Perjuicios y Daños Del Amor Romántico

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PERJUICIOS Y DAÑOS DEL AMOR ROMÁNTICO (En Scribd)

Lic. Oscar De Cristóforis*

El amor romántico, como cualquier otra conceptualización sobre el amor, es una


construcción cultural. A partir de ella, los individuos construyen sentido en relación con la
experiencia amorosa, y establecen y reproducen un conjunto de prácticas.

Esta forma de comprender el amor, lleva ya varios siglos de vigencia en el mundo


occidental, y por supuesto, ha venido sufriendo importantes transformaciones, principalmente
desde mediados del siglo pasado. Y tal vez la modificación más importante de las últimas
décadas, haya sido la manera banal a la que inexorablemente lo sometió la industria de la
cultura y la ideología neoliberal de este capitalismo deshumanizado, hoy triunfante en la
mayor parte del globo.

Simultáneamente a ese sometimiento banal, o por fuera de él, el amor se ha


constituido en un refugio contra tiempos que imponen una creciente despersonalización de
los vínculos, y ha sido objeto de reflexiones y de búsquedas de otras formas de considerarlo y
practicarlo. Formas que plantean postulados ontológicos y éticos que resultan interesantes
considerarlos.

Y de eso se trata: por un lado, reflexionar acerca de las implicancias psicológicas y


sociales que esta forma de entender el amor ha acarreado para los individuos; cómo ha estado
al servicio de un orden patriarcal que ha mantenido, principalmente a la mujer, en posiciones
limitadas e injustas; y por el otro, plantear otras formas de prácticas amorosas que puedan dar
cuenta de formas más igualitarias, libertarias, en estos tiempos en que el derrumbe de esas
sociedades patriarcales y androcéntricas avanza inexorablemente.

Actualmente hay muchos autores, investigadores sociales, psicoanalistas, etc., que


hablan del amor desde otro lugar muy diferente al del género repetitivo de la comedia
romántica, cuyo exponente más ferviente fue (y sigue siendo) el cine norteamericano,
obligado, por definición, al final feliz; donde las diferencias sociales ya no son un obstáculo a
enfrentar, en donde todo se reduce al cumplimiento de la inevitable ley del encuentro de los
amantes, en donde la idealización puede hasta rayar en lo ridículo.

El film Casablanca fue, en la década del 50, el ícono romántico por excelencia. Como
ese, cientos de otras películas, fotonovelas, tiras televisivas, etc., fueron imponiendo un
modelo de amor del cual fue muy difícil apartarse a la hora de conformar pareja.
Parafraseando a Rochefocauld , quien decía que hay mucha gente que no sabría qué es el
amor si no hubiera leído primero historias de amor, lo trasladaría esa idea a la imagen que
ofrece el cine y la tv, que se han constituido en los paradigmas por donde circulan las
identificaciones con los protagonistas-héroes de las escenas amorosas.

Muchas de las premisas implícitas en el modelo del amor romántico han terminado
ejerciendo, con los cambios sociales de fines de siglo, efectos negativos sobre la subjetividad,
siendo esto más marcado en la mujer.
En nuestra sociedad actual, posmoderna, continua su perniciosa influencia ya que se
insiste en que sea la base de una institución social básica como lo es el matrimonio y la familia.
Ese amor romántico ofrece unos modelos de comportamiento imposibles de ser logrados en
la esfera matrimonial, y por ende, cuando falla la pasión romántica, producen frustración,
desengaño, vacío.Pero tal vez, algo más peligroso que lo señalado más arriba, sea la cuestión
que este modelo de amor está sustentado sobre principios marcadamente patriarcales y
androcéntricos.

Veamos algunas de sus características:

 Entrega total a la otra persona y hacer de la otra persona lo único y fundamental


de la existencia.

 Vivir experiencias muy intensas de felicidad o de sufrimiento.

 Depender de la otra persona y adaptarse a ella, postergando lo propio.

 Perdonar y justificar todo en nombre del amor.

 Estar todo el tiempo con la otra persona.

 Pensar que es imposible volver a amar con esa intensidad.

 Desesperar ante la sola idea de que la persona amada se vaya.

 Prestar atención y vigilar cualquier señal de altibajos en el interés o el amor de la


otra persona.

 Idealizar a la otra persona no aceptando que pueda tener algún defecto.

 Sentir que cualquier sacrificio es positivo si se hace por amor a la otra persona.

 Hacer todo junto a la otra persona, compartirlo todo, tener los mismos gustos y
apetencias.

Todas esas características, ideas, creencias y mitos que definen el amor romántico,
hacen que sea prácticamente imposible conseguirlo, o bien, ya que puede compararse al
período de “enamoramiento”, se hace muy difícil sostenerlo.

