Mundanalidad PDF
Mundanalidad PDF
Mundanalidad PDF
¿Qué es
mundanalidad?
¿Qué es mundanalidad?
Por Les Thompson
Necesitamos un nuevo
esquema mental
Por Daniel Thompson
(Traducción por Raúl Lavinz)
¿Qué es mundanalidad?, © 2010 por el Rev. Leslie J. Thompson, Ph.D. y
Rev. Daniel Thompson, D.Min. y publicado por LOGOI, Inc., Miami, Florida, 33186.
LOGOI, Inc.
14540 SW 136 Street
Suite 200
Miami, Florida 33186 USA
Visítenos en: www.logoi.org
Introducción
E s fascinante reconocer que la Biblia, tal como fue escrita, a veces no nos
satisface. Nuestra tendencia es añadirle nuestras propias ideas y nuestros
propios conceptos. Por ejemplo, la Biblia, comenzando con los Diez Manda-
mientos y concluyendo con el último capítulo de la Biblia (Apocalipsis 22:15) nos
menciona los pecados que ofenden a Dios. Como que si estos no fueran
suficientes, somos propensos a añadirle una serie de pecadillos más—opiniones
personales que inventamos pensando que seguramente desagradan a Dios. Por
supuesto, tales pecados inventados no están en la Biblia, pero los afirmamos
como si los fueran.
Todo cristiano sincero quiere ser “espiritual”. Queremos ser más como
Cristo. A su vez reconocemos que nuestra vida cristiana requiere transformación,
cambio, un nuevo corazón. Lo sabemos porque es lo que pide Gálatas 2:20: Ya
no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe
del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.
Si somos creyentes sinceros, luchamos para buscar el sentido de lo que el
apóstol Pablo quería decir con “lo que ahora vivo en la carne”. Nos mirarnos
introspectivamente y nos preguntamos: ¿Qué es lo que ahora estoy viviendo o
haciendo que podría ser llamado “carnalidad”? En lugar de ir a la Biblia en
busca de definición —es decir, la lista de pecados que Dios nos dice que nos
5
destruyen— lo que hacemos es inventar nuevos; cosas externas que vemos, que
hacemos, o que vemos a otros hacer. A estas, equivocadamente, las llamamos
“mundanalidad”. ¿Pero, serán mundanos? Escuchemos lo que dice Jesucristo:
¿No entendéis que todo lo de fuera [lo visible, lo que comemos, lo que
vestimos, lo que nos untamos, lo que metemos en la boca] que entra en el
hombre, no le puede contaminar, porque no entra en su corazón… Porque de
dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las
fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el
engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas
estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre (Marcos 7:18-23).
Son tres las palabras que todo cristiano debe aplicar a su vida: “espiritualidad”
(Ro 12:11; 1 Co 2:13; 3:1:14:1), “mundanalidad” (Jn 15:19; 18:36; 1 Co 3:19; 1 Jn
3:15-17; Stg 4:4), y “carnalidad” (Gá 5:19-21; Ez 36:26; Ef 6:12; Jud 23). Las tres
afectan nuestra relación con Dios. Las tres están relacionadas. Las tres, sin
embargo, tienen distintas definiciones. De poco nos valen estas palabras a menos
que tengamos la interpretación correcta de su sentido según la Biblia.
Cuando hablamos de “mundanalidad” tenemos que entender que se trata
de un afecto o devoción a las filosofías e ideologías del mundo que nos lucen
muy atractivas y deseables —todas, sin embargo, proviniendo del diablo. La
Biblia los define como los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria
de la vida (1 Juan 3:16). Por cierto la Biblia está apuntando a los apetitos
naturales que tenemos para deleitarnos y gozarnos: cosas como el deporte, la
televisión, el cine, las últimas modas, la música y ritmos que nos gustan, la
manera de atraer la atención, el énfasis que ponemos en el dinero y en lo
material. Pero ¿hemos de condenar todas estas cosas, o debemos diferenciar
entre aquellas que Dios nos ha dado para disfrutar y aquellas que Satanás nos
ofrece en sustitución?
