Colores de Un Mundo Acromático

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Colores en un

Mundo Acromático

El Violinista Maldito

Natalia Elizabeth Valverde


Valverde, Natalia Elizabeth
Colores en un mundo acromático: el violinista maldito.
1a ed. Córdoba : Symbolicus Editora, 2012.
79 p. ; 210x150 cm.

ISBN 978-987-27123-3-4

1. Narrativa Argentina. 2. Novela. I. Título


CDD A863

Colores en un Mundo Acromático. El Violinista Maldito


© 2011 Natalia Elizabeth Valverde

Idea y fotografía de tapa: Ángel Luna


Fotografía de contratapa: Natalia Valverde.
Edición y diagramación
SYMBOLICUS EDITORA
de Sergio Salguero
Córdoba, Argentina
Email: symbolicus@yahoo.com.ar
www.symbolicus.jimdo.com

1ª edición. 50 ejemplares
Todos los derechos reservados.
ISBN: 978-987-27123-3-4
Libro de edición argentina.
Queda hecho el depósito que establece la Ley 11723.

No se permite la reproducción parcial o total, el almacenamiento, el


alquiler, la transmisión o la transformación de este libro, en cualquier
forma o por cualquier medio, sea electrónico o mecánico, mediante
fotocopias, digitalización u otros métodos, sin el permiso previo y
escrito del editor. Su infracción está penada por las leyes 11723 y
25446.
Este libro está dedicado a todas aquellas personas que,
en el amor, encontraron un mundo
de colores sin limites ni prejuicios…

Pero por sobre todas las cosas, quiero dedicárselo a


una persona que ya no esta en este mundo,
que vivió, luchó y murió en nombre del amor sin prejuicios
Luís Pedro Grimozzi.
Amoroso tío, consejero y amigo.
ÍNDICE

Colores en un Mundo Acromático 9


El Designio de las Estrellas 12
El Círculo Mágico 21
Pensar, Sentir... ¿Perdonar? 27
Un Paso Más 32
El Comienzo de la Maldición 36
¿Volver a Empezar? 41
Herida al Corazón 45
Maldito y Condenado
a Morir de Tisteza 54
Amar, es ser una misma alma,
viviendo en dos cuerpos… 61
La Flama de Vida
de un Ángel de Hielo 68
Epílogo 74
CAPÍTULO I

Colores en un Mundo Acromático

¿Cuándo fue la última vez que observaste el


intenso color de una flor? ¿Y el cielo azul?..
¿Cuándo fue la última vez que un color no solo
entró por tus ojos sino que se mezcló con tu alma?
Mi vida podría haber sido catalogada de sencilla
aunque tampoco fue estándar, mis padres
murieron cuando yo era muy pequeño y quede a
cargo de una tía soltera que trabajaba todo el día.
Criándome en soledad y acostumbrándome a
ella, empecé a perder la noción de los colores, de
la felicidad, no es que no fuera feliz con mi tía,
sino que simplemente mi vida había caído en una
eterna rutina. Levantarse todos los días a la misma
hora, recorrer los mismos caminos, ver a las
mismas personas, los mismos lugares... Todo
aquello había echo que, perdiera la emoción por

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vivir, limitándome simplemente a ello, a la rutina.
Lo único que más o menos me parecía
emocionante, eran mis clases de violín, desde
pequeño estudio música en general y cuando mis
padres murieron, rogué a mi tía que me dejase
seguir con las clases, a lo que ella accedió de buena
gana, la buena mujer solo quería verme feliz.
Ahora con diecisiete años, el camino al instituto
de música es parte de mi rutina semanal, aunque
me la sé de memoria, el paisaje para mi se volvía...
insulso, edificios, autos, la vereda, lo único que
variaba era el contenido de las vidrieras a medida
que pasaba el tiempo.
Entonces fue cuando lo vi., o más bien mi
mirada se cruzó con una purpúrea intensa, dulce y
penetrante, no pude ver bien su rostro porque
aquel color me había paralizado unos segundos,
hasta que la bocina de un auto me saco de mi
trance... me había parado en medio de la calle
petrificado con aquella mirada y el auto apenas si
logró esquivarme, dejándome como recuerdo un
bocinazo y un par de insultos.
Corrí hasta la otra parte de la calle, y a pesar del
susto sonreía como un idiota... Entré corriendo a
mi clase de violín y mi mente no podía dejar de
pensar en esos hermosos ojos, y en su dueño o
dueña, me había enamorado, sí enamorado
profundamente de esa mirada... hasta la música ese

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día parecía nacer mas bella de mi viejo violín,
sonreía y sentía algo cálido nacer de mi, era
felicidad, si felicidad, como un respiro de aire puro
luego de años de encierro...
Cuando salí, el atardecer teñía los conocidos
edificios de un naranja intenso a medida que el
cielo azul oscuro se imponía. Caminé a casa con
un par de compañeros, que hablaban de un
campamento el fin de semana, por regla general yo
no iba, digamos que la naturaleza no me llamaba,
pero esta vez, acepté... La brisa primaveral, el
sonido de la música aun envolviéndonos me
hacían sentir como una nueva persona... y sobre
todo...
Mi mundo acromático había tenido una
explosión de vivos colores.

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CAPÍTULO II

El Designio de las Estrellas

La semana se había pasado volando y, si bien


esa sensación eufórica había menguado ya, seguía
sintiéndome feliz, alegre y con un panorama
distinto de mi vida.
Pedí permiso a mi tía para salir con mis amigos,
al dichoso campamento y, la expresión de sorpresa
de mi tía no se hizo esperar, yo, siendo alguien tan
sedentario y rutinario, aceptó, aun estupefacta y
quizás planteándose para sus adentros, en qué
momento crecí tanto y deje de ser el pequeñito
violinista que apenas si llegaba a la alacena para
prepararme el desayuno para pasar a ser un
adolescente casi tan alto como ella.
Después de hablar con ella subí a mi cuarto, el
espejo de cuerpo entero que estaba en la
habitación antes que la ocupara yo, reflejaba la

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ventana del piso superior de la casa, y por mera
costumbre me miré en él.
Debo medir ya como un metro setenta y siete,
mi cabello es castaño oscuro, a veces parece negro
aunque por temporadas se me aclara un poco más,
lo llevo corto por la reglamentación del colegio,
aunque también por comodidad y gusto.
El rasgo que mas sobresale en mi son mis ojos,
verdes y brillantes, ni azulinos ni con toques miel,
eran de un verde puro y claro, mi mamá, cuando
vivía, me decía que tenía dos esmeraldas por ojos,
y que era su gran tesoro.
Y ella era el mío, pero supongo que Dios tenía
otros planes para nosotros.
Armé mi mochila con ropa y todo lo necesario
para pasar un par de días en el campo, mis amigos
me habían hecho una lista de cosas que podía
llegar a necesitar, como una linterna, una navaja,
ropa interior de emergencia, y un pequeño
botiquín básico del alcohol, vendas, aspirinas y
desinfectante.
Pasaron por mí luego del colegio, me despedí
de mi tía con un beso, a pesar de las burlas alegres
de los muchachos y nos encaminamos al campo
más cercano en el auto del hermano mayor de uno
de ellos.
Allí nos encontramos con el grupo de las chicas

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de nuestro colegio, luchando para armar su propia
tienda entre histéricos, grititos de emoción al
vernos llegar, rezongos, quejas, en fin, todo lo que
un grupo de cinco damas adolescentes puede
llegar a padecer al pasar una noche en la
naturaleza.
Al vernos llegar, Alexia, la más bajita de mis
compañeras salto a mi cuello gritando de alegría,
ella era la más efusiva sin duda, su vocecita era
aguda y algo chillona, como la de una niña
pequeña, sumándole que hablaba rapidísimo,
apenas estaba terminando de asimilar su saludo
cuando ya me había contado toda su semana.
Y ahora estaba feliz porque me había dignado al
fin, sumarme al campamento, convirtiéndome en
guía, líder y protector del grupo de las chicas, no
sé por qué, pero las chicas confían mucho en mi,
quizás es por mi carácter suave y desentendido de
los amoríos adolescentes, o mi aire de hermano
mayor protector y servicial que siempre me llevaba
a acompañarlas cuando tenían miedo o a
escucharlas cuando tenían un problema.
- Hijiri nii chaaan- por enésima vez Alexia
exclamó esas palabras, para tu información, Alexia
es fanática de los dibujos japoneses, llamados
animé, tanto que se inscribió en un curso de
japonés y ahora habla a mitad japonés mitad
castellano.

