Trabajo Final Violencia Epistémica en La Escuela
Trabajo Final Violencia Epistémica en La Escuela
Trabajo Final Violencia Epistémica en La Escuela
Introducción
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sin Límites” debido a que en los casos estudiados el conflicto surge a partir de los
contenidos dados, lxs destinatarixs de las clases (se considera que para ciertas
comunidades el contenido sería adecuado en tanto para otras comunidades no), o bien
a la manera en la que se dictan dichos contenidos. Perez explica que la violencia
epistémica “refiere a las distintas maneras en que la violencia es ejercida en relación
con la producción, circulación y reconocimiento del conocimiento: la negación de la
agencia epistémica de ciertos sujetos, la explotación no reconocida de sus recursos
epistémicos, su objetificación, entre muchas otras.” (Perez, 2019:82)
Esto sí/Esto no
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“una violencia que ocurre gradualmente y fuera de la vista, una violencia de destrucción diferida que
está dispersa en el tiempo y el espacio, una violencia erosiva que en general no es vista como violencia
en absoluto”
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elección de ciertos textos con los que los equipos de conducción o las familias no
acuerdan por las temáticas de abordan o el vocabulario que utilizan. Todo esto va
conformando un curriculum oculto al que les docentes deben atenerse a la hora de
armar el corpus y planificar sus clases dado que de no hacerlo se exponen a llamados
de atención, e incluso sanciones.
“no debía tomarlo como una censura, pero que tal vez no era el libro ideal
para esa comunidad de estudiantes (familias de un nivel adquisitivo entre
medio y alto a excepción de algunes estudiantes becados). Destacó que todo
esto era para cuidarme a mí y que no tuviera problemas a futuro.” (Experiencia
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En relación con esto Helen Logino sostiene la importancia de que la
comunidad asegure el desarrollo de puntos de vista alternativos para que sean fuente
de críticas y nuevas perspectivas. Y destaca la necesidad de cultivar las voces
potencialmente disidentes. Sin embargo, esas voces que buscan irrumpir en el aula
desde lo literario y proponer otras miradas e interpretaciones posibles sobre la
realidad social, son negadas, temidas, cuestionadas, tanto desde la institución como
desde las familias, como si pudieran pervertir de alguna manera a les alumnes. El
problema es que cuando no se habla del otro y se lo niega, se obtura su existencia. De
esta manera, les estudiantes construyen una idea de mundo y de realidad sumamente
sesgada.
A modo de cierre
Las historias de colegas sancionadxs circulan por los pasillos, no solo entre la
comunidad de profesorxs sino también de estudiantes y construyen currículums
ocultos propios de cada institución escolar según su línea política e ideológica. Las
familias disputan el rol de formación de lxs adolescentes con la escuela (y en última
instancia con lxs profesorxs) sin contemplar los argumentos pedagógicos que sostienen
las propuestas o ignorándolos por completo.
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Bibliografía
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Anexo
Experiencia 2
*Un padre se quejó porque habíamos analizado La argentinidad al palo de la Bersuit
en relación con el Martín Fierro. La directora me sacó del aula para que le explicara
al padre, no me defendió ni me atacó. Pero le dije que había surgido como inquietud
de lxs chicxs, por eso la vimos.
*El director se enojó conmigo porque había dado De cómo Romeo se transó a Julieta
por un par de palabras de la jerga adolescente, porque un padre se quejó. Nunca
leyó mi planificación.
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Se trata de una novela de no-ficción cuya historia gira alrededor de la figura de Víctor Manuel “El
Frente” Vital, un delincuente juvenil de 17 años de las villas de San Fernando que murió por las balas de
la policía. Alarcón genera la posibilidad de otra lectura de la cultura villera, a veces muy mal vista y poco
comprendida por las demás clases sociales. Reconstruye la vida y la muerte de los jóvenes “lúmpenes”
del conurbano bonaerense que transitan por caminos de violencia y traiciones, pero también son
atravesados por lazos de solidaridad y compañerismo.
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*Otro director se fijaba de dónde tomaba mis artículos de opinión si de Página 12 o de
Clarín. En las fotocopias ponía Clarín, pero trabajaba con Página 12 en la clase o ponía
las dos versiones.