Cuando hablamos de “carnalidad” la definición es clara y sin ambigüedades.
Nos dice la Biblia: Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio,
fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos,
iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y
cosas semejantes a estas (Gal 5:19-21). Mientras que el “mundo” representa cosas
externas que nos apetecen, lo “carnal” se manifiesta cuando permitimos que
esos apetitos se internen y tomen fuerza en nuestras vidas. Esto sucede muy
fácilmente puesto que la Palabra de Dios nos aclara que nacemos en pecado,
estamos manchados por ese virus, y vivimos con instintos y deseos pecaminosos.
6
Introducción
Los Editores
7
¿Qué es mundanalidad?
9
D r. L e s T h o m p s o n
La lección de la natación
La primera lección ocurrió al principio de mi carrera misionera, cuando un
grupo de iglesias de Charleston, West Virginia, me invitó a viajar desde Cuba
para dirigir sus actividades juveniles en una conferencia familiar de verano. El
liderazgo me había enviado algunas ideas generales, suficiente como para
planificar una semana activa y emocionante. A mi llegada le entregué al líder de
la conferencia mi propuesta para el itinerario de actividades. Unas horas más
tarde me llamó a su oficina y allí me encontré frente a cinco pastores
obviamente inconformes. El líder de la conferencia se aclaró la garganta y
señaló el itinerario propuesto.
—Señor Thompson, ¿qué es esto? —preguntó—. ¿Quiere iniciar las actividades
llevando a nuestros jóvenes a una piscina?
—Así es —le contesté—. Es una buena manera para que los chicos de las
diferentes iglesias se conozcan.
—Eso significa que usted cree en el baño mixto. ¿Estoy en lo correcto? —preguntó.
—¿Qué quiere decir con “baño mixto”? —tartamudeé. Yo nunca había oído esa
expresión.
—Que hombres y mujeres se bañen juntos —respondió.
—¿Acaso es eso malo? —le pregunté sorprendido—. Siempre nos hemos
bañado y nadado juntos en Cuba.
—Si nadie se lo ha dicho, señor Thompson, sepa que usar traje de baño y
exponer la desnudez ante el sexo opuesto tiene que ser abominable a Dios. Y
puesto que, evidentemente, no tiene ni la más mínima idea de lo que es
mundano, tememos que sea usted una mala influencia para nuestros jóvenes.
Cometimos un error al invitarlo. No podemos trabajar con usted.
10
¿Qué es mundanalidad?
11
D r. L e s T h o m p s o n
Solución a mi enigma
Tres supuestos pecados me confrontaban: Hombres y mujeres nadando
juntos. Beber vino. E ir al cine. ¿Eran esas cosas realmente “mundanas”? ¿Cómo
podían ser malas en una región del mundo mientras que en otras no? Me senté
e hice una lista de todo lo que yo pensaba —o que me habían dicho— que era
mundano. Después de escribirlas me asaltó una idea. ¿Acaso he comparado lo
que me han enseñado que era mundanalidad con los pecados que se mencionan
en la Biblia? Así que me impuse la tarea de buscar algunas listas de pecados en
la Biblia. Pronto tuve dos muy importantes, aunque contrastantes.
La diferencia entre las dos listas fue sorprendente. Todo lo de la mía tenía
que ver con cosas externas; me parecían tontas en comparación. Las listas de
Pablo —tomadas de Gálatas, Efesios y Colosenses— claramente tenían que ver
con cosas destructivas y despreciables. Al considerarlas, no me tomó mucho
tiempo concluir que había dos tipos de pecados: el primero, que llamé “pecados
sociales”, eran aquellos inventados por gente religiosa porque les gustaba
12
¿Qué es mundanalidad?
parecer más santos que los demás. A los del segundo tipo los llamé “pecados
bíblicos”, por ser enunciados de modo específico en la Biblia. Aun cuando
podría cuestionar la validez de los “pecados sociales”, no había forma de que
pudiera menospreciar o ignorar los “pecados bíblicos”.
