Version Movil Inteligencia Emocional
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INTELIGENCIA
EMOCIONAL
EN LAS DISTINTAS
ETAPAS EDUCATIVAS
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Uso de Tablets en el Aula Problemas y dificultades de aprendizaje en la Educación
Infantil, Primaria y Secundaria
Resiliencia en el Ámbito Educativo
La prevención y mediación de conflictos en el aula
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Educativas La intervención con alumnos con trastorno generalizado del
desarrollo en las distintas etapas educativas
La Pizarra Digital. Utilización y Aprovechamiento Didáctico
Orientación y Tutoría en la Educación
Google Docs: Aplicaciones a la Docencia
La Metodología Aplicada a la Educación
Las Competencias en el Sistema Educativo
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Plataformas Web de Gestion Escolar y Sistemas Operativos
Las Grandes Áreas Geográficas del Mundo Actual en el
Currículo de la ESO y Bachillerato No Propietarios.
Diseño Web y Herramientas de Internet Aplic. a la Docencia
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Bachillerato La Competencia Cultural y Artística en Educación Infantil,
Primaria y Secundaria
La Historia Contemporánea de España Según el Currículo
de ESO y Bachillerato La Evaluación en Educación Infantil, Primaria y Secundaria
Recursos didácticos para la atención de los alumnos en El Uso de las Tecnologías en la Clase. Uso de Power Point
educación infantil, primaria y secundaria
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en las Etapas de Educación Infantil, Primaria y Secundaria.
La evaluación del alumnado con necesidades específicas de
La Competencia Humanística: La Competencia Social y apoyo educativo en las etapas de infantil, primaria y secundaria
Ciudadana en Educación Infantil, Primaria y Secundaria
La intervención educativa desde la competencia de
La Psicologia Evolutiva en las Etapas de Educacion Infantil, aprender a aprender y autonomía e iniciativa personal
Primaria y Secundaria: El Desarrollo Motor, Afectivo-social,
Lingüístico y Cognitivo El desarrollo madurativo en la edad de educación secundaria
obligatoria y bachillerato. Repercusiones en el ámbito educativo
El Método Montessori
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DURACIÓN Y MODALIDAD
INTRODUCCIÓN.
la Inteligencia Emocional.
• Modelos familiares y desarrollo de la
Inteligencia Emocional.
• Estilos educativos y desarrollo de la
Inteligencia Emocional.
§ Estilo democrático.
§ Estilo autoritario.
§ Estilo permisivo.
§ Estilo no implicado.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.
INTRODUCCIÓN.
La convivencia en un mundo complejo y
multicultural es cada vez más complicada. En
los últimos años se ha producido un incremento
de los estresores psicosociales en las
sociedades desarrolladas. Entre éstos, están
las situaciones de conflicto en la interacción
social con los problemas de convivencia
derivados de ellas.
Nuestra sociedad ha valorado durante muchos
siglos un ideal muy concreto del ser humano: la
persona inteligente. En la escuela tradicional
se consideraba que un alumno era inteligente
cuando dominaba sin dificultad los contenidos y
conceptos propios de las diferentes áreas y
materias. Más recientemente, se ha identificado
al alumno inteligente con aquel que tiene un
cociente intelectual (CI) elevado y que, por
tanto, conseguía las mejores calificaciones en
la escuela.
En el siglo XXI esta visión ha entrado en crisis
por dos razones. La primera es que la
inteligencia académica no es suficiente para
alcanzar el éxito profesional. La segunda razón
es que ni la inteligencia garantiza el éxito en
nuestra vida cotidiana ni el CI de las personas
contribuye de manera determinante en nuestro
equilibrio emocional ni en nuestra salud mental,
sino que son otras habilidades sociales y
emocionales las responsables de nuestra
estabilidad emocional y mental, así como de
nuestro ajuste social y relacional.
En este contexto es en el que la sociedad se
pregunta por qué son tan importantes las
emociones en la vida cotidiana. La respuesta
no es fácil, pero ha permitido que estemos
abiertos a otros ideales y modelos de persona.
En este momento de crisis ya no vale el ideal
exclusivo de la persona inteligente y es cuando
surge el concepto de inteligencia emocional
como una alternativa a la visión clásica.
Este tipo de inteligencia es propulsora de la
reflexión, la responsabilidad, la libertad, la
creatividad, la solidaridad y la convivencia, y
por ello es necesario enseñar a los alumnos a
identificar, reconocer y controlar sus
emociones, ya que este conocimiento mejorará
la capacidad de la escuela para enseñar, al
mismo tiempo que permitirá a los futuros
adultos enfrentarse a una sociedad cada vez
más competitiva y menos afectiva con las
consecuencias sociales de intolerancia,
incomunicación y descalificación que afectan a
las relaciones interpersonales y hacen cada día
más difícil la convivencia humana.
Por ello, la escuela debe promover situaciones
que posibiliten el desarrollo de las emociones
en los alumnos, es decir, la escuela tiene el
reto de enseñar a sus alumnos a ser
emocionalmente inteligentes dotándoles de
estrategias y habilidades emocionales básicas
que los protejan de los factores de riesgo.
MÓDULO I: BASES DE LA INTELIGENCIA
EMOCIONAL.
Teorías de la Inteligencia.
A finales del siglo XX surgen varias teorías
psicológicas que cobran gran celebridad: la
Teoría de las Inteligencias Múltiples, la Teoría
Triárquica de la Inteligencia y la que trata de la
Inteligencia Emocional.
A continuación, hablaremos de ellas.
Teoría de las Inteligencias múltiples
Howard Gardner, psicólogo norteamericano de
la Universidad de Harvard, escribió en 1983
Las estructuras de la mente, un trabajo en el
que consideraba el concepto de inteligencia
como un potencial que cada ser humano posee
en mayor o menor grado, planteando que ésta
no podía ser medida por instrumentos
normalizados en test de CI5 y ofreció criterios,
no para medirla, sino para observarla y
desarrollarla.
Según Howard Gardner, creador de la Teoría
de las inteligencias múltiples, la inteligencia es
la capacidad para resolver problemas o
elaborar productos que puedan ser valorados
en una determinada cultura. Propuso varios
tipos de inteligencia, igual de importantes:
• Inteligencia lingüística: capacidad de
usar las palabras de manera adecuada.
Implica la utilización de ambos hemisferios
cerebrales.
• Inteligencia lógica-matemática:
capacidad que permite resolver problemas
de lógica y matemática. Al utilizar este tipo
de inteligencia se hace uso del hemisferio
lógico. Era la predominante en la antigua
concepción unitaria de "inteligencia".
• Inteligencia musical: capacidad
relacionada con las artes musicales.
• Inteligencia espacial: habilidad de recrear
espacios en nuestra imaginación y
manipularlos mentalmente.
Esta inteligencia atañe a campos tan
diversos como el diseño, la arquitectura, la
ingeniería, la escultura, la cirugía...
• Inteligencia corporal-cenestésica:
capacidad de controlar y coordinar los
movimientos del cuerpo y expresar
sentimientos con él.
