
apenas.
1 En español en el original.
2 En español en el original.
3 En español en el original.
120
gritos y un creciente clamor que brotaba de las
profundidades de la boscosa ribera.
1 En español en el original.
121
resultado positivo del plan que ellos juzgaron
disparatado y precario.
122
-Hágame el favor, por lo menos, de manifestar que
ha oído mis palabras -exclamó, con cierto enojo, el
autoritario señor.
123
-Es verdad que huyo del país -le dijo-. Pero ten
la seguridad de que esto me preocupa bien poco. Tanto
las cortes de justicia como los cuarteles están
abiertos para Sabas Plácido. “¡Vaya!”1 ¿Qué clase de
república es este montoncillo de tierra? ¡Una cola de
ratón para un hombre como yo! Yo soy un ciudadano del
mundo. En Roma, en Londres, en París, en Viena, se oirá
a todos decir: Bien venido, don Sabas. Vamos, “tonto” 2,
especie de mono, almirante o lo que quieras llamarte,
¡vira el barco! Llévanos a bordo del “Salvador” y aquí
está tu pago: quinientos pesos en moneda de los Estados
Unidos. Más de lo que tu decadente gobierno podrá
pagarte en veinte años.
1 En español en el original.
2 En español en el original.
124
-Nada de fusiles, por favor, almirante -dijo-.
Tuve una vez el capricho de compilar un diccionario de
la lengua caribe. Así, pues, he comprendido sus
órdenes. Tal vez ahora querrá usted…
125
coronel Rafael. En sus brazos llevaba la bandera de la
armada derrotada.
1 En español en el original.
2 Me has destrozado el corazón.
3 En español en el original.
126
permitiré tocar de rodillas sus pliegues con un solo
dedo. ¡Ohé! ¡Viejo saqueador con gafas!
-¿La danza?
127
-¡Eh!, negritos -los interpeló el capitán en
dialecto propio-. Ustedes saben, pescan bote y vuelven
allí lo mismo, rápido.
-Pobrecito loco.
128
EL TREBOL Y LA PALMERA
129
llamado hacia innúmeros caminos. A veces se lograba
inducirlo a la reconstrucción oral de sus incursiones
a los dominios de la aventura y lo extraordinario. Esta
noche se manifestaban en él ciertos síntomas de afán
divulgatorio.
130
con la misma sintaxis que hizo estallar al “Maine” 1.
Sí, hacía ese país me embarqué solo y resuelto a
librarlo de un gobierno tiránico con una simple barreta
por toda arma, y descargada naturalmente. No me
comprenden ustedes, por supuesto, Mis declaraciones
exigen excusas y más amplias explicaciones.
1Nombre del barco cuya explosión provocó la guerra entre España y los Estados Unid os. -(N.
del T.)-
131
“-¡Chist! -dijo el gordito, con un gesto
misterioso y cargado de confidencias-. ¿Tendría la
bondad el señor de guardar para sí el secreto de su
descubrimiento, de manera que los hombres de a bordo
no se den cuenta de ello? El señor será lo bastante
caballeroso como para no revelar algo que ha
descubierto accidentalmente, ¿no es así?
132
“-Usted va a armar gresca en su país, ¿no es así,
monsier? -le dije al cabo de un rato, con un guiño que
pretendía darle a entender que lo aprobaba.
133
“El general De Vega se manifestó lleno de
entusiasmo al recibir la declaración de mis simpatías
por sus ideales y conspiraciones. Intentó abrazarme
por encima de la mesa, pero su gordura y el vino que
poco antes contuvieran las botellas se lo impidieron.
De este modo fui acogido en las filas de la revolución.
Luego el general me dijo que su país se llama Guatemala
y era la más grande nación bañada por el océano en todo
el orbe. Me miró con lágrimas en los ojos y de vez en
cuando exclamaba:
134
“Y luego el chiflado se echa a reír y llama al
capitán; el capitán llama al contador y éste al
ingeniero jefe, y todos se dan de estregones contra
las paredes de la cabina, riéndose del traje que Clancy
se ha preparado para ir a Guatemala.
1 Denominación despectiva usada para indicar a los de raza latina. –(N. del T.).
135
ensenada, rodeado de tupida maraña y lleno de
melancolía. Unos hombres estaban talando y cortando la
selva para continuar el camino. “He aquí -me dije- el
romántico escondite de los revolucionarios. En este
mismo lugar, por virtud de su raza superior y la
inculcación de las tácticas fenianas, un Clancy librará
tremenda batalla por la libertad.”
136
tropical, en vista de lo cual se les hacía firmar
contratos por un año al tomarlos y se colocaba una
guardia armada alrededor del campamento para impedir
que los pobres diablos se fugaran.