13
D r. L e s T h o m p s o n
¿Por qué —me preguntaba—, fumar, ir al cine, beber y otras cosas por el
estilo se tomaban tan en serio mientras que los “pecados bíblicos” como la ira,
los celos, la envidia, la calumnia, la mentira, el hurto rara vez se mencionan? Esos
pecados bíblicos —para mí—, eran mucho más dañinos que los baños mixtos,
los cigarrillos, el vino o las películas. Al mismo tiempo, reflexionaba, si en la iglesia
etiquetáramos ciertas prácticas como “pecaminosas”, ¿acaso lo serían? ¿Es posible
que en la iglesia, podamos promover una conciencia contra ciertas cosas que
no son condenadas en la Biblia de modo que, con abstenernos de ellas,
pensemos que somos más santos que los que las permiten? ¿O es que,
sustituyendo la lista de la Biblia con la nuestra, creamos una especie de falsa
“mundanalidad”?
14
¿Qué es mundanalidad?
15
D r. L e s T h o m p s o n
pidiendo que repitiera la intervención. Canté otra canción seguida por otra
solicitud de repetición. Phil Kerr me indicó que cantara de nuevo y entoné un
tercer número. La multitud no dejaba de aplaudir. Di un paso atrás en espera de
una indicación de Phil, cuando oí que el solista principal de la noche decía:
“¡Saquen a ese chico de la plataforma o me voy de aquí!”
Lo airado de su voz me sorprendió. Suponía que los cristianos actuaban
desinteresadamente por Cristo, no para presumir. Ese verano tuve que aprender
que entre los músicos cristianos hay mucha competitividad, incluso celos. La
“vanagloria de la vida”, como lo llama el apóstol Juan, puede ser muy
contagiosa. En solo una noche me atrapó esa “enfermedad”. Ahora ansiaba los
reflectores y los aplausos que tanto complacían mi ego. Quería más de aquello,
al punto que casi no podía esperar por mi siguiente gran presentación.
16
¿Qué es mundanalidad?
17
D r. L e s T h o m p s o n
18
¿Qué es mundanalidad?
De pronto me di cuenta de que era más que un eco. ¡Estaba cantando! ¡Dios
me había restaurado completamente! Canté, reí, y lloré de gozo. Estaba libre
nuevamente.
Lecciones aprendidas
Cincuenta y ocho años han pasado desde aquella experiencia desafiante. Ya
estoy en la tercera edad. Por supuesto, tengo muchas historias de grandes
bendiciones recibidas en mi trabajo misionero a través de América Latina, pero
con la ventaja especial de la perspectiva del tiempo transcurrido. Cuando tenía
veinte años no entendía completamente el significado de mi lucha espiritual.
Más tarde, cuando predicaba una serie de sermones en 1 Juan 2:15-17,
comprendí mejor lo que había ocurrido. Mi “mundanalidad” tenía poco que ver
con cosas como fumar, bañarse ambos sexos juntos, el vino y las películas; cosas
que eran simples pruebas de lo que estaba ocurriendo en el corazón. Mi
mundanalidad —y la de los demás—, tenía que ver con lo que salía de mis
deseos interiores. Como dijo Jesús: Nada hay fuera del hombre que entre en él
(cosas externas como baños mixtos, vino, el cine, y todos esos pecados inventados)
que le pueda contaminar; pero lo que sale de él (de su corazón) eso es lo que
contamina al hombre (Mr 7:15). Lo que yo quería hacer con mi vida, en lugar de
lo que Dios pedía, eso era mi mundanalidad.
Ahora puedo ver, mejor que nunca, que muchos de esos deseos sutiles de
la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida erosionaron mi amor
por Dios. He aprendido que la “mundanalidad” tiene mucho más que ver con
Dios que con el mundo. En esencia, es todo aquello que se interpone entre Dios
y yo —lo que amo, lo que quiero en este mundo que me separa de Dios.
No sé cuántas veces le he agradecido a Dios por esa lección de “amor” en
mi último año de mis estudios universitarios. A través de aquella extraña
experiencia en la que perdí la voz, Él me condujo amorosamente a servir sus
maravillosos propósitos en todo el mundo hispano.
Créanme, nuestras opciones son reales y tienen consecuencias, pero los
buenos y eternos propósitos de Dios siempre prevalecerán sobre las decisiones
que tomemos. Puesto que Dios es soberano, nuestras decisiones no pueden
arruinar Sus planes —lo que nos haría más poderosos que el propio Dios. Por
la misma razón, no podemos ganarnos las bendiciones especiales de Dios por
el hecho de que tomemos decisiones correctas —eso transformaría la gracia en
una simple transacción de negocios.
19
D r. L e s T h o m p s o n
Además, la Biblia no nos dice que descifremos los planes secretos de Dios
para nuestras vidas de modo que evitemos las malas decisiones, ni que cuando
las tomemos perderemos sus bendiciones (Jacob nos sirve de ejemplo). Los
planes de Dios no pueden ser malogrados. Él simplemente prevalece de forma
amorosa y maravillosa —en cada uno y a través de diversas maneras— sobre
nuestras debilidades y tentaciones.
Cuando reflexiono sobre mi vida, me maravilla el hecho de que a pesar de
lo que luché por amar a Dios —y la constante pugna del mundo por cautivarme
con tantas cosas que no son de Él— haya decidido cubrirme con incontables
bendiciones. Él me ha apoyado en todas mis batallas. Él ha despertado en mí un
creciente amor por Cristo. Y, a pesar de mi corazón pecador y mis modales, en
todo mi peregrinaje —desde lo más extremo de América del Sur hasta la ciudad
más norteña de México— Dios decidió bendecir a ese indigno chico de Cuba.
20
Necesitamos un nuevo esquema mental
Por consiguiente, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis
vuestros cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es vuestro
culto racional. Y no os adaptéis a este mundo, sino transformaos mediante la
renovación de vuestra mente, para que verifiquéis cuál es la voluntad de Dios:
lo que es bueno, aceptable y perfecto (Romanos 12:1-2).
23
Daniel Thompson
que El creó para nuestro disfrute. Sin embargo, el pecado distorsiona ese
deseo natural y lo transforma en una pasión impulsiva. Se convierte en
glotonería y en un deseo insaciable de experiencias palatinas exquisitas o
una cantidad excesiva de comida. El vino es descrito en la Biblia como un
don de Dios, algo para deleitar el corazón. Sin embargo, la borrachera es
un excesivo deleite en el vino. El sexo es bueno, y correcto, y glorifica a Dios
cuando se disfruta en el contexto de un compromiso matrimonial entre un
hombre y una mujer. Se convierte en una “pasión de la carne” cuando el
apetito por el sexo llega a ser una pasión impulsiva que conduce a
relaciones sexuales fuera del matrimonio, o se vuelve hacia la pornografía
para satisfacer los deseos sexuales. Dios nos hizo para desear el amor y la
aceptación de parte de otras personas. Sin embargo, hasta este deseo
natural puede convertirse en una “pasión” cuando somos impulsados por
una necesidad de aprobación, de parte de otros, que conduce al temor
(“¿Cómo podré vivir sin la aprobación de esta persona?”), o a las mentiras
(“Si le digo la verdad acerca de lo que he hecho ella me rechazará, así que
tengo que tapar la verdad con mentiras”).
2. Pasiones de los ojos. Significa un deseo desmesurado por las cosas que
ves—deseos codiciosos: “Quiero los inventos más nuevos, un auto
reluciente, una casa magnífica, aun si no lo puedo pagar o no lo necesito.
Quiero la maravilla tecnológica más reciente, la más grande. Necesito lo
último en moda de vestir. ¡Tengo que poseer lo que todos los demás están
comprando!”
3. Arrogancia de la vida2 [Orgullo en las Posesiones] quiere decir el fundamentar
tu sentido de realización, y/o seguridad, en los bienes que posees: tu casa,
tus ganancias líquidas, tus logros, tu reputación.