• Inteligencia intrapersonal: está
relacionada con las emociones y permite
entenderse a sí mismo.
• Inteligencia interpersonal o social:
capacidad para entender a las demás
personas con empatía; está relacionada
con las emociones.
Teoría Triárquica de la Inteligencia
Robert J. Sternberg, psicólogo
estadounidense y profesor en la Universidad de
Yale, en su teoría triárquica de la inteligencia
de 1985, estableció tres categorías para
describir la inteligencia:
• Inteligencia componencial-analítica:
habilidad para adquirir y almacenar
información.
• Inteligencia experiencial-creativa:
habilidad fundada en la experiencia para
seleccionar, codificar, combinar y comparar
información.
• Inteligencia contextual-práctica:
relacionada con la conducta adaptativa al
mundo real.
Autoconciencia
La autoconciencia puede ser definida como la
habilidad del hombre para interpretar los
mecanismos físicos, mentales y emocionales
que operan en la vida diaria dentro de él. Los
componentes de la autoconciencia son:
• Capacidad para asociar signos físicos con
emociones.
• Detección de pensamiento negativo.
• Correcta evaluación de reacciones; habilidad
para hacer una distinción clara entre ellas.
• Eficiencia en manejar y dirigir el
pensamiento, sentimiento y conducta como
valores personales.
La motivación
Es la habilidad de estar en un estado de
continua búsqueda y persistencia en la
consecución de los objetivos, haciendo frente a
los problemas y encontrando soluciones. Esta
competencia se manifiesta en las personas que
muestran un gran entusiasmo por su trabajo y
por el logro de las metas por encima de la
simple recompensa económica o académica
traducida en notas altas, además de un alto
grado de iniciativa y compromiso y una gran
capacidad optimista en la consecución de sus
objetivos.
La capacidad de motivarse y el control de la
vida emocional puede resultar esencial para
alentar y mantener la atención, la motivación y
la creatividad. Aporta una mayor
responsabilidad, capacidad de concentración y
autocontrol, por lo que disminuye la
impulsividad.
Empatía
Es el reconocimiento y la comprensión de las
emociones ajenas, la capacidad para poder
sintonizar con las señales sociales sutiles que
indican qué necesitan o qué quieren los demás.
Es la capacidad de asumir el punto de vista de
otra persona, una mayor sensibilidad hacia los
sentimientos de los demás y una mayor actitud
de escucha.
Relaciones sociales
El control de las relaciones es una habilidad
que presupone relacionarnos adecuadamente
con las emociones ajenas. Que tengamos un
trato adecuado con los demás depende de
nuestra capacidad de crear y cultivar las
relaciones, de reconocer los conflictos y
solucionarlos, de encontrar el tono adecuado y
de percibir los estados de ánimo de los demás.
Modelos sobre la concepción de la Inteligencia
Emocional.
El estudio de las emociones ha interesado
desde la antigüedad. Entre los autores más
relevantes tenemos a:
Ø Platón, que distingue entre razón y espíritu.
Ø Aristóteles, que concibe las emociones
como una condición que transforma a la
persona de tal manera que puede verse
afectado el juicio.
Ø Los estoicos, que consideran que las
emociones son responsables de las
miserias y frustraciones humanas.
Durante un largo período, en vez de hablar de
emociones se habló de pasiones. Estas fueron
consideradas por muchos filósofos como
resultado de la conciencia que el alma tenía de
los afectos corporales. Sin embargo,
posteriormente se empezó a identificar la
pasión como una enfermedad del alma. A lo
largo del Renacimiento el estudio de las
pasiones se independizó de la teología y de la
ética.
Es en esta época cuando se empieza a
reconocer el valor motivacional de las
emociones. En el siglo XIX los estudiosos de la
emoción se desmarcan de la filosofía para
profundizar en los aspectos más psicológicos.
Por su parte, los pensadores del siglo XX han
otorgado un lugar destacado a las emociones
en sus desarrollos filosóficos.
Vamos a desarrollar a continuación los distintos
enfoques que se han dado a las emociones por
distintos autores:
Charles Darwin
Enfoque biológico. Las emociones, tanto en
animales como en el ser humano funcionan
como señales que comunican intenciones. Son
reacciones apropiadas ante ciertos
acontecimientos del entorno, de forma que el
organismo pueda adaptarse y sobrevivir en su
entorno. Además de estos planteamientos,
Darwin dedicó mucho tiempo al estudio de la
expresión facial de las emociones.
William James
La tradición psicofisiológica. La experiencia
emocional es consecuencia de los cambios
corporales (o respuestas fisiológicas
periféricas) que se dan como reacción a un
hecho excitante.
Cannon y Bard
La tradición neurológica. Estos autores
ponen énfasis en la activación del sistema
nervioso central. En su opinión, las vísceras
son demasiado insensibles y su acción es
demasiado lenta como para provocar las
sensaciones planteadas por James. En su
lugar, plantean que el estímulo emocional
origina unos impulsos que, a través del tálamo,
llegan a la corteza cerebral. Al mismo tiempo,
el tálamo envía impulsos a las vísceras y
músculos para que produzcan cambios
comportamentales.
Freud
Tradición psicoanalítica. El psicoanálisis, más
que una teoría de la emoción, es una teoría de
los trastornos emocionales, según la cual, por
un lado, la vida afectiva del adulto depende de
cómo hayan sido sus experiencias afectivas
pasadas y, por otro lado, la mente relega al
inconsciente las emociones traumáticas.
Skinner
Enfoque conductista. Esta corriente se ha
preocupado por estudiar el proceso de
aprendizaje de las emociones, el
comportamiento manifiesto que permite inferir
estados emocionales y los condicionamientos
que provocan emociones. Aunque a nivel
teórico las aportaciones del conductismo han
sido pobres, lo cierto es que en lo que se
refiere a intervención clínica en alteraciones
emocionales, el paradigma conductista se ha
revelado especialmente fructífero.
Inteligencia y emociones.
Para Goleman, la inteligencia emocional es un
concepto de amplia significación que incluye la
habilidad para motivarse y persistir frente a las
frustraciones, controlar impulsos y demorar
gratificaciones, regular los estados de humor, y
evitar que las desgracias obstaculicen la
habilidad de pensar y de desarrollar empatía.
En opinión de Goleman, el CE (coeficiente
emocional) puede sustituir en un futuro al CI
(cociente intelectual) que ya lleva más de cien
años de existencia. Este planteamiento se basa
en que la inteligencia es una habilidad que
determina en qué medida podremos utilizar
correctamente otras habilidades que
poseemos, incluida la inteligencia. Desde esta
perspectiva, la inteligencia emocional es, pues,
una de las habilidades de vida que deberían
enseñarse en el sistema educativo.
La inteligencia personal debería ocupar un
lugar eminente dentro de la inteligencia
emocional. La inteligencia personal está
compuesta por:
§ La inteligencia interpersonal: observamos
a los demás, intentamos comprenderlos y
tratamos de buscar la mejor forma de
relacionarnos productivamente con ellos.
§ La inteligencia intrapersonal: la capacidad
de formar un modelo preciso de uno mismo y
de utilizarlo adecuadamente para interactuar
de forma efectiva a lo largo de la vida.
Para Goleman la inteligencia emocional
consiste, de forma más concreta, en:
vConocer las propias emociones. Tener
conciencia de las propias emociones es la
competencia emocional fundamental sobre la
que se construyen las demás, incluido el
autocontrol. Es necesario distinguir entre
conocer las propias emociones y controlarlas.
En la medida en que uno percibe que tiene
emociones negativas que le desestabilizan
tiende a actuar para cambiarlas. Para
desarrollar la conciencia emocional es
imprescindible disponer de palabras para
denominar las emociones. Una carencia de
esta habilidad nos impide tomar conciencia
de nuestras emociones y, por consiguiente,
controlarlas. De ésto se deriva la importancia
de potenciar el desarrollo del vocabulario
emocional desde el sistema educativo.
vManejar las emociones. El equilibrio
emocional es el objetivo fundamental de este
punto. Controlar las emociones perturbadoras
es clave para el bienestar emocional. No se
puede perder de vista una concepción más
integradora de la persona, desde la cual el
control emocional incide en el control del
comportamiento y del pensamiento, así como
de los impulsos fisiológicos. Entre las formas
de manejar las emociones negativas están la
reestructuración cognitiva, la relajación y el
ejercicio físico.
vMotivarse. Uno de los aspectos olvidados en
los test de rendimiento académico es la
motivación. Lo que realmente se necesita
saber, desde el sistema educativo, es si un
individuo seguirá adelante cuando se
encuentre con dificultades, fracasos y
frustraciones. Motivarse a uno mismo está
relacionado con la inteligencia emocional en
el sentido de que las emociones son un
factor de motivación.
vReconocer las emociones de los demás.
Titchener utilizó por primera vez la palabra
empatía en los años veinte. La empatía se
construye sobre la toma de conciencia de
uno mismo (cuanto más abiertos estemos
para captar nuestras propias emociones, más
fácil nos será reconocer las de los demás) y
consiste en comprender lo que otras
personas sienten en diversas situaciones.
vEstablecer relaciones. Una clave de la
competencia social reside en la forma de
expresar las propias emociones. Paul Ekman
denomina reglas de manifestación al
consenso social sobre qué sentimientos
pueden ser expresados y cuándo. Aunque
estas reglas varían dependiendo de la
cultura, las básicas y más universales son: la
minimización de la expresión emocional, la
exageración y la sustitución. Otro aspecto
importante del establecimiento de relaciones
desde el punto de vista emocional es la
capacidad que tenemos las personas de
contagiar las propias emociones.
vAutoestima. La autoestima es, en líneas
generales, la valoración que hacemos de
nosotros mismos. No significa lo que uno es,
sino lo que uno cree que es. La autoestima
se compone de distintas facetas relacionadas
entre sí:
§ Las relaciones sociales: ¿cómo nos
ven los demás?
§ El aprendizaje y las destrezas: ¿cómo
valoramos lo que hacemos, el esfuerzo
que empleamos y su resultado?
§ La familia y el entorno: ¿cómo nos ven
padres, hermanos, profesores,
compañeros...?
§ La imagen corporal que cada persona
tiene de sí misma.
Una persona con una alta autoestima es
capaz de quererse y aceptarse con todas sus
capacidades y limitaciones, y estará, por
tanto, dispuesta a mejorar y perseverar para
superar retos a lo largo de la vida.
En la niñez se va desarrollando el concepto
que uno tiene sobre sí mismo a través de las
diversas experiencias vividas, lo que ven y
oyen en su entorno y las oportunidades que
reciben. Sin embargo, hay que decir que la
autoestima no es estática, se va forjando en
la infancia, pero es susceptible de mejorar
para posibilitar una mayor confianza en uno
mismo.
vTomar decisiones. Las emociones son
importantes en el momento de tomar
decisiones. Aquellas consideradas
“negativas” como la ira, el miedo o la tristeza,
se generan al valorar una dificultad para
lograr los propios objetivos. Sin embargo,
cuando se percibe el logro se experimentan
emociones positivas tales como la alegría, el
humor o la propia felicidad. Son precisamente
estas emociones las que nos predisponen
para afrontar una tarea aportando
entusiasmo y disposición a la acción.
Conviene, por tanto, educar a los niños
desde el principio para que valoren su estado
emocional cuando tienen que decidir qué
hacer y para que vean cómo influye en sus
decisiones, cambiándolas por otras que les
permitan mejorar emocionalmente.
Una idea muy difundida es considerar los
conflictos como algo negativo, sin embargo,
podemos contemplarlos desde otra
perspectiva muy distinta: es mejor
aprovecharlos para aportar nuevas ideas y
soluciones, y al mismo tiempo ejercitamos
habilidades de comprensión emocional. Son,
consecuentemente, una oportunidad para
aprender de ellos y potenciar la inteligencia
emocional.
vHabilidades sociales. Cada vez se conoce
mejor la importante influencia que tienen las
competencias sociales aprendidas desde la
infancia en el posterior funcionamiento social,
escolar, laboral y psicológico.
Es fundamental en los primeros años de vida
fortalecer el vínculo afectivo entre padres e
hijos, pues es algo saludable para toda la
familia y, para el pequeño, será el inicio de
sus posteriores habilidades de tipo social. Si
un niño se siente querido y, además, se le
proporciona en el propio hogar una adecuada
seguridad e independencia, se sentirá más
competente socialmente y podrá tener más y
mejores relaciones con sus compañeros.
Las habilidades sociales son fundamentales
si queremos que los niños se desenvuelvan
con naturalidad y se relacionen. Por ello, será
necesario enseñarles a ver las relaciones
sociales como una parte importante en su
vida, que aprendan conductas relacionadas
con la aceptación social para que los demás
les valoren y vean sus cualidades positivas,
que sepan presentarse y despedirse, sonreír,
colaborar y compartir el juego, hacer elogios,
dar y solicitar ayuda, compartir el tiempo de
ocio, etc.
Las habilidades sociales se relacionan con el
ajuste interpersonal, laboral y de vida
independiente. Por esta razón es preciso
favorecerlas mediante programas
específicos. Lo mejor para desarrollar estas
habilidades será aprovechar el propio grupo
desde que son pequeños, ya sea el aula, el
grupo de ocio, las actividades
extraescolares…
Esto se convertirá en una tarea mucho más
fácil si procuramos que el entorno sea
agradable para el niño, proporcionándole a
menudo expresiones positivas que estimulen
su interés y animándole cuando consigue un
nuevo reto. En un primer momento, las
habilidades de tipo social se enseñan de
forma muy estructurada, aunque conviene
que, progresivamente, cuando cuenten con
suficientes herramientas para relacionarse
con éxito, puedan ponerlas en práctica y
generalizarlas en otros contextos más
naturales: un parque, una fiesta, el
supermercado, etc. No solo basta con que el
niño se relacione en un solo contexto; hemos
de procurar que las amistades que van
consiguiendo puedan alargarse en el tiempo
y mantenerse en la edad adulta.