137
dagoes, estos destripaterrones, en los trabajos
forzados de su país?
138
La escena era más tropical de lo que pueda figurarse
el más imaginativo de los geógrafos. Todos los árboles
eran rascacielos; los matorrales estaban llenos de
agujas y alfileres; los monos saltaban por todos lados,
así como los cocodrilos y los cerciones de cola rosada.
Permanecíamos hasta la rodilla metidos en el agua
podrida, arrancando raíces por la liberación de
Guatemala. Por la noche encendíamos fogatas en el
campamento para espantar a los mosquitos, y nos
sentíamos en medio del humo, mientras los guardias se
paseaban a nuestro alrededor. Doscientos hombres
trabajaban en la vía, la mayoría de ellos dagoes,
negros, españoles y suecos. Tres o cuatro eran
irlandeses.
139
piensas: la próxima semana me escapo. Y te echas a
dormir diciéndote que eres un mentiroso, pues sabes
que nuca lo harás.
140
vía terminada a buscar algunas picotas enviadas a
puerto Barrios para que las afilaran. Las traían en
una volada de mano, y cuando nos alejamos, observé que
ésta permanecía allí.
141
“Estaba pensando cómo me las arreglaría para
marcharme del trópico antes que volvieran a
engancharme. A pesar de la oscuridad, pude divisar un
barco en la bahía, con un penacho de humo sobre las
chimeneas. Torcí por una callecita tupida de hierba
que descendía hacia la playa. Allí encontré a un negro
que precisamente se disponía a salir en su bote.
142
general De Vega, él arrancó mu ligero, en una mula mu
grande. Sí, ¡caramba! El general arranca y a lo soldao
lo matan. Lo soldao del gobierno buscan mucho al
general De Vega. Lo quieren pesca pa fusilarlo. ¿Cree
que pescan al general, señó?
143
Salté, pues, blandamente sobre los plátanos y abrí
un hueco en ellos para esconderme. Al cano de una hora,
más o menos, oí el zumbar de las máquinas, sentí que
el barco comenzaba a balancearse y comprendí que
salíamos a alta mar. Habían dejado las escotillas
abiertas para la ventilación, y pronto hubo la
suficiente luz en la bodega para ver bastante bien.
Sentí un poco de hambre y me dispuse a servirme un
liviano desayuno de frutas, a modo de refresco. Salí
del hueco en que me había acomodado y me erguí. Sólo
entonces, gateando, a uno diez pies de distancia,
divisé a un hombre que cogía un plátano, lo pelaba y
se lo metía en la boca. Era un individuo sucio, negro
el rostro, harapiento y de aspecto dudoso. Sí, ese tipo
habría sido todo un personaje para los dibujos del
gordo Weary Willie en sus páginas ilustradas. Lo miré
más detenidamente y descubrí que era nada menos que mi
general De Vega…, el gran revolucionario, jinete
fugitivo en una mala mula e importador de picapedreros.
Cuando me vio, se quedó alelado, con la boca llena de
plátano y los ojos del tamaño de dos cocos.
144
“-¿Luchó usted por la causa de la libertad, señor?
-exclama el general derramando sus lágrimas sobre el
cargamento frutal.
145
las noches me escurría cautelosamente hacia la cubierta
inferior y me apoderaba de un balde de agua fresca.
146
pocos rifles para la guardia. Cree entonces que todos
los cajones están llenos de fusiles. Pero, en realidad,
llevan barretas. Sí. ¡Ah, señor, si usted hubiera visto
la cara del irlandés cuando se le ordenó trabajar!
147
aspecto del general no podía dejar de satisfacer a
Clancy.
148
trópico, lo empujé hacia una puerta, le conté lo que
deseaba hacer y los motivos que me impulsaban.
149
satisfacción. Keogh se inclinó y dio a su socio, en la
espalda cubierta de ropas delgadas, una palmada que
sonó como el reventar de las olas en la playa.
150
del sol del medio día por un acho tejado de paja. Sobre
esta plataforma tenían costumbre los vendedores de
exponer sus productos: carne fresca, pescado,
cangrejos, frutas del país, casabe, huevos, dulces y
altos montones tambaleantes de tortillas de un diámetro
similar al de los sombreros de los grandes señores
españoles.
151
adquirir las provisiones para el día… Sin duda,
lamentaban profundamente molestarlo.
152
reinaba en Coralio; paz árida y estéril, pero paz al
cabo.
1 En español en el original.
153
prestarle. Ni los más cínicos sofismas podrían
dignificar con el título de préstamo la moneda
desdeñosamente lanzada a un rastrojero que dormía sobre
las tablas desnudas del mercado público.
