20 - Braudel - Sel. El Mediterráneo...
20 - Braudel - Sel. El Mediterráneo...
20 - Braudel - Sel. El Mediterráneo...
9
10 PREFACIO DE LA PRIMERA EDICIÓN ESPAÑOLA
Pero no quiero defender una vez más mi solución. Conozco sus venta-
jas, que me sedujeron, pero no ignoro sus defectos ni sus riesgos. No todos
¿os escollos —dicho sea en lengua marinera— han sido evitados. ¿Extra-
ñará a alguien?
En el umbral de este libro {tan diferente en muchos puntos de su
original francés, pues ha sido rigurosamente revisado y enriquecido), sólo
querría expresar con sencillez mi reconocimiento a todos los amigos mexi-
canos de origen o de adopción que han hecho posible la presente edición en
español en la magnífica colección del Fondo de Cultura Económica. Mi
reconocimiento se debe en primer lugar al director de tan importante
editorial, doctor Ama/do Orfi/a Reynal, y casi al mismo tiempo, al mag-
nífico conocedor de la literatura y de la lengua francesas que es el profe-
sor don Manuel Pedroso. a quien agradezco su cariño por este libro desde
que apareció y que ha contribuido tan amistosa y eficazmente a su cono-
cimiento. Por idénticas razones estoy agradecido al doctor Eduardo Villa-
señor y al diligente bibliógrafo don Felipe Teixidor. No puedo olvidar
tampoco la benévola atención que a mi obra y a mí mismo nos ha dispen-
sado el profesor don Jesús Silva Herzog. el admirable maestro de la Es-
cuela Nacional de Economía, el «buen maestro» de alma sensible, incan-
sable en su misión de guiar a las inteligencias jóvenes y a los aprendices
de todas las edades en el conocimiento de la economía y de México. Si una
obra pudiera dedicarse dos veces, su nombre figuraría en la proa de este
pesado navio.
Permítaseme agregar en esta lista los nombres de algunos otros queri-
dos amigos a quienes evoco de buen grado en estas páginas preliminares
para que sea venturoso el camino de mi libro a través de las tierras y los
mares de lengua española: don Alfonso Reyes, a quien quiero y admiro;
don Jaime Torres Bodet. a quien tanto deben la cultura hispánica y la
cultura francesa: don José Miranda, el erudito especialista en el siglo xvi
mexicano; don Arturo Arnaiz y Freg. mi joven colega de la Universidad
de México, apasionado por la historia económica y social de su país; mi
ilustre amigo el profesor don Pedro Bosch-G impera; mis jóvenes alumnos
don Pablo González Casanova y don Ernesto de la Torre Villar, que por
escucharme fueron a París. Gracias también a mis traductores don Ma-
rio Monteforte Toledo y el doctor don Wenceslao Roces; a la ilustradora
doña Elvira Gascón; a don Francisco González Aramburo y a don Ju-
lián Calvo, que han contribuido entre todos a llevar a buen puerto un
trabajo largo y difícil.
Me alegro de que mi libro sea una consecuencia de todos esos esfuerzos
afectuosos y de que nazca bajo el signo de la amistad. Me alegro por mí
mismo, pero también por mi patria y por mis colegas, los historiadores e
PREFACIO DE LA PRIMERA EDICIÓN ESPAÑOLA 11
FERNAND BRAUDEL
tica del Rey Prudente significaba, ante todo, sopesar las responsabi-
lidades que, en la elaboración de esta política, les cabían al sobe-
rano y a sus consejeros y las que incumbían al papel de las cam-
biantes circunstancias; equivalía a determinar los grandes factores y
los factores de menor importancia; a reconstruir el mapa general de
la política mundial de España, de la que el Mediterráneo no fue
más que un sector, y no por cierto privilegiado.
Al llegar la década de 1580, la fuerza de España se vio, en
efecto, empujada de golpe hacia el Atlántico. Era aquí, consciente
o no del peligro, donde el vasto imperio de Felipe II tenía que
hacerle frente y defender su existencia amenazada. Un poderoso
movimiento bascular lo empujaba hacia sus destinos oceánicos. In-
teresarse por este juego subterráneo, por esta física de la política
de España, anteponiendo estas investigaciones a la clasificación de
las responsabilidades de un Felipe II o de un don Juan de Austria,
pensando, además, que estos grandes personajes, pese a las ilusio-
nes que pudieran hacerse, fueron con frecuencia juguetes tanto
como actores de los acontecimientos, equivalía ya a salirse de los
cuadros tradicionales de la historia diplomática; preguntarse, en fin,
si el Mediterráneo no había tenido, por encima de este lejano y
agitado juego de España como potencia (juego bastante gris, por lo
demás, si dejamos a un lado el gran acto pasional de Lepanto), su
historia propia, su destino, su poderosa vida, y si esta vida no me-
recía otra cosa que el papel de un pintoresco telón de fondo; equi-
valía a dejarse llevar de la tentación de este inmenso y peligroso
tema que a la postre me ha aprisionado.
