HISTORIAS URBANAS Bs As

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HISTORIAS URBANAS

Leyendas de Buenos Aires

Personajes fabulosos o fantasmagóricos, con orígenes fundamentados en la historia o


generados en rumores, ya forman parte de la identidad de cada barrio.

La otra historia de Buenos Aires no está en los manuales. Como todas las grandes
metrópolis, cuenta con cientos de autores anónimos que con sus leyendas también
construyen la identidad urbana. Son relatos —los hay oscuros y sangrientos, pero
también eróticos y misteriosos— que se instalaron en el imaginario porteño. Aunque
nadie conozca muy bien el origen.

Hay una ciudad espectral, habitada por personajes extraños en los que muchos creen y
dicen haber visto. Tanto que son parte de cada barrio. Como los fantasmas que
sobrevuelan casonas abandonadas, la dama que intentó escapar de su tumba, una niña
aristocrática asesinada por su amante y bestias fabulosas como el Gigante de Once.
Algunos relatos, ya clásicos, tienen en sus orígenes fundamentos históricos. Otros, el
rumor que va de boca en boca.

"Este tipo de leyendas se corresponden con la tradición oral de las ciudades,


heterogéneas por definición. Y en Buenos Aires también se trata de buscarle explicación
a las verdades generadas espontáneamente", explica la socióloga Daniela Tregierman.

Libros, páginas en Internet y circuitos turísticos recuperan parte de estas leyendas. Para
el historiador Felipe Pigna, autor de "Los mitos de la historia argentina I y II", el de los
mitos urbanos es un tema que nunca pasa de moda: "Hay algo de verdad, aunque no se
pueda comprobar. La gente deposita deseos y expectativas en aquellas narraciones
irrealizables", reflexiona.

Guillermo Barrantes y Víctor Coviello son dos jóvenes escritores que rastrearon
leyendas urbanas inéditas y las plasmaron, con espíritu detectivesco, en el libro "Buenos
Aires es Leyenda". "Con los mitos pasa algo similar a la teoría de la supervivencia del
más apto de Darwin: es la supervivencia de la historia que más le gusta al oyente.
Alguien puede escuchar tres versiones de una misma historia y se va a quedar con la que
más le gusta y ésa es la que va a reproducir", explica Barrantes.
Las leyendas, por definición, cuentan con un fondo real que es transformado por la
tradición. Pero para Coviello representan mucho más: "Son como las flores que crecen
en medio del cemento, en los balcones: algo fantástico y delirante que nace en medio
de la Ciudad". Pasen, tiemblen y vean las invenciones fabulosas de Buenos Aires.

El gigante de Once que salva vidas

Según cuenta una historia de larga data, por las calles de Once vaga un personaje de
casi tres metros de altura que cuida a los habitantes del barrio. Este gigante
"bonachón" ha salvado a víctimas de choques y ha espantado a más de un malhechor, o
al menos esto es lo que narran los vecinos de Balvanera que confían en su presencia
protectora.

Algunos afirman que este ser es el mismísimo Golem, un hombre artificial creado en
el siglo XVI por un rabino de Praga, llamado Judah Loew ben Bezabel. Si bien la
historia oficial habla de un solo Golem, otros afirman que Bezabel creó trece de estos
humanoides de arcilla y que uno de ellos llegó a Buenos Aires, de la mano de un
rabino, con los inmigrantes judíos.

De allí en más, la historia se bifurca en varias versiones: algunos cuentan que antes de
morir el rabino encerró al gigante en una habitación a la que nadie puede entrar, que
estaría en el anexo de un hospital, en Caballito. Otros creen que vive en un callejón
oculto, que podría ser el pasaje Colombo o el Victoria. De una u otra forma, hay
vecinos que aseguran que el gigante le salvó la vida a más de uno.

Dulce venganza arquitectónica

Esta es la historia de dos familias enfrentadas que dejó sus huellas en Retiro. Los
Anchorena, que vivían en el actual Palacio San Martín con 150 sirvientes. Y los
Kavanagh, adinerados, aunque no patricios. Hacia 1920 los Anchorena construyen la
iglesia del Santísimo Sacramento como futuro sepulcro familiar. Cuenta la leyenda que
uno de los Anchorena se enamoró perdidamente de una Kavanagh, aunque el romance
no fue aprobado por su familia. Corina Kavanagh decidió una venganza
arquitectónica: en Florida y San Martín, ordenó la construcción de un edificio cuyo
único requisito era que impidiera la vista desde el palacio Anchorena a la iglesia,
objetivo que aún cumple el edificio Kavanagh. "Incluso, si alguien quiere mirar de
frente la actual basílica del Santísimo Sacramento, debe pararse en el pasaje "Corina
Kavanagh", relata Eduardo Lazzari, presidente de la Junta de Estudios Históricos del
Buen Ayre.