1 En español en el original.
2 En español en el original.
154
humedecido. Por la plazuela abierta desfilaba la
dolorosa procesión de los amigos de los prisioneros en
el “calabozo”1, llevando el desayuno a los encerrados.
Pero esas viandas no despertaban ningún deseo en
Blythe. Su alma sólo anhelaba una bebida o el dinero
con qué comprarla.
1 En español en el original.
155
expresión de completo alivio. La sonrisa conciliatoria
y engañosa que hasta entonces llevara grabada cedió
lugar a una mirada de grave y serena resolución. Por
mucho tiempo Belcebú había flotado sobre el mar de la
relajación, sosteniéndose por una línea apenas dentro
del mundo respetable que lo lanzara por la borda. Debió
sentir que este último golpe tronchaba la línea y
experimentar el alivio del nadador que se ahoga al
cesar de luchar.
156
desde el borde de un platanar hasta la casa. Blythe
subió por este camino a largas y resueltas zancadas.
157
-No, pero, en cierto modo general, representa
usted a la sociedad y, en forma particular, es usted
mi última oportunidad. He tenido que descender a esto,
viejo… Traté de hacerlo hace más de un mes cuando el
agente de Losada estuvo aquí investigando, pero no
llegué a decidirme. Ahora es distinto. Quiero mil
dólares, Goodwin y usted tiene que dármelos.
158
Ortiz. Trepé por la tapia, me tendí sobre la hamaca y
me quedé dormido. Desperté cuando una naranja me cayó
en la nariz y estuve un rato maldiciendo a Sir Isaac
Newton o quienquiera que inventara la ley de gravedad
sin cuidar de limitar su teoría a las manzanas.
159
sobre la hamaca aquella noche, sin despertar ni ver
nada.
160
buen tipo, Goodwin, y no lo molestaré más. No pondré
ningún obstáculo. Pero en este momento… tengo una sed
endemoniada, viejo…
161
-No pude -explicó febrilmente a la agitada fronda
del platanar-. Lo intenté, pero no pude. Un caballero
no bebe con el hombre a quien ha extorsionado.
ZAPATOS
1 En español en el original.
162
responda. Creen que un cónsul no tiene nada que hacer
sino escribir cartas. Ábreme ésta, viejo, y dime qué
desea. Me siento demasiado desalentado para moverme.
163
buen negocio. Dice que le han informado de la bonanza
que reina aquí y quiere aprovechar al momento.
1 En español en el original.
164
maniobras. En los barracones sacan los piecitos a
pastar.
165
superiores, una estación carbonera y un guiñol limpio
y de tendencias intelectuales.
JOHNNY.
1 En español en el original.
166
noches, pues el único sitio fresco en Coralio era la
galería sobre el mar de aquella residencia oficial.
167
-Ya lo creo, hombre -eran las últimas palabras que
escuchaba el vencedor de Cupido.
168
A Keogh le gustaba disfrutar cómodamente de su
alegría. Escogió un sitio limpio de la estera y se
tendió en el suelo. Sus carcajadas hacían temblar las
paredes. Johnny se dio vuelta y pestañeó.
169
Keogh se levantó y se sacudió. Con gran esfuerzo
logró adoptar una actitud decorosa.
170
respuesta a la consulta que le hiciera el jefe de
correos. Él se ofreció para escribir por mí. Yo buscaba
alguna forma nueva de negocios en que las ganancias
fueran mayores. Había observado en los periódicos que
esta costa ha merecido la atención de muchos
capitalistas. Le estoy sumamente agradecido por el
consejo que me dio. He vendido cuanto tenía e invertí
todo en un stock del mejor calzado que puede adquirirse
en el Norte. Me parece ésta una ciudad bien pintoresca,
John. Espero que los negocios sean tan buenos como me
lo permitieron imaginar los términos de su carta.
171
-No tienes necesidad de decírmelo -contestó Billy,
con benevolencia.
172
tiempo. Yo compraré seis pares de zapatos apenas se
abran las puertas. He ido a visitar a todos los amigos
y les he explicado la catástrofe. Todos comprarán
zapatos como si fueran ciempiés. Frank Goodwin comprará
en lotes, por cajones. Los Geddies se suscriben a once
pares entre ambos. Clancy invertirá las economías de
varias semanas, y hasta el viejo doctor Gregg quiere
tres pares de zapatillas de cocodrilo, siempre que
tengan su numeración. Blanchard vio a Miss Hemstetter,
y, como es francés, no creo que compre menos de una
docena.
Pinkney Dawson.
Dalesburg, Ala.
173
Envío giro cien dólares próximo correo, Mándeme
inmediatamente quinientas libras de almendruco seco y
duro. Nueva aplicación aquí en industria. Precio
mercado veinte céntimos libra. Próximos pedidos igual.
Urgente.
BARCOS
174
-¡Oh!, son sumamente tímidos -explicó Johnny,
enjugándose nerviosamente la frente-. Pronto se
acostumbrarán. Y cuando vengan, acudirán en tropel.
175
poderosas para permitirle sacar la mercadería sin
someterla a la inspección habitual. Hizo trasladar el
bulto al consulado, donde silenciosamente lo colocó en
un cuarto interior.
176
que habitualmente empezaban las ventas. Pero nadie
llegó. “¿Qué hay?1, comenzaron todos a preguntarse.
1 En español en el original.
2 En español en el original.
177
voz alta que aquella era una peste de arañas venenosas
de una especie desconocida.
178
culto. Sentado sobre una piedra, se sacaba los
almendrucos y peroraba.
1 En español en el original.
2 En español en el original.
179
-En su lugar yo no haría nuevos pedidos todavía -
aconsejó Johnny-. Espere hasta que se estabilicen las
ventas.
180
Apenas llegó la segunda encomienda de almendrucos,
Johnny se embarcó con ella y el resto del calzado con
rumbo a Alazán.
181
que no haya sido lo suficientemente explotado como para
que lo enseñen por correo las escuelas por
correspondencia. Tomo el camino más largo, pero me
gusta, por lo menos, asegurarme tantas probabilidades
de triunfar como el hombre que pretende aprender poker
en un transatlántico o se presenta como candidato a
gobernador de Yejas sostenido por el Partido
Republicano. Y cuando recojo las ganancias, no me gusta
encontrar el dinero de viudas y huérfanos en el montón.
182
de papel timbrado. Al entrar el visitante, levantó los
ojos.
183
desea más, creo que la querida Alabama podrá proveer a
la demanda. Cuando Johnny dejó el país, me dijo que me
avisaría en cuanto descubriera algo que resultara
comercial. ¿Cree usted oportuno hacer entrar los barcos
a la bahía y descargar?
184
Unidos de Norteamérica enviaran a Coralio un sucesor a
Atwood, cónsul renunciado.
185
El punto débil de su armadura era su pasión
insaciable por los monumentos y las medallas
conmemorativos de su gloria. En casa ciudad hacía
erigir su estatua adornada de largas leyendas, que
celebraban su grandeza. En el frontispicio de cada
edificio público había placas alusivas a su esplendor
y la gratitud de sus súbditos. Sus estatuillas y
retratos, diseminados por todo el país, se encontraban
en cada casa o choza. Un adulador de su corte lo había
pintado como un San Juan, con aureola y séquito de
acompañantes en uniforme de gala. Losada no advirtió
nada incongruente en el cuadro, y lo hizo colgar en la
catedral de la capital. Ordenó a un escultor francés
un grupo tallado en mármol, en que él aparecía al lado
de Napoleón, Alejandro el Grande y uno o dos más a
quienes consideró dignos de este honor.
186
una sombrilla verde. Llenó el fresco portal interior
del consulado con plantas y ejemplares raros, de tal
manera que no quedó sitio para una botella y una silla.
Keogh lo observaba con tristeza, pero sin rencor, y
comenzó a arreglar su equipaje, pues su nuevo proyecto
contra el estancamiento en el continente español
requería ante todo un viaje por mar.
187
-¡Qué tal, Carry! -dijo Keogh, cogiendo un
taburete y acercando los dedos a la cocinilla-. Me
alegro de haberte encontrado pronto. Te he buscado todo
el día en los directorios y galerías de arte. El mozo
del restaurante de la esquina me dijo rápidamente dónde
podía encontrarte. Estaba seguro de que todavía
estarías pintando cuadros.
188
-Vamos, desembucha. Si no tienes inconvenientes,
seguiré vigilando mis salchichas. Si se pasan un punto
del marrón Van Dyke, se estropean.
189
mil dólares! Me significarían dos años en París y uno
en Italia. Mañana empaquetaré mis cosas.
190
descalzas y con la mirada siempre tímida. Los
elegantes, con sus trajes de lino blanco y cimbreando
los bastones, iniciaban sus seductores paseos. El
ambiente todo estaba saturado de esencia humana,
artificiales encantos, coquetería, indolencia y
placer: los agrados de la vida creados por el hombre.
191
cuenta bancaria y una conciencia tranquila -decía
Keogh-. Apenas ve uno a un individuo desocupado, sin
hacer otra cosa que pasear y tomar instantáneas, puede
tener la seguridad de que vive en Bradstreet. Se
descubre a los millonarios en cuanto se les ve tomar
fotografías de todo lo que se les presenta. La gente
se impresiona más fácilmente con una Kodak que con un
título nobiliario o un alfiler de corbata con un
brillante de cuatro quilates.
192
a White y desapareció. El artista trepó por la escalera
como una exhalación, saltando de a tres los pel daños.
Keogh dejó fumar para convertirse en un silencioso
punto de interrogación.
193
Aunque de un solo piso, la Casa Morena era un
edificio de piedra pardusca, lujoso como un palacio en
su interior. Estaba situada sobre una pequeña colina
en el barrio alto de Coralio, al centro de un
amurallado jardín resplandeciente de espléndida flora
tropical. Al día siguiente, el coche presidencial
volvió a presentarse en busca del artista. Keogh salió
a pasearse por la playa, donde él y su “caja de
fotografías” constituían ya un espectáculo familiar.
Cuando regresó al hotel, White estaba sentado en una
silla de lona, en el balcón.
194
se divisan cañones, más ángeles y soldados. El hombre
que pinte este cuadro tendrá que tener el alma de un
perro y merecería caer en el olvido sin siquiera un
tarro de lata atado a la cola para recordarlo a la
posteridad con su tintinear.
195
sabes, y nadie podría decir nada del ángel. Este grupo
no me parece tan detestable. Si le colocas un Júpiter
a un par de charreteras y una espada, y si preparas
las nubes de manera que parezcan borrones de zarzamora,
no quedará mal como la escena de una batalla. Vamos,
si no hubiéramos fijado ya el precio, podríamos pedir
mil extra por Wáshington y cobrar un aumento de
quinientos dólares por el ángel.
196
diez mil. Deseo explotar una mina de cobre en Idaho y
convertirlos en 100.000. Esta es la finalidad de mi
negocio. Desciende de tu percha artística, Carry, y
recojamos este puñado de dólares que nos ofrecen.
197
Galería Nacional de los Héroes y Estadistas. Se había
invitado al artista para que retornara al día siguiente
a la Casa Morena, donde le serían cancelados sus
honorarios. A la hora indicada abandonó silencioso el
hotel, sin participar en los alegres comentarios de su
amigo sobre su triunfo.
198
En Coralio parecía haberse producido cierta
agitación. En las calles se escuchaba un confuso y
creciente rumor del cual surgían gritos agudos que
articulaban las frases de: “¡Abajo el traidor! ¡Muerte
al traidor!1
1 En español en el original.
199
Aquella noche, tanto en Coralio como en otras
ciudades, se encendió la ira popular. Muchedumbres
aullantes, volubles, pero peligrosas, recorrieron las
calles. Derribaron la gran estatua de bronce del
presidente, que se encontraba en medio de la plaza,
reduciéndola a un montón informe de metal. Arrancaron
de los edificios públicos las placas allí colocadas en
homenaje a la gloria del “Ilustre Libertador”. Sus
retratos fueron destrozados en las oficinas
gubernamentales. La multitud llegó a atacar la Casa
Morena, pero fue repelida por las milicias que
permanecían fieles al Ejecutivo. Durante toda la noche
reinó el terror.
200
Más tarde se reunió con White en el balcón,
luciendo una sonrisa radiante, amenazadora y rapaz en
el rostro.
201
Comprendí inmediatamente que era el momento de producir
mi obra maestra. Levanté la máquina a la altura de la
grieta y “disparé”. Precisamente en ese instante los
dos muchachos se daban un apretón de manos para
celebrar el convenio… Ves, así aparecen en la foto.
202
-Carry -dijo en tono distraído-; tú aprecias en
mucho tu arte, ¿verdad?
DICKY
203
Después de la impotente rebelión contra la
administración del presidente Losada, la nación se
resignó con tranquila tolerancia a los abusos de que
se acusara al mandatario. Los antiguos enemigos
políticos se paseaban del brazo por Coralio,
rápidamente olvidadas por el momento todas las
diferencias de opinión.
1 En español en el original.
204
monogramada botella, cuyo contenido, ahora
intrascendente, se conservaba seguro en poder del mar.
205
pelambrera más roja que se viera en el país. Hablaba
el castellano con la misma fluidez que el inglés y sus
bolsillos parecían siempre bien provistos de dinero;
no pasó mucho tiempo antes que fuera en todas partes
bien acogido. Manifestaba un gusto particular por el
vino blanco y pronto tuvo fama de poder beber más que
tres hombres juntos de la ciudad. Por doquiera que se
anduviese por el pueblo, bien pronto se encontraba a
Dicky o se escuchaba su risa generosa y siempre se le
veía rodeado de un grupo de admiradores que lo
apreciaban tanto por su natural bondadoso como por el
vino blanco que siempre estaba dispuesto a regalar.