¿Cómo podía no darme cuenta de ello? ¿Cómo perseguir, de
archivo en archivo, el documento revelador, sin tener los ojos bien
abiertos a esta vida, tan diversa y animada? ¿Cómo no volver la
atención, ante tantas actividades nutricias y heterogéneas, a aque-
lla historia económica y social, revolucionaria, que un puñado de
trabajadores se esforzaba por elevar, en Francia, al rango que nadie
le disputaba ya ni en Alemania ni en Inglaterra, ni en los Estados
Unidos, ni siquiera en Bélgica, tan cercana a nosotros, o en Polo-
nia? Captar la historia del Mediterráneo en su masa compleja era
seguir el consejo de estos hombres, ponerse a la sombra de su
experiencia, acudir en su ayuda, tomar partido por una forma
nueva de historia, repensada y elaborada dentro de nuestras fronte-
ras y que merece trasponerlas; una historia imperialista, sí, no cabe
duda, consciente de sus problemas y de sus posibilidades, pero de-
seosa también, por hallarse obligada a romper con ellas, de destruir
PROLOGO A LA PRIMERA EDICIÓN FRANCESA 17
las formas antiguas, con más o menos justicia, por lo demás, pero
e s to qué importa! ¿No era una excelente ocasión, al tratar de un
nersonaje que no encaja en ninguno de los moldes establecidos,
nara aprovecharse de su masa, de sus exigencias, de sus resistencias
V de sus celadas, pero también de su brío, en el intento de cons-
truir la historia de otro modo del que nuestros maestros nos han
enseñado?
Toda obra se siente revolucionaria y pretende ser una conquis-
ta, se esfuerza en serlo. El Mediterráneo nos habría prestado un
gran servicio, aunque sólo hubiese sido por eso, por obligarnos a
salir de nuestra rutina.
Este libro se divide en tres partes, cada una de las cuales es, de
por sí, un intento de explicación de conjunto.
La primera trata de una historia casi inmóvil, la historia del
hombre en sus relaciones con el medio que le rodea; historia lenta
en fluir y en transformarse, hecha no pocas veces de insistentes
reiteraciones y de ciclos incesantemente reiniciados. No he que-
rido olvidarme de esta historia, casi situada fuera del tiempo, en
contacto con las cosas inanimadas, ni contentarme tampoco, a pro-
pósito de ella, con las tradicionales introducciones geográficas de
los estudios de historia, inútilmente colocadas en los umbrales de
tantos libros, con sus paisajes minerales, sus trabajos agrícolas y sus
flores, que se hacen desfilar rápidamente ante los ojos del lector,
para no volver a referirse a ellos a lo largo del libro, como si las
flores no rebrotaran en cada primavera, como si los rebaños se
detuvieran en sus desplazamientos, como si los barcos no tuviesen
que navegar sobre las aguas de un mar real, que cambia con las
estaciones.
Por encima de esta historia inmóvil se alza una historia de ritmo
lento: la historia estructural de Gastón Roupnel, que nosotros lla-
maríamos de buena gana, si esta expresión no hubiese sido des-
viada de su verdadero sentido, una historia social, la historia de los
grupos y las agrupaciones. Cómo este mar de fondo agita el con-
junto de la vida mediterránea es lo que me he esforzado por ex-
poner en la segunda parte de mi libro, estudiando sucesivamente
'as economías y los Estados, las sociedades y las civilizaciones e
•ntentando, por último, poner de manifiesto, para esclarecer mejor
ffl
i concepción de la historia, cómo todas estas fuerzas profundas
entran en acción en los complejos dominios de la guerra. Pues la
18 PROLOGO A LA PRIMERA EDICIÓN FRANCESA
Mayo de 1946
1
En el curso de las últimas correcciones a mi libro, he tenido en cuenta las
observaciones y sugestiones de Marcel Bataillon, Émile Coornaert, Roger Dion y
C. E. Labrousse.
PROLOGO A LA SEGUNDA EDICIÓN FRANCESA
19 de junio de 1963
Los mapas y diagramas de esta segunda edición han sido trazados, si-
guiendo mis indicaciones, en el Laboratorio de Cartografía de la VI Sec-
ción de la École de Hautes Études, bajo la supervisión de Jacques Bertin.
Uuiero expresar mi agradecimiento a ia señorita Marthe Briata, a la señora
Marianne Mahn, a A. Tenenti y a M. Keul por la ayuda que me han pres-
tado cotejando la bibliografía y leyendo las pruebas.