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-Alexia, me llamo Sebastián, no Hijiri- mi
respuesta era definitiva y aunque la había dicho en
un tono amable, era ya cansino que siempre me
llamar como uno de sus personajes favoritos, solo
por tocar el violín.
Alexia se fue alegre, como si yo no la hubiese
regañado, y empezamos a armar nuestras
improvisadas viviendas y a prender el fuego, para
el anochecer ya había una acogedora fogata y una
cena a base de ensartar cosas en ramitas y
tostarlas...
La charla se había hecho amena, pero tanto
beber líquidos había hecho que me pusiese de pie
y buscase algo de privacidad, y de regreso puse
observar una inquietante silueta sentada en una
piedra contemplando las estrellas.
No era de mi grupo, pero sin duda debería
tener mi edad o un poco más. De cabello largo,
castaño tirando a claro y recogido en una larga
trenza. Al principio lo confundí con una chica,
pero más de cerca pude notar no solo sus
facciones masculinas sino también su cuerpo bien
formado para nada femenino.
Me acerqué haciendo algo de ruido con las
pisadas, para que se percatara de mi presencia y le
vi sonreír de forma suave, atractiva.
- ¿Te perdiste gatito?-

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Me lo había preguntado en un tono tan
tranquilo que parecía conocerme toda la vida,
sonreí por reflejo, porque esa persona me
agradaba, con solo escuchar su voz.
- No, he... yo vine con unos amigos de
campamento... por ahí- señale el aura naranja que
provenía de la fogata del grupo - ¿y tú?- pregunté
acercándome más y notando que se hacía a un
lado, me senté junto a él. - Es sospechoso ver a un
chico solo en medio de un claro de un bosque sin
un grupo de amigos-
- Si soy sospechoso, tu eres un tonto por
confiar de alguien potencialmente peligroso-
respondió con aire tranquilo, pero señaló unos
metros más adelante donde había una motocicleta
todo terreno - necesitaba paz...- murmuró en un
tono más bajo que me hizo sospechar que no
estaba bien.
-Hey... vamos ánimo... digo...- con total
confianza, cosa rara en mi, le palmeé la espalda y
el chico me miró, su sonrisa era hermosa, pero sus
ojos reflejaban una tristeza muy profunda.
-¿Crees en las estrellas?- preguntó él mirando
hacia la luna y los cuerpos celestes que iluminaban
el cielo.
-Bueno... yo... algo, soy de piscis- respondí sin
entender bien porque no podía quitar los ojos de
aquel chico
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El a su vez me miró, supongo que al notar que
yo no le sacaba los ojos de encima y me sonrió.
- Demian- se presentó estirando su mano para
estrechar la mía.
-Sebastián- respondí estrechándosela y
sonriendo aún más , no sabía que me pasaba pero
lo estaba disfrutando , su mano era cálida y el
apretón había sido amistoso, de confianza lo que
conminaba a la perfección con su sonrisa y su voz
que infundía paz.-un placer Demian... -
Volví a mirar las estrellas y ahora noté que yo
era el observado, moví mis piernas un poquito, es
un tic que tengo cuando aprendía a marcar el
ritmo de niño.
-¿Sabés leerlas?- me preguntó curioso y yo moví
mi cabeza de forma negativa, a lo que el soltó una
suave risa mostrándome las diferentes
constelaciones.
- Sabés mucho de estrellas-
- Mi mamá es astróloga- me respondió como si
fuera lo más común del mundo -me enseño a leer
las estrellas cuando era chico-
-¿Y qué te dicen?-
El miró el cielo y frunció un poco el seño como
pensativo...
-Que Venus esta alineado con Piscis y un

17
Capricornio con el corazón roto conoció a alguien
muy interesante-
Le miré notando un leve calor en mi cara,
apenas leve y algo dando saltitos en mi estómago.
-¿Eres de Capricornio?- le pregunté como tonto
a lo que el asintió
-¿Y qué pasó? ¿Quién te rompió el corazón?-
pregunté así de sopetón y después entendí que me
estaba metiendo demasiado en su vida, pero
cuando pensé que me mandaría a callar, sonrió de
esa forma tan atrapante y negó -Yo soy ayudante
en la iglesia del centro... y él es un escritor que
buscaba inspiración, me habló mientras terminaba
de guardar las cosas luego de misa ... una cosa
llevó a la otra y me besó ... me llevó al cuarto que
hacía de oficina y... supongo que te imaginarás el
resto-
Sintiendo que el calor de mis mejillas
aumentaba y desviaba la mirada avergonzado por
lo que me estaba contando, mas Demian siguió
con una calma melancólica y dolorosa, como
quien relata un triste recuerdo de antaño - Un mes
después de convertirme en su pareja le vi...
besándose en el parque con otra persona... no me
atreví a decirle nada, simplemente salí corriendo...
y aquí estoy, cada vez que me siento solo vengo
aquí a hablar con las estrellas...-
Me quedé en silencio y no pude evitar echar mis
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brazos a su cuello y abrasarle unos segundos,
notando como levantaba la cabeza sorprendido, y
sus ojos reflejaban las estrellas que nos
acompañaban.
A lo lejos sentí la voz de Alexia llamándome
entonces me puse de pie.
-Me tengo que ir...- sonaba a disculpa -yo...
estudio en la secundaria del Sagrado Corazón, sí
bueno si alguna vez querés podemos
encontrarnos...-
No sabía cómo decirle que quería volver a
verlo, que quería ser su amigo. El me sonrió de
forma suave y simpática.
-Sebastián, ¿alguna vez besaste a otro chico?-
Me quedé con la cara congelada y negué
despacio, notando que otra vez un ardor en mi
cara.
- Nos vemos... voy a pasarme por tu colegio en
la semana-
Asentí aturdido y salí corriendo, aguantándome
los regaños de mis compañeras y las burlas de mis
compañeros que habían pensado que había
comido algo medio crudo y estaba cavando hoyos
por el campo.
Ya cuando estábamos acostados en las carpas,
me quedé mirando las estrellas por la abertura de
la tienda... las estrellas seguían brillando.
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“Venus esta alineado con Piscis y un
Capricornio con el corazón roto conoció a alguien
muy interesante”.
Me quedé dormido preguntándome eso, sin
poder evitar en soñar con esa maravillosa sonrisa,
y relacionarla inmediatamente con su última
pregunta... caí en la cuenta que era la primera vez
que me sentía atraído por un hombre...
¿Habría sido de verdad, un destino escrito en
los astros? ¿Un Designio de las Estrellas?...

20
CAPÍTULO III

El Círculo Mágico

Con el campamento el fin de semana se pasó


volando. Llegué a la casa de la tía el domingo a la
noche, muerto de cansancio, hecho un desastre de
tierra, hojitas secas, ropa sucia y con olor a humo,
pero feliz, nadie podía sacarme la sonrisa de mi
rostro, mi vida había cambiado, se había llenado
de luz y un panorama diferente se extendía sobre
mí.
El lunes volvimos al colegio, no esperaba las
horas de que tocara el timbre que marcaba la hora
de la salida, me la pasaba picando las costillas a
Alexia para sacarme los nervios por lo que al final
termine comiéndome un manazo de mi amiga por
usarla de pasatiempo torturador.
No paraba de pensar, primero, en aquellos ojos
purpúreos, como una señal mítica, quizás, ¿habría

21
sido Cupido apuntándome con una flecha?
Quizás... pero ¿desde cuándo los cupidos tenían
ojos violeta? Bueno nadie lo sabía. Pero de no
haber sido por esos ojos no habría sentido aquella
sensación de estar más vivo que nunca, y de no
haberme sentido así... no habría ido al
campamento y ahora no estaría pensando como
idiota en Demian, a pesar de solo saber que era de
Capricornio, trabajaba como asistente en la iglesia
y conducía una moto, a claro, y acababa de salir de
una relación…
La campana de fin de clases sonó y salí como
un rayo a la entrada del colegio, pero no había
nadie, bueno nadie que yo esperase… me había
imaginado ver aquella silueta con el largo cabello
trenzado y la motocicleta apoyada en la pared,
esperándome… pero no había nadie, ni chico, ni
nada... Sentí algo en mi interior, semejante a lo que
sentí cuando caí en la cuenta que ya no iba a ver a
mis padres de nuevo, una sensación de decepción
y tristeza, un vacío pesado en mi estómago y en mi
pecho, y una pintada de gris a mi nuevo mundo de
colores.
Alexia me terminó jalando del brazo para que
me fuera a mi casa, me había empecinado en
esperar ahí, por si se había retrasado o algo, pero
no hubo caso, no apareció.
El martes volvió a pasar lo mismo, salí

22
corriendo a la salida pero, al ver la acera vacía no
sentí tan fuerte la sensación de vacío y decepción
como el día anterior, el miércoles ya directamente
ni me fijé si había alguien, simplemente mi mente
se había convencido de que había sido un sueño, o
quizás había interpretado mal sus palabras, quien
sabe, a lo mejor estaba drogado, borracho, o
necesitado en ese momento y por eso le había
dicho aquello.
De a momentos, pasaba de la indiferencia a la
preocupación, “y ¿si había hecho algo? Si se había
deprimido por lo ocurrido con su ex y...”
Me estremecí al pensar en esa sonrisa manchada
de sangre en un acto imprudente de terminar con
el dolor, negó varias veces y rogué con toda mi
alma que no fuera así, que no terminase así…
Llego nuevamente el viernes, las semanas se me
pasaban volando cuando iba a clases y también a
la escuela de música, así que, ya pensando que iba
a aprovechar el fin de semana para darme un
merecido descanso durmiendo en casa,
acomodaba mis libros para volver a casa, mientras
Alexia me contaba sobre uno de los últimos
dibujitos que había visto y sobre Danielle… algo...
un famoso novelista entre las adolescentes que
vaya a saber que cosa había escrito sobre un
vampiro y algo... en fin, cosas de Alexia , siempre
alegre hablando a mitades de japonés y a mitad

23
castellano, con algunos toques de ingles y ya
pensaba seriamente en trabajar como traductora
internacional.
Al final, ella salió corriendo porque se le hacía
tarde, su hermano la estaba esperando ya en la
puerta del colegio, cabreado porque su hermana se
retrasaba con su “noviecito”... sí el “noviecito” era
yo, aunque entre Alexia y yo no pasara
absolutamente nada.
Terminé solo en el salón al final, prefería
esperar a que el hermano de mi amiga se fuera y
no que me mirara como si pudiera arrancarme el
hígado con el pensamiento. Salí caminando
tranquilo pensando entonces en esos ojos
purpúreos que me había shockeado de semejante
forma. Y fue ahí cuando escuche una suave risa
agradable, una que pude reconocer enseguida. Ahí
estaba él, con su largo cabello castaño largo y
trenzado, su sonrisa amable y ahora, con los
últimos minutos de luz del día podía ver sus
hermosísimos ojos azules.
Si se están imaginando una escena digna de una
novela rosa gay con flores de cerezo flotando en el
aire y una suave música de fondo, y los dos
tomándonos de la mano con sonrisas de
enamorados… se equivocan, me quedé duro, en
mi lugar sin dejar de verlo y tratar de recordar si
no me había quedado dormido en el banco de mi

24
clase, mientras él se acercaba tratando,
seguramente, de adivinar que se estaba cruzando
por mi cabeza.
Y entonces cuando estuvo suficientemente
cerca de mí, algo me estalló en la cabeza, le di un
empujoncito bastante fuerte con mis manos,
aunque claro, yo no tengo mucha fuerza y mis
dedos se toparon con una dura musculatura, por
lo que me llevó a imaginar que hacía ejercicios y
bajo la camisa blanca que llevaba había un buen
cuerpo… y “¿qué estaba pensando? ¡Yo no soy
así!” Más cuando esos ojos azules se clavaron en
mí, me sentí como un gatito esponjado y furioso.
-¡Te estuve esperando!- le reclamé, sin pensarlo
siquiera, no tenía razones, ni motivos mucho
menos derecho a ello, “¿Por qué le reclamaba? Si
no éramos nada, ¿por qué tenía que reprocharle
aquel vacío que sentí por esos tres días, cuando
rompió mi ilusión?” – pensé…¡pensé que no me
querías!- pero él jamás había afirmado quererme –
hasta llegué a pensar que habías hecho una...
estupidez…- mi voz se volvía cada vez mas baja y
ahogada a medida que razonaba el escándalo que
estaba haciendo.
El solo sonrió de nuevo y paso lo que jamás
pensé que pasaría en la puerta de mi colegio, ya
casi a oscuras por ser ya, el ocaso quien reinaba en
aquel lugar. Me levantó el mentón con dos dedos

25
y rozó sus labios con los míos, si, un extraño
prácticamente me estaba besando, mi primer beso
oficial recibido, no es que nunca hubiese besado a
nadie, pero siempre había sido por retos o juegos,
nunca con la intención y el sentimiento con el que,
terminé casi desmayado en sus brazos.
En algún momento que duró aquel roce dulce,
mis manos se habían ingeniado para estrujarle la
camisa blanca como no queriendo dejarle ir,
cuando nos separamos, sentía mis mejillas arder y
me sentía entre ridículo por haberle hecho aquella
escena tan … hormonal, y a la vez confundido
porque aquel había sido el beso más dulce que me
habían dado.
-Hoy las estrellas dicen que Piscis recibirá una
recompensa por la larga espera, y Capricornio
agradece aquel gesto de que le importa a alguien.
Y así fue como empecé una relación con
Demian, y lo que yo pensé que había sido una
serie de casualidades, para mí ahora tenía sentido,
había sido un perfecto círculo de señales... el
amor, se había anunciado, abriéndome las puertas
de mi corazón.

26
CAPÍTULO IV

Pensar, Sentir... ¿Perdonar?

Habían pasado ya dos meses desde que Demian


y yo éramos pareja, el iba a buscarme para
acompañarme a las clases de música durante la
semana y salíamos los viernes y sábados, y a veces
hasta nos veamos los domingos, a pesar de que
cada vez que estaba a su lado mi corazón latía con
fuerza, no le dejaba llegar más que a un casto
besito, quizás un poco más largo de lo normal,
pero solo un mero roce de labios, no sabía por
qué, pero a diferencia de la mayoría de los
adolescentes, que aceleran todo tipo de encuentro
y contacto, yo prefería ir lento... muy lento, y a
pesar de que, a veces, cuando me abrasaba podía
sentir sus ansias de llegar a más, simplemente no
podía corresponderle de esa forma, aún, quería
que fuera especial y tengo esa manía que, cuando
algo de verdad me gusta, me tomo mi tiempo en
27
deleitarme con cada segundo que dure, y con
Demian era igual, sus besos me encantaban y
quería disfrutarlos todos antes de pasar a algo
más...
Por otro lado, nadie sabía de nuestra relación,
no porque tuviéramos miedo del que dirán, la
juventud de hoy en día no ve con malos ojos una
relación entre dos personas del mismo sexo, o al
menos no la gran mayoría, sino que podían
hecharlo de su trabajo en la iglesia, además de
tener a los consejeros escolares y directores del
colegio sobre mí, procurando “enderezarme” por
el buen camino nuevamente.
Más aún, así no podía escaparme a una experta
en mangas japoneses yaois, Alexia nos pilló una
tarde besarnos y le rogué e imploré por todos los
cielos que no comentarse nada a nadie, al menos
hasta que me sintiera seguro de poder enfrentarlo.
Alexia prometió guardar el secreto con la
condición que con ella fuera abierto de contarle
todo, al parecer nunca había tenido un amigo
con... bueno, un novio de su mismo sexo.
Llegó el esperado sábado, con Demian nos
íbamos a encontrar como siempre en la puerta del
instituto de música, a veces para ir fuera de la
ciudad, traía su moto, sino solíamos salir al centro
o a los parques de la zona.
Siempre charlábamos de cosas diversas, y
28
siempre que nadie nos veía nos abrazábamos, a
pesar de que no quería problemas ni comentarios
incómodos, siempre le agarraba la mano para
caminar, como si no pudiera hacer un paso sin su
guía. Sí, Demian se había convertido, en estos dos
meses, en la persona mas importante de mi vida,
amaba cuando sonreía, y por eso siempre trataba
de hacerlo feliz, tocaba el violín para él, y hacia
todo lo que estuviese a mi alcance para hacerle
sonreír, y por eso, dejaba que me guiase por aquel
precioso parque de la mano.
Lo que nunca creí imaginar es que pasaría lo
que pasó, no podría haber supuesto ni el
encuentro, ni la cadena de reacciones, sucesos y
sentimientos que explotaron entre los árboles del
lugar y sobre todo en mi interior.
Camináramos relajados, Demian tenía esa
preciosa mirada azul y dulce, nunca se nos
agotaban los temas para hablar y cada pausa era
pie para que se acercase a mí y me robara un beso,
y un sonrojo de regalo.
Y justamente cuando nos separábamos note
que sus ojos cambiaban, de una expresión dulce y
soñadora a una llena de dolor y enojo, alerta y
hasta podría haber jurado que de odio.
-¿Dem..?-
Me giré y traté de encontrar aquello que había
afectado de semejante forma a mi pareja, no vi
29
nada raro, un par de chicas charlando a lo lejos
sentadas en una manta, un perro correteando una
ardilla, dos chicos de la mano...
Dos chicos de la mano...
Demian me soltó de la mano, parecía haberse
olvidado por completamente de mí, y podía sentir
como marcaba el paso con furia hasta la pareja...
uno de los chicos lo vio y su expresión se volvió
de terror y culpabilidad.
Lo siguiente que pasó fue realmente, un
infierno, gritos, reproches, insultos... no sabía qué
hacer si acercarme a tratar de calmar a Demian y
evitar que se fuera a mayores, porque obviamente,
al chico al que le estaba gritando debía ser su ex...
Al final di media vuelta y decidí volver a casa,
pero no quería, necesitaba hablar con alguien,
algo... sentía muchas cosas dentro mío, estaba
aturdido y como arte de magia aparecí en la casa
de Alexia, pero no fue mi joven amiga quien me
atendió, sino su hermana mayor, Liz, quizás, la
mujer más buena que en mi vida haya conocido,
maternal y cariñosa, cuando menos quise acordar
me había acomodado en uno de los sillones de la
sala y había servido el té. Me había notado pálido y
asustado.
Y mientras me confesaba con Liz, mi mente se
relajó, y en algún momento me quedé dormido,
aun sentía esa incomodidad en mi corazón, esa
30
duda...
Cuando desperté estaba recostado en el diván,
con una manta encima y mi móvil parpadeaba con
una señal de mensaje y tres llamadas perdidas...
“.. Perdón...” rezaban las letras negras en un
fondo azul claro.
Pero en ese momento, no tenía ganas de
pensar, ni de sentir... Mucho menos de perdonar.

31
CAPÍTULO V

Un Paso Más

Todavía el sábado no había terminado, pero me


encontraba acomodado en la habitación de Alexia,
pese a las protestas de su hermano mayor,
Andrew.
Llamé a mi tía y le dije que mi móvil se había
quedado sin batería, que llamase a la casa de mi
amiga cualquier cosa y ahora, el aparatito que no
había dejado de sonar en toda la tarde, estaba
mudo, en la mesita, apagado.
Miré a mi amiga y suspiré, no sabía qué hacer,
porque era la primera vez que tenía pareja, y ahora
esa pareja le hacía unas escenas de celos a otra
persona y todo era muy confuso.
Sentía enojo, dolor, de a momentos tenía ganas
de hacer todo un berrinche y arrojarme al suelo

32
dando pataletas , o agarrar una barra de metal y
darles en la cabeza a Demian, al ex y al otro del ex,
solo por estar ahí metido... sí , lo sé.. Mi reacción
era infantil, pero por suerte podía controlar mis
impulsos.
- Es un baka- dijo Alexia, para los que no
comprendan los términos japoneses, “baka”
significa algo así como tonto, idiota… mi amiga
era rara sin duda y ahora estaba comiéndose un
pastelito relleno, habíamos comprado un montos
hacía un rato y ahora estábamos los dos,
atrincherados en su habitación, con una tetera
llena de té, una bandeja llena de pasteles y yo
rodeado de ositos rosas y muñecos de diferentes
animes hechos por ella misma.
Solo la miré y sonreí despacito, tratando de
recordar las partecitas de la pelea, pelea que
estábamos analizando a fondo con Alexia.
- Es que…- suspiré y miré mi reflejo en la tacita
de té – estábamos bien, nos besamos y de golpe
apareció ese tipo con otro y ya te dije… se le fue
sin sangre y les gritó... cosas…-
Cerré los ojos tratando de recordar exactamente
que había dicho.
-Mmm por lo que recuerdo le acusó de andar
tan campante por el parque con otro tipo…-
Alexia frunció el seño indignada.