1 En español en el original.
206
teñida-del-más-bello-tono-de-licado-y-levemente-
anaranjado-y-dorado”, obtendréis una descripción
aproximada de la hija de Madama Ortiz.
1 En español en el original.
207
mentiras. A intervalos regulares, Madama se presentaba
con los ojos llenos de una expresión sugeridora de
sedientos mirajes, y luego se oía el sordo crujir del
almidonado pantalón de alguno de los caballeros que se
ponía en pie para proponer una visita al bar.
1 En español en el original.
208
tras el apartado mostrador de la tiendecita, mientras
Dicky bebía y se divertía con sus frívolas amistades.
1 En español en el original.
2 En español en el original.
3 En español en el original.
4 En español en el original.
209
oscuros. Naturalmente, no tardaron los vecinos en
observar estos trajines y comentarlos.
210
glacial; él se animó; ella estalló en soberana
indignación; él se sintió arrastrado a una insensata
insistencia; ella le ordenó que abandonara la casa; él
trató de cogerle una mano… Y entonces entró Dicky,
sonriendo venturoso, rebosante de vino blanco y
diabólicas intenciones.
211
y condujeron, triunfantes, pero cautelosos, a la
cárcel. Lo apodaron “el Diablo Colorado”1 e hicieron
mofa de los militares por su derrota.
1 En español en el original.
212
Descalzo para no molestar a sus compañeros de
prisión, Dicky se paseó toda la noche por la cárcel,
maldiciendo su falta de dinero y la causa de ello…,
sea cual fuere. Sabía perfectamente que el dinero le
habría proporcionado una inmediata liberación.
1 En español en el original.
2 En español en el original.
3 En español en el original.
213
por ella. Ni un “real”1 hay en este pueblo para ayudar
a Dickee Maloney.
-El “Catarina”.
1 En español en el original.
2 En español en el original.
214
Transcurrió una hora antes de que llegara el
cónsul. Llevaba su sombrilla bajo el brazo y se
enjugaba nerviosamente la frente.
215
Contento de verse libre tan fácilmente, el cónsul
se apresuró a partir. El capitán del “Catarina”, un
robusto siciliano, no tardó en presentarse, y haciendo
a un lado sin ceremonias a los guardias, se acercó a
la puerta de la prisión. La Compañía Frutera Vesubio
tenía costumbre de proceder así en Anchuria.
216
-Yo tuve tres amigos que poseían dinero -pronunció
De Lucco, que tenía ribetes de filósofo-. Uno de ellos
especuló en la Bolsa y ganó diez millones; otro está
en el cielo, y el tercero se casó con una mujer pobre
a quien amaba.
1 En español en el original.
2 En español en el original.
3 En español en el original.
217
Así volvió la sonrisa al rostro de Dicky, pues ya
sabía que estaban contadas las horas de su cautiverio.
Y canturreó al compás de los trancos del centinela:
218
-Estaba pensando en las tonterías que imaginan las
muchachas -comenzó anticipándose a la pregunta de
Dicky-. Por haber asistido a un colegio de los Estados
Unidos, creía que debía tener ambiciones. Nada menos
que esposa del presidente podía satisfacerme. Y mira
tú, picarón, qué oscuro provenir me has ofrecido.
“ROUGE ET NOIR”2
1 En español en el original.
2 Rojo y negro. En francés en el original.
219
al cual había adulado confiriéndole autoridad de
tiranía, era hasta la fecha su poderoso apoyo.
220
constantemente silbando melodías de las óperas de
Vredi. El señor Espiridión, de las oficinas del
Ministerio de Hacienda, intentó llevar a cabo la
operación en beneficio de Anchuria. El encuentro tuvo
lugar en la cabina del “Salvador”, de la línea Vesubio.
221
la administración de Losada. De tal manera que, cuando
el gobierno inició el éxodo anual hacia la playa, era
evidente que la llegada presidencial no sería celebrada
con interminables festividades. El 10 de noviembre er a
el día fijado para el arribo a Coralio de la alegre
sociedad capitalina. Un ferrocarril de trocha angosta
se extiende veinte millas hacia el interior desde
Solitas. La comitiva presidencial se traslada en coche
desde San Mateo al terminal de esta vía y continúa en
tren hasta Solitas. De aquí avanza en gran procesión
hacia Coralio, donde, el día de la llegada, abundan
fiestas y ceremonias. Pero en esta temporada, el 10 de
noviembre se anunció con un agorero amanecer.
