Artículo Teatro Como Transmisión Ideológica
Artículo Teatro Como Transmisión Ideológica
Artículo Teatro Como Transmisión Ideológica
Resumen
El presente trabajo analiza el teatro desde una perspectiva social, en base al desarrollo
teórico de Antonio Gramsci, a fin de reconocer dicho acto escénico como parte de los
mecanismos que propician la instauración o la transformación de las ideologías dominantes
del contexto donde se suceden.
Abstract
The next work analyzes theater from a social perspective, based on Antonio
Gramsci’s theoretical development, in order to recognize said stage act as part of the
mechanisms that propitiate the instauration or transformation of the dominant ideologies of
the context where they happen.
The central elements that constitute the theatrical stage act are analyzed and
articulated with the theoretical postulates on ideology, praxis and hegemony. It is also
looking, as a mean of historical landing, to utilize two cases within the history of Mexican
theater: The colonial evangelist theater, and CONASUPO theater of Rural Orientation from
the beginning of the 20th Century.
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*emanuelgrimaldi@gmail.com
Compañía Nacional de Subsistencias Populares
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Key words: Theater, ideological transformation, Gramsci, mexican theater
Introducción
Este trabajo nace de la búsqueda por encontrar puntos de referencia que nos ayuden a
analizar las posibilidades que el teatro tiene de manifestarse como un medio de transmisión
y transformación ideológica, tanto en el plano individual como en el colectivo; ya que si
bien es por un lado un espacio de entretenimiento, es también una práctica social, la cual,
como se analizará con detenimiento, es capaz de tocar a fondo nuestra manera de
reconocernos a nosotros mismos y al mundo que nos rodea. En este sentido, el teatro es un
ejercicio artístico que más allá de su valor estético, es un poderoso mecanismo de cohesión
social, de transmisión de saberes, de reflexión, de crítica, pero también de reproducción
ideológica y dominación.
Se parte así de las interrogantes: ¿Puede el teatro manifestarse como una práctica
capaz de modificar nuestro entendimiento del mundo y la manera en que nos vinculamos
con él? ¿Podemos considerarlo como un medio para el mantenimiento o la transformación
de la manera en que una sociedad se piensa a sí misma, a su historia, o al mundo?
Esto no implica que se trate de una relación uniforme entre el contexto social y las
manifestaciones teatrales, más bien se trata de una relación abierta y dúctil, donde las
2
concepciones particulares que los creativos tienen del mundo se manifiestan sobre la
escena, conectando las formas de pensamiento individual con las colectivas en una
experiencia en común, Di Sarli, Radica y Quintero [CITATION DiS08 \n \t \l 2058 ] refieren a
esto como la óptica desde la cual se construye el discurso teatral y mencionan que:
Este análisis busca ir más allá del contenido de las obras teatrales y comprenderlas
desde un enfoque que permita reconocer sus posibilidades como parte de los factores que
hacen posible la instauración o la transformación de un cierto sistema social, tanto a nivel
ideológico como material.
En este sentido resulta importante reconocer que no son pocas las manifestaciones
teatrales que son desarrolladas en torno a problemáticas sociales, sin embargo el hecho de
que una cierta obra teatral aborde un determinado problema de carácter social no implica
por añadidura que esta obra sea un ejercicio práctico que promueva la transformación o la
toma de conciencia sobre dicho estado de desigualdad o injusticia.
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situadas en espacios alternativos y haber sido creadas desde un principio contrahegemónico
de resistencia ante la lógica capitalista del arte como mercancía, en su discurso escénico
podemos ver reflejadas las estructuras de dominación ideológica propias del sistema social
en el que se suscitan.
Considerar esto nos obliga a reconocer que para analizar las posibilidades del teatro
como medio de transmisión y transformación ideológica no basta con pensar el teatro en
términos de contenido discursivo, ni basta tampoco reconocerlo en tanto su lugar dentro de
la estructura social, más bien es necesario ir más allá de la dicotomía dada entre la forma
escénica y el contenido discursivo de las piezas, para articular la propuesta teatral con las
condiciones materiales de su producción, comprender su propia historicidad y reconocer el
vínculo que el acto escénico presenta con su contexto.