También entraba sin avisar, se quedaba un rato y después se iba. Nunca daba
devoluciones, salvo que escuchara algo que no le gustara. Luego empezó a ocultarse
en los pasillos, para escuchar a los profesores. Ahora tiene delegados de cada curso
que le cuentan con quién se llevan bien trabajando o no.
Experiencia 3
* El rector siempre entra a observar las clases, a veces participa, pero en general
no. De hecho, el último trimestre estuve haciendo en ese curso las prácticas de
didáctica especial y en varias clases de la facu la profe y mis compañeros se
asombraban y preocupaban del rol del rector sobre mi trabajo. Entendiéndolo como
una suerte de acoso.
En marzo, en una jornada EMI (creo) me trató súper mal delante de todos mis
colegas por haber desaprobado a tantos chicos de tercer año que era y sigue siendo el
peor curso para laburar. Es muy difícil que se enganchen y están acostumbrados a
ganar la batalla. Desde ya que no soy la única profe con muchos desaprobados, pero
sí la más joven y la “nueva”. Después de eso me sacaron la jefatura.
Este año tuve otra mala escena con el rector. Nos reunimos para hablar sobre
una alumna que era de este curso, ahora cuarto, pero se terminó yendo del cole luego
de pelearse con todos sus compañeros quienes la acusan de mentirosa y de mala mina
en general.
(…) en algún momento de la charla le dije “Mirá, Raúl, yo era muy maleducada con mis
profesores y no me importaba porque igual aprobaba entonces tenía muy mala
conducta y en el colegio siempre citaron a mi mamá para resolverlo. Jamás se les
hubiera ocurrido decirles a los profesores que no me llamaran la atención cuando me
desubicaba”. Por supuesto que se sintió herido en su ego, ya que yo le estaba
criticando su laburo así que me empezó a gritar, muchísimo y delante de la directora
y la secretaria de primaria, comparten oficina. Me gritaba cosas con doble discurso,
como que yo estaba privándolos del derecho a estudiar/ aprender, cuando es él el
que se rige por el pago de la cuota y en esta escuela hay que chuparles las medias a
los alumnos y familias para que sigan viniendo, entonces no quieren llamados de
atención, no quieren reprobados, etc. Me parece que quienes les sacan el derecho a
aprender son claramente ellos. Yo terminé llorando, mucho, y le dije “no sé si te das
cuenta, pero no puedo seguir la conversación así que te pido permiso para
retirarme” y así me fui llorando del cole.
Después hablé con la jefa de depto quien se sorprendió un montón de que no la
hubieran llamado para presenciar la reunión, porque parece ser que suele asistir
como testigo. Claro, esta vez era él atacándome a mí, no quería testigos.
Después de eso todo se calmó solo… a mí se me fue yendo la ira y nada, sigo
laburando ahí como si nada.
Experiencia 4
*Una amiga y colega, también de literatura, mantenía contacto con una ex alumna.
No recuerdo cómo pero mi amiga se enteró de que el preceptor de 5to año “se le
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había tirado” a esta chica. Como era ex alumna y no había dicho nada, no se podía
hacer mucho… pero mi amiga se quedó preocupada porque el preceptor en cuestión
seguía en la institución, de manera que encontró la forma de hacer saltar la perdiz:
llevó un cuento de Schweblin a 5to en el que parece que va a pasar algo terrible, pero
no sucede nada. El foco en el relato, cuyo nombre no logro recordar, está puesto en lo
que lxs lectorxs asumimos, en lo no dicho, en el peligro potencial… de manera que
luego de la lectura, en el debate posterior, luego de un intercambio de miradas de lxs
jóvenes y algunos comentarios, mi amiga se enteró (y luego confirmó) que,
efectivamente, el preceptor seguía haciendo de las suyas. Esta vez, la víctima era una
chica muy buena alumna (inteligentísima, un prodigio) y que, además, era la más
contestataria y “revolucionaria” del colegio, razón por la cual no era la favorita de las
dueñas y el rector.