1 En español en el original.
222
tejados, pero nadie pronunció un solo viva. Ni coronas
de palmas y ramas de limonero ni vistosas guirnaldas
de rosas de papel adornaban ventanas y balcones como
era costumbre. Se observaba una apatía, un clima de
hostil y callada reprobación, tanto más ominosa cuanto
más desconcertante. Nadie temía un estallido, la
rebelión de los descontentos, pues carecían de jefe.
Ni el presidente o aquellos que le guardaban lealtad
habían oído murmurar siquiera entre ellos un nombre
capaz de cristalizar la inquietud en una oposición
organizada. No, no había peligro. El pueblo se
procuraba siempre un nuevo ídolo antes de derribar al
antiguo.
223
entró majestuosamente a la bahía a plena vista del
presidente y su comitiva. Naturalmente no había nada
de amenazador en su llegada –una firma comercial no
declara la guerra a una nación-, pero su presencia
sirvió para recordar al señor Espiridión y algunos
otros personajes de la comitiva, que la Compañía
Frutera Vesubio debía tener algo entre manos.
224
-¡Con esa cabeza pelirroja! ¡Guardarse de las
mujeres! ¡Y un Maloney por añadidura! ¿Acaso no tiene
una licencia? Pero, disparates aparte ¿cuál es tu
opinión en este asunto? Esta es una clase de aventuras
que no pertenecen a mi ramo.
225
según todo precedente debía pronunciar un elogio a su
hábil gestión y la felicidad del pueblo, el general
Pilar se detuvo. Entonces, silenciosamente, levantó
las llaves sobre su cabeza, mirándolas atentamente. La
cinta que las ataba se agitó al viento.
226
Es un hombre de mucho ánimo para su edad. ¿Qué dice
ahora?
1 En español en el original.
227
su espíritu. Y, más aún, su sabiduría, su valor, su
bondad. Y, más aún, su juventud, su imagen… Pueblo de
Anchuria, ¿has olvidado a Ramón, el hijo e Olivarra?
228
calle. Allí, sin perder su dignidad o la distinguida
elegancia que le deparaba la pérdida de su cabello
rojo, acogió en su pecho a todo el proletariado; los
descalzos, los sucios los indios, los caribes, los
bebés, los mendigos, ancianos jóvenes, santos,
soldados y pecadores, sin olvidar a ninguno.
229
se encaminaron hacia la playa donde los esperaba su
bote.
DOS RECUERDOS
1 En español en el original.
230
regresaría a contarnos cuál fue el misterio cuyas
huellas siguió aquella noche en Anchuria, cuando regó
de múltiples colillas el pie de la palmera durante su
solitaria vigilia en la playa. Esto se prometió, pero
queda aún por cumplir algo más importante: la
reivindicación de un delito aparente según se presenta
por el orden en los sucesos (verídicamente relatados).
Y la voz de un monologuista cumplirá con estas tres
promesas.
231
misión del mágico desaparecimiento, ha regresado,
aunque privado de los accesorios de su situación
anterior.
232
el momento en que se embarcó, en esa misma mañana, en
un barco frutero con destino a América del Sur,
acompañado de su única hija y una gran valija de mano…,
constituyendo esto toda su familia.
233
neoyorquinos. En la playa encontré a un yanqui, un tipo
alto y desparpajado, que estaba allí entre los monos.
Él me indicó la oficina del cónsul. Este era un buen
muchacho. Me dijo que el frutero era el “Karlsefin”,
pero que en el último viaje había llevado un cargamento
a Nueva York. Entonces tuve la seguridad de que mi
hombre venía a bordo, aunque todo el mundo me aseguraba
que no había desembarcado ningún pasajero. No me
parecía probable que lo hiciera hasta después de
anochecer, pues posiblemente lo habría intimidado la
presencia de mi yate en la bahía. No tenía, pues, más
que esperar y cogerlos cuando llegaran a la playa. Yo
no podía detener al viejo Wahrfield sin los documentos
para la extradición, pero mi propósito era apoderarme
del dinero. Esos tipos, por lo general, se rinden
fácilmente cuando se les sorprende cansados,
extenuados y con los nervios flojos.