El psicoanálisis, ha hecho una marcada distinción en lo que solemos llamar


enamoramiento, como una fase inicial del encuentro, y el amor. Entones, muchas
características que se marcan en el enamoramiento son útiles para entender lo que se plantea
en el amor romántico. Ese momento inicial se basa en un "entendimiento mutuo imaginario",
preservado, mantenido, por la ignorancia del otro de la realidad. Luego de esa primera etapa,
se inicia la comunicación y ésta, inevitablemente, mostrará que no somos lo que el otro creía o
esperaba. Aparece entonces un sentimiento de frustración que acompaña siempre toda
relación amorosa.

R. Barthes grafica muy sensatamente esta decepción en “Fragmentos de un discurso


amoroso” cuando dice: “"Sobre la figura perfecta y como embalsamada del otro (tanto me
fascina), percibo de repente un punto de corrupción. Este punto es menudo: un gesto, una
palabra, un objeto, un traje, algo insólito que surge (que despunta) de una región que jamás
imaginé, y que vincula bruscamente al objeto amado con un mundo simple...Estoy atónito:
escucho un contrarritmo: algo como una síncopa en la bella frase del ser amado, el ruido de un
desgarrón en la envoltura lisa de la Imagen". Decepción que las parejas deben entenderla,
aceptarla, sobrellevarla. Mientras que la idea de un amor pasional constante y duradero (así
planteado por el amor romántico), lo busca escamotear, en esa peligrosa idealización que
siempre trata de sostener

Se han construido un conjunto bastante amplio de creencias socialmente compartidas


sobre este amor-pasional-romántico, que arrancan desde el siglo XII con el amor cortés, y que
fueron adaptándose a través los siglos siguientes, pero siempre conservando determinadas
características que lo definen.

Cada época está inmersa y construye, en ese recíproco generarse que es la construcción social
de la realidad, unas figuras sobre el amor.

Marcela Lagarde y De Los Ríos, llama a las mujeres actuales, protagonistas de este
amor patriarcal mujeres sincréticas. Son aquellas que a pesar de su formación moderna,
están imbuidas en ideologías tradicionales, románticas y de ruptura e innovación progresista o
transgresora, de manera simultánea. Esto es así porque a pesar que hablemos de
posmodernidad, o sobre modernidad, etc., siempre coexisten simultáneamente, aspectos del
pasado que se mezclan, se hibridizan, con los del presente. Nunca los cambios se instalan de
una vez y para siempre: muchos aspectos se resisten más que otros y crean a veces, desfasajes
o contradicciones significativas. (Podemos emparentarlo con el concepto de pensamiento
híbrido donde se mezclan elementos de distintas sociedades y culturas).

Esa versión romántica del amor que aún perdura, a pesar de los acelerados cambios
sociales de las últimas décadas, hace que muchas mujeres experimenten un derrumbe de sus
fortalezas frente al amor. Lo viven como un acto de fe. Y padecen, por ese motivo, relaciones
frustrantes, deficitarias, y con un alto grado de inequidad.

Pero lo que tal vez prevalezca en forma más extendida, en estas primeras décadas del
siglo XXI, es lo señalado por Lagarde: tendencias importantes de mujeres que se rebelan o se
oponen a esquemas del amor para toda la vida. Algunas, cada vez en mayor número, aman a
mujeres, otras han dejado de esperar al hombre o la mujer de sus sueños, muchas cuentan con
varios amores en su biografía amorosa, algunos implican relaciones conyugales, encuentros
breves, otros más que incluyen convivencia o hasta matrimonio y un número creciente
experimenta abandonos, separaciones y divorcios, con y sin secuelas personales y sociales
perdurables. De lo que no queda duda es que las mujeres promueven, actualmente, la
mayoría de los divorcios en el mundo.

El amor patriarcal y los amores patriarcales, han hecho de las mujeres, ser cautivas y
cautivadas por el amor. Ese cautiverio se ha edificado “en torno al amor que envuelve la
sexualidad erótica y procreadora. La maternidad, la filialidad, la conyugalidad, la familiaridad y
la amistad, implican al amor considerado inmanente de las mujeres”.

Los hombres continúan siendo los sujetos del amor y de la sexualidad, de ahí su centralidad y
jerarquía. Las mujeres son el objeto del amor de los hombres, a los que se agregan, ahora, y
cada vez más otros sujetos transgénero y transexuales (también son el objeto de amor de
hombres hétero, bi, trans).
“La opresión de las mujeres encuentra en el amor uno de sus cimientos. La entrega, la
servidumbre, el sacrificio y la obediencia, así como la amorosa sumisión a otros, conforman la
desigualdad por amor y son formas extremas de opresión amorosa”.

El amor romántico tradicional y patriarcal, contiene la desigualdad y la jerarquía como


componentes sociales de género. Por ende, las parejas producto de este amor son disparejas,
donde reina la primacía del varón, y a la cual la mujer termina por someterse.

*Autor del libro “Amores y parejas en el siglo XXI” Ed. Letra VIVA. Bs As. 2009
www.decristoforis.com.ar

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