33
-¡Y él estaba con su pareja! Dios qué tipo
descerebrado… si no puede superar un
rompimiento entonces que no se ponga en
pareja... y se pague un psicólogo-
No pude más que soltar una suave risa a forma
de alivio por las palabras de mi amiga.
Al final llamé un taxi, era tarde y mi casa
quedaba algo lejos de la de Alexia, así que no me
quedaba opción, mi tía había salido así que, una
vez que me bajé del taxi revolví en mis bolsillos
buscando mis llaves y fue entonces cuando vi la
motocicleta estacionada a un lado de la puerta del
pórtico de mi casa.
Y sentado en las escaleritas estaba Demian con
cara de haber visto un fantasma, sus ojos azules
estaban escondidos bajo su cabello castaño y solo
levantó un poco la mirada cuando hice sonar la
verjita de casa.
-Sebastián-
Se levantó y me tomó las manos apretándolas
suavecito y haciendo que mi corazón se acelerase.
Siguieron las palabras clásicas, perdón, que se
preocupo por mí, que me llamó, me mandó
mensajes, que cuando se dio cuenta de lo que
había hecho se arrepintió.
Al final, terminé cediendo y le abrace, después
de todo éramos humanos, llenos de emociones y

34
sentimientos contradictorios.
Y fue entonces, cuando después de mirarnos
unos segundos fijamente nos besamos de nuevo,
pero esta vez fue diferente, no era un simple roce
de labios, sino algo más intenso, él busco de
profundizar aquel beso, y a pesar de mi nula
experiencia en aquello, le permití avanzar, pensaba
que, quizás, si empezaba a ceder un poco Demian
se olvidaría del dolor que le causaba ver a su ex
con otro, le abracé con fuerza mientras nos
besábamos , solo concentrándome en lo dulce y
placentero que era aquello, en lo cálido que hacía
sentir mi alma... En cómo le necesitaba, necesitaba
aquella demostración de afecto y cariño…
Cuando nos separamos, buscando respirar
nuevamente, supe que aquello nos había unido un
poco más.
Demian me había demostrado que había
personas importantes en su vida...
Pero que yo lo era más, habíamos dado un paso
más en nuestro amor...

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CAPÍTULOVI

El Comienzo de la Maldición

Después de aquel fin de semana, solía verme


más seguido con Demian, solía demostrarle más
cariño en público y poco a poco cedía a sus
encantos, a sus caricias y roces que hacían mella en
mi cuerpo, cada encuentro era más intenso, me
había entregado por completo a él, por los
siguientes seis meses. Y unas hermosas
vacaciones de verano y un genial comienzo de
clases.
Estaba enamorado, enamorado de Demian al
punto de perder pie con todo lo demás. Mis notas
por suerte no bajaban porque él me obligaba a dar
lo mejor de mí, aunque si, por un tiempo, dejé de
ir a las clases de música para pasar mis tardes con
él, o estudiar para no bajar mis promedios.
Pero cuando llegamos a los ochos meses de

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noviazgo empecé a notarlo más distraído, quizás la
presión de sus estudios y el trabajo.
Y entonces fue cuando empezó mi maldición...
Como siempre nos habíamos citado el domingo
a la tarde para tener un tiempo juntos antes de
empezar la semana. Había pedido permiso a mi tía
de quedarme a dormir y correr al colegio sin falta
a la mañana, por suerte accedió.
No había nada peculiar, seguíamos igual de
cariñosos que siempre, entonces me soltó aquello.
- Bastian... necesito irme un par de días fuera de
la ciudad, es un asunto familiar con mi madre-
Me lo había dicho en ese tono angustioso con el
que siempre terminaba ablandándome el corazón,
me mordí el labio y suspiré.
- Bueno si no queda más remedio-
Sonreí algo triste, porque no quería tenerlo lejos
un par de días, pero comprendía que era necesario,
Demian tenía una vida fuera de nuestra relación.
Me acarició la mejilla y me besó, hicimos el
amor y nos dormimos juntos, a la mañana yo me
iría al colegio y el partiría a ver a su madre...
Pero lo que no me suponía era la agonía que
iban a seguirle a aquellos días, el par de días se
convirtió en una semana, y una semana en tres...
Ni un llamado, ni un mensaje, ni una carta y

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mucha menos alguna persona que supiera de él.
Cuando llegó el mes desde aquel día que nos
habíamos despedido en la puerta de su casa, me
arriesgué a ir a la parroquia donde solía trabajar,
pero con malos resultados.
No sabían nada de Demian desde aquel día que
se marchó.
Me preocupé, quizás la madre había fallecido, o
estaba enferma... pero aun así ¿él no había
pensado en mi? acaso no me extrañaba o estaba
tan ocupado que ni siquiera podría haberse
comunicado conmigo...
La angustia pasó a la desesperación cuando
terminaron las clases y empezaron las vacaciones
de invierno, el frío azotó mi corazón de una forma
dolorosa... tanto que no me alimentaba bien, no
dormía bien...
Y fue entonces, cuando un día desperté en la
camilla de un hospital. No recordaba nada, solo
que había acompañado a Alexia a una convención
de animé y seguramente perdí el conocimiento.
A la sala entró una figura alta, de cabellos
negros y largos, me sorprendía que a un médico se
le dejase tener el cabello hasta la cintura, recogido
en una coleta baja. Sus ojos eran fríos, azules y
fríos, inexpresivos casi, al igual que las facciones
de su rostro.

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- Tuvo una descompensación- me informó con
un tono monocorde de voz, igual de frío que el
resto de su apariencia. Se acercó a la camilla y me
examinó con una molesta lamparilla para ver las
pupilas, mi garganta y luego analizar los resultados
de mi examen de sangre.
- Anemia- diagnosticó y volvió a mirarme -
¿demasiada presión en tu vida?-
Negué despacio y en silencio, no me sentía ni
con ánimos de hablar, me dolía la cabeza, estaba
mareado y el típico olor de los hospitales, a
alcohol, desinfectante y químicos me revolvía el
estómago.
Aquel médico me recetó unas vitaminas y una
orden para hacerme análisis dentro de un mes,
apenas si miré el papel de las indicaciones y el
nombre del médico para sacar el turno
posteriormente.
Alexia me esperaba afuera, había avisado a mi
tía y venía en camino, realmente estaba muy
asustada y le prometí que podíamos hablar al día
siguiente sobre el asunto.
Y mientras esperaba en el auto a que mi tía
saliese de la farmacia con las vitaminas, me puse a
observar los árboles desnudos, muertos, como lo
estaba mí ser ahora... desnudo y muerto.
¿Debía esperar a la primavera, a mi amado, para

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volver a vivir?.. ¿Por qué Dios, si es que existía,
me causaba tanto sufrimiento? Sé que suena
egoísta, muy egoísta pensar en un desamor como
un castigo divino, un padecimiento insoportable,
habiendo tantos males en este mundo, y gente
infinitamente más desgraciada que yo. Pero en ese
momento, mi ser solo podía sentirse como el alma
más desdichada y adolorida de la tierra...
¿Quizás debía terminar así? ¿Porque me había
pasado esto?
¿Era acaso, el fin de un amor?
¿O el comienzo de una maldición?

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CAPÍTULO VII

¿Volver a Empezar?

El invierno avanzaba lento, seguían sin haber


señales de Demian. Visitaba seguido al doctor
Engel, la anemiiba curándose gracias a una dieta
rigurosa y unas vitaminas que me ayudaron a
recuperar mis defensas.
Aún así seguía triste, muy triste porque sentía
que parte de mi vida se había esfumado y no sabía
que hacer, a donde correr, a quien pedir ayuda,
nada. Tenía roto el corazón y eso el doctor no
podía curarlo, el solo me escuchaba en silencio
mientras me revisaba y me daba unos segundos de
intimidad para limpiar mis lagrimas fingiendo que
acomodaba sus elementos.
Le conté sobre mi academia de música y me
sugirió retomar mis clases, por lo que, al comenzar
el segundo cuatrimestre, luego de salir de clases,
me encaminé a mi rutinario camino hasta el
41
instituto, quedándome en la puerta, mirándola con
una extraña añoranza.
Un hombre joven iba entrando también, era
alto, cabello castaño, usaba un traje y sobretodo
elegante, y sus ojos iban ocultos tras unos anteojos
de cristales oscuros, a pesar que era invierno y el
sol no era muy fuerte.
Me dedicó una sonrisa y me dejó abierta la
puerta, sosteniéndola con su mano enguantada de
negro, acorde con su traje. Y al ver que dudaba en
entrar, me dio una palmadita seguida de una
sonrisa.
-Vamos chico... es un lugar para aprender ¿Qué
tan malo puede ser?- me dijo suave con un tono
de voz masculino pero melódico, animándome a
entrar a aquella tan conocida sala para mi.
Entré a la oficina de mi profesor, no había
nadie, porque faltaba media hora para empezar la
clase, pero él estaba ahí, con su cabello negro
azabache atado en una coleta que le llegaba a tres
cuartos de la espalda, sus anteojos redondos de
cristal sin marco que afinaban sus rasgos maduros.
Para ser un cuarentón, Odín Lawrence se
mantenía en perfectas condiciones.
Sus ojos negros como su cabello se enfocaron
en mí ni bien atravesé la puerta, su mirada estricta
tenía un tono calido de fondo, como un padre que
espera la llegada de un hijo luego de aprender la
42
lección.
Hablamos… mucho… le conté todo lo que me
había pasado, sin obviar detalle alguno, para mí, el
profesor Lawrence era como un padre. Terminé
llorando al final, y me abrazó, como lo haría
cualquier padre con su hijo triste, hasta que me
calme, me deje envolver por aquella sensación de
protección que me brindaba el mayor.
Me propuso darme clases particulares, para
poder alcanzar al grupo, aunque él sostenía que yo
no lo necesitaba, porque tenía un talento casi
natural con el violín, pero quizás si podría
distraerme un poco de aquel vacío que había
dejado Demian en mí.
Acepté encantado, entonces me presentó a su
secretario, ayudante y compañero, un hombre de
unos 20 años, se llamaba Adrián, pero
cariñosamente le decía “Mariposa”… Admito que,
cuando vi a Mariposa, pensé que era una mujer.
Caderas finas, cabellera rubia, larga y
perfectamente cuidada, rostro andrógeno y
agradable, adornado con dos preciosos ojos azul
cielo, y una serena sonrisa en el rostro. Se
presentó como profesor de piano de la academia
también, y tenía un extraordinario talento con ese
instrumento, apenas le oí tocar un par de melodías
y parecían ejecutadas por los mismísimos Ángeles.
Se preocupó al verme con los ojos húmedos, y le