Así mismo se busca también, como medio de aterrizaje histórico, utilizar dos casos
dentro de la historia del teatro mexicano: El teatro evangelizador colonial y Teatro
Conasupo3 de Orientación Campesina de principios del siglo XX y analizarlos desde la
perspectiva teórica descrita a fin de ejemplificar en casos concretos la función que el teatro
a través del tiempo ha tenido como parte de los mecanismos de instauración de un sistema
hegemónico así como algunas de sus posibilidades como fuerza de oposición.
2
l C Consideramos aquí a La filosofía de la praxis como la sistematización historicista del buen sentido,
definitivamente emancipado del sentido común de las filosofías anteriores. Digamos que se concibe como
una nueva filosofía integral de la historia, entendida ahora como política, como un historicismo absoluto. El
marxismo es para Gramsci un ejercicio crítico de las teorías y de las concepciones del mundo que se
sintetiza: (1) en un conjunto de proposiciones fundamentalmente políticas para la crítica material del
desarrollo de la filosofía, la ideología y la ciencia; (2) en una serie de propuestas para una nueva ordenación
y realización institucional – y cultural - de la filosofía; y (3) en un nuevo sentido común y una nueva
hegemonía[CITATION Rod07 \p 7 \l 2058 ]
3
Compañía Nacional de Subsistencias Populares
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El teatro como praxis, un análisis desde las bases teóricas de A. Gramsci
A lo largo del devenir del ser humano encontramos un sin fin manifestaciones
teatrales, tan diversas como el teatro griego de la época helénica, el teatro noh de Japón, los
autos sacramentales de la edad media o el teatro de comedia del arte por nombrar algunos.
Todos ellos muy distintos entre sí, desde lo que ocurre sobre el escenario hasta la
ubicación, participación y relación con los espectadores; resulta tan diferente la experiencia
de acompañar un carro sobre la calle en el cual se está representando un pasaje bíblico, en
comparación con presenciar una escenificación dentro de una sala de teatro convencional,
que se vuelve indispensable para su estudio puntualizar desde la esencia misma qué implica
eso que llamamos “teatro”, el investigador Jorge Dubatti [CITATION Dub09 \n \t \l 2058 ]
hace referencia al respecto cuando menciona:
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Etimológicamente la palabra teatro proviene del término griego Theatrón 4, que en
palabras de Pavis [CITATION Pavice \n \t \l 2058 ]: “designaba el lugar donde se situaban los
espectadores para ver la representación” (pág. 39). Así, teatro originalmente remite a un
lugar de encuentro, espacio físico que en la medida que fue desarrollándose en términos
arquitectónicos se volvió sinónimo de la construcción del edificio conocido como teatro.
Igualmente se utilizó este término para referir a la acción escénica teatral ahí sucedida, en la
cual los actores representaban ante un público creaciones dramáticas las cuales eran
ensayadas y perfeccionadas por medio de la repetición memorizada de textos escritos los
cuales a su vez también adoptaron la palabra de “teatro”, en ese último sentido al leer las
obras dramáticas de Esquilo es que se puede decir que se está leyendo teatro5.
En este sentido, el teatro implica tanto un lugar físico como una acción, podemos
decir que la acepción de teatro como espacio implica que se trata del sitio destinado a la
presentación de obras teatrales, mientras que desde su entendimiento como acción puede
definirse en su forma más simple como el evento en el que alguien que personificando algo
hace alguna cosa para que alguien más lo vea: “La situación teatral, reducida a su mínima
expresión consiste en que A personifica a B mientras C lo mira” 6 [CITATION Ben04 \p 146
\t \l 2058 ].
6
posibilidades distintas al mundo que comúnmente podríamos comprender como habitual y
el cual se concibe a sí mismo como como tal, como teatro. Se trata de lo que el investigador
Jorge Dubatti puntualizó como poiésis, una dimensión poética que distingue el mundo del
teatro como un mundo paralelo al mundo, que implica desde luego un entendimiento
común entre los creadores y los espectadores sobre lo que es el teatro. Dicho entendimiento
se establece sobre una concepción de teatro determinada, que, desde luego no es arbitraria
sino que responde a múltiples factores contextuales, históricos, políticos y sociales,
retomemos las palabras del investigador Jorge Dubatti (2009) quién menciona que.
La Filosofía del Teatro propone que no puede haber poíesis si la nueva forma
no se diferencia, distancia y automatiza del régimen de la realidad cotidiana (y
su extensión en el mundo), si no instala su propio régimen y se ofrece a la vez
como complemento y ampliación, “mundo paralelo al mundo” (pág. 10).
Así, el teatro es una construcción subjetiva de la realidad sobre otra realidad previa
existente que se crea tanto desde el plano individual (dramaturgia, dirección escénica)
como desde el colectivo (montaje, compañías y grupos de teatro); al tiempo que se sucede
dentro de contextos dados, grupos y comunidades específicos, de modo que el quehacer
teatral se encuentra articulado como tal a partir de la cohesión de las concepciones del
mundo, tanto de los creadores escénicos como de los espectadores.
Estas concepciones del mundo son por demás complejas y variables, no responden a
un sistema homogéneo universal, sino a uno versátil y heterogéneo, implantado en lo
profundo de la existencia colectiva; Duvignaud en su texto sociología del teatro (1965)
menciona al respecto que:
En ese sentido, podemos ver cómo cada manifestación teatral es producto de ciertas
formas de comprender el mundo, que desde luego implican lo puramente individual, pero
al mismo tiempo van más allá de él. Dichas concepciones sobre el mundo son lo que
7
Gramsci denominó como ideologías: “un conjunto de ideas sobre la realidad que orientan
una determinada acción práctica o un conjunto de ideas fundamentales que caracteriza el
pensamiento de una persona o colectividad”[CITATION Jar13 \p 16 \l 2058 ].
7
En este sentido bloque histórico refiere a la relación histórica determinada que articula las condiciones de
la estructura con los de la superestructura social. Es el espacio donde se sucede la cohesión entre el terreno
ideológico y el estructural y dentro del cual se hacen manifiestas las contradicciones y la tendencia a la
transformación. Gramsci[CITATION GRa71 \n \t \l 2058 ] menciona al respecto que: La estructura y las
superestructuras forman un “bloque histórico” o sea que el conjunto complejo, contradictorio y discorde de
las superestructuras es el reflejo del conjunto de las relaciones sociales de producción. De ello surge: sólo un
sistema totalitario de ideologías refleja racionalmente la contradicción de la estructura y representa la
existencia de las condiciones objetivas para la subversión de la praxis. (pág.46)
8
forman el terreno en que los hombres se mueven, adquieren conciencia de su
posición, luchan, etc. En la medida en que son «arbitrarias» sólo crean
«movimientos» individuales, polémicas, etc. (pág. 38).
Como podemos notar, las ideologías orgánicas, al organizar y dar sentido al conjunto
social, constituyen un punto central en el por qué y para qué de las actividades materiales
que realizan los sujetos, orientan la fuerza de trabajo, los medios de producción, de
consumo y de entretenimiento; cohesionan tanto las acciones de carácter social, como las
condiciones materiales de existencia, dando paso a un sistema organizado en función de las
ideologías orgánicas dominantes propias de cada bloque histórico, constituyendo así lo que
Gramsci apuntaló como una hegemonía; la investigadora social Giacaglia Mirta [CITATION
Gia02 \n \t \l 2058 ] menciona al respecto que:
9
produciendo una crisis en la ideología dominante y su consecuente rechazo.
[CITATION Alb \p 158 \l 2058 ]
Esta hegemonía es instaurada entre los miembros de una sociedad por medio de
instituciones encargadas de transmitir las ideologías predominantes de su respectivo
tiempo y espacio, ideologías que desde luego no son neutrales, se encuentran articuladas en
función del beneficio de la clase dominante. De modo que los propios mecanismos que
utiliza la hegemonía para perpetuarse responden a los intereses de aquellos que
previamente ostentan el poder sobre las clases subalternas; principalmente se trata de los
medios de comunicación así como las instituciones educativas, religiosas, políticas y
recreativas. Jardón (2013) lo puntualiza al mencionar que:
10
Cuando la clase social que detenta el poder ya no puede dirigir, cuando su
ideología es rechazada, cuando se van desprendiendo los consensos. En
síntesis, cuando no lleva adelante a la sociedad porque no puede responder a
sus demandas, entonces se produce una crisis orgánica, una crisis estructural
que afecta a todo el bloque histórico, que incluye una crisis de hegemonía.
[CITATION Alb \p 159 \l 2058 ]
Todos los hombres son intelectuales, podríamos decir, pero no todos los
hombres tienen en la sociedad la función de intelectuales. Cuando se distingue
entre intelectuales y no intelectuales, en realidad sólo se hace referencia a la
inmediata función social de la categoría profesional de los intelectuales.
[CITATION Gra16 \p 19 \t \l 2058 ].
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En ese sentido Gramsci pone particular atención en aquellos que según las
actividades que desempeñan cumplen la función de organizar y dar sentido a las ideologías
que cohesionan y dan rumbo a cada momento histórico; los intelectuales orgánicos. La
diferencia entonces radica en la función que cumplen por medio de las prácticas sociales
que ejercen, las cuales se encuentran invariablemente ideológicamente orientadas.
Mas esta relación con el contexto es dúctil y cambiante, de modo que una misma
persona puede cumplir con la función de intelectual orgánico en un contexto determinado,
como un profesor dentro de un salón de clases, para luego ser receptor de la transmisión
ideológica de otro intelectual orgánico dentro de otro contexto, ya sea al momento de
asistir a un evento político, presenciar una ceremonia religiosa o ir a una función de teatro.
Como podemos ver, es justo en este punto donde podemos comprender cómo el
teatro, al tratarse de un ejercicio de transmisión ideológica, forma parte de los mecanismos
que pueden encontrarse al servicio de una cierta hegemonía. Pues recordemos que el teatro
es siempre una acción escénica de carácter social, y dicha acción se encuentra
invariablemente construida desde una cierta perspectiva, tanto individual como colectiva, y
guarda por lo tanto una cierta manera de entender el mundo, se trata entonces de una
actividad material, objetiva y conscientemente intencionada, es lo que el investigador y
teórico social Adolfo Sánchez Vázquez [CITATION Sán80 \n \t \l 2058 ] comprende como
una praxis8 artística:
8
Praxis: en el sentido de la Tesis I sobre Feuerbach (de Marx) [se entiende como]: "Actividad humana como
actividad objetiva", es decir, real; "actividad revolucionaria... crítico-práctica". Actividad, pues, orientada a la
transformación de un objeto (naturaleza o sociedad), como fin, trazado por la subjetividad consciente y
actuante de los hombres y, por consiguiente, actividad —en unidad indisoluble— objetiva y subjetiva a la
vez. [CITATION Sán77 \p "64 y 65" \t \l 2058 ]
12
nueva: la exigida por la actividad humana que el objeto creado o producido ha
de satisfacer. El arte no es una mera producción material ni pura producción
espiritual (pág. 258).
Y posteriormente agrega:
Desde esta perspectiva es posible reconocer como el teatro, más allá de sus
posibilidades estéticas tiene y ha tenido un lugar particular dentro de los mecanismos de
instauración y transformación ideológica a nivel social. Puesto que, al sustentarse en una
cierta concepción del mundo (Gramsci) y construirse a partir de una cierta concepción del
teatro (Dubatti) puede ser que se trate ya sea, de una manifestación ideológica que
transmita y reproduzca la visión del mundo de la clase dominante o bien que la critique y
transforme.
No es casual que a través de la historia el teatro ha sido parte de los mecanismos que
diferentes sistemas han empleado para establecer, transformar o perpetuar una cierta
hegemonía. Así, a manera de aterrizaje histórico, serán desarrollados en el siguiente
apartado dos casos característicos del teatro como un medio de transmisión y
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transformación ideológica: El teatro evangelizador dentro de la Nueva España y el Teatro
Conasupo de Orientación Campesina, emprendido en México a principios del siglo XX.
Pensar el teatro desde este enfoque nos ayuda a dilucidar algunas de las
implicaciones que tiene este arte como parte de los mecanismos sociales de instauración y
cambio ideológico; cómo es que por medio del teatro se transmiten y se transforman las
ideologías orgánicas que dan sentido y dirección a la sociedad civil. Para profundizar en
esto se analizan en este apartado dos manifestaciones teatrales que, como veremos con
detenimiento, son un claro ejemplo del uso del teatro como mecanismo de transmisión
ideológica, el primero de ellos a favor del sistema hegemónico instaurado y el segundo
como un ejercicio contrahegemónico.
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Consideremos que el exterminio de la población nativa fue prohibida en el año de
1537 por el papa Paulo III, quien dictaminó por medio de la bula Sublimis Deus que los
indígenas eran seres humanos con alma, dignos de ser libres, tener posesiones y abrazar la
fe de manera pacífica. Esto desde luego no evitó la continua matanza de poblaciones
enteras, ni el uso de la violencia extrema sobre la población indígena; pero si marcó el
punto de partida para los procesos de evangelización dentro de la Nueva España. La
necesidad de instaurar una nueva base ideológica orgánica (fe católica) sobre la población
se había vuelto la nueva prioridad de los conquistadores.
La instauración de esta nueva hegemonía colonial fue implantada por medio del
ejercicio activo de la iglesia, el desarrollo escolástico y el control de los espacios de
recreación; siendo el teatro un mecanismo de gran valor para el proceso de transformación
ideológica de los indígenas quienes requerían ser adaptados a una nueva lógica de
dominación; Yolanda Argudín[CITATION Arg85 \n \t \l 2058 ] menciona en ese sentido que:
Miguel Ángel Vásquez remarca al respecto que: “La predilección oficial por la
representación de comedias [en la época de la colonia] sobre otras recreaciones
escénicas… radica en la trascendencia social del teatro como un medio de difusión de las
15
buenas costumbres y a su importancia económica” (Vásquez, en Zamorano Navarro, y
otros. 2012, pág. 35).
Otro recurso escénico de gran importancia en la Nueva España fue el uso de títeres
para representar pasajes bíblicos como mecanismo evangelizador; reafirmando así que el
uso del teatro como una praxis capaz de tocar a profundidad las ideologías orgánicas de la
sociedad fue ampliamente aprovechado por la iglesia católica. Beezley [CITATION Bee08
\n \t \l 2058 ] profundiza al respecto al mencionar que:
Una vez instaurada la Nueva España como sistema político hegemónico, el teatro
buscó reproducir las formas escénicas predominantes en el continente europeo, figura
ideológica rectora de la nueva hegemonía colonial, autores de renombre como Sor Juana
Inés de la Cruz o Juan Ruiz de Alarcón escribieron grandes piezas dramáticas que por un
lado abrieron brecha en la producción artística propia de la Nueva España, al tiempo que
reproducían los estilos predominantes del teatro en Europa; Argudín [CITATION Arg85 \n
\t \l 2058 ] lo puntualiza categóricamente al mencionar que: “durante la colonia, el teatro
en México no es otra cosa que la copia de modelos españoles adaptados a la búsqueda de
identidad diferente de "lo español" en una búsqueda por lo mexicano” (pág. 12)
16
factores que coadyuvaron a la transformación de un sistema social en beneficio de la clase
dominante.