“El mundo” que no debemos amar (en 1 Juan 2) significa el esquema mental,
o manera de pensar, del hombre caído, tal como se encuentra expresado en la
pecaminosa cultura humana la cual está caracterizada por estos apetitos o
deseos desmesurados. Pablo expresa lo mismo en Romanos 12:2: No sean
moldeados por los deseos pecaminosos de este mundo caído o por la cultura caída
que los rodea. Literalmente está diciendo, “Y no os adaptéis a ‘este mundo’”.
Se trata del ‘espíritu de este siglo’ o la ‘manera de pensar de nuestro tiempo
y lugar’.
2
Ver nota 1.
25
Daniel Thompson
26
Necesitamos un nuevo esquema mental
27
Daniel Thompson
Nuestra mundanalidad
Individualmente: Yo soy más mundano —más adaptado a la forma de pensar
de la cultura a mi alrededor— cuando mi corazón está moldeado por las
mismas añoranzas y deseos para la vida, así como por las mismas suposiciones
sobre todo lo que tiene que ver con la vida, al igual que cualquier no cristiano
en nuestra cultura.
Un ejemplo. Cuando estaba en la secundaria, pensando en el futuro y en lo
que haría con mi vida, esta era la forma en que pensaba: “Iré a la universidad y
obtendré un título que me permita conseguir un buen empleo. Necesito un
empleo que me provea suficiente dinero para casarme y comprar una casa. Me
compraré un buen auto. Tendremos hijos. Disfrutaremos de la vida. Saldremos
de vacaciones. Viajaremos para ver al mundo. Cuando envejezca me jubilaré y
disfrutaré mis últimos años en paz y comodidad sin tener que trabajar. Mi salud
durará, mis ingresos aumentarán año tras año, mis inversiones aumentarán de
valor continuamente, mi matrimonio será ‘feliz por siempre’”.
Recuerdo haberme sentado en una ceremonia de graduación de la escuela
secundaria y estar escuchando al orador dar un discurso acerca de “Seis Cosas
que hacer para tener éxito en la vida”. No recuerdo cuáles eran las cosas 1 a 5,
pero recuerdo la número 6. El dijo, “Y por último, no dejen a Dios fuera de
28
Necesitamos un nuevo esquema mental
sus vidas”.
¿Qué les parece? ¿Es ese un buen consejo para dárselo a los graduandos?
En esencia él estaba diciendo, “Con todas las otras cosas importantes que hagas
en la vida, asegúrate que Dios sea parte de esta combinación”. Lo que yo entendí
con esta implicación era que una de las cosas que se necesita para tener una
buena vida es sólo un poco de iglesia, solo un poco de religión, sólo un poco de
Dios. Para ser una persona equilibrada se necesita que Dios sea uno de los rayos
de la rueda de la vida, pero Él no necesita ser el centro de organización
de ella.
¿Qué les parece? Yo soy más mundano cuando caigo dentro de toda esta
manera de pensar —que Dios es sólo uno de los rayos de la rueda de mi vida y
no es el centro de organización de ella. Yo soy el que permanezco en el centro
de mi vida. Mis deseos, mis metas, mis expectativas, mis propósitos son lo que
me motivan y sólo añado un poquito de Dios para que todo luzca bien.
Cuando estudiaba en el Instituto Bíblico Moody en los años 70’s, “mundanalidad”
significaba escuchar Rock & Roll, usar “jeans” boca de campana, fumar, beber
alcohol, ir al cine, y dejarse crecer el cabello y la barba (dos cosas que nunca
coincidieron para mi, puesto que cuando podía dejarme crecer la barba, ¡el
cabello largo significaba tener que peinarme). Mientras definiera mundanalidad
en términos de un conjunto de reglas mantenidas por una gran cantidad de
Cristianos Evangélicos al mismo tiempo, yo era capaz de pensar acerca de mí
mismo como alguien que guardaba el mandato de Dios: no os adaptéis a este
mundo. Como yo no hacía las cosas mencionadas en las líneas arriba,
entonces no era mundano.
