Ficha n01 Miguel Grau-Guise-Héroes Navales
Ficha n01 Miguel Grau-Guise-Héroes Navales
Ficha n01 Miguel Grau-Guise-Héroes Navales
La Patria,
tú, tal vez como nadie, lo sabías
la forjan los que sufren, los que luchan,
los que se sacrifican;
que, en el surco del pueblo, el sacrificio
es la única semilla
que hace brotar la flor del patriotismo
José Gálvez
En 1854, este joven lobo de mar quiso ser guardiamarina. Apenas egresado de la Escuela
Naval, sirvió en el vapor Rímac, luego en el pailebot Vigilante y posteriormente en el Ucayali y
en la fragata Apurímac. Como alférez de fragata participó en la sublevación vivanquista de
1857 y por ello fue separado del servicio. De este modo, la aptitud para la juvenil rebeldía sirve
para explicar la rígida disciplina de su madurez. Fue uno de los asaltantes a la casa de Castilla.
De vuelta a la marina mercante, hizo la carrera a la China y a la India. Sólo en 1863 reingresó
al servicio de la Armada nacional como teniente segundo y segundo comandante del vapor
Lerzundi.
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Partió a Inglaterra a recibir la corbeta Unión, como capitán y entonces se produjo el episodio
de su prisión. Trajo a su buque hasta Valparaíso venciendo un gran temporal; y en aquel puerto
tuvo que afrontar, además, recién ascendido, un conflicto de conciencia. Para que no se
plegara a las fuerzas de la insurrección, el gobierno de Pezet mandó como emisario, ante
Grau, a su propio padre; pero, a pesar de todo, la Unión se puso al lado de quienes querían,
en nombre del honor nacional, la guerra con España. En ella participó Grau como actor en la
Jornada de Abtao. Cuando el Dictador Prado quiso entregar al marino norteamericano
Tucker el mando de la escuadra que debía ir a Filipinas, Grau, como muchos otros marinos
peruanos renunció y fue tomado preso. Lo defendió Luciano Benjamín Cisneros, y después de
ser absuelto por el tribunal el 10 de febrero de 1867, se retiró por segunda vez de la Armada.
Llegó, caso único en la compañía inglesa de vapores, a mandar un barco de dicha
compañía, el Puno.
En 1868 vestía de nuevo el uniforme de marino peruano como comandante del Huáscar.
Defendió al gobierno legal en 1872, apresó en 1874 al barco pierolista sublevado Talismán, fue
miembro conspicuo del Partido Civil y en 1876 representante a Congreso por la provincia de
Paita. En los años inmediatamente anteriores a la guerra con Chile, quizá recelos políticos lo
convirtieron en marino de tierra: agregado al Ministerio de Guerra y Marina, vocal de la junta
revisora de las ordenanzas navales. Comandante General de Marina en 1877, la memoria que
elevó al gobierno al dejar este cargo reveló laboriosidad y perspicacia para plantear útiles
reformas.
Los ascensos obtenidos por Grau se escalonaron a través de las siguientes fechas: el 14 de
marzo de 1854, guardiamarina; el 4 de marzo de 1856, alférez de fragata; el 13 de setiembre
de 1863, teniente segundo; el. 4 de diciembre de 1863, teniente primero graduado; el 8 de
enero de 1864, teniente primero efectivo; el 31 de marzo de 1865, capitán de corbeta; el 22
de julio de 1865, capitán de fragata; el 25 de julio de 1868, capitán de navío graduado; el 23
de abril de 1873, capitán de navío efectivo; el 27 de agosto de 1879, contralmirante.
El 31 de agosto recibió Grau en Arica este último grado de Contralmirante y con él espadas,
joyas, medallas. Una carta del primero de septiembre a su esposa desde Arica, sólo contiene,
sin embargo, encargos familiares y recuerdos a sus hijos. A solas con su paisano y antiguo
amigo Montero, después de la ceremonia, dijo: “Todo esto está muy bien; pero ¿cuándo
llegan las granadas Palliser para mi buque?”. Antes de partir por última vez, envió a su esposa
varios objetos de valor y recibió los últimos auxilios de la Religión. Y porque no se concibe a
Grau sobreviviéndose a sí mismo, cumplió su mensaje al morir.
Nació en Gloucestershire el 12 de marzo de 1780. Hijo de John Guise y Elizabeth Wright, sirvió
en la Armada Británica y participó en varias acciones durante las guerras napoleónicas. Al
restablecerse la paz en Europa, después de la Batalla de Waterloo, compró y equipó una
nave que ofreció a los patriotas de Buenos Aires. Al no tener éxito en dicha gestión ingresó al
servicio de Chile como comandante de la Lautaro participando en las expediciones sobre la
costa peruana.