234
Seguramente habían desembarcado mientras yo andaba
paseando. Era un hombre de unos cincuenta años, con un
rostro suave, gruesas cejas y vestido de negro, con un
aspecto que le hacía a uno pensar que estaba a punto
de preguntar: “¿Podría contestar a esto alguno de los
niños de la escuela dominical?” Llevaba en la mano una
valija que debía tener el peso de una docena de
ladrillos de oro, y una muchacha estupenda –un
verdadero primor- estaba sentada en una silla de
madera. Una anciana negra servía el café y fréjoles
sobre una mesa. La luz que los iluminaba provenía de
un farolillo colgado de un clavo. Avancé, me situé en
la puerta y cuando me miraron, dije:
235
“-Han pasado tres minutos –observé-. Se lo diré
mientras transcurren los dos restantes. Usted reconoce
ser el presidente de “La República”, ¿verdad?
236
“-Señor detective –me dijo con la voz un tanto
quebrada-. He decidido regresar con usted. He llegado
a la conclusión de que la vida en esta costa desolada
y triste sería peor que la muerte misma. Regresaré y
confiaré en la benevolencia de la Compañía “La
República”- ¿Ha traído alguna oveja?1
237
espera de órdenes, y yo propuse hacerlos conducir el
bote a una media milla de distancia a lo largo de la
costa, donde nos encontrarían. Lo difícil sería
llevarles el recado, pues no podía dejar la valija con
los prisioneros y tampoco podía llevarla conmigo, de
temor que los nativos me jugaran una mala pasada.
1 Verstche nicht, no comprendo. Noch eins, uno más. –(N. del T.).
238
lado. El señor Wahrfield tomó el arma y la lanzó al
mar.
239
“No era de aquellas que lo hacen a uno sentirse
fuera de ambiente. Podría figurar con ventaja en la
lista de las menciones honrosas.
240
“Todos sacudieron negativamente sus cabezas
rosadas.
EL VITAGRAFOSCOPO
241
notas altas. Al auditorio no le importa que los perros
saltarines vayan a parar a la perrera apenas hayan
terminado con la última pirueta. No desean que se les
distribuyan boletines médicos con la historia clínica
de las posibles heridas sufridas por el ciclista
humorístico que se retira de la escena lanzándose de
cabeza sobre un montón de platos (propios) de
porcelana. Tampoco consideran que sus asientos de
platea les confieren el derecho de ser informados sobre
si existe o no algún sentimiento entre la solista de
banjo y el monologuista irlandés.
242
Los empleados y directores se unen a mí para
transmitirle los sentimientos de nuestra sincera
estimación y agradecimientos por su pronto y apreciado
envío de la suma total perdida, hecho ocurrido antes
de transcurridos los quince días de su
desaparecimiento… Le puedo asegurar que no se permitirá
la menor publicidad en este asunto… Lamentamos
profundamente la muerte voluntaria del señor
Wahrfield, pero… Lo felicitamos por su matrimonio con
la señorita Wahsrfield…, infinitos encantos, modales
seductores, naturaleza noble y femenina y situación
envidiable dentro del mejor círculo de la sociedad
metropolitana…
Cordialmente suyo,
LUCIUS E. APPLEGATE.
EL VITAGRAFOSCOPO
(Cinema)
La última salchicha
243
que coloca sobre el hornillo. En ese momento la llama
se apaga indicando que se ha acabado la parafina. Con
evidente desesperación, el artista coge la salchicha
en un violento acceso de furor y la lanza lejos. En
ese preciso instante se abre la puerta y un hombre que
entra recibe, naturalmente, el impacto en la nariz.
Parece lanzar exclamaciones y se le ve ejecutar
vigorosamente uno o dos pasos de danza. El recién
llegado es un individuo de rasgos toscos, dinámico, de
expresión astuta y, al parecer, de ascendencia
irlandesa. En seguida se le ve reír inmoderadamente;
da una patada al hornillo y descarga vehementes
palmadas sobre la espalda del artista (que trata en
vano de cogerle la mano). Luego procede a una
pantomima, durante la cual el espectador inteligente
comprenderá que ha adquirido fuertes sumas de dinero
cambiando tachuelas de metal y navajas por polvillo de
oro entre los indios en la cordillera. Saca de su
bolsillo un fajo de billetes grueso como una marraqueta
de pan y lo agita sobre su cabeza, haciendo
simultáneamente el gesto de beber una copa. El artista
se apresura a coger su sombrero y ambos abandonan el
taller.
244
perezosamente en la arena y a palabra que siempre
repite “Isabel”. A pocos metros de distancia se ve a
un hombre sentado. Se adivina que son compañeros,
aunque ya no camaradas. Su rostro es moreno, suave y
casi inescrutable…, pero no del todo. Hablan poco. El
hombre también escribe sobre la arena con su bastón. Y
la palabra trazada es “Anchuria”. Y luego contempla la
línea donde el Mediterráneo y el cielo se mezclan en
su mirada con la muerte.
La selva y tú
T E L O N
245