Dorcas
Dorcas
Dorcas
Emprendedora y Solidaria
Hechos 9:36-43
1. Introducción
Un primer dato aparece al inicio del libro cuando se menciona a las mujeres que, junto
con los discípulos varones, esperaban el cumplimiento de la promesa del Espíritu en el
aposento alto: «Todos estos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres,
y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos» (Hch. 1:14). También se menciona
a las mujeres cuando Pedro, citando al profeta Joel, expresa lo siguiente: «vuestros hijos
y vuestras hijas profetizarán…» (Hch. 2:17). Las mujeres aparecen además en uno de los
resúmenes de la vida y misión de la primera comunidad cristiana que Lucas registra: «Y
los que creían en el Señor aumentaban más, gran número así de hombre como de mujeres»
(Hch. 5:14). De las mujeres que se integraban a la naciente comunidad cristiana, durante
la primera etapa de expansión misionera de la comunidad de Jesús, se hace referencia
asimismo en el registro de la experiencia de testimonio público de Felipe en Samaria:
«Pero cuando creyeron a Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de Dios y el nombre
de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres» (Hch. 8:12).
Mención aparte se tiene que hacer sobre el papel misionero clave de «María la madre de
Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos» (Hch. 12:12). María tuvo un papel misionero
valioso para el testimonio público de la primera comunidad cristiana, porque su casa de
Jerusalén, según el registro de Hechos de los Apóstoles, fue el centro de reunión de los
discípulos (Hch. 12:12). Esta referencia es importante, especialmente, por el lugar que
tuvieron los hogares de los primeros de los discípulos como espacios de reunión,
evangelización, compañerismo y cuidado mutuo en una sociedad que, paulatinamente, les
fue rechazando y persiguiendo (Hch. 4:1-3, 17-21; 5:17-18; 8:1-4; 12:1-5).
Aparte de esta información que se proporciona en Hechos de los Apóstoles, Lucas registra
también en su relato que, cuando el evangelio fue cruzando otras fronteras geográficas,
mujeres como Lidia en la ciudad de Filipos (Hch. 16:14-15, 40), las discípulas de la
ciudad de Tesalónica (Hch. 17:4), Priscila (Hch. 18:2-3) y las cuatro hijas de Felipe que
eran conocidas profetizas (Hch. 21:9), tuvieron un papel importante en la expansión del
testimonio cristiano. Una de las discípulas que destaca notoriamente en el relato lucano
de la expansión misionera de la comunidad de discípulos es Dorcas o Tabita, una mujer
emprendedora que vivía en el puerto de Jope1, y que estaba vinculada a la comunidad de
discípulos de esa ciudad.
1
Jope, la moderna ciudad de Jaffa, puerto marítimo más próximo a Jerusalén (Stott 2010:213).
De esta ciudad se afirma también lo siguientes: «Jope (Jafa heb. Yaf) está sobre la costa
mediterránea, unos diecisiete kilómetros al noreste de Lida» (Bruce 1998:236)
A Dorcas se le menciona solamente en Hechos 9:36-43. Su nombre Dorcas (griego) o
Tabita (arameo) significa gacela, lo que expresa, tal vez, su capacidad emprendedora y su
actividad misionera en beneficio del prójimo en necesidad. Esta discípula era muy
conocida en Jope debido a sus acciones de caridad orientadas al servicio a las personas
vulnerables e indefensas como las viudas (Hch. 9:39, 41-42). Dorcas, según el testimonio
de Hechos de los Apóstoles, comprendió claramente que el seguimiento a Jesús implicaba
un compromiso público con los marginados de la sociedad. Un compromiso orientado a
revertir el destino de los vulnerables, los indefensos y los oprimidos.
El relato de la vida y testimonio de Dorcas o Tabita forma parte del registro de las actividades
misioneras itinerantes del apóstol Pedro que Lucas inserta en Hechos de los Apóstoles (Hch.
9:32). A Dorcas se les describe como «una discípula» (Hch. 9:36). Y es la única mujer
llamada discípula (mathetria) en el Nuevo Testamento (de Beeching 2003:376; Johnson
1992:177)).
Lucas presenta en su relato a Dorcas como una discípula que tenía una preocupación
particular por las personas vulnerables e indefensas de Jope como las viudas (Hch. 9:36,
39). De su calidad de vida cristiana, de su comprensión del seguimiento a Jesús, de su
testimonio público, se afirma que «abundaba en buenas obras, y en limosnas que hacía»
(Hch. 9:36). Se trababa entonces de una creyente ejemplar que, además de ser generosa con
su dinero (daba limosnas), fue generosa también con su tiempo (abundaba en buenas obras)
y con sus habilidades y destrezas (confeccionaba túnicas y vestidos).
Esta discípula de Jesús, con su ejemplo de generosidad cristiana y de compromiso con los
indefensos, ha trazado la ruta que todo discípulo tiene que seguir. La práctica de las buenas
obras, antes que una desviación de la fe cristiana o una politización del evangelio, constituye
una clara señal de seguimiento a Jesús. En otras palabras, quien se reclame a sí mismo como
un discípulo de Jesús, tiene la ineludible responsabilidad de realizar buenas obras o de
preocuparse por el bien común, como dar limosnas para los pobres y socorrer a las viudas.