Para acortar, lo que puedo decir es que se elevó una queja formal, el preceptor fue
apartado de su puesto (con mucha resistencia por parte del equipo directivo) y a mi
amiga le tocó comerse un acta “por entorpecer la investigación”. Todo quedó muy
tenso y la ESI se convirtió en mala palabra. Tanto es así que a principios del 2019, en
la primera EMI, nos dijeron que no podíamos tratar contenido de ESI en clase, que se
estaba creando un espacio específico para trabajarla, a cargo de una psicóloga a
quien yo misma he escuchado decir barbaridades y falacias relativas a este asunto (y,
claro, lxs chiques fueron los primeros en darse cuenta de que la propuesta no tenía
mucho sentido). Ni hablar, por supuesto, del lenguaje inclusivo. En el 2018 lo que
fueron ese grupo terrible de 3er año, ya en 4to, me denunciaron con el rector y con
las dueñas por usarlo (no entendieron nunca todo lo que habíamos comentado en
clase –los cómos, porqués, el hecho de que no era obligatorio, aunque yo lo usara,
etc.-). En fin, en retrospectiva creo que no me abrieron a mí también un acta en ese
momento porque la ESI es una ley y no tenían mucho argumento… Pero sí me
prohibieron usarlo, sobre todo por la cantidad de quejas de xadres de alumnes.
* Las clases se desarrollaron como esperaba. Los debates fueron ricos, lxs chicxs
parecían haberse enganchado con el argumento y con los análisis…pero un buen día,
luego de la evaluación de cierre (creo que exactamente una semana después), antes
de entrar a dar mi primera clase del lunes, me llamaron al despacho de una de las
dueñas. Allí me esperaban las dos dueñas y la secretaria. Las caras no auguraban nada
bueno.
Comenzaron la charla haciéndome saber que había habido muchas quejas de
alumnxs y xadres porque había traído a colación, en las clases que refiero y a partir de
la novela de Bradbury (Fahrenheit 451), actos (políticas, dichos) nefastos o reprobables
de Trump, Bolsonaro y Macri (todos presidentes electos el año en cuestión). Dijeron
que no estaba siendo democrática porque apuntaba solo a ejemplificar con ellos (no
pude dejar pasar comentarios sobre el grupo Clarín, es verdad). Es decir, que estaba
siendo tendenciosa y que, si bien jamás había hablado de mi adhesión a un partido u
otro, mis preferencias políticas se dejaban entrever y eso estaba poniendo muy
incómodxs a muchxs alumnxs. Me aclararon que la escuela tiene que ser neutra
(parece que no recuerdan o no recordaron en ese momento una de las máximas
básicas de la pedagogía: la escuela no es un espacio aséptico, es político
inherentemente). Me dijeron que era una docente débil si no podía dejar de lado mis
opiniones y posturas a la hora de pararme frente a una clase. Que lo que para mí era
una injusticia, quizás para otro no lo era (y no puedo dejar de pensar en este punto
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en el índice de pobreza y en cómo creció – eso no es subjetivo-). Y otras cosas por el
estilo que ya no recuerdo.
Cuando la dueña (que lleva el apellido de uno de los tres presidentes controversiales)
terminó de hablar, me dio la palabra. Admití que muchas cosas de las que
mencionaron eran ciertas (los ejemplos, obviamente), les comenté que, en muchos
casos, lxs estudiantes habían tergiversado los hechos (alegaron que yo había dicho que
Bolsonaro era un dictador, cosa que nunca dije –quizás a raíz de algunos ejemplos eso
quedó libre a interpretación-) pero que, justamente, en principio mi intención había
sido trabajar con ejes específicos y con la coyuntura.
En fin, no lo vi venir. Si estoy de acuerdo con que tengo que modificar y replantearme
la aproximación a lxs estudiantes (quizás, incluso, un poco los contenidos –aunque no
demasiado, no de manera estructural, me estaría fallando a mí misma si lo hiciera-),
pero la realidad fue que no tuve más ganas de soportar que me siguieran censurando.
Claramente, el público estudiantil (y sobre todo, lxs xadres de ese público) tendían al
conservadurismo bien característico de la derecha. Y eran mayoría y el equipo
directivo estaba en consonancia con ellxs (fue mi error perder esto de vista, olvidarlo
por tratarse de una escuela pequeña y “de barrio”). De manera que renuncié, y no
me arrepiento en absoluto.
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