Carisma de La IAM

CARISMA DE LA IAM
LA COOPERACIÓN
MISIONERA
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Como ya vimos, todos los responsables de la misión; a cada uno nos corresponde un
papel de gran importancia en la tarea de anunciar a Cristo y su Evangelio a todos los
hombres y todos los pueblos. Seguramente nos hemos preguntado cómo podemos
colaborar concretamente.
"Miembros de la Iglesia en virtud del Bautismo, todos los cristianos son
corresponsables de la actividad misionera. La participación de las comunidades y de cada
fiel en este derecho- deber se llama cooperación misionera".
¿CÓMO VIVIR LA COOPERACIÓN MISIONERA?

"La cooperación se fundamenta y se vive, ante todo, mediante la unión personal con
Cristo: sólo si se está unido a Él como el sarmiento de la viña (Jn 15, 5), se pueden producir
buenos frutos. La santidad de vida permite a cada cristiano ser fecundado en la misión de la
Iglesia".
1. COOPERACIÓN ESPIRITUAL:
Oración y sacrificios por los misioneros
Entre las formas de participación, el primer lugar corresponde a la
cooperación espiritual: oración, sacrificios y testimonio de vida cristiana. La
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oración debe acompañar el camino de los misioneros, para que el anuncio
de la Palabra resulte eficaz por medio de la gracia divina.
1) Con el testimonio, cuando vivimos nuestra fe ya estamos
evangelizando localmente y cooperando a la evangelización
universal.
2) Con la oración diaria por las misiones.
3) Con el sacrificio que se acepta y se ofrece para acompañar y sostener a los
misioneros.
2. COOPERACIÓN MATERIAL:
"Mayor felicidad hay en dar que en recibir" (Hch 20, 35)
Son muchas las necesidades materiales y económicas de
las misiones. Sea con dinero o con otros bienes, podemos realizar
la cooperación material. Es hacernos presentes en la Misión Ad
Gentes, ayudando a que los misioneros y los misionados tengan
con que atender sus necesidades.
Con el aporte económico se sostienen las obras de
caridad, de educación, de promoción humana, campo inmenso
Página
de acción, especialmente en los países pobres.

3. COOPERACIÓN CON SERVICIOS MISIONEROS:
“Heme aquí Señor, estoy dispuesto envíame” (Is 6, 8)
Es en la que más está insistiendo la Iglesia: “ir o enviar”. Se trata de que en uno haya
esa disponibilidad y efectiva para “ir” a donde Dios te pida. Se trata de promover
vocaciones misioneras y de apoyar el envío de los misioneros. Con
esto tenemos una visión global sobre la Pastoral Misionera, para
reconocer que ella no es el pedacito de la pastoral diocesana, sino el
centro, el eje, el núcleo; ésta da el dinamismo al resto de la
evangelización y le abre horizontes universales. La Redemptoris Missio
nos recuerda que la misión es la que renueva nuestra identidad
cristiana, nos hace recobrar el entusiasmo, inspira y sostiene la nueva
evangelización. Y de la Pastoral Misionera depende que esto se haga
efectivo consiguiendo que el proceso evangelizador llegue al quinto
paso, en personas y comunidades que se comprometan misioneramente
LA ESPIRITUALIDAD MISIONERA
¿Qué significa espiritualidad?
Es la presencia y al acción de Dios por medio del Espíritu Santo en cada uno de los
cristianos. Podemos decir que es la “Vida de Dios en nosotros”.
Tener intimidad con cristo

Es una característica esencial de la Espiritualidad Misionera; se trata de vivir con Cristo,
TALLER DE LA IAM GUALEGUAY 2017
de unirse a Él, de ser como Él y de ir o caminar como Él.