43
bastaron apenas unos pocos detalles para
comprender lo ocurrido, movieron su mano en un
delicado gesto de restarle importancia y me sonrió
con muchísima dulzura.
- Él se lo pierde- dijo con su trémula voz
educada – Tú sigue adelante, no sabes lo que el
destino te depara, cariño es solo un hombre, no
puedes cargar toda tu vida por la mala decisión de
una sola persona- el tono con el que lo había
dicho, me hizo sentir mejor, mucho mejor, tanto
que cuando tomé mi violín, sentía que volvía a ser
uno con mi instrumento, y que ambos
volveríamos a amar a través de las preciosas
melodías que salían de sus cuerdas con las caricias
del arco…
Cuando salí de mi primera clase, me sentía
feliz, Mariposa era alguien agradable, cómplice,
juvenil, me había arrancado una sonrisa y un poco
de calidez a mí atormentado corazón.
Alexia me acompañó a mi última visita con el
doctor Engel, ahora solo debía hacerme chequeos
cada mes, por lo que le agradecí su consejo de
retomar mis clases, era, como volver a construir
mi vida de nuevo, de la mano de mi profesor, y de
Mariposa, de la música, mi eterna y fiel
compañera… ¿Podría… volver a comenzar?

44
CAPÍTULO VIII

Herida al Corazón

El año se había ido volando casi, el maestro


Lawrence organizó una serie de conciertos
seleccionando a los más talentosos de su clase,
incluyéndome en varios solos de violín que
arrancaron aplausos y lágrimas entre los asistentes.
Mi corazón había sanado, pero no dejaba de
amar con locura a Demian, a veces esperaba verlo
en la puerta del colegio como siempre, pero me
había resignado ya a que él estaba lejos, quizás
había conocido a alguien o simplemente no tenía
más ganas de estar conmigo.
Mariposa resulto ser alguien muy agradable,
siempre riendo, sin poderse estar quieto, era un
pianista pródigo sin duda y eso arrancaba
admiración de muchos y envidia de otros tantos…

45
Y fue aquella noche, luego de un concierto en la
que ambos sufrimos en carne propia la pesadilla…
Estaba guardando mi amado violín, cuando
escuché un tremendo escándalo, me asomé y vi a
Mariposa en cuclillas en el suelo, cubriéndose el
rostro con las manos y su cuerpo sufría pequeños
temblores, estaba llorando…
Me acerqué corriendo, al principio pensé que
habían querido asaltarlo, aunque era improbable,
él no llevaba ni efectivo ni nada de valor encima.
- ¡Mariposa!- lo llamé arrodillándome a su lado,
abrazándole sin dudar y el me apartó despacio, sus
ojos azules estaban rojos por tanto llorar y me
produjo una horrible sensación de impotencia...
-No peque… no te acerques…- me dijo
poniéndose de pie y secándose las lagrimas,
acomodándose la ropa y temblando un poco.
No le dejé irse, no, le había pasado algo terrible
pero no quería decir palabra alguna… se encerró
en el cubículo que le habían dado para cambiarse
el traje por su ropa casual y yo quedé ahí afuera,
sin saber que hacer.
- Hay gente desgraciada hasta en los lugares
más hermosos-
Giré para ver quien había sido el que había
dicho aquella frase, topándome con aquel hombre
alto que había visto en mi primer día de clases.

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Esta vez tenía unas gafas de cristal en ves de sus
lentes oscuros, pero con las sombras del lugar no
llegaba a verle bien el rostro.
- ¿Qué le pasó?- pregunté mirando a aquel
hombre de cabello oscuro y porte señorial, el
encendió un cigarrillo y me miró largo y tendido,
antes de soltar el humo de la primera bocanada.
-Homofóbicos- respondió simplemente – Entre
los espectadores había algunos que no les gusta la
forma de amar de otros, un sacerdote creo, y su
séquito de fieles… acorralaron a Mariposa tras el
escenario, dos lo golpearon en el estómago antes
de que Odín y yo llegásemos, el sacerdote solo le
dijo que era una aberración del Señor y que
ardería en el infierno como la prostituta de
Sodoma que era...- se encogió de hombros –
idiotas … salieron por la puerta grande, solo por
tener el sello de entidad publica emblemática…
Mariposa no quiso que llamásemos a la policía ni
levantásemos revuelo… y por eso no dejo que lo
ayudases recién, miedo a que también te lastimen,
supongo -
Tragué hondo, sabía que Mariposa había
protegido la reputación del profesor Lawrence, de
haber llamado a la policía se habría armado un
escándalo y aquel incidente se habría conocido por
toda la comunidad… y esa era una fama que el
joven pianista no quería, y yo le entendía.

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Me giré para preguntarle algo más a aquel
hombre, pero así como había aparecido,
desapareció, dejando solo una estela tenue de
humo en el aire…
Tomé una dedición y esperé a que Mariposa
saliese del pequeño cubículo que le habían dado
para vestirse, y le jale del brazo, sin decirle nada, le
abracé.
El rubio me estrechó en brazos, sollozando
bajito y pidiéndome disculpas, yo ni siquiera
entendía por qué se disculpaba pero solo le
acaricié la espalda pegándolo a mi de la misma
forma protectora que el me había abrazado aquel
día en el despacho del profesor, cuando me vio
hecho un mar de lágrimas.
Insistí en acompañarlo a casa, ya que el
profesor Lawrence parecía haberse ido ya, así que
salimos del auditorio juntos, encaminándonos por
aquel hermoso parque con el que, ya casi un año
atrás, había visto a Demian hacerle un desplante a
su ex…
Reímos al final, cuando empezamos a recordar
las clases y el me contaba anécdotas sobre cuando
tenía mi edad y conoció a mi profesor, para
cuando cruzamos el parque, estábamos riendo los
dos, sin parar, le llevaba de la mano por el simple
hecho que se me hacía lindo, no importaba que
algunos nos mirasen raro, yo iba con mi hermano

48
mayor del alma de la mano, feliz al fin…
Así había terminado la pesadilla de Mariposa,
pero la mía apenas comenzaba.
Cuando pasamos por una de las calles que
llevaban al instituto nos topamos con una silueta
masculina, demasiado conocida para mí.
Sus ojos seguían siendo lo más hermoso que
había visto en mi vida, de ese azul brilloso, su
cabello castaño caía hacia atrás sujeto por una
trenza, Demian estaba ahí…
Y lo siguiente que pasó, fue la peor de mis
pesadillas, Demian miró fijo a Mariposa , y luego
me miró a mí, y claro luego sus ojos fueron a
nuestras manos entrelazadas, yo no había notado
aquel detalle, estaba feliz mis ojos debían de brillar
de pura dicha por tenerle ahí, pero cuando corrí
prácticamente para acortar distancias y echarle mis
brazos a su cuello como siempre, como si aquel
año de soledad hubiese desaparecido con su sola
presencia, en esos segundos que tardé en llegar a
él toda mi vida había vuelto a brillar… y segundos
después… se apagó.
Demian me quitó con brusquedad, poniendo
distancia y mirando fijo a Mariposa y luego a mí, el
odio que se reflejaba en sus ojos me hizo
estremecer, era el mismo odio que había visto
aquel día en el parque.

49
- ¡Me engañaste!- me gritó de forma agresiva,
Mariposa dio un salto por lo fuerte que había
resonado el grito en la calle – ¡Y con ese
desgraciado que se folla a medio mundo!-
Yo por otro lado estaba impactado, había
sentido que mi corazón volvía a partirse en mil
pedazos producto de esa mirada de odio, pero
sacudí mi cabeza cuando llamó a Mariposa de esa
forma.
-¡No! Yo…- me mordí el labio y le di un suave
empujón para que no se acercase al rubio- ¡Yo no
te engañe! ¡Solo estábamos caminando! ¿Y tú?
¿Dónde estabas? ¡Pasó un año me dijiste un par de
días y paso un año!- le eché en cara, a lo que él
solo respondió:
–Tenía que cuidar a mi madre, esta enferma-
me respondió de forma gélida –Regresé a verte y
me encuentro con que haz estado de fiesta en
fiesta, encamándote con esta alimaña- apuntó a
Mariposa y el pianista se encogió en su lugar.
- No quiero verte nunca más- me dijo
mirándome fijo con odio – Eres una prostituta
como él y si sabes que hay algo que nunca puedo
perdonar, es una infidelidad-

Se dio media vuelta y me dejó ahí, con el


corazón destrozado, con el alma quebrada

50
definitivamente, cuando reaccioné apenas pude
cubrir mis ojos con mis manos para que nadie me
viese llorar, para que nadie me viese como mi
mundo terminaba por derrumbarse…
No supe qué pasó luego, recordaba todo como
si hubiese sido un nubloso sueño, Mariposa me
llevó a mi casa, me dio un calmante con un té, me
trataba de consolar y yo solo podía llorar, llorar a
mares…me sentía tan mal, me sentía que le había
fallado a Demian , sentía que había perdido el
rumbo.. Y aquello no fue lo peor…
Días después, regresando del colegio, siendo
prácticamente arrastrado por Alexia quien insistía
en volver a ver al Doctor Engel, la peor de las
dagas terminó por destruir lo poco que quedaba
de mi ser.
Ahí estaba Demian, besándose, en medio de la
calle, con aquel escritor que había sido su pareja
antes que yo, aquel que yo había visto con otro
sujeto, aquél que... aquél que le había engañado,
mi mente no entendía ¿Por qué Demian me
culpaba de ser infiel solo por verme de la mano
con Mariposa? Cuando aquel hombre le había
dejado, le había cambiado con descaro y ahora
estaban ahí, juntos, tan felices, riendo, riendo
mientras yo me moría por dentro y por fuera…
Mi mundo se había quebrado, se que es una
estupidez, se que muchos dirían que soy un

