Impactos Ambientales y Sociales de La Minería

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Impactos Ambientales y

Sociales de la Minería
Mg. KATIA E. ANDRADE LINAREZ
Las actividades mineras comprenden diversas etapas, cada una
de las cuales conlleva impactos ambientales particulares. En un
sentido amplio, estas etapas serían: prospección y exploración
de yacimientos, desarrollo y preparación de las minas,
explotación de las minas, tratamiento de los minerales
obtenidos en instalaciones respectivas con el objetivo de
obtener productos comercializables.
En la Etapa de exploración, algunas de las actividades
con impacto ambiental son la preparación de los caminos
de acceso, mapeos topográficos y geológicos, el montaje
de campamentos e instalaciones auxiliares, trabajos
geofísicos, investigaciones hidrogeológicas, aperturas de
zanjas y pozos de reconocimiento, tomas de muestras.
Durante la Etapa de Explotación, los impactos que se
producen están en función del método utilizado.

En las zonas de bosque, la sola deforestación de los suelos


con la consiguiente eliminación de la vegetación –más vasta
en los casos de minas de cielo abierto– tiene impactos a
corto, mediano y largo plazo.

La deforestación no solo afecta el hábitat de cientos de


especies endémicas (muchas llevadas a la extinción), sino el
mantenimiento de un flujo constante de agua desde los
bosques hacia los demás ecosistemas y centros urbanos.
La deforestación de los bosques primarios causa una
rápida y fluida escorrentía de las aguas provenientes de
las lluvias, agravando las crecidas en los periodos de
lluvia debido a que el suelo no puede contener el agua
como lo hace en presencia de las masas boscosas.
Además del área perturbada por la socavación, el
desgaste que las minas provocan en la superficie
por la erosión y colmatación (sedimentación del
lecho de los cursos de agua) consiguientes, se ve
agravado por los montones de residuos de roca sin
valor económico (a los que se llama material estéril),
que suelen formar enormes montañas a veces más
grandes que la superficie sacrificada para la
socavación.
El enorme consumo de agua que requiere la actividad
minera generalmente reduce la napa freática del lugar,
llegando a secar pozos de agua y manantiales. El agua
suele terminar contaminada por el drenaje ácido, es decir la
exposición al aire y al agua de los ácidos que se forman en
ciertos tipos de mena –especialmente las sulfúricas– como
resultado de la actividad minera, los que a su vez
reaccionan con otros minerales expuestos. Se genera así un
vertido autoperpetuado de material tóxico ácido que puede
continuar durante cientos o incluso miles de años.
Por otro lado, las pequeñas partículas de metales pesados
que con el tiempo pueden separarse de los residuos, se
diseminan con el viento depositándose en el suelo y los
lechos de los cursos de agua e integrándose lentamente en
los tejidos de organismos vivos como los peces.
Productos químicos peligrosos utilizados en las distintas fases
de procesamiento de los metales, como cianuro, ácidos
concentrados y compuestos alcalinos, si bien supuestamente
están controlados, es moneda corriente que terminen, de una
forma u otra, en el sistema de drenaje. La alteración y
contaminación del ciclo hidrológico tiene efectos colaterales
muy graves que afectan a los ecosistemas circundantes –de
manera especialmente agravada a los bosques– y a las
personas.
La contaminación del aire puede producirse por el polvo que
genera la actividad minera, que constituye una causa grave de
enfermedad, generalmente de trastornos respiratorios de las
personas y de asfixia de plantas y árboles. Por otro lado, suele
haber emanaciones de gases y vapores tóxicos, producción
de dióxido de azufre –responsable de la lluvia ácida– por el
tratamiento de los metales, y de dióxido de carbono y metano
–dos de los principales gases de efecto invernadero causantes
del cambio climático– por la quema de combustibles fósiles y
la creación de lagos artificiales detrás de los embalses
hidroeléctricos destinados a proporcionar energía para los
hornos de fundición y las refinerías.
La actividad minera, además, consume enormes cantidades de madera
para la construcción –en el caso de las minas subterráneas–, y también
como fuente de energía en el caso de las minas con hornos de fundición
a base de carbón vegetal. También, cuando se realiza en zonas remotas,
implica grandes obras de infraestructura, como carreteras –que abren el
acceso a los bosques–, puertos, poblados mineros, desviaciones de ríos,
construcción de embalses y centrales generadoras de energía.

Tanto el ruido ensordecedor de la maquinaria utilizada en la minería


como las voladuras no son un impacto menor, ya que crean condiciones
que pueden resultar insoportables para las poblaciones locales y la fauna
de los bosques.
Se aduce que la minería es vital para la industrialización, porque
aporta materias primas y fuentes de energía. No obstante, la
desproporcionada concentración de inversión actual en la
búsqueda de oro y diamantes, que son marginales para la
producción industrial, dan por tierra la justificación social del sector
para sus actividades. En 2001, el 82% del oro refinado tuvo como
destino el mercado de la joyería, y vale la pena tener en cuenta que
para producir un anillo de oro, el promedio de residuos de roca
generados en una mina es de más de 3 toneladas. En Estados
Unidos, la compañía Pegasus Gold hizo desaparecer la montaña
Spirit Mountain de Montana, reemplazando lo que fuera sitio
sagrado de las tribus por una mina de oro a cielo abierto. Durante
los próximos 1.000 años, el sitio seguirá destilando ácido en la
cuenca de la región.
Las distintas “fiebres del oro” a lo largo de la historia han llevado muerte
y devastación a las poblaciones locales. Desde los Sioux de Black Hills
a los aborígenes de Bendigo en Australia, la historia del oro está
manchada de sangre. Y hoy, los Yanomami y los Macuxi de la
Amazonia, los Galamsey de África Occidental y los Igorot de Filipinas,
corren el mismo peligro.

La minería llega a un lugar con su promesa de generación de riquezas


y empleo, pero se cuentan en millones quienes en todo el mundo
pueden dar testimonio de los altos costos sociales que trae consigo:
apropiación de las tierras de las comunidades locales, impactos en la
salud, alteración de las relaciones sociales, destrucción de las formas
de sustento y de vida de las comunidades, desintegración social,
cambios radicales y abruptos en las culturas regionales,
desplazamiento de otras actividades económicas locales actuales y/o
futuras.
Todo eso aparte de las condiciones laborales peligrosas e
insalubres de ese tipo de actividad.Puede aducirse que
muchas de las comunidades afectadas han dado su
consentimiento. Pero difícilmente puede hablarse de
consentimiento informado previo genuino, ya que no tienen la
oportunidad de saber cabalmente lo que les espera cuando se
les pide que pongan su firma sobre la línea punteada al pie de
un contrato. Es por eso que se reclaman mecanismos que
permitan a las comunidades indígenas y locales participar
efectivamente en los procesos decisorios, así como normas
que les permitan rechazar ese tipo de emprendimientos en
sus territorios.
https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/5350852.pdf

http://cooperaccion.org.pe/la-exploracion-minera-una-actividad-sin-impactos-ambientale
s/

http://www.metasbicentenario.consorcio.edu.pe/mineria-y-ambiente/extenso-danos-amb
ientales-de-la-mineria-en-el-peru-que-hacer-con-ellos/#:~:text=En%20el%20Per%C3%B
A%2C%20existen%20muchos,y%20destrucci%C3%B3n%20irreversible%20de%20eco
sistemas.

https://www.lampadia.com/analisis/mineria/mineria-al-alcance-de-todos-los-peruanos-ii/

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