La Pirámide Iusfilosófica

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La pirámide iusfilosófica

Por: Sebastián Chavarría L

A solicitud de: Abg. Marissa Valerio N


1. Introducción

Frecuentemente, mis alumnos me formulan una pregunta que es entre incómoda


y legítima. En lo personal, me siento obligado a brindarles una respuesta. Esa
pregunta es: ¿realmente le sirve de algo la filosofía del derecho al abogado? He de decir
que, como profesor despechado ante tal pregunta, podría decirles de entrada que
las cosas sirven únicamente para quien les busca una función. Pero, he tomado el
riesgo de dar una respuesta más caballerosa y honesta. De ahí surge la idea de
esta pirámide. Debemos tomar algunas prevenciones sobre esta pirámide:

a) No es una pirámide que sirva para decir que entre más alto se esté en la
jerarquía se es más o mejor abogado. En otras palabras, no es una
pirámide para describir jerarquía entre distintos profesionales.
b) La pirámide únicamente trata de poner en contexto algunas competencias
que brinda un cierto entrenamiento filosófico, que, solo en algunas tareas
del jurista resultan de utilidad.
c) Tampoco pretende servir para sustentar una supremacía teórica. Por el
enfoque que vamos a adoptar, pareciera que el no-positivismo es la mejor
teoría para describir el fenómeno jurídico. Nada más lejos de la realidad.
Simplemente que, como es la teoría que está de moda, ésta, requiere de
ciertas competencias en la formación de los juristas. Y, la filosofía brinda
muchas de ellas.

Sin más que agregar, procedamos a dar una descripción de la pirámide.

2. La pirámide: criterios y niveles


La pirámide únicamente trata de captar lo siguiente:

a) Partimos de que, en la formación general de los juristas de nuestra cultura,


la teoría que subyace -predominantemente- es la del formalismo jurídico

b) Sin embargo, el formalismo jurídico es falso en buena medida: el derecho


no es perfecto (puesto que contiene contradicciones y no nos da todas las
respuestas a todos los casos que se nos presentan y que el jurista debe
resolver)
c) Y como es falso el formalismo, se requieren algunas competencias para
ejercer la profesión. Lo contrario sería lo siguiente: al ser el formalismo
verdadero, bastaría con simplemente aplicar la norma, es decir, conocer
sus contenidos y únicamente su aplicación.

Debido a lo recién dicho en a), b) y c) creemos que esa pirámide se puede


sustentar en la siguiente tesis:

Entre más se requiere apartarse de la literalidad de los textos normativos


para resolver el caso, más se requerirá -entre otras- competencias que
brinda la filosofía del derecho.

¿Qué competencias se requieren y que la filosofía del derecho nos puede brindar?

1) Lógica (competencia para argumentación jurídica)


2) Conocimientos de fundamentos de epistemología (competencia para el
razonamiento probatorio)
3) Fundamentos de metaética (competencia para entender problemas éticos
de fondo)
4) Fundamentos de ética (competencia para la sustentación de posiciones
de ética normativa)

¿Cómo todo este bagaje entra en lo que llamamos “filosofía del derecho”? Para
eso nos valemos de la distinción entre filosofía general y filosofía del derecho.
Los aspectos de cada una de las competencias antes descritos, son las aplicaciones
para resolver los problemas de los abogados. Ahora, ¿qué problemas debe
resolver el abogado? Aquí es donde entra la pirámide.

Con la pirámide, lo que se trata es de mostrar las distintas competencias que se


requieren para resolver una diversidad de problemas. Vamos del nivel más bajo
al más alto según la tesis citada en supra:

1) El abogado formalista: es el abogado que, por lo general, únicamente


trabaja atendiendo lo que la autoridad entiende por norma. O, cuando no
hay decisión previa de una autoridad que determine el alcance de un texto
normativo, tiene como criterio de interpretación, la interpretación literal.
Por lo que no requerirá ninguna de las anteriores competencias. Se puede
decir que “depende completamente de la literalidad de los textos
normativos”. A la pregunta, ¿le sirve la filosofía del derecho? La respuesta
más clara sería, no.
Ejemplos: quienes hacen trámites en los que no se requiere
fundamentar sus escritos o cuya fundamentación se limita a citar
los artículos de determinada normativa.
Es por demás, la visión que tiene la ciudadanía del abogado en
general.

2) El abogado de litis de “baja intensidad”: es el profesional que, ya sea como


juez o como procurador, depende en buena medida de la norma, pero sabe
que ésta no le brinda toda la solución y que algo debe incorporar para
resolver -que no le viene de los textos normativos-.

Competencias: lógica para un manejo adecuado de las


contradicciones de ley; y un nivel básico de argumentación.