Ajos contra el enano vampiro

Se trata de uno de los relatos más fascinantes del libro “Buenos Aires es leyenda”. Tiene
como protagonista a Belek, un enano que llegó a Buenos Aires con el Circo de los Zares
a fines de los 70. Belek, que provenía de la zona de los Cárpatos –como el conde
Drácula–, fue expulsado luego de que el dueño del circo, Boris Loff, el Hombre Bala y
la Mujer Barbuda lo encontraran prendido al cuello de Vera, una mono tití.

Pero el mito de Belek, el enano vampiro, apenas comienza allí.

El verdadero horror se desató cuando se refugió en una casa semiabandondada del Bajo
Flores y los gatos del barrio comenzaron a desaparecer misteriosamente.

La leyenda cuenta que la gente protegió sus casas con ristras de ajo y todos llevaban
crucifijos por miedo a sus ataques. Una noche de invierno, los hombres del barrio
cazaron al enano vampiro con la red de un arco de fútbol, cerca de la estación Flores,
pero se les escapó. Aseguran que aún vive en el cementerio de Flores y sigue haciendo
de las suyas.

El castillo de los amantes trágicos

En Campana al 3200, cerca de las vías, se alza el enigmático “Castillo de los Bichos”,
llamado así por las molduras con formas de animales. A principios del siglo XX
perteneció a la familia italiana Giordano. Lucía, la única hija, conoció a un violinista,
Angel Lemos y el romance no tardó en surgir. Se casaron el 1° de abril de 1911 y
cientos de invitados disfrutaron del banquete.

Hacia la madrugada, la pareja advirtió que el auto que los debía trasladar no estaba en la
puerta, sino unos pasos más allá de la casona, cruzando las vías: un detalle que se
convirtió en tragedia, ya que un tren los arrolló. Isabelino Espinosa, de la Junta de
Estudios Históricos de Villa del Parque, cuenta que los ocasionales ocupantes de la
casona salían despavoridos, asustados por los gritos desgarradores de una joven mujer y
un violinista.

Se buscan los ojos de un hombre

Por los vagones de la línea Mitre deambulaba un hombre sin párpados.

Según dicen, siempre subía o bajaba del tren en la Estación Coghlan y murió en
circunstancias de lo más raras. Para algunos, contrajo una terrible infección en los ojos.
Para otros fue víctima de un accidente o, peor aún, se suicidó arrojándose a las vías.
Barrantes y Coviello cuentan que, cuando investigaron este mito, les llamó la atención
encontrar que de las ocho personas que estaban en el andén, seis de ellas miraban los
rieles, como si estuvieran buscando los ojos del hombre sin párpados, a los que algunos
les atribuyen poderes.

Felicitas, la iglesia y su fantasma


Joven y bella, Felicitas se casó en 1862 con Martín de Alzaga, un hombre mayor y
acaudalado. Al año siguiente, y después de perder a su único hijo, Felicitas quedó viuda.
Tenía apenas 26 años, una de las fortunas más grandes de la Ciudad y muchos
pretendientes. Uno de ellos, Enrique Ocampo, supo que un rival, el estanciero Samuel
Sáenz Valiente, era el verdadero amor de la dama. Enfermo de celos, Ocampo le disparó
a Felicitas un tiro por la espalda y al instante se suicidó. Los Guerrero mandaron
construir en homenaje a su hija una capilla. Está en Isabel La Católica, entre Pinzón y
Brandsen.

“Es una historia trágica de amor que dio lugar a muchos mitos”, cuenta Diego Ziggioto,
a cargo de la empresa Horizontes que realiza circuitos turísticos no convencionales. Los
vecinos dicen que cada 30 de enero, fecha de su muerte, aparece el fantasma de
Felicitas, que vaga ensangrentado.

“Muchas mujeres cuelgan cintitas de la reja, porque si uno se agarra fuerte conseguirá el
amor de su vida, y si ya lo tiene, lo conservará. Es una de las historias preferidas por las
chicas, que corren a agarrarse de las rejas apenas la escuchan”, dice el guía.

Cuando el Borda se llenaba de luz

Solaris, el ser de otro planeta que llegó al Hospital José T. Borda e iluminó a los
internos con sus fiestas energéticas” también alimenta los mitos porteños. Durante su
estadía en el neuropsiquiátrico, Solaris –a quien describen como alguien delgado, de
ojos grandes, muy blanco y completamente lampiño– se reunía con alrededor de 50
internos para recitar un mantra. Durante el rito, los testigos afirman que parecía
iluminarse.

Si bien los médicos tienen argumentos para explicar este caso, hay hechos oscuros.

Aparentemente, Solaris –quién desapareció un 25 de diciembre– dejó escritos


indescifrables que, a pesar de ello, tienen coherencia interna.

Además, cuentan que el grupo sanguíneo de este hombre que decía ser un alien no
encaja con ningún patrón conocido.

http://edant.clarin.com/diario/2005/03/27/laciudad/h-05001.htm

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