En el plano educativo deben contemplarse
las capacidades del niño antes que sus
limitaciones; hacerle ver aquello en lo que
puede salir airoso para que lo comparta con
los demás.
Con el desarrollo de la inteligencia emocional
se ponen en práctica una serie de habilidades:
§ Habilidades verbales: saludar y despedirse,
presentarse, solicitar favores, preguntar,
pedir ayuda, formular y responder a quejas,
aceptar críticas, dejar y pedir juguetes, saber
hacer elogios y hablar bien de los demás,
agradecer, pedir disculpas.
§ Habilidades no verbales: expresar afecto y
alegría, saber aproximarse al grupo,
observar, imitar, establecer un adecuado
contacto visual, sonreír, saber escuchar,
utilizar un tono de voz adecuado.
§ Habilidades de conversación: iniciar
conversaciones, mantenerlas, terminarlas,
unirse a la conversación de otros, saber
presentarse a otra persona, conversaciones
de grupo.
MÓDULO II: EL DESARROLLO DE LA
INTELIGENCIA EMOCIONAL EN LAS
DISTINTAS ETAPAS EDUCATIVAS.
La comprensión emocional
La comprensión emocional se desarrolla
paralelamente a la expresión. El
reconocimiento y comprensión emocional
precisan de la maduración de las capacidades
perceptivas que le permitan al bebé observar y
reconocer las expresiones emocionales. Así, el
reconocimiento facial se inicia en el segundo
mes de vida, cuando los bebés dirigen su
atención hacia la parte interna de las caras y
comienzan a diferenciar las expresiones
faciales y, a los pocos meses, ya son capaces
de captar el tono afectivo de sus padres.
La comprensión emocional incide también en el
desarrollo del “yo”. El conocimiento de sí
mismo se desarrolla de forma interrelacionada
a la interacción social a través de las
experiencias de los recién nacidos con los
adultos, si bien inicialmente esta relación es
una percepción muy elemental de los hechos y
las personas. Las investigaciones señalan que
hacia los seis meses los niños logran darse
cuenta de que su existencia es independiente
de los objetivos y de las personas con las que
se relacionan habitualmente. Esto genera una
especie de rutinas interactivas con las
personas más cercanas por medio de las
cuales aprenden que sus conductas producen
reacciones previsibles en los demás.
Los bebés adquieren información sobre su “yo
social” basándose en la forma en que otras
personas responden a sus manifestaciones
emocionales (Shaffer, 2002).
Entre el cuarto y el séptimo mes, los bebés son
capaces de asociar las expresiones
emocionales faciales a su significado
emocional y responder pertinentemente a las
muestras de afecto (Berger, 1997). El vínculo
que se genera entre la madre y el niño al
compartir estados afectivos promueve la
emergencia de la empatía. El niño interpreta las
situaciones como seguras o peligrosas en
función de las expresiones emocionales de la
madre, y las manifestaciones emocionales del
niño ante estas situaciones es una
reproducción vicaria de la expresión de la
madre. Las manifestaciones faciales y las
expresiones verbales de la madre contienen
referencias sociales que comunica al niño cada
vez que dirigen la conducta de éste hacia
determinados estímulos. Esta información que
transmite la madre sobre el contexto favorece
la comprensión del ámbito físico y social.
La comprensión emocional
Con la incorporación al sistema educativo, el
niño amplía sus interacciones con los iguales y
con otros adultos diferentes a la familia. En
esta etapa la comprensión de los propios
estados afectivos y de los estados afectivos de
los demás es fundamental porque contribuye a
flexibilizar la conducta emocional y favorece el
establecimiento de vínculos y el mantenimiento
de las relaciones socioafectivas.
La capacidad para comprender que se pueden
experimentar emociones opuestas entre sí ante
una misma situación es otro de los grandes
logros evolutivos que se relaciona con un
mayor desarrollo cognitivo. Esta capacidad es
fundamental en el desarrollo de las relaciones
afectivas estables. Los niños entre cinco y seis
años reconocen que pueden existir emociones
opuestas, aunque de forma secuencial, no al
mismo tiempo, en tanto que hacia los siete u
ocho años empiezan a comprender que pueden
existir dos emociones al mismo tiempo. Hacia
los once años, los niños serán capaces de
explicar esta ambivalencia emocional (Ortiz,
2002).
Existen múltiples investigaciones que indican
que durante la etapa de Educación Infantil y
Primaria se producen progresos importantes en
la empatía, especialmente respecto al malestar
ajeno (Lenon y Eisenberg, 2004). En una
investigación realizada por Strayer (1993) en la
que se contaba una historia triste a los niños se
observó que hasta los siete años éstos no eran
capaces de asociar que sus emociones eran
producto de las vivencias de los personajes de
la historia y solo a partir de los nueve años eran
capaces de hacer referencias explícitas a la
empatía. En este progreso tiene un papel
fundamental la acumulación de las
experiencias emocionales. La percepción de
los sentimientos del otro evoca sentimientos
similares a los de la propia experiencia; por
ello, el aumento de las experiencias
emocionales va a permitir evocar sentimientos
similares de una forma más ajustada y precisa.
Sin embargo, paralelamente y en la medida
que se incrementan las respuestas empáticas,
se hace necesario adquirir cierta capacidad de
distanciamiento psicológico con el fin de
evaluar objetivamente la situación y dar una
respuesta adecuada.
Así pues, el responder de forma correcta está
relacionado con la modulación de las
emociones empáticas. La comprensión de la
conducta de los otros y sus motivaciones se
desarrolla desde lo concreto a lo abstracto, es
decir, primero perciben las características
observables (apariencia y conducta de ellos
mismos y de los demás) y posteriormente de
los procesos internos (creencias, deseos,
intenciones...). Con ello, el niño se da cuenta
de que la conducta que manifiestan las
personas no es solamente una respuesta frente
a un estímulo determinado, sino que muchas
veces la conducta está condicionada por los
estados internos que experimentan y que estos
estados no se pueden observar de forma
directa. Progresivamente, el nivel de
comprensión se hace más elaborado por el
aumento de la capacidad para conectar
episodios ocurridos en diferentes tiempos y los
niños comienzan a ser capaces de realizar
reflexiones más complejas al considerar el
análisis variables situacionales y contextuales.
Entre los tres y los cuatro años, los niños
empiezan a comprender que determinadas
situaciones provocan determinadas emociones;
por ejemplo, un cumpleaños provoca alegría y
la pérdida de un juguete, tristeza. A partir de
estas vivencias, los niños van descubriendo las
conexiones entre los acontecimientos reales
que vivencian y las sensaciones internas que
experimentan, generalizando este conocimiento
a otras situaciones, lo que les ayuda a ampliar
la comprensión emocional propia y en los
demás (Ortiz, 2001). Sin embargo, en estas
edades la comprensión emocional está limitada
a las experiencias inmediatas del niño y la
comprensión de que el impacto que provoca la
emoción está supeditado a la evaluación que
realiza la persona que vivencia esa emoción.
Esta comprensión requiere del desarrollo de la
teoría de la mente, puesto que implica un
esfuerzo de imaginación para percibirse a sí
mismo en dicha situación emocional, para
darse cuenta de cómo se sienten las otras
personas. Esta capacidad se manifiesta hacia
los cuatro años cuando los niños empiezan a
considerar por lo menos dos variables, la
situación y los deseos del protagonista,
pudiendo explicar las emociones propias y las
de los demás en términos de deseos y
resultados.
A partir de los seis años los niños comprenden
que no es la situación en sí lo que provoca la
emoción, sino que es la evaluación que cada
persona hace de la situación lo que explica la
emoción, entendiendo además que esta
emoción no solo depende del deseo sino
también de las creencias y que estas pueden
ser equivocadas. Esta toma de perspectiva en
la comprensión emocional evoluciona
gradualmente. Además de considerar los
deseos y creencias, los niños van incorporando
otros factores como la personalidad, la
experiencia previa, las características de los
grupos sociales específicos, etc., ampliando
sus interpretaciones emocionales y, a la vez,
disminuyendo la propia proyección en la
situación.
No obstante, la capacidad de los niños para
considerar factores individuales, como la
personalidad y la experiencia previa, solo es
posible hacia los diez años de edad.
La comprensión del proceso de regulación
interna se empieza a desarrollar cuando los
niños descubren las causas que regulan la
experiencia emocional y comienzan a utilizarlas
para cambiar el estado emocional. Desde los
siete años, los niños toman conciencia de que
la emoción positiva o negativa pierde
intensidad a lo largo del tiempo porque
dejamos de pensar paulatinamente en el
acontecimiento que causó la emoción, y que
estas emociones cambian o varían en
intensidad según los acontecimientos que van
ocurriendo posteriormente, o sea, que la
emoción disminuye si la experiencia emocional
posterior se da en sentido contrario (Harris,
2003; Ortiz, 2001).
Estilo no implicado
En este modelo no se establece ningún tipo de
norma ni es receptivo al niño y solo atiende a
los cuidados mínimos de manutención. Los
casos extremos de este estilo provocan graves
déficits en el apego, en el desarrollo emocional
y social del niño, así como en el desarrollo
cognitivo. En la adolescencia, los niños
educados bajo este estilo tienen poca
tolerancia a la frustración, poco control
emocional y dificultades en el seguimiento de
las tareas escolares.
Aunque estos estilos pueden influir de forma
decisiva en el desarrollo de la inteligencia
emocional del niño, también debe considerarse
que el estilo temperamental del niño puede
condicionar el comportamiento de los padres.
En el entorno del niño, existen muchos otros
adultos de referencia a parte de los padres, que
tendrán también un papel muy importante en el
desarrollo de la inteligencia emocional. Entre
estos adultos merecen especial atención los
profesores, puesto que el entorno escolar se
configura como el segundo espacio de
socialización del niño. Magaz y García (1998)
han desarrollado un test para educadores en
base a planteamientos de Toro (2003) para
medir el perfil de los estilos educativos, que los
clasifican en cuatro tipos: sobreprotector,
asertivo, punitivo e inhibicionista. El estilo
asertivo se correspondería con el estilo
democrático visto con anterioridad; el punitivo
con el autoritario y el inhibicionista con el
permisivo, mientras que el sobreprotector sería
una aportación diferente. Para conceptualizar
estos perfiles, Magaz y García (1998) se basan
en la percepción que el profesor tiene del niño
y su dimensión emocional, así como los efectos
de dichos estilos en el desarrollo sociafectivo
del niño. En función de la percepción de la
vulnerabilidad del niño, de su propio sentido de
la responsabilidad, de su tolerancia a la
frustración, etc. el profesor asumirá un rol
educativo u otro.
MÓDULO IV: DESARROLLO DE LA
INTELIGENCIA EMOCIONAL EN LA
ESCUELA EN LAS DISTINTAS ETAPAS
EDUCATIVAS.
Estilo asertivo
Representa a los profesores que entienden que
todo niño nace ignorante y debe aprender a
comportarse como los adultos le solicitan, y
que el aprendizaje es una habilidad que
requiere del desarrollo de otras habilidades
previas. El profesor reconoce que al niño le
cuesta un esfuerzo hacer lo que se le pide
porque lo que le demandan es nuevo, no
habitual o porque prefieren hacer otra cosa.
Asimismo, los docentes con este perfil
consideran que el aprendizaje se desarrolla por
etapas sucesivas y cada aprendizaje nuevo
implica tiempo. Éstos tienen un sentido de la
responsabilidad equilibrada: los niños deben
aprender tanto los comportamientos como el
contexto situacional en que deben desarrollarse
dichos comportamientos. Los profesores
asertivos creen que la conducta humana debe
regirse por el equilibrio, la libertad, la
responsabilidad, la funcionalidad, la economía
y el optimismo. En los niños, el elogio y el
reconocimiento por parte del educador refuerza
y consolida los comportamientos adecuados
constituyéndolos como hábitos. El elogio de
unos comportamientos y la falta de elogio de
otros facilita la discriminación y generalización
de los aprendizajes. Estos niños se desarrollan
con seguridad en sí mismos, autonomía
personal e interés por lograr sus objetivos. La
toma de decisiones se realiza en función de las
consecuencias que espera obtener,
progresando en competencia y autonomía. La
relación del niño con el profesor es una relación
estable y de aprecio mutuo.
Estilo punitivo
Los profesores que siguen este modelo
piensan que las personas tienen obligación de
actuar de una forma determinada: la
establecida por las normas. No permiten
errores o desviaciones de los fijados por las
normas y no reconocen el esfuerzo para
cumplir las normas porque es una obligación.
Tampoco comprenden que adquirir un hábito o
habilidad requiere de un tiempo durante el cual
se producen errores. Si los niños educados con
este modelo reciben continuas críticas respecto
a su persona, desarrollan un autoconcepto
negativo, por lo que su comportamiento
persigue la evitación del castigo en lugar del
logro del éxito, se vuelven ansiosos y pueden
desarrollar trastornos. Estos niños
frecuentemente realizan conductas de evitación
y justificación y sienten rencor hacia el
profesor.
Estilo inhibicionista
Este modelo se corresponde con los docentes
que creen que todos los niños tienen la
capacidad para desarrollarse plenamente con
normalidad y para aprender por su cuenta.
Creen que la experiencia es la escuela de la
vida y que la tarea del profesor es no poner
impedimentos al desarrollo. Los niños que han
sido educados bajo este modelo desarrollan un
autoconcepto positivo si han logrado las
diferentes metas solo a partir de sus
competencias. Pero aun así presentan déficits
en el aprendizaje de autonomía, habilidades de
cuidado personal y habilidades sociales;
muestran conductas de búsqueda de apoyo en
figuras de autoridad y suelen presentar altos
niveles de ansiedad por la inseguridad
personal.
Regulación emocional
Es la capacidad para manejar las emociones
de forma apropiada. Supone tomar conciencia
de la relación entre emoción, cognición y
comportamiento, tener buenas estrategias de
afrontamiento, capacidad para autogenerarse
emociones positivas, entre otros.
§ Tomar conciencia de la interacción entre
emoción, cognición y comportamiento:
los estados emocionales inciden en el
comportamiento y éstos en la emoción;
ambos pueden regularse por la cognición
(razonamiento, conciencia).
§ Expresión emocional: capacidad para
expresar las emociones de forma
apropiada.
§ Habilidad para comprender que el estado
emocional interno no necesita
corresponder con la expresión externa,
tanto en uno mismo como en los demás.
En niveles de mayor madurez,
comprensión de que la propia expresión
emocional puede impactar en otros,
teniéndolo en cuenta a la hora de
presentarse.
§ Capacidad para la regulación
emocional: los propios sentimientos y
emociones deben ser regulados. Esto
incluye un autocontrol de la impulsividad
(ira, violencia, comportamientos de riesgo)
y tolerancia a la frustración para prevenir
estados emocionales negativos (estrés,
ansiedad, depresión).
§ Habilidades de afrontamiento:
competencia para afrontar emociones
negativas mediante la utilización de
estrategias de auto-regulación que mejoren
la intensidad y la duración de tales estados
emocionales.
§ Competencia para autogenerar
emociones positivas: capacidad para
experimentar de forma voluntaria y
consciente emociones positivas (alegría,
amor, humor, fluir), y para autogestionar su
propio bienestar subjetivo para una mejor
calidad de vida.
Inteligencia interpersonal
La inteligencia interpersonal es la capacidad
para mantener buenas relaciones con otras
personas. Esto implica dominar las habilidades
sociales, capacidad para la comunicación
efectiva, respeto, actitudes pro-sociales,
asertividad, etc.
§ Dominar las habilidades sociales
básicas: escuchar, saludar, despedirse,
dar las gracias, pedir un favor, pedir
disculpas, actitud dialogante, etc.
§ Respeto por los demás: intención de
aceptar y apreciar las diferencias
individuales y grupales y valorar los
derechos de todas las personas.
§ Comunicación receptiva: capacidad para
atender a los demás tanto en la
comunicación verbal como no verbal para
recibir los mensajes con precisión.
§ Comunicación expresiva: capacidad para
iniciar y mantener conversaciones,
expresar los propios pensamientos y
sentimientos con claridad, tanto en
comunicación verbal como no verbal, y
demostrar a los demás que han sido bien
comprendidos.
§ Compartir emociones: conciencia de que
la estructura y la naturaleza de las
relaciones vienen en parte definidas por: a)
el grado de inmediatez emocional o
sinceridad expresiva; y b) el grado de
reciprocidad o simetría en la relación. De
esta forma, la intimidad madura viene en
parte definida por compartir emociones
sinceras, mientras que una relación padre-
hijo puede compartir emociones sinceras
de forma asimétrica.
§ Comportamiento pro-social y
cooperación: capacidad para aguardar
turno; compartir en situaciones diádicas y
de grupo; mantener actitudes de
amabilidad y respeto a los demás.
§ Asertividad: mantener un comportamiento
equilibrado entre la agresividad y la
pasividad; esto implica la capacidad para
decir “no” claramente y mantenerlo, para
evitar situaciones en las que uno puede
verse presionado y demorar la actuación
ante situaciones de presión hasta sentirse
adecuadamente preparado. Capacidad
para defender y expresar los propios
derechos, opiniones y sentimientos.
El modelado
Es considerada una de las técnicas más
eficaces y de mayor utilización en el
entrenamiento de habilidades sociales, para la
adquisición y/o modificación de conductas
sociales. Basándose en el aprendizaje por
observación, se propone suministrar la
secuencia completa de los pasos que
constituyen una habilidad determinada y se
enseña cómo se integran estas conductas
concretas dentro del comportamiento más
global. Este tipo de aprendizaje puede adoptar
diferentes formas: en vivo, simbólico y
encubierto. En el modelado en vivo, el niño
observa directamente al modelo digno de imitar
participando activa o pasivamente. En el
modelado simbólico, comprende la observación
en vídeo del modelo competente. Y en
modelado encubierto, requiere de la capacidad
para imaginar el comportamiento competente.
En el contexto escolar, los principales modelos
de referencia van a ser el profesorado y los
iguales, y en la familia, los padres y los
hermanos u otros adultos significativos.
La instrucción verbal
Es la fase inicial de la mayoría de estrategias
de modificación de conducta. Esta técnica
puede utilizarse de forma aislada o combinada
con otras técnicas. La instrucción verbal
aplicada al proceso de enseñanza-aprendizaje
implica el uso del lenguaje oral para describir,
definir, explicar y/o poner ejemplos respecto de
las habilidades de relación interpersonal que la
persona debe identificar, conocer y ensayar. En
esta técnica se utilizan la discusión, el diálogo y
la asamblea. Sin embargo, la información para
recordar por la persona sometida al
entrenamiento debe ser comprensible, precisa
y breve.
Ensayo conductual
Es la oportunidad de practicar
estructuradamente conductas sociales
específicas, siguiendo instrucciones o imitando
a un modelo con retroalimentación evaluativo y
refuerzos.
Técnica de iniciación con iguales
Es un procedimiento específico para promover
conductas de interacción social, puesto que en
ocasiones el niño posee las habilidades, pero el
contexto social no está organizado para que
éste pueda desarrollar esas habilidades. Por lo
tanto, esta técnica está ideada para entrenar a
compañeros o iguales y generar así las
conductas necesarias.
Estrategias cognitivo-conductuales
Se denominan estrategias cognitivo-
conductuales a los procedimientos que
postulan que las conductas externas pueden
ser modificadas si se transforman los procesos
cognitivos que asocian el estímulo social con la
respuesta conductual. Por esta razón, este
procedimiento se centra en los procesos de
toma de decisiones y de resolución de
problemas. Así, las principales formas de
intervención cognitivo-comportamental son:
estrategias racionales o de reestructuración
cognitiva, estrategias de afrontamiento o de
inoculación del estrés, manejo de emociones,
estrategias de solución de problemas en
general y solución de problemas
interpersonales a nivel particular.
Estrategias racionales
(De reestructuración cognitiva o entrenamiento
autoinstruccional) Tienen como objetivo el
entrenamiento del niño para que logre el control
de su propia conducta por medio del diálogo
consigo mismo o autoinstrucciones.
Inicialmente, el control de las conductas
impulsivas es proporcionado por los adultos,
luego son los propios niños que mediante
autodiálogos, pueden planificar
anticipadamente, controlar las conductas
impulsivas, automotivarse y
autorecompensarse, persistir en la tarea, etc.
En esta línea, Meichenbaum y Goodman
crearon un programa de entrenamiento en
autoinstrucción basado en el entrenamiento
operante y el aprendizaje social, concebido
inicialmente para trabajar las deficiencias
cognitivas en niños impulsivos y/o aislados. La
finalidad de la reestructuración cognitiva es
lograr que las personas analicen las
situaciones sociales de manera realista y
exhaustiva, y eliminar los pensamientos
negativos que les impiden participar en las
interacciones sociales. Esta técnica puede
trabajarse de forma individual o en grupos
pequeños. El procedimiento se inicia con la
representación de la conducta adecuada por
parte del instructor a través de instrucciones
verbales. Estas instrucciones pueden ser
aproximaciones a las exigencias de la tarea
(¿qué tengo que hacer?), orientaciones para su
realización, afirmaciones de adecuación
personal, afirmaciones que contrarresten la
inseguridad frente a la posibilidad de fallar,
autoalabanza por haberlo logrado, etc.
En el siguiente paso, el alumno es más activo,
puesto que debe realizar la misma tarea
mientras el instructor verbaliza las instrucciones
en voz alta, dirige, orienta y alaba la conducta
del alumno. En la tercera fase, el niño debe
realizar la tarea mientras ensaya en voz alta las
verbalizaciones instruccionales que ha
modelado el instructor, mientras que el cuarto
ensayo consiste en repetir en voz baja. Por
último, realiza la tarea repitiéndose a nivel de
pensamiento.
• Procedimientos:
Las estrategias son: dinámicas de grupos
(juegos, lluvias de ideas, juego de roles,
discusión guiada, trabajo cooperativo),
discusión y análisis de la actividad y
cumplimentación de fichas.
• Contenidos:
Los contenidos se organizan en cinco
secciones:
- Qué significa pertenecer a un grupo.
- Adquirir conocimiento de las personas que
pertenecen a un grupo.
- Tomar conciencia de sus características
personales.
- Reconocer e identificar sentimientos.
- Reconocer conflictos interpersonales.
Programa: Desarrollando la Inteligencia
Emocional DIE (Vallés Arándiga, 1999-2000)
• Objetivos:
- Adquirir un buen nivel de autoconciencia
emocional.
- Alcanzar un adecuado control emocional a
nivel de comprensión y expresión de las
emociones para tolerar la frustración,
expresar enfado u otras emociones
negativas de modo socialmente correcto.
- Incrementar las capacidades empáticas.
- Mejorar las relaciones interpersonales y
habilidades para identificar las situaciones
conflictivas y sus causas.
• Procedimientos:
- La didáctica que utiliza se basa en
actividades de papel y lápiz, aunque
complementadas con algunas estrategias
como la reinterpretación, la re-atribución
cognitiva, la sustitución de los pensamientos
negativos por otros más positivos y
dinámicas de grupo (debates, lluvia de
ideas, etc.).
• Contenidos:
- Conocimiento de la autoestima y
emociones.
- Identificación de los diferentes estados de
ánimo de interacción social.
- Las emociones positivas y su influencia en
la autoconfianza, autoestima y en la
automotivación.
- Aprender las 31 habilidades de la
inteligencia emocional y aplicarlas a
situaciones cotidianas.
- Proposición de pautas de afrontamiento
según el modelo de solución de problemas.
- Las habilidades de comunicación desde el
enfoque de los componentes conductuales
(verbales y no verbales), normas prácticas
sobre el contenido y las formas de las
conversaciones.
Programa de educación emocional (Travesset,
1999)
Este trabajo está enfocado al alumnado de la
ESO desde una orientación didáctica cognitiva,
afectiva y social, fundamentado en el programa
de competencias sociales propuesto por Ross.
Surge de la necesidad de la importancia de una
educación integral y de la atención a la
diversidad. Se estructura en torno a cuatro
grandes temas: educación emocional, yo y el
mundo, habilidades cognitivas y habilidades
sociales.
• Objetivos:
- Tomar conciencia de las necesidades,
dificultades y contradicciones propias de la
adolescencia.
- Aceptar la responsabilidad de los propios
actos y sentimientos.
- Deshacerse de modelos inapropiados.
- Identificar emociones y motivaciones
positivas y negativas.
- Canalizar las preocupaciones a través del
diálogo para comprender lo que les está
sucediendo.
- Analizar los efectos de la autoestima sobre
la conducta personal y las relaciones
interpersonales.
• Procedimientos:
Las actividades propuestas por dicho proyecto
son las siguientes: debate en grupo y puesta en
común, elaboración de fichas individuales,
lluvia de ideas, análisis de anuncios
publicitarios, realización de trabajos sobre la
sexualidad, ensayo de respuesta frente a
determinadas emociones, escribir narraciones,
lectura comprensiva de textos y confección de
murales.
• Contenidos:
Los contenidos de este programa tratan el
significado de crecer (cambios físicos,
psíquicos y sociales propios de la
adolescencia), la dinámica del grupo familiar y
las relaciones interpersonales.
Programa: Siendo inteligente con las
emociones S.I.C.I.E (Vallés Arándiga, 1999)
Este programa se estructura en función de la
definición de inteligencia emocional: conjunto
de habilidades que permiten a la persona
conocer y regular sus propias emociones,
sentimientos y estados de ánimo, y empatizar
con los demás. Estas habilidades se presentan
para ser trabajadas en el aula mediante los
recursos didácticos disponibles. El programa se
dirige tanto a Educación Primaria como a
Educación Secundaria.
• Objetivos:
Aprender las habilidades emocionales
necesarias para enfrentarse a las dificultades
de la vida cotidiana en el ámbito escolar y su
generalización a otros ambientes.
• Procedimientos:
Los procedimientos utilizados son las
dinámicas de grupo, resaltando la siguientes:
asamblea, Phillips 66, debate, lluvia de ideas,
trabajo cooperativo, juego de roles con
reforzamiento y generalización. También se
puede complementar con fichas didácticas que
incluye el programa.
• Contenidos:
- Conocerse para saber cómo nos sentimos
(triste, enfadado…).
- Valorar cómo se sienten los demás (detectar
sus emociones, tranquilizarles, etc.).
- Respetar a los demás.
- Comunicarse adecuadamente y solucionar
los problemas con los compañeros.
- Aceptar lo que dicen los otros cuando es
justo y saber decir que no cuando lo que
nos piden los demás es inadecuado.
- Sentirse bien con el grupo de amigos.
- Expresar adecuadamente las emociones,
ideas u opiniones, etc.
- Controlar los deseos de pelearse, la rabia, el
enfado, el miedo, etc.
- Tener paciencia y no enfadarse cuando las
cosas no salen bien.
- Saber qué comportamientos son adecuados
o inadecuados.
- Cambiar pensamientos negativos por unos
positivos hablándose a uno mismo.
- Pensar las cosas antes de hacerlas.
- Cumplir con nuestras responsabilidades,
aunque no nos guste, sonreír, ser optimista,
estar tranquilos.
• Procedimientos:
La propuesta se compone por técnicas de
moldeamiento, representación de papeles,
retroalimentación del rendimiento y
transferencia a otros ámbitos.
• Contenidos:
El programa contiene cincuenta habilidades
que se organizan en seis grupos:
§ Habilidades sociales primarias:
escuchar, iniciar y mantener
conversaciones, formular preguntas,
agradecer, presentarse y presentar a otras
personas, hacer cumplidos.
§ Habilidades sociales avanzadas: pedir
ayuda, participar, dar instrucciones, seguir
instrucciones, disculparse, convencer a los
demás.