Ejemplos: jueces de letras, abogados que litigan en juzgados de


letras; asesores de servicios básicos

3) Abogado de litis de “media intensidad”: dirigido a profesionales que no


sólo deben decidir un caso concreto (o procurar en virtud de la defensa de
los intereses de cliente), sino que tienen que revisar una decisión de un
juzgador previo; y, por ende, deben mostrar un criterio más amplio y
mayor precisión. Por eso, requiere las siguientes competencias para hacer
ver que, aunque parten de los textos normativos, ya no dependen tanto de
estos ya que pueden (y a veces, deben) hacer referencias a otros elementos
del saber jurídico.
Competencias: lógica para argumentar; algunas nociones de
razonamiento probatorio (para evaluar la decisión del juez
inferior): asimismo, requerirá conocimiento de doctrina que atienda
a la dogmática de la rama que aplica.

Como se puede ver, la filosofía del derecho debería ser, en este


nivel, sino esencial, cuando menos una de las herramientas con las
que debe contar o tener a la mano.

Ejemplos: magistrados cortes de apelaciones; asesores que


someterán sus criterios a una discusión con colegas especialistas en
un área determinada; abogados que litigan tanto a nivel de corte de
apelaciones e incluso ciertas técnicas de casación.

4) El abogado de litis de “alta intensidad”: Son los decisores de último nivel.


Por lo tanto, generan el criterio de más alto nivel de las normas y que es
referencia para los de otros niveles de la pirámide. Además, estos ya
pueden -explícitamente- apartarse de los textos normativos.
Competencias: amplio nivel de argumentación; una clara posición
en materia metaética (que, por lo general, apela al objetivismo,
aunque no necesariamente); una posición ética (sobre todo de tipo
constructivista en las Cortes Constitucionales actuales; en el
pasado, asumían el realismo moral); una clara definición de su
posición en sede de la teoría del derecho (ya sea de corte kelseniana
o no-positivista; esta última, sobre todo para resolver asuntos en
materia de derechos humanos). Agréguese, además, las otras
competencias que se enunciaron en los otros niveles de la pirámide.

¿Sirve la filosofía del derecho? No son filósofos del derecho -


necesariamente-; pero, por las competencias exigidas, queda claro
que un buen entrenamiento en filosofía debería estar al alcance de
estos profesionales

Ejemplos: jueces constitucionales (o sus asesores); asesores para


implementar cambios en la legislación de delicada trascendencia
social (como en temas de despenalización del aborto, eutanasia,
etc.); abogados que litigan en Tribunales Constitucionales para
temas de inconstitucionalidad de normas o temas análogos.

5) Los juristas: son -directamente- los creadores de doctrina o de teorías del


derecho. Son quienes, con sus propuestas teóricas, hacen avanzar (o,
incluso, retroceder) las ciencias jurídicas. Vale aclarar que, para efectos de
sus investigaciones, no están vinculados por las normas vigentes, toda vez
que pueden con sus métodos criticarlas desde diversos puntos de vista.
Incluso, pueden llegar a considerar otros objetos (distintos de la norma)
como derecho.

Competencias: todas las que usan los demás profesionales, además


de que directamente ya no dependen de otros doctrinarios: sino que
hacen y toman posiciones, ya sea teóricamente novedosas o
aplicaciones de la filosofía.

Estos juristas no hacen uso de la filosofía del derecho: la ejercen


directamente. Ejemplos : Hans Kelsen, Luigi Ferrajoli, Robert Alexy,
Ronald Dworkin, Alf Ross, etc.

Así tenemos la pirámide:


Jurista
s
Litis alta
intensidad

Litis media intensidad

Abogados de litis baja intensidad

Formalistas

3. Algunas conclusiones

De lo antes dicho, se proponen las siguientes conclusiones:

La utilidad de la filosofía del derecho es relativa a dos cuestiones: qué tipo de


cultura jurídica estamos inmersos; y, cuál es el objetivo que tiene cada uno
respecto de cómo quiere ejercer su profesión. Así entonces, ¿sirve de algo la filosofía
del derecho al abogado? La respuesta, en general sería, depende.

Compendiemos: desde el punto de vista de nuestra cultura jurídica, esta nos


exige que tomemos como punto de partida el formalismo jurídico; no obstante,
al mismo tiempo, prescribe la Supremacía Constitucional entendida desde el
neoconstitucionalismo. Por lo tanto, por este solo hecho, se requiere una
formación iusfilosófica.

Desde el punto de vista de cada quien: pues no podemos decirlo de manera


general. Eso dependerá de lo que cada persona quiere hacer con su profesión.
Dependiendo de qué posición quiere ocupar la pirámide, en ese sentido sabrá
qué de la filosofía del derecho le resultará útil.

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