El Evangelio de San Juan (Jn 15) nos habla del tronco y de las ramas. Las ramas
participan de la vida del árbol, estando unidas al tronco. De la misma manera debemos
estar unidos a Cristo para dar los frutos que el Padre Dios espera de cada uno de nosotros.
Despojarnos del propio egoísmo para ser como Cristo. Tener sus mismos sentimientos
para cumplir la voluntad de Dios. “Cristo Jesús, siendo de condición divina, se despojó de sí
mismo, tomando la condición de siervo”. (Fil 2, 5-11).
El misionero debe renunciar a sí mismo y a todos sus apegos para ponerse al servicio
de todos: “hacerse débil con los débiles, todo para todos, para salvarnos a todos” (1 Cor 9,
22). Pero el misionero no está solo: “Yo estoy con ustedes todos los días” dice el Señor.
Dejarnos guiar por el espíritu santo

La espiritualidad misionera se expresa viviendo con plena docilidad al Espíritu. Dejarse
plasmar interiormente por Él, para hacerse cada vez más semejante a Cristo.
El Espíritu Santo es el protagonista de la misión. Jesucristo se dejó llevar por Él: “El
Espíritu me ha ungido y me ha enviado”. También la Virgen se deja llevar por él, cuando
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recibe el mensaje: “El Espíritu te cubrirá con su sombra, porque El que va a nacer de ti, es el
Hijo de Dios” y ella dice: “Que se haga, que se cumpla en mí, aquí está la servidora del
Página
Señor” (Lc 1, 35-38).

Solamente el Espíritu Santo nos permite proclamar que Jesús es el Señor, Dios ha
enviado a nuestros corazones el Espíritu del hijo para que podamos decirle “Papá” (Gal 4, 6).
Él nos atrae hacia Cristo y nos pone en contacto con Él. Su actuar es discreto en lo íntimo de
nuestro ser y derrama en nuestro corazón el Amor de Dios. Esa comunión con Dios borra
nuestros pecados y nos devuelve la semejanza divina. Gracias a ese don, que es poder de
Dios en nosotros, podemos dar frutos de Santidad y Misión. Con su Espíritu, Cristo nos
alimenta, nos sana, nos organiza en el servicio fraterno y en la misión porque nos vivifica y
envía.
Tener caridad cristiana

Dijimos que la Espiritualidad consiste en tener los mismos sentimientos que Cristo y
también sus anhelos. Por esto, tenemos que aprender en nuestro proceso cristiano a
tenerlos de manera concreta y real. El misionero, al igual que Cristo, ama a la Iglesia y a los
hombres.
Cristo en la cruz cumple su misión que le encomendó el Padre: Salvarnos. Siempre
vemos a Cristo, al servicio del hombre en cualquier situación y circunstancia. Se entrega a
los pobres, a los pecadores, a los necesitados, a los débiles. Su caridad se manifiesta en
ternura, acogida, compasión, disposición, en una sola palabra: “servicio”.
El cristiano encara esas actitudes de Cristo, es decir, vive la caridad.
El misionero debe irradiar amor, ser instrumento del Amor de Dios, hasta llegar a dar
la vida por los que ama. “Es signo del amor de Dios en el mundo, que es amor sin exclusión
ni fronteras”.
Poseer valentía apostólica
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Algunas veces, el servicio misionero presenta dificultades y es el Espíritu de Cristo
quien nos da la capacidad para soportarlas y superarlas. Mediante esa fuerza o virtud
somos capaces de renunciar a nosotros mismos y a nuestros intereses para ponernos al
servicio de Dios y del prójimo.
La obra de la Primera Evangelización trae muchas dificultades porque se trata de
anunciar a Jesucristo a los que no lo conocen, a los que no tienen fe. No se trata de algo
fácil y romántico, se trata de una labor paciente, perseverante, lenta, de mucha espera. A
veces habrá persecución, incomprensión, soledad, abandono. Esa valentía también es
esfuerzo y capacidad de adaptación a las situaciones, a las personas, a las culturas… “Sin
cruz no hay redención”.
Santidad de vida
El verdadero misionero es el Santo. Cada misionero, lo es auténticamente si se
esfuerza en el camino de la Santidad. Todos estamos llamados a la Santidad y a la Misión.
La espiritualidad misionera es un camino a la Santidad.
No se trata del resultado de nuestros esfuerzos humanos sino de la acción de Dios en
nosotros.
La Santidad consiste en cumplir la santidad de Dios y encarnar en nosotros el
Página
Evangelio.

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de acción, especialmente en los países pobres.

Tener intimidad con cristo

de unirse a Él, de ser como Él y de ir o caminar como Él.

Dejarnos guiar por el espíritu santo

Señor” (Lc 1, 35-38).

Tener caridad cristiana

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