Ceiba
Ceiba
Ceiba
Por muchos años estuvo enterrado junto a una Ceiba el gran dios adivino Orula, con solo
los hombros y la cabeza afuera y la Ceiba lo protegía de todas las inclemencias.
En muchas ocasiones los ebbos (obras) aconsejados en consulta por Orula a través de los
sacerdotes de IFA, llamados también babalaos o babalawos, son llevados al pie de una
Ceiba como paso final para completar lo encomendado en la resolución de determinada
problemática. Por lo que es muy común encontrar en los alrededores del árbol ciertas
«brujerías» , significado que se le asigna popularmente a estas ofrendas .
Se supone que como la Ceiba es santa y está bendita NO se utiliza para cosas malas, pero
esto difiere a veces. Ella concede su poder, pero las intenciones dependen del hombre, con
lo cual se dice que la Ceiba lo mismo mata que da vida.
Por supuesto se le debe pagar su derecho. El que se encomienda a una Ceiba y promete
algo a cambio del favor, debe ser muy cuidadoso al cumplirle.
Cuentan que el único árbol que sobrevivió al diluvio universal fue la Ceiba, y todos los que
se refugiaron en ella, personas y animales, estuvieron a buen resguardo también, así se
salvó la raza humana.
También se dice que en cierta ocasión la Virgen María con el niño se refugió en el tronco
del árbol para burlar a sus perseguidores, y que la Virgen misma la bendijo.
Este árbol, en su condición maternal, cuida de todos por igual sin hacer diferencias. Todo
aquel que se acerque a la Ceiba debidamente encuentra respuesta.
El mal de locura también se ha quitado más de una vez con rituales ante una Ceiba.
Concluye respecto a la ceiba Lidia Cabrera en “El Monte” diciendo: <<…la santísima ceiba,
es concretamente, en la ciencia mística de nuestro pueblo, Árbol Dios, más que Árbol de
Dios.>>
Ofrendas
Se le realizan inmolaciones al pie de la Ceiba, a la que se le ata un paño rojo. Las
inmolaciones que se le realizan son de toretes jóvenes que aún no se hayan
apareado, estos son paseados por los santeros, mientras llevan velas encendidas
e inmolan gallina, gallos, pollos, pato y guanajos, todos blancos.
Los rezos con Oriaté, y coro de hombres y mujeres, rompieron cuando los
obínú, salidos del coco seco roto, anunciaron en sus cuatro masas
blanquísimas, el alafia húmedo del agua bendita de sus entrañas; el choro
chorochó mezclado en el otawe de las broncíneas caras, espejea las
maniobras de las ofrendas menores, hasta que asciende el dramatismo en el
degüello del Malú para culminar en la danza y toque a Iroko, donde se ve
un bastón cubierto de preciosos collares en colores haciendo juego con
una escoba adornada de cuentas rojas de Shangó y blancas de Obbatalá.
Bastón y Escoba representan dioses que bailan con los Olochas hasta el
frenesí de la posesión corpórea de los Orishas, que se personifican así, para
dar muestras de que han participado y están conformes en la alegría de sus
hijos, que nada malo hacen en buscar la felicidad con un modo religioso que
los ajusta.