Primeras Ideas de La Evolución
Primeras Ideas de La Evolución
Primeras Ideas de La Evolución
El registro fósil, sin embargo, no parece apoyar el cambio gradual, que sería
de esperar si la variabilidad genética fuera el resultado de una lenta y
progresiva acumulación de mutaciones. Más bien el registro fósil indica una
evolución a saltos. Es decir, grandes periodos sin cambios aparentes en las
poblaciones seguidos de rápidas radiaciones en las que aparecen gran número
de nuevas especies. Estas radiaciones suelen ser posteriores a grandes
episodios catastróficos en los que se produjo una masiva extinción de
especies.
La necesaria revisión de las ideas evolutivas se ve también propiciada por los
nuevos descubrimientos de la Biología Molecular que están poniendo de
manifiesto una complejidad del genoma muy alejada de la clásica visión
mendeliana de una disposición lineal de genes independientes, sobre la que se
edificó la teoría neodarwinista.
Mutacionismo del siglo XX
El mutacionismo abarca a todas aquellas teorías de la evolución en las que la
mutación es la principal fuerza de cambio. El mutacionismo considera que las
mutaciones son el agente verdaderamente creativo del cambio orgánico
A principios del siglo XX se descubrieron dos hechos fundamentales. En
primer lugar, se comprendió que las variaciones discontinuas podían surgir
por mutación y ser transmitidas a la descendencia mediante factores discretos
estables (las reglas de transmisión de tales factores constituyen las leyes de
Mendel). En segundo lugar, los experimentos de Wilhelm Johannsen
demostraron que las pequeñas variaciones cuantitativas que aparecen cada
generación no eran heredables. Según el gradualismo darwinista, la variación
aparece por fluctuación continua, y el cambio evolutivo se acumula en
incrementos infinitesimales y en la dirección favorable, gracias a la selección
natural. El mutacionismo, sin embargo, postuló que la evolución procedía en
dos pasos: en primer lugar, la ocurrencia azarosa de una mutación; en segundo
lugar, su preservación o eliminación por la selección natural. Lo que negaban
los mutacionistas es que la selección fuese creativa, confiriendo a la mutación,
por el contrario, cierto control sobre el curso de la evolución.
Teoría sintética de la evolución
La teoría sintética de la evolución también conocida como síntesis evolutiva,
se construyó en periodo 1930-1950, principalmente por las aportaciones de
tres disciplinas: la Genética, la Sistemática y la Paleontología.
La síntesis evolutiva confirma plenamente el principio básico de Darwin y
Wallace, según el cual la evolución se debe a la variación y la selección.
La elaboración de la teoría sintética fue marcada por tres grandes libros:
“Genética y el origen de las especies”
De acuerdo con el genetista estadounidense de origen ucraniano Theodosius
Dobzhansky, que participó en la construcción de la Teoría Sintética, las
variaciones implicadas en la evolución son heredables conforme a las leyes de
Mendel y estas variaciones genéticas no son sino las distintas variantes o
mutaciones de un gen dado que gobierna determinado carácter biológico y
sobre el cual actúa la selección natural durante el proceso evolutivo.
Esta teoría enfatiza la genética de las poblaciones constituidas por todos los
individuos de una especie que viven en una región determinada más que la de
los individuos, poniéndola como punto central de la evolución. Dada su
importancia, ha dominado las concepciones y la investigación de los biólogos
de diversos campos y ha dado por resultado un enorme conjunto de pruebas
científicas que respaldan la evolución por selección natural.
Los planeamientos del Neo-Darwinismo
La noción de que la naturaleza de cualquier sistema es intrínsecamente
inestable y está sometida a perpetua alteración es una idea filosófica que se
introduce en las ciencias positivas a lo largo del siglo XIX. Dentro del
concepto evolutivo cabe establecer, con Lewontin, una serie de principios -
cambio, orden, dirección, progreso y perfeccionamiento- y clasificar las
distintas teorías por el número de ellos que incluyen en su formulación. De
hecho, sólo el principio de cambio es común a todas las hipótesis evolutivas,
puesto que el orden, concebido en términos absolutos y no sólo como artefacto
clasificatorio útil, presupone preconcepción de al menos una situación
totalmente ordenada, a la que pudiera referirse el grado de ordenación de las
demás. Si el verdadero orden existiera, la aceptación de los tres principios
restantes, señala Lewontin, es casi una consecuencia inmediata, puesto que
dirección sólo implica la existencia de una secuencia lineal de estados, cuyo
grado de ordenación es más semejante cuanto mayor sea su proximidad en
ella. Progreso presupone dirección moral, es decir, un grado ascendente de
ordenación en la secuencia, y el perfeccionamiento añade a la teoría un
elemento utópico, en cuanto considera la posibilidad de, mejora de la meta
alcanzada.
una teoría evolutiva rigurosamente científica y, por tanto, comprobable
empíricamente, acepte, al menos sin reparos, más principios que aquel que
establece, que el estado actual de un sistema que evoluciona es el resultado de
un cambio, más o menos continuo, realizado a partir de la situación inicial;
cambio que debe ocurrir con cierta frecuencia y no de manera esporádica,
originado por causas que son, en sí mismas, inmutables. De la aceptación de
estos postulados se desprende el que la evolución siga en marcha.
Variabilidad genética