51
fatalista, un exagerado, que tan poco me valoraba
como para dejarme morir por aquello, pero lo que
nadie sabe, es que tan hondo cala a uno un
corazón roto, nadie sabe lo que sentí, o por qué
me dolía tanto…
No recuerdo que pasó luego, solo sé que Alexia
se fue como saeta encendida a la pareja, el sonido
del azote que su mano ajustició contra la mejilla de
Demian resonó en la calle, varios la miraron, otros
la trataron de loca, por como ella le gritaba toda
clase de cosas, todo lo que venía guardándose
desde el día que había desaparecido y me había
visto destruido, mi amiga, con su estrafalaria
moda, su mochilla llena de pines de animé, su
falda de colegiala japonesa, sus mil llaveritos
colgando de sus llaves… mi hermanita… Demian
se levantó y le gritó un par de cosas, aquel joven
que le acompañaba estaba hasta dispuesto a
devolverle el golpe a Alexia... una figura se
interpuso, cabellos negros, fríos ojos azules,
demasiado alto y fuerte como para que Demian,
maldito cobarde, se atreviese a hacerle frente.
Terminamos dentro de un carro, y cuando quise
acordar, estábamos sentados los dos en el
consultorio del doctor Engel, que nos miraba fijo
a los dos, después de rescatarnos de aquella escena
en la calle.
Estallé y no recuerdo más nada, solo dolor y

52
mucho dolor.
¿Cuán honda puede llegar a ser una herida al
corazón?

53
CAPÍTULO IX

Maldito y Condenado
a Morir de Tisteza

Los días pasaban de forma extraña, demasiado


largos para disfrutarlos, demasiado rápidos como
para razonar el tiempo perdido... Alexia estaba
preocupada otra vez por la anemia que me había
atacado de forma severa, a pesar de las vitaminas y
que me obligaba a comer para no terminar
cayendo gravemente enfermo.
Por otro lado, había vuelto a dejar las clases de
música, aunque según el profesor Lawrence no las
necesitaba, aunque tampoco iba al instituto...
Una tarde Mariposa vino a visitarme, estaba
preocupado por mi, sin duda, no había tenido
noticias mías desde aquella noche en la que
termino llevándome a casa.

54
Preparó un té en la cocina de la casa de mi tía,
para ambos, se lo veía bastante aprensivo…
-Mariposa, no fue tu culpa- dije al final,
pensando que quizás estaba preocupado porque
aquella pelea se había dado al verme de la mano
con el rubio, pero una vez mas , me equivoqué.
Mariposa se sentó frente a mi con la taza en
manos y la mirada triste, algo me decía que pasaba
más de lo que me contaba y entonces pude notar
su brazo amoratado , escondido por su camisola
de mangas holgadas.
-Bastian, bonito…- empezó a decir con esa
delicada voz aterciopelada, se mordió el labio y
bajo mas la mirada – Yo conocía a Demian de
antes…-
Aquello no me lo esperaba, sin duda, me quedé
mirando al rubio con mis ojos como plato, ¿de
dónde? ¿Cómo?... y como una intuición mis ojos
se posaron en los moretones que el joven
escondía…
-Demian pertenece a una iglesia que odia…
bueno odia a las personas que no van con sus
ideales, ya viste como el otro día quisieron armar
un escándalo en el teatro…-
Claro, las piezas iban encajando de a poco,
Demian trabajaba en esa iglesia ¿no?... entonces mi
mente empezó a trabajar mientras el rubio seguía

55
contándome.
-Yo conocí a Demian media hora antes que tú,
cuando el sacerdote dio la orden me llamó de una
forma horrible… y me golpeó… Law le hizo
frente y amenazaron de denunciarnos por
pedófilos y abusar de nuestros alumnos, después
de todo, la palabra de un sacerdote, hoy en día
sigue pesando mucho más que la de un par de
profesores… ¿no es así?-
Me sonrió triste, aunque yo no devolví la
sonrisa, no me sentía capaz, sentía mi estómago
revuelto, ante la sola idea de ver a Mariposa bajo la
furia de Demian, y la hipocresía de este, ¿acaso su
escritorcito de cuarta no era hombre? ¿Y él? ¿Él
no era hombre? Y Demián lo había seducido,
porque hasta que le conoció no estaba interesado
en chicos… pero no importaba ya.
Miré a Mariposa y entonces vi el discreto anillo
de plata que había en el dedo de su corazón…
acaso… él... empecé a atar cabos...
-Mariposa el profesor Lawrence... –
El sonrió suave y esbozo una de sus tiernas
sonrisas, por primera vez en días le había visto
sonreír así.
-Somos pareja, desde hace ocho años, el
fundador de la academia nos presentó en una de
sus fiestas…- me contó orgulloso y no pude más

56
que recordar a ese oportuno hombre que siempre
tenia la palabra justa para mí, aquel que me había
animado a entrar de nuevo y el que me explicó la
situación dolorosa que vivía Mariposa bajo esa
hermosa y calida sonrisa… – En primavera vamos
a casarnos...-
Le miré sorprendido, no me esperaba aquello,
no porque me desagradase, sino porque no se me
había cruzado por la cabeza que ellos dos podían
ser pareja… me sentía feliz, Mariposa merecía una
persona que lo amase, y el profesor Lawrence
parecía amarlo con locura, al punto de casi arrojar
su carrera al caño solo por defender al joven
pianista…
Círculos mágicos, sin duda... todos y cada uno
marcados por un destino…
Luego de una larga charla, me quedé pensando
por mucho tiempo aquello, me sentía usado y a la
vez culpable porque a pesar de todo no podía
dejar de sentir lo que sentía por Demian, a pesar
de lo que sabía, a pesar de lo que había vivido con
él...
Un compañero me trajo unos apuntes, era del
mismo grupo de aquel día había decidido ir de
campamento, de hecho habíamos compartido la
misma tienda, su cabello era castaño claro y unos
lindos ojos celestes, al parecer Alexia les había
contado a todos que, sin dar detalles, “alguien” me

57
había roto el corazón.
Andrew, así se llama mi compañero, trataba de
levantarme el ánimo, hasta incluso me convenció
de salir un rato y terminamos caminando por la
parte del parque en la que había un lago…
Le conté sobre Mariposa y el ataque del
sacerdote, él me miró indignado, ¿cómo alguien
con tanto talento podía ser juzgado por su vida
personal? Eso mismo me preguntaba yo... al final
termine contándole de Demian y lo nuestro, él
escuchó en silencio, no podía saber que estaba
pensando, acaso quizás ¿me vería con ojos
diferentes? ¿Dejaría de ser su compañero? ¿Su
amigo? Por suerte Andrew lo tomó con la total
naturalidad...
-Bleh, habría que darle una merecida cucharada
de su sopa- me dijo tranquilo – ya sabes que su
adorado jefe don inquisidor descendiente de
Torquemada lo pille besuqueándose con su
escritorcito de quinta facilongo-
Aquél tono de indignación graciosa me terminó
por hacerme reír, hasta que el teléfono de Andrew
sonó, su madre regañándolo que si no llegaba en
dos minutos a su casa lo confinaría a un
monasterio de por vida... así que lo vi correr
mientras el sol empezaba a ponerse…
Me quedé mirando el lago, tenia tantas dudas...
tanta culpa y a la vez enojo por todo lo que
58
pasaba... ya no sabia como reaccionar, solo quería
que acabase de una vez…entonces algo me llamó
la atención.
Alexia caminaba por la orilla del lago, no me
había visto, pero lucía… diferente… no llevaba su
típico traje estrafalario otaku sino un lindo vestido
sencillo, el cabello suelto, sin ningún peinado raro
y lo único que se me hacia familiar era su mochila
llena de adornitos simpáticos... Mi amiga no
parecía mi amiga… y entonces comprendí el por
qué...
A su lado caminaba el doctor Engel, aunque
este no lucía su bata de médico sino con ropa de
civil, estaba elegante y casual al mismo tiempo,
ideal para una cita en el lago del parque...
¿Cita?...
Y aquello fue confirmado cuando en un
momento Alexia se detuvo, al parecer su carácter
no había cambiado y vaya a saber que había dicho
el pobre doctor para que ella luciera enojada, con
sus mejillitas rojas infladas y echando chispas por
los ojos, y contra todo pronóstico, el doctor le
sonrió de una forma dulce, tan dulce que no
parecía el, no definitivamente ese no podía ser el
doctor Engel... o si?... si era él, ese cabello largo
negro, ese porte , era él..
Y cuando la tomó por los hombros y la abrazó
con dulzura, no pude más que sonreír, para luego
59
verlos fundirse en un tierno beso… así que ese era
el secreto de Alexia, estaba feliz por ella..., era
hora de dejar que mi amiga encontrase su propia
felicidad…
Empecé a caminar hasta mi casa, sentía mucha
pena aún si, tenía tantas ganas de arrancarme el
corazón y ofrecérselo aún palpitante a Demian,
con la vana esperanza de que me perdonase, de
que me amase…
Los días pasaban demasiado lentos como para
disfrutarlos, demasiado rápidos como para razonar
el tiempo perdido, el mundo no dejaba de girar,
pero mi mundo se había detenido… aquello había
sido una maldición, quizás Dios me había
señalado a sufrir por haber sucumbido a la
tentación de enamorarme de alguien prohibido…
¿Era prohibido? ¿El amor podía ser algo de lo que
alguien debía privarse? Yo no creía en la magia,
no creía en nada de eso…
Pero el hecho era, que estaba maldito, sin
duda... maldito y condenado a morir de tristeza.

60
CAPÍTULO X

Amar, es ser una misma alma,


viviendo en dos cuerpos…

La calma del lago era hermosa, aunque yo ya


casi no podía sentir nada… había perdido las
ganas de vivir, cada día que pasaba me convencía
de que Demian había sido un desgraciado
conmigo, pero lejos de ayudarme, me hundía más
y más en la desesperación…
Cometí el error de buscarle un par de veces
más, con resultados igual de malos, si no me había
gritado como aquella noche, su tono de asco y
desprecio como si le hubiese traicionado de forma
imperdonable. Incluso me desmayé frente a él,
pero desperté sobre una cama en el hospital, con
el profesor Lawrence a mi lado, preocupado ya
por la anemia que avanzaba, al punto de que

61
evaluaban si diagnosticarme anorexia nerviosa.
- Ni que el tipo estuviera tan bueno- dijo quien
estaba a mi lado
- No se trata de físico, sino de lo que me hacía
sentir… me hizo creer en la magia del amor…-
Esa persona hizo una pausa y me acarició los
cabellos con ternura, suspiré, de alguna forma
aquella caricia me confortaba.
- El amor es magia, porque tus sentimientos
eran puros, el que no haya sido correspondido, no
quiere decir que no haya sido… intenso... a veces
amamos a la persona de una forma tan grande sin
ser correspondidos, pero eso no quita que haya
magia en el amor, supongo, solo... debes saber
canalizar eso con la persona correcta.
Suspiré y me recosté en la hierba mirando el
cielo anaranjado, y luego girar mi cabeza para
mirar a quién estaba sentado a mi lado…
Solo pude distinguir su cabello rubio y su
sonrisa bonachona, Andrew me observaba
consumirme en mi propio dolor, y entonces pasó
lo que jamás pensé que pasaría…
Se inclinó sobre mí y me besó…
No fue un beso brusco, sino un tierno roce de
labios que no me vi capaz de corresponder, por un
lado porque me había tomado por sorpresa, por el
otro porque el pánico de que Demian me volviese
62
a acusar de traicionarlo me hizo quedar paralizado,
a pesar de la dulzura con la que me trataba mi
amigo…
Y entones la magia apareció…
Cuando Andrew se separó de mí, sus ojos
siempre azul cielo, eran de un violeta casi
sobrenatural…
-Andrew…- murmuré despacio, el chico parecía
no enterarse de lo que le ocurría a sus ojos, y
empecé a atar cabos…
Andrew tomaba clases de flauta en el mismo
horario que el mió…
Aquella tarde también el sol primaveral teñía
todo de naranja…
El pareció entender que es lo que tanto
analizaba y sonrió.
- Se ponen así con la luz del sol – me explicó
como si me hubiese leído la mente – cuando se
pone así naranja, mis ojos al ser claros tienen
como un color violeta... raro, a veces no se me ve
porque como la luz me molesta uso anteojos de
sol…-
Pero aquel día no los había usado… la
sensación que me había embargado en aquel
momento, el estallido de colores, el cambio radical
en mi vida… volvía lentamente…

63
-Te amo…-
Esas palabras habían salido de los labios del
rubio despacio, casi con temor, se mordió el labio
al ver como yo no reaccionaba y tomo aire…
-Iba a decírtelo ese día...- me dijo despacio –
Corrí por la calle para alcanzarte pero me quedé
paralizado al ver como casi te atropella un auto…-
Entonces mi mente regresó a ese día, el
bocinazo, y luego aquellos hermosos ojos, que
ahora estaban fijos en mi, desaparecieron…
-Pensé en aprovechar el campamento… como
dormimos en la misma tienda creí que iba a tener
una chance de poder hablarte a solas… pero
empezaste a tardar... fui a buscarte y te vi
hablando con alguien... preferí esperarte y caí
dormido antes de que llegaras… luego en sueños
murmuraste algo sobre Sagitario.. No recuerdo
bien qué signo… tú eres Piscis... así que calculé
que hablabas de la otra persona...-
La tarde iba cayendo, y a medida que el azul
oscuro empezaba a predominar en el cielo, mi
corazón se iba acelerando, sin poder dejar de
mirar a Andrew…
-En la escuela... decidí que iba a decirte sobre
mis sentimientos pero entonces cuando corrí de
regreso al colegio luego de que Alexia me dijera
que aún seguías ahí, te vi besándote con... bueno

64
con él y perdí todas mis esperanzas…-
Buscó algo en su mochila, sacando un tierno
osito color marrón, afelpado y con ojos verdes y
poniéndolo en mis manos.
- Iba a dártelo… ese día… perdona… yo... –
suspiró y me miró a los ojos – Debí luchar por tu
amor… te veía tan feliz con ese tipo que preferí
amarte en silencio... aun cuando veía que te
consumías lentamente en una obsesión… pero no,
ya no... Bastian, ya no... Te amo- me sonrió
mientras yo solo podía temblar, abrazándome al
osito como si la vida se me fuera en ello – créeme,
yo si te amo…-
Me quedé en silencio, no sabía cómo
corresponder a los hermosos sentimientos de
Andrew, él, había sido mi ángel de la guarda,
quien, sin saberlo, me había despertado de aquel
mundo gris sumido en la monotonía…
Y aunque hubieron periodos negros, ¿acaso el
negro no es también un color?... Andrew me había
llenado de colores mi mundo, me había cuidado y
amado desde la distancia, y en sus ojos podía ver
el reflejo de sus sentimientos, sus preciosos ojos
azul cielo, que al ser tocados por el sol primaveral,
se convertían en los ojos de mi ángel de la
guarda…
- No perdemos nada con intentarlo- murmuré
sonriéndole, aceptando de buena gana ese abrazo
65
cálido que vino luego de mis palabras y un nuevo
tierno beso…
Esa noche cenamos en la casa de Mariposa y el
profesor Lawrence, quien nos miraba con una
sonrisa de oreja a oreja, supongo que aliviado de
ver algo de luz en mis ojos nuevamente y que
hubiese recuperado el apetito… Andrew es
alguien exigente, me obligó a comer dos platos y el
postre, a base de cariños, besos y miradas
tiernas… Nuestra relación era muy diferente a la
que tuve con Demian… Andrew no hablaba con
rencor de nadie, no tenia motivos para ello, o al
menos según el, había cosas más interesantes de
las que hablar que personas malas… ambos
creábamos música juntos, reíamos juntos, y sí, él
tiene una rara manía de regalarme ositos, por lo
que mi habitación ahora parece la de una colegiala
tierna, llena de diferentes animalitos de peluche,
pero no me importaba… Andrew nunca me exigía
ni me presionaba a nada, todo entre nosotros se
daba de forma natural que parecía que estábamos
hechos el uno para el otro.
Hicimos una promesa…hicimos formal nuestra
relación ante familiares, amigos y maestros, sin
importar el que dirán, ni nada... nosotros mismos
íbamos a mostrar nuestra valía mas allá de los
prejuicios, y cuando al fin nuestras metas se
cumpliesen, nos casaríamos, como harían el
profesor Lawrence y Mariposa…

66
No existen las maldiciones como tales, nadie
puede manipular el destino para siempre, y nadie,
por mucha mala suerte que tenga, debe creer que
todo es obra y gracia de un acto maligno
místico… cada quien hace su destino…
Y a veces el destino, por muchas vueltas que dé,
siempre vuelve a su curso natural, te da señales,
solo debes escuchar a tu corazón... por lo general
él tiene una sabia respuesta a todo… y es... el
amor…
Y el amor no se trata de cambiar para agradarle
a tu pareja... no se trata de reservar todas tus
emociones y dejarle lastimarte… no se trata del
egoísmo de creer que una persona te pertenece…
se trata de compartir, soñar, crear, y proyectar en
el mismo sentido, es dar y recibir, tolerar pero
también ser tolerado…
Amar, es despertar un mundo de colores en el
otro, es llenarle de vida, de sentimientos,
emociones... es ser una misma alma, viviendo en
dos cuerpos.

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CAPÍTULO XI

La Flama de Vida
de un Ángel de Hielo

Los días volvieron poco a poco a la normalidad,


la relación con Andrew era más dinámica, al no
escondernos podíamos pasar más tiempo juntos, y
eso, por un lado incomodaba a algunos
profesores, pues, no todos aceptaban los
noviazgos entre dos chicos del mismo sexo, otros
preferían tratarnos como si cualquier pareja de
novios adolescentes se tratase, y eso nos aliviaba
mucho, el miedo que me había inculcado Demian,
todo el tabú que lo nuestro debía ser secreto, que
era malo, que era prohibido desapareció con las
muestras de cariño de Andrew en público, los
abrazos, ir de la mano, comer juntos,
comportarnos como una pareja común y
corriente.

