Call Me by Your Name Critica
Call Me by Your Name Critica
Call Me by Your Name Critica
NAME.
LLAMAME POR TU NOMBRE.
Una película tan bien dirigida e interpretada como otras recientes películas
italianas de más fama y más pretenciosidad, y con la misma artificiosidad, de un
preciosismo que aburre, y mostrando una descara explotación del legado
histórico-cultural y geográfico del país que cansa. Si le quitamos eso a la historia
y el hecho, que podía ser particular en los años setenta del pasado siglo, de que el
argumento verse sobre una relación gay, nos queda una película más de amores de
verano y aprendizaje existencial y emocional. Sólo salvaría de la película el largo y
emotivo parlamento del padre del joven al final de la proyección. Allende las aguas
del primer amor.
Del mismo modo, el séptimo arte, aquel que apela a todas y cada una de
estas, también ha tenido oportunidad de entrar en la colada. Concibiéndose como
una imitación de la realidad, el cine ha abierto puertas a historias de cualquier
índole, presentando el requerimiento de tres componentes claves que se ven
motivados con vehemencia por la pasión a la producción audiovisual y a la vida. Lo
que hacemos nos ata como sociedad, crea un espíritu de comunidad, todos
sobrevivimos a costa de otros, y esos mismos de otros, es una cadena cíclica que
nos unifica y no nos damos cuenta, lo haremos, cuando la implacable aceleración
materialista y el predominio del yo releguen sus compulsivas fuerzas ante el
amor. Tal es el caso del intimista Luca Guadagnino y su más reciente filme
estrenado en la antepasada edición del Sundance Film Festival, una historia que
respira deseo, pero también reconcomio.
Adaptando uno de los libros más emblemáticos de André Aciman, la historia nos
invita a los días más calurosos del verano de 1983 al norte de Italia, sofocantes
jornadas por las que Elio, un chico americano maravillado por la música y su
historia, transita perezosamente transcribiendo partituras y flirteando con algunas
chicas. Sin embargo, sus monocordes vacaciones darán un giro ante una visita
inesperada, la cual, sin llegar a imaginarlo, llenaría de color, placer y dolor la vida
del zagal. Se trata de Oliver, un culto estudiante que en pos de su doctorado, se
hospeda en la veraniega mansión de los Perlman con el fin de servir de ayudante
al padre de Eliot, un profesor especializado en cultura greco-romana. El escritor
estadounidense de "Eight White Nights" ha manifestado en el papel una particular
exquisitez describiendo las situaciones, emplea lenguaje y técnica de manera tan
compacta y funcional que las palabras parecen cobrar vida en imágenes, en
imágenes reales.
Uno no espera que sea tan ordinaria la película y eso la hace extraordinaria.