Edificando El Altar para Dios
Edificando El Altar para Dios
Edificando El Altar para Dios
Job 1:1-5 “Hubo en tierra de Uz un varón llamado Job; y era este hombre perfecto y recto,
temeroso de Dios y apartado del mal… E iban sus hijos y hacían banquetes en sus casas, cada
uno en su día; enviaban a llamar a sus tres hermanas para que comiesen y bebiesen con ellos.
Y acontecía que habiendo pasado en turno los días del convite, Job enviaba y los santificaba,
y se levantaba de mañana y ofrecía holocausto conforme al número de todos ellos. Porque
decía Job: Quizá habrán pecado mis hijos, y habrán blasfemado contra Dios en sus
corazones. De esta manera hacía todos los días”
JOB LEVANTABA UN ALTAR Y OFRECÍA HOLOCAUSTO POR SU FAMILIA
Para este varón de Dios, temeroso y apartado del mal, era de gran importancia poner en el
altar, ante la presencia de Dios a cada uno de sus hijos, a cada uno de los miembros de su
familia. Job lo hacía todos los días, tal como lo dicen las últimas palabras del versículo cinco
del capítulo leído anteriormente.
Es interesante meditar en esto y preguntarnos ¿Estamos poniendo a nuestros hijos ante el
altar de Dios? ¿Será que estamos poniendo nuestra familia delante de la presencia de nuestro
Dios? ¿Cuándo fue la última vez que doblaste tus rodillas con tu familia y oraron juntos e
hicieron un altar de oración?
Si no estamos en esta conexión con Dios, si no hacemos este altar familiar en nuestros
hogares, significa que estamos descuidando no solamente nuestra vida espiritual sino de la
familia. Necesitamos unirnos como familia y levantar un altar para Dios en el cual busquemos
su presencia.
LO QUE JOB HACÍA, TENÍA UNA REPERCUSIÓN PODEROSA
Lo que Job hacía al levantar un altar era algo que tenía consecuencias poderosas para su vida
y la de su familia. El mismo Satanás llegó a decir: “¿Acaso teme Job a Dios de balde? ¿No
le has cercado alrededor a él y a su casa y a todo lo que tiene? Al trabajo de sus manos has
dado bendición; por tanto, sus bienes han aumentado sobre la tierra.” (Job 1:9-10)
Como se puede apreciar en estos versículos, el mismo Satanás reconoce la protección de Dios
alrededor de Job, pues Job levantaba un altar todos los días delante de Dios. Este altar
levantado era la fuente del cerco o muralla de protección que tenía Job, su familia, sus hijos, y
aún los bienes que Job tenía.
La escritura dice que “El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, y los
defiende” (Salmo 34:7), pero los que le temen son aquellos que levantan un altar, un
holocausto grato delante de la presencia de nuestro Dios.
Es necesario edificar, levantar un altar por tu vida, tus hijos, esposa, familia, bienes, todo lo
que tienes. Se necesitan no solamente un padre o madre que clame por sus hijos, por su hogar.
También necesitamos hijos, jóvenes que se pongan a edificar un altar y levantar un
clamor delante de Dios día a día, por su vida, sus padres y la protección de Dios estará
presente.
LEVANTAR UN ALTAR, PERO SIN PERMITIR EL PECADO
Dios le dijo al sacerdote Elí: “le mostraré que yo juzgaré su casa para siempre, por la
iniquidad que él sabe; porque sus hijos han blasfemado a Dios, y él no los ha estorbado” (1
Samuel 1:13). El sacerdote Elí cometió el error de permitir el pecado de sus hijos. Dios mismo
le declara que es una iniquidad que él ya sabe y no hizo nada por estorbar a sus hijos.
Muchas veces los padres pueden estar luchando por mantener el altar de Dios en los hogares,
pero lamentablemente los hijos dejan mucho que desear, y lamentablemente muchos padres
permitan el pecado de los hijos.
Dios fue claro con el sacerdote Elí, debía haber estorbado a sus hijos; por lo tanto, es
necesario que también en este tiempo los hijos sean estorbados en su pecado. No pueden
cometerlo y seguir como si nada, deben hacerse responsables por sus pecados, sus actos
pecaminosos.
La corrección y la disciplina es necesaria para poder guiar a alguien a la reflexión y posterior
arrepentimiento, pero si en lugar de eso consentimos al pecado, nos convertimos en cómplice.
Por mucho duro que parezca es necesario estorbar a los hijos.
Si un hijo ha pecado debe proceder como la escritura declara. Si ha caído en fornicación,
debe casarse o apartarse del pecado y ser corregido mediante disciplina para bien de su alma.
No podemos dejar las cosas como si nada ha pasado y dejar que convivan en el mismo hogar
cometiendo el mismo pecado.
CADA QUIEN DEBE LEVANTAR UN ALTAR.
Job en su momento fue guardado y sus hijos y esposa también; sin embargo, llegó un
momento en que los hijos perecieron. Esto nos enseña que no podemos depender de las
oraciones de los padres todo el tiempo. Es necesario que tarde o temprano despertemos y
vivamos delante de nuestro Dios con nuestras propias oraciones personales a Dios.
Debemos levantar todos como familia ese altar. “Si Jehová no edificare la casa, en vano
trabajan los que la edifican; si Jehová no guardare la ciudad, en vano vela la guardia” (Salma
127:1) Si de esta forma hacemos, no habrá ni viento, ni tempestades que puedan derribar
nuestra casa, hogares, familia.
SE NECESITAN MUJERES QUE LEVANTEN UN ALTAR PARA DIOS
Es importante también que la mujer de Dios sepa edificar su casa y levantar un altar para
Dios. La mujer de Job le dijo “maldice a tu Dios y muérete”, contrario a esto una mujer está
llamada también a edificar su casa.
La Biblia dice que “se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada; y su marido también la
alaba…engañosa es la gracia, y vana la hermosura, la mujer que teme a Jehová, ésa será
alabada” (Proverbios 31:28,30)
“La mujer sabia edifica su casa; más la necia con sus manos la derriba” (Proverbios 14:1) La
mujer de Job estaba derribando su casa con su actitud y palabras, pero que bueno es encontrar
mujeres que también edifican un altar, lo levantan y ofrecen holocausto por sus hijos, esposo,
familia.
LEVANTEMOS UN ALTAR Y NO DESCUIDEMOS EL TIEMPO EN FAMILIA
Que bueno es buscar a nuestro Dios, edificar un altar familiar, en el cual todos sin excepción
podamos participar y honremos a nuestro Dios. Bendición para aquellas familias que logran
este propósito.
También es importante, no descuidar esa comunión en familia. Ese tiempo en familia para
compartir y hacer más fuertes esos lazos familiares para que con la ayuda de Dios podamos
mantenernos en esta lucha por nuestra salvación.
Una familia unida en el Señor, una familia que edifica un altar en el hogar, una familia que
levanta un holocausto constantemente ante la presencia de Dios, es también una familia más
que fortalece la iglesia del Señor y por lo tanto, la obra de Dios se hace más fuerte, pero
debemos empezar en nuestros hogares.