68
Alexia nos miraba con curiosidad, pero por
alguna razón ya no era esa efusividad casi
incómoda por saber cada detalle de nuestras
vidas… supongo que es porque ahora ella debía
ocuparse de la propia, y la de su prometido, el
doctor Raphael Engel.
Y justamente un tarde en la que decidimos
pasarla los tres juntos, entre tazas de té nos contó
cómo es que terminó saliendo con el doctor.
Con mi primer desmayo, en una convención de
animé a la que acompañé a Alexia, el doctor Engel
me había atendido… lo que yo no me di cuenta
fue que esa mirada de hielo se derritió en silencio
al ver a mi preocupada amiga casi amenazándolo
de que encontrase una cura milagrosa para mí,
como si aquello fuese posible…
Por otro lado Alexia al estar sola en su casa, no
podía quitarse esos ojos azules de la cabeza, su
mundo había dejado de ser de dos dimensiones
impresas en un papel y ojos enormes, para pasar a
tener forma… forma de un médico de hielo…
Empezó a acompañarme, porque yo le
preocupaba, y también porque secretamente,
quería ver esos ojos, escuchar aquella voz con un
frío acento alemán que poco a poco la volvía loca.
Entonces se convenció de que no podía seguir
usándome como excusa para verlo, y decidió
visitarlo a la salida de sus consultas… al principio
69
solo caminaban en la misma dirección, con una
charla simple, superficial, pero la curiosidad de
Raphael por todos aquellos colgantitos en la
mochila de Alexia hizo que la conversación se
tornase más íntima… hasta que el mismo doctor
empezó a disfrutar de aquellas caminatas, poco a
poco se iban contando sus vidas, hasta que
Raphael le contó el por que de su frío carácter que
le impedía mostrar sus emociones…
El doctor había sido un joven muy amoroso y
enamorado en su adolescencia, se había
enamorado perdidamente de su amiga de la
infancia, aunque esta no le correspondiese, de
hecho, ni siquiera lo consideraba su amigo, lo
maltrataba siempre que podía, lo humillaba incluso
se besaba con otros chicos indiferente a como
aquello lastimaba por dentro a Raphael...
Un día a sus dieciséis años, la chica corrió
llorando a los brazos del médico, contándole que
estaba embarazada de un hombre casado. Raphael
no lo dudó y le pidió hacerse cargo del niño, y ella,
a pesar de aceptar aquello, no dio muestras de
querer más al joven. El consiguió un trabajo de
medio tiempo, al salir de sus clases de
preparatoria, y con ello pudo sostener no solo el
plan médico de madre e hijo, sino equiparse con
todo lo necesario para la llegada de un bebé.
Pero eso ya no importaba, Raphael tenia ya otra

70
razón para amarla aún más y era ese precioso bebé
que crecía en el vientre de la muchacha…
El nacimiento llegó, el precioso bebito fue
recibido con alegría por su padre adoptivo, pero
aquella hermosa sensación que experimentó al
cargar al bebé en sus brazos, esa inmensa felicidad
de verse reflejado en sus tiernos ojitos recién
abiertos, desapareció.
El padre biológico apareció en el mismo
hospital, con promesas de matrimonio y una
familia, la joven no lo dudó y arrancó al bebé de
los brazos de Raphael y con ello su corazón y su
alma, desde entonces, Raphael no se vio capaz de
mostrar cariño abiertamente a nadie.
Al escuchar la historia nos miramos con
Andrew y hasta agradecí al ve ver que no era el
único que estaba con un nudo en la garganta, mi
pareja se mordía el labio divido entre la lástima
que le daba aquel médico y obviamente la
curiosidad de saber cómo es que pasó de ser un
pobre ente sin motivos de sonreír, a ser el novio
de alguien tan… inusual como Alexia.
Y casualmente fue en otro evento otaku en la
que el corazón de Raphael pudo destruir la capa
de hielo que el mismo se había puesto...
Alexia fue disfrazada de un personaje de una
de esas caricaturas, un traje vistoso y revelador,
pero que a su vez desató tres tipos de reacciones,
71
un destape hormonal entre los adolescentes que se
encontraban en la sala, una intensa envidia de
algunas chicas y la necesidad de quitarla del centro
de la mirada de todos, por ende, a la hora del
famoso desfile, varios, alentados por este grupito
de chiquillas envidiosas, empezaron a abuchearla,
incluso las amenazas fueron a mayores, cuando
Alexia dolida salió corriendo, sin tomar en cuenta
que, con ese traje vistoso podía ser presa de
cualquier abusivo y eso casi pasó de no ser
porque, llorosa y aterrada, solo atinó a llamar al
doctor, quien en menos de dos minutos estuvo en
la puerta, con su porte altivo y gesto caballeroso,
envolviendo a Alexia en sus brazos de forma
protectora y sacándola de ahí.
Mi amiga había comprendido que aquello no
era lo que quería en su vida, le gustaba la cultura
japonesa, pero ya disfrazarse y casi morir en el
intento de llamar la atención no era lo que ella
quería… de ehcho, lo que ella quería en su vida
estaba justamente a su lado, envolviéndola en su
largo abrigo negro… Raphael en ese momento
comprendía lo mismo, que ya no sentía dolor por
lo ocurrido en su pasado, porque tenia todo lo que
quería entre sus brazos, temblando de miedo y frío
y aferrándose a él como si su vida dependiese de
ello.
Y ambos, escondidos en el oscuro automóvil
del médico, se besaron, comprendiendo al fin que

72
el destino por algo los había unido y como piezas
de un complicado rompecabezas llamado destino
encajaban a la perfección.
Así fue como Alexia poco a poco empezó a no
ser tan fanática obsesiva con sus pasatiempos,
empezó a vestirse de forma mas normal, no
porque nadie la obligase, sino porque se sentía
cada vez mas cómoda viéndose como la mujer
madura que quería ser. Aunque claro, aun seguía
conservando ositos, muñecos que ella misma hacía
y los adornos en su mochila, lo que hacía que no
perdiese del todo su encantadora personalidad,
aquella que había atrapado al doctor por
completo.
La segunda tetera se vació, y era hora de irnos,
estaba muy feliz por mi amiga, por como había
dado un giro en su vida y avanzaba, ahora de la
mano de alguien que, aunque de forma diferente,
había estado perdido como ella.
Estreché la mano de Andrew, seguía sin saber si
él era el amor de mi vida, pero, mientras
caminábamos para ir a casa, pensaba que, cada
persona es un mundo, tiene una historia que
contar, algunos sufren más, otros menos, pero sin
duda, todos hallaban su destino.
En el caso de Alexia, su destino estaba escrito
junto a su ángel de la guarda, ser la flama de vida,
de un ángel de hielo.

73
74
EPÍLOGO

Era la media tarde de un sábado… habíamos


pasado casi toda la noche despiertos entre
películas, juegos y sobre todo, cariños a Mariposa,
que no podía sacarse los nervios de su boda esta
misma noche, al final, terminamos
trasnochándonos y durmiéndonos al amanecer,
cual parodia de vampiros.
El sol de la primavera brillaba con todo si
esplendor y se colaba por la ventana de la mansión
del profesor Lawrence, en donde nos habíamos
quedado a dormir, la habitación que nos tocó a
nosotros, tenía una vista directa al parque…
Con un movimiento perezoso me levanté y abrí
las ventanas, dejando que la fresca brisa entrase y
renovase el aire, el sonido de los pajaritos, incluso
se podía oír el murmullo del lago del parque... ha
la vida no podía ser mas perfecta…
Miré la cama donde minutos antes estaba
dormido… Andrew con su característico aire de

75
niño grande aún dormía, despatarrado ahora que
ya no estaba abrazándome y estrujando en mi
lugar el osito marrón con ojos verdes, aquél que
yo, por cábala, llevaba siempre conmigo.
Pero no tardó mucho en removerse y sonreírme
desde la cama adormilado mientras yo empezaba a
preparar nuestros trajes, en un par de horas
deberíamos ir a la boda de nuestros maestros y
amigos…
Entonces un ruido llamó mi atención, era muy
débil pero a medida que se acercaba se hacía más
claro, eran dos personas discutiendo…
Andrew también lo escuchó y se levantó
curioso para poder saber que pasaba… y a pesar
que yo no le veía el motivo de a risa, él la contuvo
apenas, solo por no hacer ruido y seguir aquella
disputa…
Ahí estaba, Demian, peleando con el escritor
nuevamente, al parecer había habido una… no…
¡cinco! Infidelidades… por parte del joven
bohemio, Andrew comos siempre infantil no
contuvo al final la risita y para no alertar nuestras
presencias, se metió de nuevo al cuarto riéndose
contra la almohada de la cama…
Entonces vi como el joven escritor le metía una
sonora cachetada en la mejilla a Demian
amenazándole que iría directo con el sacerdote
que lo tutelaba, aquel homofóbico y le mostraría
76
todos los videos de ellos teniendo relaciones…
touché.
Fue entonces cuando luego de una aireada
salida del joven, Demian levantó su mirada y me
reconoció, supongo que en ese momento, pensó
que yo aún seguía interesado por el, por lo que me
sonrió de esa forma antes seductora que ahora no
hacía ni la mas mínima mella en mí, no cuando mi
ángel de la guarda me sonreía con amor, me
miraba con devoción y jamás se había ido de mi
lado…
Y hablando de mi ángel, en ese momento unos
brazos rodearon mi cintura, apenas cubierta por
mi sencillo pijama azul claro y se pegó a mi
cuerpo, Demián al ver aquello se fue hecho una
furia…
Días después nos enteramos que él y el
sacerdote habían sido encarcelados por violencia
homofóbica…
Andrew y yo nos miramos, reímos bajito y
aliviados mientras planeábamos bañarnos,
vestirnos e ir a la boda…
Les diría que fue maravilloso, pero sería
quedarme corto, Mariposa se veía radiante, feliz,
enamorado, al igual que Odín Lawrence, ahora su
marido…
Pero aquel día no terminaba, luego de una

77
celebración en la misma mansión, Andrew me
ofreció una caminata por el parque, hasta que
llegamos al lago donde nos habíamos besado por
primera vez.
-Bastian…-
-¿Mmm?- le miré y me sonrojé al ver como se
arrodillaba frente a mí y abría una cajita de
terciopelo rojo... en ella había un pequeño osito de
peluche, como de esos que tenia Alexia colgando
de sus llaves siempre, y en las patitas de había un
anillo de compromiso.
No hace falta decir cual fue mi respuesta, antes
de lanzarme a sus brazos y besarle con todo el
amor del mundo… pegándome a su cuerpo, al
cuerpo de mi ángel de la guarda, aquél que había
aguardado a mi lado, amándome siempre, aquel
que llegó para salvarme la vida y devolvérmela…
No sabíamos que nos depararía el futuro, pero
estábamos seguros que, pasase lo que pasase, lo
pasaríamos juntos…
Y es aquí, mi querido lector, en donde te
agradezco de corazón, haber leído mi pequeña
historia, si buscas un mensaje, te diré, cree en el
amor, en lo que te dicta el corazón, y... si alguien
se aleja de tu vida debes saber que el destino te
depara algo mejor, nunca te rindas... y por sobre
todas las cosas…

78
Nunca dejes de creer en el amor, porque el
amor nunca deja de creer en ti.
Tuyo...
Sebastián, el Violinista Maldito.

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