Pero no se trata de buenas obras que convierten a los sectores sociales indefensos, como las
viudas, en meros receptores de dinero o de otro tipo de ayuda esporádica, sino de buenas
obras orientadas a la transformación de la realidad de miseria material en la que estas
personas se encuentran y de las que necesitan salir.
De Dorcas o Tabita conocemos, si se sigue el relato de Hechos de los Apóstoles, que era una
persona con habilidades y destrezas particulares que puso al servicio del prójimo vulnerable
e indefenso, como las viudas de la ciudad de Jope (Hch. 9:36, 39). En el relato de acentúa
que ella «abundaba en buenas obras y en limosnas» (Hch. 9:36). ¡Dorcas fue una mujer
con habilidades visibles, una discípula comprometida, una creyente emprendedora!
Dorcas nos enseña, con su ejemplo de caridad cristiana, a pensar siempre en el prójimo
que tiene serias dificultades para sobrevivir en una sociedad que ignora, invisibiliza y
descarta a quienes, según los criterios de producción y rentabilidad, son accesorios,
inservibles o descartables. Este fue el caso de las viudas pobres en el mundo del primer
siglo. Y continúa siendo el caso de muchas madres solteras, huérfanos, adultos mayores,
personas con habilidades especiales, y los miles de pobres que habitan en las zonas rurales
y en las ciudades de nuestros países. Dorcas, con su ejemplo cristiano de servicio
orientado a los pobres y a los indefensos, «nos proporciona un modelo de caridad cristiana
hacia las personas marginadas de la sociedad» (Larkin 1995:152).
La muerte de Dorcas produjo dolor entre los discípulos, particularmente, entre las viudas
que ella atendía con mucha solicitud (Hch. 9:39). Cuando Pedro llegó, inmediatamente, le
llevaron al lugar en el que se encontraba el cuerpo inerte de Dorcas (Hch. 9:39-40). La
escena, como la describe Lucas, era bastante conmovedora, ya que todas las viudas a quienes
Dorcas ayudaba estaban llorando: «…y cuando llegó [Pedro], le llevaron a la sala, donde
le rodearon todas las viudas, llorando…» (Hch. 9:39). Hubo entonces un problema humano
que los discípulos no habían podido resolver. Quizá por esa razón llamaron a Pedro (Hch.
9:38) pensando que, como había sanado previamente a Eneas en el nombre de Jesús (Hch.
9:32-35), podía hacer lo mismo por Dorcas. Y no se equivocaron porque Jesús actuó
poderosamente resucitando a esta discípula tan amada (Hch. 9:41).
¿Por qué a los discípulos de Jope, especialmente a las viudas, les dolió tanto la muerte de
Dorcas y por qué tenían la esperanza de que ella vuelva a la vida? Sabemos, por el relato
de Hechos de los Apóstoles que las «obras de caridad cristiana de Dorcas la habían hecho
especialmente querida para sus amigos y vecinos» (Bruce 1998:236). Y que era bastante
conocida por «su bondad hacia los pobres» (Larkin 1995:151). En otras palabras, sus
acciones misioneras en favor de las personas pobres, vulnerables e indefensas, como las
viudas, tuvieron un efecto notable, dentro y fuera de la comunidad de discípulos de Jope.
Esto explica por qué, cuando Pedro en el nombre de Jesús resucitó a esta mujer tan amada
y entrañable para quienes la conocían y habían sido beneficiadas por sus acciones de
caridad cristiana, «muchos creyeron el Señor» (Hch. 9:42). Fue así, porque «la caridad de
Dorcas se extendía más allá de los límites de la asamblea local de discípulos» (Bruce
1998:237, nota al pie 85).
Dorcas, con su ejemplo de vida, nos desafía entonces a salir de nuestra comodidad y
tranquilidad, para servir sin reservas a las víctimas de la violencia institucionalizada
(racismo, segregación, marginación, exclusión, injusticia, impunidad) que condena a los
pobres y a los indefensos de la sociedad a la invisibilidad, postergación y olvido. Dorcas
diría ¡NO! Su ejemplo nos desafía a poner nuestras manos, habilidades, destrezas y
posesiones materiales al servicio de la defensa de la vida y la dignidad humana. Ella, con
su ejemplo de compromiso cristiano, nos desafía a luchar frontalmente contra todas las
violencias que rebajan la vida y la dignidad humana de los pobres y de los ausentes de la
“historia oficial” de nuestros países.
Bibliografía
Bruce, F.F.
1998 Hechos de los Apóstoles: Introducción, comentario y notas,
Buenos Aries: Nueva Creación-William B. Eerdmans Publishing
Company.
De Beeching, M
2003 «Dorcas» en Nuevo Diccionario Bíblico Certeza, Barcelona-
Buenos Aires-La Paz: Ediciones Certeza Unida. 376.
González, Justo
2000 Hechos de los Apóstoles, Buenos Aires: Ediciones Kairos.
Johnson, Luke
1992 The Acts of the Apostles, Collegeville (Minnesota): The Liturgical
Press.
Larkin, William
1995 Acts, Downers Grove-Leicester: InterVarsity Press.
Marshall, Howard
1996 The Acts of the Apostles, Leicester-Grand Rapids: Inter-Varsity
Press-William B, Eerdmans Publishing Company.
Stott, John
2010 El mensaje de Hechos, Barcelona-Buenos Aires-La Paz: Ediciones
Certeza Unida.