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Entre 1942 y 1948 las Misiones Culturales construyeron 200 teatros, presentaron 500 obras y dieron 400
funciones de marionetas dentro de la república mexicana. [ CITATION Fri90 \l 2058 ]
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socioeconómica del pueblo rural, e incorporando como actores a campesinos,
quienes crearían en forma colectiva sus propias obras. (págs. 52 y 53).
Este programa dejó una importante huella en tanto las posibilidades del teatro como
praxis contrahegemónica, ya que al crearse a partir de las necesidades concretas de los
propios campesinos se establecieron medidas concretas para solucionar las problemática de
cada contexto en cuestión. El teatro funcionó no sólo como un medio de transmisión de
ideologías arbitrarias, sino como un espacio para el replanteamiento concreto de las
ideologías orgánicas que daban sentido la manera en los propios campesinos vivían sus
vidas así como la manera en que se relacionaban entre ellos y el mundo que les rodeaba,
Rodolfo Valencia, supervisor artístico del programa menciona al respecto que:
Merece la pena reflexionar con detenimiento las palabras de Valencia, puesto que
muestran cómo, por medio de este acto escénico, es posible transformar un sistema que
hasta el momento había permanecido como hegemónico. El hecho de modificar en la
práctica las relaciones políticas y económicas entre el campesinado y el Estado denotan no
sólo un cambio en las relaciones materiales, sino también en tanto al manera en que
ideológicamente los campesinos se relacionaban con los poderes estatales.
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de nuevas teatralidades de corte contrahegemónico dentro del país. Pronto surgieron
nuevas manifestaciones de teatro popular inspiradas en los proyectos del Teatro Conasupo,
entre las que se destaca el Proyecto de Arte Escénico Popular, el cuál buscaba el desarrollo
del teatro popular como medio para la manifestación de problemáticas sociales donde fuese
posible hacer del teatro un instrumento “educativo”, “comunicador” y “transformador”.
Queda tanto por comprender sobre el teatro como medio de transmisión ideológica
que estas líneas bien pueden ser vistas como sólo el comienzo de un trabajo de desarrollo
teórico que aun presenta grandes vacíos por cubrir. Es necesario profundizar mucho más en
las posibilidades del teatro como medio de transmisión y trasformación ideológica y
considerarlo desde la óptica del propio sistema del mercado, desde la industria del
entretenimiento, y comprender las maneras en las que el propio sistema hegemónico
capitaliza dichas fuerzas.
Al respecto habría que mencionar, que de entre las muchas, o pocas claridades que
este análisis ofrece, la primera que habría de puntualizar, es cómo al momento de
reconocer la praxis como centro articulador de la mirada analítica sobre las ideologías
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orgánicas transmitidas dentro de una cierta creación teatral es que se hacen visibles las
relaciones de dicha obra en tanto al sistema hegemónico al que pertenecen.
Se trata de un enfoque que busca ayudar a hacer visibles una serie de factores tanto
ideológicos como materiales que nos permitan comprender el fenómeno teatral desde una
óptica crítica; la cual articule la base ideológica que sustenta el acto escénico con los
mecanismos teatrales empleados, la relación con el contexto, la historicidad del medio
social y del acto teatral mismo.
En gran medida, este trabajo busca ser punto de apoyo de futuras investigaciones que
conciban la praxis contrahegemónica del teatro como un mecanismo concreto de
transformación ideológica, y por lo tanto de transformación en la manera que tenemos de
comprender el mundo y a nosotros en él, pues es indispensable primero ser capaces de
reconocer las condiciones puntuales de los elementos que nos permiten concebir una cierta
praxis como contrahegemónica para entonces dar rienda a su seguimiento longitudinal
como proceso de transformación ideológica a nivel social.
Sirva entonces este escrito como un pequeño paso en el camino hacia una
comprensión crítica sobre estas propuestas teatrales que ciertamente navegan entre el
encuentro abierto con un mundo profundamente desigual y la esperanza (¿utópica?) de que
es posible transformarlo.
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