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En Setiembre de 1821 asumió brevemente la
Comandancia General de la Marina de la
Armada Peruana. Reasumió dicha función en
1823, como Vicealmirante, dirigiendo las
campañas sobre Puertos Intermedio y el primer
bloqueo del Callao, a consecuencia de lo cual,
en 1826, fue detenido en Guayaquil y
procesado en Lima. Luego de que se retiró
Simón Bolívar, se le restituyó su grado. Al estallar
la guerra contra la Gran Colombia (1828)
asumió nuevamente el mando de la Escuadra,
llevando a cabo un férreo bloqueo del puerto
de Guayaquil. En el ataque a dicha ciudad, los
días 22 al 24 de noviembre de ese año, encontró
la muerte a bordo de su buque insignia, la
Presidente. Estuvo casado con Juana Valle
Riestra.
De acuerdo con Laguerre, Guise arribó a
América del Sur por idealista, queriendo luchar
por la libertad de pueblos que no eran los suyos.
Refiere que cuando se integró a las campañas
por la Independencia, a fines de la década de
1810, él ya tenía un amplio bagaje profesional.
Guise había participado en la armada inglesa en las guerras contra la Francia revolucionaria
y, después, contra el imperio napoleónico. “Él era un noble con recursos. Pudo regresar a sus
posesiones después de servir a su país, pero prefirió unirse a las campañas de los patriotas de
América del Sur”.
Otro dato de interés es el hallazgo de un artículo escrito por Guise para un diario inglés, en el
que relata un terremoto en Lima en la década de 1820. Un hecho singular que tampoco era
de dominio público es la reivindicación del catolicismo de este precursor de la Independencia
por parte de su esposa, Juana María del Valle y no hubiera podido recibir los honores de héroe
que tuvo su sepelio si se le consideraba devoto de otra fe.
Un dato que debe destacarse es que 3 virreinatos y una capitanía fueron liberados en
campañas en las que participó Guise.
En el tomo primero de su Historia de la República, Jorge Basadre afirmó: “El Perú está en deuda
con Martín Jorge Guise. […] Murió en el epílogo de una campaña que honra a la marina
nacional, como un marino peruano, es decir como lo que había llegado a ser, en el uniforme
y en el espíritu a partir de 1821 […] Reunió cualidades que siempre merecen elogio […]: el
valor, la inteligencia, la caballerosidad, la constancia”.
Martín Jorge Guise fue uno de aquellos prohombres de la Independencia. Con su dinámica
actuación permitió no solo la emancipación del Perú, sino que, con ella, aseguró la de Chile,
de las Provincias Unidas del Río de la Plata (Argentina, Paraguay y Uruguay) y de la Gran
Colombia (Ecuador, Colombia, Venezuela y Panamá).
El estudio y conocimiento de su vida nos abre un abanico de eventos que abarcan cuatro
periodos, dos continentes y dos océanos. El primer periodo se refiere a su servicio en la marina
británica, cuando luchó contra la Francia revolucionaria y luego contra Napoleón Bonaparte.
El segundo comienza con su arribo a América del Sur, con su participación en la escuadra
libertadora, y finaliza con su incorporación a la germinal organización naval peruana .
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La tercera y cuarta fase está marcada por su papel en nuestra Armada durante la guerra que
sostuvo el Perú contra la Gran Colombia, a mediados de 1828, debido a los planes
dictatoriales de su otrora libertador Simón Bolívar. Durante este conflicto, que terminó con el
triunfo peruano, se produjo la muerte del vicealmirante Guise. Ocurrió la noche del 23 de
noviembre de 1828 después del exitoso ataque peruano al puerto de Guayaquil. Cuando se
retiraba del lugar, la fragata Presidente, que comandaba el marino inglés, encalló de manera
accidental, y se puso a tiro de las maltrechas baterías enemigas. Después de diez horas de
resistencia, la nave volvía a ponerse a flote, pero uno de los disparos hirió mortalmente a Guise.
Tenía entonces 48 años.
A finales de enero de 1829, sus restos llegaron a Lima —donde fueron amortajados con el
hábito de San Francisco—, y fueron velados por el Gobierno, el pueblo y su familia.
Guise había servido a la Royal Navy desde 1794, donde llegó a tripular 15 buques, y a estar
bajo las órdenes de grandes marinos como George Berkeley, John Monkton, Charles Stirling y
John Child Purvis. Para mediados de 1818 ya se había revelado su clara postura a favor de la
independencia americana. El 24 de julio de ese año le escribió a Miguel Zañartu Santa María,
agente del gobierno de Chile en las Provincias Unidas, sobre el motivo de su arribo a estas
tierras: “Conmovido de deseos de asistir en la obra grande a que aspiran los Estados
independientes de Sudamérica, y firmemente persuadido de que la causa que estos pueblos
defienden debe interesar a todos los hombres libres de cualquier nación, sacrifiqué la
consideración de las comodidades que en mi país nativo, Inglaterra, podía haber disfrutado”.
ACTIVIDADES
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