§ Habilidades relacionadas con los
sentimientos: conocer y expresar los
propios sentimientos, comprender los
sentimientos de los demás, enfrentarse con
el enfado del otro, expresar afecto, superar
el miedo, autorecompensarse.
§ Habilidades alternativas a la agresión:
pedir permiso, compartir algo, ayudar a los
demás, negociar, autocontrolarse, defender
los propios derechos, responder a las
bromas, evitar problemas y peleas con los
compañeros.
§ Habilidades para hacer frente al estrés:
formular y responder a una queja,
demostrar deportividad en el juego, superar
la vergüenza, arreglárselas cuando le dejan
de lado, defender a un amigo, responder a
la persuasión, afrontar el fracaso,
enfrentarse a los mensajes contradictorios,
responder a una acusación, prepararse
para una conversación difícil, hacer frente a
las presiones del grupo.
§ Habilidades de planificación: tomar
decisiones, discernir sobre las causas de
un problema, establecer un objetivo,
determinar las propias habilidades, recoger
información, resolver los problemas según
su importancia, concentrarse en las tareas.
• Contenidos:
- Autoconciencia.
- Autocontrol emocional.
- Motivación.
- La capacidad de empatía.
- Las habilidades sociales.
• Objetivos generales:
- Lograr un mejor conocimiento emocional.
- Desarrollar habilidades para controlar las
propias emociones, generarse emociones
positivas, automotivarse.
- Adoptar actitud positiva ante la vida.
- Aprender a fluir.
• Objetivos específicos:
- Desarrollar la capacidad para controlar
estados depresivos, estrés, ansiedad y
tolerar la frustración.
- Potenciar las habilidades para aplazar las
recompensas.
- Fomentar el sentido del humor y los estados
de bienestar.
• Procedimientos:
• Contenidos:
- Marco conceptual de las emociones:
concepto de emoción, los fenómenos
afectivos, el cerebro emocional, las
emociones y la salud, emoción y motivación,
la inteligencia emocional.
- Tipos de emociones e intensidad,
especificidad y polaridad.
- Conciencia emocional: conocer y comprender
las propias emociones y las emociones de los
demás, comprender las causas y
consecuencias de las emociones, reconocer
la diferencia entre pensamientos, acciones y
emociones, el lenguaje emocional y la
expresión verbal.
- Control emocional: un manejo de la ira, la
agresividad, la impulsividad, tolerancia a la
frustración, demorar las gratificaciones,
automotivación y prevención de los efectos
de las emociones negativas.
- Estrategias de control emocional: diálogo
interno, autoafirmaciones positivas,
asertividad frente a las presiones
ambientales, estilos de atribución causal, la
interrogación cognitiva, reestructuración
cognitiva, imaginación emotiva, creatividad,
terapia emocional y educación emocional.
- Control del estrés: concepto de estrés y
estrategias de control del estrés.
- Autoestima: autoconcepto y autoestima, y
desarrollo de expectativas realistas sobre las
propias capacidades.
- Comunicación efectiva y afectiva:
características de la comunicación efectiva,
escucha activa, comunicación no verbal y
empatía.
- Relaciones interpersonales y habilidades
socio-emocionales: leer e interpretar las
claves sociales, observarse a sí mismo desde
la perspectiva de los demás, trabajo en grupo
y habilidades sociales básicas.
- Resolución de conflictos: negociación y
mediación e identificación de las alternativas
de acción.
- Las emociones en la toma de decisiones,
tomar conciencia de las decisiones y ser
responsable de las decisiones de habilidades
de tiempo libre.
- Factores de bienestar subjetivo: relaciones
sociales y afectivas, trabajo y salud.
- Factores socioeconómicos y características
personales.
- Aprender a fluir.
• Contenidos:
Los contenidos se organizan en tres niveles:
v Primer nivel: dirigido al alumnado de
Segundo Ciclo de Educación Primaria (8-10
años), y comprende sobre interrogaciones
que versan sobre: la autoestima, las
habilidades sociales, la solución de
problemas, estado de ánimo, aprender a
dialogar, el uso adecuado de gestos en la
conversación, elogios, pedir por favor, etc.
v Segundo nivel: está orientado al alumnado
del Tercer Ciclo de Primaria (11 a 12 años)
y contiene las siguientes unidades: yo soy
así, así funciona mi autoestima, comunica lo
que sientes, habilidades de conversación,
cómo expresar una queja, decir no, hacer y
recibir cumplidos…
v Tercer nivel: dirigido al alumnado de la
ESO y FP (12 a 16 años), y trabaja:
conducta asertiva, no asertiva y agresiva,
cómo observar las situaciones sociales,
cómo mejorar tus conversaciones,
habilidades sociales no verbales, cómo
defender tus derechos respetando los de los
demás, cómo responder a las críticas, cómo
solucionar problemas, trabajar en equipo,
cómo mejorar las relaciones con el sexo
opuesto, controla tus pensamientos y la
relajación es una ayuda para tus nervios.
MÓDULO VI: CONCLUSIÓN.
La educación de la inteligencia emocional
cubre diversas necesidades de los alumnos. En
la actualidad, el profesorado está concienciado
de la necesidad de trabajar este ámbito, siendo
la observación de las prácticas diarias útiles
para trabajar sus componentes.
A lo largo de los módulos anteriores, hemos
abarcado desde distintas perspectivas la
inteligencia emocional. Hemos partido de sus
bases, analizando el concepto, sus orígenes y
sus dimensiones. También se han establecido
los distintos modelos en los que se basa su
desarrollo.
Otro módulo ha sido estructurado desde el
desarrollo de la inteligencia emocional, desde
las distintas etapas educativas, diferenciando
entre primera infancia, etapa de escolarización
hasta la pubertad y etapa de la adolescencia.
Un apartado especialmente importante es el
desarrollo de la inteligencia emocional desde
los distintos ámbitos educativos: la familia y la
escuela, ya que son los dos agentes
socializadores más importantes en el desarrollo
de los niños. Hemos diferenciado la
intervención en familia y la intervención en la
escuela teniendo en cuenta los elementos más
significativos para favorecer en cada uno de
ellos. En este último, hemos diferenciado entre
el desarrollo de la inteligencia emocional en el
sistema educativo en general y más concreto
en el aula.
Por último, se ha dedicado un capítulo a los
programas más utilizados para desarrollar la
inteligencia emocional en nuestras escuelas.
Cada uno de ellos tiene unas finalidades,
contenidos y procedimientos concretos.
Para finalizar solo nos queda destacar la
importancia que tiene la intervención sobre las
emociones dentro del sistema educativo y
cómo los miembros de la comunidad educativa
deben colaborar para poder alcanzar una de
las finalidades de la educación: el desarrollo
integral del alumno.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Magister
da seguridad
En Magister me
ayudaron a conseguir
mi sueño
Los simulacros
de Magister son
muy útiles
Lucía es profesora,
finalizó su Grado de Ed. Infantil y, aunque pensaba opositar,
empezó a buscar trabajo.
Después de unos meses, Lucía encontró trabajo en un colegio,
de unas pocas horas semanales.