La Psicopedagogía y Los Psicopedagogos Marina Muller
La Psicopedagogía y Los Psicopedagogos Marina Muller
La Psicopedagogía y Los Psicopedagogos Marina Muller
hace 4 años
Anuncios
Para delimitar la modalidad de esa relación entre los psicopedagogos y sus consultantes,
en tareas de tratamiento o preventivas, encontramos el concepto de clínica. Éste
proviene de la medicina, y deriva de un término griego que significa lecho.
Originalmente se refiere a la enseñanza y la asistencia médica práctica: la aplicación de
los conocimientos médicos al enfermo. Así se produce una situación por la cual el
profesional observa al sujeto, “ve” lo que “le pasa”, lo que “le duele” o le transtorna,
“escucha” el discurso del paciente y descifra en todos estos datos una serie
de signos que le permitiran dar sentido a lo observado y al mensaje transmitido, para
proceder en consecuencia. Éste concepto, desde la psicología y la psicopedagogía, se
refiere a tomar en cuenta la singularidad del individuo o grupo consultante, el sentido
particular que toman sus características y sus alteraciones, según las circunstancias de
su propia historia y su ubicación en el mundo sociocultural.
En el método clínico se trata con sujetos particulares atendidos por otro sujeto, en una
relación inter-subjetiva. Se entra en contacto con ellos, mediante el lenguaje, en el
marco de las entrevistas, para escuchar su relato de qué les pasa. Podemos establecer el
símil de texto “en clave”, con diversos niveles que se superponen, en el cual los estratos
más profundos “se cuelan” de modo irregular a través del lenguaje manifiesto, verbal,
gráfico, lúdico, de gestos, de acciones; procuramos continuamente “leer” ese texto, no
en forma ingenua y literal, sino otorgándole un efecto de sentido según nuestra
habilidad para “escuchar” algo distinto de lo meramente enunciado. Esta “lectura”
clínica presupone contribuciones epistemológicas que dan lugar a la construcción de un
sistema de conocimientos psicopedagógicos.
Por otra parte, es bastante común en muchos profesionales la sumisión intelectual a una
u otra “escuela”, a uno y otro “maestro”, en una actitud que recuerda a la de las
iniciaciones esotéricas; con un marcado temor a “pensar en forma diferente”, a “salirse
de los cánones” admitidos. En el campo de la clínica y de la investigación científica,
que tienen mucho en común, es imprescindible una actitud al mismo tiempo humilde y
audaz: reconocer los aportes ya existentes, la tarea ” hecha por otros”, lo que se aprende
de los demás, y por otra parte, pensar y actuar en forma creativa, revisando, poniendo a
prueba, verificando las hipótesis y contenidos de las teorías sin erigirlas a la categoría
de explicaciones finales, metafísicas o dogmáticas. Las bases filosóficas están presentes
en todo psicopedagogo e impregnan su tarea, pero constituyen realidades de otro orden
y no debemos confundir la ciencia o la técnica con “la solución” de los problemas
humanos, en este caso, del aprendizaje.
De todo esto surge que para llevar a cabo esta actividad no se puede prescindir de
estudios y trabajos interdisciplinarios, ya que para atender a un objeto-sujeto tan
complejo y de tan múltiples facetas, como es el ser humano que aprende, hay que
recurrir a muy diversas disciplinas, aceptando que cada una de ellas contribuirá con una
gama importante de conocimientos, que por lo demás nunca agotarán su objeto. Esta
exigencia de colaboración encuentra dificultades en la práctica, no solo desde el campo
propiamente científico, los métodos y teorías explicativas diferentes, sino muchas veces
por factores personales. Entre ellos, el desconocimiento y la descalificación recíprocos;
los malentendidos provenientes de interpretar significados propios de una ciencia, con
criterios de otra; las rivalidades expresadas o implícitas por las zonas de competencia de
cada ciencia; la prescripción del campo de una disciplina por los miembros de otra,
debido al intento de mantenerla subordinada, etc. Así se producen verdaderos “islotes”
de conocimiento, con escasas posibilidades de intercomunicación, y con frecuente
disociación de casa línea o escuela con respecto a otras. Es en la medida que trabajemos
en equipo, como podemos atenuar las desconfianzas mutuas y favorecer el
conocimiento de los aportes de otras ciencias.
Lo que cada profesional es como persona será el punto de partida clínico, la herramienta
inicial. Esto permitirá reconocer que en la relación clínica entre consultantes y
psicopedagogo/a, cada cual “transfiere”, actualiza deseos inconscientes, repitiendo
modelos del pasado infantil, vividos tanto en el vínculo interpersonal como en cuanto a
la tarea. Ese interjuego transferencial- contratransferencial es una fuente de información
para comprender que está ocurriendo “a otro nivel” en la escena inconsciente donde se
contacta con la verdad subjetiva.
El marco del método clínico serán serán las entrevistas operativas. Es decir, una
situación que incluye a dos o más participantes, en un espacio físico apto para un
encuentro que asegure la contención de los consultantes en cuanto a privacidad, y
tranquilidad para exponer su problemática, con tiempo suficiente y una frecuencia
acorde con la tarea (diagnóstico, tratamiento, orientación a padres) que proponga
consignas flexibles para favorecer el discurso del paciente. El mismo será escuchado e
interpretado por el o la profesional desde la perspectiva del aprendizaje, con
intervención que tomen en cuenta la demanda del sujeto y la puesta en circulación de
sus deseos de aprender.
Fuentes: