El Sacramento Del Matrimonio
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El Sacramento Del Matrimonio
Dios ha hecho al hombre y a la mujer el uno para el otro para que "ya
no sean dos, sino una sola carne" (Mt 19,6): de esta forma deben
vivir el amor, ser fecundos y así convertirse en signo del mismo Dios,
que no es otra cosa que amor desbordante. [1601- 1605]
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¿Por qué es indisoluble el matrimonio?
El matrimonio es indisoluble por tres razones:
Por un lado porque corresponde a la esencia del amor el entregarse
mutuamente sin reservas; luego porque es una imagen de la fidelidad
incondicional de Dios a su creación; y es también indisoluble, finalmente,
porque representa la entrega de Cristo a su Iglesia, que llegó hasta la
muerte en Cruz [1605, 1612-1617, 1661]
En un tiempo en el que en muchos sitios se rompen 50% de los
matrimonios, cada uno que perdura es un gran signo, en definitiva un signo
de Dios. En esta tierra en la que tantas cosas son relativas, los hombres
deben creer en Dios, el único absoluto. Por eso todo lo que no es relativo es
tan importante: alguien que dice absolutamente la verdad o es
absolutamente fiel. La fidelidad absoluta en el matrimonio no es tanto un
testimonio del logro humano como de la fidelidad de Dios, que siempre está
presente, aun cuando a todas luces le traicionamos y le olvidamos. Casarse
por la Iglesia quiere decir confiar más en la ayuda de Dios que en la propia
provisión de amor.
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No pocas veces Jesús llama a algunas personas también a una cercanía especial con él.
Éste es el caso cuando experimentan en su interior el deseo de renunciar al matrimonio
"por el reino de los cielos". Esta vocación no supone nunca un desprecio del matrimonio o
de la sexualidad. El celibato voluntario sólo puede ser vivido en el amor y por amor, como
un signo poderoso de que Dios es más importante que cualquier otra cosa. El célibe
renuncia a la relación sexual, pero no al amor; sale anhelante al encuentro de Cristo, el
esposo que viene (Mt 25,6). Muchas personas que viven solas por otros distintos
motivos sufren por su soledad, la experimentan únicamente como carencia y desventaja.
Pero una persona que no tiene que preocuparse de una pareja o de una familia, disfruta
también de libertad e independencia y tiene tiempo de hacer cosas importantes y llenas
de sentido para las que no tendría tiempo una persona casada. Quizás sea voluntad de
Dios que se ocupe de personas por las que nadie más se preocupa.
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¿Cómo se celebra la boda por la Iglesia?
Una boda debe celebrarse ordinariamente de modo público. Los contrayentes son preguntados por
su deseo de contraer matrimonio. El PRESRÍTERO o EL DIÁCONO bendice los anillos.
Los contrayentes intercambian los anillos y se prometen mutuamente "fidelidad en la prosperidad
y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte nos separe", diciéndose el
uno al otro de modo solemne: "Yo prometo amarte, respetarte y honrarte todos los días de mi
vida". El celebrante confirma el enlace y otorga la bendición. [16211624, 1663]
De la forma siguiente la Iglesia pregunta, en el rito del matrimonio, primero al esposo y luego a
la esposa, o a ambos. Celebrante: N. y N., ¿venís a contraer matrimonio sin ser coaccionados, libre
y voluntariamente? Esposo/ Esposa: Sí, venimos libremente. Celebrante: ¿Estáis decididos a
amaros y respetaros mutuamente, siguiendo el modo de vida propio del Matrimonio, durante toda
la vida? Esposo/Esposa: Sí, estamos decididos. Celebrante: ¿Estáis dispuestos a recibir de Dios
responsable y amorosamente los hijos, y a educarlos según la ley de Cristo y de su Iglesia?
Esposo/Esposa: Sí, estamos dispuestos.
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Nada en la Iglesia primitiva fascinaba más a los hombres en el "nuevo camino" de los
cristianos que las "iglesias domésticas". Con frecuencia alguien "creyó en el Señor con
toda su familia; también otros muchos corintios ... creían y se bautizaban" (Hch l8,8).
En un mundo no creyente surgían islotes de fe vivida, lugares de oración, de compartir,
de hospitalidad cordial. Roma, Corinto, Antioquía, las grandes ciudades de la Antigüedad,
quedaron pronto inundadas de iglesias domésticas como si fueran puntos de luz. También
hoy en día las familias, en las que Cristo se encuentra en su casa, son el gran fermento
de renovación de nuestra sociedad.
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Dialogar
Celebrar
Obedecer
Convivir
Trabajar
Aprender
Crear
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