¡Pasó un tiempo largo para que me diera cuenta de cuán adaptado estaba
realmente a los patrones de la cultura estadounidense! Cuando hago de mí
mismo, de mis deseos, de mi comodidad, y de mi seguridad el centro alrededor
del cual giran todas las cosas en la vida; cuando Dios es solamente uno de los
rayos de la rueda de mi existencia, estoy adaptado al mundo que me rodea. ¡La
realidad es que ¡así es como piensa nuestra cultura!
29
Daniel Thompson
30
Necesitamos un nuevo esquema mental
31
Daniel Thompson
particular de importancia:
Somos mundanos cuando solo queremos estar entretenidos en vez de tener
que pensar. El entretenimiento es una industria enorme en nuestra cultura y
también ha moldeado a la iglesia. Un amigo me dijo hace un rato, “Quiero ir a
aquella iglesia porque ellos cantan muchas alabanzas”. Yo sabía lo que él quería
decir, que ellos tenían buena música y movida. Entonces le pregunté, “¿Y la
predicación?”. El dijo, “Está bien, ¡pero el grupo de alabanza es asombroso!”
El escritor Os Guinness declaró: “Si la carta a los Romanos hubiera sido
dirigida a una iglesia moderna, sin duda alguna hubiera sido rechazada por ser
muy complicada y demasiado intelectual”3 No deseamos tener que pensar.
Queremos que el mensaje se mantenga simple. Queremos que el servicio de
adoración nos mantenga entretenidos. Queremos sentirnos bien y divertirnos.
Cuando en la iglesia convertimos el evangelio y la predicación en un asunto
secundario y la música (o cualquier otra cosa) en lo primario, somos mundanos.
¡Hemos sustituido las prioridades de Dios por las del mundo!
También somos mundanos cuando la iglesia trata de cambiar la sociedad
usando tácticas de poder (por ejemplo la acción política), más que confiar en
que el Espíritu de Dios cambie a la gente a través de Su Palabra. Eso es lo que
piensa cualquier grupo de interés o de acción política en nuestros países: “Si
podemos colocar a nuestro candidato cristiano en el Palacio de Gobierno,
cambiaremos al país y haremos que las cosas se muevan en la dirección correcta
—es decir, la dirección en que pensamos que debieran marchar”.
Somos mundanos como iglesia cuando confiamos en métodos humanos
para edificar la iglesia. Si vas a cualquier librería en un Centro Comercial
encontrarás toda clase de manuales del tipo “Cómo-hacerlo” que tratan sobre
todos los temas desde reparaciones de autos hasta dirigir un negocio, o tener
un buen matrimonio, o perder peso sin hacer esfuerzo. En cinco fáciles lecciones,
siguiendo los pasos prescritos por el autor, tú también puedes tener éxito.
Nuestra cultura conjetura que el éxito es el resultado de usar las técnicas
correctas, sea en los negocios, en la crianza de los hijos, en el matrimonio o en la
reparación de los carros. Los pragmáticos estadounidenses, por ejemplo, creen
con todo el corazón que los métodos correctos garantizan el éxito. Aun cuando
hayan intentado varios métodos para perder peso en el pasado, o abrazado el
último grito de la moda para organizar sus negocios, encontrando que los
resultados han sido menos que revolucionarios, todavía creen que el éxito es
sólo uno más de los libros sobre “cómo-hacerlo”. Citando nuevamente a Os
3
El Archivo del Sepulturero: Documentos sobre la subversión de la Iglesia Moderna.
32
Necesitamos un nuevo esquema mental
Guinness: “La sabiduría ha sido reducida a saber cómo hacer las cosas…y un
largo aprendizaje bajo un maestro experimentado se ha reducido a un ¡divertido
seminario de fin de semana con un experto!”4
La iglesia está justo allá arriba, con todas las demás organizaciones de
nuestra cultura, atrapada en toda esta manera de pensar. Las librerías cristianas
ofrecen toda clase de libros del tipo “cómo-hacerlo” que presentan métodos para
edificar una iglesia exitosa y floreciente. Nosotros los pastores devoramos los
últimos y más novedosos métodos ofrecidos por los expertos, esperanzados en
encontrar finalmente el método adecuado, la técnica correcta que producirá
resultados. Si no estamos creciendo como creemos que deberíamos estarlo sólo
necesitamos encontrar el método correcto.
Cuando la iglesia empezó a crecer rápidamente en Jerusalén, en los días
posteriores a Pentecostés, las demandas sobre los apóstoles eran demasiadas y
ellos pidieron a la iglesia que designara diáconos para ayudar, de manera que
ellos pudieran dedicarse a la oración y al ministerio de la Palabra. ¿Qué les parece
eso como estrategia de crecimiento: oración y fidelidad en la predicación de la
Palabra de Dios?
Como iglesia somos más como el mundo cuando confiamos en nuestros
métodos más que confiar en Dios. Somos más como el mundo cuando definimos
el éxito en términos de tamaño, ingresos o popularidad, basándonos en la
asistencia, en vez de definir el éxito en términos de la fidelidad a la tarea a la
que Dios nos ha llamado —la fiel proclamación del Evangelio.
Somos mundanos como iglesia, cuando queremos ser populares, que se
piense bien de nosotros y ser alabados por el mundo por hacer buenas obras
para la comunidad más que preocuparnos acerca del evangelio. Para el mundo,
la alabanza de los hombres es lo más importante —es la forma como se coloca
uno a la cabeza, la forma de saber que estás siendo exitoso en lo que sea que
estés haciendo.
El humanitarismo es un gran tema en nuestra cultura actual. A los
estudiantes de la secundaria y de las universidades se les requiere con
frecuencia que realicen algunas horas de servicio comunitario. Es honroso y
bueno devolverle algo a la comunidad, servir a los pobres, ayudar en un
proyecto para construir casas o alimentar a los indigentes. No estoy diciendo
que los cristianos no deban servir a la comunidad en estas maneras. Sin
embargo, el llamado primordial de la iglesia es a proclamar el Evangelio. Dios
nos ha llamado para hacer algo que el segmento no cristiano de la sociedad no
4
Ibíd.
33
Daniel Thompson
Conclusión
Como cristianos vivimos en una tensión en la que intencionalmente nos ha
colocado Dios: hemos de estar en el mundo, pero no ser del mundo (1 Juan 2:15-17).
Tenemos que amar al mundo en el sentido de anhelar ver que la gente
encuentre libertad de la condenación y esclavitud al pecado a través de la
gracia de Dios en Cristo. Hemos de proclamarles el mensaje de la gracia que Dios
nos ha confiado. Por otra parte, no hemos de amar al mundo en términos de ser
moldeados por sus valores, prioridades, suposiciones, métodos, aspiraciones,
expectativas, temores, o pensamientos — “en el mundo, pero no del mundo”.
En Romanos 13 Pablo nos hace un llamado a ser buenos ciudadanos, sin
embargo él también asume que nosotros somos extraños y forasteros en el mundo
(Efesios 2). “Somos peregrinos.” Este mundo “no es nuestro hogar”.
Entonces, ¿cómo evitamos el ser “adaptados” a este mundo? Considera
nuevamente lo que dice Pablo en Romanos 12:1: Por consiguiente, hermanos, os
ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como
sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es vuestro culto racional.
Al decir “por las misericordias de Dios” Pablo se refiere a todo lo que ha dicho
hasta ahora en su carta a los Romanos. Incluye el contenido de los capítulos uno
al once acerca de la forma en que Dios obra en nuestras vidas. No está hablando
34
Necesitamos un nuevo esquema mental
35
Daniel Thompson
36
Necesitamos un nuevo esquema mental
37
Daniel Thompson
**A menos que se indique lo contrario las citas bíblicas son tomadas de LA BIBLIA DE LAS AMÉRICAS (LBLA).
Copyright ©1986, 1995, 1997 by The Lockman Foundation. Usadas con permiso.
38
¿Qué es mundanalidad?
Por Les Thompson